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LA ILUSTRACIÓN, PERIÓDICO UNIVERSAL; 503

Al dia siguiente de una partida de caza en que Gontrand —Esta noche veremos. Vamos desfilad, á paso acelerado. No asistirán también aun cuando no estén obligados á cumplir este
habia pasado todo el dia quedándose á comer en casa de M. quisiera ni por una bala de canon , que Luciana ó mi hija su- descomió.
Tannebault, rico propietario de las cercanías, llegó al amane- piesen que habíais venido aquí esta mañana ; regresad al ins- 9.° No se enviará ningún billete de invitación para mis
cer á la casa de ios Laureles. Eufrasia y su madre estaban aun tante al castillo , y no salgáis de él. misas; deseo que se me entierro de incógnito como he vivido.
en su cuarto y el veterano fumaba su pipa paseándose con aire Dejó el joven oficial al veterano , quien para ocultar mejor 10. No se hará ninguna descarga de mosquetería sobre mi
meditabundo'en el jardin. esta visita hizo que Gontrand saliese por la puertecita de su fosa, porque la pólvora es demasiado preciosa para gastarla en
— Viejo amigo, le dijo Gontrand, ¿estáis solo? jardin, que daba á la pared del parque del castillo. Cuando salvas.
—Absolutamente, mi querido M. Gontrand ; pero ¿qué te- estuvo lejos cargó el veterano su pipa, la encendió , y fumó 11. Lego al señor abate Caffieux, cura de Mennecy para qu8
néis? añaiüó el viejo soldado notando las facciones trastornadas durante una hora sin decirse una palabra así mismo , lo cual los distribuya á los pobres del cantón 1,200 francos en oro, que
de su pupilo, ¿hay aun pelotones en el castillo de vuestra res- era raro. En seguida después de haber rumeado durante otra se encontrarán en una gorra de cuartel cerrada en mi antigua
petable maJre? hora, viendo á Eufrasia que daba vueltas en el jaidin como una mochilla, re'egada en el gran armario de mi habitación. Siendo
—¡Oh mi querido Acuchillado, me ahogo de cólera!... sílfide llamándole para que fuese li desayunaise , sacudió las mió este dincre y no habiendo hecho nunca daño á nadie tengo
—Esplicaos. cenizas de su pipa , la colocó en su estuche , y dijo para sí. derccno á disponer de él según mi vo'untad sin que mi familia
—Sabéis que ayer estaba convidado á comer en casa de nues- — Sí, eso es, así tendrá lugar la acción. pueda hacer la menor observación respecto á este punto.
tro vecino M. Taunebault? Desayunóse el veterano alegremente , en seguida subió á 12. Lego á M. Courtois de Corbeil todo lo que liaya podido
—Mi mujor y mi hija rae hablan dicho a'go de eso. Conti- la pieza as su casa que él llamalia el salo7i, dando orden á su sacar del dinero que mi venerado coronel le habia dado para
nuar. mujer y á su hija de que no le incomodasen hasta la hora de que me lo reparase y esto para que tenga la conciencia limpia y
—¡ Pues bien! M. Taunebault nos ha dado de comer; no ha- comer. A eso de las dos, Eufrasia , sin hacer ruido ff.é á mirar tranquila.
bia mas que hombres, y los postres se prolongaron hasta muy por el agujero de la cerradura loque su padre podia hacer: es- 13. Pido perdón á Dios y á los hombres, á mis ramaradas
entrada la noche. La conversación era al pmtipio alegre y taba escribiendo. muertos ó vivos, á mi mujer, á mi hija, á mis amigos y á mis ene-
concluyó por convertirse en demasiado picante, entonces esti- Al bajar dijo la joven á su madre sonriendo con malicia. migos, de todas las infracciones ó faltas voluntarias ó involun-
mulado no sé por qué demonio, exaltada la cabeza tin duda por —Mamá, creo que mi padre pone en ejecución la idea que tarias que haya podido cometer respecto á ellos ó sus parientes
el champagne un olicial polaco el mayor Golgo... tenia desde hace mucho tiempo de escribir las memorias de un y conocidos.
—Golgor<iw>ki interrumpió el veterano. granadero de la guardia. Trabaja como M. Corbeau. 14. Por último: Suplico á M. Gonet, notario de Mennecy que
—Precisamente Golgorowski á quien habia visto algunas ve- Tanto mejor, dijo Luciana; mientras tanto al menos no re- case á M. Feofilo, su hijo, con Mdlle. BL.nca de Harleville, en
ces en casa de mi madre; pero á quien no he vuelto á encontrar ñirá porque no sé en verdad lo que le ha pasado por la cabeza atención á que los dos jóvenes seaman, esto es indudable; en-
en ella desde.... de algunos días á esta parte , pero , aun ayer me ha recibido cargo también á M. Gonel que dirija el orden y la marcha de
—Es que tenia sólidas razones para no volver, interrumpió de tan mal... mi convoy y que pague los gastos que ocasione. Entregará de
nuevo el veterano. No eran sus memorias lo que el veterano escribía: era tu mi parte al tambor de los bomberos 20 francos tomados de lo
—¿Le conocéis pues, amigo mió? preguntó Gontrand. testamento. mas claro de mi sucesión, pero no sóbrela parte de-tinada al se-
—Un poco, d jo el veterano: continuad. XX. ñor cura para indemnizarle, al tambor del paseo militar, que yo
' —El varón Golgorowski despuns de muchjs habladuras se le haya proporcionado; además nombro al dicho M. Gonet mi
lisongeó de su buena f'oituna, y dejó suponer que no h ibia si- TESTAMENTO DE Vü VIEJO VETERANO ordenador tes'.amentario en gefe y ejecutor de mi última
do indiferente á mi madre, que enseguida le habia sacrificado á voluntad que está espresa: eso es!»
otro y añadió: «un hombre como yo no ha nacido para sopor- La pieza de la casa de los Laureles en la que se habia reti- Luego que acabó de escribir aquel acto supremo lo leyó el
tar los caprichos de una coqueta, y mañana iré al castillo de la rado el sargento para estar mas tranquilo y también mas á sus veterano y no hizo ningún cambio, dobló el papel en cuatro do-
condesa (es decir hoy) para echarle en cara su ligereza.» anchas , no usurpaba demasiado el titulo de salón que él le bleces, lo puso bajoun sobre, lo cerró con muchas obleas negras,
—No llegará á venir, dijo el veterano con vnz sombría. liabia dado; era una grande habitación cuadrada, que tenia y en seguida escribió encima:
—^Y notad mi querido Bourguignon que sé por mi misma un papel persa. El retrato del conde de Harleville con unifor- (Se continuará.)
madre que por motivos que ignoro no le ha convidado á la reu- me de coronel de los granaderos de la guardia , ocupaba el
nión que debe tener lugar esta noche. puesto de honor, y hacia frente á una litografía de Napoleón
—¡Par diez! yo los conozco muy bien, volvió á decir el vete- en pié vestido con su traje imperial según Gerard; aquellos dos
rano; pero veamos el fin de la aventura, añadió cruzando los cua.lros eran un regido del conde de Harleville , que había que- ROBO DE ÜJÍ BÜOCr EN EL GRASÜE OCÉiNO.
brazos sobre el peciio. rido contribuir á la decoración del alojamiento de su compañe-
—Mientras que el barón Golgorowski hablaba, escuchaba yo ro de armas; así que el veterano tenia en mucha estima aquel NARRACIÓN DE UN PASAJERO.
al vizconde de la Pannetiere que me referia una aventura que doble presente de su antiguo coronel. El soldado labrador y
le habia sucedido en otro tiempo, cuando estaba en el regi- el perro del regimiento , grabados de Zazet, dibujo de Horacio
miento de Champagne, de modo que no comprendí bien mas Veriiet, formaba con la batalla de Austerlilz, y el apoteosis de {Continuación.)
que la segunda parte del discurso del polace; y respondí á él Napoleón en Sta. Elena, el ornamento del salón. Sobre la chi-
lanzándole á la cara un plato que fué á romperse contra la pa- menea una péndola de alabastro, flanqueada por dos candela- Por la noche llegamos á Guayaquil. Como la aduana estaba
red á pocas pulgadas por encima de su cabeza; levánteme al bros de cobre dorado , y dos vasos de porcelana guarnecidos de ya cerrada, no pudimos saltar en tierra. Pasamos la noche sin
mismo tiempo, y alzanilo la mano me disponía á imprimir sobre flores, igualmente ofrecidos al sargento por el conde de poder dormir: las luces, la música, ! .s cánticos, los mil ruidos
el rostro de aquél bribón una de esas afrentas que solo con san- Harleville , la víspera de su matrimonio con Luciana. Una de la ciudad, hacían palpitar nuestros corazones de impacien-
gre se lavan. mesa redonda de nogal cubierta con un tapiz verde estam- cia: nos sentíamos locos de alegría. Poco á poco se apagaron lo
—¡ Brabo! dijo el veterano. pado de negro , y sobre la que al entrar había puesto el vete-- sonidos y las luces, y después de muchas horas de espectativ
—Se metieron en medio y nos separaron; pero pedí cuenta á rano una porción de papeles. Seis sillas, dos sillones y un sofá vimos llegrir el dia.
aquel fanfarrón del insulto que hacia á mi madre. de terciopelo deUtrech, amarillo, acababan de dar á aquella Una vez en tierra, estábamoscomoalontados, contemplando
—«Vos sois un niño, me respondió, y no conviene á un anti- pieza el aspecto de un cómodo salón de campo. Entre las dos todo lo que veíamos: parecía que habíamos pasado muchos
guo oficial del imperio comprometerse, aci'ptando un desafío ventanas que daban vista al jardin de la casa, habia hecho co- años separados del mundo civilizado; nos sentíamos débiles y
ridículo. Cuando hayáis hecho la campaña veremos. locar un piano de lame, que le habia procurado el compadre desanimados; yo creo que hasta nos considerábamos como hu-
Iba yo á replicar, cuando M. Tannebault dijo al polaco: Courtois por bOO francos, compreiidieudo su comisión en ellos. millados. Nos preguntábamos qué iban á pensar de nosotros
—«Señor barón, los derechos de la liospitaliJad no me per- Blanca y Eufrasia se ejercitaban algunas veces á porfía en el en aquella ciudad, y qué podríamos esperar desconocidos, sin
miten calificar vuestra conduela, y sobre todo las palabras que piano, aun cuando Aldlle. Harleville luese ya mas diestra, por recursos, peor vestidos que los mendigos: la vista de grandes
tocartrá la señora condesa de Harleville; pero me creo suficien- que tenia en su colegio por profesores á los primerus artistas arcadas donde podríamos dormir al anrigo del mal tiempo,
temente autorizado para suplicaros que no volváis á poner los de la capital, y la hija del veterano, nunca habia tenido otro casi nos alegraba. Luego, pensando en el modo de ganar la
pies OÍ mi casa. maestro que la señorita de Saint-Ango, cuyo método^ al decir vida, nos propusimos vender los tres fusiles que poseíamos para
Gbgió el polaco su sombrero y partió refunfuñando. de BlancH, eia del tiempo del rey que rabió. El viejo soldado alquilar una canoa, remontar el rio y coger piálanos y naran-
Yo quería seguirle, pero M. Tannebault me lo impidió; y estaba, pues, sentado delante de la mesa, ocupado en trazar jas que venderíamos en el mercado. Un tendero que vendía
hasta me exigió que permaneciese en su casa hasta el dia si- sobre el papel, con una letra que parecía geroglíficos, su últi- tabaco y licores nos hizo entrar en su tienda, y nos ofreció un
guiente por la mañana; y ahora aquí me tenéis. ma voluntad. vaso de vino y una galleta. El nos llevó en seguida á casa del
—Dialjlos¡ eso quema! dijo el veterano, meneando la cabeza. Hé aquí ese testamento donde la originalidad de lenguaje cónsul francés. A pesar de nuestro miserable aspecto, M. Gi-
—Ha^aqui, mi querido amigo, el proyecto que he formado, y y de carácter del leal soldado, se encuentra en todos los pár- rardol nos recibió con mucha benevolencia; sin embargo, nos
que wngo á consultaros. rafos. , miraba con cierta duda, porque nuestros harapos y nuestra
—V«amos vuestro plan. «YoMagloire Bourguignon, dichoelAcuiiiillado, natural de horrible flaqueza no eran muy propias para inspirar confianza.
—Ej:insulto iiechíi á mi madre ha sido público, es preciso Pont-de Rüide, distrito deSanHipólitodeparlamento del Doubs, Nos pregunló nuestro nombre y profesión. Nuestras respues-
que la reparación lo sea también. E.stoy seguro de que el barón ex-sargento de la d." compañi del 2 " batallón del primer regi- tas le causaron una sorpresa que no trató de dishiuilar.
vendrá esta nuche al castillo, le di'jaré entrar en el salón y allí miento de granaderos de á pié de la ex-vieja guardia, condecora- —¡Cómo! me dijo, ¿es Vü. hermano del consejero de Es-
cuando.la sociedad, que no puede menos do ser numerosa, es- do y pensionado por el Estado; padre de familia, propietario y tado de su nombre? ¿es Vd. un antiguo discípulo de la escuela
té ceunida le iinpoiidré una corrección ile la que estoy seguro mayordomo de la parroquia JeMennecy, á donde el arriba nom- de Bellas Artos de París? ¿es Vd. pintor?
que sa.acordará. Inmediatamenle después le daré razón, por brado se ha retirado, declaro que el presente es mi testamento. No le sorprendió menos el oir á Lavigne declarar que habia
que será pí'eciío que se bala: he contado con vos, mi antiguo Eso es! sido capitán de marina y propielurio de un molino en Chile.
amigo, para que me sirváis de testigo con M. Tannebault ó en 1.° Muero fiel á mi religión, á mi país, á mi emperador,á mi Le refer mos brevemente nuestra desgracia. Nos dijo que
defecto suyo, el vizconde de la Pannetiere. ¡Ahora bien! ¿qué honrado coronel el conde de Harleville y á mi legítima esposa no lo comprendía, que semejantes piratas no se hacían en es-
decís? -.v:i..;^ .. ;..: . Luciana Guilleret. tos tiempos, pero qu" no obstante iba á salir y á hacer las dili-
El veterano no respondió inmediatamente á aquella pregun- , 2.° Le«o á mi suso-licha esposa, para que lo repase á nues- gencias necesarias, en primer lugar para que se nos dieran los
ta; apoyóse contra un artol y pareció reflexionar; en seguida, tra bija Eufrasia sola y única, todo loque poseo al sol y en mi ca- auxilios necesarios, y después para que el comandante de la es-
después de algunos minutos de sile«cio, pasó la mano por !a fa dejos Laureles, comprendiendo ésta y los créditos de fuera tación persiguiese á los adrónos de nuestro buque.
frente, y rascó ligeramente la cicatriz que surcaba su semblan- donde quiera que estén. Nuestras miserias, gracias á Dios, hablan llegado á su
te, la que se habia puesto azulada de repente, lo que era en el 3.° Se encontrará después de mi muerte en el armario de término. Apenas nuestro cónsul hizo la narración de nuestros
viejo soldado señal de resolución estreina; en seguida alargó la mi habitación un saquito rotulado alado y sellado: es un depó- infortunios á los ciudadanos principales de Guayaquil, fuimos
mano á Gontrand, diciéndole: sito que me ha hecho mi honrado coronel el conde de Harlevi- socorridos por todas parles; no hubo casa que no nos abriera
—Todo lo que habéis hecho lia sido lien hecho, y todo lo lle antes de su mueite. Esle saco deberá ser entregado á Id sus puertas, no hubo un corazón que no compadeciera nuestra
que queréis hacer todavía mejor.... Yo seré vuestro testigo.... señora condesa de Harleville, sin ser desatado y sin quitarle el desgracia. En pocos dias nos vimos todos en estado de poder
si se verifica, añadió; pero hasta esta noche no digáis una pala- sello: esto á nadie pertenece. tomarla del rminacion que mas le acomodara: unus se obsti-
bra de lo que ha pasado ayer en casa de M. Tannebault, regre- 4.° Lego mi cruz de honor (dada en el campamento de naron en ir á California á buscar fortuna; otros, y yo fui de
sad tranquilamente á casa de vuestra madre, y estad tranquilo Boulogne por el pequeño capoial en persona) como un tesli- este número, creímos que habíamos recibido una buena lección
respecto al asunto, que él se tornará en ventaja vuestra. monio de mi estimación indefinible y un recuerdo de amistad de la Providencia, y nos dispersamos poco á poco.
—Entonces, ¿ dómle podría encontraros esta noche, mi vie- recíproca, al hi|o de mi honrado coronel el conde Gastón de Por mi parte no pensé mas que en salir por medio de mí
jo amigo? preguntó Gonirand. Harleville, á quien lie mecido en otro tiempo y que me ha tirado trabajo de la triste situación en que me hallaba. Me parecía
—Aquí, ó en casa del señor cura, si no estuviese en la mia del bigote con frecuencia. muy largo y muy penoso el aguardar recursos de Francia para
pero una vez mas quietecito. 5.° Lego mi espada al señor vizconde de la Pannetiere que corresponder á los favores recibidos y dispensados con tan ge-
Se marchaba el joven y el veterano le llamó. es un ai ciano de los mas recomendables á mis ojos. nerosa mano, ó á lo menos para manifestar una gratitud digna
—M. Gontranil, le dijo : bien veis que yo soy de la madera 6." Rehuso ob Uñadamente los honores inifitares que el de- de su benévola hospilalidad. Con este objeto pedí lapiceros ó
de que se hacen las culatas de fusil, es preciso que á vuestra vez creto del emperador dispone que se hagan á todo el que sea ca- pinceles. Muy pronto, gracias sobre todo á los señores Gu-
hagáis algo por mí. ballero de la Legión de Honor. tiérrez y Sicuret, cuvo recuerdo quedará elemamenlc grabado
—Hablad amigo mío. 7.° No se colocará ninguna insignia sobre mi féretro que en mi corazón, me vi obsequiado, buscado y ocupad', desuorle
—Es que no pongáis aquí durante todo el dia, ni siquiera será hecho por el tio Manotorcida, carpintero ebanista de que en poco tiempo pude pagar mis deudas materiales y reco-
la punta del pié izquií-rdo, dijo el veterano; tengo mis moli Mennecy. brar el valor de las economías que habia hecho en Chile.
vos para ello: mas tarde lo sabréis. ¿Puedo contar con esta 8 ° Mi cortejo /unerario se compondrá solo del tambor de los Yo miraua á Guayaquil como una segunda patria, y tal vez
Complacen.'ia por vuestra parte respecto á este punto? bomberos y seis de estos con uniforme elegidos en la compañía hubiera cedido á la tentación de fijarme allí, si no me habie-
—Hubiera sin embargo deseado ver á Eufrasia antes de ba- niandada por M. Meniel, su cagitan, el señor cura de Mennecy ran llamado á Francia mis afecciones v mis deberes.
tirme... con todo, puesto que eso puede contrariaros, no pare- si su sidud lo permite, y los señores mayordomos, mis colegas Solo me resta referir en pocas palabras la historia de nues-
ceré por aquí; pero esta noche después de terminado el nego- iriclu<oM. Grillois (á quien perdono todos los dicharachos rela- tra goleta y de los miserables que la habían robado, tal como
cio, si no he sido muerto, me dejareis venir con vos. tivos á mi, aun aquellos que el pudor me prohibe nombrar), me la han cunlado antes de mi partida de América.

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