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NOMBRE: ANDREA SANCHEZ SANJA

CODIGO: 2015159265

SENTENCIA DEL JUEZ MALSON CASO LA PARADA

Con fecha 1° de abril de 2013, el juez Malzon Urbina del 56° Juzgado Penal de Lima
emitió sentencia de habeas corpus, ordenando, entre otras cosas, el retiro de las fuerzas
policiales del Ex-Mercado Mayorista N° 1 (en adelante, «La Parada») y de los bloques
de cemento y la cobertura de zanjas abiertas para evitar el ingreso de vehículos de
carga pesada en el perímetro de dicho lugar, por vulneración al derecho (conexo al de
libertad personal) de retirar la vigilancia del domicilio y a suspender el seguimiento
policial, cuando resulten arbitrarios o injustificados (art. 25.13 del Código Procesal
Constitucional, en adelante CPConst) y al derecho de igualdad por trato discriminatorio.
Se trata de una sentencia que ha despertado gran polémica en torno a varios aspectos:
la fundamentación jurídica del fallo, los terribles errores formales hallados en su
contenido y, en consecuencia, la capacidad del señor Urbina para desempeñarse como
juez penal en Lima. Lo que voy a hacer aquí es analizar esta sentencia a la luz de
nuestro ordenamiento para poder concluir si se trata de un fallo justo y conforme a
Derecho.
Del texto del fallo se puede apreciar que doña Ida Obdulia Ávila Sedano (en adelante,
«la demandante»), en representación de la Asociación de Concesionarios de La Parada,
pide en su demanda, luego de efectuados ciertos desistimientos (respecto del
Presidente de la República Ollanta Humala, la Primera Dama Nadine Heredia, entre
otros), lo siguiente:
– El retiro de los policías de las inmediaciones de La Parada.
– La destitución de algunos jefes policiales a causa de las acciones que vulneran su
derecho de libertad, en cuanto al derecho conexo arriba mencionado.
– Emplear medidas contra una serie de personas (incluyendo a la alcaldesa de Lima,
Susana Villarán y el ministro del interior Wilfredo Pedraza), por haber vulnerado su
derecho a la igualdad, debido a que la Municipalidad debió recurrir a un proceso judicial
para realizar el desalojo de los comerciantes de La Parada, y no hacerlo en mérito de
actos administrativos emitidos por dicho organismo.
Como se puede apreciar, el objeto de protección del habeas corpus es el derecho a la
libertad y sus derechos conexos. Para los fines del caso, se tratará de proteger el
derecho de retirar la vigilancia del domicilio y a suspender el seguimiento policial,
cuando resulten arbitrarios o injustificados. Efectivamente, la presencia de agentes
policiales en las inmediaciones de un domicilio o el seguimiento que éstos puedan
realizar de las personas supondrá, necesariamente, afectar el libre desenvolvimiento de
las personas, pues constituye un amedrentamiento o control de sus actividades. Sin
embargo, la ley no prohíbe todas las vigilancias de domicilio o todos los seguimientos
policiales, sino solamente aquellos que resulten injustificados o arbitrarios.
En ese sentido, para los fines de la sentencia, el juez Urbina debió manifestar el motivo
por el que consideró probado que el seguimiento y vigilancia policial eran realizados de
forma arbitraria. Por tanto, el elemento de arbitrariedad debe encontrarse dentro de las
pruebas que la demandante presenta para sustentar su pretensión.
Sin embargo, el juez quiso encontrar este elemento de arbitrariedad en una supuesta
invalidez del título en mérito al cual se llevó a cabo el desalojo de los comerciantes de
La Parada: la ordenanza municipal, las resoluciones de alcaldía y subgerencia y demás
actos administrativos a través de los cuales se declara como zona rígida (prohibición de
estacionamiento) las bermas, calzada, y separador central y aceras de las calles
aledañas a La Parada, la extinción de la condición jurídica de mercado mayorista y la
conversión de La Parada en parque. Ello, según el juez, porque la donación del terreno
en donde se ubica La Parada fue realizada por la Sociedad Agrícola San Pablo a favor
de la Municipalidad de Lima en 1965, con la finalidad de que éste fuera destinado a la
construcción de un mercado mayorista, otros minorista y calles intermedias. Es decir,
se trataría de lo que se conoce como una “donación con cargo” en donde el donatario
(quien acepta y recibe la donación) debe cumplir con la finalidad para la cual el donante
efectúa el acto de donación.
Por lo tanto, el juez Urbina considera que la Municipalidad de Lima, a través de su
alcaldesa, busca desconocer esta condición establecida en el contrato de donación,
yendo en contra de lo estipulado en él, quitándole la condición de mercado mayorista a
La Parada y convirtiendo el terreno en cuestión en un parque, bajo la premisa de que el
cargo de la donación era la de “destinar el terreno a fines de utilidad pública” (lo que sí
se dispuso en el contrato, pero sólo para justificar el por qué no se pagaba alcabala) y
no a lo que verdaderamente se estipuló. Debido a ese incumplimiento, Malzon Urbina
considera que los actos administrativos (la resolución de alcaldía y el decreto de
subgerencia) y la ordenanza municipal en mérito a los cuales se procedió al desalojo de
los comerciantes de La Parada se basan en una declaración falsa de la Municipalidad,
con lo cual estos actos son nulos y se incurriría en el delito de falsedad ideológica (art.
428 del Código Penal).
Con estos actos se estaría vulnerando también, para el juez Urbina, el derecho a la
igualdad, porque se manifiesta un trato discriminatorio contra los comerciantes. Un
derecho que, como hemos explicado, no es objeto de protección del habeas corpus.
Toda esta argumentación del juez Urbina hace que declare la “nulidad y carencia de
todo efecto jurídico” a las resoluciones aludidas y a la ordenanza municipal. En virtud de
ello, ordena el retiro de las fuerzas policiales de La Parada y de los bloques de cemento
y la cobertura de zanjas abiertas que impiden el estacionamiento de vehículos de carga
pesada, así como otras medidas que analizaremos posteriormente.
A mi juicio, el fallo es absurdo porque Urbina se ha creído una especie de “superjuez” al
momento de resolver la controversia. Ha utilizado el habeas corpus para analizar una
serie de elementos que no guardan estricta relación con el petitorio que se realiza en la
demanda.
En efecto, los demandantes reclaman una vulneración a su derecho de libertad, debido
a una injustificada vigilancia y seguimiento policial hacia ellos. Lo que el juez debió
evaluar, en estricto, es establecer si las fuerzas policiales llevaban a cabo dichos actos
por mero capricho o en mérito a un justificante. Dicho justificante sí existe: las
resoluciones y la ordenanza municipal en virtud de las cuales se llevó a cabo el desalojo
de los comerciantes de La Parada. Es decir, las fuerzas policiales no se encuentran
instaladas en las inmediaciones del mercado por mera voluntad, sino porque existe una
habilitación legal en ese sentido.
¿Por qué el juez no debió entrar a analizar la validez de las resoluciones y la ordenanza
municipal? Porque la demanda no se dirigió jamás a la constitucionalidad de dichos
actos. Es decir, no se trataba de un proceso de inconstitucionalidad (en el caso de la
ordenanza municipal) o de un proceso de acción popular (contra las resoluciones, por
tener carácter normativo). Se trataba de un proceso de habeas corpus, cuyo objeto está
claramente definido: determinar si el seguimiento o la vigilancia policial era arbitraria.

Por dicho motivo, el juez Urbina no puede declarar la nulidad de estos actos. Ello no fue
pedido en la demanda o, en todo caso, el habeas corpus no era el medio correcto para
hacerlo si es que así se hubiera querido. Lo máximo que pudo haber hecho el
magistrado, siempre que así se hubiera solicitado en la demanda y se hubiera
comprobado la vulneración al derecho de libertad, es la inaplicación de la ordenanza al
caso concreto mas no su nulidad. Como ello no se pidió en la demanda, considero que
estuvo de más que Urbina se pronunciara en este sentido.

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