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EL PROTOCOLO DE AUTOPSIA COMO INSTRUMENTO PÚBLICO DE LA

ACCIÓN PENAL

Autor: Christian Vivas García


Tutor: Abog. Romer Pacheco

Caracas, Octubre, 2015


ÍNDICE DE CONTENIDO
pp.
LISTA DE CUADROS ix
RESUMEN x
ABSTRACT xi

INTRODUCCIÓN
1

CAPÍTULO I 4
CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE EL OBJETO DE ESTUDIO
1.1. Planteamiento del Problema y Formulación del Problema 4
1.2. Objetivos (General y específicos) 15
1.3. Justificación de la Investigación 15
1.4. Antecedentes de la Investigación 17
1.5. Metodología 19
1.5.1. Diseño, Tipo y Nivel de Investigación. 19
1.5.2. Operacionalización de las preguntas, categorización. 20
21
CAPÍTULO II
EL INSTRUMENTO PÚBLICO ADMINISTRATIVO.
2.1 Instrumento Público Administrativo. Noción 21
2.2 Acto Administrativo. Definición. Elementos 25
2.3 El Protocolo de Autopsia. Definición. Elementos. 29
2.4 El Protocolo de Autopsia un Instrumento Público Administrativo 31

CAPÍTULO II I
PRINCIPIOS PROCESALES DEL DERECHO COMÚN PRESENTES EN EL 33
DERECHO PROCESO PENAL
33
3.1 Precisión Inicial
3.2 Teoría General del Proceso. Noción 34
3.3 Principios Procesales Generales 38
3.4 Principios Procesales del Derecho Penal. 41
3.5 Teoría General de la Prueba. Noción. 43
3.6 La Prueba Documental en el Proceso Penal. 46

CAPÍTULO IV
GARANTÍAS CONSTITUCIONALES VINCULADAS EN LA VALORACIÓN 50
DEL PROTOCOLO DE AUTOPSIA COMO INSTRUMENTO PÚBLICO
ADMINISTRATIVO.

ii
50
4.1 Garantías Constitucionales inherentes al Proceso Penal.

4.2 La justicia y el proceso como fin esencial. 56

CAPÍTULO V
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES 58
5.1 Conclusiones 58
5.2 Recomendaciones 60

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 62

iii
LISTA DE CUADROS Pp.

1. Operacionalización de las Preguntas 20

iv
ESPECIALIZACIÓN EN EJERCICIO DE LA FUNCIÓN FISCAL

Autor: Abog. Christian Thomson Vivas García


Tutor: Abog. Romer Pacheco

Fecha: Octubre 2015

EL PROTOCOLO DE AUTOPSIA, COMO INSTRUMENTO PÚBLICO DE LA


ACCIÓN PENAL

RESUMEN

El propósito de la presente investigación, fue dirigido a valorar al protocolo de


autopsia como instrumento público, de tipo documento administrativo, dentro del
proceso penal, como medio probatorio que sirve por sí mismo, por cuanto posee
características que lo dotan de plena certeza, veracidad y legitimidad en cualquier
proceso, evitando así la concurrencia del emisor de dicha documental a la audiencia
de juicio oral y público. Para ello, se hizo necesario analizar que se entiende como
Instrumento Público Administrativo, revisar la Teoría General del Proceso así como
la Teoría General de la Prueba desde el punto de vista constitucional,
considerándolas como parte de las garantías del debido proceso y la tutela judicial
efectiva, sobre la base del principio de legalidad, así como el estudio de los
principios comunes que rigen cualquier procedimiento. A tales fines, se analizaron
las posiciones doctrinarias que defienden la unidad del proceso versus aquellas que
estiman que el proceso penal es único, que tiene su origen en el poder punitivo del
Estado y escapa al Derecho Procesal. El presente trabajo, empleó como técnica
metodológica de diseño de investigación bibliográfico, de tipo documental jurídica,
con un nivel explicativo, todo ello con el objeto de generar conclusiones que incidan
en el mejor ejercicio de la función fiscal y la correcta administración de justicia, al
determinar la posibilidad jurídica de aplicar los principios procesales del derecho
común al procedimiento penal, siempre sobre la correcta interpretación del Derecho
procesal y el Derecho Probatorio.
Descriptores: Instrumento Público, Pruebas, Documento Administrativo, Proceso
Penal, Teoría General del Proceso, Teoría General de la Prueba

v
ESPECIALIZACIÓN EN EJERCICIO DE LA FUNCIÓN FISCAL

Autor: Abog. Christian Thomson Vivas García


Tutor: Abog. Romer Pacheco

Fecha: Octubre 2015

THE PROTOCOL OF THE AUTOPSY AS A PUBLIC INSTRUMENT OF


CRIMINAL ACTION

ABSTRACT

The purpose of this research, was aimed at rating the Protocol to autopsy as a public
instrument, of administrative document type, within criminal proceedings, as
probative means serving by itself, because it has features that provide full certainty,
veracity and legitimacy in any process, thus avoiding the concurrence of the issuer of
such document to the hearing of oral and public trial. To do this, it was necessary to
analyze that he is understood as public administrative tool, review the General
theory of the process as well as the General theory of the test from the constitutional
point of view, considering them as part of the guarantees of due process and
effective judicial protection, on the basis of the principle of legality, as well as the
study of the common principles governing any procedure. For these purposes,
discussed the doctrinal positions that defend the processing unit versus those who
believe that the criminal process is unique, having its origin in the punitive power of
the State and escapes to the litigation. This work, employed as a methodology
technique of bibliographic research design, legal document type, with an explanatory
level, all with the aim of generating conclusions affecting the best exercise of fiscal
function and proper administration of Justice, to determine the legal possibility of the
procedural principles of the common law to criminal procedure, always on the correct
interpretation of the procedural and evidentiary law.

Key-words: Public instrument, administrative document, Process Criminal, General


Theory of the Process, General Theory of Proof.

vi
INTRODUCCIÓN

En el campo del Derecho Procesal y del Derecho Probatorio, las formas


en que se producen y se obtienen los medios probatorios, se encuentran
debidamente regladas en cada ley que las consagra, cumpliendo con los
requisitos de existencia, validez y eficacia probatoria, existiendo así medios
probatorios de uso tradicional en cada proceso, bien sea civil, administrativo,
laboral, contencioso administrativo e inclusive el penal.
Dicho cúmulo de medios probatorios presentan similitudes en cada uno
de los procesos judiciales, en cuanto a la forma en que se valoran o aprecian
por el Juez o Jueza, por ejemplo: la prueba testimonial, los documentos y los
instrumentos públicos; sin embargo existe otra categoría de medios
probatorios, específicamente los Instrumentos Públicos Administrativos, a los
cuales la jurisprudencia venezolana a través del tiempo, le ha venido
atribuyendo un importante valor probatorio, destacando que los mismo gozan
de la presunción de legitimidad, autenticidad y veracidad, desvirtuable salvo
prueba en contrario, al ser emanados de un funcionario público o funcionaria
pública, debidamente facultada por la Ley para emitirlos.
Para el desarrollo del Trabajo Especial de Grado, se empleó el método
documental jurídico, con un nivel comparativo y propositivo, empleando el
diseño bibliográfico, que según lo referenciado por Martins (2011) parte por
analizar cualquier acción humana plasmada en un documento, siempre y
cuando registren información necesaria para el desarrollo del contexto de la
investigación, que en el presente caso es en el área del Derecho,
empleándose el nivel comparativo y propositivo, por cuanto se busca indagar
semejanzas, diferencias en una institución jurídica y los demás procesos
judiciales, con el objeto de brindar un aporte factible desde el punto de vista
del Derecho Procesal y del Derecho Probatorio.
En ese sentido, en el segundo capítulo, dando respuesta a la primera
interrogante, se indagó y analizó la noción del Instrumento Público

1
Administrativo, a los fines de determinar elementos comunes al Protocolo de
Autopsia, haciendo especial referencia a la definición del acto administrativo
y sus elementos, con el objeto de corroborar la afirmación acerca de sí el
Protocolo de Autopsia es un Instrumento Público Administrativo, tomando en
consideración los elementos que lo conforman en conexión con los del acto
administrativo.
Estimándose que el Protocolo de Autopsia, es un Instrumento Público
Administrativo, emanado de un funcionario público o funcionaria pública,
denominado Médico o Médica Forense o Patólogo o Patóloga Forense, en el
cual se deja constancia de lo evidenciado en la Autopsia Médico Legal, que
como señala el sitio en Internet de la Unidad Criminalística contra la
Vulneración de Derechos Fundamentales del Ministerio Público, es un acto
exclusivo del médico o médica, ajustado a los principios éticos y
deontológicos contemplados en la Ley, vale decir, una declaración de
voluntad y manifestación de certeza jurídica, referidas a la ciencia y
conocimiento.
En específico, a la Ley del Ejercicio de la Medicina (LEM, 2011), Código
de Deontología Médica (CDM, 1985) y el Código de Instrucción Médico
Forense (CIMF, 1878), normas que instrumentan y dotan de competencia a
la labor técnica y científica de la actividad de estos profesionales de la
medicina, que coadyuvan en la Investigación Penal, califican los documentos
emanados de estos sujetos procesales, como Instrumento Público
Administrativo.
Es preciso resaltar, que el Protocolo de Autopsia es de tan vital
importancia en el Derecho, que de él se derivan consecuencias en el campo
civil, tributario, laboral, mercantil (seguros), familia y por ende en el
sucesoral, ya que de allí se deriva el certificado de defunción, el cual deja
constancia del fallecimiento de un sujeto de derechos en el registro civil a
través del acta de defunción.

2
En el Tercer capítulo, a los fines de dar cabida en el proceso penal al
Instrumento Público Administrativo, el cual no fue apreciado por el legislador
delegado al momento de ser promulgado el nuevo Código Orgánico Procesal
Penal (COPP, 2012) y los demás textos adjetivos derogados, otorgándole el
valor instrumental que se le otorga expresamente en otros procesos a dicho
medio de prueba, tal es el caso de, el civil, el contencioso administrativo, el
tributario y por supuesto, el constitucional, con lo cual, coadyuvaría en el
desarrollo del debate probatorio, específicamente en su celeridad, sin
menoscabar la esencia del sistema de valoración de pruebas en el proceso
penal.
Se incardina el presente trabajo, en analizar sobre la base de la Teoría
General del Proceso, así como de la Teoría General de la Prueba, los
principios generales comunes en el Derecho Procesal Penal, todo ello en
razón a verificar la pertinencia de valorar el protocolo de autopsia como
Instrumento Público Administrativo en el ejercicio de la acción fiscal, tomando
en consideración el sistema de valoración de pruebas que prevé el artículo
22 del COPP, 2012, así como las mencionadas teorías a los fines de concluir
que es posible en el marco del sistema de la sana crítica, valorar en su justa
medida procesal, al Protocolo de Autopsia, siempre y cuando no haya sido
impugnada la presunción desvirtuable de veracidad y legitimidad de su
contenido, conforme lo prevén las reglas del Código Civil (CC, 1982).
Repasando el cuarto capítulo del análisis de la pertinencia del
Instrumento Público Administrativo, para el ejercicio de la acción fiscal y la
celeridad procesal, se llevó a cabo un estudio sobre las Garantías
Constitucionales que se encuentran presentes en el proceso penal,
concluyéndose que es pausible sostener que no se afecta el sistema de
valoración de las pruebas y menos aún se lesiona un derecho constitucional,
al contrario la celeridad procesal se ve beneficiada.
En lo referido a las conclusiones y recomendaciones, en el presente
trabajó se estimo que el Protocolo de Autopsia, es un Instrumento Público

3
Administrativo, que goza de las características de ser un acto administrativo
de tipo declarativo, que da certeza a la ciencia de los investigado. Con lo
cual, podría ser apreciado por el Juzgador o Juzgadora en fase de juicio, si
que ello implique menoscabar el sistema de valoración de pruebas en el
Proceso Penal. Se constituye así en una herramienta en provecho para el
ejercicio de la acción fiscal, así como en la celeridad del proceso penal.
Como recomendación necesaria, cree quien presenta el Trabajo
Especial de Grado, que en cuanto a la forma en que se emite el documento
Protocolo de Autopsia, su contenido debe hacer referencia a los elementos
que establece la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos (LOPA,
1981), a los fines no dejar duda al operador de justicia que dicho instrumento
es un acto administrativo de tipo declarativo y como consecuencia de ello, es
un Instrumento Público Administrativo.

4
CAPITULO I

CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE EL OBJETO DE ESTUDIO

1.1. Planteamiento del Problema y Formulación del Problema

En la vida cotidiana las personas siempre han necesitado verificar


hechos o circunstancias a través de sus sentidos, generalmente desde la
observación de los objetos, documentos o el testimonio de otras personas, con
lo cual nace la prueba, para Echandía (1974) “La noción de prueba está
presente, en todas las manifestaciones de la vida humana”(p.9), precisamente,
porque es a través de ella por la cual se confirma un hecho, de allí que
trasciende al campo del derecho, tomando un determinado valor según sea su
tipo, o dejando a la convicción del juzgador judicial o administrativo su valor, su
fuerza probatoria para dirimir un conflicto.
De tal manera, que la presente investigación perseguirá evidenciar desde
la doctrina y la jurisprudencia venezolana, que los principios generales del
Derecho Procesal (Teoría General del Proceso) y del Derecho Probatorio
(Teoría General de la Prueba), permitirán valorar al instrumento probatorio
denominado protocolo de autopsia, como un verdadero documento público del
tipo documento administrativo, dentro del proceso penal, tal como se hace en
otras materias, sin que medie una suerte de ratificación en el juicio oral y
público.
Sin embargo, antes de debatir acerca de ello, se hace necesario esbozar
desde el punto de vista procesal la base epistemológica del estudio,
recordando lo citado por Echandia (1974), acerca de lo expresado por

5
Jeremías Betham hace más de un siglo, que "el arte del proceso no es
esencialmente otra cosa que el arte de administrar las pruebas” (p.13).
Congruente con lo anterior, en el derecho venezolano, así como en otros
derechos de corte europeo continental, dentro del cúmulo de instrumentos
probatorios que la ley permite o autoriza a las partes para ser usado dentro del
proceso se encuentran los documentos, pruebas tangibles a la vista y que
representan al ciudadano o ciudadana común, lo manifestado dentro de ellos,
en ese sentido, la presente investigación abordará dentro de su estudio el
documento denominado Instrumento Público.
Este medio de prueba, que al ser utilizada en el contexto de una
conversación ordinaria entre individuos, hará recrear en el imaginario de los
interlocutores o interlocutoras sean o no abogados o abogadas, la convicción
de ser un documento emitido por un funcionario o funcionaria público, que
debe constar en algún archivo público y que por supuesto, merece plena
confianza al momento de invocarlo.
Dentro de este tipo de documentos, que la jurisprudencia y la doctrina
venezolano han clasificado, se encuentra el Instrumento Público
Administrativo, como tercer categoría entre los públicos y los privados, que
como se explica más adelante con mayor detalle, es un tipo de documento que
a través de su proceso de formación y definitiva conclusión, emite una
constancia de certeza y veracidad, el cual emana de un funcionario público
que la Ley facultad para emitirlo, en razón de la especialidad de su
conocimiento o del tipo de acto que debe dejar constancia.
En el presente caso, se hará referencia al Protocolo de Autopsia,
aclarando que siempre se hará referencia al resultado de la autopsia legal, en
los términos expuestos en el artículo 202 del Código Orgánico Procesal Penal
del año 2012 (COPP, 2012), con relación al articulo 12 de Código de
Instrucción Médico Forense (CIMF, 1878) y no al resultado de la autopsia
clínica la cual compete a otros estudios científicos, el cual en el Derecho
Común goza de las características propias de documento administrativo con

6
fuerza de instrumento público, ya que de él, emergen una serie de
consecuencias jurídicas en el campo civil, que el Derecho Penal no puede
dejar de observar.
Por ello, resulta necesario indagar, ¿qué es el protocolo de autopsia?,
parafraseando lo expuesto en la Revista del Ministerio Público, a través de la
Unidad de Criminalística Contra la Vulneración de Derechos Fundamentales
(Segunda Edición. Diciembre, 2014), lo describe como un “documento Médico-
Legal, en el cual se reflejan los elementos de interés criminalístico” (p.40),
tales como la causa de la muerte, el intervalo post-morten o data de muerte,
“obtenidos mediante procedimientos técnico-científicos” (p.40), a fin de
contribuir con la determinación de la manera en que se produjo la muerte, así
como la identidad del fallecido. Una vez emitido el mismo, permitirá al Médico
Forense, emitir el respectivo Certificado de Defunción, siempre con el fin de
orientar la Investigación Penal.
Continuando con el planteamiento del problema, resulta pertinente
revisar lo que es el derecho procesal, considerando a éste como la base o
tronco fundamental, del cual las demás ramas del derecho diversifican su
actuación desde el punto de vista adjetivo, desarrollando regladamente cada
acto que se desenvuelve en cada proceso según la materia que regule; así
tenemos, el Derecho Procesal Civil, el Laboral, el Administrativo, el Agrario y el
Penal, entre otros, los cuales disponen de condiciones generales sobre la
forma, tiempo, lugar y contenido de los actos procesales, así como los reglas
particulares en que se debe realizar cada uno, para ello, tal como lo afirmó y
desarrolló Carnelutti (1997).
Para la consecución de cada uno de esos actos, cada proceso utiliza los
principios generales que rigen el Derecho Procesal, los cuales encuentran su
sustento en la Teoría General del Proceso. Con lo cual, como bien lo asevera
Ovalle (1991), la influencia del Derecho Sustantivo no varía la naturaleza de
los principios fundamentales del Derecho Procesal.

7
Este conjunto de actos procesales que componen el proceso, han sido
definidos por Alsina (1956), como “los modos de realización de los actos del
proceso, constituyen las formas procesales” (pp. 34-35), estas formas
procesales según la doctrina referida, se componen de dos elementos, el
Subjetivo y el Objetivo, el primero de ellos persigue expresar la voluntad de
actuar, como por ejemplo cuando se demanda, se presentan pruebas o se
apela de una decisión; el segundo, referido a la expresión de dicho acto, vale
decir, la Demanda, la Prueba y la Apelación.
Ese elemento objetivo de la forma procesal, constituirá el objeto de la
investigación, especialmente la prueba y el modo de ser concebida la misma
en el Proceso Penal, con especial referencia a la Prueba Documental
denominada Instrumento Administrativo Público y la eficacia del mismo, dentro
del proceso penal, el cual mantiene su fuerza probatoria con la misma eficacia
que en el resto de los procesos, al tener como común denominador, una tarifa
legal que lo hace valido salvo prueba en contrario, en cualquier procedimiento
bien sea judicial o administrativo. En el marco de lo expuesto, resulta
conveniente citar a Hugo Alsina (1956), el cual expresó lo siguiente:

Concebido el derecho procesal como el conjunto de normas


que condicionan la actividad jurisdiccional del Estado, admite
una división fundada en la distinta naturaleza del precepto cuya
actuación se pretende, sin que ello importe ni diversidad de
principios ni oposición de conceptos. Por el contrario,
responden a una unidad derivada de los hechos y mantenida
por el designio común de conservar al orden jurídico. (p. 55).

Insiste el prenombrado autor, que en razón de la estructura del derecho


procesal, no existe una separación o dicotomía que haga insalvable la
aplicación de los principios generales en ambos procesos, afirmando Alsina
(1956), lo siguiente:

Ello demuestra que la diferencia no hace a la esencia sino a la


estructura de ambos procesos, impuesta por la distinta

8
naturaleza de la materia a decidir y que es posible una teoría
que comprenda los principios fundamentales que los informan.
(p. 412)

Ahora bien, continuando con la línea argumentativa, en el Proceso


Penal Venezolano, el rigor de los principios de oralidad, inmediación y
contradicción, previstos en los artículos 14, 16 y 17 del Código Orgánico
Procesal Penal (COPP, 2012), ocasionan una serie de incongruencias desde
el punto de vista práctico y jurídico que parecieran confrontar la fuerza
probatoria del Protocolo de Autopsia, con otras ramas del derecho, del cual
depende dicho instrumento, verbigracia, el Certificado de Defunción del
cadáver evaluado, debidamente suscrito por el médico forense que emitió el
Protocolo de Autopsia, el cual incide en el campo civil del de Cujus,
activándose instituciones del Derecho Sucesoral e inclusive el de familia.
En la perspectiva que se abordará, es necesario señalar, que en
materias como la Civil, Laboral y Contenciosa Administrativa, los
Instrumentos Públicos, similares al del objeto en estudio (Protocolo de
Autopsia), así como por ejemplo, su derivación, el Certificado de Defunción,
son considerados como documentos públicos administrativos, cuyo valor
probatorio en los procesos judiciales de dichas materias, es de plena certeza,
siempre y cuando no se ha impugnado por los medios que dispone la misma
legislación.
En tal sentido, el Documento Público Administrativo, desde la
perspectiva del Derecho Administrativo, es considerado en un sentido amplio
como acto administrativo, de allí que Gordillo (2013), lo define como “una
declaración unilateral realizada en ejercicio de la función administrativa apta
para producir efectos jurídicos individuales en forma inmediata” (p. IV-32). En
este sentido, la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos (LOPA,
1981), lo define en su artículo 7 de la siguiente manera:

Artículo 7. Se entiende por acto administrativo, a los fines de


esta ley, toda declaración de carácter general o particular

9
emitida de acuerdo con las formalidades y requisitos
establecidos en la ley, por los órganos de la administración
pública.

De tal manera, que para afirmar que es un acto administrativo, el mismo


deber reunir unas condiciones especiales, a lo cual expresa García de
Enterría y Fernández (2006), deberá reunir ciertos elementos, en primer
término ser dictado por la Administración en sentido formal, y ésta debe tener
la potestad de dictarlo, con lo cual tendrá competencia para emitirlo, adicional
a lo anterior, el sujeto o persona física que lo emite, debe actuar sobre la
base de dicha competencia y por su puesto, debe estar ajustado a un
presupuesto de hecho destacado en una norma, para perseguir un fin o
interés público, y debe estar fundado en una causa, y ser debidamente
motivado. (pp. 592-594).
Sin embargo, antes de avanzar en la apreciación de la jurisprudencia en
torno al Instrumento Público Administrativo, es necesario aclarar, que no todo
acto administrativo goza de de los privilegios del principio de ejecutividad y
ejecutoriedad, conforme lo prevé el artículo 8 de la LOPA, 1981,
especialmente el analizado en la presente investigación, (todo ello, a los fines
evitar disquisiciones doctrinarias que ameritarían mayor profundidad en el
tema y en el nivel del trabajo especial de grado), de allí que deberá ubicarse
cada acto según el objeto que persiga y conforme a los parámetros que
estime la ley para producirlo, con lo cual como bien afirma Quadra-Salcedo
(2013), se debe encontrar el “ADN genético del Derecho Administrativo”
(p.5), para determinar que tipo de acto posee la eficacia probatoria que
deviene del acto administrativo.
En ese orden de ideas, la Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo
de Justicia (SCCTSJ), ha venido sentando criterio en torno al documento
pública y su utilidad como medio probatorio, así en sentencia N° 67 de fecha
24 de marzo de 2000, caso: Consorcio Lake Plaza C..A., ese alto tribunal
expresó que “todo documento público es auténtico, por que lo forma, o

10
interviene en su formación un funcionario público facultado por la Ley para
autorizarlo y dar certeza de los hechos jurídicos que él ha realizado, visto u
oído”, dando así una definición amplia de lo que debe entenderse por
Documento Público.
Posteriormente, la Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de
Justicia (SCCTSJ), con el fin de diferenciar el valor probatorio de los
documentos públicos que cumplen las solemnidades registrales y notariales,
conforme a la Ley del Registro Público y del Notariado (LRPYN, 2001), y los
Documentos Públicos Administrativos emitidos por otros funcionarios
públicos y funcionarias públicas, distintos a los Registradores, Registradoras,
Notarios y Notarias, estableció mediante sentencia N° RC.00209 de fecha 16
de mayo 2003, caso: Henry José Parra Velásquez contra Rubén Gilberto
Ruiz Bermúdez, que los Documentos Públicos Administrativos, son aquellos
realizados por un funcionario o funcionaria competente, que en ejercicio de
sus funciones autorizadas por la ley, emiten: a) manifestaciones de voluntad
del órgano administrativo que la suscribe (concesiones, autorizaciones,
habilitaciones, suspensiones, sanciones, etc.), b) manifestaciones de certeza
jurídica, referidas a la ciencia y conocimiento, que conforman los actos
declarativos (certificaciones, verificaciones, registros etc.) los cuales al ser
suscritos por funcionarias o funcionarios públicos, se encuentran dotados de
una presunción de desvirtuable de veracidad y legitimidad de su contenido.
De tal manera que, en dicho contexto, el tratamiento jurídico que se les
da a los Documentos Públicos Administrativos, al momento de ser utilizados
como medios de prueba en un proceso judicial –escrito u oral-, son
considerados como bien afirma Echandía (1974), como “medio de prueba
indirecto, real objetivo, histórico y representativo” (p.475), a los cuales se les
da el tratamiento probatorio al ser valorados por el Juez o Jueza, de gozar de
una presunción desvirtuable de veracidad y legitimidad de su contenido, sin
necesidad de recurrir al examen oral del funcionario o funcionaria que
suscribe dicho documento.

11
En ese mismo sentido, ha sostenido Romberg (1987), e incorpora que
“de no ser destruida la presunción de veracidad y legitimidad, es procedente
atribuir al instrumento administrativo los efectos plenos de los documentos
públicos” (p.153). Para la jurisprudencia nacional, la forma de impugnar esa
veracidad y legitimidad, sería entonces la tacha del documento conforme lo
refiere el artículo 1380 del Código Civil (CC, 1982), por las causas allí
expresadas, de no existir la misma, se tendrá como instrumento público.
Sobre las ideas expuestas, sí se afirmara que el Protocolo de Autopsia
es un instrumento público, del tipo Instrumento Público Administrativo, esto
coadyuvaría a fortalecer los principios generales del proceso y de la prueba,
así como reducir las constantes dilaciones del Juicio Penal, que
eventualmente se interrumpe por la no comparecencia del emisor del acto, o
se pierde la inmediación de la prueba, al ser convocado otro funcionario
distinto al que emitió el acto, a explicar las conclusiones a las que arribó el
suscriptor, desnaturalizando el rigor normativo arriba señalado, sin que medie
la solución jurídica y no práctica para hacer valer este medio probatorio
fundamental.
En relación a lo anterior, se hace necesario recordar que en el Proceso
Penal, el instrumento probatorio Protocolo de Autopsia, es una prueba
documental de tipo dictamen pericial, que no sólo debe presentarse para su
lectura, conforme lo prevén los artículo 225 y 341 del Código Orgánico
Procesal Penal (COPP, 2012), sino que además exige que el funcionario
emisor de dicho documento se presente en calidad de experto al tribunal y
rinda testimonio de lo expresado en dicha documental, en los términos
expuesto en los artículos 202, 225 in fine, 337 y 339 del COPP, 2012, sin
embargo, no en todos los casos puede asistir éste funcionario o funcionaria a
las audiencias de juicios de los Circuitos Judiciales Penales del Venezuela,
dejando a un lado su trabajo que es un vértice de la Investigación Penal en el
caso de delitos contra las personas.

12
En apoyo a lo antes expuesto, la Sala de Casación Penal del Tribunal
Supremo de Justicia (SCPTSJ), en sentencia N° 457 de fecha 23 de
noviembre de 2004, sostuvo que la presencia del o de la perito o el experto o
experta resulta necesaria, a los fines de rendir declaración testimonial con el
objeto de explicar el tipo de arte o ciencia aplicada al instrumento documental
ofrecido por el Fiscal del Ministerio Público (FMP), era necesaria, puesto que
tanto el juez como las partes, tienen la potestad y el derecho
respectivamente, de requerir al experto la explicación de su arte o ciencia
aplicada al acto por él realizado
Sin embargo, posterior a dicha sentencia, la Sal de Casación Penal del
Tribunal Supremo de Justicia (SCPTSJ), adoptó una solución práctica, en
sentencias números: 352 del 10 de junio del 2005, 490 del 6 de agosto de
2007 y número 153, del 25 de marzo de 2008, sin pronunciarse en el punto
de derecho, que serviría a objeto de evitar interpretaciones aisladas o
contradictorias en sede judicial, al respecto afirmó que la incomparecencia
del experto o experta al juicio oral y público, “no restringe la validez y eficacia
de la experticia, por cuanto ésta es autónoma y debe bastarse por sí misma”,
argumento éste que abona en cuanto al objeto de estudio, pero sin embargo,
no explana una solución sobre la base de los principios que inspiran la Teoría
General de la Prueba.
Todas estas consideraciones de índole doctrinal así como
jurisprudencial, encaminan la presente investigación, en razón de sopesar
Garantías Constitucionales dentro del marco del proceso penal y las
consecuencias jurídicas en torno a los demás Procesos Judiciales del
Derecho Común, los cuales poseen fuentes y principios comunes en cuanto
a la valoración de pruebas, tales como la Celeridad Procesal, el Debido
Proceso, el Derecho a la Defensa y la Tutela Judicial Efectiva, las cuales no
pueden tener tratamientos desiguales en cuanto a su contenido y alcance,
bajo la perspectiva de la Teoría General de la Prueba y su regulación en el
Derecho Positivo Venezolano.

13
Al hacerse un análisis de los efectos jurídicos que produce el Protocolo
de Autopsia, antes de ser llevados al campo Procesal Penal de acuerdo a lo
ordenado en el artículo 202 del Código Orgánico Procesal Penal (COPP,
2012), se puede observar que de él se derivan consecuencias obviamente
jurídicas, la primera identifica la causa de la muerte del cuerpo sobre el cual
se hace dicho examen médico forense, acerca de si la misma fue producto
de una conducta típica (verbigracia, homicidio), o por el contrario, por causas
naturales (verbigracia, infarto); la primera es el medio de convicción penal por
excelencia. La segunda, permitirá elaborar el documento que constará en el
Registro Civil (Acta de Defunción).
De allí la necesidad de un tratamiento diferenciado del resto de
documentos emanados de expertos dentro del proceso penal, ya que éste
certifica una condición invariable del cuerpo bajo estudio médico y salvo que
medie como se indicó una impugnación a través de la tacha de falsedad, lo
observado por el médico o médica no cambiará en cuanto sus consecuencias
jurídicas.
En la perspectiva del presente proyecto, se persigue que en una
eventual interpretación jurisprudencial, por parte de la Sala Constitucional del
Tribunal Supremo de Justicia (SCONST-TSJ), se aprecie la presente
investigación documental, la cual estará sustentada sobre la base de
elementos doctrinarios y jurisprudenciales que le brindan la pertinencia
jurídica y con base constitucional de las conclusiones que se derivarán,
siempre en provecho de la buena marcha del proceso judicial.
Del anterior análisis, en cuanto a la pertinencia de estimar al Protocolo
de Autopsia como Instrumento Público Administrativo, surge sobre la base
de los planteamientos esgrimidos en los párrafos anteriores, las siguientes
interrogantes:

¿Qué se entiende por Instrumento Público Administrativo, desde la


perspectiva de la doctrina y la jurisprudencia?

14
¿Cuáles son los Principios Procesales del Derecho Común, aplicables al
Proceso Penal, a los fines de valorar el Protocolo de Autopsia como
Instrumento Público?

¿Cuáles son las Garantías Constitucionales que pudieran ser lesionadas o


favorecidas, al considerar al Protocolo de Autopsia como Instrumento Público
Administrativo?

1.2. OBJETIVOS

Objetivo General

Determinar la naturaleza jurídica del Protocolo de Autopsia, como


Instrumento Público Administrativo en provecho de la Acción Penal y la
celeridad procesal.

Objetivos Específicos

1. Definir la noción de instrumento público administrativo, desde la


perspectiva de la doctrina y la jurisprudencia.

2. Identificar los principios procesales del derecho común aplicables al


proceso penal, a los fines de valorar el protocolo de autopsia.

3. Examinar que garantías constitucionales pudieran ser lesionadas o


favorecidas, sí se considera que el protocolo de autopsia es un
instrumento público administrativo.

15
1.3 Justificación de la Investigación

Considerar el Protocolo de Autopsia como Instrumento Público


Administrativo, en provecho de la Acción Penal y la celeridad procesal,
permitirá a los auxiliares de la justicia, dentro del foro penal, especialmente al
Representante Fiscal, dar paso al correcto uso de los medios de prueba que
el derecho procesal y el probatorio permiten, en respeto de los principios que
los inspiran, independientemente que se desarrolle en el marco de un
proceso especial como es el penal, manteniendo la unidad procesal y
probatoria que exige el derecho sustantivo en garantía del principio de
legalidad.
Sostener lo anterior, resguardaría en puridad de derecho, uno de los
principales elementos de convicción que adquiere certeza de inmediato, al
momento de calificar o no la conducta de un individuo dentro de un tipo
penal, que atente contra las personas, en el caso específico, el protocolo de
autopsia determina si la el deceso se produjo de manera violenta por acción
de un hecho que puede ser calificado como homicidio.
Para el Estado, permitirá en una eventual interpretación constitucional
por parte de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia
(SCONST-TSJ), afirmar que las características del Protocolo de Autopsia son
sin duda las de un Instrumento Público administrativo, que posee elementos
de veracidad, certeza y legitimidad hasta prueba en contrario, que permitirán
mantener la credibilidad y ciencia de la funcionaria o del funcionario emisor
de dicho acto, con lo cual los procesos penales reivindicaran su propósito de
administrar justicia en correcto uso de todas las fuentes del derecho,
tomando en consideración que bajo la objetiva de la Teoría General de la
Prueba, cada prueba nace y cumple un fin específico, frente al hecho que se
pretende demostrar, que en todo caso resultará invariable (muerte).
El beneficio al proceso penal resultaría impactado positivamente con la
presente investigación y eventual propuesta de interpretación jurisprudencial,

16
por cuanto él o la Médico Patólogo tendría más dedicación a su labor
ordinaria ya que no tendrá que acudir a los tribunales de juicio a ratificar un
Instrumento Público Administrativo que posee valor en sí mismo, salvo, que
dentro del debate probatorio se haya estimado su presencia conforme a la
regla general de valoración de la prueba documental, cuando ésta haya sido
impugnada por la parte contraria.
Sobre lo expuesto, la contribución más evidente que arrojará la
investigación se encuentra dirigida a una mayor celeridad procesal dentro del
proceso penal, garantizando así una expedita administración de justicia y un
descongestionamiento más efectivo de causas en juicio, coadyuvando con la
función fiscal al momento de ejercer el ius puniendi en nombre del Estado.

1.4. Antecedentes de la Investigación

En cuanto a las referencias de investigación con respecto al tema


propuesto: Ávila (2009), en su trabajo expuesto en la Revista Electrónica
Derecho Penal Online, titulado “La comparecencia del experto en el juicio y
los principios de la prueba penal en Venezuela”, al analizar acerca de la
necesidad de la comparecencia de los expertos al juicio oral y público sobre
la base de los principios que inspiran el proceso penal, afirma puntualmente
que “la incomparecencia del experto al debate del juicio y la incorporación del
dictamen por su mera lectura viola los principios de inmediación, oralidad,
control y contradicción, igualdad procesal, publicidad y el derecho a la
defensa”.
La anterior investigación reviste suprema importancia, por cuanto da
inicio al debate del tema propuesto, lo cual constituirá un avance en el
entendimiento de las posiciones, validas por supuesto, que se confrontaran
en el marco del desarrollo del presente trabajo.
Por otro lado, acercando el anterior debate y encaminado la
investigación a su objeto, Cortez (2008), en su trabajo especial de grado,

17
titulado “Alcance de la libre apreciación de la prueba como sistema de
valoración probatoria en el proceso penal venezolano”, asoma la necesidad
de delimitar la apreciación probatoria por parte del Juez, a los fines de
corresponderse con los principios esenciales de todo proceso, entre ellos, la
objetividad, la imparcialidad , a través de reglas expresas, que eviten que la
racionalidad e inteligencia del juez al momento de valorar la prueba se
desdibuje.
En armonía con lo expuesto, resulta necesario expresar lo afirmado por
Peña (2008), en su trabajo especial de grado, “Valor Probatorio de la
Exhibición de Documentos Administrativos”, al analizar el valor probatorio del
documento administrativo, aduciendo que éste es un verdadero documento
público, conforme lo prevé el artículo 1359 del Código Civil (CC), dada su
naturaleza, no requiriendo ser registrados o autenticados para que surtan su
efecto, de evidente interés esta posición, por cuanto acerca al campo
conceptual lo esgrimido por la Sala de Casación Civil (SCC-TSJ) y la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia (SCONST-TSJ), en cuanto al
valor instrumental de dicho documento.
De tal manera que todo esto conduce a profundizar en la Teoría
General de la Prueba, en tal sentido, es pertinente lo esbozado por Suárez
(2008), en el trabajo de grado “Valoración y Regulación Positiva de las
Pruebas Tarifadas y el Documento Electrónico en el Procedimiento Civil
Venezolano”, en donde hace mención el autor a que no hay nada que se
oponga para considerar la aplicación de dicha teoría en todos los procesos,
siempre y cuando se tomen en consideración la legislación que los regula.
Necesario tomar en consideración lo expuesto por Suárez, por cuanto
sostiene que los principios de la Teoría General de la Prueba, deben tenerse
siempre presente al momento de ser aplicados en cualquier proceso, entre
ellos destaca, el de necesidad de la prueba, eficacia jurídica y legal de la
prueba, unidad de la prueba, lealtad y probidad, entre otros.

18
1.5.- Metodología.

1.5.1. Diseño, Tipo y Nivel de investigación

Esta investigación se realizará siguiendo un diseño Bibliográfico, de


tipo Documental, fundamentado en la revisión sistemática, rigurosa y
profunda de material documental basado en el análisis de categorías teóricas
derivadas de las interrogantes y objetivos.

El Diseño Bibliográfico utiliza los procedimientos lógicos y


mentales propios de toda investigación: análisis, síntesis,
deducción, inducción, entre otros (…) Es un proceso que
se realiza en forma ordenada y con objetivos precisos,
con la finalidad de fundamentar la construcción de
conocimientos. Se basa en diferentes técnicas de
localización y fijación de datos, análisis de documentos y
de contenidos. (Palella y Martins, 2012, p. 87)

Según Palella y Martins (2012, p. 90), la investigación de tipo


documental tiene como propósito profundizar un tema o problema sobre el
cual no es posible que el estudiante haga aplicaciones prácticas: Se refiere al
grado de profundidad con el que se aborda el objeto o fenómeno de estudio,
que en este caso es de nivel explicativo, considerando las ideas expuestas
por los autores. (p. 96)
Motivado a las fuentes tanto primarias como secundarias, de donde se
obtuvo la información para generar el presente trabajo, el tipo de
investigación documental redundo en necesaria, todo ello en razón del gran
cúmulo de doctrina y jurisprudencia que aborda los temas en materia de
Derecho Procesal y Derecho Probatorio, las cuales se traducen en fuentes
de tipo documento impreso y electrónicas, de tal manera que el diseño
bibliográfico permitió, desde la base científica, realizar un análisis del
contenido documental que se aproxima al objeto del presente trabajo,
decantando la información sobre la base de un diseño y estructura del trabajo

19
especial de grado, a los fines de generar respuestas a las interrogantes
originadas en el planteamiento del problema y la formulación del problema.
El diseño de investigación bibliográfico, de tipo documental,
fundamentado en el análisis sistemático del material documental, coadyuvo
en el análisis de las categorías, a los fines de incardinar el objetivo del
trabajo especial de grado.

1.5.2. Operacionalización de las Preguntas, Categorías y unidad de


análisis

Según Palella y Martins (2012) la Operacionalización de las variables


consiste en: “El procedimiento mediante el cual se determina los indicadores
que caracterizan las variables de una investigación con el fin de hacerlas
observable y medibles con cierta precisión y facilidad” (pp.73-74)
En este mismo sentido Arias (2012) indicó que:

Aun cuando la palabra “operacionalización” no aparece en la


lengua hispana, este tecnicismo se emplea en investigación
científica para designar al proceso mediante el cual se transforma
la variable de conceptos abstractos a términos concretos,
observables y medibles, es decir, dimensiones e indicadores. Por
ejemplo, la variable actitud no es directamente observable, de allí
que sea necesario operacionalizarla o traducirla en elementos
tangibles y cuantificables. (p.62).

Sobre este particular, (Goetz y Le Compte, 1988: 177) señalaron que:


Es así como requiere, en primer lugar, que los etnógrafos
describan lo que observan, dividan en unidades los fenómenos e
indiquen cómo estas unidades se asemejan y distinguen entre sí.
Las bases de diferenciación y clasificación de los elementos
pueden ser de carácter espacial, físico, temporal, filosófico,
gramatical o social.

Por consiguiente, se resumió en un cuadro, denominado cuadro N° 1,


las interrogantes, las categorías y unidades de análisis, de la siguiente forma:

20
Cuadro 1
Categorización de las interrogantes de investigación

INTERROGANTES CATEGORÍAS UNIDADES DE ANÁLISIS


Instrumento Público
Administrativo. Noción
¿Qué se entiende por Acto Administrativo. Definición.
instrumento público Elementos.
administrativo, desde la El Instrumento Público El Protocolo de Autopsia.
perspectiva de la doctrina y la Administrativo Definición. Elementos.
jurisprudencia? El Protocolo de Autopsia un
Instrumento Público
Administrativo.
Teoría General del Proceso.
Noción.
Principios Procesales Generales.
¿Cuáles son los Principios Principios Procesales del Derecho
Principios Procesales del Penal.
Procesales del Derecho
Derecho Común presentes Teoría General de la Prueba.
Común, aplicables al Proceso
en el Derecho Proceso Noción.
Penal, a los fines de valorar
Penal Principios Probatorios Generales.
el Protocolo de Autopsia
como Instrumento Público? Principios Probatorios del Derecho
Penal.
La Prueba Documental en el
Proceso Penal.
¿Cuáles son las Garantías
Constitucionales que Garantías Constitucionales Garantías Constitucionales
pudieran ser lesionadas o vinculadas en la valoración inherentes al Proceso Penal.
favorecidas, al considerar al del Protocolo de Autopsia
Protocolo de Autopsia como como Instrumento Público La justicia y el proceso como fin
Instrumento Público Administrativo
Administrativo? esencial.

21
CAPÍTULO II

EL INSTRUMENTO PÚBLICO ADMINISTRATIVO

En el campo del Derecho Procesal y del Derecho Probatorio, se


encuentra un tipo de medio probatorio que la jurisprudencia venezolana, ha
venido identificando tanto su naturaleza jurídica así como la eficacia
probatoria del mismo, a los fines de su utilización en los procesos judiciales,
siendo denominado Instrumento Público Administrativo, con le fin establecer
diferencia entre los documentos públicos y los privados, fijando
comparaciones con las distintas pruebas documentales.
A tales fines, se tratará de precisar la noción jurídica del Instrumento
Público Administrativo, a los fines de ubicar el protocolo de autopsia dentro
de está categoría de documentos002Ccsdfertfgdcx así como identificar sí
éste, es un acto administrativo sobre la base de los elementos que distinguen
el protocolo de autopsia.

2.1.- Noción de Instrumento Público Administrativo:

El Instrumento Público Administrativo, conocido en el ámbito jurídico


como documento administrativo, reúne características probatorias muy
particulares, que lo aproximan en esencia al documento público en sentido
amplio, pero que comparte los elementos propios del acto administrativo,
alejándolo de toda noción de documento privado en los términos empleados
en el Código Civil y diferenciándolo de los documentos públicos autenticados
o suscritos en presencia de un Notario o Notaria, Registrador o Registradora

22
Público, los cuales regula el Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley de
Registros y del Notariado (LRN, 2014).
La referencia doctrinal más próxima, que trata de dar explicar su esencia
y naturaleza jurídica, se ubica en la publicación realizada por Padilla (1989),
en la Revista de Derecho Público, en el trabajo intitulado “El Documento
Administrativo en la Jurisprudencia Venezolana. Breve Referencia al Código
de Procedimiento Civil”, en el cual describe la problemática que para la
época de su publicación existía en torno a la naturaleza jurídica, los medios
de impugnación y eficacia probatoria del documento administrativo, citando lo
expuesto por Cabrera (1982) y Utrera (1985), acerca de la inexistencia de
normativa inherente, unificada y precisa que regule el tratamiento de éste
instrumento, generándose una zona de prenumbra dentro de la prueba
documental.
De allí la importancia de la presente investigación, a la luz de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, a los fines de
coadyuvar a disipar esa bruma que ya los autores venezolanos anunciaban,
sin embargo, estima el autor, que las diferencias doctrinales devienen del
llamado procedimentalismo que busca generar una separación del Derecho
Procesal Común, frente a las demás ramas del derecho, para ello
abundaremos más adelante acerca de está consideración jurídica.
En el trabajo expuesto por Padilla, se hace un recuento histórico de las
decisiones emitidas por la Corte Suprema de Justicia (hoy día, Tribunal
Supremo de Justicia), así como por la Corte Primera de lo Contencioso
Administrativo, en cuanto a la naturaleza jurídica del documento
administrativo, gravitando en decisiones que sostenían que ciertamente es
un instrumento autentico y debían ser impugnados conforme lo establece el
derecho común (tacha de falsedad), por otra parte, se afirmó que su valor es
el de un acto administrativo, impugnable sólo por la vía contenciosa
administrativa (recurso de nulidad).

23
Con lo cual concluye la autora citada, que bajo la jurisprudencia del
período analizado, el documento administrativo, es todo documento emitido
por la Administración Pública conforme lo establece el artículo 1.357 del
Código Civil (CC, 1982), e incorpora además, que es un acto administrativo
conforme lo prevé el artículo 7 de la Ley Orgánica de Procedimientos
Administrativos (LOPA, 1981), quedando pendiente para la labor de la
jurisprudencia, el estudio de los medios de impugnación del documento
administrativo.
Para Gordillo (2013), el instrumento público administrativo, lo define
como “una declaración unilateral realizada en ejercicio de la función
administrativa apta para producir efectos jurídicos individuales en forma
inmediata” (p. IV-32), con lo cual, identifica al sujeto emisor de dicho
documento, así como la facultad para hacerlo.
La Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia (SCC-TSJ),
en sentencia N° 67 de fecha 24 de marzo de 2000, caso: El Consorcio Lake
Plaza C.A., expresó que “todo documento público es auténtico, por que lo
forma, o interviene en su formación un funcionario público facultado por la
Ley para autorizarlo y dar certeza de los hechos jurídicos que él ha realizado,
visto u oído”, dando así una definición amplia de lo que debe entenderse por
Documento Público, acogiendo así la doctrina jurisprudencial pre
constitucional, ya supra referida y en armonía con el artículo 1.357 del CC,
1982.
Luego, en sentencia N° RC.00209 de fecha 16 de mayo 2003, caso:
Henry José Parra Velásquez contra Rubén Gilberto Ruiz Bermúdez, la SCC-
TSJ, expresó un criterio a los fines del valor probatorio de los documentos
públicos que cumplen las solemnidades registrales y notariales, conforme a
la Ley del Registro Público y del Notariado (LRPN, 2001), y los Instrumentos
Públicos Administrativos emitidos por otros funcionarios públicos y
funcionarias públicas, distintos a los regulados en dicha ley. Aseverando que

24
los Instrumentos Públicos Administrativos, son aquellos realizados por un
funcionario o funcionaria competente, que en ejercicio de sus funciones.
Distinguiendo así dos tipos de manifestaciones; a) las de voluntad del
órgano administrativo que la suscribe (concesiones, autorizaciones,
habilitaciones, suspensiones, sanciones, etc.) y, b) las de certeza jurídica,
referidas a la ciencia y conocimiento, que conforman los actos declarativos
(certificaciones, verificaciones, registros etc.), dotados de una presunción
desvirtuable de veracidad y legitimidad de su contenido, configurándose así
una prueba documental que poseerá en el campo probatorio, de una tarifa
legal que debe observar el Juzgador o Juzgadora.
De tal manera que, el tratamiento jurídico que el Tribunal Supremo de
Justicia otorga a los Instrumentos Públicos Administrativos, al momento de
ser utilizados como medios de prueba en un proceso judicial –escrito u oral-,
son considerados como bien afirma Echandía (1974), como “medio de
prueba indirecto, real objetivo, histórico y representativo” (p.475), a los cuales
se les da el tratamiento probatorio al ser valorados por el Juez o Jueza, de
gozar de una presunción desvirtuable de veracidad y legitimidad de su
contenido, sin necesidad de recurrir al examen oral del funcionario o
funcionaria que suscribe dicho documento.
En ese mismo sentido, ha sostenido Romberg (1987), que “de no ser
destruida la presunción de veracidad y legitimidad, es procedente atribuir al
instrumento administrativo los efectos plenos de los documentos públicos”
(p.153), con lo cual, la tarifa legal a la que hace mención el derecho procesal
civil, surte todos sus efectos, en caso de no ser impugnado el documento a
través del procedimiento de tacha que prevé el Código Civil (CC, 1982).
Se observa así, que esa mencionada zona de oscuridad, o como
afirman algunos autores lagunas o zonas grises del derecho, es inexistente,
por cuanto la Jurisprudencia Venezolana, ha venido analizando y evaluando
cada uno de las características de este tipo de documento, que es de uso
frecuente en cada campo de la vida de las personas, de allí que su valor

25
probatorio ha merecido especial interés a los fines de coadyuvar con la
correcta aplicación de la ley y la recta administración de justicia en búsqueda
de la verdad.
En relación a lo expuesto, se puede afirmar que en el derecho
probatorio, existe una categoría de instrumentos probatorios de tipo
documental, que en caso de no ser impugnados, anulados o en definitiva,
desvirtuada su veracidad y legitimidad, deben gozar de los efectos que
poseen los instrumentos públicos, de tal manera que el juzgador debe
apreciarlos bajo el rigor de la tarifa legal.
Podríamos resumir a continuación que, dichos documentos para ser
considerados como Instrumentos Públicos Administrativos deben reunir tres
características esenciales, las cuales son: a) emitido por un funcionario o
funcionaria pública; b) que dicha emisión corresponda a una facultad que se
encuentre expresamente en la Ley, lo cual afirma la competencia del sujeto
que suscribe el documento, y, c) que bien manifieste la voluntad de la
administración, o bien de certeza jurídica de un hecho a través de la ciencia y
el conocimiento.
Sobre la base de estas conclusiones, se podría afirmar en éste
aspecto y de manera inicial, que el protocolo de autopsia es un Instrumento
Público Administrativo, emitido por un funcionario o funcionaria pública,
dotado de la ciencia y el conocimiento que exige la Ley del Ejercicio de la
Medicina (LEM, 2011), debidamente autorizado por las normas que regulan
la práctica de las autopsias y que corresponden a una declaración de certeza
jurídica, sobre la certificación que contiene.
Sin embargo, aún faltaría por analizar, si el Protocolo de Autopsia,
comparte los elementos del acto administrativo, a los fines de precisar su
naturaleza jurídica, con los elementos propios del mismo. Para ello, se debe
precisar que es un acto administrativo y que elementos posee el mismo.

26
2.2- Acto Administrativo. Definición. Elementos.

Definir el acto administrativo conllevaría a citar un sin número de autores


que han tratado de conceptualizarlo, a los fines prácticos de ésta
investigación, se tomaran como referencia algunas definiciones aportadas
por la doctrina, que reúnen de cierta manera esa diversidad de ideas en torno
a dicho acto.
Para ZANOBINI, (1954), el acto administrativo es “cualquier declaración
de voluntad, de deseo, de conocimiento o de juicio realizada por un órgano
de la Administración pública en el ejercicio de una potestad administrativa"
(p.23), fijémonos que se van destacando tres características, en cuanto a la
forma en que se produce, el sujeto que lo realiza y la competencia para
emitirlo.
En ese mismo sentido, García de Enterría (2006), lo enuncia tomando
referencia a lo indicado por ZANOBINI, en cuanto a que es una “declaración
de voluntad, de juicio, de conocimiento o de deseo realizada por la
administración en ejercicio de una potestad administrativa distinta de la
potestad reglamentaria”, está definición limita el alcance de la potestad
administrativa, dejando a un lado expresamente, la reglamentaria.
Para GORDILLO (2011), el acto administrativo es “una declaración
unilateral realizada en ejercicio de la función administrativa apta para
producir efectos jurídicos individuales en forma inmediata.” (P. IV-32), agrega
el autor que dicho acto genera efectos jurídicos inmediatos y de manera
individual.
Para la doctrina venezolana, según Larez (2012), lo define de manera
amplia, considerando a los “actos administrativos todas las declaraciones
emanadas de los órganos del Estado actuando en ejercicio de la función
administrativa, productoras de efectos jurídicos”. (Pp. 143 y 144).

27
La definición aportada por la Ley Orgánica de Procedimientos
Administrativos (LOPA, 1981), incluye no sólo los actos de tipo individual,
sino los generales, a saber:

Artículo 7. Se entiende por acto administrativo, a los fines de


esta ley, toda declaración de carácter general o particular
emitida de acuerdo con las formalidades y requisitos
establecidos en la ley, por los órganos de la administración
pública

Dentro de este orden de ideas, referidas a las definiciones del acto


administrativo, se encuentra elementos que coinciden en cada una de ellas,
así tenemos:
a) Es una declaración, que se manifiesta con la exteriorización de la
voluntad de la administración, como refieren la mayoría de los autores
citados.
b) Es unilateral, vale decir, sólo interviene la administración en su
formación, se excluye así cualquier participación del particular con la
administración, verbigracia, los contratos. Es necesario destacar que no se
incluyen en estás definiciones, los procedimientos de tipo sancionatorio en el
régimen funcionarial, donde hay actividad de parte.
c) Realizada o emitida en ejercicio de la función administrativa, la cual
deberá estar plenamente evidenciada en una norma que autorice tal
proceder.
d) Genera efectos jurídicos, es decir, causa en el mundo jurídico
consecuencias que influyen en la esfera de derechos de los administrados,
de manera inmediata.
De tal manera, que para firmar que es un acto administrativo, el mismo
deber reunir unas condiciones especiales, a lo cual expresa García de
Enterría y Fernández (2006), deberá reunir ciertos elementos, en primer
término ser dictado por la Administración en sentido formal, y ésta debe tener
la potestad de dictarlo, con lo cual tendrá competencia para emitirlo, adicional

28
a lo anterior, el sujeto o persona física que lo emite, debe actuar sobre la
base de dicha competencia y por su puesto, debe estar ajustado a un
presupuesto de hecho destacado en una norma, para perseguir un fin o
interés público, y debe estar fundado en una causa, y ser debidamente
motivado. (pp. 592-594).
En ese mismo contexto, conviene analizar si el Protocolo de Autopsia,
puede ser susceptible de ser considerado acto administrativo, conforme a lo
antes expuesto, así tenemos que:
1) El Protocolo de Autopsia, es una declaración emitida por un
funcionario público, en la mayoría de los casos, por un médico o médica
forense, adscrito al Servicio Nacional de Medicina y Ciencias Forenses, con
lo cual se cumplen dos condiciones, lo emite un funcionario de la
administración pública y con la capacidad técnica de su ciencia.
2) La actividad realizada por la administración pública, encuentra su
fundamento jurídico, en la Ley del Ejercicio de la Medicina (LEM, 2011),
Código de Deontología Médica (CDM) y Código de Instrucción Médico
Forense (CIMF, 1878), así como en la Ley Orgánica de Servicio de Policía de
Investigación, el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y
Criminalísticas y El Servicio Nacional de Medicina y Ciencias Forenses
(LOSPI, CICPC, SNMCF, 2012) y el Código Orgánico Procesal Penal.
Normas que instrumentan y dotan de competencia la labor técnica y científica
del funcionario público o funcionaria pública que emite el Protocolo de
Autopsia.
3) Los efectos jurídicos que produce el Protocolo de Autopsia, se
encuentra sujeto a dos campos del Derecho, como es el Derecho Civil y el
Derecho Penal, el primero, por cuanto de dicho documento se deriva la
consecuencia establecida en el artículo 123 de la Ley Orgánica de Registro
Civil (LORC, 2009), como es la inhumación o cremación y la inscripción en el
Registro Civil, de la defunción declarada.

29
En el ámbito del Derecho Penal, por cuanto los médicos
anatomopatólogos forenses, según lo expuesto en la Revista del Ministerio
Público, a través de la Unidad de Criminalística Contra la Vulneración de
Derechos Fundamentales (2014), son los encargados de practicar:

(...) la Autopsia Médico Legal, el cual constituye el estudio del


cadáver, tanto externa como internamente, a los fines de
determinar elementos de interés criminalístico, tales como la
causa de la muerte, el intervalo post-mortem o data de muerte,
entre otros; así como contribuir con la determinación de la
manera en que se produjo la muerte (natural, homicidio,
suicidio, accidental) y la identidad del fallecido (p. 40).

Todo ello conforme lo preceptúa el numeral 4 del artículo 74 de la Ley


Orgánica de Servicio de Policía de Investigación, el Cuerpo de
Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas y El Servicio Nacional
de Medicina y Ciencias Forenses (LOSPI, CICPC, SNMCF, 2012), la cual
dota a estos sujetos al servicio de la investigación penal, de competencias en
materia de experticias y asesoría científica y técnica requerida para la
investigación penal y policial, expresando de manera escrita y detallada, todo
lo estudiado y analizado en la práctica de la Autopsia Médico Legal.
Es pertinente resaltar una vez más, que no todo acto administrativo
goza de de los privilegios del principio de ejecutividad y ejecutoriedad,
conforme lo prevé el artículo 8 de la Ley Orgánica de Procedimientos
Administrativos (LOPA, 1981), en especifico el Protocolo de Autopsia, por
cuanto este es un acto declarativo, cuya objeto es dar certeza jurídica, con
base a la ciencia y conocimiento del sujeto que emite el documento.

2.3- El Protocolo de Autopsia. Definición. Elementos

Motivado al análisis efectuado anteriormente, se hace necesario,


indagar qué es el Protocolo de Autopsia, parafraseando lo expuesto en la
Revista del Ministerio Público, a través de la Unidad de Criminalística Contra

30
la Vulneración de Derechos Fundamentales (2014), es un “documento
Médico-Legal, en el cual se reflejan los elementos de interés criminalístico
(…), tales como la causa de la muerte, el intervalo post-morten o data de
muerte, “obtenidos mediante procedimientos técnico-científicos”, con el
propósito de contribuir con la determinación y la manera en que se produjo la
muerte, así como la identidad del fallecido.
Para Del Giudice (2011), el Protocolo de Autopsia es un informe donde
se registra el análisis y evaluación de las características del examen externo
e interno del cuerpo de un cadáver, agregando además que el mismo, “(...)
reviste una importancia esencial para evaluar y analizar los resultados de los
elementos de carácter criminalístico y fundamentar con objetividad los delitos
contra las personas y contra las buenas costumbres” (p. 206), concluyendo
así que “(...) es el principal elemento de convicción esencial para la
fundamentación desde el punto de vista médico forense” (p.206).
De las definiciones aportadas, se pueden extraer los siguientes
elementos, que no son otra cosa, que los elementos del acto administrativo,
previstos en el artículo 18 de la Ley Orgánica de Procedimientos
Administrativos (LOPA, 1981):
1) A través del Protocolo de Autopsia, se determina la causa de la
muerte, el intervalo post-mortem o data de muerte del cuerpo del cadáver
examinado, a los fines de verificar, ya en el campo jurídico, si dicho suceso
es de interés penal.
2) Mediante éste instrumento, se procura la identificación del fallecido,
sus signos físicos distintivos.
3) El Protocolo de Autopsia comprende la exteriorización de lo estudiado
científicamente por el médico o médica anatomopatólogo forense, en el
examen externo e interno del cuerpo del cadáver, así como los hallazgos de
tipo criminalístico.
4) Su objetivo es recabar elementos de carácter criminalístico y
establecer la causa de la muerte, sí así fuere el caso, motivado a que el

31
deceso se produjo con ocasión de un hecho de relevancia para el campo
penal.
5) Conforme al primer elemento, se declarará la defunción a los fines del
Registro Civil.
De las ideas expuestas, se observa que el Protocolo de Autopsia
cumple con los elementos establecidos por el legislador, en relación a lo que
debe contener un acto administrativo, tanto en la forma como se exterioriza,
como en los motivos de su contenido, verificándose así que es un acto
administrativo de tipo declarativo, que produce certeza jurídica de lo
estudiado a nivel científico y técnico.

2.4- El Protocolo de Autopsia es un Instrumento Público Administrativo.

Para arribar a dicha conclusión, en el presente capítulo se llevó a cabo


una suerte de método deductivo, con el objeto de precisar y razonar, lo que
es un Instrumento Público Administrativo, su existencia y naturaleza jurídica,
a los fines de poder argumentar que en el campo del derecho probatorio,
existe una categoría de instrumentos que dimanan de la administración
pública, que son oponibles en cualquier proceso judicial, que mantienen un
valor probatorio sí los mismos no son desconocidos o impugnados, que
además de lo anterior, reflejan expresamente la voluntad de la administración
pública.
Conociendo así las características aportadas por la doctrina judicial en
torno al Instrumento Público Administrativo, se situó al Protocolo de Autopsia
dentro de las mismas, verificándose una coherencia con estás que permiten
aseverar que el Protocolo de Autopsia, reúne dichas características, es una
prueba documental con una tarifa legal, con fuerza de instrumento público,
pero además, por dar una declaración de certeza con base a la ciencia y el
conocimiento del sujeto emisor, se expresa en forma de acto administrativo.

32
Se insiste en que dicho acto denominado protocolo de autopsia, hasta ahora
enfocado a la investigación penal, también genera consecuencias jurídicas
en otras ramas del Derecho, verbigracia, el Derecho Civil.
De éste somero análisis, no escapa a las dudas que el Protocolo de
Autopsia es un acto administrativo del tipo declarativo, que reúne las
características del mismo; se expresa en su contenido conforme lo establece
el artículo el artículo 7 de la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos
(LOPA, 1981), contiene además los elementos que lo definen como acto
administrativo según el artículo 18 de la LOPA, 1981, por cuanto precisa
nombre del organismo al que pertenece el emisor, el órgano que lo emite, los
datos de fecha y lugar donde se practicó, identificación del sujeto estudiado,
hechos entorno al objeto de la investigación, la decisión a la que llegó el
funcionario o funcionaria pública, así como los datos de firma y cargo de
éste.
En los siguientes capítulos, se estudiará como desde el punto de vista
procesal y probatorio, se podría afirmar que el Protocolo de Autopsia como
Instrumento Público Administrativo, puede ser incorporado al proceso penal,
al cúmulo probatorio, bajo la premisa de instrumento público, sin que deba
ser ratificado en juicio, salvo que el mismo sea impugnado.
A los fines de ilustrar sí existen mecanismos de impugnación en contra
del Protocolo de Autopsia, sería necesario traer a colación lo expuesto por la
Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia (SCC-TSJ), en
criterio reiterado y consolidado vertido en sentencia de fecha 11 de marzo de
2004, expediente 02-593 caso: Juan Celestino Lugo Méndez, Contra la
ciudadana Mary Yelitza Mercado Díaz, consideró que “Si bien la Sala
reconoce la existencia de otros medios impugnativos o de contradicción de la
prueba, distintos a la tacha, para atacar la autenticidad del documento
público” no es menos cierto que aquel que haga uso de ese medio procesal,
deberá fundamentarlo en las causales establecidas en el Código Civil (CC,
1982).

33
CAPÍTULO III

PRINCIPIOS PROCESALES DEL DERECHO COMÚN, PRESENTES EN EL


DERECHO PROCESAL PENAL

3.1.- Precisión Inicial

Del capítulo que antecede, se pudo colegir con base a los estudios de la
doctrina y la jurisprudencia, que el Protocolo de Autopsia es un documento
administrativo, como consecuencia de ello, es un Instrumento Público
Administrativo, sin embargo, es necesario precisar la relevancia de ésta
afirmación en el marco del proceso penal, vale decir, sí tiene transcendencia
desde el punto de vista procesal y en consecuencia del Derecho Probatorio,
entendiendo que el sistema de valoración de pruebas en materia penal, rige
el sistema de la sana crítica y la libre convicción razonada, conforme lo prevé
el artículo 22 del Código Orgánico Procesal (COPP, 2012).
Para ello, el presente capítulo dejará ver dos posiciones doctrinarias en
cuanto al Derecho Procesal y al Derecho Procesal Penal, las cuales
constituyen la esencia de la investigación, por un lado afirmarán los autores
que el Derecho Procesal cubre todo vestigio de procedimiento en cualquier
rama del Derecho, por ser su fuente inmediata; por otra parte, revisaremos
las posiciones que defienden la autonomía del Derecho Procesal Penal,
aquellas que no permiten que el Derecho Común se inmiscuya en su
proceso, dejando a un lado los principios generales del proceso.
Ese interesante debate desde el ámbito procesal, no es ajeno al
Derecho Probatorio, por cuanto los elementos o medios de prueba que se
emplean en todos los procesos, desde los administrativos hasta los
judiciales, mantienen identidad de concepto con respecto a estos,

34
verbigracia, el testigo, el documento, la inspección, la confesión. Es por ello,
que la investigación inicia el estudio en cuanto a lo que se llama la unificación
o diversificación del proceso, para luego aclarar, que inclusive en el Derecho
Probatorio, existen reglas y tarifas legales que no pueden ser obviadas por
los Juzgadores o Juzgadoras, amén del Principio de Legalidad que rige el
ordenamiento jurídico venezolano.

3.2- Teoría General del Proceso. Noción.

A los fines del desarrollo de este tema, es necesario destacar que una
parte de la doctrina en materia de Derecho Procesal, arguye que cada
proceso especial en el Derecho deviene de una necesidad entre la materia y
la forma en que se desarrolla, de allí que es autónomo y no depende del
Derecho Procesal General, para lo cual, la otra parte de la doctrina afirma
que éste Derecho es la base o tronco fundamental, del cual las demás ramas
del derecho diversifican su actuación desde el punto de vista adjetivo, así lo
afirmó Carnelutti (1997).
De allí que ese desarrollo reglado, en cada acto que se desenvuelve, en
cada proceso, halle su particularidad según la materia que regule; así por
ejemplo, el Derecho Procesal Civil, el Laboral, el Administrativo, el Agrario y
el Penal, entre otros, los cuales disponen de condiciones generales sobre la
forma, tiempo, lugar y contenido de los actos procesales, pero generan
además reglas particulares en la forma que debe realizarse cada uno, para
ello.
Para Ovalle (1991), la Teoría General del Proceso, aporta una
concepción unitaria del Derecho Procesal, con una “(...)visión más completa
de los conceptos, instituciones y principios que son comunes a las diversas
ramas procesales” (p.278), en ese sentido crítica la exacerbada inclinación
por estudiar e investigar disciplinas particulares, que propician en la mayoría
de los casos, volver ahondar sobre nociones y principios que muchas veces

35
entran en el plano de la contradicción, por ello defiende la concepción
unitaria del Derecho Procesal.
En tal sentido, al referirse a cada uno de esos procesos particulares, es
necesario recordar que en su procedimiento, en cada uno de esos actos,
utilizan los principios generales que rigen el Derecho Procesal, los cuales
encuentran su sustento en la Teoría General del Proceso. Con lo cual, como
bien insiste Ovalle (1991), la influencia del Derecho Sustantivo no varía la
naturaleza de los principios fundamentales del Derecho Procesal, ya que éste,
es tronco común de la diversidad de procesos que se derivan con cada
materia (p.275.),
Según lo aportado por Alsina (1956), en referencia a la Teoría General
del Proceso, expresó lo siguiente:

Concebido el derecho procesal como el conjunto de normas que


condicionan la actividad jurisdiccional del Estado, admite una
división fundada en la distinta naturaleza del precepto cuya
actuación se pretende, sin que ello importe ni diversidad de
principios ni oposición de conceptos. Por el contrario, responden a
una unidad derivada de los hechos y mantenida por el designio
común de conservar al orden jurídico. (p. 55).

Para abundar más al respecto, se hará referencia a lo expuesto por


Ortiz (2004) en cuanto a la Teoría General del Proceso, considerando su vital
importancia a los fines de sostener que el proceso es uno sólo, aún y cuando
la materia que lo regule pueda generar ciertas modificaciones propias de las
consecuencias jurídicas tuteladas, así como para la correcta aplicación de la
justicia. Para ello, precisaremos que se entiende por proceso y que
elementos lo conforman, con la intención de argumentar que los principios
que lo rigen, al momento de dirimir el conflicto mediante sentencia es idéntico
en todos los procesos judiciales, el juez o jueza decidirá conforme a la
actividad probatoria de las partes.
Para Couture (1981), el proceso jurídico es “una secuencia o serie de
actos que se desenvuelven progresivamente, con el objeto de resolver,

36
mediante un juicio de la autoridad, el conflicto sometido a su decisión”
(p.122), esa serie de actos que ordenan su dinámica es el procedimiento. En
ese mismo sentido, Cuenca (2000, citado por Ortiz, 2004), afirmó que el
proceso es “un instrumento para reparar un derecho lesionado, declarar una
situación jurídica justa o la restitución y resarcimiento de los que es debido”
(p.437).
De tal manera que, para la Teoría General del Proceso, afirma Ortiz
(2004), Desde una visión estática, “se estudia la teoría general del proceso
en sus elementos más importantes: acción, jurisdicción y proceso. En
cambio, en la visión dinámica se estudia el proceso en pleno desarrollo y
desenvolvimiento, es decir, se refiere al procedimiento” (p.443).
Para la presente investigación, con base a la Teoría General del
Proceso, interesa estudiar los principios procesales que regulan el proceso
penal en armonía con el Derecho Procesal Común, por cuanto las formas del
proceso, se desarrolla mediante reglas claras, en el caso específico,
contenidas en el Código Orgánico Procesal Penal (COPP, 2012), sin
embargo, esas reglas del procedimiento pudieran quebrantar algún principio
procesal, con lo cual, la Teoría General de Proceso resolvería esas dudas,
como indica Ortiz (2004), “las reglas dicen cuando y como, en cambio los
principios dicen porque y para qué” (p.443).
Para mayor precisión en cuanto a la noción de la Teoría General del
Proceso, tanto el proceso como sus procedimientos, siempre deberán ser
analizados con base a los principios que inspiran al proceso, para poder así
asegurar lo que prevé el artículo 257 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela (CRBV, 1999), “El proceso constituye un
instrumento fundamental para la realización de la justicia”, en correcta
armonía con la garantía constitucional del debido proceso.
En el campo del proceso penal, alguna parte de la doctrina conciben la
separación del Derecho Procesal Penal del Derecho Procesal, inclusive lo
ven de manera subordina, de allí que para ese grupo de autores, no existiría

37
la posibilidad de aplicar formas procesales propias del proceso común al
Derecho Penal, en el Derecho Procesal Penal venezolano, pareciera que el
legislador (Asamblea Nacional) tanto como el legislador delegado (Ejecutivo),
en las sucesivas reformas de la norma adjetiva penal, parten de esa tesis,
obviando un conjunto de principios procesales incardinados en el derecho a
la defensa.
Ejemplo de lo anterior, se observa en el campo de las medidas
cautelares de tipo real (la que pesa sobre bienes muebles o inmuebles), la
cual no desarrolló y se limitó a enunciar su solución en el artículo 518 del
Código Orgánico Procesal Penal (COPP, 2012), no indicando las formas
procesales u oportunidad procesal que tienen los afectados o afectas por
dichas medidas, así como la vía para impugnar las decisiones que se tomen
al respecto, mezclando las causas por la cuales se puede recurrir, desde el
punto de vista procesal penal, con las causas establecidas en el proceso
civil, dejando así un amplio margen de discrecionalidad por parte del
operador de justicia.
Se evidencia pues que, es necesario entender la Teoría General del
Proceso para poder identificar que solución procesal es la más ajustada a
derecho, en las situaciones jurídicas que surgen en cualquier proceso judicial
y que su especialidad no la previó. Eso es aplicar el Derecho dentro del
postulado constitucional previsto en el artículo 257 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela (CRBV, 1999).
Sin embargo, para algunos doctrinarios en materia penal, conciben el
Derecho Procesal Penal, de la siguiente manera, para Manzini (1929, citado
por Levene (1993), afirma que:

es el conjunto de actos concretos, previstos y regulados en


abstracto por el derecho procesal penal para obtener del órgano
jurisdiccional (juez) la confirmación de la pretensión punitiva
deducida por el órgano ejecutivo (ministerio público) y,
eventualmente, para realizarla en forma coactiva, constituye la

38
actividad judicial compleja y progresiva que se llama proceso
penal. (p.7)

Para Sabatini (citado por Levene (1993), el derecho procesal penal


puede ser definido como "el conjunto de las normas jurídicas que disciplinan
y regulan el proceso penal". Por ello afirma Levene (1993), que estos autores
identifican al proceso con la materia, limitándolo de tal manera que se pierde
la esencia de la integralidad de la ciencia.
Como se afirmó en el anterior capítulo, se debe distinguir la posición
doctrinaria de cada autor y en consecuencia sobre sí sostiene la teoría del
procedimientalismo o por el contrario si defiende la del procesalismo, afirma
Montero (1999) que “al primero se limitan a estudiar la ley las formas del
procedimiento, los segundos elaboran sistemas científicos y la ley es sólo
una variable con lo cual se hace una verdadera teoría del proceso” (p.23).
Es indudable que el Proceso Penal debe servirse del Derecho Procesal,
para poder solventar situaciones que la norma adjetiva penal, no previó en su
afán de limitarse a regular el Derecho Penal; sólo esbozó que las incidencias
se tramitarían conforme al Código de Procedimiento Civil (CPC, 1986).
Dejando a un lado una serie de situaciones, inclusive de interés probatorio,
que ya están previstas en el CPC, 1986. Sin embargo, esto no sucede por
ejemplo con el Proceso Laboral, en ese caso, la Ley Orgánica Procesal del
Trabajo (LOPTRA, 2002), si fue previsiva al permitir en el artículo 11, que en
ausencia de disposición expresa podrá el Juez o Jueza del Trabajo, aplicar
analógicamente disposiciones procesales establecidas en el ordenamiento
jurídico, sin que ello implique abandonar su esencia en materia del trabajo.

3.3.- Principios Procesales Generales

Es necesario destacar en el presente título, aquellos principios que se


encuentran íntimamente relacionados con las garantías constitucionales
inmersas en el proceso, destacando la importancia de los mismos, tal como

39
lo afirma Montero (2000), en cuanto a que su valor, no es sólo teórico; por
cuanto los principios pueden “manifestarse en diversos campos: 1) Como
elemento auxiliar de la interpretación; 2) Como elemento integrador de la
analogía, para los supuestos de laguna legal; y 3) Como marco teórico para
las discusiones de lege ferenda” (p.313).
Siguiendo la opinión de Montero (2000), y señalando los principios que
éste menciona, los mismos pueden ser comunes y específicos, es de tamaña
importancia está distinción que el autor expresa lo siguiente:

Hay algunos principios que son consustanciales con la idea misma


de proceso, hasta el extremo de que si alguno de ellos se
desvirtúa, en una regulación concreta de derecho positivo, esa
regulación no da lugar realmente a un proceso. Otros principios,
por el contrario, son reglas conformadoras de los procesos en
concreto, de modo que la opción por una u otra no atiende a la
misma esencia del proceso sino a la manera de desarrollarlo en un
determinado derecho positivo. (p.316)

Los Principios Procesales Generales son:

1) Principio de Dualidad de posiciones. Este principio es de vital


importancia para trabar la litis, por cuanto la existencia de por lo menos dos
partes que se encuentren en situaciones contrapuestas, con posiciones que
sean adversas, esto condiciona la existencia del proceso y su estructura.
2) Principio de Contradicción o audiencia. Según Cabanellas
(2009) aquel en virtud del cual nadie puede ser condenado y no se pueden
emitir decisiones (judiciales-administrativas), “sin haber dado a los
interesados las debida oportunidad para ser oídos y para que planteen las
defensas de sus intereses” (p. 465).
En éste principio, aclara Montero (2000), se encuentran presentes el
derecho a la defensa y las garantías constitucionales a ser informado de los
hechos que se le imputan, a ser oídos, a no declarar en su contra, a la
presunción de inocencia y a ser juzgado por el Juez natural, en un proceso

40
público y sin dilaciones indebidas, consagradas en el artículo 49 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999).
3) Principio de Igualdad entre las partes. El cual no es otra cosa
que conceder a las partes que integran el proceso, los mismos derechos,
posibilidades y cargas, de modo tal que no quepa la existencia de privilegios
ni en favor ni en contra de alguna de ellas, como lo señala Montero (2000.
p.322).
En ese mismo orden de ideas, Montero (2000) lo distingue en cuanto a
la igualdad legal (La existencia del principio de contradicción se frustraría si
en la propia ley se estableciera la desigualdad de las partes) (p.322) y la
Igualdad Práctica, aquella que no se basta con la declarada en la norma sino
en la aplicación fáctica de la misma ante el juez y las demás partes (p.324)
4) Principio de oralidad. La oralidad en las formas procesales
conlleva a su lado tres principios más, como son la inmediación, la
concentración y la publicidad. Todos ellos necesarios en razón de la
expresión y comunicación oral de los sujetos procesales que intervienen en
el proceso.
5) Principio de Inmediación. Se refiere a la necesidad del juez, d
estar en contacto directo con los sujetos procesales y el cúmulo de medios
probatorios. Es un principio-consecuencia de la oralidad, como refiere
Montero (2000).
6) Principio de Concentración. Corolario de los anteriores, éste
principio refiere al desarrollo de los actos procesales en una sola audiencia, o
en lo menos posibles, con el objeto que el decisor no pierda de vista cada
una de las participaciones de los sujetos procesales y las pruebas
evacuadas.
6) Principio de Publicidad. Referida en específico a los actos de las
partes, quienes de manera transparente verificarán cada acto procesal, en
razón del principio de contradicción. Montero (2000), no sólo refiere a este

41
tipo de publicidad del proceso, sino además la que va dirigida al público y la
posibilidad de control del ciudadano. (p.381).

7) Principio de Escritura. Como principio contrapuesto al de la


oralidad, se encuentra éste principio rígido de la escritura, en donde todos los
actos deben expresarse y constar mediante escritos, no cabe duda que en
los procesos orales la escritura se encuentra presente en cada forma
procesal.
En antagonismo a la inmediación y concentración, el proceso escrito
se conforma con una sucesión de actos y formas procesales que se
encuentran ordenados cronológicamente y no necesariamente en la misma
audiencia, la inmediación sólo se entiende en la facultad del Juez Natural de
resolver la controversia, sin delegarla a otro.

3.4.- Principios Procesales del Derecho Penal

De la lectura de los principios generales comunes, se puede observar


que todos ellos forman parte del Proceso Penal, así lo informan los artículos
12, 14, 15, 16, 17 y 18 del Código Orgánico Procesal Penal (COPP, 2012),
sin embargo, aun y cuando pareciere que se encuentran en el resto de
procesos, resulta conveniente destacar los siguientes, desde la óptica
procesal pena, así se tiene:

1) Principio de Juicio Previo y Debido Proceso. Éste principio inicia


y delimita la actuación judicial y de las partes en el COPP, 2012, tal como se
refirió supra, el mismo conjuga una serie de garantías constitucionales, tales
como el derecho a la defensa, la debida asistencia jurídica, la presunción de
inocencia, el derecho a ser oído y el derecho a ser juzgado por el Juez
Natural e imparcial, agregando que en materia penal, no podrá ser
condenado ningún individuo sin que exista un juicio, desarrollado en debate

42
oral y público. Constituye así la máxima procesal en materia penal, por
cuanto desarrolla la garantía constitucional prevista en el artículo 49 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV, 1999).

2) Principio de Presunción de inocencia. Hace referencia a que


toda persona deberá presumirse inocente “hasta que los órganos
competentes (...), a través de un proceso debido que garantice el ejercicio de
los derechos inherentes al ser humano, demuestren su responsabilidad o
culpabilidad en la comisión de los hechos que se le imputan” (Corte Primera
de lo Contencioso Administrativo (CPCA), Sentencia Nº 2009-45, Expediente
Nº AP42-O-2007-000057 de fecha 25/02/2009).
3) Principio de Afirmación de la Libertad, relacionado directamente
con el anterior, este principio sostiene que el estado de Libertad es la regla y
su limitación debe atender a una visión restringida, proporcional de los
hechos.
4) Principio de Oficialidad, el cual refiere que la persecución penal
es promovida por un órgano del Estado, en el caso venezolano, por el
Ministerio Público, conforme lo prevén los numerales 3 y 4 del artículo 285 de
la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV,1999),
sobre la base del llamado Ius Puniendi. Sin embargo, éste principio tiene su
excepción, en el caso de los delitos de instancia privada y los enjuiciables
solo previo requerimiento o instancia de la víctima. (Artículos 25 y 26 Código
Orgánico Procesal Penal (COPP, 2012).
5) Principio de la Sana Crítica. En razón de éste principio, Cafferata
(1998), sostiene que en él se “establece la más plena libertad de
convencimiento de los jueces, pero exige, que las conclusiones a que se
llegue sean el fruto razonado de las pruebas en que se las apoye” (pp.45-46).
En razón de lo anterior, Cafferata (1998), agrega que el Juez deberá,
“Mantener el respeto de las normas que gobiernan la corrección del
pensamiento humano (...) las normas de la lógica (...) los principios

43
incontrastables de las ciencia (...) y la experiencia común” (p46). Pero
además exige éste principio, que la decisiones que sean producto de él,
deberán estar debidamente motivas, expresando el porque se llegó a ese
razonamiento, mediante el nexo racional –insiste Cafferata- entre lo que se
afirma y se niega en armonía con los medios probatorios empleados para
llegar a tal convencimiento.
6) Principio acusatorio, como lo refiere Baumann (1986), “se
entiende el principio según el cual no ha de ser la misma persona quien
realice las averiguaciones y decida después al respecto (el ministerio publico
averigua y acusa; el juez juzga)”. (p.48), se relaciona intrínsicamente con el
principio de oficialidad, denotando así el avance del sistema inquisitivo al
acusatorio. (Artículo 11 Código Orgánico Procesal Penal (COPP, 2012)

7) Principio de legalidad, principio constitucional el cual debe regir la


actuación de los órganos del Estado, a través del cual, se evidencia la
facultad para el ejercicio del ius puniendi, en tal razón, no podrá perseguirse
una acción que no éste debidamente tipificada por la ley como delito, o lo que
es lo mismo en el ámbito penal, según el aforismo latino nulla poena sine
lege sine praevia lege (Según Cabanellas (2009) “Ningún delito ni pena sin
ley previa” (p.467).

3.5.-Teoría General de la Prueba. Noción

Ante de explanar la Teoría General de la Prueba, no se puede dejar


de explicar dos conceptos de suma importancia para la investigación, estos
son el acto probatorio y la prueba, para ello se hará uso de lo expuesto porel
autor Echandía (1974), a los fines prácticos, para así poder entender el
debate que se ha generado al igual que en la Teoría General del Proceso,
acerca de ésta teoría, la cual constituye un capítulo aparte, según refiere

44
Ovalle (1991), por cuanto la prueba debe ser considerada como elemento
fundamental en el proceso.
La noción de la naturaleza jurídica del acto probatorio, para Echandía
(1974), manifiesta que son los “diversos medios utilizados para obtener el
convencimiento del juzgador sobre la existencia o inexistencia y las
características de los hechos sobre los cuales debe proferir su decisión, las
pruebas son actos jurídicos procesales, porque en ellas interviene la voluntad
humana” (p.19).
Luego, al definir la prueba Echandía (1974), lo hace tomando la noción
general, afirma que son el conjunto “de razones o motivos que producen el
convencimiento o la certeza del juez respecto de los hechos sobre los cuales
debe proferir su decisión, obtenidos por los medios, procedimientos y
sistemas de valoración que la ley autoriza” (p.34).
Afirma Ovalle (1991), que la prueba siempre tendrá como fin la
obtención del cercioramiento judicial acerca de los hechos indispensables
para la aplicación de la norma jurídica pertinente; en cualquier proceso han
de ser hechos en sentido general lo que se pruebe. (p. 283).
Para los mencionados autores, insisten que no puede existir un
derecho probatorio particular, sin que este impregnado de los principios de la
Teoría General de la Prueba, la cual no se agota con el estudio en un
determinado proceso, ya que al igual que la Teoría General del Proceso, es
insistir en conceptos y elementos que son generales y pueden pecar en
repetitivo.
No en vano Bentham (p.10 citado por Ovalle 1999), afirmo con
meridiana claridad que aquellos casos, que se cree existe una diferencia
entre la Prueba y el Derecho Procesal y la Prueba Penal y su Proceso, “Para
todos estos problemas, el juez tiene el deber de obtener todas las pruebas de
una y otra parte, de la mejor manera posible, de compararlas y decidir
después su fuerza probatoria” (p. 284)

45
De lo anteriormente expuesto, se pueden generar los siguientes
principios de la Teoría General de la Prueba, los cuales orientan el estudio
del Derecho Probatorio en cualquier rama del Derecho, tanto material como
formal, para ello se tomará lo expuesto por Echandía (1974), estos son:

1) Principio de la necesidad de la prueba y a prohibición de


aplicar el conocimiento derivado del juez sobre los hechos. Se refiere
este principio a la “necesidad de que los hechos sobre los cuales debe
fundarse la decisión judicial, estén demostrados con pruebas aportadas al
proceso por cualquiera de los interesados o por el juez” (...) sin que dicho
funcionario “pueda suplirlas con el conocimiento personal o privado que
tenga sobre ellos, porque sería desconocer la publicidad y la contradicción
indispensable para la validez de todo medio probatorio” (p.115)
2) Principio de la eficacia jurídica y legal de la prueba. La prueba
“debe tener eficacia jurídica para llevarle al juez el convencimiento o la
certeza sobre los hechos que sirven de presupuesto a las normas aplicables
al litigio, o a la pretensión voluntaria, o a la culpabilidad penal investigada” (p.
117).
3) Principio de la unidad de la prueba. “el conjunto probatorio del
juicio forma una unidad, y que, como tal, debe ser examinado y apreciado por
el juez” (p.117) también llamado de conglobación en el Derecho Común.
4) Principio de adquisición o de comunidad de la prueba, la
prueba “no pertenece a quien la aporta y que es improcedente pretender que
sólo a éste beneficie, puesto que, una vez introducida legalmente al proceso,
debe tenérsela en cuenta para determinar la existencia o inexistencia del
hecho” (p.118)
5) Principio de la contradicción de la prueba. Significa que la parte
contra quien se opone una prueba debe gozar de oportunidad procesal para
conocerla y discutirla, incluyendo en esto el ejercicio de su derecho de
contraprobar.

46
6) Principio de igualdad de oportunidades para la prueba, que las
partes dispongan de idénticas oportunidades para presentar o pedir la
práctica de pruebas, persigan o no contradecir las aducidas por el contrario.

7) Principio de publicidad de la prueba, para ello, debe permitirse a


las partes conocerlas, intervenir en su práctica, objetarlas si es el caso,
discutirlas y luego analizarlas para poner de presente ante el juez el valor
que tienen, en alegaciones oportunas.
8) Principio de la formalidad y legitimidad de la prueba, para que
tenga validez se requiere que sea llevada al proceso con los requisitos
procesales establecidos en la ley; el segundo exige que se utilicen medios
moralmente lícitos y por quien tenga legitimación para aducirla.
9) Principio de preclusión de la prueba. Con él se persigue impedir
que se sorprenda al adversario con pruebas de último momento, que no
alcance a controvertir, o que se propongan cuestiones sobre las cuales no
pueda ejercitar su defensa.
Es preciso advertir, que estos principios se encuentran presentes en
todos los procesos judiciales, independientemente de la materia que regula,
así como en los procedimientos administrativos, lo cual permite mantener un
equilibrio jurídico al momento de apreciar y valor la prueba por quien decide
en dicho procedimiento.
No escapa, como se ha hecho referencia a lo largo del presente
trabajo, la vigencia de estos principios en el proceso penal, el cual es la
expresión máxima de respeto y garantías constitucionales, habida cuenta del
interés del Estado de ejercer el poder punitivo conforme a las previsiones que
regulan el respeto a los Derechos Humanos.
Lo anterior permite afirmar con certeza, que en el proceso de reflexión
interior que realiza el juzgador o juzgadora, al momento de aplicar la sana
crítica con respecto al cúmulo de elementos probatorios, no debe obviar la
tarifa legal que emana de los Instrumentos Públicos Administrativos, por

47
cuanto no puede modificar la incidencia jurídica que aporta este tipo de
prueba documental, verbigracia, el certificado de registro de un vehículo, el
cual goza de una presunción de legitima, veracidad y legalidad, sino ha sido
impugnado a través del procedimiento previsto en el Código Civil (CC, 1982),
con mayor razón con el Protocolo de Autopsia.

3.6.- La Prueba Documental en el Proceso Penal

En la presente investigación, se analiza como se ha venido


argumentando supra, que el Protocolo de Autopsia es un documento del tipo
administrativo, calificado por la doctrina y la jurisprudencia como Instrumento
Público Administrativo, sin embargo, su naturaleza a la luz del Derecho
Procesa Penal, es una prueba documental que plasma una experticia
científica y en consecuencia deberá producirse en juicio con la incorporación
del documento que la contiene y la exposición oral del sujeto que suscribió
dicha documental.
A tales fines, resulta necesario definir qué es un documento, según
Echandia (1974), es “toda cosa que sea producto de un acto humano,
perceptible con los sentidos de la vista y el tacto, que sirve de prueba
histórica indirecta y representativa de un hecho cualquiera” (p.34), luego
explicando la naturaleza jurídica agregó que es “un medio de prueba
indirecto, real objetivo, histórico y representativo”.
Ya ubicando el tema, en lo que se refiere al uso del Instrumento
Público Administrativo, el autor Delgado (2014), hace referencia a la falta de
regulación expresa por parte del Código Orgánico Procesal Penal (COPP,
2012), con respecto a la prueba documental, afirmando que: “Al igual que la
confesión, el COPP (sic) no regula en forma especifica el documento como
medio probatorio, ni lo contempla dentro de las disposiciones generales del

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régimen probatorio” (p. 225), aun y cuando algunas de sus normas hacen
referencia en el numeral 2 del artículo 322 y el artículo 341 del COPP, 2012.
Ahora bien, los documentos que existen según el ordenamiento
jurídico venezolano, pueden ser públicos, incluyendo en ésta categoría a los
instrumentos públicos y los auténticos, siempre y cunado hayan sido
autorizados por un funcionario público o funcionaria pública, según expresa
el artículo 1357 del Código Civil (CC, 1982); además de ellos se encuentra el
documento privado, reglado en el 1363 del CC, 1982, como el que se
expresa la voluntad o se deja constancia de un determinado negocio jurídico
entre sujetos de derechos, haciendo prueba entre ellos, se incluyen en el CC,
1982, las cartas misivas, los telegramas y los libros de los comerciantes.
Para Delgado (2014), existen otras clases de documentos los cuales
los califica como simple o representativo, definiéndolo como “hecho vacío de
toda declaración expresa de su autor”, tales como “fotografías, planos,
radiografías” etc., y los declarativo, “cuando su autor plasma en él una
especial manifestación de su pensamiento o voluntad” (p.227), estos últimos
se refiere a los expresados en el CC, 1982, como privados.
Sostiene el mencionado autor, que esa presunción que el legislador ha
reconocido en los instrumentos públicos, en cuanto a que hacen plena fe sino
son desvirtuados o tachados de falso, “debe tener vigencia en el proceso
penal a pesar del sistema de la libre convicción razonada” con lo cual “el juez
penal también debe estar sujeto a la eficacia probatoria que la ley civil, le
otorga a los instrumentos públicos” (p.242)
En igual argumento sostiene Cabrera (1999), citado por Delgado
(2014), en cuanto al valor probatorio del Instrumento Público, agrega que:

No pueden ser desconocidos en su contenido por un jurado o por


un Tribunal Penal, sin infringir las leyes vigentes que atribuyen
esos efectos jurídicos o la existencia de unos hechos en forma
erga omnes, (...) el documento debe estar probando, no por la
sana critica y la libre convicción, sino por los efectos que la ley le
atribuye a los diversos documentos. (¿Cómo negar un acto

49
registral y su proyección jurídica por ejemplo?), y creemos que el
juez profesional, por la aplicación de la ley, siempre deberá tener
en cuenta los valores de la autenticidad, así el COPP calle sobre
ellos (pp 78-79)

Insiste Delgado (2014), que no sólo se expresó esa necesidad de


valoración de los instrumentos públicos en sede penal, sino que además la
Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia (SCONST-TSJ), en
sentencia N° 7, del 02 de febrero del año 2000, caso José Amado Mejías y
otros, la cual entre otras cosas reguló el procedimiento de las acciones de
amparo constitucional, afirmó la necesidad de ser valorado conforme a las
previsión del Código Civil (CC, 1982), estableciendo lo siguiente:

El principio de libertad de medios regirá estos procedimientos,


valorándose las pruebas por la sana crítica, excepto la prueba
instrumental que tendrá los valores establecidos en los artículos
1359 y1360 del Código Civil para los documentos públicos y en el
artículo 1363 del mismo Código para los documentos privados
auténticos y otros que merezcan autenticidad, entre ellos los
documentos públicos administrativos”

Como puede evidenciarse, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo


de Justicia (SCONST-TSJ), reconoce que en el sistema de valoración de
pruebas a través de la sana crítica, deberán no sólo ser apreciados los
instrumentos públicos conforme la tarifa legal que dispone el Derecho
Común, sino además los documentos públicos administrativos, que en la
presente investigación señalamos como Instrumentos Públicos
Administrativos, motivado a las aclaratorias efectuadas por el Tribunal
Supremo de Justicia y que fueron expresadas en el capítulo II.
Abundando en este tema, es necesario precisar que los Instrumentos
Públicos Administrativos, dan fe pública de lo expresado en su contenido,
para Pérez (2013), “La fe pública se relaciona con determinadas cosas,
documentos y signos a los cuales el Estado vincula la idea de autenticidad y
veracidad.” (p.44),

50
Luego agrega la autora, en relación a los documentos que se producen
en materia penal lo siguiente; “todo documento es un escrito, pero no todo
escrito es un documento. Ahora bien, para que un escrito sea considerado
documento debe ser jurídicamente relevante, por ello debe contener una
manifestación de voluntad con aptitud probatoria” (p. 63)
Es innegable que el Protocolo de Autopsia, como Instrumento Público
Administrativo en beneficio de la acción penal, guarda elementos que lo
individualizan como medio probatorio, antes y durante el juicio penal e
inclusive luego de él, es decir, sus efectos subyacen en el tiempo,
obviamente es un documento administrativo que genera consecuencias en el
campo Civil y en el Penal. Su apreciación como Instrumento Público
Administrativo, no puede ser objeto de una libre apreciación, porque
constituiría analizar nuevamente la veracidad, legitimidad y legalidad de una
prueba que el Derecho ya le otorga una presunción favorable.
Para ello, el Instrumento Público Administrativo, goza no solo de la
presunción que establece la tarifa legal destacada el artículo 1359 del Código
Civil (CC, 1982), la cual señala “el instrumento público hace plena fe, así
entre las partes como respecto de terceros”, sino que además, por ser un
acto administrativo, el mismo goza de una eficacia jurídica que se mantiene
de no ser impugnado, por poseer esa ya tantas veces mencionada
presunción desvirtuable de veracidad y legitimidad de su contenido, la cual
se mantendrá incólume salvo que sea impugnada.
Toda estas razones evidencian pues, la necesidad de que los Jueces y
Juezas, al momento no sólo de admitir el ofrecimiento de las pruebas, sino al
producirse la misma, en ese interés de mantener el principio contradictorio
del proceso y de la prueba vigente, indicar a las partes que dicho
documental, es un Instrumento Público Administrativo y que si no ha sido
objeto de impugnación mediante la tacha de falsedad u otro medio
disponible, será apreciado en su totalidad conforme a las previsiones del CC,
1982.

51
CAPÍTULO IV

GARANTÍAS CONSTITUCIONALES VINCULADAS EN LA VALORACIÓN


DEL PROTOCOLO DE AUTOPSIA COMO INSTRUMENTO PÚBLICO
ADMINISTRATIVO

4.1 Garantías Constitucionales inherentes al Proceso Penal.

Para poder decantar la serie de garantías constitucionales que son


inherentes al Proceso Penal, que en definitiva inciden en la apreciación del
Juzgador o Juzgadora, se estima reunirlas en cuatro categorías, en una
suerte de paralelogramo como el rombo, agrupando en un primer grupo a los
sujetos que intervienen; otro grupo, las normas jurídicas aplicadas, un tercer
grupo el órgano jurisdiccional y un cuarto el proceso, todos ellos constituyen
elementos indispensables para la realización de la justicia, conforme lo
expresa la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV,
1999).

Los Sujetos Procesales

En todo proceso penal existen determinados sujetos procesales que


cumplen un rol en específico dentro del mismo, no se pretende dentro del
presente capítulo enumerar las funciones, derechos, cargas y obligaciones
que tienen cada uno de ellos dentro del proceso penal, entendiéndolo en sus
cuatro fases, sino que se busca ilustrar las garantías constitucionales que se
encuentran presentes cada vez que cada uno de ellos, participa activa o
negativamente en el proceso penal.

52
Así se tiene que el representante del Ministerio Público (MP), cumple
una función destacable dentro del Proceso Penal, más allá del protagonismo
en su legitimidad para actuar en nombre del Estado, sino en su verdadero y
constitucional sentido, como preceptúa la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela (CRBV, 1999), en los numerales 1 y 2 del artículo
285, el cual establece como atribución la de garantizar en los procesos
judiciales, el respeto de los derechos y garantías constitucionales –sentido
lato-, pero además la celeridad y buena marcha de la administración de
justicia, el juicio previo y el debido proceso.
Se constituye así en responsable de garantizar que el proceso se
materialice en la forma que dispone el artículo 257 de la CRBV, 1999, es
decir, como instrumento fundamental para la realización de la justicia. De
aquí la necesidad que, todo elemento probatorio que permita coadyuvar en
cumplir esta función tan esencial y de tan alto contenido constitucional,
contribuye al ejercicio de la acción penal, por cuanto desde está óptica, no
verá el proceso como parte del mismo, sino como aquel sujeto procesal que
podría encauzarlo sino cumple con su fin.
Esa función tan especial que indican los numerales referidos
anteriormente, son la piedra de lanza al momento de ejercer e lus puniendi,
desde la aplicación del principio de legalidad contenido en el 137 de la
CRBV, 1999, hasta la observancia del postulado de la garantía constitucional
del debido proceso –artículo 49-, que en definitiva describe no solamente el
juicio previo, sino el ejercicio del derecho a la defensa.
Con relación al investigado o la investigada, el imputado o la
imputada, las garantías constitucionales operan a su favor, si bien para el
resto de sujetos procesales es una obligación fundamental, para éste, es su
facultad de actuación y el límite de los demás. Por una parte, obra en su
interés, el derecho a la defensa y de ser informado de los hechos por los que
presuntamente se le investiga, luego el derecho al acceso del material
probatorio y del lapso oportuno que otorgue la ley, para ejercer su defensa.

53
Pero no se agotan allí sus garantías constitucionales, es preciso
destacar que, el derecho de ser considerado inocente durante todo el
proceso penal, es la garantía máxima que detenta el imputado o la imputada,
la investigada o el investigado, por cuanto todos los medios probatorios que
se empleen durante la incorporación de las pruebas al proceso, deberán ir
dirigidas a rebatir su presunción de inocencia. Esta garantía se mantiene aún
y cuando recaiga sobre el imputado o la imputada, una medida cautelar de
privación judicial preventiva de libertad.
Es necesario pues, que los medios probatorios empleados durante el
proceso penal, contribuyan a ser céleres y eficaces a los fines de que la
decisión se logre en un plazo razonable, evitando así que los órganos de
prueba acuden una y otra vez a las sedes judiciales sin que se logre su
cometido, lo cual entorpece la buena marcha de la administración de justicia
y como consecuencia de ello, se vea comprometida la Tutela Judicial
Efectiva.
Los órganos policiales y de investigación, cumplen un rol importante
dentro del proceso penal, por ser ellos los que coadyuvan con el Ministerio
Público a la investigación de la verdad, como fase inicial del proceso penal,
su deber como cumplidores de las garantías constitucionales, lo hacen objeto
de mayor atención en el desarrollo del proceso.
Esta función va dirigida a cumplir las garantías constitucionales en dos
sentidos, la primera de ellas, al momento de iniciar la investigación, de
proveer pruebas debidamente obtenidas, en apego al debido proceso, que
desprendan un alto grado de certeza en su obtención pero a su vez de un
alto nivel científico al ser analizadas y estudiadas, sujetando su actuación a
la legalidad que prescribe el artículo 137 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela (CRBV, 1999).
En segundo lugar, el respeto al derecho a la defensa del investigado o
investigada, en relación a su estado de libertad personal, salvo que medie
orden judicial o se encuentre en flagrancia, pero además, aún y cuando estas

54
opciones se ejecuten, se considere siempre inocente. El producto de esa
investigación policial científica, es de vital importancia para el proceso penal,
porque no sólo describe en términos de tiempo, modo y lugar en que sucedió
el hecho, sino que además se acompañan elementos que sí bien no vinculan
al sujeto aprehendido o investigado con los hechos, determinan
circunstancias relevantes para calificar la conducta típica, así por ejemplo, el
Protocolo de Autopsia, el cual vincula un suceso –la muerte- con el carácter
penal de la misma, como exigencia del numeral 1 del artículo 49 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV, 1999).
Para el juez, como máximo garante del debido proceso, la celeridad y
la imparcialidad en sus decisiones, así como la economía procesal, se dirigen
todas las garantías constitucionales, como responsable que éstas se
cumplan y se respeten por los sujetos procesales, inclusive del control de las
acciones del Ministerio Público (MP) cuando no se ciña a los parámetros
constitucionales y legales.
Como responsable por velar la constitucionalidad de las actuaciones,
deberá además sujetar su actuación a los lineamientos de la CRBV, 1999, al
momento de apreciar y valorar las pruebas incorporadas al proceso penal,
aún bajo el sistema de valoración de la sana crítica, tal como lo refiere la
Sala de Casación Penal del Tribunal Supremo de Justicia (SCPTSJ) en
sentencia N° 159, del 20 de mayo de 2010, deberá respetar los límites del
juicio sano.
De tal suerte, que el Juez o Jueza deberá hacer respetar el debido
proceso como garantía constitucional, compuesta por otras tantas garantías
que se hacen inescindibles en todo momento, desde el inicio de la
investigación penal, garantizando que el imputado o imputada e inclusive el
investigado o investigada, puedan acceder y ejercer los medios de defensas
idóneos. Además de ello, controlar la constitucionalidad de la actuación
fiscal, vale decir, ejercer las funciones de control –valga la tautología- sobre

55
las dos primeras fases del proceso penal, como son la investigación y la
intermedia.

Normas Jurídicas Aplicadas

Para que exista persecución penal por parte del Estado, debe existir el
presupuesto material que autorice o permita activar los órganos del Estado
para el ejercicio de la acción penal. Esto no es otra cosa que la consecuencia
del principio de legalidad, conocido como Nullum crimen sine lege. Esta
afirmación constituye la garantía esencial de todo Estado Democrático y
Social de Derecho y de Justicia, cumple así una función política y social, por
cuanto constituyen el límite infranqueable para el poder penal del Estado
hacia los ciudadanos y ciudadanas.
Se observa así que ese respeto al principio de legalidad, abarca no
sólo la posibilidad de perseguir determinada conducta típica o sancionada
por la Ley, sino que además debe estar presente en cada actuación del
órgano judicial al momento de apreciar los medios probatorios, sobre la base
del conjunto de previsiones que existen en el ordenamiento jurídico, esto
implica que el Juez o Jueza se entiende conoce el derecho (Iura novit curia, -
mejor conocida como del Derecho conoce el Tribunal).

El Órgano Jurisdiccional

La justicia se administra en la República Bolivariana de Venezuela, a


través de los Tribunales de la República, con la competencia debida para
poder juzgar en materia penal. De esta afirmación se deduce la garantía
constitucional de los Jueces Naturales, evidenciándose así dos premisas, la
primera que son los órganos del Poder Judicial quienes tendrán la potestad
de administrar justicia en nombre de la República, conforme lo prevé el
artículo 253 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela
(CRBV, 1999), por otra parte, que serán los jueces naturales con
competencia para ello y no otros los que podrán conocer los juzgamientos en

56
materia penal, pero implica además no sólo facultad para actuar sino
territorial.
Como consecuencia de lo anterior, no podrá un particular o cualquier
otro organismo tomar la justicia en sus manos, y aducir que en nombre de la
República administra justicia penal, esto llevaría al descalabro del Estado de
Derecho, usurparía funciones de otro poder público, es decir, se encontraría
en franca contradicción con lo dispuesto en el artículo 138 de la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV, 1999), la cual refiere que
“toda autoridad usurpada es ineficaz y sus actos son nulos”. Por ello son los
Tribunales de la República los únicos autorizados constitucionalmente, para
juzgar hechos que revisten carácter penal.

El Proceso

Como instrumento fundamental para la realización de justicia, el


proceso penal funda su desenvolvimiento, vale decir, el procedimiento, bajo
el esquema del sistema acusatorio, el cual según entiende la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia (SCONST-TSJ), en
sentencia N° 3167, de fecha 09 de diciembre de 2012, que bajo dicho
sistema, se “reconoce al imputado su calidad de sujeto de derecho al que le
corresponden una serie de garantías penales de carácter sustantivo y
procesal, integrantes de las exigencias del debido proceso, que constituyen
límites infranqueables para el poder penal del Estado”, reafirma además la
Sala, que en el proceso penal, en fase de juicio, se evidencia el carácter
contradictorio del mismo, así como el reconocimiento inequívoco del derecho
a la defensa.
En el proceso penal, las partes cumplen su rol, debidamente asignado
por el Código Orgánico Procesal Penal (COPP, 2012), el juez o jueza juzga,
el Fiscal o la Fiscal, investiga y acusa, el imputado o imputada ejerce
contradicción a los hechos incriminados. Es decir, el debate se encuentra

57
centrado en la actividad probatoria que despliegue cada sujeto procesal a los
fines de convencer al Juez o Jueza, de la razón probatoria que lo acompaña.
A través del proceso penal, como se adelantó en los párrafos
anteriores, se permite que el Juez o Jueza pueda controlar la investigación
efectuada por el representante fiscal, pero además la garantía de control del
propio juzgador a través de las Cortes de Apelaciones, lo cual redunda en un
control de la imparcialidad de ese sujeto decisor. Razón por lo cual –cree el
autor- que es un proceso garantista, que se acerca a lo que informaba
Ferrajoli (1989) al hablar del proceso penal, aseveró “los presupuestos
epistemológicos del garantismo penal con las condiciones que deben ser
dispuestas en el plano legal y satisfechas en el judicial para permitir la
decidibilidad en abstracto y la decisión en concreto de la verdad procesal”
(p.116).
Es necesario volver a retomar el hecho que en el proceso penal a
diferencia de los procesos escritos, las pruebas que pueden ser valoradas y
estimadas por el Juez o Jueza, son las producidas en el debate oral y
público, en el juicio, lo cual garantiza no solo el debido proceso sino además
la tutela judicial efectiva, al verificarse los principios procesales de
contradicción, inmediación y concentración, con lo cual, no existe prueba
secreta o sumaria que atente contra el derecho a la defensa del imputado o
imputada.

4.2.- La justicia y el proceso como fin esencial

Como se desarrollo en el presente capítulo, no cabe lugar a dudas que


el sistema procesal arriba descrito, verifica que en cada fase las garantías
constitucionales sean respetadas, pero además requiere del operador y el
auxiliar de justicia, según el rol que se encuentre, exigir en cada momento su
respeto. No basta con convertirse en una parte o sujeto procesal que se
mantenga de manera inercial atado al proceso, debe por su puesto inquirir

58
que en cada fase del procedimiento se mantenga incólume la garantía
constitucional del debido proceso.
La anterior reflexión busca establecer que el garantismo del cual se
desprenden el proceso penal, sea efectivo, de allí que sobre la base de lo
informado a lo largo del trabajo, se puede evidenciar que la afirmación ya
recurrente, que el Protocolo de Autopsia es un Instrumento Público
Administrativo, en provecho de la acción fiscal y la celeridad procesal, no es
un simple acto de pensamiento ligero, pues como se estudió, existen a luz de
la doctrina y la jurisprudencia, elementos que lo identifican como un acto
administrativo del tipo declarativo y como consecuencia de ello, en un
Instrumento Público Administrativo, susceptible de ser impugnado, pero
además con un valor probatorio asignado por el Derecho Común.
Tal señalamiento obedece, principalmente, a que lo expuesto suprar
repercute en el campo del sistema de valoración de pruebas en el proceso
penal, tal como lo expresa el artículo 22 del Código Orgánico Procesal Penal
(COPP, 2012), en el cual destaca que las pruebas se valoran conforme a la
sana crítica. Ésta norma, pareciera dejar de un lado las disposiciones del
ordenamiento jurídico que regulan la apreciación de las pruebas
documentales, máxime si se ha convenido a lo largo del trabajo, que el
documento Protocolo de Autopsia es un género del Instrumento Público, con
ocasión del emisor de dicho acto y en caos de no ser impugnado debe
tenerse como público, de tal manera que vale plenamente.
Sin embargo, la Sala de Casación Penal del Tribunal Supremo de
Justicia (SCPTSJ), ha tratado de solventar esta situación, mediante
sentencia N° 153, del 25 de marzo de 2008, interpreto el hoy día artículo 225
del COPP, 2012, pero además en referencia a un caso en el cual, sucedió la
inasistencia del médico forense, concluyendo que de la norma que se deriva
dicha actuación, se infiere “la condición autónoma de ésta prueba
documental que contiene el mencionado dictamen, lo que determinará su
independiente apreciación y valoración, ante la incomparecencia del

59
experto”. Se pretende pues dar salida a una situación que como se denota,
es la incomparecencia del experto al debate oral y público, lo cual trae como
consecuencia que el juicio se suspenda y en el peor de los casos se
interrumpa, atentando contra la celeridad procesal.
En tal sentido, el Instrumento Público Administrativo, Protocolo de
Autopsia coadyuva en el respeto de las garantías constitucionales que
devienen del debido proceso, así como en el correcto ejercicio de la acción
fiscal, por cuanto aportará no sólo un elemento de convicción más, sino una
prueba documental que otorga certeza jurídica, que contribuye con la
celeridad procesal, en razón que en el debate oral y público, ya una de las
pruebas puede ser incorporada de inmediato al proceso.

60
CAPÍTULO V

CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

5.1 Conclusiones.

En relación a lo expuesto anteriormente, resulta necesario emitir las


siguientes conclusiones conforme a los planteamientos desarrollados a lo
largo de cada capítulo.
De tal manera que, en relación al primer capítulo referido a la definición
del Instrumento Público Administrativo, tomando en consideración lo
expuesto por la doctrina y la jurisprudencia, se arribó a las siguientes
conclusiones:
Se evidenció que el Instrumento Público Administrativo, aclaró la
doctrina y la jurisprudencia, es una tercera categoría de documentos que
presenta como particularidad que son suscritos y emitidos por un funcionario
público o funcionaria pública competente, vale decir, con la facultad otorgada
por la Ley para emitir un determinado acto administrativo. Elementos que lo
distinguen frente a otros documentos que si bien emanan de la
administración pública, no adquieren dicha cualidad, verbigracia, los actos de
sustanciación de los expedientes administrativos.
Igualmente se verificó que el Protocolo de Autopsia, califica como un
documento administrativo que reúne las características de un Instrumento
Público Administrativo, por ser este un acto administrativo del tipo declarativo
que expresa la voluntad de la administración pública, a través de un
funcionario debidamente facultado por su ciencia, para arribar a conclusiones
de tipo científica, otorgando certeza jurídica al mismo.

61
En ese mismo sentido, se estableció que el Instrumento Público
Administrativo es un medio probatorio documental, dotado de una presunción
desvirtuable de veracidad y legitimidad de su contenido, con lo cual, la vía
para arrebatar esa presunción legal es la tacha de falsedad del mismo.
Razón por la cual, argumento en contrario, sí no ha sido desvirtuado el
mismo, deberá ser valorado por el Juzgador o Juzgadora, bajo el
presupuesto legal que el Derecho Común otorga al documento público.
Adicionalmente a lo expuesto, es innegable el valor instrumental del
Protocolo de Autopsia, por cuanto éste Instrumento Público Administrativo
incide en el Derecho Civil y el Derecho Penal, en el primero de ellos, por
cuanto genera la consecuencia prevista en la Ley del Registro Civil (LRC,
2009), el segundo, por que de su estudio, arrojare elementos de convicción
de interés criminalístico de relevancia penal.
Con referencia al segundo capítulo, acerca de los principios procesales
del Derecho Común, que son aplicables al Proceso Penal, con el fin de valor
el Protocolo de Autopsia como un instrumento público, se llegó a las
siguientes conclusiones:
Sobre el análisis de la Teoría General del Proceso así como de la
Teoría General de la Prueba, confirman que el uso como medio probatorio
del Instrumento Público Administrativo, es procesal y probatoriamente
factible, por cuanto el Derecho Procesal Penal comparte ampliamente las
nociones de ambas teorías, por ser fuente común y que su disposición frente
a dicho proceso, se ajusta al desarrollo de las garantías constitucionales.
El Protocolo de Autopsia por ser un Instrumento Público Administrativo,
con una presunción desvirtuable de veracidad y legitimidad de su contenido,
adquiere para el campo del Derecho Procesal, suma importancia, por cuanto
su consideración coadyuva en la calificación del tipo penal aplicable por el
Fiscal del Ministerio Público, al momento de ajustar una conducta
reprochable a la consecuencia jurídica, motivado a que no es solo un indicio

62
en la investigación sino una verdadera prueba que transciende más allá del
proceso penal.
Como conclusión primordial, se determinó que el sistema de valoración
de pruebas en el proceso penal, establecido en el artículo 22 del Código
Orgánico Procesal Penal (COPP, 2012), no afecta a la sana crítica ni la libre
convicción razonada, al contrario contribuye en su desarrollo, al considerar al
Protocolo de Autopsia como Instrumento Público Administrativo, en razón
que los motivos que originan o forman la prueba documental, mantienen
similitud con los principios probatorios del Derecho Común, con lo cual, se
puede calificar la prueba como necesaria, legitima, legal y pertinente para el
proceso penal.
Como consecuencia de la anterior, al no ser objetado el Instrumento
Público Administrativo, Protocolo de Autopsia, el mismo adquiere la condición
de instrumento público, razón por la cual, el juez o jueza al valorar dicha
prueba, no debe desconocer la tarifa legal que de ella dimana en el Derecho
Probatorio.
Con respecto al cuarto capítulo, se determinó que las Garantías
Constitucionales inmiscuidas dentro del proceso penal al considerar al
Protocolo de Autopsia como Instrumento Público Administrativo, no se ven en
nada lesionadas, al contrario resultan sumamente favorecidas, en razón de lo
siguiente:
Por ser el Protocolo de Autopsia, un Instrumento Público Administrativo,
coadyuva en la celeridad procesal y economía procesal, por cuanto se
prescindiría de la concurrencia del médico o médica forense a la audiencia
de juicio, beneficiando el proceso penal y a su vez las labores del Servicio
Nacional de Medicina Forense.
De igual manera, las Garantías Constitucionales presentes al
considerar Protocolo de Autopsia, como Instrumento Público Administrativo,
son la expresión del debido proceso, el principio de legalidad y la tutela
judicial efectiva, ya que el operador de justicia reflejaría el debido

63
conocimiento del Derecho Procesal y del Probatorio, guardando congruencia
con el principio de ser el Juez el que conoce del Derecho.
Como conclusión especial, la consideración estudiada, permitirá al
Fiscal del Ministerio Público, contar con una verdadera prueba de certeza
que lo acompañará desde la fase inicial de la investigación, hasta que sea
ofrecida en el juicio oral y público, permitiendo así durante el desarrollo del
proceso ya en fase de juicio, a través del debate oral y público, asumir que
uno de los elementos de convicción inicial, es la prueba material que sirve de
soporte a una de las condiciones objetivas de punibilidad.

5.2 Recomendaciones.

Congruente con las conclusiones arriba expuestas, resulta conveniente


realizar las siguientes consideraciones, sobre la base de los capítulos
expuestos, en ese sentido, lo desarrollado en el primer capítulo guardaría
una mayor pertinencia sí:
A los fines de sostener que el Protocolo de Autopsia es un acto
administrativo de tipo declarativo que da certeza científica de un hecho
estudiado e investigado, deberá cumplir además con las previsiones que
establece el artículo 18 de la Ley Orgánica de Procedimientos
Administrativos (LOPA, 1981), a los fines de complementar dicho carácter,
entendiendo que el mencionado instrumento no sólo tiene incidencia en el
campo penal, sino además genera consecuencias en el aspecto civil.
Resulta de suma importancia a su vez, que al momento de ofrecerse
como medio probatorio el Protocolo de Autopsia, se informe en el acto
conclusivo, conforme lo prevé el artículo 308 del Código Orgánico Procesal
Penal (COPP, 2012), que dicha documental por ser un Instrumento Público
Administrativo, deberá ser incorporada al juicio por su lectura, motivado a la
tarifa legal que le precede, al ser considerado por la doctrina y la
jurisprudencia, un tercer tipo de prueba documental.

64
Con relación a los Principios Procesales Comunes y su pertinencia y
correspondencia con el Derecho Procesal Penal, sobre la base de las
Teorías Generales del Proceso y Probatoria, se recomienda que:
La Escuela Nacional de Fiscales del Ministerio Público, incorpore a los
procesos formativos, el estudio del Derecho Procesal, como herramienta
indispensables para todo Fiscal del Ministerio Público, en un campo que día
a día se encuentra interpretando y ajustando los procedimientos judiciales.
Es necesario que a través de la Sala Constitucional e inclusive a los
fines internos del Ministerio Público, a través de la Dirección de Revisión y
Doctrina, emitan la debida interpretación al artículo 22 del Código Orgánico
Procesal Penal (COPP, 2012), a los fines de ratificar que el límite a la sana
crítica y libre convicción razonada como sistema de valoración probatoria en
el proceso penal, tiene su límite en el principio de legalidad constitucional y la
comprensión del resto del ordenamiento jurídico, en especial del Derecho
Probatorio.
Sí bien, el uso de medios audiovisuales, por supuesto coadyuvan en la
celeridad del debate probatorio, sin embargo la falta de regulación y uso de
los mismos podría impedir su utilización. De allí que, el empleo de una
correcta interpretación del Derecho Procesal, en especial en Instrumentos
Públicos Administrativos, coadyuvarían a imprimir la celeridad procesal
necesaria, en los procesos penales.
Finalmente en relación a las Garantías Constitucionales, como bien se
afirmó supra, se ven favorecidas al sostener que el Protocolo de Autopsia es
un Instrumento Público Administrativo, por cuanto incide de manera
inmediata en el proceso penal, al afectar de manera positiva la celeridad
procesal y el buen desarrollo de los juicios, razón por la cual debería ser el
principal argumento al momento de ejercer la acción fiscal.

65
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