Está en la página 1de 40
(Cuadernos de Historia Contempordnea ISSN: 0214-400. 1999, nimero 21, 107-146 Auge y caida del comunismo ANTONIO FERNANDEZ GARCIA Departamento de Historia Contemporanea (UCM) RESUMEN El comunismo soviético ¢s interpretado como una ideologia bélica, en guerra per- manente contra el enemigo exterior y el enemigo interior. Este esencialismo bélico ex- plica que el disidente sea contemplado como traidor. Un régimen politico acufiado para la [ucha constante derivé en la dictadura de Stalin y fa cristafizacién de un mode- To totalitario, en cuya praxis se sometié la cultura a las propuestas del Estado-Partido y a los diferentes estratos de la sociedad rasa: ctipula (procesos), partido (purgas) y po~ biacién en general (gulag). La unica reforma en profundidad del régimen, la perestroi- ka, hundié el edificio totalitario, Su mentor Gorbachov quizis no comprendié la nat raleza del régimen; sin enemigo exterior al poner fin a la guerra fria y sin persecuciGn interior ef monolistismo saviético perdié la clave de su arco de setenta afios, ABSTRACT Soviet communism is interpreted as a warlike ideology, in continous fight against outside enemy as well as against inside one. This warlike identity makes dissenter to be considered a betrayer. A political system based on a permanent fight, derived to Stalin dictatorship and performed a totalitarian model, in which praxis culture was submitted (o State-Party proposals and to the different strati of russian society: cupo- la (processes), party (purges) and population (gulag). The only deep reform of system, the perestrotka, sunk totalitarian building. Its guide, Gorvachov, perhaps did not un- derstand the essence of system; without an outside antagonist once cold war ended, and without internal persecutions, soviet monolithism lost the keystone of its se- venly years old arch, «La experiencia nos dice que ef momento mas peligroso para un mal gobierno es de ordinario aquel en el que se comienza a reformar. Sdlo un gran genio puede salvar a un principe que se atreve a aliviar a los stibditos después de una larga apre- sin» (Alexis de Tocqueville: «El Antiguo Régimen y la Revolucion»). 107 Antonio Fernéndez Gareia Auge y caida del comunismo Constituye el comunismo uno de los fenémenos definitorios del siglo xx. Edgar Morin, primero militante, posteriormente critico y estudioso de la natu- raleza de la U.R.S.S., proclamaba este cardcter capital: «La aventura de la U.R.S.S. es la mayor experiencia y la cuestién capital de la humanidad mo- derna» ', Una ideologfa claborada én citculos académicos en el siglo xix y ex- puesta en sus grandes lineas en ensayos politoldgicos que parecian destinados a aumentar el néimero de los escritos ut6picos, meras reflexiones de escritorio sobre una humanidad ideal, cataliz6 durante nuestra centuria en un ensayo politico en una gran potencia, convirtiéndose en modelo para otras experiencia similares en todos los continentes. Tal ideologia irrumpié con la violencia de un evangelio y fue seguida por millones de creyentes. Su triunfo en 1917 y su ca- {da en 1989-1991 delimitan un «siglo corto», expresién de Hobsbawm de am- plio eco académico, que se acopla cronolégicamente a lo que William Golding denominé «el siglo mis violento en la historia humana». Con la misma 0 mayor fuerza de proyeccién que el liberalismo, cl comunismo definié nuevos hori- zontes para el hombre y la sociedad. Fue un ensayo de ingenieria politica, una forma de organizacidn de la economia, una concepci6n social, una antropolo- gia, y aun mas una ideologia jacobina que erigié una iglesia laica, como agu- damente calificé Morin al partido comunista y su Aparato, Su conquista del po- der, su evolucién, su expansién, su declive sdbito encadenan una serie sorprendente. En coincidencia con Morin, es tgico que uno de sus més acreditados es- tudiosos, E. H, Carr, lo considere la experiencia mas importante de este siglo, o que Hobsbawm lo conyierta en el eje de su andlisis global de la centuria. En las paginas, contadas y concisas, que vamos a dedicarle nos cefiiremos a varios as- pectos sobresalientes, los que han suscitado debates més intensos en una his- toriografia que cuenta sus titulos por decenas de miles, procurando destacar las lineas maestras que condujeron a Ia rufna del modelo. ' Morin, E.: Qué es el totalitarismo, De la naturateza de la U.R.S.S. Barcelona, Anthropos, 1985, p. 9. Del mismo autor: «Sobre la naturaleza de la UR.S.S.n, en VV.AA.: El sistema sovié- tica hoy. Madrid, Fundaci6n Pablo Iglesias, 1984, En la sovietologia critica es conocida la formula de Castoriadis: Unién de Republica Socialistas Soviéticas = custro palabras, cuatro mentiras; en Devant la guerre. Paris, Fayard, 1981. Ei fracaso ha desconcertado a la izquierda mundial y se han lanzado tesis sobre la via Gnica hacia la democracia, la més famosa la de Fukuyama sobre «El fin de la historian, que ha recibido réplicas, entre otras ia brillante de J. Fontana, Anticipamos que en este ariculo se analiza no la tinica via posible del comunismo sino la vfa por antonomasia, Ia del comunismo sovitico, ateniéndonos al arco «auge y caida» del titulo que nos han propuesto y Lys balcheviques y la Revolucién... Actas. 0. cit. pp. 183-190. ” Koenker, D. P., Rosenberg, W. y Suny, R. G.: Party, State and Society in the Russian Civil War, Indiana University Pres, 1989, Malle, S.: The Economic Organization of War Corinu- rrism, 1918-1921. Cambridge University Press, 1985. Consideraciones interesantes scbre los as- pectos econdmicos del comunismo de guerra en Aganbegian (infra). Mandsley, E.: The Russian Civit War. Boston, Allen and Unwin, 1987 Cradernos de Historia Contempordnea 119 1999, nine 21, 107-146 Antonio Fernéndez Garcta Auge y cafda del comunismo jefe, sin discusién ni reflexién. En esta concepcién de ortodoxia castrense puede entreverse la raiz de las futuras purgas, fenémeno tinico en la historia de los partidos politicos curopeos. La guerra civil se sostuvo en tres frentes: en el politico equivalié a una gue- rra de clase contra los otros partidos, en el militar supuso el enfrentamiento con- tra los resistentes blancos del zarismo y —otra nota para el futuro— el enemi- go exterior, y en el econémico la implantacién det comunismo de guerra, con su practica de las requisas y Ia subordinacién de la producci6n a las necesidades bélicas, Jo que caracterizatia durante lustros los planes quinquenales, y en otro sentido la subordinacién del interés individual o familiar al colectivo. E] fenémeno de mayor relevancia fue la aparicion del Terror rojo, justifica- do por ia urgencia del conflicto. Supuso la vigilancia de todas las funciones so- ciales, en la economia y en la vida civil, vigilancia que se extenderia progres vamente a todos los cuadros: técnicos de la industria, presidentes de granjas colectivas, profesores, cientificos. En el terreno econémico la bratalidad confis- catoria plantea dudas acerca de si constitufa una necesidad circunstancial 0 una genuina politica bolchevique. Las principales medidas tomadas se inscribieron 10- das en Ja misma direcci6n, la del control desde arriba**. La nacionalizacisn de la Banca colocé el aparato financiero bajo la vigilancia de un Consejo (V.S.N.K.); a requisa de viveres se explicé como la lucha de clases en el campo, donde la propiedad familiar debia dejar paso a sovjozes; cl de 1a industria no fue un con- trol obrero, como exigian los anarquistas, sino simple apropiacion por la direc- cin; un organismo, el Gosplan, organizé la planificacién, embrién de lo que se- rian los planes quinquenales diez aiios més tarde. Esta supervision total derivé en la primitivizacién de la vida rusa; la vigilancia por el partido de todos los grupos, aristécratas, plebeyos, pequefio burgueses, demécratas, socialistas, y fue facili- tada por la falta de anticuerpos sociales y culturales. Con la implantacién de un Partido-centinela nacia un Orden Nuevo. Sabe- mos gue esta expresién fue enarbolada por Mussolini y sus seguidores, pero con el mismo derecho podia ser reclamada por los bolcheviques. En «Las grandes corrientes del marxismo» Leszek Kolakowski, al preguntarse si era co- rrecta la calificacién de Bujarin como «el ultimo bolchevique» se contesta: «El epiteto esté justificado si entendemos por «bolchevique» alguien que aceptaba todos los principios del orden nuevo —poder ilimitado de un partido unic: «unidad» en el seno del Partido, ideologia excluyente de todas las restantes, dic- tadura econémica del Estado— creyendo que era posible, dentro de tal sistema, evitar el despotismo de una oligarquia o de un individuo, gobernar sin recurir al terror, preservar los valores de los que los bolcheviques se habfan erigido en campeones en el curso de las luchas por la toma del poder: gobierno por el pue- blo de los trabajadores o proletariado, libertad de desarrollo cultural, respeto de las artes, de las ciencias y de las tradiciones nacionales. Pero si » Grodeisky, G. “, Un * Brajnovic, L. : Literatura de la Reyolucién bolchevique. Pamplona, Eunsa, 1975, % Giinter, H. : The Culture of the Stalin Period. Londres, Macmillan, 1990. Fitzpatrick, Sh. (ed: Cultural Revolution in Russia. 1928-1931, Bloomington, indiana University Press, 1988. Brown, E. J: The Proletarian Episode in Russian Literature. 1928-1932, Nueva York, Columbia University Press, 1953, ” Pokrovski: Historia de Rusia. Barcelona, Akal, 1977. © VV.AA. (sin enumerar sus nombres en varias ediciones): Historia de la gran revoluctén so- cialista de Octubre. Mosc. Progreso, 1977, Cuerdernos de Historia Comempordnea 7 1999, enero 21, 107-146 128 Amonio Fernéndez Garela Auge y caida del comunismo discurso de Zdanov (1946), secretario del Comité Central del Partido, sobre el realismo socialista es el documento mis didfano sobre la politica soviética en el campo de la literatura. Zdanov afirmé que los escritores eran ingenietos del alma humana —expresién que tomé de Stalin— y debian proponer modelos he- roicos. En cl stalinismo de posguerra fueron definidos con mds detatle los principios que debian guiar al escritor. El primero, segtin Pabén®", el activismo, al rechazarse el arte por el arte, el puro goce estético, lo que llevé a rechazar ideas y sentimientos que no contribuyeran a la accién. Segdin este principio la duda y el pesimismo debian ser erradicados. Segundo principio, el realismo, de- finido en 1934: «El Realismo consiste en la descripcién veridica y conereta de Ia realidad en su desenvolvimiento revolucionario, descripcién capaz de mover al lector, de educarlo en el espiritu de lucha por la edificacién del socialismo» ®. Por supuesto, principio medular, et socialismo, Stalin decfa que la Literatura serd «socialista por su contenido». La inclusién de la poetisa Anna Ajmétova en un Indice de autores prohibidos fue justificada por Zdanov por su contenido in- dividualista: «Nuestra Literatura no es una empresa privada». Finalmente, el partidismo, ia defensa del Partido, se convirtié en misién inexcusable, La lista de escritores prohibidos incluyé al lado de Ajmdtova otros nom- bres: Mijafl Bulgakov, Isaak Babel, Marina Tsvietdieva, Andrej Platonov. Y el mas ilustre, Boris Pasternak, obligado afios después a renunciar al Premio No- bel de Literatura. En Rusia su gran novela, «El Doctor Jivago», slo fue edita- da durante el deshielo de la Perestroika, Las peripecias sufridas por estos au- tores han salido a la luz tras la investigacién realizada por Shentalinski en los archivos del K.G.B.". Del ordenancismo del realismo socialista no se libré la miisica, en teorfa un Ienguaje abstracto, dificil de identificar ideolégicamente aunque susceptible de su empleo como galvanizador de las emociones colectivas. dimensién que comprendieron en todas sus posibilidades los dirigentes nazis al uniformar la vida alemana, Ha vivido la misica rusa en el siglo xx una segunda edad de oro, pero en el contexto de un régimen planificador los compositores sufrieron con frecuencia presiones sobre su actividad creadora y en casos concretos reco- rieron un via crucis personal. Entre los mis ilustres, Stravinski vivié casi toda su vida fuera de Rusia. Prokofiev pas6 una etapa en Estados Unidos, y al regresar encontrd un escape en el cine, en su colaboracién con Eisenstein. Mas relucionado con las instancias politicas, Shostakovich pudo comprobar que © Pabon, J.: Bolchevismo y literatura, La novela soviética en sus creaciones tipicay. Mada, 1949. ban, J., ihidem. Marcuse, H.: El marxismo soviético. Madrid, Revista de Occidente, 1967. El autor, asin moviéndose en una Grbita ideoWbgica marxista, critica la represion de la cul- tura: «el realismo soviético se ajusta al modelo de un Estado represivo». © Las novelas de esta literatura reprimida estén siendo editadas por Circulo de Lectores/Ga- faxia Gutenberg. Vid. art? de Arcadi Espada: Una rragedia rsa en «Babelian de «Fl Pals», 24 de abril de 1999, Sobre los Archivos del K.G.B., Andrew, Ch. y Gordiewsky, 0: KGB. La Historia interior de sus operaciones desde Lenin a Gorbachov. Barcelona, Plaza y Ianés, 1991, Sudopla- toy, P. y Sudoplatov, A.: Operaciones especiales, Barcelona, Plaza y Janés, 1994, Cuadernos de Historia Comempordinea 129 1999, aimero 21, 107-146 Antonio Ferndndez Garcia Auge y caida del comunismo los criterias estéticos oficiales eran incompatibles con la vanguardia, actitud conservadora que coincidfa con la de los prebostes del nazismo, La evolucién de su ciclo sinfonico hacia f6rmulas relativamente liberadas de la tonalidad y la armonja disgustaron a los jerarcas, sufrié el acoso que merecfa su «disidencia» y se vio obligado a entonar un «mea culpa» y retornar a cénones tradicionales en su 5* sinfonia. Uno de los intérpretes excelsos de esta centuria, e) violon- chelista Rostropovich, por dar cobijo en su hogar a Solzenitsin hubo de aban- donar Rusia. En el cine otra figura, Eisenstein, supo desenvolver su genio dentro de los cénones ortodoxos porque orienté su produccién primero a un ciclo sobre la re- voluci6n y posteriormente a la exaltacién del autoritarismo historico en la figura de Ivén el Terrible, en consonancia con los requerimientos de ia historiogratia oficial y los deseos de Stalin, pero las exigencias de la Unidn Oficial de Cine- astas probablemente asfixiaron la creatividad de otros directores. No se puede negar que Rusia aporté figuras cimeras de la matemitica y la fisica a la ciencia del siglo xx, lo que demuestra la riqueza humana de un pueblo maduro, pero las orientaciones académicas y las dificultades para salir al extranjero o asistir a Congresos pusicron un dique a este caudal de posibilida- des. Los rumbos oficiales se apoyaban en otros carriles. El bidlogo exaltado por el régimen, Lyssenko, negaba las leyes de Méndel, y durante afios se rechaz6 a Einstein y sus teorias, lo que no impedirfa que siguieran apareciendo persona- Tidades singulares, en una cohorte donde figuré Sajarov, o Lev Landau, premio Nobel de Fisica El control y la condena quedaron insertos en el sistema, como prueba la se- rie de figuras que terminaron siendo réprobos en su pais: Pasternak, Solzenitsin, Rostropovich, Sajarov. No obstante con mds nitidez definié el totalitarismo el fendmeno conocido bajo el nombre de «El Gran Terror» ®!, Porque la atmdsfe- rade vigilancia fue respirada ademés de por los intelectuales por el propio par- tido en todos sus niveles y por todas las capas de la poblacién. En la represién sin fronteras se cumplié Io que Hanna Arendt definié concepcién totalitaria del delito, que consistfa no en una infraccién real de una norma legal sino simple- mente en un hecho imaginado por el poder y reprimido como instrumento de advertencia. No resulta facil sefialar causas para una politica en la que se en- cadenaron los procesos, las purgas y los campos de trabajo, si bicn se han apuntado algunas: posicién todavia insegura de Stalin hasta 1934, situacién “Bl especialista reconocido, Conquest, R.: El gran terror (Las purgas stalintanas de los afiox sreinta). Barcelona, Caralt, 1974, y su puesta a pumo: The great Terror. A Reassesment, Londres, Hutchinson, 1990. Tucker, RC. y Cohen, S. F.: The Grea’ Purge Trial. Nueva York, Grosset and Dunlap, 1965. Remitimos a los testimonios de Suvarin y Medvedev, citados anteriormente, a la versidn de Trotski: La Revolution trahie. Paris, Grosset, 1937, y a las Memorias de Nikita Krus- chev: Souvenirs. Paris, Laffont, 1971. Asimismo son importantes los testimonios del responsable de los servicios secretos soviéticos, Krivitsky, W.: Agent de Staline. Parts, Cooperation, 1940, y del ex dirigente comunista yugoslavo Ciliga, 4.: Au Pays du Grand Mesonge. Paris, Gallimard, 1938, donde relata sus recuerdos del campo y la prisién, Cuardernas de Hisorta Contemporénca 1999, ndmeno 21, 107-146 130 Antonio Fernéndez Garcia Auge y caida dei comunismo inestable del partido, situacién intemacional peligrosa. En «E] Doctor Jivago» Pasternak apunta como origen el fracaso de la colectivizacién y las criticas que comenzaban a aparecer en ciertos medios. En la represi6n irfan cayendo anti- gtos oponentes, cuadros de la industria, cuerpo de oficiales, elites culturales, Policia. Instalado Trotski en Paris, las criticas en torno a la colectivizacién preocu- paron al dictador, quien encontré en el asesinato de Kirov el pretexto para destrozar a los criticos. En 1a novela «Los hijos del Arbat» Anatoli Ribakov proporciona claves para interpretar que el asesinato del Secretario del Partido en Leningrado pudo ser inducido por Stalin. En ese supuesto, nos encontrarfamos con la tdctica de Hitler en el incendio del Reichstag. Pero es més probable que fuese una decisién auténoma de la K.G.B., aunque también se ha apuntado pu- diera tratarse de un crimen por motivos estrictamente personales (pasionales Por otra parte el partido habia crecido vertiginosamente y no todos los recién Hegados eran déciles ni sinceros en su fe politica; en 1933 400.000 incompe- lentes, calificados como «enemigos de clase», fueron expulsados. En los afios siguientes continué el doble proceso de decenas de miles de expulsiones y una cifra similar de ingresos, con lo que en 1938 1.500.000 de nuevos miem- bros del Partido recién ingresados debfan sus puestos a Stalin. Tercer motivo de Jas purgas: la situaci6n internacional, amenazadora para la UR.S.S. desde el ac- ceso de Hitler al poder en Berlin. Contemplado primero el Fihrer como un «Kornilov alemdn», su politica expansiva por Centroeuropa se convirtié en una amenaza. Es posible que el dirigente nazi proporcionara al dirigente soviético el modelo de las purgas con «la noche de los cuchillos largos». En los grandes procesos®, desde agosto de 1936 a finales de 1938, caerfan sucesivamente la Vieja Guardia, con Zinoviev y Kémeney, la antigua oposi- ci6n, con Piatakov, Bujarin y Rikov, la policia con Yagoda, el ejército, con Tu- jachevski. Ms que la severidad de las penas y la inconsistencia de las acusa- ciones elaboradas por el fiscal Vichinski, en Occidente Hlamaron la atencién las antoacusaciones, dispuestos los acusados a aceptar la pena de muerte como un Gkimo servicio al Partido. Durante los juicios una comisién norteamericana pre- sidida por Dewey estimé que se trataba de procesos amafiados, a lo que replicé un manifiesto de intelectuales encabezado por Granville Hicks y el periodista Walter Duranty. Bl recurso a Ia tortura fisica o Ia tortura psfquica aparecen en «EI cero y el infinito», la extraordinaria novela de Arthur Koestler, y est con- firmado por testimonios de exiliados y acreditado en su momento por Leén Blum y posteriormente por Annie Kriegel, estudiosa de los procesos. La glas- nost ha desvelado en cascada pruebas y testimonios. En enero de 1989 el co- ronel Alexander Livintsev recogia informes de integrantes de la NKVD en Jos que se afirmaba que «sin golpes ni torturas no habia confesiones». El mis- % ‘Les proces de Moscou» (presentados por P. Broué). Paris, Coleccién Archivos Julliard, 1964. Incluye documentos de los procesos, extractas de los debates del XX Congreso, documen- (acién aparecida en la U.R.S.S. ttas la muerte de Stalin, articulos de prensa y bibliografia co- mentada. Broug, P.: Los procesos de Mosci, Barcelona, Anagrama, 1988, BI Cuadernos de Historia Contemportinea 1999, adamera 21, 107-186 Antonio Fernénde: Garcia Auge y cada del comunismo mo afio 89 la Comisi6n Central de Control del Partido y el Instituto Marx-En- gels-Lenin de Moscti elaboraron sendos informes basados en documentos de los archivos del Comité Central, la KGB y varias instituciones ®. Aunque rehuye- ron los detalles escabrosos, el reconocimiento de que la acusacién fue amafa- da sin pruebas es categérico. Veamos, como ejemplo, un fragmento del informe de Ja comisién del Politburé en 1989: «En diciembre de 1934 no habia absolu- tamente ninguna base para arrestar a G.E. Zinoviev, L.B. KAmenev y otras per- sonas vinculadas con el caso del Centro de Mosc. El arresto de estas personas sefial6 el comienzo de la ejecucién de un plan encaminado a utilizar el asesinato de Kirov para desacreditar politicamente y eliminar fisicamente a figuras que habian sido opositoras, acusindolas de organizar, preparar y ejecutar este cri- men», Las cartas patéticas de Zinoviev a Stalin proclamando su inocencia no tuvieron respuesta. La represiGn de los viejos bolcheviques afecté también a los protagonistas de Octubre, aunque varios, con mejor suerte que Zinoviev y Kamenev, tuvieran la posibilidad de exiliarse. Fue lo ocurrido 2 Antonov-Ovseenko, director de] asalto al Palacio de Invierno, 0 a Raskolnikov, que dirigié a los marinos de Kronstadt. Otros pagaron con su vida culpas que no conocfan, como el perio- a Koltsov, a su regreso de la guerra de Espafia, ejecutado en un campo. En cuanto a los policfas, pasaron de verdugos a victimas, como Yagoda y Yejov. La represi6n del ejército se inicié con una figura gloriosa, el mariscal Tuja- chevski, y se extendié a los comandantes de los distritos militares, E] Informe: de Vorochilov en 1938 calcula 40,000 oficiales arrestados 0 asesinados; el de Volgokonov en 1988 contabiliza 43.100, muchos de ellos liberados al produ- cirse la invasi6n alemana para restaurar los cuadros debilitados del ejército. Las purgas en el partido son de dificil precisidn, aunque disponemos de vi- fietas, como los discursos del XXII Congreso del Partido (octubre de 1961) y testimonios de victimas publicados en Occidente (Memorias de Ivanov-Ra- zumnik y de Margarete Buber-Neuman, vitida de un miembro del Burs), 0 e} relato del profesor Swianiewicz, estudioso de la organizacion econdmica de los campos, Resulta ttil comparar los datos de dos Congresos. En el xvii (1934) te- nia el P.C.U.S. 2.817.000 afiliados, en el xvim (1939) habia descendido a 1.568.000; a la diferencia habria que sumar los miembros nuevos y deducir las bajas por razones diversas, desde fallecimientos hasta expulsiones que no iban acompaiadas de detencién, y quedaria una cifra de cerca de un millén de miembros del Partido arrestados, En realidad las purgas formaron parte de un plan més amplio que afect6 a la poblacién de la Unién Soviética de forma glo- bal. Por medio de procesos y purgas Stalin dispuso de un nuevo Partido y una cdpula renovada, al producirse la llegada de una segunda generacién de cuadros que regirfa la vida rusa hasta finales de los ochenta. La clase politica de pos- guerra, donde aparecen Kruschev, Molotov, Breznev, Gromiko, Kossiguin, ‘© «Nueva tuz sobre los procesas de Moscu», en Apéndice de Laqueur, W.: Stalin © Ibidem, p. 336. Cuadernos de Historia Contempordnea 1990, mimero 21, 107-148 132 Antonio Fernandez Garcia Auge y caida dei comunisma Suslov, Andropov, al margen de la evolucién posterior de cada uno se identifica estrechamente con los beneficiarios de las purgas. Las levas para los campos de trabajo, argumento del «Archipiélago Gulag» de Solzenitsin, tuvieron en cada momento una composicién social determina- da‘, En los afios veinte fue el turno de los disidentes religiosos 0 politicos; pero con la colectivizacién, a partir de 1929, los campos fueron el destino de los campesinos hostiles. Evan Mandsley® ha calculado que en 1929 fueron de- portadas 380,000 familias campesinas, lo que equivale aproximadamente a 2 millones de individuos, y que entre 1929 y 1932 las ejecuciones oscilaron en- tre las 2.000 y 3.000 diarias, lo que supondria de 3 a4 millones de campesinos ejecutados. Estas cifras, mas recientes, basadas en la documentacién que se puso a disposicion de los investigadores con la apertura de los archivos so- viéticos durante varios aiios, superan ampliamente las anteriormente publica- das, los dos millones del total de victimas que estimé Petrov, un oficial de la N.K.V.D., 0 los tres millones de Dedijer, incluyendo ambos las fases poste- riores, cuando se persigui6 a los grupos étnicos instalados cn las fronteras del imperio, o en la guerra a un elevada ntimero de soldados, y en la victoria a co- laboracionistas y de nuevo a pueblos alégenos. En cualquier caso la cuantificaci6n resulta dificil. Un estudioso de la po- blacién, Lorimer, con fuentes censales, estim6 que las cifras de detenidos se acercaban a los siete millones’. El especialista mas conocido en el tema de la represi6n stalinista, Robert Conquest, calculé 12 millones de detenidos hasta diciembre de 1938, de ellos un milldn de ejecutados y dos millones de muertos en los campos, pero este célculo ha sido revisado al alza en una re~ edicién de su obra. Con la glasnost salieron a la Juz informes del K.G.B. con estadisticas de artestos y ejecuciones inferiores a los calculados por los es- pecialistas, pero también un informe secreto para Kruschev, elaborado por la misma institucién, que elevaba su propia estadistica. En octubre de 1988 en la revista Neva de Leningrado un escritor aseguraba que el ntimero de arres- tos habia alcanzado los 16 millones, de los cuales entre 8 y 10 millones ha- bian perecido en los campos. El historiador disidente Roy Medvedev cn el or- gano semioficial «Argamenti i Fakti» lanz6 la cifra de 40 millones de Victimas de Stalin, incluyendo entre ellas a los deportados durante la segun- da guerra mundial, y precisando que de cinco a siete millones serfan los condenados en los campos, de los cuales fue fusilado un millén y una can- tidad indeterminada murié en condiciones penosas *, Como vemos, el ba- lance no coincide, pero aparece siempre una suma de varios millones. Los Ofrecen abundante material para el historiador las versiones literarias de los campos reali- zadas por Solzenitsin: Un dia en la vida de Ivdin Denisovich y El Archipiélago Gulag (de ambos, varias ediciones en castellano). Mandsley.E, : The Stalin Years. Vid. cap. 7, un balance en p, 98. ® Lorimer: La poblacién de ta Unidn Sovidtica. Historia y perspectiva, Ginebra, S nes, 1964. Laqueur, W: Stalin, pp. 127 y ss Na Cuadernos de Historia Contempordinea 133 1999, nimero 21, 107-146

También podría gustarte