Está en la página 1de 21
1a Tuz del bar formaba un recténgulo sobre el entablado ‘ms all, en la oscuridad, uno aleanzaba aver la espuma de. ‘las, La gineba del martini me subi6 otra vez helada por- Inuesos de la cara Hotel Shore, me dijeron, no vaya al Surf, slga a la aveni yy justo al frente de a entrada sural parque de diversiones est ‘el hotel. No serd muy limpio pero tampoco es caro y en «aso no ¢s peligroso, me dijeron. La mafiana siguiente llg@ lena de sol y yo eaminé th porla avenida y doblé al izquierda para ral mar La hun ‘se habia ido, in a acera una mietda de perro se dibujaba nit cen lal cristalina y, més adelante, cas legando ala. mon usa en ruinas, una pluma de gaviora brilaba perfecta en pavimento,cargada de rocio. Al esqueleco de la montafia rusa en muinas, cuyas made tenian la calidad de las de fos bareos que han estado demas tiempo varados en las playas, subfan por todas part cenredaderasllenas de esas flores azules en forma de eam ue slo se abren por las mafanas ‘Yue hay mucho alli también, pero que yan logro recor cémo llamamos, TOMAS GONZALEZ 3,122 El negocio comenz6 como un almacén de auropartes que al principio dio slo para un emopleado, Aides, a quien mis tare Thabo que echar pues setia tina fascinacién enfermiza por los periddicos. Al principio la prensa no fue problema: los clientes «eran escasos y el empleado podia apagar como queria sus ansias de noticias. Cuando William llegaba, Alcides, con ojos alucinados, le contaba historias largas que William ofa sin ‘entender, asintiendo a destiempo mientras rvisaba los papeles yeructaba con diserecin. [No joni, Alcies~ contemporizaba. Era tna gama amplia, an delirio, Mujeres violadas con cruceras, ancianos pedantes aceprando directorios politicos, amantes desesperados despefndose por horrendos precipicios. Desde muy temprano Alcides se djaba revolcar la cabeza por noricieros de radio que o sacabaa del sue Jo atosigaban en la ducha, Después comia huevos mientras lela ttulares. Y at segufa hasta la noche, cuando los periodistas parecian aflojar un poco la garra, como para no matarlo, ye permitian otra vez

También podría gustarte