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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE GUERRERO

FACULTAD DE DERECHO

Ensayo
Desigualdad hacia las mujeres en el ámbito político,
laboral y social.

Habilidad para la comunicación de las ideas

Edson Rivelino Pérez Cárdenas


Grupo: 104 (D), Turno matutino

M.C Irma Matilde Colin Guevara

Chilpancingo Gro; Noviembre del 2021


Desigualdad hacia las mujeres en el ámbito político, laboral y
social.
Edson Rivelino Pérez Cárdenas
Primer semestre, Grupo 104 T.M

En el presente ensayo abordaremos un tema el cual ha sido acreedor de diversos


debates y de una gran polémica a lo largo de la historia; un tema el cual sin duda
alguna sigue generando grandes desacuerdos en la sociedad y por el cual se sigue
luchando día con día para que se llegue a una institución en la cual se pueda
coexistir de una manera pacífica y amena. En esta ocasión hablaremos sobre la
discriminación hacia la mujer en el ámbito político, laboral y social, así mismo el
conflicto que este trae consigo.
Esto con el objetivo de que la sociedad conozca las dificultades a las que las
mujeres se enfrentan diariamente en los diferentes contextos ya planteados; a su
vez se busca crear conciencia en el ateneo y que esta problemática se erradique en
su totalidad.

Para dar inicio en este trabajo, nos adentraremos en el primer contexto el cual será
el político, es por ello que tomaré como referencia un tema que ha sido de debate
por más de dos décadas, “Discriminación inversa”, y utilizando fundamentos
extraídos del libro “Un nuevo enfoque de las cuotas electorales de género” es como
poder desarrollar este punto con veracidad, fluidez y honestidad.

“Las asambleas políticas deberían reflejar la presencia de los principales


grupos sociales y ya que las mujeres son la mitad de la población, deberían
ocupar la mitad de los escaños”.1

Esta frase me llevó a la siguiente interrogante; ¿Si las mujeres tienen derecho a la
igual representación, porque los varones disponen de la mayoría de los cargos
políticos? Respondiendo a ello, es porque aún existen algunas barreras o
mecanismos de exclusión, limitando a aquellas mujeres que están igual o
mayormente calificadas, sin embargo el sistema por el cual nos hemos regido
durante demasiados años es dominado por hombres. Es de suma importancia el
1
Fernando Rey Martínez 2013. “Un nuevo enfoque de las cuotas electorales de género”. México
Serie cuadernos de divulgación de la justicia electoral.
comprender que las mujeres están mejor representadas por mujeres que
comprenden lo que la igualdad significa para cada una de ellas, incluir a las mujeres
contribuye a un proceso democrático legítimo.
Por un lado, la figura de “cuota de género” es una medida que alerta sobre el déficit
de participación femenina en las principales instituciones políticas y, peor aún, la
incapacidad de resolver los conflictos o desacuerdos por otros medios menos
drásticos.

Tanto a hombres como a mujeres no les agrada que existan las “cuotas de género”,
ya que es considerado como algo “irritante”, el problemas es que la
subrepresentación política femenina sigue siendo deficiente de una democracia de
calidad. Esto a pesar de que aparentemente hombres y mujeres se encuentren en
las mismas condiciones para poder acceder a la política.

Por otro lado, actualmente el ideal francés de igualdad se encuentra en crisis,


puesto que hoy en día nadie quiere ser igual a nadie; la posmodernidad que nos
caracteriza en la actualidad es por la diferencia étnica, lingüística, política, género,
ideológica e incluso por las capacidades de cada uno. Los individuos se sienten más
próximos de un grupo social en particular que del estado en conjunto, para así
identificar un pasado de agravios por parte de un grupo social mayor y del propio
estado, de tal manera que logren pasar a una compensación o indemnización de las
mismas.

Pese a todo esto, la formación tradicional o antigua de los juristas de nuestro ámbito
cultural, mantienen las viejas ideologías liberal-burguesas de ciudadanía y
representación, es por ello que no sorprende que las cuotas de género iniciaran
hace 20 años de manera antipática a la gran parte de la doctrina e incluso a los
tribunales constitucionales que tuvieron que examinar y hacer válida esta nueva
medida.

Ahora bien, no es infrecuente que los tribunales nacionales traigan a su


argumentación dos textos internacionales; de un lado el artículo 3 de la convención
sobre la eliminación de todo tipo de discriminación contra la mujer, la Organización
de las Naciones Unidas (ONU) exige a los estados adoptar en la esfera política este
nuevo “sistema”. Y citando a la ONU:

“Todas las medidas apropiadas, incluso de carácter legislativo, para asegurar


el pleno desarrollo y adelanto de la mujer, con el objeto de garantizar el
ejercicio y el goce de los derechos humanos y las libertades fundamentales
en igualdad de condiciones con el hombre (ONU 1946)” 2

Si bien tenemos claro que la ONU enfatiza que cuando se hayan alcanzado los
objetivos de igualdad de oportunidad y trato, la sociedad en sí podría tomar un
rumbo distinto. Es importante resaltar que en la conferencia de Beijing la ONU
menciona que tanto hombres como mujeres tienen el mismo acceso y completa
participación en las estructuras de poder y en los procesos de toma de decisiones o
como es comúnmente conocido “el empoderamiento”.

Asimismo en el Comité de Igualdad entre Mujeres y Hombres e Igualdad de Género


del Parlamento de la Unión Europea destaca que el uso de “cuotas” ha tenido
efectos positivos sobre la representación de las mujeres y da la bienvenida a los
sistemas legislativos. Estas cuotas ya fueron introducidas en Francia, España,
Portugal, entre otras; y hacen la invitación a los estados miembros de
representación a que introduzcan este mismo sistema.

En todo caso, se enmarca como objetivo para Europa, la igualdad entre mujeres y
hombres para así dar un crecimiento sostenible, inteligente y elegante. A su vez, es
importante mencionar que en caso de no tener una inclusión adecuada no solo viola
los derechos fundamentales, sino que es ineficiente desde el punto de vista
económico, social y político, pues menosprecia el talento de un gran sector de la
población.

Concluido lo anterior, nos inmiscuimos en el nuevo enfoque de desigualdad de


género, como remedio o garantía contra la indiscriminación indirecta de tipo
institucional.

2
Fernando Rey Martínez 2013. “Un nuevo enfoque de las cuotas electorales de género”. México
Serie cuadernos de divulgación de la justicia electoral.
Antes de comenzar este nuevo apartado, es de vital importancia comprender los
problemas que se han derivado de las “cuotas de género”.
Basándonos en la jurisprudencia analizada del Tribunal, podemos decir que la
“cuota de género” no tiene como finalidad el proteger a un género más que a otro,
este está abocado especialmente a proteger la igualdad de oportunidades y cuidar
la equidad de género en la vida política del país sin necesidad de favorecer a uno en
especial, con esto quiero decir que se busca un equilibrio o balance adecuado entre
ambos.

Como bien lo hemos venido mencionado a lo largo de este ensayo, es que se aboga
por una perspectiva de género igualitario que otorgue la igualdad real tanto en lo
político, en laboral y en lo social entre hombres y mujeres, es por ello que a pesar
de que las dudas no están del todo claras o disipadas y, se sigue mencionando, que
el establecimiento de las cuotas tiene como objeto privilegiar el acceso a la
candidaturas al género que se encuentra en desventaja.

Si bien no faltan quienes no cuestionan la validez jurídica de las acciones positivas,


ya que este tipo de trato jurídico es diferente y favorable hacia los grupos en
“desventaja”. Las acciones positivas de la misma son las que son denominadas
como Estado Social, y ejemplificando este punto al que quiero llegar, podría hacer
una mención con respecto a una beca de estudios para un estudiante de una familia
de escasos recursos, o una reducción en la tarifa del transporte público, etcétera.

Ahora, bien sabemos que la discriminación positiva es un concepto distinto al de las


acciones positivas, puesto que implica un trato diferente hacia los grupos en
“desventaja”, pero al mismo tiempo (si lo aplicamos en un contexto distinto), provoca
un daño a una o varias personas del grupo social “mayoritario”. Todo lo antes
mencionado me hizo cuestionarme, ¿Cómo se podrían calificar las cuotas de
género?, y dando una respuesta pronta; la cuota electoral pretende asegurar la
participación tanto política como electoral de las mujeres, sin embargo, debido a
esto se produce un daño en diversos contextos, a pesar de haber sido elegidos de
manera democrática. Dejando claro todo lo antes mencionado, quiero ensimismarse
en las cuotas como una garantía en contra de la discriminación indirecta.
Si bien es cierto, las mujeres son la mayoría de la población mexicana y no hay
algún trato jurídico peyorativo el cual impide que se conviertan en representantes en
las mismas condiciones que los varones, y tampoco se hallan en “condiciones de
inferioridad”.
El tema de las cuotas no es un tema de minoría ya que las mujeres son la mayoría,
este en realidad es un problemas de estado democratico, pues en realidad a lo que
se quieren dar solución es al déficit en la ciudadanía que sufren las mujeres a causa
de los estereotipos que la sociedad se ha encargado en poner o inculcar a lo largo
de los años, estos las confinan al cuidado de los ámbitos privados para así
expulsarlas de los escenarios públicos como lo es la política.

Por lo general, el derecho de igualdad se “lesiona” o “incumple” cuando se trata


jurídicamente de modo diferente a dos situaciones semejantes. Pero, ¿qué pasaría
si un problema es tratado igual ante dos situaciones completamente diferentes?,
respondiendo a la interrogante, esto también es producto de discriminación por
indiferencia o igualacion o si se trata de modo indentico a dos situaciones
completamente diferentes.

Viéndolo desde otra perspectiva, la cuota electoral de género podría ser


considerada un remedio para así evitar o corregir una discriminacion indirecta; se
tomarían algunas medidas de igualdad de trato o prohibición de discriminación
abocandose asi a la igualdad de oportunidades.
Cerrando el tema anterior y esperando que todo lo mencionado sea claro y conciso,
quiero dar inicio a otro punto el cual considero va de la mano con los otros. El
problema de la participación política de las mujeres va más allá de las cuotas
electorales y la discriminación institucional. Antes de profundizar en el tema, quiero
resaltar el siguiente párrafo, el cual fue extraído del libro “Un nuevo enfoque de las
cuotas electorales de género”

“Comprender las cuotas electorales de género como una medida de


discriminación indirecta o de impacto y no como una acción afirmativa
transforma radicalmente el debate sobre su validez jurídica debilitando los
principales argumentos en su contra”3
3
Fernando Rey Martínez 2013. “Un nuevo enfoque de las cuotas electorales de género”. México
Con lo anterior quiero referirme a que las cuotas no se estarían otorgando a un trato
diferente y más favorable a las mujeres con respeto de los hombres, sino que
trataría de corregir por medio de una medida jurídica, una muy evidente
discriminacion hacia las mujeres para que tomen un cargo público.
El querer pertenecer a un cargo público no es un regalo, un privilegio o un favor que
se les concede a las mujeres; es una herramienta por la cual se asegura que
pueden aplicar con plenitud un derecho que les es propio.

Es en este punto, en el que se logra identificar el verdadero problema; seguimos


pensando que las mujeres solo deben tener un cargo privado (el cual no haga que
tome un cargo público o se empoderen), o que ellas solo deben de portar el
estereotipo de “la mujer se queda en casa para cuidar a los hijos “y que esté a
espera de lo que un hombre le pueda decir.

Concluyendo el contexto político es tiempo de adentrarse a un nuevo ámbito el cual


será el laboral, esto con la finalidad de que vayamos entendiendo poco a poco la
ligadura que cada uno de estos tiene entre ellos.

Antes de profundizar en el tema es importante reconocer el concepto de


discriminación.

Discriminación: es un fenómeno social que daña la dignidad, los derechos


humanos y las libertades fundamentales de las personas o grupos, a través de
tratos de inferioridad, basados en criterios como la raza, el origen étnico o
nacional, opiniones, entre otros aspectos.4

Ahora, si bien sabemos, es que la discriminación puede ser en resumen la exclusión


o restricción de una persona o colectividad de un derecho.
¿Pero existirán tipos de discriminación? ¿Cuáles son? ¿En qué momento las
llevamos a cabo? Respondiendo a las interrogantes planteadas anteriormente; la
discriminación está clasificada de manera directa e indirecta.

Serie cuadernos de divulgación de la justicia electoral.


4
Antonia May de la Cruz, José Antonio Morales notario “La discriminación laboral de la mujer en
México” 2018, México.
Es considerada directa cuando existen reglas o prácticas que abiertamente
estigmatizan o excluyen a las personas lesionando sus derechos; en el ámbito
laboral se presenta cuando en un determinado trabajo, la oferta sólo va dirigida a un
género en específico, por lo tanto, la parte opuesta no tiene la posibilidad de
postularse.

En cambio la discriminacion indirecta es aquella que surge de reglas que


aparentemente son neutrales, pero cuyos efectos incluyen derechos fundamentales;
un ejemplo claro puede ser cuando una empresa requiere a una persona con
disponibilidad, lo que hace pensar que esta oferta o empleo está dirigido
especialmente a hombres o tienen la ventaja. En este caso la mujer tradicional no
tiene oportunidad alguna pues por el hecho de ser madre y esposa no cuenta con el
requisito establecido porque no tendrá esa disposición de horario solicitada.

Así mismo, la discriminacion contra las mujeres puede ser vulnerada cuando por sus
capacidades físicas (en determinados puestos), ya que es considerada menos apta
para llevarlos a cabo. A su vez también pueden ser discriminadas por el tema de la
edad ya que una vez más ponen de por medio el tema de las capacidades físicas…
y ejemplos como los anteriores existen miles de millones.

La mujer además de no tener una participación tan amplia en el ámbito laboral, no


ha sido reconocida como tal gracias a los estereotipos que la sociedad misma se ha
encargado de darles a lo largo de la historia. Desgraciadamente las funciones o
roles surgen gracias a las funciones propias del género femenino se han asociado a
actividades no remuneradas como lo son la crianza y educación de los hijos, la
limpieza de la casa, la elaboración de alimentos, entre otros muchos.

Mientras que el trabajo del hombre está enfocado a actividades o labores que
generan poder o autoridad. Y es por eso que a las mujeres se les ha considerado
dentro de esta división laboral como víctimas de maltrato psicológico por el hecho
de limitarlas.

Ahora, a lo largo de este trabajo se ha tratado de demostrar que de una u otra


manera la mujer ha sido lacerada psicológicamente por la sociedad en sí, por el
machismo que se vive día con día en la actualidad; ¿pero en qué momento entra la
justicia en este tema?

La interrogante anterior me orillo a adentrarme al marco legal sobre genero y no


discriminación.

El trabajo es un derecho que toda persona tiene, y por lo tanto es básico para poder
sobrevivir; desgraciadamente en algunas empresas esta discriminacion sigue
existiendo, pues erróneamente siguen creyendo que las mujeres no tienen las
habilidades necesarias para desempeñar alguna función.

Como bien sabemos es que la no discriminacion esta regulada en la Carta Magna y


en diferentes tratados e instrumentos que luchan para combatir la discriminación
contra la mujer. A su vez el artículo 1 de la Constitución Política Mexicana esta
establecida la prohibición de todo tipo de discriminación ya sea por origen étnico o
nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones
de salud, la religión, las opiniones, las preferencias, el estado civil o cualquier otra
que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los
derechos y libertades de las personas.

En este mismo tenor, pero en el artículo 123, apartado A, fracción V y VII protege la
maternidad de la mujer, e indica que toda persona tiene derecho al trabajo digno y
socialmente útil; para ello se promoverá la creación de empleos y la organización
social de trabajo, conforme la ley.

Y siguiendo los parámetros de la Ley Federal del Trabajo, artículo 2, define al


trabajo digno como aquel en el que se respeta plenamente la dignidad humana del
trabajador; asimismo, prohíbe la discriminación en el ámbito laboral por origen
étnico o nacional, género, edad, discapacidad, condición social, condiciones de
salud, entre otros aspectos. A su vez tiene acceso al seguro social y a un salario
remunerador, a capacitaciones continuas para el incremento de la productividad con
beneficios compartidos y a condiciones óptimas de seguridad e higiene para
prevenir riesgos de trabajo.
Desgraciadamente las regulaciones no han sido suficientes para erradicar con este
problema, pues en algunos casos el salario no es pagado conforme lo marca la ley,
en algunas ocasiones la mujer recibe un sueldo menor al del hombre solo por las
habilidades que cada uno posee, pero en muchas ocasiones la mujer puede
desarrollar mejor aun ese trabajo. Es importante destacar que, en muchas
empresas, este tipo de obstáculos han sido eliminados, sin importar el género a
contratar.

Hay que tener en cuenta que a pesar de que la mujer sigue siendo vulnerada,
contribuye al desarrollo del país y de la sociedad, demostrando que tienen la
capacidad para diversas actividades incluyendo las laborales.

La discriminacion laboral también puede presentarse en distintos rubros como lo


son: bajo salario y discrimacion en las mujeres embarazadas.

En cuestión del bajo salario la discriminación hacia la mujer se manifiesta a través


de una cantidad menor a la que recibe el hombre, aun prestando sus servicios en el
mismo trabajo, sin que exista o se aplique algún criterio en cuestión de
productividad o calificación laboral.

En la ley está estipulado la prohibición de pagar un salario menor al de otro


trabajador en la misma empresa o establecimiento por trabajo de igual eficiencia o
por la misma cantidad de jornadas, sin embargo sigue incumpliéndose puesto que
las habilidades que desempeñan hombres y mujeres son “distintas”.

Actualmente, la mujer ha ido en ascenso en la actividad económica, aunque


desgraciadamente no se ha visto reflejado en los salarios, ya que hoy en día los
hombres siguen ganando más que las mujeres, sólo el 11% de las mujeres perciben
un salario entre 20,000 y 40,000 comparados con el 17% de varones. Ejemplo de
esto son los puestos como funcionarios públicos, donde las mujeres perciben un
salario menor que el de los hombres.

La discrimiacion a las mujeres surge cuando un empleado o jefe desvalora el


desempeño o productividad laboral, sin embargo también puede presentarse por el
simple hecho de estar embarazada pues consigo traer el hecho de que su
incapacidad debe ser pagada, el tiempo que estará ausente después de dar a luz, o
porque su “estado” será un limitante para desempeñar sus funciones en dicha
empresa.

De acuerdo al programa anual para prevenir y eliminar la discriminación en el


Distrito Federal, en el año 2011, en la ciudad de México el 9.8% de las mujeres
percibió ingresos superiores a los 5 salarios mínimos, mientras que el mismo
ingreso lo recibieron 13.5% de los hombres que realizaron alguna actividad
económica.
Dentro de una empresa el hecho de no contratar a una mujer por su estado o
despedirla por lo mismo, es causa suficiente de ilegalidad

En conclusión, podemos decir que la discriminacion laboral por género aún está
muy presente en nuestra sociedad. Sin embargo podemos decir que con el paso del
tiempo las empresas irán erradicando con dicha problemática debido a que cada
vez las empresas juegan un rol muy importante en este tema, sin dejar a un lado
que cada vez muestran mayor preocupación por la presión social.

Concluyendo el punto anterior y esperando que fuese claro todo lo antes


mencionado, es hora de adentrarse en la verdadera raíz del problema. Ya que
considero que la discriminación (en sus diferentes contextos), fue extendiendose
cada vez más puesto que la sociedad fue un factor influyente para empezar a
ponerla en “practica” y marcando una gran linea la cual divida a hombres y mujeres
de las diferentes areas que se presentan en la vida cotidiana. De esta forma,
podemos dar inicio con el último ámbito que es el social. Es importante resaltar que
en dicho tema se abordará la diversidad de ámbitos en los que las mujeres sufren
desigualdades.

Ahora, es importante mencionar que es cierto que en ningún país del mundo puede
afirmar que existe la equidad de género, podemos decir que en en alguno es menos
evidente que en otros. Como bien hemos visto que a lo largo de este ensayo, es que
en México, alcanzar la equidad e igualdad que se ha buscado durante años parece
cada vez un tema lejano pues a lo largo de la historia las mujeres han tenido menos
acceso a las oportunidades.

En América Latina, la calle y el transporte público no son territorios neutrales y los


grados de libertad vividos por hombres y mujeres en el espacio público son
diferentes. Según los resultados del estudio “Ciudades Seguras, Espacios Públicos
Seguros” realizado por ONU Mujeres, el acoso sexual y otras formas de violencia
contra las mujeres y las niñas en los espacios públicos existen en todos los países,
tanto en las zonas rurales como en las ciudades.

Como resultado, muchas mujeres y niñas ven limitado su derecho a la libertad de


movimiento. Sus oportunidades de trabajo y educación se ven afectadas. Su acceso
a los servicios y el disfrute de la cultura y la recreación se reducen. Las mujeres y
niñas que viven en entornos empobrecidos, o que pertenecen a grupos socialmente
estigmatizados, se encuentran entre las más vulnerables al riesgo de acoso y
violencia.

En el espacio público, las mujeres y en particular, las niñas y las mujeres jóvenes se
sienten inseguras: piropos no deseados, silbidos, miradas insistentes, manoseos y
exhibicionismo son algunas de las formas de acoso callejero con las que conviven
diariamente y que les generan sensaciones que van desde la incomodidad hasta el
miedo.

En atención a lo anterior, si bien es una problemática que afecta el goce de los


derechos de las mujeres en toda la región, pocas han sido las iniciativas legislativas
avanzadas a nivel nacional para abordarlas, dichas iniciativas tiene como finalidad
brindar atención a las personas que sean víctimas de hostigamiento en la calle o en
el transporte público.

Menciono esto porque considero que es otro punto muy importante y delicado por el
cual las mujeres pasan día con día, y parece que a las autoridades de nuestro país
no parece importarles lo que suceda con este género. Si bien sabemos que tanto
hombres como mujeres estamos expuestos al acoso, el no goce de los derechos, la
desigualdad de género, etc… Pero es una realidad que las mujeres son las que con
mayor frecuencia viven esta desagradable realidad.

Es importante el adentrarnos en la historia de la mujer, y es por ello que


apoyándome y basándose en el libro de Marcela Lagarde y de los Ríos, el cual se
titula “Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas”,
es de aquí de dónde encontraremos el oscuro y siniestro pasado de donde proviene
tanta desigualdad hacia este género.

Como bien sabemos es que hombres y mujeres han sido siempre sexualmente
diferentes. En un proceso complejo y largo, se separaron hasta llegar a
desconocerse. Asi se conformaron los géneros por la atribución de cualidades
sociales y culturales diferentes para cada sexo, y por la especialización y el
confinamiento exclusivo del género femenino en la sexualidad concebida como
naturaleza, frente al despliegas social atribuido al género masculino.

Este es un proceso que permanece inconcluso, pues en este la mujer es reducida


únicamente a la sexualidad y ésta es desvalorizada. Es así como la enorme
diversidad de actividades, sentimientos y formas de vida de las mujeres han sido
definidas históricamente como producto de sus cualidades naturales y biológicas.
Con el tiempo y como era de esperarse, pronto las mujeres empezaron a
desconocerse entre unas y otras.
Y con ello, el género femenino se escindió al aparecer grupos de mujeres exclusivos
y mutuamente excluyentes, definidos también por la sexualidad.

La sociedad se ha encargo de imponerles estilos de vida diferentes especializados


es la exclusión, lo que es obligatorio para uno, está prohibido para otros; porque
pertenecen a grupos como las clases sociales y los géneros, relacionados unos con
otros porque se complementan en las contradicciones entre necesidades, carencias
y poderes.

El proceso en el que surgieron clases y géneros pasó por una primera escisión de
los seres humanos surgida de la diferenciación excluyente y compulsiva entre
hombres y mujeres. Es por eso que surge la condición histórica de la mujer. En ella
se define la situación de las mujeres, producto de su propia diferenciación. Las
diferencias entre mujeres se deben a sus diversas situaciones genéricas derivadas
de su adscripción de clase social, nacionalidad, concepción del mundo, edad,
lengua, tradición histórica propia, costumbres, etcétera.

Todo lo que las mujeres están viviendo en la actualidad es gracias sin duda alguna
al patriarcado que han vivido desde años atrás, incluso ellas ya eras opresoras de
dicho “régimen” antes que hubiera esclavos. Lo cual nos indica que nuestro
problema no inicia aquí sino que inicia desde los principios del hombre, sin embargo
la historia indica que inicia después de que el ser humano toma poder, para así
mantener a las mujeres en la oscuridad de la sociedad.

La caracterización del patriarcado sucedió como parte de la creación de las utopías


(socialistas y feministas), así como de las preocupaciones teóricas evolucionistas
del siglo XIX. Como uno de los elementos centrales de sus nuevas formas de
conciencia, acompañó y expresó el surgimiento de las mujeres como sujetos de la
historia.

No obstante, correspondió al marxismo y al feminismo decimonónicos plantear que


la organización de la sociedad en su conjunto era patriarcal en ese momento. A
pesar de la superación de algunas afirmaciones, el enfoque desarrollado entonces
ha sido central y es vigente porque definió un núcleo de hechos que conforman al
patriarcado, creó categorías específicas para aprehenderlos y procuró explicaciones
sobre su génesis y sus contradicciones fundamentales a partir de la concepción
materialista de la historia. Desde luego que sobre esa concepción se han
desarrollado constantemente nuevos conocimientos que la constituyen.

Ahora, concluido esta sección, es importante mencionar el tema del patriarcado,


puesto que es quien da origen a tanta desigualdad que se vive no sólo en México,
sino en todo el mundo.

El patriarcado es uno de los espacios históricos del poder masculino que encuentra
su asiento en las más diversas formaciones sociales y se conforma por varios ejes
de relaciones sociales y contenidos culturales. El patriarcado es conocido
principalmente por:
● El antagonismo genérico, aunado a la opresión de las mujeres.
● La escisión del género femenino como producto de la enemistad histórica
entre las mujeres, basada en su competencia por los hombres y por ocupar
los espacios de vida que les son destinados a partir de su condición y de su
situación genérica.
● El fenómeno cultural del machismo basado tanto en el poder masculino
patriarcal, como en la inferíorización y en la discriminación de las mujeres
producto de su opresión.

Como podemos ver el poder patriarcal no se limita a la opresión de las mujeres, sino
que se deriva de las relaciones de dependencia desigual de otros sujetos sociales
sometidos al poder patriarcal.

A partir de estos criterios es posible definir que los sujetos de la opresión masculina
son: las mujeres, los niños, los jóvenes, los ancianos, los homosexuales, los
minusválidos (enfermos, lisiado, moribundos) los enfermos, los obreros, los
campesinos, quienes se definen como trabajadores, los indios, quienes profesan
religiones y hablan lenguas minoritarias, los analfabetos, los gordos, los chaparros,
los feos, los oscuros, los sujetos de las clases explotadas.
Porque el poder patriarcal no se expresa sólo en sí mismo, sino que siempre se
presenta articulado con otros poderes. Así, el poder patriarcal es sexista, pero es
también clasista, étnica, racista, imperialista, etcétera.

Más allá de su voluntad y de su conciencia, los opresores patriarcales son, en


primer término, los hombres por el sólo hecho de ser hombres, lo son también sus
instituciones y sus normas (el Estado: la sociedad política, pero también la sociedad
civil), y quienes por delegación patriarcal debían ejercerlo. Así, no es casual que las
mujeres, a las vez que son objeto de la opresión, ejerzan en ciertas circunstancia:;
el poder patriarcal sobre otras mujeres sobre menores, sobre enfermos y otros
desvalidos; pero es cierto igualmente que las mujeres ejercen el poder patriarcal
sobre hombres, sin que por ello exista matriarcado.
Ahora bien, si bien hemos dejado claro, es que el patriarcado sin duda alguna es el
causante de la desigualdad de género en el país, pues es una práctica la cual sigue
sin erradicarse y cada vez parece identificarse con mayor facilidad pues las mujeres
ya no están dispuestas a seguir tolerando el machismo que sucede en nuestra
nación, es por ello, que no inmiscuimos en el tema de la opresión de la mujer, con la
finalidad de entender el origen de todo desde un inicio.

La opresión de la mujer se relaciona con la división del trabajo que se fundamenta


en la diferencia de sexos y donde el hombre acapara todo el trabajo productivo,
mientras que la mujer se encargaba de las tareas secundarias. A medida que esa
división de] trabajo se perfeccionó, la dependencia de la mujer se reforzó hasta
precipitarla definitivamente en la esclavitud.
Las sociedades patriarcales de clases encuentran en la opresión genérica uno de
los cimientos de reproducción del sistema social y cultural en su conjunto.

El conocimiento feminista ha revelado que el antagonismo patriarcal enlre los


géneros caracteriza esa misma historia, y la antecede. No dar cuenta de ello genera
entonces una visión unilateral del proceso. Con lodo, la idea de la opresión surgida
del antagonismo, así como la tesis de que esas contradicciones generan una lucha
que confluye en la transformación dialéctica de la sociedad han sido utilizadas en la
formulación de la teoría de la opresión.

La visión de la sociedad y de la cultura que incluye a las mujeres transforma la


historia construida, no sólo porque da cuenta de otros sujetos históricos, sino porque
al hacerlo modifica el conjunto de fenómenos analizados. De ahí que ni la teoría de
la lucha de clases ni ninguna otra bastan para analizar y dar cuenta de los
fenómenos políticos que se generan con la opresión de la mujer; para hacerlo es
necesario un marco conceptual específico.

El conjunto de relaciones que fundamenta la opresión de las mujeres por el sólo


hecho de serlo, ha sido parte de la historia de todas las sociedades de clases. Más
aún, características de la opresión patriarcal se encuentran también en sociedades
no clasistas: la opresión de las mujeres es parte de los fenómenos que confluyeron
en la conformación de la sociedad de clases y que contribuyen a mantenerla.
La importancia de la opresión patriarcal específica sobre las mujeres destaca en la
red de relaciones sociales de las que emergen políticas de dominación. La opresión
de la mujer es significativa asimismo en la transmisión de las normas políticas de la
sociedad y de la cultura, en la posibilidad de acumular privilegios y descargar de
ciertas ocupaciones a quienes organizan, dirigen y destruyen a las sociedades.

La opresión patriarcal de las mujeres es genérica, es decir, las mujeres son


oprimidas por el hecho de ser mujeres, cualquiera que sea su posición de clase, su
lengua, su edad, su raza, su nacionalidad, su ocupación. En el mundo patriarcal ser
mujer es ser oprimida.
La opresión de las mujeres está determinada por:
● La división genérica del trabaja y del conjunto de la vida, basada en la
valoración clasificatoria y especializadora por sexo.
● Por la división genérica de los espacios sociales: producción-reproducción,
creación-procreación, público-privado, personal-político, así como del tiempo
y de los espacios.
● Por la existencia de la propiedad privada de las cosas, en particular de las
personas.
● Por las relaciones antagónicas de clase.
● Por la existencia de formas, relaciones, estructuras e instituciones jerárquicas
de poder y dominio autoritario basadas en la expropiación que hacen unos
grupos a otros, de sus capacidades, en particular la de decidir, así como
bienes materiales y simbólicos.
● Por todas las formas de opresión basadas en criterios de edad, raciales,
étnicos, religiosos, lingüísticos, nacionales, eróticos, etcétera, que en cada
sociedad clasifican de manera mutuamente excluyente a los individuos.
● Por la definición del ser social de las mujeres en tomo a una sexualidad
expropiada procreadora o erótica, estructurada en tomo a su cuerpo para
otros.

Es importante mencionar que toda la información anterior, tiene un fundamento en el


cual está explicado el “por qué” se funda la opresión hacia este género, sobre su
cuerpo, sobre su vida, su sexualidad y lo que las hace ser mujeres.
La opresión de las mujeres se funda sobre el cuerpo cultural de la mujer: sobre su
cuerpo vivido. Su sexualidad, sus atributos y cualidades diferentes han sido
normados, disciplinados y puestos a disposición de la sociedad y del poder, sin que
medie la voluntad de las mujeres

Se ha especializado a la mujer de manera exclusiva en la reproducción privada y


personal de los otros, de la sociedad y la cultura. Se le ha confinado a espacios, a
tiempos y a territorios exclusivos, a disposición de los otros y bajo el dominio de los
hombres y de las instituciones patriarcales y clasistas.
Es necesario precisar que las mujeres y los hombres constituyen grupos
socioculturales genéricos. Que estos grupos emergen de la división del mundo a
partir de la sexualidad; y que los fenómenos políticos globales y dominantes que
caracterizan al patriarcado son: la opresión genérica de las mujeres y el dominio y
dirección de los hombros.

Las mujeres no constituyen una clase, pero están en todas ellas. La teoría de las
clases permite comprender aspectos de sus vidas y de las sociedades en que
ocurren, pero no su condición genérica. Las mujeres son oprimidas por ser mujeres,
no son explotadas (sólo algunas por su posición de clase. Entonces no es válido
homologar opresión y explotación

Es importante mencionar o destacar que existen dos tipos de opresión, es por ello
que a continuación hablaré de cada una, puesto que considero que es importante
identificar y reconocer las similitudes que existen entre ellas y la gravedad que cada
una contiene.

La primera que mencionaremos será la opresión diferencial pues en ella se


pretenden mostrar las costumbres, las tradiciones, las características regionales y
fundamentalmente, las diferencias de clase (la diferente situación de las mujeres).

Este hecho se ha interpretado, erróneamente, como si sólo las mujeres de los


grupos explotados vivieran oprimidas. Se confunde la explotación de clases con la
opresión genérica. Todas las mujeres están sujetas a la opresión genérica, aun
cuando sus condiciones de vida sean superiores, o gocen de privilegios de (tales
como riquezas, salud, educación, etc).

Por otro lado la doble opresión menciona que la mujer es la forma clara en la que
sistema patriarcal las oprime por su género y su clase, pero solo a las mujeres
explotadas, esto quiere decir que estas mujeres además de ser explotadas en el
ámbito laboral, también son explotadas en su ámbito personal. Es decir:
Están sujetas a una doble opresión del capital ante los hombres, en el conjunto de la
sociedad y en el Estado, las mujeres ocupan una posición de subordinación,
dependencia y discriminación que se traduce en su sujeción al poder y que define
las relaciones de opresión genérica que hacen cualitativamente más intensa la
explotación a la que están sometidas como productoras subordinadas al capital y
sujetas a los poderes patriarcales.

En la vida social esta doble opresión no se da por separado, ni en ámbitos distintos


pues está es la síntesis dialéctica de la opresión de clase y genérica; es la forma
específica en que el capital patriarcal explota y oprime a las mujeres obreras,
campesinas, y asalariadas de todo tipo.

La doble opresión es el resultado del complejo intrincado de relaciones vividas por la


mujer explotada todas las horas de su día y todos los días de su vida. Las
particularidades de la doble opresión dependen del lugar que ocupan las mujeres en
la producción y en la reproducción, del tipo de relaciones de producción en las que
están inmersas, así como de las características del control sobre su cuerpo y su
sexualidad.

Concluyendo la parte histórica de cómo el patriarcado nos ha oprimido por


demasiados años, es hora de ensimismarnos en el contexto actual; pues si bien
hemos dejado claro la historia refleja el presente de lo que se vive en México
gracias a los hombres, quienes se encargaron de mantener presa a las mujeres que
hoy quieres alzar la voz y ser libres sin ser juzgadas o menospreciadas en la
sociedad.
Actualmente, se puede reconocer un sinnúmero de situaciones en las que las
mujeres no tienen equidad de condiciones y derechos. Esas desigualdades han sido
evidenciadas, principalmente, por los movimientos de mujeres, por investigaciones
particulares o estudios de caso, entre otras cosas.

Ciertamente se han generado algunos indicadores de género a nivel nacional, sin


embargo, en esta propuesta no solo se muestran indicadores, si no índices que
conjugan una gran cantidad de conjugadores y muestran con un número final las
brechas de género entre hombres y mujeres.

En este nuevo contexto es importante dejar claro el concepto de igualdad de


género, pues a partir de ella pueden revelarse diversas dudas las cuales aún no han
sido respondidas o reveladas, puesto que podrían causar el colapso de la sociedad
tal y como la conocemos.

La igualdad de género: es entendida como la igualdad que las personas tienen en


derechos políticos, económicos, sociales, educativos, entre otros. Apela al estatuto
jurídico y el principio de no discriminación basado en la diferencia sexual. El objetivo
es que mujeres y hombres tengan las mismas oportunidades de vida.
Aclarado el punto anterior; es momento de dar inicio al tema; Y para ello partiremos
de la inequidad y desigualdad.

Las inequidades y desigualdades de género son un problema que no se concentra


en un solo factor, es decir, no es una situación que solo esté presente en la política
y el trabajo; en la salud o la migración, se puede decir que al ser promovida y
legitimada explícita y simbólicamente por la cultura, permea todas las esferas de la
vida humana. Prácticamente en casi todas las actividades humanas, sociales,
culturales, religiosas, políticas, personales, etc, que impliquen relaciones entre
hombres y mujeres se generan inequidades relacionadas con el género y llevan a
situaciones de desigualdad en las posibilidades y oportunidades de vida, así como
al acceso y control de los recursos.

Para este estudio, se construyeron índices de inequidad en once factores que se


interrelacionan entre sí, por ejemplo, la pobreza está relacionada con el área de
residencia, la desigualdad en la distribución de oportunidades, recursos, tiempo y
poder, que influyen directamente en otros factores como la educación, salud,
trabajo, migración, seguridad social, e indirectamente en violencia y niñez, de tal
manera que la suma de los indicadores en cada factor refleja una inequidad no solo
para ese factor, sino además las inequidades relacionadas de todos los factores.

Cabe aclarar que las estadísticas fueron tomadas de las ya existentes en México y
son a escala nacional, las cuales muestran una radiografía de las situaciones
diferenciadas de mujeres y hombres. Sin embargo, son bien conocidas las
especificidades y particularidades de los diferentes ámbitos sociales y culturales de
México, ya que como un país pluricultural, existen características específicas.

Otro factor el cual considero es importante abordar es el de la violencia, pues en ella


se puede encontrar el mayor índice de desigualdad de género.

La violencia representa una de las formas más extremas de desigualdad de género


y una de las principales barreras para el desarrollo personal y social, el despliegue
de las capacidades y el ejercicio de derechos, además de constituir una clara
violación a los derechos humanos. Este es el factor en donde mayor corrección se
requiere a una condición injusta que sufren las mujeres en México.

La violencia, principalmente contra las mujeres, se ha caracterizado como un factor


grave de salud pública. Puede encontrarse en todas las clases sociales, edades y
niveles educativos, por lo que puede afectarlas indistintamente de su condición
económica, étnica, educativa o social.

La siguiente tabla que se presentará, demuestra una vez más que las mujeres son
en gran medida, las principales víctimas de la violencia intrafamiliar. Las cifras
fueron extraídas del INEGI
La violencia que se presenta en los hombres, regularmente es ocasionada por otros
hombres. El índice de violencia está conformado por dos factores principales:
lesiones intencionales y violencia intrafamiliar, los cuales presentaron un rezago de
38.49 y -56.52, respectivamente, lo que indica que en la primera variable los
hombres se encuentran en peor condición y en la segunda las mujeres. Así mismo
la variable lesiones intencionales (en donde el rezago es para los hombres) está
conformada por homicidios y suicidios (39.90 y 31.44, respectivamente), lo que
indica que ellos cometen con mayor frecuencia dichos actos. La otra variable,
violencia intrafamiliar, está conformada por las variables delincuentes de violencia
intrafamiliar y lesiones por violencia, en donde las mujeres presentan los mayores
rezagos, es decir, los hombres son quienes cometen con mayor frecuencia estos
delitos, obteniendo un rezago de -66.26 y -17.55, respectivamente.

En México existen algunos avances en materia legislativa para promover la


participación política de las mujeres en los distintos ámbitos y órganos del Estado;
tal es el caso de la reforma al Código Federal de Instituciones y Procedimientos
Electorales (Cofipe) realizada en 2008, en la cual se hicieron algunas
modificaciones importantes respecto a las cuotas de género (tema que fue
mencionado en el contexto político) y acciones afirmativas en la búsqueda de la
igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres.

Sin embargo, se debe considerar que aun aquellas mujeres que logran llegar a
ocupar ciertos espacios de poder, suelen sufrir aislamiento y ser excluidas de la
toma de decisiones fundamentales si no cuentan o logran obtener el apoyo
mayoritario de los hombres en el poder. Se puede decir que existe un déficit del
modelo de liderazgo femenino en el gobierno mexicano, por lo que es necesario
garantizar y alentar que las mujeres ocupen puestos de responsabilidad política que
sirvan de modelo para otras mujeres así como para transformar las actitudes,
creencias y dinámica política que las excluyen.

Otro punto el cual es importante mencionar es el de las mujeres rurales e indígenas.


Las mujeres rurales constituyen un grupo social heterogéneo con perfiles
demográficos y actividades productivas que varían de acuerdo con la región del país
en la que viven y las relaciones de género que establecen en la familia y la
comunidad. Las situaciones de marginación, clase, etnia y género sitúan a las
mujeres rurales en uno de los grupos más desprotegidos, subordinados y de mayor
discriminación.

El factor de “mujeres rurales e indígenas” agrega rezago para las mujeres (-9.79).
Aunque las diferencias por género en el medio rural no son muy significativas, pues
las condiciones de ambos géneros suelen ser críticas, las mujeres mantienen
peores condiciones, sobre todo cuando se refiere a la cantidad de tierra.

En la variable “sujetos agrarios” se presentó un rezago de -33.09 para ellas, a ello


se suman otros tipos de discriminación que limitan su desarrollo de capacidades,
como poco acceso a capacitación y tecnología, el monolingüismo, la invisibilidad
como productoras y la todavía imperante división de tareas en las que los hombres
son quienes toman las decisiones sobre los recursos.

A continuación se mostrará una tabla, en ella se muestran algunas cifras las cuales
fueron extraídas del INEGI.
Las Mujeres en el México Rural, 2002; INEGI, Mujeres y Hombres en México, 2007,
e INEGI. XII Censo General de Población y Vivienda 2000.

El siguiente punto a abordar es el de la educación, pues hasta en este contexto la


mujer es tratada como alguien inferior.
Asegurar condiciones de igualdad de oportunidades en todos los niveles de
educación se considera un elemento de cambio social que repercute no solo en
beneficio de las propias mujeres, sino también de sus hijos e hijas, familia y
comunidad.

Existen, dependiendo del contexto, grandes desigualdades de género en el acceso,


el logro del aprendizaje y la continuación de la educación, resultando ser las niñas,
en general, las más desfavorecidas, aunque en algunas regiones los niños se
encuentran en desventaja.

A pesar de los logros alcanzados, existe un mayor número de niñas sin escolarizar
que de niños - 16 millones de niñas nunca irán a la escuela, y las mujeres
representan dos tercios de los 750 millones de adultos que carecen de
conocimientos básicos de alfabetización.
Entre los numerosos obstáculos que impiden a las niñas y mujeres ejercer su
derecho a estudiar, obtener un diploma y beneficiarse de la educación, se
encuentran la pobreza, el aislamiento geográfico, la pertenencia a una minoría, la
discapacidad, el matrimonio y el embarazo precoces, la violencia de género y las
actitudes tradicionales relacionadas con el papel de las mujeres.

Es de preocuparse, que incluso en este ámbito la mujer sea la afectada; sin duda
alguna la sociedad ha sido y es un factor muy influyente para que las mujeres de
nuestro país logren “empoderarse” y conseguir los mismos beneficios que tienen los
hombres. El machismo y el patriarcado son el factor más importante e influyente en
la actualidad, pues como bien hemos venido estudiando a lo largo de este trabajo es
que gracias a ellos, las mujeres siguen careciendo de todas oportunidades,
beneficios y derechos que se supone le son otorgados desde el momento en el que
nacen.
Concluyendo esta sección, es momento de inmiscuirse en el siguiente punto que es
el tema de la salud, que como bien sabemos dicho derecho es obtenido desde que
nacemos, tanto hombre como mujeres.
La equidad de género en la salud se entiende como la eliminación de aquellas
disparidades innecesarias, evitables e injustas en las oportunidades de hombres y
mujeres para gozar de las condiciones de vida y servicios que les permitan estar en
buena salud y no enfermarse, o morir por causas prevenibles y evitables.

Por lo que la equidad de género en la salud estaría dada por la asignación de


recursos con base en las necesidades diferenciadas de ambos sexos, para recibir
servicios de salud según la etapa de vida, independientemente de la condición
socioeconómica.

En este tema, es gratificante poder (y sin menospreciar al género masculino), pero


las mujeres tenemos más acceso al tema de la salud.
El factor salud refleja que existe un rezago en los hombres, el rezago perjudica a los
hombres en todas las variables, pero en mayor medida la de servicios de salud, ya
que gran parte de la población económicamente activa la constituyen ellos y son
quienes carecen de esos servicios. En las variables esperanza de vida y
discapacidades y mortalidad los hombres también se encuentran en peor condición
en comparación con las mujeres. Las mujeres actualmente tienen mayor esperanza
de vida que los hombres, por lo que están en desventaja en esta condición.
Hay más niños que nacen, pero también mueren más; asimismo, se presentan
mayores muertes en hombres relacionadas con accidentes de trabajo y
discapacidades que merman su salud en general, situaciones que están ligadas a
las diferencias de género, por ejemplo, en los trabajos y en la demostración de
masculinidad, exponiéndose a riesgos de salud y accidentes. Debido a esas
situaciones, la esperanza de vida de ellos es menor. Estas condiciones se ven
reflejadas en el rezago general que se presenta para ellos en el tema de salud.

Para dar continuidad a esta parte del trabajo y tratando que cada punto tenga
relación entre sí, es por ello que abordaremos el siguiente punto que es seguridad
social, pues si bien considero es que el tema de la salud y el punto actual, tienen
más relación entre sí.

Existen relaciones directas entre el empleo, la salud y la seguridad social. Están


estrechamente vinculadas a la existencia de relaciones de trabajo asalariadas o la
incorporación voluntaria mediante la celebración de un contrato con las instituciones
de seguridad social por los accidentes que se sufren en el trabajo.
Las mujeres muestran rezago en áreas de pensiones, y derechohabiencia, ya que
ellas se encuentran en una situación de desventaja en los empleos que obtienen
dentro del mercado formal de trabajo, lo que las ubica dentro de actividades que
caen en el trabajo reproductivo y en trabajos flexibles y de fácil rotación, por lo que
repercute directamente en su situación salarial y de seguridad social.

Concluyendo lo anterior, y esperando que fuese clara la presente información, es


momento de empaparnos de lo que realmente es que las mujeres alcen la voz ante
tanto desprecio y flagelamiento que la sociedad en general les ha ocasionado.

En la actualidad las mujeres del siglo XXI se han cansado de permanecer en


silencio, de permanecer calladas, de ocultarse tras los hombres. Lo cual para
nuestra sociedad machista resulta poco atractivo y molesto; pues ya no están
dispuestas a seguir tolerando tanta humillación y desdén de su parte
Es por eso que como último subtema el cual engloba el contexto al que no hemos
referido con anterioridad, presentare información del feminismo en pleno siglo XXI.

Como sabemos, la transformación de las estructuras formales ha sido tan


acelerada, que con frecuencia nos ha dejado poco tiempo para reflexionar sobre sus
alcances y significados profundos. Entre estas modificaciones, ocupa un papel
importante, la apertura de los espacios de poder a lenguajes, demandas y agentes
del feminismo que apenas hace unos años se encontraban totalmente excluidos y
marginados.

A lo largo del presente sexenio, hemos asistido a un “nuevo” fenómeno tanto en los
medios masivos de comunicación, como en los diversos órganos del gobierno; en
los espacios de promulgación de leyes e impartición de la justicia; en las campañas
electorales de los partidos políticos o en las intervenciones públicas de diversos
actores políticos y sociales, percibimos esfuerzos por manejar un lenguaje que
interpele explícitamente al género femenino y que muestre sensibilidad hacia los
problemas específicos de las mujeres.

En la segunda mitad de 2019, este movimiento realizó numerosas movilizaciones y


llevaron al paro a varias escuelas universitarias; y salieron a las calles, convocando
a colectivos y actores sociales muy diversos. Se trata de un movimiento “de nuevo
tipo”: con un/a actor/a protagónico/a peculiar, diversificado y, en muchos sentidos,
diferente a los movimientos feministas anteriores, sin un liderazgo específico y
unificado, y que se ha desplegado con un lenguaje “propio”, directo y confrontativo,
recurriendo incluso al uso de la violencia como medio de “comunicar y sacudir”. Es
un movimiento que ha conseguido impactar a la opinión pública, y otros logros
significativos, como llamar la atención de las autoridades y generar ciertos cambios
institucionales y normativos.

Muy diversos son los factores que pueden identificarse como desencadenantes del
movimiento actual, entre los cuales me interesa proponer al menos tres, de distinta
índole, que identificó como centrales para entender los alcances y las formas de
manifestación que éste ha adquirido:
● El aumento generalizado de la violencia en nuestro país, y en particular la
violencia contra las mujeres
● La impunidad en el tratamiento de los delitos de género, la ineficacia de la
justicia y la “normalización” de esta situación
● La expansión de una animadversión cada vez mayor de amplios grupos de
hombres contra las mujeres, de un fuerte resentimiento e incluso de un odio
manifiesto ante la creciente autonomización y empoderamiento de éstas, que
se ha traducido en una suerte de “ánimo vengativo”.

Pese al cambio de estrategia de la actual administración de Andrés Manuel López


Obrador y a la centralidad otorgada en la agenda de gobierno al problema de la
inseguridad mediante la renovación de las políticas de seguridad pública, la creación
de una Guardia Nacional y de fiscalías especializadas en distintos temas, los
resultados favorables aún no han llegado y las tendencias tampoco se han logrado
revertir de manera significativa.

En este marco, la violencia contra las mujeres no ha sido una excepción y ha


resultado persistente. De acuerdo con datos de 2016, en México 66.1 % de las
mujeres, aproximadamente 30.7 millones (de los 46.5 millones de mujeres
residentes de 15 años y más), han padecido al menos un incidente de violencia en
alguna de sus manifestaciones: física, económica, emocional, sexual o de
discriminación en el espacio laboral, escolar, comunitario, familiar o con su pareja.
De este tipo de violencias, la emocional es la más alta (49 %) y le siguen la sexual
(41.3 %), la económica (29 %) y la física (34 %). Esta misma encuesta revela que
por cada 100 mujeres de 15 años o más que han tenido pareja o esposo, 42 de las
casadas y 59 de las separadas, divorciadas o viudas han vivido situaciones de
violencia emocional, económica, física o sexual, siendo la emocional la más
recurrente.

Todo lo anterior nos indica que no hay, como se dice hoy, sólo un aumento en la
visibilización de la violencia contra las mujeres, sino un aumento real del propio
fenómeno.

En este sentido, el movimiento feminista en México ha sido un movimiento que a lo


largo de cinco décadas se ha transformado en un actor con fuerte influencia en
distintos planos del propio ámbito político, además del social y cultural. Los logros
del feminismo en este trayecto han sido numerosos, sustantivos e incuestionables y
han posicionado al movimiento por casi medio siglo como uno de los actores más
consistentes y protagónicos tanto en el ámbito nacional como en el de la ciudad
capital. En este proceso el tema de la violencia de género ha sido uno de los más
persistentes desde los años ochenta, pero indudablemente ha cobrado presencia y
vigor en el transcurso del siglo XXI, con la intensificación de la violencia
generalizada en nuestro país desde 2007.

En muchos sentidos, las mujeres jóvenes que protagonizan el movimiento feminista


actual son sin duda herederas del trayecto y la tradición feminista ya instalada en
México, en particular en la Ciudad de México y, de muchas maneras son
depositarias de los logros previos en esta materia.

El tema desencadenante de la movilización ha sido sin duda la protesta y la


denuncia ante la violencia contra las mujeres, en sus distintas manifestaciones:
acoso, violación, discriminación, maltrato y feminicidio, pero éste ha estado
vinculado desde el inicio también a las diversas formas de exclusión de las mujeres
y a la impunidad. La intensidad de los reclamos ha emergido a partir de entender
una nueva forma del ser mujer en este siglo, en la que para las jóvenes se ha
llegado a un límite donde existe un hartazgo insoportable ante los agravios
históricos que han padecido las mujeres, donde la “normalización” de la sujeción y la
violencia contra ellas de todas las generaciones es ya insostenible. De aquí que el
movimiento se haya caracterizado desde el inicio por fuertes exabruptos y
explosiones de rabia contra los hombres, las instituciones, los medios y las
complicidades silenciosas; de aquí también los mecanismos radicales y disruptivos
que las protagonistas han implementado; el tono de exigencias sin cortapisas, la
intolerancia, desesperación y hartazgo ante la falta de respuesta de las instituciones
y el uso incluso de la violencia como medio para sacudir y llamar la atención.

Las mujeres deciden levantar la voz debido a los constantes feminicidios que se
presentaban el país, y cada vez más y más las mujeres fueron tomando el valor
para exigir por cada una de las vidas que habían sido tomada por manos de
hombres que no pretendían pagar por todo lo ocasionado en las familias de las
difuntas.

En conclusión, podemos decir que en la actualidad el actuar de las mujeres es cada


vez más evidente e impresionante: en los movimientos de mujeres de todo el
mundo, en las organizaciones de la sociedad civil, en el ámbito del Estado y la
sociedad política, y en el sistema internacional de asistencia para el desarrollo. Los
procesos de democratización, a los cuales contribuyeron los movimientos de
mujeres, han alterado los términos bajo los cuales los grupos de mujeres
emprenden la actividad política. A pesar de haber sufrido algunos reveses iniciales y
la pérdida consecuente de ímpetu, se han adaptado y revisado las estrategias para
ayudar a las mujeres a conseguir poder político bajo las normas del juego
democrático.

Para concluir, quiero cerrar con lo siguiente, ya que considero que es otro medio por
el cual se ha menospreciado a la mujer.

“Al buscar un sinónimo de mujer en google, me fue desgarrador leer lo siguiente, por
mencionar algunos:”
1. Hembra
2. Mujerzuela
3. Ama
4. Doméstica

Cómo erradicar el problema desde raíz, si por diversos medios se han encargado de
etiquetar a las mujeres. El objetivo es que las mujeres dejen de ser como lo dice
Marcela Lagarde:
“Personas incompletas cuya existencia se justifica sólo a partir de los otros,
personas fallidas si no responden a los estereotipos sociales sobre el ideal de
mujer y persona cautiva, cuya libertad depende de la voluntad ajena.” 5

Referencias bibliográficas:

. Zamudio. F, Ayala. M, Arana. R. (2013). “Mujeres y hombres. Desigualdad de


género en el contexto mexicano”. Consultado el 18 de noviembre del 2021.
Obtenido de: http://www.scielo.org.mx/pdf/estsoc/v22n44/v22n44a10.pdf

. May. A, Morales. J. (2018). “La discriminación laboral de la mujer en México”.


Consultado el 18 de noviembre del 2021. Obtenido de:
http://ri.ujat.mx/bitstream/20.500.12107/1684/1/243-1788-A.pdf

Marcela Lagarde y de los Ríos 2005, “Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas.
5

Presas y locas” México. Universidad Nacional Autónoma de México.


. Álvarez. L. (2020). “El movimiento feminista en México en el siglo XXI: juventud,
radicalidad y violencia”. Consultado el 19 de noviembre del 2021: Obtenido de:
http://www.scielo.org.mx/pdf/rmcps/v65n240/0185-1918-rmcps-65-240-147.pdf

. Lagarde. M. (2005). “Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas.


presas y locas”. Consultado el 19 de noviembre del 2021. Obtenido de: lagarde-
marcela-los-cautiverios-de-las-mujeres-scan (1).pdf

. Rey. F. (2013). “Un nuevo enfoque en las cuotas electorales de género”.


Consultado el 19 de noviembre del 2021. Obtenido de: Cuadernos de divulgación
no. 22.pdf

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