La búsqueda de la verdad es sin duda una cuestión de mucha escala en el pensamiento
del hombre. En el ser humano, habita la inquietud frecuente de hallar respuesta a todo aquello que lo cuestiona y lo sumerge por ende en un sin fin situaciones internas que en ocasionen lo llevan a sentirse desequilibrado. Para San Agustín, el hombre se encuentra inmerso en una disputa por hallar el absoluto más allá de cualquier otra verdad. En otras palabras, el acto del filosofar ha llevado a explorar todos los sofocos del pensamiento, pero existe en el hombre un deseo inevitable y por ende inagotable, conduciendo de esta manera a que alma humana entre en una angustia por descubrir la verdad, el bien y la hermosura. Aquello que el hombre sabe que existe.
Es entonces donde aparecen las corrientes ideológicas de la verdad académica
razonable. Es decir, aquella que interpela al hombre sobre todo, por aquello que lo rodea. No se dice que el acto del razonar sea nocivo en el hombre, porque el razonar evidentemente es un don de ese ser absoluto hacia el hombre. San Agustín expone que el hombre se ve enceguecido única y parcialmente por una sola verdad, la de él propia. Esta indudablemente lo lleva al error más que cualquier otra cosa.