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Las piedras vivas de la iglesia

la edificación del cuerpo de Ci isto. el primer paso debe ser


hacerlos discípulos de Jesus. pues se ’En af'ectaflas sus vidas e
’igualmente lo será la vida interna de la congregación.
{2J El testimonio mei bal
Las piedi‘as vivas ediíican iiiediante su testimonio verbal.
que es el que se díl CX l'Dsameiite con la palabra. Es el
privilegio y responsabilidad de todo cristiano confesar con su
boca si Jeski.s como Señor y Salvador’ y comtinical il lOs delrás
el evan Amelio de la sa1VacÍÓI1.
En los relatDS C{iiD H DS dan los evangc l ios sobre el
ministerio de Jesüs se dan diferentes casos d personas que
i'ecibiei on sanidad física, liberación de demonio. o alguna
pa1‹ibi‘a que les ayudó. Por lo generíll, l él (lCCiün in ni •diata
posterior fue que ellos salían a compartir aquello con
familiar es y conocidos (Lc 8.39: Mt 8.4; Jn 4..39--i2). Eso
mismo es lo qLie busca el Señ or con su pueblD.
El edificio de Dios se va ampliando en la medida que se
añ aden nuevas piedras. nuevas personas convertidos. Esto es
lo tjue trae ci ecimieiito numérico a la iglesia. Y ningfln medio
todavía lta superado al testimonio y la vida de cada creyente
parar rlLimentai el iiFiniero de lDs C{rie si ACR al Señ Dr.
Aunque se debe reconocer c¡ue hay un nsinisteiú o de
evangelisia (Ef 4. 11 ), éste se refiere i una acció n che p•randes
proporciones como se ve en los apó stoles o en Feb ipe O íiílÜ Ó Ñ
conto los evanyelistas Moody, Spcirgeon, Billy Gr ahaiii. Luis
Palau y otros (Hch 8.5-S). Ciertamente ésta es una operacié›n
especial del Espírí to S íiHtO iÍÉ Ü Ú Of1 Ci Ü 1” ils /CfSOlIt1ü
destinadas por él a una labor que afectará a todo cl cuerpo de
Cristo.
Pe•ro de ningú n modo, tanto e iii•gelistas conto pastores y
creyentes, pueclen dejar de lado, no serlo la rCSQDH8abiliclad
que tiene todo cristiano de testificar de en Salvador, sino el
hecho de que tiene la pi'ovisiú n para hacer lo.
Por un lado. todo convertido tiene el testimonio en sí
mismo de lo qiic Dios lta hecho por él. Eso tan sencillo. per o

ñl
La iglesia en que sirvo

han poderoso. es el principio. Luego. que el mensaje b5sico


del evangelio. respecto al amor de Dios por la humanidad, el
estado de las personas bajo el poder del pecado, de Satwú s y
del menudo, la obra de Jesó s con su muerte y su resurrecció n, y
el llamado al arepentimiento y fe en Jesú s para recibir los
beneficios del evangelio, es algo tan sencillo quc hasta los
ni iros pueden iÍ}3ienderlo y comunicarlo.
Finalmcnte, que el Espíritu Santo ha venido. no só lo para
rediii gü ir al mundo, para retener ar a los convcrtidos y otras
cosas, sino en modo muy particular. para llenamos de poder
para testificar. Y esto est5 al alcance de todo henaiio,
siiiiplcicente por la limpieza, obediencia y oració n (Lc 2-i.49:
Hcli i.g: M 16.20; Hch 4.3 l; 1 Te l.6- l0l.
De manera que no hay excusa. ni pai'a los creyentes ni para
los pastores. La acció n edificativa en la iglesia debe dirigirse
sin rodeos a hacer de ella una gran fuerza de testimonio
constante. Cada hermano donde vive, donde esttldÍa, donde
trabaja o donde se mueve, por‘ medio de su vid.l y su palabra
alentado por el Espíritu de Dios, semi un valioso edificador.

(3) Unidaü eic el cuerpo


El cristiano debc edificar la unidad del cuerpo de Ci4sto (Ef
4.3N.13: Jn 17.20-23). Empieza sieinpi‘e en la congregació n
local. Por esto la palabra llama a ser “solícitos en nuardarla
unidad del Espíritu en el vínculo de la paz”. Esto plantea otra
vez la necesidad de hacer discípulos que comprendan lo que es
la is esia, pei‘o que sus caracteres hayan sido cambiados para
que puedan relacionarse entre sí de la mejor manei‘a. Siempre
hay que tener presente que la con rogació n es un ámbito de
relaciones con Dios y con los hermanos.
Dich:is relaciones deben ser de amor, primeramente; de
paz, que enseñ en a perdonar y a ser perdonados; de
misericordia para ayudar a levantar al que cae; relaciones de
ayuda tanto espiritual conto material o social: relaciones ‹le
orden criando hay abusos o faltas morales í 1 Co lJ; Jn
Las piedras vivas de la iglesia

1.3.34,35; Hcli 2.43—47; l Co 5.1—13; 2 Co 2.5- 1.1; 1 Co


8.1- 13; l 1.17-22: Seg 2.1 - 13: l Jn 2.7-11).
El ci‘istíano igualmente edifica el cuerpo de Cristo en el
modo como entiende. conto ve y corno se relaciona con otros
micnibi os y partes qile no forman su cíi culo congregacional
inmediato. O sea. con leer manos y congregaciones cristianas.
no só lo de su propia agrupació n. sino de otras. EStD 130 sÓ Jo
produce paz y amor, sino también una buena imagen ante los
no creyentes. Y facilita la obra evangelizadora. Por eso Jesus
oró que fuéramos “uno pm'a que el mundo crea”, lo cual se
contirmó en la iglesia de Jerusalén cuando esta “tenía tú vor
con todo el pueblo” y Dios podía “añ adii cada Clic iÍ Ííl iglesia
los que habían de ser salvos'. dada la forma corno vivieron la
fe los primeros discípulos (Hch 2.41 - 47).
¢4) El sem!icio
El cristiano adem5s se convierte en piedra viva, verdadero
edificador de la ig•lesia mediante su vida de servicio. Jesú s
ciisenü que el modo de vivir de sus seguidoresno consiste en
*«*•l•eda de poder. de iiiando o de distinció n humana. É l
indicó que este debe ser nuestio diario modo de vivir: “Poiqne
el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir,

S) Lu oración
Un aspecto iras por el cual las piedras vivas Rom:hr pai'te
activa en la edificació n del cuerpo de Cristo es por nicdio de la
oració n. C uando un cristiano piensa en la oí ació n.
naturalmente no lo hacc en terminos de penitencia. para
autoconcientizarse sobre algo, para pasar el tiempo, o para
cumplir un ritual. Entendemos que “la oració n eficaz del justo
puede mucho. Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes
a las nuestras, y oró ter vienteinente para que no lloviese, y no
llovió sobre la tierra por tres añ os y seis meses. Y otra vez or ó .
y el cielo dio lluVia, y la hiei i a produjo su fruto” SUS 5. J 6— l P;
l Cr 16.1 l ; Mt 7.7; Lc 1S.1; Jn 16.24; Ef 6.18).
La iglesia en que sirvo

Hay un caudal inmensurable de poder‘ en las oraciones del


pueblo de Dios porque sabemos que él oye y contesta (Sal
34.5). La oració n. entre otras cosas, es para pedir poder
espiritual paria testificar (Hch 4.?9-31 ). Para pedir que Dios
envíe obreros a su mies (Mt 9.37,35). Para pedir la direcci6n
del Espíritu a los siervos de Dios. Pza que Dios guíe a los
lienuanos. Par• •l e las iglesias sean bendecidos. Para que las
malicias. intenciones y accionRS diabó licas sean destruidas
(Ef 6.10-20). Para la libei‘ació n de endemoniados (Mt 17.21 J.
Pai a que lo› gobienios hagan lo justo (1 Ti 2.1 -4) etc.
Una dc las acciones m:is necesarias que debe tomar‘ el
liderazgo es movilizar en forma constante e inteligente a la
iglesia en la oiació n. de inDdo que ella se constituya en un
vei‘dadero ejército. Hay inLichas formas de hacerlo. Desde la
enseñ anza al recien convertido, la participació n en cultos de
oració n. la invitació n a los hermanos a orar y ininistrar a las
necesidades de los demás. cadcnas de oració n, hasta toma
zonas gcogi afie-as o regiones pobladas para pedii al cielo con
objetivos específicos.
La verdadera consti'ucciú n del paran edificio de DiDs debe
dm prioridad a este factor’ pai'a que cada constiiictoi. cada
piedi a viva, api‘enda no só lo a hablar, a correr y a servir en la
obi a, sino a orar paI'a que todo ello lleve fi nto. Pues cuando
en secreto llegamos a la pi‘esencia de Dios. él sabe
recompensar en pú blico (Mt 6.6).

5. CONCLUSIONES
( l ) En el lenp•uaje eclesi5stico se LlSa iiirlclio la palabra iglesia
conto un ter inino abstracto o como una simple idea. También
se habla de ella y se ve como una yian institució n. Este capítulo
nos ha llevado a eiitendei que la iglRsia es algo concreto. tangi-
ble, i cal. Habla de ip•1esia es habla, priirei'amente. de perso-
nas. Son hombies, mujeres, niíios, jó venes, adultos y ancianos.
Son l••isDnas que vienen de diferentes lup•aies, familias,
trasfoiidos cultiii ales, sociales y econó micos.
Las piedras vivas de la iglesia

De modo que lo primero que tiene que hacer un dirigente en


la iglesia es ver‘ ii las personas. ama las. coniprenderlas.
ayudarlas, y oriente las en en nueva vida. El primer énfasis en
cualquier trabajo en Ía obra de Dios no está en la calidad de
predicació n que se puede dai, o cual es la mejor organizació n
que se puede desarrollar. o cuántos fondos se deben recaudar, o
có mo debe encajar la congregació n local en sLi denominació n.
El prímei factor lo constituyen las personas que la integi an. Por
esto Jesó s dijo que él ent el huen pastor. qtie daba su vida por las
ovcja . que las conocía por uombi'e y ellas le conocían y lo
sep•iiían (Jn 10.11- 17). A esto, ni más ni menos. estamos
llamados a onipi oivetemos. “Apacentad la q•rey de Dios que
está ende vosoü os. cuidando de ella... oconto teniendo señ orío
sobre los que est5n a vuestro cuidado...” ( 1 P 5.1 -4J.
(2) Dichas personas se a.socian o son asociadas por Dios
mismo en un oi‘ganismo espiritual cuando son laviidas por la
sangre pi‘ecio;a de Jesucristo. Pero hay algo mas. No es só lo
un organismo espiritual. Es nn cuerpo social, sea pequeñ o o
grande, porqUe se reú ne frecuent •niente; tiene valores
comunes; persigue fines comunes: tiene o crea una estructura
que conocemos cono organizació n o p•obierno. y desai l olla
i elaciones permanentes y a veces muy estrechas.
Esta c•s otra cara de la realidad. Personas, sí. Pero además
un grupo humano, lo que implica. como ya vimos. una serie
de aspectos que deben ser tomados eIi cuenta y que necesitan
manejarse muy bien. Esto no só lo indica zona parte de la tarea
‹le los dirieentes. sino algo que deben aprender a vivir los
hermanos. Por eso el estudio de có mo fueron constituidas las
priiu •ras iglesias nos ayuda a entender esta i ealidad. Y el
analisis de los temas posteriores url iwuuin mejor el asunto. El
trato con personas aisladas es distinto al trato con personas en
p•rilpo. Tanto los que son integrados a la iglesia como los que
la presiden necesitan entender muy bien lo que significa esto
pai a que sean cumplidas las aspiraciones del Señ or.
La iglesia en que sirvo
(3)Toda acció n pastoral debe tener un doble objetivo: edificar
a los hermanos y enseñ arles a ellos a edificar. La tarea no es
completa si falta el segundo elemento. Lo más sencillo, y lo
que algunos prefieren, es hacer pasar el tiempo a la gi'ey
sin desarrollar un programa seno y adecuado para fornlítFlOS
como Dios quiere, y para que tomen parte activa en la
edificació n del cuerpo de Cristo. El trabajo pastoral así se
constituye en una tarea de amplias proyecciones pues exige
mucha oració n, direcció n divina, genuino amor a las persDnas
y a la congregació n, madN¡ez en las relaciones y capacidad
para desarrollarlas. sabiduría para guiar al rebañ o, sentido
administrativo y orp•anizacional, y capacidad pedagó gica.
La indicació n del Seíior es la siguiente: “Y para estas cOSaS.
¿quién es suficiente? ... Y tal confianza tenemos mediante
Ci‘isto para con Dios; no que seamos competentes por
nosotros mismos para pensar algo conto de nosotros mismos,
sino que nuesti‘a competencia pr oviene de Dios, el cual
ílSiHiisnio nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto,
no de la letra. sino del espíritu ... ” (2 Co 2.16; ?.4-6j.
(4) El ministerio de la iglesia debe ser integral. En nuestra
tai ea de la evangelizació n, no podemos divorciar la
proclamació n (l:ervgmti) del servicio (r//or oiría). Hemos
api‘endido que en cl ministerio de Jesú s y de los apó stoles las
palabras y las obras eran expresiones de su compasió n pDr la
gente, y deben serlo de la nuestra. Palabras y obras surgen del
señ orío de Jesü s, porque él nos envía al mundo a predicar y
servir. Si proclamamos las buenas nuevas del amor de Dios,
debemos manifestar sii amor cuidando de los necesitados.

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INTRODUCCIÓ N
En los capítulos anteriores ha quedado establecido que la
iglesia cristiana hizo su aparició n en el mundo como pat te de
una acció n estrictamente divina.
La iq•1esia ha sido fundamentada y establecida sobre la per-
sona de Jesucristo como Salvador, Mesías y Señ or. y sobre el
D•‹•po apostó lico que fue llamado y encomendado por el
Señ or para darle inicio. Empezó con un grupo de judíos que
aceptaron y reconocieron a la persona y obra de Jesú s, para
luego abarcar, en muy corto tiempo. a los no judíos, o sea a los
gentiles, con lo cual también se cumplió oti a profecía (Is
49.6). La iglesia entonces abre sus puertas de par en pa’ para
toda persona y desti uye las barreras erig•idas por los hombres,
las sociedades, las razas y las culturas. De este modo se
establecen una serie de verdades fundamentales que deben
guiar la vida del cuerpo de Cristo a ti avés de los siglos y en
todas las circunstancias.
S in e mbargo con e1 correr de los airos m nc hos
acontecilnientos y personas. tanto de dentro como de fuera de
la iglesia, fueron minando sus bases. Después de veinte siglos
todavía se hacen serios y ravísimos cuestionamientos en
cuanto a sii presencia y su misió n. Algunos la ven como la

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La iglesia en que sirvo

intc•i eses políticos. o bien de grupos humanos no adaptados a


!vl 1Íí)ÍÜ d 1 Ú “Diodei nidad” y que quicren vivir ciun en la et epa
lddi(i(i) t_‘l desan ollo humano. ya superando por la científica.
En 1Os Cel ÍÍÍlÍÜ s illlteriores hemos co isidei sido el origen de
la iglesia. Ahora vamos a considcrar su l)íl(Ü Ú ilÍOZa y a evaluar
sU labor y posició n en el mundo. a tin de c¡ue lla sca lo que
originalmente JesucristD, su fundador y t'undaineiuo. quiso
qiic fiic•i’a.
Todo lo anteríoi nos lleva a oli o aspecto esti echamente
vinculado y no menos irnport:iiite. ¿Pai si qué fue dRjada la
iglesia en el mundo? ¡,Cuál es su propó sito, cu/i1es sris fines. a
que debe dedicarse en modo pi'io itai io? Teolú gicaniente
hablando. ¿cuál e•s su m sió n’/ No está por demás señ alar que
este lema ha sido el foco dc debates por nudo el mundo.
especialmente en las ú ltimas décadas. La ultima generació n
lta sido testigo y parte de las discusiones que no só lo han sido
muchísimas, siÜ (j ÇUN Hill) É díclo penosas polarizaciones a la
comunidad cristiana protestante y a otros sectores llaiiiados
cristianos. Esta situació n se ha presentado debido a una
disparidad de conceptos, pues están los que piensan que la
iglesia só lo debe predicar el evanp•elio y aquellos que le
asignan como funció n la de establecer una nueva sociedad
universal. Así unos opinan que la iglesia es necesaria en el
mundo y otros, que debe desapai'ecer para diii lugar a otra
cosa mejor.
¿Qué funció n o funciones. cuá les propó sitos o fines le
estableció el Se rior a su ip•lesiR O CC J()É .Í c)ilfl lilas
específica, a sas ip•lesias. pensando en los nú cleos de
ci isli <os qoe conocemos como conp•regaciones locales?
Esta es la pre•unta basica a la que responde estc capítulo.

OBJETIVOS BÁSICOS
Eri los estudios sobre temas eclesi5sticos ha peinado un
concepto que define la finalidad de la iglesia en ti es aspectos:
Finalidades de la iglesia cristiana

adorar a Dios, evangelizar y enseñ ar. Es una visió n correcta,


pe•ro a juicio nuestro, tan sintética que parece olvidar otros
factores. Como concepto general, ayuda a tener una
esquematiznció n sencilla y claro, pero a la luz de la palabra y
de la expRriRncia de las congregaeiDnes, resulta un tanto
estrecho. Parece descuidar algunos terrenos que son tan
importantes coma los ces seiialados.
Debido a lo anterior propongo a continuació n un esquema
de finalidades más nmplio, pues considero que es tn3s
objetivo, de cm ú ctermú s práctico y que toma en euentn, desde
luego, el ya mencionado. El orden sugerido no señ ala la
escnla de importancia porque el la experiencia pastoral se
demuestra que depe.ndiendo de cu51 sea la situació n de una
iglesia, a veces hay que reforzm algunas KOSils más que otras.
Más bien el siguiente es un cuadro que señ aln en íormn gen-
eral lo que la iglesia debe hacer.

1. ADORAR AOIOS
Puesto que las iglesias son agrupaciones de personas que
hnn vivido una experiencia personal de encuentro con Dios
por medio de su Hijo Jesucristo y bajo la direcció n del
Espíritu Santo, la primera y verdadera relación se da eatre los
creyentes y Dios. Y el Señ or»í lo ha hecho pam que a partir
de dicha relació n, él pueda tener su testimonio en la fiem y
un medio para llegar a toda lz humaaidad.
Decía una vez un teó logo que los creyentes pasarán la
eternidad adorando al Señor; de mDdo que éste es un nsunto
de poca importancia en la situació n presente de la iglesia,
Sin embargo la relació n que tiene unn congregació n con
Dios es algo que debe meditarse muy bien. Por un lado Dios
busca ser adorado. É l busca personas que le reconozcan, le
rrean, le obedezcan y le rindan el homenaje del cual sdlo sfl es
digno (4r 4.23, 24). Si esta fuera la ú nica razó n, sería
suficiente. Lo diferente de ser cristiano radica en esa
confesió n de 1í1 Rxlstsncia de un Dios de amor, poder y

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La iglesia en que sirvo

justicia, que no sú lD es Senior’ de todD, sino que desea


relacionmse con el hombre y desea su adoi'ació n.
No se pUede olvidar que el gran problemita humano es el de
su separació n de Dios, el de cambiar su gloria por imágenes
de la naturaleza y de seres creados, lo cual es idolatría, que él
aboniina (Ro 1.18-27). Pero la i econcillació n de los seres
humanos con Dios ti ae ineludibleiiiente la vinculació n entre
ambos de una nueva manera, y pone a uno en condició n de
adol ai y al otro de ser adorado. EstD es lo que pr iniei'amenle
expi'esa todo convertido al Seiioi, aunque sea en un nodo muy
rudiiuentario, y lo que expresa i•ua1mente tod» congregació n
cristiana cuando se reú ne (Hch 2.47: 3.g,9: Ef 1.6,12, 14; 5.19:
Jn 9.35-38).
El hecho de ser testigos de Dios en la tierra implica
necesfln.)lrente la disposició n a la ador ació n y alabanza del
Señ or. Eso es lo que Dios quisiera que todo el mundo hiciera.
Pero como no le conocen. cDn mayor razó n espera que
quienes creen en él mantengan ante los ojos del mundo su
reconocimiento por medio de la adoració n.
La adoració n es parte de una actitud iiianifestada cii
diferentes fonras y acciones. Existe la adoi aciú n individual o
personal. por la que en privado el creyenic rinde hoiiienaje al
Señ or y reconoce so gloi ia, majestad, poder y ar noi. Tal
adoració ii se expresa por medio dC OfaCiones: palabras, sea en
la lengua materna o en lenguas que da el Espíritu; en cantos;
po*tració ii; huinillació H y aun gemidos. lncluso todo puede
dar se a la vez (É x 4.31; Dt 26.10; Jos 5.14; l R 1.47: SE 29.2:
95.d; Lc 24.52).
La adoració n es igualmentc pai ie de un modo de vida diario
por el cual el ci istiano anda, trabaja. estudia y actú a
convencido que lo que hace cs en el poder de su Dios y todo lo
dedica a él (Fil 1. 11; 8.4: He 1.3.5; Stg 5.13; Ro 12.1; 6.13).
Cuando esta motivació n no existe, cuando el creyente separa
su vida cotidiana de este sentir. no só lo Dios no es glorificado,
xino que se proyecta una vida cristiana personal raqu ítica que
Finalidades de la iglesia cristiana

de igual modo se manifiesta en la reunió n de la iglesia con


muy poco entusiasmo en la adoració n conjunta. Por el
contrario vidas motivadas cotidianamente a servir al Señ or.
llevan a la congregació n un jubiloso sentir de la presencia
bendita de Dios que se manifiesta en libertad. p•ozo y
espontaneidad en la alabanza.
La década de 1970 trajo una muy significativa experiencia
en a m p l i os s ec to re s de 1 as i g l es i as e va np•e l i c as
latinoamericanas con respecto a la adoi'ació n. Por un lado
enspczó unir renovació n musical que permitió incorpora, e
incluso en mLiClJOS lup•ares e iglesias, cambiar por completo la
1iimnolop•ía con instrumentos, tonos y ritmos m5s afines a
nuesti'a idiosincrasia. Pero lo mas notable ha sido el énfasis en
el reconocimiento de la grandeza, poder. señ orío y gloria de
Dios. A la par dc una apertura litú rgica que no se ciíie tan
riprirosamente a un orden pi'eesiab1ecido. muchos liimnos
tomados dc los Salmos y otras partes de la Escritura, como
mucha.s otras canciones, han pcrinitido que los espíritus de los
creyentes hagan de la adoració n una experiencia mucho iii/is
profunda.
Al observar este énfasis por muchas partes del mundo, uno
recibe la impresió n que en medio de una humanidad goce cada
vez piensa menos en Dios y que parece estar diciendo:
“Ronipaiiios sus ligaduras, y echemos de nosotros sus
cuerdas”. de un modo especial la iglesia insiste y prDcla na
por medio de la adoració n mú ltiple que Dios sí existe, y qLie
queremos que él sea recDnocido como Rey y Señ or.
En forma muy interesante, se nota una correlació n entre
esta acció n ante el Senor en las congregaciones y la lDrma
como están ci'eciendo. Cuando el piieblD se reú ne y adora en
fornuajubilosa al Señ or, hay un sentir unánime de que la g•ente
sale “bendecido”: sabe que Dios estuvo con ellos. Al Senor se
le permite ministrar a las necesidades de las personas y éstas
cobran fuerzas para la vida y viven sus luchas, esperanzas,
frustraciones, trabajos y oportunidades con un sentido de vic-
La ip/esia en que sirvo
toria, porque “si Dios es por nosotros, ¿quién contra
noso>os?” (Sal 2.3; Ro 8.31).

2. REFLEJAR LA PRESENCIA DE JESUCRISTO


La iglesia es el cuerpo de Cristo. Cada congregación local
es, igualmente, en forma pequeiia, cuerpo de Cfisto (1 Co
3.16,17).
Por esto insisimos en los capíRilos nnteriores en lo que la
iglesia es Bnte los ojos del Senor para que así sea en los
nuestros. La iglesia es el medio que Dios tiene en el mundo
para realiza, en .sii nombre y en el de Jesñs, una serie de
funciones, en las cuales aun los ángeles anhelan mirar (1 P
2.12). En este sentido hay varios aS RCtos que debemos tomar
en consideración.
Primero, toda congregación cristiana debe reflejar el nmor
de Jesús. Sobre todo, su amor al pecador, categoría que
no hace excepción de nadiR, “por cuanto tOdos pecaron y
estún destituidos de la gloria de Dios” @o 5.23; 11.32).
Así que, por ese amor estii llamada a bendecir aun a
quienes la persigan; a no maldecN. a gozarse con los que
se gozan; a llorar con los que lloran; a no pagnr z nadie mal
por mal; .a procurar lo bueno delante de iodos los hombres;
en lo posible a estar en paz con todos los hombres: a no
vengarse sino dejar lugar para la ira de Dios; a no ser
vencidos de lo malo, sino a Ve.ncer con 81 bien el mal íRo
12.14- 21).
Jesús prestó una atención especial a los pobres porque
ellos son olvidados por todos y reciben el mayor impacto
de los problemas económicos, sociales y políticos (MM
11.5). Sin embarp=o, Jesús llamd a MKos, y también ellos
encontraron un lugar en el reino de Dios (Mt 9.9-13; Lc
19.1-10; Mt 19.16-26; PIm 8-21). Así debe ser el amor de
la iglesia.
JRSUs fue manso y humilde de corazón (MM l 1.29). Él no
buscó el poder político ai quino hacer su obra por ese medio.
Enseñó a los suyos a no seguir el patrdn del mundn que
anhela poder y distinción, sino más bien nservir. Su modo de
Finalidades de la iglesia cristiana
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FinalÓades de la iglesia crisfiana

relacionuse con sus discípulos fue como “el que sirve” (Lc
22.?7). Somos instados a seguir el ejemplo de Cristo, quien
se despojó a sí mismo para llegar a ser como un siervo (Fil
?.1-11).
La iglesia hu sido y serú perseguida por causa del
testimonio de Jesú s. Ha sido víctima, y lo serú , de muchv
injusü cias. Han hablado, y hablarú n, mal de ella (Mt5.11,12;
? Ti 3.12). Pero también es tenmda al poder, a resolver
injusticias o persecuciones por medio del poder o los medios
humanos. En Agunas ocasiones lu posesió n de bienes o
medios econó micos la hace sentirse supeÚ or. En esie sentido,
la demanda de Jesú s para su cuerpo sigue en pie: ser como su
maestro.
Como Jesú s que vino para cumplir la voluntad de su Pa-
dre, la iglesia debe ceñ irse de lamismn voluntad (Mt5.17;
Jn 4.34; 6.38). Por lo cual necesita reconocer con
clwidad culles son losfines pum los que ha sido puesta en el
mundo y debe aferrarse a ellos. Muchos objetivos y medios
le son propuestos para cumplir su funció n. Las gentes del
mundo quieren ver a la iglesia convertida en una cosa muy
diferente de lo que la Biblia propone. Pero así como Cristo
rechazó al diablo cuando éste le ofreció los reinos del mundo,
ocilando reprendió a Pedro cuando éste le insistió en no ir al
Calvario, o cuando omndo angustiado sudó “como grandes
gotas de sangre” para que se hiciera la voluntad del Padre
y no la suya, así el pueblo del Señ or debe reconocer que su
llamado es a sujetuse n la voluntad divina {Mt 4.8-10;
16.21-25; Lc
?2.41-43),
La iglesia ademú s sigue el ejemplo de Jesú s que vinoaservr
fMr 10.45). Esto es parte de lo que en el cnpftulo anterior fue
señ alado. que los cristianos deben estar “enteramente
prepuados pua toda buena obra” (2 Ti .h. 17). El servicio
empieza adenno. entre la misma familia, en la congregació n, y
luego, busca hacer bien a todos (1 Ti 5.8: Gá 6.10). Esto es lo
qtle se conoce con el nombre de diaconfç palftbra griega que

63
La iglesia en que sirvo

si n idea servicio. En este sentidO la iglesia ejerce la diaconía


en el nombre de Jesú s, en todas las formas que le sea posible.
Finalmente, como Jesú s. su cuerpo debe dar la palabra de
Dios al ni undo. É l ocupó larg•a.s sesiones con sus discípulos,
como con las iiiultitudes, para predicar y enseñ ai‘ la palabra de
Dios. Los evangelios relatan que Orlando vio una multitud con
liambi e, tuvo compasió n de ella y les dio dc comer. Pero
también “comenzó a enseñ arles muchas cosas” fMr G.30-4-tJ.
Toda congregació n cristiana necesita estar profundamente
convencida que Dios quiere hablar al mundo por iiiedio de ella,
tanto por su vida, como por su predicació n, su enseñ anza y su
testimonio (Mt 4.23; 9.3ñ : Mr 16.20; He 2.4). Por lo cual,
siguiendo el ejemplo de los bereanos, toda congregació n
cristiana debe ser fiel estudiante de la palabra de Dios tanto
para hablar lo que conviene a la sana doctrina, como pm‘a
discerni r y desennaascarai toda enseñanza falsa (Hc h
17.10- 1 2).
La enseñ anza de la palabra de Dios al mundo es una
funció n irremplazable dada a la iglesia. Es ella quien debe
comunicar la VCTdad de Dios, porque ella es la que guía a la
Salvació n, al camino anp•osto y a la vida abundante. El ser
humano siempre quiere sustituir lo de Dios por lo suyo. El
mundo ac tu al mira la Biblia como un n obra li ter aria
interesante pero abarrotado de mitos o explicaciones
alegó ricas que la gente le daba a ciertos acontecimientos, o
como un libro de mortal de un pueblo y de predicciones. Pero
no la reconocen corno la palabra divina que es la verdad que
libera, que guía los pasos de la gente por el camino correcto, o
el pan y agua que sacian el hambre y la sed de sus espíritus.
Por lo cual la comunicació n de la palabra de Dios al mundo
por medio de la iglesia es una tarea que no puede ser dejada de
lado, ni postergada, ni dada a otros. Ella constituye quizá su
mas grande privilegio y responsabilidad (Jn 8.31,32: Sal
119.105: Mt 4.4). Y es, igualmente. lo que la diferencia de
toda organizació n humana.

6J
Finalidades de la iglesia cristiana

3. ANUNCIAR EL EVANGELIO
Si hay algo claramente especificado en la misió n de la
iglesia es lo correspondiente al anuncio o prcdicació n del
evangelio. Las primeras ó rdenes que Jesú s les dio a los doce y
a los setenta cuando les envió por primcra vez, fue en dicho
sentido (Mt 10.5-7: Lc 10.9¡.
Lo iras significativo es que sus ú ltimas ó i denes, antes de
ascender a la diestra del Padre, fuei'on también muy claras. y
son i'ecogidas por los cuatro evangelios y el libro de Los
Hechos (Mt 28.15-20; Mr 1 G.15-20: Lc 24.44-49: Jn
20.21 -23; Hch l.S).
Dichas Ordenes aSÍ CIH íls evidencian la importancia que pen
el Señ or tiene la tarea de anuncio el evangelio. por lo que la
iglesia debe toirai‘la conto algo que• debe eS(í1f en el mismo
centro de• su vida. No hay ningtin otro organismo que pueda
hacer. e cargo de esta labor. Só lo la iglesia de Jesucristo. á" el
objetivo de Dios es que llegue a toda persona, nació n, raza y
lengua porque es el ú nico camino de salvació n ya que Dios
convocm'a a toda la humanidad a juicio (He 9.27).
La cvangelizaciú n se propone anunciar pub1icamente si
Jesucristo como Salvador y Señ or. ya sea a personas. fainilÍíl5,
grupos dif”erentes. pueblos o naciones. Se debe presentar el
plan redentor de Dios a fin de que las personas lo conozcan. lo
entiendan, lo crean y lo vivan en su vida diaria (lo 1.1 J,15;
15.l9,20J.
El anuncio de las buenas nuevas debe hacer se en el poder
del Espíritu Santo. Partc de la razó n de la presencia y acció n
del Espíritu de Dios es para capacitar y dar pDdei a la iglesia a
fin de que ella sea testigo de Jesucristo, con su vida y con su
palabra (Lc *4.49). Algo que se evidencia cuando hay
derraniamientos del Espíritu en una congregació n o regió n es
que los hermanos alaban al Seíioi con libertad, experimentan
grali gozo, un deseo de conte él lOs dem5s lo que Dios ha
hecho por mcdio de su Hijo. y llevar el testimonio a otros
1ug•ores.
La Iglesia en que sirvo
Generalmente el mismo Espíritu muevR a las
rongregnciones a bascar los medios mán adecuados p«a
llegar a la gente. Sin embargo, el tiempo ha indicado que
nunque Dios levanta evangelistas de renombre, con unción
especial, el modo mús simple y efectivo, es el que se da en la
comunicación del evangelio persona a persona. Así el joven
habla al joven; el vecino el vecino; el Compañero de trabajo a
su colega; el profesional al profesional. Cada uno en su
propio ú mbito de relaciores tiene campo p ara la tarea
evangelizadora. Y es así como la iglesia expande sii
tesimoNo.
Con todo, desde el punto de vista de una congregació n, no
só lo el testimonio o evangelismo personal es lu primera acció n
que se debe y puede desplegar sino muchas oaas. como la
evangelizacidn organizada casa por casç esmdios bibFcos en
hogares, cultos al aire libre, programas de radio, distribució n
deBiblias, tratados, libros y muchas otras formas.En todo esro,
la conviKció n que los dirigentes de la
iglesiatenganacercndela importancia de esta labor, es
determinnnte para crenr conciencia, para orar
específicamente por esto, y para movilizarla en forma
sistsmú tica y permanente.
Aunque el testimonio es verbal, y se da un mensaje quR
espera una respuesta, no est5 fuera del sentido de esia labor
que Rl Espíritu Snnto conceda que los creyentes puedan hacer
señ nles en su nombre. Cuando se hacen visitns a hogares de
personas no cristianns, o se encuentran sítuaeiones difíciles
en un hogar o regidn, la oracifin de fe de los hijos de Dios
puede demos>arque Dios existe y que actiíaante lu
necesidad dela gente. Poresto o muchos se les abren los ojos
y buscnn al Señ or. Aunque siempre debemos tener presente
que hay per- sonas que aun viendola gloria y el poder del
Señ or, rechazan su miseriKordia (Mr 16.20; Heh 14.3; He
2,4; 2 Ti 1.7; Jn
14.12).
66
Finalidades de la iglesia cristiana

4. HACER DISCÍPULOS
Esta labor, i grial qve la antcrior, es especít'ica (Mt 2S.lis-
201. Pero, adecrts tonya pai'te de la antei ior. Anunciar el
eviinpelio y hacer discípulos so i los caras de ama misma
iiioneda, o dos partes de una %siiia laboi’. La cvan elizació n
se i efiere si la gente no cristiiina p:u a anunci irle el evangelio,
se le presCÜ lÍÜ él Jesus CCimo Salvador. y se le brindar la
oportunidad de ci‘eer. Hacei discípulos es la etapa que sigue.
Al convertido a Jesucristo se le propone- siempre a JesFis, per o
riiioia conto el Seíior. el maestro, el modelo y la nieta de su
da. En •ste proceso se da lo que c•is otro capítulo ya fue
niencioii ido, cuando la mueva persona aprende a despo)arse
de su vieja vestidui •i pecaminosa. y se reviste de 1 i imagen de
J •sú s con la ayuda net Espíritu Santo (2 Co 3.1 S: Ro 8.29. Ef

En esta labor hay una grim frilla pastor al. En a1•_iiiias


con*re*clciones se hace mucha evangelizació n y muy poco
discipulado. Esta tarea requiere de una disposició n pas(O ‹11
v iv enc ia y e xperienc i a pai a 11 e var la al seno de la
congregació n y establecci la como parte del prop•rama central.
Lo mejor es preparar en un lapso de los o tres ifior varios
equipos bien fO Á i) S jura tener con qué atender a todos lDS
convertidos. Cuando una iglesia lou a tener por lo menos
vienticinco, treinta, cuarenta o cincuenta discipuladores, sal e
• • • el tralsajo con los rccien convei tidos no só lo será
atendido. si •* l•ie llevaré gr inde fTutos. POl’ lils experiencias
ya conocidas en todo lugai’ de p•i andes caiiipañ as de
Ü VílÍ)JÜ ÍiZilCion con pocos frutDs permanentes, lo tai e•a de
fomiai discípulos se hac • imperativa.
Pei o esto va m:ís al1?i. Todo pastoi que ha proÍ8iÍ(lo este
campo con seried d. sabe que el resultado no es la mera
adició n dc persoiL)Ñ .) Gil Congi egació n. sith bÍ Cal i ilCl de vida
c istiana que i esti1(cl il lTlOtivoció n y capac ilació n al
testimonio. la capacidad de iuiilti¡ilicació n espiritual cuando
los discípulos aprendan a ganai a nti‘os para Jesú s y hacer los
La iglesia en que sirvo

discípulos de el, y la motivació n que‘ ‹ldqciieran pai a set vii en


lTlUCÍJOs eumpos de la iglesia. y de la obra en geiiei-al. Por
cncioia dc lodo está el sentido de cuidad y de cuerpo que se va
desan oliendo en los herlTiílnos, lo que contribuye a un tipo de
relaciones otis abiertas, sinceras y maduras.

5. REUNIR A LOS CREYENTES


Con esie título queremos decii varias cosas. Por‘ un lado. es
•l deseo del Señ oi que todo h'ijo suyo está incorporado en
forma visible en alguna congregació n. Es lo normal en la vida
cristiana. Y la i•plesia es esa asociació n de hijos de Dios. A*í
adoixin al Señ or. Así sc edificar. Así se ayudan. Así amplían la
obra.
Congre3ar pei'sonas aparentemente es una tai'ea fácil si se
hace alrededor del C ulto, nada mas. Pero si se hLisca
integrarlas con objetivos como los que se han ido exponiendo
en este capítulo. es otra cosa. Requiere de una acciú n pastoral
muy inteligente. Sin embai'go, en primera instancia, siempre
se busca congre•ar a los que confiesan la fe en Jesú s.
Por otro lado reunir‘ a los creyentes lleva en sí un fin mas
amplio. Porque no se ii'ata de tenerles una o dos horas en un
culto. sino de que el grupo desaiTol]e una forma de ser y
de vivir en conformidad con la voluntad divina. Como
cuerpo
:ociul ella proyecto una imagen ante el i esto de la comunidad
que puede ser favor able o no a su te;tiiiionio.
La forma de ser de la congregació n en su medio necesÍ(il Ser
considerada CDL liluchísiira seriedad, porque si en ella se dan
los caractere s de superació n de situaciones moi ales.
culturales y sociales del ambiente, la iglesia se constituye en
un tipo de comunidad alterna a lO C|Ue se da en el mundo. En
las sociedades iinpera el orgullo, la explotació n, los
privilegios raciales, econó micos, políticos o culturales. Se
CílUSíl d‹lnO H los demá s por l a mentira. la lQjHFÍíl tOda clase
de malas prácticas. Pero cuando en la iq•1esia hay relaciones
de autor, de respeto. de santidad, de ayuda mutua y de
Finalidades de la iglesia cr/‘st/'ana

obediencia a la voluntad divinas, todo ello y m5s. ofrece a las


personas un ambiente que no encuentran en otras partes. Así
la congregació n l1eq•a a ser una verdadera comt nidad al(erna a
lo que se puedR encontrar en oti'as partes.
Esto es lo que i eflejó la iiiayoi‘ía de iglesias de las que nos
habla el Nuevo Testamento, por lo cual algunils personas se
sentían motivadas a seguir su mensajc y estilo de vida,
aunque otras lo recliazabaii. A esto se refieren hoy algunos
teó logos cuando hablan de que la fe cristiana p•enuinamente
vivida conduce e ii mayor o nienOl’ @Fíl Ü ÍIÍIÜ “t.“OR-
ira-cultura”, o s a a una forma de vida que en al.•unas co*as
ú iliei e iadicalnieiiie de lo que se da cii el aiiibiente, y que aun
a veces entra e•n conflicto con él. La iglesia actú a c niD ltlZ
en niedÍO dc UDS (inieblas. en pai ie porque la aluirbi a, y en
parte porque la juzga y la condelicl Ñ Í Cleniosti'ar cjue sí es
posible un nodo de vida difei ente (Hch 2.43-47: Mt
5.14.1 S: He 11 .7: Jn 17.14- 17).
De todo lo anterior se desprende el valor que tiene la acció n
pastor mil no centralizada só lo en el pú lpito, si lio en una tarea
que co iternpl a una serie de campos y de fases que
iiececflJ’iilniente deben ser abarcados. Por ejeiiiplo el Nuevo
Testamento habla de có mo la iglesia en Jerusalén proveía para
1 as nec esi dade s de l as vi u das, a specto q ue Pabl o
posteriormente reorganizó . También se dieron épocas de
hambi e. en las quC US iglesias se aya dab•in unas a ofi as y
tenían la oponunidad de cubrir alq•unas necesidades entre los
hermanos de maiiei a que el sentido de iglesia iba más allá de
la simple comunió n o adoració n, para verse como verdadei'os
hermanos en todo sentido (Hch G.1 -6. 11.27-30; 2 Co S.l-15;
9.1-14; GS 2. 10; 6.10. 1 Ti 5.3- 16; Stg J .?7; 2.1 -4: 3 Jn 5).
El estado de pobreza en que viven muchas p•rsoiiris en
nuestro continente. en cl cual también estaii pi esentes
congr •gaciones cristianas evangélicas. indica la atenció n que
se le debe poner a este aspecto de la vida de la iglesia y de la
proyceció n del tiabajo pastOI‘al. Si bien es cierto que el
La iglesia en que sirvo

evangelio cambia la vida y que los convertidos por lo general


i’DOFpaiiizan sus }3FÍDFÍd£ldes y actividades en forma difeiente,
sin embarp•o, muchos requie en atención y orientación •n el
campo económico y laboral. No todo en la congregación debe
ser dar a los necesitados. porque esto a la 1ai'ga creíl
situaciones que. en vez de ayudar, causan daño. Hay
ocasioncs y casos cuando esto es lo unico qu • se puede hacer
y se debe hacer. Esto lo sabe todo pastor. Pero se necesita orar,
pensar, planifica y llegar a acciones que tienden a ayudar a
los hei'manos a resolver sus difíciles circunstancias. Y esto
vai‘ía de acuerdo a los países, cLllturas, zonas urbcÍÜ8s, rur iles
y nie•dios disponibles. Lo que sí es necesario es que haya la
disposición de ver esta pai'te de la i‘esponsabilidad de la
iglesia que viene a constituirse en uno de sus objetivos.

6. CONCLUSIONES
( 1) (,En qué consiste la tarea de la iglesia? ¿,Cu5les son los
objetivos que debe peiseguir‘/ ¿Cuá l es sri misió n‘/ Todo
dirigente denominacional, pastor de congregació n, 1ídc•r y los
creyentes en general, deben tener claro este asunto. Cuando
unos y oti‘os definen bien los objetivos que persigue la iglcsia
y se dedican a alcanzai los. notan que la vida de una
congregació n es sumamente interesante y valiosa, porque
*loiifican al Seíior y se calnian los anhelos de la gente.
Cuando estos objetivos geiiefales se hacen especíticos
como ¡tor ejemplo para un añ o se proponen detei‘iniiiada
meta de crecimiento en su nielnbresía; O bien se proponen
ayudar a var ias familias para que tengan casa propia; o
establecer cierto nú meio de grupos discipulares, etc., hay
má s retos y posibilidades de ver resultados tangibles, cosa
sumamente beneficiosa. Cada congregació n en conformidad
a su propia situació n, dentro del marco genei al de objetivos,
no só lo puede ver en qrié est5 fallando. sino hacia dú nde debe
guiar sus oraciones y su trabajo niancornunado.
Finalidades de la iglesia cristiana

(?) La video de iuJa congregación consiste en un complejo de


a. pectos que deben ser llevados si cabo, algunos en modo ya
sÜ .1 siQJtllIáneo, o bien escalonada. Pero no se puede deja
ninguno a un lado. El alcance de los objetivos se dificulta
¡itur¡ue a menudo ni 4iquicra los líderes saben cuál es la tai ea
‹ne hay que hacer. De manera que tanto dirigentes conto
congi egació n no só lo deben tener conocimiento de ello. sino
i¡iie deben trabajar en foura conjunta parn llevarlos a lvi
prá ctica.
Ayuda mucho a las congregaciones tener algFin material
iiiipreso que provea de dicha infomiació n a cada hermano. quc
se estudie en forma conjunta y de vez en cuando se repase, pan si
ver’en cu51es áreas se está teniendo éxito y en cuáles oo, si fin d •
hacer los respectívos ajustes de programa.
Para un pastor, el especti‘o de vai‘ios objetivos le exip^Ü clic
inés que conocci los. Es tener la mayor cantidad de
informació n sobre cada uno de ellos. no só lo en cuanto a !o
que la Biblia dice, sino en cuanto a cú mo se pueden llevan
adelante. Así como un médico clebe tener una l'oi mació n gen-
eral en su cai”rera pero necesita ii se especializando en
determinadas áreas, todo p istor, igualiiieiitc, debe llegar a
dominar anipl iamente campos conto 1.i en se nílnza, la
picdicació n, la evangelizació n, el discipulado, las relaciones
congregacionales, la ayudar y desarrollo a los necesitados, la
pl unificació n. orga ni zaci ó n del trabajo y otras partes
componentes de stI l0bOF.
(3) Es evidente que la vida de una congi'egació n, para llenar
los anhelos del Señ or que la creó , debe tener un balance entre
adoració n. comunió n. palabra. ayuda y servicio. En conjunto.
dan la verdaClCFil tó nica dc lo que es el cuerpo de Cristo y lo
di1”crencian de cualquier orq•anizació n creada por los horn-
br es. Esto só lo se alcanza mediante una convicció n de gire
Dios vive y que el esta i‘ea1izando parte de sus importantes
planes en el mundo por medio de la iglesia. mediante Un
apego y fidelidad a la palabra de Dios, mediante el desarrollo

71
La iglesia en que sirvo

alaaplio de la coivlunidad ú e Ie, y mediante un lideizzgo


conocedor’ y dedicado por entero a la taiea que el Señ or le ha
asi°ni›do.

72
EL DE
IGLESI
A
INTRODUCCIÓN
Una de las preguntas que muchas pe sonas formulan
respecto a las iglesias cristianas evangélicas es ¿por qué
tienen sistemas de gobierno tan diferentes unas de otras‘? ¿Por
qué no hay un gobierno centralizado cono lo tiene la iglesia
cató licorromaiia? En los ú ltimos veinticinco aíios ha habido
u n in cre m en to de las i g 1 e si as c on oc i d as c o in o
“independientes”, muchas de las cualcs no tienen una forma
específica de gobienio, o bien necesitan cierto tiempo para
desarrollarlo. Muchas otras han crecido bajo la direcció n de
al ú n org an is mo ec 1 es i:ést i co con oc i d o c o mo
“denominació n”, que provee un sistema de •pob1erno, en
algunos casos sumamente rígido, en oti’o.s algo flexible.
¿Qué nos dice el Nuevo Testamento al respecto? ¿Có mo se
pueden contestar alg•unas de aquellas prep•untas? Aun m5s
importante: ¿cuú l es la mejor forma de gobierno para las
iglesias? Este es el asunto que abordareinos en este capítulo.

1. IGLESIA UNIVERSAL E IGLESIA LOCAL


En un capítulo anterior hicimos referencia a este aspecto que
siempre mantiene a los cristianos en cierta tensió n. Pues lo que
La iglesia en que sirvo
tenemos iu5s si la mano. lo que generalmente vemos y con lo
cual nos i‘e1acionanios es la congregació n local, aquel grupo al
que asistinios y en el que tomamos parte de lleno en su vida y
misió n. Pero nos es alao confuso el término universal.
El cató lico tiene una imagen de iglesia universal porque
tiene mia sede central. Romíl, Lin jefe. el papa rodeado de sus
cardenales y obispos y todo un sistema legal conocido cono
el derecho canó nico por el cual se regulan todas sus
OfQÚ ZílCÍones, actividades y i'elaciones. Muchos usan la
conocida frase de que dicha iglesia es la “sociedad perfecta”.
Desde luego que freiitR él la iniag•en que ellH proyecta, las
iglesias evangelicas aparecen como un caos. corno rin mundo
de confusió n Drganizacional.
Ante dichas realidades los evangélicos argü imos que el
Seíior Jesú s estableció una iglesia pero no una gran
organizació n y mucho menos un sistema de poder ieligioso y
político en fonna de pirámide. presidida y dirip•ida por un
hombre que se atribuye cualidades divinas, como son la
infalibilidad y el poder de perdonas o condenar a personas. En
el sentido evangélico de iglesia universal, predomina la idea
no de una gran organizació n con gobierno centralizado, sino
iii5s bien con otros f'actoies. Pensaiiios, en primel ltlQar, que la
unidad es de caracter espiritual en el sentido que Dios mismo
la realiza. ¿Có mo? Cuando las personas toman su decisió n
personal por Jesuci isto. son bautizados en agua y Dios nos
bautiza por su Espíritu Santo en un solo cuerpo. Es lo que
Pablo les enseñ aba a los corintios: “Porque por un sDlo
Espíritu fuimos todos bautiz idos en un cuerpo, sean judíos o
griegos, se0n esclavos o libres: y a todos se nos dio a beber de
Un IRÍSnio Espíi im” ( 1 Co 12.13; Hch 2.37-39).
Lo que hace Dios es un hecho real. De modo que creemos
con fe y sep•uridad que a partir de nuestra obediencia al
evangelio, quedamos integrados a una unidad espiritual en
Cristo, no iinpoi‘ta en qué lugar del mundo nos encontremos o
bien poi medio de quien lremos creído. Si hemos entrado por
El gobierno de la
iglesia
la misma puerta, lavados por la misma sanyre, bebido d• la
misma fuente y nos guía la misma •spei’anza, ioi iríamos parte
dc la ip•lesia universal o el cuerpo de Cristo.
De esta manera respDndelnos que los creyentes en
Jesucristo no necesitan buscar la unidad porque esta ya se lta
realizado. Todos los que han creído han sido unidos en un
paran oi'ganismo espiritual. Pci o hay iras.
A los cristianos nos une la confesió n de nuestra fe. Por lo
general las iglesias o “denominaciones” tienen lo que se
llama una declaració n de fe, por la que se espccifica el luaico
doctrinal que las guía. Un examen de el US Cfl difeientes
i)trrupaciones muestra que en los aspectos basicos hay
acuerdo, como por ejemplD la cieeiicia en un solo Dios
manifestado en tres personas; la supr ema autoridad de la
Biblia como pal ibra de Dio en materia de fe y de práctica; el
establo de pecado de la raza humana y su consiguiente
necesidad de i edenciú n: la revelació n suprema de Dios en la
pei'sona de Jesú s y su obra a favor de la humanidad; la
necesidad de un ari epentiinieiao ennino y conversió n a Dios
por la l”e en Jessie pai'a .ser justificado, pei‘donado y
reconciliado; la presencia y .icció n del Espíritu Santo en las
vidas de lo; hijos de Dios y en la vida de la iglesia. la segunda
venida de Cristo, y algunos otros principios. Esto lo confiesa
e n Argentina, Canadá . Ale nia ni a, Japó n o Ni geri a
prácticamente todo ci istiano y congregació n evangélica. Por
esto entendemos formar parte de una sola iglesia.
Debemos nDtar tílmbiéii q ue a Jos cri.stianos los line su
experiencia de conversió n y obediencia a Jesucristo. Esta es
parte de una realidad pDr dein5s interesante conocida ¡Col
quienes han viajado por’ muchos lugares. Cuando una persona
expi'esa su ie, su convei'sió n y su seguimiento a Cristo, otro
que ha vivido lo mismo inmediatamente se identifica como
hermano. Ni siquiera pregunta por oti‘os aspectos doctrinales.
Y esa unidad inmediatalnente se expresa en una relació n
sincera. sencilla y profunda.

75
La iglesia en que sirvo
Manifiestan también nuestra unidad mú ltiples actividades
conjuntas en marty v:iiáados niveles corno reuniones pasto-
rales. campañ as de evangelismo. congresos rep•ionales y
mundiales. alian7as, instituciones de for H3ílCió n pastoral de
carácter interdeilOlTlÍflü CÍOnal, organizaciones de servicio
integi adas por hermanos de di ferenies agrupaciones,
agrupac ioiies formadas para atender situaciones de
emergencia y muchas otras.
De uaneia que los cristianos evangélicos tenemos oti o
=odo de expresar la unidad sin un gobierno humano central.
Lo que afirmamos es que Jesú s es la cabeza de su cuerpo, y
ejerce su autoridad y direcció n ¡tor‘ medio del Espíritu Santo
quien ocupó su lunai’.Podemos decir con propiedad qu • el
Espíritu Santo es el vicai io de Cristo en la tierra, pue; cste, en
el más amplio sentido, tomó su lugar (Jn 14.1 ó ,26; IS.26:
16.7,13,l4: *0.2 l J. Y es El quien da unidad al cueipo.

2. LOS DONES AT000 EL CUERPO


Al tu nos intéi pr etcs bíblicos diferencian la unidad
espiritu:il ya hecha por el Espíritu Santo, de la unidad real o
crítica. o sea la que se da en la realidad diaria. Esta es otra
expresió n que manchas veces nos cansa problema. no tanto de
entendci la. sino vivirla. Es el modo conto nos relacionanios
los CFÍSÍiílRO3 Oft ÍH Vidíl dÍílFiíl, Especialmente a nivel de
congi egaciones locales.
La Biblia indica que Dios estableció los ministerios, o sea
per sonas con un tipo de servicio especial a toda la ip•1e.sia. Son
llamados dones o regalos de Dios a Stl cuerpo. Si es cierto que
son dones o Cil ílCidíldes que se dan a personas. la idea va
mucho mas allá, pues son dados para servir al cUerpo entero.
Hay cinco que se mencionan en la carta a los Efesios:
apó stoles. piol'etas. evangelistas, pastores y maestros (Ef
4.11 J. El tos vieeen a representar un aspecto inipouantísimo
en el gobierno de la i•glesia. No llegaron nunca a constituir una
or *animació n bajo la cual estarían todos los cristianos, ni
El gobierno de la
iglesia

mucho menos establecieron un centro relig•ioso-político. Esto


vino conto un proceso histó i'ico que desvió a la i•glesia de sus
bases originales. El Gobierno de aquellos ministerios tiene su
propio cará cter.
(1 ) Los apó stoles
Hay un sentido esti'icio de este ministcrio que, incluso hoy
nos es muy necesario leconocer. El apó stol es un enviado. un
mensajero. Así lo dio a entender Jesfis cuando llamó a los
doce y los envió a predic ir, a sanar, a echar fuera demonios y
anunciar el rcino de DiDs (Mt 10.1 - l5: Jn 20.2 l ). Ellos así lo
entendieron y practicaron una vez que el Señ or’ ascendió y les
envió el Espíritu Santo. Se sabe que después de estai en
Jet usalén. los apó stoles saliei on por diferente•s partes para
anunciar el evanp•elio y establecer conp•i epacioiies.
Pero el sentido de apó stol identifica cn for nia muy concreta
a los doce orip•inales. Sabemos que uno fallfl, Judas, que fue‘
susy iiuido por Matías, de quien casi no se sabe nada (Heh
1 . 15:26). Los once vieron la urgencia de completo el nú meio
doce. En Apocalipsis la nueva .IerU8illén está edificada sobre
los nombres de los doce apó stoles. Ello ratifica que cuando se
habla de estes illinisterio, en el Nuevo Testamento, en primer
lugar. se rcfiei e a los doce.
Los requisitos que debí:in llenar eran el hatiei estado juntos
“todo el tiempo que el Senor Jesú s entraba y salía enli e
nosoti os, comenzando desde el bautismo de Juan hasta el clía
en que de entre nosotros fue recibido arriba”. Además, que
“sea hecho testigo con nosotros de su resurrecció n”. El
apó stol. entonces, debía haber conocido y andiÍd COll ÍAS(IÑ
prácticamente todo sii nú oisterio hasta la resurrecció n para
poder eje cer una funció n de verdadero “testigo” oculm (Lc
1.1-2; 1 Jn 1.1 -3: Hcli 2.32: 3.15; 5.32).
Pablo, no habiendo conocido a Jesú is per sonalmente, alega
que lo vio, que él lo envió y que le reveló el evangelio, factores
reconocidos luego por los dem5s y que le hicieron formar

77
La iglesia en que sino

parte de los apó stoles ( l Co 9.1: Hch 5.5.6: 22.6— 11:


?0.14- 18; J Co l5.7- 10).
El sentido de apó stol está restrinoido también por cuanto
ellos. no só lo como personas torman parte de la base d la
iglesia, sino por su enseñ anza. El evangelio, doctrina central
de la fe ci istiana, fue predicado por ellos y fijado de tal
inanei° •i•e no un apó stol, ni un angel del cielo, ni otra persona
podía enseñ ar cosa diferente (GS 1.8.9; Hch 15.1 -31). Ellos
insistieron en la doctrina que les fue dada por el Señ or. que
transmitieroii a las nuevas congregaciones, y estas a su vez
debían enseñ arles en el futuro. O sea que la palabi.i de Dios, la
revelació n para la época del nuevo pacto y de la gracia. les fue
encomendada a ellos (Ro 2.16: GB 1.1 l: 2.5; l Ti 1.3- 1.1 ;
4.6.7: 6.3: l Co 7.25.40; 3.15-18; Ap 1.1-3 ),
De lo anterior se desprende la gi'an importancia que tiene el
cano n o conjunto de l ibros del N uev o Testamento
considerados conto in.spirados por Dios, al cerrarse ‹11 Ú HÍII
del slglD I de nuestra ent, el cual. junto con el del Antiguo ya
fijado por los judíos, i epiesCH í) lil ílÜ ÍOFÍdad sobre la cual se
basa la iglesia cristiana no stilo paint definir sus doctrinas
bá sicas, sino para examinar y juzgar toda enseñ anza que
pretenda siistitÍJÍÉ il O lclÍÜ Ü iÍÜ lbÍ.
Sin eiiibargo el téi'iiiino apó stol parece emplearse en forma
algo indirecta a algunas oti.is personas como a Jacobo el
hermano del Seü o , a Be sabe. Andró nico. Junias y Silas lGá
1.19; 2.9: Clem 1.4.14; Ro ! 6.7; l Te 2.6; Hch 15.22. 27, 32, 34,
40). Y a algunos hc•imanos que se hacían pasar por apó stoles
que enseü aban cosas diferentes y creaban problemas en las
congrcgaciones (2 Co 1.1.13; Gá 1.7; Fil 3.2; 2 P 2.1 ).
Exi*e también otra faceta del ministerio del apó stol que se
pued • lccr eli la nianerH conto deseinpeñ arDn su labor. Es que
realizaban una funció nsupervisoraen cuanto a la vida de las
congrcgaciones. su doctrina y sus problemas con el fin de
ayudarlas. Algunas veces lo hicieron mediante visitas

79
El gobierno de la
iglesia
personales. olc'as por el envío de alp•ü n discípulo. u oli as por
una carta (Tim 1.5. l Co 1.1 l ; 2 Co l 3.1 ).
Al designar’ a las iglesias su p•obiei‘no propio, los apó stoles
quedaban más libres para ir ampliando el radio de acció n del
evangel i o. Ya desde el tiempo apostó lico se dieron
circunstancias en las cuales personas de alumna congregació n
ponían en tela de juicio y rechazaban el ministerio y autoridad
del apó stol (3 Jn 9- 10: 2 Co 7.2- 15. 10.1 -12; 1.1.1 - l5, l 6-*0).
Todo lo anterior nos l leva a hacernos una pr egunta:
¿,existen los apó toles hoy? De vez en cuando se escucha de
alguien que se considera apó stol de cierto lugar. A la luz de lo
dicho podríamos establecer las siguientes respuestas.
Primero, en el sentido esti icto, hubo doce apó stoles. Por las
cmacterísticas que el Nuevo Testamento les asigna a ellos, el
ininisiei io apostó l ico en las mismas di menciones es,
sencillamente, ii repetible. NadlC l»uede atribuirse hoy ni el
nombre. iii la autoridad espii iÍLliÍl que tuvieronaquellos.
En segundo lugar, dado que se nota en alguno que sí hay un
ministerio que quizá lo que recoge del g•rupo inicial es su
.sentido de enviado. dc mensajero, así conto una visió n niú s
amplia que la de una congregació n local, o sea del cuerpo de
Cri sto . A s í d e s e ni pe ñ a u n a í‘u n c i ó n e ii m u c h a s
con=regacionespara orar por ellas y ayudarlas en lo posible.
Descle este punto de vista podemos decir que sí ha habido y
hay hoy día apó stoles aunque no lleven el nombre ni se les
reconozca pú blicamente corno tales. Hay hermanos en
diferentes partcs del mundo que han llegado a tener ron
reconocimiento, aprecio y autoridad espiritual, que se
ut uev en e ii tre muc h as ag mpac i on e s sirv ié iido l as,
orientándolas, y vinculandolas en manchas maneras. Estos
hermanos aun cuando No ejercen ninp•ú n dominio sobi‘e las
congi'egaciones, ejercen su valÍDsa int3uencia porque se les
solici ra y porque ven en el los caracteres espirituales
especiales. Estos son ministerios al cuerpo con una funció n
muy amplia. Y at nque no se les conozca como ü ó stoles, de

79
La iglesia en que sirvo

hecho está n ejercícndo dicha funció n. Es un tipo de


a{3OStDlildo "informal" pues no está nombrado por nadie, no
está dentro de una estructura pero si se deja ver con claridad el
perfil de su trabajo como un minislciáo del Espíritu Sai)( Ü F.Í
bien de toda la iglesia.
Eo tercer higar. estos hermanos, ya sea que se les reconozca
o no su labor y el nombre qtie deberían llevar. deben estar
e nniarcado s exac f amerite en los mi sinos principios
establecidos en la palabra de Dios y no pretender ir más allú .
Poi e¡cmplo cuando algunos que en IDs ú ltimos añ os de
rcpeiiie se han auloproclaisi ido apó stoles. Comienzan a
rodearse de una autoridad basada en supuestas i evelaciones,
las que a veces entren en conflicto con la enseñ anza bíblica. O
bien, comienzan i ostentar poderío y mando sobre iglesias y
personas, desarrollando un tipo de "reino" alrededor de ellos,
estos "elementos", como ya se han dado casos, andan detrás
de oti as cosas.
(?1 Los prof'etas
Como ministerio a todo el cuerpo de Cristo, eneralmente
los apó stoles fueron probetas. Ellos edifica on, exhortaron y
consol iron a las iglesias (l Co 14.3). La cooiprcnsió n de
algunos exégetas es que la referencia hecha por el apó stol
Pablo aceica del fundamento de la iglesia cuaiidD lJílbla de
los "apó stoles y profetas" se refiere ü las mismas persoflíls
(Ef 2.20a. Cuú nto mas nos inclinanios a esta interpretació n
mejor vemos que fueron los apó stoles como Pedro, Pablo y
Juan que no só lo interpretan a los profetas del Antiguo
Testamento, sino que aclaren algunas profecías de Jesú s y
plantean aspectos del futuro de Israel. de la humanidad, de la
iglesia, del juicio de Dios a las naciones, a las personas, y el
establecimiento final del reino de Dios (Hch 1.1 6-?0; 2.16-
21. 25-36; 13. 16-?6; 15.14- 19. Ro 9.1 l ; 1 Co 15; 2 Ts
r.i-iz; op i.i, ‹.i;.
De su labor en la actualidad se puede pensar en términos
similares a la de los apó stoles. Aun más pensando que si

80
El gobierno de la iglesia

ejercen alguna funció n relacionada con las cosas poi venir,


deben cS iÍF sujetos a la palabra de Dios y al examen dc st s
enseñ anzas por hermanos con otros ministerios (2 P .3.19-2 l :
Ap 22.1 S, l S: 1 Co 14.29-3?). Esto implica que cu:undo
apareZ C‹In herman os eii a Ig ó n lu gar con nien sajes.
enseñ anzas. visiones o revelaciones, no deben ser aceptadas
sin que los pastores y líderes hayan examinado lo que dicen a
lil Í tlz de la palabra de Dios, como tambien las intenciones que
el profeta trae.
Existe un conocido documento llamado la DIDACHE o
ENSEÑANZA que se data entre el siglo I y siglo III D.C., que
si bien no es un documento canó nico, tiene una seric de
consejos que se daban a las iglesias para pievenirlas de los
“falsos profetas” que viajaban de un lugar hacia otro. Enti e
las clave. que se dieron para distinguir entre el falso y el
verdadero iiiinisterio profético esta el solicitar dinero o buscar
bienes maleriales.
(3) Evangelistas
Los apó stoles fueron evaiigel istíl4. Pero no todos los
evangelista fueron apó stoles. Los evan•elistas son puestos
con dos fines muy definidos. El pi'irnero, enunciar el
evangelio en forma amplia, conto es el caso de Felipe, quien
fue a Samaria y Dios lo usó para que muchas personas se
entregaron al Señ or. Especialmente tiene que ver con lugares
donde el evangelio apenas se va a sembrai, con el objetivo de
establecer allÍ tlflíl iglesia que dé testimonio de Jesucristo.
El segundo fin es el mismo para los otros cuatro
ministerios: “perfeccionar a los santos para la obra del
ministerio” (Ef 4.12). ¿Có mo se entiende esto?
Por un lado su labor va más allá de la predicació n a gente no
cristiana. Esta se dirige a los hermanos para capacitarlos a fin
de que ealicen la obra evangelística. El evangelista, como el
apó stol, por recorrer muchos lugares y conocer a muCl n‘entc
muy diferente, va adquiriendo gran conocimiento de las
culturas, lenguas, costumbres, así como también métodos
La iglesia en que sirvo

cifra lle ar a la gente con el evangelio. Es una persona que


funciona conto “punta de lanza” de la iglesia. por lo cual su
experiencia. su motivació n y sus conocimientos deben
contribuir a la iiiovilizació n de los cristianos en el testimonio
de Jesú s.
El cvangelista, entonces. es también un servidoi dcl Señ oi
para todo su cuerpo, peio orientado hacia la movilizació n de
las iglcsias y la evaiip•elizació ii de los incrédulos.
Algunos hermanos que se .sienten llamadOS ílÍ QVílngelismo
se declican mú s que todo a visitar congregacioiies y celebrar
“c am pa ñ a s” con e 11 os. S u func i ó n se li ni i ra c asi
exclLlSÍvamente a predicar, lo que permite que algunDs seaIi
muy poco creativos y muy repetitivos en sus exposiciones.
Para un ministerio m'ús aiiiplio todo evangelista necesita estai’
dentro dc una congregació n que sea su hogar espiritual,
aunque si rva en í'orma interdenominacional. Necesita
trabajar y expcriiiientar toda forma po. ible de metodologías
evangeliZíldoias, para que pueda ene •ñ arlas a pastores y
hermanos de di l'erentes lugares. Es esto lo que puede liace•r un
vcrdadei o edificador del cuerpo de Cristo.
(4) Pastores y maestros
Se entiende que estas dos actividades van juntas. Se trata
del gol ierno y enseñ anza de la congregació n. Todo pastor, en
lo posible, debe ser ni ie•st o de la palabra de Dios ( 1 Ti 5.17).
Esiun dedicados más que lodo a la congi‘egació n local (Hch
13. 1 ; l Co 12.28.29: 2 Ti J.3; Stg 3. 1). Sin embargo estos no
pHeilen pei‘der su visió n de la iglesia como un cuerpo, de
modo que curando cdificaii deben reconocer que construyen
oo alco separado e indepe•ndiente. sino la pequeñ a parte de un
gran todo. Y a éstos les correspondc su¡etarse a lo establecido
por el ministerio apostó lico, o sea, pai a nosotros hoy, lo que
ha sido escrito en las pú pinas de III íÍ l'Hdíl ESCFl(tlFcl.
El gobierno de la iglesia

3. EL GOBIERNO DE LAS IGLESIAS LOCALES


Los siglos han traído camblos en las iq•plc.sias. Aunque
lambiü n se u.siln los i11is111o.s términos— pastor, obispo,
anciano. etc.— en mccc la os casos tiene i sig ni flC tldos
conapletalviente dil”erentes. Acercar ble este asunto liuy varios
elementos que consideFílf.
( l ) Toda congregació n local debe tener su gobierno.
Gobcrnar tiene que ver e-on la dii‘ecció n que se lc da si las per-
sonas, grupos o institHCiones. El gobierno es una l”orma de
liderazgo. Tiene que ver con la adniil4Ísu-ació n, con metas.
con programas. lgualmente tiene- que ver con la enseñ anza.
con el cuidado y direcció n de ul1 gi“npo üe se.•uidoi‘es de la fe.
El Gobierno es necesario en la iglesia. Sin él se puede dai la
confusió n y desintegració n de la con•qre•pació n. Si se abusa,
cae en el paternalisino, dominio y tlranía. El pot›ierno se da
dentro de lo que se conoce cono un:i “estructura”, o sea
dentro de un marco o ai”inadLll’a cjue arregla o dispone las par-
tes que coiTaponen... la congre•pació n. Es una í”orma de
organizació n o disposició n de las párr tes. Por’ el la las
funciones de las peisona.x y nú cleos CllF8ctÍVOs deben sataer lo
que les corresponde hacer.
(?) ¡,Qtié es lo que podemos leer’ en el Nuevo Testaiiienio
acerca *• s bierno de la iglesia‘7
Pi imeramente, conao ya fue presentado antei'iormente. la
obra empezó bajo 1.1 tlirecció n de los apó stoles. Ello.s
anunciaron el e•a'angelio, a los convei lidos los intezraban en
congi-egaciones y le-i enseñ aban. Luego. ya sea de modo
pernianenle• o por un período dc varios añ os. o cn forlva
pasajera, ejercían el pastorado, ctlldado y enseñ anza de• las
con3regaciones. Recoi demos que Ped o y otl’Os íl oS“ OÍ8.h
estuvieron an’ iigado.s en Jei‘usa1en por v.iiaos añ os. Lue3o
salierolt. Pablo perisianeCÍíl períodos relativamente cortos en
las nuevas conerc•paciones (Hcli 6.1: 15.4; 11.26; 13.?-?. 50:
l -t.2 l ; l S. 1.1 ).
La iglesia en que sirvo

En segundo lugar se ve que fue formado un nü mero de p•i’-


sonas encargadas de atendei a ciertos grupos de necesitados.
Se les llamó diaconos y diacoiiisas, y como su palabra lo in-
dica. su funció n er a servir. Con esta designació n los apó stoles
podían estar libi”ek para dedicarse a lo primordial de su labor:
orar y predicar la palabra (Hcli 6. l -6), A*í los di5conos
il arecen conto auxiliares del ministerio piincipal, pero sus
cualidades eran casi las mismas que se pedían para los
pastores. Se mencionan diáconos en las iglesias de Filipos y
Roma, como eN otros lugares (Ro 16.1. Fil 1.1: l Ti 3.8- 13).
En tercer luyai, aparece 1uep•o la desi g nació n de
“ancianos”, “obispos” y “pastores”. En la ig le jia de
Jerusalén, ya para los tiempos del concilio (c. añ o 5.1 D.C.), se
menciona que el •pobierno de dicha con iepació n consistía en
los apó stoles y ancianos, además de lDs ya noll3brados
di5conos (Hcli 15.41. Pablo. a partir del regreso de su primer‘
viajc misionero, establece ancianos en las iglesias y oí dena a
sus ayudantes el h.lCer lo mismo en difei'en1es lugmes (Hch
14.23; 15.4. *0. l7; Tit 1.5; St_• 5.14: 1 P 5.1.5). A la iglesia de
Filipos le• remite la carta a los “santos”, o sea a toda la
congregació n con sus obispos y diaconos (Fil 1.1 ).
Existe un consenso en el sentido de que las designaciones
de pastoi. anciano y obispo indiCan lo mismo. En las
congi‘egaciones el gobierno no lo ejercía. entonces, una sola
persona, sinD uno o varios equipos. Es claro que en las ip•1esias
no se dabaGeol biernode nm solo pastor sino de varios.
Eslus. reunidos, posiblemente formaban el “presbiterio” ( l Ti
4.14). Para el nombramiento de estos gobernadores dC lil
Iglesia había estipulaciones estrictas (l Ti 3.1 -7; Tit 1.5- 11 .
2.1 -5). Lo anterior cs sumamente importante porque deja
vei un principio: que el gobiel no de la congregació n no
puede estar en manos de una sola persona, sino de un
grupo o equipo, o aun varios. El caso contrario es el de unil
Iglesia en la que un hombre ejercía un poder ilimitado y
estaba causando serios
dañ os (3 Jn 91.
E/ gobierno de la iglesia

Finalmente. el gobierno de la cong•regació n tiene otro


pmJicipmite. Es la congregació n misma. En la resolució n del
problema de la alimentació n de las viudas. los apó stoles
convocaron “a la multitud” (Hch 6.2.5). En el concilio del añ o
51, el problema de la doctrina no íiie tratado só lo en escala
apostó lica. Se reunieron los apó stoles, los ancianos y la iglesia
para decidir el asunto (Hch 15.6,22.23). En el cü so del que
cometió un incesto en Corinto, Pablo llama a toda la iglesia
a tomar pete en la acció n disciplinmía (1 Co 5.4,d). Ipualiiiente
apela a toda la contrrep•ació npara perdonar a un hermano que
había caído pero que fue restaurado (2 Co 2.5-11 ).
El cuadi'o visto en su totalldad muestra que el gobierno de
la conp•i’egació n local desde la época apostó lica no tiene una
torma específica. Pero sí se puede intuir que dicho gobiei no
es ejeicido por varios sectores, conto fueron los apó stoles, la
congregació n misma, los pastores, ancianos u obispos, y los

Dicho gobierno así rcpartido, plantea una cuestió n: ¿En


qué medida o propoició o debe estar cada uno? Se podría
afirmar que no hay una medida definida, só lo se perciben sus
componentes y algunas ocasiones en que unos y oti os
tomai‘on parte. Esta situació n es precisamente la que viene a
desembocar en lo que vemos en las iglesias evangélicas, en
las cuales hay gobierno, pero con formas muy diferentes
segú n sea su denominació n, o aun su procedencia histó rica o
CO l”Ú ÍlC£t.

4. LAS FORMAS CLÁSICAS DE GOBIERNO


El hecho de que el Nuevo TestainentD no indique on
solo modo de p•obierno eclesi5stico hace que se den varias
modalidades. Estas son ampliamente conocidas y usadas
por diferentes iglesias. Basicamente hay tres pero con el
tiempo se han ido aplicando elementos de unas a otras. Los
sistemas son los siguientes.
La iglesia en que sirvo

1.1 ) El si stema epi scopal, e onocido también como


inon5rquico o jerárquico. Lo usa la iglesia cató lica, la episco-
pal, la orlodoxa, la metodisfa y otras. Su concepto básico re-
sicle en que la iglesia debe ser pobei nada por obispos,
ayudados por sacerdotes y diá conos. En esie sistema. el
pueblo participa en forma muy liiiiitada, mayormente en los
cultos pero no en el gobierno. Dicho sistema se empezó a
desarrollar en el siglo segundo.
í2l El sistema representativo, federal o piesbiterianc› por el
cual la iglesia elige a un grupo de personas que la representan
para que ejerzan el Gobierno de la congregació n. E4 semejante
al de alg•nnas 1”onnas de gobierno político quc siguen muchas
naciones. Los que son nombrados se llaman iiicianos. De
éstos algunos gobiei’n.IR pero no enseñ an, ni predican ni
ejecutan las ordenanzas cono el bautismo y la santa cena. El
pastor ejerce conto presidente y est5 sujeto al cuerpo de
ancianos.
E.sta forma va m5s allá de la congregació n local pues es la
reunió n de p tutores ordenados, de ancianos que ensenan y
gobiernan, los que inte* ran uri presbiterio. En algtlflD$ ilÍhR$,
por ejemplo, una deiionfinació n organizada bajo este signo
})Liede tener varios pr esbiterios. generalmente se hace por
regiones pai a que los dirip•enles y las congregacione•s puedan
estar’ mas vinculadas. M5s allá del presbiteriD existc el sínodo
y la asamblea general. Este es empleado por las iglesias
presbiterianas. i”eforniadas y otras.
(3) El sistemi a congreg icional o democr itico ¡Por el cual se
establece q ue ningu na persona o i'upo fuera de la
con i'eg ció n local puede interJú rír cn sus asuntos. Adem5s,
es el gr upo de hen»anos bautiz idos, miembros de la iglesia. y
en plena comunió n con el Senos‘ y con la congregació n el que
tiene ei deber y el derecho de iegir los destinos de sLi i•1eSÍcl.
La congregació n reunicla nombra a su pastor to pastores1,
diaconos, comisiones, etc., y ella, por medio de asambleas
perió dicas dLl1”ante el aito, infoiaiia oficialmente de la marcha
El gobierno de la
iglesia
y toma las deci siones que considere convenientes.
Agrupaciones conto los bautistas, congregacionales,
di.scípulos de Cristo. iglesias bíblicos e indepeiiclientes siguen
esta forma cle gobierne .
Como fue mencionado anteriormente, estos sistemas horn
sido mezcladOS por nlUClJOS grupos de acriei do a sus propias
necesidades. Lo que sí es inipoi tante vecalcur es que dada la
situació n que se da en nues*os países latinoamericanos, a
veces no só lo se desconocen los sistemas clásicos. sino que se
levantan congrep•aciones sin una estructui ü apropiada.
Algunos piensan que “organizar’” una congregació n es un
asunto “de la carne”, que hay que dejarla libre sin “ataduras”.
Lo que infalibleniente resulta de esto es. o que el pastor se
constituye en caudillo o dictador, cosa que lleva con el tiempo
a conflictos muy profundos. o bien la congregació n cae en nm
desoiden donde nadie manda y nadie sabe quicn es quien. Así
por pretender ser inn y “espirituales”, h u ndeii a la
congregació n en el desorden. Y ni ="ÍFl tipo de grupo htllJiano
soporta el caos, pues se deshace, o bien mia persona o un
gr upo toman el contfol, a veces con resultados frinestos.
Por !o anterior es que el Seíior fue muy cuidadoso en poner
en su palabra el que los apó stoles oigani zaran a las
congregaciones nacientes, factor que nosotros debemos
tomar’ muy en cuenta hoy día.
Uno de los primeros pasos que debe dar todo pastor cono
también todo dirigente, y todo hermano, es conocer e
informar a los dirigentes y hermanos de 10 congrcgació n, la
forma en que est5 organizada ella, qué tipo de gobiei no sigue,
q ué re1 ac ion e s le i mpo ne s u v i n c u l ac i ó n co
n 1 a denominació n. Cuando uno conoce a fondo estos
elementos, primero se da cuenta si cabe o no en dicho sistema.
Segundo, aprende a conocer su i‘adio de acció n, StlS
Campos de autoridad y los que les corresponden a onos
para haberse manejar, y que no haya interferencia ent e
unos y oti'os, cosa

87
La iglesia en que sirvo

que muy pronto trae roces, discusiones, reclamos, renuncias.


abandono de la conq•regació n. divisió n o despido del pastor.

5. CONCLUSIONES
( 11 La iglesia tiene gobierno. Ciertamente Jesú s es sil cabeza
y el Espíritu Santo su guía. Pero esta misma verdad, es en la
mente de algunos un arma de doble filo pues se escudan detr5s
de ella para erigirse casi como pr opietari os de una
congrep•ació n. Los apó stoles nos brindan el excelente modelo
de congregaciones que, apenas nacidos, pronto llegaron a
tener una forma de gobierno que no descansaba en una per-
sona, sino más bien en equipos pastor ales y diacooales.
No hay p•obiemo perfecto. AlgUno hay que escoger y hay
que saber moverse dentro de él. usar lo ¡rara bien, y aprender a
respetar las limitaciones que impone su uso. Si un pastor
funciona en una congregació n que ha sido el resultado de un
trabajo aislado, como tantos en nuestro continente, o de una
separació n sin una estructura determinada. lo mejor es
sentarse a orar. a estudiar cu5l sistema puede servir mejor, no
a los intereses del pastor sino de la obra de Dios en ese lugar, y
proponerse a establecerlo cuanto antes.
(2) La funció n del gobierno en una iglesia cristiana. si bien
conlleva autoridad y cierta forma de poder, no puede jamas
hacerse un fin en sí misma. El gobierno busca darle forma al
grupo y organizar lo pai a que se consolide, desarrolle los
caracteres como iglesia de Jesucristo y sea ágil para quem
pl3eda alcanzar los fines que Dios le ha propueslo. Y este es
uno de los aspectos mú s importantes en toda gestió n pastoral.
t3 l Aunque la costumbre muy arraigada de un gran sector de
ip•lesias evangélicas sigue el modelo de un pastor como
autoridad principal, conviene meditar mas en el modelo del
Nuevo Testamento que lo hace mú ltiple. Un pastorado en
equipo es niú s ventajoso para la congre=‘tlció n por9ue piovee
un nú cleo intep•rador m5s amplio y hay m5s representativid•id
El gobierno de la
iglesia
de la co*repació N. Para un pastor es mucho mejor cuando
estár acompañ ado por un e•l•‹po porque oran juntos, ven lo.s
problemas juntos, toman resoluciones juntos. enfrentan los
asuntos graves juntos. Es una p•arantía para la iq1esia y para el
pastor. Desde lueq•o que estD nO puede hacei+e de la noche a la
rnañ aoa. Necesita nm proceso de comprensió n, madurriciú n y
establecimiento.
(4) A los cristianos evangélicos. dada la gran variedad de
nombi‘es y formas de gobierno que asumen nuestras
congre aciones. nos conviene pensar en todos los elementos
de base que son comunes a unos y a otros. Nos mentos
cuenta que •n lo que es central a la fe, por lo general estantos
totalmente de acuerdo. Las diferencias las marcan casi
siemprc aspectos no niedulai'es, como el tipo de cx ito que se
tiene. más pensado o m5s expresivo que otros. o la forma de
gobierno.
Por ejemplo, algunos piensan que la forma episcopal es
sólo de cielos gipos hi óñcos o católicos Pero hay
sectores como la Iglesia Metodisia Pentecostal de Chile, y
grupDs que se han desprendido de ella, que conser van la
estructui a te adicional y tienen obis Ds Con un gran poder de
decisió n. En otras organizaciones, aunque no eiiiplean el
término obispo. sin embargo el presidente o supervisor tiene
potestades semejantes.
El reconocimiento de estos aspectos y de otros puede
ayudar al desarrollo de actitudes y de relaciones para que
vivamos cada vez mas cono verdadero cuerpo de Cristo. De
este modo preparamos para la venida del Señ or “una iglesia
loriosa. qtle no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante,
sino que fuese saiita y sin mancha” (Ef 5.25-27).
La iglesia en que sirvo

1. LOS DONES: NOVEDAD DE LAIGLESIACRISTIANA


La fe cÚ stiana presenta ante el mundo aspectos sumamente
singulares. Por un lado enseñ a que ante la incapacidad del ser
humano de resolver su problema de justificació n ante Diox y,
por tanto, de estar destinado a la condenació n eterna, Dios se
hace realmente hombre, cumple lo que éste no pudo, sufre y
triunfa en su lugar. Una vez hecho esto, se abre el camino y la
posibilidad de salvació n y vida eterna. Esta acció n divina en
la persona de su Hijo JesucÚ sto es la expresió n de su gracia y
de su amor. A esto se le llama el “don” o regalo de la gracia de
Dios (Ro 5.15,l6,17; ? Co 9.15; Ef ?.8).
Otro de sus elementos singulares lo constituyen los regalos
o dones espintuales. Estos son dados por el Señ ol mediante el
Espíritu Seanto. Son otorgados como regalo divino con
propó sitos definidos y dan al seguidor de Jesucristo y a la
ip•1esia un toque diferente de todo lo que se da en el mundo. Se
afirma en ambos casos que dicha fe no só lo viene de Dios,
sino que se alimenta y se sosÑ ene por el poder de Dios. La fe y
la experiencia cristianas no son simplemente respuestas
humanas a un llamado de Dios, sino una certificació n que el
creyente Ñ ene de que Dios estú con él y denro de él, y que el
Señ or le du capacidad especial pua que tome parte activa en
el deswrollo de sus actividades en el mundo.
Lo dicho anteriormente da la impresió n que estuviéramos
comparando la fe cristiana ú nicamente con oFas creencias y
vivencias religiosas. Pero no es >í. A través de los siglos y
por diferentes razones,1afe de los evangélicos perdió muchas
veces su verdadero cuú cter sobrenatural. Se volvió una
religió n impuesta por el poder político o religioso, una simple
expresió n cul>ral, una cuacteástica y nece.*idad social que
debía llenvse pua formar parte del grupo, o bien un
apep•amiento a ritos y ceremonias externas. Lo profundo, lo
ínü mo, lo que verdaderamente vincula lo divino con lo
humano, la vivencia de lo sobrenamral, se perdió .

9?
Los dones espirituales de la
iglesia
Esto es lo particular del tema de los dones espirituales pu •s
nos lleva a considerar una serie de elementos que le dan a
ntiesti a fe y a la iglesia. distinció n y peculi0Fllild. En el
coiaiiientc- americano existe una vasta expei”iencia en este
caiiipo. El crecimiento que ha vivido la iglesia ci isÍiílQíÍ
vangélica que. segú n alumnos analistas, en cien anos pa ó de
IOS CÍflC tlCflta mil cristianos a unos 40 o 50 millones,
•videncia el modo en que la fe en la realidad diaria ha afectado
a tantísimas personas. Una muestra muy importante de que
esto ha ocurrido est5 en la for ma conto el Señ or lta derramado
sus dones sobre el pueblo de Dios.
Pero el reverso de este asunto está en las falsificaciones que
se dan respecto a los dones. del neal uso que hacen algunas
pei'sonas, pastores y conp•re íÍCione•s, lo cual nos lleva a tener
muy presente las advei tencias de Jesú s criando enseñ ó :
“Muchos nte dir5n en aquel día: Señ or, Señ or, ¿no
pi”ofetizamos en te iioinbi e, y en tU l3Olnbre echamos fuera
demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y
entonces les declarará: Nunca os conocí; apartaos de mí,
hacedDres de maldad” (Mi 7.22,23).
De manera que algo que es Ian precioso para la fe tiene
también su elemento de cuidado. (.En qué marco bíblico y
pi ú ctico se dan los dones espirituales?

2. ¿OUÉ SON LOS OONES ESPIRITUALES?


En pi'iiuei lugar, los dones espirituales se mencionan
directamente en diversas partes del Nuevo Testamento í Ro
l 2.6-G; 1 Co 1.7; 12: 14; ES4.7,5,11 ; 1 P 4.10; l Ti 4.14; ? Ti
1.6).
Kn modo indirecto, igualmente, fuei'on enunciados por el
profeta Joel; por Jesú s a sus discípulos. y confirmados el día
de Pentecostés y en otras oportunidades Ul 2.28; Mr 13.11; Lc
12.1 1: Jn 14.12; Heh 1.8; 2. 1-21,33; 10.44,46; 19.6J.
La iglesia en que sirvo

En segundo lugar, los dones se otorgan, corno parte ‹le la


gracia diviNa. a los que obedecen a la fe de Jesucristo, se ú n la
voluntad dcl Espíritu clel Señ or‘ ( 1 Co 1.2.1 -11 ).
En tercer lugar. los dones son detinidos a partir del sentido
de la palabra “don” que iiiiplica mostrar favor, dar gracia.
gr acia que se hace efectÍMil en palabra y obi a. En ron sentido
estricto el término significa capacidades sobi‘enatui ales dadas
por el Espíritu Santo a los cristianos para servicios especialcs.
En la teología se hace una difei enCi iÍ Ü 8tre los “dones
n:iiura1es” y los “sobrenatui ales”. Los primeros tienen que
er con las cualidades que corrientemeiii:e tienen las personaje
pai a el desempeñ o de su vida, corno las capacidades musi-
cales, científicas. etc. Es lo que ti aen las personas como parte
de su dotació n natui‘al p+pr vida. los dones espii ituales en
cambio, son podeies o capacidades especiales, que cuando lav
personas conocen al Señ or. les son otorp•adas directamente
por el Espíritu con fines especiales.
En cuai io lugar, como sí Í)cÍ Señ alado. es e•l Espíritu SantD
quien los otorga. La palabra nos indica varias formas en las
que .se reciben dichos jones. Por un lado el Espíritu los cla
“e-nino ét quiere”, lo •1• posiblemente indica la persona si
quicn lo da y su capacidad para adiriiiisii arlo, la oportunidad
en que lo hace.la expei‘iencia al recibirlo, la medida del porter
o ca¡iacidad dada. y la variedí)d O canlidíld de dones que les e.s
nivel 0 las pei sonas, ya ciue una misma persona puede tc‘lJ‘l”
uno o m5s (Mt 2ñ . 14-30; l Co 12.1 1: 14.12L Otro modo coniri
es recibido el don es por medio de la oració n de la persona qoe
desea el doo, NIFCH El mejoi provecho, y lo pide al Seíioi’( l Co
l2.31 ; 14.1 ).
En quinto lu3ar, en la explicació n Ecoló gica de los dones
del Espíritu se dil tina piofunda dispm‘idad. Un sector’ enseñ a
que los don •s f'ueron exclusivos para la iglesia priiiiitiva y que
cesaron en el siglo cuarto D.C. cuando la i*1e›ia se había
l'oi i ilecido lo suficiente.
Los dones espirituales de la
iglesia
Se
Otl'u • • ••l 3lica la vigencia de los dones en todos los
lieiiipos dc• la iglesia y en todos los lugmes, como algo quc ce
pr opio de ella, del nuevo pacto, y como elemento vital para en
edit”i cae i En y s u pi opag ac i ó n . Esta perspectiva se
l“Un íl1JJCfl(a, no só lo en los cai'acteres niisnos de los dones,
sino en la funció n que cumplen en el cuerpo de Ci isto, pues
son los que i ealinente capacitan y movilizar a los cristianos
pai a clue la iglesia no sea un simple edificio o iiionuineiiio,
sino un organismo dotado de gran vital idad, acció n,
movilidad y eficacia. Ademá s se señ ala que lo.s done.s no
desaparecerán sino masta la segunda ve•nida de Jesucristo (Ro
12.3-5; 1 Co 12: 14; l P 4.10: l Co 13.8- 1 UL
La historia de la iglesia testifica igualnieiit - qae los grandes
avivainientos espirituales tanto en congregacioncs como en
regiones de la tierra, viencn acompañ ados de muchas
manifestaciones del Espíritu Santo. y entre ella.s iaiiibien los
dones. America Latina. en dil’ei‘cntes congregaciones y
denominaciones. iegiones y epoCc1„ ha conocido exta 3racia
divina, aun en círculos en los tjiie no se pensaba ni xc le
buscaba. Los dones sic•irpi e vien0l) él recordar que la ip•lesia
de Jesucristo no se nia eve eN funció n de la capacidad humana.
sea ésta lvi posesió n o carencia de poder político. econó mico o
de otra natrii'a1eZiÍ sÍlio en 1"nnció n de lo que “viene de arriba”.
esto es. en el plano de lo sobrenatui'a1.

3. ;CUÁL ES LA FUNCIÓN DE LOS DONES?


Seçfin la cnseíiaiiza apostó lica. fundamentalmente. hay
una funció n: edificar’ el cueiyo de Cristo.
La edificació n coivespoiide a una i‘esponsabi1id.Id .lsiyÜ .Í Ü
por el Señ or a cada cristiano, hombre o mujer. Por lo tanto,
Dios pr ovee la capacidad para hacerlo. Si el hermano no
responde d -bidanienfe. o se descuida, o los emplea en forma
in esponsable, eso es otra cosa. Pero la responsabilidad y Gil
capacidad SDn pnrtc del ›’ivir cristiano (Mt ñ /i. I 4-ñ ). Lc
I ú . I 1-ñ 7; I CD Ü .10. Iñ ,13, tú , I ó i).

95
La iglesia en que sirvo

En on capítulo anterior fue señ alado lo que Dios quiere:


que si bien en la iglesia debe haber dirigentes, no seun éstos
los ü nicos que liag•an la obra del ministerio. sino cada uno de
los hijos de Dios. Esta expresió n “cada uno” o “alterno” es
señ alada específicamente en vai ios textos ( l Co 3.8, 10, 12-
14, 17; 12.7, 1 1, 1 S, 28; 1 P 4.10a. Y en Efesios se indica la
actividad propia de cada miembro” que al darse en forma
concertada y unida hace crecer el cuerpo en amor (Ef 4.UL
La otra funció n tiene que ver con la conversió n de los
i n c r édu 1 o s , c ii an d o in i i a n 1 a s m a u i fe S(él C Í on e s
sobrenaturales, dadas en orden, y así reconocen la pi'esencia
del Señ or ( J Co 14.23-25).
Al ente•iider que los dones son capacidades para ,servir, hay
dos factores que se desprenden de esta idea. Primeramente
que no son. ni deben ser empleados pai'a el beneficio personal,
ya sea este el simple placer de exhibir un poder especial. o un
medio para tener dominio sobre las personas. abril Influir en
ellas u obtener algo de ellas conto fílITla O dinero. Lo que en
términos i elig•iosos se conoce como “simonía” se desprende
del caso de Simó n el mago. griten engañ aba a la gente,
tenía gran reputació n por sus artes, y vio en los dones del
Espíritu un nscdio muy eficaz para reforzar y ampliar su
condició n, para lo cual ofreció dinero al apó sio! Pedro. Este
repi endiú duramente dicllíl ílCtitud t Hch 8.9-13, l S- 24).
En las congregaciones a menudo se observa fá cilmente a
hombres y mujeres que emplean sus dones, o aun, una
falsificació n de dones. especialmente 1enp•uas, ¡Profecía e
interpretació n. ílFa impresionar a la gente, exaltarse ellos
mismos e ir tomando control de la congregació n. Hacen uso
ilegítimo de lo que Dios les ha entregado para oti'o fin, y esto
tarde o temprano el Senor lo juzgada (Ro 2.16; Mt 7.21-?3;
Hch 19.13-16; Stg 1.22).
El otio elemento que se desprende de la finalidad de los
dones es que son dados porque hay muchas necesidades que
llenar; en muchos casos son las “buenas obras” que deben

96
Los dones espirituales de la
iglesia
hacer los cristianos, y que “Dios preparó de antemano para
que anduviésemos en ellas” Ef 2.10). Es pnra que los
cristianos sean ú tiles los unos a los otros, y ann para los no
cristianos, que se dan dichas capacidades.
Lo. abusos en la administració n de los dones, o la
falsificació n de ellos, han hecho que muchas personas
vuelvan las espaldas a esta verdad bíblica. Peio tomar’ este
camino, es igualmente peligroso, porque cieixa la vía al
manantial de =‘racia que vivifica a 'n‘leSic).Así es como
pueden caer las co n iegaciones en mimi reli giosidad
mecánica, basada en los simples recui sos humanos y por
tanto. desprovista de testimonio y efectividad en su vida y la-
bor.

4. DONES Y MADUREZ ESPIRITUAL


Segú n lo que se puede deducir dc la lectUra de la primera
carta a los Corintios, el Espírittl ílld(O OtOfga los dones, pero
su posesió n no indÍca qUe quic•n los recibe necesariamente sea
una persona espiritualmente madura. Y por iiiadurez en dicho
contexto se puede entender una característica de los cristianos
que han 1lc•gado a un entendimiento de su condició n corno
hijos de Dios y comD ]3artes de un cuerpo, por lo cual sus
actitudes y acciones deben condicionarlas a esta nueva
posició n. Los corintios habían recibido dones “de ta1 manera
qUe nada os íalta en ningó n don”’. Pero al mismo tiempo, el
apó stol no les podía hablar “como a espirituales, sino como a
carnales, como a niñ os en Cristo” f 1 Co 1.4-7; 3.1 -41.
Para muchos es un problema comprender por qué Dios
otorga capacidades especiales cDnio los dones él personas que
no reú nen las condiciones idea les para ensplearlas
conectamente. Se pueden dar varias respuestas. Una es que el
ílITlDf, la gracia y la buena voluntad del Señ or hacia sus hijos y
hacia su cuerpo se expresan en sus dú divas. Aun mas. por
medio de ello Dios m+iesga algo de su parte con las personas.
En su pfofundo interés por el ser humano Dios hace lo posible
La iglesia en que sirvo

por demostrú rselo, sea por medio de• Jesue-iisto como don
perfecto, o por iiiedio de esta otra gracia que son los dones.
También se puede pensar que Dios da los dones a personaje
no madui as poi que “el que comenzó en vosotros la buena
of ‘a, la pei‘feccionará hasta el día de Jesucristo” (Fil l.G). El
Seiioi‘ no iisira al creyente- só lo como él es “ahora”. sino codigo
será en los añ os quc vienen. líl jor sentado que su obi a en
las personas ci'ecerú , aumentará, se p rfeccionará, por lo çu<-
se debe dad CUilHto antes oportunidad y responsabilidad a SUS

Lo anterior repi esenta inclusD uH putrú n mental que todo


pastor debe apr•iider a desarrollar. y es que i Dios se arriesga
con nosotros, nos llanta. nos da. nos capacita y aun est5
dispuesto a sopoi tar muchos de nuestros en ores.los pastores
no debemos hacer truenos. La tendencia en mucho líderes es
espei ar de los cae yentes títulos en niatei‘ias religiosas. o que
esiCn largo tieln o sentados en las bancas antes de poder
asignarles alguna tarea. Dios comienza temprano. É l sabe que
si a l,Is per sonas no se les asigna responsabilidad y metas, la
tendeiiCÍíl Sei 5 só lo querer recibir y no dar; a vivir tranquilo sin
conipi'o netei se. lo que insultar á en un edificiD con pic•dras
muci tas y rio vivas.
DiD5 talcbien dH Or Sentado la i esponsabilidad que les
compete a los pastores en la foi mació n de sus hijos. É l
entiende que sus p istores enseñ an a sus rebañ os estos
elementos bá sicos para las relaciones y actividades de la
iglesia. De manera C¡un a la gracia del Espíritu al entregar los
dones debe ii’ apm'ej ida una acció n pastoral de eiiseíiaiiza,
os irritació n y super visió n. y cuando sea iieces:u io, de
disciplilia.
tlClias de las expei iencias negativas acerca de• los dones
se hau debido. no só lo si gabe en algunas congregaciones no se
per emiten, sino a que aun •ii .,i1riellas que son estiinulacíos
tercero amente, falta el tirano adecuadD de enseñ anza y
supervi ió n. Por ejemplo, fríe chas conpreeaciones de tipo
Los dones espirituales de la
iglesia
pentecostal o carisniático dan un énfasis casi excl LlsÍVO a las
lenguas y a la prot‘ecía y dejan fuera lo.s demas jones. Esto
trae un desequilibrio. iiiotivació n para ciertas cosas e
inh ibi ció n ¡rara otros dones q ae c unsplen un papel
importantísimo en la vida del cuei po de Ci‘isio ( 1 CO 12. 3,

Adendas olvidan las reglas que el mismo Espíritu Santo ha


Ú Ú f.1 evitar contusió n y abusos. como con respecto al
cmpleo de las leii•puas en el culto pú blico. Igualmente.
refcrcnte a la coiiiunicaciéii de profecías sin ser examinadas,
ya sea cuando son dadas a la congi egació n, o corno lo están
pr.icticando muchos gi‘cipos. la profecías debe ser escuchac1rs y
jü zgad* por hermanos qrie tienen el discei niniiento para
hacerlo.
De NJilnera • • • en iiiateria de dones nCl pDdenios afirmar
que la posesió n de un don es sinó nimo de iiiadrirez espinrual.
Tampoco poclc•iiios exip•ir1e al Espíi itu que los oioi¿u • só lo a
los que creen scar maduro . porque él es sobv-runo. LO C{U0
señ ala claramente es la responsabilidad del ci istiano pisa
iisai los correctamente, y señ ala iaiiibien la i esponsabilidad
pastoral de enseñ ar estos asuntos conto lo indica la palabi a de
DIOh.

5. LOS DONES EN LA VIBA DE LA CONGREGACIÓ N


Debido a lo anteriormente coiisentado. se hace del todo
necesario tener un nicirco de comprensió n mas claro respecto
a los dones. Conviene señ alar lo.s siguientes elementos.
Primeramente que los dones arranque son dados a per sonas.
deben ser empleados en fuiiciú ii de un todo que es cl cuerpo
de Cristo, ya sea •ii su sentido nite amplio o bien en el dC (Ui)
coiip•i egació n local, sea ésta numerOsa o que só lo está
iiiiegi ada por eiios pocos hermanos.
La menció n de lo, dones viene pi'ecedida en el Nuevo
Testamento por la noció n de un cuerpo integrado por mu hos
miembros. cada uno de estos con diferentes funciones. pero
La iglesia en que sirvo

no independientes, sino coordinadas y orientadas hacia un fin


(Ro 12.3-5, G-8: 1 Co 12. 12-30). Este es el genuino punto de
partida de esie tema. Si los dones se promueven en las
conpregaciones como una “emocionante experiencia
espiritual”, o un campo “secreto” de conocimiento, o cosas
semejantes, lo que se hace es poner un fundaiiiento falso. La
integració n a un organismo vivo. su participació n seria y
responsable en el, conioi ire lo traza la palílJÜ cl de Dios, es lo
que debc presidir toda enseñ anza en este campo.
En segundo 1ugim estas capacidades que otorga el Espíritu a
los hijos de Dios son. para edificació n de l‹l Congregació n, no
para exaltació n o intereses pe rSOHíÍlOS í 1 CO l Á .3-6,
12.17. 19.20,*G ). Lo edifiCació n está relacionada con
necesidades y ils ectos muy variados tanto en la cscala per-
sonal, como faiiiiliar y congi'epacional. Tiene que ver con
necesidades espirituales. organizacionales, administrativas, y
de salud. como se verá mas adelante en la clasificació n de los
dones. De manera que el Señ or los da para que los creyentes
no encierren su vivencia cristiana dentro de sí iiiismos sino
paril C)ue coiio?buyan siendo ó tiles a los demás y al cuerpo de
Cristo.
El Espíritu Santo ubica sus capacidades como él quiere. No
puede complacer a todDs con lo mismo po que no todo el
cuerpo puede ser só lo manos u ojos o piernas. Debe haber
variedad porque se ti ata de funciones o for mas de ser vicio que
se conceden a cada uno. Además. El considera que a unos
debe darles m:is honor que a otros, porque lo necesitan. Es lo
que se percibe e•n muchos lugares acerca de hemianos qtic
parecen no tener’ iiiricho valor ante los ojos de algunos per o de
repente el Espíritu los capacita con algo que les aytida a
levantar su condició n. Este privilegio lo ejeice el Espíritu a su
propio ai'biti io 11 Co 12.14-30).
A l p• u n os h e rm anos só l o s e i n t ei e s an en do n es
espectaculares, en parte por lo llamativos y en pai‘te a veces
por q ue l os mismos pastores destacan y promueven

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