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© CONAPRED 2006
Disidencia sexual e identidades
sexuales y genéricas

Fotograffas
alejandropo: 66, 160-161, 234.
Ricardo Ramírez Arriola: portada; Aksen-
ti Umite: 6, 30, 86-87, 124; La Cebra:
18-19, 36, 66, 96, 182, 216-217, 218; En
Dos Partes: 20; Contempodanza: 52,
190; Legend Un Dance Theatre: 130;
Contradanza: 208; 226.
Antonio Saavedra: 44, 58, 75, 88, 110,
118,144,153,162,200,242.
Fotoarte: alejandropo

CONAPRED
Dante núm. 14, col. Anzures,
Del. Miguel Hidalgo,
11590, México, OF
ISBN 970-9833-39-1

Se permite la reproducción total o parcial


del material incluido en esta obra, sujeta a
citar la fuente.

Impreso en México
Printed in Mexico
Contenido

7 Presentación
GILBERTO RINCÓN GALLARDO

9 Introducción
NORMA MOGROVE)O
HÉCTOR SALINAS
FRANCESCA GARGALLO

19 Construyendo teorías

21 Polfticas públicas de disidencia sexual: apuntes para una agenda


Héctor Miguel Salinas Hernández
31 Lo que no tiene nombre
Diana Marfia
37 Homofobia en América Latina: etnohistoria del heterrorsexismo
contra los disidentes sexuales
Luiz Mott
45 La heterogeneidad de la experiencia homoerótica: más allá de la
subjetividad homosexual
Guillermo Núñez Noriega
53 Género, deseo y formulación de imágenes e ideas
Francesca Gargallo
59 Identidad, cuerpo y sexualidad lésbica
Norma Mogrovejo
4 DISIDENCIA SEXUAL E IDENTIDADES SEXUALES Y GÉNERICAS

67 Cuerpo, identidades de género y salud


lrma Saucedo González
77 Corporalización: nuevos feminismos y actantes políticos
Maider Zi/beti .

87 Transgeneridades

89 Una visión desde la transexualidad


Fiorella Cava
97 Marginalización y violencia entre trabajadores sexuales transgé-
nero en la ciudad de Xalapa
Ros(o C6rdova Plaza
111 Travestismo, transexualidad y droguería
Antonio Marquet
119 Cuerpos, deseos e identidades
Nata/ia Anaya Quintal
125 Porque la bisexualidad no es el tercero en discordia
Myriam Brito Domínguez
131 La noción del cuerpo erótico en Bataille en contraposición con el
cuerpo máquina sadiano: la propuesta de un cuerpo dialógico
Diana Marina Neri Arriaga
145 Intolerancia e invisibilidad en Monterrey (una historia de si-
lencios)
Mario Alonso Prado
155 Rumania
Irina Echeverría

161 Resistencia desde la sociedad civil

163 De la culpa a la claridad: otra manera de explicar la revolución


Rosario Galo Moya
171 ¿De qué tienen que avergonzarse la Magdalena y el coronel Gi-
sella? Zapatismo y diversidad sexual
Adrián Palma
183 Los medios de comunicación en el reforzamiento de los esque-
mas convencionales de género y su responsabilidad social para
impulsar transformaciones incluyentes
Silvia }iménez G.
191 El nuevo régimen de gubernamentalidad gay
Roberto Gonzá/ez Vil/area/
5

201 Disidencia-resistencia desde el cuerpo. ¿Y el espíritu ... ? ¿Qué


espíritu?
Jorge Sosa
209 Comunicación lésbica y derechos sexuales
Marra Isabel Barranco Lagunas

217 Cuerpo y discursos de género

219 La discriminación en las identidades disidentes vista a la luz de la


teoría de los sistemas
Erick Ornar Lee Meneses
227 El vIH-sida en la deconstrucción de la identidad gay
Luis Manuel Arel/ano
235 Cuentos de hadas: construcción de identidades
Ricardo Iglesias
...
243 ¿La masculinidad como factor de riesgo? Crítica a los estereoti-
pos académicos sobre el machismo desde el construccionismo
social
Eloy Rivas
,
Presentaclon ·
Gilberto Rincón Gallardo

DESPUÉS DE CENTURIAS DE TRADICIÓN judeocristiana y patriarcal, en las que la


sexualidad ha sido considerada el lado oscuro del ser humano, reflejo del mal que
debe ser domeñado, reprimido, encauzado en los rieles del aburrido tren de las
buenas costumbres; en las que el cuerpo ha sido depositario de las bajas pasiones,
humillado y degradado a simple vehfculo del alma inmortal y la espiritualidad supe-
rior (la equivocación ya se encuentra en Platón y en Aristóteles); en las que la vida
erótica ha sido marginada y convertida en carne de tabúes, prejuicios y estigmas;
después de nuestra historia, del fatigado decurso en el que Occidente se ha empe-
ñado en ejercer su poder para homogeneizar, discriminar, culpar, juzgar, deshon-
rar, castigar y asesinar a las y los disidentes sexuales; después de todo ello, digo,
siguen vigentes e intocadas nuestras diferencias, deseos y elecciones.
Ello se debe, sin más, a que el sexo somos nosotros mismos. Simultáneamente
íntimo y social, personal y colectivo (hasta su ejercicio solitario tiene al prójimo
como horizonte), nuestro erotismo es un vértice en el qU,e_ confluyen el cuerpo y
el espíritu, la libertad y las'-füe~z~s represivas, la ~spontaneidad y la tradición, la
subjetividad y la objetividad, la cultura y la naturaleza, yo y el otro ...
De lo anterior se derivan al menos dos conclusiones. En primer lugar, que la
sexualidad humana es un fenómeno sumamente complejo, cuyos enfoques, mati-
ces y aristas exigen una reflexión seria y multidisciplinaria, abierta y desprejuiciada.
En segundo lugar, que dado el vasto entramado de interrelaciones inmiscuido en
el tema serfa iluso, por no decir estúpido, tratar de reducir sus manifestaciones a
sólo un tipo de conducta (la heterosexual). Por el contrario, en la esencia misma
del sexo está la riqueza de lo vital, la pluralidad de prácticas y proliferación de dife-
rencias. De ambos puntos da cuenta sobradamente este libro.
8 DISIDENCIA SEXUAL E IDENTIDADES SEXUALES Y GENERICAS

Producto del n Encuentro Nacional de Escritoras y Escritores sobre Disidencia


Sexual e Identidades Sexuales y Genéricas, que tuvo lugar en la Universidad Au-
tÓnoma de la Ciudad de México en octubre de 2005, la presente antologra ofrece
un amplio mosaico sobre la diversidad de un mundo cuya exuberancia ha tratado
de ser silenciada por las morales dominantes a lo largo del atropellado acontecer de
nuestra cultura. Ofrece algo más: el punto de vista de quien habla desde fuera del
poder hegemónico y entiende que el mero hecho de colocarse ahr es ya un prin-
cipio libertario.
Introducción Norma Mogrovejo Aquise
Héctor Sal inas Hernández
Francesca Gargallo

CONVOCARNOS DESDE LA DISIDENCIA es de por sf un acto provocador que pone


en riesgo, como dice Luiz Mott, "la armonía y la hegemonía de los dueños del
poder". En efecto, se disie!1t~.d.t';~SllO[den, .de las reglas impuestas desde la cien-
cia reconocida, y de 'j~s ~~rmas de la sexualidad reproductiva, 10 cual no es una
actitud vital fácil, sobre todo si los disidentes son escritores -aquellas personas
que deciden no dejar la divergencia"ágráfa~ y quieren realizar su aportación a la
refle~c:adél!!lc:.¡¡¡.Y.mi1itante_desde sus formas de analizar la realidád.
El 11 Encuentro Nacional de Escritoras y Escritores sobre Disidencia Sexual e
Identidades Sexuales y Genéricas, que tuvo lugar en la Universidad Autónoma
de la Ciudad de México del 27_al 29· de octubre de 2005, reunió a más de 40
escritores, quienes desde su disc::ntir, reflexion~ron sci1"re las tecnologfas y la
lógica binaria que nos han for-;;'~do-co-m6-'ríí-ujeres y hombres, como hetero-
sexuales y homosexuales. lesbianas, transexuales, bisexuales, como penetrados
y penetradores.
El Encuentro fue inaugurado por el presidente del Consejo Nacional para Pre-
venir la Discriminación (CONAPRED), Gilberto Rincón Gallardo, el presidente de la
Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (COHOF), maestro Emilio
Álvarez 1caza, y el director del Centro Nacional para la Prevención y el Control del
Sida (Censida), doctor Jorge Saavedra, quienes dieron cuenta a un público no mul-
titudinario pero sí interesado, de las acciones que realizan a favor de la disidencia
sexual. Fueron tres días dedicados a la crítica del sistema s~xo-género y a la decons-
trucción de las identidades asimiladoras y las acCiones de control desplegadas con-
tra todo ser viviente, asr como a la denuncia de la discriminación y a la expresión
del propio deseo.
El 11 Encuentro de Escritor@s demostró que las y los disidentes sexuales de
América Latina en general, y de México en particular, se viven como sujetos
10 DISIDENCIA SEXUAL E IDENTIDADES SEXUALES Y GÉNERICAS

polfticos que, con su representación corporal, transforman el universo simbóli-


co de la representación social. La mayoría de las y los feministas, transgéneros,
bisexuales, lesbianas y gays que participaron, más allá de la exposición de sus
denuncias de persecución y/o discriminación, se reconocieron como agentes
sociales.
Destacamos sobre todo la recuperación de la discusión en torno a las sexua-
lidades y sus diversas aristas como uno de los ejes de análisis de la teoría femi-
nista. EI(la) sujeto(a) sexuado(a) y las distintas identidades en construcción fueron
analizadas en siete mesas de trabajo:
1) Disidencia sexual, espacio público y políticas públicas.
11) Identidades sexo-políticas.
111) Identidad, autodeterminación y transgeneridades.
IV) Construcción psicosocial de la identidad y la subjetividad.
v) Identidades, salud, cuerpo y política.
VI) Identidad, sexualidad, género y resistencias desde la sociedad civil.
Vil) Identidad y tertulia literaria.

Ante la imposibilidad de presentar la totalidad de los dis-cursos registrados en


las mesas -algunas de las ponencias fueron eminentemente orales; otras estuvie-
ron diseñadas como exposiciones interactivas, cuya coherencia se pierde sin las
diapositivas de referencia; otro grupo exigía el diálogo directo, etcétera-, dividi-
mos el contenido de la siguiente antología, que suponemos representativo, en
cuatro partes que a continuación se reseñan.

Construyendo teorfas

-la ciudadanización apareció como un concepto encontrado entre dos posiciones:


como una necesidad ligada a la lucha por los derechos humanos, el reconocimien-
to del derecho a la diferencia y, en consecuencia, el reclamo de políticas públicas,
lo cual es apuntado por Héctor Salinas desde un recorrido por las demandas del
movimiento de la disidencia sexual.
Nombrar es existir, por lo tanto, investigar y escribir sobre disidencia sexual
desde teorías que provienen del feminismo y que critican las interpretaciones
biologicistas sobre la sexualidad, es enfrentar la invisibilid"d que la sociedad uti-
liza como mecanismo de exclusión de todas las personas no normativizadas por
{a heterosexualidad. No obstante, hacerlo en colectivo, desde el diálogo, agrega
~\esta actitud un carácter militante, ya que, como dice la filósofa argentina Diana
Maffia, "el reto estriba en conciliar el respeto por la diversidad de identidades
don la capacidad de mantener una acción colectiva". Entre la singularidad de
Inuestra existencia corporal, que aprehendemos sensiblemente, y la universalidad
polftica de nuestro lenguaje, racional y construida, los disidentes se afirman des-
de el espacio de la desviación, del situarse donde el poder hegemónico los ha
expulsado.
INTRODUCCiÓN 11

La homofobia en América Latina es analizada desde una perspectiva histórica


por L~Mptt, quien afirma que el1 esta región, car,acterizada por la extrema viru-
lencia del machismo y la homofobia, es donde se da el mayor número de crfmenes
homofóbicos del mundo, lo cual provoca la'inh,iJ;¡ición,deLproces,QcféLcoming out
y,' como consecuencia, el red~cido tam~ñ~'y la breve d!lración de la militancia.
Desde otro posicionamiento, Guillermo Núñez Noriega discute el papel de la ho-
mofobia y el sistema sexo-género en la construcción de una subjetividad gay en
tanto categoría universal conceptuada, como discurso,de la resistencia::-A-maliéra
de evidencia, plantea la existencia de otras experiencias homoeróticas sin el discur-
so de la resistencia. Estas identidades no resistentes, ¿no serán también parte del
sistema político de dominación de la homofobia y el sistema sexo-género?
Francesca Gargallo, desde su posición de escritora, reflexiona sobre la marca
genérica del acto de escribir desde el ser mujer y se pregunta: ¿se puede ser
mujer desde otro espacio que el asignado por el sistema de género? Para Garga-
110, el género es obvio aunque la mujer que escribe no sea madre ni esposa ni
femenina en el momento de la escritura. Una pregunta similar formula Norma
Mogrovejo: ¿es posible construir un cuerpó sin la marca del género? El cuerpo
lesbia no es también producto de la biopolítica. El régimen polftico heterosexual
administra los cuerpos para garantizar su continuidad, en tanto lo femenino
como construcción cultural hecha por los hombres para su servicio, es cuestio-
nado por las lesbianas. Así, un cuerpo lesbiana es aún un reto por construir.
Irma Saucedo plantea la desnaturalización de las identidades de género así
como transmutar a la construcción de sujetos nómades, reflexión a la que llega
desde un análisis del proceso de enfermedad de los cuerpos sexuados manejados
por el sistema de salud desde el siglo XVI11 como una nueva tecnologfa del poder.
Maider Zilbeti, en una revisión crftica al sistema sexo-género a través del cons-
tructivismo, replantea la teorfa feminista como análisis de la tecnologfa que con-
lleva la diferencia sexual. Propone llevar a cabo polfticas no desde los ideales
teóricos del ser mujer o del sistema sexo-género, sino desde tecnologfas de ac-
ciones corporales.

Transgeneridades
Según Fiorella Cava, la construcción trans (múltiples identidades, cuerpos y se-
xualidades disidentes) es perseguida,pQLeLEstado, quien hegef!l(mizaunmode-
lo de ser, mismo que mediante el fundam!:ntal~I!1_~~~!~éismo como herra-
mientas normativas ejerce la exch,¡sión. En esta línea, Rosfo Córdóva analiza los
mec~nismos de la violencia simbólica dirigida hacia lostrabajadores sexuales
travestidos y sitúa a la sexualidaa-en el centro deL9~~-ªte, Qis.~nguiendo género,
sexo, práctica sexual. y deseo. Afirma que el régimen de sex-~alidad posee un
sesgo masculinista y falocéntrico que privilegia el coito, al concebir los deseos
varoniles como cargados de urgencias que requieren satisfacción inmediata.
pese al estigma, los travestis no son entes pasivos, pues han desarrollado impor-
)tantes armas para oponerse a la violencia mediante distintos mecanismos de
¡resistencia.
12 DISIDENCIA SEXUAL E IDENTIDADES SEXUALES Y GÉNERICAS

Antonio Marquet afirma que el transexual desea corregir, ajustarse a lo correcto


que asume de la división genériCa. La transexualidad es una estrategia económica
para resolver discrepancias genéricas por vía administrativa, mediante operación,
hormonas, tratamiento psicológico y una modificación legal de la personalidad.
Los géneros masculino y femenino son como las dos riveras de un río que puede
cruzarse en una lancha. En cambio, el acto drag es escéptico sobre los opuestos
genéricos. El drag transforma el género en un terreno de provocación, es el río
mismo cuyo cauce puede desbordarse para inventar otros nuevos.
Natalia Anaya efectúa una revisión crítica de los modelos de Kinsey, Store,
Klein y Brandem sobre las preferencias sexuales, modelos que únicamente dan
cabida a dos géneros, dos sexos, yen los cuales ambos conceptos se identifican.
Anaya apunta que existen más de dos sexos y géneros, así como que sexo no es
igual a género. Las identidades trans y bi están cuestionando la necesidad misma
de la existencia de identidades conocidas. Myriam Brito, por su parte, reflexio-
na sobre cinco prejuicios que pesan sobre la bisexualidad.
Diana Neri analiza el cuerpo erótico como un cuerpo dialógico en las pro-
puestas de Bataille y Sade, la utilización y cosificación del otro para satisfacción
de nuestras parvedades, como son el uso y la posesión. Propone una fusión
erótica que rompa individualidades y se abra a la trasgresión posibilitando una
transformación en el modo de participarse con el otro, el erotismo como tras-
gresión que desenmascare la heteronormatividad, los juegos binarios del activo/
pasivo, penetrador-penetrado, opresor-oprimido.
Mario Alonso narra escenas de desolación, abatimiento, muerte, torturas y
discriminación de las trans en Monterrey, lugar que a pesar de sus avances con-
tinúa anclado mentalmente en el porfiriato, en el siglo XIX.
lrina Echeverría, quien actualmente libra una batalla con sus vecinos debido a
que la demandaron por haber construido rampas para el acceso de su silla de rue-
das, cuenta la historia de su viaje a Rumania, cuando tenía sólo siete años de edad,
para corregir una malformación en su pierna. Su padre, quien debía acompañarla
en la operación y rehabilitación, la exhortó: "Pórtate como hombrecito", mientras
él atendía reuniones políticas. La única forma de afrontar el abandono en un país
extraño y con una lengua extraña fue el llanto oculto. Una enfermera la consolaba
diciéndole que con aquella cara y aquellos ojos pareda una niña, su niña, e lrina se
sintió amada y albergó por primera vez la conciencia de querer ser mujer.

Resistencia desde la sociedad civil


La década de los años 70 fue particularmente violenta para Latinoamérica, pues
durante su transcurso estallaron diversos conflictos sociales y políticos en los
países de la región. La incipiente sociedad civil respondió a esta situación en
muchas ocasiones a través de la conformación de grupos guerrilleros que bus-
caron por medio de la violencia el derrocamiento de regímenes autoritarios y la
instauración de mejores condiciones de vida, más equitativas y justas. Por des-
gracia, en estas luchas sociales reivindicativas se dejaron fuera, porque demora-
INTRODUCCiÓN 13

ban la urgencia polftica, problemas sociales importantes como las condiciones


de inferioridad de las mujeres y, sobre todo, las sexualidades diferentes a la he-
terosexual, que tenran lugar dentro de las estructuras. En su trabajo, Rosario
Galo Moya se refiere espedficamente a esta situación dentro de un movimiento
político-social importante: el peronismo argentino. Pero sobre todo, a lo experi-
mentado desde su condición de homosexual (entonces no existfa el término "gay")
como parte de Montoneros, organización de la izquierda peronista.
Adrián Palma, por su parte, analiza otro movimiento guerrillero de otras lati-
tudes de la América Latina, del sureste de México, varios años después y con
una visión distinta de las identidades de disidencia sexual. Este autor plantea que
el zapatismo ha querido mirar a otras problemáticas sociales y ha tratado de com-
prenderlas, pues su vocero principal -el subcomandante Marcos- ha sido un
puente imprescindible de diálogo al introducir las demandas lésbico-gay tanto en
sus comunicados como en la literatura. De forma un tanto lúdica, Palma nos
presenta a dos personajes que ilustran muy bien cómo el zapatismo ha logrado
incluir en su discurso, prácticamente desde 1994 -el año de su irrupción-, la pro-
'blemática social de las personas con sexuañdades e identidades diferentes a la
'heterosexual: la Magdalena y el coronel Gisella. A diferencia de la experiencia de
Montoneros en la Argentina de los años 70, de acuerdo con Palma, el zapatismo
de la última década del siglo xx ha hermanado la discriminación que padecen los
indígenas con la de otros sectores sociales como los conformados por lesbianas,
gays, bisexuales, transgéneros y transexuales (lGBT), grupos que se encuentran
entre los más discriminados según la Primera Encuesta Nacional sobre Discrimina-
ción en México (Sedesol-CoNAPRED, 2005).
La diferencia temporal entre ambos movimientos (montoneros y zapatismo)
se explica entre otras razones a través de los planteamientos que realizan, en sus
respectivos trabajos, Silvia )iménez y Roberto González ViIlarreal. Según la pri-
mera, 105 medios de comunicación de masas tienen, sin duda, su propia agenda,
y su interés, desde luego, está centrado en mantener el status quo y en promover y
reforzar valores y actitudes que les permitan conservar el control económico
y, algo no menos importante, el control de las conciencias. Innuir en la agenda de
los medios es vital para los movimientos sociales de la actualidad. Por ello,
como señala )iménez, a diferencia de los movimientos rebeldes de los años 60 y
70, el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZlN), apenas lanzó unos cuan-
tos disparos. Su estrategia, más bien, ha consistido en alcanzar una presencia en
los medios de comunicación. Durante poco más de una década, los comunica-
dos del subcomandante Marcos han sido más efectivos que las granadas o los
cuernos de chivo. Esta innuencia en los medios de comunicación de masas forma
parte de un nuevo régimen de gubernamentalidad (entendido como el modo en
que se ejercen en concreto las relaciones de poder) que trasciende las etapas pri-
meras del movimiento de disidencia sexual consistentes en la generación de un
discurso contra la opresión y las estrategias para la emancipación, y es al mismo
tiempo consecuencia de éstas. De acuerdo con González VilIarreal, las pequeñas o
grandes batallas personales o comunitarias han producido transformaciones muy
14 DISIDENCIA SEXUAL E IDENTIDADES SEXUALES Y GÉNERICAS

profundas en la comprensión, atención y regulación de la homosexualidad en


las sociedades occidentales, contribuyendo a este nuevo régimen de guberna-
mentalidad.
I Se puede decir que entre las críticas a la represión, la denuncia de las injurias
y la lucha contra las discriminaciones, se ha ido tejiendo poco a poco, con avan-
'ces y retrocesos, de manera intermitente pero segura, un nuevo régimen de la
homosexualidad, un modo distinto y novedoso en que se ha problematizado,
atendido y regulado la homosexualidad, los homosexuales, las lesbianas y todos
aquellos y aquellas que escapan a las definiciones de la normalidad.
Continuando con esta línea de reflexiones, Jorge Sosa plantea un interesante
argumento que refuerza lo expresado por González Villarreal respecto de las
nuevas formas de relaciones de poder dentro del movimiento de disidencia
sexual. En este largo camino de preparación de estrategias, algunos sectores
antes marginales han tomado la voz para incluirla en el concierto de la prurali-
dad. Es el caso de la Iglesia de la Reconciliación, la cual de acuerdo con Sosa ha
concebido su labor desde su origen como una iglesia incluyente que nace de las
vivencias y necesidades de una comunidad homosexual creyente y participante
de una realidad social plural, que busca el mejoramiento de la calidad de vida en
la armoniosa convivencia de la diversidad.
Isabel Barranco profundiza en el análisis de los medios de comunicación y
presenta un interesante trabajo sobre algunas publicaciones lésbicas, mediante
las cuales las lesbianas feministas organizadas abren la posibilidad de resistencia
contra un discurso heteronormativo y sexista. Al mismo tiempo, el discurso
emitido en sus publicaciones puede servir para el rediseño y la deconstrucción
de nuevas identidades, así como para el reconocimiento de otras subjetividades,
para abrir un nuevo pensamiento crítico en general, pero sobre todo, para con-
textualizar y actualizar los debates y reflexiones de la crftica feminista dentro de
las ciencias sociales.
Barranco concluye que, para que la relación homoerótica entre mujeres sea
reconocida como una identidad social femenina diferente, las lesbianas feminis-
tas organizadas, en especial las editoras de las revistas citadas, han tenido que
utilizar los postulados de las teorfas de la diferencia y la igualdad sexual -ema-
nadas del pensamiento feminista-, con el fin de que su discurso, y básicamente
los enunciados que se refieren a sus derechos sexuales, sean reconocidos por la
sociedad mediante sus publicaciones.

Cuerpo y discursos de género


La discriminación hacia la construcción de un cuerpo y una identidad distintos
a los socialmente establecidos genera procesos de discriminación presentes en
todas las actividades y grupos humanos. Como señala Omar Lee, "el fenómeno
de la discriminación tiene diversas dimensiones que convergen, múltiples pun-
tos sociales donde se ejerce el poder discriminatorio, como por ejemplo: el en-
tramado cultural. el político y las directrices institucionales y jurfdicas de un
INTRODUCCiÓN 15

régimen determinado", es decir, toda práctica o discurso discriminatorio ten-


drfa su fundamento y su validez en una cultura que promueve este tipo de
prácticas o de discursos, y es precisamente esto lo que dificulta a cualquier gru-
po socialmente vulnerable poderse reivindicar y deshacerse del yugo de la dis-
criminación.
Cuando estos discursos se interiorizan y los sujetos discriminados se asumen
a sf mismos como carentes de todo ejercicio de reivindicación, se limitan aún
más las posibilidades de empoderamiento y de generación de discursos contra-
culturales enfrentados al poder dominante de la cultura polrtica. Asf, la lucha
social cesa y los sujetos simplemente se alinean a ésta. Frente a esta realidad,
Lee propone aventura~nos para plantear nuevos esquemas paradigmáticos que
permitan construir realidades distintas, creativas y empoderantes para las iden-
tidades disidentes.
Luis Manuel Arellano retoma lo expuesto en anteriores trabajos de su autorfa,
haciendo referencia a la discriminación que el propio colectivo de la disidencia
sexual ha venido practicando contra los gays que viven con vlH-sida, al imponer
una nueva forma de exclusión, ahora por motivos de salud (enfermos y sanos),
que se suma a las distinciones ya existentes por motivos de raza, peso, talla, rol
sexual, edad o condición económica.
En una crftica al modelo imperante de la identidad gay, Arellano establece
que si los homosexuales se han convertido en gays es por la repetición de un
modelo de vida preestablecido y actualmente condicionado por el mercado y
vinculado al entorno erótico, falocrático, de cuerpos bellos y esbeltos que casi
nadie posee, asf como por la falsa percepción de que los gays tienen un alto
poder adquisitivo.
No obstante estos matices, Arellano reconoce que en los últimos años se han
articulado redes de homosexuales con vlH-sida para integrar nuevas comunida-
des donde la sexualidad ya no es el factor central, lo cual tampoco presupone
que se renuncie a su ejercicio. En estos ámbitos de encuentro e identificación se
está produciendo un paulatino efecto performativo debido a que no pocos
miembros de esas comunidades, muchas de ellas virtuales, están reinterpretan-
do sus vidas como si siempre hubiesen vivido con vIH-sida.
Más adelante, el autor sentencia: "Mientras los hombres gays sigan resistién-
dose a modificar o ajustar las pautas de comportamiento que han dejado que
los caractericen, aceptando además que pueden enfermar y envejecer, la som-
bra del vlH-sida seguirá traduciéndose en nuevas infecciones con la consecuente
pérdida de la calidad y el sentido de la vida".
Ricardo Iglesias, por su parte, delibera respecto a un interesante tema al abor-
dar uno de los discursos que forma parte de las tecnologías de género. Se trata
de la ideologfa romántica producida a través de los cuentos de hadas, las pelfcu-
las, la música popular, las telenovelas y las enseñanzas familiares.
Aunque centrado en la realidad mediática de hoy, Iglesias recuerda que ya
desde los tiempos del rey sol, por real decreto, todos los cuentos tenfan que sel
morales, es decir, debían contener un epflogo moralizante, como cuadraba er
16 DISIDENCIA SEXUAL E IDENTIDADES SEXUALES Y GÉNERICAS

tal tipo de lecturas; en ellos el mal era castigado sin piedad, por más que antes
no se eximiera a los protagonistas de pasar un auténtico vía crucis de vejaciones y
sufrimientos, que el final feliz compensaba con creces.
En el siglo XIX, continúa su recuento el autor, con la aparición de la figura del
niño en Rousseau, los cuentos se infantilizan, se produce la fijación de roles
contrapuestos femenino/masculino y se enmarcan dentro de una literatura de va-
lores (sistema burgués y religioso) con una clara orientación utilitarista donde los
esquemas tradicionales se premian: la familia, la sumisión de la mujer al hom-
bre, y donde los elementos eróticos y antiautoritarios se eliminan.
Por fort~na, posteriormente ciertas escritoras se proponen desvelar el conte-
nido sexis~ y patriarcal de los cuentos de hadas adivinando sus trampas, invir-
tiendo los papeles y yendo más allá del final feliz. El enfoque idealista da paso a
la revisión irónica, cruenta o humorística, a través de la cual se reflejan las ne-
fastas consecuencias que el arquetipo convencional ha acarreado a la mujer y,
de manera más ocasional, al hombre.
Precisamente el trabajo de Eloy Rivas es sobre el hombre y las formas de
ejercer la masculinidad en un municipio de Sonora, México, yen él reflexiona
acerca de las maneras de ser varón y su relación con la temeridad, asf como con
las conductas opresivas y violentas a las que ésta predispone. De acuerdo con el
autor, esta relación tiene, en nuestro pafs, una tradición que precede a los estu-
dios de las masculinidades que emergieron durante los años 90 como producto
del movimiento feminista y los estudios de género.
Para dar fin a esta introducción, reiteramos nuestro agradecimiento a la Uni-
versidad Autónoma de la Ciudad de México y al Consejo Nacional para Prevenir
la Discriminación, que hicieron posible la realización del Encuentro y la publi-
cación de este libro.
políticas públicas
de disidencia sexual:
apuntes para una agenda
Héctor Miguel Salinas Hernández

Presentación
EL PRESENTE TRABAJO PRETENDE REflEXIONAR sobre la manera en que se diseñan las
polfticas públicas en México, específicamente las relacionadas con la disidencia
sexual, asf como sobre la forma en que la sociedad civil, concretamente las organi-
zaciones del movimiento de disidencia sexual (MDS), participan en estos procesos
de gobierno. El propósito fundamental consiste en analizar los planteamientos de
la sociedad civil, por un lado, y las decisiones gubernamentales, por otro, con el
objeto de determinar en términos generales la macrovisión de las polfticas públicas
relacionadas con la disidencia sexual en México. También se apuntan algunos ele-
mentos de análisis válidos para el futuro, a manera de una propuesta de agenda
posible.

las polfticas públicas


Luis Aguilar señala, en su ya clásica Antología de políticas públicas, que éstas son
"decisiones de gobierno que incorporan la opinión, la participación, la correspon-
sabilidad y el dinero de los privados, en su calidad de ciudadanos electores y con-
tribuyen tes".l .- .
De acuerdo con esta idea, al referirnos a las políticas públicas estamos hablando
de una forma de hacer gobierno relacionada con un espacio que es público, demo-
crático, plural y político en su acepción más amplia.
A las polfticas públicas, su carácter de público les viene de tres fuentes: atienden
lo que los privados proyectan de manera unánime o mayoritaria como asuntos de

1 Luis Aguilar, Ant%gra d. po/(tica5 pública5, México, Porrúa. 1996, p. 36.


22 CONSTRUYENDO TEORíAS

interés; son abiertas transparentes y de libre acceso; -y-se-alimentan de recursos


públicos provenientes de recaudaciones fiscales con los cuales las políticas se ha-
cen posibles. 2
Para existir, este espacio público requiere además de la democracia, pues si bien
ésta no es per se una garantía contra el error yla'ineflcíeñcii:sTcünfí-"¡buye desalen-
tando eTatropello alas libe~tades individuales de los ciudadanos~-ia laxitUCfñnan-
ciera en los' proyectos y las 'frivolidades legales, entre otras cuestiones negativas en
las que pudieran incurrir los gobernantes, debido al costo político que ellas les
suponen. 3
" La democracia, a su vez, implica el reconocimiento de que existen diversas for-
mas de entender los asuntos de interés colectivo, algunas incluso opuestas entre
sí, es decir, admite que existe la pluralidad, la cual, por su lado, exige dos requisi-
tos complementarios: gobernar por políticas~ y gobernar con sentido público. 5
Lo político de las polfticas públicas les viene de reconocer que lo público tras-
ciende el ámbito meramente gubernamental, incorporando el ámbito de la socie-
dad civil, pues son una herramienta para incorporar a los ciudadanos en las deci-
siones de gobierno; esta forma de gobernar,6 que supera la tradicional manera
basada en el estilo personal, en los planes centralizados7 y en la generación de
programas totalizadores, 8 requiere de la intervención de los ciudadanos 9 en una
esfera pública donde intercambian acción colectiva en libertad, en una esfera
pública que, al trascender lo gubernamental, adquiere su dimensión auténtica-,
mente política. Por decirlo de otro modo, gobernar por polfticas públicas es go-
bernar con el gobernado. Asf, "el gobierno por polfticas públicas denota la inter-
vención de la administración pública en los diversos campos de la vida civil y
política y refleja que sin conexión con lo público, no es posible entenderla como
el gobierno de la comunidad que, en la acepción de la democracia, es el gobierno
del interés público, lo cual significa que es el gobierno de los ciudadanos".lo

/¡1~
, Véase Ibid" pp. 33-35.
, Véase Ibid" p. 23.
, Actitud favorable de un gobierno respecto a asuntos y temas concretos, que capta la singularidad de
los problemas y diseña opciones de acción ajustadas, peculiares. Véase Luis AguiJar, op. cit., p. 32.
, Por su carácter público, el an~lisis de polfticas abre todo un abanico de estrategias de acción corres-
pon sable entre gobierno y sociedad. Véase Luis AguiJar, op. cit., p. 30.
.. Gobernar alude al modo en que se dirigen y coordinan los esfuerzos de la vida en común para dar
cumplimiento a las metas que favorecen la satisfacción de las expectativas sociales. La oferta de go-
bierno es inevitable para destacar las tareas de la administración pública, dado que es el medio que
permite tomar decisiones y movilizar recursos que tendr~n impacto colectivo. Véase Ricardo Uvalle,
1,1 La responsabilidad pública e institucional de la administración pública, México, IAPEM, 2003, p. 117.
7 En el ámbito de las pollticas públicas no existen soluciones de largo plazo, ni buenas ni malas.

• Las pollticas públicas son respuestas continuas a problemas nuevos y viejos, por eso los problemas se
definen y redefinen, y las pollticas se plantean y se replantean.
, Quienes ejercen este tItulo mucho más all~ de la simple elección de gobernantes: proponiendo y de-
batiendo problemas colectivos, analizando sus posibles soluciones y gestionando recursos colectivos
para implementar la solución óptima, muchas veces en oposición a otros grupos antagónicos que
luchan por los mismos recursos.
10 Norberto Bobbio, Liberalismo y democracia, 1985, apud Ricardo Uvalle, op. cit., p. 119.
POLiTICAS PUBLICAS DE DISIDENCIA SEXUAL 23

Las políticas públicas son diversas por naturaleza porque obedecen a proble-
mas de una sociedad plural que reconoce las diferencias, las incluye e incluso las
fomenta. Pero también son diversas porque los asuntos considerados de natura-
leza públka._y que pueden ser objeto de atención gubernamental-no son estáti-
cos, permanentes o generales, sino, por el contrario, dinámicos, momentáneos y
particulares.
Eri--conclusión, "una política pública es un proceso de toma de decisiones en el
que ~onfluy~l:' diversos actores, gubernamentales y/o civiles para, desde distintas
disciplinas, identificar problemas, proponer, analizar y ejecutar posibles soluciones
y evaluar los resultados de ellas, con base en el impacto generado en el público al
que están destinadas".11
La innovación gubernamental y la participación social son formas de responder
a la falta de recursos que caracteriza a las administraciones públicas actuales, donde
ni la abundancia ni la unanimidad están al alcance de la mano. Desde esta óptica,
un gobierno eficaz no lo hace todo, coordina los esfuerzos públicos y privados.

Disidencia sexual, actores y demandas.


Breve recorrido histórico
La historia de la relación entre los actores de la diversidad sexual en México, las
instituciones gubernamentales y sociales y sus respectivas agendas, tiene lugar
durante varias etapas. A continuación realizo una somera presentación al respecto,
mostrando la historia de dos de los movimientos que conforman lo que analítica-
mente podemos llamar moviriiien(Óde-disidencia sexua/;12 los movimientos gay y
lésbicos.
En cuanto al primero, podemos señalar que para fines de estudio su historia es
divisible en etapas cronológicamente establecidas desde 105 años 70 hasta nues-
tros días, a través de sus demandas, las cuales es posible calificar como de tipo
simbólico o de tipo material.
Así, la primera etapa abarca de 1971 a 1982.y cubre los periodos de organización
de los primeros grupos (semiclandestinidad) y de-consolidación déTósactorés .de la
diversidad séxual a través de sus primeros actos de caráCter público. En esta fase se
generan los primeros contactos entre lo,s actores sociales .i'J~~gend~.s..d~der, las
primeras demandas, que son-ce tipo simbólko y están r~lacipnadascon -la inclu-
sión, la igualdad, etcétera, y las primeras respuestas gubernamentales encaminadas
a asegurar la no-violación de derechos fundamentales garantizados por ley.
La segunda etapa está caracterizada por la irrupción d.~. sida en el panor~
nacional y va de 1983 a 1996. En '--"
ella se transforman las demandas
---_. de los actores ..._-~.

11 Héctor Miguel Salinas, "Polrticas de salud pública en MéxiCo: el caso del sida, 1985-2000", en Revista
de/Instituto de Administración Pública del Estado de México, núm. 47, sept.-dic. 2000, p_ 67.
12 Se utiliza el concepto de disidencia sexual por el carácter reivindicativo y político que conlleva; asimis-
mo, es importante aclarar que lo que anallticamente podemos observar como un movimiento, en
realidad se conforma por varios movimientos, organizaciones y actores social,,:; no siempre coinciden-
tes en términos de análisis, identidades, demandas, proyectos, etcétera.
24 CONSTRUYENDO TEORíAS

de la diversidad sexual en demandas de tipo material, con<:r~ta$.--'0Tl1o son los


recursos para atención médica, la investigación de la pandemia y las. campañas
preventivas; también cambian las relaciones entre las organizaciones del movi-
miento y las de éstas con las instituciones públicas y sus agendas;l.asJeacciones
gubernamentales en forma de polrticas públicas se enfocan básicamente a respon-
der parcialmentell a la problemática planteada por la pandemia.
La tercera etapa registra un nuevo cambio en la relación entre los actores so-
ciales de la comunidad gay y las agendas; va de 1996 a la fecha y se caracteriza por
una mayor dolabor~ción y avance entre los involucrados, con demandas' combi-
nadas, tanto de tipo simbólico como de tipo material. .
En cuanto al movimiento lésbico en México, de acuerdo con Norma Mogro-
vejo, éste ha atravesado tres etapas: la de ia igualdad o el momento de la univer-
salidad; la de la diferencia y el rechazo al orden simbóliCo l11ascliiino; y la de las
identidades móviles. Más que etapas necesariamente cronológicas, Mogrovejo
las caracteriza como de significado ideológico y, por tanto, teóricas y polrticas.
Siguiendo este modelo de análisis podemos decir que la primera etapa, que
coincide con la presentada por el movimiento gay, está caracteri~a~a__ por la adhe-
sión del dicho movimiento a otros de tipo social, y se plantea la inclusión y la
igualdad en términos jurfdicos y filosóficos.

La igualdad fue concebida por lesbianas y homosexuales como un ideal ético. Inspiradas
en la reflexión feminista de la igualdad [ ... las lesbianas] buscaron ganarse un lugar en la
historia, integrándose a la lógica y los valores de la racionalidad dominante 'nación-Esta-
do'. El Estado les había negado la calidad de ciudadanas y debían reclamarle a él su calidad
de personas con iguales derechos [ ... ] Amorós [ ... ] plantea que la moralidad de la ley
radica en que debe ser válida para todos 105 sujetos racionales. l'

La segunda etapa, en la que se cuestiona el falocentrismo y el machismo de la


sociedad dominante:

Cuestiona la categoría de género porque es insuficiente para explicar la problemática lésbica,


homosexual o de otros grupos disidentes a la heterosexualidad obligatoria porque sigue con-
siderando a la figura mascüliiúi y la heterosexualidad como un modelo de adecuación social.
En tal sentido, plantean que la ejecución de polfticas públicas no debe incluirnos únicamente
dentro de la tan popular perspectiva de género ya que nuestra problemática tiene un origen y
una dinámica diversa. La perspectiva de la disidencia sexual serfa la más adecuada para enten-
der la problemática."

" Desde las primeras respuestas gubernamentales respecto al vlH-sida se han mostrado serias deficien-
cias en rasgos de polfticas fundamentales para atender la problemática planteada por la enfermedad.
Entre otras podemos mencionar la falta de definiciones especfficas en el ámbito de la transmisión por
vía sexual, que es la de mayor incidencia y riesgo, y la falta de campañas concretas en hombres que
tienen sexo con otros hombres (HSH).
,. Norma Mogrovejo, Movimiento lésbico mexicano y sus demandas, M~xico, nimeo, 2005, p. 1. Véa-
se también Celia Amorós, Feminismo, igualdad y diferencia, México, UNAM, colección "Libros del
PUEG", 1994.
" Norma Mogrovejo, ibid, p. 8.
POLíTICAS PÚBLICAS DE DISIDENCIA SEXUAL 25

La tercera etapa, es decir, la de las identidades móviles, pugna por que el género
no sea interpretado como:

Una identidad estable o. un h,agar dende se asiente la capacidad de acción sine, más bien,
ce me una identiciad débilmente .censtituida en el tiempo., instituida en un espacie exterier
mediante una repetición estilizada de actes," [le que hace necesario.] romper la dictadura
binaria que ha separado. el mundo. en una disquisición entre le bueno. y le malo. y una impe-
sición entre una identidad masculina e femenina, [le cual] implicarfa recenecer el derecho. de
les intersexuales asf come de les no. hembres y no. mujeres; en tal sentido., las identidades
sexuales y genéricas dejarían de ser cárceles que aprisienan un deber ser, cuyes censtreñi-
mientes han llevado. a la muerte a miles de disidentes sexuales."

Una de las preocupaciones actuales en el seno de ambos movimientos está rela-


cionada con el grado de diferenciación o asimilációñque la diversidad sexual debe
plantearse respecto a los modos de vida heterosexual. Un ejemplo de ello 'es ladis-
cusión sobte las normas que reconocen el matrimonio entre personas del mismo
sexo y el debate acerca de si esta normatividad es un reconocimiento de derechos
o, por el contrario, una forma de asimilación a....un modelo tradicional de relación
y de familia heterosexista y controlador, cuestionado incluso por la propia forma de
vida heterosexual. La discusión se centra en si se debe avanzar en acceder a este tipo
de derechos o si se debe caminar hacia la búsqueda y generación de nuevas for-
mas de ciudadanra diversa.
Tomando en cuenta las condiciones de desarrollo cultural y social de México,
considero que las acciones en este sentido deben darse en términos incrementales,
es decir, avanzar primero ell .Ia obtención de ciertos derecho~ para luego útij¡~arlos
o no de acuerdo con condiciones particulares de cada individuo. Esto permitiría,
en ciertos casos de desamparo extremo frente a acciones atentatorias de carácter
estatal, gubernamental e incluso de ciertos actores y grupos sociales, tener los
medios de defensa que hasta ahora no existen y que en muchas ocasiones hace
que los afectados queden en una situación de indefensión absoluta, pues como
sabemos, detrás del principio jurfdico de la igualdad de derechos se esconde una
terrible realidad de discriminación y falta de acceso.
Por eso los actores de la diversidad sexual deben luchar por colocar sus asun-
tos en la palestra pública, para que se incorporen al cúmulo de cuestiones que
merecen ser discutidas de manera polftica, pública y, por ende, democrática.

Hacia una agenda de la disidencia sexual


El gran aporte de la sociedad civil a la discusión y re'solución de problemas de ca-
rácter público es la ge~r~cJ~~_~.~-'y'a19J__spciilLy. ~ªpitaLhumano.-La sociedad civil
aporta a las políticas en virtud de su cercanía con los destinatarios de las mismas,
de tal manera que puede procesar las demandas, por un lado, y pptencializar los
resultados de las respuestas, por el otro.

,. Véase Judith Butler, El género en disputa, México, Paidós, 2001.


17 Norma Mogrovejo, op. cit., p. 11.
26 CONSTRUYENDO TEORiAS

Las políticas diseñadas para atender las demandas de los integrantes del MDS
deben reconocer dos principios a simple vista contradictorios, pero que se com-
plementan a la perfección cuando hablamos de sociedad civil y su relación con las
polfticas públicas: por una parte, el derecho a la igualdad, basado en el principio
de igualdad jurídica establecido en la Constituci6n Política de los Estados Unidos
Mexicanos, que se complementa con los derechos de organización, de manifesta-
ción de las ideas, de libertad de prensa, de tránsito, etcétera; por la otra, el dere-
cho a la diferencia, principio polftico de la posmodernidad que considera a cada
individuo particular y libre para ser de la forma que desee, en una diversidad
práctica y concreta.
Las polfticas cambian y se replantean porque los asuntos se redefinen y replan-
tean debido a que la sociedadysus grupos organizados y sus demªndas, aRrecia-
cio!'les e intereses, ~árfan co~st¡ntemente. Así, las polfticas públicas referentes a la
atención de las demandas de los grupos de la disidencia sexual deb.en~ avátlzar en
busca ce una respuesta gubernamental y social que incluya las demandas d.e los
grupos y al mismo tiempo las contemple como exigencias de un sector. especffico,
con características particulares. Se requiere del justo equilibrio que otorgue a las
demandas la importancia suficiente para colocarlas en la agenda pública, asf como
la especificidad para darles respuestas concretas y diferenciadas.
Lo anterior supone de antemano el reconocimiento de dichas demandas y su
derecho a ser planteadas. Las generalidades con las cuales frecuentemente se pre-
tende responder a las demandas del sector de la disidencia sexual parten del hecho
de no reconocer en estos grupos la ciudadanfa necesaria y suficiente para tener
acceso a los espacios públicos y plantear sus asuntos. Un ejemplo al respecto es la
manera en la que se ha dado respuesta a la problemática de salud pública que
plantea el vlH-sida para el sector de jóvenes hombres que tienen sexo con otros
hombres. Hasta ahora, los distintos rasgos de política se han enfrentado en su
mayorfa, salvo tfmidas excepciones, a públicos generales, con mensajes ambiguos
y sin hablar de especificidades propias de ese sector de la población.
Algunas ideas que ilustran el sentido y la necesidad de una agenda de asuntos
de la disidencia sexual son las siguientes:
Elevar a rango constitucional la penalización de la discriminación por horno,
lesbo, trans y bi fobia y modificar, en consecuencia, la legislación secundaria
correspondiente para sancionar económicamente a los medios de comunica-
ción hablados, escritos y electrónicos que presenten imágenes de la disidencia
sexual basadas en prejuicios morales, religiosos o familiares; asimismo, generar
campañas abiertas contra estas manifestaciones de discriminación, que inclu-
yan el ámbito de los medios de comunicación y el escolar a todos los niveles,
con la participación directa de los actores sociales de la disidencia sexual, para
evitar, entre otras cosas, que la identidad gay, lésbica, transgenérica o bisexual,
sea un obstáculo o impedimento para estudiar o acceder a puestos de trabajo.
Difundir ampliamente el actual artículo 206 del C6digo Penal del Distrito Fede-
ral (antes 281 bis), que penaliza la discriminación por orientación sexual, así
como su réplica en los restantes estados de la federación.
POLíTICAS PÚBLICAS DE DISIDENCIA SEXUAL

Crear de agencias especializadas en delitos por discriminación a la disidencia


sexual que den curso y seguimiento judicial a los actos que demuestren sexis-
mo o discriminación cometidos por autoridades políticas O administrativas en
los ámbitos federal, estatal o municipal, asf como por cualquier ciudadana o
ciudadano.
Atender integralmente a personas de la disidencia sexual a través de programas
que las contemplen como población objetivo, con especial atención a personas
maduras o de la tercera edad, discapacitadas, indfgenas y jóvenes.
Generar programas educativos que integren en sus planes y textos la perspecti-
va de la disidencia sexual y que no estén dirigidos únicamente al modelo de
familia heterosexual y monogámico, programas en los cuales la educación sea
cient!~ca,laica.eh~c1uyente y haga explfcita la disidencia sexual';¡-sus apor"tes al
conocimiento, y desde donde se generen estudios académicos y reflexiones pú-
blicas sobre la existencia sexualmente disidente.
Instrumentar y promover de centros de apoyo a la comunidad perteneciente a
la disidencia sexual que ofrezcan servicios ~~gales, psicológicos, de salud inte-
gral, apoyo cultural, deportivo y espacios de recreación y encuentro.
Incluir de la perspectiva de la disidencia sexual en los registros y formatos ofi-
ciales, así como en las encuestas, estudios y estadfsticas para el conocimiento de
nuestra realidad.
Elaborar estrategias de salud dirigidas a mujeres que no estén únicamente
circunscritas a la salud reproductiva o dirigidas sólo a la población hetero-
sexual; sensibilizar al personal de salud, especialmente en la atención gineco-
lógica, sobre la especificidad y necesidades de la población lésbica. En cuanto
a estrategias de salud dirigidas a hombres, que éstas vayan rná~ allá de la pTe-
vención de vlH-sida y otras infecciones de transmisión sexuoir (iTS); y avancen
en otras maneras de preservar la salud, incluyendo la medicina preventiva,
con especificidad a las caracterfsticas de' ia vida gayo
Propiciar el acceso a la reproducción á~istid~sin discriminacióripb~~:sl~do civil
o preferencia sexual.
Dar acceso al cambio de identigalsexo-genérica.
. :\ ·';.~Ao

Reconocer los derechos producto 'de la conviven da ytodós aquenos oto~ga~


dos por la ley a las familias heferosexualesmonógamas, comopatrii potestad
de los hijos compartidos, segur~ so~ial,at~nci6n rnédica,' dere~hó a:'io5s~g~~
ros de retiro, jubilación, pensión o h~fen2iádel,~o:mpafi!;r.q fallecido, licel")Cta~
por duelo o familiar enfermo, créditos hipoteca'rios, 'qe~~chos migratórios;
entre muchos otros. ,·c' .,~O!¡:>~'::':\;~:¿:'?li. !·'·:.r:
Erradicar las prácticas discri~inatorias en e~,~:I11RJ.~9.}~p,?r~t~,q~~tazo~es.,f,edif
sidencia sexual, expresadas en despidos y hostig'afílient,? .»:;~'::,\:, i.-: ~,"
Ampliar la definición de familia,para que quedeli incluidas las'reladones eró~
tico-afectivas distintas de las relacio.nes heterose~uales monógamas: ,
Legalizar las adopciones hechas pór¡'~blación de la disidencia sexua·j~ir';:::f".,
28 CONSTRUYENDO TEORiAS

Excluir las prácticas legales de la pérdida de patria potestad o custodia de los


hijos debido a la orientación sexual.
Otorgar asilo político por disidencia sexual.
Modificar los reglamentos que impiden que personas presas pertenecientes al
sector de la disidencia sexual cuenten con un espacio digno para visitas con-
yugales.

Conclusiones
Cada vez en mayor medida, los países se dan formas de convivencia social que
avanzan en el reconocimiento y la inclusión de las diferencias en el ámbito de la
vida pública. Por desgracia, al mismo tiempo, las organizaciones conservadoras y
retardatarias se fortalecen y defienden un poder que no están dispuestas a dejar
fácilmente. En México necesitamos avanzar hacia la conformación de una agenda
de asuntos relacionados con la disidencia sexual, una agenda tan importante como
urgente. Por eso es preciso generar un conjunto de ideas que recoja las reflexiones
de actores sociales y grupos civiles relacionados con la disidencia sexual y que
proponga de manera meditada, escrita y ordenada rasgos de políticas relacionados
con el tema, de forma que puedan convertirse en insumos para los tomadores de
decisiones.
Incluir en la discusión pública los asuntos relativos a la disidencia sexual es con-
tribuir al fortalecimiento de la gobernance, es decir, al rescate de 10 público de la
administración pública, como consecuencia directa de la lucha por democratizar el
régimen y como resultado del despertar de la ciudadanfa y de la sociedad civil. En
la gobernance moderna, instituciones estatales y no estatales, actores políticos y
privados participan y hasta cooperan en la formulación e instrumentación de po-
líticas públicas.
Por eso es importante expresar, discutir y ordenar nuestras ideas en el ámbito
de lo público y dejar claro que nuestra voz cuenta porque es la voz de ciudadanos
con derechos y obligaciones frente al Estado. En términos de .PJV!!!-l]1~!)~pode­
mos decir que el ejercicio de la "ciudadanía de la intim,idad" constituye un"aporte
del movimiento de la disidencia sexual' al d~sa¡'r~iio democrático del p~f~. ,~
.. -------- . --" -,-._--_.- .-- "'. --A

Bibliograffa
AGUILAR, L., Antología de políticas públicas, México, Porrúa, 1996.
AMORÓS, c., Feminismo, igualdad y diferencia, México, UNA M, colección "Libros
del PUEG", 1994.
BUTLER, J., El género en disputa, México, Paidós, 2001.

" Véase Ken Plummer, "The Square of Intimate Citizenship: Some Preliminary Proposals", en Brian
Turner, Citizenship 5tudies, Reino Unido, Taylor & Francis, vol. S, núm. 3, 1992, pp. 237-253.
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del sida a la agenda de gobierno", en Revista del Instituto de Administraci6n
Pública del Estado de México, México, núm. 52, mayo-agosto, 2002, pp.
195-216.
Disidencia sexual y políticas públicas en México, México, en prensa.
UVALLE, R., La responsabilidad pública e institucional de la administraci6n pública,
México, IAPEM, 2003.
Lo que
no tiene
nombre
Diana Maffia

EN El PRESENTE ESCRITO ME PROPONGO reflexionar sobre la dificultad del intento de


conciliar el respeto por la diversidad de identidades (sexuales y otras) y a la vez
mantener la capacidad de acción colectiva. El propio movimiento feminista trató
de hacer valer una definición de lo femenino que fuera universalizable y permitie-
ra a las dirigentes hablar en nombre de todas las mujeres, pero fueron las propias
mujeres quienes renegaron de ser dichas por otras en su experiencia diversa. En
particular, las mujeres negras pobres no se sentfan reflejadas en las definicione;de
lo ft;;rñe~i~~eféctuadas por las mujeres blancas ilUstradas.
El problema no se circunscribe simplemente a la arrogancia de un grupo al
pretender representar a todos. El problema e~ que como seres humanos vivimos
atrapados entre la singularidad de la exfstéTíciil- y_la-universalidad deLlenguaje.
Cualquiera que-sea el modo en que el lenguaje nos refiera, siempre lo hará bajo la
forma de condiciones universales que pueden ser o no cumplidas por nosotros,
pero que nunca agotarán la descripción 10 suficiente como para alcanzarnos: so-
mos varones o mujeres o travestis o transgéneros o blancos o negros o indígenas o
pobres o ricos o prostitutas o monjas o chamanes o científicos o jóvenes o viejos
o bellos, pero siempre algo más que no está dicho. La única excepción es nuestro
nombre propio o los demostrativos, que parecen abarcamos pero que solamente
apuntan hacia nosotros sin decir nada acerca de quiénes somos. O nos presenta-
mos desnudos bajo un nombre o por medio de innumerables ropajes de palabras,
pero nunca llegamos a tocarnos a nosotros mismos bajo ellas.
Este tema puede parecer muy abstracto, pero está relacionado con el hecho de
que cada grupo, al constituirse, genera una identidad y una alteridad y, como cri-
terio de\í~marC"á~i6ri-ent¡'e -el" nosofros y el elfos,generciúna regla. -Nó -cumplir -con
-" -
la regla de la identidad significa ser expulsado al espacio de lo otro, de la desviación.
Fuera del orden del sujeto sólo está lo abyecto, 10 que yace en el exterior. Muchas
32 CONSTRUYENDO TEORíAS

veces, en nuestras luchas por la identidad de género, procedemos mediante reglas


que ponen límites y expulsan.
Durante siglos, la definición de sujeto relevante fue un reso~~~"de poder de
quienes desde la teología, la ciencia o el derecho pusieron las reglas que recortaban
el estrecho círculo de la ciudadanía, un círculo que establecían alreCiedo-rae sí
mismos, dejando fuera a todas las mujeres pero también a muchas masculinidadés
subalternadas, un círculo androcéntrico.
Reforzándose mutuamente, los criterios de pertenencia ponían las condiciones
normativas del sujeto moral (teología), el sujeto epistéinico" (cíencia) y el sujeto de
ciudadanía (derecho). Ningüilo de"los expulsados por esta normativa participaba
en la definición de las reglas. Al resultado lo llamaron "objetividad" y se negaron a
admitir que los aspectos subjetivos contaminaran la universalidad de sus prescrip-
ciones. La democracia liberal pudo así mantener a la vez la retórica universal de los
derechos ciudadanos y la expulsión de la mayoría en el ejercicio de los derechos.
A dif~rencia de la objetividad, lo subjetivo en la modernidad entra en el orden
de 16 peligroso, lo que debe dominarse por idiosincrásico y pasional. La sexualidad
hegemónica cumpliría los principios lógicos de identidad (un varón es un varón;
una mujer es una mujer), no contradicción (un varón es no mujer; una mujer es
no varón), y tercero excluido (se es varón o mujer, no hay tercera posibilidad).
Estos principios, señalados por Aristóteles hace 2500 años, eran a la vez principios
lógicos (del orden del pensamiento) y'ontológicos (del orden de la realidad). Es
decir, no eran una manera de interpretar rígidamente el mundo, sino la expresión
de la estructura básica de lo real. Y así, el sujeto que había producido esta manera
androcéntrica de interpretar el mundo, podía desaparecer sin dejar rastro.
A pesar de que la modernidad declama romper con el dogma aristotélico para
fundar un nuevo orden basado en la naturaleza, en la razón y la experiencia, y
para ello inventa el método experimental en las ciencias, el resultado de sus con-
jeturas consiste en otorgar privilegIos al mismo sujeto que en la Antigüedad había
concentrado el monopolio de la libertad. Diferenda-en'las'razones, equivalencia
en los hechos: todas las mujeres y aquellos varones qu~-~;-replican las condicio-
nes hegemónicas son expulsados del nosotros pretendidamente universal de los
derechos.
Precisamente por eso "!l,e parece inquietante cuando en nuestros mov.imjentos
p'retendidamente emancipatorlos repetimos esta trampa semántiS,a d,e producir
exigencias para la pertenencia a un colectivo que ignore la participación de quie-
nes quedan excluidos de la definición, una definición autocomplaciente que nos
permite quedarnos con la universalidad retórica dei lenguaje sindlStrlbuir,équita-
tivamente las oportunidades sociales. Se definen arbitrariamente las reglas para
'participar del club, a la medida de quienes precisamente participan en su defini-
ción, y luego se invoca la necesidad de las reglas para expulsar a quienes no enca-
jan en la presunta objetividad de su aplicación.
Para completar el efecto policial del lenguaje, la alteridad, la desviación y la ab-
yección se consideran cualidades ontológicas, modos de ser de los sujetos excluidos
(pues por eso lo son), y se recomienda exorcizarlos, redimirlos, perseguirlos, ence-
rrarlos, penalizarlos, someterlos a terapias cruentas por su propio bien. Porque na-
LO QUE NO TIENE NOMBRE 33

die mejor que nosotros -que manejamos la ciencia, la teología y el derecho- sabe
lo que ellos necesitan. Los tendremos entonces bajo tutela hasta que escarmienten
o reconozcan la verdadera identidad humana, o al menos la imiten, para evitarnos
la permanente interpelación a nuestra mascarada de sustituir el universal diverso
de la experiencia humana por la reducida condición de nuestras experiencias.
Todos deberíamos tener respecto a nuestro cuerpo la particular y excepcional
experiencia del cuerpo vivido, del cuerpo que nos ubica en una perspectiva abso-
lutamente única y singular en el mundo o, mejor dicho, que construye el mundo
a nuestro alrededor. El cuerpo de los otros es sólo un cuerpo físico, no podemos
experimentarlo, es un cuerpo en tercera persona. Sólo cada quien puede tener una
vivencia en primera persona de su propio cuerpo, experimentarlo. Esto abre un
abismo entre un cuerpo y otro, que tratamos de suturar con el lenguaje. Decir lo
que sentimos y experimentamos, escuchar sensiblemente lo que otros sienten y
experimentan, establecer una analogía entre mis propias experiencias y el modo
de decirlas, y lo que escucho decir de las experiencias del otro, son los primeros
pasos en la construcción no sólo de una comunidad sino también de un mundo
compartido (que puede ser visto de muchas maneras, desde muchas perspectivas
singulares y, sin embargo, seguir siendo un mundo común).
Cu~ndo algunos sujetos se encuentran en una situación de opresión, de violen-
cia simbolü:a,"carecen ae"autorj;i~ci 'perceptiva sob~e sllspr.opias experieÍl~ias' y
adoptans6bre'ellas las desc~¡p<i9~~~~.en.terc¡;;.ra persona de la cultura dQ,l}linante.
Deios-sel'l:sñúma:ri-os'sé-;C~~lmente monstruosos se ocupÓ la' teratol¿gía, de la se-
xualidad humana la ginecología y la obstetricia, del deseo el psicoanálisis y la psi-
quiatría, transformando el vínculo con los cuerpos en un vínculo mediado por el
lenguaje médico y custodiado por el derecho. Así, muchos nos vinculamos con
nuestros cuerpos como cuerpos imperfectos, como cuerpos fuera de patrón,
como cuerpos que sufrimos en lugar de sery que sin embargo se rebelan y no con-
siguen encajar en el deber. Entonces nos dejamos rotular como desviados.
La desviación, lejos de ser una cualidad ontológica que rige la naturaleza y el
comportamiento de las personas, es el efecto de una interacción simbólica, de un
etiquetamiento. La cualidad de desviado referida a los comportamientos de los in-
dividuos (el salir y entrar en el orden de las perversiones, por ejemplo) puede enten-
derse si se lo refiere a reglas o a valores históricamente determinados, que en cada
momento y lugar definen ciertas clases de comportamientos y de sujetos como
desviados y, por lo tanto, sirven para etiquetar a personas y actitudes concretas.
Estos procesos de definición y de etiquetamiento, a su vez, ponen en acción
otros procesos de reacción social que influyen de manera estable sobre el estatus
y la identidad social de los individuos. Si se piensa -en,la.evoluciót:l de.la consider.a:-
ción social de ,la homosexualidad en el último cua~~º. t3,!:siglo,. pueden, verse..cam-
mas en el reconocimiento político de los derechos a la ~~\.LaJida.d._a..pe:;a(_dt:..la
persistente alscrimiñació¡';-;'cam¡;f(;~-q;;~'-;:;o'~bed~modificaciones en los su-
jetosslnoa'¡as-;:eaccióñ-essoc'fiiies quecfaslficanaalgulencomoliOrñosexual. ' -
Losproce'sos ,[e'¿~f¡~i¿iÓn y'de"Í'eacd¿j¡' social Wlñ'ge'rieralmente acomPa'fiados
por una desigual distribución del poder, tanto el poder de definir como el de reac-
cionar a la definición. A algunos sujetos sólo les queda ser rotulados y vivir la
34 CONSTRUYENDO TEORíAS

marginalidad del etiquetamiento. La ciencia, el derecho, la teología, en un contex-


to de relaciones sociales de inequidad y conflicto, se transforman en el corsé de las
identidades. Las dimensiones de la definición yel poder se desarrollan en el mismo
nivel y se condicionan entre sí.
Esto significa que los procesos subjetivos de definición en la sociedad se vincu-
lan a la estructura material objetiva de la propia sociedad, contribuyendo esta es-
tructura a la producción material e ideológica, ala legitimación de las relaCiones,
sociales de desigualdad. La ciencia, el derecho y la teología reflejan la realidad so-
cial en sus jerarquías de poder y colaboran en su reproducción, en una relación
compleja que incluye elementos materiales y simbólicos.
Los elementos simbólicos de la estructura social (como los roles masculinos y
femeninos, la negación de otras identidades sexuales, la inferioridad o incapacidad
de las mujeres, la perversión de la homosexualidad, las jerarquías entre los géne-
ros) condicionan elementos materiales del sistema (el monopolio de los lugares
sociales de poder y prestigio, la marginación laboral y comunitaria, la segregación
de formas de convivencia legítimas). Por otro lado,los elementos materiales, como
la segregación social, condicionan elementos simbólicos de la estructura que legi-
timan la consideración de inferioridad y la escala social vertical, la prevalencia de
algunos sujetos sobre otros.
Esta no es una escala simple, sino todo 10 contrario, porque cada sujeto perte-
nece a géneros, clases, edades y etnias diferentes que pueden combinarse unas con
otras de diversas formas. Tanto los grupos aventajados como los desaventajados se
fragmentan, y así podemos pertenecer a la vez a varios colectivos. Si logramos una
noción de género subjetivo mucho más flexible, que no esté establecida por facto-
res biológicos, psicológicos o sociales ligados al cuerpo, habremos logrado un
avance simbólico significativo, pero nos enfrentaremos entonces al dilema prácti-
co del reconocimiento.
En los años recientes del activismo queer, al igual que en el feminismo en décadas
pasadas, hemos visto fragmentarse las reglas de pertenencia y las demandas de re-
conocimiento de identidades que cada vez van adquiriendo el poder de decirse a sí
mismas en sus propios términos, pero también el poder de excluir como otros a
quienes no cumplen las reglas de admisión en sus colectivos. La capacidad de agen-
cia común, de lucha conjunta en una sociedad todavía hostil con las diversas mani-
festaciones de una sexualidad que continúa siendo peligrosa, se pone así en riesgo.
Pasamos de sujetos a desatados, desatados del ancla de la corporalidad, pero enton-
ces también del fácil reconocimiento y adscripción en una identidad sexual.
Cuando en 1998 comencé a ejercer mi función como defensora del pueblo en la
ciudad de Buenos Aires, hacía años que la democracia había visto crecer un movi-
miento gay-lésbico (Gl) de reivindicación de derechos que había logrado incluir la
no discriminación por sexualidad en la Constitución y avances significativos en
la consideración social. Sin embargo, existía el problema de que las lesbianas tenían
menor protagonismo en el movimiento y estaban en general subordinadas dentro
de las propias organizaciones, repitiendo patrones sociales. Por esa fecha las traves-
tis hadan su ingreso a las demandas ciudadanas, con la negativa a admitir una zona
roja para prostitución y la dem¡ncia de la persecución y explotación policial. Las
lO QUE NO TIENE NOMBRE 35

marchas del orgullo deliberaban sobre incluirlas entre los convocantes, ya que
acaparaban las cámaras de televisión con sus vestimentas llamativas y su glamour,
restando eficacia política a los discursos.
Cuando abandoné el cargo, en diciembre de 2003, el movimiento Gl se había
transformado en gay, lésbico, travesti, transexual; bisexual e intersexual (GlTTBI).
Estoy segura de que hoy se incorporan otras categorías, así como se hacen distin-
ciones dentro de cada una de ellas (travestis que no se implantan siliconas para
modificar su cuerpo, frente a las que sí 10 hacen; lesbianas que se masculinizan en
su expresión de género, otras que no, etcétera). Cada una de estas expresiones
nace como un grito de libertad, la libertad de decirse a sr mismo en lugar de ser
dicho, la libertad de adquirir autoridad sobre el propio cuerpo y la propia experien-
cia desde el cuerpo de un mundo que nos pertenece por igual, y desde allí la de-
manda política de inclusión ciudadana.
Pero esa fragmentación también nos desafía para actuar juntos. Quizás el páni-
co a retroceder como movimiento nos enfrenta hoy con la paradoja de que en el
feminismo se discuta si se aceptarán o no travestis y personas trans que se definan
como mujeres para participar en los encuentrós. Como si alguien en el feminismo
tuviera la regla falométrica de los cuerpos o las subjetividades aceptables o, 10 que
es peor, como si fuera deseable tenerla. La discusión retrocede hacia el más crudo
biologicismo, el que nos dijo a las feministas cómo ser mujeres y del que tantos
sufrimientos y sujeciones derivaron. Acaso se exija un tacto vaginal para pertene-
cer al movimiento, o tal vez un análisis de cromosomas, porque, ¿dónde reside la
verdad sobre los sexos y los géneros?
La verdad no es una relación entre el lenguaje y el mundo. Un enunciado no es
verdadero por virtud del modo en que refleja un estado de cosas. La verdad, como
el lenguaje, depende de los frágiles sujetos que intentamos Jocar la realidad sin
poder acaso salir de nuestras mentes. Alcanzar al otro, a la otra, alas otros en cuyas
experiencias no podemos intervenir, coñ-,Uyos cuérpos sólo poaemos tener lá ex-
ternaHaiéraé'cuálquler otro objeto del universo, pero con quien desesperadamente
intentamos comunicarnos. Admitir que 19_c¡~e otros y otras percib~J;I.,y_cotlstruyen
co~.. sus int~~'pretaciones tilmbién es una parte de nuestra identidad, una parte,
además, ~-Ia que sólo tendremos 'acceso si'nos abrimos a los otrosen"':'uii"á"cümuni-¡
c~dóri'hü~~na de mutua'coiliprerisi6n:- . -_..-_.
<Po¡:q;;-~i o-tr~, l~otrá,los-ótrOs'y:q~¡iás nosotros mismos por virtud del incons-
ciente, somos ese abismo insondable de lo que nunca terminamos de conocer, .de
lo que nunca concluye por definirse, aque-llo que no puede encerrarse en palabras,
10 que no tiene nombre.
Homofobia en América Latina:
etnohistoria del
heterrorsexismo contra los
disidentes sexuales
Luiz Moll

La homofobia es el arma con la que se persigue a quienes


seO-atreven salir de ia norma heterosexual. Los liom6fobos
cO~5¡ituyen el brazo armado de una sociedad intolerante
que ve -en ellos la r~lizaci6n de una labor de saneamiento
moral.

Los AMANTES DEl MISMO SEXO fueron llamados, desde la Edad Media, "hijos de la
disidencia", disidentes no sólo por practicar la sodomía, una sexualidad prohibida
por diabólica, sino también por elegirla como móvil y razón de unión entre dos
cuerpos, solución opuesta a la tradicional alianza de intereses familiares de los su-
bientes, privilegiando un sentimiento que no formaba parte intrínseca de los ma-
trimonios cristianos: el amor, la atracción física, la identidad de deseos y fantasías.
Para impedir y erradicar una disidencia tan peligrosa que ponía en riesgo la armo-
nía y hegemonía de los dueños del poder, la Iglesia y el rey -capitaneados por la
Inquisición-, éstos se unieron en demoníaca cruzada, acusando a los amantes del
mismo sexo de provocar la ira divina, que castiga a la humanidad con desastrosas
tragedias naturales, como la peste negra, los temblores y, contemporánea mente, el
sida y la inundación de Nueva Orleáns, incrementando el número de ideologías,
mitos y tribunales destinados a la destrucción de estos peligrosos disidentes. La
homofobia -este miedo y odio irracional contra la homosexualidad- surge enton-
ces como estrategia vital para el mantenimiento de la hegemonía de la hetero-
sexualidad. Fue así como se estableció la cruel tiranía del heterrorsexismo.
El objetivo de este trabajo es describir los principales rasgos de la horno fobia en
América Latina, desde sus inicios hasta la actualidad. Una contribución para la
comprensión de la génesis de la afirmación de las identidades y disidencias sexua-
les en nuestro continente. -
En el tránsito del siglo XVI al XVII, España y Portugal vivían su período de mayor
intolerancia contra quienes practicaban el "abominable y nefasto pecado de sodo-
mía". Exactamente en esa época se instauraron en la Península Ibérica más de una
decena de tribunales del Santo Oficio de la Inquisición, que convirtieron a la sodo-
mía en un crimen tan grave como el regicidio y la traición a la patria. En la Amé-
rica hispana se fundaron tribunales de la Inquisición en México, Perú y Colombia.
CONSTRUYENDO TEORíAS

En Brasil, visitadores y familiares del Santo Oficio efectuaban inspecciones regu-


lares a la colonia, denunciando y apresando a los sodomitas. El abominable y ne-
fandum pecado de la sodomía era uno de los pocos crímenes que las primeras
autoridades de Brasil tenían autoridad para castigar con la pena de muerte sin
necesidad de consulta previa con el rey de Portugal.
La homofobia en la América Latina contemporánea tiene sus rafees más profun-
das en el machismo ibérico, cuyo basamento ideológico se inspiró en los tratados
de teología moral de la época de la Conquista, los cuales declaraban:

De todos los pecados, la sodomía es el más torpe, sucio y deshonesto, y no se encuentra otro
más aborrecido por Dios y por el mundo. Por este pecado lanzó Dios el diluvio sobre la tierra
y por este pecado destruyó las ciudades de Sodoma y Gomarra; por causa de la sodomía fue
destruida la Orden de los Templarios por toda la Cristiandad en su dra. Por 10 tanto, manda-
mos que todo hombre que cometa ese pecado, sea quemado y convertido en polvo por el
fuego, para que ya nunca de su cuerpo y sepultura se tenga memoria.'

Los homosexuales eran perseguidos por tres tribunales: la Justicia Real, la Santa
Inquisición y el Foro Episcopal.
Al desembarcar en el Nuevo Mundo, los europeos encontraron una gran diver-
sidad de pueblos y civilizaciones, cuyas prácticas sexuales diferían en gran medida
de la matriz cultural judeocristiana, siendo algunas diametralmente opuestas en
cuanto a la desnudez, la honra, la virginidad, el incesto, la poligamia, el divorcio y,
sobre todo, la homosexualidad,! el travestismo y la transexualidad, Ya en 1514 se
divulgó en la Historia general y natural de las Indias,2 que el gusto por el vicio nefas-
to se encontraba presente en todo el Caribe y en 105 territorios de tierra firme. Los
conquistadores se escandalizaron profundamente al encontrarse con esculturas e
ídolos venerados por los pueblos amerindios que mostraban en forma explícita
relaciones homoeróticas. En México, América Central, América del Sur -tanto en
los Andes como en la Amazonia-, se dio la misma constatación: "Muchos indios
e indias son sodomitas". Diversos cronistas asociaron la sodomía a la falta de pie-
dad religiosa: "Como no conocen al verdadero Dios y Señor, cometen gravísimos
pecados de idolatría, sacrificio de hombres vivos, ingesta de carne humana, con-
versaciones con el diablo, sodomías, etcétera".
Pero no todas las culturas amerindias, sin embargo, estaban a favor del amor
entre personas del mismo sexo. Entre los pueblos mayas y aztecas, según los cronis-
tas franciscanos, "la sodomía pasiva es abominable, nefasta y detestable, digna de
desprecio y de risa por parte de las gentes". Llama la atención la contradicción ob-
servable en estas civilizaciones precolombinas que, por un lado, cuentan con una
mitología extremadamente dionisíaca, que valora incluso el hermafroditismo y el
homoerotismo, y por otro, muestran prácticas morales a veces bastante represivas,
de tipo apolíneo, aplicando incluso la pena de muerte a ciertos casos de unisexua-

, Luiz Mott, "Ethno-histoire de l'homossexualité em Amérique Latine", en Francois (rouzet (ed.), Pour
I'hiscoire du Brisi!, Francia, L'Harmattan, 2000, pp. 285-303.
, Esta y las demás informaciones etnohistóricas sobre la homosexualidad en América Latina citadas en
el presente trabajo están debidamente documentadas en Luiz Mott, ibid.
HOMOFOBIA EN AMÉRICA LATINA 39

lidad, 10 que no niega la información aportada por el precursor de los estudios


sobre homosexualidad en el Nuevo Mundo, el venezolano Antonio Raquena,
quien en un trabajo fechado de 1945 señala: "Aceptada o rechazada, honrada o
severamente castigada, según la nación donde se la practicaba, la homosexualidad
estaba presente desde el estrecho de Bering hasta el de Magallanes".
1513 puede ser considerado el año inaugural de la intolerancia homofóbica en el
Nuevo Muncfo:el conquistador Vasco Núñez de Balboa, al encontrar un numeroso
séqú"itodeindios'i.nvertidos sexuales (berdaches) en el istmo de Panamá, apresó
a 40 de ellos y los entregó a perros feroces para que los devoraran, conforme narra
Píetro"Ma~tire·Y.,~~tril~a un dramático grabado de la época.' Én 1.548 se registró la
primeE!' persecución institucional contra europeos homosexuales: en C;uilJema-
la se apreso-a5¡et~-sodomitas, siendo cuatro de ellos clérigos y tres legos. Al ser
llevado5ííaci~l~ hoguera';íograron eludir la pena capital debido a un disturbio que
tuvo lugar entre la población. De 1549 data la noticia del primer sodomita público
y notorio que fu~stesJe!rado a las 'Américas. Se trata de un joven portugués, Este-
v~oRed<iill!º,.~que.fuera~riadó del gobernador deTIsboay condenado al exilio
perpet'uo en el nordeste de Brasil. En 1571 sc!Ínstalaron Tribunales de la Santa
h;quislci.Ón:enMéxico y' PerÚ, yen 1610 ~n Cartagena de Indias, en el litoral de
Colombia. En la América hispana, a-difereii-Cia de laque ocurría en la América
portuguesa, el Santo Oficio no ten(a autorización para perseguir el pecado de
sodomía, corresp,ondiéndoles a la justicia real y al obispo la represión a los y las
practicantes del amor cuyo nombre no se osaba pronunciar.
En B~s~i1, entre 1591 y 1620, 44 hombres y mujeres fueron acusados(as) y
pro_c,es,ad9s(~s)por sodom(a, llegándose a fines del sígloxvlll a un total de 283
denuncias deJl,!s()-b~asileños(as) por el 'malo pecado, y siendo muchos de ellos
condenac¡-~s a remar en las galeras del rey o desterrados a áreas remotas de África
y 'la Tndia. De las 29 lesbianas denuncia.9.~~,J?or ,S!.t.~OLLdi.ciói!~.n·e1l3rasil color;~l,
cincoJ,e<;ibieron,penas pecuniarias y espirituales, tres fueron desterradas y dos
co~denadas .a ilzotes en público. La más famosa, -fe1ipa de Souza,dio su.nombreal
premio internacional más importante de derechos humanos homosexuales, inicia-
tiva de la Comisión Internacional de los Derechos Humanos para C;ays'y Lesbianas
(San Francisco, EU). En 1646 el lesbianismo fue despenalizado por la Inquisición
portuguesa, pasando las lesbianas a set:.perseguidas por la,jHHicia~~iY.,~piscopal.
Existen documentos que prueban dos ejecuciones d~~h9XflºSt:.XI@i~,!:.n1i1,Ji~:
toria de Brasil. En 1613,en Sao~~.s dQ__MilIanhao, por orden de los invasores
franceses, instigados po.rlosrnisioneros~i,lp,lJcJ:ljnºs, UD. i.l)dio tupinambá, públi-
camente insultad~ y reconocido como tibira (sodomita pasivo), fue amarrado a la
boca de un cañón, siendo su cúerp~ despedazado al'~li~j¡:~'ªjilL"para purif!~ili-¡
la tierra de sus maldades". En 1678 se ejecutó a un segundo mártir hom9ss.~~.ª1
en la capitan(a de Sergipe, en el nordeste azucarero~'~¡:¡love¡;;';~gio, esc1;~, "fue
. muerto a az·ot~s·.P9r haber cometido"el pecado . de_sQd.Qmfa" ..--- .~'. ----- -
México lideró la persecución a sodomitas en A!!lé,rica Latina. d.t.Jr.ante~lpJi~r.iodo
coloniafen 1658 fueron denunciados 123 sodomitas en la ciudacLde\1éxjqtysus
alrededores;-i(fd~'eilos fueron presos y 14 quemados en la hoguera. ~:no de ellos
logró eludir la hoguera por ser menór de 15 años, recibiendo pese ,) todo 200
40 CONSTRUYENDO TEORiAS

azotes y seis años de trabajos forzados como castigo. En 1673 hubo otro progrom:
siete mulatos, negros y mestizos fLl~ron quemados en Mixcoac. i La justicia del rey
era más homofóbica que la propia Inquisición!
Con el fin de las inquisiciones portuguesa y española, también en América La-
tina desaparecieron los tribunales del Santo Oficio, en 1820 eTLP-erú_y.,Méxi~y
en 1821 en Cartagena y Brasil. Se extinguió así ese monstrum horribilem pero,
desgraciadamente, como las mentalidades no se _cambian por decreto, hasta hoy
R~rsiste en América Latina el fantasma de la Inqu¡~ici¿n, no sólo en iáldé9iQgfa
morali,sta e intolerante sino también en la composició'n de las eliteslocaíes, cuyas
capas más tradicionales en muchas zonas deséienden' aún hoy en dí.i,direda~el1;:,
te', de los terribles familiares y comisarios del Santo Oficio.
Por inspiración modernizadora del Código Napoleónico, la sodomía fue despena-
lizada en la mayor parte de los nuevos países latinoamericanos, dejando de estar
incluida en los respectivos códigos penales, pero siguió persistiendo durante todo el
siglo XIX el fuerte prejuicio y discriminación sobre' todo contra los P!ilsi\fQs. Bajo
acusaciones de atentado al pudor y ejercicio de la prostitución, e incluso alegando
falsedad ideológica en el caso de las travestis, un núm~~o incOlHilbk de homo-
sexuales siguieron siendo chantajeados, encarcelados y torturados por los agentes
del nuevo orden policial. Pasaron de las garras de la Inquis.ición a las. comisarías. A
pesar de que muchos médicos y científicos demostraron su buena intención de
retirar a las mujeres y hombres invertidos de las comisarías y prisiones para intentar
su cura en consultorios y clínicas, en su condición de perros guardianes de la moral
oficial, adoptaron a veces formas modernas de violencia, torturando a,~':l~~fensª-s_
ma,.iqu;ta~ con terapias muy dolorosas qut: lIe.ga'roií a iricluir descargas eléctricas,
dosí;;"e~ormes de hormonas y peligrosos productos químicos, incluyendcyt:r~:
tes de testículos de monos.
En el siglo XX, el suicidio, la total clandestinidad, la baja autoestima, la margiua~
lidad, los asesinatos, pasaron a ser el pan de cada día de millones de gays, I.esbianas
y,transgéneros en América Latina, rechazados por sus familias, humillados en las ca-
lles, imposibilita90s para acceder al trabajo. Investigaciones realizadase;B;~;il,
país que debe albergar a más de 18 millones de homosexuales, revelan que de to-
das las minorías sociales, gays y lesbianas constituyen la más odiada, observándose
¡uri conÚliüümqué va del insulto verbal al trato humillante en los medios de comu~
nicación, la violencia física en las calles, las detenciones arbitrarias, los asesinat~
EnMéxico, hasta hoya los gays se los llama "cuarenta y uno", en recuerdo de losl
41 homosexuales presos en una sola noche en 1901, los cuales fueron sometidos
a castigos humillantes, obligados a barrer las calles de la capital y a lavar las letri-
nas públicas.
Según la Spartacus Gay Guide, hay áreas de levante, bares y establecimientos
comerciales afines o abiertamente frecuentados por la población GLBT en 105 41
países de América Latina y el Caribe. Pese a todo, sólo en la mitad de ellos se tiene
I
noticias de la existencia intermitente de uno o más grupos de defensa de los dere./
chos homosexuales. '
, No obstante la gran diversidad socioeconómica y cultural de estos países, algu-
nos fuertemente marcados por la herencia indígena, otros con gran influencia de
HOMOFOBIA EN AMÉRICA LATINA 41

la cultura africana, unos pocos con tradición ibérica más acentuada, América Lati-
na como un todo se caracteriza por la extrema virulencia del machismo y la homo-
fobIa, qUe í'éfotl"ados por el omnipresente control familiar de inspiración cris_tia~a
y la-n~!ariaes dif¡culi:ádes~quela independencia econó ll1 ica pre~el}~a_p¡Halosjº'yeji
nes, hacen quera- 5l.11"<I de estos factores inhiba el proceso de corning out en 10\
jóve;:;e~-:'~~pli~~~do en parte el red~~ido tamaño y la breve duración de los gru .
pO~dé'mif¡tancia homosexual. Desprec.io_social,.humillación pública 'persecucio y
nes policiales forman parte de la cotidianidad de los homosexuales latinoamericanos
de norte a sur, a tal punto que se suele decir que "hay que ser muy macho paráser
gaYfñ--Améí:iéiLatina". El término "marica", y sus variantes regionales, se usa en
todo el mundo latinoamericano, incluso en Brasil, como uno de los insultos más
frecuentes contra los homosexuales. La misma hostilidad recae sobre las lesbianas,
qüe sufren grave violencia por parte de sus familias y examantes, inspirados por la
ideología lesbofóbica y misógina que interpreta y trata el lesbianismo como ultraje
y amenaza a la hegemonía machista.
Entre los pafses de esta región, Cuba se destacó en la década del 60 por la vio-
lencia con que persiguió, apresó y obiigó a exiliarse a centenares de homosexuales,
identificando'fa homosexualidad c~n la decadencia capitalista. Libros y películas
como' Fresa yThocolate, de Tomás Gutiérrez Alea, y Antes que anochezca, de )ulián
Schnabel, revelan la intolerancia homofóbica de un periodo que felizmente está
siendo superado. Aunque no se tienen noticias de movimiento homosexual orga-
nizado en la isla de Fidel, se sabe que dentro de las estructuras propias de los comi-
tés vecinales, lesbianas y gays discuten sus reivindicaciones teniendo buena acogida
por parte de la comunidad. Esta nueva postuta, oficial de respeto a la orientación
sexual y a 105 roles de género se puso de manifiesto en la ONU, cuando en la Confe-
rencia Mundial sobre la Mujer realizada en Beijing, Cuba f':l~.e! tJ..Dico par~JiltinQ~.
a~erfc¡mÓ qué"aefendiÓ tO?<l:s.las referencias antic:lis~rimiTl¡¡t9rias basada~ t::n .la
Q(¡enúiciÓD.sf:X\,lal-.~-:
. ..., ............ - .
Pese a la generalizada ideología fuertemente marcada por el machismo, que
redunda en prácticas homofóbicas violentas y discriminatorias, e!!...l229_~ fundó
en .{l.rgentina el prirnt::r gr.upo de defensa .de los derechos hum.a.nos. en América
4~~n_él,.. que a partir de 1971 fue conocido comO . Frente de LiberaciónJiomo-
se~.~~I:}n ~.~~ se fund,a..':on,I,~J?~i.':':~o.~ gr':lPC!~.g~)'s.~)(jcQ4'-B.rasi1,y ~nJa
década de los 80-en'Perú, COI(~":!1J:?La_.yVenezuela. En los..!lños 90 el movimiento
..- . ' . _ •• _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ ._. _ _ _ _ _ ..• _ .' o., '____ ~

GLBT se organizó en mayor o menor grado en Chile, Uruguay,.. Puer.to RiGor·Ecua-


dor,'BoIiYiá:...)LJamaica._ ... · , .. ,-- .. -........_ ... " ...
H~~t; mediac:l().~ de .IQs af.tq~o9q!.la..hºmosex!J-ªlidjl.!Üeguía..s.iendo considerada
un d~~hile,-~~uador, C;:uba, Nicaragua y Puerto Ri<:..CL8...c.omienzQs d~L~igLº
xxíToi:fay¡¡~p-;r~~!eJ) Jev..es .cootraksodomía en dos pa.íses:-P-Y~rto Rico y.Ni<;:-ª@-
g~~: Ecuador es un bello ejemplo: saltó de la Edad Media a la modernidad, convir-
tiéndose en el segundo pafs del mundo después de Sudáfrica que incluyó en su
Constitución la prohibición de discriminar por orientación sexual. En la década de
los 90 se aprobaron diversas leyes a favor de la. libre orienta<;i9l)_~.exüaI:~ás
d~UnTclp¡ós del Br~sj!Le_n_Buen<?s Aires y R,osario, en Argentina, asLt::.QID.Q. en
et'esfadode Aiuas'caíi~ntes y en el Distrito F'ederaI d~ México, donde una diputada
42 CONSTRUYENDO TEORíAS

declaradamente lesbiana ocupó una silla en la legislatura. Manifestaciones masivas


se han realizado en diversas capitales de nuestro continente en ocasión de las ce-
lebraciones del orgullo gay y lesbiano, destacándose la de Sao Paulo, que en 2005
reunió a más de dos millones y medio de participantes, tornándose la mayor gay
parade del mundo.
Persiste, sin embargo, en todo~ los países .. latinoamericanos y caribeños, una le=-
gislación'moralista represiva, que generalmente se aplica con mayor rigor y de for-
l1JjLdiscriminatoria. co~!ra .I~s h01l10sexuales, considerándose la homosexualidad
como agravante en la corrupción de' menores;'reprírñléndóseel travest¡siñ9"como
aient~~o contra el pudor o identidad falsa,exduyéndose legalmente a gays y lesbia-
nas del acceso a la unión civjt ~I1Ia medidáen que los códigos civiles y constitu-
ciones de los diversos países restringe~'~1 casa'miento o el reconocimiento como
familia, inclusive el concubinato, a las parejas de sexos opuestos. Progresos crucia-
les se observan, no obstante, en la garantía de ciudadanía de la comunidad GlBT.
Como consecuencia del pasado colonial y del esclavismo, una cara~t.e.rí.s.~ic:a sig-:
nificativa observada en la mayor parte de los países Ia,tinoameri~anos'y' caribeños
es·el alto grado de violencia fí~ica y opr.~.~¡QIl.moral quese ejerce contra trave~.t.is.
transexuales, gays y lesbianas. En Brasil se repite de norte a sur el mandato "viada
(marica) tem que marrer!", y en'todo el continente padres y madres dicen pública-
mente que preferirfan tener un hijo ladrón o una hija prostituta antes que un gay
o una lesbiana. Los obispos de la Iglesia Católica y,últimamente y J;9.!l.m.ayo!-l'en-
cor, los integrantes'de las iglesias prot~~tantes flmdamentalistas, atacan grav~~.te
áTcis'n6mosexu~iesen io~ -;':;'edios de comunicación;,,-en los púlpifQ~;.ce~;urando
liiESam-pailas. de P.~~.Y~lJciól1. deLsida para gays:,yobst~culizando la !~g~sl~~!9_T!...Q!;
uniq!}, c:ivil para persona~(tel misl1]~t,Sexo ..,Esas ·mismas sectas patrocinan clfnicas
de cura pa'r~ homose~~~les. En el Caribe angloparlañle-peisisteniasíeyes'~olonia­
,les de antisodomía, que han redundado inclusive, en los últimos años, en medidas
extremas de homofobia como el impedir que desembarcaran los pasajeros gays
que participaban de un crucero por esa región.
Aún más graves son los crímenes.hoTD.9fóbicos: la prensa internacional cons-
tantementeha denunciado el asesinato brutal de. gays y t.ravestis en casi tQdru:jQ.~
países de la región, crfmenes que exhiben rasgos de cruel<:!ad 'lSoD.Qbjeto de.una
impunidad repugnante. Muchos de esos homicidios tienen como autores a escua-
drones de I,,:muerte, la propia policía y, recientemente, a grupo~ neona~is.
Pese a la ineidstencia de estadístkaspoliciales .~obre crímenes:de-~dio en la.re-
gión, disponemos de infornúdÓíi ba5t~nte fidedigna sobre crfmenes homofóbicos
documentados en los dos países n}iÍS g!andesd~.l\mérica Latina:'~n México'-se=
gún la Comisión Ciúdad~~a~ C~ímenes d~Odio p~~' Horñofo6i~- fueron asesina-
dos 213 homosexuales en el periodo 1995-2000, calculándose que el número real
debe ser tres veces más alto. Para Brasil, de acuerdo con los registros del Grupo
Gay da Bahía, se han documentadQ3,g5.0_"a~es!n~_to~ en el ~~!!~_do~.'t8..~~
69% de gays, 29% de travestis y 2%' de lesbianas, lo que da un promedio ~
horiiicit:\¡ocad¡¡ dos ·días;.. ·.---~---·_" ..-,-"'-"
En números-absolutos y relativos, no cabe duda que es en América Latina .ye]
Caribe donde ocurre el mayor número de crímenes homofóbicos del mund2~ Un
HOMOFOBIA EN AMÉRICA LATINA 43

triste liderazgo para un continente tan cordial con los turistas y con la alegrfa de
vida y la exuberancia de la cultura homosexual como marcas registradas de la
región.

Bibliografía
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La heterogeneidad de la
experiencia homoerótica:
más allá de la
subjetividad homosexual
Guillermo Nú ez Noriega

Introducción

EN LA PRESENTE PONENC1A SE EXPONE una reflexión central de un libro de mi auto-


ría, actualmente en prensa, titulado Más allá de lo gayo Las po/(ticas de la intimidad
y la identidad masculina, producto de una investigación antropológica llevada a
cabo en comunidades rurales de la sierra de Sonora, México. El reconocimiento de
formas de experiencia homoerótica que se viven al margen de identidades moder-
nas como la homosexual o la gay, o de identidades tradicionales como la joto,
viene a cuestionar tanto los enfoques académicos que siguen reproduciendo acrf-
ticamente e ingenuamente el concepto "gay" en tanto categoría universal de iden-
tidad, como los planteamientos más recientes reivindicadores de la existencia de
una subjetividad homosexual única y homogénea a lo largo del último siglo y me-
dio en 105 países occidentales.

la búsqueda de una cultura y subjetividad homosexual


En su libro Reflexiones sobre la cuestión gay; Didier Eribon (un destacado promotor
de 105 estudios gays y lesbianas en Francia), a pesar de que no niega la importancia
de 105 estudios históricos que demuestran el origen reciente de la noción homo-
sexual y de que, como él mismo dice, "el concepto de 'homosexualidad' es dema-
siado amplio, compacto y normativo para poder dar cuenta de estas experiencias
múltiples, heterogéneas",' plantea que a través del análisis de una tradición literaria
que parte de Whitman, pasa por 105 británicos Peter, Symond y Wilde, y termina
con los famosos escritores franceses André Cide y Proust (una especie de canon

I Didier Eribon, Reflexiones sobre la cuestión gay, España, Anagrama, 2001, p. 17.
CONSTRUYENDO TEORiAS

homosexual occidental), es posible ubicar en la "multiplicidad y heterogeneidad"


de las experiencias homoeróticas una regularidad y continuidad social e histórica
en las culturas occidentales modernas que puede ser descrita con términos como
"subjetividad homosexual", "discurso de resistencia homosexual" y "mundo gay".
No es casual que el informe que emerge de su rico recorrido histórico esté lejos de
incluir dicha multiplicidad y heterogeneidad. Por el contrario, lo que surge de su
estudio es una narrativa generalizadora estable y homogénea de la experiencia
homoerótica 2 que da vida a un mundo o comunidad gay estable y coherente.
Para comprender este planteamiento de uno de 105 colaboradores y biógrafos de
Foucault, es indispensable entender la importancia de la homofobia en el análisis
de Eribon. Para este autor la homofobia, a través de la injuria (injure) cotidiana,3
informa una subjetividad homosexual y, en otro momento, la posibilidad de un
discurso de resistencia (discours en retour) homosexual, así como muchas otras
prácticas culturales de resistencia.
Esta concepción de la homofobia y la importancia que recibe no es nueva, debe
mucho a la crítica que Eve Sedgwick hace de Michel Foucault. Según Sedgwick,
por más radicales que hayan sido las transformaciones de la identidad homosexual
en ellos siglos XVl11 y XIX, su evolución contrasta fuertemente con la estabilidad y
la permanencia de la homofobia. 4 Así, en oposición a la experiencia homoerótica
y a la noción de identidad homosexual misma, considerada por la autora como
inestable, contradictoria, conflictiva, múltiple, la homofobia suele tenerse por algo
estable, homogéneo, coherente.
Didier Eribon abreva en esta concepción de la homofobia, en su planteamiento
sobre la constitución de la subjetividad homosexual yel discours en retour a través
de la historia moderna, cuando dice que no obstante la heterogeneidad y multipli-
cidad de la experiencia erótica entre personas del mismo sexo:

No es menos cierto que existe un tipo particular de violencia simbólica que se ejerce sobre
quienes aman al mismo sexo que el suyo, y que los esquemas de percepción, las estructuras
mentales que subyacen a esta violencia, sin duda basada en gran medida en la visión andro-
céntrica del mundo, son más o menos las mismas en todas partes, al menos en el mundo
occidental, y lo han sido como mínimo durante el siglo y medio que acaba de transcurrir. De
allí el sentimiento de evidencia que pueden sentir los gays cuando leen obras que restituyen
experiencias gays en otro país u otra época.'

Desde la perspectiva de Eribon, esta estructura de poder, esta "violencia simbó-


lica" llamada homofobia, configura un proceso de subjetivación particular, sufi-

2 Aunque Eribon mismo, a través de varias notas a pie, parece consciente del impacto de estas catego-
rizaciones, es aparentemente inconsciente de sus efectos en la comprensión total de los procesos de
subjetivación y resubjetivación y en toda su caracterización de la experiencia homoerótica.
J Injure es una palabra francesa que involucra al mismo tiempo los significados de IIdaño" e lIinsulto".
, Véase Eve Sedgwick, Between Men: English Literature and Male Homosocial Des;re, 2a ed., Nueva York,
Columbia University Press, 1992.
, Didier Eribon, op. cit., pp. 17-18.
LA HETEROGENEIDAD DE LA EXPERIENCIA HOMOERÓTlCA 47

cientemente homogéneo como para construir una subjetividad homosexual en las


sociedades occidentales modernas. Un proceso de subjetivación que, como la ho-
mofobia, se presenta estable y coherente: "[Lo que he querido estudiar] es lo que
constituye el proceso de sujeción de los gays hoy en dfa, y analizar en qué, en mu-
chos aspectos y pese a todas las evoluciones, no difiere tanto de lo que era hace un
siglo", 6 dice el autor.
De ninguna manera es mi intención en este trabajo negar la importancia de la
homofobia en la constitución de una subcultura y una subjetividad,? o en un pro-
ceso de subjetivación. La homofobia es, desde mi experiencia de investigación, un
elemento central para comprender la formación del sujeto, asf como el proceso de
resubjetivación y la elaboración de un discurso de resistencia. Es una afirmación
incuestionable. Lo que queda por especificarse en el planteamiento de Eribon es:
1) si el proceso de subjetivación tiene la misma importancia y las mismas caracte-
rfsticas para todas las personas que participan de relaciones homoeróticas y si por
lo tanto podemos hablar de un proceso similar de subjetivación; 2) si el proceso
en realidad no ha cambiado en los últimos 100 años y si esta continuidad es válida
para todas las sociedades occidentales;8 y sobretó'do; 3) si el proceso es suficiente-
mente homogéneo en sus resultados como para hablar de una subjetividad homo-
sexual y un mundo gay para todas las personas involucradas (la falta de precisión
en el uso que Eribon hace del término "gay" sólo acarrea más ambigüedad y con-
fusión a este último punto).
El concepto foucaultiano de "subjetivación" designa una relación de poder ma-
terial y discursiva que involucra dos elementos: un proceso de formación de la
subjetividad de un individuo y, al mismo tiempo, su sujeción a un régimen de
poder. La subjetividad es, como el poder, una parte integral del proceso de subje-
tivación. Considerar que el proceso de subjetivación de los gays en la actualidad no
es tan diferente de lo que era hace un siglo es como decir que las mismas relacio-
nes de poder y las subjetividades de los varones que tienen relaciones eróticas con
otros varones no son tan diferentes de lo que eran hace un siglo. Las posiciones
teóricas sobre las subjetividades, las relaciones de poder, y por lo tanto, la subjeti-
vación, la resistencia y las identidades, están todas implicadas en estos comenta-
rios sobre la homofobia, las subjetividades homosexuales y las culturas homo-
sexuales.

, Ibid., p. 18.
7 De hecho, ése fue el tema central de mi libro Sexo entre varones. Poder y resistencia en el campo sexual.
Hermosillo, México, El Colegio de Sonor¡¡-Universidad de Sonora, 1994 (revisada en G. Núñez No-
riega, Sexo entre varones. Poder y resistencia en el campo sexual, México, PUEG-UNAM, 1999)"donde
traté de mostrar el vInculo estructural entre la homofobia, el sentimiento de diferencia que·se instala
en las personas que se dan cuenta de su deseo, la construcción de una subjetividad, la adopción de
una identidad homosexual o gay y la participación en un conjunto de prácticas culturales y redes
de sociabilidad. En mi investigación, lo que encontré en "quella. ocasión fue que sólo una parte de
quienes tenlan prácticas homoeróticas llegaban a desarrollar lo que llamé un habitus homosexual y a
adoptar una identidad homosexual o gayo -
• Incluso hay que cuestionar este uso vago del término "occidental" de Eribon. Vale preguntarse: ¿la
sociedad mestiza y judea-cristiana mexicana no es también occidental?
CONSTRUYENDO TEORíAS

Múltiples experiencias homoeróticas,


múltiples experiencias homofóbicas
La idea de Eribon de que la subjetivación de los gays es más o menos constante y
similar a lo largo de un siglo es francamente desconcertante e insostenible si aten-
demos a algunos de los estudios más recientes, como Historia de la homosexualidad
en Europa (2000) de Florence Tamagne y su descripción de las relaciones amoro-
sas y eróticas entre varones (bajo el modelo de la estrecha amistad masculina)
entre los militares que servfan en las trincheras durante la Primera Guerra Mun-
dial,9 o Gay New York (1994) de George Chauncey. Este último autor nos muestra
cuánto han cambiado los significados (y no sólo las categorías) de las relaciones
sexuales entre personas del mismo sexo, así como las percepciones y las concep-
ciones de la gente sobre sí misma a lo largo de la mitad de un siglo. Las subjetivi-
dades de los fairies, trades o wolves 1o de los años 20 y, por lo tanto, los procesos de
subjetivación y resubjetivación, no pueden ser más diferentes a las de los gays
neoyorquinos de hoy en dfa, si atendemos al trabajo historiográfico de George
Chauncey.
A través de mi investigación antropológica en México me queda claro que la
realidad homoerótica mexicana no se encuentra representada por el planteamien-
to de Eribon. La información etnográfica me ha mostrado que la realidad ho-
moerótica mexicana no puede ser caracterizada por una sola narrativa, sea la del
discurso que incluye las categorías y significados sexuales tradicionales (como joto,
maric6n, etcétera) o la del discurso que contiene categorías modernas (como ho-
mosexual o gay). En las comunidades urbanas y rurales del norte de México en las
que he venido trabajando, asf como en otras ciudades del país, muchos hombres
tienen relaciones sexuales y amorosas con otros hombres al margen de estas tipo-
logías y significaciones; las tienen y las han tenido simplemente como hombres.
Muchos de ellos no conciben tener una sexualidad en el sentido moderno del
término, como una verdad interna que provee de significado a todos los aspectos
de su ser. Por lo tanto, los conceptos reivindicados por Didier Eribon, "subjetividad
homosexual", "mundo gay" o "discurso homosexual de resistencia" no pueden ser-

, Tamagne llega incluso a afirmar la importancia que tuvo esta experiencia de guerra en el desarrollo
de una cultura homosexual rica y decidida en la Europa de los años 20 y 30. Véase Florence Tamagne,
Histoire de I'homosexualité en EL/rope. Berlin, Londres, Paris, 1919-1939, Paris, Édition du Seuil, 2000,
pp. 32-45.
10 Según Chauncey, los fairies se definfan no en razón "de sus actividades o deseos sexuales hacia perso-

nas del mismo sexo (su sexualidad) sino por la expresión de género y el estatus que asumfan [oo.] El
deseo sexual hacia los hombres por parte de los rairies, no era considerado la caracterfstica singular
que los distinguía de otros hombres, como es generalmente el caso de los hombres gay en nuestros
días. Ese deseo era visto simplemente como un aspecto de una inversión o una trasgresión más amplia
del rol de género" (George Chauncey, Gay New York. Gender, Urban Culture and the Making of the Gay
Male World. 1890-1940, Nueva York, Basic Books, 1994, pp. 47-48). El trade era "cualquier 'hombre
normal' que accedía a las proposiciones de un hombre gay" (op. cie., p. 70). Los wolves, por su parte,
"ocupaban una posición ambigua [oo.] Se plegaban a las convenciones de la masculinidad y, no obs-
tante, exhibían una decidida preferencia por compañeros varones" (op. cit., p. 88), especialmente los
pUl1ks, hombres más jóvenes. Este tipo de relaciones fue mucho más común entre marineros, prisio-
neros, y trabajadores trashumantes, quienes antes de 1920, abundaban en las ciudades de Estados
Unidos.
LA HETEROGENEIDAD DE LA EXPERIENCIA HOMOERÓTICA
49

virnos para dar cuenta de todos los sujetos o grupos de varones que tienen relacio-
nes eróticas o amorosas con personas del mismo sexo, de sus subjetividades, de sus
posiciones en el régimen sexo-género, o de sus prácticas culturales y estilos de vida.
Las subjetividades y las posiciones del sujeto en el régimen sexo-género de los
varones que tienen relaciones sexuales y/o amorosas con otros varones son diferen-
tes entre sr, y esa diferencia es un reflejo de los distintos procesos de subjetivación
que han experimentado, en muchos casos desde su infancia, y de las diferentes
posibilidades de resistencia o resubjetivación para sobrevivir o escapar a la violencia
homofóbica.
La perspectiva sobre la homofobia que se desprende de mi investigación etno-
gráfica y que presento en mi libro actualmente en prensa difiere de los plantea-
mientos de Sedgwick y Eribon en dos aspectos: 1) la homofobia es concebida
como un fenómeno histórico y cultural. En tanto que fenómeno histórico, la ho-
mofobia cambia en relación con muchas otras dimensiones sociales. Como fenó-
meno cultural, es una parte integral de los sistemas sexuales y de género, sus
ideologías, relaciones e identidades. Asr, en lugar de asumir la existencia de una
homofobia estructural y atemporal, sugiero la necesidad de que estudiemos cómo
un sistema sexual y de género particular crea un abanico de violencia en relación
con aquellos que son definidos dentro del sistema sexo-género como desviados o
que expresan algún tipo de disidencia; 2) el libro mencionado enfatiza el papel de
la homofobia en el proceso de masculinización de todos los varones y la importan-
cia de las expresiones de género (femenino, masculino, andrógino, transgénero)
en la construcción de sus vulnerabilidades frente a la homofobia.
En México -y de acuerdo con la literatura, en muchos otros parses también- la
homofobia no es algo que estructura solamente las subjetividades homosexuales,
sino las subjetividades de todos los nacidos con genitales machos y las dinámicas
de la identidad masculina, pues todos los varones somos objetos de violencia ho-
mofóbica como parte de nuestro proceso de masculinización. Al mismo tiempo,
hay una violencia especial y discrecional hacia aquellos varones (especialmente
cuando son niños o adolescentes) que son menos masculinos, afeminados o no su-
ficientemente masculinos de acuerdo con los estándares sociales. Estos varones no
necesariamente sufren de la misma manera que aquellos que, siendo masculinos
en su expresión de género, tienen también vínculos sexuales u amorosos con otros
varones. La expresión de género (las maneras, las actitudes y gestos) tiene una
gran relevancia en la vivencia diferenciada de la homofobia. Esas experiencias ho-
mofóbicas configuran, a su vez, diferentes subjetividades, trayectorias y posiciones
en el campo sexual. Por añadidura, otros aspectos como la edad, la clase, el estatus
matrimonial y las preferencias sexuales (incluyendo la amplia gama de bisexualida-
des) también contribuyen a la diversidad de significados y formas de vivir la homo-
fobia y las relaciones homoeróticas.

Subjetividades diferentes, resistencias diferentes


En la perspectiva teórica que se asume en el presente trabajo, corroborada por la
información etnográfica, el proceso de sujeción (assujettissement) es diferente en-
50 CONSTRUYENDO TEORiAS

tre los hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres y, por lo tanto,
también son diferentes sus subjetividades y sus posiciones e identidades en el sis-
tema sexual y de género. Las formas en que los varones viven sus relaciones ho-
moeróticas en México son múltiples y heterogéneas, como heterogéneas son sus
percepciones, valores, significaciones, contextos, identidades de género y prácticas
sexuales. Algunas de estas diferencias han sido capturadas y descritas por la litera-
tura sobre las identidades gays u homosexuales, y algunas otras por la literatura
que se ha enfocado en el sistema sexual tradicional mexicano que enfatiza las dife-
rencias de género: la dicotomía macho/joto. Pero estas clasificaciones están lejos
de cubrir todas las realidades homoeróticas. Valga mencionar que incluso muchos
varones subvierten y resignifican las categorías modernas y tradicionales que se
han descrito en dichas investigaciones. Hay una realidad homoerótica que tiene
lugar en las complejidades de las políticas de la identidad hombre. Un término
epidemiológico reciente en la lucha contra el sida, "hombres que tienen sexo con
hombres" (HSH), es un intento académico por dar cuenta de esta realidad de hom-
bres que tienen sexo con otros hombres en tanto que hombres.
No se debe olvidar que el tema de la identidad masculina es de gran importan-
cia para entender las capacidades de muchos hombres para establecer las relacio-
nes homoeróticas y para expresar y crear relaciones de intimidad. En este terreno,
las diferencias y ambigüedades sobre los significados de la hombría juegan un pa-
pel significativo en las posibilidades de los varones de establecer las relaciones
eróticas y amorosas con otros varones, y de resistir las ideologías dominantes de la
masculinidad.
El proceso social de hacerse hombres a partir de un dato biológico, también lla-
mado proceso de masculinización, no es homogéneo. Los discursos de la hombría
o la masculinidad son fuerzas históricas y sociales, cambian con el tiempo, son
diversos, contradictorios y son objeto de disputa en la vida cotidiana. Los hombres
somos socializados en estos escenarios discursivos contradictorios y, por lo tanto,
los procesos de subjetivación (y las subjetividades y sujeciones que resultan de
estos procesos) no son homogéneos, ni unitarios, ni estables. Los hombres nego-
cian estos significados inestables y contradictorios y estas políticas y subjetividades
contradictorias (propias y las de otros) para negociar sus posiciones sociales e iden-
tidades como hombres, hombres de verdad, etcétera, y para negociar sus relacio-
nes de intimidad: expresiones emocionales, confesiones amorosas, relaciones de
amistad y eróticas, que podrían ser consideradas como inaceptables por los discur-
sos dominantes de la hombría. Las expresiones de la cultura popular mexicana "no
rajarse" y "acá entre nos" se usan frecuentemente a fin de establecer un proceso
complejo de resubjetivación, un proceso complejo de resistencia a las ideologías
dominantes de la masculinidad que tienden a producir un silencio, un control, una
distancia emocional y una represión del deseo homoerótico.
En la perspectiva teórica que aquí utilizamos y en la experiencia etnográfica, la
masculinidad o la hombría no es una posición de subjetividad ni una identidad del
poder patriarcal, estable y homogénea. Como los estudios feministas de los hom-
bres y las masculinidades han mostrado, los varones no somos todos iguales, e
incluso si en una cultura androcéntrica todos los varones nos podríamos beneficiar
LA HETEROGENEIDAD DE LA EXPERIENCIA HOMOERÓTlCA 51

de un poder simbólico (que en su momento puede traducirse en otros poderes:


económicos, políticos, sociales, etcétera), hay diferencias internas profundas y re-
laciones de poder entre los hombres: por clase, etnia, preferencias sexuales, identi-
dades de género (más o menos masculino, más o menos femenino), nivel educa-
tivo, ocupación, origen rural/urbano, entre otros elementos. Muchos varones son
oprimidos, discriminados por otros hombres y mujeres, y privados no s610 de los
beneficios simbólicos como hombres, sino de su dignidad humana. Los discur-
sos racistas, clasistas, homofóbicos e integristas de género sirven para clasificar a
los varones según su poder simbólico. Los discursos dominantes de la hombrfa
muchas veces niegan la identidad de hombre a muchos machos humanos.
Los hombres que mantienen vínculos sexuales y/o afectivos con otros hombres
tienen que lidiar con esta maquinaria de poder. Para muchos hombres no hay más
alternativa que resistir y lo hacen de múltiples maneras. Estas resistencias, sin em-
bargo, no siguen necesariamente el camino de la formación y las estrategias de re-
sistencia de la identidad gayo joto, sino otros caminos complejos, ambiguos y
contradictorios, pero efectivos en muchos sentidos, por ejemplo: 1) ampliar el con-
cepto mismo de lo que quiere decir ser hombré, resignificando las relaciones ho-
moeróticas en términos de género (como un asunto masculino) y resistiendo a
otras categorías dominantes; 2) enmarcar estas relaciones en términos de amistad,
camaradería, cotorreos o sacar cura (esto es, de diversiones espontáneas de hom-
bres), ampliando así los significados y prácticas de la homosocialidad; 3) mantener
el evento en silencio; 4) simular o vivir la experiencia en la semi-inconsciencia de la
embriaguez, lo que les permite de alguna manera sobrellevar su sentimientos, de-
seos y placeres; y S) significar la experiencia como una práctica que se realiza por
más razones que solamente la búsqueda del placer, como la obtención de un favor o
un beneficio económico.

Bibliografía
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Género, deseo
y formulación
de imágenes e ideas Francesca Gargallo

ESCRIBIR SOBRE El DESEO ES DESEAR saber qué decir y cómo decir lo que surge des-
de el lugar indecible de una mujer que no se reconoce en todo lo que su género le
impone. Y digo "en todo" porque, en efecto, hay una sociología del género que
demuestra ciertas pautas culturales y económicas en las que veo el reflejo de lo
que me formó, lo que me orilla a ciertas decisiones e influencia mis gustos o mis
rechazos. Es decir, hay una parte de mí que responde al género, así como a la clase,
el color y el grado de educación formal. Sin embargo, yo soy algo más que eso.
Como todas las niñas, pasé por el aprendizaje forzoso de la arrogancia masculi-
na sobre mi cuerpo y mis decisiones: no sólo el padre, el abuelo, el sacerdote y el
maestro, también el vecino, el tendero y el taxista se arrogaban el derecho de decir
cómo me veía, qué deberfa hacer y cuál de sus deseos me convertían en objeto.
Esta constante afirmación de mi' ser por parte de otros era externa a mi deseo de
ser y saber, pero repercutfa en él como la vibración de una campana en la campiña
que la circunda. No eran las directrices obligatorias y violentas de la construcción
del género a través de las prohibiciones e imposiciones sexuales que diferenciaban
a las niñas de los niños (encierros, golpes, silencios, ocultamientos), siendo cual-
quier confusión algo ambiguo que debfa evitarse; eran formas sutiles e imperiosas
de construcción del género.
En mi adolescencia me hice feminista para luchar contra ellas. Manejé una
moto y monté a caballo como la mejor de las amazonas, usando pantalones de-
formados y tirando de box, pero pronto me aburrf de hacerlo. Estudié filosoffa y
en muchas ocasiones me sentí ajena a la racionalidad que pretendfa fundarse
fuera de la ética y de la inmanencia histórica; me quedé en un limbo, sin poder
dejar la filosofía ni lograr que sus métodos me convencieran. Escribf desde muy
temprana edad: poemas, cuentos, cartas trágicas a receptores inexistentes; y fue
en la escritura donde mi rebelión contra el género no pasó por el deseo de ser
54 CONSTRUYENDO TEORíAS

Escribir es desear sostener unas imágenes del mundo donde la mujer escrita,
necesariamente personaje y no autobiografía, demuestre que el género es una ca-
tegoría sociológica de la que cualquier ser humano puede escaparse, sin que nece-
sariamente le cueste la incomprensión, la marginación y, en casos extremos, la
vida y la libertad. Escaparse, fugarse, como quien deja una camisa para nadar en el
mar; como quien lee un libro de aventuras en la letrina para olvidar por un mo-
mento la rutina del trabajo enajenan te; como quien se imagina el deseo como
anhelo de saber y no como carga de una mirada que ofende al propio cuerpo.
Ahora bien, escaparse pertenece al ámbito de la resistencia y no de la confronta-
ción. Fugarse no es heroico ni políticamente correcto.
La mujer escrita y la mujer que escribe no se someten a ningún deber ser, ni al
de la sociología (aquel que describió Simone de Beauvoir como el deber de devenir
mujer) ni al de la militancia feminista que pregona el deber luchar contra la discri-
minación de género. Escribir es un deseo obsesivo, es una voluntad imperiosa de
dejarse sostener por las propias imágenes e ideas; éstas son construidas con las ex-
periencias vividas, pero son, al mismo tiempo, previstas, es decir, no imaginadas
desde el saber acumulado experiencialmente ni desde un ejercicio deductivo, sino
literalmente anteriores a lo visto. Escribir es un deseo obsesivo de adelantarse a lo
obvio. Y el género es obvio, palmario, aburridamente manifiesto: dada la separa-
ción de los sexos, la identificación de dos de ellos como normales, la compulsión
por la reproducción masculina, se deduce que quien no es hombre es mujer y que
a cada una de estas identidades se confieren genitales, deberes, saberes y habilida-
des que las validen precisamente como identidades.
Así, una mujer es femenina o no es mujer, es madre o no es mujer, está casada
o no es mujer. Pero resulta que la mujer que escribe es una mujer que en el mo-
mento de la escritura no es madre, no es esposa ni resulta femenina. Es en sí por-
que está en sf, en su momento de escritura. Y se deja sostener por su deseo de abrir
puertas, cruzar umbrales, decirse sin recurrir al universal masculino (el falso neu-
tro). ¿Es válido decir que una escritora no es una mujer, así como Monique Wittig
decía que una lesbiana no es mujer porque no se somete al universo del deseo
masculino? iQué pobre fuga! A diferencia de Beatriz Preciado, yo no creo que el
sexo sea el enemigo a derrotar para liberar las identidades. Sexo, sexos, sexualida-
des y voluntarias abstinencias se abren a multiplicidades de deseos y saberes que
se inscriben en el cuerpo y en la mente, y son zarandeados por el deseo para sacu-
dirles la ubicación obligatoria impuesta desde una jerarquía de valores que prevé
que la reproducción sea el primer y absoluto deber humano. Quien escribe no se
reproduce.
En primera persona, en segunda o en tercera, el personaje de una escritQra
nunca es ella misma. El yo que narra es un yo narrado desde fuera del universo que
la mujer escrita vive. Puede encarnar un recuerdo doloroso, un apetito de futuro,
un ansia de universalidad, pero nunca es el espejo de la escritora. Si repite un pa-
trón de conducta de género, no significa que la escritora esté contenida por el
género en el momento de la escritura. Ella es y está en sí sin responder al orden
jerárquico que la quiere cuerpo y mente para otro. Se escapa como la vidente,
como la posesa, como la mártir; se fuga hacia el decirse desde su deseo de formu-
GÉNERO, DESEO Y FORMULACiÓN DE IMÁGENES E IDEAS ss

lar 10 que como mujer sabe. ¿Se puede ser mujer desde otro espacio que el asigna-
do por el sistema de género? Estoy convencida de que s( y de que no tiene nada
que ver con el igualarse a los hombres.
Salirse de la constricción de género es de por sí liberar el universo de posibilida-
des de expresar imágenes e ideas que no se someten a la jerarquía del varón, quien
aun cuando es homosexual está siempre por encima de las mujeres en la división
de género. La mujer que escribe dando vida a un personaje masculino interpreta
sus deseos volviéndolos parte del conjunto de saberes femeninos. La mujer que
inventa un personaje femenino, liberándolo del lenguaje racional que incautamen-
te podríamos creer que comporta cierta racionalidad de los planteamientos, la
prevé como alguien capaz de denunciar que en nuestra cultura ha existido una
voluntad de ocultar el deseo, domarlo, someterlo. La mujer que escribe y la mujer
escrita son por lo tanto imágenes que actúan en favor de la degeneración del mun-
do. Irreverentes; desviadas, no persiguen un objeto de deseo sino que liberan el
deseo por el deseo, que es siempre, necesariamente, como dice Rosi Braidotti,
"deseo de saber".
Si como mujer deseo lo femenino estoy yendócontra la primera imposición del
sistema de géneros, o sea, que los sexos son opuestos y los opuestos deben atraer-
se. Una mujer que desea lo femenino ve en el hombre a un igual diferente, no a un
superior en la escala jerárquica. Una lesbiana es una mujer que se ubica fuera de
los géneros porque al desear y amar a otra mujer puede jugar con el deseo hacia
un hombre sin someterse a ese deseo ni a la carga de deberes que las mujeres en-
frentan en las relaciones heterosexuales. Así, una escritora que no acepta decirse
en el universal masculino, explaya su diferencia respecto a él y busca los contornos,
las actitudes, los matices de una vida que no se circunscribe (ni podría hacerlo) a lo
dual. Bisexual desde el decirse, multipolar, vaga entre los márgenes volviéndolos
centrales para la narración.
La escritora desea obsesivamente saber decirse. Nadie se dice con un género;
describir la violencia contra las mujeres y la impunidad de quien la perpetúa puede
ser un deseo de develar la verdad y no sólo el deber ser de la denuncia de una
militancia política, como muchas veces se define al feminismo. Decir que esa vio-
lencia se inscribe en todas las manifestaciones culturales y artísticas del universal
masculino, que es un universal de destrucción y placer por el dolor, no es una
postura de género, es la libre expresión de una mujer sobre la cultura, misma que
puede formular cuando se encuentra con otras mujeres y deja de sentirse determi-
nada por el género.
Ahora bien, ¿es el sistema de género algo inexistente para una escritora? No,
puesto que actúa en el mundo y nadie vive fuera de la historia; pero es como ·la
prisión para una amante de la libertad, existe y hay que derrumbarla, tanto si se
está fuera de ella como si se reside entre las rejas.
El género es un ordenamiento que responde a una necesidad, .la de someter a
hombres y mujeres a la reproducción. Con la aparición de la guerra, hace unos
5,000 años, y la aparejada existencia de la esclavitud, la común obligación de re-
producirse se transformó en el sistema que permitió que las mujeres fueran equi-
paradas a los esclavos, obligadas a un solo tipo de trabajo, propiedad de un dueño
56 CONSTRUYENDO TEORíAS

que podía enajenarlas, intercambiarlas y matarlas, despojadas de derechos políti-


cos y económicos, en fin, un sistema que las identificó con los derrotados. La
existencia de la guerra implica que sus perdedores produzcan para los vencedores
sin tener siquiera derecho al reconocimiento de su contribución al bienestar de la
humanidad. Deshacerse de los géneros implica ir más allá del reconocimiento de los
derechos de las mujeres, implica desear saber cómo sería un mundo sin guerra.
Situarse como escritora en el análisis de género es apresar el propio deseo, por-
que como todas las categorías, la de género implica un marco de referencia nece-
sario que tiende a abaratar una explicación sobre todos los ámbitos de la vida, los
estudios y la reflexión. Seguramente desde la categoría de género puede realizarse
una sociología de la escritura femenina, considerando el lugar que el género otorga
a las mujeres escritoras en su mundo. El mundo reducido que el sistema de género
asigna a las mujeres es el de la intimidad, la exclusión y la privacidad, y éste debe
ser el único que ellas pueden describir con los medios culturales que tienen a su
alcance (escuelas inferiores, menor acceso a los libros, encierros en la familia, etcé-
tera). Escribir desde este ámbito es negar el deseo, la capacidad de previsión y, final-
mente, la libertad de un marco conceptual. Resulta en el consenso con el sistema
de géneros, implica otorgarle -junto con los que están en la cúspide de la jerarquía
social- valor de verdad.
Situarse al margen del sistema de género es desear que, siendo una construcción
histórica, pueda ser superada mediante el reconocimiento de las diferentes expre-
siones culturales que en el mundo siempre han coexistido aunque se las haya
ocultado. La historia, en efecto, es un terrible péndulo de exclusión e inclusión
social, donde las mujeres, las artistas y las disidentes sexuales han estado excluidas
de las páginas escritas y del reconocimiento de la cultura oficial y de la cultura de
masa (aunque no de la popular, que es fáctica). Situarse al margen del sistema
de género permite verlo en su conjunto y desear que desaparezca con sus secuelas
y con la guerra que lo originó.
Según el postulado de un sistema de género, a lo sumo podemos llegar a una
tregua en la lucha entre derrotadas y vencedores. Cuando las mujeres obtengan
la igualdad de derechos y deberes estarán siempre en riesgo de ser derrotadas, sea
porque 105 hombres podrían volver a obtener una ventaja sobre ellas, descalificán-
dolas legalmente (aun utilizando los argumentos que ellas en algún momento
esgrimieron), sea porque las mujeres podrían llegar a oprimir a los hombres, con-
virtiéndose así en hombres, es decir en opresores. La igualdad de géneros, además,
no resolvería los problemas de discriminación de clase ni de raza, religión, ejercicio
de la sexualidad y cultura sobre los que se erigen las formas específicas de opresión de
género. Es decir, la igualdad de géneros sería siempre un artificio legal con explica-
ciones lógico-racionales que demostrarían que la política es la continuación de la
guerra, pero sin armas.
El reconocimiento de la propia diferencia sexual, por el contrario, contiene el de-
seo de no aniquilar al otro, de ser lo que se es y asombrarse frente a la capacidad
de generar imágenes e ideas de comunisación. Una mujer que desea lo femenino
al escribir da nombre a un universal que es comunicable a otro, dialoga con mujeres
y con ellas interpreta el mundo que es necesariamente múltiple y no sólo femeni-
GÉNERO, DESEO V FORMULACiÓN DE IMÁGENES E IDEAS 57

no. Una mujer que desea lo femenino inicia un viaje'hacia el otro lado de la racio-
nalidad que ha justificado que la verdad exista en sí como contraposición a la
mentira, y que ésta se defina por motivos económicos, militares y racionales.
Escribir desde mi identificación vaga, móvil, deseante con lo femenino derrum-
ba las fronteras fijas y asume como ciertos los puntos de contacto entre mujeres,
hombres, intersexuales, entre verdad, ocultamiento y mentira, entre homosexua-
les, bisexuales, asexuales y heterosexuales. Como mujer que escribe puedo descri-
bir el deseo de saberme mujer sin nadie que me diga cómo debo ser, no totalmente
distinta de un hombre, no determinada por el deber, libre de la identificación con la
cultura de la destrucción de la naturaleza y sus saberes. Como mujer puedo escribir
desde una posición materialista, a la vez inmanentista y deseante, porque mi deseo
de saber no se limita a lo obvio, a lo que se mide y se ve, necesita ir a lo oscuro y a
la luz, a los sent!mientos, la razón y las emociones. la paz es simplemente nega-
ción de toda jerarquía.
Identidad, cuerpo
y sexualidad
lésbica Norma Mogrovejo

LA HISTORIA DE LA SEXUALIDAD LÉSBlCA, marcada por una interpretación biologista y


asimilada a la homosexualidad y a la heterosexualidad obligatoria, es, ante todo,
como expresa Michel Foucault en La historia de la sexualidad, una historia de con-
trol, oposición y resistencia a los códigos morales.' Es una historia que busca una
visión propia y que se resiste a toda interpretación androcéntrica.

Una sexualidad perseguida

A diferencia de la homosexualidad, la sexualidad lésbica h~ carecido de una época


de permisividad. Existen algunos datos históricos que evidencian su persecución:
el catolicismo con san Pablo condenaba a las mujeres "que han cambiado el uso
natural por el uso contra natura". En 1270 aparece en un código francés la primera
ley secular contra el lesbianismo, según la cual "la mujer que lo practicaba debería
perder un miembro cada vez y a la tercera ser quemada". La Inquisición, el periodo
victoriano, el holocausto y hasta la época actual han creado dispositivos para
controlar la sexualidad de las mujeres y prohibir la sexualidad entre ellas. 2

Interpretaciones biologistas
Los estudios sobre la sexualidad lésbica han reforzado mitos que recrean el imagi-
nario masculino: clítoris monstruosamente desarrollados o utilización de instru-

I Véase jeffrey Weeks, "La construcción cultural de las sexualidades. ¿Qué queremos decir cuando
hablamos de cuerpo y sexualidad?", en Ivonne SzaSI, Sexualidad en México. Algunas aproximaciones
desde la perspectiva de las ciencias sociales, México, El Colegio de México, 2000.
l Véase Rosanna Fiocchetto, La amante celeste, España, horas y HORAS, 1993.
60 CONSTRUYENDO TEORíAS

mentos inverosímiles. Definido como tribadismo y asimilado al hermafroditismo y


la ninfomanía, susceptible de ser curado con el matrimonio,3 el lesbianismo fue
clasificado en el siglo XIX junto a la homosexualidad como estado patológico.
Los primeros estudios científicos sobre el tema,. llevados a cabo por Karl Wes-
tphald, Paul Moreau, Richard Krafft-Ebing, Lombroso, Havelock Ellis, Edward
Carpenter, lwan Bloch y otros, acuñaron conceptos como "enfermedad", "delin-
cuencia", "anormalidad congénita", "aberración", "degeneración", "perversión por
no procrear" o "pseudo homosexual", cuya influencia construyó el humus en el
que se prendieron las raíces de la represión institucional y social. 4
La doctrina psicoanalista, al contrario de las teorías somático-constitucionales,
atribuyó como causa de la homosexualidad a un mecanismo psicogénico. El trata-
miento terapéutico psicoanalítico se proponía hacer conscientes factores inconscien-
tes que bloquean la orientación normal de la libido. Freud atribuyó las desviaciones
sexuales de la norma a un mecanismo de regresión infantil originado por combi-
naciones incompletas de impulsos. La homosexualidad serfa una estructura inter-
subjetiva debida a una identificación con el deseo inconsciente a la madre, una
identificación negativa con el padre, la negación de la diferencia de sexos, culpa edf-
pica y angustia de castración. ¡Todo eso! Sostenía que "con el descubrimiento de
la falta de pene, la mujer pierde valor a los ojos de la niña. Su amor a la madre se
debilita con el descubrimiento de que está castrada y entonces es posible abando-
narla como objeto amoroso",5 enderezando la pulsión erótica hacia el padre y ha-
cia otros hombres.
Karen Horney, Clara Thompson y Gregory Zilboorg cuestionaron el concepto
freudiano de "envidia del pene", procedente de una hipotética fase fálica de las
niñas, y desarrollaron una teoría ginecocéntrica: la envidia del hombre al embara-
zo, al parto, la cría, la maternidad y el pecho, junto con el miedo de la "vagina
desconocida" e "invisible", lo convierte en "débil e incapaz", envidioso de la "ma-
dre primordial" a la que habría violado, dando así lugar al acontecimiento primiti-
vo y bárbaro que Freud liga al asesinato del padre. Esta teor(a sobre las sociedades
matriarcales, inspirada en Bachofen, tiende a explicar las dinámicas profundas de
las relaciones entre los sexos, afirmando que la envidia masculina por la mujer es
más antigua y más fuerte que la femenina por el pene. 6

Primeros estudios sobre la identidad lésbica

En 1929 Katherine B. Davis, al estudiar a 1,200 licenciadas universitarias solteras,


descubrió que la mitad de ellas vivían intensas relaciones emotivas con otras mu-
jeres y que una cuarta parte practicaba el lesbianismo como actividad sexual. Entre
1948 y 1953, tanto el prejuicio sobre la minoría social del lesbianismo como la

l Véase idem.
• Véase Norma Mogrovejo, Teor(a lésbica, participación po/(tica y literatura, México, UACM, 2004.
, Sigmund Freud, "Introducción al narcisismo", en Obras completas, vol. 1, Madrid, Biblioteca Nueva,
1967.
6 Véase Norma Mogrovejo, op. cir.
IDENTIDAD, CUERPO Y SEXUALIDAD LÉSBICA 61

psiquiatrización de la desviación fueron radicalmente discutidos en el Informe Kin-


se y, un estudio estadístico hecho a 1,200 estadounidenses de ambos sexos y de
distintas edades y condición social, de los cuales 37% admitió haber tenido expe-
riencias homosexuales y 28% lésbicas. La encuesta revelaba, además, una general
frustración en las mujeres heterosexuales y una dimensión de la sexualidad feme-
nina (el orgasmo múltiple) netamente diferente de la del hombre.
A pesar del control natal, de que el uso de la estadfstica ampliaba el ámbito de
los conocimientos y de que la difusión de la píldora anticonceptiva desde 1956
había contribuido a los estudios de la sexualidad femenina, el campo de la investi-
gación clínica, psicológica y sociológica sobre el lesbianismo seguía manifestándose
como contrapunto femenino de los homosexuales. El mismo Kinsey y sus colabo-
radores aArmaban: "Hay que reconocer que tales relaciones son el equivalente
exacto de las relaciones entre hombres'?
El informe Anal del grupo de investigación sobre la homosexualidad dellnstitu-
to Nacional Americano de Sanidad Mental sentenciaba en 1969: "La homosexua-
lidad no es un fenómeno unitario sino que representa un conjunto de fenómenos
diversos que comprende una extensa gama de comportamientos manifiestos y de
experiencias psicológicas. Contrariamente a la opinión ampliamente difundida se-
gún la cual todos los homosexuales y las lesbianas se parecen, tenemos que decir
que en realidad son muy diferentes".8
En 1973, la homosexualidad fue Analmente excluida de entre las enfermedades
mentales repertoriadas en el Diagn6stico y manual de des6rdenes mentales de la
Asociación Americana de Psiquiatría, excepto la homosexualidad egodistónica, que
es una fuente y un motivo de sufrimiento que provoca trastornos emocionales,
sentido de culpa, depresión y deseo obsesivo de una adaptación heterosexual.
A partir de 1970, el psicoanálisis y la psiquiatrfa comenzaron a afrontar con
prudencia una reformulación del concepto de lesbianismo distinto al de homose-
xualidad. Charlotte Wolf afirmaba que las lesbianas poseen un potencial amoroso
más global y complejo que los homosexuales, que las mujeres están más cerca de
esta condición natural, y que los sentimientos lésbicos tienen "caracterfsticas dis-
tintas" entre las que destaca la "intensa emotividad". Además, según ella, el amor
lésbico tiene estructuras diferentes de las del amor heterosexual porque su "núcleo
radioactivo reside en la emoción". Una investigación bastante amplia sobre el les-
bianismo y la heterosexualidad femenina fue llevada a cabo por Grundlach y Riess
en 1968, quienes dedujeron que "el significado de una relación entre dos mujeres
depende en menor medida del sexo y en un mayor grado del calor, del contacto, del
sentido de unidad".9
En 1976, la sexóloga Shere Hite publicó el resultado de una encuesta a 3,000
mujeres en el Informe Hite, donde 17% de las encuestadas eran lesbianas. Éstas afir-
maron que preferían las relaciones sexuales con otras mujeres por la ausencia de

7 C. Tnompson, "Penis Envy in Women", en Psychia!ry, vol. 6, Nueva York, 1943.


• G. Zilboorg, "Masculine and Femenine", en Psychia!ry, vol. 7, Nueva York, 1944.
• R. Fioccheto, en id,m.
62 CONSTRUYENDO TEORíAS

institucionalidad y por la posibilidad de mayor afecto, sensibilidad, frecuencia or-


gásmica y paridad en la relación.

La influencia del feminismo


Las décadas siguientes se precipitaron vertiginosas y las lesbianas unieron sus fuer-
zas a las de las feministas para sacudirse el estigma del vicio y la enfermedad que
hacía de ellas presa fácil de chantajes en los empleos y las excluía de la vida pública.
Esta necesidad de normalización requirió una primera etapa de visibilidad. Análisis
pioneros como los de Simone de Beauvoir en El segundo sexo (1949) y Betty Fried-
man en La mística de la feminidad (1963), hallaron en el sometimiento sexual y
doméstico las causas para la falta de autonomía de las mujeres. La idea de que el
lesbianismo no proviene de un trauma infantil ni se ve desarrollado con la conduc-
ta sexual desviada, como mantenía Freud, fue formulada por un médico de su
propio círculo, Alfred Adler, quien sostenía que eran el poder, la libertad y los
privilegios lo que esas ciudadanas de segunda envidiaban del hombre.
Junto a la visibilidad había que dar un sentido a una estructura de identidad
colectiva en la que pudieran reconocerse; esto requirió, a su vez, de apoyar la iden-
tidad colectiva en una historia o, dicho de otra manera, concebir el amor entre
mujeres como relación social y política. Para Milagros Rivera, el lesbianismo ame-
naza seriamente la estabilidad del modelo de sexualidad reproductiva que ordena
los sistemas de parentesco. En tal sentido, las lesbianas carecen de modelo simbó-
lico en el sistema de géneros, lo cual las hace distintas a las mujeres heterosexuales,
quienes reciben durante la socialización un modelo femenino pensado por hom-
bres y puesto al servicio del orden dominante. Rivera afirma que no existen mode-
los para las mujeres en los que ellas puedan reconocerse en libertad. La carencia
de modelo simbólico no quiere decir que no haya habido lesbianas con concien-
cia clara de sí a lo largo de la historia; existe una genealogía, una historia que se
conoce a retazos, principalmente por las normas promulgadas y las acciones toma-
das desde los poderes públicos y privados para reprimirlas. lO
De modo similar piensa Adrienne Rich, quien acuñó dos conceptos vinculados
entre sí: "continuum lesbiana" y "existencia lesbiana". Ambos sugieren tanto el
hecho de la presencia histórica lesbiana como nuestra continua creación del signi-
ficado de esa existencia. En este continuum podrían incluirse prácticamente todas
las formas históricas de resistencia femenina contra el modelo de relaciones sociales
entre los sexos que sustenta el orden patriarcal, desde Safo hasta las amistades in-
separables de las niñas, las comunidades de resistentes al matrimonio en China, las
spinsters de la Inglaterra decimonónica, las redes de solidaridad entre mujeres para
sobrevivir en Africa o el actual movimiento de lesbianas.
El segundo paso fue dar a la identidad recuperada una dimensión política públi-
ca. Charlotte Bunch, una de las pioneras en la etapa del 68, sostuvo que el lesbia-
nismo no es una postura sexual sino una postura política, acuñándose entonces el

,. Véase Milagros Rivera, Nombrar el mundo en femenino, España. learia, 1994.


IDENTIDAD, CUERPO Y SEXUALIDAD lÉSBICA

lema "Lo personal es político". Bunch afirmaba que la mujer que da apoyo y amor
a un hombre perpetúa el sistema que la oprime, aceptando su estatuto de segunda
clase. El lesbianismo, más que una preferencia sexual, es una opción política porque
las relaciones entre hombres y mujeres son relaci0':les polfticas, implican poder y
dominio.
Adrienne Rich cuestiona que la heterosexualidad sea una "opción sexual" o una
"preferencia sexual", y dice que no existen ni opción ni preferencia reales donde
una forma de sexualidad es precisamente definida y sostenida como obligatoria, lo
cual no significa que sea necesariamente opresiva en sf misma para las mujeres.
Lo que resulta opresor es su obligatoriedad social y políticamente sustentada.
Tal vez la postura más paradigmática fue la de Monique Wittig, quien afirmó
que las lesbianas no son mujeres, ya que "mujer" es una construcción cultural
hecha por los hombres para su servicio. En tal sentido, sólo son mujeres las que
viven de acuerdo con el sistema de géneros patriarcal y su orden simbólico. De ahí
que plantee construir el cuerpo sin género, ni femenino ni masculino. Siguiendo a
Wittig, Butler incita a abordar el género como una "ficción preformativa", como la
producción de identidades alternativas en un desdibujamiento deliberado de las
fronteras y las identidades sexuales como un gesto político subversivo.

El corpus lesbiana
Si la feminidad no es el producto de una elección sino una norma de regulación
para la disciplina y el castigo, como afirma Butler, las lesbianas hemos buscado re-
interpretarnos a nosotras mismas. La búsqueda de un cuerpo lesbiana parte de la
negación de un cuerpo colonizado como es el de la mujer, un cuerpo construido al
servicio de la heterosexualidad para la reproducción social y biológica, aprisionado
en tallas, medidas y formas que deterioran la salud y en muchos casos han llevado a
las mujeres a la muerte como consecuencia de la anorexia y la bulimia. Entonces,
¿cuál es el cuerpo lesbiana? Sigue siendo una incógnita, una necesidad en construc-
ción que parte de una negación: "No quiero un cuerpo para los demás, necesito un
cuerpo para mí". Fuera de la lógica masculina y heterosexual, en un intento por
romper con una historia sobredeterminada por el cuerpo femenino, muchas nos
hemos sentido lesbianas atrapadas en cuerpo de mujer. Lesbianas y transgéne-
ros compartimos el rechazo a un cuerpo impuesto. En ese proceso de deconstruir
el ser y el deber ser mujer, las lesbianas también nos hemos sentido transgéneros.
Las bostonianas de Henry James da cuenta de que, travestidas de hombres y bajo
una apariencia heterosexual, las lesbianas pudieron vivir con sus parejas y algunas
incluso casarse en el siglo XIX. Los roles de butch/fem o masculina/femenina han
servido como estrategia de sobrevivencia, como ruptura identitaria y punto de
partida para la construcción de ese corpus lesbiana que todavía permanece inaca-
bado. Más recientemente, las drag king intentan romper la determinación biológica
y cultural del concepto "mujer", sin embargo estos modelos, al igual que las trans-
género lesbianas, no escapan de una construcción binaria asentada en el cuerpo
masculino/femenino. ¿Será posible construir un cuerpo, un género o una sexuali-
dad más allá de la oposición binaria hombre/mujer?
CONSTRUYENDO nORiAS

Judith Butler niega que los papeles ruda-femenina sean imitaciones de la hete-
rosexualidad, ya que ésta es en sí misma un disfraz sin un original porque los orí-
genes sólo tienen sentido en la medida en que se diferencian de lo que producen
como derivaciones, por lo tanto, si no fuera por la noción del homosexual como
copia, no habría ninguna elaboración de la heterosexualidad como origen. En rea-
lidad estamos ante tres dimensiones contingentes de la corporalidad significativa:
el sexo anatómico, la identidad de género y la representación de género, que no
siempre coinciden.
Beatriz Preciado afirma que es necesario pensar el sexo, al menos a partir del
siglo XVIII, como una tecnología biopolítica, es decir, como un sistema complejo de
estructuras reguladoras que controlan la relación entre los cuerpos, los instrumen-
tos, las máquinas, los usos y los usuarios, donde el dildo se revela como un instru-
mento entre otras máquinas orgánicas e inorgánicas (las manos, los látigos, los
penes, los cinturones de castidad, los condones, las lenguas, etcétera) y no simple-
mente como réplica de un miembro único. He aquí un objeto que puede regalarse,
tirarse a la basura o servir de pisapapeles. El amor se va, el amor vuelve, las parejas
sexuales van y vienen, pero el dildo siempre está ahí, como superviviente del amor.
Como el amor, es tránsito y no esencia.ll
Entonces, construir y vivir un cuerpo de lesbianas, como lesbianas en cuerpo de
lesbianas,u señala la tarea pendiente de la reconstrucción de un cuerpo que ha sido
colonizado por el pensamiento heterosexual.

Bibliografía

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11 Véase Beatriz Preciado, Manifiesto contra-sexua', España, Opera Prima, 2002.


12 Véase Norma Mogrovejo, Un amor que se atrevió a decir su nombre. La 'ucha de 'as 'esbianas y su re'a-
ción con 'os movimientos feminista y homosexua' en América Latina, México, Plaza y Valdés, 2000.
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lILBOORG, G., "Masculine and Femenine", en Psychiatry, vol. 7, Nueva York, 1944.
Cuerpo, identidades
de g-énero
~m~s~!d~~lez

Introducción
EL OBJETIVO DE ESTA PRESENTACiÓN es compartir una serie de reflexiones que he
venido sistematizando como resultado de mi trabajo de investigación alrededor
de la problemática de salud pública que representa la violencia de género, de
donde derivé a la reflexión sobre cómo los cuerpos sexuados enferman en la
modernidad. Mi interés por aproximarme a este tema parte del supuesto de que
la sexualidad, como es concebida por Michel Foucault, es el ámbito que debe
ser explorado para comprender los procesos salud-enfermedad en la actualidad.
Por tanto, mis argumentos girarán alrededor de la idea de que el pensamiento
de Foucault y la teoría crítica feminista aportan un bagaje fundamental para la
comprensión de la subjetividad de los cuerpos sexuados, aspecto indispensable
para adecuar nuestra visión de la salud y comprender la posibilidad que tienen
los sujetos de construir su bienestar.

Salud, conocimiento médico y cuerpo

El problema a la vez político, ético, social y filosóAco


[. __ ] no consiste tanto en intentar liberar al individuo
del Estado y sus instituciones, cuanto liberarnos a
nosotros mismos del Estado y del tipo de individua-
lización que éste conlleva_

Michel Foucault, El sujeto y el poder


68 CONSTRUYENDO TEORíAS

Según Michel Foucault,' en el siglo XVII1 hace su aparición la salud como uno de los
objetivos esenciales del poder polftico. Los diversos aparatos del poder van a ges-
tionar los cuerpos no para exigir de ellos simplemente la donación de su sangre o
para protegerlos de los enemigos, ni tampoco para asegurar los castigos y obtener
las rentas, sino para ayudarlos y, si es preciso, obligarlos a garantizar su salud. La
ciencia médica y los sistemas de salud pasan entonces a convertirse en la nueva
tecnología de poder que desplaza eficiente, pero irregularmente, a la iglesia y los
confesores con vistas a construir un aparato "a su imagen y semejanza" en la cien-
cia médica y la salud pública. Sin embargo, y precisamente porque los cuerpos
sobre los que actúa la salud pública son cuerpos sexuados, se hace necesario saber
cómo la ciencia médica conceptualiza el cuerpo.
Catherine Gallagher y Thomas Lacqueur, a través de varios artículos, muestran
cómo la construcción de 10 que conocemos como el "cuerpo moderno" inicia en el
siglo XVlll y tiene como características fundacionales:

La separación del cuerpo humano en dos entidades diferenciadas por la topo-


grafía corporal (femenino/masculino) y la construcción de dos sexos.
La jerarquización de estas dos entidades, enmarcada en el debate político del
proceso de construcción de la sociedad moderna que justifica la exclusión de
las mujeres del proyecto de ciudadanía.
La separación del placer femenino de la relación sexual, la identificación del
cuerpo de las mujeres con la procreación, y la invención de las mujeres "sin
deseo".
La construcción de un sujeto que confía a la biología el lugar privilegiado para
nombrar y clasificar los cuerpos sexuados.

Las representaciones de los cuerpos humanos, clasificados y jerarquizados sobre


la base de su morfología, están íntimamente ligadas a la construcción de la socie-
dad occidental moderna y sus modos de subjetivación, pero sobre todo, a la ma-
nera en que la ciencia médica construye el edificio de su saber sobre la salud de los
individuos y las poblaciones. Foucault 2 muestra que 105 discursos de verdad, an-
clados en la pastoral religiosa de Occidente, conceden en el proceso de moderni-
zación, aunque de manera desigual y heterogénea, el lugar de nominación de la
religión a las ciencias médica y jurídica. El pensador francés también hace patente
cómo la constitución del sujeto en la modernidad se da a través de 10 que identi-
fica como "procedimientos precisos de gobierno", con los cuales el sujeto es ob-
jetivado para sí mismo y para los otros.
El gobierno queda caracterizado como punto de contacto entre la tecnología
política de los individuos y las tecnologías de uno mismo. "Gobernar es siempre

I Véase Micnel Foucault, "La política de la salud en el siglo XVIII", en Micnel Foucault, Saber y verdad,
edición, traducción y prólogo a cargo de Julio Varela y Fernando Álvarez-Uría, España, Ediciones de
La Piqueta, 1991.
2 Véase Micnel Foucault, Tem%gros del yo, España, Paidós, 1996.
CUERPO, IDENTIDADES DE GÉNERO Y SALUD

un difícil y versátil equilibrio, con conflictos y complementariedades, entre las


técnicas que aseguran la coerción y los procesos a través de los cuales el 'uno mis-
mo' [the seln es construido y modificado por sí mismo",3

Transmutar de la salud a la construcción del bienestar


El cuerpo es un ente cultural que manifiesta síntomas y enfermedades en contextos
sociohistóricos delimitados y, desde el punto de vista foucaultiano, se encuentra
dentro de las redes de un "bio-poder" que promueve en la misma medida el au-
mento de la natalidad y su control, estandariza dietas para sectores de población
aquejados por problemas asociados al sobrepeso, y monitorea la morbimortali-
dad asociada a la pobreza y la malnutrición, un bio-poder que recientemente,
y debido al desmantelamiento del Estado de bienestar en los países denominados
desarrollados, se presenta como incapacitado para responder a la demanda de
salud de las poblaciones.4 Esta situación nos obliga a reflexionar sobre la posibili-
dad de los sujetos de construir contextos de bienestar.
En la segunda mitad del siglo xx, los trabajos déFoucault 5 y la teoría crítica fe-
minista han mostrado que lo que se ha identificado como la naturaleza del ser
humano se ha construido sobre la base de formas de pensamiento que hacen de
la fisiología de los seres humanos el punto de génesis de la identidad y la supuesta
explicación sobre sus comportamientos y subjetividad. Entender cómo se produce
esto es una de las claves fundamentales para dar cuenta de la subjetivación de los
cuerpos sexuados y su relación con la salud.
Si queremos analizar las formas en que los sujetos sexuados construyen una
subjetividad determinadora de sus acciones, tenemos también que aclarar la posi-
bilidad de agencia de aquellos y las condiciones en que ésta es posible. Para
Foucault, la "posibilidad de agencia del sujeto sólo es posible sí, y sólo sí" el sujeto
se hace "cargo de sí mismo" y reconoce que su relación con los otros le enfrenta a
las decisiones sobre quién es realmente y al re-conocimiento de "su verdad".
Desde un punto de vista foucaultiano, sólo al hacerse cargo de sí mismo, el su-
jeto hombre o mujer puede vivir una vida que le pennita espacios de libertad po-
sibles y, por ende, la construcción de una vida "saludable", una libertad que no es
de una vez y para siempre, sino que se va ganando en cada momento de confron-
tación con los otros y el entorno.

, Michel Foucault, "Truth and 5ubjectivity", Howison Lecture, Centre M. Foucault, documento 0-2
(1y2)/288, 1987, apud Miguel Morey, "La cuestión del método", en "Introducción" a Michel Foucault,
Tecno/ogras del yo, op. cit., p. 34.
, Pensemos en el caso de los paIses latinoamericanos que, forzados a realizar una reestructuración
económica, están transitando por un proceso de paulatina privatización de los servicios de salud;
el caso del vIH-sida en África, donde la OMS ha sido hasta ahora incapaz de encontrar formas de
atender la problemática y calcula la muerte de aproximadamente 25 '000,000 de personas en los
próximos años; el caso de las hambrunas y desplazamiento de poblaciones debido a guerras o
conflictos interétnicos que desbordan las estadlsticas de la mortalidad infantil por desnutrición.
5 Véase Michel Foucault, "No al sexo rey", entrevista por Bernard-Henry Lévy, en ÚscarTer;ln (comp.),

Michael focault. Discurso, poder y subjetividad, Argentina, El cielo por Asalto, 1995.,
70 CONSTRUYENDO TEORíAS

Para Foucault, un sujeto capaz de construir prácticas de libertad a través del


cuidado de sr mismo es un sujeto ético que puede funcionar en el espacio de la
polrtica sin la necesidad de imponer su punto de vista, su poder, sobre los otros.
Pero también es un sujeto que puede construir su salud al poner en tela de juicio
la nominación que hace de él la religión o la ciencia médica.

Teoría crítica feminista: identidades nómades


para la construcción del bienestar
No serra posible entender la idea de que podemos construir el bienestar si exclu-
yéramos de nuestro lente teórico los discursos y procesos a través de los cuales los
sujetos llegan a ser los hombres y mujeres que corporizan la interacción social con
comportamientos sexualizados. Si reconocemos que los hombres y las mujeres
somos los productos (sujetos sujetados) y los productores (sujetos con agencia)
del orden social, necesitamos explorar la forma en que se construyen las identida-
des y subjetividades sexuadas.
Para la teoría crítica feminista el sistema sexo-género no es un hecho fortuito,
sino la manera fundamental en la que se organiza la realidad social, dividida sim-
bólicamente y vivida a través de la experiencia. Por sistema sexo-género, expone
Seyla Benhabib:

Se entiende la constitución histórica y simbólica, así como la interpretación de la diferencia


anatómica de los sexos; es la malla a través de la cual el Yo se desarrolla como una identidad
corporeizada, una manera de ser en el cuerpo y de vivir en el cuerpo. El Yo se convierte en una
identidad en tanto se apropia de la comunidad humana, un modo específico de experimentar
su identidad corporal social psrquica y simbólicamente. Por lo tanto el sistema sexo-género es
la malla a través de la cual las sociedades y culturas reproducen individuos corporeizados."

Las teóricas feministas preocupadas por comprender la subjetividad femenina


han argumentado que las identidades y subjetividades femeninas son un proceso
en constante cambio y no están sobredeterminadas por la naturaleza ni la cultura;
identidad y subjetividad se conciben como un proceso complejo y continuo donde
la experiencia es el elemento mediador entre el mandato cultural y la experiencia
individua1. 7
Por esta razón, Teresa de Lauretis 8 plantea que la noción de diferencia sexual
tiende a limitar el potencial epistemológico del pensamiento feminista de concebir
en una forma distinta al sujeto social y las relaciones entre la subjetividad y la so-
ciabilidad. Según ella:

" Seyla Benhabib, "The Generalized and the Concr,ete Other", en Carol C. Gould (ed.), Gender. Key
Concepts in Critical Theory, Estados Unidos, Humanities Press, 1997, pp. 290-298. Este punto de vista
es consistente con la propuesta de Teresa de Lauretis sobre el sujeto "engendrado".
, Véase Linda Alcoff, "Feminismo cultural versus posestructuralismo: la crisis de la identidad en la teoría
feminista", en Revista Feminaria, año 2, núm. 4, Argentina, 1989.
8 Véase Teresa de Lauretis, Feminist Studies, CriticalSwdies. Estados Unidos, University of Indiana Pre",
1986.
CUERPO, IDENTIDADES DE GÉNERO Y SALUD 71

Hablamos ciertamente de un sujeto constituido en el género, pero no exclusivamente merced


a la diferencia sexual, sino sobre todo a través de diferentes lenguajes y representaciones cul-
turales; un sujeto 'engendrado' y que adquiere un género al experimentar relaciones de raza
y clase tanto como relaciones sexuales; un sujeto que en consecuencia, no es unitario sino
múltiple y que no se encuentra tanto dividido como en contradicción.'

Si esto es así, cabe preguntarse cómo este orden social llega a formar parte de la
subjetividad de los sujetos hombres y mujeres. Judith Butler ha desarrollado expli-
caciones plausibles para comprender la relación entre el poder y la constitución
psíquica del sujetolO y para dar cuenta de lo que desde su postura Foucault no ela-
boró: cómo funciona el poder en la esfera de lo intrapsíquico, es decir, el lugar que
ocupa el poder en la constitución del sujeto.
Según Butler, las identificaciones fundamentales para la formación del géne-
ro se producen por identificación melancólica, argumentando que, como
muestra Freud en sus Tres ensayos para una teor(a sexual, la consecución de la
heterosexualidad, siempre precaria, exige el abandono de los vfnculos homo-
sexuales. En 105 comienzos psíquicos la melancolía se presenta porque ésta es
una forma aberrante del duelo que niega la perdida del otro, lo otro, objeto o
ideal. Con la melancoJfa se mantiene lo perdido a través de la relación-vincula-
ción. Dice Butler:

Si la asunción de la feminidad y la asunción de la masculinidad se producen mediante la con-


secución de una heterosexualidad siempre precaria, podrfamos pensar que la fuerza de ese
logro exige el abandono de los vlnculos homosexuales o, de manera quizás aún más tajante,
una prevención de la posibilidad del vInculo homosexual, un repudio de la posibilidad, el cual
convierte a la homosexualidad en pasión no vivible y pérdida no Ilorable. Asf, la heterosexua-
lidad se produce no sólo poniendo en práctica la prohibición del incesto, sino imponiendo
previamente la prohibición de la homosexualidad."

En opinión de Butler, el proceso identitario es diffcil tanto para hombres como


para mujeres.

El conflicto edlpico asume que se ha alcanzado ya el deseo heterosexual, que se ha impuesto


ya la distinción entre lo heterosexual y lo homosexual (una distinción a fin de cuentas inne-
cesaria); en este sentido, la prohibición del incesto presupone la prohibición de la homose-
xualidad, puesto que asume la heterosexualidad del deseo [... ] Consideremos que, al menos
en parte, el género se adquiere mediante el repudio de los vfnculos homosexuales; la niña se
convierte en niña al someterse a la prohibición que excluye a la madre como objeto de deseo
e instala al objeto excluido como parte del yo, más concretamente como identificación me-
lancólica."

, Ibid., p. 233.
10 Véase Judith Butler, Mecanismos psíquicos del poder. Teor(as sobre la sujecidn, España, Cátedra-Univer-
sidad de Valencia, 2001.
11 Ibid., p. 150.
Il Idem.
72 CONSTRUYENDO TEORíAS

Ese acercamiento a la comprensión de la subjetividad también se toma a día de


hoy como referente para lo que algunos autores denominan la "sociologfa de la
masculinidad", un área que ha experimentado un auge significativo en las últimas
dos décadas. Stephen Whitehead y Frank Barrett plantean que en las últimas dos
décadas, la investigación sobre los hombres y las masculinidades ha emergido
como una de las áreas de más crecimiento en la sociologíaY Para estos autores,
bajo el paternazgo feminista se ha realizado un número significativo de trabajos
que muestran que las masculinidades no solamente no son fijas sino que cambian
con el tiempo, el espacio y durante las vidas de los hombres.'· Algunos de los pri-
meros trabajos sobre masculinidad identificaron un énfasis excesivo en la fuerza,
el control y la violencia como parte central de la constitución de la masculinidad,'s
argumentando que puesto que la socialización del hombre apunta a los aspectos
de control y fuerza, la violencia sería la respuesta lógica para garantizar el manda-
to de control. Sin embargo, las y los investigadores que actualmente estudian las
masculinidades plantean que mientras el imaginario de las mujeres y del feminis-
mo sobre los hombres es de sujetos investidos de poder, en la realidad de sus vidas
éstos se viven como sujetos sin poder. Para Segal, la masculinidad es definida a
través de una serie de relaciones jerárquicas que incluyen el rechazo y la supresión
de la feminidad y del deseo homosexual, así como autoridad y control sobre (algu-
nas veces vista como protección) 105 "débiles" e "inferiores".
En México, tanto para hombres como para mujeres, "la carga de la enfermedad
está relacionada con los estilos de vida modernos y con los riesgos inherentes a
ellos".'6 La morbimortalidad, asociada a los determinantes de género como la vio-
lencia, el alcoholismo, la muerte materna, los problemas de adicciones y salud
mental, así como la violencia hacia las mujeres en el ámbito privado e íntimo re-
presentan, por tanto, la inversión subjetiva de hombres y mujeres en identidades
que son funcionales para un sistema donde la heterosexualidad es la norma y los
arreglos de convivencia se establecen para validar un tipo de práctica sexual como
normal, cuya función es dirigida a la procreación y la vigilancia de los sujetos en el
ámbito privado.
Desde esta perspectiva, una explicación plausible para los procesos de enferme-
dad relacionados con prácticas sexuadas sería que estos representan un problema
de inversión de las subjetividades femeninas y masculinas socialmente construidas
en un sistema sexista en contextos determinados. Desnaturalizar las identidades
de género y transmutar a la construcción de sujetos nómades serIa una apuesta a
la construcción del bienestar posible para los sujetos del México del siglo XXI.

\l Véase Stephen Whitehead y Frank Barrett (eds.), The Masculinities Reader, Estados Unidos, Polity
Press, 2001.
14 Véase Stephen Whitehead y Frank Barrett, "The Sociology of Masculinity" (1999), en Stephen Whi-
tehead y Frank Barrett (eds.), op. cit.
IS Véase Michael Kaufman, Hombres: placer, poder y cambio, República Dominicana, Centro de Investi-
gación para la Acción Femenina, 1989.
16 Véase Paz López et al., "Introducción", en Paz López, Blanca Rico, Ana Langer y Guadalupe Espinoza
(comps.), Género y poJltica en salud, México, UNIFEM-Secretarfa de Salud, 2003.
CUERPO, IDENTIDADES DE GÉNERO Y SALUD 73

Para Rosi Braidotti,17 ser un sujeto nómade es poseer una conciencia crítica y
amplia, una forma nueva de conocimiento que permite traspasar las barreras con-
ceptuales a través de un nuevo estilo de pensamiento filosófico en el cual los
marcos conceptuales, la cultura y la política se entrelazan. Debido a que la cons-
trucción del sujeto moderno heterosexual se normaliza al asumir que "existe algo
natural" que determina lo que se es en lo "más profundo del ser", y que esta natu-
raleza determina el deseo sexual al mismo tiempo que la necesidad de la procrea-
ción, aquél es consistente con la normalidad del orden social. Ser otro tipo de
hombre o mujer le despojaría, por así decirlo, de su naturaleza. Y quizá, también
despojarfa la naturaleza del orden social sexista.
En el prólogo a Hermenéutica del sujeto, Fernando Álvarez plantea la importan-
cia de la obra de Foucault de esta manera:

Hermenéutica del sujeto se inscribe [ ... ) en un marco de crítica de lo establecido -y por tanto
de crItica del pensamiento establecido- que encuentra su razón de ser en un compromiso por
la verdad y la libertad, ya que es en la violencia instituida en donde se fragua a la vez el some-
timiento y el sufrimiento de muchos seres humanos: ¿9-0 está inscrita en realidad esa violen-
cia en unos valores morales y en unas relaciones de poder que tienden a regular las conductas
y a negar las prácticas de libertad?"

La pregunta sobre la libertad posible de un sujeto atado por las determinaciones


culturales y el sufrimiento que la ausencia de libertad produce ha sido ampliamen-
te analizada en la teoría feminista. Como plantea Izquierdo:

El individuo que manifiesta la queja puede ser tomado como un elemento particularmente
sensible al sufrimiento que intrrnsicamente genera la sociedad a cualquier persona, al encorse-
tar todas las potencialidades en uno de los dos patrones de integración social que se proponen,
el masculino o el femenino. El hecho de que la queja no sea generalizada, o que las manifesta-
ciones de la queja no resulten evidentes, procede de los procesos de ocultación, deformación
° sordera ante los conflictos, procesos que dotan de contirtuidad a la estructura social. Si fuera
escuchado e interpretado quien se queja, al ser escuchado e interpretado su sufrimiento sería
reconocido como la clave para entender un sufrimiento general que por el momento perma-
neda amordazado, o con manifestaciones que no se había sabido o no se había querido in-
terpretar."

Adecuar nuestra visión de la salud significa, por tanto, mantener una escucha
atenta a las formas que toma el malestar de los cuerpos sexuados y reconocer
que la construcción del bienestar es un proceso que indefectiblemente debe
pasar por la deconstrucción de las identidades de género.

17 Véase Rosi Braidotti, Sujetos nómades. Corporización y diferencia sexual en la teoria feminista contem-
pordnea, Argentina, Paidós, 2000.
" Fernando Álvarez, en "Prólogo" a Michel Foucault, Hermenéutica del sujeto, España, Ediciones de
La Piqueta, 1994, p. 12.
,. Maria Jesús Izquierdo, El malestar en la desigualdad, España, Cátedra, 1998, p. 31.
74 CONSTRUYENDO TEORíAS

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Corporalización:
nuevos feminismos
y actantes políticos Maider Zilbeti

NUEVOS CUERPOS DOTAN DE NUEVAS CONNOTAC10NES a acciones aprendidas dentro


de nuestro entorno cultural. Al mismo tiempo, los nuevos cuerpos otorgan nuevas
interpretaciones a esas acciones. Finalmente, las nuevas interpretaciones de las
acciones configuran una nueva realidad.
Considerar a los cuerpos en las teorías y reflexiones sociales nos da una nueva
perspectiva de la sociedad en un momento y unas circunstancias concretas. Ade-
más, nos permite dar cuenta de la sociedad a través de los cuerpos que han sido
invisibilizados, acallados, de los cuerpos no normativizados que, por otro lado,
desde la oscuridad y la marginalidad, han resultado indispensables para la visibili-
zación de los cuerpos normativizados.
Los nuevos cuerpos son actantes' en un nuevo paisaje. A través de nuevos cuer-
pos, obtenemos nuevas figuraciones de actantes, y con las nuevas figuraciones,
inevitablemente, el paisaje cambia. Ellas recrean el paisaje y lo hacen mucho más
dinámico con nuevas relaciones a las que debemos acercarnos, con nuevas compo-
siciones de espacios que cambian el espacio mismo y el modo de relacionarse entre
los cuerpos. Cuando nos damos cuenta de que el paisaje ha cambiado, de que la
representación de la sociedad no es la misma que antes, nosotras necesitamos de
nuevas herramientas metodológicas para sumergirnos dentro de ella y entenderla.
En las páginas que siguen vamos a discutir cómo distintos feminismos contem-
poráneos, a través de nuevas imágenes y corporalizaciones, ponen la atención en
el cuerpo tomado como una herramienta material, física, simbólica, sociológica y
política. Para diferentes objetivos y desde diversas teorías, la corporalización cam-
bia sus figuraciones, a pesar de que todas las figuraciones corporalizadas que aquí

I Por "actante" queremos referirnos al femenino de actor o agent, los dos conceptos propuestos por
Haraway. Véase Donn. Haraway, Simians, Cyborgs, and Women. The Reinvention of Nature, Reino
Unido, Free Assoeiation Books, 1991.
78 CONSTRUYENDO TEORíAS

consideramos poseen al menos un objetivo común, el de desconfigurar las relacio-


nes de poder, ya sea de modo explícito o implícito, el de transcurrir a través de las
estructuras de poder sin estancarse en los márgenes. Es decir, puesto que su obje-
tivo mediante la desconfiguración de las estructuras de poder es ser visibles y no
esconder sus expresiones, el camino que recorren es un camino visible que no trans-
curre por los márgenes. Todas las figuraciones proyectan sus actividades e identida-
des desde los márgenes al espacio que hay entre las estructuras de poder, porque
sólo de esta manera ellas son agentes y corporalizaciones. Anteriormente se halla-
ban en los márgenes, de modo que no eran visibles y, en consecuencia, eran sujetos
sujetas a una serie de constricciones ideológicas y no corporalizadas. z

¿Existen los posfeminismos?

Puesto que el proyecto clásico del feminismo no ha llegado a su fin, algunas auto-
ras y militantes no conciben hablar de posfeminismo. Para esas y otras autoras, el
proyecto posmoderno tampoco tiene mayor cosa que ofrecer al feminismo, ya
que muchas veces se piensa que su actividad y su representación política son im-
posibles. No obstante, la realidad es muy distinta. Los feminismos actuales tienen
lugar, tanto teórica como militantemente, en un contexto posmoderno. 3
El feminismo que se encuentra en el contexto de la teorización posmoderna
mantiene una estrecha relación con la infinitamente citada crisis del sujeto moder-
no. Éste se halla en crisis, todavía en crisis. Nosotras no queremos un sujeto uni-
tario -blanco, heterosexual, sin ninguna discapacidad, con poder adquisitivo- que
sea el principal receptor de la mayoría de los privilegios, porque en esta lógica bi-
naria, tal sujeto está construido y empoderado a través de la discriminación y la
opresión de la otra. Nosotras necesitamos escapar de esta red de representaciones
binarias y alejarnos de 10 que implica ser sujetos condicionados por las identidades
represivas para buscar ser agentes que desarrollan nuevas reivindicaciones políticas
a través de nuevas representaciones corporales.
Siguiendo las consideraciones descritas arriba, desde ahora, el sujeto del femi-
nismo no va ser la mujer en singular ni tampoco las mujeres en plural, sino una
diferente red de experiencias que no pueden ser reducidas a la identidad de muje-
res. El concepto de mujer está en conversación con el concepto unitario de hom-
bre. A pesar de que los movimientos feministas han tratado a través de la historia
de construir un concepto plural de mujeres como consecuencia de las críticas re-
cibidas que argumentaban que los movimientos y las reivindicaciones feministas
no eran representativas de todas las mujeres porque no tomaban en cuenta las
diferentes experiencias de clase, opción sexual, raza, etnia y religión, el sujeto fe-
minista, sustancialmente en su vertiente teórica, cambió del singular mujer al plu-
ral mujeres, pero no la representación de este sujeto.

, Por "corporalización" entendemos la conciencia del cuerpo y de las identidades y actividades que
posibilita esta materia.
l Por cuestiones de tiempo y espacio no nos es posible en la presente exposición tratar estas dos pos-
turas contrapuestas.
CORPORALlZACIÓN: NUEVOS fEMINISMOS Y ACTANTES POLiTICOS 79

Los feminismos contemporáneos se encuentran en el marco de la posmoderni-


dad. Ésta aboga por la multiplicidad de la actante, por la variedad de las formas de
representar el género, el sexo y la opción sexual que resultará en la diversidad
de representaciones corporales.
A continuación se propondrán diferentes corporalizaciones surgidas de distintas
disciplinas y teorizaciones dentro del feminismo: el feminismo negro, el feminis-
mo poscolonial, el feminismo lesbiana y los movimientos y activismos queer, que
surgen y se desarrollan junto a las teorizaciones y activismos feministas.

El aparecer y el desaparecer del cuerpo


en las reivindicaciones feministas
Durante mucho tiempo, en las reivindicaciones feministas el cuerpo como actante
de decisiones, como materia para tomar decisiones, ha sido apartado del discurso
teórico, si bien en la arena polftica, desde las manifestaciones públicas de las sufra-
gistas hasta las performances de los drag king, la visibilidad de la persona corporali-
zada ha sido latente mediante estas reivindicaciones. Por otro lado, acciones como
la negativa a ingerir alimentos por parte de las presas sufragistas han logrado refle-
jar la conciencia corporal de las activistas mismas.
Pero en el marco de las teorizaciones feministas, la presencia del cuerpo ha sido
muy diferente. Debido al prolongado debate que han entablado los feminismos de
la diferencia y de la igualdad, poner la atención en el cuerpo ha significado tomar
partido por el primero, por el feminismo de la diferencia. Considerar el cuerpo una
herramienta para mantener y defender las diferencias entre los hombres y las mu-
jeres era esencializar las diferencias entre los distintos sexos y no dejar espacio a
otra construcción social de lo que era ser mujer o mujeres. Sin embargo, para di-
ferentes feminismos, ha sido la materialidad, el cuerpo biológico, el que sostiene la
construcción social y cultural de ambos géneros. Como consecuencia, es posible
decir que el feminismo de la igualdad también se basa en la diferencia material que
socialmente hemos construido de los dos sexos.
El cuerpo siempre ha sido una materia para la contradicción: por un lado, mis-
tificación de la materialidad, y por otro, negación de esta materialidad misma
como si fuera un obstáculo para lograr la igualdad entre diferentes actantes y ac-
tores. Pero a pesar de ello, para trabajar con nuevas figuraciones corporales nece-
sitamos partir de nuestras propias materias corporales, desde y con la materia a la
que se le ha negado la acción. Nuestros cu~rpos serán la materialidad con la que
tenemos que trabajar, una materialidad desde la cual nosotras podremos reivindi-
car nuevas representaciones, nuevas acciones y nuevas políticas.

El cuerpo como corporalizaci6n de la actante feminista.


De las metáforas a las figuraciones
Nuestras acciones van acompañadas de expresiones lingüísticas. Para que nuestras
acciones corporales sean representadas y entendidas por diferentes personas den-
tro de la sociedad necesitan ser descritas e interpretadas. Mediante esta descrip-
80 CONSTRUYENDO TEORíAS

ción y nuestra propia materia corporal, produciremos nuevas figuraciones. Las


metáforas recogen experiencias corporales, por 10 tanto, serán herramientas váli-
das para nuestro objetivo. Las corporalizaciones de diferentes actantes feministas
van a resultar diferentes figuraciones con la ayuda de metáforas.
Las metáforas están basadas en las percepciones y experiencias corporales de
aquellas personas que las utilizan, así como en la representación verbal de dichas
experiencias. Pero, ¿las experiencias de quiénes están reflejadas en el lenguaje que
usamos? ¿Necesitarfamos inventar un lenguaje distinto para hacer visibles nues-
tras acciones corporales y percepciones?
Quizá las metáforas que existen en la actualidad no son capaces de reproducir
nuestras experiencias corporales si nosotras 10 que deseamos es construir nuevas
corporalidades a través de nuevas narrativas, nuevas técnicas y nuevas acciones.
Al mismo tiempo que las actividades corporales están cambiando, al mismo
tiempo que las actantes feministas están protagonizando nuevas escenas en las
calles, en los parlamentos, en el mercado laboral, están aprovechando su capaci-
dad de hablar, de describir nuevas experiencias y acciones, y las metáforas que
derivarán de estas acciones serán nuevas metáforas. Como Chela Sandoval indica,
nosotras estamos ya encarnando las metáforas que utilizamos para representarnos
a nosotras mismas. 4 Ella hace referencia a la representación del cyborg configurado
por Donna Haraway. Por un lado, ya somos cyborgs porque nuestra vida diaria se
lleva a cabo mediante la interacción con máquinas y tecnología; por el otro, estas
máquinas y tecnologías siguen siendo necesarias para desarrollar nuestros proyec-
tos políticos feministas.
Las metáforas posibilitan la conciencia del cúmulo de experiencias que la confi-
guran. Aun siendo un mito, yen otros casos una ficción política, la metáfora es la
herramienta para ir más allá de las experiencias estructuradas y establecidas de
antemano, es un nuevo estado y un nuevo espacio desde donde podemos efectuar
nuevas reivindicaciones políticas.
A continuación veremos diferentes figuraciones y propuestas teóricas y prácti-
cas desarrolladas por diversos colectivos políticos y autoras.

La nueva mestiza
La mestiza de Gloria Anzaldúa es el resultado de las experiencias de una mujer
real, el producto de las experiencias de la propia autora, entre otras cosas, una
mujer identificada a sí misma como mestiza y lesbiana. Con la constricción de ser
la otra -de procedencia mestiza- de la otra -mujer-, su conciencia sobre su situa-
ción social, cultural y económica será el primer paso para ir en busca de una figu-
ración viable para sus posteriores reivindicaciones.
La mestiza se hace a ella misma a través del ensamblaje de diferentes máscaras
que necesita llevar puestas en distintos momentos y situaciones:

• Véase Chela 5andoval, "New Science: Cyborg Feminism and the Methodology of the Oppressed", en
Chris Hables Gray (ed.), The Cyborg Handbook, Estados Unidos, Routledge, 1995.
CORPORALIZACIÓN: NUEVOS FEMINISMOS Y ACTANTES POLíTICOS 81

After years of wearing masks we may become just a series of roles, the constellated self limp-
ing along with its broken limbs [ ... ] Between the masks we've internalized, one on top of
another, are our interfaces. The masks are already steeped with self-hatred and other interna-
lized opressions. However, it is the place -the interface- between the masks that provides the
space form which we can thrust out and crack the mask.'

En primer lugar, la nueva mestiza simboliza la lucha de fronteras externas que


se traducen en batallas internas. Además, representa el tránsito entre formaciones
culturales y por ello la tolerancia hacia las contradicciones. Finalmente, aparece la
necesidad de una nueva conciencia: 6

And though it is a source of intense pain, its energy comes from a continual creative motion
that keeps breaking down the unitary aspect of each new paradigm [ ... ] And after she has
achieved a new consciousness, she is able to reinterpret history and, using new symbols, she
shapes new myths. She adopts new perspectives toward the darkshinned, women and queer.'

La nueva mestiza es la figuración para ir a través de las identidades, para desha-


cerse de las caras, de los roles, de actividades, al miSmo tiempo que la nueva con-
ciencia le da la posibilidad de que decida sobre sus acciones. Primero, ella necesita
redefinirse y empoderarse como mestiza, necesita subvertir el anterior significado
de mestiza para hacer posible una nueva actante al margen de las sujeciones de las
diferentes culturas.
Elena Casad08 clasifica a las nuevas mestizas dentro de las visualizaciones 9 mul-
tidimensionales del feminismo. En este caso es criticada la malvada homogeneiza-
ción de la colectividad de las mujeres. Las nuevas mestizas añaden nuevas experien-
cias a la categoría de mujeres -ser mestiza, ser lesbiana- y al mismo tiempo llevan
a cabo una homogeneización de estos ensamblajes de identidades. Las autoras sos-
tienen que las mujeres mestizas forman una comunidad de mujeres coherentemen-
te constituida, que define su subjetividad al margen de relaciones sociales, en vez de
ser estas últimas construidas a través de ellas.1O

5 Gloria Anzaldúa, Making Face, Making Soul/Haciendo Caras: Creative and Critical Perspectives by Wo-
men of Color, Estados Unidos, Aunte Lute Foundation Books, pp. XV-XVI.
• Véase Elena Casado, "Cyborgs, nómadas, mestizas ... Astucias metafóricas de la praxis feminista", en
Gabriel Gatti e lñaki Martínez de Albéniz (coords.), las astucias de la identidad, España, Euskal He-
rriko Argitalpen Zerbitzua, 1999, p. 47.
7 Gloria Anzaldúa, op. cit., pp. 379-382.
• Véase Elena Casado, op. cit., Y"A vueltas con el sujeto del feminismo", en Po/(tica y Sociedad, núm. 30,
España, 1999, pp. 73-91.
, En este momento trataremos "visualización" y "figuración" COmo sinónimos, a pesar de que entre
ambas hay alguna que otra diferencia. Visualización es un concepto que Donna Haraway va a propo-
ner en Simians, Cyborgs, and Women. The Reinvention of Nature para hacer frente a la objetividad y
proponer el conocimiento feminista. Por su parte, figuración es un concepto acotado y descrito por
Rosi Braidotti en su obra Sujetos nómades.
,. Véase Elena Casado, op. cit.
82 CONSTRUYENDO TEORíAS

El sujeto n6mada
Como Rosi Braidotti explica en Sujetos nómades, es solamente una posibilidad de
figuración, una entre muchas figuraciones que el feminismo necesita construir.
Por "figuraciones" esta autora entiende las nuevas interpretaciones de la materia-
lidad que tienen base política y que son capaces de hacer reivindicaciones políticas.
Las figuraciones son retratos de las complejas interacciones de diferentes niveles
de subjetividad.ll
El sujeto nómada es un mito, una ficción polftica que posibilita a Braidotti ana-
lizar en detalle las categorfas identitarias establecidas y los niveles de experiencias,
así como moverse a través de ellos.
El sujeto nómada no transita las limitaciones de la diferencia sexual. Quizás éste
sea el único límite que deja sin transitar, la única categoría establecida que no re-
corre. La actante del feminismo es un sujeto nómada diferente sexualmente a
otros actores, nómadas o no. tste podrfa ser el único lfmite explícito del sujeto
nómada. Braidotti argumenta que el concepto de género esconde las relaciones de
dominación entre los hombres y las mujeres, y que al mismo tiempo considera la
diferencia sexual como negativa. El concepto de género es una ficción que no so-
lamente regula y normaliza las diferencias entre mujeres y hombres, sino también
las diferencias entre diferentes mujeres. 12
Braidotti aboga por el reconocimiento de la identidad de género de las mujeres
sin olvidar en ningún momento las diferencias entre éstas. Las mujeres necesitan
un marco común, un sistema simbólico común que además posibilite las reivindi-
caciones de las diferencias entre las mujeres. A pesar de que la diferencia sexual es
entendida como biológica, social y simbólica, va a ser representada en una estruc-
tura social que el sujeto nómada no puede transitar.
El desplazamiento nómada designa una transformación creativa. El sujeto nó-
mada es una metáfora preformativa que posibilita encuentros, experiencias, inte-
racciones y conocimientos inesperados que en otras circunstancias serfa difícil que
se dieran.H Con esta metáfora preformativa, Rosi Braidotti opta por la subversión
de la metáfora y de aquellos elementos que son parte de las metáforas: acciones
corporales, experiencias corporales y usos del lenguaje.

Cyborg
El cyborg es la representación llevada a cabo por Donna Haraway. Es el centro de
un mito irónico y político fiel al feminismo, al socialismo y al materialismo. '4 El
cyborges el personaje principal de la literatura y películas de ciencia-ficción, donde
el sexismo, el racismo, el clasismo y otros tipos de opresiones son peleadas. Con el
cyborg, las reivindicaciones feministas pueden trabajar en una nueva corporalidad
al mismo tiempo que en la producción de sentido a través de esta corporalidad. La

11 Véase Rosi Braidotti, Sujetos nómades, Argentina, Gedisa, 2000, p. 30.


1l Véase ibid., p. 52.
" Véase ibid., p. 32.
,. Véase Donna Haraway, op. cit., p. 149.
CORPORALlZACIÓN: NUEVOS fEMINISMOS Y ACTANTES POLíTICOS

misma cyborg confiere un nuevo sentido a sus acciones y a las relaciones que posi-
bilita a la vez que toma en cuenta las relaciones de poder y de dominación univer-
sal de donde proviene. Su objetivo es subvertir estas estructuras globales de poder
desde una nueva localización y desde nuevas experiencias de corporalidad.
La escritura cyborg trata de sobrevivir utilizando las mismas herramientas que
configuran el mundo; las narrativas no son ficciones en un sentido restrictivo, sino
estrategias que producen significado, en otras palabras" figurations are performati-
ve imagines that can be inhabited. Verbal or visual, figurations can be condensed maps
of contestable worlds".15
Los límites se difuminan y son al mismo tiempo condiciones para la existencia
de los cyborgs: los límites entre lo humano y lo animal, las fronteras entre el orga-
nismo y la máquina. Los diferentes feminismos no han estado al margen del mito
de los orígenes y de la lógica naturalizada de la representación,16 por 10 tanto aquí,
a través de esta nueva corporalización, Haraway nos ofrece a las pensadoras femi-
nistas un camino al margen de la esencialización de la red del ser.
La cyborg es una figuración que nosotras estamos llevando a cabo y a través
de la cual miramos. En nuestra era hipercapitalista y10cal-global, la cyborg es nuestra
propia representación de materialidad, de nuestras acciones corporales y nues-
tra codificación a través de diferentes narrativas y textos del sistema tecnológico.
Nosotras ya somos cyborg. 17 Pero al mismo tiempo, ésta es una figuración, una
representación teórica que nos muestra la posibilidad de ir más allá en la red de
las narrativas de poder, es una figuración a través de la cual nosotras podemos ser
conscientes de la red de narrativas de poder y subvertirlas.

Drag King
Esta última figuración está basada en las caracterizaciones butch y femme realizadas
en los 70 y en los cabarets de lesbianas de los 90. El drag king nos permite una ex-
tensión del cuerpo para experimentación personal y para nuevas teorizaciones.
Mientras que la drag queen ha sido propuesta por Judith Butler como práctica y
teorización de la performatividad del género,lB dentro del activismo y la teorfa queer
la figuración del drag king se ha desarrollado y practicado para subvertir la hetero-
sexualidad normativa y la mujer determinada biológica y cultural mente. Es una
práctica corporalizada para hacernos a nosotras mismas conscientes sobre las tec-
nologfas de género a través de las cuales hemos sido construidas y para posibilitar
la utilización de tecnologías de género que nos han sido negadas hasta el momento
por nuestra adscripción cultural y biológica a un sexo o al otro, además de por la
misma construcción cultural y social de nuestro sexo biológico.

1S Donn. Haraway, Modest Witness@Second Millenium. FemaleMan Meets OncoMouse, Estados Unidos,
Routledge, 1997, p. 11.
16 Véase Elena Casado, "Cyborgs, nómadas, mestizas ... Astucias metafóricas de la praxis feminista", en
Gabriel Gatti e lñaki Martínez de Albéniz (coords.), Las astucias de la identidad, op. cit., p. 56.
17 Véase Chela Sandoval, op. cit.
" Véase Judith Butler, Gender Trouble, Estados Unidos, Routledge, 1999.
CONSTRUYENDO TEORíAS

El drag king es una realidad que trabaja para la subversión de la realidad sobre la
cual se construye, una realidad precedente donde el cuerpo biológico en el que
nosotras vivimos no es estático ni predeterminado, sino un cuerpo que puede
cambiar, que puede performativizarse para construir un sistema de símbolos y
estructuras sociales diferentes.
El drag king, al mismo tiempo que deconstruye y subvierte el sexo biológico, el
rol cultural, también subvierte el normativismo heterosexual que es la base de la
sociedad en la que vivimos hoy en día. A la vez que se subvierte el sistema hete-
rosexual y la normalización de los sexos biológicos y roles sociales, es posible
subvertir las relaciones de poder raciales y étnicas a través de la performatividad
del drag king.

Conclusiones
Sería posible llevar a cabo una genealogía cronológica a través de las figuraciones
corporales propuestas por diferentes autoras feministas. Éstas podrfan ser atracti-
vas y al mismo tiempo prácticas metodologías para cualquier investigación social,
puesto que como corporalidad es, dichas figuraciones abren las fronteras de los
cuerpos disciplinados, del cuerpo inmerso en el biopoder y el micropoder. A noso-
tras no nos es útil un cuerpo estático e invisible para poder hacer teorías. En estos
momentos estamos teorizando justo al revés: estamos abriendo los cuerpos para
corporalizar nuestra realidad y para tener una representación corporalizada de la
realidad.
Estas corporalizaciones no son el resultado de algunas reivindicaciones feminis-
tas, pero sí la materialidad desde donde nosotras podemos empezar a construir
nuevas políticas feministas. Me gustaría decir que es un error considerar a la mes-
tiza, al sujeto nómada, a la cyborg y al drag king como fines en sí mismos.
Las figuraciones no intentan ser figuraciones políticas holfsticas, pero diferentes
autoras feministas responden a diferentes situaciones o a situaciones parecidas con
diferentes figuraciones. Las figuraciones o metáforas que se han descrito breve-
mente más arriba no son la totalidad de las nuevas corporalidades propuestas por
feministas teóricas y militantes.
Las figuraciones no son un fin en sí mismas. No son la representación de la
actante feminista, pero sí una herramienta para hacer visibles diferentes propues-
tas de diferentes actanctes feministas. Nosotras mismas, nuestras distintas opre-
siones, no son representadas y no pueden estar resumidas en una única figuración.
Algunas figuraciones han sido creadas para buscar una salida a una situación muy
concreta a pesar de que sus reivindicaciones y conciencias pueden ser aplicadas a
otras actantes feministas, por ejemplo la nueva mestiza. Otras figuraciones son
supuestamente más extensivas, representan a un número mayor de actantes femi-
nistas. Las figuraciones son respuestas metafóricas a situaciones específicas. Noso-
tras sabemos que vamos a necesitar más y diferentes figuraciones para escapar a
las fuertes narrativas del poder ya las identidades que estas narrativas inscriben en
nuestros cuerpos.
CORPORALlZACIÓN: NUEVOS FEMINISMOS Y ACTANTES pOlíTICOS 85

Bibliograffa

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Una visión
desde la
transexualidad
Fiorella Cava

UNO DE LOS PRINCIPIOS ACEPTADOS en muchos pafses civilizados es que 10 que ha-
gan en la intimidad dos personas que dan su consentimiento, estableciendo una
relación que no afecte a terceros, es un asunto privado entre ellas y su conciencia.
En Latinoamérica esto no se cumple, pesan más el prejuicio y la intolerancia como
motivadores directos de la represión social, cultural y policial de los grupos consi-
derados marginales, como si existiera un delito social más allá de una legislación
penal, un delito social que algunos países como Nicaragua penalizan. Este injusto
proceder, fuera de toda ética, es motivado por prejuicios y estereotipos que, pro-
fundamente arraigados, sostienen construcciones culturales e ideológicas intole-
rantes y dogmáticas.
El origen del término "fundamentalismo", tan en boga actualmente, no tiene
mucho que ver con el terrorismo internacional. Para hallarlo, más bien debemos
remontarnos a principios del siglo xx, cuando los pastores evangélicos, haciendo
gala de su literatura panfletaria, publicaron un manifiestd contra la modernidad, el
avance científico y social, la teorfa evolucionista y los estudios crfticos de la Biblia
bajo el título The Fundamentals: A testimony to the Truth (Los fundamentos: un tes-
timonio de la verdad). Los fundamentalistas sostienen la absoluta infalibilidad de
las Escrituras y su lectura literal; dicha corriente, aún vigente y activa en su pleni-
tud, ha sido exportada al mundo por importantes grupos cristianos evangélicos y
otras confesiones afines.
El fundamentalismo, por tanto, está ligado a la interpretación de un libro sa-
grado, de ahr que el término pueda ser aplicado indistintamente a cristianos,
judíos, musulmanes o cualquier comunidad religiosa que cuente con un libro
sagrado propio, aunque algunas veces se utilice con doctrinas no religiosas,
como serfa el caso de los fundamentalismos políticos o científicos, por señalar
sólo algunos.
90 TRANSGENERIDADES

Por su parte, el término "integrismo" empezó a ser empleado por los católicos,
quienes lo utilizan desde fines del siglo XIX. A principios del siglo pasado, ya era de
uso frecuente entre 105 teólogos que abogaban por mantener íntegras la ortodo-
xia de su fe, sus tradiciones y también, cabe decirlo, sus privilegios. Derivado de
esa postura, el integrismo expresa un fuerte temor a cualquier cambio, lo cual nos
permite asociar esta línea de pensamiento con la incapacidad del catolicismo para
replantear, desde la ortodoxia, cualquier cambio para adaptarse al avance de los
tiempos. En consecuencia, el integrismo constituye una posición religiosa y políti-
ca según la cual los principios o normas morales religiosas deben convertirse en
el modelo de la vida social y política, y en la fuente de las leyes del Estado.
A pesar de las diferencias formales, ambas actitudes caracterizadas por la into-
lerancia, a menudo se presentan juntas y sus expresiones más extremas de fana-
tismo las llevan frecuentemente a la confrontación con aquellos que tienen una
línea de pensamiento o de acción diferente a la suya. La violencia en muchos ca-
sos es manifiesta, pero en muchos otros la agresión se puede dar en términos de
exclusión política, social, laboral, educativa, médica, legal y económica. Por ello,
cuando resulta conveniente para el poder dominante excluir de la protección o el
trato igualitario a un individuo en particular o a un sector determinado, es nece-
sario determinar una diferenciación con base en ciertos atributos comunes, reales
o inventados, para poder así establecer una diferencia entre el nosotros y los otros.
La construcción se establece según ciertos mecanismos ocultos que ponen a fun-
cionar un sistema represivo, basado en prejuicios y estereotipos.
El prejuicio, a nivel etimológico, sería un juicio previo a la experiencia o carente
de datos empíricos, lo que nos indicaría a priori que es más o menos erróneo y
orientado en sentido negativo o positivo; pero al máximo nivel de especificidad, se
entiende por prejuicio la tendencia a considerar de modo injustificadamente des-
favorable a las personas que integran un determinado grupo social. En todo caso,
estas dos acepciones no sólo se limitan a la valoración del objeto en cuestión, sino
que orientan concretamente las acciones respecto a él.
Estereotipo, por su parte, conlleva un número de elementos comunes a quienes
comparten una cierta homogeneidad de grup%bjeto en la que se aprecia una
relativa rigidez y resistencia a todo cambio. Una segunda acepción considera al
estereotipo como un conjunto coherente y bastante rígido de creencias negativas
que un cierto grupo comparte respecto de otro grupo o categoda social. Se podría
resumir diciendo que estereotipo es simplemente el conjunto de las características
que se asocian a una cierta categoría de objetos o grupos humanos a las que se les
da una carga valorativa extrema en un sentido o en otro, sin matices. Para la co-
municación social, hacer tabla rasa de las diferencias y complejidades individuales
de las personas o grupos sociales de los que se pretende simplificar su vivencia,
sirve para construir una caricatura, la cual por irracional no es menos peligrosa, si-
no todo lo contrario. Lo que se pretende es construir un personaje público cuya
imagen sea fácilmente identificable por la masa a través del medio de difusión.
La categorización responde a la necesidad psicológica de simplificar las cosas y
de señalar, fortalecer y definir un sentimiento de pertenencia propio, sustentado
UNA VISiÓN DESDE LA TRANSEXUALIDAD 91

en la diferenciación con otros grupos sociales y estableciéndose, en consecuencia,


un relación de inclusión en un sentido y de exclusión en el opuesto. Dado que
los prejuicios y los estereotipos nunca marchan separados, debemos hablar de
ellos siempre en conjunto, a menos que nos refiramos a alguno en particular.
Hemos afirmado que muchos estereotipos y prejuicios se manifiestan en forma
sutil y escondida, aun cuando de modo explfcito se declare una intención iguali-
taria y no discriminadora. Existen, sin embargo, estereotipos y prejuicios en los
cuales esas intenciones positivas no se salvaguardan ni siquiera como declaración
de principios, sintiéndose legitimados ciertos sectores sociales para asumir de ma-
nera explícita posiciones discriminatorias y opresivas.
De lo que se trata, en el caso específico de la diversidad sexo-genérica, es de
victimar a estos grupos catalogándolos expresamente como "desviados" del mo-
delo impuesto. La mayor aceptación social de este tipo de prejuicio proviene de
considerar su comportamiento como opuesto no sólo a las precisas normas y roles
sociales dominantes, sino a los valores morales y preceptos religiosos que los sus-
tentan, y como tal se les penaliza y persigue, a menudo de manera violenta.
Como ya hemos indicado, actualmente casi la-~itad de los países del mundo
mantienen legislaciones represivas y homofóbicas en las que se considera delito ser
homosexual y, dentro de esa categorización, se incluye también a la gran diversi-
dad sexo-genérica que existe (lesbianas, bisexuales, transexuales, transgéneros,
travestis, intersexuales, etcétera). Es lamentable que la cultura de la ética, el respe-
to a la persona humana y la tolerancia no hayan llegado de manera oficial ni de
manera real a la vasta población mundial. Profundizar en ello no es el objetivo de la
presente ponencia, pero es menester señalar que nuestra sociedad aplica con fre-
cuencia estereotipos rígidos que devienen en exclusión y silencio; además, dado
que el comportamiento de la diversidad es entendido como un deliberado rechazo
de las normas impuestas por la sociedad, su valor colectivo como personas se ve
por tanto disminuido, resultando directamente la marginación a la que son conde-
nadas en nombre de la decencia.
La diversidad ve cómo se promueve en su contra una supuesta peligrosidad
social que en el pasado se expresaba en términos de corrupción moral, pero que
hoy ha encontrado un nuevo campo en los riesgos de la difusión del vIH-sida,
considerado por algunos como un justo castigo (quizá de origen divino) contra la
inmoralidad. En la práctica, los prejuicios han traído graves consecuencias que han
derivado en la difusión del virus a niveles de pandemia mundial. Al asociar el con-
tagio como propio de las prácticas homosexuales; se restringió e inclusive impidió
el manejo de la información por parte de los gobiernos hacia la población, no
permitiéndose, por presión expresa de los sectores conservadores, el reparto gra-
tuito de preservativos desde las áreas de salud de los diversos gobiernos como
medida para evitar el contagio en las relaciones sexuales de riesgo, de la población
sexualmente activa, en especial de los jóvenes y adolescentes. las consecuencias
que hoy lamentamos pudieron haberse impedido a tiempo, pero primaron los
prejuicios. La castidad que el integrismo prescribe no se puede imponer por pre-
cepto a la especie humana, cuando esta misma es antinatural y los primeros en
92 TRANSGENERIDADES

violar sus reglamentaciones sexuales han sido masivamente muchos religiosos con
escándalos que todos conocemos.
La identificación y generalización, ya no sólo entre individuos que pertenecen
a un grupo determinado sino entre categorfas diferentes, constituye un peso
agregado que muchas personas de la diversidad sexo-genérica sufren. Cuando se
generaliza como propia de las personas trans la conducta de travestis que se pros-
tituyen en las calles, para asociar indistintamente otras nueve categorías especffi-
camente distintas bajo la misma definición, se está obviamente atentando contra
la personalidad y la individualidad del resto de personas que componen la catego-
rfa transo Como sucede con todos los estereotipos, también en éste lo que mayor-
mente penaliza al individuo es que en toda generalización se pierde necesariamente
la riqueza de la diversidad. En el caso específico de la prostitución, un fenómeno
complejo con múltiples causas, la persona siente subrayadas sus posibles deficien-
cias, más que las causas ambientales externas y, en cualquier caso, no se le recono-
cen los caminos particulares que pueden haberle conducido a esa situación. Cada
persona es diferente y cada historia, en consecuencia, también lo es. Negarlo es
negar la individualidad del ser humano.
En aras del humanismo del siglo XXI, es necesario derribar todo un tinglado de
mitos, preceptos y normas de una concepción existencial cerrada que, apelando al
sentimiento mágico religioso de masas ignorantes, crédulas y por ello fácilmente
manejables, manipulan a su conveniencia los resortes culturales que han implan-
tado desde hace mucho en el inconsciente colectivo. El sistema, el statu qua, re-
quiere un cambio urgente, un viraje que tendrá que darse bien de manera brusca,
como sería la consecuencia de una revolución de las que conocemos por la histo-
ria, o bien de forma gradual, como serfa el caso de la acción de personas o grupos
de presión que, al difundirse el conocimiento, tal como sucedió con el invento, uso
y generalización de la imprenta, provoquen la caída de las vetustas estructuras
culturales sobre las que basan su poder los grupos conservadores.
Actualmente, la democratización del conocimiento nos está planteando de
manera indubitable una auténtica revolución de la información, gracias al em-
pleo de una red global informática conocida como Internet. La difusión del co-
nocimiento es hoy en día masiva, económica y sencilla, pero transcurrirá todavía
algún tiempo hasta que este acceso a la información dé lugar a una aceptación y
posteriormente a una internalización de las nuevas ideas por parte de la socie-
dad. Las personas en formación son las mejor dispuestas para la aceptación del
cambio, porque tienen la mente libre, ávida de aprendizaje y su curiosidad no
conoce las limitaciones con que nos gravan los prejuicios y los estereotipos. Esto
es bien conocido por los integrismos y los fundamentalismos, quienes implantan
sus ideas en las mentes jóvenes desde edad temprana, marcándoles además el
camino del no cuestionamiento a su concepción ideológica. El choque cultural
para estas nuevas generaciones será primeramente contra lo que les inculcaron
sus padres, luego sus profesores y finalmente contra las viejas estructuras del
poder, con su corrupción enquistada en todos los niveles del aparato estatal de
los países.
UNA VISiÓN DESDE LA TRANSEKUAlIDAD 93

El mundo global izado se divide actualmente entre quienes saben lo que es el


buscador Google y quienes no, pero el acceso a la información no causará un
cambio brusco sino paulatino, como dijimos anteriormente. Esto es debido a que
el individuo tiende a posicionar y estandar.izar los conceptos que va aprendiendo
o que le son implantados desde su más tierna infancia por la sociedad. La educa-
ción en América Latina no ha llegado, salvo honrosas excepciones que no consti-
tuyen la generalidad, al nivel educativo de países del primer mundo; en materia
de sexualidad estamos todavía en el siglo XVIII. Esto, que debería ser un reto para
los educadores, investigadores sociales, científicos, médicos y para los comunicado-
res sociales, constituye un motivo de indiferencia, pues la cultura no considera
importante la difusión del conocimiento de la sexualidad humana. De otro lado,
ante los cambios que se suceden a nivel global a una velocidad vertiginosa, la
adaptación del inconsciente colectivo hacia lo nuevo resulta muchas veces trun-
cada por la acción de sectores conservadores interesados en mantener sus con-
cepciones ideológicas.
Es alIr donde la discriminación, la intolerancia, el racismo, el sexismo, la misogi-
nia, la homofobia, el fanatismo y la agresión violerfl:a se manifiestan fehaciente e
íntimamente ligados al poder político y económico de turno, como un rechazo
ante lo nuevo y diferente, como una negación expresa y manifiesta de la vida mis-
ma, como si su verdad fuera la única y exclusiva. Imponer un patrón heterosexista
único y exclusivo, protegido por el aparato estatal que no puede o no quiere desli-
garse de la influencia de la Iglesia, se convierte en motivo de exclusión para vastos
sectores sociales que ven cada día cómo sus propias identidades son menosprecia-
das y tienen que soportar el oprobio de tener que ocultar sus aspiraciones y senti-
mientos, no por diferentes menos válidas, no susceptibles a la obligatoriedad de
acomodarse a lo que la cultura determina como normal cuando ellos lo sienten
como anormal. Estos conceptos, lo sabemos, son subjetivos y su validez es relativa,
dependiendo del contexto en que se encuentren definidos.
Lo que es normal para uno puede resultar anormal para otro, por tanto, su va-
lidez es relativa y no absoluta, una validez que depende del qué se está hablando,
del cómo, del dónde y del cuándo, así como de quién lo diga. En otras palabras, lo
normal o lo anormal son conceptos subjetivos que pueden ser valorados desde
perspectivas diversas, aunque muchas veces se confunda de manera sesgada yofi-
ciosa el concepto de lo diverso con el de lo inmoral.
Partiendo de una concepción tomista, la ortodoxia argumenta que la mente y
la voluntad controlan los instintos, rebajando al plano animalIa sexualidad huma-
na. El sexo biológico, la orientación sexual, la identidad de género y la intersexuali-
dad que determinan la existencia de cinco sexos biológicos y decenas de etiologías
clínicamente definidas, por reducir estos conceptos a sólo unos pocos, no son
elegidos conscientemente por el individuo, de modo que mal puede condenarse
a un ser humano por ser lo que es o simplemente por existir. Imponer roles sexo-
sociales de acuerdo con un patrón cultural heterosexista, misógino y homofóbi-
co, ha causado y sigue causando un trato injusto, vejamen, discriminación, muerte,
mutilación, tortura y sufrimiento a miles de millones de seres humanos en el
94 TRANSGENERIDADES

planeta. Es necesario dejar de sobrevalorar la actividad reproductiva en este mun-


do sobrepoblado y aceptar que hay personas que no pedimos nacer diferentes
y que sin embargo existimos para cuestionar las definiciones que aprendimos de
quienes nos educaron en nuestra niñez.
El enfrentamiento de la ciencia con las concepciones religiosas que propugnan
una sola y única visión de las cosas es el reto que asumimos quienes investigamos,
sintetizamos y propugnamos un cambio cultural que, dejando de lado fundamen-
talismos, integrismos y fanatismos de toda índole, gire hacia un cambio que fo-
mente el humanismo integrador y no segregador, tolerante e incluyente, que no
excluya ni condene lo que no comprende o lo que no quiere comprender. Creo
firmemente que el progreso de la ciencia, la modernización de los tiempos, el
desarrollo inexorable y arrollador del conocimiento en la evolución del pensa-
miento ético de la humanidad, no desmerecen en nada el conocimiento de que
Dios y religión son conceptos independientes, y que creer o no creer es cuestión
de fe. Diferenciar 105 planos espiritual y teológico y limitar sus prescripciones
morales para sus fieles es una necesidad que deberá ser asumida por las Iglesias en
este nuevo milenio. Sigo pensando que política y religión son conceptos que de-
berían permanecer separados en un Estado laico real y no declarativo que dejase
de sustentar por más tiempo fundamentalismos e integrismos que tanto daño
han hecho a la civilización.
Discriminar es tratar de forma diferente a lo que es igual, pero también lo es
tratar del mismo modo a lo que es distinto. Nacer siendo diferente, pertenecer a
una identidad sexo-genérica diversa y ser lo que se ha dado en llamar una disiden-
te sexual, no es algo que haya sido libremente elegido, pues nadie se vuelve, nadie
escoge, como es mi caso, nacer siendo transexual, pero lo asumimos porque no
nos queda otra elección, aun conociendo de antemano que ello nos acarreará
muchos problemas de discriminación en un mundo intolerante e ignorante. La
mayoría de la gente no puede ver su propia discriminación (sea esta social, racial,
por edad, sexo, género, cultura, etnia, etcétera). Debido a que ésta es disimulada y
ocultada socialmente en América Latina, se niega su existencia o se habla de ella
en voz baja. Entonces, personas como la que suscribe estas páginas debemos mos-
trarla en todos los foros que podamos, para así denunciar su oprobiosa y soterrada
existencia en sociedades como las nuestras.
Una verdadera democracia implica igualdad de oportunidades, el reconoci-
miento, el respeto y también la defensa de las minorías, entre ellas las provinentes
de la diversidad sexo-genérica. Replantear axiomas como el de "los pueblos lati-
noamericanos son católicos por tradición", cuando realmente lo somos por impo-
sición, sería un buen principio; los millones de muertos de la Conquista y de la
Colonia nos lo gritan desde sus tumbas. Derribar mitos que por años han sido
aceptados y repetidos como verdaderos por la cultura resulta impostergable para
los seres pensantes del nuevo milenio. La tarea será ardua, pero quienes se atrevan
a remover la trama para liberar el fondo tendrán como recompensa el logro de una
auténtica revolución cultural, la revolución sexual de la diversidad.
UNA VISiÓN DESDE LA TRANSEXUAlIDAD 95

Bibliografía

CAVA, F., Identidad, cultura y sociedad: un grito desde el silencio, Perú, Editorial Cisne,
2004.
Marginalización y violencia
enlre trabajadores
sexuales transgénero
en la ciudad de Xalapa
Rosío Córdova Plaza

LA LÓGICA DE LA EXCLUSiÓN SOCIAL opera a partir de relaciones de poder en las


cuales los sectores hegemónicos definen a quiénes consideran nosotros ya quiénes
los otros. El poder tiene la facultad de nombrar a los sujetos y de establecer diferen-
cias entre grupos, marcando una separación a partir de rasgos distintivos! que
tienen como principal función la de imponer diferencia y jerarquía, a todas luces
arbitrarias pero que aparecen para los individuos como resultado del orden natural
de la realidad.
Actualmente, la bipartición entre quienes tienen derecho a vivir y expresarse
libremente y quienes son prescindibles ya no actúa desde un criterio de carácter
espiritual -puesto que el cristianismo logró que Dios nos proveyera de un alma a
todos- ni desde uno de tipo jurídico -al volvernos sujetos de derechos y obligacio-
nes comunes. Y ya que todos somos ciudadanos con alma propia, ¿cuál es el prin-
cipio mediante el que opera ahora la lógica de la exclusión? La partición funciona
según lo que Macherey denomina un "precepto biológico": la norma positiva y
productiva que construye sujetos y señala la división entre lo normal y lo patoló-
gico, entre lo que reconoce e integra y lo que también reconoce, clasifica y aísla. 2
Si el poder construye sujetos preparados p;¡ra ejercerlo, al igual que otros funcio-
nales y obedientes, también conforma un cierto tipo de sujetos subordinados,
marginales y sin perspectivas de participar en la sociedad normalizada, es decir,
sujetos que, mediante la aplicación de diversas formas de violencia, en especial la
simbólica,l son gestados para ocupar un lugar preciso en la red social, aunque éste

1 Véase Roman )akobson, "El concepto Iingü(stico de rasgos distintivos. Reminiscencia y meditaciones",
en Nueve ensayos de lingüística general, México, Siglo XXI, 1981.
, Véase Pierre Macherey, "Sobre una historia natural de las normas", en E. nalbier, G. Deleuze y otros,
Michel Foucault, fílósofo, España, Gedisa, 1990, pp. 170-185.
l Para Bourdieu, la perpetuación de un tipo de dominaciÓn consiste en que opera en nombre de un
principio de significaciÓn, de suyo arbitrario e imprevisible, pero conocido y aceptado tanto por el
TRANSGENERIDADES

sea un sitio patologizado y circunscrito. Sin embargo, dada la caracterrstica ele-


mental del poder de generar luchas y resistencias, aunque clasifique y excluya, los
otros estigmatizados, al situarse en una relación de aceptación o de rebeldía fren-
te a su dominio, tienen la capacidad de oponerse y enfrentarse a él de diversas
formas.'
En el presente trabajo analizaré los mecanismos a partir de los cuales se ejerce
esa violencia simbólica hacia uno de tales grupos marginal izados, los trabajadores
sexuales travestidos de la ciudad de Xalapa.
La estigmatización y el acoso que sufren los individuos por transgredir el sistema
de género dicotomizado y el orden de sexualidad descansa en tres nociones que
nutren al imaginario social sobre la homosexualidad y el travestismo: anormalidad,
perversión y peligrosidad. Partiré de la idea de que el ámbito de la trasgresión, lejos
de situar a los sujetos fuera de la norma, los integra a ella, conformándose en un
locus donde se evidencian de modo más nítido los aspectos relevantes del orden
social. En este sentido, el trabajo sexual masculino travestido, al tiempo que con-
densa los aspectos más reprobables del sistema de género y de la sexualidad correc-
ta, constituye la forma más inteligible de trasgresión genérica y uno de los muy
escasos espacios de afirmación y resistencia identitaria para algunos miembros de
esa minoría sexual. 5

Orden de sexualidad y sexualidades estigmatizadas


La sexualidad es una de las esferas de la vida social que ha cobrado creciente im-
portancia en la conformación de una identidad individual. No solamente la femi-
nidad o la virilidad, la renuncia o el ejercicio, sino nuestra orientación, preferencia
y tipo de consumo sexual, nuestra competencia y capacidades, normalidad y per-
versión, son cada vez, en mayor medida, no sólo reclamos políticos sino factores
que nos constituyen como sujetos y nos proporcionan una autodefinición. 6 Para
Weeks, esta tendencia a situar a la sexualidad en el centro del debate ha sido resul-
tado de tres factores de rápida transformación: la secularización del sexo con la
consecuente liberalización de actitudes en Occidente, la mercantilización del ero-
tismo y la supuesta crisis de la familia, que deriva más bien de la proliferación de

dominador como por el dominado, es decir, ejercido a través de la violencia definida por el autor
como simbólica, por ser liamortiguada, insensible, e invisible para sus propias víctimas", Pierre Bour-
dieu, La dominaci6n masculina, España, Anagrama, 1999, p. 12.
4 Véase Michel Foucault, Historia de la sexualidad. vol. 1. La voluntad de saber, México, Siglo XXI, 1991.
5 La información fue recopilada durante un estudio antropológico más amplio sobre trabajo sexual
masculino entre los años 2000 y 2003. Además de la observación en las zonas de oferta de servicios
y de la realización de un sinnúmero de conversaciones no grabadas, se llevaron a cabo 11 entrevistas
a profundidad, abiertas y semidirigidas, a trabajadores sexuales transgénero trotacalles, y dos a con-
sumidores de dichos servicios. Para nombrar a los entrevistados se utilizan pseudónimos.
• Véase Jeffrey Weeks, Sexualidad, México, Paidós, 1998 y Rosfo Córdova, "Renexiones teórico-meto-
dológicas en torno al estudio de la sexualidad", en Revista Mexicana de Sociologra, vol. 65, núm. 2,
México, IIS-UNAM, 2003.
MARGINAlIZACIÓN y VIOLENCIA ENTRE TRABAJADORES SEXUALES TRANSGÉNERO 99

distintos arreglos domésticos. 7 Los cambios de los significados han llevado a la


búsqueda y validación de identidades sexuales diversificadas. 8
Asimismo, la conformación de las identidades sexuales involucra particulares
ajustes psíquicos respecto a la estructuración del deseo, que posicionan a los suje-
tos frente a lo que Butler denomina "género inteligible",9 es decir, principios de
aprehensión socialmente construidos para garantizar la continuidad entre sexo y
género, lo cual deriva en la configuración de un orden obligatorio que exige la
coherencia en sus cuatro componentes: género, sexo, práctica sexual y deseo.lo En
nuestra región, el sistema de género se presenta como bicategorial, excluyente y
complementario, junto a un orden que exige la heterosexualidad obligatoria en
cuanto a orientación, deseos, placeres y conductas. El régimen de sexualidad posee
un sesgo masculinista y falo céntrico que privilegia el coito, al concebir los deseos
varoniles como cargados de urgencias que requieren satisfacción inmediata.11
Al mismo tiempo, la focalización en el coito asocia el papel dominante a la mascu-
linidad, la actividad y el oportunismo, así como favorece que la condena social
hacia conductas homoeróticas que ocupan el papel llamado activo sea ligera y
poco estructurada. Si bien tales conductas no són aprobadas y prefieren mante-
nerse en relativo secreto, no existe sanción social efectiva contra el trasgresor,
porque se entiende que el varÓn no pierde su hombría mientras ejerce el papel
dominante durante la cópula, es decir, en tanto es el penetrador y no el penetra-
doY Esto deviene en concepciones muy dicotomizadas en las que el único tipo de
homosexual estimado como posible es el invertido, cuyo referente es la feminidad,
y es así subsumido a una categoría que resulte compatible con las definiciones
sociales y con las identidades de género. u La vinculación entre homosexualidad y
afeminamiento favorece el hecho de que un varón de aspecto masculino pueda
identificarse como heterosexual aun cuando sostenga relaciones homoeróticas
ocupando el papel activo. Aunque este esquema no responde necesariamente a la

7 Véase idem.
• Aunque la sexualidad ha sido centro de las preocupaciones de Occidente desde principios de nuestra
era, Weeks señala que es a partir de la década de 1960 que ha tenido verdadero impacto y resonancia
la idea de una polftica sexual como resultado de la crisis de las relaciones entre los sexos.
, Véase Judith Butler, Gender Trouble. Feminism and the Subversion of Identity, Estados Unidos, Routled-
ge, 1999, pp. 22-24.
10 Jbid, pp. 38-39.

11 Véase Roger Lancaster, '''That We Should AH Turn Queer?': Homosexual Stigma in the Making of

Manhood and the Breaking of a Revolution in Nicaragua", en R. Parker and P. Aggleton (eds.), Cultu-
re, Society and Sexuality. A Reader. Reino Unido, UCL Press, 1999, pp. 97-115 YRichard Parker, "'Within
Four Wal1s': Brazilian Sexual Culture and HIV-AIOS", en R. Parker and P. Aggleton (eds.), op. cit., pp.
253-266.
12 Véase Roger Lancaster, op. cit. y José Fernando Serrano, ·Cuerpos construidos para el espectáculo:
transformistas, strippers y drag queen", en M. Viveros y G. Garay (comps.), Cuerpo, diferencias y des-
igualdades, Colombia, Utópica Editores., 1999, pp. 185-198.
" Enguix afirma que el homosexual afeminado "es tolerado y a la vez degradado, puesto que, por una
parte es compatible con las definiciones de género, pero igualmente las quebranta con su trasgre-
sión". Begoña Enguix, Poder y deseo. La homosexualidad masculina en Valencia, España, Alfons el Mag-
n~nim, 1996, p. 50.
lOO TRANSGENERIDADES

realidad en el sentido de que las relaciones homoeróticas entrañan una gran varie-
dad de prácticas que no se reducen al coito o al papel jugado, puede funcionar
como referente para la evaluación pública de las conductas al enfrentarlas a una
bipartición entre lo valorado positivamente y lo reputado como trasgresión.14
En nuestra región es común encontrar que el sentir de los sectores populares
respecto a la homosexualidad es que se trata de una enfermedad de etiología vaga
o de un problema de nacimiento que puede tener su origen durante el período
menstrual de la madre. Los entrevistados ofrecen causas inespecfficas para explicar
la orientación homosexual o expresan que "así lo quiso Dios".15 De cualquier ma-
nera, sus raíces son consideradas congénitas o bien resultado de algún error, proble-
ma o enfermedad que afecta la naturaleza de las personas desde el nacimiento en
un sentido biológico. El modelo excluyente de dos sexos anatómicos'6 se afecta
en algún momento de la gestación por factores que a veces pueden ser identifica-
dos y a veces se presentan como incomprensibles: "Yo 10 considero mal, pero no
encuentro solución para eso. Ya Dios nos hizo así y hay que aceptar cómo somos,
qué le vamos a hacer. Me decfan mis hermanos: '¿Por qué eres así?'. Yo siempre fui
discreto, para que ellos nunca se dieran cuenta. Por eso ellos creen que a los 15 O
16 años me volví así, pero no. Luego mis hermanos decfan: 'Es que se volvió así por
alguna depravación'. Pero no, en mi caso no" (Yesenia, 24 años).
Esto resulta en la manifestación de rasgos asignados culturalmente a uno de los
géneros, en un cuerpo que tiene como base atribuida a su opuesto. Pero, por otro
lado, tampoco se descartan factores sociales o ambientales en la etiologfa de la
homosexualidad:

Lo mío es hormonal. Hay gente que se convierte por violaciones, por su familia, porque se
desarrolla en un ambiente donde hay muchas mujeres o porque luego los padres tienen puros
niños y después quieren tener una niña y la tratan como tal. Yo me di cuenta cuando iba en
la primaria, y no lo hice notar en mi casa porque me sentf confundido y dices: 'Qué onda, qué
me pasa'. Entonces traté de guardar las apariencias hasta donde más pude. Incluso yo me
declaré homosexual hasta la preparatoria. Me dije: 'Quiero hacer mi vida y no quiero estar
frustrado'. Y me destapé, como decimos nosotros (la Güicha, 33 años).

Las normas culturales que sustentan el sistema de género binario permiten una
salida inteligible a la orientación homosexual, tomando una noción de anormali-
dad producida por circunstancias biológicas o sociales, pero ajena a la voluntad de
los sujetos y expresada tanto en el deseo erótico hacia individuos del mismo sexo
como en una necesidad de cambiar o afirmar una identidad de género diferente.

14 Véase Rosío C6rdova, "De por qué los hombres soportan 105 cuernos. Género y moral sexual en fa-
milias campesinas", en David Robichaux (ed.l, El matrimonio en Mesoamérica ayer y hoy: unas miradas
antropológicas, México, Universidad Iberoamericana, 2003, pp. 291-309.
15 Para un análisis de las ideas sobre la etiologla de la homosexualidad, véase John Boswell. "Hacia un
enfoque amplio. Revoluciones, universales y categorías relativas a la sexualidad". en G. Steiner y R.
Boyers (comps.l, Homosexualidad: literatura y poll1ica, México, Alianza Editorial. 1985. pp. 38-74.
16 Véase Thomas Laqueur. la construcción del sexo. Cuerpo y género desde los griegos hasta Freud. España,
Cátedra. 1994.
MARGINALlZACIÓN y VIOLENCIA ENTRE TRABAJADORES SEXUALES TRANSGÉNERO 101

Violencia, anormalidad y perversión


En virtud de que la sexualidad es un ámbito ligado al poder,17 donde operan meca-
nismos de control para lograr la adhesión de los sujetos al orden social, quienes no
se pliegan a sus dictados suelen ser blanco de diferentes tipos de violencia. lB De la
noción de anormalidad suele derivarse una idea que vincula la no conformidad
hacia los imperativos de género con la violación tanto de las leyes de la naturaleza
como de la normatividad social, asumiéndose como una patología perversa e in-
corregible.,g La desviación sexual resume entonces el problema esencial de la ano-
maHa que, gracias a la violencia simbólica, logra configurar las percepciones de los
sujetos sobre el carácter trasgresor, enfermo, antinatural o inmoral de su propia
experiencia.
La homofobia, entendida como el miedo u odio a los homosexuales y la homo-
sexualidad, se conforma como la principal herramienta de control a partir de las
etapas tempranas del proceso de socialización. Plummer ha estudiado el papel que
desempeñan desde la infancia las expresiones homofóbicas entre los grupos de pa-
res, para lograr la adhesión de los sujetos a las normas de la masculinidad correc-
ta. 20 La homofobia es un fenómeno complejo qué" divide a los verdaderos hombres
de los otros, los anormales o desviados. El estigma homófobo se emplea asf como
mecanismo de etiquetaje para lograr la adecuación de los comportamientos indi-
viduales a las expectativas sociales,2' a la vez que busca asegurar tanto la subor-
dinación como la marginación de conductas y atributos patologizados. Entre los
sujetos de estudio, todos afirmaron haber sufrido conflictos en la familia o sido
objeto de algún tipo de violencia duran.te la adolescencia, e incluso antes, por su
orientación sexual, 10 que en la mayorfa de los casos les reforzó la sensación de
anormalidad:

Le tenIa miedo a mi familia y más a mi hermano. Cuando se enteraron fue un escándalo total
y pues, ya sabes, más en un rancho. Mi hermano me daba cada golpiza porque me querJa
hacer cambiar. Deda que no querla un puto en la familia. Entonces, empecé a vivir una vida
horrenda porque no me importaba la crItica, que me señalara la gente, la sociedad. Lo más
duro era que mi propia familia. en vez de darme apoyo moral, me rechazaba, porque [dedan
que] era una vergüenza para ellos (Jade, 34 añosl.

Esta violencia también se manifestó en los esfuerzos hechos por familiares para
corregirlos y tratar de encauzarlos en la dirección normal de la heterosexualidad. La
familia, al ser el ámbito por excelencia de Ia socialización de los sujetos y de la
conformación de la estructura psíquica del deseo, se torna un espacio que, por su

17 Véase Michel Foucault, op. cito y Jeffrey Weeks, op. cito

,. Véase James D. Wilets. "Conceptualizing Private Violence again,t Sexual Minorities as Gendered
Violence: An International and Comparative Law Perspective", en Albany Law Revi~w. núm. 60. Esta-
dos Unidos. 1997, p. 990.
" Véase Michel Foucault. Los anormales. Argentina, OCE, 2000, pp. 51-82.
20 Véase David Plummer. "Policing Manhood: New Theories about the Social Significance of Homo-

phobia", trabajo presentado en la School of Health, University of New England, S.F.• p. 8.


" Véase Erving Goffman. Estigma: Jo identidad deteriorada. Argentina. Amorrortu, 1986, pp. 13-14.
102 TRANSGENERIOAOES

condición de privado, puede cobijar hostilidad y agresiones impunemente 22 bajo la


forma de interés o preocupación:

Traté de complacer a la familia, de ser una persona normal, y con tal de tenerlos contentos
hice todo lo que pude. Mis hermanos me llevaban a los bares donde hay mujeres. Pero, iay!,
yo andaba así como machorra, vestida como hombre, tratando de fingir lo que no era, cuan-
do lo que quería era ser una mujer atractiva, de verme bonita. Me sen tIa ridícula al ir vestida
de hombre. Con tal de que yo cambiara, mi hermano pagaba para que me metiera con las
pirujas, deda: 'Qué voy a hacer con ella: tortillas,21 no m'ija, iYo soy mujer!'. Lo que tuve que
hacer fue abrirme de capas con ella, decirle: 'Sabes qué, mira, yo soy gay, hazme el paro, va-
mos a estar aqur un rato conversando, se te va a pagar, y hazme el paro para decirle a ellos que
sr estuve contigo' (Mireya, 27 años).

Las continuas agresiones que sufren los sujetos ante los primeros intentos por
invertir los roles de género asignados, el afeminamiento conspicuo y el deseo eró-
tico por personas de su mismo sexo, orilló a la mayoría de los entrevistados a
abandonar el hogar debido a las presiones familiares:

A los 16 años, cuando terminé la secundaria [dejé mi casa] por mi forma de ser. No nos
adaptamos. Hasta la fecha no me aceptan y siempre [recibo) agresiones verbales. Quise ale-
jarme de ellos y evitar ese tipo de problemas porque como familia que somos, pienso que no
vale la pena. Mis hermanos no se ponen a pensar que asr es la vida de uno y yo no escogí ser
asr, porque las personas que uno quiere se avergüenzan de uno. Con ellos yo trato de com-
portarme serio pero es algo inevitable. En una ocasión [me vieron] vestida y fue el dra que
más rechazado fui, no les gustó (Dulce, 23 años).

Una vez aceptada la necesidad de afirmación de la propia identidad y la atrac-


ción homoerótica, se inicia el proceso de transformación para obtener la apariencia
femenina mediante el uso de prótesis externas. Algunos emplean terapias hormo-
nales para lograr el adelgazamiento de la voz y la disminución del vello corporal,
mientras que otros prefieren el uso de inyecciones de aceite de cocina para lograr
el aumento en el volumen de senos, glúteos y piernas:

Haz de cuenta que yo era niño y empiezo a tomar hormona. Te cambia todo, te empieza a
salir el busto y entonces en la universidad pues era un escándalo, al grado de que una vez en
cuarto semestre me dio clases una maestra que no me había dado nunca y pregunta algo y yo
le contesto y dice: '¿Cómo te llamas?', para ponerme mi participación. Y yo le digo: 'Me llamo
fulanito de tal'. Y dice: 'Ah, tú eres el famoso'. sr. O sea, toda la zona universitaria sabIa que
yo tragaba hormonas. Luego me vestía [de mujer] y me iba a la biblioteca asr. Cuando ya
empecé a vestirme, llevaba como medio año tomando hormonas. Cambié mucho entonces
(Stephanie, 22 años).

El acto de travestirse y el deseo de ser penetrado durante la cópula se presentan,


entonces, como un perverso desafío a las leyes de la naturaleza y al orden social,

22 Véase James D. Wilets, op. cito

" Se refiere al término "tortillera", con el que se denomina a las lesbianas.


MARGINAlIZACIÓN y VIOLENCIA ENTRE TRABAJADORES SEXUALES TRANSGÉNERO 1°3

algo incomprensible para los demás; un desafeo que supone no sólo la trasgresión
hacia la sexualidad correcta sino a los esquemas naturalizados de aprehensión de
la diferencia sexual. Por consiguiente, el travestismo, al poner en entredicho la
objetividad del género, introduce elementos de ambigüedad que resultan reproba-
bles y peligrosos para el resto de la sociedad. 24

Sexoservicio transgénero y criminalización


A medida que los sujetos se involucran de manera creciente en las prácticas de
travestismo y las hacen públicas, suelen abandonar la residencia familiar y tratan
de establecerse en espacios menos hostiles. Así, es indispensable para lograr su
independencia obtener un empleo remunerado, pero las opciones laborales para
ellos como individuos transgénero son escasas y el ejercicio de la prostitución se
vuelve una actividad casi obligada. 25 Aunque es indudable que el ingreso al traba-
jo sexual está permeado por una condición de clase, no todos los entrevistados
pertenecen a los estratos socioeconómicos menos favorecidos. Las ocupaciones
previas al ingreso a una vida pública como indivióuos transgénero oscilan entre
dependientes de tiendas, estudiantes, campesinos, ayudantes de cocina y repartido-
res de leche. Algunos expresan la explotación de la que eran objeto y la necesidad
de soportarla por las dificultades de conseguir un empleo debido a su evidente
afeminamiento. Por añadidura, una vez tomada la decisión de travestirse, muchos
de los cambios a los que se someten son relativamente permanentes o, al menos, de
cierta duración -por ejemplo el largo del pelo, los tintes, el aumento en el volu-
men de ciertas áreas del cuerpo, los efectos de la terapia hormonal-, limitando
los empleos a los que pueden dedicarse, de modo que acaban circunscritos a los
espacios de diversión nocturna:

Estuve trabajando en un antro como dos años y medio de barman. Pero me salr porque entra-
ba a las 10 de la mañana, salra tres, cuatro de la mañana y era muy pesado. Porque exig!. un
sueldo más por el tiempo que yo estaba y [más horas libres para) poder dormir, fue por eso
que Jo dejé. Después estuve en una jugueterr. nada más como tres meses, porque supuesta-
mente pasaban clientes que les molestaba que yo los atendiera. Ahorita tengo como año y
medio de trabajar de sexoservidora y me siento más a gusto, la verdad sr. Aunque recibe uno
también insultos de la gente que pasa, agresiones. Pero me siento más aceptado ah! que en
cualquier otro trabajo (Yesenia, 24 años).

Como la remuneración en los demás empleos suele resultar muy baja, el traba-
jo sexual se vuelve la alternativa lógica para aquellos sujetos que no cuentan con

" Douglas ha examinado la relación entre peligro, anomalla y suciedad en aqueno que se considera
culturalmente fuera de lugar, confuso, susceptible de ser objeto de varias interpretadones. Véase
Mary Douglas, Pureza y peligro. Un andlisis de los conceptos de contaminación y tabú, España, Siglo XXI;
1973,
" Véase H. Daniel y R. Parker, Sexuality, Polities, and AIDS in Brazif, Reino Unido, Falmer p{ess,'í<~93, y
Don Kulick, "Causing a Commotion: Public Scandal as Resistance among Oralilian Tr"lsgendered
Prostitutes·, en Anthropo/ogy Today, vol. 12, núm. 6, Reino Unido, 1996, pp. 3-7. .
104 TRANSGENERIDADES

otros medios para sobrevivir que vender su fuerza de trabajo, además de que se
convierte en un espacio de libre expresión de la condición transgenérica:

Empecé cuando tenra 20 años a trabajar de esto y me encanta. Primero era por dinero y cu-
riosidad, por saber qué se siente cuando empiezas a vestirte de mujer, y me empecé a llevar
con los que se paraban ahr de más edad. Empecé a ver dinero y decidr trabajar, arriesgándome.
He trabajado en una pizzería, cortando el pelo, ayudando en la cocina. He trabajado en lo más
bajo y por muy poco dinero y todo el dra, porque la gente no te quiere bajar que de estilista y
que de cocinero, que de lo más poco por lo que es uno. No nos dejan desarrollarnos pública-
mente y aqur pues gana uno muy bien (Bella, 25 años).

Por otra parte, a pesar de que el sexoservicio pueda resultar atractivo por ser
mejor pagado que otras actividades, reviste altos niveles de riesgo para quien lo
ejerce. En este tenor, aunque no es tipificado como delito en México, ¡Ola ausencia
de una reglamentación en los códigos contribuye a la criminalización de los sexo-
servidores, al no reconocerles la figura de trabajadores con derechos y obligacio-
nes,27 además de que oculta los abusos de los que son objeto por parte de las
Fuerzas del orden público.
la percepción del sexoservicio como una actividad deshonrosa condiciona la
imagen que tiene la sociedad de los trabajadores sexuales, exacerbada por su aso-
ciación con adicciones como el alcohol y las drogas. Si a ello sumamos la trasgre-
sión de género que adiciona la anomalfa y la perversión a 105 otros ingredientes
de la condena social, se comprende que la violencia sea un denominador común
en la vida de los sexoservidores transgénero, donde opera una suerte de tránsito
de la aprehensión médico-legal a la criminológica. 28 Con frecuencia son objeto de
acoso verbal o de ataques físicos por parte de aquellos que se sienten amenazados
por su presencia. Durante sus rondas nocturnas, los trabajadores se encuentran
expuestos a robos, violaciones o palizas. A veces, son atacados por grupos de jó-
venes que externan su homofobia al amparo de la protección numérica: "Hay
gente que es agresiva. Hace poco dos personas me golpearon en la calle porque
no me quise ir con ellas. Quedé toda llena de sangre en la cara. Iba a tomar un
taxi, pero ninguno se paraba por cómo me verano Ya me han golpeado otras veces
por el simple hecho de ser gay" (Jade, 34 años).

26Las leyes, como el C6digo Penal del estado y el Bando de Polida y Gobierno, sr penalizan delitos relacio-
nados indirectamente con el ejercicio de la prostitución.
" Tanto la perspectiva reglamentarista como la abolicionista promueven en mayor o menor grado la
idea de que la prostitución es inmoral y peligrosa, no para las y los trabajadores sexuales, sino para
la sociedad. Por su parte, la legalización considerarla al sexo-servicio como un trabajo común y co-
rriente, gobernado por las leyes del mercado y sujeto a la legislación laboral. Véase Chrisie Brants,
"The Fine Art of Regulated Toleranee. Prostitution in Amsterdam", en Journal of Law and Society.
vol. 25, núm. 4, Reino Unido, 1998, pp. 622-623.
" Véase Irina Mendiara, "Modos de aparición: imágenes travestis y representaciones deseables" [en Ir-
nea], en Studium, núm. 10, Brasil, Instituto de Artes, Unicamp, en <http://www.studium.iar.uni-
camp.br/10/5.html> [Consultado el 20 de diciembre 2004].
MARGINAlIZACIÓN y VIOLENCIA ENTRE TRABAJADORES SE)(UAlES TRANSGÉNERO 105

La certeza de los peligros que entraña la profesión, por su mismo carácter calle-
jero, nocturno y marginalizado, está presente en la mayorfa de los entrevistados y,
en ocasiones, la actividad cotidiana se vive con inseguridad y angustia:

Los riesgos a que uno está expuesto en este trabajo son muchos. Saber que ya me arreglé, ya
me voy, pero no sé cómo vaya a regresar, o si vaya regresar o no. En una ocasión pasaron
varios chamacos, como cinco. Se acercó uno a hacerme plática y los otros se pusieron atrás de
mI y me aventaron piedras. El otro chamaco quiso arrebatarme la bolsa pero como la tenIa
enrollada en mi mano no logró hacer nada. VenIa un taxi y se echaron a correr, pero sI me
pegaron con piedras y estuve como cuatro o cinco dlas hinchado. Fueron dlas que no salí,
estuve en tratamiento (Dulce, 23 años).

Tampoco es infrecuente que los agentes de policía los extorsionen, abusen de


ellos y les exijan servicios sexuales a cambio de no consignarlos por faltas reales o
supuestas, aunque esto parece estar decreciendo en la última administración mu-
nicipal:

En una ocasión llegaron los policlas y me encontraron con el cliente en su carro. Yo les dije
que no estábamos haciendo nada malo. Entonces nos dijeron: 'Déjense revisar por si traen
algún tipo de droga'. Yo les di mi bolso para que me lo revisaran y me sacaron el dinero. Pen-
sé: 'Ya ni para qué me pongo a discutir con ellos porque ahorita me suben a la patrulla y quién
sabe qué vayan a inventar en [la comisarIa de] San José'. Desde entonces ya no acepto en el
carro, en la calle, asl ya no (Dulce, 23 años).

Pero a pesar del estigma que cargan, los travestis de la ciudad no son entes pa-
sivos que acepten sumisamente los significados devaluados que les imponen los
valores hegemónicos, sino que han desarrollado importantes armas para oponerse
a la violencia constante de la que son objeto. En el siguiente apartado revisaré las
variadas formas de lucha que adoptan y ponen en marcha desde la misma posición
estigmatizada en que la sociedad los ha colocado.

Mecanismos de resistencia
En virtud de que una de las características consustanciales al ejercicio del poder
es la posibilidad de generar oposición, los sexoservidores travestis han desarrolla-
do mecanismos para enfrentar las agresiones de las que son objeto. El robo, el
asalto, pero principalmente el escándalo, constituyen las· formas de resistencia
que los sujetos despliegan en la apropiación del discurso dominante, el cual es
redirigido hacia los clientes. 29
Al descansar el estigma de estos trabajadores en la usurpación por su parte de
los atributos definitorios del género entendido como opuesto, poder dar un escán~
dalo que atraiga la atención pública sobre la masculinidad de su persona y sobre el
hecho de que el cliente, un hombre aparentemente heterosexual o tapado, haya
sostenido relaciones sexuales con otro hombre, los coloca en una situación que

" Véase Don KuJick. op. cit.


106 TRANSGEIIIERIDADES

aprovechan a su favor. Si a ello se agrega la posibilidad de declarar a gritos que el


cliente ocupó la posición pasiva, avergonzándolo públicamente, el escándalo se
convierte en una estratagema para exigir más dinero por el servicio o para desva-
lijar a los clientes de sus pertenencias con cierta impunidad. Un trabajador afirma:
"Algunos clientes, cuando ya se satisficieron y no te quieren pagar, te empiezan a
insultar y es donde empiezan los problemas. Porque hace uno el servicio por
necesidad y que a la mera hora no te quieran pagar, pues no se vale. Porque le
estuviste haciendo 10 que él quiso. Pues sí te hacen enojar y se te ocurre cual-
quier cosa por desquitarte, por ejemplo, robarles o hacerles un escándalo" (Bella,
25 años).
Un aspecto importante para abordar la efectividad del escándalo se refiere a la
confusión para asegurar la clientela de los trabajadores. Un cliente relata su expe-
riencia con un sexoservidor que confundió con una mujer que "se veía como una
Barbie, fina y despachaba un olor bien bonito". Al principio, fue rechazado y esto
hizo que se reforzara su impresión de que era una mujer. Después de insistir, la
invitó a cenar y luego fueron a un hotel. Una vez que le hubo pagado e iniciado el
servicio, se percató de que era travesti y se enfrentaron verbalmente. Al momento,
el cliente notó que su cartera y su teléfono celular habfan desaparecido y, al tratar
de intimidar al sexoservidor, éste empezó a gritar y a amenazarlo con que iba a
llamar a su esposa por el celular. Continúa relatando: "Le dije que se calmara por-
que 10 iban a escuchar y me iba a meter en un problema, que yo me habfa portado
bien con él, y respondió: 'Mejor cálmate tú, papi, porque a mf me vale que le ha-
bles a la policfa, pero a ti que eres padre de familia, no te gustarfa salir en la foto
de la policiaca conmigo'''. El escándalo terminó cuando entregó al sexo-servidor
todo el dinero que llevaba encima y el personal del hotel que acudió al escuchar los
gritos le recomendó que dejara pasar el asunto. .
La ambigüedad o confusión puede ser una argucia que permita a los clientes
proteger su imagen masculina cuando sostienen relaciones homoeróticas, y que
pueden esgrimir para salir airosos de una situación que resultara comprometedo-
ra. Los sexoservidores se defienden señalando que:

El cliente ya sabe lo que es uno, nunca se le engaña. Luego me dicen: 'Eres mujer o eres hom-
bre', y yo les contesto: 'Si fuera hombre anduviera como tú con botines y de mezclilla'. Y si ya
uno así maquillad ita, con zapatillas y va uno en la calle como que hasta la forma de caminar
cambia, pero por dentro siento que nunca vaya dejar de ser hombre; digamos que llevo encima
el cuerpo de mujer y por dentro el cuerpo de hombre" (Mireya, 27 años).

Mediante estos recursos, los trabajadores transgénero utilizan las armas con las
que la normatividad de género y el orden de sexualidad les subordina para colocar
a sus clientes bajo ese mismo estigma y, a su vez, feminizarlos.

Comentario final

La facultad de poder implantar la adhesión a las normas mediante la reclusión de


los transgresores en espacios marginalizados y estigmatizados, tiene en la expre-
MARGINALlZACIÓN y VIOLENCIA ENTRE TRA8AIADORES SEXUALES TRANSGÉNERO 107

sión de todas las formas de violencia a su brazo ejecutor. La violencia material, en


sus variantes física y verbal, pero principalmente la violencia simbólica, que se in-
ternaliza en los sujetos brindándoles la convicción de su propia inadecuación, ga-
rantiza la aplicación de una normatividad homófoba que divide a los sujetos entre
verdaderos hombres y no hombres, que se deriva en el establecimiento de un
vínculo naturalizado entre sexualidad y anatomla. Ello condiciona que las infrac-
ciones a la norma se contemplen como inversiones o usurpaciones de los rasgos
atribuidos al género contrario, como resultado de anomalfas o perversiones.
Por un lado, el afeminamiento, y su modalidad más conspicua encarnada en
el travestismo, se presenta como peligroso para el orden social en la medida que
diluye las fronteras entre géneros; trasgrede los lfmites corporales e introduce
una contradicción interna al negar los postulados básicos del modelo. 30 Pero,
por otro, constituye la condición para la sobrevivencia del sistema, al resumir
todo lo no deseable, lo deshonroso, lo punible, y simbolizar lo que la sociedad
rechaza.
De esta forma, el sexoservicio transgénero representa formas de trasgresión
al régimen de sexualidad y al sistema de género, al ubicarlo en espacios estigma-
tizados con alta vulnerabilidad social, que se encuentran poco protegidos por el
aparato jurldico. Si a ello sumamos su vInculo con la criminalidad, las adicciones
y la violencia del ambiente en que transcurre la vida de los trabajadores, se pue-
de entender su frágil condición social al ser etiquetados como anormales, per-
versos y peligrosos por el resto de la sociedad.
Sin embargo, esta es una relación dinámica que implica también luchas y resis-
tencias que los sexo servidores travestis ponen en práctica utilizando a su favor los
mismos estigmas contra aquellos protegidos por su aparente conformidad a las
normas de género y a la sexualidad hegemónica.

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'o Véase Mary Douglas. op. cit., pp. 165-166.


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Travestismo,
transexualidad
y draguería' Antonio Marquet

Agustln no escribía poesfa. Pero, como la mayor parte de los


hombres, se expresaba con su propio cuerpo, con su com-
portamiento, vale decir, con la acción escénica de su vida.
Lo dice San Agustln:O'No os unáis con las palabras, sino
unlos con la palabra hecha carne" (De spirito et littera),
recordando, evidentemente, a San Pablo: "Dado que es
evidente que sois una letra de Cristo, redactada por noso-
tros, que somos sus ministros, y escrita no con tinta, sino
con el espíritu de Dios viviente: no sobre tablillas de pie-
dra, sino sobre tablillas que son vuestros corazones
de carne" (11 Corintios, 111, 3).
Pier Paolo Pasolini'

EL PÚBLICO QUE LE APLAUDE IGNORA SU nombre, su ocupación, sus aspiraciones, sus


coordenadas (domicilio, teléfono, trabajo matutino). En el Oasis, una cantina situa-
da en la calle de Cuba casi esquina con Eje Central, a unos pasos de Bellas Artes/
Marco Antonio hace quincenalmente de Sasha, Edith Márquez, Luda Méndez,
Gloria Trevi -por lo menos he visto esos números en una docena de ocasiones.
Destaca la línea de sus brazos femeninos, su larga cabellera, negra y sedosa; lo
agraciado de su braceo, la femenina naturalidad de su andar cuando se impersona
de Edith Márquez, desplazándose por todo el bar con seguridad.
De estatura media, complexión delgada y con 34 años (aparenta ser más joven),
su nombre familiar es Marco Antonio; el que eligió, Shirley. Vive con su pareja,
que trabaja de mesero en un restaurante de la Zona Rosa. En sus presentaciones
en el Oasis, el bar que mejor paga, gana 500 pesos, cantidad que algunas veces

1 En realidad, a 10 largo de mi texto me refiero a impersonadores, transformistas, que no son más que
una clase de travestis.
, Appunto 101. L'Epoch~: "Storia di un padre e delle sue due figlie", en Petrolio, Einaudi, Torino 1992.
1 El bar forma parte de un circuito hecho por algunos travestis: los viernes aparecen primero en el
Butterflies, en un showa las 23:30 hrs.; llegan al Oasis alrededor de las 12:30 y regresan al Butterflies
para el segundo show. Marco Antonio no realiza este circuito.
112 TRANSGENERIDADES

divide con otro travesti que aparece en la tercera parte. 4 Su padre es homófobo, al
igual que su familia. Marco Antonio/Shirley también se presenta como transformista
en fiestas de 15 años y bodas,5 y quiere trabajar en otro bar cerca de su casa.
Cuando se acercó a mf por vez primera me preguntó con ansiedad cómo lo
había visto cuando lo fotografié, asegurándome que todo (las suaves curvas de su
cuerpo) era postizo, eran implantes, nada operado. Con camiseta y vaqueros no lo
reconocfa. Imposible hacerlo, la transformación es impactante.
Pero el sólo hecho de afirmar que hace de Sasha o de Edith Márquez es hablar de
su anulación en función de lo más irrealizable de sus aspiraciones y anhelos: ser
otro. 6 Como en el caso del Quijote y los caballeros andantes, cede al apetito de una
identidad magnificada. Sin embargo, a diferencia de aquél, cuyo ideal es social y li-
bresco, uno se sentirfa tentado a afirmar que el travesti cede a un ideal egoísta
y mediático.
"Hacer de", quiere decir llevar el sentido de la imitación al terreno de la calca,
vaciarse de sí para adoptar los modales y tics de otro en el espacio de los tres minutos
de la canción o de los 20 minutos cuando el entusiasmo del público pide un núme-
ro más de la cuota normal, que consiste en tres canciones interpretadas por los
transformistas. Es decir, el acto travesti se decide por no vivir sino en función de ese
ideal de mujer inalcanzable. Ella (mujer, mujer famosa, exitosa, deseada, rebelde,
auténtica, liberada, única, heterosexual) representa lo que él no es (pues se trata de
un hombre, marginado, sin un nombre famoso, homosexual). Mediáticamente, ella
está colocada en el centro donde convergen la mirada y el deseo. El travesti es todo
deseo. Por medio del acto transformista se convierte escénicamente en otro.
La trasmigración lograda gracias al acto transformista significa en primer térmi-
no la anulación del propio nombre, revistiéndose de uno artfstico. Se trata de una
usurpación, asf como del apoderamiento momentáneo de lo inalcanzable. El acto
del transformista no sólo es una cuestión de vestuario: primeramente significa un
travestimiento nominal; es un gesto revolucionario que moviliza estructuras socia-
les, al menos escénicamente.
El performance transformista es un proceso complejo. Apunta tanto a aspiracio-
nes como a carencias, a la incapacidad tanto como a la osadfa. Por un lado, se es-
tructura como el sueño diurno que responde a la lógica del "dime con qué sueñas
y te diré de qué careces".? Por el otro, se presenta con una temática aún menos
variada que la ya de por sí monótona ensoñación diurna, aunque está dotada de
un aliento menos pasivo. El transformista no se contenta con la sola satisfacción
alucinatoria del deseo. Si la ensoñación diurna está condenada al silencio, a una

4 El espectáculo puede tener tres partes. En la primera aparece Marco Antonio, viene después un ma-
riachi, y termina otro travesti. En otras ocasiones sólo están el mariachi y Marco Antonio.
, Este hecho resulta muy interesante, pues apunta hacia la integración de los transformistas en la sociedad.
, Obviamente sin recurrir a la ablación de sus órganos, lo cual lo convertida en un transexual. Por ello
es importante subrayar que me haya confesado que todo eran prótesis. Un transexual desea ser una
mujer. Marco Antonio reivindica tanto su masculinidad como los artificios que utiliza para transfor-
mar su apariencia.
, En el Foro de la Comedia, las Hermanas Vampiro (Juan Carlos Bieleto y Byron son los más conoci-
dos), han representado Mujeres en mutacic5n, cuya trama se basa en quién será coronada reina. La obra
de teatro se estructura en torno a la fantasía infantil de la mujer suprema.
TRAVESTISMO, TRANSEXUAlIDAD y DRACUfRíA
"3

actividad de la fantasfa que se cuida de mostrar al otro sus escenarios, el performan-


ce transformista tiene una especial fascinación por mostrar tanto los escenarios del
deseo como aquello que anhela. El transformismo es teatralidad, performance, ilu-
sión, engaño, autoengaño.
Se podrían definir aspiraciones y carencias de la estrategia transformista como
dos espacios vacfos, espacios que sólo tienen relleno fantasmático, fantasma de la
mujer poderosa, fantasma de la feminidad, fantasfa de que es posible atrapar la mi-
rada del otro.
Con el acto travesti se transforma el bar en un espacio imantado por el empuje
de! exhibicionismo y del voyeurismo, un espacio para un performance perverso. Se
trata de una convocatoria lanzada a la mirada del otro con los atributos de quien no
se es. Ciertamente es engaño, pero es un engaño sabido, aceptado, compartido. Por
ello es un engaño en cascada. El goce en el performance transformista tiene que ver
con una complicidad que se establece entre el público y el performer travestido en el
espacio del bar transformado en escenario. Tal es el pacto de base del transformista:
sabe que él no es ni llegará a ser. Al igual que en la escena teatral, el espectador sabe
que se trata de una ilusión. Sin embargo, el teatro'~o pretende sustituirse a la reali-
dad y el performance travesti lo hace a través de una referencialidad compartida
tanto por el transformista como por e! público, destinatario del espectáculo. El
transformista se refiere a la artista, no a cualquiera, sino sólo a aquella que reúne una
serie de caracterfsticas;8 el espectador, por su parte, debe compartir con e! transfor-
mista su horizonte de cultura popular o al menos colocarse en esa perspectiva.
En una ocasión escuché un chiste hiriente sobre un transformista, que ponfa el
dedo en la llaga: "¡Pero no se parece a Margarita!", reclamó burlonamente un es-
pectador en medio de la representación. El transformista era particularmente falto
de gracia, ffsica, indumentaria y coreográficamente. No he visto nunca bailar a al-
guien más desangelado ni a travesti alguno con vestimenta más pobre y carente de
imaginación: envuelto en una especie de pareo, e! desdichado pretendfa ser Marga-
rita, la cantante de un grupo. Pero la ilusión estaba muy lejos ya no digamos de
establecerse, sino de despegar. Por otro lado Juan Gabriel, en el Oasis, es un homo-
sexual que se traviste de otro homosexual. En este caso, la marginalidad vestirfa los
atuendos de la popularidad y la fama. El espectador disfruta viendo a jui:mga, escu-
chando sus canciones, formando parte de la escena transformista (se puede tener a
la mano a Juan Gabriel cada fin de semana, en primerfsima filare incluso. acercarse
a él y saborear unos tragos en un sitio gay,. entonando "este es un ,lugar de ambien~
te, donde todo es diferente ..." -que sirve para cerrar en numerosas ocasiones-,
donde los heterosexuales, aparte de los dueños, son minoria: 9 ¿no será que a través

8 En el Oasis he tenido la oportunidad de ver a Lola Beltrán, Lucerito, ThaiCa, selena, Maricela, Roda
Banquells, Ana Gabriel, Gloria Trevi, Edith Márquez, Luda Méndez, la Tesorito, Juan Gabriel, Paquita
la del Barrio, Azúcar Moreno, Amanda Miguel, Alaska, shirley Bassey, Madonna, ROela Durcal, Isabel
Pan taja, Maciel, Donna ·Summer, Withney Houston, Diana Ross, Cher.
• Hazel Davenporth afirmó durante el coloquio que en el Oasis no permiten la entrada a travestis, lo
cual apunta a paradojas nada raras en el mundo gay: se tratarla de un lugar donde se ofrece. como
atracción un show travesti, pero que no es para que se diviertan travestis (no prohIben la entrada a
mujeres). Los travestis darlan show, pero no podrlan ser clientes, lo cual pone en evidencia un régi-
men de exclusiones y de normas que no son percibidas por todos.
114 TRANSGENERIDADES

de tales espejismos uno puede solucionar el monto de frustración de la vida coti-


diana? Por un momento se puede estar en primera fila y no en los márgenes socia-
les. El Oasis se transforma en una verdadera tregua de tensiones sociales, laborales,
genéricas y económicas.
En el festivo espacio transformista, mediador entre carencia y aspiraciones, hay
humor, erotismo y ludismo. El acto transformista muestra con humor los extre-
mos de un sistema genérico y la imposibilidad de arribar a ese estatus deseado. Es
el juego y la creación de una escena que ofrece al transformista una variedad de
recursos para arrancar la sonrisa del espectador. Lección de ludismo y de supera-
ción de los límites del deseo por medio de la fantasía, el acto transformista es un
tanque de oxfgeno en la atmósfera heteronormativa asfixiante.

Travestismo y ritual
El travestismo es un acto particularmente ritualizado en el espacio social. Se travis-
te el presidente (para la investidura y diversas ceremonias oficiales), el juez, el sa-
cerdote, el policfa, el militar, el médico, el deportista (desde el luchadQr hasta el
golfista o el futbolista), la edecán, el oficinista, la quinceañera, los novios, quienes
comulgan por vez primera ... Tiene que ver tanto con ritos de pasaje, con emblemas
de clase social, de jerarquía, de pertenencia a un cuerpo (el ejército, la iglesia, la
policfa, una empresa, un equipo), como con actos simbólicos (el juez en funciones
tiene que utilizar peluca y una capa en algunos países). Por otra parte, las categorfas
se suelen entrecruzar en ciertos casos: el sacerdote se inviste con las insignias no
sólo del ritual litúrgico (sotana, capas pluviales) sino de la estructura eclesiástica
(anillos, capelos). En la vertiente homosexual, el travestismo implica una toma de
posición en cuanto a las tensiones genéricas existentes en la sociedad: algunas de las
realizaciones a las cuales da origen son el transformismo, la draguería y la transexua-
lidad, pero está presente en ciertas ritualizaciones, como en la ropa de cuero para
la escena sadomasoquista y, en términos generales, en la apariencia vestimental del
gay (desde donde se explica el título de un artículo de revista, en el que se afirma
que a los nuevos metrosexuales no les interesa que la gente los vea como gays, por
su vestuario y apariencia). La comunidad gay ha codificado fuertemente la vesti-
menta, dando significados·al color del pañuelo y a su colocación: se trata de un
lenguaje para iniciados que transparenta las preferencias sexuales. Un accesorio
revela el deseo y por lo tanto se convierte en emblema personal de quien lo exhibe.
Habría que reflexionar sobre las fronteras entre el transformismo y la draguerfa,
sin el espíritu de apartar tajantemente una tendencia en cuyos orígenes se compar-
ten ciertos puntos. En primer lugar, la escenografía es diferente, las ropas y la
gestualidad no se limitan a una identidad: la draguería no cede tan obedientemen-
te a caprichos mediáticos, es una reinterpretación de la feminidad desde lo mascu-
lino -o viceversa en el caso de los drag kings. El o la drag utilizan atuendos de
mujer u hombre, pero no ocultan el origen masculino o femenino de la percha en
un juego perturbador. No pretenden atenuar la fuerte provocación confundiéndo-
se en el sexo opuesto. El drag es provocador; el transformista, seductor. Provoca-
ción y seducción serían dos paneles que establecen diferencias en el gesto de vestir
TRAVESTlSMO, TRANSEXUALIDAD y DRAGUERíA 115

prendas del sexo opuesto. Las identificaciones corren por diferentes vfas. El univer-
so drag es más amplio: sin duda hay citas a Divine, al Show de terror de Rockyo a
Prisci/la, reina del desierto. En el universo heteronormativo, el travestismo es un
espacio extremadamente limitado que cuenta fundamentalmente con tres lugares:
la calle, el salón de belleza (como en la novela de Bellatin que lleva el mismo nom-
bre) y el escenario. La prostitución, el saber técnico sobre la belleza, la ilusión del
vedetismo. En cuarto lugar estarfan los espacios fuera de la ley: los escenarios de la
extorsión (Eduardo Antonio Parra, Nomás no me quiten 10 poquito que traigo) y de
la celda (Emilio Carballido, Lula y Perla (más la justicia), pieza representada durante
la XIX Semana Cultural Gay en 2005).
Ni el transformista ni el dragpueden considerarse como una etapa hacia la tran-
sexualidad. Su objetivo es trazar puentes entre dos extremos, pero no desean la
fusión de esas polaridades. Drags y travestis explotan contradicciones y contrastes.
No van por una sfntesis que los supere o los niegue. No se han equivocado de
bando. El acto transformista y el acto drag son gestos trasgresores, provocadores,
que sostienen un diálogo desde los extremos. El transexual desea corregir. No
cuestiona la división genérica, a la que respeta yquiere ajustarse. Actúa en su
nombre. En cambio, el acto drag es escéptico en cuanto a una posible solución al
discurso sobre los opuestos genéricos.
No hay una gradación entre transexual, travesti y drago Mientras el transexual
proclama una adhesión a la bipartición genérica masculino/femenino y anula el
acto travesti, el drag niega esa polarización. El sujeto drag viste, reúne ambos roles:
adopta desde lo masculino las prendas femeninas (o viceversa). Lo que en el dis-
curso prevaleciente se divide en masculino y femenino, en el drag se da cita sin
fundirse. Ambos roles son reconocibles. El transformista ha sublimado la posición
genérica de una mujer fuertemente idealizada mientras niega la suya propia. Trata
de ser como otro para atrapar al otro. Juega con el vértigo de la ilusión en un juego
en el que está condenado a perder. lo

Hacia una conclusión


La transexualidad es una estrategia económica exprés para resolver discrepancias
genéricas: a pesar de problemas administrativos, todo se puede arreglar con una
operación, hormonas, tratamiento psicológico y una modificación legal de la per-
sonalidad. Existe incluso un protocolo para auxiliar en la trasmigración genérica

10 Miranda Venegas expone las distinciones que nos ocupan para lectores de la sección de espectáculos
de un diario de provincia de la siguiente manera (s;c): "Travestres son aquellos que suelen vestirse dé
mujeres e incluso sentirse como tales; transexuales son quienes incluso se someten a operaciones ya
tratamientos hormonales para convertirse en mujeres y hoMlosexuales son aquellos cuyas preferen-
cias sexuales son por su mismo sexo. Los brag Queen son diferentes, porque entre ellos encuentras a
grandiosos actores gay, si, pero también a infinidad de actores ·heterósexuales ·que, desafiando su
propia capacidad histriónica y hasta la visión del espectador, ", visten de túnica, tacón y peluca e in-
terpretan con exageración a la mujer ultra femenina, ultra sexy y todos los ultras que mencionamos
en nuestras páginas centrales, dando como resultado u~ espectáculo fabuloso, debido a su increfble
interpretación, que te fascina tal como si estuvieras ante alguien fuera de este mundo", en "¿Qué es
una Drag Queen? [en Irnea]. en <http://www.tabascohoy.com.mx/nota.php?id_nota-88682>.
116 TRANSGENERIDADES

por etapas. En las comarcas de la transexualidad, 105 géneros masculino y femeni-


no son como dos riveras de un río que puede cruzarse en lancha. Se quiere olvidar,
borrar el punto de partida, mientras se idealiza el punto de llegada.
El transformista quiere captar la mirada del otro por un medio seguro, que es
apropiarse de la mujer ideal. Es una relación con el otro femenino por medio de
una persona interpuesta. A falta de esa mujer particularmente ideal, están Sasha,
Lucerito, Lucha Villa, Lupita d'Alessio ... ; a falta del otro, está el público. El trans-
formista sabe que el río que habría que atravesar no es real.
El dragtransforma el género en un terreno de provocación. Hombres y mujeres,
la heterosexualidad, son las riberas; el sujeto drag es el rfo mismo, cuyo cauce
puede desbordarse en cualquier lugar e inventar nuevos cauces. Transformismo y
draguería se oponen en sus objetivos, aunque no demasiado en 105 medios. Estas
tres posibilidades dan testimonio de la riqueza de la sexualidad.

El error de Edith Márquez

El acto transformista es un proceso complejo que exige una serie de elementos (la
estrella, el hit, el travesti, la gestualidad, el público, el bar gay). Sin embargo, el acto
travesti se articula al producirse una resignificación de 105 elementos. Cuando la
pista corre, pronto escuchamos la afirmación que se repetirá como estribillo: "Fue
mi error, mi fantasía". Se trata de una canción de ruptura y desilusión que no escapa
a la estructura que suelen tener las canciones populares de ruptura (el yo que canta
subraya sus cualidades y todo tipo de bondades que posee. Yo es el héroe, mientras
tú es un villano al que se le recrimina infidelidad, incapacidad de amar, no estar a la
altura: su insuficiencia se registra en varias áreas. La historia de la pareja es pintada
en blanco y negro con un balance desfavorable). Sorprende que Mi error; mi fantasfa
no sea ni triste ni estridente. Por el contrario, se percibe alegrfa: la ruptura promete
libertad, el abandono de un encerramiento, y además permite la afirmación de la
fantasía propia. En un ritmo melodioso la voz que canta se responsabiliza del fraca-
so, describe su entrega total en el pasado, aunque ahora aparece con una fuerte
determinación y realiza un balance de los errores que ha cometido.
Asistimos a un diálogo 11 con el ex amante. El destinatario ha sido reducido al
silencio. Ella se reprocha: todo es su responsabilidad. ¿Cuáles son sus errores? En
primer lugar nos dice: "Aposté a un perdedor". En segundo lugar, la canción hace
énfasis en la tendencia de quien canta a elaborar a partir de la nada, a cubrir las
carencias con cualidades, a otorgar virtudes. Hace énfasis en su fuerza imaginati-
va. 12 Si el yo reconoce su error es tan s610 para resaltar sus atributos. Si aparente-
mente no lo culpabiliza, descalifica a su ex amado, acentuando sus propias virtu-
des, entre las cuales descuella la fantasfa que afirma la ausencia de cualidades en el
otro: todo fue producto de una creación personal.
Antes de terminar este breve análisis de la canción, quiero subrayar un gesto
significativo en el acto transformista. Otro de 105 errores que menciona la cantan-

\1 Didlogo va en iUlicas porque sólo se escucha a una de las dos partes (N del Al.
11 Como puede apreciarse, l. letra se entrecruza con el tejido de l. fantas!a creado por el transformista.
TRAVESTlSMO, TRANSEXUAlIDAD y DRAGUERíA 117

te fue "compartir lo más valioso que tenfa": al pronunciar esta frase, el travesti
señala su cuerpo con determinación y con ambas manos. la presentación del
cuerpo exige toda la atención. El cuerpo como lo más valioso que tiene, es una
afirmación programática, es el sitio de transformación, la ilusión, el engaño. Con
un gesto, la canción, Edith Márquez, la marginalidad del travesti... han pasado a
segundo término. El gesto transformista ha negado al punto en el que se ha con-
sumado una revolución social, genérica y personal.13 Afirmarse en un escenario
travesti se vuelve de esta forma un acto de otra naturaleza. la ilusión ha operado
con su fuerza transformadora.

Anexo
Mi error, mi fantasía
(Del álbum de Edith Márquez, Frente Q ti, México, 1998)

Discúlpame por suponerte especial;


por creer que eras más alto que la luna.
...
confundir amor total con cobardla.
Atiéndeme, no quieras darme
Viví en una jaula de cristal, explicación.
pero hoy quiero volar como ninguna ... Yo dejé que ocurriera la aventura.
Atiéndeme, no quieras darme explicación. Perdóname por darte el corazón;
Yo dejé que ocurriera la aventura. mi única intención era ser tuya.
Perdóname por darte el corazón; Cuanto antes, vete por favor.
mi única intención era ser tuya. Se te hace tarde ...
Cuanto antes, vete por favor. Adiós.
Se te hace tarde ... Fue mi error, mi fantasía,
Adiós. aposté a un perdedor,
Fue mi error, mi fantasla, así es la vida.
aposté a un perdedor, Fue mi error, mi fantasra,
asl es la vida. compartir lo más valioso que tenía.
Fue mi error, mi fantasía. Fue mi error, mi fantasla,
Compartir lo más valioso que tenía. pretender que frente a frente me querras.
Fue mi error, mi fantasía, Fue mi error mi fantasla,
pretender que frente a frente me querfas. confundir amor total con cobardra.
Fue mi error, mi fantasía, No es culpa mra.

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11 La letra tiene la suficiente ambigüedad como para poderse leer en varios registros. Uno de enos pue-
de integrar la letra a un deseo de cambio radical que recorre a la comunidad gay que harra eco a la
frase: jlHoy quiero volar como ninguna".
Cuerpos,
deseos e
identidades Natalia Anaya Quintal

Crítica a los modelos sobre las preferencias sexuales


DESPUÉS DE QUE EN LOS ÚLTIMOS 37 AÑOS se diera una cada vez mayor visibilidad a
lo lésbico-gay, la complejidad de la sexualidad se ha ido haciendo más notoria al
aparecer en escena las personas bi, trans e intersexuales. Desde la ciencia positivis-
ta, los cientfficos observadores de esta realidad han elaborado diversos modelos
que han pretendido describir y explicar las preferencias erótico-afectivas. En el
presente trabajo se pretende dar un vistazo a algunos de estos modelos descu-
briendo sus supuestos implícitos y sus virtudes y defectos para lograr sus objetivos.
La mirada a los supuestos inherentes a los modelos llevará a la revisión de los con-
ceptos de sexo y de género desde el punto de vista de la sexologfa actual. Los mo-
delos que se revisarán son: el de Kinsey, el de Storm, el de Klein y el de Brandem.

Modelo de Kinsey
El modelo más conocido es el de Alfred Kinsey. Éste consiste en una Ifnea o barra
horizontal dividida en siete cajones con números del O al 6 a los que se asocian las
etiquetas siguientes:

O Exclusivamente heterosexual.
Predominantemente heterosexual; sólo homosexualidad incidental.'
2 Predominantemente heterosexual, pero más que homosexualidad incidental.
3 Igual heterosexualidad y homosexualidad.
4 Predominantemente homosexual, pero más que heterosexualidad incidental.
5 Predominantemente homosexual; sólo heterosexualidad incidental.
6 Exclusiv¡¡.mente homosexual.
120 TRANSGENERIDADES

Una virtud muy importante de este modelo es que muestra a la sexualidad


como un continuo, que si bien no lo es en sentido estricto, queda sugerida la idea
de que no sólo existen dos cajones, sino más posibilidades. Es interesante observar
que Kinsey decidió que fueran siete grupos; ni tres ni cinco ni nueve.
Pero el modelo no carece de defectos. No toma en cuenta otros aspectos rela-
cionados con la sexualidad y se enfoca de forma primordial en la conducta, lo que
indica que toma una sexualidad de pocas dimensiones. Además, utiliza únicamen-
te las categorías horno y heterosexual, de tal manera que la bisexualidad es vista
como una mezcla de heterosexualidad y homosexualidad. El mundo se divide en
dos y sus mezclas, lo que nos lleva de nuevo a un modelo dicotómico en el lengua-
je, a pesar de que en lo gráfico se muestre un modelo no dicotómico. En el mode-
lo de Kinsey el deseo por hombres se ve interrelacionado con el deseo por las
mujeres: a mayor deseo de mujeres, menor deseo por hombres y viceversa.

Modelo de Storm
El modelo de Storm consiste en un plano cartesiano en el que en cada uno de los
cuadrantes se encuentra una preferencia sexual. La ubicación de la preferencia de
alguna persona se da en pares ordenados o coordenadas.
Las virtudes de este modelo son
que el deseo por hombres y por mu-
El mismo sexo
jeres no está interrelacionado; tam-
bién presenta a la sexualidad como
Homosexuales un continuo e incluye la asexuali-
Bisexuales
dad, la cual otros modelos no consi-
r1'2) El otro sexo deran. La bisexualidad no es vista
como una mezcla de heterosexuali-
dad y homosexualidad, de modo
que adquiere un lugar propio.
Asexuales Heterosel!uales Su defecto es que no toma en
cuenta otros aspectos relacionados
con la sexualidad y se enfoca emi-
nentemente con la conducta.

Modelo de Klein
Este modelo consiste en una tabla en la que se incluyen siete dimensiones de la
sexualidad, según el autor, junto con otra dimensión que es el tiempo, cuyo rango
es de un año. Además, se utilizan dos listas con categorías iguales o semejantes a las
de Kinsey. La primera lista corresponde a las dimensiones de la A a la E y la segunda
a las dos últimas, F y G. En la tabla se han llenado los espacios con una numeración
que sirve de ejemplo. Así, se muestra que la persona tuvo en el pasado más atrac-
ción por el otro sexo (2), y que su conducta sexual en el presente se da sólo con el
mismo sexo (7); sin embargo, también se aprecia cómo se identifica a sí misma
como lesbi-gay en el presente (7) e igualmente hetero/lesbi-gay en el futuro (4).
CUERPOS, DESEOS E IDENTIDADES 121

Cabe aclarar que Klein recorre la numeración de Kinsey yen lugar de iniciar con
cero lo hace con uno, pues considera que el cero sugiere la idea de origen o punto
de partida de las cosas.

De la A a la E De la F a la G
1= 5610 con el otro sexo 1= 5610 heterosexual
2= Mucho más con el otro sexo 2= Mucho más heterosexual
3= Un poco más con el otro sexo 3~ Un poco más heterosexual que lesbi-gay
4= Ambos sexos 4= Igualmente hetero/lesbi-gay
5= Un poco más con el mismo sexo 5 = Un poco más lesbi-gay que heterosexual
6= Mucho más con el mismo sexo 6= Mucho más lesbi-gay
7- 5610 con el mismo sexo 7= 5610 lesbi-gay

Sus virtudes son que toma en cuenta otros aspectos relacionados con la sexua-
lidad y ésta es vista como un continuo. Sus defectos, que el deseo por los hombres
se ve interrelacionado con el deseo por las mujeres y que la bisexualidad sigue
siendo vista como una mezcla de heterosexualidad y homosexualidad.

Modelo de Brandem
El mismo sexo
Este modelo es una conjunción de
los dos anteriores, pues utiliza la ta-
bla de Klein con todas sus dimensio- Homosexuales Bisexuales
nes y el plano cartesiano de Storm.
De esta forma, 105 valores en la tabla El otro sexo
no son un número sino un par orde-
nado o coordenadas.
Sus virtudes son que tiene en
cuenta otros aspectos relacionados Asexuales Heterosexuales
con la sexualidad, que el deseo por
las mujeres y por los hombres ya no
está interrelacionado, que toma a la
122 TRANSGENERIDADES

sexualidad como un continuo, y que la bisexualidad no es vista como una mez-


cla de heterosexualidad y homosexualidad. Su gran defecto es que resulta muy
complejo.

Supuestos implícitos en los modelos


Esto modelos se elaboran con la finalidad de describir y explicar las preferencias
sexuales en una o varias dimensiones. Sin embargo, están sostenidos por tres su-
puestos implfcitos que ahora queremos cuestionar:
Existen sólo dos sexos
Existen sólo dos géneros
• Sexo es igual a género
Se da por supuesta una dicotomfa tradicional sexo-genérica, la de que existen
tan sólo hombres y mujeres. Estos modelos se han construido sobre su base. Sin
embargo, consideramos que se deben romper estos supuestos para tener en cuen-
ta elementos importantes de nuestra realidad.
Consideremos, pues, que el sexo es el conjunto de características ffsicas determi-
nadas genéticamente que colocan a los individuos de una especie en algún punto
del continuo que tiene como extremos a los individuos reproductivamente com-
plementarios. Esta definición nos habla de que el sexo tiene que ver con elementos
biológicos. Pero podríamos también decir que el sexo es la interpretación sociocul-
tural de lo biológico. Tradicionalmente se han utilizado los términos "mujer" y
"hombre" para referirse a los sexos-géneros. Pero para referirnos sólo a estas carac-
terfsticas biológicas proponemos usar "hembra" y "macho". Sabemos de la existen-
cia de personas que nacen con caracterfsticas de ambos grupos y que los cientrficos
las nombran hermafroditas, aunque esas personas se califican a sr mismas de inter-
sexuales. Rechazamos que únicamente existan dos sexos; al menos hay tres.
Por otro lado, en cuanto al género, aceptamos que es un constructo social y por
lo tanto susceptible de ser deconstruido. Aquí admitimos su existencia pero consi-
deramos que los lfmites entre los dos grupos tradicionales (mujer-hombre) y sus
características son diluidos constantemente. Así pues, podríamos hablar de muje-
res, de hombres, pero también de variadas formas de andróginos.
CUERPOS, DESEOS E IDENTIDADES 123

Psicosocial Género Mujer-hombre


Biológico Sexo Hembra-macho

Psicosocial Género Mujer, andrógino, hombre


Biológico Sexo Hembra, intersexual, macho

Quisiéramos romper con los tres supuestos implfcitos en los modelos descritos
y sustituirlos por los siguientes:
Existen mds de dos sexos
• Existen mds de dos géneros
• Sexo no es igual a género

Identidades: ¿de dónde vienen?, ¿a quién le sirven?, ¿para qué le sirven?


La construcción de la identidad de los sujetos usa como referencia la materialidad
del cuerpo, de las caracterfsticas biológicas o, mej6r dicho, de la intt:;rpretación so-
ciocultural de esas caracterfsticas biológicas. Existen diversos planos identitarios:
sexual, genérico, étnico, geográfico, etcétera. Muchos de ellos están asociados a
cuerpos con órganos sexuales, color de piel, fenotipos y otros rasgos corporales.
La construcción de la identidad participa del sometimiento de los cuerpos a las
distintas formas de control desde las diversas instituciones. La construcción de
identidades tiene que ver con la educación para actuar de determinada manera.
Los cuerpos deben mostrarse y actuar conforme a las identidades construidas y
aceptadas que se establecen como normas. Las trasgresiones son castigadas de
muchas maneras para empujar a los sujetos a regresar a lo normal.
Pero también es posible construir identidades que puedan convertirse en un
lugar seguro para permanecer en un estado de trasgresión. Las identidades tanto
lésbica como gay se están constituyendo en espacios de trasgresión seguros. Con-
sideramos que las identidades trans y bi están en los inicios de su Cl;mstr~cción o
se hallan cuestionando la necesidad misma de la existencia de identidades tal como
las conocemos.
Porque la bisexualidad
no es el tercero
en discordia Myriam Brilo Domínguez

LA BISEXUAlIDAD ES, como la heterosexualidad y la homosexualidad, una orienta-


ción sexual. Obviamente, no es una enfermedad ni una desviación; tampoco es un
desafortunado desacomodo de la psique o una locura doble. Lejos de eH o, la bi-
sexualidad nos remite a esa dimensión del deseo o la atracción sexual donde se
contempla (potencialmente) a mujeres y hombres. De esta forma, las personas
con una orientación bisexual somos quienes tenemos sentimientos eróticos, afec-
tos, fantasfas, vfnculos y/o experiencias con mujeres y hombres, y/o nos identifica-
mos como bisexuales.
Respecto a los prejuicios asociados a la bisexualidad, la lista es larga, pero los
he dividido en cinco grupos. Esta segmentación, como es de esperarse, es una
propuesta para exponer el tema, aunque otras autoras y autores lo exponen de
forma distinta.
Prejuicio 1: a las y los bisexuales nos gustan las mujeres y los hombres por igual,
con la misma intensidad y fuerza, todas las mujeres y todos los hombres, por ello
somos supersexuales, hipersexuales o le tiramos a todo lo que se mueva. Falso. La
bisexualidad no atrofia ni anula nuestra capacidad de elección ni nuestra voluntad,
podemos elegir con quién relacionarnos y con quién no, asf que no es verdad que
nos gusten todas las mujeres ni todos los hombres. Piénselo: tampoco es cierto
que a las lesbianas les gusten todas las mujeres, a los gays todos los hombres, a
las mujeres heterosexuales todos los hombres o a los hombres heterosexuales
todas las mujeres.
Prejuicio 2: las personas bisexuales somos infieles por naturaleza, no somos con-
fiables porque no podemos establecer relaciones duraderas y, menos aún, monogá-
micas. Falso. La cuestión de la fidelidad y el problema de la infidelidad no están
relacionados directamente con la orientación sexo-afectiva, sino con normas y
acuerdos sociales en contextos específicos. Cualquier persona puede ser fiel o infiel
de acuerdo con sus propias decisiones y/o con imperativos morales. No es sólo cues-
126 TRANSGENERIDADES

tión de quién me gusta o con quién me relaciono, sino también de cómo y bajo qué
reglas o acuerdos establezco mis relaciones amorosas, afectivas y/o eróticas. El que a
las personas con orientación bisexual nos pueden gustar hombres y mujeres no
implica necesariamente que nos relacionemos con varias personas al mismo tiempo
o que no podamos establecer relaciones duraderas e incluso monogámicas.
Prejuicio 3: las y los bisexuales somos personas indecisas, nuestro deseo sexual
es ambiguo, no sabemos lo que queremos o lo queremos todo; seguramente so-
mos lesbianas o gays de c1óset que no nos atrevemos a definirnos por una de
ambas opciones porque nos da miedo o porque no queremos dejar nuestra cómo-
da cara heterosexual; o tal vez sólo estamos en un perfodo de transición hacia las
verdaderas orientaciones sexuales (que son las gay y lésbica, por supuesto) y que
eso de ser bisexuales seguramente se nos pasará pronto. Falso (y ofensivo). Las
personas que nos identificamos como bisexuales, como cualquier otra, sabemos lo
que sentimos y lo que queremos, nuestra orientación sexual es clara y no nos im-
pide ser conscientes de cómo nos asumimos y qué le da sentido a nuestro deseo y
a nuestras relaciones erótico-afectivas. Si bien es cierto que hay casos en los que la
orientación del deseo puede cambiar, no es verdad que esto sea lo común. Nadie
tiene el derecho a exigir que me defina si estoy con me/6n o con sandra, conmigo o
contra mf. Mi definición y decisión es ésa, soy bisexual: ¿qué mayor claridad se
necesita tener? No es el derecho de nadie decirme cuáles son mis verdaderas pre-
ferencias, gustos o afectos, nadie puede saber más que yo a este respecto. Como
dice el psicoterapeuta David Barrios: "La experta en mr soy yo y sólo yo" .
. Prejuicio 4: las y los bisexuales necesitamos estar con una mujer y un hombre al
mismo tiempo para ser bisexuales de a de veras. Si no es así, ¿qué caso tiene ser
bisexuales? Este prejuicio está relacionado con dos estereotipos comunes: general-
mente se piensa que bisexual es un hombre masculino y casado que tiene relacio-
nes con otros hombres. En el caso de las mujeres, se piensa en dos bisexuales que
se relacionan con un hombre, pero para el placer de éste. Lo cierto es que la bi-
sexualidad femenina, como mucho de lo que se asocia con las mujeres, está invi-
sibil izada, normalmente no se cree que existan mujeres bisexuales y cuando sr se
hace, se recurre a este estereotipo. Sin embargo, las personas de carne y hueso, las
personas concretas en sus relaciones concretas, establecen muchas y diferentes
clases de vínculos, lejos de estos estereotipos, pues la realidad siempre es más
compleja que estas maneras simplistas de encasillarla.
Prejuicio 5: las y los bisexuales somos lo mismo que las lesbianas y los gays. Falso.
La bisexualidad tiene sus propias particularidades, ya que nuestra identificación
sexual se estructura mediante otros elementos. En principio nos pueden gustar
mujeres y hombres, y ello trae consigo diferencias importantes para la conforma-
ción de nuestra orientación erótico-afectiva. Es cierto que compartimos con lesbia-
nas y gays una orientación distinta a la heterosexual, con todo lo que ello implica,
sin embargo, no somos lo mismo (lo cual no significa, hay que decirlo, que no
podamos trabajar juntas y juntos o construir proyectos en común).
Estos prejuicios, junto con muchos otros, han contribuido a crear una idea es-
tereotipada y negativa de la bisexualidad y de las personas que se identifican con
ella o se definen abiertamente como bisexuales.
LA BISEXUALlDAD NO ES EL TERCERO EN DISCORDIA 127

Algunas autoras y autores que han escrito sobre el tema consideran que el re-
chazo hacia la bisexualidad se genera a partir de una visión dicotómica de la sexua-
lidad donde se establecen dos polos irreductibles y contrapuestos: heterosexual
versus homosexual, y donde la bisexualidad no tiene sentido ni cabida. Al respecto,
Gloria Careaga plantea que:

La construcción de los conceptos de homosexualidad-heterosexualidad y el reconocimiento


de que la atracción sexual de éstos forma parte de su identidad, llevó a una nueva cuestión, la
concepción de que las personas con atracción por ambos sexos, parecen ser ahora las antina-
turales [ ... ] La lucha no es f~cil, la bisexualidad es una condición dificil de aceptar en un
mundo donde aún prevalece de manera significativa el pensamiento bipolar.'

Lo cierto es que estas visiones dicotómicas del mundo son algo recurrente y
común (aunque no por ello menos desafortunadas), forman parte de actitudes
que buscan reducir y simplificar la complejidad de manera que genere certeza y
seguridad. "Blanco o negro", "bueno o malo", "conmigo o contra mf", son términos
que, para el caso que nos ocupa, permiten reducir a un mfnimo la complejidad
inherente al mundo humano. Estas reducciones n~ impiden reflexionar, buscan
minimizar esta complejidad, tratan de generar explicaciones sencillas, simples y,
por ello, capaces de darnos seguridad. Es más fácil mirar al mundo en términos de
blanco y negro en lugar de ver toda la gama de tonalidades que hay entre ambos
polos. Es más sencillo pensar que las personas sólo podemos optar por la homo-
sexualidad o la heterosexualidad, en lugar de que somos capaces de sentir, amar y
relacionarnos de múltiples y complejas formas. Sin embargo, pensarlo asf puede
romper nuestros esquemas explicativos, cuestionarlos y poner en entredicho cer-
tezas fundamentales, 10 cual, muy posiblemente, se encuentra en la base del temor
yel rechazo. Por ello, como afirma Angélica Ramfrez, "la bisexualidad eS'un reto a
las bipolaridades; desde el momento mismo de aceptar esta orientación comO
realmente existente trastocamos de algún modo las polaridades mutuamente ex-
cluyentes que han conceptualizado las orientaciones o las preferencias sexuales".2
Estos argumentos aportan algunas ideas para entender el rechazo y.la exclusión
de la bisexualidad, sin embargo, me parece que hace falta considerar otros elemen-
tos. En mi perspectiva, el rechazo hacia la bisexualidad desde diversos frentes, asf
como el de la homosexualidad y la transgeneridad, son parte de procesos 'sociales
que se relacionan, por un lado, con la forma compleja y contradictoria en que se
han estructurado los referentes de género en las sociedades contemporáneas, esto
es, con la manera en que el género, en su doble dimensión femenino/mascülino y
mujer/hombre, entrecruzado con dinámicas quese'pueden denominar como tra~
dicionales y modernas, se establecen como referentes para las identidades indivi:"
duales y colectivas. Por otro lado, también hay que considerar '10 que Foucault
. ~, " " ~ ~ .' '.

I Gloria Careaga, "Orientaciones sexuales, alternativas e identidad",. en Gloria ,c:::areag~ y Salvador


Cruz (comps.), Sexualidades diversas: aproximaciones para Sil andlisis, México, Fundación Arcoiris/
CONACULTA-FONCA/PUEG-UNAM, 2001, pp. 121-127. .
, Angélica Ramrrez, "De las dicotomras y los estigmas", en Revista UYAM, nú";s:'2 y 3, México'; iiñero-
agosto de 2000, p. 12.
128 TRANSGENERIDADES

llama la "dispersión de las sexualidades" y la "explosión de las heterogeneidades


sexuales", como procesos sociales que se desarrollan desde el siglo XIX, y en los que
asistimos a la proliferación de las sexualidades, los deseos, los placeres y los cuer-
pos, junto con el desarrollo de una multiplicidad de dispositivos para hacer hablar
del sexo, para estudiarlo, administrarlo, controlarlo, y extraerle su verdad a través
de los distintos discursos de la ciencia.
Sobre 10 que quiero llamar la atención aquí es en que las ideas que predominan
en nuestras sociedades y nuestro tiempo, y que asocian a la heterosexualidad
con 10 natural y 10 normal, ya la homosexualidad y la bisexualidad con 10 desviado
y 10 anormal, así como las aparentes correspondencias naturales e inamovibles
entre los niveles del cuerpo, el género y el deseo sexual (esto es, que por ver en un
cuerpo 10 que se considera una vagina o un pene, se establece que alguien es mu-
jer u hombre y que por ello naturalmente se sentirán atraída o atraído por su
opuesto sexual), son construcciones culturales, humanas, las cuales han ido to-
mando forma y se han estructurado en procesos y dinámicas sociales muy comple-
jas. Si bien es cierto que en esto radica la expectativa de cambio, ello también
implica una inconmensurable diAcultad para su deconstrucción. El que un fenó-
meno sea cultural o social no signiAca que sea algo sencillo o simple, por el con-
trario, las construcciones y elaboraciones humanas son difíciles de entender, están
formadas por múltiples y complicados elementos y dinámicas, no obstante su in-
herente posibilidad de transformación.
Así, el rechazo y menosprecio hacia aquellas orientaciones sexuales que son
consideradas diferentes (y aquí estamos incluidas e incluidos lesbianas, bisexuales
y gays, independientemente de si simpatizamos o no entre nosotras y nosotros)
es un problema social y cultural muy complejo, el cual requiere ser analizado y
tratado desde varios frentes. En mi opinión, habría que distinguir tres niveles
básicos: el de la construcción de las identidades, esto es, los procesos y los refe-
rentes en los que se construyen las identidades a nivel individual y colectivo en las
sociedades de nuestro tiempo; el de la ética, entendida aquí como el ámbito en el
que las personas deciden y eligen por sí mismas qué hacer con su orientación
sexual y las condiciones necesarias para que ello ocurra; y el político, que se refie-
re a la lucha y defensa de las orientaciones sexuales que disienten de las normas
sexuales dominantes, así como la reivindicación de los derechos humanos y fun-
damentales de todas las personas.
No digo nada nuevo al afirmar que aún hay mucho camino por recorrer para
que el tener una orientación sexual distinta a la que se reconoce y acepta en nues-
tro tiempo deje de ser un problema, y muchas veces hasta un riesgo para la digni-
dad y la vida humanas; sin embargo, creo que es importante, considerando la
magnitud de dicho problema, que en la media de lo posible, bisexuales, lesbianas,
gays, travestis, transgéneros, transexuales, intersexuales y todas las personas que
de una u otra manera formamos parte de 10 que por ahora se consideran las disi-
dencias sexuales, nos movamos de nuestros nichos y nuestro aislamiento, que nos
animemos a acercar nuestro ser con las otras, con los otros, que dejemos a un lado
nuestra desconfianza hacia 10 diferente, dentro de lo diferente, que debilitemos al
LA BISEXUALlDAD NO ES EL TERCERO EN DISCORDIA 129

temor, al miedo o la arrogancia, para acercarnos y buscar cómo enfrentar estos,


nuestros problemas, con el objetivo de alcanzar puntos en común o, al menos, no
en demasiado desacuerdo.

Bibliograffa

CAREAGA, G., "Orientaciones sexuales, alternativas e identidad", en G. CAREAGA y


S. CRUZ (comps.), Sexualidades diversas: aproximaciones para su análisis,
México, Fundación Arcoiris/coNAculTA-FoNCA/PUEG-UNAM, 2001.
FoucAulT, M., Historia de la sexualidad, vol. J. La voluntad de saber, México, Siglo
XXI,1998.
RAM fREZ, A., "De las dicotomfas y los estigmas", en Revista UYAM, núms. 2 y 3,
México, enero-agosto de 2000.
La noción del cuerpo
erótico en Bataille
en contraposición con el
cuerpo máquina sadiano:
la propuesta de un
cuerpo dialógico Diana Marina Neri Aniaga

EL CUERPO COMO UN TEXTO EN FUGA, el espacio del sentido y la aproximación del


sinsentido, nuestro mayor signo ante el mundo, el lugar de todos los "riesgos que
regulan el reparto de las fuerzas, los poderes y los códigos".'
Considero que no sólo es pertinente sino muy necesario revisar las categorfas
fundamentales en torno al cuerpo y el modo en que lo asumimos modernamen-
te en Occidente, en particular respecto a nuestra aproximación erótica. Para ello
establezco que Sade representa el paradigma de cómo los humanos utilizamos y
cosificamos al otro, dándole la dimensión de existencia exclusivamente para la
satisfacción de nuestras parvedades de contacto, uso y posesión. Al cuerpo, en-
tonces, se le ha convertido en un preso, se le mecaniza, lo que implica una forma
de poder en el ámbito disciplina/docilidad, donde existe una relación jerárquica
que constituye una anatomfa política que coloca a los poderes como un ejercicio
cotidiano.
El cuerpo es una superficie inscrita de eventos delineados por el lenguaje y tra-
zados y disueltos por las ideas, es el lugar de la personalidad disociada que adopta
una ilusión de unidad sustancial, y es un volumen de desintegración. Asf, la genea-
logfa, como análisis de la decadencia, está situada dentro de la articulación del
cuerpo y la historia. Su tarea es exponer un cuerpo totalmente impreso por la
historia y por el proceso de destrucción histórica del cuerpo. 2
De ahí parto para desentrañar los diversos lenguajes que habitan el cuerpo.
Creo firmemente en Horkheimer y Adorno cuando apuntan que es el odio/amor
hacia el cuerpo lo que tiñe a toda la civilización moderna. El cuerpo, como lo que

, Marcel Hénaff, Sade: la invención del cuerpo libertino, Esp.ñ •• Ediciones Destino, 1980. p. 15.
, Véase Michel Foucault. "Nietzsche. genealogl., histori .... en Don.ld Bouchard (ed.), Lenguaje, contra-
memoria. práctica: ensayos seleceos y entrevistas. Est.dos Unidos, Carne" University Press, 1977. p. 148.
132 TRANSGENERIDADES

es inferior, es objeto de burla y maltrato, y a la vez se 10 desea, como 10 prohibido,


10 reificado, 10 extrañado. "Sólo la civilización conoce el cuerpo como una cosa
que se puede poseer, solo en la civilización el cuerpo se ha separado del espíritu
como objeto, como (:osa muerta, corpus. Con la auto degradación del hombre a la
categoría de, corpus la naturaleza se venga del hecho de que el hombre la degradó
convirtiéndola en objeto de dominio, en materia prima'?
En este dominio, en estos modos nuevos de acceder al cuerpo, se ha permitido
la manipulación de la naturaleza hasta el punto de moldearla según los propósitos
de usos, medios y fines. La pregunta kantiana, siempre vigente, siempre incesante,
acerca de qué es el hombre, nos lleva otra vez, irremediablemente, a la apertura
enigmática del saber del cuerpo, cuerpo en tanto ser de 10 humano, cuerpo en
tanto razón y objeto de estudio, cuerpo en tanto escritura, cuerpo subjetivable.
Un cuerpo que de acuerdo con el modelo del Marqués de Sade -tan vilipendiado
pero venerado a fin de cuentas-, será instituido en la noción de docilidad, un
cuerpo que puede ser tomado, utilizado, sometido, transformado, seccionado. La
realización sexual deviene de la participación de órganos: los falos son fuelles, tu-
bos o piedras que se clavan incesantemente, y las vulvas, coños yanas, simplemen-
te orificios que desfloran nuevas y cada vez más osadas emociones.
Baste una radiograffa actual del contrato sexual para subrayar cómo los cuerpos
se ponen a prueba en el reino del parafso sexual. Pirámides y composiciones cor-
porales que son marcadas por un ritmo, un tiempo y espacio donde el cuerpo casi
enjuto es penetrado, golpeado, excretado, fornicado, deyectado, insuflado, com-
plejamente arrojado a la sodomía, la violación multitudinaria, el incesto, la prosti-
tución, la flagelación en todas sus variantes y, por supuesto, a la deliciosa sensación
del crimen. Cuerpos que reflejan la forma de relacionarnos con/en el mundo y
con/en el otro. Espacio y dimensión de la existencia que pudiera analizarse desde
un momento histórico y un entramado cultural donde desde el arte, la ciencia y la
filosofía se hace evidente el cuerpo como posible objeto de reflexión; o desde el
psicoanálisis, con la conceptualización de un cuerpo-pulsión; con el marxismo des-
de la teoría de la plusvalía y el hombre como fuerza de reproducción, o bien desde
las nuevas corrientes históricas, la lingüística, el estructuralismo y sus variantes
post; la poesfa, la danza o el teatro contemporáneos, des-atan al cuerpo del campo
de la biología y facilitan verlo como una realidad dinámica y compleja, siempre
inasible; desnaturalizan el cuerpo y 10 relacionan con otro orden, orden de cultura,
de poder, de discurso. O contemplarlo desde una escena política y social donde se
identifica la relación entre cuerpo y horror: el cuerpo de las guerras, el cuerpo del
holocausto, de la mutilación, el cuerpo de la imposición de un sexo sobre otro, el
cuerpo de la dictadura en Latinoamérica, los cuerpos de todas nuestras muertas
de )uárez, donde la tortura y la desaparición, la mutilación, el desamparo y el exilio
hacen de telón de fondo para el dominio sutil y/o terminante de los cuerpos.

l Max Horkheimer y Theodor W. Adorno, Dialéctica del iluminismo, Argentina, Sudamericana, 1980,
pp. 274-275.
LA PROPUESTA DE UN CUERPO DIALÓGICO 133

Ahora bien, ¿para qué estudiar al cuerpo desde la reflexión especffica de Sade y
contraponerlo con un cuerpo abierto a la disolución de la que habla Bataille? ¿Qué
importancia tiene esto en nuestros días, mientras otros cuerpos se tecnifican o
vegetan en el olvido de millones o mueren en guerras, en el hambre o en la indi-
ferencia, que es más que una muerte lenta?
Hablo del cuerpo con la avidez abrevada y tranquila de la humedad cifrada de
sus selvas untosas y sus vertientes, hablo del erotismo, de la ciénega viva como el
pilar de la expresión y vida con/en el humano. Hablo de la entrega radical, como
la posibilidad de alcanzar "al ser en lo más íntimo, hasta el punto del desfalleci-
miento".4
Por ello creo que nuestro cuerpo es el vfnculo que se abre a la continuidad, a un
estado de comunicación que sobrepasa los límites del yo, un ser obsceno que se
perturba con la alteración de todos los territorios trazados, un ser que muere con
y a partir del otro, un ser que refunda, que renueva su historia a cada instante.
Sencillamente, un humano que en la entrega puede disolver el poder, reconfigurar
su modo de significarse y de estar. Tales elementos deben tomarse como necesa-
rios para una valoración de las formas de convivéncia política.
Una alternativa para ser pensada es buscar la conciencia de esa fusión erótica
que rompe individualidades, desplaza al sujeto y se abre sin más a cuestionarse en
la trasgresión, posibilitando una transformación en el modo de participar y estar
con el otro. Preocupación nodal de nuestro tiempo.
Permítaseme agregar que estoy convencida de que en el juego o rejuego en el
cual se ejerce el poder, la dicotomía sexo-poder tiene sus ámbitos de expansión y
contracción perfectamente identificables en los modos de asumir occidentalmen-
te nuestro cuerpo y el ejercicio de éste, a través de renovados contratos sexuales.
Por eso Sade, por eso la cuestión que inquietó a Beauvoir y que resulta perma-
nentemente vigente: "Las verdaderas relaciones del hombre con el hombre".5
Desanudar esa jerarqufa, ese constante reacomodo de fuerzas y dominio que se
abren en lo sexual, nos permitirá darnos cuenta de que no es posible luchar en el
mero terreno de lo social, en la arena del campo político y comunitario, si no se
revisan primero y/o paralelamente las formas de convivencia erótica. Examinar
estos mecanismos, subvertirlos, abrirse a la visión batailleana, podrfa darnos ele-
mentos para estar listos a la fragua del gozo, del dolor lo mismo que de la muerte,
o más allá de éstas, vislumbrar el éxtasis, y con tal conciencia, intentar una convi-
vencia diferente, no de utilización, cosificación, sino de identificación y reconoci-
miento al otro, una relación entre continuos que se abra a la comunicación' del
compartir. Bordes profundos que puedan volverse prácticas de libertad.
Por ello, la pregunta nos abraza de nuevo: ¿podremos recuperar algún día nues-
tro cuerpo, enhebrar las historias sobre nuestros significantes corporales, liberar-
nos del ropaje de lo moderno en el sentido de funcionar de acuerdo con los pre-
ceptos de cuerpo cosa, cuerpo móvil, cuerpo de lo otro? ¿Nos atreveremos a vivir

• Georges Bataille, E/erotismo, México, Tusquets, 1997, p. 22.


5 Simone de Beauvoir, El Marqués de Sede, Argentina, Siglo XX, 1975, p. 50.
134 TRANSGENERIDADES

y hablar del cuerpo ya no desde una fraseologra equilibrada, como son la ciencia y
la filosoffa, sino desde la "virulencia de sus fantasmas", lo que implica abordarlo
desde su naturaleza desgarrada y alejarlo por completo de aquella ilusión metafísica
teologizante donde el hombre no es más que un momento dentro de un proceso
homogéneo de desarrollo?6 ¿Nos atreveremos a vivir y hablar del cuerpo desde la
posibilidad de recuperarlo para perderlo? ¿Cómo dejar de censurar el cuerpo, nues-
tra palabra, ese texto tan antiguo en que se nos inscribe la ruptura, ese cuerpo
instrumento de disolución y desmoronamiento de los lfmites del yo, cuerpo del
deseo abierto?

Su cuerpo pareció descubrirse con su desnudez, extendiéndose sobre sr mismo, nuevo, vivo e
impersonal, como una frase nunca dicha, siendo la totalidad y cada una de las palabras, reve-
lándose fuera de su ser dejando que Eduardo la tomara y acompañándola en su placer, para
luego obligarla a seguirla en el suyo, hasta que uno y otro se confundra entre sr, extendiéndo-
se sin limites, precipitándose de vado en vado, de plenitud en plenitud, en una serie de cardas
interrumpidas hacia un espacio cada vez más amplio ... tan inconmensurable dejó de existir, a
pesar de que estaba más presente que nunca.'

Es cierto que los saberes sobre y a partir del cuerpo son tan antiguos como el
camino del hombre mismo, como la división del trabajo, el lenguaje o los srmbo-
los. El hombre-cultura ha generado cuerpos y técnicas de reproducción de esos
cuerpos, de ahí que hablemos de las técnicas que instauran la diferencia sexual, así
como los modos de ser y estar en el mundo. Disciplinas del cuerpo, a decir de
Foucault, que es menester mirar más allá (o más acá) de los evidentes y formales
aparatos de poder, un poder que nos atraviesa sutilmente como una estrategia de
sujeción, más al modo de un instrumento político que de propiedad o posesión.
De ahr que el proyecto que aquí se presenta se encuentre estructurado a partir
del amado y terrible cuerpo, de las inscripciones e historia de este campo lúdico y
fértil desierto, de este espacio de superficie y pliegue de profundidad.
No cabe duda de que para estar frente a la presencia del otro, es el cuerpo el que
me ha permitido ser mirado, escrutado o soslayado, llanamente "medido por una
desdeñosa mirada o aún simplemente percibido por una mirada extraña".8
Siendo este cuerpo como el colmo del mosaico de signos, como la enérgica voz
simbólica que desde dentro me grita los susurros de la palabra, "la piel, las manos,
los ojos, la cara, no dejan de expresar, los gestos no dejan de significar, los vestidos
no dejan de simbolizar y los propios silencios no dejan de hablar".9
Ahora bien, ¿cómo este único punto posible de encuentro y de articulación
"por el que puede·pasar el hilo del relato o las metáforas de un poema",10 se enlaza,

• Véase Gerardo de la Fuente y leticia Flores, El erotismo y la constituci6n de agentes transformadores,


México, UNAM, 1984, p. 96.
7 Juan Garda Ponce, "El libro", en Novelas breves, México! Alfaguara, 1996, p. 333.

• Alain Finkielkraut, la sabidur(a del amor. Generosidad y posesi6n, España, Gedisa, 1999, p. 22.
9 Mareel Hénaff, op. cit., p. 23.
10 Idem.
LA PROPUESTA DE UN CUERPO DIALÓGICO 135

comunica o conecta eróticamente con el otro? ¿Cómo este espacio abierto donde
comparto la multiplicidad, esta simiente de extensión puede desarrollarse con
otro que me significa, donde juntos nos volvemos sfntomas de tempestades, vo-
ces que se tornan pieles, ojos que se plasman en expresiones que nos hablan, que
nos callan?
Este es el punto central de nuestro texto, la hipótesis del cuerpo frente al desa-
rrollo erótico con el otro y la perspectiva desde las diferentes lecturas y modos de
asumirse. Por ello, Sade y Bataille nos han propuesto dos espacios de análisis para
entender/entenderse distintos.
La primera alternativa consiste en entender la dimensión corporal y con ello la
relación erótica a partir de Bataille, siendo ésta una herramienta de la trasgresión.
Cada interdicto expresa asf su cabal inutilidad ante la dentellada nauseabunda de
la muerte o ante la exánime consecuencia del éxtasis amatorio." Lo obsceno, es
decir, la extremosidad de la experiencia erótica, es la rafz de las energfas vitales. u
Los seres humanos, dice Bataille, vivimos sólo a través del exceso, por ello, he-
mos de estar abiertos, abiertos a la vida y a la muerte. El erotismo es un cuerpo que
escapa a la materialidad aunque parta de ella, o meíor, es un cuerpo que se recrea
o sobre el cual se construye la poesfa. Es por ello algo concreto, algo tangible, pero
a la vez es un cuerpo inexistente en su concreción para detentarse en la concreción
de la palabra. Cuerpo-texto que destruye el cuerpo-carne pero que se monta en él
para transformarlo, para sustituirlo. Por ello es delito, es más, es perversoY
Además, su noción de cuerpo implica las huellas de persistencia, un goce que
sobrepasa la experiencia y que marca el misterio del cuerpo que habla. Entiendo
entonces que el acto erótico puede hacernos trascender en el instante de la totali-
dad universal.
El éxtasis es el goce de sentirse engendrado en el infinito de ese instante. 14 txta-
sis es embriaguez, desdoblamiento, vado, cambio, delirio. Para Bátaille, el éxtasis
es la única salida del no saber. Al fusionarse y desaparecer en el instante el sujeto y
el objeto, lo que permanece es el no saber, la noche. Por ello la experiencia interior
es la ampliación de las posibilidades humanas hasta su Ifmite.
El cuerpo desnudo será la dimensión emblemática de la cancelación de la iden-
tidad. Veamos 10 que Bataille escribe:

-¿Quieres ver mis entresijos? -me dijo [Edwarda].


Con las manos agarradas a la mesa, me volvr hacia ella. Sentada frente a mr; mantenfa una
pierna levantada y abierta; para mostrar mejor la ranura estiraba la piel con sus manos: los
'entresijos' de Edwarda me miraban, velludos y rosados, llenos de'vida como un pulpo repug~
nante. Dije con voz entrecortada:

11Véase Braulio Gonz;llez Vidaña, Georges Sataille y la transgresión d. la mirada,,5E;'sF.


" Véase Susan Sontag, "Sade y Bataille", en Revista de la Univeriidad,de, Mbico" -literatura y pomogra-
fra", vol. XXXI1, núm •. 3 y 4, M~xico, noviembre-diciembre de 1',77, ji; 86. "' __.', '"
" Véase Margo Glantz, "Poesra y erotismo", en Georges Batame, lo imposible, México, Premi;l Editores,
1989.
" Véase Juan Antonio Rosado, "Erotismo, misticismo y arte", en Unomdsuno, México,l' de octubre de
2000.
TRANSGENERIDADES

-¿Por qué haces eso?


-Ya ves, soy DIOS ...
[... ]Habra guardado su postura provocante. Ordenó:
-iBesal
-Pero ... ¿delante de todos?
-iClaro!
Temblaba; yo la miraba inmóvil; ella me sonrera tan dulcemente que me hacía estremecer.
Al fin me arrodillé; titubeando puse mis labios sobre la llaga viva. Su muslo desnudo acaricia-
ba mi oreja: me pareda escuchar un ruido de olas como el que se escucha en los caracoles
marinos. En la insensatez del burdel y en medio de la confusión que reinaba a mi alrededor
[... ). yo permanecía extrañamente en suspenso, como si Edwarda y yo nos hubiéramos perdi-
do en una noche de vendaval frente al mar.15

La desnudez revela al cuerpo 'en su fragilidad, colocado en esa inminencia del


derrumbe de todas las barreras de sf. El cuerpo desnudo, indefenso, es el cuerpo
en su capacidad de entrega radical, despojado de cualquier otra máscara que no
sea su espera. Es un cuerpo sometido a la presencia del otro, pero este someti-
miento es la rafz de la intensidad que hace posible la voluntad de trasgresión. Los
sujetos entregados a la desnudez experimentan esa intensidad ante el resplandor
de la Anitud escenificado y celebrado en la presencia del otro, pero esta intensidad
tiene algo de oscuro, de incierto, de muerte.
Para Bataille, pensar el erotismo es pensar en la colindancia del don extremo y
el despojamiento de sí mismo, es hablar de la celebración de la vida como derrame
de la voluntad de disgregación, como desbordamiento de la intensidad. El cuerpo
es el fundamento, el destino último y la potencia de la lucidez. El cuerpo múltiple
y sin An que construye Bataille se abre en la posibilidad que el autor construye en
El ojo pineal, descrita como "una Acción del comienzo que se aleja del orden de los
datos originarios y da cabida a la topologización de la materialidad del cuerpo, a la
manifestación de sus superficies. Esta fábula Acción aparece, el mismo Bataille 10
precisa, como la búsqueda de un absurdo dado en la angustia que nos permite
recusar la pregunta por el origen para dejarnos depositados del sentido garantiza-
do por el orden real y abiertos al sin sentido de 10 desconocido".16
El cuerpo, por tanto, es desmoronamiento de los límites, lugar donde la trasgre-
sión tiene su espacio concreto, herida abierta que no es nada si el otro no me
conforma, el otro que me constituye y que en el nudo carnal se hace partícipe de
10 imposible.
La segunda alternativa se centra en la mirada a partir de los sentidos de la mo-
dernidad, donde se ha enarbolado, sin pensarlo o aceptarlo, el discurso sadiano, un
cuerpo que es relacionado, como dijese Foucault, con el orden del placer, del po-
der, del discurso.
El poder, el saber y el placer son tres conceptos que se enlazan siempre en el
discurso sexual sadiano, donde los libertinos infiltran y controlan nuestros cuerpos

" Georges Bataille, Madame Edwarda, España, Tusquets, 1988, pp. 48-49.
" Gerardo de la Fuente y leticia Flores, op. cit., p. 78.
LA PROPUESTA DE UN CUERPO DIAlÓGICO 137

a través del placer. El otro sólo existe en la medida de la necesidad del libertino, es
una máquina ejecutante que debe recomponerse y operar de acuerdo con la com-
posición de la obra, actuando como orquestador, cómplice o víctima. la actuación
sexual es una acción de equilibrio entre la pasión y la razón en la cual no hay des-
borde ni vértigo en lo absoluto, tampoco desorden o experiencia de límite, sino
autoritarismo y represión. Y bajo tales condiciones, la concepción y el proyecto
sobre el otro están negados. De ahí que Barthes diga: "la práctica sadiana está
dominada por una gran idea de orden: los 'desarreglos' se organizan enérgicamen-
te, la lujuria no tiene freno, pero sI orden",17
A Sade, como paradigma de lo moderno, le preocupa el orden,'8 el tiempo y la
acción. Se interesa por la particular coherencia del libertino, quien soberbiamente
desempeña su papel de orquestador. Precisamente, todas las escenas lúbricas están
compuestas con sumo cuidado; hallamos a sus personajes siempre bien diferencia-
dos, nunca son mediocres o representan lugares comunes, sino que tienen una
causa especffica de existencia: libertinos que aceptaron el vicio como modo de vida
(p. e. Dolmance), libertinos que se esfuerzan por crecer en el ámbito (p. e. Nor-
ceuil), virtuosos a los que se impulsa o se les obliga a vivir en el vicio (p. e. Sophie,
Justine, Aline, Valcour, Eugene), y el pueblo, a quien desprecia pero que es objeto
indispensable para decorar la escena, máquinas bien dotadas en el caso masculino,
y bellos traseros dispuestos a ser profanados en el femenino. Sólo eso: desprecio. En
un diálogo entre Norceuil y Juliette, después de la celebración de una orgla, Juliette
dice: "iQué imbéciles son estos seres!", y Norceuille responde: "Son las máquinas
de nuestras voluptuosidades, yeso es demasiado poco para sentir nada. Tu espíritu
más sutil me capta, me entiende, me adivina; Juliette, lo veo, amas el mal".19
As!, el esquema de la actividad es más importante que el contenido mismo;20 los
elementos que se conjugan con la virtud y el vicio en su grado más extremo son
los que se comunican sin comunicación en sí: "los héroes de Sade no comunican
con la carne que fajan, no le dan al otro el placer, se niegan a fundirse en el nudo
carnal; están perpetuamente aparte, tensos dentro de un proyecto que los despla-
za. En su aislamiento magnIfico parecen afirmar que el negocio es entre ellos y una
trascendencia que no alcanzan, pero tampoco rechazan. la gran flaqueza de Sade
es su incapacidad de asumir el vacfo".21
Apoyándonos en el texto sadiano, hemos considerado la manifestación latente
de la modernidad a partir del cuerpo recortado, inventariado, un cuerpo máquina
que está comprometido al "destino de las pulsiones". Parece entonces que "el

" Roland Barthes, Sude, Fourier, Loyola, España, Cátedra, 1997, p. 144.
lB "El orden es necesario para la lujuria, es decir, para la trasgresión; el orden es precisamente lo ·que

separa la trasgresión del cuestionamiento. La razón es que la lujuria es un espacio de intercambio: una
práctica contra un placer; los 'desbordamientos' deben ser rentables; hay que. someterlos, por lo
tanto, a una economra, y esta economra debe planificarse", ibid., p. 156.
" Marqués de Sade, Juliette, en Obras selectas, España, Edimat, 1992, p. 123.
'0 Véase Max Horkheimer y Theodor W. Adorno, "Juliette o el iluminismo y moral", en Dialéctica del
iluminismo, op. cito
" Jorge Gaitán, Sude contempordneo, so.
TRANSGENERIDADES

prójimo es antes que nada un dispositivo que empalmar al suyo".22 Lo que me in-
teresa, por tanto, en el cuerpo de lo otro, es aquello que permita una adecuada
regulación de mi goce, "la mejor conexión de los dispositivos".21 Tomaré lo que
más me apetezca de la máquina de fornicar: culos, tetas, coños; sujetaré brazos y
alzaré piernas. Entraré en trance con una absoluta despersonalización, no es mi
cuerpo como frontera o régimen de experiencia, es la reducción maquínica, el
imperio de la productividad máxima: "Inmediatamente mi cuerpo fue utilizado
como un acerico de vergas de toda especie y tipo, que se clavaron en él, una, dos,
tres, cuatro, cinco, seis ... hasta que perdí la cuenta. El asalto no se interrumpía,
cubo tras cubo de esperma hirviente se vaciaba dentro de mí, miembro tras miem-
bro penetraba en mi boca, en mi culo, en mi coño".24
Así, lo erótico es reducido por la modernidad a una máquina humana goberna-
da por el placer,2s el cuerpo es el depositario en el cual se enumeran el "agotamien-
to de las posibilidades de destruir a los seres humanos, de destruirlos y gozar con
el pensamiento de su muerte y de su sufrimiento".26
Claro está que Sade es el primero en darle a la razón el sentido de frenesf, sobre
cuya negación la conciencia fundó el edificio social y la imagen del hombre. 27 De
tal modo, nos representamos "a nosotros mismos como entidades bien definidas y
nada nos parece más seguro que el YO que funda el pensamiento, y cuando alcanza
los 'objetos' es para modificarlos para su uso: nunca es igual a lo que no es él".28
Se trata del reflejo del hombre contemporáneo, quien usa el cuerpo como con-
ducto del "placer a todo precio",29 10 que facilita la valorización de las partes cor-
porales y particularmente la exigencia de las posibilidades sexuales que determinan
al individuo, medidas éstas según su forma y tamaño; la estética está contemplada
a partir de la medida exterior y el funcionamiento. Sade, siendo ahora vivido en
cualquier encuentro o aspiración de hombres y mujeres modernos, gusta de pieles
blanquísimas, senos firmes, culos redondos y compactos, pequeñas cinturas. Ex-
presiones como "ostentaba la figura flexible y firme de una muchacha de diez años
menos"30 o "tenía puesta una enagua casi transparente que permitiría contemplar
con ventaja los globos llenos y redondos de sus pechos y una cinturita de avispa
que se ensanchaba en la magnificencia abombada y admirable de sus caderas",31
son recurrentes y dan forma al cuerpo sadiano, cuerpo que se cerca a partir de sus
contornos físicos, que se plastifica e inventaría a partir de los elementos anatómi-

" Marcel Hénaff, op. cit., p. 31.


" Idem.
I< Marqués de Sade, op. cit., p. 136.
" Michel Volleve (ed.l, El hombre de la Ilustración, México, Alianza Editorial, 1998, p. 14.
l. Georges Sataille, "Sade", en la invención del sadismo, Revista litoral, núm. 32, México, Ediciones de la
Escuela Lacaniana de Psicoanálisis, 1996, p. 67.
17 Véase ibid., p. 72.
" Ibid, p. 74.
" Iwan Bloch, Sade y su tiempo, México, Juan Pablos Editor, 1971, p. 22.
" Marqués de Sade, op. cit., p, 12.
" Ibid., 13.
LA PROPUESTA DE UN CUERPO DIALÓGICO 139

cos que se le trabajen y moldeen. Un cuerpo que es ahora "terriblemente ostenta-


do, desacralizado, maquinizado, parcelado, contabilizado y unido extrañamente a
una cabeza impasible que programa sus actividades y monopoliza su goce".32
De ahí que esta manera sadiana de vivir y asumir el cuerpo es el reflejo y, he
aquí la parte nodal del planteamiento, es la forma en que se establece la relación
no sólo en el campo de lo erótico sino en todos los renglones de la vida comuni-
taria. ¿Cómo asumir las implicaciones con/en mi cuerpo? ¿Cómo intentar siquiera
modificar las formas de convivencia polftica si no cambia la manera de concebir,
de vivenciar las relaciones eróticas?
Por ello, ahora nos preguntamos cómo se organiza un cuerpo en un orden so-
cial de exclusión, cuál es el correlato corporal del consumidor como figura que ha
ido desplazando a la de ciudadano de sus derechos. ¿Cómo se vivencian en la ac-
tualidad los Ifmites del cuerpo, el afuera y el adentro, cuando lo público y lo priva-
do cambian de escenarios? ¿Qué impacto en la vivencia de un cuerpo propio tiene
esta globalización salvaje, donde hasta las funciones biológicas más primarias
como la procreación y el embarazo están regidas por la precariedad del empleo, la
desocupación, la inseguridad? ¿Cómo comprender; es decir, interpretar, la posibi-
lidad de la disolución del yo, la cancelación de la identidad, la desintegración del
sujeto, cuando existe un hombre como Sade, fiel representante ilustrado que nos
recuerda que somos máquinas de la voluptuosidad, arrebato del placer, que hay
que romper el cuello, "torcer la cabeza para contemplar a la vez la cara y el culo",33
para utilizar, para destruir?
La apuesta, y en este sentido creo firmemente en Bataille, consiste en entender
el cuerpo como sustrato, como sostén de la experiencia, como condición de arrai-
go en el ámbito de la existencia, lo que posibilita formular el sinsentido cuando
accedemos al rompimiento de los limites corporales y alcanzamos con ello la ente-
ra desnudez, la entrega radical a quien nos dio plena existencia: el otro.
El erotismo como trasgresión, como juego extático, elevación, tensión que irre-
sistiblemente conoce a la "alegría hasta en la muerte [... ] tocar fondo, habitar al
modo de Nietzsche el abismo, esa especie de vértigo en el que el yo no le pertene-
ce a nadie sino que es esa fuerza de la sensualidad la que crea ese despliegue de
imágenes y metáforas, esa corriente vital que crea la luminosidad de lo erótico".34
A partir de esta premisa, a la manera de lo señalado por leo Bersani, podrlamos
reconocer que a través de nuestro cuerpo se ponen en práctica los más elaborados
mecanismos de poder y sujeción, pero si precisamente reconocemos todos estos
ámbitos de control que circundan y abrazan nuestro cuerpo, podremos entonces
desenmascarar, denunciar, desnudar, esas coordenadas polfticas que se encuentran
desarrolladas en el acto erótico: heteronormatividad, activo/pasivo, penetrador/pe-
netrado, etcétera. En fin, el juego binario del opresor/oprimido, roles que se resig-

" Mareel Hénaff, op. cit., p. B.


" Marqués de S.de, "los ciento vente dlas de Sodoma", en Obras complttas, Tomo 11, México. Edasa,
1985, p.264.
.. Alberto Constante, la obscenidad de lo transparente, México, Consejo Nacional para l. Cultura y las
Artes, 1994, pp. 33-35.
140 TRAN5GENERIDADE5

nifican y cambian a cada momento y en 105 cuales ya hay una moral valorada, un
establecimiento del nexo de conexión de unos sobre los otros y los otros sobre los
unos, porque sin duda, no hay que olvidar que en las "relaciones de poder, se en-
cuentra uno ante fenómenos complejos que no obedecen a la forma hegeliana de
la dialéctica",ls siendo claro que uno de 105 puntos de expansión del poder es pre-
cisamente lo corporal: "El poder se ha introducido en el cuerpo, se encuentra ex-
puesto en el cuerpo mismo".l6
En el intento de desnudar a cada momento y siempre bajo una nueva circuns-
tancia el poder que nos atraviesa, podrfamos atrevernos a romper las estructuras
binarias, a despojarnos por un momento de 105 discursos y a hacer de la perdida
de poder un goce, es decir, es "casi imposible no asociar la dominación y la subor-
dinación con la experiencia de nuestros placeres más inmensos",l7 lo que implica-
ría que más allá de asumir un texto pertinente sobre 105 fantasmas del poder y la
subordinación corporal, podemos también a través de una apuesta polftica rom-
per 105 binarismos y apostar por el vértigo, asumir que alternativa y simultánea-
mente somos uno y potencialmente muchos, y con una tensión perpetua en el
campo de las posibilidades. Asumir un cuerpo dialógico para después desmoro-
narlo, morir con el otro en el instante del paroxismo, apertura radical, creación de
nuevas resistencias que nos permitirían, llevándolas al plano de la discontinuidad,
darle continuamente nuevos sentidos a nuestras relaciones de reconocimiento y
convivencia con el otro, desgarraduras que a cada momento se configuran, enla-
zan y reconvierten. Es indispensable una trasgresión de las polaridades que, como
Bataille ha propuesto, "podría ser el sentido profundo de ciertas experiencias
mfsticas".l8
Ello implicarfa, por ejemplo, una subversión del masoquismo y de otras vías de
comunicación erótica, cultivando también el placer en el reconocimiento de la
pérdida del poder, pero no para un amo, no para perpetuar binarismos y fragmen-
tar la experiencia de la emergencia del vado, sino precisamente para confirmar con
claridad la liberación de uno mismo, para posibilitar la disolución de sf, la ausencia
de sí, la aproximación a la muerte, ser parte de todo para estar abiertos a todos,
una desidentidad liberadora que permitiría, sin más, la refundación de las formas
de vida discontinuas, del separado y distinto por medio de la comunicación íntima
con el otro, esa comunicación que desgarra la crisálida protectora de su yo para
quedar abierto y desnudo ante la noche. Yasf, desnudos y abiertos, reconocernos,
sabernos y hacer posibles otras formas de comunicación.

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(una historia
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Mario Alonso Prado

ARIES HA MUERTO, DEJÓ DE HACER ACROBACIAS en el Espuma y terminó escupiendo


sangre en la casa Simón de Betania. La había recogido Casandra para meterla a su
show, todos sabfamos que estaba en las últimas; tanta droga, borracheras y des-
veladas, y sin embargo ten famas la esperanza de que el trabajo la hiciera olvidar el
vicio y la puteada.
La última vez que vi su rostro fue en la sección de clasificados de El Norte, junto
a Casandra y las otras jotas. Usaba una peluca larga y rubia; batallé para recono-
cerla. Luego me dijeron que el pelo era para tapar los avances del huevo.
La Mónica fue la primera en informarme aquel lunes de abril. Me dijo que la
Po' favo' y la Aries estaban muy malitas, mientras temblaba porque en pasados
trabajos el condón se había roto, pero aún así no aceptó hacerse los exámenes.
Ninguna de las dos sabíamos que Aries era cadáver desde el dfa anterior. Yo me
enteré una semana después, la Vicky me informó. Sucedió en Simón de Betania.
Más tarde, la historia fue engarzándose con las de Paulina y Alicia.
Se la fueron a dejar a Salma en su puerta porque ya no la aguantaban. Defeca-
ba frente a los clientes que iban a la estética de lvana, armaba escándalo, puteaba
con Jos vecinos; el desastre total.
Murió sola, no se logró localizar a su mamá, las jotas no pudieron reclamar el
cadáver, las hermanas de Betania no aceptaron entregarlo; ahí mismo se le inci-
neró, sin velorio, sin ceremonias, sin testigos de su último suspiro.

11

Como la Po' favo', que ya no se siente en este mundo desde hace dos meses, o
Nancy, la Chisqueada, que ya no volverá a la marihuana, el aceite y las noches en
la delegación, buscamos esconder el temor en el cinismo, pero el miedo persiste
en el fondo y se alimenta con cada nueva noticia, porque ignoramos cuándo la
TRANSGENERIDADES

Santfsima volverá a reclamar a una de sus hijas, aquéllas que han hecho de la noche
su efímero reino de sombras y fantasías.

111

Quiso ser fuerte pero al final se derrumbó cuando estábamos solas. Entre sollozos
me contó cómo la habían violado brutalmente dos sujetos a los cuales no logró ver
el rostro porque en ello le iba la vida. Amenazada, golpeada, con el ano destrozado
y el espíritu y el cuerpo mancillados, la fueron a tirar a una calle del Centro, a unos
metros del sitio donde había tomado el taxi que la debía llevar a su casa.
Durante un mes tuvo pesadillas, despertaba gritando por la noche, no conse-
gura limpiar con el agua de la regadera la suciedad que la cubría. Quiso cerrar aquel
capítulo con la muerte, para así olvidar deAnitivamente aquella tortura. Pero resis-
tió, y aquella velada su llanto se volvió decisión: ha regresado a la puteada, aunque
tomando mayores precauciones. Es su vida y no la puede abandonar.
Lo último que supe de ella es que consiguió un marido que la golpeaba y hasta
la amenazaba con matarla. De eso hace dos meses, y no había vuelto a saber nada
más de ella hasta esta semana, el 26 de setiembre. Unas breves palabras en el ce-
lular: "iNo hay novedad, todo sigue igual!"

IV

A veces parece que la pesadilla no termina, la reflexión sigue apretando el alma


-¿cuándo me tocará a mf?-, y en su voz se combinan el dolor y la nostalgia al re-
cordar a todas aquellas que se le adelantaron en el camino y a las que están a
punto de irse, porque la lista de nombres es larga, muy larga, tanto que inicia
cuando apenas salfa de la preparatoria, un lejano 1986, cuando Alicia no era más
que un niño que soñaba con ser niña algún día, y yo, como aquel cristo de Palaca-
güina, quería ser guerrillero, pero esa es otra historia que algún día contaré.

Empezaron entre golpes, botellazos, mentadas y corre tizas, porque en aquel


tiempo no había centros de la diversidad, casitas o iglesias de la comunidad, sólo
los bares sucios donde llegaban de curiosas cargando los libros de la secundaria,
curiosas, anhelantes y dispuestas a todo con tal de quitarse aquellos trapos que les
estorbaban y ponerse bien putas para sentir una verga en aquellos orificios toda-
vía vrrgenes. Nadie hablaba todavía del sida, aunque las jotas empezaban a caer
como trigo segado y "condón" era una palabra ajena al putería, pero a las nuevas
les esperaba, de entrada, el bautizo de la Marlboro o de otras que se dedicaban a
despelucar a las principiantes y aventarlas madreadas y encueradas a la calle. Mu-
chas no regresaron, pero otras se quedaron y respondieron los golpes con uñas,
dientes y 10 que estuviera a mano. A chingada zas ganaron su lugar, y luego fueron
ellas quienes arrancaron pelucas y postizos, hasta que el huevo se les atravesó en
el camino.
INTOLERANCIA E INVISIBILIDAD EN MONTERREY
147

VI

Fue una época de bonanza. los antros bugas con shows travestis se multiplicaron,
era la moda, los contratos sobraban, habra que aprovechar las apariciones en pe-
Ifculas de encuera trices de la Francis y otras travestis con vestuarios deslumbrantes
imitando actrices de moda.
Pero fuera de la chaquira y los reflectores, la intolerancia y la muerte ocupaban el
espectáculo semanal en los diarios locales. Un dfa era un anciano al que habran
torturado hasta matarlo por joto; otro, el gay de c1óset estrangulado en el cuarto
que alquilaba a espaldas de una cantina para llevar a sus clientes; tampoco se
salvaban los travestis que cotidianamente eran asesinados en la Coyotera, suce-
sos acerca de los cuales los pasquines amarillistas informaban prolijamente con
fotos en primer plano y titulares de primera plana: "Drama pasional entre jotos",
"Asesinan a mujercito", "lilo pervertido", etcétera.

VII

Fue el tiempo de los viajes por todo el pafs, de los"'palenques, los millonarios, las
aventuras en Acapulco, las presentaciones en Siempre en domingo, los coctel es, la
ropa a la última moda; años de tolerancia pero no de aceptación. Era mucho pedir
en un Monterrey donde cada nuevo asesinato causaba risas y el juicio "él se lo
buscó por puto", sin importar que la vfctima se pareciera a luda Méndez o fuera
un simple maestro de escuela.

VIII
De los shows, pero también de los c/6sets, los antros gays eran cotos cerrados a los
que se llegaba a través de correos vocales, rumores y susurros que sólo los enten'"
didos captaban, nada de desplegados en revistas de ambiente o notas aludiendo a
la actuación del artista de moda como jurado en el concurso de mode. iDios no lo
quisiera!, si llegaba a saberse o a insinuarse algo asf, no tardaba en aparecer la se-
guridad pública, lista para pescar a todo el joterfo, para sacarles lana o balconearlos
en El Solo el Extra.

IX
los ricos tenfan el Vongolé y sus fiestas priyadas; los pobres, el Esptirria; el Jardfn,
el Manolos y los puestos de Reforma. los extremos se juntaban cuando llegaba
Sanidad y la poli, corriendo a las ventanas, trepando a los techos, escondiéndose
detrás de los tinacos aunque se dejaran atrás tacones,. trucos; pelucones y vestidos;
porque los operativos no llegaban solos, siempre les·cicompañabauna cámara para
filmar a los pervertidos y luego pasarlos en el noticiero de la mañana o de la tarde,
y el comentarista, con rostro serio y tono admonitorio; hablaba de los males socia-
les, la desintegración familiar, los pecados de la juventud, y conclufaexigiendo alas
autoridades más mano dura contra aquel cáncer social que no podfa existir en un
ciudad que se preciaba de honrada y decente, con valores éticos, familiares, religio-
TRANSGENERIDADES

SOS, etc., etc., etc., y nadie se acordaba de los derechos humanos, las garantías in-
dividuales y todas esas yerbas, porque eso no era para infractores de la ley y la
moral pública.

x
Escena de película de Mario Almada: los policías entran a un bar gay de Monterrey
y sacan a chingadazos a los jotas. Al fondo, peatones y parejas miran con ojos de
indiferencia el operativo. Según el guión, buscaban un sospechoso de asesinato.
Moraleja: en los 80 ser homosexual equivalía a ser criminal, aunque se saliera en
televisión imitando a la Castro o la Durcal.

XI
Invisibilidad e intolerancia fue lo que vivió aquella comadre pionera. Su foto apare-
ció ante mis ojos en una página ajada del diario El Sol en 1958, su nombre era José
Contreras, el breve pie de imagen daba cuenta de que lo habían detenido a pleno
mediodía en la calzada Madero mientras caminaba muy tranquilamente vestido a
la moda de las señoras de entonces: falda entubada, saco, sombrero y zapatillas de
calle. Un polida se morfa de risa mientras segura su figura erguida al bajar la esca-
lera de la delegación, con rostro digno y serio.
Búsqueda inútil en el resto del periódico. En los siguientes números, así como
apareció se esfumó sin dejar ninguna pista. ¿Vivirá todavía, siguió vistiéndose, habrá
muerto soñando con ese momento de valor que quizás no volvió a repetir? Silencio.

XII
y luego las sombras que vienen con los años. Las miradas temerosas de aquellas
niñas casi adolescentes acorraladas en sus cuartos de La Coyotera a principios de
los 70, fotografías abundantes para dejarlas como ejemplo, y las redadas que no
cesaban porque "había que erradicar ese cáncer de la sociedad", equiparable a las
guerrillas y al terrorismo, como decía iracundo el presidente Echeverría en su v
Informe a la Naci6n en 1974.
y tenías que seguir callado, aguantando, porque si abrías la boca se te caía el
mundo encima, porque en Los Magueyes podías ser Maribel Guardia, pero acá no
eras más que un joto, y además madreado o muerto.

XIII
Escena común a fines de los 80: tres hombres muy machos se reúnen para tomar
en una cantina. De madrugada, ya bien pedos, uno de ellos, inhibiciones al c1óset,
las pide o las da. Herida su hombría porque el compadre o el amigo del alma re-
sultó maricón, la emprenden a golpes para que aprenda a ser machito. En algunas
de esas ocasiones, a los agresores se les pasa la mano, pero ahí está el periodista de
policíacas salvando la situación con sus encabezados, en los cuales llaman a la
INTOLERANCIA E INVISIBILIDAD EN MONTERREY 149

vfctima "sujeto de tendencias raras", "rarito", "desviado", y los asesinos llegan al


Ministerio Público con aureola de héroes salvadores de su honra. Más tarde pre-
sumirán de su hazaña ante sus compadres en la carne asada, mientras los six des-
aparecen entre canción y canción del Chente o Lupillo Rivera.

XIV
y dos décadas después, ¿las cosas han cambiado?
Julio de 2005: travesti asesinado en un hotel por mesero iracundo ante las soli-
citudes "inmorales del sujeto de raras tendencias".
Agosto de 2005: parrandero golpeado por sus amigos porque les pidió tener re-
laciones (ntimas.
Que 15 años son nada.

XV
Llegó directamente del Distrito Federal, con 17 ai'\os cumplidos, mini, botas y el
pelucón negro. Su figurita de 1.50 de estatura vino con todo el atrevimiento y
desenvoltura que le daba caminar por Insurgentes pidiendo raid y dando servicio.
Britannia paró el tráfico en Colón y fue la modelo preferida de los fotógrafos en
la Marcha Gay de Monterrey, hasta que el calor la obligó a botar la lady y la polida
regia la encueró en el rfo Santa Catarina. Se marchó a finales de agosto prometien-
do no regresar jamás, porque además ya extrañaba a sus mayatitos.

XVI
Dejo de escribir, volteo hacia atrás y ahf están, mirándome silenciosas desde el
quicio de la puerta. Beta, Luda y Michela acaban de irse esta semana una tras otra,
como esos anuncios que siempre estaban en la sección de avisos pero a los cuales
nadie hacia caso, hasta que un dfa simplemente desaparecieron. Se han ido, ya no
están, en el cuarto flotan sus nombres con la levedad de una voluta de humo.

XVII
Aquella madrugada, Mónica atenaza el teléfono con el terror de- sus palabras que
reflejan el fantasma de la Santfsima que a cada momento la persigue con esquizo-
frénica perversidad en su cuarto. En Colón; en el consultorio del psicólogo, son los
fantasmas de la soledad, del sida, de la muerte, de1l1egar a los 30, del llegar a nin':'
gún lado, los que ahora estallan en su cabeza uno tras otro.
Logré tranquilizarla como pude. Le di el teléfono de un compañero psicólogo;
cuelgo con una terrible inquietud: ¿cuántas más habrá'asf?
Ahora piensa en dejar la puteada definitivamente) después de mucho meditar;
y yo sigo aquf, escribiendo frente a la computadora; esperando, esperando la nue-
va visita en el quicio de esta puerta que cada dfa es más traspasada por quienes ya
no tienen nada que perder. <:"::'.'
150 TRANSGENERIDADES

XVIIl
Hoy me dieron el resultado: salí bien. Hasta el dfa parece un poco más luminoso
al salir del consultorio. Me voy caminando por la avenida, quiero sentir la vida que
me vuelve al cuerpo después de la incertidumbre de estos 15 días. Guardo en mi
bolsa el papel; es un pequeño secreto que regresa una y otra vez a las manos. Son-
rió porque he vencido un poco más al futuro.

X1X

y recuerdo a la Jarocha, a quien corrieron del Oasis por desmadrosa, la que juega
a voleibol en un equipo femenil, la que gana concursos de belleza aunque le falte
un diente y tenga boca de carretonero, aquella que parece gritamos a todos "¡qué
padre es la vida!" en cada una de sus carcajadas aderezadas por su vocabulario
veracruzano.
-Si supieras cuánta soledad y tristeza carga en su interior- me dice con un sus-
piro )onathan, el psicólogo que la atiende desde hace varios meses; su confesión
me estremece, porque hay tantos travestis que viven riendo ...

xx
Silencio, cómplice de todos los silencios atrapados en cada día transcurrido en esta
ciudad de 40 grados septembrinos; el del gerente que me corrió por joto, saludán-
dome como si no hubieran pasado ocho años: "¿Usted estuvo aquí hace mucho,
fue reportero, se acuerda?"; el de los medios callando la violación de los derechos
humanos a 40 vestidas levantadas por seguridad pública, por el pecado de "violar
la moral y las buenas costumbres"; el de los gays que no denuncian los antros
donde existe droga, alcohol y prostitución porque son "nuestros espacios ganados
a los heteros"; el del Instituto de la Mujer, que se niega a mencionar siquiera la
palabra "transgénero"; el de la sociedad entera que deja morir a los trans olvida-
dos, arrumbados en cuartos inmundos después de negarles todo, hasta la compa-
sión. ¿Puede haber más silencios? Sí, los míos propios que guardo alIado del celular
callado (show, baile o room service a la orden) y que por la noche me atormentan
junto al calor, los mosquitos y esa inquietud de mi cuerpo cada vez más cansado,
cada vez más adolorido, cada vez más lejos de mf mismo y de la Glenda, quien
ahora sueña con triunfar como Daniela Romo en la gran capital, para así botar por
fin a Mario, al calor regiomontano, a la familia odiosa, a los deseos que no cuajan,
a la hipócrita colonia que no la quiere, para romper el cordón umbilical y comenzar
a vivir, con terremotos y rateros, pero felizmente transgénera.

XX1

Mi madre también guarda silencios, sus reclamos se apagan con cada nuevo show
pagado, con cada nueva colaboración en revista grillera ($), con cada nueva apor-
tación voluntaria de las compañeras a la asociación, pero de vez en cuando surge
el reproche tímido y anda presumiendo el artículo de su hijo a las vecinas (para que
INTOLERANCIA E INVISIBILIDAD EN MONTERREY 151

vean que con todo y ser jota ...). Hay esperanza, pero ella y yo sabemos que tarde
o temprano deberé alzar mis·alas de libélula hacia el fin del horizonte, y ella calla
porque sabe que es verdad.

XXII
Hoy tengo presentación, Lupita D'Alessio y la Romo en la pista por económica cuo-
ta. Despedida, baby, cumpleaños; salones semivacfos, patios de vecindad, recámaras
de peluches y marchitas fotos de bodas como camerinos. No importa el calorón de
las cinco, el aguacero de las nueve, las direcciones perdidas en algún punto de la
geografía metropolitana. Chistes, albures, mímica, risas, cena gratis, la promesa de
nuevos contratos y la oportunidad de ser nosotras socialmente correctas, aunque
sea por una hora; el precio de mantener al trans callado el resto del tiempo.

XXI1I
Septiembre de 2005
Hoy he roto un poco el muro: me contrataron en una revista de polftica como
reportero.
Hoy he roto un poco más el muro: recibo cartas de todo México y España en
respuesta a mi denuncia de la detención de 40 travestis por parte de elementos de
la seguridad pública.
Hoy he roto todavía mucho más: las vestidas de Colón me aplaudieron porque
logramos que la policfa regia ya no se las llevara.
Estoy rompiendo mi aislamiento, estoy quebrando el miedo de ser transgénero
en la sociedad regiomontana, y con ello triunfando sobre el silencio del pasado.

XXIV
Ya no estoy sola, Mónica y Paulina me acompañan a las reuniones con la policfa.
Informan sobre la situación en sus áreas de trabajo, sobre lo que aparece en los
medios, y también tienen el valor de alzar la voz cuando las detienen injustificada-
mente o cuando una jota se dedica al golpe y al pomo en plena vfa pública. Ya se
ven como trabajadoras sexuales, con derechos pero también con obligaciones. Son
dos, pero ya actúan como Ifderes con las demás, es un buen comienzo.

XXV
(Intermedio tragicómico para bajar la tristeza y el estrés)
Fines de 1996
¡Qué miedo!, parada fuera del cine América en plena tarde con aquellas pantime-
dias a las que les hice un agujero en las nalgas para verme más puta y poder coger
mejor. Cruzo Carranza presurosa, pensándome ya arriba de una granadera; cruzo
hasta la otra esquina, donde unos tipos se quedan frfos al mirarme. No me deten-
go a comprobar nada, voy directamente a la casa de las jotas y al cuarto de la
152 TRANSGENERIDADES

Montserrat. Ahf me cambio a toda prisa frente a la mirada caliente de su pareja.


Salgo de niño decente con rumbo a mi casa. No sabré hasta mucho después que
la jota fue quien me metió en líos para correrme del cine, iY yo que la admiraba
por cuerpazo, chiche, nalga y todo! En An, luego tuvo su castigo, embarazó a una
vieja y lo casaron a la fuerza; hoyes un feliz padre de familia buga, ija ja ja!

(Fin del intermedio)


Rumania Irina Echeverría

A LOS SIETE AÑOS DE EDAD ME ENVIARON a Rumania para operarme de una malfor-
mación en la pierna izquierda, pues se me habla deformado el hueso y se torda
hacia fuera provocando que al caminar cada paso dibujara un círculo y me cayera
con mucha frecuencia al no controlar mi deambular.
Era julio de 1972 cuando Yolanda decidió que me acompañase Chicali y no ella,
según dijo para que al convivir juntos nos pudiéramos conocer y acercarnos emo-
cionalmente, pues con todas sus ausencias él no sabia del proceso de la enfermedad
y yo le tenía piÍnico por sus arranques de rabia hacia mf.
Así pues, abordamos el avión de Lufthansa que nos llevaría al encuentro de
nuestro conocimiento mutuo. Viajaba con nosotros un compañero del pe que
iría con Chicali a un congreso en la desaparecida ROA. SU nombre era Antonio
Caram. El vuelo fue bastante aburrido, los dos camaradas hablaban de política y
yo, a mis siete años, no entendía demasiado, de modo que pensé en leer o plati-
car con las sobrecargos y conocer la cabina del avión, pero cuando Chicali se
durmió no me atreví a despertarlo; se ponía como un ogro cuando interrumpla
su sueño. Así las cosas, no me quedó más remedio que aburrirme durante las 12
horas de viaje que había hasta Francfort, donde transbordaríamos dos horas más
tarde para llegar a Bucarest. El aeropuerto de Francfort era enorme y estaba lleno
de gente, el túnel transportador que nos llevaba del avión a la sala de espera me
hacía sentir que formaba parte del rodaje de una pelfcula de ciencia-ficción, en
las tiendas vendfan de todo, y para una niña de mi edad aquello resultaba mara-
villoso. El vuelo a Bucarest fue novedoso, pues las hélices del avión soviético
hacían mucho ruido y las turbulencias se dejaban sentir con mucha más fuerza
que en el avión alemán.
Unas cinco horas más tarde llegamos a Rumania. Al pie de las escalinatas del
avión nos esperaba una comitiva del gobierno rumano acompañada de una joven
TRANSGENERIOAOES

hermosa que lucía una minifalda, quién sería nuestra traductora durante la estan-
cia en aquel país; su nombre era )oana.
Nos hospedaron en el hotel del Comité Central, donde alojaban a sus invitados
especiales. Era un edificio muy grande con un jardín enorme al frente lleno de
flores, como las construcciones de la realeza europea. Se vera un poco viejo pero
era muy lujoso, con formidables candelabros de cristal que daban un brillo majes-
tuoso al lugar. En aquel hotel estuve una semana mientras me hadan los exámenes
médicos y me asignaban un espacio en el hospital. Casi no veía a Chicali, excepto
en el comedor o para dormir. Al mismo tiempo que a mf me sacaban sangre, me
hacían radiograffas y otras cosas de por sí horribles, él estaba en sus reuniones o
conociendo la ciudad. Las únicas ocasiones que salimos juntos fuimos al circo,
donde sí me divertí, y al castillo de Drácula en Transilvania, pero no lo conocí
por dentro porque me dejaron en el coche; Chicali no tenía paciencia para ayu-
darme a caminar ya que tenía mi pierna enyesada. Ambas salidas fueron en com-
pañía de Caram.
Joana era la única persona que estaba conmigo. Ella me enseñó la ciudad, sus
jardines, algunos museos y el teatro; también me llevó al Mar Negro. Gracias a
Joana aprendí 10 elemental del idioma rumano para poder comunicarme y no
sentirme aislada en el hospital, donde ella no estaría para ayudarme.
Por fin llegó el día. Después de desayunar, Joana y Chicali subieron al coche
conmigo, pero esta vez íbamos al hospital. Al llegar, se veían algunos vidrios ro-
tos y muros descarapelados, decían que debido a la guerra. Tenía jardines muy
grandes con muchos árboles. Después de hablar con el doctor y explicarnos en
qué consistía la cirugía, me llevaron a mi cuarto; entonces Chicali habló: "Pórta-
te como hombrecito, tienes que ser fuerte, luego nos vemos". )oana me abrazó
y me dijo que nos veríamos el domingo. Se marcharon y me dejaron sola en un
lugar desconocido.
Era un cuarto con cinco niños más. Recuerdo bien a una niña de aproximada-
mente cuatro años, con los intestinos éxpuestos a causa de una enfermedad con-
génita. Siempre estaba en cama y con una sonrisa en su carita pecosa. El cuarto
era muy frío, creo que por un vidrio roto que permaneció asf durante toda mi
estancia; sólo cuando comenzó a nevar 10 cubrieron con una cobija doblada.
Todas las noches lloraba mucho, en silencio le reclamaba a Yolanda su abando-
no. Era horrible cuando se reunían 105 médicos a mí alrededor para auscultarme.
Asentían y negaban con la cabeza mientras yo no entendía absolutamente nada de
lo que hablaban, aunque su trato fue siempre muy cariñoso. Mi relación con los
niños fue al principio muy difícil; yo no hablaba su idioma y estaba sola, y ellos
manifestaban la crueldad que suele aparecer cuando los de aquella edad se hallan
en grupo. También había algunos niños, 105 más graves, internados en cuartos es-
peciales acompañados de sus mamás.
Los días pasaban entre consultas y piquetes, entre burlas y golpes de algunos
niños más grandes que yo. Había una enfermera que me adoptó y me protegía, su
nombre era Svetlana, tenía unos 2S años, su cara era redonda, su cabello negro y
corto, su piel muy blanca y tenía una complexión un poco lIenita. Con Svetlana me
RUMANIA 157

sentía menos sola, ella fue la que puso claramente en mi conciencia el querer ser
mujer por primera vez, cuando un día me dijo que con estos ojos y esta cara yo
debf haber sido niña. Aquello no me causó ningún malestar, al contrario, me sen-
tf muy querida, no sé explicarlo pero fue la primera ocasión en que odié ser hom-
bre. Svetlana me 10 decfa con mucha frecuencia, hasta me llamaba "su niñita". Yo
pensaba que era porque lloraba mucho, pero 10 hacía de noche y ella no 10 sabfa.
Los domingos eran los días más felices, eran dfa de visita, todos recibfan a mamá
y a papá, todos menos yo. Joana me hacía más liviana esa ausencia, me llevaba li-
bros para colorear, cuentos, rompecabezas, juguetes para armar, algún pastel y,
por supuesto, saludos de Chicali, quien estaba en reuniones por Europa o descan-
sando en las montañas balcánicas.
Una noche lluviosa de septiembre, acostada en una camilla, atravesé el lúgubre
pasillo que conducfa al quirófano. Recuerdo pasar bajo las lámparas del techo a
medio encender; eran alumbradas por los relámpagos de la tormenta. Cruzamos
unas grandes puertas y vi al doctor rodeado de enfermeras junto a una cama de
metal muy frío con una enorme lámpara arriba. Me acostaron en aquel frfo metal
y me dijeron que todo estaría bien, me colocaron una mascarilla y el doctor me
pidió que contara del 10 al uno y que respirara profunda y pausadamente. Entonces
conté: diez, nueve, ocho, siete, seis ... Cuando abrí los ojos ya era de dfa y tenfa tu-
bos por todos lados. Además, mi pierna enyesada estaba sostenida del techo por
unos contrapesos con poleas, 10 que me espantó mucho, pero Svetlana estaba allí.
Al dfa siguiente me llevaron a mi cuarto y me di cuenta, al permanecer varios dfas
en cama, que entendía todo 10 que escuchaba y ya no me sentf tan sola, aunque no
hubo un solo dfa en que no dejara de extrañar a Yolanda y llorar por su abandono.
El espectáculo era hermoso, todos los árboles se pintaban de oro y rojo y pron-
to dejarían sus troncos totalmente desnudos para el invierno, mientras el suelo se
convertía en una enorme y crujiente alfombra con brillos de fantasfa. Llovía conti-
nuamente y los dfas se hacían más fríos, entonces las salidas al jardín fueron más
cortas y teníamos que jugar adentro. Aprendí a convivir con todos los niños y ellos
me conocieron bien. Al principio me cuestionaban mucho por la ausencia de mis
padres; crefan que me habran abandonado y yo les explicaba en todas las formas
posibles que si su trabajo, que si su militancia, que si la revolución, etcétera, pero
no 10 entendfan. La verdad es que yo tampoco, y siempre terminaba justificando
algo que yo misma reprochaba. Sin darme cuenta cumplr ocho años; era un día
como cualquiera, yo ni me acordaba, pero a las tres de la tarde llegó Joana con un
pastel y Svetlana trajo un helado de nuez y varios platos. Todos mis amigos me
cantaron algo que con el tiempo se me olvidó. Aquella noche, como todas, lloré y
quería entender por qué me sentía castigada. La recomendación de "pórtate como
hombrecito" me confundía mucho, ¿acaso los hombres no lloran? Entonces, cada
vez con más ganas, odié no ser mujer.
Pasó el tiempo y llegó diciembre, los médicos decidieron dejarme salir del has.,.
pital y pasar las últimas semanas de convalecencia en el hotel. Una mañana frfa
tocaron la puerta del cuarto y al levantar la mirada vi a Chicali; sus palabras sona-
ron como al perdón que tanto esperé. Por fin me iría y mi papá sí me quería, no
TRANSGENERIDADES

importaban los cuatro meses de soledad, él estaba frente a mí y me sacaría de


allí. Me despedí de todas y todos mis amigos, muchos ya se habían marchado y
llegaron otros, ahora me tocaba a mí. A Svetlana la abracé muy fuerte y le juré
que nunca la olvidaría, y no sólo no la olvidé, le tengo un enorme agradecimien-
to ya que me ayudó a sanar heridas de mi corazón y estuvo dispuesta a quererme
como soy.
Cuando llegamos al hotel, fue como estar en casa, era un lugar familiar y muy
bonito. Yo quería ver a Chicali de forma distinta, hasta le decfa "papito", como si
así no me volviera a dejar sola. En fin, las cosas fueron como antes, él a sus cosas
y yo con )oana. Al tener la pierna enyesada, los paseos fueron más escasos, sobre
todo al caer las primeras nevadas. Un día especialmente frfo me asomé por la
ventana y vi algo que no había visto nunca, eran pedacitos de plumas o de algodón
que caían muy suavemente del cielo. Entonces Chicali salió del cuarto y me dejó
sola. Al ratito regresó con una cubeta llena de nieve para que yo la tocara, pues si
salía y llegaba a pisarla con el yeso podría tener algún problema con los tendones
que me habían injertado. Ese fue uno de los gestos más tiernos que tuvo hacia mí
en toda su vida.
Llegó el fin de diciembre y del año 1972. En el hotel hubo una gran recepción
y brindis por el año nuevo. Después de cenar, Chicali me llevó a dormir y regre-
só a la fiesta; cuando vino a dormir estaba borracho, hasta me dio un beso y me
dijo que me quería. Al amanecer, como a las siete, quise despertarlo para que me
llevara al baño, pero todos mis esfuerzos fueron inútiles; yo traté de ir sola pero
no podía moverme sin ayuda. Desesperada, traté de dormir para ver si así me
podía aguantar más, pero de nada sirvió: me oriné, no pude evitarlo. Muy asus-
tada, intenté tender la cama, pero cuando Chicali despertó me notó nerviosa y
quitó las cobijas para descubrir lo que yo hab(a tratado de esconder. Su reacción
fue inmediata, cuando me di cuenta ya estaba tirada en el piso con la boca se-
miadormecida y sangrando; después colgó la sábana de la ventana "para que
todos vieran mis cochinadas". Yo quise darle una explicación pero no me lo per-
mitió. Me castigó y no pude comer en todo el día. Aquella noche volví a llorar,
él se despertó y me obligó a escribirle a Yolanda, diciendo que yo era un chillón
maricón y me pintó los labios con un bilé para que marcase la carta con un beso
de "niño maricón".
Con el golpe se me aflojó un diente. Más tarde, Chicali le amarró un hilo y tiró
de él; eso sí, bajo mi almohada apareció un billete de cinco dólares que, según me
dijo, "me dejó el ratón". Con aquel dinero le compré una vajilla de porcelana a
Yolanda, de regreso en Francfort.
En los primeros días de enero me quitaron el yeso. Esta vez Chicali estuvo allí,
el doctor encendió una sierra circular y cortó el yeso. Yo estaba aterrada; Chicali,
por su expresión, parecía más nervioso que yo, pero lo peor fue cuando vio la
herida y me quitaron los puntos. tI nada más decía "puta madre" mientras me
acariciaba el cabello; yo sólo apretaba los ojos y los labios por el dolor que sentía
cuando me jalaban cada una de las más de 20 puntadas.
A la semana abracé y besé muy fuerte a )oana. Lloré mucho cuando me subí al
RUMANIA 159

avión que tanto esperé para regresar a mi casa y ya no sentirme abandonada y


recordar aquellos cinco meses como los más tristes.
Nunca hablé de todo esto con nadie, pero al pasar el tiempo sigue doliendo
igual.
De la culpa
a la claridad:
otra manera de
explicar la revolución
Rosario Galo Moya (Coquen,,)

LA HISTORIA ESCRITA RECIENTE de América Latina es todavía parca en el relato de las


experiencias político-militares que desde la década de los 60 del siglo pasado ocu-
paron un importante lugar en las luchas sociales contra una situación de explota-
ción y represión generales en todo el territorio. Hoy sólo existen unas cuantas in-
vestigaciones que, de acuerdo con el espejo ideológico en que se miran, ofrecen
datos parciales de ese importante momento. Quizá se deba a la cercanfa en el
tiempo de esta experiencia, pero no se ha realizado una profundización suficiente
en las causas que le dieron origen y mucho menos un análisis concreto de su de-
saparición.
Pero dicha historia es mucho más parca -más bien diría casi inexistente- en lo
referente a la situación personal de los militantes, a su vida dentro de las estruc-
turas de las organizaciones, más allá de las pláticas personales y del sillón del psi-
coanalista. Esta situación personal, para ser más específico, es el ejercicio de la
sexualidad, especialmente la de quienes no estábamos incluidos, en ese entonces,
dentro de los cánones heterosexuales.
Durante los años que estuve inmerso en esa vorágine de acciones políticas,
ocultamientos, presencia pública y clandestinidad, mi preferencia sexual se convir-
tió en un pesado fardo que tenfa que cargar, sobre todo si se tiene en cuenta que
estábamos en tiempos de la formación del hombre nuevo, aquel que debfa seguir
adelante hasta la construcción de una nueva sociedad sin explotadores ni explota-
dos. Creo que no es necesario repetir los atributos que ese hombre tenía que po-
seer y los cuales, al parecer, no entraban en contradicción con la no aparición de
una mujer nueva. Fueron años de autorepresión, de relación amorosa clandestina
y de promesas de no seguir traicionando al movimiento y de renunciar a todo
aquello que me alejara de los principios de la revolución.
RESISTENCIA DESDE LA SOCIEDAD CIVIL

No está de más recordar que esta civilización se halla asentada en el dominio y


en la violencia de unos pocos sobre la mayoría; tampoco que utiliza la culpa y la
cultura del pecado, según dice Michel Foucault, como un modo de ejercer presión
sobre quien intenta desconocerla. En el caso que nos ocupa, culpa por cometer el
pecado de disidencia sexual.
En eso estaba cuando se dio la posibilidad de realizar el salto de un activismo
estudiantil a una militancia más comprometida con la situación política. Ya no se
trataba de un simple acompañamiento a las luchas sindicales o de la interminable
discusión de las asambleas universitarias. Era una decisión que implicaba un cam-
bio total de vida, un giro político que signiAcaba asumir una responsabilidad hasta
entonces sólo entrevista desde fuera.

'" '" '"


En términos generales, aunque las excepciones existen, sabemos desde temprana
edad cuál va a ser nuestro camino en el campo de la sexualidad. Por eso, al entrar
en la adolescencia experimentamos una especial atracción hacia cierto tipo de
personas sin saber a ciencia cierta si estamos en lo correcto o no. Las primeras
exploraciones sexuales, en mi caso, me hicieron saber que era diferente al resto de
mis amigos, que aquellas exploraciones me producían un placer que no experi-
mentaba con las amigas. Pero al mismo tiempo sabra que no era lo deseable, pues
se trataba de una desviación de la norma de lo que tiene que ser el comportamien-
to masculino. Y como es la sociedad la que determina el cuerpo individual, "nues-
tra sexualidad y nuestra vida sexual muestran conflictos entre el placer sexual en sr
[y] las restricciones de la masculinidad".' Ahí estaba la clave para entender lo que
me ocurría, aunque lo descubrí mucho más tarde, no entonces, cuando estaba
sumergido en la cultura del pecado. Al igual que muchos, tomaba como natural
"el poder social de la heterosexualidad sobre la homosexualidad, [es decir] la inte-
riorización de dominación social y sexual en las formas de estructuras de la mas-
culinidad y de un sentido de culpabilidad".2
Las diferentes formas de disidencia sexual se encuentran (o se encontraban)
imposibilitadas para manifestarse en libertad, porque es evidente que se deben
obedecer los parámetros sociales que dirigen el comportamiento sexual, precisa-
mente porque "la ley del padre es necesaria para el pleno cumplimiento de las le-
yes". J Son estas leyes patriarcales, más tácitas que escritas, las que determinan el
ejercicio de la sexualidad en sólo dos maneras. Las demás pueden considerarse
aberraciones y, en el mejor de los casos, conductas marginales que no afectan el
normal desenvolvimiento de la sociedad.

'" * '"
1 Gad Horowitz y Michael Kaufman, "Sexualidad masculina; hacia una teoría de la liberación", en Mi-
chael Kaurman, Hombres, placer, poder y cambio, República Dominicana, (IPAF, 1989, p. 68.
, Idem.
, Guy Hocquenghem, Homosexualidad y sociedad represiva, Argentina, Granica Editor, col. Psicoteca
Mayor, 1974, p. 37.
DE lA CULPA A lA CLARIDAD

Hasta aquí los prolegómenos, porque si bien la situación personal se mantenía


más o menos estable, al ser semiclandestinas las tareas organizativas en que esta-
ba inmerso, me permitían llevar una doble vida, 10 que podría considerarse como
normal en aquellos tiempos, aunque siempre evitando toda posible circunstancia
que pudiera poner en peligro las actividades que se realizaban. A esto se sumó el
llamado a cumplir con el servicio militar obligatorio, hecho que por sí solo signi-
ficó el alejamiento de toda actividad militante. Estamos hablando del año 1972,
el último de la dictadura de Alejandro Agustín Lanusse, una de las tantas que
asolaron Argentina y que pasada la mitad de ese año se encontraba en una franca
retirada.
Ese año también marca la culminación, para la época, de una serie de moviliza-
ciones populares contra la política de represión y explotación de los militares. El
golpe de Estado de junio de 1966 ya duraba seis años, signados por levantamientos
populares, puebladas, huelgas y el accionar de las organizaciones político-militares.
La toma de la cárcel de Rawson, en la Patagonia, donde estaban recluidos los presos
políticos, tuvo como consecuencia el fusilamiento de 23 de ellos en agosto, 10 que
originó una gran cantidad de marchas y repudios por los asesinatos. El dictador
Lanusse llamó a elecciones, sin proscripciones, para el siguiente año.
Sin proscripciones significaba el retorno del peronismo al ámbito legal, porque
desde el golpe de Estado de septiembre de 1955 estaba fuera del sistema político
oficial, aunque no de la política. Esto propició el retorno de Perón a Argentina en
una primera visita en noviembre de 1972, y el siguiente año de manera definitiva
hasta su muerte, el 1 de julio de 1974. En términos muy generales, este es el mar-
co po1ftico y social en el cual me encontraba en ese ya lejano año de 1972.
El servicio militar obligatorio me hizo regresar a mi provincia, dejando de lado,
en una especie de limbo, la militancia que apenas comenzaba. El retorno también
sirvió para encontrarme con un viejo amor que, a pesar de haber pasado casi tres
años con apenas algunas cartas de por medio, renacía con fuerza. Pero también
significó la pérdida, si bien momentánea, de todo contacto con la organización
debido a una operación mal planeada, lo que conllevó el casi desmantelamiento
del aparato montado durante tanto tiempo.
El regreso de Perón coincidió con el término del servicio militar. En todo el país
se organizaron actos masivos, conectados sólo por la radio, para esperar el mo-
mento de la llegada. En Buenos Aires tuvo lugar una inmensa movilización que, a
pesar de la represión, consiguió llegar al aeropuerto de Ezeiza para recibirlo. La
euforia de aquel retorno, querido por la mayoría de los argentinos, me obligó a
buscar de manera poco menos que obsesiva un nuevo contacto que me permitie-
ra seguir con esa militancia, a la que ya no dejaría sino años después en el exilio.
Logré ingresar a una agrupación, y en tanto mi vida sexual no afectase las acti-
vidades po\(ticas, decía, podía seguir con la misma vida. Así fue hasta que llegó
nuevamente la democracia. Aquellos nuevos aires traían también el regreso de los
presos políticos y, sobre todo, el retorno a un nuevo compromiso en la vieja mili-
tancia. Se reorganizó todo, se incorporaron nuevos cuadros y las responsabilidades
que asumían eran cada vez mayores. Me dijeron que con los nuevos aires la agru-
166 RESISTENCIA DESDE LA SOCIEDAD CIVil

pación necesitaba figuras nuevas, de recambio, y de repente me encontré conver-


tido en figura pública.
Las contradicciones internas del peronismo me obligaron, a partir de entonces,
a caminar lo más derecho posible. Ya no podía seguir con dos vidas paralelas; esas
vidas tendrían que juntarse en algún momento, fue lo único que me atreví a pen-
sar. Obviamente, la relación afectiva terminó.
Un dato curioso; en aquellos momentos de intensa actividad política nos llegó
una frase que utilizábamos como apotegma; "Lo personal es político". Lo curioso
no es la frase en sí, sino el modo en que la usábamos. Si lo personal es poIrtico,
entonces lo político debe asumirse como comportamiento personal y no desviarse
de la línea trazada. Yeso era el hombre nuevo, el individuo inmerso en lo colecti-
vo, con ese pensamiento colectivo puesto en las maneras de llegar a la nueva so-
ciedad. Muchos años después, con la frase ya casi olvidada en algún baúl de los
recuerdos, descubrí su verdadero sentido -cuando también descubrfel feminismo-
y desde entonces la utilizo como reafirmación de mi propia vida política.

***

El ajetreo político en el que estaba inmerso me permitía seguir lo planificado sin


que asomaran las cuestiones relativas a mi sexualidad. Todo consistía en asistir a
reuniones, discutir las líneas políticas a seguir, buscar las maneras de evitar que
nuestra parte contraria, la derecha peronista, pudiera desplazarnos. Desplegados
por aquí, conferencias de prensa por allá, la militancia seguía con sus altibajos,
hasta que la muerte de Perón nos situó en la disyuntiva de seguir apoyando a su
gobierno, ahora en manos de Isabel y de la ultraderecha peronista, o iniciar una
política propia que rescatase los mejores momentos del peronismo y pudiese
llegar más allá de la conciliación de clases, base programática de este movimien-
to. Además, había que cuidarse de los grupos para policiales, que comenzaron a
actuar asesinando a los militantes de izquierda, especialmente a los de la izquierda
peronista.
Desde julio hasta octubre de 1974, fecha en que ingresé a la cárcel, estuve re-
flexionando continuamente sobre la revolución. Si ya estábamos, de hecho, fuera
del peronismo oficial y no tenía que guardar ningún tipo de conducta de cara al
exterior, había llegado el momento de plantear abiertamente la cuestión tantas
veces postergada: la preferencia sexual. Decidido a enfrentar directamente la si-
tuación, solicité una reunión con los responsables de la Regional, porque prefería
una discusión para aclarar aquellos puntos tan incómodos del ejercicio de la
sexualidad antes que abandonar el proyecto polftico-ideológico al que me habra
entregado.
Las condiciones sociales habían cambiado y era ya muy difícil moverse sin que
se despertaran sospechas del sistema represivo. Estábamos en constante vigilancia
ya pesar de ello pudimos reunirnos. La primera respuesta fue que era insólito, que
se trataba de algo que jamás había sucedido -yo conocía casos de expulsión- y
que, de todas maneras, había algo que se llamaba moral revolucionaria que no
permitía conductas burguesas desviadas.
DE LA CULPA A LA CLARIDAD

Traigo a colación un escrito de un autor francés, quien al referirse al Partido


Comunista, apunta que con frecuencia "ha desempeñado el papel de superyo de
la burguesía: representa la fidelidad a los principios morales [y] ha afirmado la ley
de la heterosexualidad familiar".4 Quizá si hubiera contado con este material las
discusiones habrían seguido otro derrotero.. '
Aunque con pocas herramientas teóricas -ésas las conocf después-, me permi-
tí alegar una independencia de lo personal respecto al ejercicio de la sexualidad
que, según afirmaba yo en las discusiones, no era contradictoria con la militancia
revolucionaria. Al respecto, )effrey Weeks me hubiera ayudado a redondear mis
ideas y le hubiera dado un pie de página a mi discusión: "El sexo transgresor es una
manera de romper con la tiranía del orden existente [... ] La liberación sexual es
una (tal vez la) llave de la libertad social, una energía irruptora que puede ayudar
a romper con el orden existente".5
La cárcel impidió la continuación de lo que tenía visos de ser una discusión
positiva, no tanto por los resultados -la expulsión era segura- sino como un ante-
cedente a tomar en cuenta para casos futuros. Pero la realidad política se encargó
de hacer imposible esta situación y muchas otras:ia represión, entonces a car-
go de los militares, se recrudeció, mientras la famosa Triple A (Alianza Anticomu-
nista Argentina) segura con su tarea de secuestrar y asesinar. Los grupos fueron
desarticulados y posteriormente casi destruidos mediante una estrategia de cerco
consistente en comenzar a apretar desde el norte y el sur del país, y desde el oeste
y el este, con el fin de concentrar a la militancia en el centro, Buenos Aires y zonas
aledañas y, de esta manera, proceder al exterminio.
Yo estaba en el norte y fui de los primeros en llegar a la cárcel. Sin causa, casi sin
expediente, pero debido a mi peligrosidad, fui destinado a recorrer el pars, siempre
encerrado; así descubrí que el paisaje argentino tenra el mismo color: pardo grisá-
ceo. Fue en la estancia más larga, Córdoba, donde entablé amistad con un chico
de una organización hermana. Ante la vigilancia a que era sometido por parte de
los compañeros que jamás me dejaban solo con mi amigo, pude darme cuenta
de que existra en manos del responsable un informe sobre la discusión que había
comenzado anteriormente. Pero no pasó de la vigilancia y del cuidado, de la reco-
mendación de no seguir con esa amistad y de la negativa a dar continuidad a la
discusión por falta de elementos.

***

El siguiente capítulo es mi arribo a México. Ya con la sospecha de que los informes


llegan antes que la gente, corroboré no sin sorpresa que los 1S días que estuve
encerrado en un hotel de paso en la zona de La Merced, se debía fundamental-
mente a que se estaba discutiendo mi situación personal. En aquellos momentos
terribles, solo, en una ciudad desconocida, en un ambiente bastante desagrada-

4 ¡bid., p. 32.
5 )effrey Weeks, Sexualidad, México, pUEG-Paidós, 1998, p. 103.
168 RESISTENCIA DESDE LA SOCIEDAD CIVIL

ble, lo que menos sentía era una pulsión sexual. Cuando al fin se retomó el con-
tacto comencé a realizar una serie de actividades, controles, discusiones de docu-
mentos, a conocer la ciudad en la que había aterrizado, todo hecho con el único
fin de cumplir con el propósito del retorno, el cual tenía la esperanza de que no se
postergase demasiado.
Pero ya con la experiencia de lo pasado en la cárcel pedí de nuevo una discusión
sobre el tema, que había quedado trunca. Y más aún, porque quien estaba a cargo
de la jefatura era un individuo perteneciente a mi Regional. Pensaba que mi situa-
ción serfa ventajosa, pues los antecedentes ya eran conocidos por ambas partes y
en México bien podríamos darnos el lujo de no dejar nada fuera de las discusiones,
ya que los tiempos eran otros, diferentes. No se dio como lo imaginé; más bien
sirvió para que de una vez quedara fuera del proyecto.
Fui expulsado por desviaciones pequeño-burguesas y serias deficiencias menta-
les y morales, y conductas contrarrevolucionarias. Fui degradado al nivel de simple
activista, pero siempre dentro de las directivas de la organización, y como un esca-
pe a mi problema, tenía que aceptar que estaba enfermo y que debía seguir un tra-
tamiento para curarme. Sin más, acepté porque a aquellas alturas, sin tener con
quién hablar y aclarar conceptos, me consideraba un enfermo, no imaginario sino
real, que tenía que hacer todo el esfuerzo posible para salir de su problema y poder
regresar al proceso revolucionario. Ahí fue cuando comenzó el cambio. Una psicó-
loga mexicana fue la encargada de procurarme atención c1fnica en tanto que su
compañero argentino me daba atención política. Desde entonces inició una gran
amistad que culminó en un compadrazgo, del cual me siento orgulloso.
Fue en aquellas sesiones, que se completaban con pláticas a la hora de la cena,
donde fuimos descubriendo que "la lucha por la liberación social incluye, no sólo
la aceptación de la propia y provisional identidad y una utopía pluralista, sino tam-
bién la lucha contra los obstáculos concretos y éstos son la represión de los homo-
sexuales y la opresión de la mujer".6 No faltaba mucho para que saliera a la calle,
en 1979, la primera Marcha del Orgullo Homosexual, así como para que yo des-
cubriese que no estaba solo, que éramos "mucho más que dos", como en el poe-
ma de Benedetti; después vino el feminismo y junto con él la certeza de que sólo
mediante el cambio de los mitos fundacionales de la actual civilización podremos
acceder a una nueva cultura, ahora sÍ, sin explotadores ni explotados.

Bibliografía principal

GARGALLO, F., Ideas feministas latinoamericanas, México, UACM, 2004.


GUTIÉRREZ AGUILAR, R., Desandar el laberinto. Introspecci6n en la feminida9 contem-
poránea, Bolivia, Muela del Diablo Editores, 1999.
HocQuENGHEM, G., Homosexualidad y sociedad represiva, Argentina, Granica Edito-
res, col. Psicoteca Mayor, 1974.

• Josep Vincent Marqués, ¿Qué hace el poder en tu cama? Apuntes sobre la sexualidad bajo el patriarcado,
España, El Viejo Topo, 1981, p. 60.
DE LA CULPA A LA CLARIDAD

KAUFMAN, M., Hombres, placer, poder y cambio, República Dominicana, CIPAF,


1989.
MARQufs, J. V., ¿Qué hace el poder en tu cama? Apuntes sobre la sexualidad bajo el
patriarcado, España, El Viejo Topo, 1981.
MOGROVE)O, N., Un amor que se atrevi6 a decir su nombre. La lucha de las lesbianas
y su relaci6n con los movimientos homosexual y feminista en América Latina,
México, Plaza y Valdés Editores, 2000.
WEEKS, J., Sexualidad, México, pUEG-Paidós, 1998.

Bibliografra complementaria
DRucKER, P., Arco iris diferentes, México, Siglo XXI Editores, 2004.
EscÁRCEGA, F. y R. GunfRREz (coords.), Movimiento índrgena en América Latina:
resistencia y proyecto alternativo, México, Gobierno de la Ciudad de Méxi-
co-Casa Juan Pablos-BuAp-uNAM-uAcM, 2005.
F1GUEROA, c., "Cultura del terror y guerra frfa en Guatemala", en R. SOSA (coord.),
Sujetos, v(ctimas y territorios de la violencia en América Latina, México, UACM,
2004.
¿De qué tienen
que avergonzarse
la Magdalena
y el coronel Gisella?
Zapatismo y
diversidad sexual
Adrián Palma

MEDIANTE LAS REflEXIONES QUE SIGUEN, me propongo poner sobre la mesa algu-
nas ideas acerca de la diversidad sexual en el zapatismo. Intentaré realizar una
aproximación sociológica de cómo se ha construido y dibujado el cuerpo, la
sexualidad y el género en su discurso. Armaré un rompecabezas de ideas sobre los
pronunciamientos del zapatismo respecto de la diversidad sexual, no de forma
cronológica, sino quizás en un vaivén pendular; hay bastante tela de donde cor-
tar. Sin exagerar, de una sola carta del subcomandante podríamos hacer, al estilo
de los analistas del discurso, una larga rediscusión.
Titulo este trabajo con un baile de palabras alusivas al discurso zapatista de la
diversidad sexua1.! Tanto la Magdalena como el coronel Gisella son dos personajes

1 Aclaro que empleo indistintamente los términos "diversidad sexual", "activismo lésbico gay bisexual
transgénero" (LGBT) y "movimiento lésbico gay" para referirme a actores sociales insertos en la rede-
finición de las sexualidades, de sus posibilidades eróticas e identidades múltiples. No me detendré en
precisiones conceptuales sobre estos t«!rminos; soy consciente de los riesgos analrticos que se corren
al emplearlos como sinónimos. Sin embargo, los uso para fines prActicos. Es necesario señalar que
cada uno de los términos reviste significaciones históricas y contextuales especificas. Por ejemplo, el
término diversidad sexual, empleado por sociólogos como Plummer O Weeks (véase Kenneth Plum-
mer, "Speaking its Name: Inventing a Lesbian and Gay Studies", en Kenneth Plummer (ed.). Modem
Homosexualities. Fragments o(Lesbian and Gay Experience, Reino Unido, Routledge, 1992. pp. 160-172
Yjeffrey Weeks, El malestar de la sexualidad. Significados. mitos y sexualidades modernas, España, Tala-
sa Ediciones, 1993) refiere la necesidad de pensar la sexualidad en un abanico diverso, plural, por
oposición a las categorfas binarias de homo-heterosexual. El uso analltico del término diversidad
sexual a veces se confunde como sinónimo de sexualidades no heterosexuales, cuando estas mismas
forman parte de ella. De manera que decir los "grupos de la diversidad sexual" para referirse al sector
LGBT, es caer en un craso error, porque se excluyen otras posibilidades. O más aún, hablar de diversi-
dad sexual implica también reconocer una gama tan amplia como se quiera de prácticas sexuales en
una sola orientación sexual. Hasta aqul la precisión.
RESISTENCIA DESDE LA SOCIEDAD CIVIL

que ilustran muy bien cómo el zapatismo ha logrado incluir en su discurso -prác-
ticamente desde 1994, el año de su irrupción- la problemática social de las per-
sonas con sexualidades e identidades diferentes a la heterosexual. El zapatismo ha
hermanado la discriminación que padecen los indígenas con la de otros sectores
sociales como las lesbianas, gays, bisexuales, transgénero y transexuales (LGBT),
los cuales de acuerdo con la Primera Encuesta Nacional sobre Discriminaci6n en
México 2005, son algunos de los grupos más discriminados.
La pregunta alrededor de la cual giran estas reflexiones pretende ser lúdica y
retoma el comunicado del subcomandante Marcos, quizá más conocido por 10
que al tema LGBT se refiere; me refiero a aquél que mandara ex profeso a la Marcha
Lésbico Gay de junio de 1999: "¿De qué tienen que avergonzarse lesbianas, ho-
mosexuales, transgenéricos [sic] y bisexuales? iQue se avergüencen quienes ro-
ban y matan impunemente siendo gobierno! iQue se avergüencen quienes persi-
guen al diferente!"2
La Magdalena y el coronel Gisel1a son dos personajes con identidades de géne-
ro trasgresoras que forman parte de las huestes zapatistas y no se avergüenzan de
su identidad de género; muy al contrario, l1evan en sus cuerpos elegidos, en sus
ropas transformadas, una resistencia política doble: la de vivir en los márgenes de
un sistema de género dominante y la de ser militantes zapatistas.
Ambos son actores 3 emblemáticos, en el sentido sociológico de la palabra, de
dos movimientos sociales que cruzan sus cauces en las realidades de nuestro pafs:
el movimiento lésbico gay y el zapatismo civil. 4 La Magdalena, mujer pecadora del
cristianismo y figura putona reivindicada por los evangelios progresistas,5 es un
personaje muy posiblemente ficcionalizado a partir de otro: el coronel Gisel1a.
Detengámonos brevemente en el coronel Gisel1a; el1a/él es una/un irreverente
transgénero de izquierda y militante del Frente Zapa ti sta de Liberación Nacional
(FZLN). En un comunicado, Marcos manda un saludo al FZLN y la/lo mencionr
"Como el coronel Gisel1a, que es uno y una y no es lo mismo, pero es igual".6
Podemos observar cómo Marcos advierte y aclara que las identidades de géne-
ro no son las mismas: se pude ser un él y una el1a. Las construcciones sociales de
ser mujer y hombre no son las mismas, y pese a las diferencias son equivalentes

, EZLN, "Apoya el EZLN la lucha por el respeto a la diversidad sexual", en La Jornada, México, junio de
1999.
, Hablo de actores sociales, de la perspectiva accionalista de los movimientos sociales. Véase Alberto
Melucci, Acci6n colectiva, vida cotidiana y democracia, México, El Colegio de México, 1999, pp. 9-68.
• Me refiero a aquella movilizaciÓn de los sectores de la sociedad civil que hacen suya la lucha indrgena.
En realidad, hablar del zapatismo dado a conocer el 1 de enero de 1994 es hablar de un movimiento
civil opuesto al armado, es señalar un movimiento social amplio que ha extendido su cuestionamien-
to del actual sistema económico polrtico más allá de los pueblos indrgenas. El zapatismo ha puesto a
debate otro tipo de inequidades sociales, ha retomado la situación de las mujeres, las oportunidades
de empleo para los jóvenes y desde luego la diversidad sexual.
, Véase José Saramago, Ensayo sobre la ceguera, México, Alfaguara, 1998.
, "En carta a Fernando Yáñez saluda la aparición de la revista zapatista Rebeldla", en La Jornada, México,
lunes 18 de noviembre de 2002. Cursivas del autor.
¿DE QUÉ TIENEN QUE AVERGONZARSE LA MAGDALENA Y EL CORONEL GISELLA? 173

en términos de relaciones con el otro. Posiblemente, también se señala una cues-


tión particular de los transgéneros que ha sido investigada desde los estudios de
género: 7 algunos transgéneros no se consideran ni hombres ni mujeres, sino que
como mujeres, juegan performativamente con lo socialmente hiperfemenino, la
femme fatale, buscadoras del deseo contenido en al mirada, en la lengua; y en
tanto hombres, se saben beneficiadas de la dominación masculina.
La Magdalena se abre paso coqueta, provocativamente en la novela Muertos
incómodos, escrita por el subcomandante Marcos y Paco Ignacio Taibo 11, yen ella
vemos un posicionamiento cada vez más frecuente del zapatismo en su compren-
sión de las diferencias de género y de orientación sexual, cristalizadas en eso que
llamamos transgénero, la inventiva propia del cuerpo elegido.
Elías Contreras, un personaje indígena y zapatista de la novela, desnuda su
forma de pensar sobre la Magdalena:

y entonces ella me dijo que no es un ella sino un él. Y entonces, como muy no le entende, ella
se levantó la falda y ahe se miró su tse-cómo-lIama haciendo bulto en su calzón. Y entonces yo
le pregunté qué CÓmo era que es un él y se viste como Uf! ella. Y entonces ella o él me contÓ
que es mujer pero tiene cuerpo de hombre [ ... ] Y entonces en su cuartillo me contó todo y que
ella o sea él quiere ahorrar su dinerito para operarse el cuerpo de hombre y hacerlo cuerpo
de mujer y que por eso estaba taloneando [ ... ] Estuve pensando que a veces el Dios también
se equivoca, porque a la Magdalena, que es mujer, la puso en cuerpo de hombre.·

El cuerpo, sabemos por los sociólogos de género,9 es un eje central de las defi-
niciones sociales sobre el ser hombre o mujer. La masculinidad dominante dicta
socialmente la construcción de determinado tipo de cuerpos. Los cambios y las
trasgresiones a las ideas dominantes del cuerpo están representados en la Magda-
lena y, desde luego, en el coronel Gisella. Y no sólo del cuerpo, sino también de
la sexualidad, ya que hay que recordar que el transgénero alude principalmente al
performance del género, que a veces se cruza con la sexualidad, de manera que si
llevamos a sus extremos el transgénero, transgénero es cualquier cambio a las
representaciones corporales dominantes. De ahf que no todo transgénero cues-
tione el orden de género dominante: en muchas ocasiones lo reproduce.
El zapatismo ha jugado en el discurso, y muy posiblemente en sus vidas coti-
dianas, con la variación del cuerpo de las Magdalenas, de las Gisellas de la socie-
dad civil. El zapatismo, al retomar y construir un discurso sobre la diferencia entre
las sexualidades, crea sus propias representaciones públicas, produce género y,
por ende, identidades colectivas, identidades como la del varón indígena que en-
tiende al o la transgénero, un tanto cuanto con mirada paternal. Me refiero a Elfas

1 Véase Annick Prieur, "Stealing Feminity: On Bodily and Symbolic Constructions", en Mema's House.
Mexico City: On Transvestites, Queens and Machos, Reino Unido y Estados Unidos, University of Chi-
cago Press, 1998, pp. 140-178.
• Paco Ignacio Taibo 11 y sub comandante Marcos, "Capítulo VII. Y Pancho Villa no fue testigo", en
Muertos incómodos ({alta lo que falta.), en LaJomada, México, 16 de enero de 2005.
• Véase Robert W. Connell, Masculinidades, México, PUEG!UNAM, 2003.
174 RESISTENCIA DESDE LA SOCIEDAD CIVIL

Contreras, quien acepta ser el papá de la Magdalena, le dice que es princesa y que
el zapatismo va a poner hospitales para corregir su cuerpo.
En ese juego constructivista de representaciones, sería muy interesante saber
de una Gisella indrgena zapatista, de un novio indfgena, compañero sexual, lo que
sea de la Magdalena, o de un varón indígena socialmente masculino con amorros,
cachondeos por otro indfgena, quizá de alguna otra etnia.
El zapatismo ha ido tejiendo los argumentos de la diversidad sexual abajo y a la
izquierda, lo ha ido anclando polfticamente hacia la izquierda. Desde el inicio de
la insurrección del EZlN, los medios se volcaron sobre la figura principal de Mar-
cos. En un reportaje cubierto por el periodista Vicente Leñero, éste le espetó:
"Marcos no tiene compañera", y Marcos respondió parco: "Tampoco soy homo-
sexual". Los medios van alimentando un imaginario social que juega con la sexua-
lidad del líder guerrillero.
En la sociedad mexicana, el término "homosexual" carga con el estigma que lo
vio nacer en el siglo XIX, el del personaje enfermo, desacreditable, y lleva consigo
todo un imaginario social complejo en el que coexisten figuras como las del cuí-
lIoní de los aztecas, el joto, el mayate, el gay de los 70. La elección de un varón por
alguien de su mismo sexo es un escándalo. Al escándalo del EZlN le correspondió
otro en los medios, los rumores sobre Marcos. Los medios, y acaso la sociedad
mexicana, se preguntaron quién es el Irder guerrillero detrás de la máscara. Mar-
cos respondió en una de las acostumbradas y largas posdatas de sus comunicados
que era gay en San Francisco y se solidarizó con la exclusión. La respuesta sorpren-
dió por venir de la izquierda, de un movimiento inédito y revitalizador del país:

P.D. Mayoritaria que se disfraza de minorfa intolerada.


A todo esto de que si Marcos es homosexual: Marcos es gay en San Francisco, negro en
Sudáfrica, asiático en Europa, chicana en San Isidro, anarquista en España, palestino en Israel,
indígena en las calles de San Cristóbal, chavo banda en Neza, rockero en cu, judío en Alema-
nia, ombudsman en la Sedena, feminista en los partidos políticos, comunista en la post guerra
fría, preso en Cintalapa, pacifista en Bosnia, mapuche en los Andes, maestro en la ente, artis-
ta sin galerfa ni portafolios, ama de casa un sábado por la noche en cualquier colonia de
cualquier ciudad de cualquier México, guerrillero en el México de fin del siglo xx, huelguista
en la CTM, reportero de nota de relleno en interiores, machista en el movimiento feminista,
mujer sola en el Metro a las la pm, jubilado en el plantón en el Zócalo, campesino sin tierra,
editor marginal, obrero desempleado, médico sin plaza, estudiante inconforme, disidente en
el neoliberalismo, escritor sin libros ni lectores, y, es seguro, zapa ti sta en el sureste mexicano.
En fin, Marcos es un ser humano, cualquiera, en este mundo. Marcos es todas las minadas
intoleradas, oprimidas, resistiendo, explotando, diciendo 'iYa basta!'. Todas las minadas a la
hora de hablar y mayorías a la hora de callar y aguantar. Todos los intolerados buscando una
palabra, su palabra, lo que devuelva la mayoría a los eternos fragmentados, nosotros. Todo lo
que incomoda al poder y a las buenas conciencias, eso es Marcos. 'O

10 "Comunicado de prensa del subcomandante Marcos", en <http://www.bibliotecas.tv/chiapas/may94/


28may94.html>, México, 28 de mayo de 1994.
¿DE QUÉ TIENEN QUE AVERGONZARSE LA MAGDALENA V EL CORONEL GISELLA? 175

De esta carta hay mucho que discutir en relación con el género, pero concen-
trémonos en la respuesta respecto de la sexualidad. Por un lado, somos testigos
de los juegos mediáticos con las declaratorias sobre la sexualidad de Marcos, lo
que refleja la obsesión por las definiciones de género, por la identidad sexual de
los varones, que es propia de Occidente, según Foucault," y que compartimos en
nuestros híbridos occidentales latinoamericanos. Y por el otro, observamos cómo
el zapatismo hila un discurso sobre la otredad, sobre el derecho a la diferencia y a
la disidencia sexual pública.
Marcos, y en consecuencia el zapatismo, se solidariza con otras exclusiones. En
una entrevista concedida en 1994 a la periodista Trina Kleist, del San Francisco
Chronicle, declaró con dejos de ironfa: "Vivr en San Diego. Fui taxista en Santa
Bárbara. Trabajé en un restaurante en San Francisco, hasta que fui despedido por
ser homosexual". Algunos tabloides reprodujeron sus afirmaciones en primera
plana (el Alarma!, si no me equivoco), de manera que la propia Kleist amenazó
con iniciar un proceso legal contra quien desvirtuara su entrevista.
Marcos asocia los estigmas creados en la construcción de la masculinidad, en
la identidad de género, al desempleo, a la margirÍación, al sistema económico
neoliberal, al poder político gubernamental. Asf, en el comunicado dirigido a la
marcha lGBT dice: "Nada hay que esconder. Ni la preferencia sexual ni la rabia por
la impotencia ante la incomprensión de un gobierno y un sector de la sociedad
que piensan que todo lo que no es como ellos es anormal y grotesco".12
Marcos alienta a hacer público y a organizar el rechazo a la incomprensión
gubernamental, de la misma forma que comparte el "iya basta!" a la invisibilidad
y el silencio de lesbianas, gays y transgéneros. Manifiesta la admiración de los y
las zapatistas al movimiento lGBT y menciona que dentro del zapatismo hay quie-
nes no son ni las ni los: "Los y las zapatistas, y quienes no son ni los ni las, pero
son zapatistas, saludamos la dignidad lésbica, gay, transgenérica y bisexual. Larga
vida a su combatividad y un mañana distinto, es decir, más justo y humano, para
todos y todas los diferentes".13
Marcos vincula la esfera política gubernamental con las representaciones nega-
tivas que viven los homosexuales y en las que construyen su subjetividad como
parte de un mismo proceso. Une poder político con relaciones de poder en los
géneros, hace del movimiento lésbico gayo del activismo lGBT su lucha, al tiempo
que los invita a participar.
Creo que aquf es importante diferenciar entre las relaciones de poder guberna-
mental y las de poder de género. Pensar que las relaciones de pareja son un tipo
diferente de las que se establecen en el Estado ayuda a entender que los géneros,
las sexualidades, se han construido con y sin la determinación de los procesos
polrticos de éste.

11 Véase Michel Foucault, Historia de la sexualidad, vol. 1. La voluntad de saber, México, Siglo XXI, 2000.

" "Apoya el UlN la lucha por el respeto a la diversidad sexual", en La Jornada, México, junio de 1999.
" "Comunicado de prensa del subcomandante Marcos·, en <http://www.bibliotecas.tv/chiapas/
may94/28may94.html>, México, 28 de mayo de 1994.
RESISTENCIA DESDE LA SOCIEDAD CIVIL

Creo que vale la pena tener presente que en México el ejercicio de la sexualidad
entre personas del mismo sexo, y las múltiples identidades de género que de ahf
derivan, se han ido construyendo en un sistema de género y en un discurso sexual
especffico (local), pero también global, lo que hace que varones y mujeres con
dicha sexualidad reinterpreten y reelaboren el discurso gay anglosajón.
Las imágenes culturales del ser hombre, del ser mujer, al margen de sus sexua-
lidades, se han construido en un sistema de género que opera con cierta autono-
mea, un sistema en el que intervienen distintos y múltiples procesos mediante los
cuales los actores erigen su subjetividad.
El Estado mexicano no es ese ogro filantrópico culpable de la dominación mas-
culina; se ha construido desde perspectivas dominantemente masculinas,·' pero
esta dominación subyace tanto en el Estado como en la sociedad civil, se sitúa por
encima de cualquier militancia política y modelo económico. Es decir, el neolibe-
ralismo no provoca y crea la discriminación por orientación sexual, por identidad
genérica, al menos no de forma unívoca, sino que existen cuestiones históricas
propias en las que esa discriminación se ha cimentado.
El imaginario social de la sociedad mexicana ha creado y ha hecho convivir las
representaciones del sodomita, el maricón, el joto, el mayate, el gay y la lesbiana
en distintos procesos históricos, simultáneamente al margen y al interior del sis-
tema polftico mexicano y de la globalización neoliberal. Como dice ]effrey Weeks:
la historia de la sexualidad no es la historia del capitalismo; aunque éste sí consti-
tuya cierto tipo de subjetividades sexuales, las significaciones sobre la sexualidad
sobrepasan a este periodo histórico: s
Es cierto que la globalización neoliberal, como modelo económico, también
penetra cultural mente, y con ella el discurso de lo gay como mainstream, pero
este discurso de lo gay que se introduce principalmente a la ciudad de México
en los 80, toca fondo con las representaciones populares del joto, el mayate, el
chichifo, la tortilla, el marimacho, etcétera. Esa interacción de identidades crea
nuevos actores sociales, nuevas definiciones para el conjunto de la sociedad
mexicana.
El gay es el ejemplo ilustrativo de este proceso. Surge como un actor que rei-
vindica su subjetividad e inserta una nueva representación en la sociedad mexica-
na, el gay se convierte en personaje popular de nuestra sociedad como un imagi-
nario social histórico, como un sujeto social más que coexiste con las figuras del
joto y el homosexual. En otras palabras, las identidades sexuales y de género en
México se han construido entre la autodefinición de los actores y la definición del
conjunto social. Se trata de una construcción relacional: ambas definiciones ali-
mentan, resisten, permanecen, transforman al sistema de género.

,. Véase Rob BufAngton, "Los jotos. Visiones antagónicas de la homosexualidad en el México moder-
no", en Daniel Balderston y Donna ). Guy (eds.l, Sexo y sexualidades en América latina, Argentina,
Paidós, col. Género y cultura, vol. 1, 1998, pp. 185-204.
15 Véase )effrey Weeks, El malestar de la sexualidad. Significados, mitos y sexualidades modernas, España,
Talasa Ediciones, 1993.
¿DE QUE TIENEN QUE AVERGONZARSE LA MAGDALENA V EL CORONEL GISElLA?

Diferenciar entre dos lógicas de poder, al estilo foucaultiano, permite identifi-


car campos de batalla específicos, ubicar al enemigo, y el enemigo en las trasfor-
maciones de género no sólo es el Estado y el sistema económico, sino también, y
principalmente, el sistema de género dominante. Ubicar esas relaciones de poder
entre los géneros, deconstruir el género a través de la investigación histórica, yen
general de las ciencias sociales, ayuda a tener mejores puentes de diálogo entre las
diversas relaciones de género del pafs. Compartir la historia en términos de géne-
ro desde el sureste al norte del Estado mexicano, es tener la posibilidad de cami-
nar juntos en un cambio mutuo.
El zapatismo ha invitado a los activistas lGBT a que compartan su lucha. Desde
su surgimiento público, el EZlN convocó a diversos sectores sociales del pafs, y en
la Convención Nacional Democrática (CNO), realizada por el propio movimiento
armado en agosto de 1994, participaron sectores del movimiento lésbico-gay a
través de lo que se llamó la Asamblea Nacional Lésbico Gay.16
tsta entregó una serie de demandas, como una ley general contra la discrimina-
ción, el reconocimiento legal de la pareja homosexual o lésbica, la educación
sexual en todos los niveles de enseñanza, el dereého al libre uso del cuerpo, la
atención por parte del Estado a través de campañas efectivas de atención y preven-
ción del problema de salud pública que representa el vIH-sida, el respeto a los de-
rechos laborales y humanos de las personas que viven con vIH-sida, entre otras.
Como vemos, muchas de estas demandas han sido construidas por el activis-
mo lGBT; algunas son actualmente una realidad, como la Ley Federal para Prevenir
y Eliminar la Discriminaci6n, de 2004, impulsada por organismos de la sociedad
civil. Otros temas planteados a la CNO permanecen en el tintero, aunque no por
voluntad propia. Un ejemplo lo constituye la Ley de Sociedades de Convivencia,
aplazada por la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF). Otras demandas
siguen siendo parte de la lucha del activismo lGBT y de organizaciones no guber-
namentales en salud sexual, prevención de VIH, etcétera.
El zapatismo ha querido mirar hacia otras problemáticas sociales y ha tratado
de comprenderlas. Su vocero principal ha sido un puente imprescindible de diá-
logo al introducir las demandas lésbico gays tanto en sus comunicados como en
la literatura.17

lO Véase Asamblea Nacional Lésbico Gay, "Propuesta del movimiento de liberación lésbico-homo-
sexual para la Convención Nacional Democrática", en Debate Feminista, año 5, vol. S, México,
septiembre 1995, pp. 247-251. También Fernando Prieto Fernández, "Presencia gay y lésbica en la
Convención Nacional Democrática", en Del Otro Lado, núm. 19, México, noviembre 1994. Véase
también Carlos Monsiv;!is, "Mucho de lo que México es ahora y mucno de lo que no es. Crónica de
una Convención (que no lo fue tanto) y de un acontecimiento muy significativo", en Proceso, núm.
928, México, 15 de agosto de 1994.
17 El subcomandante Marcos ha hecho de la literatura su principal arma. Criterios estéticos aparte, sin
duda él ha colocado a las letras en el campo de batalla. La filóloga Aurora M. Ocampo señala que
Marcos es un gran escritor y lo incluye en su Diccionario de Escritores Mexicanos (véase Elena Ponia-
towska, "Homenaje a Aurora M. Ocampo", en LaJomada, México, jueves 23 dejunio de 2005).Jaime
5abines decfa que el subcomandante Marcos es un "aprendiz de poeta y un excelente comunicador
humano" (véase Jaime Sabines, "Entierren al PR'". en Hern;!n Becerra, Los escritores chiapanecos opi-
nan sobre el UlN, México, Edamex, 1999, pp. 11-13.
17B RESISTENCIA DESDE LA SOCIEDAD CIVIL

El zapatismo ha querido compartir mediante un fuerte grito el derecho a la


diferencia. Entre los cuentos fundamentales del viejo Antonio, como señala Raúl
H. Lugo, está La historia de Jos otros. En ella se recrea, gracias a la pluma de Mar-
cos, la poética y la visión indígena de la diferencia. Cuenta el viejo Antonio que
durante una asamblea de los dioses primigenios, lo primero que debieron recono-
cer fue la diferencia y la existencia del otro. Y en otra de sus extendidas posdatas,
Marcos escribe, en una narrativa indígena, un relato que me parece ejemplar y
que habla de la necesidad de crear otro mañana:

-Mira Pedrito, hay cosas que debes saber para cuando crezcas [ ... ] Vamos a hablar de cuando
un hombre ama a una mujer [ ... ] Mira Pedrito, cuando un hombre ama a una mujer. .. porque
no es lo mismo que cuando una mujer ama a un hombre, O cuando un hombre ama a otro
hombre, o cuando una mujer ama a otra mujer, porque de todo hay y es necesario saberlo y
comprenderlo. Pero bueno, cuando un hombre ama a una mujer... porque tampoco es tan
sencillo de explicar como.'"

También vale la pena reproducir completo un cuento llamado Agujetas de cofor


de rosa:

Había una vez un par de zapatos que usaba, como todos los demás zapatos, agujetas negras o
cafés. De día andaba este par de zapatos como todos los demás zapatos, es decir, arrastrándo-
se por el suelo. Pero resulta que este par de zapatos tenfa escondidas en su c1óset unas agujetas
de color de rosa y de noche se las ponra y se ponía a darle vuelo a la hilacha. Y asr se la pasaba
este par de zapatos, hasta que un día se cansó de esconder su felicidad en el c1óset y se puso
las agujetas de color de rosa y todos los demás zapatos lo miraron con seria desaprobación y
le tendieron un cerco con agujetas de color café y negro para aislarlo, no fuera que contami-
nara al resto de los zapatos. El par de zapatos de agujetas de color de rosa se in conformó y
todos los dras marchaba con una pancarta que deda 'Respeto y dignidad para las agujetas de
color de rosa', pero los demás zapatos lo ignoraban y más fuerte anudaban sus nudos negros
y cafés para dejar solo al par de zapatos de agujetas de color de rosa y organizaban contramar-
chas con pancartas que dedan 'Acabemos con la enfermedad de las agujetas de color de rosa'.
y en eso estaban cuando alguien vio al par de zapatos con agujetas de color de rosa, le puso
un sombrero grande y feo yel sombrero lleva plumas de color azul pastel y le hizo una canción
y el par de zapatos de agujetas de color de rosa se hizo muy famoso y todo~ lo bailaban y a los
zapatos de agujetas de color café y negro nadie les puso sombrero ni plumas y nadie les hizo
una canción, iqué les van a hacer! Tan, tan."

Estos dos cuentos, para mi gusto las mejores alusiones a la diferencia y a la di-
sidencia sexual, son un fiel reflejo de cómo el zapatismo ha elaborado un discurso
y lo ha integrado en el seno de la lucha indígena.

18Raúl H. Lugo, "Zapatismo y diversidad sexual", ponencia presentada en el marco de las celebraciones
por el aniversario 20 y 10 del EZlN, organizado por el FZlN en Unidad de Atención Sicológica, 5exoló-
gica y Educativa para el Crecimiento Personal (UNASSE), en Mérida, Yucatán, 11 de diciembre de
2003.
" Id,m.
¿DE QUÉ TIENEN QUE AVERGONZARSE LA MAGDALENA Y El CORONEl GISELLA? 179

Cambios en el zapatismo
El zapatismo ha generado una movilización civil interesante y fuerte, ha logrado
la rediscusión de los procesos históricos latinoamericanos en el marco de la llama-
da modernidad, ha captado la atención de diferentes intelectuales del orbe: soció-
logos, literatos, cineastas, artistas plásticos, estudiantes, y ha puesto a los colecti-
vos a pensar su manera de hacer polrtica. En suma, ha generado un movimiento
social amplio, en el que coinciden la izquierda histórica y otros perfiles izquierdis-
tas, asf como diferentes actores. En todos ellos, los acontecimientos del 1 de
enero de 1994 despertaron otra lectura de la realidad nacional.
El zapatismo ha cambiado a la sociedad. "Sin la rebelión zapatista, el pafs segui-
rfa dormido", como dijo Carlos Fuentes,20 pero también son varios los procesos
sociales por los que el zapatismo ha pasado.
Las mujeres indfgenas zapatistas han empezado a reflexionar sobre sus relacio-
nes de género, se piensan como mujeres, como trabajadoras, como esposas,
como madres, como guerrilleras. En los últimos años, las mujeres indfgenas han
hecho suyo el discurso de los derechos de las mujsres y lo han articulado con sus
demandas propias Y Las propias modificaciones de las relaciones de género entre
los zapatistas han permitido que el debate de las sexualidades tenga cabida. Es un
debate construido por ellos mismos. ._
El zapatismo, al reivindicar la diversidad étnica, la diversidad cultural, ha reco-
nocido otro tipo de diversidades, entiende que incluso en la sexualidad y en las
identidades de género las hay.
El zapatismo articula sus demandas sociales en un abanico más amplio, y las
comparte, entre otras razones, porque en sus filas, civiles o no, también hay ero-
tismo, sexualidad, identidades de género, identidades sexuales, de la misma for-
ma que las hay en el resto de la sociedad. Las relaciones de género y la sexualidad,
es menester recordarlo, se construyen socialmente con otros ejes de diferencia-
ción social, como la etnia, la clase, el ciclo de vida.
El zapatismo extiende sus principios de justicia, democracia y libertad al espa-
cio de la intimidad, y creo que explorar los modos en que construye su discurso
de género ayuda a que caminemos juntos desde distintos frentes, siendo el pen-
samiento, la palabra, uno de ellos.

Bibliograffa
ASAMBLEA NACIONAL LÉSBICO GAY, "Propuesta del movimiento de liberación lés-
bico-homosexual para la Convención Nacional Democrática", en Debate
Feminista, año 5, vol. 5, México, septiembre de 1995, pp. 247-251.

" Véase Sanjuana Martínez, "Sin la rebelión zapatista, el pals seguida dormido: Carlos Fuentes", en
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1I Véase Irene Ramos, "Mujeres indlgenas y relaciones de género en el Congreso Nacional lndlgena",

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180 RESISTENCIA DESDE LA SOCIEDAD CIVIL

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Los medios de comunicación
en el reforzamiento
de los esquemas convencionales
de género y su responsabilidad
social para impulsar
transformaciones incluyentes
Silvia Jiménez G.

EN UN ARTfcuLO TITULADO "Para una guerrilla semiológica", Umberto Eco recuerda:

No hace mucho tiempo, para adueñarse del poder polltico en un país, era suficiente controlar
el ejército y la policfa. Hoy, sólo en los paIses subdesarrollados los generales fascistas recurren
todavía a los carros blindados para dar un golpe de Estado. Basta que un país haya alcanzado
un alto nivel de industrialización para que cambie por completo el panorama; el día siguiente
a la caída de Kruschev fueron sustituidos los directores de Izvestia, de Pravda y de las cadenas
de radio y televisión; ningún movimiento en el ejército. Hoy un país pertenece a quien con-
trola los medios de comunicación.'

Es cierto. Lo podemos ver claramente en nuestro pafs. A diferencia de los


movimientos rebeldes de los años 60 y 70, el ElLN apenas se sirvió de unos cuan-
tos disparos. Su estrategia, más bien, ha consistido en alcanzar una presencia en
los medios de comunicación. Durante poco más de una década, los comunica-
dos del subcomandante Marcos han sido más efectivos que las granadas o los
cuernos de chivo.
Queda claro, entonces, el enorme poder de los medios de comunicación. Lo
que no está tan claro -y es un asunto en el que los propios expertos aún no han
podido ponerse de acuerdo-, es en la magnitud y el alcance que ejerce este
poder.
El comunicólogo chileno Jorge Peña Herborn, en un artfculo titulado "Perspec-
tivas acerca de la influencia de los medios de comunicación de masas en la opi-
nión pública", señala que "los medios, tomados como un todo, entregan esque-

, Umberto Eco, "Para una guerrilla semioI6gica", en La Nación, Argentina, 2 de mayo de 2004.
RESISTENCIA DESDE LA SOCIEDAD CIVIL

mas interpretativos en consonancia con los intereses de las clases dominantes,


mientras que las audiencias de los medios, aunque a veces negocian y cuestionan
estos esquemas, carecen de fácil acceso a sistemas alternativos de significado que
les darfa posibilidad de rechazar las definiciones que los medios ofrecen a favor de
definiciones oposicionales consistentes".2
Asf, los nexos entre el poder político y económico con los medios de comuni-
cación, no sólo son estrechos. Los propios medios -y con mayor razón los elec-
trónicos- están asociados directamente a los grupos económica y polfticamente
poderosos. Su interés, desde luego, se centrará en mantener el status quo y en
promover y reforzar valores y actitudes que les permitan conservar el control
económico y, algo no menos importante, el control de las conciencias.
Las posturas pueden variar y los matices diferir un poco. Existen desde quienes
piensan que los medios de comunicación son capaces de modificar ideas, actitu-
des y creencias, hasta quienes sostienen que su influencia en el ámbito social es
muy limitada y acaso sirve únicamente para reforzar esas ideas y actitudes.
Sin ánimo de entrar en debates, adoptemos una postura conservadora y acep-
temos que los medios de comunicación, en efecto, refuerzan ideas, creencias y
actitudes.
En el caso que nos ocupa -el género y el transgénero-, pensemos entonces que
los medios han reforzado los esquemas convencionales y han impuesto una san-
ción social a quienes se atreven a romper esos esquemas. Hablamos del rfgido
esquema, presente en nuestra cultura fuertemente influenciada por la tradición
judeocristiana, que establece una correspondencia directa y categórica entre el
sexo biológico y el género. Si la persona nace con una genitalidad que la identifica
con el sexo masculino ha de expresarse, necesariamente, en el género masculino,
y viceversa. Quien rompe esta regla es castigado de manera lapidaria por la socie-
dad, azuzada, principalmente, por los medios de comunicación que tiran la pri-
mera piedra y exhortan a su audiencia para que arroje las demás.

Del baile de los 41 a la Beba Galván


y otras historias infamantes
El asunto no es nuevo. Existen registros que hablan de por lo menos un siglo de
descalificaciones, burlas y escarnio. El 20 de noviembre de 1901 tuvo lugar en la
ciudad de México un acontecimiento peculiar: un total de 41 varones fueron sor-
prendidos en una fiesta privada, lo que provocó un escándalo, toda vez que la
mitad de los asistentes vestfa ropas de mujer.
La prensa de entonces narró que "entre algunos de esos individuos fueron re-
conocidos los pollos que diariamente se ven pasar por Plateros. Éstos vestían
elegantísimos trajes de señoras, llevaban pelucas, pechos postizos, aretes, choclos

l Jorge Peña Herborn. "Perspectivas de la influencia de los medios de comunicación de masas en la


opinión pública", en Revista Mad, núm. 2, Universidad de Chile, mayo de 2000.
MEDIOS DE COMUNICACiÓN Y ESQUEMAS DE GÉNERO 185

bordados yen las caras tenían pintadas grandes ojeras y chapas de color. Al saber-
se la noticia en los boulevares, se han dado toda clase de comentarios y se censu-
ra la conducta de dichos individuos. No damos a nuestros lectores más detalles
por ser en sumo grado asquerosos".3
Con el subtítulo "Aquf están los maricones muy chulos y coquetones", un cro-
nista escribió: "Hace aún muy pocos dfas/ Que en la calle de la Paz.! Los gendar-
mes atisbaron/ Un gran baile singular.// Cuarenta y un lagartijos/ Disfrazados la
mitad/ De simpáticas muchachas/ Bailaban como el que más.// La otra mitad con
su traje,/ Es decir de masculinos.! Gozaban al estrechar/ A los famosos jotitos.//
Vestidos de raso y sedal Al último figurfn.! Con pelucas bien peinadas/ Y movién-
dose con chic."4
Las crónicas de la época y un infamante grabado de José Guadalupe Posada en
el cual muestra a hombres bigotudos vestidos de mujer, se encargaron de hacer
saber a todo aquel varón que en lo sucesivo quisiera ataviarse con ropa femenina,
que el castigo serfa inmisericorde. Y, desde entonces, el número 41 se enquistó en
el imaginario colectivo como sinónimo de homosexualidad.
A mediados del siglo pasado, una canción muy socorrida entre los jóvenes de
la época decfa más o menos asf: "Ese niño que tiene Asunción, se pone vestidos,
medias y tacón ... Asunción, Asunción, ese niño va a ser marinero, Asunción,
Asunción, ese niño va a ser maricón".
Ni siquiera la revolucionaria década de los 70 -con su amor y paz, su zona rosa
y su píldora anticonceptiva- fue capaz de mostrar una mayor sensibilidad en lo
referente al transgénero y los estigmas sociales.
Quienes en aquel entonces iniciábamos la adolescencia recordamos una publi-
cación que no por amarillista dejaba de provocar reacciones en nuestras jóvenes
conciencias. Se llamaba Alarma!, yen no pocas ocasiones mostró en su portada a
grupos de travestis detenidas en los separos de la policfa y con encabezados que
hoy mueven a risa pero que en aquellos tiempos generaban escalofrfo: "Mujerci-
tos escandalizan en la vfa pública", decfan, o "Lilos detenidos por alterar el orden".
Una vez más, la condena social a través de los medios era más severa que la propia
privación de la libertad.
Años más tarde, en 1977, se estrenó en México la pelrcula El lugar sin I(mites,
donde nuevamente una persona travesti sufría un castigo ejemplar a causa de su
condición: era asesinada por un hombre que no soportaba saber que tuvo sexo
con alguien que él identificaba como varón.
Un dueto de imitadores, los Polivoces, harfa grotescas imitaciones de cantantes
femeninas de la época, como Marfa Victoria, OIga Guillot y otras; y a través de
personajes travestidos se encargaban de ridiculizar a todo aquel varón que quisie-
ra vestirse como una mujer.

• la Hoja Suelta, México, 1901, apud Miguel Hernández Cabrera, "Los cuarenta y uno, cien años
después", la Jornada, 9 de diciembre de 2001 .
• Idem.
186 RESISTENCIA DESDE LA SOCIEDAD CIVIL

Podría pensarse que un siglo después de aquel famoso baile de los 41 las cosas
han cambiado. En efecto, hace apenas 20 o 30 años habría sido impensable ven-
tilar públicamente, y con seriedad, estos asuntos. Pero el reforzamiento de los
esquemas tradicionales de género sigue siendo una constante en los medios de
comunicación electrónicos. Pensemos en personajes como la Beba Galván, la Ji-
tomata y la Perejila, y en muchos otros que van y vienen por las pantallas de tele-
visión y que buscan hacer reír con el recurso fácil de ponerle faldas y pelucas a un
macho.

La función social, asignatura pendiente

Queda claro -o al menos abierto a la discusión- el rol que juegan los medios de
comunicación como reforzadores de un estigma que desde hace más de lOO años
hemos debido soportar quienes no nos apegamos a los viejos esquemas de género.
Pero hemos de tener muy en cuenta una realidad que, por más que parezca letra
muerta, es insoslayable: la función social de estos medios.
Mis viejos maestros insistfan en las tareas de informar, orientar y entretener,
como las premisas que permitían construir un andamiaje equilibrado en el que-
hacer de los medios de comunicación. Hoy, aunque se han sumado con mayor
fuerza funciones impensables en un código con mlnimos contenidos éticos -co-
mo el lucro y el control-, debemos insistir en la responsabilidad social que atañe
a todos los medios de comunicación.
Si bien es cierto que en una sociedad de mercado donde la rentabilidad parece
el único propósito no podemos soslayar el aspecto mercantil de los medios, hay
que reconocer que la fuerza reguladora del Estado y, sobre todo, la presión de la
sociedad, han logrado que en ocasiones los medios recuperen su función social y
se aboquen a darle cumplimiento.
Existen bastantes ejemplos de ello. Pensemos en las profundas transformacio-
nes que se han logrado en el ámbito del medio ambiente. No hace muchos años,
el tema era ignorado por la mayoría de los ciudadanos. Hoy, gracias en buena
medida a la labor de los medios, hemos cobrado conciencia en asuntos tan ele-
mentales como el cuidado de los bosques, el manejo adecuado de la basura o el
uso racional del agua.
Sorprende saber, por otro lado, que en menos de una década -y a ralz de la
aparición del vIH-sida- los mexicanos y mexicanas empezamos a llamar al con-
dón por su nombre y, sobre todo, empezamos a usarlo regularmente, en parte
gracias a la difusión que en este sentido hicieron los medios de comunicación.
No puedo dejar de mencionar un caso muy representativo que me permitió
corroborar el enorme poder de los medios para promover actitudes más positivas
hacia las diferencias. Fue en el programa Diálogos en confianza del Canal 11. En un
momento dado, entró la llamada de una madre de familia angustiada. "De haber
visto este programa hace unos dos años -dijo-, mi hijo aún estaría con nosotros;
era travesti y ante el rechazo que por ignorancia tuvo de parte mía y de su padre,
decidió quitarse la vida". A los pocos minutos, hubo otra llamada. Era una mujer
MEDIOS DE COMUNICACiÓN Y ESQUEMAS DE GÉNERO

de Yucatán que preguntaba a los especialistas qué hacer con su hijo de 10 años,
quien gustaba de ponerse faldas a escondidas; insistió en que ella no sabra nada
de eso y querla lo mejor para su hijo. En ese momento cal en la cuenta de la enor-
me fuerza que puede tener un simple programa de televisión, tanta que es capaz
de establecer diferencias en el destino de una persona. No sé qué habrá pasado
con el chico de Yucatán, pero estoy segura de que su futuro no habría sido el
mismo si su madre no hubiera visto la emisión.
Hemos de insistir, entonces, en que cumpliendo con su función social, los
medios de comunicación debieran reforzar los avances logrados en materia de
derechos humanos y cancelar, de una vez por todas, la burla y el escarnio hacia
quienes somos diferentes.

A fuerza, ni las zapatillas entran


Pero lo aquf propuesto no debe lograrse mediante controles estatales o regulacio-
nes locales. Si apelamos a las libertades no podemos restringir la libertad. Sería
una incongruencia anular las libertades en noml5're de la libertad. Además, los
propios medios no lo permitirían. Sin embargo, tampoco podemos apela~ a la
buena fe de los concesionarios de los medios electrónicos para que cumplan cabal-
mente con su función social.
La propuesta, por tanto, consiste en ejercer una presión ciudadana de tal mag-
nitud que los medios se convenzan de la conveniencia de abandonar los viejos
esquemas y de apoyar la nueva cultura de los derechos humanos y de la no discri-
minación.
La propuesta, concretamente, reside en crear un organismo ciudadano que
certifique la no discriminación por parte de los medios de comunicación. Algo
parecido a las categorías de tres, cuatro o cinco estrellas en los hoteles o, más
exactamente, como el famoso ISO 9000, que certifica la calidad de ciertos pro-
ductos o procedimientos.
El organismo rector de este certifi.cado de no discriminación podrla ser el Con-
sejo Nacional para la Prevención de la Discriminación (CONAPRED), que cumpliría
así con sus atribuciones establecidas en el artículo 20 de la ley Federal para Preve-
n;r y Evitar la Discriminación, el cual señala, entre otras cosas:

Diseñar estrategias e instrumentos, así como promover programas, proyectos y acciones para
prevenir y eliminar la discriminación; verificar la adopción de medidas y programas para pre-
venir y eliminar la discriminación en las instituciones y organizaciones públicas y privadas, asr
como expedir los reconocimientos respectivos; difundir y promover contenidos para prevenir
y eliminar las prácticas discriminatorias en los medios de comunicación; y elaborar y suscribir
convenios, acuerdos, bases de coordinación y demás instrumentos jurfdicos con órganos pú-
blicos o privados, nacionales o internacionales en el ámbito de su competencia.'

, Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación, artfculo 20, incisos 1, 111, VIII YXVII.
188 RESISTENCIA DESDE LA SOCIEDAD CIVIL

Se trata de que el CONAPRIO y los representantes de organismos vinculados


con la diversidad sexo-genérica establezcan criterios muy puntuales para deter-
minar las condiciones que debieran cumplir los medios para ser merecedores del
certificado de no discriminación. Por ejemplo, un medio que en algunos de sus
programas hiciera mofa de homosexuales, lesbianas, travestis o transexuales, no
podría recibir la certificación. Sí la recibida, en cambio, quien difundiera infor-
mación tendente a conocer y a respetar la diversidad sexo-genérica y quienes
dieran voz a las personas y a los grupos diversos. Así como el ISO 9000, este
certificado de no discriminación podrfa usarse en la publicidad del medio en
cuestión, y quizá habría que pensar en un evento al que se le diera mucha difu-
sión y en el cual los propios ciudadanos -a través del CONAPRED- entregaran
estos reconocimientos.
Aunado a lo anterior, ya sabiendas que a pesar de todo algunos medios prefe-
rirán seguir reforzando los viejos esquemas, habrra que emprender algunas accio-
nes paralelas.
En el artículo citado anteriormente, Umberto Eco nos da algunas pistas. Dice,
por ejemplo, que el asunto no está en tomar el control de los medios desde arri-
ba, como ministros de información o directores de diarios o de televisaras; más
bien, afirma, habrá que aplicar una estrategia de guerrilla.

Es preciso ocupar en cualquier lugar del mundo, la primera silla ante cada aparato de televi-
sión (y, naturalmente, la silla del Ifder de grupo ante cada pantalla cinematográfica, cada
transistor, cada página de periódico). Si se prefiere una formulación menos paradójica, diré:
la batalla por la supervivencia del hombre como ser responsable en la Era de la Comunica-
ción no se gana en el lugar de donde parte la comunicación sino en el lugar a donde llega. Si
he hablado de guerrilla es porque nos espera un destino paradójico y dificil, a nosotros, es-
tudiosos y técnicos de la comunicación: precisamente en el momento en que los sistemas de
comunicación prevén una sola fuente industrializada y un solo mensaje, que llegarla a una
audiencia dispersa por todo el mundo, nosotros deberemos ser capaces de imaginar unos
sistemas de comunicación complementarios que nos permitan llegar a cada grupo humano
en particular, a cada miembro en particular, de la audiencia universal, para discutir el mensa-
je en su punto de llegada, a la luz de los códigos de llegada, confrontándolos con los códigos
de partida.'

El teórico de la comunicación explica que una organización educativa -noso-


tros hablaríamos de un grupo de la diversidad- puede cambiar el significado
que la fuente habrfa atribuido a un determinado mensaje si es capaz de discutir
sobre el mensaje que recibe o de demostrar que ese mensaje puede ser interpre-
tado de diferentes modos. Añade Eco: "Estoy proponiendo una acción para in-
vitar a la audiencia a que controle el mensaje y sus múltiples posibilidades de
interpretación'',7

, Umberto Eco, op. cit.


1 Idem.
MEDIOS DE COMUNICACiÓN Y ESQUEMAS DE GÉNERO

Serfa menester impulsar la discusión de aquellos mensajes que atentan contra


la libre expresión sexo-genérica y darles una nueva interpretación a la luz de la
cultura de los derechos humanos.
Finalizo con las palabras de Umberto Eco al insistir en la necesidad de lograr la
corrección continua de las perspectivas, la verificaci6n de los códigos y la inter-
pretación siempre renovada de los mensajes de masas: "El universo de la comu-
nicación tecnológica serfa entonces atravesado por grupos de guerrilleros de la
comunicación, que reintroducirfan una dimensión crftica en la recepción pasiva.
La amenaza para quienes the medium is the message podría entonces llegar a ser,
frente al medio y al mensaje, el retorno a la responsabilidad individual. Frente a
la divinidad anónima de la Comunicación Tecnológica, nuestra respuesta bien
podrfa ser: 'Hágase nuestra voluntad, no la Tuya"'.8

Bibliograffa
Eco, U., "Para una guerrilla semiológica", en La Nad6n, Argentina, 2 de mayo de
2004. ~
HERNÁNDEZ CABRERA, M., "Los cuarenta y uno, cien años después", La}ornada, 9
de diciembre de 2001.
Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminadon, México, CONAPRED, 2004.
PEÑA HERBORN, J., "Perspectivas de la influencia de los medios de comunicación
de masas en la opinión pública", en Revista Mad, núm. 2, Universidad de
Chile, mayo de 2000.

• ¡bid.
El nuevo régimen de
gubernamentalidad
gay
Roberto González VillaTTeal

Escuchemos por un momento a un militante de la liberación lésbico-homo-


sexual:

Un conjunto de prohibiciones se ciñe sobre nuestros cuerpos, sobre nuestros deseos y aspi-
raciones; estamos cercados por un poder que nos impide ser, que nos obliga a aparentar,
que restringe nuestras posibilidades de una vida feliz, armónica: auténtica. Por eso, a finales
de los años 60 iniciamos nuestra emancipación. Desde entonces, nuestra lucha ha sido
constante. Desenmascaramos la hipocresra de las instituciones, identificamos los mecanis-
mos de la opresión sexi!ta y revaloramos nuestra subjetividad: nos descubrimos a nosotros
mismos. Mucho hemos alcanzado, pero a pesar de las conquistas, la lucha sigue. Y seguirá,
hasta que no queden rastros de discriminación alguna, hasta que el derecho a la diferencia
sea reconocido, hasta que tengamos los mismos derechos y obligaciones que todos y todas;
nosotros, los más pequeños, los más discriminados, los más reprimidos.

La fuerza y convicción del discurso es incontestable. Es el resultado de años


de resistencia, de luchas en campos muy diversos, desde el civil hasta el penal,
pasando por el familiar, el laboral, el escolar, el médico, el psicológico, el artfsti-
ca, el cotidiano y el político. Las pequeñas o grandes batallas personales o co-
munitarias han producido trasformaciones muy profundas en la comprensión,
atención y regulación de la homosexualidad en las sociedades occidentales. Sin
duda, junto al de las mujeres y al de los jóvenes, la liberación homosexua.1 es
uno de los grandes movimientos sociales de la modernidad tardfa, un verdadero
parteaguas de las relaciones sociales y políticas de finales del siglo xx.
Sin embargo, hay una diferencia entre los discursos de la resistencia y las
estrategias de la emancipación. Por una parte, la crítica lésbico-gay sigue en-
trampada en las retóricas de la opresión y la denuncia; por la otra, profundiza
192 RESISTENCIA D~SDE LA SOCIEDAD CIVIL

en las polfticas de visibilidad y auto-enunciación, la construcción de la identi-


dad y el despliegue de los mecanismos de institucionalización. El discurso polí-
tico lésbico-homosexual no ha sido sólo negativo, no sólo ha puesto en la pi-
cota al heterosexismo y a la sociedad patriarcal, sino que ha tipificado nuevas
enfermedades y nuevos delitos, como la homofobia y los crrmenes de odio y ha
inventado nuevas formas de socialidad y de subjetividad, nuevas definiciones
por orientación, otras representaciones sociales, así como figuras jurrdicas
emergentes (por ejemplo, las sociedades de convivencia, el asilo político por
orientación sexual, el derecho a la diferencia y las prácticas de la tolerancia). Se
puede decir que entre las críticas a la represión, la denuncia de las injurias y la
lucha contra las discriminaciones, se ha ido tejiendo poco a poco, con avances
y retrocesos, de manera intermitente pero segura, un nuevo régimen de la
homosexualidad, un modo distinto y novedoso en que se ha problematizado,
atendido y regulado la homosexualidad, los homosexuales, las lesbianas y to-
dos aquellos y aquellas que escapan a las definiciones de la normalidad. Para
decirlo en el lenguaje de los anglofoucaultianos: la polftica de·la emancipación
lésbico-homosexual ha producido un nuevo régimen de gubernamentalidad:
la gubernamentalidad gayo
De eso tratan estas líneas. En ellas se intenta responder, aunque sea de una
forma un tanto breve, a la pregunta: ¿qué repercusiones han tenido las diferen-
tes formas de resistencia político-cotidiana de las lesbianas y los homosexuales
en el modo como se conduce la homosexualidad en México?
Es menester saltar por encima de las enésimas versiones de la opresión hete-
rosexista y observar las profundas mutaciones que han generado las estrategias
de la liberación en el gobierno de la homosexualidad.

¿Y qué es un régimen de gubernamentalidad?


Utilizo la noción de gobierno en el sentido en que la formuló Foucault en El
sujeto y el poder. 1 Según él, el poder es un conjunto de acciones que estructuran
un campo posible de acciones. Son posibilidades de acción, no imposición de
conductas; un campo de acciones posibles en las que la elección, la resistencia,
la negativa, el apoyo, el consenso, son siempre probables, más aún, están con-
templados en el diseño estratégico del poder.
El ejercicio del poder consiste en guiar las posibilidades de conducta de acuer-
do a un resultado estimado. Se trata de un juego estratégico entre individuos
libres, de definir un arreglo de acciones que estructuran el campo de acciones
posibles de los otros, para así generar determinadas conductas. Una relación de
poder, de gobierno, ya no es una relación bélica, tampoco jurrdica, sino agonis-

, Véase Michel Foucault, "The Subject and Power", en Hubert L. Dreyfuss y Paul Rabinow,
Michel Foucault: Beyond Structuralism and Hermeneutics, Estados Unidos, University of Chica-
go Press, 1982.
EL NUEVO RÉGIMEN DE GU8ERNAMENTALlDAD GAY 193

ta, de trampas, envites y desafíos. Gobernar, entonces, es diseñar un conjunto


de acciones para estructurar el campo de acciones posibles de individuos o gru-
pos libres, con el fin alcanzar objetivos determinados.
En El sujeto y el poder, Foucault establece cinco puntos para el estudio de las
relaciones de poder:

Los sistemas de diferenciación, que permiten estructurar la relación gober-


nados/gobernantes.
Los tipos de objetivos.
Los medios para modificar las acciones.
Las formas de institucionalización, que pueden tomar la forma de estructu-
ras legales, de aparatos o conjuntos de aparatos, de costumbres, de regula-
ciones, de repartición de las relaciones de poder en el conjunto social.
Los grados de racionalización en el diseño de los instrumentos en relación
con los resultados esperados. 2
Un régimen de gubernamentalidad es el modo en que se ejercen en concre-
to las relaciones de poder. Refiere en términos generales un conjunto de
relaciones de poder enlazadas por objetos, objetivos y técnicas de gobierno,
repartidas en instituciones particulares, que resultan de problematizaciones
históricas, en las que se forman determinados modos de saber y tipos de
subjetivación. Un régimen de gubernamentalidad tiene los siguientes ele-
mentos:]
Es un conjunto de relaciones que definen un campo especffico de ejerci-
cio de poder. El campo o dominio de poder es el ensamblaje de objetos,
técnicas, instituciones y saberes especfficos.
Es un ensamblaje de relaciones de poder que resulta de una problematiza-
ción, o mejor, del conjunto estructurado y jerarquizado de problemas his-
tóricos, luchas políticas, interpretaciones, teorías. Las problematizaciones
son técnicas de construcción del mapa de lo gobernable, estrategias de
conjunción de las relaciones de poder, y su matriz de transformación.
Es una repartición determinada de formas de institucionalización. Las
instituciones, como regulaciones más o menos explfcitas de los juegos
políticos, pueden ser organismos, leyes, normativas, y pueden ser ex-
plfcitas o no, pero están determinadas por una lógica específica de
distribución y circulación.

2 Ibid., p. 224.
• Véase Roberto González Villarreal, "¿Qué es un régimen de gubernamentalidad?", en Coloquio Inter'
nacional Michel Foucault, uAM-Paris VII-Centre Michel Foucault, México, 11 de febrero de 2004.
194 RESISTENCIA DESDE LA SOCIEDAD CIVIL

Es un compuesto heterogéneo de técnicas de regulación, según los ob-


jetivos y objetos de las familias de relaciones de poder.
Es un haz de formas de saber estructuradas por una forma especffica de
racionalidad, y de las consecuentes luchas de racionalidades enfrentadas.
Es un conjunto de prácticas de libertad que producen diferentes formas
de subjetivación.
Es un complejo de críticas, umbrales, límites y condiciones de posibilidad
de emergencia o transformación de las relaciones de poder en relaciones
estratégicas, de nuevas formas de luchas y nuevas formas de poder.

La nueva gubernamentalidad gay


En el presente trabajo no hay mucho espacio para analizar la constitución del
régimen de gubernamentalidad gay que, como todos, tiene su propia definición
de dominio o campo de relaciones, de modalidades de diferenciación, de for-
mas de subjetividad, de estrategias y saberes, pero se pueden delinear los ele-
mentos que lo componen, el modo como se ensamblan, la mecánica de su
operación y sus principales características.
Después de años de estrategias liberacionistas, ya están muy desarrolladas las
nuevas figuras sociales y políticas que produjo, las nuevas identidades, las nue-
vas instituciones y los nuevos saberes; se trata de un complejo inédito de rela-
ciones de poder que definen y son definidas por las lesbianas y los gays. En eso
consiste precisamente una nueva gubernamentalidad. En consecuencia, se trata
de analizar los mecanismos que dinamitaron el régimen precedente y el modo
como se fue construyendo un nuevo campo de relaciones de poder que condu-
cen las prácticas, las relaciones y los procesos de subjetivación de las lesbianas y
los gays. Desde luego, por razones de espacio y tiempo, estos procesos sólo
podrán ser enunciados. En primer lugar, se debe identificar el régimen prece-
dente; en segundo, las vías de escape o las estrategias de la liberación; en terce-
ro, el nuevo régimen de gubernamentalidad gayo

El régimen excluyente
Sus elementos fundamentales son:

Segregación del deseo homoerótico del cuerpo social.


Formulación de arreglos institucionales de exclusión y castigo.
Técnicas de corrección del cuerpo.
Discursos de normalización.
Representaciones estereotipadas de personajes errantes o ambiguos.
EL NUEVO RÉGIMEN DE GU8ERNAMENTALlDAD GAY 195

Espacios enclaustrados.
Individuos sin voz y sin imagen.
la homosexualidad era el objeto producido por un discurso médico-jurídico
que diferenció las prácticas eróticas y sexuales y las encerró en un personaje
peculiar: el homosexual, sujeto de normalización, cuerpo de castigo y espacio
de intervenciones muy diversas de la ingenierfa social, desde los médicos hasta
los psiquiatras, pasando por los penalistas, pedagogos, criminalistas, religiosos,
maestros, etcétera. Un régimen en el que las injurias, las represiones, las ame-
nazas externas, son la parte más visible de las acciones de poder sobre los suje-
tos y las prácticas homosexuales. Más aún, en el que las prácticas denostadas
sirven de vehículo de socialización, definición genérica y amenaza permanente
en los procesos de subjetivación.
El funcionamiento de este régimen prohibitivo está basado menos en la
represión directa que en la vigilancia permanente sobre el origen de los deseos
homoeróticos: las preguntas permanentes sobre lo que desata, explica o con-
centra la identidad homosexual y 105 procesós de sujeción y subjetivación
consecuentes.
Este régimen que tiene en la cárcel y en el diván 105 mecanismos clásicos de
control; en el homosexual, la loca y la tortillera, sus figuras representativas; en
las amenazas, 105 golpes y las injurias sus formas de socialización; yen la auto-
corrección, las técnicas de vigilancia más eficientes, enfrentó al movimiento
de liberación homosexual de los años 60. Este es el régimen que se resquebra-
ja día con dfa, en el que muchos viven todavía y luchan por salir de él. Es el
régimen en el que se formó, creció, desarrolló y triunfó el movimiento de li-
beración homosexual.

las estrategias de la liberación


la primera gran estrategia de la liberación fue la denominada visibilidad. Un
conjunto de tácticas para llamar la atención, para decir que los gays y las les-
bianas existen, que están ah!, todos los dfas, conviviendo con todos y todas,
que no se encuentran en los sótanos sociales, en los textos de psicopatologra
o en lo más recóndito del inconsciente de las personas normales. "lesbianas
y homosexuales, estamos en todas partes", fue la primera consigna del movi-
miento, la más radical y consecuente. Se trataba de ser o hacernos visibles,
pero también enunciables, porque habfa que hablar por nosotros mismos, de
nosotros mismos, había que tomar la palabra una vez para ser vistos y ofdos.
El discurso lésbico-homosexual fue rescatado de los anales médicos, tomado,
codificado, desarrollado por los sujetos oprimidos: un giro de tuercas, una
inversión sistémica para recuperar la palabra, para recobrar los saberes expro-
piados.
Después de la luz, la interioridad. la liberación homosexual independizó la
sexualidad del poder, pero la acotó a la interioridad subjetiva. Se crearon las
RESISTENCIA DESDE LA SOCIEDAD CIVil

identidades lésbicas y gays. Se discute sobre las características del homosexual


y la lesbiana, sobre lo específico de ser gay, sobre la esencia de los sujetos ho-
mosexual y lésbico. Y no se trata de un proceso únicamente psicológico, sino
social. Es el conjunto del nosotros los gays y las lesbianas que integramos co-
munidades, aunque sea en el sentido mercadológico del término, pro comuni-
dades que comparten códigos de conducta, formas de interrelación, lugares de
reunión, lenguajes, costumbres, etcétera. Y no nada más de homosexuales o
lesbianas, sino de muchos y muchas más, porque la búsqueda de la identidad
propició su heterogeneidad y multiplicación; desde las y los bisexuales, hasta
los transgenéricos, los transexuales, las she-males y las nuevas generaciones de
trans, todavía innombradas, pero cada vez más manifiestas.
Cuando estas estrategias se han desarrollado, entonces llega el momento de
la reconfiguración social y política, es decir, de la incorporación de lo visible,
enunciable y subjetivo a una nueva racionalidad de gobierno, de codificación
jurfdica y política, de institucionalización. Es la estrategia renormalizadora, des-
de abajo, desde los y las integrantes del movimiento gayo Es el momento actual,
magnfficamente representado por las demandas de los matrimonios gays, las
sociedades de convivencia, los derechos de adopción y seguridad social.

las nuevas regulaciones


Ya hace tiempo que el mercado empezó a reconocer las virtudes del consumo
gayo Sólo en Estados Unidos" por ejemplo, el consumo de lesbianas y homo-
sexuales es de alrededor de 600,000 millones de dólares, más o menos el
producto interno brulo de México. Pero si el mercado ha encontrado una
franja provechosa es porque las interdicciones se han relajado, los Ifmites se
han corrido, existe un segmento poblacional reconocido, diferenciado y acep-
tado, en el que se puede intervenir para generar demandas de bienes y servi-
cios. No hay que engañarse: fue la liberación la que creó al mercado gay, no
al revés; las interacciones mercantiles son posibles en un campo reconocible
y aceptable, o mejor, ~n un sistema de fuerzas en desarrollo y solidificación.
Quizá sea la fuerza de consumo gay el mejor indicador del cambio en los
modos de regulación, pero es sólo eso, un índice, la señal de que se han mo-
dificado sustancialmente los elementos que rigen la homosexualidad. No po-
dría haber demanda gay sin que hubiera una población-objetivo que pudiera
ser contada, analizada, localizada, es decir, sin que se definiera un campo de
intervenciones específicas o, también, sin que los intercambios fueran reco-
nocidos como legales y legitimas. Y estos son dos de los puntos más relevan-
tes en la construcción de la nueva gubernamentalidad gayo En primer lugar, la
población gayo Se trata de un segmento demográfico reconocido y autoasumi-
do, resultado de los procesos de subjetivación que la liberación trajo consigo.
Desde el coming out y el orgullo homosexual hasta la identidad lésbica-gay, por
el lado individual, pero también las señas grupales, los modos de interrela-
El NUEVO RÉGIMEN DE GUBERNAMENTAlIDAD GAY 197

ción, las modas y costumbres, y el lenguaje. La identidad gay es un proceso


individual y colectivo, un proceso auto-poiético, de autoconstrucción, de au-
toidentificación, y no de una seña impuesta desde las prácticas médicas o
penales. Modificación sustantiva que ordena el nuevo régimen: la población
gay se autoconstituye, es en la lucha ppr la emancipación donde lesbianas y
homosexuales integran su identidad e inventan los v(nculos de so"cialización
particulares.
La población gay se constituye por las fuerzas liberadoras, entre las que
destacan los procesos polrtico-individuales, la salida del c1óset, el destrabe de
los marcos férreos de la psicopatología, los discursos de las expresiones com-
porta mentales de la sexualidad o el movimiento de los derechos humanos. Y
éste es el segundo gran eje de la nueva gubernamentalidad gay: la ruptura de
la norma heterosexista. Desde hace .muchos años, tanto en 105 saberes médi-
cos, psicológicos, penales o sexuales, el homoerotismo es una variante reco-
nocida de la sexualidad, codificada en el continuurn sexual, y no una orienta-
ción exclusiva, diferenciada o anormal de las~ personas. En consecuencia, la
identificación de una práctica sexual con un personaje dejó de tener sentido,
de ser una coacción externa, para convertirse en un destino individual, en una
elección, en una identidad autoasumida. La consecuencia institucional de esta
modificación fue el diseño de un conjunto normativo-institucional que reco-
noce, acepta y legitima los derechos y obligaciones de las personas que se re-
conocen gays. De aqur, las declaraciones de la ONU, Amnistfa Internacional,
comisiones de derechos humanos, constituciones, acuerdos internacionales,
etcétera, y de aquí, también, las diferentes fases en los derechos lésbico-gays,
desde la maternidad hasta el matrimonio, desde la adopción hasta el asilo. La
prohibición, la discriminación, el acecho, la amenaza, el odio, son ahora tipifi-
cados como delitos en muchas legislaciones. La to~rancia, la diferencia, la
pluralidad, también forman parte de los nuevos códi~e ética polftica de
muchos pafses, organismos y sistemas educativos. Este es un resultado de la
reapropiación de los saberes expropiados por médicos, criminalistas y aboga-
dos; ahora son los y las gays quienes inventan y promueven sus propios dis-
cursos y sus demandas.
No se trata de hacer el elogio de nuestro tiempo, como si hubieran desapare-
cido los crímenes por odio, como si las injurias no se escucharan todavfa en las
calles, como si en el trabajo o en la escuela no se oyeran la burla o el acecho. No,
por desgracia siguen siendo el pan nuestro de cada dfa. Junto a la legislación
contra la discriminación, también hay un recuento maldito de los crfmenes de
odio; justo cuando hay eventos como éste, en las iglesias, en los cuarteles o en
las oficinas muchos homosexuales y muchas lesbianas siguen atemorizados, es-
condidos, burlados, humillados. No, no se trata aquf de negar la cotidianeidad de
la violencia contra lesbianas y homosexuales, sino de reconocer que en la lucha
de liberación, el régimen de la exclusión y el castigo empieza a ser sustituido por
otro de la regulación, de la institucionalización de la igualdad y el reconoci-
RESISTENCIA DESDE LA SOCIEDAD CIVIL

miento a la diferencia. En suma, las características del nuevo régimen de gu-


bernamentalidad gay son:

La construcción de una identidad lésbico-gay.


El relajamiento de las interdicciones sobre prácticas homoeróticas.
La institucionalización de la diferencia por orientación sexual.
La aparición de una población gay reconocida y autoasumida.
La reapropiación de 105 saberes e invención de discursos propios.

En resumen:

El nuevo régimen de gubernamentalidad gay se construye a partir de las


estrategias del movimiento de liberación.
El régimen articula sus elementos por las prácticas de regulación y no por las
de prohibición.
Los ejes del régimen son 105 procesos de subjetivación, las técnicas de la
diferenciación y 105 mecanismos de institucionalización.
Sin embargo, el corrimiento de 105 Jfmites, la eliminación de las interdiccio-
nes, la institucionalización de formas de vida, marchan paralelamente a proce-
sos de reconfiguración de las zonas de tolerancia, de otras monstruosidades (el
paidóAlo reincidente, el pornógrafo irredento), otras mitologfas (el sadomaso-
quismo, las prácticas snuff, la drogadicción visceral) y otras violencias (105 ase-
sinatos seriales, 105 territorios de caza). En otras palabras, el movimiento de li-
beración gay ha construido un régimen de gobierno propio basado en nuevos
procesos de normalización y de institucionalización que no dejan de ser paradó-
jicos o francamente excluyentes. ¿O acaso debe suponerse que por ser parte y
resultado del movimiento no hay procesos que no son ni emancipadores ni li-
beradores, y por el contrario, propugnan otras formas de poder, otros modos
de dirigir y gobernar la vida de 105 y las gays?
Este fue el destino de las energías emancipatorias, de nada sirve anclarse en
el discurso de la opresión y en 105 tópicos de la victimización si desconocemos
que poco a poco se ha construido otro régimen que gobierna la homosexuali-
dad, y que en éste, el poder anima nuevas formas de subordinación, nuevas
inequidades, nuevas descalificaciones, otras jerarqufas y otras monstruosidades.
Mejor empecemos a estudiarlas, mejor mirémoslas a la cara, no vaya ser que el
dfa de mañana nos las encontremos en cualquier esquina.
El NUEVO RÉGIMEN DE GUBERNAM!NTAlIDAD GAY 199

Bibliograffa
FOUCAULT, M., "The Subject and Power", en H. L. DREYFUSS, y P. RABINow,
Michel Foucault: Beyond Structuralism and Hermeneutics, Estados Unidos,
University of Chicago Press, 1982.
GONZÁLEZ VILLARREAL, R., "¿Qué es un régimen de gubernamentalidad?", en
Coloquio Internacional Miche1 Foucault, uAM-Paris vII-Centre Michel
Foucault, México, 11 de febrero de 2004.
Disidencia-resistencia
desde el cuerpo
(.· y eI esplrl
'·t u....?
¿Qué espíritu?
Jorge Sosa

En recuerdo de Jorge Gabriel Sosa Morato, pastor.


28 de octubre de 2005

Preliminares (no cabe duda que la costumbre es más fuerte que el amor)
Hoy HACE YA VARIOS AÑOS, más de 14, que la feligresía de la Iglesia de la Reconcilia-
ción me eligió para asistirla desde la responsabilidad del pastorado. La Iglesia de la
Reconciliación es la Iglesia de la Comunidad M~tropolitana de la Ciudad de Méxi-
co o ICM, como generalmente se la conoce. Q~ienes no saben lo que es, la han
etiquetado como "iglesia gay". Al respecto, siempre me he preguntado: ¿es que las
demás son bugas? ¿Es que una iglesia debe tener una orientación sexual? ¿No es
más bien el trabajo de una iglesia el de la inclusión de toda persona en un mensaje
y labor de sanación y liberación? En la Iglesia de la Reconciliación así hemos con-
cebido nuestra labor desde su origen, de ahí que se trate de una iglesia incluyente
que nace de las vivencias y necesidades de una comunidad homosexual creyente y
participante de una realidad social plural que busca el mejoramiento de la calidad
de vida en la armoniosa convivencia de la diversidad, diversidad que no puede ol-
vidarse de la sexualidad humana como un medio de comunicación, conocimiento
y desarrollo más que un mero instrumento de reproducción como en cualquier
especie animal e incluso en algunas vegetales con reproducción sexuada.
A esta iglesia llegué hace ya algún tiempo por la misma razón que atrae a otras
personas, por la curiosidad de una de sus celebraciones, la de la Santa Unión, es
decir, la bendición de la unión amorosa de dos personas del mismo sexo. Sin
embargo, al conocerla llamó poderosamente mi atención la existencia de un es-
pacio de fe que no discriminaba ni tenía por objeto dogmatizar, sino más bien
202 RESISTENCIA DESDE LA SOCIEDAD CIVIL

invitar a la reflexión para que la fe de quienes creen sea, más que ciega, informa-
da, y un continuo ejercicio de la libertad humana entendida como esa maravillo-
sa oportunidad de elegir, de entre todas las opciones, la que se considere más
adecuada a la propia naturaleza y el proyecto personal de vida. Me reAero a esa
libertad que nadie tuvo a la hora de elegir a sus parientes, ni siquiera a aquellos
que nos hacen llamarles familia, pero que ha sido indispensable en la elección de
la pareja o compañera o compañero de vida y en la formación de una familia
putativa o familia por elección (poco más o menos a la manera de José y su par-
ticipación en la Sagrada Familia, aunque sin la imposición angélica, es decir, aún
más auténticamente libre).
La posibilidad de participar no sólo en este espacio de fe, sino en su desarrollo
y su vida interna, me sedujo inmediatamente al sentirme identificado con esta
opción que me brindaba plenamente una posibilidad de recuperación de la ar-
monía personal en la sana convivencia de los elementos primordiales que inte-
gran a toda persona: cuerpo, mente y espíritu; convivencia incluyente y no exclu-
yente de ninguno de estos elementos y condicionante de sus expresiones libres y
siempre responsables que favorecen precisamente la diaria reconciliación y, des-
de ella, la constante construcción de uno mismo, donde día a día se manifiestan
evidencias de los seis compromisos de la bandera arco iris: vida, salud, conoci-
miento, ecología, arte y espiritualidad. Desde luego, reconozco que la espirituali-
dad en sí no incluye necesariamente la concepción de Dios y el desarrollo de la
fe en el sendero de la religiosidad, pero en mi caso personal sí ha sido así, no para
sentirme privilegiado o elegido, sino para aprender a servir en todo momento y
empezando por mí.
Si servir es la esencia de mi experiencia de fe, la Iglesia de la Reconciliación
resultó el lugar adecuado para recuperar ese renglón de mi vida, por lo que me
involucré en los estudios y la formación ministerial que, obviamente, no termi-
na jamás, pero que cuenta con un momento clave que tradicionalmente se
llama ordenación. Precisamente el proceso particular de mi ordenación minis-
terial me ha dado una semilla imprescindible en estos años de trabajo. En la
entrevista final antes de la ordenación ministerial, el comité me formuló una
pregunta que me resultó verdaderamente interesante: "¿Cuáles son los dos
problemas más grandes a los cuales te enfrentarás en el ejercicio de este minis-
terio para la diversidad sexual?". Mi respuesta fue sencilla: "Ec1esiofobia y ri-
tualismo".
Eclesiofobia es el nombre que doy a una actitud muy extendida no sólo en las
comunidades lésbica y gay sino en la población en general, aunque debido a un
peculiar sentido de culpa no siempre la pueden identificar. De todos modos, la
eclesiofobia les lleva a tener únicamente una vivencia social del fenómeno reli-
gioso (sólo participan en eventos sociales como bodas, bautizos, primeras co-
muniones, presentaciones, 15 años y defunciones, además de, quizás, en la ru-
tina dominical, pero sólo cual autómatas, más por amenaza y costumbre, por
miedo y tradición, que por una elección personal). Sé, desde luego, que la pre-
sencia de esta eclesiofobia en las comunidades de la diversidad sexual no es
DISIDENCIA - RESISTENCIA DESDE EL CUERPO 203

gratuita sino provocada por la actitud culpabilizadora, amenazante y profunda-


mente discriminatoria y sexofóbico-castrante de las diversas tradiciones.
Por otra parte, me refiero con el ritualismo a la costumbre unimodal de la ex-
periencia religiosa, es decir, al hecho de aceptar una sola manera de esta expre-
sión humana y despreciar cualquiera otra que no se le parezca. No cabe duda
que la costumbre es más fuerte que el amor.

Hechos son amores (quien dice que 105 sueños ... sueños son,
¡se equivoca cuando se hacen realidad!)
Recuerdo que cuando llegué a la Iglesia de la Reconciliación era algo así como un
gran c1óset al que martes, jueves y domingos se llegaba con disimulo, esperando
que no hubiese nadie en la cal1e y entrando con prisa por la puerta que hoy con-
duce a las oficinas. El zaguán, ahora acceso directo de la calle al santuario, estaba
tapiado por dentro con láminas de plástico y asegurado con candados, torni11os
y alambres; además, un muro se levantaba a metro y medio de distancia entre el
zaguán y el santuario, y ese espacio se usaba co~o bodega y aislante del exterior.
Cuando me eligieron pastor de la Iglesia tomé mis dos primeras decisiones. Una
fue tirar el muro, poner cristales transparentes en el zaguán y abrirlo para tener
acceso directo de la cal1e y asf llevar a cabo las ceremonias a puertas abiertas para
que a todo el mundo le constase que no realizábamos nada vergonzante. La otra
consistió en volver a participar en la Marcha del Orgullo y en cuanta actividad de
testimonio público pudiéramos hacer. La mesa directiva de la Iglesia me reco-
mendó no asistir a la Marcha del Orgu110 por la "mala imagen que proyecta
tanto exceso", sin embargo, resolvf presentarme con quien quisiera acompañar-
me porque crer que dicha mala imagen no era tanto responsabilidad de quienes
asistran como de quienes no lo hadan y dejaban vacíos en la expresión plural y
diversa de esta comunidad. Por tanto, volvimos a participar en la marcha, y digo
"volvimos" porque ya 10 habramos hecho como iglesia en otras ocasiones con el
apoyo de algunos y la protesta de muchos otros aun dentro de la misma comu-
nidad lésbico-gay.
Según dije, no sólo debfamos participar en esa marcha sino en otros actos
públicos como parte de la expresión de solidaridad con otras causas que desea-
mos apoyar y de la expresión pública del compromiso de nuestro ministerio con
la justicia social. De manera que al surgir las caminatas silenciosas nocturnas en
memoria de las personas fal1ecidas por vIH-sida, encontramos otro espacio de
presencia-compromiso. Cuando se estableció una ley para la regulación de las
iglesias y los cultos tratamos de iniciar nuestro registro como asociación religiosa
en la Secretaría de Gobernación, pero en esos primeros años de la existencia de
esa ley sólo recibimos información desalentadora en medio de miradas y sonrisas
poco respetuosas al ver que entre nuestros ritos y celebraciones se contemplaba
la bendición de parejas formadas por personas del mismo sexo. Este trámite
tuvo que buscar a 10 largo de muchos años diferentes caminos, hasta que re-
cientemente se logró el registro de una oficina general para la representación
204 RESISTENCIA DESDE LA SOCIEDAD CIVIL

de nuestras iglesias en la República mexicana. Ahora nos preparamos para el


proceso de registro de cada una de las iglesias, con el fin de que sean reconoci-
das como asociaciones religiosas. Vemos más factible lograrlo, aunque con el
surgimiento de esta ley apareció también el CIM, es decir, el Consejo lnterreli-
gioso de México, una agrupación de asociaciones religiosas desarrollada para
evitar posibles modificaciones de la ley. Algunos de los representantes de dife-
rentes comunidades religiosas integrantes del Consejo siempre nos han adver-
tido que aunque logremos el reconocimiento como asociación religiosa ante la
Secretaría de Gobernación, ellos (que haciendo honor a la verdad, también son
homosexuales) serán los primeros en oponerse a nuestro ingreso al Consejo
lnterreligioso de México por tener entre nuestras actividades regulares la ben-
dición de parejas homosexuales. No cabe duda de que nadie es profeta en su
tierra.
Mientras todas las iglesias se preguntaban si era pertinente o no atender a
las personas que, habiendo adquirido el virus por vía sexual, vivieran con VIH
o con sida, la Iglesia de la Reconciliación, con el cuestionamiento abierto de
muchas otras, se decidió por no juzgar la vida ni las decisiones de nadie y por
brindar apoyo y ayuda a quienes vivieran en esa situación, así como a sus pa-
rejas, amistades y familiares. Al saber que en una iglesia católica y romana se
celebraba cada último jueves de mes una misa por las personas con vIH-sida,
nos integramos con fe y respeto a esa actividad, y de ahí surgió un movimien-
to de encuentro y oración interreligiosa que, junto con Albergues de México,
sostuvimos por más de 13 años. Al crear las veladas con ofrendas por los
muertos, en memoria de las personas fallecidas a causa del vIH-sida, nos inte-
gramos inmediatamente a otro espacio propio para una participación-com-
promiso social.
Formamos parte del grupo piloto de preparación y de la creación del primer
programa de atención a hombres homosexuales viviendo con sida en etapa
terminal, y fundamos, con otras personas e instituciones, la asociación Acción
Humana por la Comunidad, con su primer programa de Amigos Acompañan-
tes, más conocido como Amac. Hemos sido sede de los primeros grupos de
autoayuda para personas con vIH-sida y de algunos organismos o grupos en
periodo de crisis internas que amenazaban su permanencia. Participamos du-
rante varios años en apoyo a la realización de la Semana Cultural Lésbico-Gay
del Museo Universitario del Chopo, apoyando la labor del Cfrculo Cultural Gay de
entonces.
En 1993 nos tocó elaborar los 401 velos de luto para las mujeres de Ni una
Más que vinieron de Ciudad )uárez para encabezar la marcha del Dra de la No
Violencia contra la Mujer. En dicho evento, mujeres reporteras cuestionaron
nuestra presencia preguntando qué hada una iglesia en una manifestación
social. Les respondí que tenfan toda la razón: "¿Qué hace una iglesia aquí?
¿Dónde están todas las demás?". Pero la segunda embestida de este grupo de
mujeres reporteras fue aún más sorpresiva para mf, pues entonces la pregunta
DISIDENCIA-RESISTENCIA DESDE El CUERPO 205

versó acerca del motivo por el cual marchaba por las muertas de )uárez si mi
iglesia estaba en la ciudad de México, a lo que respondí: "No marcho por las
muertas, ellas ya están con Dios y nada que yo pueda dar les serfa necesario.
Yo no marcho por las muertas sino por su madre, por sus hermanas, por sus
tías, por sus sobrinas, por sus hijas, por sus vecinas y por usted, para que no
sean las próximas en la lista". Obviamente, nunca han publicado tales respues-
tas, pero tengo la esperanza de haberles ayudado a conectar dos neuronas y así
hacerlas reflexionar acerca de su propia labor de reporteras y no de amarillen-
tadoras de la realidad.
En 1999 dimos soporte a la iniciativa de hacer llegar la Marcha hasta el
Zócalo para manifestarnos como cualquier otro sector de nuestra sociedad y
no quedarnos al margen, a unas cuadras del mismo. Ante el sentimiento de
ofensa que muchos expresaron al término de esa marcha por las expresiones
eclesiofóbicas de )esusa Rodrfguez en el acto final, recibimos una llamada te-
lefónica pidiendo que sugiriéramos cómo desagraviarnos, y de ahí surgió la
organización de la Primera Peregrinación de las Comunidades de la Diversi-
dad Sexual a la Imagen Guadalupana, el últimt5 sábado del mes de septiembre
(mes patrio) de ese mismo año. Por esos días recibimos mensajes anónimos y
llamadas telefónicas de líderes de la misma comunidad lésbico-gay amenazán-
donos abiertamente para impedir la peregrinación, pues la consideraban un
agravio aún mayor. Hubo quien me amenazó con aprovechar su amistad per-
sonal con el entonces secretario de Gobernación para retirarnos el registro
ca m!) asociación religiosa, y al enterarse de que no contábamos con tal regis-
tro se ofreció a ayudarnos a lograrlo, pero sólo si cancelábamos el acto, lo que
hubiera echado a perder lo logrado en todos estos años de militancia. Como
era de esperar, no accedimos; ya llevamos seis peregrinaciones y estamos pre-
parando la séptima.
También llevamos muchos años participando con 10S~t pos de autoayuda
basados en el programa de 12 pasos, como Alcohólicos ónimos, Familiares
de Alcohólicos Anónimos, Hijos Adultos de Alcohólico. Anónimos, Neuróti-
cos Anónimos, Narcóticos Anónimos, Drogadictos Anónimos, Adictos Anó-
nimos, Adictos a las Relaciones Destructivas, Codependientes Anónimos,
Comedores Compulsivos, etcétera. Ayudamos a reconceptualizar y reconcebir
a Dios como elemento fundamental de ese programa, a actualizar el conoci-
miento de Dios, ya que la mayorfa de la población se quedó con el concepto
de Dios que se nos dio en la infancia, lo que equivaldrfa a seguir creyendo que
hay un diablo debajo de todos los pisos de este planeta esperando que a al-
guien se le caiga un caramelo para darle una chupada en vez de entender que
con enjuagar ese caramelo se elimina buena parte de los microbios y bacterias
que puedan dañar.
Además, hemos llevado nuestra visión de Dios y de su amor a diferentes
penales, no para hacer proselitismo sino únicamente para brindar una opción
para su vida.
206 RESISTENCIA DESDE LA SOCIEDAD CIVIL

¿Qué espíritu nos impulsa a participar en estas actividades?


(un texto sin su contexto es puro pretexto)
Hace algunos años supimos que un sacerdote ortodoxo griego había asistido siste-
máticamente durante su periodo de vacaciones a nuestras actividades regulares.
Desde luego, nunca se identificó como sacerdote sino que participó igual que
cualquier otra persona que llega a nuestras instalaciones. Alguien de la feligresía le
reconoció, pero no comentó nada a petición del mismo sacerdote; sin embargo,
después de ese periodo de participación nos mandó decir que tenía para nosotros
un comentario, una observación y una pregunta. El comentario era que le había
dado gusto saber que en México existía una vanguardia cristiana. La observación
consistía en sus dudas acerca de si la mayoría de la gente comprendería lo que
realizábamos y lo que ofredamos. La pregunta era qué hadamos para superar la
frustración.
Habrá quienes piensen que lo hacemos con el espíritu del buen samaritano.
Pero no, más bien el espíritu que nos impulsa en nuestras acciones es ese espíritu
que las comunidades de la diversidad sexual debiéramos tener muy bien identifi-
cado y que encuentro con toda claridad expresado en esa primera afirmación de
la montaña: "Bienaventurados quienes tengan espíritu de pobres, pues de ellos
es el Reino de 105 Cielos".
Sé que en su primera lectura es una afirmación que resulta molesta y hasta
ofensiva, ¿cómo que debo tener espíritu de pobre? Pero si recuperamos el
contexto de esta afirmación no nos equivocaremos en su interpretación.
Cuando recordamos que en 105 evangelios el término "pobre" no se refiere a
carencia de recursos económicos sino a la conciencia de aquello de que se ha
sido despojado, entendemos mejor el espíritu de las comunidades de la diver-
sidad sexual.
Esa afirmación en el sermón de la montaña no es una palmada en la espalda
para conservar el estado inamovible de las cosas, sino toda una invitación a
luchar por recuperar lo que te corresponde y te ha sido negado o se te ha qui-
tado. Son muchos 105 siglos durante 105 cuales, en el nombre de Dios, se ha
querido despojar a nuestras comunidades de toda su alegría, de toda su espe-
ranza y de toda su dignidad. Pero también en el nombre de Dios hemos deci-
dido luchar día con día para recuperar lo que nos corresponde y no permitir ni
un abuso más. Por eso, para la Iglesia de la Reconciliación la experiencia reli-
giosa tiene que ver con la cultura y la preparación, con la lectura y la actualiza-
ción, con la conciencia y el compromiso de cada acción, y no considera la base
de su labor la presencia de una fe ciega, pues nos parece que a la ciega más bien
habría que llamarle estupidez y no fe, ya que hacer las cosas a ciegas no puede
ser fe. Y por eso apoyamos, en la medida de nuestras posibilidades, cuanta
actividad cultural podamos desarrollar, promoviendo las expresiones plásticas,
la lectura y, sobre todo, la actitud crítica ante la realidad. En vez de dogmatizar,
siempre invitamos a reflexionar.
Es seguramente ese espíritu el que nos ha permitido trabajar durante estos
24 años, llevando a toda persona que lo quiera un horizonte de esperanza y
DISIDENCIA-RESISTENCIA DESDE EL CUERPO 207

trabajo, de información y despertar, de gozo y paz, de lucha y caminar a partir


de un pequeño espacio en el que seguimos haciendo lo que hasta nuestros
polfticos simpatizantes, a través de la ley, no se cansan de negar: el reconoci-
miento y la consagración del amor de todas y todos por igual.
Comunicación
lésbica y
derechos sexuales
María Isabel Barranco Lagunas

DURANTE LAS TRES ÚLTIMAS DÉCADAS, los cambios acaecidos en la condición,


situación, participación y acción de las mujeres mexicanas, han sido más evi-
dentes y visibles gracias a los aportes de las ciencias sociales y las humanidades
y, en particular, a los estudios de género. Es innegable hoy el vínculo que existe
entre el movimiento feminista contemporáneo y los espacios académicos, que
han tomado la perspectiva de género como herramienta teórico-metodológica
que ofrece un nuevo modelo de comprensión y explicación de la realidad social
de las mujeres. Además, dicha perspectiva ha servido para estudiar, analizar y
reflexionar sobre el contexto que las relaciones intergenéricas crean, así como
sobre su impacto, traducido en injusticia social, discriminación, prejuicios y
estereotipos de género que afianzan pensamientos restrictivos, actitudes exclu-
yentes y autoritarias que influyen en nuestras relaciones sociales, en nuestras
identidades e incluso en nuestras subjetividades.
Entre las aportaciones de las ciencias sociales y los estudios de /a mujer,
podemos ubicar aquellas investigaciones relacionadas con la sociol9gía de la
comunicación y los medios de comunicación masivos (audiovisuales e impre-
sos), de entre los cuales destacan los estudios de revistas femeninas. Se trata
de un conjunto de investigaciones realizadas por feministas, activistas y/o
académicas, cuyos análisis surgen como respuesta a la popularidad, al enorme
consumo y a la centralidad que juegan las revistas en la vida de las mujeres, al
ser, tal vez, el medio de comunicación más concentrado e ininterrumpido
para la construcción de la feminidad normativa.
De ahí que en la mayoría de las revistas comerciales encontremos general-
mente contenidos relacionados con la opresión, sujeción, cosificación y con-
sumo del cuerpo femenino, contenidos que refuerzan la construcción social
210 RESISTENCIA DESDE LA SDCIEDAD CIVIL

de la feminidad mediante la reproducción de valores patriarcales como la


monogamia, la fidelidad y el matrimonio. En la actualidad se exarninan las
relaciones de pareja y las nuevas formas en que la mujer moderna puede vivir
su sexualidad siempre y cuando no se salga de la norma heterosexual. Des-
afortunadamente, en México son escasos los estudios sobre la emisión, el
mensaje y la recepción de revistas alternativas, particularmente de aquellas
que abordan los temas de la diversidad sexual referidos a la problemática y la
vida cotidiana de las mujeres lesbianas.
Es de lamentar que hoy por hoy los estudios lésbicos en Latinoamérica, y
particularmente en México, sean más escasos que los estudios homosexuales.
Ello es debido al predominio del paradigma de lo masculino que legitima el
poder patriarcal, donde prevalecen las ideas, actitudes y conductas masculi-
nas sobre las femeninas. La consecuencia es que la sexualidad femenina (por
10 general la reproductiva), el matrimonio, la maternidad y la crianza de los
hijos, son los temas preponderantes de las investigaciones, al menos en el
campo de las ciencias de la comunicación,' por 10 que, para algunas de las
académicas feministas de la disidencia sexual normativa, hemos planteado
que los estudios lésbicos pueden ser considerados como una crítica y un re-
planteamiento teórico del sistema heterosexual obligatorio de organización
social, lo que representa una ruptura epistemológica fundamental y una pro-
funda revolución cultural.
Por lo dicho anteriormente, la presente investigación se inscribe en el campo
de las ciencias de la comunicación y los estudios culturales, desde el enfoque de
la teoría crítica feminista al análisis del discurso aplicado a las revistas de corte
alternativo difundidas por tres grupos lésbico-feministas: Las Amantes de la
Luna, Les Voz y Nota'n Queer. Estas revistas, según mi opinión, pretenden con
su lucha y discurso que la sociedad reconozca los derechos sexuales de las les-
bianas, tales como el derecho a la autodeterminación sexual, a la información y
libertad de expresión, a la igualdad ante la ley, contra la discriminación y la
lesbofobia, contra la discriminación laboral por orientación sexual, el derecho
a prestaciones sociales, a la libre reunión y asociación, al matrimonio, a la paz, a
una vida sin violencia, ya los derechos reproductivos.
Me refiero a tres publicaciones que son editadas por tres generaciones, si así
las podemos llamar, de feministas lesbianas. La primera generación está con-
formada por Eugenia Olson, integrante del grupo lésbico Oikabeth,2 fundado
en 1978, y Cecilia Riquelme, ex integrante del grupo feminista chileno Ayuque-
lén, quienes desde 1993 hasta la fecha han editado Las Amantes de la Luna. La

1 Sin embargo, existen otras razones como las fomentadas por las mismas académicas y feministas
académicas heterosexuales, quienes por prejuicios o autocensura no se percatan de que estas relacio-
nes de poder generadas por la sociedad patriarcal confinan a todas las mujeres a la reproducción del
sistema heterosexista.
2 Oikabeth significa movimiento de mujeres guerreras que abren camino y esparcen flores.
COMUNICACiÓN lÉSBICA y DERECHOS SEXUALES 211

segunda generación la componen dos jóvenes lesbianas: Mariana Pérez Ocaña


y Juana Lisea Guzmán, fundadoras de Himen, una colectiva anarquista cuyo
órgano de difusión, un fanzine 3 del mismo nombre, dio voz a muchachas punk,
prostitutas, lesbianas de bar, travestis y transgéneros; fue el antecedente de Les
Voz, cuyo primer número se publicó en 1997 y que hasta ahora cuenta con 30
números publicados ininterrumpidamente. Finalmente, la tercera generación
está formada por Marfa Perea, quien publicó en el 2002 Nota'n Queer, cuya
premisa es ofrecer un espacio de expresión y reflexión en torno a los estilos de
vida de la población lésbica y homosexual.

Hallazgos previos
Como ya lo mencioné, Las Amantes de la Luna o LAL, asf conocida por la comu-
nidad lésbica, empezó a publicarse en 1993 como una sección informativa de la
ya desaparecida revista Del otro lado, cuyo lema fue "La revista gay de México y
América Latina". Poco después, LAL pasó a edit,,:rse como separata de la misma
revista, hasta que en su segunda época, allá por el año 2000, se convirtió en una
publicación independiente. A la fecha, LAL está dirigida a la comunidad lésbica y
a las lesbianas feministas latinoamericanas. En su editorial del número siete se
puede leer:

Iniciar un nuevo espacio del periodismo escrito para lesbianas en México es un desafío. por-
que no existe. El desafió significa no sólo que varias de nosotras nos apropiaremos de las pa-
labras y las imágenes para mostrar nuestra forma de ser o nuestra opción de vida [ ... ]. el reto
es llegar a muchas mujeres que comienzan a asumirse como lesbianas [ ... ] Dada la diversidad
de la fauna sáfica [... ] aquf encontrarán desde sesudos análisis hasta noticias cotorreadas [ ... ].
fotos para recrear la visión. Demás está decirles que aceptamos colaboraciones de la munda
geycha y bicicleta [ ... ] Pretendemos ser un portavoz de la cultura lésbica en México [ ... ] Ala-
bada sea Santa Safo, patrona de la lesbiandad. 4

Por su parte, la hoja legal advierte: "Las Amantes de la Luna es una publica-
ción lésbica-feminista independiente [ ... ] Nuestro objetivo es la difusión de
información positiva en torno al lesbianismo y la defensa de los derechos hu-
manos y civiles de la comunidad de mujeres lesbianas y bisexuales".5
Los temas que LAL abarca son variados: poesía lésbica, correspondencia con
las lectoras en la sección Ana Lesbia en su balc6n; reseñas crfticas de cine, tele-
visión y teatro acerca de la distorsión que estos medios propagan sobre la ima-
gen, modos y estilos de vida de las lesbianas, y entrevistas con escritoras y ac-

, Fanzine es la fusión de dos palabras inglesas: fan, fanático o ferviente admirador de algún género
musical, personaje o tipo de revista, y magazine, revista ilustrada.
, Editorial de "Las Amantes de la Luna", en Del otro lado, núm. 7, México. julio de 1992. p. 54.
, ¡bid., hoja legal, contraportada.
212 RESISTENCIA DESDE LA SOCIEDAD CIVIL

trices lesbianas, así como con feministas o mujeres de la farándula solidarias


con la causa de la diversidad sexual. Igualmente, se dan a conocer 105 servicios
de grupos de autoconciencia organizados, especializados en ginecología y psi-
cología, en prevención frente a la violencia (física y psicológica), asf como luga-
res de encuentro -en la sección Conf/uencias- tales como bares, cafeterfas y
discotecas de ambiente en el Distrito Federal y otros estados de la república
mexicana. Asimismo, contiene anuncios de otras publicaciones feministas y
lésbico-feministas.

Les Voz: cultura lésbica feminista (1997-2004)


En 1997 nació Les Voz, con el lema "Cultura lésbica feminista". Desde su funda-
ción ha sido dirigida por Mariana Pérez Ocaña y Juana Lisea Guzmán, y actual-
mente cuenta con un comité editorial conformado por las escritoras Rosamarfa
Roffiel y Reyna Barrera, la socióloga Victoria Enrfquez, la psicóloga y administra-
dora pública residente en New York, Mirka Negroni, y la videoasta mexicana
Alejandra Novoa. A la fecha, Les Voz ha publicado 30 números, y entre sus temas
figuran la promoción de la visibilidad lésbica, vivencias personales, necesidades,
conocimientos y experiencias vividas por la comunidad lésbica o por mujeres
lesbianas que no pertenecen a ningún grupo, denuncias sobre la ausencia de te-
mas lésbicos en los medios de comunicación, acerca de la carencia de recursos
económicos para sostener publicaciones lésbicas y crftica a la intolerancia hacia la
diversidad sexual.
Entrevistada su directora general, Mariana Pérez Ocaña, sostuvo que Les Voz
se caracteriza por una estructura y filosofía muy particular:

Su objetivo es llegar a diversos sectores sociales, a grupos plurales de feministas y de mujeres,


a diferentes tipos de identidades sexuales como la lésbica, heterosexual y bisexual. Siempre
con una Irnea feminista, una linea autónoma, independiente, donde revalorizamos que lo
personal es político y que el feminismo es una lucha social l ... ] Tratamos de crear una cultura
feminista, de construir y nutrir la existencia de la vida cotidiana de las mujeres, una cotidia-
neidad predada por los aparatoS ideológicos llenos de prejuicios e imposiciones que cooptan
y diluyen la verdadera práctica de la polftica feminista."

Cabe señalar que Les Voz es una revista reconocida por la Secretaría de Go-
bernación y posee derechos de autor. "Con ello, no queremos quitar la espon-
taneidad expresada por nuestras colaboradoras ni la nuestra. Lo que pretende-
mos es reforzar y aprender nuevos conocimientos sobre publicaciones, que nos
consoliden como publicación alternativa que conjugue conocimiento, re-
flexión, humor, orientación y entretenimiento en sus contenidos",? concluye
Mariana Pérez Ocaña.

• "Entrevista a Mariana Pérez Ocaña", en Revista Fem, núm. 173, México, agosto de 1997, pp. 17-18.
r Idem.
COMUNICACiÓN LÉSBICA y DERECHOS SEXUALES 213

Nota'n Queer: estudios queery sexualidad lésbica (2002-2004)


La publicación de más reciente aparición es Nota'n Queer, dirigida por Marra Perea
Meraz desde 2002. El lema de la revista es "Estilos de vida". Cuatro números han
visto la luz hasta 2004. Nota'n Queer tiene una periodicidad trimestral, es editada
y publicada por Investigaciones Queer AC, y su objetivo consiste en ofrecer un es-
pacio de expresión y reflexión en torno a los estilos de vida de la población lésbica
y homosexual:

Estableciendo vlnculos estratégicos y propuestas de ley con la sociedad mexicana asl como la
elaboración y puesta en marcha de proyectos sociales, productivos, culturales, educativos y
turlsticos para el pleno reconocimiento, respeto, protección, defensa y libre ejercicio de los
derechos humanos, sexuales y reproductivos de lesbianas y homosexuales en México; desde
una postura abierta a la diversidad sexual o dicho de otro modo, dirigida a aquellas personas
que no son tan queer como los otros creen.·

María Perea nos comentó que antes de publicar la revista fue necesario llevar
a cabo un estudio de mercado:

Los resultados arrojaron que habla más revistas dirigidas a homosexuales donde prevalece la
exhibición de genitales masculinos, por lo que el reto de Nota'" Queer, desde que se estuvo
preparando el proyecto en 1999, fue elaborar un revista que difundiera pensamientos, senti-
mientos, vivencias y estilos de vida de la población lésbica en México, pues lo poco que es
visible es tergiversado por la sociedad mediática y homofóbica que contribuye a estigmatizar
aún más a quién se atreve aceptarse, a ser visible!

La propuesta de María Perea y su equipo de colaboradoras, Mónica Rome-


ro Miranda, Pale Perea Meraz, Violeta Cortés y Julieta Popota (asesora edito-
rial), es retomar las investigaciones realizadas o actualmente en proceso sobre
los estudios queer. Al respecto, Marra Perea opina: "En Estados Unidos, Cana-
dá y Europa, existen instituciones dedicadas exclusivamente a los estudios
queer, lésbicos, gays, bisexuales, transexuales y transgénero, con resultados
tan importantes como lograr cambios legislativos que han contribuido a sen-
sibilizar a su sociedad. En nuestro pafs existen muy pocos estudios serios y
fidedignos que muestren los estilos de vida de la población queer, sin que se
difundan los resultados".lO
Nota'n Queer cuenta con secciones fijas, como El buz6n o En la denuncia,
donde se abordan temas de actualidad, por ejemplo: militares infectados con
el VIH. En la sección En la pareja aparecen relatos de experiencias vividas por
parejas, que engloban temas como la salud sexual, la vejez o la muerte. Otras
secciones son: En la cultura, En la sociedad, En la polftica, En la historia, En la

• Marfa Perea Meraz, "¿Por qué queer?", en Nota'" Queer, núm. O, año 1, México, Investigaciones
Queer AC, agosto de 2002 .
• Idem.
10 Idem.
214 RESISTENCIA DESDE LA SOCIEDAD CIVIL

espiritualidad y En el activismo, asf como anuncios de organizaciones no guber-


namentales de mujeres, diplomados y publicaciones relacionadas con activida-
des feministas, sin faltar los clasificados.
A diferencia de Las Amantes de la Luna y Les Voz, Nota'n Queer se sostiene
de los anuncios publicitarios, lo que les ha permitido mayor calidad en los
contenidos e imágenes. El diseño es digitalizado e impreso en papel couché
y a colores. La revista cuenta, además, con el apoyo de Global Fund for
Women, de San Francisco, Estados Unidos, para que la publicación sea tri-
mestral y se distribuya a nivel nacional con un tiraje de alrededor de 1,500
ejemplares.

los avances
Todo lo anteriormente expuesto corresponde a la segunda etapa de mi investi-
gación, que equivale al análisis del contenido, el cual me servirá para caracterizar
y distinguir si esos enunciados están contextualizados en alguna corriente del
pensamiento feminista o lésbico-feminista, para asf llegar a la tercera y última
etapa: la interpretación de las huellas enunciativas o significados de sentido del
discurso del movimiento lésbico-feminista.
Por tanto, la originalidad de esta investigación radica en demostrar cómo y
hasta dónde las lesbianas feministas organizadas demandan a la sociedad me-
diante sus propios medios de comunicación, particularmente sus revistas
-empleadas como herramientas ideológicasll (como significado cultural)-, un
modelo de acción política en cuyo discurso se enuncia la identidad lésbica y
sus correspondientes derechos sexuales, con los cuales pretenden ser recono-
cidas social y culturalmente.

Bibliografía
Editorial de "Las Amantes de la Luna", en Del otro lado, núm. 7, México, julio
de 1992.
"Entrevista a Mariana Pérez Ocaña", en Revista Fem, núm. 173, México, agosto
de 1997, pp.17-18.
PEREA MERAz, M., "¿Por qué queer?", en Nota'n Queer, núm. O, año 1, México,
Investigaciones Queer, AC, agosto de 2002.

11 ldeologfa aplicada para esta investigación bajo el concepto de significado cultural -escuela inglesa de
los Studies in the Theory of ldeology- a partir de la construcción y transmisión de las formas simbó-
licas. definidas como una a!"plia gama de acciones, lenguajes, imágenes y textos que son producidos
por los(as) sujetos(as) y reconocidos por ellos(as) y por otros como constructos significativos donde
las formas y los procesos sociales, dentro de los cuales, y por medio de los cuales, las representaciones
sociales y formas simbólicas circulan en el mundo social. Véase John Thompson, Ideologro y cultura
moderna; teor(a crítica social en la era de la comunicación de masas, México, Universidad Aut6noma
Metropolitana-Xochimilco, 1990.
COMUNICACiÓN LÉS81CA y DERECHOS SE)(UALES 2 15

THOMPSON, J., Ideologra y cultura moderna; teorfa cr(tica social en la era de la co-
municaci6n de masas. México, Universidad Autónoma Metropolitana-
Xochimilco, 1990.
La discriminación
en las identidades
disidentes vista a la luz
de la teoría de los sistemas
Erick Omar Lee Meneses

EN ESTE ESCRITO SE ABORDARÁN dos conceptos de la teorfa de los sistemas: el


de circularidad y el de lenguaje como creador de realidades y subjetividades. A
través de ellos, se podrá reflexionar acerca de los diferentes ámbitos en los que
la discriminación construye discursos y prácticas que afectan a las identidades
disidentes del modelo heterosexista normativo.
Empecemos con la circularidad. Lynn Hoffman ejemplifica este concepto
propuesto por Gregory Bateson,' haciendo referencia a cómo los meteorólo-
gas han llegado a la comprensión de los sistemas climáticos:

Mi experiencia se asemeja a la de aquellos primeros meteorólogos que comprendieron que los


sistemas de clima no pueden comprenderse localmente, que el chubasco de uno podla ser la
sequla de otro. Al estudiar 105 sistemas del clima se pueden encontrar complejas redundancias
en la forma en que varios elementos se intersectan: el viento, las corrientes de vectores, las
nubes, la humedad, los frentes frlos y calientes, las zonas de tiempo, las latitudes y longitudes,
la atracción de la gravedad lunar o las manchas del 501.'

Hoffman dice que para que la' ciencia de la meteorologfa pudiese evolucio-
nar, fue necesario encontrar una altura donde observar las pautas y secuencias
que avanzan en una dirección, en vez de verlas como hechos aislados o piezas
particulares. Desde esa altura se advierte que cada elemento se relaciona fnti-
mamente con los demás. Esta nueva mirada plantea la necesidad de observar

I Véase Gregory Bateson, 5teps to an fcology of Mind, Estados Unidos, Ballantine Books, 1972.
, Lynn Hoffman, Fundamentos de la terapia familiar, México, Fondo de Cultura Económica, 1998,
p.20.
220 CUERPO Y DISCURSOS DE GÉNERO

el mundo y explicar sus causas desde una visión que integre diferentes posicio-
namientos o verdades que se relacionen y se afecten entre sí, determinando
sus características inherentes.
En este sentido, la circularidad es una propuesta epistemológica de obser-
vación y explicación de todo hecho social desde una perspectiva que integra e
incluye diferentes visiones de los agentes participantes en ese hecho, resultan-
do finalmente una explicación multicausal del mismo. Es decir, la circularidad
no permite explicaciones unicausales, muchas veces privilegiadas por el ejerci-
cio del poder.
Si retomamos el concepto de discriminación y logramos verlo como un fenó-
meno que involucra a todos los agentes de la sociedad, y a su vez tenemos en
cuenta que éstos se caracterizan por conductas, palabras e ideas, podremos ob-
servar dicho fenómeno desde un punto de vista circular; de esta forma vemos
también la dimensión o el campo, como dirían los teóricos de los sistemas, don-
de se suscita dicha conducta. Con ello, además, se contempla la infinidad de
prácticas y discursos que validan cualquier conducta discriminatoria y que en
algunas ocasiones la promueven.
Una analogía de esta idea la encontramos en la obra de Roberto Gutiérrez,
quien emplea el término "cultura política". Para él, la cultura política está de-
terminada por la cultura, las prácticas institucionalizadas y los ordenamiento~
normativos. Estos elementos se hallan "imbricados estructuralmente", y desde'
esta dimensión las normas y las prácticas resultantes de éstas se efectuarían y
se validarían desde una dimensión cultural específica. Es decir, toda práctica o
discurso discriminatorio tendría su fundamento y su validez en una cultura
que promueve este tipo de prácticas o de discursos. En palabras de Gutiérrez:
"No es posible pensar en un sistema estable de discriminación al margen de la
forma en que su materialidad es introyectada subjetivamente desde una cultu-
ra política determinada".3
El fenómeno de la discriminación tiene diversas dimensiones que conver-
gen, múltiples puntos sociales donde se ejerce el poder discriminatorio, por
ejemplo el entramado cultural, el político y las directrices institucionales y
jurídicas de un régimen determinado, y es precisamente esto lo que dificulta
a cualquier grupo socialmente vulnerable poderse reivindicar y quitarse el
yugo de la discriminación.
Cuando estos discursos se interiorizan y los sujetos discriminados se asu-
men a sí mismos como carentes de todo ejercicio de reivindicación, se limitan
aún más las posibilidades de empoderamiento y generación de discursos con-
traculturales contra el poder dominante de la cultura política. Entonces, la
lucha social cesa y los sujetos simplemente se alinean al status quo.

, Roberto Gutiérrez, Cultura pol(ticc y discriminación, México, Consejo Nacional para Prevenir la
Discriminación, col. Cuadernos de la igualdad, 2005, p, 13,
LA DISCRIMINACiÓN EN LAS IDENTIDADES DISIDENTES 221

El proceso mediante el que cualquier precepto social se internaliza en el


sujeto, apropiándose de él, validándolo y multiplicándolo a su vez, es la pala-
bra contenida en el discurso. Ese discurso intenta empoderarse a través de la
estigmatización de algún rasgo del individuo o grupo socialmente vulnerable,
haciendo de ese rasgo algo permanente, algo que haga verse al sujeto como un
ser inferior ante los demás y ante él mismo.
Es pertinente citar el ejemplo que da Amin Maalouf en su libro Identidades
asesinas:

En un homosexual italiano en la época del fascismo [ ... ] ese aspecto especffico de su perso-
nalidad tenra para él su importancia, es de suponer, pero no más que su actividad profesional,
sus preferencias poHticas o sus creencias religiosas. Y de repente se abate sobre él la represión
oficial, siente la amenaza de la humillación, la deportación, la muerte [ ... ] Asr, ese hombre,
patriota y quizás nacionalista unos años antes, ya no es capaz de disfrutar ahora con el desfile
de las tropas italianas e incluso llega a desear su derrota; sin duda. Al verse perseguido, sus
preferencias sexuales se imponen sobre sus pertenencias, eclipsando incluso el hecho de per-
tenecer a la nación italiana.'

En este fragmento observamos cómo el estigma y la discriminación sufrida


permea las diferentes dimensiones de la identidad y las obnubila, las oculta a
los demás y a quienes la viven directamente.
Para Gutiérrez, la cultura polftica es una suerte de matriz psicológica, es
decir, el resultado de la acción combinada y sostenida de los diferentes apara-
tos de socialización que han logrado intervenir en la biograffa de cada uno de
los sujetos sociales.
La práctica de actos discriminatorios y la proliferación de éstos a través de
los discursos no forman parte del azar ni son hechos fortuitos o el resultado
de psicopatologras individualizadas. Más bien, son el producto de una red de
aparatos de socialización que validan y justifican todo acto y discurso discrimi-
natorio.
Gutiérrez cree que las identidades sociales, siempre llenas de significado,
requieren de iniciativas que sean a su vez capaces de construir una realidad
social a partir de los valores y juicios alternativos provenientes de movimien-
tos contraculturales.
Pero ocupémonos ahora del otro concepto de la teorra de 105 sistemas;
nos referimos al lenguaje como creador de realidades, percepciones y subje-
tividades. Diversos autores sistémicos que han aplicado sus conocimientos
a la psicoterapia han escrito acerca de la importancia del lenguaje en la
construcción de realidades. De esta forma, Michael White 5 y otros piensan

, Amin Maalouf, Ideneidades asesinas, España, Alianza Editorial, 1999, pp. 24-25, apud Roberto
Gutiérrez, ibid.
, Véase Michael White y David Epston, Medios narrativos para fines terap{uticos, España, Paid6s,
col. Terapia familiar, 1993.
222 CUERPO Y DISCURSOS DE GENERO

que toda interacción humana abarca diferentes dimensiones de los discursos.


Este autor crea dos conceptos básicos en su propuesta terapéutica: las "histo-
rias dominantes" y las "historias alternativas". Así plantea que los individuos
nos regimos por un sistema de creencias que validan ciertos preceptos de
nuestra personalidad, creencias que han sido fundadas y retroalimentadas gra-
cias a la interacción con los otros. Es decir, la percepción de nosotros mismos,
O lo que él llama historias dominantes, está íntimamente relacionada con la
serie de discursos y comportamientos que los demás hacen de nosotros. Ade-
más, estos discursos nos unen a través de sistemas discursivos mucho más
complejos, creándonos una forma de ser determinada. Pero también hay his-
torias alternativas; éstas no son vistas ni percibidas en su totalidad por los su-
jetos, porque el discurso dominante simplemente las ensombrece. Para White,
es necesario empoderar esas historias alternativas a través de la psicoterapia,
con la intención de enriquecer el sistema de creencias y de discursos del sujeto
y asf lograr alternativas más flexibles y pródigas de su personalidad. Esta per-
cepción de nosotros mismos implicaría también la posibilidad de la construc-
ción de uno mismo a través del lenguaje.
Para Kenneth J. Gergen, el yo es una construcción cultural e histórica. 6
Esta construcción y percepción del sr mismo tiene que ver con las distintas
formas en que somos apropiados dentro de los discursos culturales. Gergen
utiliza ejemplos de otras culturas, como la balinesa, en la cual la persona no
se puede entender como un ente independiente de todo un sistema relacio-
nal consanguíneo, y por 10 tanto su identidad está determinada por el grado
de parentesco que tenga el sujeto con los otros. Además, esta identidad tam-
bién cambia a través del tiempo, cuando aumentan sus relaciones de paren-
tesco. Gergen añade que si en el mundo occidental tenemos dos pronombres,
un yo y un tú, es porque existe un sistema gramatical que 10 permite y 10
promueve; este sistema es producto de un determinado lenguaje que se cons-
truye y establece las relaciones en una cultura determinada, por lo tanto no
es universal.
El lenguaje crea referentes subjetivos, valorizaciones sociales, realidades y
formas de sujetarse a un determinado escenario social, y ello hace que tenga
un efecto más allá del puro y simple acto de comunicar. El lenguaje es utili-
zado por la cultura discriminatoria para estigmatizar y perseguir a personas
y grupos con una orientación sexual distinta a la del modelo heterosexista
normativo. En muchas ocasiones, éste se encuentra repleto de valores, jui-
cios y cargas emocionales cuyo efecto inmediato es la discriminación.
Estos discursos discriminatorios se empoderan a través del mecanismo de
desnaturalización o desnormalización de las prácticas disidentes, es decir, el

, Véase Kenneth J. Gergen, El yo saturado. Dilemas de identidad en el mundo contempordneo, Argen-


tina, Paid6s, 1992.
LA DISCRIMINACIÓN EN LAS IDENTIDADES DISIDENTES 223

sujeto discriminado es despojado de toda posibilidad reivindicatoria al no


tomarse en cuenta que toda práctica y discurso son construcciones cultura-
les valoradas de distinta forma dependiendo de la cultura en la que dichas
prácticas están insertadas.
Observamos que existen diferentes discursos que se empoderan de distin-
ta forma. El parámetro de este empoderamiento está determinado por la
cercanra o la lejanra de la cultura polftica de la sociedad de que se trate. La
proliferación de ciertos discursos discriminatorios y su validación por parte
de la cultura de la que emergen, sitúa al sujeto que 105 hace extenderse en
un plano ideológico superior. De esta forma, le es posible colocarse política-
mente en el escenario social; es asf como el lenguaje contribuye a mantener
algunas de las relaciones de dominación y de marginación entre los sujetos
sociales.
Ahora bien, así como el lenguaje puede ser utilizado por una cultura discri-
minatoria, también ofrece posibilidades para construir discursos contracultura-
les. Según Héctor Islas Aza"is,7 la elección lingüfstica acerca de cómo se quiere
ser nombrado, definido, implica una reivindicación política. El lenguaje tiene
un poder polftico que reivindica la presencia y el valor del grupo que lo emplea.
Islas ejemplifica lo anterior diciendo que al hablar sobre diferencias de género
en lugar de diferencias sexuales, es posible ir más allá de una mera determina-
ción de carácter biológico, para discutirla sobre una realidad cultural suscepti-
ble de ser evaluada y reformada. De ahí que el poder polftico de un grupo,
como el de la diversidad sexual, se mida muchas veces por su capacidad de
definirse, ya través de esta definición, autodeterminarse.
Al abordar el lenguaje como un elemento útil para 105 grupos socialmente
vulnerables y discriminados con vistas a empoderarse, se les permite crear
procesos definitorios más acordes y justos a su realidad psicosexual, además
del ejercicio del derecho a autodeterminarse en el escenario social en el que se
encuentran inmersos.

Reflexiones finales
Retomar algunos elementos epistemológicos de la teoría de los sistemas, como el
paradigma de la circularidad, para la comprensión de los fenómenos sociales, es
ofrecer distintas reflexiones acerca de la discriminación y de cómo ésta se inserta
en los diferentes procesos sociales. A su vez, abre la posibilidad de generar nuevos
discursos que podrían contribuir al empoderamiento de las identidades sexuales,
ya que plantea la posibilidad de obtener descripciones y explicaciones más allá de
un modelo causal. Lo anterior podría lograrse a través del uso de descripciones
recurrentes, tal como lo plantea Hoffman, es decir, de aquellas que definen, por

7 Véase Héctor Islas Azals, O;scr;m;naci6n y lenguaje, col. Cuadernos de la igualdad, núm. 4, Méxi-
CO, CONAPRED.
224 CUERPO Y DISCURSOS DE GÉNERO

ejemplo, una pieza, una cosa o un sujeto en términos de su relación con otras
piezas, otras cosas u otros sujetos.
Para la teoría de los sistemas no es posible estudiar los comportamientos
aislados de los campos en que ocurren. Dicha teorfa aboga por integrar los
campos de modo suficiente hacia sf mismos, para asf posibilitar el estudio de
los comportamientos. Además, si el lenguaje se utiliza para describir situacio-
nes de una forma circular, permite empoderar a las personas y a los grupos
que lo utilizan.
Hoffman, casi al final de Fundamentos de la terapia familiar, propone una
forma de descripción circular: "Un hombre que duerme, la circulación de su
sangre, el mesurado aliento de sus pulmones, la delicada función de los riño-
nes y, en su cabeza, un mundo de sueños relacionado con los poderes del
destino. Un interjuego de funciones, unidas en reposo".8
La autora dice que estas descripciones son circulares, ya que no traslapan
una descripción sobre otra; además, no fragmentan la ecología y por tanto
son holistas, es decir, recurrentes. Pero también apunta que son evolutivas
porque ponen de relieve un cambio hacia una mayor complejidad entre estos
distintos tiempos.
Desde aquf proponemos aventurarnos en la creación de nuevos esque-
mas paradigmáticos que permitan construir realidades distintas, creativas y
empoderantes para las identidades disidentes. Se trata de pensar en nuevas
formas de construirnos y de apropiarnos polrticamente de nuestros discur-
sos, asf como de hacer valer el derecho que cada ser humano tiene a auto-
determinarse.

Bibliografía

BATESON, G., Steps to an Eco/ogy of Mind, Estados Unidos, Ballantine Books,


1972.
GERGEN, K. J., El yo saturado. Dilemas de identidad en el mundo contemporáneo,
Argentina, Paidós, 1992.
GUTlÉRREZ, R., Cultura política y discriminación, México, Consejo Nacional
para Prevenir la Discriminación, col. Cuadernos de la igualdad, núm. 3,
2005.
HOFFMAN, L., Fundamentos de la terapia familiar, México, Fondo de Cultura
Económica, 1998.
ISLAS AZA1S, HÉCTOR, Discriminación y lenguaje, México, Consej9 Nacional
para Prevenir la Discriminación, col. Cuadernos de la igualdad, núm. 4,
2005.

• Paul Klee. Notebooks. apud. Lynn Hoffman. op. cit.


LA DISCRIMINACiÓN EN LAS IDENTIDADES DISIDENTES 225

MAALOUF, A., Identidades asesinas, España, Alianza Editorial, 1999.


WHITE, M. y D. EPSTON, Medios narrativos para fines terapéuticos, España, Pai-
d6s, col. Terapia familiar, 1993.
El vlH-sida en la
deconstrucción de la
identidad gay
Luis Manuel Arellano

Introducción

CUANDO DECIMOS "LOS GAYS MEXICANOS", ¿estamos apelando a una identidad o a


un enunciado performativo? Planteo esta disyuntiva conceptual porque creo que
constituye una pregunta básica dentro del colectivo homosexual, el cual aparece
ante la opinión pública como un referente común y generalizado a pesar de estar
integrado por distintas expresiones o formas de asumir disidencias frente a la nor-
ma del comportamiento heterosexual. Dicho referente necesita revisarse y actua-
lizarse, pues no basta con aceptar .que los homosexuales de este pafs diffcilmente
pueden constituir una identidad social sin cuestionar el "modelo dominante de
comprensión del homoerotismo entre varones".'
Ciertamente, no soy el primero en plantear esta revisión y actualización, pero
ofrezco algunos elementos desde la epidemia del vlH-sida que nos ayuden en
nuestro propósito, convencido de la importancia de revisar la noción de lo gay,
asociada por el creciente mercado de consumo a una vida effmera, nocturna, de
mucha actividad sexual, anónima, de gasto suntuoso y desparpajo, algo recogido
en los medios de comunicación y almacenado en el imaginario social.
Me resulta urgente llevar a cabo esta tarea para beneficio de los miles de ho-
mosexuales que viven con vlH-sida y que por ello están quedando marginados no
s610 de las polfticas gubernamentales de equidad de género y no discriminación,
sino del propio colectivo, pues unas y otros soslayan el rasgo volátil de las identi-
dades sexuales.

1 Véase Guillermo Núñez Noriega, "Reconociendo los placeres, desconstruyendo las identidades", en
Desacatos, Revista de Antropologla Social, México, elESAS, 2001.
228 CUERPO Y DISCURSOS DE GÉNERO

la referencia del colectivo

En primer lugar, creo conveniente delimitar la noción de colectivo como indicador


de las disidencias sexuales en el país, y sugiero hacerlo desde la aproximación a este
concepto entendido como una "unidad de análisis y referencia"2 que va más allá de
Hderes o personajes particulares. Pensando en la experiencia mexicana, estoy segu-
ro de que el colectivo puede visualizarse por lo menos una vez cada 365 dfas, du-
rante la marcha que desde hace 27 años homosexuales y lesbianas realizan en la
capital del país, donde sin duda están representadas las distintas expresiones de
la multitud sexual en cuestión.
Pues bien, me permitiré dicha licencia y la anterior será mi conceptualización
del colectivo en este ensayo.
No'obstante, quiero hacer otra precisión: como abordo el tema en torno de la
epidemia del V1H-sida y sus efectos en la deconstrucción de la identidad gay, con-
centraré el contenido de las páginas que siguen únicamente en dicho modelo de
vida, asimilado como normal por el efecto mediático del mercado de consumo
homoerótico, teniendo en cuenta que estandarizar sus patrones de comporta-
miento produce una "significación nueva de todo el pasado" en que se crearon los
individuos asimilados a esa identidad.] Además, este es un punto central de la pers-
pectiva queer, que también trataré de abordar.
Han transcurrido suficientes años para preguntarnos por qué en nuestro país la
epidemia del V1H-sida sigue concentrada principalmente en los gays. ¿Alguien se
ha cuestionado, acaso, cuál ha sido la contribución del propio colectivo para que
la infección no abandone sus lugares de reunión y socialización?4
Es importante señalar la frecuente idea o creencia en esta comunidad de que
sólo se puede ser gay si no se modifican los referentes construidos en torno de una
identidad comprendida únicamente por su condición sexo-genérica. tsta parece
tener más sentido si se mantiene distante de la información acerca de cómo evitar
el contagio por V1H, por lo cual se desdeñan las escasas campañas de prevención
que logran irrumpir en los lugares de ligue, diversión y reunión. s
Como no deseo herir susceptibilidades sino abrir un espacio de reflexión, expre-
so un reconocimiento a los activistas, que merecen mi respeto y consideración, así

2 Véase Didier Eribon. Reflexiones sobre la cuestión gay, España, Anagrama, 2001.
, Véase David Córdova Garcfa, "Identidad sexual y performatividad", en Athenea Digital, núm. 4, España,
2003.
• Durante ell Simposio de Información y Comunicación sobr~ el Sida, realizado en octubre de 1988 en
el centro vacacional de Ixtapa, México, Annick Prieur abordó el papel que jugarla la construcción de
la homoerotización gay para facilitar la transmisión del VIH, después de haber entrevistado a 64 ho-
mosexuales residentes en la ciudad de Oslo. Sin embargo, esta Irnea de análisis y reflexión no tuvo eco
significativo en el colectivo mexicano ni en los ámbitos de la academia de investigadores del sector de
la salud, que para entonces ya estaban estudiando las dif~rentes expresiones del comportamiento
sexual de los hombres mexicanos.
, Roberto González Villarreal ha hecho notar la confrontación del frenesr sexual de los gays y su expre-
sión vertiginosa ante el condón, que introdujo una noción de li sexo ordenado. clasificado". Este sexo
del (olleto, de la vida razonable, regulada, no siempre se entrelaza con la construcción de trasgresión
que lo gay supone. Véase Roberto González Villarreal, Después de la liberación, México, Universidad
Pedagógica Nacional, 2001.
El VIH-SIDA EN LA DECONSTRUCCiÓN DE LA IDENTIDAD GAY 229

como a muchos otros hombres que tienen proyectos de vida más laxos y protegi-
dos, independientemente de que se asuman gays por entender esta palabra como
sinónimo de la homosexualidad.
Para dar fin a mis precisiones, quiero insistir en que mi intervención está moti-
vada por los hombres homosexuales que viven con vIH-sida. En ellos he pensado
al escribir las líneas que ahora comparto con ustedes.

El vlH-sida y la vida gay


En México, el binomio gay-vIH-sida ha sido abordado desde diferentes ámbitos,
pero en pocas ocasiones mediante cavilaciones que nos permitan reflexionar si el
colectivo está preparado y dispuesto a ajustar la construcción de su propio proceso
social para disminuir la prevalencia de la infección en esta población, que alcanza un
porcentaje de 15% mientras que en la población general es de 0.29%.6
Insisto en este punto porque la epidemia sigue golpeando con dureza al colecti-
vo homosexual. A continuación siguen algunos números sobre el impacto de di-
cha enfermedad que, en el ejercicio de mi prc;'fesión periodística y mi actividad
laboral/ he podido obtener, aclarando que no son datos oficiales aunque su esti-
mación tiene sustento, pues surge de cruzar información epidemiológica con da-
tos del Registro Nacional de Casos de Sida.
Antes, debo señalar que el vlH-sida es la única enfermedad que acumula casos y
los distingue por sexo y formas de transmisión. Asimismo, quiero recordar que las
características de la epidemia en México la presentan como una infección transmi-
tida en 96% de los casos por vía sexual y que está concentrada en poblaciones
especfficas, particularmente en la integrada por los hombres que tienen sexo con
otros hombres, 8 entre los cuales la identidad gay ha sido la más afectada.
¿Cuántos hombres gays han muerto debido al sida?9 Es probable que más de
55,000 de los casos notificados ante la Secretarfa de Salud. ¿Cuántos hombres gays
están tomando medicamento en este momento? Sin duda, más de 20,000. Y, ¿cuán-
tos hombres gays viven con VIH sin haber desarrollado todavía sida? La cantidad que
manejo oscila entre los 100,000 y los 200,000, dependiendo de los parámetros que
se tomen en las estimaciones proporcionadas por las autoridades sanitarias. lo
Si sumamos estos números, la cantidad de hombres gays mexicanos que han
establecido contacto con el V1H, incluidos vivos y muertos, es mayor a 250,000.

• SecretarIa de Salud, Registro Nacional de Casos de Sida (RNC5), junio de 2005.


7 Aunque desde el año 2001 me desempeño en el Centro Nacional para la Prevención y el Control del

vlH-sida (Censida), quiero aclarar que mis participacione5 en el I y 11 Encuentros de Escritores sobre
Disidencias Sexuales han sido a Utulo personal, no institucional.
, La expresión "hombres que tienen sexo con hombres" (HSH) es una herramienta epidemiológica
acuñada hacia finales de los años 80 que revela la existencia de relaciones sexuales entre varones, in-
dependientemente de su identidad, rol sexual, preferencia u orientación.
• Distingo "población gay" de "población HSH" debido a que en el pars la mayorra de los homosexuales
afectados por la epidemia se han identificado con esta identidad.
10 Censida ha estimado que en México, al concluir 2005, la población total de personas infectadas con

VIH, independientemente de los casos notificados, podrfa ser de hasta 260,000 personas ..
230 CUERPO Y DISCURSOS DE GÉNERO

y digo ciudadanos porque todas las disidencias sexuales, las conocidas y las que
estén por venir, requieren discutirse desde la referencia de su ciudadanCa.
De acuerdo con la Secretaría de Salud, cada año se diagnostican más de 4,000
nuevos casos de VIH, siendo la cuota para los homosexuales la más alta. Como ya
he dejado entrever, la transmisión de este virus constituye actualmente 96% de los
casos por medio de relaciones sexuales no protegidas, lo cual indica que no han
disminuido significativamente las condiciones de riesgo: aceptar encuentros sexua-
les anónimos, considerar que toda relación corporal necesariamente conlleva la
penetración anal u oral, que el condón puede esperar, descartar la eventualidad de
encontrarse con una persona seropositiva porque "no se le nota", etcétera.
Algo es cierto: la vulnerabilidad al V1H y otras infecciones de transmisión sexual
no se presenta porque el individuo asuma la orientación, preferencia o rol homo-
sexual, sino por aceptar y buscar emular la construcción identitaria de lo que debe
ser un gayo

¿Se puede ser gay y tener vIH-sida?


Durante mi participación en e11 Encuentro de Escritores sobre Disidencias Sexua-
les, realizado el año pasado en la Universidad de Guadalajara, señalé que con el
vlH-sida el discurso de liberación e igualdad para todos los homosexuales ya sólo
es una referencia del tiempo en el sinuoso camino que el colectivo ha transitado
persiguiendo la utopfa de emancipación de la norma heterosexual.
También hice referencia a la discriminación que el colectivo ha venido realizan-
do contra los gays que viven con vlH-sida, al imponer una nueva forma de exclu-
sión, ahora por motivos de salud (enfermos y sanos) que, como dije entonces, se
sumaba a las distinciones ya existentes por motivos de raza, peso, talla, rol sexual,
edad o condición económica.
Sigo sosteniendo la anterior aseveración en la medida que abundan proyectos
visualizados y alentados desde el colectivo para evitar nuevos casos de V1H entre
gays, pero ninguno para promover la prevención secundaria y evaluar qué tanto
los gays infectados pueden seguir siendo gays.ll
Esta situación resulta crucial porque, habiéndose construido con el referente
identitario en cuestión, el homosexual con vlH-sida sigue considerándose gay en
tanto que para el colectivo es sólo un hombre enfermo. Insisto, el individuo se
asume con esta identidad pero su estilo de vida ha cambiando sustancialmente,
sobre todo si ya está bajo tratamiento antirretroviral.
Por ello, estoy seguro de que la epidemia ha permitido distinguir la existencia de
una sexualidad propia en cada homosexual y de que ésta aparece o se puede recu-
perar una vez que la identidad gay queda diluida por ,los efectos que la inmunode-
ficiencia adquirida genera no sólo en la salud del individuo, sino en el conjunto de
referentes que lo han vinculado como una identidad aparentemente estable. Y es

11 Inventario de intervenciones preventivas en HSH (documento interno), México, Censida, 2003.


El VIH-SIDA EN LA DECONSTRUCCiÓN DE LA IDENTIDAD GAY 231

que, como bien señalan algunos investigadores de los procesos de construcción de


las identidades sexo-genéricas y los planteamientos de la teoría queer; las identida-
des son inestables tanto individual como colectivamente. Incluso hay algunos,
como Joshua Gamson,12 que consideran necesario desmantelar esas categorfas
porque observan que rechazar el estatuto de minoría constituye una clave para la
liberación del individuo.
Por lo anterior, creo necesario formular algunas preguntas con la intención de
irles buscando respuesta: un hombre gay que vive con V1H-sida, ¿debe seguir asu-
miéndose gay? ¿Los hombres homosexuales que viven con vlH-sida requieren es-
tablecer lazos de identidad entre ellos? ¿Obtienen algún beneficio si se identifican
a partir de su situación de salud? ¿Es importante? ¿Cuántos hombres homosexua-
les han logrado establecer vínculos identitarios por vivir con V1H-sida? ¿Cuántos
no? ¿Por qué?

Performatividad y vlH-sida
...
Judith Butler13 ha podido identificar el sentido performativo de las identidades en
la reiteración o repetición de las normas mediante las cuales se constituye cada
referente ante los demás. Parafraseando sus palabras, me permito agregar que si
los homosexuales se han convertido en gays ha sido debido a la repetición de un
modelo de vida preestablecido y ahora condicionado por el mercado, e insisto,
vinculado al entorno erótico, falocrático, de cuerpos bellos y esbeltos (que casi
nadie posee más que en su imaginación), así como a la falsa percepción de que los
gays tienen un alto poder adquisitivo.
Sin embargo, debe quedar claro en este esquema que Jos hombres afectados por
el VIH, conforme avanza la infección y aparecen los síntomas asociados al sida,
dejan paulatinamente de repetir los rasgos de la identidad gayo Y entonces me
planteo otra pregunta: ¿necesita el hombre homosexual, sobre todo si antes se
asumía gay, identificarse con una nueva identidad? No es fácil saberlo, empero,
Butler ha dicho que en ocasiones el mismo término que podría aniquilar a una
sexualidad disidente llega a convertirse en un espacio de resistencia.
En mi desempeño laboral he podido percatarme de que existen varios elemen-
tos definitivos en la respuesta que el hombre gay dará a su vida tras enterarse de
que está infectado con el V1H. Uno es el nivel de información acerca de la epidemia
y su evolución; otro está condicionado por el entorno social en el que vive; tam-
bién cuenta de manera importante el grado de internalización que desarrolle del
estigma asociado al sida.

" El autor señala que las categorlas colectivas "puras" constituyen un obst.1culo para la resistencia y el
cambio. Véase )oshua Gamson, "¿Deben autodestruirse los movimientos autoidentitarios7 Un extra-
ño dilema", en Rafael M. Mérida Ced.), Sexualidades transgresoras: una antologla de estudios queer, Es-
paña, \caria, 2002.
" Para esta autora, la repetición obligada de normas anteriores que constituyen al sujeto tienen lugar
porque tampoco se pueden descartar por voluntad propia. Véase )udith Butler, El género en disputo,
México, uNAM-puEG-Paidós, 2001.
232 CUERPO Y DISCURSOS DE GÉNERO

En consecuencia, la existencia de respuestas y tiempos diferidos entre los hom-


bres homosexuales con vIH-sida plantea de inicio no una sino varias posibilidades
a la eventualidad de construir una identidad emergente que, justamente por esta
diversidad de circunstancias, no podrfa ofrecerse a todos por igual. Y es que tam-
bién existe un número importante de gays que, conociendo cuál será la respuesta
del colectivo hacia ellos si se sabe de su seropositividad, están dispuestos a apare-
cer como sanos, por lo menos mientras no haya evidencias de que están infecta-
dos, sintomatología que sin duda aparecerá tiempo después con la disminución de
la capacidad de su sistema inmunológico, el tratamiento antirretroviral y los efec-
tos que algunos medicamentos pueden generar, al margen de la eventualidad de
que lograran construir una red de apoyo entre sus amigos o familiares.
A pesar de estos matices, en los últimos años se han articulado redes de homo-
sexuales con vlH-sida para integrar nuevas comunidades donde la sexualidad ya no
es el factor central, lo cual tampoco presupone que se renuncie a su ejercicio. En
estos ámbitos de encuentro e identificación se está produciendo un paulatino
efecto performativo debido a que no pocos miembros de dichas comunidades,
muchas de ellas virtuales, están reinterpretando sus vidas como si siempre hubie-
sen vivido con vIH-sida. La identificación con el estigma asociado a la epidemia
está generando una subversión, porque en lugar de asumir "los rasgos adscritos a
esa categoría desde los discursos sociales dominantes",14 se ha empezado a generar
una transformación afirmativa que incluso cuestiona los usos y el lenguaje con los
cuales se ha nutrido el colectivo. Los homosexuales que viven con vIH-sida y ejer-
cen su sexualidad, aunque la mayoría de ellos no lo perciba, están construyendo
en este sentido la última y más singular expresión de la diversidad sexual.

la teoría queer

Desde una perspectiva queer, el vIH-sida debeda aquilatarse como herramienta


para documentar el agotamiento de la identidad gayo Sin embargo, creo que la
experiencia estadounidense y la que más recientemente se está impulsando en
España, por citar dos ejemplos, no cuentan en este momento con condiciones
para germinar en México.
En Estados Unidos, la efrmera experiencia de la Queer Nation, fundada en 1990, se
diluyó cuatro años después -según quienes han investigado ese episodio- porque
se presentó como un movimiento radical al grado de que resultaba difícil tomar deci-
siones que posteriormente pudieran compartirse entre sus integrantes. Desconozco en
qué medida la relación con ACT UP15 influyó en esta visión extrema, pero el movimien-
to se disolvió muy pronto en su expresión de movilización para quedar vinculado a la
academia y la formulación de una teoría vigente dada su constante revisión.

" David Córdova Garda, op cit.


15 ACT UP fue una organización radical de activistas homosexuales enfermos de sida que se creó en 1986
en Nueva York para darle rostro a la enfermedad y llevarla a los medios de comunicación. Años des-
pués se integró este modelo en otras ciudades y parses.
El VIH-SIDA EN LA DECONSTRUCCiÓN DE LA IDENTIDAD GAY 233

En España, la teoría queer está generando sus propias aportaciones, quizá más ra-
dicales que las acuñadas a principios de los 90 en Estados Unidos, facilitadas porque
el Estado español ha logrado enfrentar con mucho éxito las resistencias ideológicas
del conservadurismo y particularmente del clero católico. Las propuestas contenidas
en el Manifiesto contrasexual de Beatriz Preciado,16 como la resexualización del ano, la
abolición de la familia nuclear y el libre acceso a las hormonas sexuales, ilustran el
ritmo con el cual se está desarrollando esta visión en dicho país.
No obstante, cito brevemente la propuesta queer, ya que contiene elementos
suficientes para evidenciar el punto más relevante de la crisis identitaria en los gays
por no asumirse vulnerables, al mismo tiempo que los expone no sólo a la violen-
cia generada por la homofobia sino a la transmisión de infecciones sexuales, parti-
cularmente al VIH.
Mientras los hombres gays sigan resistiéndose a modificar o ajustar las pautas de
comportamiento que han dejado que los caractericen, aceptando además que pue-
den enfermar y envejecer, la sombra del vlH-sida seguirá traduciéndose en nuevas
infecciones con la consecuente pérdida de la calidad y el sentido de la vida.
Por lo pronto, muchos hombres homosexúales que viven con VIH o sida han
comprendido la ilusión y los espejismos de la vida gayo

Bibliografía
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PRECIADO, B., Entrevista con Adolfo Coria [en lfnea] <www.nationgay.com>. 2002.

16 la autora establece que su libro es un punto de vista del movimiento queery pone t!nfas\s en la invi-
sibilidad de lesbianas y transexuales.
Cuentos de hadas:
construcción
de identidades Ricardo Iglesias

DURANTE LAS ÚLTIMAS DÉCADAS, uno de los aportes centrales del feminismo ha
sido la conceptualización del género como una categorra cultural y social, asf como
la negación de su carácter esencial. Apartándose de las teorfas tradicionales que
ven en las oposiciones hombre/mujer y masculino/femenino esencias universales,
las teorfas feministas apuntan al carácter artificial de estas realidades y, por ende, a
su inestabilidad y mutabilidad. De acuerdo con la crftica de las tecnologfas de gé-
nero, en toda sociedad existen una serie de instancias sociales y discursivas que
producen y engendran al sujeto como masculino o femenino. La forma en que la
sexualidad es vivida por el sujeto también es parte de esa construcción genérica y
está determinada por dichas tecnologras.
Uno de los discursos que forma parte de esas tecnologCas de género es la ideo-
logra romántica producida a través de los cuentos de hadas, las pelCculas, la músi-
ca popular, las telenovelas y las enseñanzas familiares. Esta ideologCa romántica
no sólo se basa en la normatividad de la relación heterosexual con sus opuestos
masculino/femenino como ejes centrales, sino que también desarrolla toda una
concepción del amor y de la seducción que responde a las necesidades de la so-
ciedad patriarcal. Orientada fundamentalmente hacia las mujeres, esta ideologfa
postula el amor romántico y el encuentro de la pareja ideal como las metas últi-
mas a las que toda mujer debe aspirar. Se supone que tales objetivos aseguran a
la mujer no sólo una vida de felicidad y de plenitud, sino la realización de la ma-
ternidad, una de las características definitorias de la identidad femenina dentro de
los esquemas tradicionales.
Durante siglos, los cuentos fueron una apreciada tradición oral y matriarcal. En
Europa y en todo el mundo las mujeres, madres, abuelas y bisabuelas han conta-
do mitos, tejido cuentos y enhebrado historias a los niños. No se trataba exclusi-
CUERPO Y DISCURSOS DE GÉNERO

vamente de cuentos para niños a la manera en que hoy entendemos esta expre-
sión, sino cuentos para adultos y adolescentes en los cuales se reflejaba la cultura
popular, muchas veces, con hechos violentos como el canibalismo, el abuso
sexual, el incesto y el asesinato.
Las primeras recopilaciones, que tuvieron lugar entre 1693 y 1709, fueron or-
denadas por Luis XIV, quien amaba la cultura pero también deseaba gobernar a
sus súbditos empleando la vieja fórmula romana del panem et circensem. Eran
tiempos de guerras continuas, lo que originaba crisis económicas y pagos de im-
puestos excesivos. Las recopilaciones y traducciones de leyendas y cuentos, tanto
europeos como de países exóticos, fueron actualizadas a la moda de la época. Por
ejemplo, en el cuento de origen egipcio La Cenicienta, desaparecieron los dioses y
se convirtió al faraón en un prfncipe encantador. Sólo se conservó la sandalia,
transformada a su vez en zapatito de cristal, y la humildad de la protagonista, cuya
resignación era merecedora de premio.
Todos estos cuentos, por decreto del rey sol, debfan ser morales, es decir, con-
tener un epflogo moralizante, como cuadraba en tal tipo de lecturas; en ellos el
mal era castigado sin piedad, por más que antes no se eximiera a los protagonistas
de pasar un auténtico via crucis de vejaciones y sufrimientos, que el final feliz
compensaba con creces. Estas recopilaciones se ajustaban a una moral aristocrá-
tica y culta, y en ellas se eliminaba cualquier atisbo de representación popular que
pudiese incluir una tradición matriarcal.
En 1697 apareció Historias o cuentos de tiempos pasados con moraleja, de Char-
les Perrault, más conocido como Cuentos de mi madre la Oca. Perrault, uno de los
más populares recopiladores, era sólo un eficiente funcionario de la corte al que
le gustaba escribir. En 1661 se editó su primer libro, Los muros de Troya, nada in-
fantil, según se puede apreciar, ya lo largo de su burocrática y aburrida existencia
de funcionario privilegiado, lo que más escribió fueron odas, discursos, diálogos,
poemas y obras que halagaban al rey y a los prfncipes, lo que le valió llevar una
vida regalada y colmada de honores.
Los cuentos de hadas, nacidos en este ambiente cortesano, llegaron posterior-
mente a la plebe, agrupados, clasificados y convenientemente manipulados, aun-
que sería más acertado decir "pulidos", para que consiguieran su objetivo. Cons-
tituyeron una moda y no era ningún absurdo que los leyeran las grandes damas y
las jovencitas; de hecho, las mujeres de aquella sociedad fueron sus impulsoras,
con la sobrina de Perrault a la vanguardia. Pero también eran lefdos por los caba-
lleros cortesanos y los galanes, e incluso Luis XIV los recomendaba a su descen-
dencia, bastardos legitimados en su mayoría.
Un detalle, no obstante, uniría a todos los relatos: la máxima dicha se consigue
casándose con un prfncipe, siempre hermoso y magnánimo, y las herofnas reci-
ben el lavado de cerebro de unas disposiciones que se les inculcan, y a través de
ellas al público femenino, de que no hay nada mejor que ser esposas y madres,
eligiendo siempre un marido cuya bondad, ingenio e inteligencia sean superiores
a su belleza y su brillantez superficial. La Bella y la Bestia es un claro exponente de
ello. En efecto, si nos detenemos brevemente en la ideología subyacente a este
CUENTOS DE HADAS: CONSTRUCCiÓN DE IDENTIDADES 237

hermoso relato, advertimos que la aventura de Bella entraña, además del enco-
mio de la abnegación, la generosidad, la compasión y la modestia femeninas, el
sometimiento al varón -sea éste el padre o el marido-, la valoración de la racio-
nalidad y los valores espirituales y afectivos por encima de todo 10 relacionado
con el cuerpo y el placer, asr como la aceptación del matrimonio por conveniencia
tan tfpico en la época para las jóvenes pertenecientes a la burguesfa, el cual casi
infaliblemente implicaba casarse con un hombre físicamente desagradable y ma-
yor, pero de solventes medios económicos y, si era posible, perteneciente a una
clase superior (la poetizada y aristocrática Bestia del cuento). De esta manera, si
el mal era castigado por la justicia divina, no tenfa importancia padecer miserias
y humillaciones, porque un día hipotético y lejano, quienes habran sufrido goza-
rfan de venturas sin fin, pero las penalidades tenran que ser de lo más desagrada-
ble, yen realidad lo eran, para que se justificara semejante retribución.
Es ahí donde las hadas hacían acto de presencia, eran los buenos espíritus pro-
tectores, aunque a su vez inflexibles, que otorgaban dádivas y regalaban deseos.
Las hadas eran las intermediarias perfectas para las buenas gentes del pueblo, un
pueblo ignorante y analfabeto que se aferraba a ellas creyendo que todo podfa
resolverse con la ayuda de lo maravilloso. Era, en cualquier caso, una salida bas-
tante pagana al no recurrir a la Virgen ni a los santos. Las damas blancas se hicie-
ron muy populares al surgir de sus arcanos legendarios para ayudar a los desdicha-
dos, pero sus albas túnicas cedieron el paso a los suntuosos trajes de corte y ellas
mismas, en alguna que otra ocasión, se contagiaron de la frivolidad reinante, mas
siempre auxiliaban, o al menos lo intentaban, rebosantes de la mejor voluntad.
En el siglo X1X, con la aparición de la figura del niño en Rousseau, los cuentos
se infantilizaron; se produjo la fijación de roles contrapuestos femenino/masculi-
no y se enmarcaron dentro de una literatura de valores (sistema burgués y religio-
so) con una clara orientación utilitarista donde los esquemas tradicionales se pre-
miaban (la familia, la sumisión de la mujer al hombre), y donde los elementos
eróticos y antiautoritarios se eliminaban. Jean-Jacques Rousseau, con su obra
Emilio (1762), inició una nueva teorfa educativa en la cual apareció la niñez como
una etapa diferenciada de la adultez; en ella, el niño era un ser puramente sensi-
tivo, sin sentimientos, independiente, solitario.
En Cuentos para niños y familiares, de los hermanos Grimm, publicado en
1812-1815, aparecieron nuevas versiones de los cuentos de hadas, mucho más
adaptadas a la moral de su tiempo, dándose una transformación de los cuentos
de entretenimiento en cuentos educativos. Entra'mos en la época victoriana: En
el prólogo a la segunda edición de su obra, en 1819, los hermanos Grimm ma-
nifestaron abiertamente que habran suprimido "cualquier expresión inapropia-
da para los niños".
Es, sin duda, en el cuento de Caperucita Roja, donde mejor podemos seguir esta
evolución desde la tradición oral hasta las diferentes versiones cada vez más depu-
radas. Para Perrault, el lobo devora a Caperucita y a la abuelita, y cierra la historia
con la siguiente moraleja:
CUERPO Y DISCURSOS DE GÉNERO

Aquf vemos que la adolescencia,


en especial las señoritas,
bien hechas, amables y bonitas
no deben a cualquiera ofr con complacencia,
y no resulta causa de extrañeza
ver que muchas del lobo son la presa.
y digo el lobo, pues bajo su envoltura
no todos son de igual calaña:
los hay con no poca maña,
silenciosos, sin odio ni amargura,
que en secreto, pacientes, con dulzura
van a la siga de las damiselas
hasta las casas y en las callejuelas;
mas, bien sabemos que los zalameros
entre todos los lobos ¡ay! son los más fieros.

El cuento aparece como un aviso a todas las niñas para que no viajen solas o se
pierdan (entendido este punto como un alejamiento del hogar y como una pérdi-
da de la virginidad), porque el mal está continuamente acechando y no hay salva-
ción posible.
Por su parte, la Caperucita de los hermanos Grimm, a la sombra de la reina
Victoria, es rescatada por la figura paternalista del leñador, que viene a aleccionar
al nuevo modelo de niño del siglo XIX tanto como a la nueva mujer victoriana, dos
modelos que en realidad son diffciles de distinguir: quédate en el buen camino,
no hables con extraños y sé obediente a la autoridad paterna.
En la tercera versión, aparecida en Austria e Italia, se muestran srntomas de ca-
nibalismo: el lobo descuartiza a la abuelita y se la da a comer a Caperucita. En esta
variante, también ella es devorada por el lobo. En la versión francesa, es la propia
Caperucita quien se salva a sí misma después de engañar alIaba, pero se trata de
la menos correcta de todas porque introduce en el cuento una opción de liberación
e independencia por parte de las mujeres que en esa época no era posible. Se pue-
de observar cómo la historia estaba destinada a las jovencitas que comenzaban a
tener relaciones sexuales y cómo en cada época y cultura estas relaciones son cas-
tigadas de una manera diferente.
Los cuentos fueron insertados en un discurso aristocrático de valores, costum-
bres y modales con el fin de que sirvieran mejor para enseñar a los niños a compor-
tarse de manera civilizada. Se entendía que el objetivo de los cuentos era adoctrinar
a los infantes con sistemas de creencias culturalmente específicos, y no simplemen-
te entretenerlos. De alguna manera, nos hemos hecho insensibles a esa idea y he-
mos adoptado la creencia de que los cuentos son encantadores, entretenidos y que
de hecho no deberfan ser estudiados o criticados en un contexto sociopoIrtico para
no perder su magia. No obstante, desde que se plasmaron en papel, se ha sabido
que los cuentos influyen poderosamente en las mentes jóvenes. Son herramientas
para enseñar a los niños las consecuencias de acciones concretas. Los cuentos de
hadas perpetúan los roles sexuales y premian cierto tipo de conductas mientras
castigan otras.
CUENTOS DE HADAS: CONSTRUCCiÓN DE IDENTIDADES 239

La rápida difusión de estos cuentos responde al nacimiento de una literatura


infantil que obliga a crear un canon internacional: cuentos con final feliz, despla-
zamientos argumentales que expurgan los rasgos que se juzgan socialmente in-
aceptables, y dependencia de las ilustraciones.
En la actualidad, las nuevas versiones de los cuentos de hadas han sido llevadas
al cine. La ilustración tradicional de los libros ha sido suplantada por la versión
animada realizada por Walt Disney, quien era conservador, religioso y misógino.
En 1938 realizó su primer largometraje de dibujos: Blancanieves y los siete enani-
tos. El mensaje es obvio: mujer buena + guapa + pasiva + virginal + comatosa +
blanca + abnegada + doliente = un bello prfncipe. Pero para ser justos, hay que
decir que Disney ofrece una alternativa. Si se insiste en ser mujer, también se
puede ser activa, agresiva, egofsta, ladina, independiente, horriblemente fea,
amargada y destructiva. Escogiendo este camino, se puede llevar sombra de ojos
color púrpura y mantones negros, pero nadie amará a una mujer asf, y con razón:
será una mujer mala.
Las comerciales historias de Disney mantien$n un discurso muy claro: adoctri-
nan a las jóvenes mentes de un modo compatible con las normas y valores domi-
nantes de la sociedad americana del periodo de entreguerras hasta nuestros dfas.
Pero aquí la problemática no es sólo mantener una normativa moral; también
nos encontramos con una búsqueda de beneficio económico. Disney sirve a quie-
nes tienen dinero. El mercado de las niñas es de hecho el mercado de los padres de
las niñas, así que las películas están cortadas por el patrón de las preferencias
sexuales y los valores conservadores de la clase dominante estadounidense. Dis-
ney no se preocupa por los intereses de las niñas. Las niñas se convierten en
consumidoras pasivas y encantadas de una pesadilla capitalista y patriarcal porque
está aderezada con zapatillas de cristal y castillos relucientes. Esos son los premios
materiales que endulzan el mal trago.
Actualmente, los cuentos de hadas han sido tan exitosamente transformados
por el márketing de masas de Disney, que sus versiones son las únic~s que cono-
cemos. A partir de la aparición del prfncipe vestido de azul de la Cenicienta, se
comenzó a utilizar la expresión de "prfncipe azul" para identificar la aspiración
romántica de toda mujer.
Disney, ya no sólo el individuo sino sobre todo la corporación, como hemos
visto en los últimos años, hace un uso intensivo de la típica historia de cómo se
pasa de la pobreza a la riqueza, nos vende continuamente el sueño americano.
Realmente es una historia inspiradora que trae muchas esperanzas a las vidas
miserables de los que se encuentran atrapados en un sistema clasista de des-
igualdades. En muchas de sus películas se mantiene una ideología claramente
sexista y conservadora, donde se marcan la separación de clases y se opta por la
dictadura blanda. En El Rey Le6n, Disney se apropia y habla en nombre del reino
animal africano. Los animales del filme están tristes porque se dan cuenta de
que, para lograr su bienestar, necesitan un líder que sea escogido por Dios. De-
ben convencer al Rey León para que acepte su destino como fascista benévolo
o se extenderá el caos, con bestias salvajes que traen la anarquía, etcétera. Y
24 0 CUERPO Y DISCURSOS DE GÉNERO

todos sabemos que las hienas no pueden mandar. Son demasiado feas y una
especie moralmente depravada.
Igual que las jerarquías son parte del orden natural de las cosas, también los roles
sexuales están determinados naturalmente. Pocahontas, como tantas de las heroí-
nas de Disney, es una hija de la naturaleza. Los pájaros, los mapaches, los ciervos y
otros animales salvajes buscan su compañía. En Blancanieves y en La Cenicienta,
los animales, que están siempre perfectamente en armonía con el orden natural
de las cosas, son capaces de notar la bondad innata de la heroína. Ese es un dato
que podemos usar para entender que la herofna pasiva, bonita, sumisa y modesta
está estrictamente de acuerdo con la ley natural. En Pocahontas, Disney recons-
truye dulcemente a esta damisela obsequiosa con una de las más perversas distor-
siones imaginables de la historia colonial norteamericana. Pocahontas conduce su
canoa entre las aguas rápidas y gráciles del pragmatismo, siendo éste, por supues-
to, la abnegación de su gente (la primera nación) y su voluntaria integración a los
colonos europeos.
El productor y director estadounidense contribuye con sus filmes a fomentar la
idea de que las historias de los cuentos están gobernadas por leyes naturales, y
crea la perversa impresión de que los cuentos son intemporales. En la reproduc-
ción de los cuentos y su paso al audiovisual se radicalizan más las posturas de
dominio jerárquico y patriarcal, los personajes son buenos o malos, se trabaja con
colores pastel, con música suave, se envuelve todo dentro de una maravillosa vi-
sión romántica, como un sueño fantástico y realizable siempre que la chica sea,
una vez más, buena, guapa, abnegada y sumisa, y el príncipe destruya a la malva-
da de turno ... y fueron felices y comieron perdices.
Pero realmente no fueron felices. En la actualidad se están levantado cada vez
más voces en busca de un revisionismo de los cuentos, ofreciendo versiones no
tan cándidas, versiones de algún modo trasgresoras, más o menos explícitas en el
hecho de asumir identidades y géneros, siguiendo la línea de trabajo marcada por
Angela Carter, como Rosario Ferré, Carmen Martrn Gaite, María Negroni, Anne
Claffey, OIga Broumas, Jeannette Winterson, Suniti Namjoshi, Ana Marfa Shua,
Ana Lidia Vega, Sara Gallardo, Isabel Allende y Luisa Valenzuela, entre otras.
Las escritoras se proponen desvelar el contenido sexista y patriarcal de los
cuentos de hadas adivinando sus trampas, invirtiendo los papeles y yendo más
allá del final feliz. El enfoque idealista da paso a una revisión irónica, cruenta o
humorística, a través de la cual se reflejan las nefastas consecuencias que el ar-
quetipo convencional ha acarreado a la mujer y, de manera más ocasional, al
hombre. En la mayorfa de los casos, los finales se presentan abiertos: no ofrecen
alternativas a los modelos tradicionales, pero brindan sugerencias sobre cómo
vivir superando represiones de género. Desde esta perspectiva, los cuentos de
hadas tradicionales, que siempre han contado con un público mayoritariamente
femenino, no son considerados como textos de formación, sino como discursos
culpables de muchos de los prejuicios que pesan sobre la mujer.
Para finalizar, señalaré un último apunte que considero importante. Está claro
que la ideología encerrada en los cuentos de hadas manipula el imaginario de los
CUENTOS DE HADAS: CONSTRUCCiÓN DE IDENTIDADES 241

niños, pero la pregunta sería: ¿hasta qué punto? Las investigadoras Virginia Garcfa-
Lago lbáñez y Ángela Tejado Blanco dan respuesta en su estudio Investigación sobre
la asunción del estereotipo de género a través del cuento tradicional en alumnos de 32 de
educación infantil y opinión de los maestros de infantil y primaria sobre los cuentos. Las
autoras han realizado pruebas con diferentes grupos de niños después de la lectu-
ra de un cuento de hadas y después de la lectura de un cuento moderno no sexis-
ta. Los resultados son claros e incisivos. Para quien esté interesado, el estudio se
encuentra colgado en internet, junto a otros escritos de Garcfa -Lago, como Educar
en valores.
¿La masculinidad
como factor de riesgo?
Crítica a los estereotipos
académicos sobre el
machismo desde el
construccionismo social
Eloy Rivas

QUIERO COMPARTIR CON USTEDES unas breves reflexiones sobre lo que denomino
las representaciones dominantes sobre los hombres que se han construido desde
los saberes académicos en el campo de los estudios de género y las masculinida-
des. Esta inquietud se deriva de mi experiencia de investigación sobre masculini-
dades, conductas de riesgo y mortalidad por violencia en comunidades rurales de
la sierra de Sonora, misma que, al diferir con algunas de las hipótesis centrales
elaboradas por los estudios de las masculinidades, me ha llevado a considerar a
estas últimas como representaciones que participan, sin proponérselo, de la cons-
trucción de un paradigma que imagina la identidad masculina como intrfnseca-
mente ligada al ejercicio de la violencia y el poder arbitrario e irracional. Esto es
importante para mí porque a mi juicio tal paradigma, al plantearse como genera-
lización, tiende a simplificar y obstaculizar los procesos de reflexión, cuestiona-
miento y transformación del sistema sexo-género que impulsamos quienes com-
partimos una agenda heterodoxa del orden sexual vigente.
Iniciaré con un breve repaso de cómo se han construido los estereotipos desde
las ciencias sociales, asf como de los agentes que han participado en esta empresa
desde diversos campos de aquéllas, incluyendo el papel que han jugado los estu-
dios de las masculinidades. Continuaré con una breve exposición de los resulta-
dos de la investigación que contradicen en algunos aspectos las hipótesis centrales
sobre la masculinidad como factot de riesgo que se han planteado desde los estu-
dios de las masculinidades, y finalizaré con una serie de cuestionamientos a este
estereotipo a la luz de los resultados de la investigación.
Z44 CUERPO Y DISCURSOS DE GÉNERO

la construcción de los estereotipos sobre el machismo.


Del macho acomplejado al varón como factor de riesgo
La reflexión intelectual sobre las formas de ser hombre y su relación con la temeri-
dad, así como con las conductas opresivas y violentas a las que éstas predisponen,
tiene en nuestro país una tradición que precede a los estudios de las masculinidades
que emergieron durante la década de los años 90 como producto del movimiento
feminista y los estudios de género.
Durante el periodo del México pos revolucionario, en el marco de un diálogo
constante derivado de la construcción de un nuevo Estado y de la búsqueda de
sentido a una identidad nacional, se generaron una serie de inquietudes intelec-
tuales estimuladas por la necesidad de comprender el papel que jugó la psicolog(a
del mexicano en la configuración del cataclismo de rabia y sangre acontecido du-
rante la etapa revolucionaria.'
Estos intentos intelectuales, iniciados por Samuel Ramos en 1934 y planteados
de una manera más refinada por Octavio Paz 16 años más tarde, derivaron en una
serie de diagnósticos que de alguna manera crearon una comunidad imaginaria
de la cultura nacional mexicana y la relacionaron con la conmoción revoluciona-
ria. 2 Los portadores de esa cultura nacional construida en el siglo xx eran, según
la opinión de Stern, los mexicanos volubles que se ofendían a la menor provoca-
ción, fanfarrones en su masculinidad y sin temor a la muerte.
Pues bien, a través de estos intentos intelectuales se construye en México un
estereotipo del macho mexicano: un hombre "hermético", "agresivo", "impasi-
ble", "expuesto al peligro", que usa la violencia "de forma descarnada"] y "busca
la riña para elevar el tono de su yo deprimido",4 caracterrsticas que, entre otras,
según Paz y Ramos se derivan de un complejo de inferioridad heredado por la
experiencia castrante de la conquista española,s y que explican la rabia con la cual
explotó la Revolución mexicana, así como las riñas en las que se enfrascaban los
varones mexicanos de esa época, amén del alcoholismo, la indisciplina, la irrespon-
sabilidad, la violencia, la opresión a las mujeres y una serie de conductas abusivas
que ahora englobamos en el término "machismo".
La emergencia de las investigaciones de género en el mundo y la llegada de los
estudios de las masculinidades a nuestro país inauguraron una nueva perspectiva
de análisis sobre los varones que pone en tela de juicio el estereotipo del macho
acomplejado, temerario y violento que dibujaron los diagnósticos del mexicano
inaugurados por Ramos y Paz, desplazando así las explicaciones sobre el origen de
las conductas masculinas a un plano distinto.

1 Véase Steve Stern, The Secret History of Cende" Women, Men and Power in late Colonial Mexico, Esta-
dos Unidos, University ofNorth Carolina Press, 1995.
, ¡did., p. 208.
• Octavio Paz, El laberinto d.la soledad, México, KE, 1970, pp. 28-73.
• Samuel Ramos, El perfil del hombre y la cultura en México, México, Espas.-Calpe, 1977, p. 54.
5 Véase Oetavio Paz, op. cit., p. 74; Y S.muel Ramos, op. Cit., p. 51.
¿LA MASCULINIDAD COMO fACTOR DE RIESGO? 245

En México, es el antropólogo Benno de Keijzer quien se pliega a esta tradición


teórica y se vale de las evidencias empfricas que proveen los estudios antropoló-
gicos y sociológicos en otras partes del mundo para desplazar las explicaciones
acerca del ejercicio de la violencia y las conductas arriesgadas y temerarias de los
varones a un plano cultural. En El var6n como factor de riesgo: masculinidad, salud
mental y salud reproductiva, trabajo pionero en este campo, Benno de Keijzer se-
ñala que aunque se puede reconocer la existencia de una diversidad de formas de
ser hombre, es posible ubicar en México "un modelo hegemónico de masculini-
dad" culturalmente construido a partir de una forma dominante de socializar a
los hombres. Este modelo de socialización tiende a incorporar en los varones una
serie de valores como la "competencia, la agresividad y la independencia" que, al
ser interiorizados a través de este sistema pedagógico, estimulan el desarrollo de
"conductas violentas y temerarias",6Ias cuales condicionan la manera en que ha-
bitan el mundo y organizan sus relaciones humanas.
Retomando el concepto de trfada de la violencia desarrollado por Michael Kauf-
man/ De Keijzer señala que estos valores asig,nados socialmente al varón, a la par
de las conductas temerarias a las que predisponen estos valores una vez incorpo-
rados, lo llevan a constituirse en un factor de riesgo en tres sentidos: riesgo para
sf mismo, riesgo para mujeres y niños(as) y riesgo para otros hombres. Los datos
estadrsticos que expone parecen darle la razón: los hombres son los principales
protagonistas de la violencia doméstica y los portadores de infecciones de trans-
misión sexual por descuido imprudencial;8 también son ellos quienes padecen
con mayor frecuencia enfermedades derivadas del consumo de alcohol, tabaco y
drogas; asimismo, son los principales perpetradores de homicidios y protagonis-
tas de las muertes por violencia y otras causas evitables. Además, debido a 10
anterior, los varones presentan las más altas tasas de mortalidad general y menor
esperanza de vida en comparación con las mujeres. 9
Diversas investigaciones realizadas en varias partes del mundo, México y Amé-
rica Latina incluidos, refuerzan 10 expuesto por Benno de Keijzer. La mayor parte
de la producción cientffica en torno a las masculinidades coincide en encontrar
un modelo de masculinidad hegemónica -como se denomina continuamente-
en el cual los hombres se caracterizan por poseer una ideologfa sexual competiti-
va, homofóbica y violenta,'O y presentan una tendencia casi invariable a mostrarse

• Benno de Keijzer. "El v.rÓn como f.ctor de riesgo. M.sculinid.d. s.lud ment.1 y s.lud reproductiv.... en
Esper.nz. Tuñón (coord.). Género y salud en el sureste de México. México. UJAT-ECOSUR. 1997. p. 202.
, Véase Michael Kaufman. "The construction of m.sculinity and the triad of men's violen ce". en M.
Kaufman (coord.), Beyond Patriarchy: Essays by Men on Pleasure. Power and Change. Toronto, Oxford
University Press, 1987. pp. 1-29.
• Véase Benno de Keijzer, op. cit., pp. 206-207.
, Ibid., pp. 210-211.
10 Véase Michael K.ufman. op. cil. Y Michael Kimmel. "Homofobia, temor. vergüenza y silencio en la

identidad masculina", en Teresa Vald!!s y José O. L.varla (eds.). Masculinidad/es. Poder y crisis, FLACSO-
Chilesis Internacion.I, 1997. pp. 49-62.
CUERPO Y DISCURSOS DE GÉNERO

"fuertes", "activos", "temerarios", "valientes", "dispuestos a enfrentar riesgos" ya


"desafiar la muerte".l1 Estos varones buscan el respeto a través de duelos verba-
les,u son capaces incluso del asesinato cuando se pone en cuestión su "honor de
hombre" 13 y son grandes consumidores de alcohol, preñadores, autónomos y pro-
veedores exclusivos en el hogar,14 características que, entre otras, son conocidas
por el sentido común y por los saberes científicos con el término "machismo".

Masculinidad, conductas de riesgo y mortalidad por violencia


en la sierra de Sonora. Cuestionando el estereotipo
Después de revisar toda esta producción científica, a uno le da la impresión de que
todo está dicho al respecto, de que el modelo hegemónico de masculinidad en
nuestra cultura, con su fanfarronería y demás características irracionales y arbitra-
rias endilgadas a 10 que se denomina con frecuencia machismo, es un fenómeno
casi invariable y universal. Sin embargo, mi trabajo de investigación en comunida-
des rurales de la sierra de Sonora (ya publicado en revistas científicas), me ha
permitido dar cuenta del carácter arbitrario de este tipo de generalizaciones.
La investigación en comento, titulada Masculinidad, conductas de riesgo y mor-
talidad por violencia en la sierra de Sonora, cuyo propósito fue analizar la articula-
ción hipotética entre masculinidad, conductas de riesgo y mortalidad, arrojó,
brevemente expuestos, los resultados que siguen a continuación.
En concordancia con 10 mostrado por los estudiosos de la masculinidad, fue
posible constatar que, en la región estudiada y a lo largo del siglo xx, los hombres
fueron los principales protagonistas de los decesos por accidentes y causas violen-
tas. Aportaron, casi sin variación, entre 80 y 90% de los fallecimientos totales por
esta causa. Este fenómeno podría ser explicado (y con frecuencia así se ha hecho)
como producto de la exposición gratuita a riesgos, la ausencia de autocuidados y
los patrones de conducta autodestructivos a los que, según nos han mostrado los
estudios de las masculinidades, predispone el modelo dominante de identidad
masculina en nuestra cultura.
Sin embargo, cuando agrupamos las muertes ocasionadas según el carácter
imprudencial o no imprudencial que las motivó, vemos que sólo en 34.1% de
los decesos totales estuvieron involucradas conductas de riesgo. Esto es: a) acci-

11 Luis Bonino. Accidentes de tráfico. Asignatura pendiente en salud mental. trabajo present.do en el En-
cuentro Hispanc>-Argentino de Prevención de la Salud Mental. Santiago de Compostel •• 1992.
11 Véase Denise Fagundes, IIPerformances e reproducao e producado dos corpos masculinos", en O. F. Leal
(oord.). Carpo e significado. Br.sil. Universidade Federal do Rio Gr.nde do Su l. 1995. pp. 193-205.
" Véase Polk Kenneth, "Masculinity. Honour and Confront.tion.1 Homicid .... en E. St.nko y T. New-
burn (eds.). Just Boys Doing Business? Men, Masculinieties and Crime, Nuev. York-Londres, Roultred-
ge. 1994. pp.166-188.
,. Véase David Gilmore. Hacerse hombre. Concepciones culturales de la masculinidad. Esp.ñ., Paidós.
1994; y Marr. Viveros y WiIIi.m C.ñón, "p.'br.vo ... Yo soy candel •• p.lo y piedra. Los quibdoseños".
en Teresa Valdés y José O. L.v.rl. (eds.). Masculinidad/es. Poder y crisis. FLAcso-Chilesis Intern.cional,
1997. pp. 12S-138.
¿LA MASCULINIDAD COMO FACTOR DE RIESGO 7 247

dentes por exceso de velocidad o en los que estuvo presente el alcohol, 5.7%;
b) homicidios, todos ocasionados por riñas en las cuales estuvieron involucradas
la defensa del honor y la hombrfa de alguno de los participantes, 12.5%; c) acci-
dentes en el trabajo (u otros accidentes) donde estuvo presente el alcohol,
5.7%; d) suicidios, 5.7%; y e) intoxicaciones por alcohol, 4.5%.
Por otra parte, los decesos causados por incidentes no imprudenciales repre-
sentaron 58% de los casos totales. Desglosados los datos, tenemos que estas
muertes ocurrieron por: a) accidentes en casa o en el trabajo, en los cuales no se
registró la presencia del alcohol ni otros actos imprudenciales, 18.1%; b) muertes
por descarga eléctrica y asfixiados por inmersión en agua, 11.2%; c) accidentes de
transporte ocasionados por fallas mecánicas, derrapes por mal estado del camino
o carretera y choques con ganado en los que el peritaje no menciona la presencia
de alcoholo exceso de velocidad, 10.2%; d) envenenamientos accidentales por
picadas de animal ponzoñoso o con insecticidas, 10.2%; e) suicidios de hombres
señalados por el peritaje médico como "enajenados de sus facultades mentales",
3.4%; f) cafdas accidentales montando a caballo, 2.3%; y g) accidentes causados
por el fuego, 2.3%. .,.
Además, tenemos otro dato interesante. Al observar los decesos por accidentes,
con base en la edad de la vfctima y el carácter imprudencial del incidente, fue po-
sible constatar que las muertes por imprudencia masculina se concentraron en
varones cuyas edades fluctúan entre los 15 y los 29 años. En contraparte, en cuan-
to a las muertes por conductas no imprudenciales, fue notorio el hecho de que los
más afectados fueron los menores de cinco y los de 25 a 34 años.
Observados en conjunto, estos datos que muestran las modestas proporciones
obtenidas de las conductas imprudenciales de los varones en el desenlace de las
muertes por ACV, contrastan con lo expuesto en algunos estudios acerca de las mascu-
linidades en nuestro pafs y otras partes de Latinoamérica. Tal circunstancia nos in-
dujo a preguntarnos cuál fue el papel desempeñado por las formas de ser hombre
en la comunidad de Baviácora, Sonora, para que las muertes por violencias y acci-
dentes, mediadas por las conductas de riesgo, aparezcan tan poco significativas
estadfsticamente frente a las muertes en las que no intervino la imprudencia de los
varones.
Con el trabajo etnográfico pude entender este fenómeno, reconociendo: a) el
papel que juegan los rituales de masculinización en la exposición a riesgos por
parte de los varones menores de 25 años; y b) el papel que juega el discurso de la
responsabilidad y el control corporal masculino durante la edad adulta que lleva a
los varones a evitar riesgos y conductas imprudenciales. Paso a explicar cada uno
de estos aspectos.

Rituales de iniciación y conductas de riesgo


En la comunidad estudiada, durante la segunda fase del proceso de construcción
social de las identidades masculinas y como efecto de los procesos de diferencia-
ción que la sociedad ha inscrito sobre los cuerpos y las mentes de los varones, los
CUERPO Y DISCURSOS DE GENERO

rituales de masculinización dejan de ser motivados de manera unilateral por la


sociedad y empiezan a ser recreados y celebrados por los mismos jóvenes. Esta
segunda fase de socialización tiene lugar regularmente entre los 13 y los 22 años
de edad, que es precisamente cuando los varones jóvenes sienten la necesidad de
mostrarse, principalmente ante los ojos de su grupo de pares y otros hombres
adultos, como dignos aspirantes al mundo de los hombres. Por esta razón, mues-
tran una tendencia a involucrarse en actividades lúdicas y laborales que implican
un cierto grado de osadía, audacia y exposición a riesgos, tales como montar ca-
ballos, incursionar en el monte e iniciarse en las desveladas, las fiestas y la pistea-
da, actividades cargadas de significación de género en la medida en que están
relacionadas con la emancipación progresiva del cuidado feminizante de la ma-
dre, la ruptura simbólica del mundo privado femenino y la aspiración al mundo
público masculino. Es precisamente en esta etapa cuando se presenta el mayor
número de muertes por imprudencia de los varones en la región.
Sin embargo, los rituales asociados con la demostración de fuerza y cierto
grado de osadía y arrojo, a pesar de tener un importante peso en la construcción
de las identidades masculinas, son tan sólo una fase transitoria dentro de tan
.prolongado proceso. Entre los 20 y los 25 años de edad -etapa en la que unos
ya están casados y otros sienten la obligación de casarse-, los varones comien-
zan a incorporar progresivamente un discurso normativo que exige responsabi-
lidad en su actuar como hombres adultos, es decir, un discurso que conlleva una
ética del autogobierno basada en un comportamiento ordenado y disciplinado
como parte de las cualidades que cebe tener un varón para ser considerado
realmente hombre.
Este discurso casi siempre exige un grado de sobriedad, de control sobre los
actos propios, de capacidad instrumental para el trabajo y de responsabilidad no
sólo para afrontar las consecuencias de dichos actos, sino también para mantener,
algo que en la comunidad se entiende como saber dar la cara por la familia. Todas
estas cualidades, por oposición, obligan a los varones adultos a alejarse de las
conductas que consideran fanfarronas y propias de los poco hombres, tales como
andar en pleitos, en habladas, ser vago y mantenido, beber alcohol al grado de
hacer escándalo público o golpear a personas que se consideran socialmente dé-
biles (mujeres, ancianos y niños).
Este discurso de la responsabilidad, al constituir una de las más importantes
cualidades que deben tener los hombres en la comunidad, tiene una influencia
determinante en el proceso de adquisición de la hombría, lo cual fue claramente
constatado durante mi estancia en- la comunidad, donde observé cómo los jóve-
nes varones, generalmente entre los 22 y los 25 años, tienden a mostrar ante la
comunidad que ya son hombres responsables a través de una serie de actitudes
tales como tomar alcohol con discreción y moderación, dejar de provocar escán-
dalos durante la borrachera, abstenerse de participar en riñas o dar espectáculos
en público, reprimir sus burlas y tratar con respeto y seriedad a sus iguales.
Estas actitudes coincidieron con los relatos a través de los cuales los jóvenes en-
trevistados, formal e informalmente, contaron con orgullo la manera en que co-
¿LA MASCULINIDAD COMO fACTOR DE RIESGO? 249

menzaron a alejarse conscientemente de actividades que involucran riesgos -como


participar en riñas públicas no motivadas o ser jinetes en carreras de caballos y
monta de toros- con el fin de buscar modos de vida ordenados y más seguros, así
como un empleo que les permitiera obtener ingresos estables para poder mantener
y brindar seguridad a su familia.
Con esta información como ejemplo, fue fácil entender fa causa por la que, a
lo largo del periodo estudiado, es precisamente a partir de los 29 años cuando los
varones mostraron menores tasas de mortalidad por accidentes y causas violentas
por conductas imprudenciales. De igual forma, resultó entendible el motivo por
el cual estas tasas han mostrado un peso tan poco significativo en la estructura de
caHsas de muerte por accidentes y.otras causas violentas. Como vimos, el discur-
so de la.responsabilidad actúa como un cerco invisible que gobierna la conducta
de los varones y los lleva, consciente e: inconscientemente, a abandonar riesgos
gratuitos y a cuestionar las actitudes que consideran irresponsables, Ser fanfarrón,
arriesgado, violento, abusivo y escandaloso es ser cualquier cosa menos un verda-
dero hombre o, como dicen los varones de ~ comunidad, "un hombre-hombre,
no chingaderas".
Pero ese discurso que asocia virilidad a responsabilidad no sólo forma parte de
una etapa liminar. En ¡;¡eneral,la hombría en la comunidad se enCUentra vinculada
a la responsabilidad durante todas las etapas de la vida adulta.

Discusiones
En su conjunto, los resultados de la investigación comentados señalaron que: a)
en 60% de los casos, las muertes por accidentes y otras causas violentas en la
comunidad no fueron ocasionadas por conductas imprudenciales y exposiciones
gratuitas al riesgo o al peligro de los varones; b) los varones que con mayor fre-
cuencia fallecieron por razones ajenas a las conductas imprudenciales fueron los
menores de 15 y los mayores de 29 años; y c) los varones entre 15 y 24 años fue-
ron quienes con mayor frecuencia se expusieron a peligros y riesgos asociados a
la temeridad.
Lo dicho con anterioridad discrepa cualitativamente de lo que. se "Iantea en
otros estudios sobre el tema en relación con el supuesto perfil nocivo de las iden-
tidades masculinas y las representaciones del hombre rudo, temerario, arriesgado;
fanfarrón y violento que dibujan regularmente las más variadas investigaciones
sobre el tema. . .'
Es importante mencionar que valoro y aprecio profundamente los trabajos de
investigación que han alumbrado el fenómeno de la masculinidad y su vincula-
ción con las conductas de riesgo, pues además de aportar nuevos horizontes. de
análisis al proceso de comprensión de la compleja realidad social, han motivado
el cuestionamiento de los aspectos opresivos y.n()civos de ciertas formas de ser
hombre en nuestra cultura. Sin embargo, en la mayor parte de los estudios que
abordan el tema en América Latina, se entrevé una tendencia a dar por sentado
el vínculo masculinidad-conducta de riesgÓ.,.muerte a partir del análisis cuan ti-
250 CUERPO V DISCURSOS DE GÉNERO

tativo y SUS diferenciales por sexo sin someterlo a un escrutinio cualitativo, 10


que ha dado pie, según mi punto de vista, a la construcción de esta serie de
generalizaciones y estereotipos sobre los varones ya mencionados y que deben
ser puestos a discusión porque el estereotipo y esta simplificación analítica so-
bre las identidades masculinas tienen una serie de implicaciones teóricas y polí-
ticas conservadoras.
Al respecto, enuncio tres motivos que me parecen fundamentales para dicha
puesta en discusión. En primer lugar, porque el estereotipo, como toda metoni-
mización, es una caricatura que impide comprender las múltiples y complejas
formas que adquieren los distintos procesos de construcción de las identidades
masculinas en cada uno de los sistemas sexo-género a 10 largo y ancho del pafs.
En segundo lugar, porque en la medida en que esta simplificación da pie a gene-
ralizaciones sobre las pautas de conducta de los varones e imagina una serie de
datos particulares como hechos universales, niega el carácter relativista intrínseco
al conocimiento y la experiencia antropológica, y con ello vacía de contenido
polftico los fundamentos más importantes y revolucionarios de la teorfa de géne-
ro que introdujo el feminismo, a saber, la idea de que las identidades de género
son artificios socialmente construidos, relativos a un tiempo y un espacio y, por
tanto, modificables. Y por último, debido a que los. estereotipos sobre las mascu-
linidades crean una realidad que no existe, o que sólo existe en determinados
contextos culturales, y obstaculizan las posibilidades de analizar las variadas for-
mas pedagógicas que organiza el ·sistema sexo-género relativo a cada contexto,
por 10 que nos impiden orientar acciones políticas eficaces destinadas al cuestio-
namiento y la transformación de los sistemas pedagógicos que fabrican identida-
des masculinas nocivas o que organizan y legitiman los privilegios patriarcales y
las desigualdades de género.
Queda pendiente cuestionarse si 10 encontrado en esta investigación se debe a
la singularidad de la región, en cuyo caso me sentirfa muy contento de compartir
esta diferencia ante la comunidad cientffica reunida en el Encuentro (pues apor-
tarfa elementos para debatir el punto de vista conservador que imagina la temeri-
dad y la violencia masculina como natural y universal) o, en su defecto, si ha sido
la forma en que hemos abordado el fenómeno la que nos ha llevado a plantear
generalizaciones y, sin quererlo, a participar en la construcción de un nuevo este-
reotipo del macho mexicano o latinoamericano. Y esto último me preocupa par-
ticularmente, porque como nos han enseñado el feminismo y los estudios de gé-
nero, los estereotipos no son buenos acompañantes ni buenas herramientas en la
necesaria revolución sexual, la cual implica, entre otras cosas, el cuestionamiento
de las generalizaciones esencialistas que impulsa el pensamiento conservador, ta-
rea que constituyó el primer paso que dio el feminismo en su importante y ejem-
plar camino hacia la transformación del orden patriarcal que, aún en sus múltiples
manifestaciones, organiza los privilegios y las desigualdades de género.
¿LA MASCULINIDAD COMO FACTOR DE RIESGO? 251

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