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Con una extensión territorial de 952 162 km, lo que corresponde a casi 200 millones de hectáreas
(Bassols Batalla, 2006: 42), México se posiciona como uno de los países con mayor
biodiversidad en el mundo. Con una extensión extensa y un posicionamiento muy particular en el
globo terráqueo, no es de extrañar que en el país sea posible encontrar casi todos los tipos de
climas: desde el norte con su clima árido y desértico, pasando por la zona templada del área
metropolitana, hasta llegar a los climas tropicales de la zona sur. No obstante, tal variedad
climática ha sido catalogada en cinco tipo de regiones principales, a saber la región extratropical
seca (presente en el Norte y noroeste del país), la Tropical alta (en el altiplano del centro y valles
altos del Sur), la Tropical baja (en las cosas y vertientes exteriores, de Sinaloa y las Huastecas a
Yucatán), la Extratropical alta (Sierras Madres Occidental y Oriental) y el Subhúmedo
extratropical bajo (en Baja California) (Bassols Batalla, 2006: 49); regiones principales que a su
vez se dividen en 25 subregiones.
Podría parecer de suma ventaja tener en un solo país tanta diversidad climática – la cual
también supone variedad en la flora y la fauna –, pero la realidad es muy diferente. En el caso
mexicano, tan sólo un 5% del territorio puede considerarse ideal para la agricultura o la
ganadería, esto es, que no requiere ningún tipo de trabajo para volver útil al suelo (Bassols
Batalla, 2006: 44). Al ser un país montañoso, la mayoría de la tierra se encuentra en condiciones
tales que requieren, para cuestiones agrícolas, de una adaptación del terreno. Y a pesar de ello,
únicamente un 17% de la superficie – unas 35 millones de hectáreas – pueden ser aprovechadas
para su cultivo. Por si esto fuera poco, la pluralidad de ecosistemas en el territorio mexicano
tiene grandes desventajas, ya que implica una desigualdad en la distribución de los recursos
naturales. Así, mientras que en el sur se encuentra un exceso de ríos y mantos acuíferos, en
varias zonas del norte hay una escasez sobresaliente de cuerpos de agua.
Lo anterior ha obligado a que las distintas zonas geográficas del país se enfoquen en
actividades económicas muy diversas y en una explotación particular de los recursos naturales de
la tierra. En el norte, por ejemplo, se enfoca el uso de la tierra para la producción agrícola de
trigo, sorgo, algodón y tomate, pero sobre todo para la producción ganadera y la explotación
minera. Asimismo, grandes cantidades de recursos naturales – en especial el agua – se dirige a
las industrias que van al alza. En el centro y sur del país, el uso de la tierra se enfoca en la
agricultura, en la minería (algunas zonas del centro), así como en la extracción de gas y petróleo,
y principalmente en la tala de árboles, gracias a los densos bosques de coníferas. Otras
actividades por destacar son las del turismo, el cual se concentra en el sur del territorio, debido a
sus famosas playas.
La aridez de la mesa central y la falta de árboles, a la que acaso ha contribuido también una larga
presencia de las aguas en los grandes valles, son muy perjudiciales para la explotación de las
minas.
Estos males se han aumentado después de la llegada de los europeos a México, porque estos
colonos no sólo han destruido sin plantar, sino que desecando artificialmente grandes extensiones
de terreno han causado otro daño de mayor consecuencia; porque el muriato de sosa y de cal, el
nitrato de potasa y otras substancias calmas, cubren la superficie árida del suelo, y se han
esparcido con una rapidez que difícilmente pueden explicar los químicos. Por esta abundancia de
sales, por estas eflorescencias opuestas al cultivo, la mesa central de México se semeja, algunas
partes, a la del Tibet y a las estepas del Asia Central. En el Valle de Tenochtitlán es,
principalmente, donde se ha aumentado visiblemente la esterilidad y la falta de una vegetación
vigorosa desde la época de la conquista española; pues este valle estaba adornado de un hermoso
verdor cuando los lagos ocupaban más terreno y cuando inundaciones más frecuentes lavaban
aquel suelo arcilloso (Humboldt, 1953; citado por Bassols Batalla, 2006: 157).
Estos primeros movimientos abrieron un espacio político y social en el que muchas voces
se unieron, enfatizando diversas problemáticas ambientales que sucedían en todo el país.
Comunidades indígenas demandaban un cuidado a zonas forestales esenciales para su vida
diaria, así como una inversión gubernamental a sus métodos de producción, los cuales resultaban
más amigables con el medio ambiente. Los campesinos también se oponían a los acuerdos
internacionales, ya que en ellos no se estipulaba ninguna medida de protección ambiental. Y en
las ciudades, los habitantes exigían medidas para reducir la contaminación y la proliferación de
enfermedades relacionadas con ellas.
Unomásuno* (Ciudad de México) y México City News publicaron algunos de los más amplios
comentarios sobre los problemas ambientales de la nación.16 A mediados de los ochenta,
Fernando Césarman, un psicólogo y ambientalista mexicano, se convirtió en un colaborador
regular de Unomásuno. En una serie de artículos, que iban de erosión del suelo a
envenenamiento por pesticidas, Césarman recordaba constantemente a sus lectores la forma en
que dependía la humanidad del mundo natural.17 Con Unomásuno como su foro, podía
comunicar sus ideas a una audiencia masiva. En agosto de 1989, el periódico inició un
suplemento mensual sobre el ambiente. Esta sección especial contenía partes que no sólo
esclarecían la naturaleza destructiva del desarrollo industrial y agrícola de México, sino que
también hablaban de experimentos en técnicas alternativas, como agroforestería, energía solar e
hidroponía.18
También, los pescadores, intentaron conservar su medio de vida uniéndose contra la explotación
de los recursos. En el lago de Pátzcuaro, se afiliaron a un grupo ecologista local para buscar que
se terminara la contaminación del lago y el deterioro y el desvío de las corrientes y los ríos que
lo alimentaban.40 Sus compatriotas en Lázaro Cárdenas, Michoacán, optaron por una
confrontación más directa. Bloquearon el puerto por setenta y dos horas hasta que los
contaminadores industriales aceptaron ayudar a financiar un programa para resurtir las aguas
costeras con peces, langostas y camarones, y detener la descarga de desechos en las aguas.41
Usando tanto el convencimiento como la protesta, las cooperativas de pesca en México trataban
de proteger los ecosistemas acuáticos.
Durante la campaña presidencial de 1982, Miguel de la Madrid observó astutamente que "la
calidad del ambiente afecta la calidad de la vida humana; que es un problema que afecta a todos
y cada uno de nosotros; que no es un problema de clase. La nación entera se encuentra en grave
peligro, ya que degradar a la naturaleza es degradar a los seres humanos."44 Los mexicanos ricos
pueden disminuir su exposición a ciertas formas de contaminación, pero no pueden escapar del
problema totalmente. Por ejemplo, pueden comprar una casa en uno de los mejores
fraccionamientos de la Ciudad de México, y tener garantizada agua pura y una relativa
tranquilidad, pero todos los veinte millones de residentes tienen que respirar el mismo aire
contaminado. El hecho de que muchos de los ciudadanos mejor educados, y políticamente más
poderosos, sufren por la contaminación de la misma manera que todos los demás, ha sido un
factor importante en el desarrollo y el potencial del movimiento ambientalista mexicano.
Algunos grupos han intentado evitar por completo los conflictos políticos, en la creencia de que
las comunidades pueden mejorar su ambiente sin tener que estar buscando el apoyo de burócratas
indiferentes. Una de esas organizaciones es Tierra Madre de San Miguel Allende (San Miguel
Allende es una comunidad de aproximadamente 100,000 habitantes, localizada en el estado de
Guanajuato, en el centro de México). El objetivo de Tierra Madre es lograr que sean aceptadas
tecnologías alternativas que eleven los niveles de vida de las gentes y mejoren la calidad de su
ambiente. El principal proyecto del grupo ha sido la promoción de un sistema casero de
separación de origen (separar la basura orgánica de la inorgánica) para hacer composta y
reciclado. Tierra Madre está proponiendo este proyecto a la gente de San Miguel Allende como
un medio de obtener mayores ingresos más que como una medida ambiental. La filosofía básica
de la asociación, sin embargo, es que la calidad de vida de las personas está unida directamente a
la de su medio ambiente. Además de este programa de reciclado, Tierra Madre desarrolla un
sistema simple de filtrado de aguas negras para detener su escurrimiento hacia un lago cercano, y
apoya el reuso de agua de desecho. En las afueras de San Miguel Allende, el grupo construye
una pequeña aldea ecológica que demostrará la utilidad práctica de las destiladoras solares, la
energía solar pasiva, los invernaderos hidropónicos y otras eco-técnicas. En colaboración con la
Sociedad Audubon de San Miguel Allende, Tierra Madre ha estimulado el uso de energía solar y
gas para reducir el consumo de leña.48 Esperan que sus esfuerzos en San Miguel Allende sirvan
como modelo para el resto de México.49
Los movimientos periodísticos
Organizaciones apolíticas