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a) Planteo de la Cuestión.
Tal enfoque preferente. está impuesto por la finalidad de las jornadas a las
que se presenta el trabajo.
b) Distintas Hipótesis.
2) Dentro de los distintos actos de disposición entre vivos que puede reali-
zar una persona, podemos hacer Una primera y gran distinción: Contratoa del
causante con sus herederos forzosos y Contratos con terceros. En ambas hipótesis
podemos distinguir a la vez los actos onerosos de los gratuitos. Veamos cada uno
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de estos ca80S, omitiendo los actos onerosos con terceros por considerar que
carecen de interés a los fines que nos hemos propuesto.
Una tercera tesis ecléctica, aceptaba el criterio amplio, pero admitiendo que
la presunción era solo "Juris-tamtun". o sea que admitía la prueba en contrario.
Por eso se puede afirmar en la actualidad que lo. acto. a título oneroso entre
el causante y un heredero forzo.o, tales como ventas, permutas, etc" son perfec-
tamente válidos y el comprador no podrá luego ser obligado a colacionar el bien.
aún cuando 101 otros herederos no prestaran su conformidad.
5) No obstante cabe advertir que tales actos podrían ser atacados de simula-
ción. Es sabido que la simulación, cuando es intentada por un tercero ajeno al
acto simulado como serían los otros herederos, puede ser probado y de hecho,
por lo general lo es, por presunciones. 1\0 podría ser de otra forma ya que sería
injusto exigir al tercero, .~:, perjuicio de quien precisamente se ha efectuado la
simulación, que cuente con !,rueba documentada del vicio del acto.
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6) Por ello, a pesar de que, insistimos, la venta en esas condiciones e.
perfectamente válida, resulta conveniente procurar que el comprador pueda acre-
ditar aquellos extremos para luego, ante la eventualidad de una acción de simu-
lación, se encuentre en condiciones de destruir las presunciones aludidas.
De todas estas medidas, tal vez la más eficáz, sea la de hacer comparecer al
acto, a los restantes heredros a fin de que "reconozcan el carácter oneroso del
acto". Tal reconocimiento les impediría luego intentar una acción de simulación
en razón de que existiría una confesión del hecho, que no podría ser desconocida,
luego, por la misma parte que la efectuó.
Tal acto no eatá prohibido por la ley en razón de que no se t rataría de una
renuncia de derechos hereditarios futuros, ni a la acción de colación, sino simple-
mente de un reconocimiento de un acto jurídico presente. Por ello debemos ad-
vertir, aún cuando no digamos más que una verdad de perogruyo, que no se debe,
en estos casos, hacer constar que los herederos comparecientes renuncian a la
acción de colación y reducción, porque esto sí que implicaría una renuncia prohi-
bida, Insistimos en este aspecto en razón de que en la vida profesional, hemos
podido advertir el uso en escrituras de este tipo, can el carácter de fórmulas más
o menos de estilo, que se les hace efectuar a los restantes herederos, estas renun-
eras.
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6) Por ello, a pesar de que, insistimos, la venta en esas condiciones e.
perfectamente válida, resulta conveniente procurar que el comprador pueda acre-
ditar aquellos extremos para luego, ante la eventualidad de una acción de simu-
lación, se encuentre en condiciones de destruir las presunciones aludidas.
De todas estas medidas, tal vez la más eficáz, sea la de hacer comparecer al
acto, a los restantes heredros a fin de que "reconozcan el carÁcter oneroso del
acto". T a! reconocimiento les impediría luego intentar una acción de simulación
en razón de que existiría una confesión del hecho, que no podría ser desconocida,
luego, por la misma parte que la efectuó.
Tal acto no está prohibido por la ley en razón de que no se trataría de una
renuncia de derechos hereditarios futuros, ni a la acción de colación, sino simple-
mente de un reconocimiento de un acto jurídico presente. Por ello debemos ad-
vertir. aún cuando no digamos más que una verdad de perogruyo, que no se debe,
en estos casos, hacer constar que los herederos comparecientes renuncian a la
acción de colación y reducción, porque esto sí que implicaría una renuncia prohi-
bida, Insistimos en este aspecto en razón de que en la vida profesional, hemos
podido advertir el uso en escrituras de este tipo, con el carácter de fórmulas más
o menos de estilo, que se les hace efectuar a los restantes herederos, estas ren un-
eras.
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Las medidas podrán o DO tomarse, según el caso concreto, pero 10 importante
es que en lo posible se procure recurrir a las mismas, en salvaguarda de los inte-
reses del comprador.
Dicho de otra forma el arto 3604 contiene una presuncron de que toda venta
con reserva de usufructo o con cargo de renta vitalicia es en el fondo una dona-
ción disimulada, por ello faculta a 108 otros coherederos a pedir la reducción en
caso de que la misma supere la porción diaponible del causante. Pero si esos
coherederos hubieran prestado su consentimiento, el mismo vale para el código
tanto como un reconocimiento de que efectivamente el negocio jurídico ha sido
oneroso y como las transferencias onerosas del causante a loa legitimarios no
están sujetos a colación, el acto sería inatacable. En definitiva la presunción de
gratuidad de eae tipo de actos cede ante la confesión (léase reconocimiento) de
quien podría ampararse en ella, de que el acto ha sido efectivamente oneroso.
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hermano del comprador le facilita dinero dejándose constancia de que la suma
entregada le ha sido prestada para pagar el saldo de precio de aquella compra.
Ello importaría, a no dudarlo, un reconocimiento tácito del carácter oneroso de la
operación que le impediría luego, ampararse en la presunción de gratuidad del
arto 3604.
La hipótesis interesa porque pueden haber supuestos en que les sea posible de-
mostrar indubitadamente el carácter oneroso del negocio. Supongamos que no se
tratara de una venta sino de una permuta: en este caso le será perfectamente factible
al heredero, demostrar que la contraprestación existió, con sólo acreditar que el bien
que entregara en permuta, existe en el patrimonio del causante, que antea le perte-
neció y que su valor se corresponde con el del que recibiera a cambio.
(2) L.L. 75-918. C.B.MTouIlier. "Le droit civil francais", continuado y com-
pletado por Duvergier, 6, ed. vol. 3, 1~ parte, París, Nos. 132 y 133 ps.
87 y 88; V. Marcadé "Explication théorique et practique du code civil".
T. 3 7~ ed. Paría 1873, NQ 562, p. 472; Troplong, "Dcnations entre vifs
et testamenta", París, 1855, t. 11, NQ 846, pág. 466. Ch. Demolombe.
"Course de code Napoleón, Traité des donations entre vifs et des testa-
ments", 2'1-ed. París 1864, t. n, N9 517, p. 530/31; C. Aubry y C. Rau,
"Cours de droit civil francais", 4, ed. París, 1875, t. VII, párr. 684, ter.
p. 204; M. E. Saintespes Lescot, "Des donation entre vifs et des testa-
menta", París 1855, t. 11, NQ 388, p. 145; Coi n Delisle, "Commentaire du
titre des Donationa et testamenta", París 1855, p. 140, NQ 11; e. Baudry-
Lacantinerie y M. Colin, "Traité theorique et practique de droit civil. Des
donations entre des de.taments", 3, ed. París, t. J, 1905, Nos.: 815,
vifa et
818 y 820, ps. 392/93, A. Colin y H. Capitant, "Cours élémentaire de
droi civil fran~ais", 4'1-ed. París 1921, t. 11, p. 72 7.
(3) Fallos y disposiciones de la Excma. Cámara de Apelaciones de la Capital.
T.J. 2' ed., Bs. As. 1888, p. 474; e.F.T. 9, p. 41; T. 15, P. 357; T. 31;
P. 266; ].A.T. 38, P. 1170; T. 041.713; T. 42·714; etc.
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la p r esu ncro n contenida en el dispositivo es sólo "Juris tantum" admitiéndose por
ello, la prueba en contrario. (4)
Por nuestra parte, compartimos este último criterio en razón de que el pre-
cedente francés, a pesar del origen de nuestro dispositivo no se ajusta perfecta-
mente al sistema adoptado por el Código de Vélez en materia de presunciones
legales. (5) En efecto el Código Napoleón contiene en esta materia una regla
general que establece que toda presunción, legal debe considerarse "juris et de
jure" cuando en virtud de ella, los actos respectivos, son anulados, salvo que la
ley admita expresamente la prueba en eonteaeie. (Art. 1.352 Cód. Francés), o
sea que las presunciones creadas por la ley deben considerarse irrefutables, cuando
ésta expresamente no admite la prueba en contrario.
(7) Ver autores citados en nota NI;>6 de Laje, Ob. Cit. P. 618.
(8) Borda: ob. cit. Sucesiones. T.L, p. 454, NI? 642; Fornieles: T. 2, NI? 304.
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la pr esuncion contenida en el dispositivo es sólo "Juria tantum" admitiéndose por
ello, la prueba en contrario. (4)
Por nuestra parte, compartimos este último criterio en razón de que el pre-
cedente francés, a pesar del origen de nuestro diapositiva no se ajusta perfecta-
mente al sistema adoptado por el Código de Vélez en materia de presunciones
legales. (5) En efecto el Código Napoleón contiene en esta materia una regla
general que establece que toda presunción' legal debe considerarse "juris et de
jure" cuando en virtud de ella, los actos respectivos, son anulados, salvo que la
ley admita expresamente la prueba en contrario. (Art. 1.352 Cód. Francés), o
sea que las presunciones creadas por la ley deben considerarse irrefutables, cuando
ésta expresamente no admite la prueba en contrario.
(7) Ver autores citados en nota NI? 6 de Laje, Ob. Cit. P. 618.
(8) Borda: ob. cit. Sucesiones. T.I., p. 454, NI? 642; Fornieles: T. 2, NI? 304.
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11. ll) Donación con cargo: La donación con cargo se considera onerosa en
la medida del cargo y gratuita en lo que lo excede. Esto quiere decir que en la
porción en que la donación exceda el cargo, deberá colacionarse y en consecuencia
imputarse a cuenta de la hijuela.
A pesar del respeto que nos merece la opinión de este maestro, estimamos
que una renuncia de este tipo, no sóio importaría una renuncia a un derecho que
solo mira el interés individual, que es lo que permite el dispositivo en su segunda
parte, sino que, incluso, debe interpretarse como una renuncia general de las leyes,
que si está prohibida por la primera parte de la norma.
En el caso que nos ocupa, ocurre algo similar -la ley prohibe 108 pactos
sobre herencia futura por entender que ellos atentan contra la moral-. Una cláu-
sula que importe la renuncia a la acción de colación, acordada también en miras
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del orden público, constituiría una renuncia general de las leyes y violaría además
la prohibición del arto 19 y 1175 del e.e., pero no hay obstáculo legal para que
el heredero pueda renunciar a la acción cuando por la muerte del causante el bien
ya se encuentra en su patrimonio.
14) De todas ellas sólo merece especial consideración en este trabajo por su
vinculación notarial. el supuesto de cesión de derechos y acciones sobre un inmue-
ble. Al respecto la jurisprudencia ha sostenido que tal cesión no es colacionable
porq_ue de conformidad con lo dispuesto en el inc. 8 del arto 1791 no importan
donación todos aquellos casos por los que la cosa se entrega o se recibe gratuita-
mente, pero no con el fin de transferir o de adquirir el dominio de ella. (13)
ti) Donaciones del Causante a favor de un Tercero: 15) Las donaciones que el
causante haga a un tercero son perfectamente válidas, quedando sólo sujetas a la
acción de reducción, en caso de resultar en definitiva inoficiosa por exceder la
porción disponible que establece la ley, (art. 1830,1831,1832 del C.C.).
De tal forma que el título sólo podrá ser atacado SI afecta la legítima de los
herederos y sólo en esa medida.
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valor del bien se imputa a cuenta de su por cron hereditaria. La acción con que
cuentan los heredesos para lograr esta imputación se denomina acción de colación.
Nuestra leg islación, en esta materia, apartándose del Código Francés, ha adoptado
el sistema de colación "ficta", según el cual el heredero no está obligado a resti-
tuir el bien, sino su valor.
En este aspecto la doclrina es pacífica, (14) sobre todo por los claros tér-
minos de la nota al arto 3477 donde Vélez Se expresa categóricamente en contra
del sistema francés que admite la acción reivindicatoria en contra del tercer sub-
adquirente del bien donado. Se afirma en esa nota textualmente: "Designamos los
valores dados por el difunto, y no las cosas mismas, como lo dispone el Código
francés. La donación fue un contrato que transfirió la propiedad de la cosa al dona-
tario y este ha podido disponer de ella como dueño. Ese dominio no se revoca por
la muerte del donante ... El Código francés, por el contrario dispone que la cola-
ción se ha de hacer de los bienes mismos donados... Goyena combate muy bien
esta disposición del Código Francés".
Pues bien, si la colación no se hace COn los bienes donados, sino por la im-
putación de sus valores, y el dominio no se revoca por la muerte del causante,
es obvio que el tercero que adquirió el bien del donatario no puede ser alcanzado
por los efectos de la acción de colación ya que adquirió de quien tenía un dominio
perfecto e irrevocable. Si la cosa no puede ser traída a la sucesión ni aún cuando
permanece en poder del heredero, menos aún se lo puede hacer cuando ha
pasado a manos de un tercero.
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Ello importa destacarlo porque a veces se ha pretendido observar estos títulos
como totalmente idóneos para servir de suficiente garantía a un crédito. (16)
Cabe destacar que tal posición fue sostenida en voto dividido, lo que refleja
el estado de la cuestión a esa fecha.
(17) ].A.T.V.p.1.
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Ante la clara tipificación de la acción como de reivindicación que hace el
texto y la alusión de que ella se dá contra los terceros, esta parte de la doctrina
considera que no es admisible, por más contradicción que pudiera resultar -de
otros dispositivos legales ignorar esta norma; y por lo tanto convienen que el
heredero tiene acción persecutoria contra el tercer sub-adquirente de un bien que
en sus antecedentes reconoce una donación declarada inoficiosa. (18)
Según la tesis sustentada por LAURENT toda donación lleva implícita una
condición resolutoria tácita, que consistiría en que el dominio que por la misma
se adquiere queda condicionado al hecho de que la donación no exceda la parte
disponible del causante. Si la condición se cumple, o sea si la liberalidad afectara
la legítima de los herederos, el dominio quedaría resuelto.
Aceptada esta tesis debemos convenir que el dominio adquirido por donación
sería un caso de dominio imperfecto. En efecto, establece el arto 250 7: "Que el
dominio se llama menos pleno o imperfecto cuando debe resolverse al fin de un
cierto tiempo o al advenimiento de una condición.••". Luego como la revocación
del dominio imperfecto tiene efecto retroactivo al día en que se adquirió (art.
2669), autoriza al antiguo propietario a tomar el inmueble libre de todas las car-
gas, servidumbres o hipotecas con que lo hubiere gravado el propietario despo-
seído, o el tercer poseedor (art. 2670).
2) Tesis negativa: 20) E.n su momento esta tesis fue sostenida argumentán-
dese que el principio en la materia está sentado en la nota al arto 3477 que esta-
blece que el dominio adquirido por donación es irrevocable y que 10 que le incor-
pora a la sucesión son sólo los válores que la cosa tuviera y no la cosa misma.
Esta regla que en principio está sentada en materia de colación, sería receptada
en materia de legítima, que es lo que trata de proteger la acción de reducción,
en el arto 3602, donde para fijar la legítima se establece que debe tenerse en
cuenta el "valor de los bienes". (19)
(18) Borda: Suco T. 11, p. 144 - Ovsejevich, ob. cit. p. 122 y sgtes. Lafaille,
ob. cit. T.lI. p. 175; Fornieles, ob. cit. T. II p. 88; Rébora, ob. cit. T. II
p. 73; ].A.1961 -111-p. 46; J.A.T. LXXII - p. 1940; j.A. TXUI - p. 932;
G.F.T.xUX - p. 172; T,XCIX - P. 200; Llerena, Baldomero, Comentario
del arto 3477.
(19) Prayones: Ob. cit, pág. 240 y ss,
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En el recordado fallo plenario el Dr. Helguero, fundando el voto de la mino-
ría sostenía que en ninguna otra parte del Código se legisla sobre la acción de
reivindicación que le competiría al heredero en caso de reducción. Que por lo
tanto el calificativo de reivindicación de esa acción dado por el arto 3955 debe
considerarse como un error del codificador, ya que del artículo surge que se trata
de la acción de reducción de la donación por afectar la legítima. La ley quiere
que el heredero tenga un medio para salvar su legítima y para ello basta la acción
personal por reducción de la donación. La estabilidad de las donaciones y la segu-
ridad de los contratos celebrados de buena fe, -se concluye en el recordado
voto-, contribuye a la solución sostenida.
Esto implica que el intérprete, para no errar el camino, debe tener siempre
presente 1011 fines que la ley tuvo en mira, procurando que la interpretación que
da a los textos legales se ajuste a dichos fines.
Pero suele ocurrir que esos fines no sean claros y precisos, o que no sea
posible ponerse de acuerdo sobre cuál es el fin de la ley, en este caao el intérprete
debe inclinarse por aquella interpretación que más favorezca al interés social, ello,
por ~upue8to. cuando la ley lo admita.
b) La protección del tráfico jurídico: 23) Para poder aplicar las regla. pre-
cedentes debemos determinar por un lado, en el caso que nos ocupa, cuál es la
interpretación que más se compadece con el interés general.
Por un lado tenemos el interés jurídico del heredero que a través de una
donación puede ver afectada su legítima porción de la herencia a la que la ley le
acuerde derecho. Por otro se nos presenta el interés del tercero comprador de
buena fé que adquiere el inmeuble de quien lo obtuvo por una donación declarada
a los postres inoficiosa por exceder la parte disponible del causante.
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A primera vista parecería que en ambos casos eatamoa en preesncia de inte-
reses individuales, Pero bien analizada la cuestión veremos que no es aaí.
La cuestión se torna difícil porque como dice MARTI!\EZ RUIZ (22) el legis-
lador se enfrenta en estos casos "con uno de los más arduos y difíciles problemas
de laa ciencias políticas y del der-echo público y privado, cual es el de salvar el
razonable equilibr-io de los valor-es de justicia y segu ridad, cuando 1011 miamos se
encuerrtran enfrentados y la protección del uno implica ineludiblemente el sac ri-,
ficio del otro. La certeza y la seguridad son pr eeupueatoe ineludibles del bien
general y aún cuando sean valorea de rango inferior a la justicia condicionan la
poaibilidad de lograrla ......
(21) Bibiloni: Anteproyecto de Reformas al Código Civil Arg., ed. 1931, p. 420.
(22) Martínez Ruiz, Roberto: Revista del ]\;otal"iado, nov., dic. 1968, N" 702,
p. 1391.
(23) Ob. cit., pág. 420.
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más acorde con la posrcron de los adquirentes, sustituyendo el criterio individua-
li.ta por el de una mayor solidaridad. (24)
c) Los fines: 24) Habíamos aostenido que Una regla eficaz para la correcta
interpretación de las normas, es tener en mira el fin que el derecho persigue.
pero en este aspecto, debemos tener cuidado de no circunscribirnos al fin de una
norma, o al fin de un instituto particular, sino compatibilizar el que resulta de la
economía general del Céeligo.
Hecha esta aclaración, veamos cuál es el fin que debe gurar a nuestra inter-
pretación.
Enseña FORl\IELES (26) que nuestro Código "a primera vista par ece "m-
banderado en la doctrina más extrema que hace tabla rasa de la buena fe de los
terceres" al sentar dos principios de neto corte individualista en los artículos 3270
y 2603. "Con todo -afirma- esa primera impresión se borra cuando se exa-
minan otros artículos que corrigen en gran medida los anteriores o lo. anulan
con disposiciones contrarias".
Por ello, podemos ir perfilando los fines de la ley que por un lado procuran
la protección del tráfico jurídico, aún a costo del "nemo plus jur i", Pero hay otro
aspecto que obliga más aún al intérprete a rechazar la pretendida acción reivindi-
catoria. En efecto V élez, dejó claramente sentado, tanto al excluir ciertas institu-
ciones, como al fundar en notaa esa exclusión, que era menester suprimir del
derecho vigente, todos aquellos institutos que pudieran traer aparejado la inmo-
vilidad de los bienes, sustrayéndolo. del proceso productivo que beneficia a la
sociedad.
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La idea de función social de la propiedad. está concretamente plasmada en
nuestro Código. Fundada en la misma, nuestro Codificador suprime la enfiteusis
y la superficie; restringe los censos; no admite la propiedad horizontal. etc.'
Por lo demás la forma en que Vélez se expresa en las notas a los ar ts. 2502
y 2503, es evidente la pretensión de evitar todo factor que contribuya al estanca-
miento e improductividad de la propiedad.
Esta regla sentada' en la nota obliga a intc rp re ta r COn criterio restrictivo las
hipótesis de dominio revocable.
Ello nos está indicando que no debe impresionarnos en grado sumo la expre-
si6n empleada en la norma. Tal vez mayor fuerza pudiera tener el argumento que
suministra Lafaille, (27) cuando alude al segundo pár-rafo del art., donde se dice
que esa pretendida acción reivindicatoria se da "contra los terceros adquirentes de
inmuebles comprendidos en una donación, "ya que éstos no pueden ser otros, a su
criterio, que los que recibieron el dominio del donatario.
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Los "terceros adquirentes de bienes comprendidos en una donación" no SOn
otros que los propios donatarios contra quienes los herederos tienen la acción de
reducción; ya que revisten tal calidad frente a los herederos por no haber contr~-
tado con los mismos. La utilización del calificativo de "tercero,," resulta indispen-
sable para distinguirlos de los donatario. herederos.
Pero con' esto, no hemos hecho otra cosa que demostrar que la redacción
del arto 3955 no obliga indefectiblemente como lo pretenden los autores y juris-
prudencia, a aceptar sin remedio la posibilidad persecutoria de los herederos.
El punto de partida deberá ser, S111 lugar a dudas, el carácter del dominio
que nace de una donación.
Se ha visto que para Vélez, el dominio es, por regla general: IRREVOCABLE,
siendo las hipótesis de dominio imperfecto, la excepción. Ello obliga por princi-
pios elementales de hermenéutica jurídica, a interpretar Con un carácter restrictivo,
lo referente a dominios de este tipo: el intérprete ante la duda, debe inclinarse
por admitir la naturaleza perfecta del dominio.
]\0 queremos decir con ello que los fines que se persiguen en 'una y otra m s-
titución. sean los mismos, ya que la colación 'procura la igualdad entre los h ere-
de ros y la reducción la protección de su legítima. Lo que queremos significar es
que, en cuanto a la restitución o integración del todo o parte de lo donado, tanto
en la colación como en la reducción, funcionan principios similares.
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Partiendo de la crítica que Goyena hace al r egrmerr francés, crítica que- Vélez
califica de muy buena, podemos afinnar que al mismo se le objetaba los perjuicios
que para el tráfico jurídico podría traer aparejado el hecho de que el donatario
no tuviera sino un dominio resoluble que lo tornaba deleznable ante futuros ádqui-
rentes, y que, en definitiva contribuiría a la inmovilización de la propiedad, a la
vez que restaría interés aún al propio donatario en procurar su explotacién.
Como se puede advertir con facilidad, ello mismo ocu rrrrra si admitiéramos
el sistema francés en materia de donaciones inoficiosae. Porque entonces V élez
iba apartarse en un caso y no en otro?
Por lo demás, el propio texto del arto 3602, nos está sug irie.ndo que al arre-
glarse la legítima -ámbito en el cual se mueve la acción de reducción- se adopta
también, como era lógico el criterio de que lo debido, es el valor y no la cosa
misma.
a) Que un dominio 8010 puede ser tenido por imperfecto cuando expresa-
mente las partes o la ley le impongan alguna de las limitaciones admitidas por el
Código.
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d) Que por todo ello, en la duda, debe estarse por el carácter perfecto del
dominio.
Tal método es, inusual y resulta ilógico a poco que se advierte que s, V élez
hubiera pretendido cambiar en eata materia 108 principios sostenidos en la cola-
ción. que por lo demás responden a la idea general del código, no hubiera recu-
rrido a un método tan directo e impreciso.
En segundo lugar sugiere la idea de que Vélez se está refiriendo a una acción
penonal y no a la de reivindicación el hecho de que ésta por definición es
imprescriptible y en el artículo, precisamente se la menciona para determinar el
plazo desde el cual se computaría el término de prescripción.
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dispuesto por el arto 2758 del e.e. la "acción de reivindicación es una acción
que nace del dominio que cada uno tiene de la cosa particular, por la cual el
propietario que ha perdido la posesión, la reclama y la reivindica contra aquél
que se encuentra en posesión de ello", lo que implica que sólo puede ejercerla
el que es titular del dominio y el heredero no lo sería. En efecto, si se admite
-nosotros no lo hacemo_ que la donación hace adquirir al dontario un dominio
imperfecto sujeto a una condición resolutoria, cumplida esta por exceder la dona-
ción la parte disponible del causante, el heredero no adquirirá el dominio de la
cosa "sino cuando el tercero le haga tradición de ella" (inc. 2, arto 1371 e.e.).
Por eso, de todas maneras el empleo del término sería inadecuado. El here-
dero nunca contaría con la pretendida acción reivindicatoria.
Artículo 1831, "Si por el inventario de los bienes del donante fallecido se
conociera que fueran inoficiosas las donaciones que había hecho, los herederos
riecese.rios podrán demandar la reducción de ellas, para que el donatario reúna a
la masa hereditaria, los valores necesarios para cubrir sus legítimas.
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