Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Aquí es donde entran las figuras de los indios nómadas como los llama Hobsbawm.
Ellos no eran el único pueblo que no comprendía el racionalismo burgués e
individualista a propósito de la tierra. De hecho, la gran masa de pobladores rurales
coincidían en abominar de él.
Solo una revolución político legal dirigida contra los señores y los campesinos
tradicionalistas, podía establecer las condiciones para que la minoría racionalista se
convirtiera en mayoría.
Su objetivo era hacer de la tierra una mercancía. Había que abolir los mayorazgos y
demás prohibiciones de Venta o dispersión que afectaban a las grandes
propiedades de la nobleza y someter a los terratenientes a la bancarrota. Pero esto
solo se conseguiría si los campesinos desde citas filas muchos de ellos se
elevarían, llegaban a convertirse en una clase libre capaz de disponer de todos
los recursos; un paso que también realizaría automáticamente el tercer
objetivo → la creación de una fuerza laboral "libre", compuesta por todos los
que no habían podido convertirse en burgueses. Esto, nos dice el autor,
tendría una ventaja crucial ya que el jornalero libre, abierto al incentivo de
mayores ganancias, demostraría ser un trabajador más abierto al incentivo de
mayores ganancias, demostraría ser un trabajador más eficiente que el
labrador forzado, fuera siervo, peón o esclavo. Sólo así emigrarían a las
ciudades y fábricas en las que sus músculos eran cada vez más necesarios.
II
En Francia (como bien apoyaba Bianchi citando a nuestro autor) la abolición del
feudalismo fue obra de la revolución. La presión de los campesinos y el jacobinismo
impulsaron la reforma agraria más allá de lo que el desarrollo capitalista hubiera
querido. Sin embargo, la Revolución Francesa no fue la única fuerza que contribuyó
a una completa reforma de las relaciones agrarias. En el imperio de los Habsburgo,
José II abolió la servidumbre y secularizó muchas propiedades rústicas de la Iglesia
entre 1780 y 1790.
Los factores de la Revolución Francesa, el argumento económico racional de los
trabajadores libres y la codicia de la nobleza determinaron la emancipación de los
campesinos de Prusia entre 1807 y 1816. A cambio de la abolición del trabajo
forzoso y los tributos feudales y por sus nuevos derechos de propiedad, el
campesino estaba obligado a dar a su anterior señor un tercio o la mitad de su
posesión o una suma equivalente de dinero.
En suma, podemos decir que la mayor parte de las disposiciones legales para
establecer unos sistemas burgueses de propiedad rural se dictaron entre 1789 y
1812. Sus consecuencias fueron mucho más lentas, debido a la fuerza de la
reacción económica y social después de la derrota de Napoleón. En general, cada
posterior avance liberal impulsaba la revolución legal a dar un paso más hacia la
praxis, sobre todo en los países católicos, en dónde la secularización y venta de las
tierras de la Iglesia era una de las más apremiantes exigencias liberales.
Desgraciadamente, esta redistribución de la tierra en gran escala no produjo
la clase de propietarios o granjeros emprendedores y progresistas que se esperaba.
En Europa meridional surgió un nuevo y más riguroso grupo de barones que
reforzaba al antiguo. En esos regímenes la revolución legal había venido a reforzar
el viejo feudalismo con uno nuevo que en poco o nada beneficiaba a los pequeños
adquirentes y a los campesinos. En la mayor parte de este territorio, la vieja
estructura social conservaba todavía fuerza suficiente.
III
Por muy ineficaz y opresivo que el viejo sistema tradicional hubiera sido, también
era un sistema de considerable seguridad económica y social en el más bajo nivel;
sin mencionar que estaba consagrado a la costumbre y la tradición.
Así, la emancipación en Prusia le concedía los dos tercios o la mitad de la tierra que
ya habían cultivado y le liberaba del trabajo forzoso y otros tributos, pero le privaba
en cambio del derecho a la ayuda del señor en tiempos de mala cosecha o plagas
del ganado; del derecho a cortar o comprar barata la leña en el bosque del señor;
del derecho en caso de la extrema pobreza, o pedir ayuda al señor para pagar los
impuestos. Asimismo, la propiedad de la Iglesia podría haber sido ineficiente, pero
este hecho favorecía a los campesinos, ya que así su costumbre tendía a
convertirse en derecho de prescripción. La división y cercado de los campos, pastos
y bosques comunales, privaba a los campesinos pobres de recursos y reservas
a los que creían tener derecho, como parte de la comunidad que eran. Al
mismo tiempo, la introducción del liberalismo en la tierra era como una
especie de bombardeo silencioso que conmovía la estructura social en la que
siempre habían vivido y no dejaba en su sitio más que a los ricos: una soledad
llamada libertad, dice el autor ← Por esto podemos hablar de un “desamparo
social” como consecuencia de la caída del Antiguo Régimen. Desde luego, continúa
Hobsbawm, los campesinos no luchaban por la ley real, a quien apenas conocían,
sino por el ideal de un rey justo que, si les conociera, castigaría las transgresiones
de sus subordinados y señores.
IV (en este apartado habla de Europa y el efecto de la caída del Antiguo Régimen
en las colonias como Argelia, India inglesa, América Latina).
En suma, la India e Irlanda fueron quizá los peores países para los campesinos
entre 1789 y 1848.
I.
II.
Después de 1830, la situación cambió rápida y drásticamente; tanto que hacía 1840
los problemas característicos del industrialismo, los horrores de una vertiginosa
emigración del campo a la ciudad, etc. - eran objeto de serías discusiones en
Europa occidental y constituían la pesadilla de todos los gobernantes y
economistas.
Con la excepción de Bélgica y quizá Francia, el monótono período de verdadera
industrialización en masa no se produjo hasta después de 1848.
En 1846 la factoría que se arriesgó a fabricar cien segadoras mecánicas fue muy
solicitada por su audacia.
III.