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AMAR Y QUERER

A la infiel más infiel de las hermosas


un hombre la quería y yo la amaba;
y ella a un tiempo a los dos nos encantaba
con la miel de sus frases engañosas.

Mientras él, con sus flores venenosas,


queriéndola, su aliento emponzoñaba,
yo de ella ante los pies, que idolatraba,
acabadas de abrir echaba rosas.

De su favor ya en vano el aire arrecía;


mintió a los dos, y sufrirá el castigo
que uno le da por vil, y otro por necia.

No hallará paz con él, ni bien conmigo


él que sólo la quiso, la desprecia;
yo, que tanto la amaba, la maldigo.

RAMÓN DE CAMPOAMOR
EL BUSTO DE NIEVE

De amor tentado un penitente un día


con nieve un busto de mujer formaba,
y el cuerpo al busto con furor juntaba,
templando el fuego que en su pecho ardía.

Cuanto más con el busto el cuerpo unía,


más la nieve con fuego se mezclaba,
y de aquel santo el corazón se helaba,
y el busto de mujer se deshacía.

En tus luchas ¡oh amor de quien reniego!


siempre se une el invierno y el estío,
y si uno ama sin fe, quiere otro ciego.

Así te pasa a ti, corazón mío,


que uniendo ella su nieve con tu fuego,
por matar de calor, mueres de frío.

RAMÓN DE CAMPOAMOR
LAS BODAS DEL MAR

Ya acudes a tu cita misteriosa


con el inquieto mar, luna constante,
y asoma por las playas de Levante,
hostia de luz, tu cara milagrosa.

En la onda azul, cual nacarada rosa,


se abre tu seno con pasión de amante,
y dibuja un reguero rutilante
tu pie sobre la espuma en que se posa.

El agua, como un tálamo amoroso,


te ofrece sus cristales movedizos
donde tiendes tu cuerpo luminoso.

Y al ostentar desnuda tus hechizos,


el mar, con un abrazo tembloroso,
te envuelve en haz de onduladores rizos...

SALVADOR RUEDA
LA SANDÍA

Cual si de pronto se entreabriera el día


despidiendo una intensa llamarada,
por el acero fúlgido rasgada
mostró su carne roja la sandía.

Carmín incandescente parecía


la larga y deslumbrante cuchillada,
como boca encendida y desatada
en frescos borbotones de alegría.

Tajada tras tajada señalando


las fue el hábil cuchillo separando
vivas a la ilusión como ningunas.

Las separó la mano de repente,


y de improviso decoró la fuente
un círculo de rojas medias lunas.

SALVADOR RUEDA
CLAVELES ROJOS

Rojo clavel abierto y perfumado


ostentaba su pompa y lozanía 
sobre el nítido encaje que cubría
las gracias de tu seno cincelado.

Aquella flor de pétalo encarnado


-viva llama que aromas esparcía-
deshojéla, gozoso, en la onda fría
del champaña de espuma coronado.

Ciego de amor, la copa reluciente


del áureo vino, que al placer provoca,  
apuré con afán y ansia vehemente.

Mas calmado no vi mi fiebre loca,


hasta que deshojó mi labio ardiente
el clavel encendido de tu boca.

MANUEL REINA
SONETO

¿Empañé tu memoria? ¡Cuántas veces! 


La vida baja como un ancho río, 
y cuando lleva al mar alto navío
va con cieno verdoso y turbias heces.

Y más si hubo tormenta en sus orillas, 


y él arrastra el botín de la tormenta, 
si en su cielo la nube cenicienta
se incendió de centellas amarillas. 

Pero aunque fluya hacia la mar ignota, 


es la vida también agua de fuente
que de claro venero, gota a gota, 

o ruidoso penacho de torrente, 


bajo el azul, sobre la piedra brota. 
Y allí suena tu nombre ¡eternamente! 

ANTONIO MACHADO
SONETO

Tuvo mi corazón, encrucijada


de cien caminos, todos pasajeros, 
un gentío sin cita ni posada, 
como en andén ruidoso de viajeros. 

Hizo a los cuatro vientos su jornada, 


disperso el corazón por cien senderos
de llana tierra o piedra aborrascada, 
y, a la suerte, en el mar, de cien veleros, 

Hoy, enjambre que torna a su colmena


cuando el bando de cuervos enronquece
en busca de su peña denegrida, 

vuelve mi corazón a su faena, 


con néctares del campo que florece
y el luto de la tarde desabrida. 

ANTONIO MACHADO

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