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1. Introducción 1
La concepción de la dignidad como el valor de las cosas por sí mismas tiene raíces
profundas en la Filosofía. Ya Tomás de Aquino, hablando de la relación entre la vida
activa y la contemplativa, y a partir de una de sus importantes distinciones, definía la
dignidad en sus Comentarios sobre las sentencias como “la bondad de una cosa en sí
misma”:
A la primera cuestión, respondo así: el bien se dice en dos sentidos. En efecto, se dice que algo es bueno
cuando se desea por sí mismo. […] Se dice también, sin embargo, que algo es bueno cuando se elige
para otra cosa. […] La dignidad significa la bondad de una cosa en sí misma, mientras que la utilidad
significa su bondad en orden a otra cosa. 2
De acuerdo con la definición anterior, la dignidad se contrapone a la utilidad; además, la
dignidad no parece ser algo exclusivo del ser humano, sino que se puede predicar de
muchas otras cosas: de acuerdo con el Aquinate y con buena parte de la tradición
escolástica, habría diferentes tipos de dignidad en función del lugar que cada cosa ocupa
en el orden de la naturaleza creada3. Volveremos sobre esto más adelante.
Otros autores, con todo, han considerado la dignidad como algo exclusivo del ser
humano: “todo tiene o bien un precio o bien una dignidad. En el lugar de lo que tiene un
precio puede ser colocado algo equivalente; en cambio, lo que se halla por encima de
Doctor en Filosofía. Investigador Nacional, nivel I. Profesor Investigador Titular de la Universidad Autónoma de
Aguascalientes. Miembro de: Comisión Estatal de Bioética de Aguascalientes, Academia Nacional Mexicana de
Bioética Capítulo Aguascalientes, Comité de Bioética del Hospital Star Médica en Aguascalientes (presidente), de la
Fundación Intervive., A.C. y de la Red Regional Centro-Norte de Investigadores en Filosofía.
1 Para toda la primera parte del presente texto, véase: del Moral (2016); del Moral (2017).
2 Respondeo dicendum ad primam quaestionem, quod duplex est ratio boni. Aliquid enim dicitur bonum, quod propter
seipsum est desiderandum [...]. Aliquid vero dicitur bonum quasi propter aliud eligendum; [...] dignitas significat
bonitatem alicujus propter seipsum, utilitas vero propter aliud. (Super Sent., lib. 3 d. 35 q. 1 a. 4 qc. 1 co.)
3 Magnavacca (2005) 222-223.
todo precio y no se presta a equivalencia alguna —dice Kant—, eso posee una dignidad.”4
Por ello es que “el hombre y en general todo ser racional existe como un fin en sí mismo,
no simplemente como un medio […] el hombre ha de ser considerado siempre al mismo
tiempo como un fin.” 5 En ese sentido el respeto a la dignidad humana prohíbe claramente
—comenta Habermas— que el Estado trate a una persona simplemente como un medio
para alcanzar un fin, aunque ese otro fin fuera salvar la vida de otras personas6.
Sin embargo, y como empieza a ser cada vez más patente, parece ser que el vínculo
entre dignidad y humanidad, en efecto, es más bien una cuestión cultural, como lo
expresa una sentencia del Tribunal Superior de Kerala (India) del 2000:
En definitiva, sostenemos aquí que los animales de circo […] son encerrados en jaulas sin espacio para
moverse, sometidos al miedo, al hambre, al dolor, por no hablar de la vida indigna que han de vivir sin
tregua […]. Aunque no sean homo sapiens, son también seres que tienen derecho a una existencia digna
y a un trato humano sin crueldad ni tortura […]. Por consiguiente, no sólo es nuestro deber fundamental
mostrar compasión por nuestros amigos animales, sino reconocer y proteger sus derechos […]. Si los
seres humanos tienen derechos fundamentales, ¿por qué no los animales? 7
Ahora bien, aunque ya se empiece a hablar de nueva cuenta sobre la dignidad de los
seres vivos e incluso de la naturaleza en general, el hecho es que en múltiples ocasiones
seguimos hablando de “dignidad” como el respeto incondicional debido a las personas,
es decir, hablamos de “dignidad humana”, pero sin fundamentarlo racionalmente. No se
define la dignidad, sino que se supone en la praxis8. En realidad, es un concepto
complejo, con múltiples sentidos, que hay que considerar de forma análoga y prudente9.
Para ello haré primero algunas consideraciones formales sobre el concepto “dignidad”,
sin revisar su contenido específico, partiendo de metodologías de orden semiótico10 y de
la hermenéutica analógica11. Sólo después consideraré el contenido concreto de la
dignidad humana, en el contexto postmoderno e intercultural de nuestra actual sociedad.
4 Kant, Fundamentación para una metafísica de las costumbres, 148 (A 77; Ak., IV, 435).
5 Kant, Fundamentación…, 137 (A 64-65; Ak., IV, 428).
6 Habermas (2010) 4-5.
7 Sentencia Nair v. Union of India del Tribunal Superior de Kerala, núm. 155/1999, de junio de 2000. Citada en:
el proceso de construcción de sentido, que es un proceso social activo (Cárdenas, Beltrán, 1990: 33-50; Deely, 1996:
263; Eco, 1999: 33; Eco, 2000: 17-54; Morris, 1985: 28). A su vez, la semiótica se ha dividido en tres ramas principales:
la sintaxis, la semántica y la pragmática (Morris, 1985: 31-32; Chomsky, 2004: passim; Hjelmslev, 1971: 37-38).
11 La hermenéutica es el arte y ciencia de interpretar textos. Su propósito es la comprensión, cuyo medio principal es
3
2.3. El sentido. Desde una perspectiva etimológica, el substantivo latino dignĭtas, -ātis19
proviene del adjetivo latino dignus, -a, -um, que proviene a su vez del indoeuropeo dek-
no-, “aceptado”, cuyas raíces son el verbo dek- (“tomar”, “aceptar”), y el sufijo -no.
A partir de su origen etimológico, el adjetivo latino significa, por tanto: “ser merecedor de”,
“tener derecho a”, ser correspondiente o proporcionado a la condición de una cosa o
persona. Y el substantivo ‘dignidad’ significa: “calidad de digno”, es decir, el respeto y
estima que merece una persona, cosa o acción.
Por otra parte, desde una perspectiva histórica, el concepto de “dignidad” se ha
comprendido de distintas maneras en Occidente20, con gran diversidad de sentidos,
aunque no necesariamente contrarios ni contradictorios:
Sentido político-social, basado originariamente en la condición social (cuyo
presupuesto es la idea de superioridad), esto es, en el aprecio y el reconocimiento
social hacia el individuo, la pertenencia a un determinado grupo social, o el
desempeño de determinadas funciones en la vida pública.
Sentido religioso o teológico, basado en el vínculo del ser humano con lo Sagrado.
De forma general, consiste en la condición proveniente de una Alteridad
Trascendente y que hace que Ésta se constituye en el origen y la finalidad de la
existencia humana. Por ejemplo, en la fe católica este vínculo es la raíz de la
creencia en su creación por parte de Dios y en la redención universal de la
humanidad, consolidando la idea del ser humano como el ser “más digno” de todos
los existentes.
Sentido ontológico. Fundamenta la dignidad humana en lo que el ser humano es,
en sus atributos y características. El ser humano es digno por sí mismo,
independientemente de su condición social, de su vínculo con lo Sagrado o de sus
acciones. La naturaleza humana tiene una dignidad y un valor intrínsecos. La
persona humana es el único ser cuyos fines son inmanentes a su propia naturaleza,
por lo que sólo puede ser tratado como fin y nunca como medio; siempre será
sujeto, nunca objeto; no tiene precio, sino dignidad.
Sentido ético (fenomenológico, existencial). Concibe la dignidad humana a partir de
lo que el ser humano hace. Hay múltiples variantes de este significado de dignidad.
Una postura sustenta la dignidad en las capacidades racionales y volitivas de los
seres humanos, concretadas en la idea de autonomía y de libertad. Otra opción
fundamenta la dignidad en la racionalidad humana. Otra perspectiva la fundamenta
en la naturaleza moral del ser humano. Otra, en el ser miembro de la comunidad
ideal de comunicación y en poder desempeñarse en el marco de la comunidad real
de comunicación como interlocutor discursivo. Otra habla de la dignidad como
19Véanse las voces correspondientes en: Gómez de Silva (1998), Moliner (2007) y Real Academia Española (1992).
20Andorno (2009) 231-233; Conill (2002) 50-52; de Miguel Beriain (2010) 192-193; Habermas (2010) 11-17; Junquera
de Estéfani (2006) 355-357; Magnavacca (2005) 222-223; Martínez Bullé-Goyri (2013) 44-52; Michelini (2011) 141-
153; Torralba (2005) pp. 85-91.
4
producto del propio actuar a partir del vínculo entre los principios del auto respeto
y la autenticidad. Otra, en fin, la considera no como un hecho sino como un deber
de respeto, consignado en normas jurídicas, por parte de la autoridad estatal.
Tal carácter polisémico hace que podamos hablar de una serie de distinciones necesarias
para una comprensión adecuada del sentido del concepto. En efecto, en el proceso
histórico en que se han manifestado las diversas concepciones mencionadas de la noción
de “dignidad” (sobre todo la humana), se han propuesto metodológicamente ciertas
distinciones con respecto a:
su origen: dignidad intrínseca o extrínseca; autónoma o heterónoma; empírica o
trascendental;
su estructura: ontológica o ética;
su forma expresiva: jurídica o moral;
su modalidad expresiva: descriptiva o prescriptiva;
sus consecuencias: facultad (derechos) o restricción (deberes);
sus condiciones de posibilidad: primigenia o primordial; y
su extensión: individual o colectiva; antropocéntrica o cósmica.
Todos estos sentidos y distinciones son diversos entre sí, y sin embargo convienen en
algo común, que hace que no sean totalmente equívocos. En efecto, se refieren al respeto
que merece el ser, que puede ser una persona, una cosa o una acción. Se refieren al
valor del ser, al respeto del ser. Eso es lo común. Lo diverso es que el respeto o valor del
ser se dice en sentidos diversos (político-social, religioso, ontológico, ético) o con
respecto a distintos aspectos (origen, estructura, consecuencias, extensión, etc.).
Como quiera que sea, el concepto de “dignidad” se refiere al valor del ser. Decir que el
ser humano, o el animal, o una cultura, tiene dignidad significa simplemente afirmar que
es valioso(a) y merece respeto. Es un concepto situado entre el ser y el deber ser21. En
otras palabras: es un concepto que implica un vínculo entre dos sentidos del ser: sentido
descriptivo (el ser considerado universalmente: “el ser humano”, “los animales”) y sentido
prescriptivo (la necesidad de respetar y tratar adecuadamente dicho ser)22.
Es posible captar el vínculo entre ambos sentidos con la ayuda del concepto de
“naturaleza”. Naturaleza y dignidad son dos aspectos de las cosas, del ser: descriptivo
(naturaleza o estructura fundamental formal) y prescriptivo (dignidad). El concepto de
“dignidad” es el concepto de “ser en tanto que respetable”, “ser en tanto que deber ser
respetado”. Concepto de orden prescriptivo que contiene implícitamente el descriptivo.
No añade nada materialmente a la noción de naturaleza; sólo le añade formalmente el
sentido de “respetabilidad”, de “cuidado”. “Naturaleza” significa formalmente la estructura
2.4. Dimensión universal. Una dificultad que falta por considerar no estriba tanto en la
noción de dignidad tal como la he propuesto, sino en su consideración absolutista y
esencialista. En efecto, siempre habrá quien busque principios absolutos, eternos,
invariables, sin excepciones, pero también hay quien preste mucha atención a los detalles
específicos de casos y circunstancias particulares, cuya correcta consideración permita
evitar tanto el absolutismo principalista como el relativismo contextualista24.
Uno de los grandes filósofos que supo dar su debido lugar a las circunstancias fue Tomás
de Aquino. Él subraya que la circumspectio o “conciencia de las circunstancias” es
imprescindible para una persona prudente: las circunstancias son determinantes para un
juicio concreto prudente. Las circunstancias —dice—, aunque accidentales en referencia
a la forma del acto (determinada por la relación de dicho acto con el fin general de la vida
humana), perfeccionan la acción y son parte integral de su descripción. Aunque
extrínsecas a la estructura fundamental de un acto, lo afectan de manera importante y
pueden incluso cambiar la misma naturaleza del acto moral25. Por ejemplo, “robar”
consiste en tomar la propiedad ajena; pero robar un vaso sagrado de la Iglesia es
“sacrilegio” y cae en una especie diferente de acto moral. Las circunstancias no sólo
modifican la bondad o maldad de cierto acto: pueden incluso hacer que un acto sea una
especie particular de bien o mal26. Y para ello distingue entre lo justo y lo bueno
formalmente y su consideración material, concreta:
[…] lo justo y lo bueno pueden ser considerados de dos maneras: de un primer modo, formalmente, y
así de ese modo serán los mismos siempre y en todas partes, puesto que los principios de la ley, que
están en la razón natural, no se cambian. De otro modo, materialmente, y así no son siempre las cosas
justas y buenas en todas partes ni para todos, sino que tienen que ser determinados por la ley. Y esto
sucede a causa de la mutabilidad de la naturaleza humana y de las diversas condiciones de los hombres
y las cosas, según la diversidad de lugares y de tiempos; así, siempre es justo lo que se intercambia de
manera equivalente en las compras y las ventas, pero el precio justo de grano es tal en determinado
lugar y tiempo, y en otro lugar o tiempo no es ése, sino más o menos. 27
6
En ese mismo sentido, en otro texto de la Suma, habla de acciones que son malas
absolute, o malas in se; pero no necesaria y universalmente, de manera invariable y sin
excepción. Por el contrario:
Puede haber algo que en la primera consideración, es decir, absolutamente, sea bueno o malo, y que,
sin embargo, considerado con algo adicional, que es la segunda consideración, sea lo contrario. Ejemplo:
Considerado absolutamente que el hombre viva, es bueno; matarlo, es malo. En cambio, si algún hombre
es un homicida o un peligro social, es bueno que muera, es malo que viva. Por eso puede decirse que
un juez justo con voluntad antecedente quiere que el hombre viva; con voluntad consecuente quiere
colgar al homicida28.
Puede haber algo que, en un primer sentido, en sí (absolute), sea bueno o malo, pero
que si se consideran elementos adicionales (circunstanciales), se puede incluso cambiar
en lo contrario. Por ello digo que el término ‘absolutus’ se usa en varios sentidos: a)
universal o análogamente (toma en cuenta las circunstancias); unívoca o totalitariamente
(no considera las circunstancias); y c) equívoca o relativamente (lo absoluto proviene del
sujeto). Denomino “universales” a los primeros y “absolutos” a los segundos.
La noción de principio “universal”, distinto de “absoluto”, permite situar adecuadamente
los principios éticos, incluyendo el de la dignidad humana, en su contexto propio,
siguiendo a Aristóteles, para quien la Ética no tiene que ver con principios o normas
eternas, absolutas o inmutables, sino con lo contingente, con lo que puede ser de una
forma o de otra en relación al bien humano, para lo cual se recurre a la prudencia
mediante la experiencia29. Como dice Luther, “quien cree en valores absolutos ha de
reconocer que, en caso de que alguno resulte absoluto, será sólo el de la dignidad, y que
incluso aquél puede ser empleado sólo en un contexto concreto y en combinación con un
derecho fundamental específico. […] el valor de la dignidad es relativamente superior y
que es aplicado como una regla”30. En Ética, los principios universales no son absolutos:
implican excepciones debidas a circunstancias concretas. No se puede hablar de
dignidad sin prestar atención a los casos humanos concretos31. Es necesario y urgente
liberarnos de la pretensión del absolutismo sin perder cierta universalidad ni poner en
duda valores como la vida y la dignidad humanas32.
De hecho, ya a partir de la Modernidad, las circunstancias no son consideradas como un
mero accidente, sino como estructura ontológica humana. Recuérdese lo que decía
Ortega y Gasset en sus Meditaciones del Quijote de 1914:
La intuición de los valores superiores fecunda nuestro contacto con los mínimos, y el amor hacia lo
próximo y menudo da en nuestros pechos realidad y eficacia a lo sublime. Para quien lo pequeño no es
nada, no es grande lo grande.
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Hemos de buscar para nuestra circunstancia, tal y como ella es, precisamente en lo que tiene de
limitación, de peculiaridad, el lugar acertado en la inmensa perspectiva del mundo. No detenernos
perpetuamente en éxtasis ante los valores hieráticos, sino conquistar a nuestra vida individual el puesto
oportuno entre ellos. En suma: la reabsorción de la circunstancia es el destino concreto del hombre. […]
Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo. 33
No existe “el ser humano” abstracto: hay personas concretas inmersas en su
circunstancia. Mucho menos hay acciones humanas abstractas: “robar”, “asesinar”,
“amar”, etc. (éstas sólo existen formalmente): el juicio ético sobre los actos humanos debe
tener en cuenta, además de ciertos principios universales, las diversas condiciones de
personas, tiempo y otras circunstancias. No se deben respetar sólo los principios
generales que nos lleven a tratar casos similares de forma similar, sino también las
diferencias determinantes que justifican tratar casos distintos en forma diferente.
Socio-
Económicos
políticos
Categorías
de
Religiosos valores Epistémicos
Éticos Estéticos
El ser humano vive inmerso en toda esa compleja red de dimensiones o categorías
valorativas. Vivir auténticamente —“dignamente”, de acuerdo con lo que somos— como
seres humanos significa integrar armónicamente dichas dimensiones, con prudencia, sin
que ninguna de ellas se pierda o sin que ninguna controle a las demás o las elimine (salud,
bienestar, conocimiento, belleza, poder, relación con lo sagrado), lo cual llevaría a una
fragmentación de lo humano.
3.2.2. Estrategia cultural: la matriz formal cultural. De manera similar a otras especies,
el ser humano vive en varias dimensiones: espacial, temporal, social. Lo que lo distingue
es la cultura. La cultura es aprendida y nos permite adaptarnos a nuestro ambiente
natural; es por demás variable y se manifiesta en instituciones, normas de pensamiento
y objetos materiales. La cultura es la forma de vida de un pueblo, resultado de su historia
y de la adaptación de esa población humana al medio ambiente. Ahora bien, desde una
fenomenología de la cultura, observamos que todas las culturas tienen algunas
estructuras en común, a manera de una matriz formal cultural36 que destaca los
elementos que se manifiestan en todas ellas:
a) El medio interior es el espacio que cada cultura hace propicia y aporta como experiencia humana
concreta, justamente en el interior del ser humano. El ser humano se nutre de un espacio interior,
que se refiere a nuestras experiencias básicas, nuestra sensibilidad o receptividad, nuestra
racionalidad, nuestra forma de sabiduría, nuestra forma de comprensión, nuestro espíritu. En
otros términos, la representación que tenemos de nosotros mismos.
36 Chavarri (1993).
10
b) El medio histórico es aquél de que se nutre el ser humano por relación con sus semejantes, y se
refiere a la relación con el pasado cultural, a la forma de experiencias comunitarias, de
experiencias de libertad socio-política y económica, de autenticidad, de relaciones
interpersonales.
c) El medio natural cósmico se refiere a la relación del ser humano con la naturaleza y el cosmos.
d) En fin, el medio metahistórico, todo lo que se refiere a la cancelación de esta vida, la experiencia de
la muerte, la condición humana después de la muerte, etc.
Medio
metahistórico
Medio
natural
cósmico
Medio
histórico
Medio
interior
11
a) Modelo de la condición humana. La filósofa alemana Hannah Arendt (1906-1975)
propone que, en lugar de hablar de “naturaleza humana”, hay que hablar más bien de
ciertas determinaciones comunes que ella denomina “condición humana”37, y que
consiste en tres categorías fundamentales: vida, mundaneidad y pluralidad:
Vida. El ser humano realiza una labor que lo manifiesta como animal laborans. La labor se refiere a las
actividades humanas cuyo motivo esencial es atender a las necesidades de la vida (comer,
beber, dormir…), a la supervivencia del ser humano como individuo y como especie. Es la
actividad correspondiente al proceso biológico del cuerpo humano, cuyo espontáneo
crecimiento, metabolismo y decadencia final están ligados a las necesidades vitales producidas
y alimentadas por la labor en el proceso de la vida. Este nivel depende de las funciones vitales
del cuerpo humano.
Mundaneidad. El ser humano se avoca además a la fabricación, al trabajo, manifestándose como homo
faber (correspondiente a la póiesis griega: relación sujeto-objeto), que incluye las actividades en
que el hombre utiliza materiales naturales para producir objetos duraderos. Aquí emerge el
mundo creado por el hombre, el mundo artificial hechura suya, distinto cualitativamente del
natural (arte, técnica, tecnología).
Pluralidad. Aquí es donde se percibe más claramente la diferencia cualitativa que separa al hombre del
resto de la naturaleza, es decir, en la acción (correspondiente a la praxis griega: relación
intersubjetiva): corresponde a actividades de los seres humanos entre ellos y condición de la
actividad política y de la comunidad. Mediante la acción el ser humano se revela como humano
y se manifiesta como ser único, distinto, pero a la vez, se revela la igualdad de la condición de
ser humano. Es el verdadero espacio de humanización y de re-creación de los seres humanos
en igualdad y distinción, en el que se origina un reconocimiento de las identidades particulares
y peculiares de individuos y de grupos. Este nivel depende de los demás seres humanos.
Mundaneidad
Vida (labor) (fabricación,
trabajo)
Pluralidad (acción)
Vida
Control del
entorno político- Salud física
material
Vida
humana
digna
Sentidos,
Otras especies imaginación y
pensamiento
Afiliación Emociones
Razón práctica
Esta lista mínima (básica) ha experimentado obviamente cambios con el tiempo; más
aún, sigue abierta y seguirá experimentando nuevas modificaciones como resultado de
la crítica.
Ser-con-lo-posible
• Experiencia metafísica
• Experiencia religiosa
Ser-con-las-cosas
• Experiencia de la co-pertenencia natural
• Experiencia técnica
Ser-con-los-demás
• Experiencia de la co-pertenencia corporal
• Experiencia del lenguaje articulado
• Experiencia de la intersubjetividad
Ser-consigo-mismo
• Experiencia gnoseológica
• Experiencia axiológica
• Experiencia estética
d) Estrategia pragmática del sujeto análogo. Otra forma de plantear la noción de ser
humano, siguiendo esta perspectiva pragmática, es hacerlo, no a partir de la noción de
naturaleza, sino de sujeto. Ante la “muerte” del sujeto al estilo cartesiano, han surgido
replanteamientos de éste como sujeto moral, sujeto narrativo, sujeto discursivo, sujeto
dialogal, o, de manera distinta, se ha incluso recuperado indirectamente a través de las
estrategias del yo, del cuidado de sí, del sí mismo como otro. En fin, después de la
desconstrucción derridiana a partir de la cual ya no hay un solo modelo de sujeto —es
justamente ese modelo único el que ha caído—, la hermenéutica ha replanteado la
cuestión del sujeto, lo que ha resultado en el sujeto interpretativo.
Todo esto ha llevado a Mauricio Beuchot (1950- ) a proponer un sujeto análogo,
proporcional. Más debilitado que el anterior cartesiano, pero suficiente. Capaz de
intencionalidad, de una que vaya al exterior, tanto expresiva como interpretativa,
hermenéutica. Pero no una hermenéutica prepotente, sino mesurada, como en un
umbral. Nos queda
Fuente autónoma
un sujeto de encrucijada, de conjetura y Sujeto a
de operaciones y
condicionamientos
refutación, es decir, moderado y débil, pero lo raíz de sentimientos
suficientemente consistente como para poder
seguir adjudicándole capacidad simbólica,
responsabilidad moral y fabricación de
utopías. […] Es sujeto en el sentido de estar
sujetado o sujeto a condicionamientos, y es
también sujeto en el sentido de ser fuente de
operaciones y raíz de sentimientos. Con esa
doble situación de autonomía y de
dependencia. 40
16
índole ético-jurídico para proteger a las personas de actos de intolerancia, racismo,
discriminación y exclusión. De ahí la fundación de la Organización de las Naciones
Unidas el 24 de octubre de 1945, en la cual va a surgir una nueva revalorización del
individuo como un ente armónico, vulnerable y susceptible de protección de sus
derechos. La O.N.U. universalizará estos principios a través de la Declaración Universal
de Derechos Humanos el 10 de diciembre de 1948.
Por otra parte, según su naturaleza, origen, contenido, y debido al carácter histórico y a
la cronología de su reconocimiento, se habla de tres generaciones de derechos humanos:
Derechos de primera generación, o “libertades clásicas”. Son los derechos
civiles y políticos, vinculados con el principio de libertad. Fueron los primeros que
exigió el pueblo en la Asamblea General durante la Revolución Francesa:
Toda persona tiene derechos y libertades fundamentales sin distinción de raza, color,
idioma, posición social o económica.
Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad jurídica.
Los hombres y las mujeres poseen iguales derechos.
Nadie estará sometido a la esclavitud o a la servidumbre.
Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes, ni se
le podrá ocasionar daño físico, psíquico o moral.
Nadie puede ser molestado arbitrariamente en su vida privada, familiar, domicilio o
correspondencia, ni sufrir ataques a su honra o reputación.
Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia.
Toda persona tiene derecho a una nacionalidad.
En caso de persecución política, toda persona tiene derecho a buscar asilo y a disfrutar de
él, en cualquier país.
Los hombres y mujeres tienen derecho a casarse y a decidir el número de hijos que desean.
Todo individuo tiene derecho a la libertad de pensamiento y de religión.
Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión de ideas.
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Toda persona tiene derecho a la salud física y mental.
Durante la maternidad y la infancia toda persona tiene derecho a cuidados y asistencias
especiales.
Toda persona tiene derecho a la educación en sus diversas modalidades.
La educación primaria y secundaria es obligatoria y gratuita.
Todos tenemos la obligación de respetar los derechos humanos de las demás, esto es,
la dignidad de las demás personas expresada en dichos derechos. La defensa o
protección de los derechos humanos tiene así la función de contribuir al desarrollo integral
de las personas; delimitar una esfera de autonomía para todas las personas, en la cual
puedan actuar libremente, protegidas contra abusos de autoridades, servidores públicos
y particulares; establecer límites a los servidores públicos respecto de su actuación, para
prevenir todo tipo de abuso de poder, ya por negligencia, ya por ignorancia; crear vías y
mecanismos de participación ciudadana, que posibilite a toda persona tomar parte activa
en la gestión pública y en la adopción de las decisiones comunitarias; en síntesis, señalar
una visión de vida humana digna expresada en forma de sus derechos fundamentales.
18
4. Respeto a la dignidad como respeto a la naturaleza o condición humana
Si vinculamos ahora lo visto con referencia a la noción de dignidad, con las distintas
perspectivas para considerar la naturaleza o condición humana, vemos que el respeto a la
dignidad humana significa prácticamente, por ejemplo, el respeto a una vida integrada
armónicamente por todas las dimensiones de valores (estrategia axiológica), o el respeto a
una vida equilibrada en su relación consigo mismo, con los demás, con la naturaleza y el
cosmos y con lo Sagrado (estrategia cultural), o el respeto a una vida en la que se puedan
manifestar autónomamente todas las actividades, capacidades o experiencias humanas
auténticas (estrategia pragmática), o el respeto mínimo a que un ser humano desarrollo y
manifieste en libertad su capacidad simbólica (en todos los ámbitos), su responsabilidad
moral y la estructuración de utopías que permitan dar sentido a su vida, o el respeto a los
derechos humanos fundamentales.
Cualquier forma de praxis que busque, intencionalmente o no, conscientemente o no,
destruir o disminuir alguno de las posibles estrategias revisadas, u otras análogamente
válidas, constituye un atentado contra la dignidad humana.
5. Conclusiones
5.1. Concepto formal y material. Se puede hablar del concepto de “dignidad humana”
formal y materialmente. Formalmente, significa el deber de tratar respetuosamente al ser
humano de acuerdo con lo que es, con su naturaleza o condición, o de comportarse como
tal. Materialmente, es decir, en cuanto a su contenido específico, este concepto es muy
amplio. De hecho, es un concepto interdisciplinar e intersubjetivo, producto histórico en
íntima relación con los derechos humanos y base suya.
El concepto material de “dignidad humana” se constituye históricamente44 mediante el
diálogo intercultural e interdisciplinar. De ahí la importancia de la apertura al diálogo, de
la reflexión sobre las limitantes de la postura propia y de una actitud sincera de escucha
al otro. En la historia occidental, el origen del concepto de dignidad humana tuvo una
connotación socio-política y moral. Pero sin la posibilidad de adquirir nuevos significados
a lo largo de la Historia (su recepción, nuevos descubrimientos, etc.), no hubiera sido
posible hablar de su significado religioso u ontológico, o del diálogo con otras nociones
ajenas al Occidente. Es importante, pues, con base en su historia, hablar de una noción
análoga de “dignidad”, en la cual algo permanece (deber de respeto) y algo cambia
(perspectiva religiosa, ontológica, ética, social, antropocéntrica, cosmológica, etc.).
45 Beuchot (1997).
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postre hagan imposible toda racionalidad. Hay algo común y unitario, pero eso común va
adquiriendo diferentes matices y aplicaciones o concreciones en cada contexto de
argumentación o de discusión. Es una visión plural del sujeto humano, no absolutista ni
relativista, que permite la diversidad cultural pero entendiendo las diversas culturas como
manifestaciones diferentes de la racionalidad humana, siempre dentro de ciertos límites,
fuera de los cuales ya no se puede hablar de racionalidad. Noción análoga de hombre
que permite la diversidad dentro de ciertos límites.
Hay una universalidad del ser humano. No debemos renunciar a la universalidad del
género humano: prácticas como la de la tortura y el linchamiento jamás serán justificables
sea cual fuere el contexto cultural en las que tengan lugar. Sin renunciar a esa cierta
universalidad, hay que abogar siempre por el respeto y el derecho a la diversidad en los
seres humanos concretos, que no destruya lo universal y a la vez permita la auto-
realización concreta de las personas.
5.3. Razón práctica, contexto y prudencia. Hay que utilizar correctamente el concepto
de dignidad humana en función de su contexto adecuado (espacio público o privado, laico
o de culto religioso específico, etc.), evitando el extremo univocista (principios o valores
absolutos), pero también el relativista (mera ponderación del contexto o de los intereses
en conflicto). El respeto a la dignidad humana debe contextualizarse adecuadamente,
vincularse con otros derechos46, pero sin hacer a un lado la noción integral de la dignidad,
buscando así un punto intermedio, análogo, entre univocismo y equivocismo.
Una consideración adecuada del contexto —la circunstancia— nos salva del error que
consiste en considerar la dignidad humana como un principio absoluto. Podríamos
parafrasear a Frege en su texto clásico, Sobre el sentido y la referencia (1892)47, diciendo
que el contexto es la “referencia” que otorga concreción y “sentido” al concepto polisémico
de dignidad humana. Sin la referencia adecuada al contexto concreto nos quedamos en
el mundo de lo absoluto; pero la referencia no es unívoca, sino doble: también es
referencia a los principios, en el ámbito de la racionalidad valorativa, del juicio o
discernimiento. Ámbito, no de la razón especulativa, sino de la razón práctica48, en donde
hay que proceder con prudencia a partir de la experiencia, tratando de mirar hacia lo que
es mejor para el ser humano en la práctica, tomando en cuenta lo particular y concreto
(la circunstancia) partiendo de ciertos fundamentos o principios, y en donde lo principal
de la prudencia es la deliberación, el procedimiento de sopesar razonablemente los “pros”
y los “contras” de la acción, así como los medios con que se cuenta para lograr el fin o
los fines propuestos49, siempre a través de la prudencia50 y con base en la experiencia.
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