(La tragedia de Macbeth; Acto IV, Escena I - William Shakespeare)
Acto cuarto, Escena I:
Las brujas rodean una caldera, mezclando una variedad de ingredientes grotescos mientras cantan. Aparece Hécate, cantan todas juntas y luego Hécate se va. Entra Macbeth, exigiendo respuestas a sus urgentes y demandantes preguntas sobre el futuro. Las brujas completan su hechizo mágico y convocan una serie de sombras. La primera es una cabeza armada con un casco que le advierte a Macbeth que tenga cuidado con Macduff. La segunda aparición es un niño cubierto de sangre que le dice: "Nadie nacido de una mujer podrá herirte". Esto es importante porque Macbeth será asesinado por Macduff, nacido de las entrañas de su madre ya muerta. Esta noticia le da confianza a Macbeth. La tercera aparición es un niño con una corona y una rama de árbol en la mano que le dice a Macbeth: "Serás invencible hasta que venga contra ti la selva de Birnam y cubran sus ramas a Dunsinania". Esto anima aún más a Macbeth, consciente de que es imposible que una selva se mueva. Macbeth procede entonces a hacer su última pregunta: "¿Reinarán los hijos de Banquo?". El caldero se hunde y se escucha un sonido extraño. Las brujas le muestran a Macbeth una procesión de reyes. El octavo tiene un espejo en la mano y es seguido por Banquo. Cuando Banquo señala esta fila de reyes, Macbeth se da cuenta de que en realidad son su linaje familiar y él mismo será uno poderoso. Después de que las brujas bailan y desaparecen, Lennox entra con la noticia de que Macduff ha huido a Inglaterra. Macbeth resuelve que, de ahora en adelante, actuará de acuerdo con sus ambiciones: el primer paso será apoderarse de Faife y matar a la esposa y los hijos de Macduff. Su alma ya se ha corroído.