Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
The Varsity Dad Dilemma
The Varsity Dad Dilemma
2
Ciertas autoras han descubierto que traducimos sus libros porque hay
personas que los subieron a otros lugares como Wattpad, y dichas autoras
pidieron en sus páginas de Facebook y grupos de fans, las direcciones de los
blogs de descarga, grupos y foros para empezar campañas para cerrarlos.
¡No subas nuestras traducciones a Wattpad! Es un gran problema que
enfrentan y contra el que luchan todos los foros de traducciones. Por favor,
tampoco subas CAPTURAS de los PDFs a las redes sociales y etiquetes a las
autoras, no vayas a sus páginas a pedir la traducción de un libro cuando
ninguna editorial lo ha hecho, no vayas a sus grupos y comentes que leíste
sus libros ni subas capturas de las portadas de la traducción, porque estas
tienen el logo del foro.
Si deseas que los foros sigan por mucho más tiempo, no hagas nada de lo
3
mencionado anteriormente.
Recuerda que, si te gustan las traducciones, puedes ayudar a seguir
sacando más libros uniéndote al staff de traducción, corrección y/o diseño.
Ayúdanos a seguir expandiendo la lectura de libros que de no ser por los
foros no llegarían al mundo de habla hispana. Deja tu granito de arena, todas
(os) son bienvenidas (os) en nuestro espacio.
Moderadora
Julie
Traductoras
Vane' Alessandra Wilde Jadasa
Gesi Anna Karol javifran
Lauu LR -queen-ari- Danita
AnnyR’ Auris Sofía Belikov
Miry Julie
4
Correctoras
Pame .R. Miry
AnnyR' Jadasa
Auris Gesi
Julie
6
resolvamos este dilema y averigüemos quién es el papá, me voy.
Ignoraré a Rider y esas miradas que destrozan el alma cada vez que
recojo al bebé. Me rompió el corazón hace tres años. No tendrá una segunda
oportunidad.
#1
“Debemos estar dispuestos a soltar la vida que hemos planeado,
para tener la vida que nos espera”.
-E.M. Forster
7
Traducido por Julie
Corregido por Pame .R.
11
Me tiemblan los brazos cuando termino mi rápido peinado. Llamo a
Ramona. —¿Puedes hacerme un favor y ponerme una manzana en el bolso?
Lo cual es una tontería, ya que probablemente me ignorará, pero no
importa. A cada uno lo suyo. No soy más que una compañera de piso
respetuosa. No hago demasiadas preguntas ni me meto en los asuntos de nadie.
La vida me ha enseñado a no hacer ruido, a trabajar duro y a evitar las
distracciones.
Aprieto los dientes cuando el sonido de un cortacésped se dirige hacia mi
lado de la casa.
Al menos ya casi ha terminado.
Porque Rider no puede limitarse a ser el mariscal de campo estrella. No,
tiene que ir a hacer cosas consideradas para nuestros vecinos ancianos.
Me muerdo el labio inferior en tanto mis ojos se deslizan hacia la
ventana. No es que él vaya a saber si echo un vistazo.
Antes de que pueda detenerme, corro hacia las persianas y subo una con
cuidado. Solo una pizca. Solo lo suficiente para ver a Rider en toda su gloria
sudorosa, con sus músculos abultados y brillantes bajo el sol.
Ese hombre es demasiado guapo para su propio bien.
Y no sé a quién odio más. A él, por ser tan tentador, o a mí, por estar
tentada después de todo este tiempo.
Me tiembla la mano en el cristal de la ventana, recordándome que tengo
que comer algo o podría recibir otra factura de mil doscientos dólares por una
emergencia médica cuando no puedo pagar la primera.
Esa es una de las razones por las que este trabajo es tan importante.
Y cuando mi coche no arranca (otra vez) me acuerdo de otra.
Gimiendo, saco mi bolsa de mi viejo Honda y rezo para tener tiempo de
tomar el autobús.
Por suerte, Rider vuelve a su lado de la calle donde, por lo visto, se ha
montado una fiesta. Por el rabillo del ojo, veo el revelador desfile de vasos rojos.
Alguien ha colocado los altavoces del equipo de música en la ventana, y AC/DC
está cantando “Back in Black” para que todo el vecindario lo aprecie.
Me mudé aquí antes de que el edificio victoriano de enfrente se
convirtiera en la Estación Semental, también conocida como el puticlub del
fútbol y el palacio de la fiesta.
Habría buscado un nuevo lugar este verano para alejarme de estos
neandertales, pero los precios de los alquileres en Charming se han disparado,
mientras que mi antiguo bungaló sigue teniendo un alquiler bajo, así que me
resisto a dejarlo.
Mientras llego a la parada del autobús y sorteo las grietas de la acera con
mis tacones de vestir, un flamante Range Rover se detiene a mi lado. Se baja la
12
ventanilla y me pongo el bolso al otro lado del cuerpo, pero antes de que pueda
sacar mi gas pimienta (porque una chica nunca es demasiado cuidadosa),
aparece la cara seria de Ben.
—¿Adónde vas tan bien vestida?
Ese es mi hermano. Nunca un “hola”. Nunca un “¿qué tal?” o “¿qué has
hecho este verano?”.
Pero su pregunta me cohíbe. —Tengo una entrevista de trabajo. ¿Por
qué? ¿Esto es demasiado?
Llevo una sencilla falda lápiz negra y una blusa blanca abotonada. No es
nada elegante, pero parece un atuendo apropiado para una secretaria. Excepto
que, gracias al calor de agosto, ya estoy sudando.
—¿Qué pasó con tu trabajo de tutora?
Me ajusto las gafas. —Lo perdí después de enfermarme la primavera
pasada. Te lo conté. —En mayo, para ser exactos. La última vez que vi a Rider.
Ben frunce el ceño. —Lo siento. Creo que lo olvidé. Era una época del
año muy ocupada con los exámenes parciales y las vacaciones de primavera.
Debe de ser una vida dura, ir de fiesta a Cabo con sus amigos idiotas. Me
muerdo la lengua, sin querer añadir más fricción a nuestra relación, e ignoro
que está recordando mal las fechas.
Soy un año mayor que él, pero uno nunca lo sabría al vernos. Hay algo
en mi hermano que grita confianza. Puede que yo ladre mucho de vez en
cuando, pero Ben llama la atención. No importa que él mida más de un metro
ochenta y yo apenas mida un metro sesenta.
—¿Qué tal el campamento? —Supongo que llegó hace unas semanas
para jugar al fútbol. Ignoro la chispa de dolor por el hecho de que no haya
llamado.
—Un fastidio. Como siempre.
El silencio crece y me cuesta pensar en algo que decir. Es entonces
cuando me fijo en las cajas de su todoterreno. ¿Y eso es... un armazón de cama
que asoma por la ventana trasera?
—¿Te vas a mudar? —Un pensamiento terrible se instala en la boca del
estómago. ¡Di que no es así! Porque si tengo que ver a los ligues de una noche de
mi hermano hacer el paseo de la vergüenza los fines de semana, voy a vomitar.
En serio, no hay ningún juicio de mi parte hacia esas chicas. Ellas ven a
estos hermosos hombres que las colman de afecto. Por una noche o un fin de
semana. Por supuesto que van a perder la cabeza y la ropa interior. 13
Pero luego la fiesta termina.
Siempre termina.
Y esos tipos siempre echan a las chicas.
Lo sé porque las he visto llorar en el jardín delantero. Incluso les he
hecho el desayuno a una o dos de ellas mientras esperaban sus aventones. Por
fortuna, nunca fueron las aventuras de Rider, pero aun así. Puedo extrapolar lo
que ha estado haciendo.
Ben sonríe. —Sí, justo en esta calle, en realidad. Con Rider...
—...Kingston. —Sacudo la cabeza, con el asco revolviéndose en mi
estómago—. Sabes que vivo enfrente de él, ¿verdad?
Su ceño se frunce. —Sabía que vivías aquí, en Pine, pero pensaba que
estaba más cerca de la cafetería.
—No. Justo. Al. Otro. Lado. De. La. Calle.
Lo que sabría si alguna vez se molestara en visitarme o pasar el rato
conmigo. Probablemente haya estado de fiesta a unos metros de mi casa.
Esa sensación de desolación que tengo cada vez que pienso en lo unidos
que fuimos cuando éramos niños se instala en mi pecho, y me alejo de su
todoterreno. —Tengo que irme.
Si algo he aprendido en esta vida es que no puedo confiar en nadie. Ni
siquiera en mi propio hermano.
—Espera. —Frunce el ceño, y esa breve pausa me da un rayo de
esperanza. Nunca quiere hablar. Odio estar tan desesperada por querer una
conexión con él, pero la esperanza se desvanece con sus siguientes palabras—.
No vas a estar controlándome todo el tiempo, ¿verdad?
Mi mirada se endurece. —No te preocupes, Ben. Nunca entraré en esa
casa.
Y lo digo en serio.
Nunca.
14
Traducido por Vane’
Corregido por Pame .R.
21
la mano.
Tank se sienta a mi lado y susurra: —El entrenador se ve mal.
Sus palabras tardan un segundo en registrarse. Abro los ojos y me
concentro en Sully, el hombre que es más un padre que mi padre biológico. El
entrenador es básicamente la antítesis de Hank Kingston.
Mientras se dirige al pequeño podio, Sully desabrocha su camisa manga
larga, que lo deja con una camiseta de los Bucking Broncos. No entiendo por
qué lleva una camisa de manga larga en el calor de Texas.
El entrenador ya no es un jovencito. Tiene que estar cerca de los setenta y
está empezando a notarse. Tuvo neumonía la última semana del campo de
entrenamiento, pero solo se tomó unos días de descanso para recuperarse. Tal
vez necesite más tiempo para descansar. Todos hemos estado preocupados por
él desde que murió su esposa hace unos años.
—Chicos, es bueno tenerlos a todos aquí a la vez. —Su voz ronca es
cálida con afecto. No es como los entrenadores que arrojan sujetapapeles a los
niños y los intimidan cuando cometen errores.
Nos inclinamos más cerca ya que no puede proyectar su voz como lo
hace habitualmente.
—El campamento de verano fue genial, pero no hay nada como la
primera práctica de un nuevo año escolar, y tengo la sensación de que esta es
nuestra temporada para llegar hasta la final.
Los chicos chiflan, aúllan y pisotean en señal de acuerdo.
Sully revisa el plan del día antes de apoyar un brazo en el podio. —Solo
quiero compartir unos últimos pensamientos, algo en lo que enfocarme durante
el año, que lamento decir que probablemente será mi último como entrenador
en jefe. La jubilación está en las cartas de este vejete.
Un jadeo colectivo recorre la habitación. Estoy un poco desconsolado al
escuchar la noticia, pero también agradezco mucho ser un estudiante de último
año y poder terminar mi carrera universitaria con este increíble entrenador.
Agita su mano. —Me encantaría irme por lo alto, muchachos, y esta sala
tiene el mejor talento que he tenido el honor de reclutar. Y por mucho que me
encanta el deporte, quiero recordarles a todos que no importa lo que suceda en
el futuro, espero que lleven las lecciones que hemos aprendido aquí a su vida
diaria. Que sean hombres de honor y respeto. —Hace una pausa durante un
segundo y arquea su poblada ceja—. Espero no tener que decir esto, pero no se
metan en problemas. Nada de bromas locas este año, y definitivamente nada de
arrestos ni demasiadas fiestas locas. Terminemos con esto siendo las mejores
versiones de nosotros mismos.
Pienso en nuestra fiesta improvisada en la piscina hace unos días, que
22
mantuvimos bastante moderada. Nada por lo que ser arrestados, al menos.
—¡Prometemos que seremos buenos, Sully! —grita alguien—. ¡En casa a
medianoche antes de que nos convirtamos en calabazas!
El entrenador se ríe. Sus ojos cansados se reúnen con los míos cuando
mira al otro lado de la habitación. —Mantengan sus ojos en el premio.
Por un instante, mi mente va inexplicablemente a mi vecina. A su amplia
y hermosa sonrisa. La que nunca más lanza en mi dirección.
Niego con la cabeza, preguntándome de dónde demonios vino ese
pensamiento. Porque los pensamientos sobre Gabby no tienen nada que ver en
este vestuario. Es por eso que nos separamos.
Irritado conmigo mismo, me inclino hacia adelante para concentrarme en
Sully.
—Comprométanse este año con la excelencia, muchachos, no solo en el
fútbol, sino en su vida personal. Sean los caballeros que sé que son, estrellas
brillantes tanto dentro como fuera del campo. Haré todo lo que esté en mi
poder para llevar a este equipo a la cima, pero quiero que sepan que ya son
campeones para mí.
Alguien lloriquea.
—¡Entrenador, no nos haga llorar! —grita Tank y todos se ríen.
En cuanto nuestra reunión termina y salimos al campo, los muchachos
están hablando de una cosa y solo una cosa: Ganar un campeonato nacional
para Sully.
Y todos estamos de acuerdo que ningún sacrificio es demasiado grande.
23
Traducido por Julie
Corregido por AnnyR’
La bajeza moral.
Tengo que buscar algunas de las cláusulas de este contrato de trabajo, y
eso me hace dudar.
No es que piense “cometer un acto o comportarme de una manera que
viole gravemente la norma aceptada por la comunidad”. Pero, cielos. Si se
añade eso al acuerdo de confidencialidad que tengo que firmar, uno pensaría
que estoy solicitando un puesto de alto nivel de secreto en el FBI en lugar de
querer contestar al teléfono y servir café. Aunque mi personalidad de tipo A
aprecia la minuciosidad de este proceso de solicitud, mi lado práctico quiere
que esto se cierre ya.
—Esas barritas están deliciosas —dice Fanny cuando se mete en la
cocina—. ¿Otra receta familiar?
—Un poco sí.
—Puede que necesite que las añadas a lo que estás horneando para mí.
No puedo dar una voltereta aquí, pero una parte de mí quiere hacerlo.
—Será un placer.
—¿Cómo va ese elegante trabajo tuyo?
—Todavía no ha empezado, pero es solo por un semestre. Sustituiré a
alguien que está de baja por maternidad. —Señalo la montaña de papeles que
tengo que firmar—. Su proceso de contratación es intenso.
—Esos estirados me llamaron y me hicieron un millón de preguntas
sobre ti.
—Dijiste que era tu empleada favorita, ¿verdad? —Le hago ojitos y se ríe.
—Claro que sí. Les dije que te quedabas hasta tarde durante los
exámenes finales para ayudarme cuando todos los otros chicos se retiraban.
El personal de este lugar es muy duro al principio y al final del semestre,
pero puedo tener tiempo libre para concentrarme en las clases.
—Gracias. Eres la mejor. Seré sincera: esos descuentos que me haces en 28
diarios y bolígrafos ayudan. —Además de grandes cantidades de cafeína,
trabajar en una librería tiene sus ventajas.
—Sigues acumulando bolígrafos, ¿eh?
—Lo dices como si fuera un problema.
Se ríe mientras me dirijo de nuevo a cubrir el mostrador.
La puerta principal se abre y el nivel de ruido aumenta al cien por cien.
Rider y un puñado de otros tipos entran. Desde la parte de atrás de su
séquito, Ben me hace un gesto con la cabeza. Rider está muy ocupado con esa
chica, Miranda, que se aferra a él como si fuera Kate Winslet en Titanic y él
fuera la puerta flotante que evita que se ahogue.
Lo que sea.
Por suerte, se dirigen hacia la librería, donde sé que acapararán las mesas
del fondo o se amontonarán en los sofás, pero al menos no tengo que verlos.
Servimos comida en ambos lados de la tienda, pero en este hay autoservicio en
el mostrador mientras que en el otro hay camareros para atender a los clientes.
Diez minutos más tarde, me irrita aún más que me cambien al lado de la
librería, donde ignoro cuidadosamente a la multitud de futbolistas del fondo,
que está repleta de fanáticas. Por suerte, no están en mi sección.
Me acerco a los dos chicos que acaban de sentarse en una pequeña mesa
junto a la pared de libros. —¿Qué puedo ofrecerles? —Acerco el bolígrafo a mi
bloc de pedidos.
—Tu número, si estás soltera.
Mis ojos se elevan para captar la enorme sonrisa de este tipo. Es guapo,
con pelo y ojos oscuros. Me resulta familiar. ¿Quizá le he atendido yo? Son dos
y ambos llevan uniformes azul oscuro. No son policías, sino quizá paramédicos.
Me río. —¿Alguna vez funciona esa frase?
—No lo sé. Dímelo tú. Nunca la he usado antes.
—Ajá. ¿Qué tal si empezamos con las bebidas y seguimos desde ahí? La
lista de cafés especiales está en la pizarra. —Señalo el menú de pizarra gigante
montado en la pared detrás de mí.
Siento su mirada fija mientras introduzco el pedido.
Darlene me da un codazo y señala a los paramédicos. —Es guapo, y está
claro que le gustas.
Me encojo de hombros. Me da más miedo salir con alguien de lo que me
gustaría admitir. Aparte de esos pocos meses poco aconsejables que pasé con
29
Rider, solo he salido con un chico en serio. Cuando Sean se graduó al final de
mi segundo año, aceptó un trabajo en Nueva York y nos separamos. Todo fue
muy civilizado. No me propuso una relación a distancia, y yo no suspiré por él
cuando se fue. Rider me enseñó a cuidar mi corazón, y dio sus frutos cuando
Sean se mudó.
Así que, aunque no tenga mucha experiencia con los hombres, prefiero
no hacerme ilusiones con alguien que acabe decepcionándome o rompiéndome
el corazón.
Mientras Darlene coloca varios sándwiches en su bandeja para los
jugadores de fútbol, se aparta el flequillo de la cara. —Te juro que si me timan
con una propina, los cazaré.
Nuestros equipos deportivos son notoriamente malos en las propinas,
probablemente porque creen que gobiernan la tierra.
—Yo me encargo. —Me acerco al lado de la mesa de Ben y me inclino—.
Oye, por favor, asegúrate de dar propina a tu camarera. Ustedes siempre comen
como cerdos y apenas dejan propina al personal. Es de mala educación.
Su mandíbula se tensa y me da un asentimiento rígido. La chica que está
prácticamente sentada en su regazo me mira mal. Me río. —Relájate. Es mi
hermano.
Toda la mesa se queda en silencio.
Tardo un segundo en darme cuenta de lo que significa.
Incluso Rider parece sorprendido. —No me digas, Rodríguez. ¿Gabby es
tu hermana?
Me quedo como una idiota y se me hace un nudo en la garganta al darme
cuenta de que Ben no le dice a nadie que somos parientes. Tenemos apellidos
diferentes desde que fue adoptado por nuestro tío, pero no pensé que fuera un
gran secreto.
Uno de los otros chicos, creo que se llama Tank, se rasca la cabeza. —No
se parecen en nada.
Es cierto. Somos una extraña mezcla de nuestros padres. Aunque los dos
tenemos el cabello negro, Benny es treinta centímetros más alto y tiene los
conmovedores ojos marrones de nuestra madre, mientras que yo tengo los
avellana de mi padre. Él tiene la hermosa piel olivácea de nuestro padre, pero
yo soy pálida con una pizca de pecas, como nuestra madre.
Dios, esto es incómodo. Retrocedo solo para chocar con un cuerpo duro.
Cuando me doy la vuelta, me encuentro cara a cara con el paramédico.
Hace un gesto hacia la calle. —Recibí una llamada, así que tenemos que
irnos, cariño, pero hablaba en serio de salir algún día. —Bajando la voz a un
susurro, se acerca—. No sé si te acuerdas, pero fui yo quien te llevó al hospital.
La primavera pasada, creo. 30
Otro día humillante. —Lo siento, esa tarde estaba realmente fuera de mí,
pero me resultas familiar.
Se pone una mano sobre el pecho. —Se me iba a romper el corazón si no
te acordabas de mí.
Me río y pongo los ojos en blanco.
Se aclara la garganta y levanta las cejas. —Entonces… ¿puedo llamarte
alguna vez?
Es entonces cuando me doy cuenta de que toda la mesa detrás de mí
sigue en silencio y escucha esta conversación.
Uno de los tontos habla. —Si está disponible, me gustaría pedir una cita
con Gabby. Auch. ¿Qué diablos, amigo?
Me vuelvo para mirar a los amigos de mi hermano y arrastro al
simpático paramédico por el codo, deteniéndome cuando llegamos a la puerta
principal.
—Esos son los juga…
—No te preocupes por ellos. —Le hago girar para que esté mirando en
dirección contraria—. Mira, estoy segura de que eres un tipo muy simpático…
—Jason.
—Jason. Hola.
—El más simpático. —Me regala una sonrisa premiada, una que debería
hacer algo a mi corazón, a mi barriga, a mi pulso, algo, excepto que no lo hace.
—Pero… —Hago una pausa y mi atención se dirige automáticamente a
Rider, lo que me molesta.
No estoy pensando en Sean, con quien salí durante un año. No, estoy
pensando en el imbécil al que no le importo nada. El tipo que actualmente está
acurrucado contra Miranda, una rubia muy pechugona, que, según cuentan, le
da exactamente lo que quiere, cuando lo quiere, sin ningún compromiso.
Aunque Sean nunca hizo que mi corazón se acelerara como lo hizo Rider,
tampoco lo rompió.
Mi mirada se conecta con la de Rider, y no hay nada en esos ojos grises.
Ni disculpas, ni arrepentimiento, ni anhelo. Solo ese enorme muro, el que
levantó casi de la noche a la mañana hace tres años.
Este es el verdadero Rider. El tipo que aleja a cualquiera que se acerque
demasiado.
31
Y estoy cien por ciento segura de que soy una tonta por seguir
preocupándome por él.
A veces me olvido de que es un imbécil, y necesito un recordatorio para
poder seguir agitando mi dedo corazón hacia él.
—¿Sabes qué? —Me vuelvo hacia Jason y le doy al chico que realmente
quiere salir conmigo la sonrisa más grande que puedo reunir—. Me encantaría
salir contigo.
Traducido por Vane’
Corregido por AnnyR’
Algunos de los chicos van conmigo hasta Connor Hall para desayunar,
pero conocen el tema. Soy divertido, sonrío y suelto mierda y me rio hasta el día
del partido, y luego me evitan. Necesito aclarar mi mente.
Cuanto más avanzamos en la temporada, más imperativo se vuelve esto.
Incluso después de seis victorias, no puedo permitirme considerar los playoffs o
quedarme invicto, sin importar la frecuencia con la que los reporteros hagan 32
esas preguntas. Lo único que importa es el partido de hoy contra Iowa.
Los rostros en mi camino se desdibujan. Cuando alguien dice mi nombre,
asiento, pero estoy pensando en el pase completo del juego. Siguiendo cada
lanzamiento. Comprobando jugadas secundarias antes de comprometerme.
Me pongo los auriculares y me relajo con el golpe de la batería en mis
oídos que me proporciona otra capa de concentración.
De una manera extraña, tengo que agradecer la mierda que pasó en el
primer año por mi rutina diaria de juegos. Tuve que bloquear todo ese ruido
hasta que lo único que pude reconocer fue el latido constante de mi corazón.
Tenía que concentrarme en lo que quería para mi vida. Todos los demás
en mi familia fueron egoístas. ¿Por qué yo no podría? Tenía una oportunidad,
una, de dejar mi huella, de demostrarle a Sully que podía hacer mi parte, y
decidí en ese momento que nada, ni la mierda con mis padres, ni las payasadas
de mis amigos, y definitivamente no el drama de una mujer, amenazaría ese
objetivo.
Cuando llegamos al estadio, mi respiración es lenta y mis manos están
firmes. Probablemente alguien podría abofetearme y yo apenas parpadearía.
Pero así es como sé que ganaremos. Porque estoy calmado, y cuando suena el
silbato en el campo unas horas más tarde, puedo leer la defensa de Iowa.
Un touchdown. Dos. Un tiro largo para mi receptor abierto, que lo lanza
a otro.
Como cortinas que se levantan en un escenario, el sonido de nuestra
multitud rugiente finalmente llega a mí, y esbozo una sonrisa y golpeo a Tank
en el trasero después de que atraviesa la defensa, dándome mucho tiempo para
soltar el balón. —Eres el puto hombre. Sigue así.
—¡Todo el día y toda la noche, cariño!
Para el entretiempo, los nervios se han ido hace mucho, pero sé que es
mejor no aflojar. Necesitamos mantener nuestra racha ganadora, y lo peor que
se puede hacer es relajarse antes de que suene la campana final.
Tank apunta a la zona de anotación donde Buckee se está tirando al
poste de la portería. —Supongo que nuestra mascota necesita echar un polvo.
Me río, tomándome un minuto para apreciar que el estadio está lleno.
Todos están ataviados con nuestros colores y gritan como locos cada vez que
cargamos por el campo. Para un niño al que le dijeron que nunca llegaría a ser
una mierda, esto no es tan malo.
Mi buen humor es efímero cuando Iowa regresa con venganza, pero
nuestra defensa finalmente encuentra su base.
Con dos minutos en el reloj y una ventaja de seis puntos, estoy ansioso
por hacer de esta una victoria decisiva. Jugamos demasiado bien para tomar
33
esto por un margen tan pequeño.
Justo antes de volver al campo, le doy un codazo a Ben. —B-Rod,
prepárate para hacer tu magia.
Me da un asentimiento estoico. A pesar de que estuvo mayormente en el
banco el año pasado, Ben se perfila como un ala cerrada del infierno. Una
ventaja es que es un tipo humilde. No todos los miembros de este equipo lo son.
Dos jugadas más tarde, cuando lo tengo dominado, encuentro a Ben
entre la defensa. Coge el balón con una mano, lo acuna, se sacude a dos
defensores y se lanza a la zona de anotación.
La multitud estalla, y dejo escapar un rugido cuando el reloj se acaba
para nuestro oponente.
Esa fuerte oleada de euforia recorre mis venas y juro que podría caminar
sobre el agua. Les doy a mis chicos un choque de manos y una sonrisa para las
cámaras. Cuando miro a Tank a los ojos, saltamos para golpear nuestros
pechos.
Todo el equipo está en lo alto, uno que está bien merecido.
Y luego cometo el error. El que cometo en cada maldito partido.
Miro a las gradas.
No sé por qué hago esto, de alguna manera espero que las cosas sean
diferentes.
Pero, aun así, miro. ¿No es esa la definición de locura? ¿Repetir algo una
y otra vez, esperando un resultado diferente?
Simplemente así, vuelvo a poner los pies en la tierra porque la verdad es
que nunca he tenido familia en un partido y probablemente nunca la tendré.
34
encanta el equipo de fútbol y a mí me gusta darles trabajo. Además, cerveza es
cerveza.
—¿Qué puedo ofrecerte, cariño? —Nuestra camarera me guiña un ojo y
sonrío. Tuvimos una clase juntos el año pasado.
—Oye, Sherry. Otro de estos, por favor. —Sostengo el cuello de mi
botella.
Miranda se acerca más a mí. —Cariño, pedí otro trago hace veinte
minutos.
—Cálmate. Está ocupado aquí. —Murmuro un “lo siento” a Sherry—. Un
trago para la señorita cuando tengas la oportunidad.
Me recuesto. Más cerca y las tetas de Miranda estarían en mi cara.
La molestia me pica la piel. Mira y yo hemos estado saliendo más
socialmente últimamente, y estoy empezando a pensar que deberíamos haber
mantenido nuestras interacciones en el dormitorio.
Salgo de la cabina. —Veo a alguien con quien necesito hablar.
El lugar está lleno y recibo algunas felicitaciones de camino a la mesa de
billar donde mis compañeros de cuarto están apostando sobre quién puede
comer más alitas de pollo.
Por el rabillo del ojo, la veo.
Gabby.
Está sentada en la barra, revolviendo lentamente su bebida, luciendo
como que preferiría que le hicieran una endodoncia. Su espeso cabello negro
está suelto y lleva este vestidito reluciente que abraza sus curvas. Cuando
levanta la mirada, nuestros ojos se bloquean, y solo por un segundo es difícil
respirar. Maldita sea. Es hermosa.
A pesar de que somos vecinos, no la he visto mucho este semestre. Lo
juro, está más sexy cada vez que la veo, lo que parece imposible. Pero a pesar de
tener muy buenas razones para crear un espacio entre nosotros, estoy tentado
de cruzar el bar para hablarle.
Luego él se acerca a ella, ese cabrón que sin darme cuenta le presenté
cuando llamé a la ambulancia en mayo pasado.
Pero, ¿qué se suponía que debía hacer? ¿Dejarla tirada en el cemento,
pálida, desmayada y sangrando, y no hacer nada? ¿Cómo iba a saber que Jason
aparecería como un jodido caballero blanco?
Nada salió bien ese día. Me dijeron que me perdí de encontrármela en el
hospital cuando traté de localizarla y asegurarme de que estaba bien, y cuando
fui a su casa, me cerró la puerta en las narices.
No lo ve todavía, pero Jason se inclina para susurrarle al oído.
Ella se arquea, alejándose, claramente incómoda, y me doy cuenta de que
35
he cerrado el puño. Será mejor que no esté jodiendo con ella. Si esto es lo que
quiere, genial. No tiene que gustarme, pero insinuarse a una mujer que no está
interesada es otra cosa.
Ha pasado al menos un mes desde que lo vi invitarla a salir. ¿Han estado
saliendo todo este tiempo?
—Kingston, parece que estás listo para matar a alguien. —Tank lanza su
carnoso brazo por encima de mi hombro y mira a la multitud con los ojos
entrecerrados hasta que encuentra su objetivo—. Ah. Nuestra adorable vecina.
—Tose dramáticamente—. Esa es la hermana de Ben. En caso de que necesites
un recordatorio. Código de hermanos y todo.
—No voy a hacer nada con Gabby. —Nunca intentaré nada con ella. El
solo hecho de tenerla cerca me da ganas de echarla sobre mi hombro y llevarla a
mi casa al estilo de un hombre de las cavernas. Ésa es razón suficiente para
evitarla como una plaga. Mi reacción hacia ella siempre ha sido demasiado
fuerte, y no necesito probar mi control cuando tengo demasiado en juego este
año.
Puedo enfrentarme a defensas de ciento cincuenta kilos sin pestañear,
pero algo en esta mujer me hace querer correr antes de hacer algo estúpido. Es
desconcertante.
Necesitando cambiar de tema, le hago un gesto hacia nuestro nuevo
compañero de cuarto, que está ocupado cortejando a una mesa de chicas de una
hermandad. —¿Alguna vez te preguntaste por qué Ben rara vez habla de
Gabby? Viven al otro lado de la calle y solo los he visto hablar una vez. No creo
que nunca salgan juntos. Ahora están a tres metros de distancia y dudo que se
hayan reconocido.
Ben y yo nunca hemos sido cercanos, pero siempre pensé que parecía un
buen tipo. Cuando tuvimos una vacante para otro compañero de cuarto, Olly lo
sugirió, y hasta ahora ha funcionado, haciendo amistad con los otros chicos a
pesar de que tiende a ser reservado cuando está en la casa. Al final del día,
estamos trabajando bien en el campo ahora que está obteniendo más tiempo de
juego, y eso es lo único que importa.
—Ben es un tipo extraño. Un ala cerrada muy bueno, pero no está
exactamente en contacto con sus emociones.
—Cierra la boca. “En contacto con sus emociones…” Voy a empezar a
llamarte Dr. Phil. —Me río—. Tengo miedo de lo que dirías de mí.
—Nada que no diría sobre mí. Todos tenemos problemas con papá,
hermano.
36
Supongo que lo pedí. Tank me conoce mejor que nadie en esta escuela.
Fuimos compañeros de cuarto nuestro primer año, y aunque nunca hablamos
de mi vida hogareña, siempre parecía entender que tenía mierdas con las que
no podía lidiar.
—Serías un jodido buen psiquiatra. —Finjo llorar—. Por favor, ayúdame
con los problemas con mi papá.
—Vete a la mierda.
Reímos y bebemos nuestra cerveza.
Intento relajarme, pero no tiene sentido. Mi conciencia de Gabby persiste.
Todo lo demás se siente como ruido. Es muy molesto.
¿Por qué ahora? ¿Por qué está esta chica en mi cabeza todo el maldito
tiempo ahora, años después de que dejamos de salir?
Después de un minuto, él asiente hacia la barra. —Bree dice que ella es
genial. Gabby la ayudó con un ensayo el otro día. Creo que tienen una clase
juntas.
—Bree odia a todo el mundo.
—Bree ama a Gabby.
—Pensé que tratabas de convencerme de que no me interesara —le
digo—. No es que me interese. —Me lanza una mirada—. ¿Qué? No me
interesa.
—Estoy en conflicto. —Suspira—. Bree es una excelente juez de carácter.
Y como ambos sabemos, odia a Miranda. Agrega una especie de drama que
tanto a ti como a mí no nos gusta.
—Miranda y yo no somos pareja. Pasamos el tiempo juntos.
Aunque últimamente, me he preguntado si llegamos a nuestra fecha de
vencimiento.
—Tiempo desnudos. Sí, lo entiendo. Todos necesitamos nuestras salidas.
Me pregunto si podrías beneficiarte de alguien que está interesada en algo más
que tu bonificación por contratación.
Chasqueo con la lengua. —Eso parece terriblemente juicioso.
—Miranda es una chica fiestera, y no hay nada de malo en eso, pero
definitivamente la escuché preguntando qué cantidad de dinero recibiríamos por
firmar en el preliminar. Y definitivamente está mirando al club de esposas y
novias.
Me tambaleo hacia atrás como si alguien me hubiera golpeado. —No
quiere casarse.
—Eso dice. Pero como dije, no hay nada de malo en su juego. Cada quien
con lo suyo. Excepto ¿qué pasa si la dejas embarazada?
—¿Qué carajo? —Juro que mis bolas se encogen y se arrastran hasta mi 37
saco.
—Escúchame. ¿Y si la dejaras embarazada? Entonces estás atrapado con
ella y un bebé. De por vida. O al menos por dieciocho años. Solo digo que ese
escenario es menos aterrador si estás saliendo con una mujer que te respalda.
Sigo su línea de visión y veo a Miranda coqueteando con un tipo usando
una camiseta polo.
—Es libre de hacer lo suyo. No existe una cláusula de exclusividad en
nuestra situación. —Demonios, ni siquiera estamos saliendo, técnicamente. No
es que yo vaya por ahí follando con otras chicas mientras ella y yo hacemos… lo
que sea que sea esto.
—Pero tú y Miranda han tenido algunas rondas, ¿no? El primer año y
luego nuevamente el año pasado, y ahora. Solo digo que miró mal a Sherry hace
un rato cuando estaba sirviendo bebidas.
Froto mi nuca y me doy la vuelta justo a tiempo para ver a Jason
acompañar a Gabby a la pequeña pista de baile en la parte de atrás. La acerca
más, alineando sus cuerpos, y juro por Dios que quiero dejarlo inconsciente.
Inclinando su bebida, Tank la tintinea con la mía. —No mates al
mensajero. —Mira a la pista de baile—. O cualquier otra persona, para el caso.
Es más fácil decirlo que hacerlo.
38
Traducido por -queen-ari-
Corregido por AnnyR’
40
¿Quiero salir y relajarme? Por supuesto. ¿Quiero hacerlo con Jason? Esa
es la pregunta. Sigo esperando a que las mariposas emprendan el vuelo, pero
hasta ahora, solo tengo nervios de estar con alguien que apenas conozco.
—¿Qué pasa si me arrestan por indecencia pública? Hay muchas
posibilidades de que pueda sacarle el ojo a alguien con mis pezones si hace frío
esta noche.
Se ríe. —Mi antigua compañera de cuarto usó tiritas sobre sus pezones
para una cobertura adicional —Con un brazo, me lo sostiene—. Has estado
trabajando duro desde que me mudé. Apenas te veo. ¿Qué son unas pocas
horas para soltarse el pelo?
Uf, me dice todo lo que quiero escuchar. ¿Dónde diablos está Ramona?
Necesito a alguien que me haga entrar en razón, y por lo general puedo confiar
en que Ramona me lo diría directamente. No hay nada que le guste más que
llover en el desfile de alguien. Pero Sienna, el molesto rayo de sol que es, parece
convencida de que me divertiré esta noche. —Al diablo. Solo vives una vez,
¿no?
—¡De eso hablo! —Hace un baile extraño con su disfraz de Poison Ivy
que hace temblar sus enredaderas estratégicamente colocadas.
Tengo que admitir que luego de mi molestia inicial con ella por codiciar a
los jugadores de fútbol, lo cual es totalmente hipócrita, lo sé, ha desgastado mi
resistencia a ser amigas. Tengo como dos y, sinceramente, no estaba buscando
más. Pero es tan malditamente agradable. Siempre haciendo cosas por mí sin
razón aparente. Debería sospechar. Excepto que tengo la sensación de que es
realmente una buena persona a la que, según entiendo, le gusta hacer cosas
agradables para la gente solo por el gusto de hacerlo.
En el momento en que me pone el disfraz, estoy teniendo grandes dudas.
—Se supone que soy María Antonieta, ¿verdad? ¿Y no una prostituta francesa?
—¡Guau! ¡Eres hermosa! Pareces una modelo de Victoria's Secret.
—Sabes que usan ropa interior, ¿verdad? Normalmente se usa debajo de
la ropa. —Intento tirar de la falda, pero hay tan poca tela—. Para que conste,
hay una corriente de aire muy fuerte disparándome el trasero.
Suena el timbre y mi corazón late con fuerza, y no en el buen sentido.
—¡Ya sé! —Agito mi mano para evitar que responda—. Puedo ir como
maestra de escuela. Puedo ponerme un jersey de cuello alto y una falda lápiz y
está hecho.
Sienna niega con la cabeza al mismo tiempo que sale corriendo del baño,
presumiblemente hacia la puerta. —¡No es un disfraz si lo usas para trabajar!
Miro a la extraña en el espejo, un poco asombrada de que ni siquiera me
parezco a mí. Supongo que esa es mi respuesta. Nadie me reconocerá, entonces,
¿cuál es el daño?
41
43
intentará darme un beso de buenas noches. No lo hizo la última vez, gracias a
Dios.
¿Y no debería querer besar a un chico que me interesa?
El hecho de que no quiero, me dice todo lo que necesito saber.
Hubo un tiempo en que viví por la posibilidad de besar a Rider. Tan triste
como suena.
Por fortuna, Jason está tan emocionado de pasar el rato con el equipo de
fútbol que apenas me da una segunda mirada cuando llegamos a mi casa y
menciono que no necesita acompañarme. Tiene que encontrar estacionamiento
de todos modos, y hay diez millones de autos en nuestra calle con un torrente
de personas que se dirigían hacia la Estación Semental.
Todavía es temprano, solo las once, así que no me sorprende cuando
encuentro mi casa vacía. Ramona no ha estado por aquí últimamente y Sienna
salió con amigos.
De repente estoy agotada, seguramente por temblar durante las últimas
horas, así que no me molesto en quitarme el disfraz antes de ponerme mi túnica
blanca y esponjosa y tomarme dos Advil. Estoy en la cama sesenta segundos
después, lista para olvidarme de este día.
Excepto que hay un ritmo constante de música que viene del otro lado de
la calle que parece hacerse más fuerte cuando cierro los ojos. Mi habitación está
en el frente de la casa, desafortunadamente, y escucho todo el ruido de la calle.
Pasa una hora.
Dos.
Tres.
Los fiesteros deambulan por mi jardín. Vomitan entre los arbustos.
Orinan en la calle. Lo sé porque siempre hay un compinche borracho que grita
jugada por jugada. Por ejemplo: “Amigo, ¿de verdad estás orinando contra la
boca de incendios?” Inserta un hipo fuerte. O: “No vomites por la nariz la
próxima vez. Dolerá menos.”
Me duele tanto la cabeza que quiero quedarme acurrucada en forma de
bola y llorar.
A las cuatro de la mañana, me quiebro.
—¡Esto es una puta mierda! —Meto los pies en mis suaves pantuflas, me
cierro la bata y cruzo la calle.
Cuando golpeo la puerta principal, se abre de golpe. Hay al menos
44
media docena de mujeres desnudas cruzando la habitación, girando sobre
atletas fornidos y haciendo Dios sabe qué.
Mis ojos se lanzan al sistema de sonido, y como me he entregado a mi
psicópata interior, me dirijo directamente allí y quito el enchufe de la pared.
El silencio hace que todos levanten la mirada y me doy cuenta de que
estoy mirando a mi hermano, que parece horrorizado al verme. Y luego me doy
cuenta de por qué y me doy la vuelta antes de vomitar. Porque la chica de
rodillas frente a él obviamente no está rezando.
Jesús, voy a necesitar tanta terapia algún día.
Me aclaro la garganta y me dirijo a la multitud en general. —Algunas
personas tienen que trabajar mañana, imbéciles. ¿Pueden bajar la intensidad del
ruido? Dejen de aterrorizar a este vecindario. ¡El mundo no gira en torno a
ustedes y sus tontos partidos de fútbol!
Estoy chillando. No puedo evitarlo. Estoy medio dormida y tengo tanta
hambre que tengo náuseas. Mis párpados se agitan.
Dios, me siento mareada.
Es casi como…
Casi como… esa vez que me desmayé.
Oh, mierda. ¿Me voy a desmayar de nuevo?
No recuerdo la última vez que comí. Se suponía que Jason y yo íbamos a
cenar, lo cual se convirtió en nachos empapados de la estación de servicio, que
preferí no comer.
Parpadeo. Y parpadeo de nuevo.
Todo se siente confuso, como si estuviera envuelta en una película. Ni
siquiera me importa que Jason esté aquí y le falte ropa.
—Mierda, Gabby. Esto no es lo que parece.
Ignorándolo, me tropiezo con lo que creo que es la puerta principal, me
apoyo allí y cierro los ojos.
Quiero decirle a Jason que me deje en paz, excepto que me temo que me
voy a caer al suelo si suelto el marco de la puerta.
Entonces escucho el pequeño llanto.
Suena como un bebé.
Y ahí es cuando sé que debo estar perdiendo la cabeza.
45
Traducido por Gesi
Corregido por Auris
49
atención ahora mismo es el hecho de que no hay un destinatario en la parte
superior.
Olly se encoge de hombros. —No dice.
Vuelvo a leer las palabras.
Esta es Poppy, tu higa. Ciento no podr ceguir cuidándola. Lo intente. En serio.
Ella ama su mantita. Te llamare cuando llegue halla.
¿Hija de quién? ¿Llegar a dónde? ¿De qué carajo habla esta persona?
—Quien sea que lo haya escrito, no sabe escribir —murmura Olly—. Eso,
o estaba intoxicada.
Doy vuelta el papel, pero se halla en blanco. —¿Dónde está el resto de la
nota? —Tiene que haber más.
Se encoge de hombros. —Eso es todo. Solo la bebé, su manta, su gorrito y
la carta. —Rebusca en la cesta—. Espera. Hay un biberón y un par de pañales.
Gabby acurruca más a la bebé. —¿Entonces no hay leche de fórmula?
Olly simplemente la mira en blanco.
—Para que podamos seguir alimentándola cuando se acabe el biberón. —
Pasa una mano por la mata de cabello rubio en la parte superior de la cabeza de
Poppy.
—No, eso es todo. Solo un biberón. —Se lo pasa.
Ella se lo ofrece a la bebé, que llorisquea antes de empezar a beber.
Olly se asoma y le da unas palmaditas en la espalda. —Pobrecita. Estaba
llorando cuando la encontramos.
Gabby me lanza una mirada sucia. —Sin embargo, nadie podía oírla
porque la música estaba tan malditamente fuerte.
Él suelta una carcajada. —Hasta que llegaste aquí y arrancaste el sistema
de sonido de la pared.
Me golpea como un camión Mac en la interestatal diez.
—Si esta es la mala idea de broma de alguien, le romperé las bolas
cuando averigüe quién lo hizo. —Miro alrededor de la habitación, pero nadie
confiesa. Y lo que me preocupa es que el resto de los chicos parecen estar tan
perplejos como yo—. ¿Dónde se encuentra Tank? —Es bueno descubriendo a
los bromistas y mentirosos.
Me giro hacia Olly, ya que siempre sabe de los asuntos de todos.
—Esta noche se queda en la casa de Bree. Sabes que no se queda aquí
cuando hay fiesta.
Tank siempre dice que no quiere ponerse en una situación en la que
50
podría beber demasiado y hacer algo estúpido que arruine su relación. Parece
un poco extremo en mi opinión, pero nadie me lo preguntó.
—Llámalo. Dile que necesitamos tener una reunión de la casa.
—Jefe, son las cuatro y media de la madrugada.
—Olly, soy muy consciente de la hora. Y, a menos que te estés ofreciendo
a aceptar la paternidad de nuestra pequeña visitante, te sugiero que llames a
Tank. De hecho, dile que traiga a Bree.
Ella es inteligente. Si juntamos todos nuestros cerebros, tal vez podamos
resolver esto.
Traducido por Lauu LR
Corregido por Auris
52
linda, es solo que… joder. ¿Cómo diablos se supone que uno de los chicos o yo
maniobremos con una bebé, las clases y nuestro apretado horario de fútbol? Es
imposible.
Gabby palmea el trasero de Poppy gentilmente. —La bebé tiene seis o
siete meses. Agrega el periodo de gestación, treinta y siete a cuarenta y dos
semanas. Alguien calcule eso, por favor. Mi cabeza está demasiado nublada
para descifrarlo.
Olly tararea por un segundo. —Por esos cálculos, la concepción fue a
mediados de junio o julio, tal vez inicios de agosto. No fue el verano pasado,
obviamente, sino el previo a ese.
—De acuerdo, entonces, ¿con quién se enrollaron el verano antepasado?
—Gabby mira alrededor de la habitación lentamente, y mi corazón se acelera en
mi pecho por alguna razón, pero cuando llega a mí se detiene y aleja la mirada.
Exhalo. Cristo. No quiero sentarme con Gaby y discutir mis rollos. Me
duele el pecho al pensarlo.
—¿Cómo sabes su edad? —Tank señala con el dedo al bebe—. La nota no
decía.
Gabby se encoje de hombros. —He sido niñera mucho tiempo, así que he
estado rodeada de bebés. Además, quiero ser maestra y tuve que tomar clases
de desarrollo infantil.
—¿Quieres ser maestra? —pregunta Ben.
¿Cómo es su hermano tan despistado? A juzgar por la mirada que le da
Gabby, no soy el único que piensa eso.
Ignora la pregunta y se gira hacia Tank. —Poppy mantiene la cabeza
arriba y cuando le pregunté si quería su biberón antes de quedarse dormida ella
dijo “bibi”, lo que pudo ser solo balbuceo infantil o indicar que es muy lista. Y,
no soy experta, pero los bebés muy pequeños no son tan pesados. Tienes que
sostener sus cabezas y darles más apoyo.
—Uh. —Tank saca su teléfono y después de un minuto asiente—. Google
concuerda con tu declaración.
—¿Entonces que se supone que hagamos? —musita ben—. ¿Hacer una
lista o algo así?
Trevor se levanta y se señala a sí mismo. —Lo siento jefe, me salgo. Uno,
no se parece nada a mí. —Levanta una ceja dramáticamente. A Trevor le gusta
presumir que es una versión joven de Idris Elba. Las señoritas parecen estar de
acuerdo—. Dos, estaba saliendo con esa modelo brasileña en ese entonces, y no
hay forma de que los dos juntos hubiéramos hecho una bebé rubia. Aunque es
muy linda.
Bree asiente y mira a su novio. —Tengo que estar de acuerdo.
Tank se encoge de hombros. —Antes de que terminemos este juego de
53
adivinanzas, ¿podemos todos jurar llevarnos esta noche a la tumba? De ningún
modo esta mierda puede saberse. Es lo suficientemente malo que las personas
estuvieran en la fiesta cuando encontramos a Poppy.
Joder. —El entrenador va a matarnos si escucha que dejaron a una bebé
en nuestra puerta y no podemos descubrir quién es el padre.
Trago. Imposible. De ningún modo esta niña es mía. Relájate.
Respirando profundo, me doy cuenta de que solo necesito ayudar a los
chicos a salir del problema hasta que lleguemos al fondo de esto, y entonces
puedo tomar una siesta colosal.
Mañana a estas horas, volveremos a la normalidad y nos reiremos de lo
ridículo que ha sido esto. Todo saldrá bien.
Traducido por Alessandra Wilde
Corregido por Auris
57
—¿No las venden en la farmacia?
Olly se rasca la cabeza. —Incluso si las venden, no creo que debamos ir a
ninguna tienda en Charming. Alguien se dará cuenta de que compramos cinco.
Estará en las redes sociales antes de que paguemos por ellas.
Asiento. —Tiene razón. Tenemos que salir de la ciudad para eso.
—Yo me encargo. —Tank está buscando en Google tan rápido como sus
dedos gigantes se lo permiten—. La farmacia Walgreens tiene una prueba que
es asequible y nos dará resultados en dos días. Solo tendremos que hacer un
viaje rápido a Austin. No hay problema.
Gracias a Dios. Son dos días más de lo que quiero que esto se prolongue,
pero al menos hay una línea de meta a la vista. —Genial. Tank, ¿puedes
encargarte de eso por nosotros?
—Lo tienes, jefe.
—Esperen. ¡No me tiré a nadie ese verano! —Johnson salta y mueve su
cintura al aire como si estuviera haciendo un baile de victoria en la zona de
anotación—. Nunca en toda mi vida he estado tan agradecido por un período
de sequía. No es mía.
—¿Tardaste todo ese tiempo darte cuenta de eso? —gruñe Ben—.
Hablando de eso, tal vez deberíamos hacer una lista de las chicas con las que
nos enganchamos, como en la pizarra o algo así.
Todos nos encogemos y Bree chasquea los dedos. —Eso es asqueroso,
hermano, y no quieres que alguien tome una foto de ese tablero y avergüence a
las mujeres en él. Hazlo en tu cabeza, teléfono o en algún lugar privado.
Sus cejas se juntan. —Sí, supongo que tienes razón. No estaba pensando.
La bebé levanta un brazo y deja caer su mano sobre la turgente teta de
Gabby. Mi vecina se pone de un adorable tono rosa y la mueve. —Bien. Para
esta noche, ¿pueden recordar ese verano para que podamos considerar quién
podría ser la madre? Necesitaremos que todos lo comprueben y se hagan un
hisopado o lo que sea que requiera la prueba.
Los chicos están de acuerdo.
—¿Y quién me llevará a buscar suministros para Poppy? Estoy pensando
ir a Target.
Bree aplaude. —Yo quiero ir. Amo Target.
Ambas chicas me miran.
—¿Qué? —pregunto.
Bree sonríe. —Eres el capitán.
—Del equipo de fútbol. —Le hago un gesto—. No veo sus uniformes.
—Eres tan lindo cuando intentas ser gracioso. —Ríe—. Pero en serio.
¿Por qué no recolectas el dinero de los muchachos y luego puedes llevarnos a la
58
tienda?
—¿Por qué necesitan que vaya? Tengo un examen para el cual estudiar y
un ensayo que escribir.
—Como si nosotras no tuviéramos nada que hacer. Además, ¿quién va a
llevar todas las cajas?
Ni siquiera sé de qué habla. —¿Cuánto necesita una bebé de seis meses
por unos días?
Los chicos murmuran en acuerdo.
Bree le sonríe a su compañera. —Son tan adorablemente despistados,
¿no?
Gabby se ríe y luego comienza a contar con su mano incluso mientras de
alguna manera mantiene sus brazos alrededor de la niña. —Pañales, leche de
fórmula, ropa, mantas, un asiento para el automóvil, algunos chupones, un
corral, algunos juguetes. Mínimo.
¿Qué carajo es un chupón?
—Mínimo. —Bree asiente y se cruza de brazos.
—¿Y cómo se supone que vamos a ir a Target sin un asiento para el
automóvil?
—Fácil. Uno de tus compañeros de casa tiene que vigilarla.
Bueno, diablos. Prefiero ir a Target que cuidar niños.
Pero su comentario hace que todos los chicos se levanten de sus asientos
como si sus suspensorios se incendiaran.
Levanto la mano. —Vuelvan aquí, idiotas. Número uno, necesito algo de
efectivo. Supongamos que, si uno de nosotros es el donante de esperma, esa
persona pagará a todos por estos gastos. —Rezo otra plegaría para no ser yo,
porque ¿cómo diablos se supone que voy a mantener a mi padre borracho, a mí
y a una bebé?—. Número dos, pueden cuidar a Poppy en parejas. Y cuando
digo cuidar, me refiero a que un par de ojos deben estar sobre ella en todo
momento. No sabemos si la niña hará saltos mortales desde la cama cuando se
despierte o muerda cables o lo que sea.
—No es un cachorro —bufa Gabby—. Pero estoy de acuerdo en que se
necesita redundancia en este caso.
Ignorándola, continúo. —Y tres, si hay una emergencia, llamen a una de
las chicas.
Gabby y Bree dan sus números y los chicos los programan de forma
diligente en sus teléfonos.
59
Alzo la mirada de mi pantalla y le sonrío a Gabby. —¿Significa esto que
me desbloquearás?
Se golpea la barbilla con el dedo índice como si estuviera sumida en sus
pensamientos. —No estoy segura. ¿Ya se ha congelado el infierno?
Me río cuando me doy cuenta de que la habitación se ha quedado en
silencio. —¿Qué?
Ben tiene los puños a los lados. —¿Por qué mi hermana tendría que
desbloquearte?
Quiero decirle que se ocupe de sus propios putos asuntos cuando Gabby
se pone de pie y le acerca la bebé a su hermano hasta que él la toma de mala
gana.
—Así está la cosa, Ben. Si hubieras estado en mi vida de alguna manera
desde que comenzó la universidad, probablemente sabrías la respuesta a esa
pregunta. Pero como no lo estabas, ni siquiera cuando lo intenté, no mereces
preguntar.
Y con eso, la bella María Antonieta se aleja.
Traducido por Miry
Corregido por Pame .R.
Rider tiene los labios apretados mientras nos sigue a Bree y a mí por los
pasillos de Target.
Por fortuna, me quité el disfraz de Halloween antes de que llegáramos, y
puedo respirar de nuevo ahora que uso pantalones de yoga y una sudadera con
capucha.
—Oooh, esto es bonito —balbucea Bree con un traje rosa.
60
No conozco a Bree muy bien, pero ella y su novio parecen bastante
dedicados el uno al otro. —¿Tú y Tank planean una gran familia?
—Enorme. Como cinco niños.
—Eso es dulce. Aterrador, pero dulce.
Se ríe y arroja el atuendo en el carrito. —¿Qué hay de ti? ¿Quieres una
gran familia algún día?
No me atrevo a preocuparme de que Rider se halle dentro del rango
auditivo. Él es quien pensó que queríamos cosas diferentes en la vida. Supongo
que tenía razón. —¿Asumiendo que pueda encontrar a alguien con quien salir
que no sea un idiota? Supongo que me gustaría una gran familia.
—Escuché sobre el paramédico. Ese que se lio con alguien en la fiesta a
tus espaldas. ¿Quieres que le agregue un laxante fuerte a su bebida?
Una sonrisa casi llega a mi rostro. —No, pero gracias por la oferta. —
Suspiro—. No funcionaba lo nuestro de todos modos. No pasa nada. No era el
indicado. Honestamente, no estoy del todo destrozada por eso. Solo pensé que
debería salir con él ya que ha pasado un tiempo desde que...
—¿Desde que tuviste algo de acción?
Ambas reímos. —Sí. Eso. Además, el último novio que tuve fue en
segundo año. Pensé que era hora de aventurarme de nuevo.
—¿Me estás diciendo que no has salido con nadie desde segundo año? —
Sus ojos se amplían.
—¿Qué puedo decir? Soy quisquillosa. —Mi nuca me arde, haciéndome
saber que Rider se encuentra justo detrás de mí ahora. Y me dan ganas de aclarar
algo—. Salí con un gran chico, Sean, en segundo año. Fue el primero para mí.
Algunos chicos tienen miedo de salir con una virgen. Miedo de que se vuelvan
demasiado pegajosas o hagan demasiadas exigencias. Pero nos divertimos
juntos.
Fue un alivio romper el sello. Los chicos se ponen raros con lo de las
vírgenes y yo empezaba a tener un complejo. Solía pensar que quería tener sexo
con alguien a quien amaba la primera vez, pero ahora estoy agradecida de no
haber estado muy interesada en Sean. De todos modos se iría. De esta manera,
nadie resultó herido.
—¿Dónde está ahora?
—En Nueva York. Le ofrecieron un trabajo después de la graduación, así
que nos separamos como amigos. —Agarro una manta de bebé y paso el dedo
61
por la mariquita cosida en la esquina—. Pero volviendo a la pregunta del bebé,
si encuentro al indicado, querría más de un niño, si es que tengo alguno. Porque
a la gente le pasan cosas malas todo el tiempo, y al menos así podría estar
segura de que los niños se tendrían el uno al otro.
Mi hermano, obviamente, no comprende que se supone que debemos
apoyarnos el uno al otro y ser un equipo.
Todo este semestre ha sido una dolorosa comprensión de mi posición
con Ben. Cuando vivíamos en lados opuestos del campus, era fácil racionalizar
la distancia ya que no crecimos juntos después de la muerte de nuestros padres,
pero ahora que él vive al otro lado de la calle, puedo ver que no le interesa tener
una relación conmigo.
Aprieta mi brazo.
—Estoy bien. Por lo general trato de olvidar todas esas cosas, pero con
Poppy en esta situación, sentí que tenía que hablar, ¿sabes?
—Hiciste lo correcto —dice—. Esos idiotas te lo agradecerán algún día.
—Rider tose dramáticamente y Bree sonríe—. Sí, me escuchaste ahí atrás.
Echo un vistazo detrás de mí y veo los labios de Rider tirando hacia
arriba.
Bree me da un codazo. —¿Cómo te fue tan bien en la escuela teniendo en
cuenta todo lo que pasaste? ¿Que pasaras por un hogar de crianza? ¿Que no
tuvieras padres?
—Lo guardé para mí sobre todo. —Me encojo de hombros—. La escuela
y el estudio siempre fueron seguros. Los libros no te nivelan con un revés en la
cara o una patada en las costillas.
Cuando veo la mirada horrorizada en su rostro, me estremezco. —Bree,
sobreviví. Muchos otros niños lo pasan peor. Por eso me alegro mucho de que
estemos protegiendo a Poppy.
Se detiene para abrazarme y sonrío. He tenido tan pocos abrazos en mi
vida que olvidé lo bien que se sienten. Solloza y sacude su mano. —Ignórame.
No estoy llorando.
Por encima de su hombro, capto la expresión feroz de Rider, pero no
quiero su simpatía. No necesito la simpatía de nadie.
Reanudo nuestra caminata por el pasillo y cambio de tema antes de que
esto se vuelva más incómodo. —Entonces, ¿qué tan asustados están los chicos
que están de niñeros en este momento?
Bree se ríe. —Probablemente se están cagando en sus calzoncillos.
Cuando Rider toma una caja al azar del estante, Bree se ríe. —Jefe, no
necesitamos eso a menos que planees amamantar.
62
—Oh, mierda. —Vuelve a dejar el extractor de leche manual tan rápido
que nos reímos.
Pero su risa desaparece una vez que llegamos a la caja y él recibe la
cuenta. —¿Cómo puede costar tanto un niño pequeño?
Recordando cuando mi madre luchó por pagar las cosas para Ben y para
mí como madre soltera, casi me compadezco, pero luego recuerdo que este es
Rider, el chico dorado. Todo siempre le sale bien. No necesita mi preocupación.
Bree tiene que hacer una llamada telefónica, así que después de cargar el
viejo Jeep de Rider, me encuentro sola con este hombre por primera vez en tres
años.
Es más inquietante de lo que esperaba.
Sentada en el asiento trasero, trato de parecer absorta en mirar a la gente
por la ventana e ignorar la sensación de déjà vu que casi me abruma.
El suave aroma de su colonia amenaza con hacerme retroceder a hace
tres años, a la época en que bajamos las ventanillas y condujimos por sinuosas
carreteras secundarias en Hill Country.
Lo recuerdo claramente, esa noche en que finalmente me besó, y cometí
el error de pensar que él lo sentía en serio.
—Gabs, ¿podemos hablar un segundo? —Se aclara la garganta.
Nada bueno sigue a esa oración. Me preparo para lo que seguramente
será una conversación incómoda.
—Solo quiero disculparme por nuestro... malentendido en el primer año.
Me quedo en silencio por un momento, pero la oleada de ira que acelera
mi pulso me hace responder antes de pensarlo mejor.
—Lo llamas un malentendido, ¿eh? —Pongo los ojos en blanco—. Es
curioso, no pensé que entendí nada mal, pero si quieres explicármelo ahora,
hazlo.
¿Por qué facilitarle esto?
Siempre ha sido difícil para mí hacer amigos, pero por alguna razón,
Rider se deslizó a través de mis defensas.
Me asignaron ser su tutora en inglés. Recuerdo haberlo conocido en la
biblioteca y la sonrisa tímida que me dio. Le avergonzaba necesitar ayuda. Fue 63
la cosa más entrañable que vi en mi vida, y juro que en el instante que me miró
con esos grandes ojos grises, el suelo se derrumbó debajo de mí.
Soy una chica práctica, pero las casas de acogida me hicieron cínica y
terminar con mi tía no ayudó en nada a mejorar mi perspectiva de la vida. Pero
Rider era divertido y dulce, por no mencionar ridículamente guapo, y me
enamoré más rápido que un tronco talado en un bosque.
Esto fue antes de que él fuera el chico dorado del equipo de fútbol.
Cuando solo era ese tipo, Rider de algún pequeño pueblo de Texas como yo.
A pesar de que solo se sentaba en la banca, yo iba a todos sus partidos,
después íbamos a comer pizza y hablábamos hasta altas horas de la noche.
Aunque no me lo dijo directamente, sabía que tenía una vida hogareña difícil.
Mencionó que su padre era un imbécil. Quería envolver mis brazos alrededor
de él y mejorarlo.
Y pensé que significaba algo para él. Que lo que teníamos era especial.
Hasta que se convirtió en el mariscal de campo titular.
Se pasa la mano por el pelo. —Es solo que necesitaba concentrarme en el
fútbol. Tenía toda esta presión y...
—Y querías follarte a todas las chicas bonitas mientras no jugabas. Lo
entiendo completamente. Y yo solo era una pequeña virgen que posiblemente
no podría comprender tu necesidad de sembrar tu avena salvaje. ¿Ves? Sin
malentendidos en absoluto.
—Por Dios, Gabby, no fue así.
Admitiré que me dio una conversación muy incómoda en la que canceló
nuestra sesión de tutoría y murmuró algo sobre la necesidad de concentrarse en
el fútbol. Cómo no podía tomarse demasiado en serio nada.
Pensé que se refería a la fiesta y la socialización. No me di cuenta de que
se refería a mí.
Mis dientes muerden mi labio inferior cuando pienso en ese fin de
semana.
Era la primera vez que me emborrachaba un poco. Esa noche le conté
que estuve en un hogar de acogida. Sobre perder a mis padres y separarme de
mi hermano. Cosas que no le dije a nadie. Nunca.
Me besó. Me sostuvo en esos brazos grandes y fuertes. Por primera vez
en años, me sentí segura.
Y luego el imbécil me engañó.
Capto su mirada ardiente en el espejo retrovisor. Incluso ahora, años 64
después, esos intensos ojos grises me golpean de lleno en el pecho como una
granada. Pero respiro y me recuerdo a mí misma que no le importo. Ni un poco.
No volveré a ser engañada por la sinceridad de su expresión.
No significa nada. Nunca significó nada.
No debería tener lista una larga lista de delitos tanto tiempo después de
que terminara nuestro “enredo”, pero la tengo. Y sale de mí antes de que pueda
controlarlo.
—¿En verdad? Entonces, ¿cómo explicas que de repente no contestaras
mis llamadas telefónicas o mensajes de texto? ¿O abandonaras nuestras sesiones
de estudio? ¿O fingieras que no existía cuando nos encontramos?
El hecho de que sepa que bloqueé su número significa que con el tiempo
intentó comunicarse conmigo, pero no lo bloqueé hasta después de al menos un
mes.
Prometí no volver a ser tan tonta nunca más, y en un atracón de comida
chatarra y música hardcore, deseché a Rider Kingston y a todos los hombres
como él. Decidí en ese momento que nunca más volvería a dejarme engañar por
una sonrisa bonita y unos músculos abultados.
Los deportistas como Rider pueden chupar un pene, porque ciertamente
nunca me arrodillaré por un idiota.
Parpadeando rápidamente, desearía poder retirar todo lo que acabo de
decir. Porque sé que no debería importarme tanto tres años después.
Se aclara la garganta de nuevo. —Lo siento. Fui un idiota. No lo niego,
pero lo que trato de decir es que tuvo todo que ver conmigo y no contigo.
El viejo rechazo de no eres tú, soy yo. Lindo. Lo que todas las chicas
quieren escuchar después de haber sido borradas.
Me encojo de hombros, desesperada por rodearme en mi desapasionada
armadura de nuevo. —Como sea, Rider. —Las palabras son correctas, pero me
siento caliente y sudorosa, estoy lista para salirme de mi piel.
No creo que esté engañando a nadie, pero ¿qué se supone que debo
hacer? ¿Admitir que me rompió el corazón? ¿Decirle que quedé devastada?
Claro, cuando el infierno se congele en el sur de Texas.
Un silencio denso desciende, y estoy a dos segundos de saltar del Jeep y
rastrear a Bree para poder salir de aquí cuando Rider se gira en su asiento para
que estemos cara a cara.
—Mira, no pretendo desenterrar el pasado. Solo quería que supieras que
lamento haberte lastimado. Que no era mi intención. Yo... yo no pensé que
fuéramos tan en serio.
Estoy demasiado indignada para responder. ¿No creía que fuéramos en
serio? ¿No es esa la excusa tonta de todo hombre cuando es un imbécil y se
65
deshace de la chica desprevenida?
Ojalá fuera una de esas mujeres distantes que pueden fingir que no está
herida, pero estoy segura de que él puede leerme. No importa cuántos artículos
de Glamour y Cosmo leí sobre actuar con calma y ser indiferente, todavía tengo
que dominar esa habilidad femenina.
Antes de que pueda decirle que se vaya a la mierda, su voz se suaviza.
—También quería decir que lamento lo que pasó cuando eras niña. Eso
tuvo que ser duro.
Mi mandíbula se tensa y parpadeo para contener el calor de mis ojos.
—No hagas eso.
—¿Qué cosa?
—No sientas pena por mí. No necesito tu lástima.
He tenido toda una vida de lástima. Esa es la chica nueva. Ella es la niña del
hogar de acogida. Solo mira su ropa. Pobrecita. También tan flaca. Apuesto a que no la
alimentan. No tiene padres, pero su tía finalmente la aceptó. Alguien tenía que hacerlo.
Cruzando los brazos sobre mi pecho, miro con determinación por la
ventana, agradecida de que la muda humedad de mis ojos desaparezca.
Nunca le digo a la gente que he estado en un hogar de acogida porque en
el segundo que lo haces, comienzan a mirarte de reojo, como si tuvieran miedo
de que te vayas a robar los cubiertos.
En el fondo, siempre me pregunté si esa era la verdadera razón por la
que Rider me abandonó, y simplemente no tenía las pelotas para decirlo.
Trago, odiando lo amargada que me siento. Odiando el que ser una niña
de casas de acogida corrompiera tanto mi visión del mundo.
Es por eso que trato de no pensar nunca en ese momento. Por eso me he
roto el culo aquí. Por eso trabajo tantas horas como sea humanamente posible.
Porque nunca volveré a ser tan pobre ni tan dependiente de otra persona.
Puedo hacerlo yo misma, muchas gracias.
La puerta del pasajero se abre y estoy tan agradecida de ver a Bree que
podría llorar.
Y ese es el mayor problema de todos. Estar cerca de Rider saca todas mis
emociones a la superficie, pero no me permitiré desmoronar. Una vez ya fue
suficiente.
66
Traducido por Julie
Corregido por Pame .R.
69
con una mujer. Especialmente cuando sabía el tipo de daño que hace cuando se
va al traste.
Y siempre se va al traste.
Eso no significa que quiera pensar en ella follando con otro hombre.
Me echo hacia atrás y me pregunto qué habrá visto viviendo al otro lado
de la calle. Espero que no me esté pintando con la misma brocha que el resto de
los hombres que viven aquí. No soy un santo, pero no soy ni la mitad de
degenerado que algunos de mis compañeros de piso.
Mis ojos se elevan hacia ella. Lleva una sudadera con capucha y esos
leggings que hacen que su culo se vea increíble. Anoche casi me trago la lengua
cuando la vi con ese disfraz de María Antonieta. Gabby se veía muy sexy con
ese atuendo, y pensé mucho en ese traje en la ducha esta tarde. Pero incluso
ahora, con el pelo recogido en un moño desordenado, sin maquillaje y con ropa
cómoda, sigue siendo preciosa.
Olly sale de la cocina con Poppy atada a su pecho. —Este portabebés es
increíble. Dos pulgares arriba.
—Estás adorable. —Gabby le hace señas con su bolígrafo—. Estoy segura
de que ese aspecto es un enorme imán para las chicas, así que prepárate si sales
a la calle con ella.
—¿De verdad? —Sus labios se levantan aún más—. Espera. ¿Qué
deberíamos decir si alguien pregunta quién es?
Las chicas consultan y Bree dice: —Solo di que estás cuidándola por una
amiga.
—Pero esto plantea un buen punto. —Gabby saca una carpeta y reparte
copias—. Esto es un ADC, un acuerdo de confidencialidad.
Knox levanta la mano, lo que casi me hace reír. Supongo que la clase está
en marcha. Cuando Gabby se vuelve hacia él, pregunta: —Si la niña es nuestra,
¿por qué tenemos que firmar esto?
—Buena pregunta. Me imagino que todos firmaremos. Los formularios
terminarán llegando al padre cuando tengamos los resultados. Ustedes son
pequeñas celebridades por aquí...
—No hay nada pequeño en mí. —Noxious sonríe.
Ella pone los ojos en blanco, seguramente consciente de que el pervertido
no se refiere a su altura. —Lo que quiero decir es que esto podría frenar un
poco los chismes. Como sabemos lo rápido que viajan en esta ciudad, pensé que
el padre apreciaría un cierto nivel de decoro. Piensen en el largo plazo. Podrían
ser reclutados en la NFL. ¿Quién quiere que la historia de lo que pasó anoche
acabe en SportsCenter?
—Maldita sea. Ese es un buen punto —murmura.
70
Se saca el lápiz de detrás de la oreja y da unos golpecitos en su
portapapeles. —Me imagino que deberíamos hacer que todos los que hagan de
canguro firmen también en el formulario, solo para mantener su privacidad. No
es menos de lo que los famosos exigen a sus niñeras. —Luego recoge una hoja
de cálculo—. También necesitaré que todos se apunten a franjas horarias para
vigilar a Poppy. Así podremos asegurar la cobertura y al mismo tiempo que
todos vayan a clase y a los entrenamientos. Bree y yo esperamos encontrar
algunas personas que nos ayuden, pero nos turnaremos para vigilarla durante
sus partidos. Necesitaré el correo electrónico de todos, y les enviaré una copia
con código de colores del formulario de inscripción.
Bree me llama la atención. —Gabby es buena, ¿no?
No, es jodidamente fantástica.
Gabby ignora el cumplido y escanea la lista en su portapapeles. —Antes
de llegar a la lista de mamás, haremos las pruebas de paternidad, pero tengo
una mala noticia para ustedes. —Ojea el panfleto metido entre viales de hisopos
e instrucciones—. Hay una tarifa adicional de cien dólares para procesar los
resultados. —Mira alrededor de la habitación—. Por prueba.
Joder. Todos los chicos gimen y, mentalmente, calculo cuánto más puedo
soportar económicamente. Me digo a mí mismo que tendremos los resultados
en unos días y que uno de mis compañeros de piso me lo devolverá. Porque
maldita sea, necesito este dinero.
Tank se disculpa por no haberse dado cuenta de ese detalle. —Sin
embargo, he mirado en internet y este sigue siendo el más asequible.
—Está bien, hermano. Gracias por conseguirlos. —Me acerco y nos
chocamos los puños—. ¿Alguien te ha mirado raro por comprar tantos?
Se ríe. —Le dije al farmacéutico que tuve unas vacaciones de primavera
muy ocupadas. ¡Ay!
Bree le da un puñetazo en el brazo. —Si se te ocurre meterle la polla a
otra chica, te meterás en un buen lío.
—Ahh, bu. Eres el único bichito de amor para mí.
Después de un momento de enfado en el que Bree parece contemplar si
el perdón está en las cartas de su chico, él la atrae para un beso. Lo que
eventualmente lo lleva a atacarla en el sofá. Con la lengua en la boca y las
manos en las tetas.
Gabby tose. —No se preocupen por nosotros. Voy a hacer palomitas.
Tank y Bree se separan con grandes sonrisas en sus rostros, y Tank se 71
acomoda su bulto. —¿Qué? Mi mujer es sexy. —Le mueve las cejas y le
susurra—: Diez minutos. En mi habitación.
Sacudiendo la cabeza al mismo tiempo que intenta ocultar su sonrisa,
Gabby limpia la mesa de café con una toallita desinfectante y luego organiza los
kits de pruebas de paternidad. Me la imagino como profesora. Con el pelo
recogido en uno de sus moños y esas faldas que le gusta llevar a veces. Estoy
ocupado con una fantasía de profesora completa con una luchadora pero
hermosa Gabriela Duran cuando se golpea las manos.
—De acuerdo, chicos, vamos a ello.
Knox se levanta de un salto y se agarra la entrepierna, donde tiene una
enorme erección. —Estoy listo para hacerlo. Dame mi vaso.
Gabby arquea una ceja mientras le señala los genitales. —¿Qué crees que
tienes que hacer exactamente para la prueba de paternidad?
—Hacerme una paja. Masturbarlo. Sacudirme la polla.
Bree se ríe, y Gabby sacude la cabeza. —Siento decepcionarte, semental,
pero solo necesito tomar una muestra.
Los ojos de Knox se desorbitan. —¿Una muestra de mi polla?
—Nooo, de tu mejilla.
—¿Necesitas tomar una muestra de mi culo?
Todos nos reímos en este punto, y le digo que se siente. —Saca tu arma
de destrucción masiva de la cara de las chicas. Gabby quiere decir que necesita
una muestra del interior de tu boca, idiota.
—Oh, mierda. Supongo que me extralimité allí. —Se presiona el pene,
probablemente intentando que se calme.
Gabby abre una caja y le da un hisopo largo. —Está bien. Por qué no te
sacas la muestra primero para que puedas ir... a lidiar con tu problema.
Mientras ella gira por la habitación, mi corazón martillea en mi pecho.
Esta situación está tan fuera de control. Si el entrenador se entera de esto
antes de que obtengamos algunas respuestas, se enojará. Pero lo que es peor, se
sentirá decepcionado.
¿Quién es el padre, te preguntarás? Bueno, historia graciosa sobre eso...
Joder, no. Definitivamente no quiero tener esa conversación si puedo
evitarlo.
Dios mío. Debería estar trabajando en mi ensayo y estudiando hasta el
cansancio ahora mismo. No holgazaneando en la sala de estar esperando para
72
tomar un poco de saliva. En serio, necesito un hijo como necesito un cuchillo en
el riñón. Estoy muy jodido si esta bebé es mía.
Mi pierna se sacude contra el sofá y me froto la palma de la mano por el
muslo para intentar calmarme.
Cuando ella le saca una muestra a su hermano, no se dicen nada. En
serio, ¿cuál es el problema de él?
Entiendo que a ella le moleste que sea distante, pero ¿por qué ha estado
fingiendo que apenas la conoce todo este tiempo?
Cuando llega a mí, la miro fijamente sin reparo. Es una gran distracción
del hecho de que estoy haciendo una maldita prueba de paternidad.
Un grueso mechón de pelo le cae en la cara y mis dedos pican para
metérselo detrás de la oreja. Huele cálido y femenino, y todo en mí ansía pegar
mi nariz a su piel e inhalar.
Estudio la suave inclinación de su cuello. La elegante inclinación de su
cabeza. El intenso tono de sus ojos.
El color avellana es una descripción demasiado simple para describir sus
ojos. Son de un color dorado intenso con motas de verde, como el tono que se
vería en algún animal exótico.
Ella no es un pájaro. No, más bien una leona. Feroz. Inflexible.
Intransigente. Características que nunca pensé que encontraría tan atractivas.
¿Cómo me perdí todo esto el primer año? ¿Siempre fui un idiota
espectacular?
Sabía que era intensa. En aquel entonces, probablemente veía eso como
un rasgo negativo, pero ahora, verla tomar el mando es muy sexy.
Si la señorita Duran fuera mi profesora, nunca faltaría a clase.
Cuando por fin levanta la vista, cuando nuestros ojos se encuentran, mi
corazón vuelve a patear mi pecho.
—Gracias por hacer esto, Gabby —susurro con toda sinceridad. Esta
situación del bebé es una auténtica locura, pero, por alguna razón, saber que
Gabby está aquí lo hace menos loco.
Y entonces me doy cuenta de la parte loca.
Puedo contar a todas las personas en las que confío con una mano.
Y sin embargo... confío en ella.
Salvo por esta emergencia, no hemos hablado en años, pero sé en el
fondo de mi alma que hará todo lo posible para ayudarnos a descubrir lo que
está pasando y cuidar de Poppy.
Un tono rosado calienta sus mejillas, pero asiente.
Quiero decir muchas otras cosas, pero ahora no es el momento. 73
Pero tal vez con todo este asunto del bebé, tendré la oportunidad.
Porque tengo que compensarla. De una forma u otra.
Traducido por Lauu LR
Corregido por Pame .R.
1Una novela de época que cuenta las primeras experiencias sentimentales de una joven (Lucy
Honeychurch) cuando se enamora de un joven de nivel social inferior (George Emerson) La
novela es tanto un romance como una crítica a la sociedad inglesa de principios del sigo XX.
al hecho de que Lucy toca música increíblemente emotiva al piano, pero vive
una vida aburrida y reprimida.
Solía pensar que quería un George Emerson, alguien que me hiciera
aflojar, disfrutar de la vida y arriesgarme, pero este libro no te dice que
arriesgarse y exponerse no siempre funciona como crees.
A veces, arriesgarse hace que el mariscal de campo te deje de lado.
Cruzo los brazos y le susurro a Bree: —¿En serio Cecil Vyse es tan malo?
Resopla, y pretendemos estar absortas en la lectura cuando el profesor se
gira de repente hacia nosotras.
—Daniel Day Lewis estaba bastante bien en The Crucible —musito una
vez que él vuelve a sus notas—. La vi en el verano. No deberíamos juzgarlo por
su papel de Cecil. Ese rol requirió que fuera pomposo y anémico.
—Eres tan nerd.
No tiene idea. Escribí toda una unidad de lecciones para esa obra, y ni
siquiera enseñé hasta la siguiente primavera.
Ser una nerd solía molestarme. Ahora lo veo como una marca de honor.
Cuando la clase termina, salimos al patio. Sienna está paseando junto a
algunos amigos y mira dos veces. —¡Gabby, oye! Oh, por Dios, nunca te veo. —
Se acerca apresurada y me da un abrazo, casi tirándome en el proceso. 76
Nadie nunca está tan emocionado de verme. Mi vida social se ha convertido
en La Dimensión Desconocida. Me río para mis adentros.
Les hace señas a sus amigos. —¡Te llamo más tarde, Destiny! —Cuando
voltea de nuevo hacia mí, su rostro se ilumina—. ¿Cómo fue tu cita del sábado
en la noche?
—¿Cómo es que no te he visto en toda la semana?
—Lo sé, ¿verdad? —Una risita se le escapa—. Conocí a alguien el fin de
semana.
—¿Y se han estado enrollando desde entonces? —pregunto en broma,
pero sus mejillas enrojecen y asiente salvajemente.
—Loco, ¿verdad? Quiero decir, eventualmente me puse firme y demandé
que fuéramos a casa, pero de otro modo, sí. —Suspira profundamente—. Se
siente kármico. Como que, he puesto buenas vibras en el universo y finalmente
están volviendo a mí.
Juro que me está hablando en otro idioma. No entiendo qué quiere decir
exactamente, pero me alegro por ella de todos modos. —Eso es genial ¿es un
jugador? —Ya hemos aclarado que ama a los jugadores de fútbol.
Pone los ojos en blanco dramáticamente. —Sí. ¡Tantos músculos!
Riendo, evito el tema de Jason y le presento Sienna a Bree. En mi visión
periférica, veo pasar a Zoe con un grupo de sus amigas gatunas, que me miran
fijamente y susurran.
Quiero mostrarles el dedo corazón y preguntarle a Zoe qué demonios le
hice. Ella hizo que me despidieran de mi trabajo de tutora, ¿y aun así me sigue
molestando? Por un breve momento me da nauseas, es como si estuviera de
nuevo en la preparatoria, y los chicos populares se estuvieran burlando de mis
cosas regaladas y mi ropa de segunda mano.
Molesta, estoy a punto de irme antes de llegar tarde a mi trabajo en
Archer, cuando Bree saca su teléfono y estrecha los ojos en la pantalla.
—Rider dice que ha estado tratando de contactarte. —Me mira, entonces
a Sienna y de nuevo a mí—. Ya sabes, para esa tarea.
Acordamos que limitaríamos el círculo de confianza de Poppy por tanto
tiempo como fuera posible, pero se siente extraño no decirle a Sienna. Aun así,
no es mi secreto.
Saco mi teléfono. —No tengo mensajes de él.
Desde que hice a los chicos enviarme por correo electrónico sus rutinas
diarias para poder hacer el horario de niñeras, solo me he comunicado con él en
correos de grupo.
77
Voy a hacer cualquier cosa para evitar hablar con Rider en este momento,
especialmente desde que los chicos están trabajando en su “lista de mamás” y
tratando de reducir sus posibilidades. Eventualmente pusieron la lista en un
pizarrón blanco, pero los hice usar apodos anónimos para que ninguna pobre
chica inocente sea arrastrada en el drama.
Si no estuviera tan molesta por todo, los seudónimos me harían reír. Con
nombres como Harley “me corro” Quinn, Gatúbela Estilo Perrito, y mi favorita,
Súper Tetas & Culo, no estaría sorprendida si todos tuvieran un fetiche de
superhéroes.
Me propuse salir antes de llegar a Rider. Lo último que necesito en mi
vida es una lista de las chicas con las que ha acostado.
Bree me codea. —Rider. Necesita hablar contigo. Dijo que trató de
enviarte un mensaje.
Hablando del diablo.
Dándole la vuelta a mi teléfono le muestro mis mensajes. —No tengo
nada de él.
Pero entonces me detengo porque…
—Espera. —Ups—. Olvidé desbloquearlo.
Los ojos de Sienna se amplían. —¿Estamos hablando de Rider Kingston?
¿El vecino atractivo y atleta estrella? ¿Una cara para morirse? —No espera mi
respuesta—. ¿Por qué lo bloquearías?
Trago. —Fue hace años.
—¿Es por eso que le mostraste el dedo corazón el primer día que vine?
Pensé que estabas bromeando. —Parpadea lentamente—. Santa mierda, ¿fueron
compañeros sexuales? He oído que tiene un establo de chicas. Todas lo aman
pero se odian entre ellas.
Me tenso, odiando que me importe.
La insidiosa pregunta se mueve en el fondo de mi mente, y me pregunto
por qué no fue allí conmigo. Básicamente se folla a cualquiera con dos piernas,
pero yo no era su tipo. Sé que lo acusé de no querer follarse a una virgen, pero
no puedo evitar preguntarme si había más que eso.
—Él y yo nunca fuimos así. —Me gustaría decirle que fuimos más; que
éramos amigos, que nos lo pasábamos muy bien juntos y que me hizo volver a
sentirme optimista con la vida.
Pero, ¿qué sentido tiene? Se acabó antes de empezar.
Bree enlaza su brazo con el mío. —Gabby, no creas en los chismes. Rider 78
no es un mujeriego.
Sienna y yo le damos la mirada, la que dice que está llena de mierda.
—Está bien, él puede haberlo sido en el pasado, pero ya no es el mismo
jugador que era antes.
—Como sea. —Desengancho mi brazo de ella—. ¿Dijo lo que necesitaba?
Porque tengo que ir a trabajar.
—Creo que solo está estresado por el proyecto. —Poppy.
—Dile que me envíe un correo electrónico. Lo llamaré esta noche si es
importante.
Tal vez puedo salirme con la mía filtrando nuestras conversaciones por
correo electrónico.
Una chica puede esperar.
Traducido por Gesi
Corregido por Pame .R.
Para: GabbyGabs@LoneStar.edu
De: RideHim911@gmail.com 79
¿Podrías, por favor, desbloquearme? Necesito hablar contigo POR TELÉFONO.
O puedo esperar en tu puerta hasta que regreses a casa.
PD: ¿Olvidaste lo encantador y persuasivo que puedo ser?
Para: RideHim911@gmail.com
De: GabbyGabs@LoneStar.edu
Cálmate. NO HAY NECESIDAD DE GRITARME. Olvidé desbloquearte. Un
error simple. Pero estoy en el trabajo, así que esto tendrá que esperar hasta que llegue a
casa. Si se trata de los resultados de la prueba, todavía no los tengo.
PD: Debes haberme confundido con otra chica. No recuerdo nada
particularmente encantador sobre ti.
82
Me giro para encontrarme cara a cara con el chico que he estado tratando
de evitar toda la semana.
Y está aquí por Miranda. Como siempre.
Traducido por Vane’
Corregido por Julie
84
Bree de su trabajo en una escuela.
No entiendo por qué querría trabajar con estos imbéciles, pero si alguien
puede salir adelante con una Central Snob, Gabby puede hacerlo. Después de
verla hacer su magia en Poppy y una casa llena de idiotas, esa es una mujer que
nunca subestimaré. Probablemente tendrá a estos idiotas comiendo de su mano
en poco tiempo.
El viaje a casa de Miranda es tenso. Ya no sonríe.
—Rider, vamos —se queja—. No hablabas en serio. —Agita su mano
como si lo que quiero no importara.
—En realidad sí lo dije en serio. —Mi agarre se aprieta en el volante—.
Nos hemos divertido, Mira, pero necesito concentrarme.
Pasa su dedo por mi cuello y yo resisto la tentación de apartar su mano
de una palmada. —Siempre te pones tan malhumorado durante la temporada.
¿Qué tal si solo follamos los fines de semana? Ambos estamos estresados y nos
desahogaremos juntos. No se requieren otras obligaciones.
No señalo cómo se supone que no debemos tener ninguna obligación
más allá de usar condones cuando follamos, un acuerdo que ella dijo que era
“perfecto” cuando comenzamos a hacer lo que sea que sea esto.
—Por muy tentador que suene —miento, porque estar con Miranda en
este momento es sofocante, pero no quiero herir sus sentimientos—, creo que
deberíamos ser amigos y tomar caminos separados.
Entre las clases, práctica, tarea, partidos y un maldito bebé en casa, no
puedo soportar una cosa más. Gracias a Dios, se supone que obtendremos los
resultados de paternidad en cualquier momento. Será una cosa fuera de mi
plato. Pero no me siento cómodo compartiendo nada sobre Poppy con ella, así
que me guardo esa mierda para mí.
Una risa enojada sale de ella. —¿Solo amigos? Rider, no hemos sido “solo
amigos” en años, ¿y quieres empezar ahora?
He evitado las relaciones durante años para evitar el drama y, sin
embargo, aquí estamos.
Apenas contengo el gruñido en mi voz. —Acordamos mantener las cosas
informales, tu sugerencia, de hecho, pero si soy sincero, ya no entiendo esa
vibra tuya. Así que me retiro respetuosamente, ¿de acuerdo?
Conducimos en silencio hasta llegar a su casa, donde se desliza y golpea
la puerta de mi auto detrás de ella.
Estoy tan aliviado de que se haya ido, que casi me río, lo que debería
decirme todo lo que necesito saber sobre esa relación. Es una carga. Y no puedo
permitirme más de esas. 85
Cuando aprieto el acelerador, sé que necesito localizar a Gabby. Por
suerte para mí, sé exactamente dónde vive.
Traducido por AnnyR’
Corregido por Julie
Después de lo que pasó hoy en Archer, estoy ansioso por hablar con
Gabby. Dejo mi bolsa de gimnasia y mis libros en mi habitación y me dirijo
directamente a la puerta cuando Tank me detiene.
—¿A dónde vas?
—Enfrente. ¿Necesitas algo?
86
—¿No recibiste el mensaje de texto de Gabby? Viene en camino. —Hace
una pausa, levantando las cejas—. Con los resultados.
¿Los resultados?
Mierda, los resultados de paternidad.
El sudor estalla en mi cuerpo cuando saco mi teléfono. Efectivamente,
hay un texto grupal para encontrarnos aquí en diez. No tengo tiempo de
maravillarme por haber sido desbloqueado porque Gabby podría estar soltando
una bomba atómica en mi vida en un par de minutos.
—¿Te dio algún detalle?
Tank le hace un gesto a Bree, que está en el sofá, haciendo rebotar a
Poppy en su rodilla. —Está imprimiendo todo.
Mi corazón quiere salir de mi pecho. —¿Hay una coincidencia?
Bree asiente lentamente. —Sin embargo, ella no sabe con cuál de ustedes,
porque solo están identificados por un número. Me dijo que no se siente
cómoda sabiendo los resultados antes que el padre, por lo que no ha mirado
para ver el nombre de quién coincide.
En los siguientes cinco minutos, todos mis compañeros están sentados en
la sala de estar, incluso Trevor y Johnson. Puede que no lo digan, pero como no
están bromeando y haciendo tonterías, supongo que vinieron para ofrecer
apoyo. Ben está enviando mensajes de texto en su teléfono, siendo su versión
cerrada habitual.
Alguien abre una caja de donas y, de repente, esto me recuerda al grupo
con el que mi padre se reúne una vez a la semana. Bueno, cuando va.
Miro a Poppy, que se ríe, totalmente inconsciente de que uno de nosotros
está a punto de ser golpeado por un maremoto que alterará su vida esta noche.
La culpa se acumula en mi pecho. Apenas he pasado tiempo con ella. La
prima de Bree se hizo cargo de mis turnos de niñera esta semana a cambio de
un botín de fútbol firmado para sus hermanos.
Pero hay una buena posibilidad de que no sea mía, me recuerdo.
He visto a la única amiga con la que me enrollaba más o menos por esa
época, y no creo que haya podido tener una hija y seguir paseando por el
campus con el aspecto de una muñeca Barbie.
Además, Knox nos dijo el otro día que se preguntaba si había dejado
embarazada a esa chica a la que llamaba Supergirl Tetas Grandes, ya que hacía
tiempo que no la veía por el instituto. Es rubia y encaja en la línea de tiempo.
Excepto…
Veo a Knox meterse media dona en la boca. 87
Algo sobre mi compañero de equipo echando chocolate en su boca como
si no hubiera comido en una semana me recuerda a…
Me recuerda a…
Maldita sea.
Cierro los ojos y me vuelvo a hundir en el sofá e intento recordar aquel
verano. Estaba cabreado con mi padre y volví para hacer un poco de ejercicio
físico con los chicos que se encontraban por allí.
Pasamos el rato. Ordenamos comida. Llamé a unos amigos. Fuimos a
nadar. La mierda se puso ruidosa, más ruidosa que de costumbre, incluso para
nosotros.
—Knox, ¿recuerdas la fiesta que tuvimos? Fue como a finales de junio. Y
una chica hizo esos brownies “especiales”.
Gime. —Hermano, comí como una docena y me desperté en el jardín de
una señorita en la calle, desnudo, con algunas margaritas decorando mis bolas.
Asiento lentamente mientras siento que la sangre se drena de mi cara.
Durante la temporada, somos bastante buenos para abstenernos de cualquier
cosa ilegal, ya que nos someten a pruebas de detección de drogas al azar. Nadie
quiere ser expulsado del equipo. Sin embargo, como era verano, a ninguno de
nosotros le preocupaba.
Lo que les dije a los chicos el fin de semana pasado era cierto. Nunca
follo sin condón.
Pero esa condición supone que esté jodidamente consciente.
Me aclaro la garganta. —¿Es posible que hayamos terminado con una de
las chicas esa noche…?
La habitación se queda en silencio. Solo Knox, Olly y yo estuvimos aquí
ese fin de semana.
Ben deja escapar un suspiro. —Gracias a Dios tuve que ir a esa boda.
A Olly parece que los ojos se le fueran a salir. —Me olvidé de esa fiesta.
—La mierda que comimos fue tan fuerte que me olvidé de todo el fin de
semana —admito cuando la puerta principal se cierra de golpe y Gabby entra
en la habitación.
Supongo que con todas sus idas y venidas gracias a Poppy, se sentía
como en casa.
Mira alrededor de la habitación. —Siento que estoy interrumpiendo algo.
Bree se mueve y le hace espacio en el sofá junto a Olly. —Creo que los
chicos podrían haber encontrado el fin de semana de la concepción. Ben salió de
88
la ciudad, por lo que ahora potencialmente nos quedamos con Rider, Olly y
Knox. Pero Ben, deberías igual comprobar tu prueba.
Él asiente, pero es evidente por su expresión que cree que está fuera de
peligro.
Gabby le da a su hermano una débil sonrisa. —Está bien, bueno, antes de
ver los resultados, Bree y yo queríamos hacerles saber a todos que estamos
felices de ayudar independientemente de quién sea el padre.
Olly engancha un brazo alrededor de su hombro y la abraza con fuerza.
—Eres increíble, en caso de que no te lo hayamos dicho últimamente. Ninguno
de nosotros habría sobrevivido esta semana sin ti y sin Bree.
La cara de Gabby se sonroja y le da una sonrisa tímida. —Gracias.
¿Qué demonios?
Quiero quitarle de encima a mi compañero de equipo a Gabby, un dedo
roto a la vez. También me estoy castigando por no felicitarla. Por supuesto, esas
son palabras que debí haber ofrecido en mi nombre y en el de mis compañeros
de cuarto. Soy el capitán del maldito equipo. Siempre pierdo el equilibrio con
esta mujer.
Y ahora mismo, tiene un bolígrafo metido en un moño desordenado, una
falda negra, tacones. ¿Eso es una curita de Bugs Bunny en su rodilla?
Reanudo mi análisis de su cuerpecito caliente. Sus tetas presionan contra
esos botones blancos en su pecho. Es flexible en todos los lugares correctos y
deliciosamente curvilínea en otros. Y está a punto de leer los resultados de
paternidad, sobre todo. No sé si quiero follarla en la mesa de café o salir por la
puerta trasera.
Se aclara la garganta mientras reparte trozos de papel doblados con
nuestros nombres escritos con lo que debe ser su letra. —No maten al
mensajero, ¿de acuerdo?
Knox lo abre, salta y aúlla, una sonrisa gigante ilumina su rostro. Mierda.
Realmente esperaba que Poppy fuera suya.
En mi visión periférica, Olly choca los cinco con Knox y mi estómago cae.
Abro mi hoja y escaneo los resultados.
Madre: No se ha comprobado.
Presunto padre: Probabilidad de paternidad 99,99999%
Maldita sea.
89
Arrugo el papel en mi puño. Tardo varias respiraciones profundas antes
de poder levantar la vista.
Todos me observan con distintos grados de preocupación y lástima en
sus ojos.
Volviéndome hacia Gabby, le pregunto: —¿Hay alguna posibilidad de
que estén etiquetados correctamente? Hiciste cuatro pruebas ese día.
—Me viste sacar la muestra, colocarla en el recipiente y sellarlo en su
envase individual —dice en voz baja, con la mayor delicadeza con la que me ha
hablado—. Luego lo etiqueté en mi hoja para no confundir los códigos. Repetí
esas acciones para cada uno de ustedes. Así que no, no creo que los haya
etiquetado mal. Puedo enseñarte mis notas si quieres. También puedes hacer tu
propia prueba de paternidad, por supuesto.
Que me jodan. Tiene razón. La recuerdo tomando notas entre cada uno
de nosotros. Gabby siempre ha sido increíblemente capaz, pero esta semana
todos supimos que es una fuente inagotable de organización.
Me paso las manos por el pelo. —No, lo siento. No dudo de tu atención
al detalle. Solo estoy tratando de darle sentido a esto.
—En realidad, es posible que desees realizar una prueba de paternidad
formal, por razones legales.
Asiento, sin escuchar nada más que los latidos de mi corazón.
La bebé arrulla y ríe, llamando mi atención. Un pequeño mechón de pelo
rubio sobresale de su cabeza mientras intenta zafarse de los brazos de Bree.
Alguien le ha hecho un moño, pero ahora cuelga de lado.
Me dedica una amplia y desdentada sonrisa y, con el corazón en la
garganta, me doy cuenta: Mierda, tengo una hija.
90
Traducido por -queen-ari-
Corregido por Julie
92
una casa de acogida y acabe con unos completos desconocidos o que se quede
aquí, donde todos podemos quererla? ¿Donde puedo vigilarla y asegurarme de
que la cuidan bien?
Bree me ha dicho que Rider se ha escapado de su horario de custodia
esta semana, así que no ha tenido la oportunidad de conocerla como el resto de
nosotros.
¿Pero qué esperaba? Estamos hablando del capitán del equipo de fútbol,
el mariscal de campo estrella, el mismísimo Señor Popularidad. La gente se
inclina por él a diestro y siniestro. He oído que tenía un grupo de chicas que
tomaron notas por él la primavera pasada cuando tuvo un pequeño esguince de
muñeca. Internamente, pongo los ojos en blanco.
Supongo que ha llegado el momento de una llamada de atención.
Antes de que pueda disuadirme yo misma, le quito la bebé a Bree y me
siento junto a Rider. —¿Quieres alzarla? Te prometo que no te morderá. Bueno,
no tiene dientes, así que si muerde, no te dolerá.
No se ríe. De hecho, la expresión devastada de su rostro estúpidamente
apuesto me hace querer darle un abrazo.
Toda mi irritación con él desaparece.
Puede que no pueda evitar lo que siente en este momento, pero puedo
echarle una mano hasta que se las arregle.
Hasta que no me necesite.
Por alguna razón, que no me interesa evaluar, eso no me hace sentir
mejor.
Hablo en voz baja, como si le hablara a un animal herido. —Te necesita,
Rider. No tiene a nadie más. A ninguna otra persona en la faz de este planeta, y
hablo por experiencia cuando digo que esa es una sensación terrible. —Le doy
un minuto para que lo considere y luego vuelvo a preguntar—: ¿Quieres
abrazar a tu hija?
Finalmente, nuestros ojos se conectan y él parpadea. Se aclara la
garganta. —Sí, sí, sí, quiero.
93
Traducido por AnnyR’
Corregido por Julie
De acuerdo con lo que Gabby nos contó sobre la gestación, esto de hacer
bebés lleva aproximadamente treinta y siete semanas. Esos son nueve meses y
cambios para acostumbrarse a la idea de engendrar otro ser humano.
He tenido unos diez putos minutos. O menos de una semana si se cuenta
cuando aterrizó en nuestra puerta.
Ninguno de los cuales proporciona tiempo para enfrentarse a este tipo de
94
situación.
De repente, todo lo que puedo escuchar son las advertencias de mi padre
de que usara preservativo todas las veces. Que sería el mayor error de mi vida si
embarazase a una chica. Que lamentaría tener un hijo tan joven.
Pero se siente mal decir que me arrepiento de mi hija. En el fondo de mi
mente, me pregunto si así es como se sintió mi madre antes de partir. Si se
arrepintió de tenerme. A juzgar por el hecho de que no la he visto en tres años,
es una gran posibilidad.
Me sacudo esos viejos recuerdos y trato de concentrarme en la situación
que tengo frente a mí. El fútbol me ha enseñado a compartimentar. Cómo meter
mierda en una caja para mantener la cabeza en el juego.
Pero al pensar en cómo se supone que debo equilibrar el fútbol, la
escuela y una niña, entra el pánico.
Maldita sea. Tengo una hija. Una personita viva y que respira de la que
soy responsable. ¿Cómo es posible? ¿Por qué el universo me daría un bebé? La
única mascota que he tenido fue un pez dorado, que murió después de una
semana. No soy un buen candidato para la paternidad.
Gabby coloca a Poppy en mi regazo y me dice que la sostenga con
firmeza. —Ella puede estar un poco inestable. No asumas nada sobre sus
habilidades hasta que lo veas tú mismo. De lo contrario, se caerá de la cama o
algo igualmente terrible.
Asiento. —Claro. Agarrarla.
Gabby me toca el brazo. —Escucha, les voy a dar a los dos unos minutos.
Tengo que irme a casa, pero volveré en un rato. Supongo que quizás quieras
hablar sobre su horario y puedes hacerme cualquier pregunta, como, no sé, un
repaso sobre cómo cambiar un pañal. —Sus labios se tuercen en la primera
sonrisa que me ha dirigido en tres años.
—Gabby. —Agarro su mano—. Olly tenía razón. Has sido increíble. No
sé cómo agradecerte ni cómo te voy a pagar por todo esto.
Lo que me recuerda cuánto dinero les debo a mis compañeros de cuarto.
Por toda esa mierda de bebé que compramos el fin de semana pasado y esas
pruebas de paternidad. Por no hablar de los gastos de tramitación y del envío
urgente.
No tengo ni idea de dónde voy a conseguir esos fondos. ¿A cuánto
aumentó ya? ¿Unos mil? Por lo menos. Dios mío.
Gabby va a decir algo, pero vacila, luego me aprieta la mano. —Adoro a
tu hija. Haré todo lo que pueda para ayudar. 95
Cuando se pone de pie, la suelto de mala gana y la veo irse. Tengo tantas
cosas que quiero decirle, pero ahora mismo estoy demasiado jodido para pensar
por dónde empezar.
Bajo la mirada mientras Poppy tira de mi camisa. Sus grandes ojos
verdes me miran parpadeando y juro que mi corazón da un vuelco. Quizás dos.
Por un momento, todo en mi cabeza se calma.
Suavemente, paso un dedo por sus mejillas regordetas. Por un mechón
de su cabello rizado. Sobre su perfecta nariz de botón. Es una belleza.
—Oye, Poppy. Entonces eres mía, ¿eh? Lo siento, pequeña. Supongo que
ahora estás atrapada conmigo.
La hago rebotar sobre mis rodillas un poco, como vi hacer a Bree antes, y
ella me da una sonrisa babosa.
Como le gusta decir a mi entrenador, es hora de crecer. Rápido.
Traducido por -queen-ari-
Corregido por AnnyR’
99
Traducido por Vane’
Corregido por AnnyR’
100
hizo para mí.
Está siguiendo mi horario de partidos. No esperaba eso. Tampoco esperaba
lo jodidamente feliz que me haría.
Sin embargo, no estoy seguro de qué hacer con eso. La gente me dice este
tipo de cosas todos los días, que siguen mis partidos.
Pero nunca me hizo sentir así. Como si pudiera conquistar el universo.
Antes de perder la cabeza por una chica que tal vez solo sienta lástima
por mí, me levanto del sofá mientras trato de no empujar a Poppy. Deja a los
bebés dormidos acostados y todo eso.
Una sonrisa tira de mis labios de nuevo cuando pienso en cómo Gabby
básicamente me dijo que me dejara de quejar y tratara con ello.
Está en lo correcto. Mi cabeza daba vueltas, pero después de su pequeño
discurso de amor duro, me siento más como yo.
Perspectiva. Eso es todo lo que necesitaba.
Por supuesto.
Después de todo, las mujeres tienen bebés todos los días. Probablemente
cada minuto de cada día.
En serio, ¿qué tan difícil puede ser un bebé pequeño? La sostengo con un
brazo, por el amor de Dios. Es del tamaño de una bola de boliche o un gato
grande. Demonios, comimos una pizza la semana pasada que pesaba más que
esta niña.
Tengo esto totalmente controlado.
Mientras repaso los planes en mi cabeza, subo las escaleras hasta mi
habitación.
Voy a arropar a Poppy y a dormir bien. Aniquilaremos a Clemson
mañana, acabaré mi ensayo el domingo y el lunes estaré con los ojos brillantes y
descansado.
No. Es. Para. Tanto.
101
Traducido por Anna Karol
Corregido por AnnyR’
106
Traducido por Miry
Corregido por AnnyR’
108
Me giro hacia Ramona para evaluar su reacción, pero no espero las
palabras que salen de su boca.
—Escucha, me voy a vivir con mi novio.
La miro como si le hubiera salido un par de extremidades extra.
—¿Tienes novio? ¿Desde cuándo?
—Desde el año pasado.
Oh, Dios mío. ¿Cómo es que no sabía esto?
—¿Por… por qué no lo traes nunca?
—Odia a la gente más que yo. —Se encoge de hombros y se pone de
pie—. Así que tienes dos semanas para encontrar otra compañera de cuarto.
¿Qué demonios? —¿Qué pasa con el contrato de arrendamiento? Estás en
él.
—No, no lo estoy.
—Sí, lo estas.
—No, estoy en nuestros contratos de arrendamiento de segundo y tercer
año, pero tuve que salir de la ciudad el fin de semana que lo renovaste en mayo
pasado, y ninguna de las dos le dio seguimiento.
¿Cómo es eso posible?
Tuviste ese episodio de hipoglucemia, te desmayaste y aterrizaste en la sala de
emergencias. Así es como pasó.
Necesitando un minuto, me siento en el borde del sofá antes de soltar a
Poppy.
Ramona comienza a dirigirse hacia su habitación y le digo que espere.
—Solo quiero ser sincera. Me siento un poco robada en este momento.
Pensé que éramos amigas. —Quizás no buenas amigas, pero Dios, está a punto
de abandonar nuestro contrato de arrendamiento. Independientemente de lo
que diga, sé que comprende que está mal.
—Necesito algo de espacio. —Su expresión permanece impasible a pesar
de que me encuentro absurdamente aplastada de que me abandone—. Tiendes
a micro gestionar todo.
Abro la boca, pero solo sale un chillido. Maldición. —Yo no micro
gestiono. Cumplo con lo que decidimos.
—Lo que sea. Dos semanas deberían ser tiempo suficiente para encontrar
a alguien nuevo. —Y con eso, desaparece en su habitación.
Sienna se acerca sigilosamente. —Guau, eso fue bastante perverso de su
parte. —Cuando ve mi cara, jadea—. Au, no llores.
—No lloro. —Excepto, maldita sea, sí lloro, y eso me enoja más. 109
Coloca su brazo sobre mis hombros y me da un abrazo. Poppy se mueve
entre nosotras.
Me aparto antes de sofocar a la bebé y me limpio los ojos. —A veces me
cuesta mucho… cuando la… la gente se va. —Al menos eso es lo que me dijo
una vez un terapeuta escolar—. Ansiedad por separación o alguna mierda. —
Supongo que es por eso que el que Rider cortara lazos conmigo en ese entonces
me dolió tanto.
En el fondo, sé que no es razonable llorar por esto. Ramona y yo nunca
fuimos cercanas. No es como si pasáramos el rato juntas. Pero para una chica
que no tiene muchos amigos o familiares, fue alguien constante en mi vida
desde el comienzo del segundo año.
Unas horas más tarde, esa ansiedad me hace levantar el teléfono para
llamar a mi tía, lo que probablemente agravará la herida. Excepto que necesito
algo. Alguien familiar para castigarme. Una voz familiar. Alguien que pudiera
amarme. Incluso un poco.
Después de acostar a Poppy para que duerma la siesta, me acurruco en
mi cama y marco.
Excepto que no responde. Nunca lo hace.
Traducido por JaviFran
Corregido por Pame .R.
111
Otra capa de vergüenza se apodera de mí cuando me doy cuenta de que
no tengo ni idea de dónde está en este momento. Le dejé a Gabby los detalles de
quién la cuidaría hoy, y aunque confío en ella, ser un padre ausente suena tan
malo como ser negligente.
Componte, hombre.
Me detengo junto a la acera y enciendo mi teléfono, que siempre apago
antes de un partido. Aunque ahora con Poppy en mi vida, probablemente ya no
debería hacer eso.
Me toma un minuto hallar la carpeta en línea con el horario actualizado
de niñeras que Gabby me hizo. Cuando se abre, toda la próxima semana está
completa con nombres y números de teléfono. En una pestaña separada, hallo
los nombres listados alfabéticamente con las direcciones de las personas, notas
sobre su experiencia como niñera y quién todavía necesita firmar acuerdos de
confidencialidad. Es básicamente todo desde la carpeta, pero ahora la gente está
programada y todo está en la punta de mis dedos. Cristo. Algún día tendré que
comprarle a esta mujer una casa o un coche de lujo para agradecerle.
Luego de una llamada a Bree, quien se supone que debe estar cuidando a
la bebé, descubrí que terminó quedándose con Gabby todo el día porque Bree
contrajo un virus estomacal y no quería contagiarlo. Ella se disculpa por no
actualizar el formulario.
Miro el reloj en mi tablero, Gabby la ha estado cuidando desde las ocho
de esta mañana. Entonces... doce horas. Maldita sea. Debe estar tan agotada
como yo.
Decidiendo que necesito invitar a esta chica a algo especial para darle las
gracias, doy una vuelta en U para poder recogernos una pizza. Lo mínimo que
puedo hacer es alimentarla.
Llamo para no tener que esperar mucho. Ordeno su favorita. O al menos
la que solía ser su favorita.
Frunzo el ceño al darme cuenta de que ya no conozco a Gabby. Quiero
decir, sé lo básico. Es muy lista y concentrada. Motivada. Todavía arruga la
nariz cuando está confundida. Todavía huele dulce, a azahar y mujer hermosa.
Cuando se pone a trabajar con una hoja de cálculo y un portapapeles, es muy
sexy.
Pero esa es la superficie. ¿Qué ha estado pasando en su vida desde que
fue mi tutora?
Me gustaría pasar tiempo con ella y averiguarlo. Si me deja.
Me acerco a mi casa y maldigo. No hay ningún lugar para estacionar
porque los muchachos invitaron a “algunos amigos”. Excepto que los autos se
encuentran estacionados a ambos lados de la calle a lo largo de toda la cuadra.
A regañadientes, estaciono detrás del coche de Gabby en la entrada.
112
Cuando llego a su puerta, me limpio las palmas de mis manos en los jeans antes
de llamar.
La puerta se abre y Gabby me hace callar antes de que pueda abrir la
boca.
—Por fin se durmió, y no quiero ir a la cárcel por estrangularte si la
despiertas.
Me río a la vez que me hace pasar a su sala de estar. Es pequeña pero
ordenada. Un sofá con estampado de rosas se encuentra frente a una pantalla
plana de tamaño modesto. El viejo piso de madera reluce y no hay ni una miga
en la mesa de café.
—Debes estar realmente asqueada por la falta de higiene en mi casa.
—No quería decir nada, pero me estremezco cada vez que escucho que
los chicos dejaron a Poppy jugar en el piso de allí.
Asiento lentamente. —Eso nos haría dos. ¿Quizás podrías prestarme un
trapeador? Tengo la sensación de que lo necesitaré después de la fiesta de esta
noche.
Su nariz se arruga. —¿Planeas llevarla a tu casa esta noche? Hay bastante
ruido allí.
Solo más mierda que no he considerado.
Cierro los ojos y dejo caer la cabeza hacia adelante. —¿Sinceramente? No
lo había planeado tanto. Si lo hubiera hecho, les habría pedido a los chicos que
festejaran en otro lugar. Dios, me siento estúpido.
Después de un incómodo silencio, me da una palmada en el brazo. —Un
bebé es mucho con lo que lidiar. Estás... estás haciendo tu mejor esfuerzo.
Le doy una sonrisa cansada. —Gracias. Lo estoy intentando.
—Oye, mira el lado bueno. Ganaste tu partido.
Mis labios se inclinan más hacia arriba. —Sí. —Mis ojos hacen un rápido
barrido por su cuerpo: camiseta ajustada, pantalones deportivos, calcetines
esponjosos. Lleva el pelo recogido en una coleta alta. No debería verse tan sexy
cuando está en ropa de entrecasa, pero lo hace. Sus tetas se tensan en la fina
tela. Con esta luz, casi puedo ver sus pezones—. ¿Viste mi partido?
Aparta la mirada. Mordisquea su labio. Se encoge de hombros. —Podría
haber visto algo.
—Mmm.
El hecho de que una brisa fuerte pueda excitarme en este momento me
113
recuerda cuánto tiempo ha pasado desde que me acosté con alguien.
Mirando a mi alrededor, busco a Poppy antes de hacer algo estúpido
como coquetear con la única persona que me está salvando el culo en este
momento.
—La puse en mi habitación. —Inclina la cabeza hacia el frente de la casa
donde abre una puerta. Dejo la pizza en la mesa de café y la sigo.
Un rayo de luz cae sobre mi hija, que está acurrucada como un burrito en
su practicuna.
—¿Cómo la haces dormir en esa cosa? —susurro. Tengo suerte de poder
lanzar hoy después de acunarla en mi cuerpo toda la noche.
Salimos a hurtadillas a la sala de estar. —Hoy la abracé mucho o la
acunaba contra mi pecho cuando estaba haciendo la tarea, que es seguramente
lo que terminaste haciendo anoche, ¿verdad?
—Esa chica estaba pegada a mí.
—Ya que ambos la tranquilizamos, creo que se siente menos insegura.
Así que... buen trabajo.
Me da una suave sonrisa, y tengo el impulso más fuerte de besarla.
Dejo escapar un suspiro, desesperado por ponerme en un estado de
ánimo firmemente platónico. —¿Tienes hambre? Traje tu favorita.
Está callada por un minuto. —¿Te acuerdas de mi pizza favorita?
—No suenes tan sorprendida. Compartimos algunas de estas en el
pasado. —Levanto la parte superior de la caja de pizza—. Pepperoni, aceitunas
negras y champiñones.
—Pensé que no te gustaban los champiñones. —Mira la comida y luego
se vuelve hacia mí.
—Alguien me convenció de que eran buenos con la pizza. —No menciono
que también se convirtió en uno de mis favoritos.
—No sabía que tenía el poder de afectar tu visión del mundo. —Se ríe y
agarra unos platos de papel antes de arrojar rebanadas en ambos y entregarme
el mío. Regresa trotando a la cocina para tomar un par de refrescos y se sienta
en el sofá donde me uno a ella.
En la televisión, se está emitiendo un programa de National Geographic.
—Todavía te encanta ponerte nerd, ¿eh?
Se sube las gafas y vuelve a sonreír. —Algunas cosas nunca cambian.
—¿Dónde están tus compañeras de piso? Tienes dos, ¿verdad?
Su sonrisa desaparece. —Una salió y la otra... —Se encoge de hombros de
nuevo.
—Bree me dijo que están disfrutando de su clase de literatura británica.
114
Sus ojos se iluminan. —Es muy buena. Leímos Una habitación con vistas la
semana pasada y vi la película, ambos me encantan. —Deja escapar un suspiro
de satisfacción.
Por alguna razón, se siente como si por fin estuviera bajando la guardia.
Estar con ella así hace que todo mi cuerpo se caliente, como si estuviera al lado
del sol. Es la maldita cosa más extraña que he experimentado. Estaba exhausto
cuando llegué aquí, pero estar cerca de ella me da una explosión de energía.
Trago saliva, recordando lo unidos que éramos en ese entonces. —Estoy
bastante seguro de que eres la única razón por la que aprobé composición de
primer año.
Cuando sus ojos se encuentran con los míos, sé que no es lo correcto por
alguna razón.
—No demos un paseo por el carril de la memoria, ¿vale? No es divertido
para mí. —Deja su comida—. Mira, te ayudaré con Poppy tanto como pueda,
pero no creo que pueda hacer esto.
Esto. En otras palabras, lo que sea que estemos haciendo ahora mismo.
Demonios, ni siquiera sé lo que estoy haciendo en este momento, excepto
que no puedo soportar la idea de no ser más amigo de esta mujer.
Comienza a levantarse.
—Gabby, espera. Por favor.
Cuando se vuelve hacia mí, tiene cautela escrita en todo su rostro. Odio
haber puesto esa reserva allí.
Es hora de hacer las cosas bien.
De hecho, hace tiempo que debí haberlo hecho.
115
Traducido por Auris
Corregido por Pame .R.
123
Traducido por Julie
Corregido por Pame .R.
¿Solo amigos?
¿En qué pensaba?
Una mirada a Gabby, y deseo no estar sosteniendo a mi hija.
124
Se me hace la boca agua. Y no porque me acabe de dar de comer un
buñuelo casero que se deshace literalmente en mi boca.
Me lamo el azúcar de canela de los labios mientras la veo moverse por la
cocina.
Gabby se sube las gafas por la nariz y me explica los utensilios de baño
que ha colocado junto al fregadero, que ha limpiado hace unos minutos. Tiene
el pelo recogido en un nudo desordenado en la parte superior de la cabeza y
lleva una camiseta con unos pantalones cortos, y juro que es lo más sexy que le
he visto nunca.
—Rider, ¿me estás escuchando?
—Sí, lo siento.
—Lo más importante es recordar que hay que tener todo lo esencial
preparado y al alcance de la mano antes de empezar. Porque no puedes apartar
tu atención de ella ni un segundo. —Me quita a Poppy de los brazos y la
desviste—. De hecho, nunca dejaría que nadie más la bañara. El ahogamiento es
la primera causa de muerte en niños menores de cuatro años.
Eso me produce un escalofrío.
—¿Qué? —Me mira fijamente de esa manera que me hace preguntarme si
puede ver dentro de mi cerebro.
—Tenemos una piscina y un jacuzzi. Ninguna de las dos tiene una valla
o algún tipo de barrera para niños.
Frunce el ceño. —No estará corriendo durante un tiempo, pero no está de
más tener una conversación con cualquiera que la esté cuidando en tu casa. ¿Tal
vez debas explicarles que no deben llevarla al patio trasero?
—Puedo hacerlo.
—También podríamos conseguir algunas puertas para bebés para que
puedas separar ciertas áreas solo para ella.
—Inteligente, sí. Es una buena idea.
Nos sonreímos el uno al otro, y me pregunto, no por primera vez, si tuve
una lesión en la cabeza el primer año que pasó desapercibida. ¿Por qué si no iba
a apartar a esta chica de mi vida? He pasado tiempo con muchas mujeres, pero
Gabby es la única que me ha hecho sentir así. Como si estar cerca de ella me
hiciera más. De alguna manera mejor. Más capaz.
Algo suena detrás de nosotros y nos giramos para hallar a su compañera
de piso, la que se parece a Merlina Addams, apilando cajas junto a la puerta
principal. En cuanto a las compañeras de piso, Sienna y Ramona no podrían ser
más opuestas si lo intentaran. Sienna se marchó hace un rato, dejándonos con la
chica que me mira con desprecio.
Le susurro a Gabby: —Siento que me odia.
125
Gabby baja la voz. —Te odia.
—¿Por qué?
Ramona nos mira mal y se va a su habitación.
—Los jugadores de fútbol le hacían bullying en el instituto, así que cree
que son unos imbéciles.
Eso apesta. Los matones son lo peor.
La próxima vez que sale, la llamo. —Oye, Ramona. Tengo un par de
entradas extra para nuestro próximo partido en casa. Si las quieres. Ya sabes,
para agradecerte que me dejes dormir en tu sofá.
Me mira durante diez segundos antes de decir: —Sí, puedes metértelas
por el culo —y desaparece por el pasillo.
—Qué duro —murmuro y me vuelvo hacia Gabby, que me sonríe con
simpatía.
—Has sido muy amable. —Sus ojos son suaves, y cuando enreda su dedo
meñique en el mío, siento que he hecho algo bien ahora mismo a pesar de la
paliza verbal de su compañera de piso.
Un cálido chorro de líquido golpea mi brazo, y nos giramos para ver a
Poppy reírse.
—Oh, Dios. —Gabby se ríe y cubre la entrepierna de mi hija con un
pañal—. Lo siento. Oye, no es una fiesta hasta que el bebé te hace pis encima.
Me río y agarro unas toallas de papel para secarme.
Después de mostrarme cómo comprobar la temperatura del agua con el
codo, Gabby sienta a la niña en el agua poco profunda. Mi hija chilla, ríe y
chapotea. Es un alivio ver que lo disfruta.
Esta mujer hace que esto parezca fácil, y un enorme nudo de tensión se
deshace en mi pecho al saber que está al otro lado de la calle si tengo una
emergencia. Porque seamos sinceros, no tengo ni idea de niños.
El hecho de que me sienta tan atraído por ella tendrá que pasar a un
segundo plano. Tengo cero margen de error aquí. Ella tiene razón. Poppy debe
tener prioridad sobre todo lo demás. Y eso significa comer, respirar y dormir
fútbol cuando no esté con mi hija para poder llegar al draft. Tengo que cerrar
este barco y concentrarme en llegar a la meta. Por mi bien y el de Poppy.
Para cuando terminamos de bañarla, hay agua por todas partes. En el
piso, en la encimera, en nuestra ropa. Ambos estamos empapados. En realidad,
la única seca ahora es la niña, que está vestida con un enterizo, tratando de
comerse el pie, mientras le secamos el pelo con una toalla. 126
Le doy un buen vistazo a Gabby con una camiseta mojada que sin dudas
pertenece a mi salón de la fama de las fantasías. Sus pechos redondos y firmes
con esos pezones rígidos casi me hipnotizan, y tengo que apartar la vista para
cambiar el creciente aprecio en mis vaqueros.
Afortunadamente, la necesidad de cuidar a una hija hace que se desinfle
al instante.
Estamos conversando cuando le pregunto: —¿Cómo van las clases
particulares? Ya no te veo en el mostrador de circulación. —Ahí es donde todos
los tutores esperan sus citas.
Sus labios sonrosados se tuercen. Abre la boca para hablar, pero la cierra
de nuevo cuando un rubor le sube por el cuello.
—¿Qué? ¿Ha pasado algo?
Suspira. —¿Recuerdas cuando me enfermé en mayo?
Me alegra que haya sacado el tema. Quería preguntarle cómo se sentía.
Me dio mucho miedo verla desmayarse. Un minuto estaba bien, ocupada en
ignorarme en tanto se dirigía a su coche. La vi tantear las llaves durante un
minuto, limpiarse la frente y, cuando parpadeé, estaba en el suelo. —Por
supuesto. ¿Está todo bien ahora?
Asintiendo, apoya a la bebé en su cadera. —Estoy bien, más o menos,
pero tuve que faltar al trabajo. Llamé cada día, como se supone que uno debe
hacer, pero la chica que recibió los mensajes nunca se los pasó a mi jefe, y me
despidieron.
—Dios, eso apesta. Porque eres una gran tutora. —No lo digo por decir.
Se preocupa de verdad por los alumnos con los que trabaja y les explica las
cosas para que las entiendan. Nunca sentí que me hablara con desprecio. Ni una
sola vez. Aunque era obvio que es una pequeña cerebrito y yo tengo algunas
carencias en esa área.
—Gracias. Te lo agradezco. —Sonríe tímidamente, y mis ojos bajan a su
boca que de repente me muero por besar. Cuando se aclara la garganta, un
rubor rosado sube por su cuello—. Creo que yo también te debo una disculpa.
Mis cejas se levantan. —¿Por qué?
Su cara se vuelve carmesí. —Por haberte dado un portazo el pasado mes
de mayo. Fue... fue muy amable de tu parte traerme flores. Ojalá hubiera sido
más amable.
Me río de esta hermosa mujer que me está haciendo difícil mantener la
distancia. —Me alegro de que estés bien. Si pudiste dar un portazo, es evidente
127
que te sentías mejor. Eso es lo único que me importaba. Ahora estás mejor,
¿verdad?
Asiente y nuestros ojos se quedan fijos. Por un momento me pregunto
cómo serían las cosas si hubiera superado mis problemas con ella a mi lado. Si
no hubiera huido. Ahora sería mía. Ese pensamiento me hace sentir cálido.
Suena el timbre y me sacude de mi estupor inducido por Gabby.
—¿Puedes sostenerla? —me entrega a Poppy.
Cierto. Tengo una hija. Eso significa que no puedo perder la concentración.
Hago rebotar a mi hija, me dirijo a la sala de estar y me recuerdo que hay
una razón por la que las cosas no funcionaron entre Gabby y yo en el pasado.
Estamos en lugares diferentes. Probablemente siempre estaremos en lugares
diferentes.
—¿Qué haces aquí? —La voz molesta de Gabby me hace levantar la vista.
El imbécil de Jason está rondando en la puerta. Tiene dos cafés en las
manos. Todo en mí se eriza. Sobre todo cuando le mira las tetas.
¿Está mal que espere que ella también le cierre la puerta en la cara?
—Quería compensarte por el fin de semana pasado. Todo se estropeó y
me siento mal. No respondiste a ninguno de mis mensajes y después me
bloqueaste. Solo quería hablar y explicarme.
Ella debe darse cuenta de que él le está mirando su camiseta mojada
porque se cruza de brazos. —Apenas nos conocemos, Jason, pero lo que sí sé es
que no somos realmente compatibles. —Sus palabras son directas, pero su voz
es amable, aunque ese idiota no merece su compasión.
—¿Cómo puedes decir eso?
—Si tuviéramos algo especial, no te habrías enrollado con otra chica diez
minutos después de dejarme.
Qué cabrón.
Empieza a cerrar la puerta, y él lanza su brazo para mantenerla abierta.
—¡Gabby, nena, no fue así!
No es tu nena, imbécil. Y si da un paso más hacia ella, voy a golpearlo.
—Jason, no me importa cómo fue. No me importa que hayas estado con
otra persona, y eso también es revelador. Ve a engancharte con quien quieras.
Adelante. Pero, por favor, exclúyeme de la escena.
—Pero nunca tuvimos la charla. Ya sabes, donde acordamos ser oficiales
y monógamos o lo que sea.
—¿En serio? Creo que cuando encuentras a alguien con quien realmente
128
quieres estar, no necesitas tener “la charla”. Si encuentras a la mujer adecuada,
te mataría enrollarte con cualquier otra. —Se encoge de hombros—. Tal vez
quiera a alguien que esté seguro de mí y no necesite esperar a ese tipo de
conversación para comprometerse conmigo. Porque en su corazón, sabe lo que
quiere y va por ello.
Dios, es hermosa. Me encanta el espíritu de esta mujer.
De repente, él me ve en el fondo.
—¿Qué carajo? ¿Ahora sales con Kingston? —Me mira—. No te ofendas,
amigo. Gran partido ayer, por cierto. Un segundo tiempo increíble.
Dios. Este tipo.
Gabby sacude la cabeza. —Con quién salgo no es de tu incumbencia,
pero él y yo somos vecinos.
Debe ver algo en mis ojos porque los suyos se estrechan. —¿Cómo
puedes estar con él y no conmigo? Probablemente se folló a una chica diferente
cada noche de la semana pasada.
Perdona, imbécil. Me follé la mano cada noche la semana pasada, muchas
gracias.
—La vida sexual de Rider no es de mi incumbencia, ni de la tuya.
¿Está mal que quiera que sea de su incumbencia?
—¿Tienes idea de lo que pasa en su casa? ¿Qué pasa en esas fiestas?
¿Sabías que llaman al baño del primer piso el “baño de las mamadas”? Nunca
te será fiel —sisea él.
—¿En serio, amigo? —Se le acaba de prohibir la entrada a las fiestas de
fútbol.
Hago rebotar a Poppy en mi regazo para no tener la tentación de cruzar
la habitación. Soy muchas cosas, pero no soy un tramposo. Después de que mi
madre le hiciera tantas putadas a mi padre, nunca sería capaz de mirarme al
espejo si alguna vez hiciera ese tipo de cosas.
—Rider es libre de acostarse con quien quiera, ya que no estamos
saliendo. Ahora, por favor, sal de mi porche.
Libre de acostarse con quien quiera.
Eso no me parece bien. La idea de acostarme con chicas al azar tiene cero
atractivo. No lo ha tenido por un tiempo, si soy sincero. Incluso mi situación
habitual de amiga sexual no me parece bien estos días.
Reflexiono sobre lo que ella ha dicho, sobre que no hace falta una
conversación para comprometerse con alguien, no si lo quieres lo suficiente.
Y empiezo a preguntarme si Gabby cumple ese criterio, lo quiera o no.
Excepto que no estoy en posición de perseguirla. No importa lo mucho 129
que la quiera.
Traducido por Alessandra Wilde
Corregido por Pame .R.
131
mente despejada para nuestro partido como visitantes este fin de semana.
Mierda. Necesito que alguien la vigile mientras no estoy.
Da golpecitos con un dedo en su escritorio. —¿Esto es sobre una chica?
Nueve de cada diez veces, cuando tengo que llamar a uno de ustedes aquí, se
trata de una chica. —Se ríe.
De inmediato, me viene a la mente Gabby y casi estoy de acuerdo con él.
Excepto que no, me recuerdo a mí mismo.
Esperen. Supongo que tiene razón en cierto modo.
Joder, ya ni siquiera puedo pensar con claridad.
—Sí, se trata de una chica. —Hago una pausa. Respiro y trato de no dejar
que mis bolas se arrastren hacia arriba. Me preocupa decepcionarlo a él y al
equipo. No he hablado con mi propio padre en semanas; no me ha llamado
desde que casi vacié mi cuenta bancaria para pagar el alquiler y comprarle
alimentos. Pero Sully está aquí preocupándose por mí. Le debo la verdad—. Se
trata de mi hija.
Sus cejas se levantan. —¿Cómo dices?
—Tiene unos seis meses.
El silencio llena la habitación.
Mueve ese dedo de nuevo. —Supongo que por la expresión de tu rostro,
te acabas de enterar.
Asiento. El hombre siempre sabe cosas.
—Eso es... —Está callado por otro largo minuto. Maldita sea, dejé al
hombre sin palabras, lo cual es difícil de hacer. Me preparo para el sermón que
seguramente vendrá.
Se aclara la garganta. —Supongo que esto amerita mis felicitaciones. —Es
mi turno de sorprenderme—. Hijo, hay pocas cosas en la vida de un hombre tan
especiales como tener un hijo.
Y continúa dándome la charla de ánimo que no sabía que necesitaba.
Cuando me acompaña fuera veinte minutos después, me da una
palmada en el hombro. —¿Está la mamá del bebé cerca para ayudar? —Sus
labios se levantan a un lado—. Escuché que los jóvenes usan ese término.
—No, señor. No lo está, pero, eh, tengo una amiga que me ha estado
ayudando.
—Una amiga, ¿eh? —Sus pobladas cejas se arquean—. ¿Una chica?
Asiento lentamente.
Parece que quiere decir más, pero no lo hace. Extraño. El entrenador
nunca se detiene. 132
Pero conoce la situación de mi familia lo suficientemente bien como para
no preguntar si mis padres pueden echar una mano. Una bola de nieve tiene
más posibilidades en el infierno que mi padre manteniéndose sobrio el tiempo
suficiente para cuidar niños.
En cambio, Sully me da otra palmada en el hombro. A pesar de la charla
motivadora que acaba de darme, se ve un poco triste. Incluso resignado. Un
nudo de pavor se forma en mi estómago.
Lanza un profundo suspiro y me da una pequeña sonrisa. —Bien. Bueno,
supongo que sabes que esto significa que será mejor que te vayas a la cama a
tiempo todas las noches. No te entretengas o nunca descansarás lo suficiente.
Recuerdo cuando mi Beth Ann solía despertarse a todas horas. Fue un infierno.
—Se ríe—. No te envidio, pero eres joven. Saludable. Puedes hacerlo. Solo ama
a esa niña y mantente enfocado en ella y en la escuela, y estarás bien.
No es hasta que estoy en mi auto, conduciendo a casa, que me doy
cuenta de que no mencionó que me concentrara en el fútbol.
Pero también debe haberse referido a que me concentre en el deporte.
¿Verdad?
Mi entrenador vive para el fútbol. Debe saber que yo también, sin
importar mi nueva situación.
133
Traducido por Jadasa
Corregido por Julie
137
Porque esta versión sexy de padre soltero de Rider Kingston tiene escrito
por todas partes corazón roto, y no tengo planes de convertirme en su próxima
víctima.
Traducido por Auris
Corregido por Julie
Con un gemido, me estiro boca abajo hasta que puedo alcanzar la última
mancha de puré de manzana debajo de la mesa de la cocina. Estoy a cuatro
patas, a punto de levantarme, cuando otra cucharada aterriza junto a mí.
—Sienna, se supone que debemos llevar la comida a su boca. Juro que la
mayor parte está en el suelo. Recuérdame de nuevo por qué pensé que era una
buena idea. 138
—Dijiste que tener una barriga más llena podría ayudarla a dormir mejor
esta noche. O le daría diarrea. Es cuestión de suerte.
Uf, por favor que duerma bien esta noche.
—Creo que Rider sobreestimó cuánto comerá este fin de semana. —
Señalo la pirámide de frascos de comida orgánica para bebés en el mostrador
con un movimiento de mi brazo.
—Es demasiado apestosamente lindo, eso es lo que es. —Me guiña un ojo
y pongo los ojos en blanco. Sienna claramente es del equipo Rider. Después de
limpiar la mesa una vez más, mira a Poppy, que está atada a su asiento de
seguridad ya que todavía no tenemos una silla de comer—. Hablando de lindo,
¿todos los chicos con sus chaquetas de deportistas? ¡Fiu fiu! ¿Tengo razón,
Poppy, o tengo razón?
Reaccionando a la emoción en la voz de Sienna, Poppy aplaude,
salpicando puré de manzana por todos lados nuevamente. ¡Dios, ten
misericordia!
Aunque la envolvimos con una toalla, Poppy está cubierta, y me refiero a
cubierta de comida para bebés.
Sienna me golpea con el codo. —Deberías enviarle una foto de ella así.
—Buena idea. —Me lavo las manos y agarro mi teléfono—. ¡Poppers,
oye! ¡Sonríe para mí! Le enviaremos una foto a papá y él estará muy feliz de
verte. —Sienna y yo saltamos por la cocina como tontas, tratando de hacer
sonreír a la bebé.
Una hora más tarde, se encuentra limpia, cambiada y profundamente
dormida. Sienna y yo colapsamos en el sofá con un montón de agotamiento. Iba
a intentar hacer churros rellenos de natillas, pero estoy demasiado agotada.
Sienna gime. —¿Cómo es que estoy tan cansada? Son solo las siete. Se
supone que nosotras debemos agotarla, no al revés.
Bostezando, alcanzo mi taza de café. —No tengo idea, pero tengo que
encontrar la energía para hacer tarea esta noche. —Al menos es un tema que
disfrutaré: cómo el entorno de Lucy Honeychurch la influyó para que se
enamorara de George Emerson en Una habitación con vistas.
—Tienes superpoderes. Si alguien puede hacerlo, eres tú.
—Gracias. —Le sonrío a mi compañera de casa.
—Toma. —Me entrega una botellita marrón—. Es para concentrarse.
Leo los ingredientes. Aceite de coco. Menta. Clementina. Albahaca.
Algunos otros extractos.
—Son aceites esenciales. Frótalo en tus palmas y luego respira profundo 139
en tus manos de esta manera. —Muestra lo que intenta decir.
Lo pruebo. —Huele bien. Gracias.
—Mi mamá se cansó de que estuviera nerviosa por la cafeína, así que me
enganchó a los aceites esenciales.
—Qué buena idea. —Quiero decir, me quedo con el café, no nos
volvamos locos, pero qué amable de parte de Sienna compartir esto conmigo.
Ni en un millón de años hubiera imaginado que nos haríamos así de
amigas. No estoy segura de haber pensado que teníamos algo en común cuando
se mudó por primera vez. Sé que fui rápida en juzgarla como tonta y muy
“Nueva Era”2, pero cuanto más pasamos el rato, más me doy cuenta de lo
divertida e interesante que es. Incluso las cosas que le gustan son geniales.
Puede que no lo acepte todo, pero eso no significa que deba descartarla del todo
porque nuestros intereses son diferentes. A veces tengo que recordarme a mí
misma que no debo meterme en lo que no me incumbe.
Esta última semana, ha estado más por aquí. Creo que se sintió mal por
mí cuando Ramona me dijo que se mudaba. Después de que Rider se fue el
144
No pasar el rato más de lo necesario.
No abrazarla.
No besarla.
Y, en definitiva, no follarla.
Asumiendo que me lo permitiría.
Gimo cuando mi polla reacciona ante la idea.
—¿Puedes llamarla ya? —Tank se gira en la cama, envolviendo el
edredón a su alrededor.
—¿A quién?
—¿A quién crees, joder? A Gabby.
Me paralizo. —¿Cómo sabes que quiero llamarla?
Golpea la almohada, voltea la cabeza hacia mí, y me mira. —Has querido
llamarla desde que saliste de su casa esta mañana, y ni siquiera finjas lo
contrario. Y te lo pondré fácil. —Extiende el brazo hacia el otro lado de la cama,
agarra los auriculares, los conecta al teléfono, y desliza el dedo un par de veces,
hasta que la música resuena desde los parlantes. Se los pone en los oídos—. No
puedo oír nada —grita—. Ahora llámala así puedes concentrarte mañana.
Mañana. Porque tenemos un partido.
Joder. ¿Cuándo me he olvidado de un partido la noche anterior?
Nunca.
Presiono las palmas contra mis ojos.
Está bien. Llamarla ahora puede ser considerado como un preparativo para el
partido, porque si estoy así de jodido por la mañana, perderemos.
Responde al segundo timbre. —Rider. Hola.
No suena tan emocionada por hablarme como pensé.
Porque has estado tratándola como un idiota. De nuevo.
Ya estoy arruinando las cosas y ni siquiera la he tocado.
Tengo que mejorar. Puedo ser su amigo y no perder la cabeza, maldición.
—Hola. —Me aclaro la garganta—. ¿Cómo estuvieron las cosas hoy?
—Bien. Sienna y yo jugamos con Poppy toda la tarde, y se durmió a eso
de las siete. —Mientras responde, su voz es reservada. No habla de su día, algo
que por lo general hace cuando se trata de mi hija.
—Lamento no haberte llamado antes. Las fotos que me enviaste eran
adorables. Voy a tener que imprimirlas. —Me froto la cabeza—. ¿La gente aún
145
hace albúmenes para bebés? Vi que una mujer hablaba del tema en un blog.
—Es una idea genial. Estoy segura de que Poppy lo apreciará algún día.
Nos quedamos en silencio por un segundo, y odio la duda en su voz.
A la mierda. Quizás preguntarle va a aliviar la picazón que he sentido
toda la semana.
—¿Qué vas a hacer el domingo? ¿Quieres pasar el rato?
Al principio no dice nada, y me pregunto si me ha oído. Estoy a punto de
repetir la pregunta cuando responde.
—¿Quieres que cuide a la bebé? —me pregunta con suavidad—. Creo
que puedo hacer tiempo para que puedas hacer las tareas o lo que sea que
necesites después de…
—No, no es para cuidar a Poppy. Es para, ya sabes, pasar el rato. Tal vez
ordenar algo para almorzar o ver alguna película. Tengo que terminar algunas
tareas para el domingo, pero Bree dijo que cuidaría a Poppy por unas cuantas
horas, y me vendría muy bien hablar con un adulto de algo que no sea fútbol o
sarpullidos de pañales. Incluso podríamos ponernos algo nerds y ver el National
Geographics si quieres.
Se ríe, y el sonido me llena de calidez. O algo más. Sea lo que sea, se
siente increíble.
Esto es lo que he necesitado.
Sonrío como un idiota. —Te dejaré escoger lo que veremos.
—Qué tentador, señor Kingston. ¿Y si escojo la película más romántica
que pueda encontrar? —Su voz me envuelve, sofocante y suave, y la ansiedad
que he sentido todo el día se desvanece.
Riéndome, me estiro en la cama. —Tal vez te apiades de mí, y me dejes
escoger la comida.
—Suena perfecto.
Como una cita.
No, no como una cita. Para nada. No puede serlo. Es pasar el rato con
una niñera hermosa y fuera de límites; una amiga.
¿Y quién dice que no puedo salir con una amiga?
146
Traducido por Anna Karol
Corregido por Julie
Con los ojos escocidos por el sudor, miro el marcador aunque sé que
estamos empatados a treinta.
Ni siquiera puedo culpar de esto a las meteduras de pata. Hemos estado
bastante reñidos esta tarde, pero la defensa de Oklahoma ha sido una bestia,
simple y llanamente.
A falta de dos minutos para el final del cuarto, es el momento perfecto.
147
Quemamos nuestros downs y apenas avanzamos, pero no puedo dejar
que se vaya a tiempos extras. Después de viajar en coche todo el día de ayer y
dormir en camas de mala muerte, sé que no soy el único que está cansado.
Tenemos muchas más posibilidades de acabar con esto ahora que en la
prórroga.
La defensa está encima de mis receptores, y aunque no hay nada que me
gustaría más que meterla en la zona de anotación, sé que probablemente no va
a ser una opción. Necesitamos veinte yardas para un primer down que nos
ponga a tiro de gol de campo.
Tal vez sea el momento de hacer un tiro de casa.
Me pican los dedos para coger el balón. Respiro y anuncio la jugada; el
entrenamiento, la práctica y la visualización interminable toman el control.
Cuando el balón llega en el cuarto intento con quince segundos en el
reloj, me echo hacia atrás y compruebo mis opciones, pero ya sé lo que voy a
ver. Y ese gigantesco delantero que se dirige hacia mí me va a dar en el culo si
no me muevo.
Me deshago del defensor, hago como si fuera a pasar para confundir al
segundo tipo que me persigue, me meto el balón bajo el brazo y salgo
disparado por una estrecha abertura.
En mi visión periférica, ese uniforme rojo se dirige hacia mí como una
señal de advertencia de neón. Se lanza hacia mis piernas, pero yo salto sobre
sus brazos extendidos. Tropiezo, pero de algún modo consigo recuperar el
equilibrio mientras mi línea de ataque me abre camino.
Y entonces corro.
Cincuenta yardas.
Treinta.
Un cuerpo se cruza en mi camino, pero me detengo bruscamente, giro
alrededor de él y sigo adelante.
Veinte.
Diez.
Zona de anotación.
Partido.
Mis compañeros de equipo me levantan en el aire, y me encuentro en el
mejor momento, el que me hace pensar que todo es posible. Como si ganar un
campeonato, ser reclutado y hacerme un nombre en la NFL estuviera al alcance
148
de la mano.
En el momento en que mis pies tocan el suelo, mis pensamientos se
dirigen a Poppy y a la dulce y hermosa Gabby.
Y me gustaría que estuvieran aquí en las gradas.
Traducido por Danita
Corregido por Pame .R.
150
riéndose.
—¿Y esa indiscreción demanda que me aterrorices? ¿En serio?
Gracias al Señor, Poppy sigue durmiendo durante nuestro alboroto.
Cuando por fin nos calmamos, dejo de fingir y miro el resumen del
partido a la vista de mi compañera de piso como una adulta.
Una vez que termina, Sienna se estira por el control remoto y presiona el
botón de silencio, y me mira con una ceja levantada.
Suspiro. —Supongo... supongo que me gusta.
Una mirada de falsa sorpresa cruza su rostro. —¡Cierra la boca! ¡No tenía
ni idea!
—Listilla. —Tomo el recipiente de palomitas mayormente vacío de la
mesa de café y le lanzo algunas—. Eso es difícil de admitir para mí porque él
me hizo mucho daño en el primer año de la uni.
Se come las palomitas que aterrizan en su regazo, y el humor se esfuma
de sus ojos. —Cuando la escuela comenzó en agosto, le di una buena mirada a
esos estudiantes que iban llegando, y te juro que algunos se veían como si
hubieran salido directo de la secundaria, pero no puedes encontrar a ninguno
de esos pececillos en las clases de último año. ¿Quieres saber por qué?
—Dime, oh, gran sabia. —Por toda su vibra de chica de California, estoy
aprendiendo que Sienna tiene una firme perspectiva de la vida.
—Porque la gente cambia bastante en esos tres o cuatro años. Y mientras
te apuesto que Rider no se veía como uno de esos bebés cuando se encontraba
en primer año, eso no significa que no haya experimentado un crecimiento
masivo por dentro también.
—¿Pero eso qué significa? “Engáñame una vez, es tu culpa. Engáñame
dos veces, es mía”.
—Lo entiendo totalmente, pero ¿en quién puedes confiar si miras todo a
través de ese paradigma? No solo amantes o novios, ¿cómo tienes algún amigo
si siempre tienes miedo de arriesgarte?
Por un momento, es difícil respirar.
—Yo... sí. —Sacudo la cabeza—. Es difícil para mí hacer amigos,
supongo. —Mis labios se tuercen cuando pienso en Ramona, y me pregunto si
las cosas hubieran sido diferentes con ella si la hubiera dejado entrar más. Se
mudó esta mañana, una semana antes de la fecha que me dio—. ¿Recuerdas que
te dije que mi hermano y yo no crecimos juntos? Nuestros padres murieron
cuando éramos niños, y después me mudé mucho.
Eso es decirlo suavemente. Mi trabajadora social me dijo que era inusual
que tuviera que cambiar de padres de acogida tan seguido, pero con el tiempo 151
aprendí a no esforzarme tanto cuando llegaba a una nueva casa porque sabía
que no me iba a quedar por mucho tiempo. Aún ahora de adulta, no siempre sé
cómo bajar la guardia.
Los ojos de Sienna se llenan de simpatía. —No trato de ser crítica. Solo
odiaría que te perdieras esto con Rider porque tienes miedo de salir lastimada.
¿Podría herirte? Por supuesto. Pero ustedes tienen una química impresionante,
hombre. Siento que van a hacer combustión si no se juntan.
Casi me río. —Se siente de esa forma, siendo sincera.
—¿Por lo menos se disculpó por lo que sea que pasó entre ustedes en ese
entonces?
—Sí. Lo hizo. —Jugueteo con el botón de mi camisa—. Dos veces.
—Así que es un buen comienzo, ¿cierto?
Asiento.
—Claro, probablemente sea raro porque tuvo un bebé con otra mujer. —
Y ahí está eso—. ¿Ha dicho algo sobre quién es? —Sienna escuchó a Noxious
hablando sobre la misteriosa mamá el otro día en la casa de fútbol.
—No, y me he acobardado y no he preguntado.
—No te culpo. Hablando de incómodo. —Cuando no añado nada, me
pregunta—: ¿Cómo ha ido desde la última disculpa? Supongo que todo va bien
ya que enloqueciste conmigo por su partido.
—No, enloquecí con su partido porque no pude evitarlo, pero estuvo
algo distante la semana pasada. Después de su disculpa el fin de semana
anterior, lo vi algunas veces cuando recogía a Poppy, pero en realidad no
hablamos.
Nadie tiene el poder de volverme loca como Rider. De acuerdo, mi
hermano me enloquece a veces, pero en términos de hombres con los que no
estoy relacionada, solo Rider me hace cuestionar mi cordura. Y revisar mi
teléfono todo el día por sus mensajes.
Sienna debe sentir que tengo que decirlo porque me deja despotricar.
—Le envié estas fotos que tomamos ayer con la compota de manzana, y
tardó cinco horas en responderme. Y literalmente me odié por contar el tiempo.
Escondo la cara en el pequeño cojín del sofá, y ella se ríe.
—Estaba en un autobús con un millón de tipos. ¿Quizás su teléfono se
apagó? ¿O tomó una siesta? ¿O hacía lo que sea que hacen los jugadores de
fútbol para prepararse mentalmente?
Abrazando el cojín contra mi pecho, me desplomo hacia atrás en el sofá.
—Todas son sugerencias válidas, pero después de no hablar mucho la semana
152
pasada, pensé que tal vez trataba de enviar un mensaje. Que solo somos amigos.
Me dijo algo como eso el fin de semana. —Pongo los ojos en blanco y admito a
regañadientes el resto porque no estoy segura de cómo interpretarlo—. La
verdad es que, anoche llamó y preguntó si podíamos pasar el rato mañana. Pero
¿es una cosa amistosa o es una cita? A este punto, no tengo idea.
—Solo mantén la mente abierta por si acaso es una cita. —Me da un
abrazo feroz, y encuentro difícil no sonreír ante su optimismo.
—¿Cómo van las cosas con tu chico? ¿Crees que se convertirá en más?
Una enorme sonrisa ilumina su rostro. —Dijo que quiere más. Solo tiene
que llevar las cosas poco a poco, hasta que la temporada termine así puede
enfocarse en el fútbol. Lo que entiendo totalmente.
—¡Eso es estupendo! Bueno, espero poder conocer pronto a tu hombre
misterioso.
—¡Yo también!
Me hace sentir cálida tener esta charla de chicas con mi compañera de
cuarto. Ramona y yo nunca hablamos así, y no era cercana a mi compañera de
primer año. Me hace preguntarme cuánto me he estado perdiendo por no
intentar con más ganas tener amigas.
—Gabs, ¿de verdad necesitamos otra compañera este semestre? Me gusta
como están las cosas ahora mismo.
Le sonrío. —Sé a lo que te refieres. Sería grandioso si no necesitara
hacerlo financieramente.
Aprieta los labios. —¿Qué tal si pudiera pagar extra por el tercer cuarto?
Solo por este semestre. Me gusta hacer yoga ahí. Tiene una luz estupenda por la
mañana, y de verdad puedo limpiar mis chakras. Quiero decir, ¿qué si tener
una tercera compañera me bloquea? —Apunta a su pecho—. ¿Aquí?
No entiendo la cosa del chakra en absoluto, pero si ese cuarto la hace lo
bastante feliz como para pagar la renta extra, estoy de acuerdo. —Si no te
importa dividir el dinero, definitivamente puedo dejar que tengas tu propio
salón de yoga.
—¡Hurra! —Aplaude y hace este bailecito en su asiento, y me río.
Hacemos nuestra tarea y trabajamos lado a lado. Corrijo mi ensayo de
Una habitación con vistas, pero como siempre, mis pensamientos circulan de
regreso a Rider y a nuestra conversación de anoche.
Por supuesto que traté de ser genial al respecto. ¿De qué otro modo
actúas con alguien que te ha gustado durante tanto tiempo? Porque comienzo a
darme cuenta de que nunca lo superé en primer lugar. Combina eso con todos
los momentos tiernos que estoy viendo entre él y Poppy, y mis defensas se 153
sienten tan sólidas como una pirámide de cartas.
También es posible que esté sacando esto de proporción una vez más, y
que el hombre solo quiera pasar el rato como amigos.
Cuando el toque en la puerta de entrada llega unos minutos después,
todavía no estoy segura de cómo quiero que vaya esto.
Traducido por JaviFran
Corregido por Pame .R.
Son casi las once cuando finalmente llego a casa de Gabby. Aunque estoy
adolorido por el partido y el largo viaje de regreso a Charming, tomé una siesta
en el autobús y estoy totalmente despierto al momento en que estoy parado en
su porche.
No puedo dejar de pensar en el partido y en lo jodidamente genial que
fue ganar así. Ojalá pudiera celebrar con los chicos. 154
Algunos de nuestros vecinos se encuentran en sus jardines delanteros y
vitorean en el instante que mis compañeros de cuarto se detienen en nuestro
camino de entrada al otro lado de la calle. En cuestión de minutos, nuestra casa
se ilumina, la música suena y los amigos y fanáticos fluyen a través de la puerta
principal.
No podía obligarme a hacer que mis compañeros de cuarto se quedaran
en otro lugar por culpa de Poppy. Los muchachos no beberán demasiado en
este momento de la temporada. Solo quieren desahogarse. Olly dijo que mi hija
y yo podríamos quedarnos en casa de su hermano ya que él se queda con su
novia. No puedo traerla de vuelta a la casa exactamente si los chicos quieren
celebrar.
Es extraño no estar en el centro de las cosas esta noche. Terminar la
noche porque tengo que recoger a mi hija. Sin embargo, extraño a mi gremlin.
Espero que haya tenido un buen día. Seguro que Gabby habría llamado si
hubiera tenido alguna emergencia.
Aun así. Sería divertido poder relajarme por una noche después de
romperme el culo toda la semana.
Este asunto de Poppy me hace pensar en mis propios padres. Seguí
revisando mi teléfono en el camino de regreso, pero mi padre nunca llamó ni
envió mensajes de texto. No debería esperar que le importe en este momento. Si
no lo ha hecho ahora, nunca lo hará. Ya sé que mi madre es una causa perdida.
Me pregunto cuándo dejara de importarme una mierda.
Todos los chicos llamaron a sus padres y novias en el viaje en autobús a
casa. Algunas familias incluso viajaron a Oklahoma para animarnos, por el
amor de Dios.
Probablemente no sabría qué hacer conmigo mismo si tuviera ese tipo de
apoyo.
Cuando Gabby abre la puerta, me da una amplia sonrisa. De repente,
toda la mierda que me ha estado agobiando en el camino a casa se desvanece en
el fondo en el momento que miro a esta chica.
—Oh, Dios mío. ¡Qué partido! ¡Estoy tan feliz por ti!
No sé cómo sucede, si la alcanzo o si ella me alcanza, pero una vez que
está en mis brazos, la abrazo con fuerza y cierro los ojos. Se siente tan bien
presionada contra mí. Pongo mi cara en su cuello y respiro su aroma a flor de
naranja. —Creo que esto significa que miraste, ¿eh?
—Sabes que lo hice. ¿Cómo no iba a hacerlo?
Sintiéndome mejor de repente, la hago girar en su porche delantero a la
vez que se ríe. Cuando la dejo en el suelo, mantengo mis manos en su pequeña
cintura y ella mantiene las suyas sobre mis hombros.
155
—Has estado en todo ESPN hoy. Lo grabé en DVR para ti. —Su voz se
reduce a un susurro como si estuviera diciendo algo sagrado cuando me dice—:
Incluso hablan de que estás luchando por el Heisman.
Le resto importancia porque no quiero pensar en todas las cosas que
podrían salir mal. A veces siento que si doy un paso en falso, todo mi mundo se
derrumbará sobre mí.
—La prensa exagera acerca de todo en este momento. Todavía queda un
largo camino por recorrer.
—Rider. —Me da esa mirada severa de maestra que hace que mi pene se
mueva—. Tienes diez malditas victorias. Estás invicto. Has jugado contra
equipos duros todo el año. Permítete sentirte bien con esto y celebra.
Tan incómodo como me hace hablar del Heisman, esta mujer feroz en
mis brazos me hace sonreír.
Mira por encima de mi hombro y frunce el ceño. Sé lo que ve. La fiesta
que está en marcha. —¿Querías, eh, pasar el rato con tus compañeros de cuarto?
—Saliendo de mi agarre, se pone el suéter por encima y se cruza de brazos—.
Está bien si quieres. Puedo... puedo cuidar a Poppy esta noche. Sienna está aquí.
Ella me hará compañía.
Lo considero durante dos segundos. Por mucho que me encantaría pasar
el rato con los chicos en este momento, me doy cuenta de cuánto quiero pasar
tiempo con Gabby. Esta es la persona con la que quiero celebrar.
La cabeza de su compañera de cuarto asoma por la puerta. Casi me río
de su expresión ansiosa.
—¡Rider! ¡Oye! ¡Hola! Escuchen, niños, si quieren cruzar la calle y tomar
unas cervezas o lo que sea, puedo vigilar a Poppycakes para ustedes. Llevaré el
monitor de bebé a mi habitación mientras no estén. Vuelvan por la mañana
porque tengo planes para el almuerzo.
—¿Qué hay de tu chico? —pregunta Gabby—. ¿Pensé que ustedes dos
iban a cenar tarde o algo así?
Sienna se encoge de hombros, pero parece decepcionada. —No puedo
hacerlo. Dice que tiene que pasar el rato con su familia.
—¿Estás saliendo con uno de mis compañeros de equipo? —Porque lo
garantizo, ninguno de ellos está “pasando el rato con sus familias” en este
momento.
Se encoge de hombros de nuevo, pero obviamente quiere decir que sí, y
yo debato si debo decirle la verdad. Nunca la he visto con ninguno de mis
compañeros de cuarto, así que eso me hace sentir un poco mejor. Odiaría tener
ese tipo de drama en mi casa. 156
Antes de que pueda decir algo, nos despide. —Vayan a celebrar. Los dos.
—Mira a Gabby—. Tómate una cerveza por mí. Disfruta de tu último año. —
Lanzando sus brazos al aire, grita—: ¡Sé salvaje y libre!
Me río. Esta chica está loca, pero es divertida. Me alegro de que Gabby
tenga una compañera de cuarto tan genial. Sienna es mil veces más agradable
que Merlina Addams.
Y Sienna plantea algunos buenos puntos. Tengo toda mi vida para ser
serio. ¿Qué es una noche para relajarse un poco? Sé que cuidará bien del bebé.
Volviéndome hacia Gabby, agarro su mano. Claro, me gustaría ir a la
fiesta, pero si no está de humor, estaré feliz de pasar el rato con ella aquí. De
repente, la fiesta no tiene ningún atractivo si no va conmigo. —¿Qué dices?
¿Vamos a la casa de fútbol? Prometo traerte a casa a una hora decente.
Sonríe tímidamente y mi corazón late con fuerza. No he visto esta sonrisa
en particular desde que era estudiante de primer año y estudiábamos juntos.
Me encanta. —¿Crees que podría verte allí en veinte? Me gustaría cambiarme.
Estoy bastante segura de que tengo comida para bebés en el pelo.
—Cualquier cosa que quieras. —Hago un gesto detrás de ella—. ¿Te
importaría si reviso a Poppy muy rápido?
Sus ojos se ponen cálidos. —Por supuesto. Adelante.
Cuando miro a su habitación, encuentro a mi pequeña acurrucada y
durmiendo como un angelito.
Amo a esta niña. La comprensión me golpea tan fuerte que apenas puedo
respirar.
Ella salió de la nada y me patea el trasero de muchas maneras, pero
Gabby tenía razón.
Todo (todo el sacrificio, las horas de insomnio y el agotamiento) valdrá la
pena al final. Poppy se ha abierto camino hasta mi corazón, y no lo haría de otra
manera.
Ignorando la opresión en mi garganta, me agacho y le froto suavemente
la espalda. Sus perfectos labios arqueados hacen cierto movimiento, como si
estuviera chupando un biberón. Es adorable.
—Me gusta mucho esa máquina —le susurro a Gabby.
Pidió una máquina de sonido que llena la habitación con olas del mar y
el grito de las gaviotas. Supongo que es por eso que Poppy no se despertó con el
ruido que hicimos en el porche hace un minuto.
157
Cuando me doy la vuelta, está tan cerca que no puedo evitarlo. La tomo
en mis brazos y le doy un beso en la frente. —¿Quieres que vuelva y te recoja en
quince?
Parpadea y me pregunto si sabe cuánto la deseo. —Te veré allí.
No puedo esperar.
Traducido por Julie
Corregido por Pame .R.
160
derrite. Rider quiere bailar. Conmigo.
No analices todos los sentimientos, Gabriela. Solo disfruta de esta noche.
Mi pulso se acelera mientras levanto un dedo, doy un trago al resto de
mi cerveza y tiro el vaso vacío a la gran papelera de la esquina.
Me acerco a él. Sus manos me agarran por la cintura. Miro fijamente la
pared de hombre que tengo delante.
Se ríe, su voz es profunda y sensual. —¿Vas a tocarme o esperas una
invitación?
Por alguna razón, eso me hace responder como una listilla. —¿Necesito
una invitación?
Sacude la cabeza. —No, en absoluto. Puedes tocarme cuando quieras.
¡Cielos!
Coloco mis manos sobre sus hombros y nuestros cuerpos se alinean a
medida que nos movemos al ritmo sexy.
Tengo que levantar el cuello para mirar hacia arriba mientras él mira
hacia abajo y me mata con esa sonrisa.
—Eres demasiado alto para mí —me lamento, y mis labios se levantan.
Baja su boca hasta casi susurrar sobre la mía. —Yo diría que tienes la
altura perfecta.
Nos movemos al ritmo de la música al tiempo que palpo esos increíbles
hombros. Es una montaña perfectamente esculpida. Todo músculo, tendones y
fuerza.
El chico era alto en su primer año, pero desde entonces ha ganado al
menos nueve kilos de puro músculo y ha crecido unos cuantos centímetros. El
chico que besé cuando tenía dieciocho años no está a la vista. La persona que
tengo delante es cien por cien hombre.
Sus ojos se oscurecen con cada movimiento de mis caderas al ritmo de
este sensual ritmo.
Así de cerca, puedo oler su sexy colonia y el limpio aroma de su piel.
Al principio, hay un poco de espacio entre nosotros, pero cuando alguien
choca conmigo por detrás y me empuja hacia Rider, él me mantiene allí, con sus
manos apretando mi espalda.
Se me corta la respiración. Estamos juntos, pecho con pecho, con mis
senos pegados a él. Así puedo sentir su longitud, orgullosa, gruesa y larga,
contra mi estómago. Casi me ahogo ante su tamaño.
Cada deslizamiento de su cuerpo contra el mío es eléctrico.
Apoyo mi cara contra él, lo respiro y trato de calmar los frenéticos latidos
de mi corazón.
161
Pero entonces lo oigo. Su corazón. Late casi al mismo ritmo que el mío.
Seguimos así. Una canción. Luego otra. Hasta que ese pulso se ha colado
entre mis muslos, donde se escucha un ritmo entrecortado.
Unos minutos más tarde, la voz de Tank se escucha en el sistema de
sonido: —¡Oigan, Bronco-Nators! ¿Qué les parece la victoria de hoy?
Todo el mundo empieza a animar.
—¿Dónde está el hombre? Ya saben de quién hablo. ¡El hombre, el rey, la
leyenda! ¡Rider Kingston, trae tu culo aquí!
La gente empieza a corear: —¡Todos aclaman al rey!
Es un poco ridículo, esta adulación loca, pero estoy tan feliz de que esté
recibiendo el reconocimiento que se merece por haberse dejado la piel.
Se ríe en tanto me lleva al otro lado de la sala, donde sus compañeros de
piso han montado una zona de DJ. No veo a mi hermano, pero este lugar está
lleno.
Cuando los chicos ven a Rider, gritan y la gente empieza a vociferar. Me
pasa un brazo por los hombros y levanta el otro, y el público se vuelve loco.
Tank, obviamente, se ha tomado unas cuantas copas y, cuando me ve,
grita por el micrófono: —¡Fuerza G! —Me hace señas para que me acerque—.
¡Gente, nuestra casa no habría sobrevivido las últimas semanas sin la única e
inigualable Gabby Duran! ¡Gab-by! ¡Gab-by!
Es tan inesperado que me río, pero entonces Olly, Knox, Trevor y Bree se
unen y, de repente, toda la sala grita mi nombre.
Lo siguiente que sé es que Rider me ha levantado en el aire y estoy
colgando a medio camino sobre su hombro mientras me hace girar. Sus
compañeros de piso no paran de vitorear, y yo he entrado oficialmente en un
universo paralelo en el que salgo de fiesta en la Estación Semental.
Knox me da una bebida, y yo levanto mi vaso rojo en el aire y grito con
fuerza: —¡Vamos, Broncos!
Los chicos retoman el cántico hasta que toda la casa vibra con este grito
de guerra. Después de beber la cerveza, choco los cinco con los compañeros de
Rider mientras me aferro a él con el otro brazo. Bree saca su teléfono y yo me
inclino para su foto.
Por un minuto, es casi como si estuviera en su partido, celebrando su
increíble victoria con ellos. Nunca había sentido nada parecido.
Riendo, me deslizo por Rider. Sigo pegada a su cuerpo duro cuando
miro hacia arriba. 162
Me mete una mano posesiva en el pelo, y tres años de lujuria y anhelo
reprimidos se apoderan de mí en el instante que su boca choca con la mía.
Traducido por Gesi
Corregido por Pame .R.
164
Sus ojos, oscuros en la poca luz de su habitación, se derriten. —Oh, joder.
Entonces estoy en el aire.
Me sube por su gran cuerpo y mis piernas se envuelven alrededor de su
cintura. Apenas noto el sonido de mi falda desgarrándose cuando se estira más
allá de lo que puede soportar.
Somos un frenesí mientras nos quitamos la ropa (su camiseta, luego la
mía) entre besos.
Atraviesa el dormitorio conmigo en sus brazos hasta que caemos en su
cama. Me río, no puedo evitarlo. Puedo admitir que esto es una locura, pero no
me importa. No quiero perderme lo que podría ser mi única oportunidad de
sentir algo tan sublime.
Rodamos y nos reímos agitadamente. Lleva puestos sus vaqueros, y yo
mi sujetador negro que me da un loco escote y una falda que está rasgada casi
hasta el muslo.
Se coloca a horcajadas sobre una de mis piernas, toma la otra y la levanta.
Sus ojos están fijos en los míos a medida que me desabrocha la sandalia,
haciendo una pausa para rozarme el tobillo con sus labios.
—Eres una maldita visión. Siempre me he preguntado cómo te verías con
tu cabello extendido en mi almohada.
Estoy segura de que mi pelo es un desastre que está por todos lados.
Entonces considero lo que acaba de decir. Ha pensado en mí en su cama.
Quiero preguntar a qué tan atrás se remonta esta fantasía, si me quería
como yo lo quería hace tres años, pero corto ese pensamiento antes de poder
soltarlo.
En cambio, me estiro y paso mis dedos por su carnoso labio inferior.
—¿Qué más incluye esta fantasía?
Sus ojos claros son negros, totalmente dilatados cuando me muerde el
dedo. —Debo tener una imaginación de mierda, porque no te hizo justicia. —
Desabrocha mi otra sandalia antes de besar un camino ascendente por mi
pantorrilla, haciendo una pausa para mordisquearme la rodilla.
Se me corta la respiración mientras lo observo.
Todo su cuerpo está tenso con músculos, no voluminosos, sino marcados
y finamente tallados por el entrenamiento. Su amplio pecho se estrecha en esa
muy sexy V y un delgado rastro de vello oscuro se sumerge en sus pantalones,
donde está portando una erección masiva.
—¿Quieres desabrocharme la falda? —Me pregunto si sabe cuán húmeda
me encuentro por él.
165
Sacude la cabeza y una sonrisa pervertida le inclina los labios. —Debo
tener un fetiche de maestra del que nunca supe, porque creo que deberías
dejarte puesta la falda.
Me acomodo las gafas que de alguna manera esta noche se las han
arreglado para mantenerse en mi cara y lo miro con severidad. —¿Por qué,
señor Kingston, ha sido un chico malo? Puede que tenga que montarlo. Quiero
decir, castigarlo.
Sus ojos grises se oscurecen y sus manos me aprietan los muslos.
No sé quién soy ahora mismo. Nunca me gustó el juego de roles ni nada
demasiado aventurero con Sean, pero esta noche quiero sacudir el mundo de
Rider.
Lentamente un milímetro tras otro, levanto mi falda, más alto y más alto,
hasta darle una vista sin obstáculos de esa delgada tira de encaje negro entre
mis muslos.
Un profundo gemido retumba en su pecho. —Me estás matando, Gabby.
—La gratificación retrasada es buena para el alma. —Me levanto en un
brazo mientras paso mi otra mano por su cabello. Bajo por su pecho. Sobre sus
abdominales. Hasta enganchar un dedo en la cintura de sus vaqueros, donde
abro el botón—. De todos modos, vas a quitarte estos. —Suelto una carcajada.
Sin decir una palabra, se levanta de la cama y se desabrocha los
pantalones. Su figura casi desnuda, a excepción de unos calzoncillos oscuros,
aparece a la vista.
Se arrastra sobre mí y se establece entre mis piernas. Ambos gemimos
ante el contacto, la presión es muy intensa, y se me llena el cuerpo de piel de
gallina.
Frota la nariz contra la copa de mi sostén donde prácticamente me estoy
desbordando y murmura: —Hablando de quitar…
Nuestros ojos se encuentran cuando me chupa a través del encaje. Un
pezón, luego el otro. Todo mientras muele nuestras caderas.
Retorciéndome debajo de él, paso mis manos por sus brazos y hombros,
dejando que mis dedos recorran su espalda.
Cualquier cosa podría ocurrir mañana. No contendré la respiración de
que vaya a tener una gran revelación y decida que quiere hacer esto a largo
plazo, así que, si esta es la única vez que estaremos juntos, quiero recordar cada
detalle. La forma en que su cálido aliento me calienta la piel. La manera en que
sus ojos se clavan en mí mientras me muerde el pecho. Cómo estar con él me
hace sentir como si estuviera flotando, a pesar de que su gran cuerpo se
166
presiona sobre el mío.
Lleva una mano a mi espalda y me desabrocha el sujetador, que es
lanzado al piso junto al resto de nuestra ropa, y juro que la mirada que me da
podría incendiar toda la casa.
—Joder, Gabriela. Eres tan hermosa. Destrozas mis fantasías.
Me levanto y rozo sus labios con los míos. —Tú también eres mejor que
las mías.
Inclinado sobre mí, con esos brazos de acero apoyados contra la cama,
pregunta: —Entonces, ¿también has pensado en esto?
Solo un millón de veces. Desde el momento en que te vi por primera vez en la
biblioteca en primer año.
Le aparto el cabello de los ojos. —Tal vez una o dos veces.
Suelta una carcajada, pero luego está sobre mí, y ya no hay más risas.
Juntando mis pechos, me moldea y da forma, me lame y muerde, y
entonces desciende por mi cuerpo.
Se me escapa un jadeo. No puedo imaginarme cómo me veo con la falda
enrollada alrededor de mi cintura y las piernas extendidas sobre la cama, pero
basándome en el gruñido que retumba en su pecho, lo aprueba.
El primer roce de su lengua sobre mis bragas envía fuertes escalofríos de
placer a través de mí, pero entonces mueve la tela y su lengua caliente se desliza
sobre mi piel resbaladiza.
Ambos gemimos.
Uno de sus gruesos dedos entra en mi interior y el pulso aumenta.
—Estoy tan cerca. —Me aferro a su cabello, medio fuera de sí.
Su mano sobre mi muslo se aprieta en tanto me mantiene abierta y
desliza dentro un segundo dedo a medida que me lame lentamente, como si
fuera un postre decadente.
Una lamida.
Dos.
Tres.
—Oh, Dios.
Mis piernas se sacuden. Mi espalda se arquea. Mi falda se desgarra.
En algún lugar del universo, las estrellas colisionan entre sí.
Y acabo.
Intensamente.
167
Traducido por JaviFran
Corregido por Pame .R.
igual.
Y justo aquí, ahora mismo, de alguna manera sé que nada volverá a ser 171
Traducido por Jadasa
Corregido por Auris
174
Lo siento. Nunca tienes a nadie...
Ben lo mira dos veces. —¡Qué diablos, Kingston! ¿Te follas a mi
hermana?
—¡Vete, Ben! —Me aseguro de que mi cuerpo esté cubierto antes de
darme cuenta de que he acaparado todas las mantas y que Rider se encuentra
completamente desnudo con solo una mano para cubrirse. Lo cual, para que
conste, no es suficiente.
Mi hermano hace una mueca como si estuviera sufriendo. —Me dijiste
que no pasaba nada entre ustedes dos. Dijiste que eran amigos. Que ella solo te
ayudaba con la bebé.
—Maldita sea. Vete, joder. —Renunciando a la pretensión de modestia,
Rider salta de la cama y se pone un par de pantalones de chándal.
Tank se ríe porque piensa que todo es divertido. Un minuto después, el
resto de la procesión entra a la carga. Todos los chicos se paran en la puerta,
pero nadie parece terriblemente sorprendido de verme; excepto mi hermano,
que parece a punto de explotar.
Tank aplaude. —Me alegra que nuestro chico finalmente haya aclarado
sus prioridades. —Agarra a Ben por los hombros—. Ben, amigo. Límites.
—¡Gracias! —Aprieto más la sábana a mi alrededor—. Ahora, ¿pueden
todos irse para que pueda vestirme, carajo?
Todos los chicos se quedan paralizados, y Tank mira dos veces. —Guau.
Jamás escuché a nuestra chica maldecir de esa manera. —Le echa un vistazo a
Ben—. Está enojada. Vamos. Estamos arruinando su brillo del día después.
Ben hace un sonido de náuseas y el resto de los chicos se ríen.
Excepto Rider.
Él no se ríe.
Cuando la puerta finalmente se cierra, colapso sobre la cama y agacho la
cabeza.
Oh, Dios mío, qué mortificante.
175
Traducido por Julie
Corregido por Auris
—Oye.
No me muevo.
Rider me levanta y me coloca en su regazo antes de rodearme con sus
brazos. —Todo va a salir bien.
Por alguna razón, esta pequeña muestra de afecto, cuando seguramente 176
no somos más que amigos, me golpea con fuerza y se me hace un nudo en la
garganta. —No seas amable conmigo ahora, o lloraré.
Me frota la espalda y me hundo en él. —¿Ayudaría si fuera un imbécil?
—Me besa la frente y me escuecen los ojos.
—Sí. —Resoplo.
Sus hombros tiemblan de risa, pero después de un momento, se calma.
—Lamento todo eso. Debería haber cerrado la puerta con llave anoche, pero
supongo que me dejé llevar.
Se dejó llevar por mí. Eso me hace sentir marginalmente mejor.
No quiero hablar de mi hermano mientras estoy envuelta en una sábana,
a punto de hacer el paseo de la vergüenza por la casa del fútbol, pero estoy
demasiado alterada para reprimirlo.
—Estábamos tan unidos cuando éramos niños. Cuando era pequeña,
solía llamar a Ben mi gemelo. Y ahora... ahora no quiere saber nada de mí.
La mano de Rider recorre lentamente mi espalda. —Mmm.
—¿Qué? —Vuelvo a resoplar y me limpio los ojos con rabia.
—No estoy seguro de que querría golpearme si no quiere tener nada que
ver contigo. Ben no es un tipo emocional. Encierra bien esa mierda. Excepto
cuando se trata de ti. Nunca le he visto tan cabreado. —Su mano hace otro
recorrido por mi espalda y se detiene para acercarme. Recuesto mi cabeza en su
hombro—. Sé que ustedes pasaron por muchas cosas cuando eran jóvenes.
Quizá necesite hablar con alguien sobre eso.
Asiento y me trago el sollozo que quiere salir de mí. Ahora mismo, haría
cualquier cosa, cualquier cosa, para poder llorarle a mi madre. Para preguntarle
cómo acortar la distancia con Ben. El hecho de que acabe de verme en la
posición más comprometida solo añade otra capa a mi humillación.
Rider parece saber que necesito un minuto para recuperar la compostura.
Una vez que las cataratas del Niágara se mantienen a raya, me incorporo y miro
vacilante al hombre en cuyo regazo estoy sentada.
Porque ahora me enfrento a esa otra cuestión incómoda. Estoy bastante
segura de que no se supone que tengas un gran colapso emocional después de
un encuentro de una noche o lo que sea esto. —Bueno, será mejor que me vaya.
Antes de que pueda decir nada, salto de su regazo y doy una vuelta por
su habitación, recogiendo mi ropa, que está desparramada por el suelo. Me
llama por mi nombre, pero le ignoro, demasiado avergonzada para mirarle.
Cuando cierro la puerta del baño, quiero meterme en un agujero y quedarme
allí.
177
¿En qué pensaba al enrollarme con Rider? Vive al otro lado de la calle. Voy
a tener que verlo todo el tiempo. Con otras mujeres.
Me vuelvo a pasar la mano por los ojos, odiándome por sentir algo.
Nunca lloré con Sean. Ni una sola vez. Nunca me hizo sentir nada demasiado
intenso. Estar con él era agradable. Como un baño caliente o una caja de
bombones o una taza de té en un día frío.
Rider es un huracán. Un cataclismo. Un precipicio al que las chicas se
lanzan voluntariamente por una noche con él.
Que es exactamente lo que hice, y ahora tengo que afrontar las
consecuencias.
Me visto tan rápido como puedo.
Finalmente, me miro en el espejo. Unos ojos de mapache me miran
fijamente. Mi pelo sería un buen nido para una bandada de gansos.
Con la falda casi hecha jirones, me atrevo a decir que me parezco a Katy
Perry en ese vídeo musical cuando intenta sobrevivir a una jungla. Bueno,
menos el maquillaje impecable y la melodía de auto empoderamiento sonando
de fondo.
Después de limpiarme los ojos hinchados con un poco de papel higiénico
y humedecerme el pelo para que no parezca que me ha destrozado Edward
Manos de tijeras, respiro profundamente, me enderezo las gafas y me dispongo
a abrir la puerta del dormitorio de Rider. Tuvimos sexo. No es un gran problema.
Lo hace todo el tiempo. Puedes volverte loca en casa si lo necesitas. Aquí no.
Él sigue sentado en el borde de la cama, pero ahora lleva vaqueros y una
camiseta Henley oscura de manga larga. Tiene los codos apoyados en las
rodillas y las manos juntas bajo la barbilla.
Sus ojos se dirigen a mí y me enderezo bajo su mirada.
—¿Estás lista para salir?
Asiento lentamente con la cabeza, aún más confundida cuando se levanta
para acompañarme a la salida.
En realidad, solo pensé en salir corriendo.
Tomamos las escaleras traseras que se abren a la cocina. Donde todos sus
compañeros de habitación deambulan. Incluyendo a mi hermano.
Knox, a quien todos llaman correctamente Noxious, deja escapar un
silbido bajo. —Alguien se divirtió anoche. —Mira mi falda, que tiene una
abertura hasta la mitad del muslo—. En serio lo hicieron, ¿eh?
—No la mires así. Y cierra la boca. —Rider pone la palma de su mano en 178
la parte baja de mi espalda.
Tank empuja a Knox del camino. —Ignóralo. No ha sido bien entrenado.
Todavía se mea en los muebles. —Me tiende una taza para llevar y me dedica
una amplia sonrisa—. Café con extra de crema, un poquito de azúcar. Justo
como te gusta.
—Gracias, amigo. —Lo cojo, agradecida por un respiro en la horrible
tensión. Y realmente, ¿qué tan considerado es Tank para saber cómo tomo mi
café?
Mi hermano se cruza de brazos, apartando la mirada de nosotros. Es el
colmo.
Miro a los otros compañeros de Rider. —Miren, chicos, seguimos siendo
amigos, ¿no? Lo que haga en mi vida personal no debería cambiar nada.
Trevor me guiña un ojo. —Siempre serás de oro para mí.
Uno por uno, el resto de los chicos está de acuerdo en que estamos bien.
Excepto mi hermano, que se queda mirando por la ventana.
—¿De verdad, Ben? ¿Cómo voy a saber que te importo una mierda? En
absoluto. Y mucho menos que te importa con quién salgo. —Me laten las sienes
por haber bebido demasiado anoche y por el hecho de que podría tener que
darle un puñetazo a mi hermano en la garganta.
Se burla y se enfrenta a Rider, apretando los dientes dice: —¿Con quién
sales? ¿De verdad crees que eso es lo que pasa aquí?
Entrecierro los ojos y lo miro. —Considéralo un eufemismo, ¿vale? Por tu
bien, no por el mío. Lo que hagamos Rider y yo no es asunto tuyo. Es mi amigo
y no ha hecho nada para ganarse tu furor.
Knox da un gran mordisco a un panecillo y habla entre un bocado de
comida mientras pasa un brazo alrededor de los hombros rígidos de Ben. —Tu
hermana utiliza palabras importantes. ¿Sabemos lo que significa “furor”?
Ben se encoge de hombros mientras Tank sonríe. —Son cinco letras.
Averígualo con pistas de contexto.
Cuando empiezo a dirigirme hacia la puerta principal, mi hermano se
pone delante de mí y dice: —Sé que no lo parece en este momento, pero solo te
estoy cuidando.
—¿Humillándome delante de tus compañeros de casa? —siseo.
Rider vuelve a mi lado, y él y Ben se miran fijamente.
179
Ben señala con un dedo acusador a su compañero de habitación. —Así
que esto significa que cuando Miranda o alguna otra chica se acerque en las
próximas horas o días o semanas, las rechazarás, ¿verdad? Porque mi hermana
debería saber lo que le espera si acepta el reto. Que ella es solo una de muchas.
—Te odio tanto ahora mismo. —Me abro paso a su alrededor y salgo
corriendo por la puerta principal, ignorando a Rider cuando dice mi nombre.
Traducido por Lauu LR
Corregido por Auris
Después de casi llegar a los golpes con Ben corro al otro lado de la calle,
pero esa conversación tardó una buena media hora. Agradezco que me las haya
arreglado para calmar su culo gruñón sin que ninguno tuviera que componerse
la cara, pero sigo enojado de que dijera lo que dijo frente a Gabby.
Ese agujero en el muro no debería ser muy difícil de cubrir. Para que
conste, Ben dio ese golpe. No yo. Aunque en serio quería, imaginé que Gabby 180
no estaría muy complacida si plantaba mi puño en la barbilla de su hermano
menor. Sin mencionar el hecho de que necesito ser capaz de estar en el campo
con él mañana. Como regla general, trato de no golpear a mis compañeros de
equipo.
Aunque estará llegando al límite si vuelve a decirle una mierda como
esa.
Sienna responde a la puerta antes de que termine de tocar. —Hola —dice
dudosa mientras balancea a mi hija en su cadera. Por su expresión, obviamente
sabe que algo salió mal, pero primero lo primero.
Levanto a Poppy y la abrazo a mí. —¿Cómo está mi niña, eh? —Soplo
besos en su cuello y ella se retuerce. Después de adorar a la niña, me giro hacia
Sienna—. Lamento llegar tarde. Esta mañana, uh, fue una locura.
—Apenas son las nueve. Está bien.
—¿Cómo estuvo su noche?
Me pone al corriente de todas las cosas lindas que Poppy hizo esta
mañana cuando despertó muy temprano.
Alcanzo mi bolsillo trasero y le doy el envoltorio de dinero. —Estoy
seguro de que te debo más.
He comenzado a pagarle algo a todos y a llevar la cuenta para poder
compensar la diferencia cuando tenga más dinero. Estoy seguro de que mis
compañeros de piso no me dejarán morir de hambre, pero no puedo negar lo
humillante que es esto. Estar tan desesperado económicamente me recuerda a
ser un niño otra vez, lo cual no soporto, joder.
Trata de devolverlo, pero después de que insisto, asiente.
Nos miramos un segundo mientras trato de descubrir que decir, cuando
se ríe. —¿Supongo que quieres hablar con Gabby?
—Sí, por favor.
Señala detrás de ella. —Creo que está en la ducha.
Muy probablemente tratando de evitarme. No puedo decir que la culpe.
—Voy a esperar.
La expresión de Sienna me dice que dije lo correcto.
Poppy y yo nos sentamos en el sillón y Sienna se despide y desaparece
por el pasillo. Me recuesto y balanceo a Poppy en mi estómago, donde trata de
ponerse de pie. Cuando se tambalea, amplío los ojos y animo: —¡Vamos, bebé!
Papi va a atraparte. —La niña enloquece, riéndose hasta que apenas puede
respirar.
Después de varios minutos de esto, eventualmente se aburre y descansa 181
su cabeza en mi pecho. Palmeo su pequeño trasero. Tengo muchísima tarea que
hacer, pero estoy determinado a pasar algo de tiempo de calidad con mi hija
primero. No es su culpa que mi horario sea una locura. Me prometo que voy a
reponérselo cuando la temporada termine.
—Pa. Pa. Pa. Paaaa pi
Me detengo. —¿Acabas de decir papi?
Levanta la cabeza y me da una sonrisa llena de baba y repite la palabra
que abre mi corazón negro por completo. Sin estar preparado para el impacto
que me causaría escuchar ese término, cierro los ojos y le doy un abrazo a mi
gusano. —Te amo, Poppy.
Cuando abro los ojos, Gabby se encuentra parada a unos metros usando
una bata. Me da una suave sonrisa. Su cabello está mojado, su cara libre de
maquillaje. Pero es obvio que ha estado llorando, y eso me destroza.
—Ven aquí. —Palmeo el asiento a mi lado. Sorprendentemente, no hace
drama, pero se acomoda a unos buenos centímetros de mí.
—Vamos, puedes hacerlo mejor. —Inclinándome hacia ella, deslizo un
brazo alrededor de sus hombros y la arrastro hacia mí. El movimiento me
consigue una risa, y eventualmente se desliza más cerca y deja caer su cabeza en
mi pecho, donde arrulla a Poppy.
Mi hija levanta las manos hacia Gabby, quien la toma en sus brazos.
Obviamente se adoran.
Brevemente, me pregunto si esta podría ser mi vida. Cuando no esté
jugando fútbol y no haya cámaras ni prensa, o admiradoras, si podría volver a
casa a esto. Tardes tranquilas con mi hija y Gabby.
Excepto que el pensamiento me hace comenzar a sudar.
Antes de que enloquezca, me recuerdo el consejo que Tank compartió
conmigo antes de que viniera. Dar un paso a la vez. No enloquecer pensando
“en el futuro”.
—No le vas proponer a la chica matrimonio —me advirtió—. Probablemente se
reiría en tu cara de todos modos. Solo déjale saber que ella es diferente.
No necesitaba explicar que significaba diferente.
La intimidad y conexión que siempre tuve con esta mujer simplemente
explosionó cuando tuvimos sexo. Nunca he sentido nada como lo que siento
con Gabby.
Me asusta muchísimo.
Pero el primer año me enseñó una cosa. Si ignoro esto o huyo, solo voy a
arrepentirme. Las cosas con Gabby son demasiado especiales para ignorarlas.
Me aclaro la garganta. —Poppy se preguntaba si te gustaría unirte a
182
nosotros para el desayuno.
—¿Poppy? —Gabby se endereza y sonríe.
—Sí, Poppy. —Mi hija estira las manos hacia mí y la alzo de nuevo—. Lo
mencionó justo antes de que entraras. Dijo: “Me gusta mucho Gabby. Vamos a
invitarla a salir por algo de pan francés y café.” —Palmeo la espalda de mi hija
con una mano, esperando mantenerla tranquila mientras Gabby y yo hablamos.
Por fortuna, parece contenta con acostarse en mi pecho y morder su puño.
Mi vecina hermosa me da la sonrisa más grande que he visto de ella en
un tiempo. Pero entonces sus labios se curvan hacia abajo y aleja la mirada.
—Me imaginé que estarías corriendo por las colinas esta mañana. Son
conocidos por los choques y fugas ustedes.
Auch.
Sacude la cabeza. —Y entonces mi hermano se pone todo neandertal
contigo cuando no es exactamente la figura de las relaciones comprometidas.
No se equivoca sobre su hermano, pero ¿quién soy yo para criticar como
vive su vida?
—Ben solo te cuida, y no lo culpo. Si tuviera una hermana, me aseguraría
de que cualquier tipo interesado en ella la tratara bien. —Cuando no dice nada,
levanto su barbilla para que me mire—. No voy a correr.
Tormentosos ojos miel me miran. Se encuentran rojos y cautelosos, y
odio que no confié en mí.
—No voy a correr, y eso es lo que le dije a Ben. —Y probablemente la
razón de que no tuviéramos una pelea en la casa, pero ella no necesita saber
eso.
Después de un minuto, su cabeza se inclina hacia mi mano y froto su piel
suave.
—¿Prometes que no vas a correr? —pregunta lentamente.
Asiento, acercándome para rozar mis labios con los suyos. —Lo prometo.
—¿Y Ben no va a tratar de matarte mientras duermes?
Se me escapa algo entre una risa y un gruñido. —Espero que no. Creo
que estará bien. —Bueno, no exactamente bien, pero tal vez no me asesine.
Creo que he respondido a todas sus dudas, pero cuando trato de besarla
de nuevo, se aleja. —¿Y no va a haber otras?
Porque soy un idiota, me toma un segundo entender lo que pregunta.
Otras mujeres.
183
Esa es una pregunta fácil de responder considerando que ha dominado
mis pensamientos todo el semestre. No has dejado de pensar en ella desde el primer
año. Solo eras demasiado cobarde para hacer algo al respecto.
—Nadie más.
Eso me consigue una media sonrisa, y la beso antes de que recupere la
razón. No tengo nada de experiencia con relaciones serias, pero si esto es lo que
quiere, si yo soy lo que quiere, entonces estoy dentro.
Envuelvo la mano en su cabello mojado.
—Sin embargo, seré sincero sobre unas cuantas cosas. —Retrocedo para
acomodar a mi hija, que ha decidido trepar a mi cabeza—. Por el próximo par
de semanas, necesito mantener el fútbol como mi enfoque central. Cómo juegue
por el resto de la temporada va a determinar el resto de mi vida y la de Poppy.
No puedo arruinarlo. Así que necesito mantener las partes que no sean fútbol,
tan libres de drama como sea posible. Viendo que también tengo una hija, eso
es probablemente mucho pedir, pero tengo que intentarlo. Si estás de acuerdo
con eso, me gustaría ver a dónde va esto. —Le doy mi mejor sonrisa y pongo la
cara de Poppy a lado de la mía, esperando que no pueda rechazarnos. El rostro
de mi hija es muy lindo—. ¿Qué dices?, ¿quieres un dos por uno? Somos algo
así como un paquete.
Mira entre nosotros y pone los ojos en blanco ante mi directo uso de mi
hija, que debo admitir es mi mejor arma. —Juegas sucio.
No tienes idea de lo sucio que me gusta.
Pero entonces asiente.
—¿Sí? —Mi corazón se acelera en mi pecho.
—Sí.
—¿Quieres sellarlo con un beso? —Estaría de acuerdo con sellarlo con
más que un beso, pero Poppy se encuentra presente, así que voy a tener que
conformarme con algo de acción acta para todo público.
Gabby me complace con un pequeño piquito en los labios, y cuando
frunzo el ceño, sonríe. —Vas a tener que esperar para lo bueno. —Mueve las
cejas y yo contengo una risa.
Mientras nos arreglamos para salir a desayunar, me pregunto si esto se
pondrá mejor de lo que fue anoche.
No puedo esperar para descubrirlo.
184
Traducido por Anna Karol
Corregido por Auris
186
dispara cuando Rider vuelve a pasarme el brazo por los hombros. Por supuesto,
yo le correspondo colocando el mío en su espalda.
Durante los siguientes sesenta segundos, me encuentro en un estado de
felicidad doméstica.
Porque eso es lo que tardamos en llegar al Café Road Runner y abrir la
puerta, donde todo el mundo deja de comer para mirarnos.
—¿Qué pasa? —le susurro.
—No estoy seguro. —Frunce el ceño.
Pero entonces alguien grita: —¡Vamos, Broncos! —Y la gente aplaude y
choca los cinco con Rider mientras pasamos de camino a un puesto en la parte
de atrás—. ¡Qué buen partido el de ayer, hombre!
Sí. El partido. Claro.
Me siento como una gran idiota por haberlo olvidado. El orgullo surge
en mí, a pesar de que no tuve nada que ver con su actuación. Aun así, sé lo
mucho que ha trabajado.
Rider se toma los elogios con calma, chocando los puños y sonriendo con
facilidad, pero me insta a seguir, con su mano en la parte baja de mi espalda.
Hasta que llegamos al grupo de animadoras. Gritan su nombre y hacen
preguntas, y él se detiene a charlar. Estoy segura de que las conoce a todas.
Espero que no tan bien.
—¿Y quién es esta señorita? —Una rubia hermosa le habla a Poppy, a
quien le encanta la atención y balbucea sus saludos.
—Esta es… —Rider tose—. Esta es mi hija.
Se quedan mirando, con la boca abierta.
Oh.
Oh.
Debería darme una palmadita en la espalda por los acuerdos de
confidencialidad. Pero me sorprende que esta bomba no haya sido gritada por
todo el campus, a pesar de los formularios que hice firmar a todos con la
amenaza de muerte inminente si cotilleaban.
Sin embargo, supongo que no es así como Rider quería desvelar a su hija
al pueblo de Charming.
Las chicas me miran mal y me echan miradas de soslayo, como si de
alguna manera le hubiera tendido una trampa a este tipo para que tuviera un
bebé.
Por supuesto, Zoe Evans, mi antigua compañera de trabajo y la traidora
extraordinaria, se halla en medio del grupo, susurrando a sus amigas. Por mi
vida, no tengo ni idea de lo que he hecho para convertir a esta chica en mi 187
enemiga.
Elegiste un buen día para vestirte cómodamente en sudaderas con un mínimo de
maquillaje, Gabriela.
Quiero gritar que no soy la madre, que no le he hecho nada a Rider, pero
me distraigo momentáneamente pensando en todo lo que le hice anoche.
Me obligo a salir de la fantasía y miro a todos los que nos observan
fijamente. Si Rider quería mantener a Poppy en secreto, por privacidad o para
minimizar el drama, venir aquí hoy fue una mala idea.
Traducido por Julie
Corregido por AnnyR’
190
saqué de esa cesta, he estado luchando contra un enamoramiento por él durante
años a pesar de mi mejor juicio. Pero no digo nada.
Me aprieta la mano antes de soltarla. —Esto va a sonar extraño, pero
nunca hablo de mi familia con nadie. Además de mi entrenador, tú eres la única
persona a la que se lo he contado. Siempre ha sido fácil hablar contigo. Quiero
decir, cuando no me estás dando un portazo en la cara.
Me río. —Oh, Dios mío. Cállate.
Se ríe y nos sonreímos el uno al otro. —En serio. Eres buena oyente. Tal
vez sea porque tú misma has pasado por muchas cosas. ¿Dijiste que tu tía te
acogió? —Asiento lentamente—. ¿Te quedas con ella durante las vacaciones?
Mi sonrisa se desvanece. —No. —Desplazo a Poppy en mi regazo,
agradeciendo que esté ocupada jugando con los paquetes de ketchup.
—¿Ya no son cercanas?
—Ella, eh, tuvo un nuevo novio en mi último año de instituto, un tal
Bobby, y no es mi mayor fan.
Las cejas de Rider se fruncen. —¿Por qué?
—Porque le dije a mi tía Carmen que se me insinuó.
—¿Que hizo qué, joder?
Suelto un suspiro que no me di cuenta de que estaba conteniendo. Estoy
segura de que Rider ni siquiera sabe lo que acaba de decir, pero sin dudar un
instante, asumió que Bobby tenía la culpa, que es más de lo que puedo decir de
mi tía.
—Bobby llegó a casa borracho una noche y se me insinuó. Mi tía estaba
trabajando. Al día siguiente le conté lo sucedido, pero se puso de su parte. Dijo
que me lo había imaginado. —Me encojo de hombros—. Cuando me fui a la
universidad, Carmen dijo que probablemente era mejor que no me quedara más
con ella. Bobby le había dicho que yo lo hacía sentir incómodo. Solo la he
visitado un par de veces desde entonces, cuando estaba segura de que Bobby
estaba en el trabajo, para poder ver a mis primitos.
—Qué hijo de puta.
El hecho de que Rider me crea cuando nadie más lo hizo significa más de
lo que puedo decir. Froto la espalda de Poppy, avergonzada de mirar a Rider.
—Entonces, ¿a dónde vas en las vacaciones de invierno y verano? —
pregunta.
—Me quedo por aquí.
Solo necesito una razón para quedarme después de la graduación, y
espero que Archer me dé esa ancla. De lo contrario, no estoy segura de adónde
iré. 191
Se aclara la garganta. —Te juro que no es así como quería pasar nuestra
mañana, estando tan serios y estresados.
Sonrío, aunque me siento tímida y vulnerable. —No pasa nada. Me gusta
conocerte.
—Yo también quiero conocerte. Esta vez de verdad. —La sonrisa que me
dedica es deslumbrante y hace que las mariposas de mi estómago echen a volar.
Cuando llega la comida, Rider se retira de la cabina y se acerca para
coger a la bebé. —Así podrás comer sin que mi gremlin intente devorar tu pelo.
—Me guiña un ojo.
Mi sonrisa crece a la vez que me zambullo en mis gofres mientras veo a
papá Kingston alimentar a su hija.
—Vamos, enana. Intentemos que esta vez haya más comida dentro de ti
que sobre ti.
Me detengo con el tenedor a medio camino de la boca, embelesada. Su
camiseta se ajusta a sus anchos hombros. Esos grandes bíceps se flexionan en
tanto sostiene a Poppy con un brazo y maneja esa pequeña cuchara con el otro.
Oh, sí. Esto es mejor que el porno.
Unos minutos más tarde, la camarera trae una sillita alta, acomodamos a
Poppy y terminamos de comer.
Cuando acabamos, señala mi plato. —¿Estás mejor con tu hipoglucemia?
Hago una pausa. Nunca hemos hablado de los detalles de lo que ocurrió
el pasado mes de mayo, pero debe haberme oído hablar con los paramédicos
ese día. —¿Por eso siempre tratas de alimentarme? Primero la pizza y ahora los
gofres.
Me dedica una sonrisa tímida. —No lo sé. Tal vez. ¿Está mal?
—No, es dulce. Pero estoy mejor. No he tenido ningún episodio desde la
noche que encontramos a Poppy. Esa fue la última vez que me sentí mareada.
Estuve demasiado tiempo sin comer. Fue un accidente, en realidad.
—¿Qué pasó?
—Una mala cita.
—¿El imbécil de Jason no te dio de comer?
Me río ante la intensidad de Rider. —La idea de Jason para la cena eran
unos nachos de aquella gasolinera, y pasé de ellos. Así es como acabé mareada
después. Pero a menos que planees llevarme a una mala cita, deberíamos estar
192
bien.
Rider me dedica una sonrisa lobuna. —Pienso hacer muchas cosas
contigo. Las malas citas no son una de ellas.
Mis partes femeninas se animan, y siento que mi cara se calienta. —He
querido preguntar por qué no te caía bien.
—¿Aparte de que te invitó a salir?
Me resisto a sonreír. —Sí. Aparte de eso.
—Tuve una amiga a la que engañó el año pasado, así que sabía que no
era bueno.
Asintiendo lentamente, me muerdo la pregunta que quiero hacer, pero él
me mira.
—¿Qué?
Si estamos haciendo esto de verdad, supongo que tengo derecho a
saberlo. —¿Has engañado alguna vez a alguien?
No duda. —No, nunca. Tienes que estar en una relación para engañar.
—Entonces… ¿solo has tenido situaciones… casuales en el pasado?
—Más o menos. Sí. —Haciendo una pausa, me mira, sus ojos son
cálidos—. Lo cual es la noche y el día de lo que estamos haciendo, en caso de
que estés preocupada. —Parece que se queda sin palabras durante un minuto—
. No sé cómo explicarlo, pero eres diferente. Quizá sea porque yo también te
considero una amiga.
Mi madre siempre decía que se enamoró de su mejor amigo. Mi corazón
da una pequeña patada al pensarlo.
Se inclina hacia delante y siento su mano en mi muslo por debajo de la
mesa. —Me alegro de que hagamos esto, Gabby. Me gusta salir contigo. —Esos
labios se inclinan hacia arriba y susurra—: No es lo único que me gusta hacer
contigo.
Mi imaginación se dispara cuando pienso en lo que me gustaría hacerle.
Y, vale, no es una declaración de amor, pero para un tipo que solo hace cosas
casuales, es sorprendentemente comunicativo.
No sé cómo me engañé pensando que solo podría pasar una noche con
él.
Rider y yo estuvimos de acuerdo en mantener las cosas tranquilas
durante la temporada, pero nadie dijo nada sobre sentimientos.
Y ya tengo demasiados para contarlos.
193
Traducido por Danita
Corregido por AnnyR’
200
consumar su matrimonio. Aunque estoy segura de que la mayoría tiene Netflix
y sabe más que suficiente, la señora Nolan puede tener esa conversación. Pero
puedo ayudarlos a comprender el significado—. Chicos, solo piensen. Es como
pedirle a la chica más popular de la escuela que vaya al baile de graduación y
ella acepta, pero la noche del baile, después de que consiguen el esmoquin, le
compran el ramillete y pagan las entradas, los expulsan por pelear.
—¡Eso apestaría!
—¡Mis padres se asustarían si me expulsaran!
Me río para mí misma ante sus rostros horrorizados. —¿Quién quiere
decirme el significado del nombre de Mercutio? ¿Ya hablaron de eso?
Todos sacuden la cabeza. —Genial. Entonces, ¿saben lo que significa
“mercurial”?
Media hora después, cuando finalmente llega el sustituto y dice que ya
puedo irme, los niños se quejan y me preguntan si puedo quedarme.
Es uno de los mejores momentos de mi vida.
Traducido por Julie
Corregido por Miry
201
estrellas comenzará amargamente su temible progre...”
Mi voz se desvanece al captar la expresión de Rider. Él y yo estudiamos
en su salón con el monitor del bebé para poder escuchar a Poppy si se despierta.
Me hundo en su sofá, con la cara roja. —Me estoy pasando, ¿verdad?
Se ríe. —Eres adorable. Ojalá pudiera citar a Shakespeare así.
—Lo siento. A veces tiendo a ponerme nerd. Fue emocionante conectar
con los estudiantes de esa manera. No puedo esperar a tener mi propia clase.
Me agarra la mano y me da un pequeño tirón hasta que me caigo sobre
él. —Algún día serás una profesora increíble. —Me besa—. Si hubiera tenido
profesoras como tú cuando estaba en el instituto, quizá me habría preocupado
más, me habría esforzado más. La literatura no es uno de mis puntos fuertes,
pero por todo lo que acabas de decir, estoy bastante seguro de que si hubiera
tenido tu clase cuando estudiaba en primer año, podría haberle dado sentido a
esa obra.
—Ahh, eso es muy dulce.
—Por supuesto, si fueras mi profesora, también hay una gran posibilidad
de que fuera una erección andante y parlante.
—¡Rider! —Intento darle un golpe en el hombro, pero me agarra de la
muñeca. Lo siguiente que sé es que nuestros libros de texto han caído al suelo y
estoy a horcajadas sobre él.
—¿Ves lo que quiero decir? —Empuja sus caderas hacia arriba y su
enorme erección intenta atravesar su cremallera.
Mis ojos se abren de par en par. —¿Y si Ben nos encuentra así? —siseo.
Rider me dijo que no ha visto mucho a mi hermano desde el domingo, lo
cual me parece bien. Sigo molesta por cómo enloqueció Ben. Al mismo tiempo,
no quiero ser el centro de más drama.
—Ben es un hombre adulto que ha hecho cosas peores en esta casa.
—Qué asco.
Se ríe de forma odiosa y me atrae hacia él.
Una parte de mí quiere resistirse a Rider, resistirse a esta atracción, pero
la otra parte, la chica que está enamorada de él desde que lo vio por primera
vez durante su sesión de tutoría, quiere ceder.
¿Adivinen quién gana?
Me rindo y le paso las manos por el pelo. Respiro su sexy aroma
masculino. Rozo mis labios por los suyos. —Se supone que tenemos que
estudiar esta noche.
Me acerca a él. —Estoy estudiando. Mi asignatura favorita. Anatomía.
Niego con la cabeza, pero cedo y le doy un beso, pero antes de que pueda
corresponderme, me quito de encima. —No. Nada de cosas divertidas. Primero
202
los deberes. Dijiste que necesitabas concentrarte, así que termina esa tarea.
Me mira con una ceja alzada. —Realmente suenas como una profesora.
Lo siguiente que sé es que me darás un sermón por mis fechorías.
Me río. —Ya nadie dice “fechorías”. Aunque es una gran palabra. —Se
queda callado un rato, y cuando termino de apuntar notas en mi agenda, lo
encuentro frunciendo el ceño.
—¿Me recuerdas tu horario de profesora?
—¿Quieres decir en Archer?
—No, ¿no tienes que hacer primero algo como estudiante de profesor?
—Eso es el próximo semestre. Me dieron una plaza en una escuela
secundaria, pero como ya he dicho, espero que Archer me contrate a tiempo
completo en otoño. Voy a hablar con la señora Nolan la próxima vez que la vea
y le preguntaré si me da una carta de recomendación. Por mucho que odie todo
el trabajo que me han dado, estoy enamorada de su sistema modular. Esos
chicos son muy afortunados. Básicamente tienen un horario universitario y
utilizan el tiempo extra para estudiar o recibir ayuda de los profesores o hablar
con los consejeros.
Apenas hago una pausa para respirar. —No me extraña que mi madre
quisiera que fuéramos al colegio allí. Gracias a ese trabajo temporal, ahora sé
que tienen un profesor que se jubila el año que viene, y puedo estar preparada
para solicitarlo. Rider, mi madre estaría muy feliz de saber que he conseguido
un trabajo de profesora allí. Si puedo conseguirlo de alguna manera.
Sus ojos me recorren, su expresión se vuelve sombría. —Lo conseguirás.
No puedo imaginar a nadie más perfecto para el trabajo.
Significa mucho para mí que piense así, pero cuando sonrío, aparta la
mirada.
Estoy a punto de preguntarle si algo va mal cuando Olly y Trevor bajan
las escaleras a toda prisa, deteniéndose para empujarse mutuamente al cruzar la
puerta del salón. Rider les hace callar. —Si despiertan a la bebé, me voy a
enojar.
—Oh, mierda. Claro. —Olly empuja a Trevor con una risita—. La culpa
es suya. Duda de mi capacidad para hacer un buen pavo.
—¿Sabes cocinar? —Olly parece más académico que la mayoría de los
chicos del equipo, así que quizá no debería sorprenderme que sus talentos se
extiendan a la cocina.
Se lleva la mano al pecho. —Me has herido, Gabs. Claro que sé cocinar.
¿Vas a venir para Acción de Gracias? 203
Las vacaciones siempre son difíciles para mí. Ben suele ir a casa a visitar
a nuestro tío mientras yo me quedo en el campus.
Miro a Rider, que asiente con la cabeza. —Si vas a estar en la ciudad, sin
dudas deberías pasarte por aquí. Ninguno de nosotros puede ir demasiado lejos
porque tenemos un partido ese sábado. Me alegro de que tengamos un fin de
semana de descanso antes.
—Les vendría bien un descanso. —Le aprieto el brazo y me vuelvo hacia
sus compañeros—. ¿Qué puedo traer? No se me dan bien los platos principales,
pero puedo hacer panes dulces. ¿Les gustan las empanadas? Puedo hacer una
tanda.
Trevor asiente cómicamente. —Estoy obsesionado con las que venden en
Rise 'N Grind. ¿Las has probado?
El orgullo me infla el pecho. —Esas son mías. Quiero decir, a veces
alguien los hornea, pero son la receta de mi madre.
Con lo alocada que ha estado mi agenda, olvidé decirle a Rider que había
cerrado el trato con mi jefe. Le explico que una vez que me di cuenta de lo
ocupada que iba a estar este otoño, le dije a Fanny que no podía ir a hornear los
fines de semana tanto como antes, así que me paga una licencia por el uso
exclusivo de mis recetas, que son en su mayoría de mi madre con algunos
retoques que he hecho a lo largo de los años.
Mamá estaría encantada de saber que esas recetas están financiando gran
parte de mi vida ahora mismo. Incluso he pagado esa ridícula factura de la EMT
y he ahorrado un poco.
La mirada de admiración en los ojos de Rider me llena de calor. —Es
increíble, Gabs. Eres increíble. —Me besa en la frente y mi cara se sonroja.
—Ahh, bu —regaña Olly mientras hace sonidos de besos—. Nuestra
Caperucita está creciendo.
—Cierra la boca. —Rider salta y finge darle un puñetazo, pero Olly lo
aborda, y lo siguiente que sé es que todos los chicos están luchando y jugando a
las peleas.
—¡No le hagan daño a Rider! —susurro-grito, para no despertar a
Poppy—. Lo necesitan para lanzar pelotas y... cosas.
Olly hace una pausa. —Pero puedo hacerme daño. ¿No me amas a mí
también?
Trevor intenta sentarse en la cabeza de Olly, pero se vuelve hacia mí.
204
—Tú también me amas, ¿verdad, Gabs?
—Los amo a todos, idiotas. Ahora dejen de molestar antes de que se
hagan daño o despierten a la bebé.
Rider empuja a Olly al suelo mientras se levanta. —Sí, pero yo soy su
favorito.
Pongo los ojos en blanco, pero me río cuando se tumba a mi lado y me da
un beso y un rápido apretón de tetas.
Riéndome, le empujo para que se aparte de mí. —Estudia primero. Juega
después.
Cuando volvemos a estar solos Rider y yo podemos volver a nuestros
deberes, no pasan ni dos minutos antes de que se oiga un fuerte golpe en el piso
de arriba. Y luego otro. Y otro más.
—¿Qué es eso?
Se estremece. —Tengo una idea. ¿La máquina de sonido tiene un ajuste
más alto? Dudo que Poppy pueda dormir durante...
—¡Waaaaaah! —Su triste lamento resuena en el monitor de la mesa de
café.
—Hijo de puta. Voy a matarlo.
—¿A quién?
—A uno de mis compañeros de piso de mierda.
¿Y? Lo miro porque todavía estoy confundida.
—Um, está follando a una chica al otro lado de la pared.
Oh. El calor me abrasa la cara. —A veces soy tan despistada.
Sus ojos se suavizan y engancha un brazo alrededor de mis hombros
para besarme. —Eres perfecta. Nunca cambies.
Con un gemido, se dirige a su dormitorio para consolar a su hija. Su voz
sexy llega a través del monitor.
—Oye, cariño, está bien. Papá está aquí. No hace falta que llores.
Me derrito en el sofá mientras escucho su conversación.
Es tan profesional a estas alturas que ya no necesita mi ayuda. Sabía que
sería un gran padre. Solo necesitaba un poco de confianza en sí mismo.
Después de unos minutos, ella acaba por calmarse, pero entonces alguien
da un portazo en la puerta principal y vuelve a alterarse.
Estoy dispuesta a lanzarle al infractor mi mirada más malvada, pero es
mi hermano, que apenas se detiene al verme.
205
—Ben, no puedes dar un portazo. Poppy intenta dormir.
—Mierda. Lo siento. —Mientras se dirige a las escaleras, es obvio que no
tiene intención de hablar conmigo.
—Ben. Espera.
Deja escapar un suspiro y se da la vuelta.
—¿Vas a evitarme siempre? ¿Podemos, por favor, ir a comer esta
semana? —Estoy tan cansada de esta mierda. Somos adultos. Me gustaría que
empezara a actuar como tal.
Su mandíbula se tensa, pero asiente. —¿Café?
—Sí, sería genial. —Abro la boca para preguntarle qué día le viene bien,
pero desaparece por las escaleras.
Ni siquiera puedo culpar a su reticencia por haberme encontrado en la
cama de Rider el fin de semana pasado. Ya era así antes de ese incidente.
Unos minutos después, Rider baja con una bebé cansada en el hombro.
—Pensé en sostenerla hasta que se duerma. ¿Podemos bajar las luces?
—Por supuesto.
—Normalmente no hay tanto ruido por aquí —dice. Me burlo y se ríe—.
De verdad. Los chicos suelen ser geniales. Creo que es el fin de semana de
descanso lo que tiene a todos entusiasmados.
A juzgar por la frecuencia de los golpes arriba, el fútbol no es la única
razón.
Cuando se sienta a mi lado, froto la espalda de Poppy. —¿Quieres venir
conmigo? Puede dormir en mi habitación mientras estudiamos. —Sus ojos se
encuentran con los míos, y son tan intensos que casi pierdo el aliento—.
Ustedes, eh, pueden quedarse a dormir si quieres.
Se aclara la garganta. —Puedo dormir en el sofá.
—O...
—¿O?
—Puedes quedarte, ya sabes, en mi habitación. —En mi cama. Conmigo.
Esos hermosos labios se levantan, y me pregunto si piensa lo mismo que
yo.
206
Traducido por Julie
Corregido por Miry
207
lectura.
—Ponte a trabajar. —Oigo la sonrisa en sus labios.
—Bien, pero termina la cena. —Ahora que sé que necesita cuidar mejor
su salud, lo menos que puedo hacer es alimentarla.
Pone los ojos en blanco, pero una sonrisa se dibuja en sus labios mientras
termina el emparedado que había olvidado.
Debería terminar mi presentación, pero no puedo concentrarme en nada
más que en ella. Si alguien me hubiera dicho hace unos meses que Gabby y yo
íbamos a salir juntos y que ya no me odiaría, no lo habría creído.
Una sensación de alivio me llena el pecho. No hacer las paces con Gabby,
no tener esto, habría sido un error épico por mi parte. Casi me pierdo una de las
mejores cosas de mi vida. Sí, el fútbol tiene que ser mi objetivo. Sí, mi hija tiene
que ser mi principal prioridad. ¿Pero respecto a lo que quiero para mí? Me doy
cuenta de que es esta mujer. Junto a Poppy, ella es lo mejor de mi día.
¿Y el draft?, advierte una vocecita en mi cabeza. ¿Qué pasará cuando estés a
miles de kilómetros en un campo de entrenamiento de la NFL o en un equipo profesional
y ella esté aquí en el sur de Texas enseñando en la escuela de sus sueños? ¿Qué pasará
entonces?
Sacudo la cabeza. Un paso a la vez, me recuerdo.
Sin embargo, eso es un problema. Me siento como si metiera todas las
partes difíciles de mi vida en un armario, esperando el momento adecuado para
tratarlas, pero ¿qué pasa si se abre de golpe? ¿Qué pasa si se llena demasiado
porque ahora solo puedo centrarme en las cosas básicas mientras terminamos la
temporada?
—Tienes un aspecto muy serio ahí. —Su voz es suave. Preocupada.
—Tengo muchas cosas en la cabeza. —Hago una pausa, debatiendo si
puedo hacer esto. Abro la boca antes de cambiar de opinión—. ¿Puedo pedirte
un favor? Es uno grande.
Deja su plato vacío en la mesa de café. —Por supuesto. ¿Qué pasa?
Mi corazón martillea. Porque nadie de Charming sabe mucho de mi vida
antes de la universidad. Pero se trata de Gabby. Por alguna razón, creo que lo
entenderá.
—Necesito hablar con mi padre esta semana. Quería llevar a Poppy a
conocerlo, pero me vendría bien un apoyo.
Sus ojos se abren de par en par. —¿Quieres que vaya contigo?
—¿Te importaría? Una advertencia primero. Es un imbécil, por no hablar
de un alcohólico, así que no esperes una cálida bienvenida. Para ninguno de
nosotros.
208
Asiente. —Recuerdo que me dijiste que era difícil. Solo dime lo que
necesitas.
—Es, eh... —No sé cómo decir el resto. Es muy embarazoso—. Tenemos
una caravana de doble fachada en mal estado y un patio lleno de maleza. Estoy
bastante seguro de que también hay un agujero en el techo en la habitación de
atrás. Pero si va a ponerse loco, no quiero a Poppy cerca de eso. Como me has
enseñado, el estrés no es bueno para un bebé. Así que si puedes ayudarme con
ella mientras hablo con él, sería genial. Solo prepárate para que sea un idiota.
Se acerca y me agarra la mano. —No te preocupes por mí. Por muy
incómodo que sea, no me va a molestar. Estuve en una casa de acogida,
¿recuerdas? El hecho de que todavía tengas un padre es una marca en la
columna de la victoria.
Joder, a veces olvido todo lo que ha pasado. Entrelazo mi mano en su
pelo y la acerco para besarla.
—No bromeo cuando digo que eres increíble. —Lo es. Nada la desanima.
Nada la perturba. Froto mi nariz contra la suya—. Lo sabes, ¿verdad?
Espero que podamos resolver todos nuestros problemas logísticos luego
de graduarnos, porque cuanto más la conozco, más quiero que esté conmigo a
largo plazo.
Mira hacia abajo y su rostro se vuelve rosado. Incluso su modestia es
atractiva.
Aparto el libro de texto de mi regazo y lo sustituyo por mi preciosa
novia. Sorprendida, jadea y suelta una carcajada ahogada cuando la pongo a
horcajadas sobre mí.
—Shh. No despiertes a la bebé. —Queriendo aprovechar al máximo esta
posición, le aprieto su culo redondo.
Me recompensa con una sonrisa. —¿Así que ahora eres tú el autoritario?
—Maldita sea, me excitas con esas grandes palabras.
Se ríe, y es un espectáculo hermoso. El brillo de sus ojos. Su amplia
sonrisa. La alegría en su voz. Quiero embotellar este momento y llevarlo
conmigo a cada partido afuera.
Y como no me canso de escucharla, le hago cosquillas. Grita y me aparta,
e intenta hacerme cosquillas, pero vamos. Mido treinta centímetros más que
ella. Dos segundos después, está debajo de mí, jadeando y con un aspecto tan
sexy, que al instante se me pone dura como un poste de la portería.
Le susurro: —Veamos cuánto puedes aguantar.
209
—¿Qué... qué? —El calor de sus ojos casi me hace perder la cabeza.
Estoy seguro de que está pensando en lo que tengo presionado entre sus
muslos, pero no. Tengo más juego que eso.
—Solo confía en mí. —Con una sonrisa de satisfacción, le levanto los dos
brazos por encima de la cabeza y arrastro un dedo despacio, muy despacio, por
la palma de la mano, sobre la muñeca y el codo, pero al bajar, suelta una risita e
intenta tirar de los brazos hacia abajo—. No. ¿Ves lo que has hecho? —Le pongo
mi expresión más severa—. Ahora tenemos que volver a empezar.
—Vale. Puedo hacerlo. —Se ríe a carcajadas, y el deleite en sus ojos es
algo digno de ver—. Adelante.
Esta vez, a pesar de que se ríe y se contonea debajo de mí, llego hasta sus
turgentes pechos que me llaman con sus hermosos y rígidos pezones. Arrastro
mi pulgar sobre uno, luego el otro, mientras ambos miramos, y juro que el calor
de ella me abrasa a través de nuestros vaqueros.
Sustituyendo el dedo por la boca, la chupo a través de su camiseta
blanca. Para cuando termino con el segundo, gime en mis brazos. Estoy a punto
de meter la mano en sus bragas cuando me presiona la palma de la mano en el
pecho.
—Probablemente Sienna llegará pronto a casa.
Hmm. —Vamos a tu habitación.
—¿Y Poppy?
Mierda. Tiene razón. Pero entonces se me ocurre la mejor idea. —¿Qué
tal si aprovechamos el suelo del otro lado de tu cama?
Poppy duerme en su practicuna junto al escritorio, pero hay un espacio
junto a la ventana en el lado opuesto de la habitación, y la máquina de sonido es
bastante ruidosa.
Es su turno de arrastrar su dedo por mi pecho. —Tendríamos que estar
muy callados.
Oh, joder. Me apetece mucho esto. Por favor, Dios, que mi hija duerma
bien esta noche.
Gabby me agarra de la mano y me hace entrar, cerrando la puerta tan
silenciosamente que ni siquiera la oigo hacer clic. Con una sonrisa sexy, deja sus
gafas en la mesilla de noche antes de coger el edredón, extenderlo en el suelo y
colocar unas cuantas almohadas. Entonces me quito la ropa de un tirón y luego
le quito la suya también. Camisas, vaqueros, calcetines. Hasta que Gabby se
queda con un conjunto de sujetador y bragas de color nude que me causa un
cortocircuito en el cerebro.
—Eres tan sexy. —Puedo ver todo a través de ese material, pero al
mismo tiempo tiene una cualidad casi virginal. Me vuelvo a tumbar en el suelo
y me meto la mano en los calzoncillos para agarrarme la erección. 210
Se inclina sobre mí, con su pelo cayendo en cascada, y me susurra al
oído. —¿De verdad vas a montar un espectáculo y no me vas a dejar mirar?
Tiene los ojos muy abiertos, las pupilas dilatadas. Mi angelito sexy está
excitada. La pongo encima de mí y le indico que tiene que corresponderme.
—¿Quieres enseñarme cómo usas tu nuevo juguete? —Dejo que las
palabras se asienten y disfruto del rubor que le sube por el cuello, que puedo
ver gracias a la luz de la calle que entra por un espacio en las cortinas.
Mira a su alrededor y por fin ve lo que noté en cuanto entramos aquí
antes para acostar a mi hija.
Gabby tiene un vibrador de color rosa intenso sobre su escritorio. Con
una mano, se tapa los ojos.
—Cariño, no te avergüences. Nos vamos a divertir mucho con eso. —
Nunca he utilizado juguetes sexuales, pero estoy más que dispuesto a probar.
Le doy una palmada en el culo—. Ve a buscarlo.
Se queda congelada encima de mí, con el pulso acelerado en su cuello.
Maldita sea, no quiero empujarla a algo que no quiere hacer.
—Oye, está bien. Olvídalo. —Enhebro mis dedos en su pelo y la atraigo
para darle un beso—. Solo quiero estar contigo. No me importa lo que hagamos.
Es verdad. Por una vez, no trato de tener solo un orgasmo. Me encanta
robar momentos a solas con ella.
Esconde la cabeza en mi cuello, nos pongo de lado y le acaricio la
espalda. Mantengo mi muslo metido entre sus piernas. —Lo siento. No quería
avergonzarte.
—Ugh, si te digo esto, no puedes reírte, ¿vale?
—Lo prometo. —Y sí, estoy intrigado. Muy intrigado.
Manteniendo su cara contra mi hombro, susurra: —Lo compré para
poder...
—¿Liberarte? —Me río ante el pequeño sonido de mortificación que hace
en mi oído.
—Sí. Pero te juro que no funciona. Es decir, se enciende. Vibra, y se siente
bien, pero no puedo llegar allí.
Resolver los enigmas sexuales con Gabby tiene un gran potencial para
convertirse en mi nuevo pasatiempo favorito.
—¿Quieres que te ayude con esto? —Le acaricio el cuello y la muerdo—.
¿Y si lo utilizo contigo? ¿Crees que eso podría ayudar? —Deja escapar un jadeo 211
y sus muslos me aprietan—. Si me dices que pare, paro. —Le paso una mano
por la espalda hasta llegar a su culo, que palmeo y moldeo antes de deslizar un
dedo entre sus piernas y frotarlo contra su ropa interior húmeda.
Traga, pero no dice nada.
—Está bien que te excite esto. Estás muy mojada ahora mismo. Tengo
muchas ganas de que te sientes en mi cara, pero como tal vez quieras tomarte
las cosas con calma, podríamos empezar con un juguete, ¿eh?
Eso la hace reír.
Me doy la vuelta hasta situarme encima de ella y luego me muevo
lentamente hasta que ambos gemimos.
—Shh —me recuerda.
Y entonces me empuja y se levanta.
Estoy confuso, pensando que tal vez está cancelando esto, pero entonces
vuelve con su vibrador, y mi pene se sacude en mis calzoncillos.
Lo pone en mi mano. Lleva la mano a la espalda y se quita el sujetador.
Sus hermosos pechos rebotan sueltos, y me encantaría empujar mi cara entre
ellos.
Con el contoneo más sexy que he visto nunca, que hace que todo rebote
de forma tentadora, se quita la ropa interior hasta quedar desnuda delante de
mí.
—Mierda, Gabriela. Eres impresionante. —Al diablo con los juguetes
sexuales, solo quiero sentir su cuerpo y estar cerca de ella. Pero es evidente que
mi dulce chica está obsesionada con el tema del vibrador, y no podemos
permitir eso.
Acaricio la manta a mi lado y se sienta delicadamente a mi lado, se echa
el pelo por delante. Me recuerda a ese famoso cuadro de la mujer sobre el
caballo. ¿Lady Godiva? No lo sé. Pero tiene una belleza de otro mundo y me
siento el hombre más afortunado del planeta porque es mía.
—Recuéstate. ¿Tienes lubricante?
Se reclina a mi lado. —No, ¿se supone que debo usarlo?
Separo suavemente sus muslos, me arrodillo entre ellos y bajo la mirada.
Está tan mojada que brilla. Esta conversación puede haberla avergonzado, pero
definitivamente está excitada. Joder, es tan caliente así.
—No creo que tengas que usarlo, pero podría ayudar en el futuro. Si
estás sola. —Le guiño un ojo, y se muerde el labio inferior—. Si en algún
momento algo no te parece bien o quieres parar, dímelo. Estás al mando.
Asiente y la confianza en sus ojos me convence.
212
En cuanto la silicona toca su piel delicada, se estremece y se le pone la
piel de gallina. Me tomo mi tiempo para introducirlo. Nunca me había dado
cuenta de lo erótico que sería esto, y me agacho para apretar mi pene y
calmarme.
Cuando lo enciendo, los dedos de sus pies se enroscan en el edredón y
suelta un gritito.
Nuestras miradas se cruzan y reprimo una carcajada mientras la hago
callar.
—Lo siento —jadea—. Es que... no se sentía así cuando lo usaba.
Yo mismo estoy hechizado mientras la veo retorcerse en el suelo. Tetas
en alto y húmedas. Una piel suave que brilla por el sudor. Su espalda se arquea
mientras la hago acabar. Todo el tiempo muevo su vibrador dentro y fuera de
su pequeño y resbaladizo coño.
Para no dejarme vencer por la tecnología, me inclino para dar una larga y
lenta lamida entre sus piernas que hace que todo su cuerpo se tense. Su mano se
enrosca en mi pelo mientras sus magros muslos me aprietan la cabeza.
Se corre con un jadeo. La hago bajar con suaves lametones y coloco su
nuevo juguete junto a nosotros.
Una enorme sonrisa de satisfacción se dibuja en su rostro cuando me
acomodo a su lado.
—Vale —susurra—. Ahora lo entiendo.
Me río, la atraigo hacia mí y le paso las manos por la espalda.
Estoy seguro de que ese tono de rosa me va a provocar una furiosa
erección a partir de hoy.
Después de un rato, se acurruca contra mí y me mordisquea la oreja.
—¿Puedo probar algo?
—Úsame como quieras. —No estoy seguro de que ninguna chica me
haya excitado tanto antes.
Me pone de espaldas. A horcajadas sobre mi cintura, se inclina para
besar mi cuello. —Me gustaría corresponder.
Mientras se desliza por mi cuerpo, tengo una idea muy clara de lo que
quiere hacer, y yo... estoy... a... bordo.
Cuando me baja los calzoncillos, mi erección salta hacia delante, feliz de
recibirla. Extasiado cuando me agarra. Jodidamente eufórico cuando se inclina
y pasa su lengua por encima de mí.
Me meto una almohada bajo la cabeza para no perderme nada. Su pelo
largo me hace cosquillas en los muslos y lo recojo en un puño para poder mirar.
213
Primero se limita a dar vueltas con la lengua, burlándose de mí. Es tan
excitante ver cómo se abre de par en par para mí cuando finalmente me chupa
en su boca. Me trabaja hasta que el sudor se apodera de mi cuerpo.
Apretando el pelo, me pregunto cómo de duro le gusta y le doy un tirón.
Sonríe, se abre más y me traga.
—Dios mío. Qué bien, nena. —Cierro los ojos para no correrme. Estoy tan
cerca, pero no quiero hacerlo sin ella—. Gabriela —gruño, tirando de ella hacia
mi cuerpo.
En un tiempo récord, estoy cubierto y listo. La coloco debajo de mí, tiro
de su muslo sobre mi cadera y me sumerjo en el calor más increíble que he
experimentado nunca.
El placer me sube por la espalda y mis pelotas se tensan, así que hago
una pausa. Los dos nos quedamos sin aliento. Sus hermosos pechos se agitan y
los mordisqueo con mi boca golosa hasta que me aseguro de que no acabaré
demasiado rápido.
Cuando la embisto hasta el fondo, el sonido sexy que hace en mi oído me
hace estremecer. Nos besamos, con nuestros cuerpos repentinamente frenéticos
por llegar a la meta. Sus uñas se clavan en mi culo y decido que no hay nada
mejor en el puto planeta que hacer que esta mujer se corra. Y necesito un buen
punto de vista cuando lo haga.
Arrodillándome de nuevo, levanto sus caderas y sigo, pero lentamente,
para poder ver cómo mi pene húmedo entra y sale de ella. La visión me lleva al
límite.
Necesitando que se corra, froto un suave círculo alrededor de su
protuberancia hinchada. En unos segundos, se convulsiona a mi alrededor.
Apretando. Pulsando. Tan estrecha. Es tan bueno.
Su boca se abre en un grito silencioso mientras se arquea hacia atrás.
Y finalmente cedo, acercándola para sentir todo su cuerpo contra mí
mientras me corro con ella.
Me siento feliz en una nube de sexo cuando se acurruca a mi lado como
un gatito.
Mientras le beso la frente, me doy cuenta de que tengo que averiguar
cómo hacer realidad los sueños de ambos y seguir juntos.
Porque no hay forma de que quiera dejarla después del draft.
214
Traducido por Auris
Corregido por Miry
Mortimer no está tan lejos de Charming, pero bien podría estar en otro
país por lo diferente que se siente. Al pasar por el pequeño centro de la ciudad,
trato de ver esto desde la perspectiva de Gabby. Todo lo que veo son toldos
descoloridos, aceras agrietadas y un letrero de una gasolinera colgando de una
218
bisagra, a punto de volar con el viento.
Solo empeora a medida que nos dirigimos al estacionamiento de casas
rodantes, donde las sucias luces amarillas del lugar iluminan el perímetro. La
mitad de las casas están vacías ahora y las que quedan se asientan en ángulos
extraños, como si estuvieran demasiado cansadas para estar de pie por más
tiempo.
Jesús, ¿qué pensaba al traer a Gabby aquí? ¿Para que pueda ver lo
perdedores que somos? ¿Para que pueda darse cuenta, de una vez por todas, de
que el fútbol es lo único bueno en mi vida?
Apago el motor y respiro hondo.
—Oye. —Su mano suave cubre la mía—. Estoy aquí para lo que
necesites. Contarle a tu papá sobre Poppy es algo grande.
Eso es lo que temo.
No digo nada. ¿Qué hay para decir?
Cerrando la puerta de golpe, alcanzo el asiento trasero para desabrochar
a Poppy. Es tarde en la noche. Debería estar preparándola para ir a la cama,
pero este es el único momento que tengo en mi agenda. Y como no me atreví a
hacerlo por teléfono, aquí estamos.
Mientras subo por lo que debería ser una rampa, pero está tan invadida
por la maleza que uno no podría darse cuenta, levanto a Poppy más alto y me
estiro para tomar la mano de Gabby. —Cuidado con estas escaleras.
Una vez que estemos a salvo en el porche, toco la puerta.
—¡Vete, hijo de puta! —mi padre brama desde la sala de estar—. Te dije
que pagaría el alquiler la semana que viene.
Encantador. No la ciudad.
—Papá, soy yo. —Lo llamé antes para decirle que me pasaría, pero no
hay forma de que lo recuerde. Si lo hizo y dejó el alcohol, esta conversación será
más fácil.
Intento abrir la puerta de entrada. Está desbloqueada.
Mi viejo está sentado en su antiguo sillón reclinable en ropa interior y
una camiseta manchada. Media docena de cervezas ensucian la mesa de café.
Aprieto la mandíbula. —Traje a una amiga. Quizás deberías vestirte.
No se molesta en apartar la vista del televisor. —Estoy bien. —Echando
hacia atrás su lata de cerveza de mierda, se la traga—. Así que ya finalmente
llegas a verme, ¿eh? ¿Quién murió? —Se rasca las pelotas.
Joder, esto es humillante.
—Tengo algunas noticias que no quería darte por teléfono. —Me aclaro
219
la garganta—. Pensé que querrías conocer a tu nieta en persona.
Parpadea. Luego frunce el ceño. Sesenta segundos después, se gira hacia
nosotros.
Sus ojos inyectados en sangre pasan de Poppy y de mí a Gabby y
viceversa. —Todo lo que tenías que hacer era jugar fútbol. Solo una cosa, y ni
siquiera puedes hacer eso bien —murmura entre eructos. Con la barbilla, le
hace un gesto a Gabby—. ¿Esta es la chica a la que dejaste embarazada?
Cristo.
—No, ella es... eh... —¿La llamo mi novia y empeoro las cosas? Maldita
sea, ¿por qué no pensé qué decir antes de llegar aquí?
Gabby da un paso adelante y se presenta. —Hola, señor Kingston. Soy la
vecina de Rider y, a veces, cuido a Poppy.
Él la mira, luego a mí. —Poppy, ¿eh? ¿No pudiste haber encontrado un
nombre mejor?
Hago una mueca de dolor, avergonzado de que mi padre pudiera
hundirse tanto como para ridiculizar a un bebé. Una vez más, Gabby me salva
de tener que hablar. No estoy seguro de poder hacerlo en este momento.
—Ella es una niña muy buena. —Gabby toma a la bebé de mis brazos y le
besa la frente—. Saluda a tu abuelo, Poppy.
Apenas la mira antes de volver a la televisión. —¿Cómo sabes que es
tuya? Cualquier perra tonta puede decir que la preñaste.
—Hice una prueba de paternidad —digo con los dientes apretados.
—¿Por qué pagué todo ese dinero para que hicieras deporte cuando lo
ibas a gastar antes de que te recluten? —La saliva sale volando de su boca a la
vez que arrastra las palabras.
—¿Cuándo has pagado por algo en mi vida? Si no fuera por las comidas
gratis en la escuela, me habría muerto de hambre. Los padres de mis amigos
sintieron pena por mí y me regalaron cosas usadas. Los entrenadores pagaron
mi mierda con su propio dinero porque Hank Kingston no podía sacar la
cabeza de su trasero y pensar en alguien que no fuera él mismo durante dos
minutos.
—Suenas igual que ella. —Ella. Mi madre. Siempre va allí.
Abro la boca para discutir, pero me interrumpe. —Y no la defiendas.
¿Quién se quedó después de que ella se fue? ¡Yo! Nunca confíes en una mujer,
Rider. Lo he dicho un millón de veces y lo diré de nuevo. Las bonitas te joderán.
—Volviéndose hacia Gabby, que está tan quieta que no estoy seguro de que
respire, grita—: ¡Incluso esta con su vocecita linda, su carita linda y sus modales 220
lindos! Veo cómo te mira. ¿Me vas a decir que no te la estás follando también?
Una vergüenza como nunca antes experimenté estalla en mi pecho.
No puedo creer que le haya pedido a Gabby que me acompañe hoy. Que
traje a mi hija para conocer a este imbécil. Que fui tan tonto como para pensar
que a mi padre le importaría tener una nieta.
Se burla de Gabby. —Déjame adivinar. Le estás ayudando por la bondad
de tu corazón. —Una risa maníaca brota de él—. Pero probablemente solo estás
esperando tu gran día de pago como cualquier otra puta.
Agarro en un puño su repugnante camiseta y lo saco de la silla. —Joder,
no le hables así. Esta mujer me ha mantenido lejos de los problemas durante
todo el semestre. ¿Qué has hecho que no sea dejar seca mi cuenta bancaria?
Poppy comienza a llorar y empujo a mi padre hacia atrás en su silla antes
de darle una paliza.
—Iremos a esperar en el coche —susurra Gabby, sus mejillas enrojecidas,
sus ojos brillantes por las lágrimas no derramadas.
Dios, qué maldito error épico es este. —No hay problema. Nos vamos.
Nunca debimos venir en primer lugar.
Traducido por Julie
Corregido por Miry
224
que a veces mira más allá de mí cuando hablamos.
Respiro profundo y hago lo posible por recomponerme. —Gracias por
compartir esto conmigo —susurro—. Nunca quiero ser la razón por la que estás
molesto o herido. Lo sabes, ¿verdad? Te quiero y quiero lo mejor para ti, y si eso
significa que no puedo estar cerca de ti... —Me pican los ojos de nuevo. Maldita
sea—. Quiero que sepas que lo entiendo, y que está bien. No deberías tener que
forzarte a hacer nada que no quieras o no puedas manejar.
—Eso suena terrible. Que tenga que obligarme a estar cerca de ti. —
Suelta un suspiro—. Que conste que me gusta verte, pero no puedo soportar
todo lo que viene después.
Ayuda un poco escuchar eso. —Te quedas en la ciudad para Acción de
Gracias, ¿verdad?
—Sí. Distrae demasiado ir a casa antes de un gran partido. No hay
tiempo suficiente.
Retuerzo mi servilleta. —No estoy segura de que lo sepas, pero los chicos
me han invitado a Acción de Gracias, pero si va a ser un problema, no tengo
que ir.
Extiende una mano. —No cambies tus planes por mí. Tengo que ir a un
sitio de todos modos.
—¿Estás seguro? Porque soy yo quien se mete en tu espacio, no al revés.
Es una mierda que no podamos pasarla juntos, pero lo entiendo. —Me rompe el
corazón, pero lo entiendo. Yo también enloquecería si tuviera pesadillas en las
que mi hermano muere en un accidente de coche. Además, ¿qué son otras
vacaciones sola? A estas alturas ya estoy acostumbrada.
—Estoy seguro. De todos modos, Rider me dará una patada en el culo si
te molesto.
Pongo los ojos en blanco. —Estoy segura de que estás sobrestimando su
reacción.
Mientras los dos nos levantamos, se acerca a la mesa y se mete en la boca
el último bocado de mi panecillo. —Seguro que no. A los chicos les gusta
molestarlo sobre cómo el gran mariscal de campo malo se ha enamorado de la
niñera. —Se ríe mientras se dirige a la parte delantera de la cafetería.
Me gusta oír a mi hermano reír, pero luego proceso lo que acaba de decir
y desearía estar tan segura de los sentimientos de Rider por mí como parece
estarlo mi hermano.
225
Traductora JaviFran
Corregido por Miry
230
—El Backgammon3. —Pasa un segundo y nos reímos—. Sinceramente,
no tengo ni idea de cómo jugar al backgammon, pero sonaba divertido.
—Que idiota. —Agarra mi cabello y me da un beso.
Esta vez, no paramos hasta que esté gimiendo mi nombre y tiemble en
mis brazos.
3 El backgammon es un juego de mesa para dos jugadores que une el azar con profundos
conocimientos estratégicos. El objetivo es conseguir sacar fichas del tablero antes que el jugador
rival.
Traducido por Gesi
Corregido por Miry
Tank deja escapar el eructo más fuerte que oído en mi vida y todos
gemimos.
—Eso es desagradable, hermano. Me harás perder el apetito. —Olly se
mete un bocado más de relleno y gime con placer—. Un relleno increíble,
señoritas. Pueden rellenar mi pavo el día que quieran.
—Cuida tus palabras. Mi mujer no se acercará a tu pavo —espeta Tank
231
mientras se inclina para besar a Bree.
Todos nos reímos por lo bajo.
Rider deja su plato con apenas una miga. —Esa fue la mejor empanada
de calabaza que he probado en mi vida.
—¡Me pido la última de la cocina! —Knox se levanta de un salto para ir a
buscarla, empujando a Olly del camino, y sonrío. Es increíble ser apreciada de
esta forma.
Bree, Sienna y yo preparamos una cena bastante decente si tengo que
decirlo. Los chicos no querían que nadie pasara todo el día cocinando, así que
algunas cosas son compradas ya hechas, pero también preparamos algunos de
los platos favoritos y lo pasamos genial haciéndolo.
Aunque todavía no he tenido noticias de mi tía y probablemente no las
tenga, hoy ha sido el mejor Día de Acción de Gracias que he tenido en un
tiempo. Incluso Ben me envió un mensaje antes de que se fuera a pasarlo con
sus amigos.
Le echo un vistazo a nuestro grupo. Todos los chicos me tratan como a
una hermana pequeña, y Bree, Sienna y yo nos hemos unido, ya que todas
estamos involucradas con miembros del equipo de fútbol. Sienna no ha dicho
con quién sale, pero sé que le avergüenza que él no pase tiempo con ella en
público. Con suerte, una vez que termine la temporada, la convertirá en la
prioridad que ella merece ser.
Me inclino hacia Rider, que tiene un brazo envuelto en mi espalda y el
otro alrededor de Poppy.
—Apesta que mañana tengamos que subir a un avión. —Knox gime
mientras se derrumba en el otro sofá.
Rider baja la voz: —¿Estás segura de que no es un problema cuidar a la
enana?
—En absoluto. —Lo beso—. Es solo una noche. Estaremos bien. —Odia
dejar a Poppy cuando tiene que jugar de visitante.
Sonríe y me jala en un abrazo.
Me doy vuelta hacia el grupo, y me doy cuenta de que todos nos miran.
—¿Qué?
Trevor se ríe. —Ustedes son muy lindos. Todo besitos y esas cosas.
—Es verdad. —Olly asiente—. Voy a admitir que me sorprende bastante
la vibra domestica que desprenden.
Hago una mueca y me siento erguida para tomar mi té helado de la mesa
de café. —No es como si Rider nunca antes hubiera tenido novias. —A lo que 232
me refiero es que no es como si él nunca antes hubiera pasado el rato con chicas,
pero da igual. Es lo mismo. Estoy demasiado cansada para corregirme, por lo
que me río incómodamente.
—Rider no es de tener novias. —Olly le lanza una servilla, y Rider la
aparta con un gesto casi enojado. Intento hacer contacto visual, pero está tan
concentrado en Poppy, que me pregunto si evita mirarme.
¿Dije algo incorrecto? ¿Está enojado porque me identifiqué como su novia? Es
decir, ¿no estamos saliendo? No suelo desnudarme en mi cocina con un hombre con el
que no salgo.
¿O no considera novias a las mujeres con las que ha estado en el pasado?
Dijo que nunca tuvo una relación seria, pero Miranda ciertamente emitía una
vibra de novia territorial, y los vi juntos muchas veces a lo largo de los años.
No sé las respuestas, y no es como si pudiera preguntárselo ahora.
Él no te presentó como su novia con su padre y ahora esto, me recuerda una
vocecita.
Repentinamente incómoda, me muevo hacia adelante para tomar mi
bebida de la mesa y suelto un suspiro cuando la conversación continúa a mi
alrededor. Obviamente no puedo llegar al fondo del asunto con toda la casa
aquí.
Tank aplaude. —Antes de que todos nos separemos, quiero recordarles
lo del domingo.
—¿Qué sucede el domingo? —pregunto.
—Es el cumpleaños del capitán. Le regalaremos un tatuaje para celebrar.
Me giro hacia Rider. —¿De verdad? ¿Es tu cumpleaños?
Tank interrumpe y me señala con su enorme dedo. —Me gusta esta
mujer. No busca en Google toda tu vida como tus otras fanáticas.
Ah, sí. La masa de fanáticas.
Bree le da un golpe en el estómago. —Eso es suficiente, cariño.
—Quería invitarte, en realidad —susurra Rider en mi oído—. Me haré un
tatuaje en honor a Poppy y quería tu ayuda. El domingo iremos a Austin.
¿Quieres unírtenos?
Ay, ¿quiere que vaya?
Me siento instantáneamente aliviada.
233
El hecho de que me invite a hacer una cosa de hermanos como esto con el
resto de los chicos significa mucho para mí. —Me encantaría.
Me besa.
Es dulce. Tierno.
Paso mi mano por su cabello y le correspondo el beso. Alguien nos lanza
una servilleta y Poppy nos golpea las caras mientras se ríe.
Tal vez después de todo no esté molesto conmigo por usar la palabra con
“n”. Me dijo que nos está tomando en serio.
Quizás necesite darle un poco de crédito, disfrutar del poco tiempo que
pasamos juntos y dejar de dudar de todo.
Traducido por Lauu LR
Corregido por Julie
235
fue entonces cuando pensé que se enterarían de cómo toda su casa tuvo que
hacerse las pruebas de paternidad. Que un jugador tenga un bebé al parecer no
es un gran problema. Solo señalaron cómo un atleta universitario de élite tiene
que hacer muchos malabares. No están mintiendo. Rider no ha parado desde
que Poppy aterrizó en su vida—. Lo has manejado como un campeón.
—Gracias de nuevo por acompañarme a hablar con Hank. Mi padre
habría perdido la cabeza si se hubiera enterado de ella por SportsCenter.
Al pensar que lo que sucedió fue con Hank en su estado de calma, no me
extraña que Rider esté sensible con su padre.
Cambiando de tema, le cuento sobre Poppy y cómo ahora dice “nana”
por banana y, alabado sea Jesús, cómo ha dormido toda la noche. Entra de
puntillas en mi habitación para ver cómo está y luego se derrumba junto a mí
en el sofá.
—¿Pensabas volver a tu fiesta?
Me pasa un brazo por detrás de la cabeza y juega con mi pelo. —Solo
quería pasar el rato contigo, si te parece bien.
Vaya. ¿Rider está rechazando una fiesta de fútbol después de un triunfo
épico?
Y cuando digo épico no estoy exagerando. Podía escuchar a mis vecinos
animando, al final de la calle.
Me siento y presiono una mano en su cabeza, que ladea mientras me
mira, confundido. —Solo reviso si tienes fiebre.
—Cállate. Ven aquí. —Me sube a su regazo y me besa el cuello—. No se
lo digas a nadie, pero me cansé de las fiestas. ¿Quieres ver una película o algo
así?
O algo así, pienso, mientras me pasa la palma de la mano por la cadera.
Pero la tierna mirada de sus ojos me dice que no se trata solo de tener
sexo.
—¿Has comido ya? Podríamos pedir una pizza.
Hacemos nuestro pedido y le entrego dos bolsas de hielo.
La sorpresa se refleja en sus ojos. —¿Cómo sabías que tenía que ponerme
hielo otra vez?
—Vi ese golpe a destiempo en el tercero. ¿Estás bien?
Se pasa una mano por la cara. —Sí. Solo me dejó sin aliento por un
momento. Aunque necesito hielo en mis dorsales izquierdos.
—Me imaginé que tendrías que ponerte hielo en algo.
Miramos una película de ciencia ficción, y disfruto mucho de estar
arropada por Rider mientras nos acurrucamos en el sofá, pero no llevamos ni
veinte minutos cuando se queda profundamente dormido.
236
Cuando termina la película, me doy la vuelta en sus brazos y le miro
fijamente.
Parece tan joven cuando está relajado. El pelo se le está poniendo largo y
le cuelga en los ojos, despeinado por el largo día. La barba incipiente delinea su
robusta mandíbula.
Sus brazos me rodean con fuerza y su voz profunda y grave me produce
escalofríos. —¿Me estás mirando dormir como una rarita?
Me río. —Tal vez.
Hace un profundo sonido de satisfacción y me acerca. —Odio los
partidos de visitante —susurra—. Odio dejarlas a ti y a Poppy.
Arrastro mi dedo sobre su ceja. Sobre su pómulo. Sobre el puente de su
nariz. —Solo fueron dos días.
—Dos días demasiado largos. —Me lanza una larga y sombría mirada—.
Sabes que será peor después de que me recluten, ¿verdad?
Me congelo. Es la primera vez que menciona algo del futuro. Desde que
la idea de las relaciones parece asustarle, he sido prudente para no hacer planes
a largo plazo.
—Ve un día a la vez. Un partido. Un entrenamiento. —Hago una pausa,
mi corazón se acelera de repente—. Podemos, uh, hacer videollamadas. —Con
lo locos que han sido nuestros horarios, me sorprende no haberlo considerado
antes—. Puedes ver a Poppy cuando quieras.
—¿Y a ti? ¿Puedo verte a ti también?
Un rubor calienta mis mejillas. —Soy toda tuya. Puedes verme siempre
que quieras.
Esas no son las palabras que realmente quiero decir, pero no estoy segura
de que esté listo para ir allí todavía.
Pero probablemente se me nota en la cara: estoy enamorada de Rider
Kingston.
Y si soy sincera conmigo misma, lo he estado durante un tiempo.
Su frente toca la mía. —Siento que no hayamos podido pasar más tiempo
juntos. Hacer cosas normales. Tener citas. —Habla contra mis labios—. Te
prometo que te compensaré. Significas mucho para mí, Gabby.
La euforia llena mi corazón.
Enrosco mi mano en su pelo para atraerlo hacia mí y darle un beso.
No decimos nada mientras nos quitamos la ropa y él se pone un condón.
Con la luz parpadeante del televisor detrás de nosotros, nos juntamos. Uno al 237
lado del otro, levanta mi muslo sobre el suyo. Se coloca entre mis piernas y se
frota contra mí hasta que tiemblo.
—Gabriela. —Dice mi nombre como una plegaria cuando por fin empuja
dentro de mí.
Estoy acostumbrada a nuestra química combustible. A las rondas sin
aliento en las que nos arrancamos la ropa para tener sexo.
Pero no estoy preparada para la intimidad de este momento y la forma
en que me mira mientras me penetra.
Cierro los ojos y dejo caer mi frente sobre su pecho, temiendo acercarme
más. Quiero decirle lo mucho que lo amo. Que tengo miedo de que se vaya
después del reclutamiento. Que no quiero perderlo por su carrera.
Me coge suavemente la barbilla y acerca mis labios a los suyos. —No te
escondas.
Mis ojos se levantan hacia los suyos y la conexión entre nosotros es casi
abrumadora.
—Tócate —susurra.
Mirándolo fijamente a los ojos, deslizo mi mano entre nosotros.
Perderme en este momento es más fácil que admitir que estoy luchando
con demasiados sentimientos.
Que me mire es embriagador y me hace ser audaz. Cuando se mueve
entre mis muslos, rodeo su base con la mano y aprieto.
—Joder —gruñe, hinchándose dentro de mí—. Nena, vas a hacer que me
corra.
Me besa, feroz y posesivo. Estoy tan cerca, pero entonces lame un dedo y
lo arrastra por mi trasero.
—Nunca he... —Jadeo cuando lo empuja contra mí.
—¿Se siente bien? —Me observa mientras empuja suavemente hasta el
nudillo. Entrando y saliendo, hace coincidir el ritmo de sus caderas.
Se siente mal. Tan malo. Y sorprendente.
—Oh, Dios. —Echo la cabeza hacia atrás mientras me corro con tanta
fuerza que no puedo respirar.
Mi orgasmo lo lleva al límite, y gemimos y nos estremecemos juntos.
Me abraza mientras jadeamos y bajamos de ese subidón.
—Amo... —Hace una pausa.
Se me corta la respiración en el pecho. 238
Pero entonces se aclara la garganta. —Amo estar aquí contigo.
Una punzada de decepción me pica, pero me digo a mí misma que hay
que disfrutar de lo que tenemos. No es que yo haya sido tan valiente como para
decir esas palabras. Si la palabra con “A” era lo que él contemplaba. —No hay
otro lugar en el que preferiría estar.
Después de limpiarnos, lo llevo a mi dormitorio, donde me abraza hasta
que Poppy se despierta por la mañana.
Aunque tengo miedo de todo lo que puede salir mal, espero y rezo para
que esta vez lo hagamos bien.
Traducido por AnnyR’
Corregido por Julie
240
Envuelve un brazo grueso alrededor de mi cuello y me besa de nuevo.
—Bien. Finalmente saqué la cabeza de mi trasero y le rogué que saliera
conmigo. ¿Mejor?
—Mucho. Gracias. —Me sonrojo, complacida de que no parezca tener
problemas en admitir que somos pareja.
Todo lo que nos rodea se detiene mientras nos miramos el uno al otro.
Me estremezco al recordar cómo me tocó anoche.
—Gracias por venir hoy —dice en voz baja antes de dejar un beso ligero
como una pluma en mis labios—. Significa mucho para mí.
—Feliz cumpleaños, Rider.
—Gracias, cariño.
Le respondo con una sonrisa, ardiendo por dentro con sentimientos
desordenados y esperanzas para el futuro. Me hizo jurar que no le regalaría
nada por su cumpleaños. Dijo que solo quería pasar el día juntos. No juega
limpio. ¿Cómo se supone que no me voy a enamorar de él?
Brady se aclara la garganta, y Rider y yo dirigimos nuestra atención al
asunto que nos ocupa. Tank se acerca a nosotros y se inclina hacia Brady. —¿Se
están follando con los ojos de nuevo?
—Más o menos, sí.
—Podíamos verlo desde el otro lado de la tienda.
—Oh, Dios mío, Tank. —Señalo hacia donde esperan los demás—. Vete.
Si te portas bien, iremos a por tacos más tarde.
—¿Tacos, dices? —Se frota las manos y regresa con los chicos.
Eso fue embarazoso. Me aseguro de ser menos obvia con respecto a mis
sentimientos. Me dejo caer en una silla, agarro una revista y empiezo a hojearla,
dejando a Brady y Rider que discutan los detalles del tatuaje.
Me encanta que sus compañeros de cuarto le estén dando este generoso
regalo. Me avergüenza un poco haberlos considerado a todos unos cabezas
huecas antes de conocerlos realmente. Claro, pueden ser revoltosos, pero tienen
un gran corazón.
Hablo con Bree para asegurarme de que Poppy durmió la siesta, y luego
Rider me llama después de que Brady transfiere el arte a su piel.
—Va a quedar hermoso. —Brady ha dibujado un increíble abstracto que
envolverá los bíceps de Rider.
—No estoy seguro de que hermoso sea lo que estoy buscando, nena.
—Es un campo de amapolas para tu hija. ¿Cómo no es eso hermoso?
Gruñe, y yo aguanto una carcajada.
Y tengo razón. La pieza final, una vez que está llena de rojos, rosas y
241
azules en este increíble estilo de pincelada, me deja sin aliento.
Después de que Brady termina, me inclino para susurrarle al oído de
Rider: —Tu tatuaje es increíblemente sexy.
Levanta una ceja. —¿De verdad? ¿Qué tan sexy? —Flexiona su brazo
grande y niego con la cabeza.
—Presumido.
Luego su expresión se vuelve seria. —Cuando me entere del cumpleaños
de Poppy, me gustaría agregarlo aquí mismo. —Señala su brazo donde dos
flores divergen.
Por alguna razón, eso me afecta mucho, que no sepa el cumpleaños de su
hija. Y por su mirada, también le molesta.
—Lo averiguaremos —susurro.
No quiero mencionarla porque hemos tenido un día tan bueno, pero no
puedo evitar preguntarme sobre la mujer que dejó a esa adorable bebé en
medio de una fiesta furiosa. ¿Extraña a Poppy? ¿Incluso piensa en ella?
Me distraigo cuando dos mujeres se acercan a la tienda de Brady. Una lo
besa y luego se vuelve hacia mí.
Cuando veo bien su rostro, me congelo.
Se ve tan familiar.
Sus ojos se agrandan.
Y ambas empezamos a hablar al mismo tiempo.
—Ay, Dios mío.
—¿Te conozco?
Abro la boca, sin saber qué decir.
Brady sonríe. —Gabby, esta es mi esposa Kat y su hermana Tori.
Tori se mueve junto a su hermana y me mira fijamente durante un largo
minuto antes de que sus labios se tuerzan. —¿Tus dedos meñiques forman una
V?
—Lo siento. ¿Qué?
—Así. —Coloca sus manos frente a ella y las gira para que sus palmas
miren hacia ella. Luego los junta para que sus meñiques formen una V.
Um. —No tengo idea. —Así que lo intento. Y he aquí que lo hacen.
¿Cómo supo esta chica que mis meñiques estaban torcidos cuando nunca
me di cuenta?
Tori chasquea los dedos. —Eres una Duran, ¿no es así?
242
Mis ojos se amplían. —¿Cómo lo supiste?
—Porque nosotras también. O lo éramos antes de casarnos. —Agita un
dedo entre ella y su hermana—. No la una con la otra, obviamente. Sabes a lo
que me refiero.
Resulta que somos primas.
Me quedo un poco atónita porque no sabía que tenía primas en el área de
Austin. La mayoría están cerca de Corpus Christi.
Las tres tenemos los ojos dorados de los Duran.
Veinte minutos después, seguimos acurrucadas, tratando de descubrir a
nuestra familia. Kat me pone una mano en el hombro. —Nos enteramos de lo
de tu padre, ¿pero tu madre también murió? Lo siento mucho. ¿Cómo no lo
supimos?
—Mi padre estaba alejado de la familia —le explico, tratando de darle
sentido—. Así que no éramos muy cercanos a nadie cuando mi madre falleció
unos años después.
—También tienes un hermano, ¿verdad?
—Sí. Ben. También es estudiante en el Lone Star Estatal.
Charlamos unos minutos más e intercambiamos números. En tanto
vamos caminando hacia el frente, Tori engancha su brazo con el mío y hace un
gesto hacia Rider. —Así que estás saliendo con él, ¿eh? —Cuando asiento, ella
se ríe en mi oído—. Chica, ¡quiero todos los detalles!
Estoy tan emocionada por conocer a parientes femeninos que actúan
como familia, que podría llorar.
Me doy cuenta de lo mucho que ha cambiado mi vida este semestre.
Tengo a Rider y Poppy, que son la mejor parte de mi día. Sienna es la
compañera de cuarto más dulce y una de mis mejores amigas. Ya casi he
terminado la universidad y mantengo mis calificaciones, y me muero de ganas
de enseñar como estudiante el próximo semestre. Espero que mi trabajo
temporal en Archer se traduzca en un puesto de profesora a tiempo completo
en el otoño. Ben y yo no estamos completamente en desacuerdo, y ahora que
entiendo por qué hace lo que hace, espero que podamos construir un puente.
¡Y también me he conectado con Kat y Tori, que quieren que me quede
con ellas durante las vacaciones de invierno!
Es casi demasiado bueno para ser verdad.
243
Traducido por Jadasa
Corregido por Julie
245
Donde nos detenemos.
Una mujer mayor con un elegante bob canoso nos fulmina con la mirada
desde nuestro porche como si estuviéramos orinando en su par de pantuflas
favoritas.
Doy un paso adelante. —¿Puedo ayudarla, señora?
—Me gustaría hablar con Rider Kingston. ¿Eres tú?
Hay algo en esta mujer que me produce una sacudida de ansiedad. Tal
vez sea su mirada férrea o la rigidez de sus hombros, pero sea lo que sea, es
desconcertante.
Tank se aclara la garganta. —¿Puedo preguntar de qué se trata? Verá,
tenemos muchas fanáticas femeninas que ofrecen su mercancía, buscando
conocer al señor Kingston. Sirvo como un amortiguador para filtrar la gentuza.
¿Ofrecen sus mercancías? ¿Gentuza?
—Ignórelo. —Niego con la cabeza—. Ha estado leyendo de nuevo las
novelas románticas sobre la regencia de su novia.
—Están muy bien, hijo.
—Soy Rider —digo vacilante—. ¿Cómo puedo ayudarle?
Esos ojos rezagados me atrapan, mirándome fijamente desde la cima de
mi cabeza y terminando con mis botas desgastadas. Internamente, me irrita su
juicio, el cual es tan claro como el marcador de neón de nuestro equipo. Es la
forma en que todos en mi ciudad natal me miran. Como si fuera una mierda en
la suela de sus zapatos.
—Puedes traerme a mi bisnieta, Poppy. —Inhala—. Estoy preparada
para luchar por la custodia.
Ahí es cuando todo mi mundo se vuelca y se derrumba.
246
Traducido por Miry
Corregido por Julie
Esto no va bien.
La señora Hildebrand se sienta en el borde de nuestro sofá. Está a unos
dos minutos de agarrar sus perlas.
Sorprendentemente silenciosos e inmóviles, Tank y Olly se sientan a mi
lado. Pensé que no estaría de más tener un par de personas de mi lado en caso
de que esta mujer comenzara a amenazar de nuevo. Tank le envió un mensaje a
247
Bree, así que ella y Poppy están de camino.
—¿Quieres decir que mi nieta dejó a la bebé en medio de una fiesta de
fraternidad? —chilla la señora Hildebrand.
Y ahora agarra sus perlas.
—Somos un equipo de fútbol, señora, no una fraternidad —digo con la
mayor tranquilidad posible. Dado que ha entrado aquí armada con la intención
de conseguir la custodia de mi hija, diría que lo estoy haciendo bastante bien.
Supongo que todo ese tiempo delante de los medios de comunicación y
haciendo entrevistas evita que pierda la cabeza—. Dejó a Poppy cuando acababa
la fiesta. Ya era bastante tarde. Yo ya estaba dormido y mis compañeros me
levantaron cuando la encontraron.
La señora Hildebrand niega con la cabeza con incredulidad. —Nunca
debería haberla dejado sola.
—¿A quién? ¿A su nieta? —Cuando asiente de mala gana, continúo—:
¿Puedo preguntar a dónde fue? —Me trago los tacos que hacen todo lo posible
por salir por mi garganta—. Su nombre es Cricket, ¿correcto?
Por favor, Dios, que su nombre sea Cricket, o pareceré el hijo de puta más tonto
que jamás haya existido. El otro día, Olly me dijo que recordaba algunos detalles
de ese fin de semana, y parecía pensar que la mujer que trajo los brownies se
llamaba Cricket.
Es Cricket o Cicada, y rezo para que no sea Cicada.
Después de poner los ojos en blanco, la señora Hildebrand suspira. —Así
es como la llaman sus amigos. Piensa que “Margot” es demasiado intelectual.
Margot. Dejo escapar un suspiro. Por fin, tengo un nombre. —Entonces...
¿Margot... Hildebrand?
Su cabeza se ladea hacia un lado. —¿Realmente no sabes nada sobre mi
nieta, joven?
Bueno.
Sé que Cricket hace un increíble brownie con drogas que podría noquear
a un elefante, pero creo que la abuela no quiere saber eso.
Abro la boca antes de volver a cerrarla.
Vamos, Rider, piensa. Di algo.
—Cricket —digo lentamente—, cuidó de manera excelente a Poppy.
Listo.
248
Eso me hace ganarme ojos en blanco. —Yo cuidé muy bien a Poppy.
Froto mi nuca, odiando la vida. —Oiga, ¿podemos empezar de nuevo?
Conocí a Poppy en Halloween, y he hecho todo lo posible por cuidarla. Ella es
feliz, saludable y realmente inteligente. Me llama “papá” y dice “nana” cuando
quiere banana. Me dice “ma” cuando quiere más. Antes de esa noche, juro que
no tenía idea de que tenía una hija, y mucho menos que Cricket se quedó
embarazada, o la habría acompañado.
No estoy seguro de dónde viene esa declaración, pero después de un
momento en el que lo pienso, sé que es verdad. Habría arreglado mis cosas y
habría ayudado a Cricket aunque no la conozca de nada. Pero aparentemente
dejé embarazada a esa mujer, y esta bebé e incluso Cricket, hasta cierto punto,
son mi responsabilidad.
Lo que me regresa a esa pregunta incómoda que la señora Hildebrand
nunca respondió. —¿Puedo preguntar a dónde fue Cricket? Su nota decía algo
sobre llamarme cuando llegara. —No es que tuviera mi número, pero no cuento
este detalle—. No mencionó a dónde iba y no he tenido forma de contactarla.
Me avergüenza un poco admitir que no he buscado más activamente a
Cricket. Estaba más que nada enojado porque dejó a Poppy de la manera en que
lo hizo. Avergonzado de no saber una mierda sobre quién es la madre de mi
bebé. Nunca se me ocurrió que algo podría estar mal. Que esta mujer podría
estar en problemas o en algún tipo de peligro.
—Yo... verás... —La señora Hildebrand se retuerce las manos en su
regazo—. Margot es un espíritu libre. Durante el embarazo, logró mantenerse
por un buen camino. La llevaba a su terapeuta todas las semanas, a acupuntura
y le conseguí un espiritualista que le enseñó a meditar para que pudiera estar
sana durante su embarazo. Y lo hizo. Se encontraba más sobria que nunca.
Estaba emocionada por Poppy. —Sonríe, pero se desvanece rápidamente—. Sin
embargo, después volvió a sus viejas costumbres.
—¿Ir de fiesta? —pregunto gentilmente.
A regañadientes, inclina la cabeza una vez. —Sus amigos querían que se
uniera a ellos para la cosecha de otoño en el Triángulo Verde en California. No
—Hace una pausa, frunciendo los labios—, el Triángulo Verde no. El…
Tank chasquea los dedos. —El Triángulo Esmeralda.
—Sí, eso es.
Me giro hacia mi compañero de piso. —¿Qué es el Triángulo Esmeralda?
La emoción de sus ojos desaparece y pliega los labios. —Es, eh. —Se
encoge—. Es como la región de cultivo de cannabis más grande del país.
La marihuana es legal en California. ¿Cuál es el problema? —Está bien,
pero ¿por qué la cara?
Hace una mueca. —La razón por la que sé sobre el Triángulo Esmeralda 249
en primer lugar es por un programa de Netflix llamado... —Hace una pausa. Se
rasca la cabeza. Mira a Olly que se encoge de hombros. Después susurra—:
Murder Mountain. Según el documental, ahí desaparecen más personas que en
cualquier otra zona de California.
—Maldita sea.
Olly levanta las manos. —Pero eso no significa que Cricket haya
desaparecido. ¿Cierto?
Todos nos giramos hacia la señora Hildebrand, quien tiene lágrimas
corriendo por su rostro. Le lanzo a Tank una mirada sucia.
—¿Qué? ¿Querías que mintiera? —me susurra casi gritando.
Recojo la caja de pañuelos que Gabby puso en nuestra mesa de café la
semana pasada porque Poppy no paraba de babear en nuestros libros de texto.
La señora H lo toma con gratitud y delicadamente se lo pasa por el
rabillo del ojo. —Disculpen.
Una vez que parece serena, le pregunto: —¿Cuándo fue la última vez que
supo algo de Cricket?
Sus ojos se llenan de lágrimas. —Hace dos semanas.
Tank se golpea las manos. —Eso no es nada. Me fui un mes antes de
llamar a mi mamá. Estaba enojada. Pero aun así. No hay razón para llamar a la
poli.
Le entrego a la mujer otro pañuelo. —¿Pero ha intentado llamarla? ¿O a
sus amigos?
Antes de que responda, la puerta principal se abre y Bree, Gabby y
Poppy entran caminando.
Joder, ¿solo ha pasado una hora desde que dejé a Gabby al otro lado de
la calle? Cristo, siento que no la he visto en un año. ¿Cómo se ha estropeado
este día?
Abro la boca para hacer las presentaciones, pero Gabby ve a la señora
Hildebrand y grita: —¡Adele! ¿Cómo estás? —y corre hacia ella para darle un
abrazo.
—¿Qué diablos sucede? —pregunta Tank sin mover los labios.
Quiero hacer la misma pregunta.
250
Traducido por Danita
Corregido por Julie
254
Traducido por Sofía Belikov
Corregido por Julie
256
Traducido por Julie
Corregido por Pame .R.
260
el universo las ha unido.
Las pestañas falsas de Miranda se agitan al tiempo que finge una sonrisa.
—Fuimos compañeras de cuarto en el primer año.
Supongo que por eso Zoe me odia, aunque yo tampoco le he hecho nada
a Miranda, salvo que me dejaran, lo que le dio la oportunidad que quería con
Rider.
¿Qué vio en la chica más allá de la apariencia?
Es hermosa, tonta. ¿Necesitaba una razón más allá de su belleza digna de una
pasarela?
—Genial. Bueno, tengo que irme. —Con una expresión inexpresiva, me
pongo el bolso al hombro, esperando salir de aquí lo antes posible, pero cuando
empiezo a pasar junto a ellas, Zoe extiende su brazo delante de mí. En su mano,
su teléfono está cargado con un vídeo.
—Adelante. —Su sonrisa felina es una advertencia—. Pulsa reproducir.
No me va a gustar lo que voy a ver, eso es seguro. Aléjate, Gabriela. No
cedas a esto que está jugando.
—Tengo que ir a clase.
Levanta su otra mano. —Solo quiero que sepas en qué te estás metiendo
y por qué no debes encariñarte con Rider.
Miranda, con la máxima expresión de inocencia, se encoge de hombros.
—Es cierto, Gabby. Rider y yo tenemos algo especial, y no quiero que salgas
herida.
Claro, solo te preocupas por mí.
—Lo siento, necesito...
Ignorándome, Zoe pulsa reproducir.
La grabación es inestable y en pocos segundos reconozco el jardín
delantero de Rider. Es una fiesta. Todo el mundo está en traje de baño.
Alguien pasa cargando muebles. Está tan fuera de lugar que es casi
gracioso. Y me doy cuenta de que es Rider.
Es la fiesta que hicieron a finales de agosto. Cuando entrevisté a Sienna.
Está sin camisa y brillando bajo el sol brillante como un dios. Sonriendo y
demasiado guapo para las palabras.
Por un breve momento, pienso: Él es mío. Este hombre hermoso que ha
resultado ser un padre increíble, viene a casa conmigo por la noche.
Pero entonces algo detiene esa línea de pensamiento cuando Miranda,
que lleva el bikini más pequeño conocido por el hombre, salta a sus brazos.
Aunque sé que esto ocurrió hace meses, aunque me digo a mí misma que
no debería dejar que esto me moleste, no estoy preparada para lo mucho que
261
me duele ver cómo él se ríe, le agarra el culo y se la echa despreocupadamente
por encima del hombro.
O ver cómo la chica se desliza por su cuerpo y sella sus bocas.
Tengo el corazón en la garganta mientras se manosean mutuamente. Las
manos de él están en el pelo de ella y en su trasero.
Parece que están a dos segundos de follar en su jardín.
Los espectadores los aclaman.
La bilis me sube por la garganta y Zoe por fin lo apaga. Su voz
enfermizamente dulce ronronea: —Ya que has estado ocupada haciendo de ama
de casa Suzy, he pensado que podrías necesitar un recordatorio de cómo es
Rider. —Baja la voz en tanto agita el teléfono en mi cara—. Pregúntale a Mira:
ella y Rider follaron toda la noche después de esta fiesta.
Mis ojos se dirigen a Miranda, cuya expresión de lástima me hace querer
darle un puñetazo en la garganta.
Zoe engancha su brazo en el de su amiga. —Ella y Rider han tenido algo
de forma intermitente durante años. ¿En la cama de quién crees que estaba justo
después de que te dejara en primer año? En la de Miranda. Escucha, se va a
cansar de ti como lo hizo entonces, así que no te acomodes demasiado en su
territorio. Ella y Rider solo se están tomando un pequeño respiro. Es lo que
hacen. Pregúntale.
Y luego las dos se alejan como si no acabaran de atropellar mi corazón.
262
Traducido por Julie
Corregido por Pame .R.
263
rápido que sé que algo va mal.
Lo primero que pienso es en Poppy, y se me hace un nudo en el
estómago a medida que recorro los mensajes, pero nadie la menciona. Sin
embargo, el tono sombrío de cada uno de los mensajes no me hace sentir mejor.
Lleva tu culo a la oficina del entrenador. Está molesto. —Tank
Hermano, está pasando algo. Ve al entrenamiento. —Olly
911, hijo de puta. —Noxious
Amigo. ¿Dónde estás? —B-Rod
Sé que es malo cuando Ben me envía mensajes. Ha estado en silencio
desde que Gabby y yo nos juntamos. Es educado, pero mantiene las cosas lo
más breve posible. Después de nuestro último partido este fin de semana, me
esforzaré más por profundizar en ello, pero como también podría querer darme
una patada en el culo, he decidido que una distancia respetuosa por ahora
funciona para el equipo. No tiene sentido desenterrar el drama.
Pero a juzgar por los mensajes que inundan mi teléfono, el drama me ha
encontrado de todos modos.
Me encontraba en clase. Me dirijo allí ahora. ¿Qué sucede?
Tendré que buscar a mi profesor mañana. Diez minutos después, llego al
polideportivo y cojo mi teléfono, aún más preocupado porque ninguno de mis
compañeros ha respondido a mi mensaje.
Cuando llego a la sala de pesas, veo por qué. Knox y Olly están en el
despacho del entrenador, y mis otros compañeros están parados fuera como si
estuvieran esperando a ver al director.
Winston hace una pausa en medio del levantamiento de pesas para
espetar: —Estás metido en pura mierda. ¿No eras tú el tonto que me decía que
tenía que respetar a las mujeres? El muerto se ríe del ahogado.
—Es “El muerto se ríe del degollado”, idiota —grita Trevor desde el
pasillo—. Y no sabes de qué diablos estás hablando.
No tengo la oportunidad de preguntar qué demonios sucede porque el
entrenador saca la cabeza del despacho y grita: —Kingston. Ven aquí. ¡Ahora!
Oh, que me jodan.
En cuatro años, el entrenador nunca me había hablado así.
Cuando llego al pasillo, Tank apenas separa los labios y susurra: —El
entrenador se llevó nuestros teléfonos.
Dicen que cuando estás a punto de morir, tu vida pasa ante tus ojos. A
juzgar por la expresión de la cara del entrenador, podría estar preparándose
para estrangularnos.
264
Un millón de cosas pasan por mi mente en tanto entro en su oficina.
Esto no puede ser por el jardín de marihuana de Knox. Lo vi cultivar esa
mierda el verano pasado.
Olly dejó de escribir ensayos para los jugadores el año pasado. Le hice jurar que
no volvería a empezar.
Les dije a los chicos que dejaran de hacer toboganes de cerveza en el patio hace
meses.
Esto podría ser por las fiestas. Pero con una o dos excepciones, mis
compañeros de piso han mantenido su consumo máximo de dos cervezas.
Me estremezco. He cambiado entradas por el servicio de niñera. Cada jugador
tiene cuatro entradas por partido en casa. ¿He violado las condiciones de mi
beca deportiva al hacer eso? O, carajo, ¿ahora soy inelegible porque violé las
reglas de la liga?
Queda un maldito partido de la temporada regular. ¿Qué carajo he
hecho? ¿Cómo la he fastidiado tan cerca de los playoffs?
—Cierra la puerta. —La voz de Sully es helada.
Después de cerrarla, me siento junto a Olly y Knox, que parecen estar a
punto de cagarse en los pantalones. Conozco la sensación.
El entrenador dice: —¿Qué dije al principio de la temporada? ¿Alguien se
acuerda?
Olly se aclara la garganta. —Dijo...
—Era una pregunta retórica. No necesito que abran sus bocazas.
—Sí, señor. Lo siento, señor.
Tras una larga pausa, el entrenador suspira. —Les pedí que no se
metieran en problemas. Que sean hombres de honor. Que tal vez no me den un
ataque antes de retirarme.
Mi corazón late tan fuerte que puedo oírlo en mis oídos. Lo siento en la
garganta.
Sacude la cabeza. —Imaginen mi sorpresa esta mañana cuando recibí
una llamada de ese elegante canal de deportes preguntando si había algo de
cierto en esto.
Un dedo curtido empuja un papel sobre su escritorio.
Es un artículo de un sitio de chismes deportivos, Charlas de Vestuario.
La semana pasada nos enteramos de que los Broncos de Lone Star engendraron
un bebé Bronc. El mariscal de campo estrella admitió recientemente que es el orgulloso
padre de una niña de seis meses, pero lo que no nos dijo es que cuando la dejaron
literalmente en su puerta, ninguno de los atletas de la casa sabía quién era el padre y
todos tuvieron que hacerse pruebas de paternidad. Teniendo en cuenta lo mucho que se
divierten en el corazón de Texas, no es de extrañar que no puedan llevar la cuenta de
sus conquistas en la “Estación Semental”.
268
Traducido por Anna Karol
Corregido por Pame .R.
—¡Esto es una mierda! —ruge Tank desde su lado del sofá. Bree le
palmea la espalda y me mira con preocupación.
Rider se pasea de un lado a otro del salón y de vuelta al mismo tiempo
que todos se quejan.
Aunque la conversación que mantuve con Miranda y Zoe esta tarde me
corroe, hago lo posible por centrarme en la crisis actual.
269
Los chicos han convocado una reunión después del entrenamiento. El
entrenamiento al que Rider no pudo asistir. Pero llegó a casa y fue a la sala de
pesas, que también tiene una cinta de correr, y se ejercitó en caso de que se le
permita jugar este fin de semana.
Según la conversación privada que mantuvo con Sully, hay toda una
serie de posibles consecuencias, varias de las cuales se traducen en la expulsión
del equipo. Está comprensiblemente devastado.
Poppy está arriba, en la cama, y yo tengo el monitor en mi regazo en
tanto todos se lamentan por la aplastante noticia.
—Meyers tiene miedo de su sombra. Nunca logrará sacar adelante esto si
no puedes jugar de titular —gime Knox.
Rider lo señala. —No digas esa mierda esta semana. Si no puedo jugar, él
es nuestra mejor opción. Será mejor que lo prepares. Ese chico tiene buenos
instintos. Solo necesita confianza, que la gente crea en él.
—Él no es tú.
—Pero podría serlo. Mira, no caí en esta posición el primer año con las
habilidades que tengo ahora. Sully pudo haberme pateado el trasero día tras
día, pero me llenó de pensamientos positivos. Me hizo pensar que podía
hacerlo.
Tank se inclina hacia delante para agarrar su lata de refresco. —El
entrenador es el susurrador de la línea ofensiva, hombre. Es cierto. Sabes que le
encanta la ofensiva. Somos sus chicos.
—Sin importar lo que sientas por Meyers, tienes que dejar la negatividad
a un lado. Dale lo que me das a mí, y puede que te sorprenda.
La habitación se queda en silencio. Hasta que mi hermano, de todas las
personas, habla.
—Se siente desleal contigo. —Se mueve incómodo—. Tú y yo hemos
tenido nuestras diferencias —Me lanza una rápida mirada desde el otro lado de
la habitación—, pero eres genial en el campo. Lo haces divertido. No sé, tal vez
canalizas todo lo que te dice el entrenador y nos lo transmites, pero nuestro
tiempo aquí no sería el mismo con un hombre diferente al frente. Eres el
corazón de nuestro equipo. Solo quiero que sepas que te apoyo. Todos te
apoyamos.
Rider esboza una sonrisa, la primera que he visto en toda la noche, y
Tank moquea y levanta el puño. —Eso es hermoso, hombre. Lo siento. —Se
270
golpea el pecho—. Lo siento aquí mismo, hermano. Aquí mismo.
Después de aclararse la garganta, Rider asiente. —Aprecio eso. Más de lo
que imaginan. No creo que tenga que decir esto, pero tienen mi permiso o lo
que sea para apoyar a Meyers. No están siendo desleales. Sé que me respaldan,
y nunca lo olvidaré.
Cuando la reunión termina, Rider se hunde en el sillón reclinable.
—Estoy tan cansado que me duelen los ojos.
Cuando me enseñó ese blog, casi me da un infarto al ver esa foto mía
subida a su hombro, agitando un vaso rojo como una tonta. Afortunadamente,
no me nombraron, y está un poco borrosa. Casi me siento culpable, como si me
librara de esto con un pase mientras Rider está en tantos problemas. Me ha
asegurado que puede manejarlo, pero me doy cuenta de que el estrés le está
afectando.
Sin embargo, hay una cosa que no deja de molestarme. ¿Cómo es posible
que un blog con sede en Los Ángeles haya obtenido información sucia sobre un
jugador de Charming, Texas? ¿Sobre todo el tipo de información confidencial
que estaba protegida por acuerdos de confidencialidad? Y de todas las fotos que
hay en Internet de Rider (en los partidos, en las fiestas, en la ciudad), ¿cómo
consiguió Charlas de Vestuario una imagen que no se publicó en ninguno de los
sitios populares de aficionados de los Broncos? Porque lo primero que hice fue
hacer una búsqueda inversa de esa foto, y no apareció en ningún sitio local
hasta después de esa entrada del blog.
Bree tomó fotos, pero me las mostró, y son desde un ángulo diferente.
No es que ella haya caído tan bajo como para filtrar algo para hacernos quedar
mal. Pienso en esa fiesta, tratando de recordar quién más estaba allí además de
los jugadores, pero por desgracia, toda mi atención estaba en Rider esa noche.
En tanto los chicos se compadecen, me planteo si debería contarle lo que
ha pasado con Miranda y Zoe esta tarde, pero Rider parece demasiado molesto
para abordar el tema. La idea de que no juegue el partido más importante de la
temporada, de que lo echen del equipo cuando está tan cerca de lograr el sueño
de su vida, es devastadora y supera el berrinche que quiero hacer por su ex.
Me acerco a él y le froto la rodilla. —¿Qué puedo hacer? ¿Quieres que te
traiga algo de cenar?
—No. Pero gracias. Voy a engullir una bebida energética y a ponerme a
estudiar. Podría aprovechar el tiempo extra que tengo esta semana para intentar
aprobar mis clases.
Frunzo el ceño. —¿Estás teniendo problemas con algo? Pensé que habías
dicho que entregabas todo a tiempo. —Tiene que mantener sus notas por
271
encima de C para mantener su elegibilidad.
—¿Cuándo no estoy batallando, Gabby? ¿Cuándo ha sido fácil sacar
buenas notas? Nunca, eso es. Incluso cuando mi mierda está a tiempo, nunca es
lo suficientemente buena. No soy inteligente como tú. —El filo de su voz me
pilla desprevenida.
—Yo… no trato de hacerte pasar un mal rato —le digo suavemente. Sé
que es sensible a lo difícil que le resulta la escuela a veces—. Y no seas ridículo,
claro que eres inteligente. Solo digo que puedo ayudarte si quieres. ¿Necesitas
que te corrija algo? Puedo revisar tus tareas y explicarte…
—Es justo eso. No siempre puedes entrar de golpe y hacer mis cosas por
mí.
Me quedo paralizada, con una mezcla de rabia y dolor chocando en mi
pecho. Me escuecen los ojos y parpadeo rápidamente. —No soy el enemigo,
Rider. Estoy de tu lado.
Gimiendo, se pasa las manos por el cabello. —Lo siento. Me estoy
volviendo loco. No quiero desquitarme contigo. Te has portado muy bien. —Me
da una sonrisa débil, una que no me creo.
Esto es lo que hace cuando se estresa. Estoy empezando a ver el patrón.
Cómo se aleja.
Después de una pelea con su marido, una vez escuché a mi madre
adoptiva hablando con su amiga sobre un libro que tenía llamado Los hombres
son de Marte, las mujeres son de Venus. Según este libro, cuando los hombres se
estresan o se preocupan o se asustan, se retiran a una cueva. Las mujeres
prefieren hablar y resolver las cosas, pero los hombres se aíslan.
Como tenía diez años, no tenía ni idea de lo que significaba “retirarse a
una cueva”, pero ahora lo entiendo. Rider está en su cueva. Se está protegiendo.
Lo hizo el primer año, y un poco después de que nos reconectáramos este
otoño.
Se me hace un nudo en la garganta al pensar en lo bien que resultó la
última vez.
Coloco el monitor de bebés en la mesa de café y me cuelgo el bolso al
hombro. —Está claro que no quieres compañía, y lo entiendo. —Aunque se ha
disculpado, sigo sintiendo el pinchazo en mi orgullo. No me atrevo a acercarme
a él para abrazarlo o darle un beso de despedida. Él tampoco se acerca a mí—.
Todo irá bien. Ya lo verás.
Asiente con la cabeza, sin decir palabra.
Así que me voy.
272
Traducido por Sofía Belikov
Corregido por Pame .R.
274
—¿Y recuerdas la cláusula respecto a la bajeza moral?
—Sí, señor —susurro.
—Entonces, ¿puedes explicarme por qué hay fotos tuyas en una fiesta
con el equipo de fútbol por todo el internet? —Toma otra carpeta y la lanza
sobre el escritorio; varias hojas se escapan y caen sobre el suelo.
Cuando las recojo, es como si me quedara sin aliento.
Ayer, me sentí culpable de que hubiera podido zafarme de alguna forma
después de que los chicos se metieran en problemas.
Ahora es mi turno.
En la primera foto aparezco sobre la espalda de Rider en la fiesta. Junto a
otras que nunca he visto. Una de Rider y yo bailando pecho contra pecho, con
sus manos enormes cubriéndome el trasero. Y otra de él bajando la mirada
hasta que nos encontramos nariz a nariz.
Piensa, Gabriela. Defiéndete. No hacías nada malo. En realidad no. Puede que
esto no se vea bien, pero no es como si hubieras asesinado a alguien.
—Con todo el respeto, señor Barstow, tengo veintiuno. No es ilegal que
beba un par de cervezas en la casa de mi novio después de un partido.
—La cláusula establece que no puedes hacer nada que pueda ser
considerado inmoral, falaz, escandaloso u obsceno, o que ocasione gastos,
ensucie, dañe o arruine la buena reputación de Archer.
—¿Y cree que he arruinado la reputación de Archer? ¿Por ser vista en
una fiesta?
—Estos atletas están en medio de un escándalo horrible, especialmente
para una comunidad de nuestro tamaño y en el centro de Texas. Tu foto salió en
la televisión hace no más de diez minutos. Todos, y me refiero a todos, verán
estas imágenes por los próximos días. Es una carga tenerte en el personal.
Oh, Dios.
Me esfuerzo por pensar en algo. —Pero mi nombre no se ha relacionado
con las fotos o el escándalo. Vivo al otro lado de la calle de los chicos. Son mis
amigos, y aunque sé que las fotos no son las mejores, son buenos hombres.
Rider es un padre increíble. Corta el césped de sus vecinos de edad avanzada,
por Dios. Se está desproporcionando lo sucedido.
—Pese a ello, no es el tipo de… situación… que queremos relacionada a
nuestra prestigiosa institución. ¿Qué diré cuando un padre vea esto y te
reconozca?
—Que disfrutaba de una tarde con mi novio, y que las imágenes están
fuera de contexto. —Dios, ¿todas esas fotos se encontraban en televisión, o las 275
consiguió de Miranda?
Entrecierra los ojos. —Sigues usando esa palabra. Novio. Pero por lo que
oí en la conferencia de prensa, Rider Kingston está soltero.
Niego con la cabeza. El señor Barstow debe estar equivocado. —Hemos
estado saliendo desde Halloween.
—¿En serio? Quizás deberías decírselo.
La arrogancia y desconfianza en la voz del hombre me arrebatan el
último hilo de compostura. —¿Esto se debe a que su hija antes salía con Rider?
Porque si le preocupa su imagen, ayer me mostró un video de este verano,
donde se veía sobre él con un bikini pequeñísimo. —Uno en el que sus nalgas
tenían el rol de estrella.
Su mandíbula se tensa. —Ella no es mi empleada. Tú sí. O al menos lo
eras. —Se dirige hacia la puerta, y cuando la abre, entierra el último clavo del
ataúd—. Y no desperdicies mi tiempo postulando al trabajo de otoño.
Las palabras son tácitas, pero las siento con tanta fuerza como si me las
hubiera gritado en el rostro: nunca volverá a tenerme en cuenta para otro
puesto.
Traducido por Auris
Corregido por Pame .R.
Todo se mueve lentamente a medida que salgo del edificio. Niños hablan
y ríen, y siento como si estuviera bajo el agua y me empujaran más hondo.
Quiero enfurecer, gritar y llorar, pero nada que haga ahora hará una diferencia.
Justo como cuando Zoe hizo que me despidieran de mi trabajo de tutora.
Mis fosas nasales se ensanchan. ¿Esa perra también tuvo algo que ver con
esto? ¿O es que Miranda estaba trabajando detrás de escena en ese entonces y
276
yo no tenía ni idea? ¿Pero por qué le importaba yo en mayo? Ni siquiera sabía
quién era yo.
Pero si tuviera que adivinar como el señor Barstow consiguió tantas fotos
de mí actuando como idiota en una fiesta de fútbol, imágenes que ni siquiera
están disponibles en ningún lugar en línea, apostaría todo lo que tengo en mi
cuenta bancaria que Miranda tuvo que ver con ello.
Cuando llego a mi auto, me giro y miro el amplio campus estilo catedral
una vez más a medida que una sensación de impotencia me envuelve.
Después de la muerte de mi madre y que tuviera que ir a las casas de
acogidas, le seguía diciendo a todo el mundo que tenía familia. Sabía que tenía
parientes en algún lugar que podrían acogerme. Pero nadie me escuchó. A
nadie le importaba. Una madre de acogida acabó compadeciéndose de mí y me
explicó que, aunque sí había más familia, solo querían adoptar a Ben.
Así que, aunque terminé con mi tía, supe que no debía creer que era
permanente.
Es por eso que siempre me he cerrado. Es por eso que es difícil abrirme a
mis compañeras de casa y novios. Hasta que Rider y Sienna entraron a mi vida,
yo había sido una isla.
Me mantengo en calma hasta que llego a las afueras de Charming, donde
entro en un local de comida rápida y me estaciono bajo la sombra de un roble
gigante.
Es ahí cuando empiezan las lágrimas. Mayormente vienen de la ira y el
arrepentimiento. Arrepentimiento de haberme dejado llevar esa noche con
Rider. Ira porque ese idiota me despidió después de haber trabajado tan duro
en un puesto tan ingrato.
Pero cuando pienso en cómo me rompí el trasero todo el semestre para
ser humillada así, se me escapa un sollozo cuando me doy cuenta de que mi
sueño de trabajar para esa escuela se terminó.
Me hace extrañar a mi mamá muchísimo. Desearía poder acurrucarme en
su regazo y que me diga que todo estará bien.
Por un breve instante, considero llamar a mi hermano, pero lo desestimo.
Dolerá más si está renuente a hablar conmigo, y no puedo manejar nada más
hoy.
Mis pensamientos van a Rider.
Él entenderá. Querrá apoyarme. Después de todo lo que hemos pasado juntos
este otoño, entenderá.
Saco mi celular de mi bolso y marco, pero va directo al correo de voz.
Usualmente contesta por la tarde.
277
Cuelgo. Tal vez vendrá esta noche, podemos hablar entonces.
Cuando dejo de sollozar, me limpio la cara y, finalmente, presto atención
a mi alrededor. El sol casi se ha puesto, así que el local de hamburguesas brilla
intensamente bajo la luz menguante.
Lo cual es la razón por la que noto a la pareja en la ventana.
Mi pulso se acelera a un ritmo frenético.
Es Miranda Barstow.
Luce perfecta, como siempre. Su cabello perfectamente iluminado.
Maquillada. Vestida con un atuendo de diseñador, sin duda. Incluso desde mi
coche, me doy cuenta de lo arreglada que está.
Pero es la vista del hombre sentado con ella la que aprieta mi garganta.
Rider.
¿Es por esto que ignoró mi llamada? ¿Porque estaba con ella?
Mi cerebro lucha por darle sentido a esto a medida que la sangre palpita
en mis orejas.
Tal vez es el estrés del último par de horas, la locura del escándalo de
esta semana, o el hecho de que acabo de vaciar mis ojos por primera vez en
años, pero mi mente instantáneamente va por un hoyo negro, uno donde todos
los peores escenarios se dirigen hacia mí.
¿Ha estado… ha estado viéndola a mis espaldas? ¿Es por eso que ayer
ella me dio ese golpe bajo?
Inmediatamente, me reprendo por ser tan pesimista, por no confiar en
Rider, hasta este momento, no ha sido nada más que confiable.
Pero mi corazón late fuerte mientras me doy cuenta de que no puedo
reconciliar lo que estoy viendo con lo que sé de este hombre.
Su conversación se ve seria. Hasta que ella estira la mano a través de la
mesa y agarra la suya.
Espero a que él la aparte, pero no lo hace.
En lugar de eso, sonríe.
Estupefacta, los veo hablar por varios minutos más. Todo mientras se
sostienen las manos. Cuando caminan al coche de Miranda, ésta desliza su
brazo a través del de Rider. Una vez más, él no objeta.
278
Son tan amistosos, incluso él conduce el coche de ella.
Como haría un novio.
Eso hace que me pregunte si todo lo que sé sobre Rider es mentira.
Traducido por Julie
Corregido por AnnyR’
281
—Vete a la mierda —digo. Su boca se abre en un jadeo—. No te quedes
ahí fingiendo que no sabías que estaba aquí todo el tiempo que le metiste mano
en la puerta.
—Gabby. —Rider tose—. No es así.
—¿De verdad? Entonces ilumíname.
Miranda se burla, su voz un arrullo suave como un bebé, mientras le
pone la mano en su pecho. —No le debes una explicación, Rider.
—Miranda —gruño—. Si valoras tu cara, la quitarás de mi vista antes de
que te arranque ambos ojitos saltones. ¿Me entiendes?
Mira a Rider, que permanece estoico y silencioso. —Te llamaré más tarde
por lo que hemos hablado. —Y entonces trota su molesto trasero hacia su
vehículo de lujo y se aleja.
—¿Era realmente necesario? —pregunta Rider en voz baja.
—Dímelo tú. ¿Por qué sales con ella? ¿No ves que te está manipulando?
Sus cejas se fruncen. —¿Por qué crees que me está manipulando?
¿De verdad no puede verlo? ¿Cómo es que es toda risas y coqueteos?
¿Me miente descaradamente o me engaña voluntariamente?
Una oleada de vértigo me golpea. Respiro hondo, de alguna manera soy
capaz de retraerlo, pero mi hilo de pensamiento está destrozado.
Me cuesta encontrar las palabras. Lucho por recomponerlas.
Tengo que decirle que me han despedido, que creo que Miranda y
posiblemente Zoe han hecho que me despidan, pero eso no sale de mi boca.
—¿No crees que es raro que de repente haya fotos tuyas por todas
partes? De mí también. ¿Poniéndonos a los dos bajo la peor luz posible? —
Barstow tenía muchas de esa fiesta, fotos que no he visto en ningún otro sitio,
pero estoy nerviosa y con la lengua trabada y aturdida. No sé cómo encajan
todas estas piezas, pero sigo divagando—. ¿Todo encaja perfectamente con este
asunto de la paternidad del que nadie ha cotilleado hasta ahora?
Mientras digo esas palabras, mi nebulosa teoría de que Miranda está de
alguna manera detrás de algo, sino de todo, de lo que ha pasado esta semana, se
hace más fuerte.
Rider se burla. —¿Qué dices? ¿Que Miranda intentaría deliberadamente
arruinar mi carrera? Eso no tiene ningún sentido. Ama al equipo, siempre nos
ha apoyado. Y no ha sido más que amable desde que nos separamos.
Apuesto a que sí.
Su mandíbula se tensa. —Si alguien está detrás del escándalo de la
paternidad, es probable que sea ese idiota de Jason.
Me lleva un segundo procesar eso. —¿Por qué Jason tendría algo que ver
con esto? —Esa sensación de vértigo me envuelve de nuevo, y mis rodillas casi
282
se doblan, pero logro recuperar el equilibrio.
Me mira fijamente. —¿Por qué lo defiendes?
La indignación me llena de energía y me pongo de pie. —No lo defiendo.
Simplemente no entiendo qué gana con desprestigiarte.
—¿Es una broma? Está enojado porque le prohibí la entrada a nuestras
fiestas de fútbol.
Por Dios. Me froto la sien palpitante. —Rider, sé que crees que todo el
mundo se muere por asistir a tus putas fiestas, pero no es así, ¿vale?
Sus fosas nasales se agitan, y sé que he tocado un nervio. No era mi
intención maldecir, lanzar semejante crítica, pero las emociones que me azotan
por dentro son volcánicas.
—¿Por qué la defiendes? —Respiro con dolor—. ¿Te estás… acostando
con ella?
Se queda quieto, con la mandíbula tensa. —¿Por qué piensas eso?
No es una respuesta. Ni una negación.
Las razones se precipitan sobre mí, el dolor burbujea en mi pecho.
—Durante tu rueda de prensa, dijiste que estabas soltero. Me acerco y los
dos están abrazados en la puerta, y Miranda te pasa los dedos por el pelo y te
ríe al oído. Cuando te llamé antes, no contestaste. Porque estabas ocupado
cenando con ella.
Me quedo sin aliento, y el dolor se agudiza mientras cuento todas las
formas en las que la ha elegido en lugar de a mí esta semana. Tal vez más
tiempo. Tal vez Zoe tenía razón y él cortó los lazos conmigo el primer año para poder
estar con Miranda.
Cuanto más lo pienso, más atormentada me siento.
Ayer se enfadó conmigo cuando me ofrecí a ayudarle con los deberes.
Estaba nervioso y no quería salir. Pero hoy ha tenido tiempo suficiente para
salir con Miranda y comer algo.
Los surcos de su frente se hacen más profundos. —¿Cómo sabías que
cené con ella?
Al menos no lo niega.
—Porque te vi desde el aparcamiento.
Entrecerrando los ojos, se cruza de brazos. —¿Me estabas siguiendo?
283
—Sí, Rider —digo con sarcasmo—. No tengo nada mejor que hacer con
mi tiempo que seguirte por la ciudad.
—Porque parece que me estabas siguiendo.
—Pues parece que me estás engañando. —Agito los brazos mientras subo
la voz—. Por cierto, debe ser agradable subirse a un coche tan caro como el
suyo y conducirlo por la ciudad. ¿Conduces todos los coches de tus ex? ¿Es mi
coche el único que aún no has conducido? —Pierdo el control con cada palabra
que sale de mi boca. Estoy sin aliento, mareada y sudando. Quiero llorar y
rabiar porque parece que vuelve a elegir a Miranda antes que a mí.
Cuando no responde, grito: —¡Di algo!
Me siento como si estuviera de pie sobre un sumidero y viera cómo el
suelo que me rodea se erosiona en la oscuridad.
Sus ojos brillan de ira. —Si eso es lo que realmente piensas de mí.
Se me hace un nudo en la garganta y asiento lentamente. —Así que eso
es todo, entonces. ¿No vas a dar explicaciones? —Lo que quiero decir es: ¿No te
importa lo suficiente como para explicarte? Te vas a ir como siempre.
Habla entre dientes apretados. —Ya lo tienes todo resuelto, ¿no? Tienes
todas las respuestas. ¿Acaso importa lo que yo diga a estas alturas?
Las lágrimas calientes ruedan por mi cara. —Me decepcionas, Rider.
Se ríe. Es un sonido feo y oscuro que retuerce algo dentro de mí. —¿No
lo sabes ya? Decepciono a todo el mundo.
Entonces entra en su casa y da un portazo.
284
Traducido por Gesi
Corregido por AnnyR’
286
momento.
¿Dije que estaba soltero durante esa conferencia de prensa? Sí. Siguiendo
el consejo del experto en relaciones públicas de la universidad, que me dijo que
mantuviera simple la historia. Que solo la arrastraría al pozo si la nombraba
como mi novia. Que no quería que la negatividad y la maldad de la gente se las
agarrara con ella.
Vuelvo a repasar mis interacciones del día con Miranda. Cualquier cosa
que Gabby pudiera haber visto.
¿Miranda me agarró la mano en el restaurante? Sí. Pero fue acompañado
de un “Rider, no vayas a pensar que estoy coqueteando contigo. Solo quiero
que sepas que cuentas conmigo. Sin juicio”.
¿Me agarró del brazo mientras caminábamos hasta su auto? Sí, porque
dijo que estaba un poco mareada por su medicación para la migraña, que es la
razón por la que me pidió que condujera. Y ya que me quedé inmóvil como un
idiota en mayo cuando Gabby se desmayó, pensé que era mejor prevenir que
lamentar.
¿Me abrazó antes de irse? Sí. ¿Sentí algo al respecto? No. No la estaba
tocando. ¿Le dio la impresión equivocada? Lo dudo. Ella sabe que no vamos a
volver a salir.
¿Me tocó el cabello? Sí. Dijo que tenía una hoja.
Así que demándenme, carajo.
No me estoy acostando con ella.
¿Pero más que nada? Me sorprende lo malditamente dolido que estoy de
que Gabby me acusara de ello. Que estuviera tan lista para condenarme sin
darme el beneficio de la duda.
Después de la semana de mierda que he tenido, es demoledor.
Soy un desastre. Lo entiendo. Mensaje recibido. Fuerte y claro.
287
Traducido por Jadasa
Corregido por AnnyR’
—Oye, idiota —dice Tank—. Deja de cerrar de golpe los cajones. Las
bisagras se van a caer.
Gruño una disculpa mientras me paro en ropa interior en la cocina y
preparo la leche de fórmula de mi hija. Con un giro de muñeca, levanto el
monitor para poder seguir vigilando a la bebé.
—¿Otra mala noche? ¿Probaste esos paños fríos?
288
—Sí. Le bajó la fiebre, pero ahora está congestionada y malhumorada.
Como mi suerte es la que es, la gremlin se enfermó esta semana. Poppy
tuvo dificultades para dormir el lunes por la noche, pero asumí que sintió mi
ansiedad por la posibilidad de perder mi lugar en el equipo de fútbol. De
manera que la mecí, la abracé y caminé por mi habitación para ayudarla a
relajarse. Luego, anoche, tuvo fiebre. Por fortuna, mejoró rápidamente, pero
estoy tan cansado que veo doble.
—Me sorprende que Gabby no esté aquí. Sabes que ayudaría.
No estoy preparado para lo mucho que me duele escuchar su nombre.
Me hundo en una silla y dejo escapar un gemido irritado.
Anoche no fue mi momento de mayor orgullo. Manejé mal esa situación
con Gabby y dejé que mi orgullo se apoderara de mí. Me sentía exhausto,
estresado y enojado porque mi última semana de la temporada regular se ha
visto empañada por tonterías. En vez de hablar de mis pases completos y
touchdowns, los medios están desenterrando estupideces.
Y luego me desperté esta mañana después de esos veinte minutos de
sueño reparador, y vi que Gabby se retiró del horario de niñeras en línea. Se
reemplazó concienzudamente por otras personas, pero sigue doliendo.
—Dudo que Gabby venga por aquí pronto. Por ninguna razón. —La
primera vez tuve que humillarme para que considerara volver a ser mi amiga.
No puedo imaginar qué se necesitará para esto.
—¿Por qué eso? —pregunta Ben en voz baja cuando entra en la cocina
con Knox y Olly.
Joder. Nada esta semana va a mi favor. Bien podría decirle a su hermano
la verdad. Estoy cansado de que la gente piense que oculto cosas. —Cree que la
estoy engañando.
Él ríe. Con una carcajada profunda. —¿Por qué pensaría eso? Incluso yo
sé que estás loco por ella. Y créeme, al principio tenía mis dudas.
Estoy loco por ella. Loco por ella. Pensándola constantemente. Queriendo
estar cerca suyo. Completamente loco. Incluso después de que juré que no me
permitiría encariñarme con nadie antes de cerrar mi futuro con la NFL.
Y ella cree que la estoy engañando.
Esa ira vuelve a surgir en mí, y quiero hacer un agujero en la pared junto
al que hizo Ben hace un mes.
—Deberías preguntarle. Me gritó. Regañó a Miranda. En realidad, dijo
que le arrancaría los ojos a Miranda si no se marchaba. —La ira de mi mujer es
impresionante. Casi me cubro las bolas.
289
Ya no es tu mujer, idiota. Porque la cagaste. Magníficamente.
Ben se ríe de nuevo, el idiota. —Ese es tu primer problema. Miranda
quiere follarte. Todos lo saben.
Frunzo el ceño. —No, no es así. Juró y perjuró que estaba bien quedar
como amigos. —Tank le echa un vistazo a Ben—. ¿Qué?
Tank se burla. —¿Y le creíste? Incluso yo veo sus ojitos psicópatas a
kilómetros. Tienes suerte de que no haya ningún conejito que hervir.
—¿Por qué diablos estamos hablando de conejos?
—Ay, hijo, eres tan joven.
—Tú y yo tenemos la misma edad, imbécil.
—Pero soy un alma vieja con un vasto conocimiento de las películas de
los ochenta. —Se encoge de hombros—. Mi mamá ama a Glenn Close. ¿Has
visto Atracción fatal? Los conejos estaban hervidos, hermano. No fue bonito.
Eso me hace dudar.
¿Miranda puede ser sarcástica y de mal genio? Definitivamente. Pero los
chicos parecen pensar que está loca de remate.
Me quedo inmóvil al considerar las acusaciones que Gabby hizo sobre
ella anoche.
Casi tengo miedo de hacer la pregunta, pero confío en el juicio de Tank.
Puede que a veces sea escandaloso, pero generalmente tiene razón en lo que
tiene que ver con las personas.
Una sensación de pavor me invade cuando me doy cuenta de que
también debí haber confiado en el juicio de Gabby. Nunca me guió mal.
Necesitando reconstruir esto, digo: —Entonces, ¿crees que Miranda está
lo suficientemente desquiciada como para, digamos, filtrar el escándalo en
primer lugar?
Todos se quedan callados, hasta que Tank asiente. —Definitivamente.
—¿Pero por qué iba a hacer eso? ¿Qué puede ganar con esto?
Tank sonríe. —¿Esta semana, pasaste o no tiempo con ella después de no
haberla visto en más de un mes?
—Porque se ofreció a ayudarme a conseguir un abogado.
—¿Se ofrece convenientemente para solucionar un problema que causó
en primer lugar? Y quizás para hundirte sus garras, al mismo tiempo. —Se
290
encoge de hombros—. Puede que este escándalo se saliera de control. Tal vez
comenzó poco a poco, una forma de abrirse camino de regreso a tu vida.
Knox asiente mientras bebe un poco de jugo. —Algo te estresa y buscas
consuelo carnal.
—Consuelo carnal. ¿De verdad? —Hago una mueca. Jesús, ¿estos tipos
creen que soy un completo animal?—. ¿No tienen motivos la señora Hildebrand
o incluso ese idiota de Jason? —Dado que mis compañeros de cuarto estaban
todos aquí el domingo para ver cómo la mierda explotaba con Adele, les explico
el encontronazo que tuve con Jason la otra noche.
Debatimos esto por un tiempo, hasta que me doy cuenta de que ya no
importa. La noticia ha salido. Mi vergüenza se está mostrando en las noticias
nacionales para que todo el mundo la vea. Nada va a cambiar mi situación
hasta la reunión con el decano.
Pero me doy cuenta de que el bloque de cemento en mi pecho tiene que
ver con Gabby, no con el fútbol o el escándalo.
—Las cosas se pusieron feas con Gabby anoche —admito por fin—.
Obviamente ve lo mismo que ustedes en Miranda, y no manejé bien sus
sospechas, principalmente porque me sentí atacado. Como si fuera un idiota en
el que no confiara.
Tank hace una mueca. —Como que abandonaste un poco a Gabby por
Miranda en primer año, ¿verdad?
¿Qué carajo?
Levanta las manos antes de que pueda responder: —No te enojes. Gabby
y Bree hablan, ¿de acuerdo?
Diablos. ¿Escuchó esto de Bree?
Hace una mueca. —Yo siempre me he preguntado esto, así que no te
enojes con las chicas.
Cristo. ¿En serio?
Olly sirve un poco de café. —No te ofendas, amo a Gabby, pero ¿no
deberíamos concentrarnos en tu audiencia de mañana? ¿Ya sabes, la que se
realizará en menos de veinticuatro horas?
—No es una audiencia exactamente. El entrenador dijo que puedo
presentar mi versión de las cosas a la junta de conducta para ver si violé o no las
reglas de la escuela, lo cual determinará si puedo jugar este fin de semana.
Olly se une a nosotros en la mesa. —Un incendio a la vez, y el tema más
urgente es tu reunión. Entonces deberíamos centrarnos en el fútbol. Una vez
más, amo a Gabby. La adoro, de verdad. Y si no estuvieras saliendo con ella,
intentaría algo con esa chica. —¿De verdad? Sonríe ante mi reacción—. Pero
supongo que seguirá ahí una vez que te ocupes del resto. Y si no puedes aclarar
tus ideas, incluso si te dejan jugar, estamos todos jodidos.
291
Tiene razón. Tanta razón. Mi cabeza es un desastre. Suponiendo que
pueda jugar este fin de semana, y eso es una gran suposición, arruinaré a todo
el equipo y a Sully si no puedo concentrarme.
Tank extiende ambos brazos. —O, se podría decir que un papi feliz es un
papi concentrado.
—Ahí vas de nuevo, llamándome papi.
Los chicos se ríen. Incluso yo esbozo una sonrisa.
—Solo digo que, si aclaras las cosas con Gabby, es más fácil lidiar con
todo lo demás. Confía en mí. Mi mujer estaría de acuerdo.
Knox bufa. —Eso es porque Bree usa tus bolas como adornos en el capó
en el tablero de su auto. Por supuesto que estará de acuerdo.
—Lo dice el tipo que nunca tiene sexo.
—¡Niños! —Muevo mi silla hacia atrás y agarro la caja de donas que
recogí anoche después de mi explosión con Gabby—. Tomen. Coman algunos
carbohidratos y luego pueden ayudarme a crear una estrategia. Necesito que mi
mujer me perdone por ser un idiota.
Tank muerde su dona y me señala. —Te recomendaré las comedias
románticas de los ochenta y el gran gesto.
No tengo idea de qué está hablando, pero si eso me ayuda a arreglar las
cosas con Gabby, soy todo oídos.
Para cuando terminamos de hablar, me siento aliviado de tener un plan.
Se siente bien saber que los chicos están de mi lado.
Pero más tarde me llama mi padre, y así, ese breve sentimiento de
optimismo se evapora.
292
Traducido por Alessandra Wilde
Corregido por Jadasa
298
agradece que estén aquí, pero parte de la discusión de hoy será privada, de
manera que necesito que esperen abajo.
Tank me mira con simpatía mientras me da un puñetazo. La mitad del
equipo me agarra del hombro. Incluso Meyers, mi sustituto, se inclina para
desearme suerte.
Para ser sincero, se me hace un nudo en la garganta.
Una vez que los chicos se han ido, la puerta se abre de nuevo, y unos
tacones hacen clic sobre la baldosa española, y por un breve momento, creo que
es Gabby.
Me doy cuenta. Amo a esa mujer. Tanto, carajo. Y soy el mayor idiota del
planeta por no haberle pedido perdón la otra noche.
Sí, he estado asustado por el fútbol y por lo que va a pasar con mi
carrera. Sí, no duermo lo suficiente y estoy muy preocupado, pero por encima
de todo ese ruido, la verdad me alcanza: si recupero el fútbol, pero ella se va de
mi vida, estaré destrozado.
Trago. Con fuerza. ¿Cómo diablos voy a arreglar lo nuestro?
He sido un desastre toda la semana. Cuando mi padre me llamó ayer
para criticarme, perdí los papeles. Al principio, esperaba que hubiera llamado
para apoyarme, para decir algo paternal por una vez. Para ofrecerme algún
consejo. Pero no, solo quería restregarme en la cara el escándalo y llamarme
idiota por ir en serio con Gabby.
Me enfurecí, le grité tonterías que sabía que quería escuchar solo para
que colgara el teléfono, pero me sacó de quicio. ¿Cómo podía alguien que
supuestamente me amaba creer lo peor de mí?
Por supuesto, si Gabby realmente cree que te estás follando a otra persona a sus
espaldas, tal vez seas el idiota que tu padre dice que eres por enamorarte de ella cuando
deberías tener los ojos en el premio y el corazón en el deporte. No en tu vecina que puede
querer arrancarte las pelotas del cuerpo.
Mientras rostros severos e indiferentes me miran desde el otro lado de la
mesa, sacudo la cabeza. Está claro que no es el momento de preocuparme por
Gabby.
Acuno a Poppy en mis brazos, y ella moquea. Tomo el pañuelo de papel
del bolsillo de mi abrigo, le limpio la carita y le doy un biberón que saco de la
bolsa de los pañales. Lo toma con entusiasmo. Gracias a Dios ha recuperado el
apetito.
Cuando la señora Hildebrand se detiene al lado del entrenador, tengo
que mirar dos veces.
Oh, joder.
¿Por qué demonios está aquí? ¿Va a detallar todas las formas en que soy
299
un padre deficiente? ¿Tal vez va a empezar a argumentar por qué debería
obtener la custodia?
Me limpio las palmas de las manos sudorosas en el pantalón e intento
parecer estoico en lugar de cagado de miedo.
—Adele, querida. ¿Qué haces aquí? —pregunta el doctor Isaacson.
Si antes pensaba que me encontraba jodido, no es nada parecido a la
experiencia extracorporal que tengo cuando me doy cuenta de que la bisabuela
de Poppy y el doctor Isaacson se conocen. Se me seca tanto la boca que toso.
—Hola, James. Es un placer verte. Me disculpo por presentarme sin
avisar, pero creo que puedo resolver esta situación rápidamente.
Cuando le ofrece un asiento, el tormento me retuerce las tripas al darme
cuenta de que toda mi maldita carrera está en manos de Adele.
Todos me miran y me encojo de hombros. ¿Qué demonios se supone que
debo decir? Me apresuro a pensar en el fin de semana pasado, cuando nos
vimos por primera vez. ¿Fui un completo imbécil con ella? Gabby era la única
que podía calmarla.
Busco a mi alrededor una papelera por si vomito.
Porque esto puede acabar de dos maneras: o me salva el culo o me pone
el último clavo en el ataúd.
Es un cara o cruz.
Medio pensé que ella era la responsable detrás del artículo del blog para
poder obtener la custodia de Poppy. El café que tomé esta mañana amenaza con
salir a la luz y trago con fuerza.
La señora Hildebrand me mira durante el minuto más largo de mi vida
antes de dirigirse al decano. —James, ¿te acuerdas de mi nieta Margot? Dios la
bendiga, pero tiende a meterse en problemas. Como puedes ver. —Extiende su
mano hacia mí, donde acuno a Poppy en mi regazo.
El doctor Isaacson parece de repente muy incómodo. —¿Estás diciendo
que Margot es la madre de esta niña?
—Sí. Ahora, me doy cuenta de que la percepción de lo que sucedió es
algo desagradable. Sin embargo, he investigado personalmente lo que ocurrió.
Cuando Margot no pudo cuidar a su hija, dejó a la bebé en la casa del señor
Kingston. Desgraciadamente, su nota... parece que se emborronó o se volvió
ilegible, por lo que los chicos no sabían con certeza a quién iba dirigida, y así
surgió la cuestión de la paternidad.
Esa es una forma de describirlo, pero me quedo callado. Me echa otra
larga mirada en la que se me arrugan un poco las pelotas porque no tengo ni 300
puta idea de lo que va a decir.
Y entonces, para mi sorpresa, sus labios se inclinan hacia arriba.
—He descubierto que el señor Kingston es un padre maravilloso. Ya
sabes los malabares que tienen que hacer estos chicos con el fútbol y las clases,
pero también está cuidando de mi querida bisnieta.
Un viento rápido podría derribarme ahora mismo.
Saca un maletín de cuero y le entrega varias hojas de cálculo. —Hallarás
que firmó acuerdos de confidencialidad con las personas que contrató como
niñeras. Incluso puedes ver cómo intentaba pasar tiempo con su hija durante
sus descansos para comer. Y sé de buena fuente que es un padre atento,
cuidadoso y cariñoso.
Me golpea tan jodidamente fuerte. Lo siento en mis entrañas, Gabby hizo
esto. Se aseguró de que Adele viniera armada con pruebas para apoyarme. ¿De
lo contrario, cómo consiguió todos esos papeles?
Adele se ríe. —Cuando oí por primera vez que un jugador de fútbol era
el padre, me preparé para echar a ese joven sobre las brasas y conseguir la
custodia de Poppy si era necesario. Pero, como puedes ver, apoyo plenamente a
Rider. —Tras una larga pausa, da un golpe en el escritorio—. Por supuesto,
proporcionaré fondos adicionales para las renovaciones de la biblioteca. Por tu
tiempo y molestias.
El hombre sentado al lado del doctor Isaacson, quien ha estado tomando
notas todo el tiempo, se inclina y pregunta: —¿Podría tu nieta dar fe de estos
hechos?
El doctor Isaacson lo fulmina con la mirada, pero Adele interviene antes
de que pueda decir algo.
—Carl, voy a fingir que no cuestionas mi palabra. Margot estaría
encantada de reunirse con ustedes, pero en estos momentos está en un centro
de rehabilitación de Austin. Sin embargo, puede proporcionar una declaración
jurada si es necesario.
Me alivia saber que Cricket ha vuelto de California y está a salvo.
Los ojos de Adele se endurecen. —Confío en que todo lo que he
compartido hoy quede en carácter confidencial, porque si me entero de que se
difunden chismes sobre Margot, revocaré mi financiación.
Isaacson se levanta rápidamente y se acerca a la mesa. —Por supuesto,
Adele. Por supuesto. Lo comprendo perfectamente, y estaremos encantados de
hacer concesiones en esta situación.
Adele recoge sus cosas. —Espero que esto también signifique que Rider
se reintegrará al equipo. Que podrá jugar este fin de semana y que su
301
elegibilidad no se verá amenazada. Porque no podré dormir por la noche si el
padre de mi bisnieta se ve de alguna manera perjudicado profesionalmente
debido a este pequeño malentendido.
—Por supuesto. —Él me mira antes de empezar a besarle el culo de
nuevo—. Será como si nunca hubiera pasado nada.
La pequeña petarda me guiña un ojo mientras suelto un suspiro de
alivio.
Cristo todopoderoso.
Tengo que hablar con Gabby. Esa mujer me ha salvado el culo. Una vez
más.
Pero va a tener que esperar porque el entrenador me da una palmadita
en la espalda y me susurra: —No hay tiempo para celebrar. Lleva tu culo al
entrenamiento. Tenemos que preparar el partido de este fin de semana.
Nunca se han dicho palabras más dulces.
Excepto...
—Entrenador. —Toso—. No tengo niñera.
Se frota los vellos grises de la barbilla. —¿Tienes ese arnés? Si los
entrenadores pueden turnarse para llevarla en ese artilugio, creo que podremos
encargarnos. No te preocupes. La mantendremos fuera del campo para que no
la golpee un balón o algo así.
Adele se acerca a nosotros y le dedica a Sully una gran sonrisa. —Puedo
ayudar si quieren. Para asegurarme de que todo el mundo haga su trabajo.
Asiente lentamente, sus ojos se iluminan. —Eso sería muy útil.
Se vuelve hacia mí y ella arquea una ceja. —Parece que tienes que
entrenar para un partido, joven. Mejor ponte a ello.
Sonrío por primera vez en toda la semana. —Sí, señora.
302
Traducido por Danita
Corregido por Jadasa
304
Aplasto un poco de banana para Poppy antes de reconocer la hostilidad
en la habitación. —¿Tienes algo que decir, Breanna?
—Tengo un montón de mierda que decirte, pero estoy bastante segura de
que no quieres escucharla. En concreto, ¿cómo pudiste escoger a esa escaladora
social de Miranda y no a Gabby? ¿Cómo pudiste...?
—No fue así. Y he estado todo el día llamándole a Gabby, pero no ha
respondido mis mensajes.
—Que tragedia.
La irritación tensa mi espalda. —Me disculpé por teléfono. No me ha
devuelto la llamada.
—Mi suposición es que no te cree. Me pregunto por qué.
Tank hace una mueca y trata de enterrarse en su libro de texto.
Miro a Tank y luego a su novia. —¿Qué no me están diciendo?
—Adelante. —Bree lo empuja—. Dile lo que Gabby le escuchó decir ayer.
—¿De qué hablas? —Ni siquiera vi a Gabby ayer.
—Mujer, vas a ser mi muerte. —Cuando se da la vuelta hacia mí, la
seriedad en sus ojos me atrapa con la guardia baja—. No te enojes.
Olly levanta la mano. —¿No dijimos que debíamos concentrarnos en el
partido de esta semana? Nuestro mayor partido del año, contra el único otro
equipo invicto en la liga, es pasado mañana. Quizás no sea prudente hablarlo
ahora mismo.
Joder. Tiene razón, pero no aclarar las cosas con Gabby me va a producir
una úlcera. —De todos modos, en este momento no puedo concentrarme.
Necesito arreglar las cosas con Gabby.
Esta es la situación que pasé toda mi carrera en el fútbol tratando de
evitar. El estar tan involucrado con una mujer que apartaría mi concentración
del deporte.
Pero nunca me perdonaré si pierdo a Gabby por esto. Y a juzgar por el
comportamiento de Bree, mi ventana para resolver las cosas con ella se reduce a
cada minuto.
Tank suspira. —Gabby vino ayer. Mientras te encontrabas al teléfono —
se detiene por un segundo—, con tu papá.
Vuelvo a pensar en la conversación. Las cosas horribles que grité para
sacármelo de encima. Me molestó tanto.
Mi padre se encontraba borracho. Vio la cobertura. Nada racional iba a
sacarlo de ese pensar. Pensaba con certeza de que Gabby trataba de atraerme a
otra situación de embarazo. Era ridículo.
Todo lo que recuerdo es decirle como nunca tuve una relación seria. Que
todo fue diversión. Para desahogarme.
305
Mentiras. Todas mentiras.
Porque con Gabby es sincero. Me tiene envuelto alrededor de su dedo
casi tan apretado como mi hija.
Mi estómago se tensa, ese pesado temor esparciéndose por todas mis
extremidades.
Cielos. Dije que el amor era una mentira. Que nunca tomé en serio a
nadie.
—Nunca tocó la puerta. Nunca la vi, pero...
—Debe haber escuchado —murmura Tank.
—Es peor que eso —agrega Bree en tanto toma las llaves de su auto.
Luego me lanza una bala de cañón—. Lograste que la despidieran de Archer.
Bueno, Miranda y tú.
Traducido por Sofía Belikov
Corregido por Jadasa
¿Alguna vez han notado que las cosas simples y que ocurren todos los
días se sienten monótonas cuando estás deprimida?
Siento los pies pesados a medida que me arrastro por la tienda. No
necesito demasiado, considerando que me voy para el receso de invierno, pero
cocinar es mucho más económico que comprar comida.
Cuando doblo en la esquina, choco accidentalmente con el carrito de
306
alguien. —Lo siento —murmuro.
La mujer se voltea, y me encuentro cara a cara con Ramona. Ay. Justo lo
que necesito hoy. Otro recordatorio de lo horrible que soy en cualquier tipo de
relaciones.
Bajo la mirada mientras intento apartar el carrito del suyo.
—Oye, espera.
Me detengo, sorprendida de que quiera hablar.
—Mira, solo diré esto una vez ¿está bien? Lamento haberme comportado
como una idiota cuando me mudé. Mi novio me dice que soy bastante molesta.
—Resopla—. Y ahora que vivo con un hombre con la mentalidad de un niño,
quería decirte lo buena que fuiste como compañera y amiga. Incluso si no te lo
ponía fácil.
Me quedo algo muda ante su confesión, pero ahora mismo, creo que
cualquier cosa podría hacerme llorar. —Gracias. Significa un montón para mí.
—Parpadeo, aliviada cuando las lágrimas no se desbordan.
—¿Estás bien? ¿Necesitas hablar de algo? —Su expresión aterrorizada me
hace reír.
—Creo que estaré bien. Pero gracias por preguntar.
Pone los ojos en blanco. —Si quisieras salir a beber un café, iría.
Reprimo una sonrisa. —¿Y si lo hacemos después de las fiestas?
—Sí, claro. —Tiembla—. Sabes lo mucho que odio las festividades.
Yo tampoco las espero, aunque agradezco no tener que pasarlas de
nuevo sola en Charming.
Reanudo las compras, pero no pasan cinco minutos y alguien grita mi
nombre.
Me doy la vuelta, sorprendida de ver a mi hermano. ¿Por qué cuando te
sientes miserable y a punto de morir te encuentras con todos?
—¿Cómo estás, Ben? —Agarro una caja de dulces y la echo en el carrito.
Sigo avanzando por el pasillo, sin esperarlo. De todas formas, es probable que
no quiera hablar. Nunca tiene ganas.
Trota hasta alcanzarme. —Eh, me preguntaba si ibas a venir al partido
del fin de semana.
No he ido a ninguno de los partidos de este otoño. El pensamiento me
deprime. Debería de haber disfrutado de alguno durante los cinco minutos que
salí con Rider. Pero las entradas se vendieron al comienzo de la temporada, y en
ese entonces lo odiaba. 307
¿Por qué le permití lastimarme de nuevo? Por idiota. ¡Y se supone que
soy una chica inteligente!
—Voy a salir de la ciudad. Así que no. —Me detengo frente a la sección
de congelados y me fijo en los helados. Una ruptura necesita en definitiva de
helado. Podría comer un montón ahora mismo.
—¿En serio? ¿Y volverás para el lunes?
Frunzo el ceño. ¿Desde cuándo le importa? Mi voz interna se ha puesto
en modo perra desde que las cosas empeoraron con Rider. Debería de tener
algo de compasión hacia mi hermano. Sé lo que sufre, pero no tengo la energía
para lidiar con ello. —Ya terminé con las clases; voy a entregar mis proyectos
finales mañana, y no me queda pendiente ningún examen, así que, no tengo la
necesidad de regresar hasta enero.
—Pero los exámenes no comienzan hasta la próxima semana.
Juro que a veces hablar con Ben es como discutir con una pared de
ladrillos. —No me queda pendiente ningún examen.
—¿Te vas a quedar con la tía Carmen?
—No me he quedado con ella desde hace años. —Y una vez más, es algo
que le he dicho—. Voy a quedarme con Kat y Tori durante el receso de invierno.
Me invitaron.
—Nuestras primas.
Que alguien le dé a este hombre un premio por recordar algo de lo que le
he dicho. —Tienen unas granjas a una hora. Me voy mañana.
—¿Antes de nuestro partido? —pregunta, incrédulo.
—Sí —digo con lentitud y se lo repito ya que no parece entenderlo—:
Como no salgo con un jugador, y considerando que no tengo entradas, no voy a
ir al partido.
Aparte, no creo que pueda soportar ver las hordas de mujeres detrás de
Rider. Dolería demasiado. Sin mencionar lo que probablemente sucederá en la
fiesta al otro lado de la calle si es que ganan.
Oh, Dios. ¿Y si pierden? Ha sido una semana de locos para el equipo.
Rider debe estar como un demente.
No, Gabriela. Deja de meterte donde no te llaman.
De nuevo, me siento tentada a revisar el teléfono y escuchar los mensajes
308
de Rider, pero ¿qué sentido tiene? Ya sé lo que siente en realidad.
Cuando pienso en la noche del martes, cuando lo vi con Miranda, lo que
realmente me duele es cómo sentí que la escogió por encima de mí. Y si hay
algo de verdad en lo que dijo Zoe, también terminó conmigo por Miranda el
primer año.
Como niña de acogida, he tenido toda una vida de ser pasada por alto.
De ser la segunda. De no ser lo suficientemente buena. ¿Por qué me permitiría
voluntariamente ser lastimada de nuevo?
Le hablaré eventualmente. Tal vez cuando regrese del receso de invierno.
Pero por ahora, necesito recomponerme y encontrar algún balance.
Mi hermano se mete las manos en los bolsillos del pantalón. Y me
pregunta en un susurro: —¿No quieres verme jugar? Es el partido más grande
de la temporada. Ya sabes que la UT viene invicta, ¿cierto?
¿Qué? Regresando al helado, trato de controlar mi respiración para
mantener la calma. —Ben, nunca me has invitado a nada; no tenía idea de que
quisieras que fuera. Especialmente después de todo lo que me dijiste hace unas
semanas.
Se encoge de hombros. Pasa de un pie al otro. Se aclara la garganta.
—Bueno, me gustaría que fueras a este. Ya le di dos entradas a Sienna
para que vayan.
Lo miro, sorprendida. —Qué considerado. Gracias. —Empujo el carrito
por la esquina.
—¿Eso quiere decir que irás?
—Significa que aprecio el esfuerzo que hiciste. Fue considerado. Pero no
estoy segura de que pueda lidiar con ir a un partido ahora. —Para mi horror,
me tiembla la voz. Toso—. Sin embargo, lo grabaré. Estoy segura de que te irá
bien. Lo veré cuando no me sienta como si me estuvieran arrancando el corazón
del pecho.
No quiero ser tan sincera, pero estoy demasiado lastimada como para
preocuparme.
—Rider se siente bastante mal por todo —dice abruptamente—. Te
agradece un montón que hayas enviado a la abuela de la niña.
—Bisabuela.
—Sí. No sé si ya lo sabes, pero estuvo increíble. —Se pasa una mano por
la cabeza—. Todos te lo agradecemos.
—Era lo más decente que podía hacer. Se merecen la oportunidad de
jugar al cien por ciento. Adele es una persona increíble, así que sabía que
apoyaría a Rider si sabía la verdad.
Ben me toma del hombro, y me volteo hacia él. —En serio se preocupa 309
por ti. Rider no intentaba molestarte ni nada parecido.
No quiero darle a Ben un motivo para odiar a su compañero de equipo,
especialmente cuando tienen un partido tan importante y necesitan trabajar
juntos. Rider no es su problema.
—Escucha, he tenido una semana horrible. —Parpadeo hasta que el calor
en mis ojos disminuye—. Lamento no poder ir mañana, pero te estaré
apoyando. Siempre te apoyaré.
Su ceño se frunce. —Pero vas a regresar, ¿cierto? ¿Para el segundo
semestre?
—Por supuesto. Y escucha, no tendrás que preocuparte de que me meta
en tus asuntos, porque estoy buscando hacer un intercambio de viviendas con
alguien que viva del otro lado del campus el próximo semestre. Está más cerca
de la escuela en la que estaré enseñando.
Y así puedo evitar a Rider y a Miranda.
Porque probablemente tenía razón: si la historia es como la cuenta,
siempre regresa con ella. ¿Qué podría detenerlo ahora?
Aprieto la mandíbula ante la oleada de tristeza que me atraviesa.
Una vez, cuando era niña, mi madre adoptiva me llevó por una casa que
quedó destrozada por un tornado. Un roble yacía sobre la tierra como la víctima
del crimen, sus raíces enredadas y sobresaliendo de un agujero enorme que se
extendía desde un lado del patio hasta el otro.
Ahora mismo, ese dolor horrible en mi pecho se siente como ese agujero.
En mi caso, el tornado tiene nombre y rostro; uno que espero no ver por
ahora.
Ben no parece emocionado ante las noticias de mi mudanza, pero estoy
cansada, y todavía tengo que ir a casa, empacar, limpiar y darle un retoque final
a uno de los ensayos.
—Te veré en año nuevo. Buena suerte en el partido. —Me obligo a
sonreír y camino por el pasillo.
Pongo un pie delante del otro. Porque es todo lo que puedo hacer de
momento.
310
Traducido por Anna Karol
Corregido por Gesi
315
Vuelvo corriendo a la ventana con el teléfono en la mano.
Pero la luz está apagada.
Mañana es el partido más importante de su vida. No puedes llamarlo o enviarle
un mensaje a las tres de la madrugada, Gabriela.
Frustrada, vuelvo a meterme en la cama y rezo para saber qué hacer por
la mañana. Quizá pueda llamarlo antes de que se vaya al estadio.
Pero cuando me despierto, me doy cuenta de que me he quedado
dormida y es tan tarde que todos los coches de enfrente se han ido.
Al partido.
Miro fijamente su casa, y esa sensación de vacío crece.
Una partecita de mí se pregunta si es mejor así.
En mayo, Rider será reclutado y se irá. No es que me haya prometido
amor eterno en sus mensajes. Nunca siquiera ha insinuado la palabra con “A”.
Se siente mal por lo que pasó, probablemente culpable de que lo haya ayudado
enviando a Adele. Solo está agradecido. Nada más.
Y no puedo olvidar lo que le dijo a su padre.
Porque es muy probable que así sea como realmente se siente. Tenemos
una gran química. Sabe que adoro a su hija, por lo que no quiere estropear algo
bueno. Mientras está aquí. En la universidad. Durante los próximos meses.
Pero eso no significa que me ame o que alguna vez vaya a hacerlo.
316
Traducido por Sofía Belikov
Corregido por Gesi
318
mudó sin siquiera mirar atrás? —¿Soy una mala amiga?
Sus ojos se suavizan y se muerde el labio inferior. —No. Para nada. De
hecho, te amo demasiado. Es solo que… —Traga—. Necesito que vengas, ¿sí?
La súplica en su voz me hace ceder. Nunca me pide nada. ¿Me dolerá ver
jugar a Rider? Sin duda. ¿Puedo rechazar a Sienna? No.
Pero entonces añade: —Escúchame. Digamos que, en el hipotético caso de
que Rider y tú arreglen las cosas, ¿verdaderamente quieres perderte lo que sin
dudas será un gran partido en su carrera, quizás el más grande de su carrera
universitaria?
Ugh. Si existe la más mínima posibilidad de que terminemos juntos, tiene
razón. Es probable que me odie por perderme el partido cuando Sienna tiene
entradas y se está ofreciendo a llevarme.
Se me hunde el corazón mientras mi estómago se tensa. No estoy lista
para volver a verlo. Pero tampoco estoy segura de que pueda alejarme.
—Eres buena en las negociaciones importantes.
Cuando se lanza a abrazarme, me río. Algo que no creí que fuera capaz
de hacer hoy.
Tal vez ver el partido no sea tan malo.
Traducido por Julie
Corregido por Jadasa
—Tiene que ser una broma. —Fulmino con la mirada a Sienna, quien
intenta pintarme rayas moradas bajo los ojos.
—En absoluto. Estamos por enfrentarnos a nuestros mayores rivales. La
energía de todos y cada uno de los aficionados allí presentes importa. —Señala
con un dedo las filas de personas que se dirigen al estadio—. ¿Quieres estropear
su magia? Por supuesto que no. Somos jugadores de equipo. No importan tus 319
diferencias con Rider. Esos tipos son nuestros vecinos y nuestros amigos. ¿No
es cierto?
Maldita sea. Tiene razón. A pesar de mi problema con Rider, amo a esos
grandotes.
Tú también amas a Rider, tonta.
Resoplo un gemido. —¡Bien!
Sienna sonríe ampliamente. —Genial. Ahora sé buena y ponte esto. —Y
mi compañera de piso me empuja una camiseta de los Broncos—. Date prisa,
vamos a llegar tarde si te entretienes más. Y necesito algunos bocadillos y otras
provisiones. También tengo que orinar. —Aprieta las rodillas y hace un
bailecito en el aparcamiento.
—¿Siempre has sido tan insistente y nunca me he dado cuenta? —
Entorno los ojos hacia ella mientras me pongo la camiseta por encima de mi
blusa negra. Hace mucho frío fuera, así que ¿qué es otra capa? Nadie la verá
bajo mi chaqueta, y si poniéndome esto consigo que se calle, lo haré. Además,
con decenas de miles de fans, no es que Rider vaya a fijarse en mí.
Cierro los ojos contra el tsunami de emociones que me viene cada vez
que pienso en él.
Es un partido, Gabriela. Irás, animarás porque no eres un bebé grande.
Disfrutarás del tiempo con Sienna. Después te escabullirás con el rabo entre las piernas
y visitarás a Kat y Tori. Entonces tendrás tiempo para calmarte.
Todo tiene sentido en mi cabeza.
Puedo ser una buena deportista.
Por mucho que quiera refunfuñar por haber sido arrastrada al partido, es
difícil ignorar la energía contagiosa de la multitud a medida que nos dirigimos
a nuestros asientos. Pero mi desconfianza aumenta a medida que bajamos las
escaleras del estadio. Cada vez nos alejamos más.
—¿Dónde están exactamente nuestros asientos?
Sienna murmura algo que no puedo entender.
—¿Qué has dicho?
—Están en la sección de amigos y familiares.
Oh, qué diablos. —Estás bromeando. —Me detengo tan rápido que el
tipo que está detrás de mí choca conmigo y casi me hace caer por unas escaleras
de cemento.
Sienna se da vuelta y trota para tomarme de la mano y tirar de mí. —No
puedo dejarte en ningún sitio. Vamos. Esto es increíble.
Cuando llegamos a la maldita primera fila y nos detenemos frente a la
320
línea de las cincuenta yardas, creo que voy a vomitar. —¿Así que este es el lado
de los Broncos? ¿Los chicos se sentarán ahí? —Señalo la fila de bancos que hay
justo delante de nosotras.
—Exacto. ¿No es genial? —Con un fuerte codazo en mi costado, me
pregunta—: ¿No te alegra que hiciera que te arreglaras?
Miro a mi alrededor. Todo el mundo, y me refiero a todos, llevan los
colores de la universidad y la cara pintada.
—Yo... sí... quiero decir... —Estoy tan abrumada que no tengo palabras.
Me abraza tan fuerte que chillo. —¡Gracias por venir conmigo hoy! —
Entonces empieza a saltar conmigo en brazos, así que me veo obligada a saltar
como una idiota—. Estoy emocionada por ver jugar a mi chico.
—¿Cómo va todo? —le pregunto cuando me suelta. Últimamente, no ha
hablado de su hombre misterioso, y no quería entrometerme.
—Genial.
—Entonces, ¿mi hermano te dio estas entradas o te las dio tu amigo? —
Tuve algunos asientos de primera clase en mi primer año, pero estos son una
locura. No estoy segura de que Ben pueda conseguir asientos como estos.
No tiene la oportunidad de responder porque el locutor aparece en el
altavoz y grita: —¡Un aplauso, Charming! Ayúdennos a dar la bienvenida a los
invictos Broncos de Lone Star.
“Paradise City”, de Guns N' Roses, resuena en el estadio, y ochenta mil
aficionados enloquecen cuando los chicos salen del túnel lleno de humo.
También aplaudo y grito. Canto todas las palabras. No puedo evitarlo.
Bree se une a nosotras y las tres animamos a los chicos. Inmediatamente
busco a Rider. Está hablando con su entrenador y se ve fresco como un pepino.
Dios, está guapísimo con su uniforme de fútbol. Esos pantalones blancos
deberían estar prohibidos, le quedan muy bien.
—¡Te amo, Rider! —grita una chica detrás de mí.
Y el hombre mira en mi dirección.
Estoy de pie en un mar de gente, pero parece que él y yo somos las
únicas personas aquí. Todo se ralentiza. Mi corazón. El aire que me rodea. La
tierra detiene su rotación alrededor del sol mientras nos miramos fijamente.
Considero lo que me dijo Sienna antes, sobre que estos jugadores son mis
amigos, y decido que quiero estar aquí para Rider. No importa lo que pase
321
entre nosotros, quiero apoyarlo. Hoy es uno de los días más importantes de su
carrera, y después de todo lo que hemos pasado juntos, lo menos que puedo
hacer es animarle contra sus mayores rivales.
Gesticulo con los labios: Buena suerte.
Una lenta sonrisa se dibuja en su hermosa boca en tanto me guiña un ojo.
Al menos, creo que es para mí, aunque la gritona que está detrás de mí
exclama algunos comentarios muy gráficos sobre lo que le gustaría hacerle a
Rider después del partido y cómo le encantaría también tener su bebé.
Tank le da una palmada en la espalda, nos saluda con la mano y lo
aparta.
—Mierda —susurra Sienna—. Casi me quedo embarazada ahora mismo.
Por favor, dime que van a hacer las paces después de esto. Ningún incienso del
mundo limpiará tu karma si no conseguimos alguna resolución positiva. —Me
da un codazo de nuevo—. Preferiblemente desnudos, ¿tengo razón?
—Ya veremos. No quiero tomar ninguna decisión precipitada alimentada
por este espectáculo circense.
Sus dedos chasquean en mi cara. —Si no hablas al menos con él después
de todo esto, no te lo voy a perdonar nunca.
Me río y sacudo la cabeza. —De acuerdo, señorita Mandona.
Admitiré que es difícil seguir enfadada con él.
Bree me da un codazo desde mi otro lado. —Haz que se esfuerce.
Estoy acurrucada con mis amigas cuando veo a Miranda y a Zoe de pie, a
unas cuantas filas de distancia, mirándome fijamente. Miranda lleva un cartel
que dice “¡Rider, ve hasta el fondo!” con una foto de Jennifer Lawrence en Los
Juegos del Hambre cuando levanta la mano como tributo. Ella y Zoe llevan
camisetas que dicen “He montado un Bronco”.
Pongo los ojos en blanco.
Aunque una minúscula parte de mí admite que esa camiseta es bonita.
Vuelvo a pensar en sus mensajes. Si es verdad lo que dice Rider, Miranda
no supone una amenaza. Y nos debo a los dos el escucharle y dejar que me
explique por qué salió con ella.
Para cuando empieza el partido, estoy demasiado concentrada en el
campo como para preocuparme por ella.
El partido es intenso. Tanto que apenas respiro en la primera mitad. Los
Longhorns se ponen rápidamente por delante, pero entonces Rider lanza dos
touchdowns y nos vamos empatados al intermedio.
322
Pierdo la voz en algún momento del tercer cuarto, y para el cuarto, me he
comido todas las uñas.
Cuando entramos en los últimos cinco minutos de juego empatados, de
nuevo, estoy tan ahogada que apenas puedo respirar.
Es entonces cuando por fin admito la verdad: estoy loca por Rider.
Traducido por AnnyR’
Corregido por Jadasa
Estoy tentado.
Por primera vez desde que vi a Gabby y Sienna en mis asientos, dejé que
mis ojos vagaran hacia donde ella estaba parada con las manos entrelazadas
debajo de la barbilla.
Si alguien me preguntara por qué quiero ganar el partido, mi respuesta
automática sería por el equipo. Por el entrenador que siempre me ha apoyado.
323
Por mis compañeros que viven conmigo y que me respaldan.
Pero la razón por la que necesito ganar está acurrucada en las gradas,
sacudiendo su lindo culito, y mi hija, quien probablemente está durmiendo en
los brazos de su bisabuela en esa casa gigante que Adele llama “una cabaña”.
—¿Estás bien, capitán? —pregunta Tank cuando se acerca al grupo.
—Está todo bien.
Ya saben, lo normal, solo tengo que ganar el partido, conseguir un lugar
en los playoffs y recuperar a la chica.
Y nada de lo que he planeado para recuperar a la chica funcionará si no
ganamos. No soy idiota, solo porque Sienna torció el brazo de Gabby para
llegar aquí no significa que me haya perdonado. Sé que hoy tengo mucho
trabajo por delante.
Pero lo primero es lo primero, estamos empatados a cuarenta con tres
minutos en el reloj.
Sin presión.
Respiro hondo.
—¿Quién está listo para ganar esto y sacar a los Horns de su miseria? —
les pregunto a mis chicos. Sus ojos brillan con intensidad mientras gritan de
acuerdo.
Tuvimos un retorno de mierda en el despeje, así que estamos buscando
setenta yardas para un touchdown. Todavía no necesitamos un Ave María, y no
estoy listo para arriesgarme cuando haya tiempo en el reloj.
Cuando salimos del grupo, despejo mi cabeza de todo excepto de la
jugada que necesito ejecutar.
Sonrío para mis adentros. He estado muriendo por intentar esto toda la
temporada.
La pelota llega.
Me meto en el área de defensa y finjo buscar campo abajo. Simulo un
pase a Ben con la mano derecha, pero el balón está en mi izquierda, y se lo
entrego a Winston cuando pasa a mi lado y corre hacia el campo.
Una hermosa entrega de la Estatua de la Libertad, me digo a mí mismo.
Corre cuarenta yardas. Joder, sí.
Primer down con treinta yardas restantes.
Por desgracia, nos empatan en la siguiente jugada y todavía necesitamos
veinticinco yardas con un minuto para el final. 324
En el siguiente tiempo, UT bombardea, y esos cabrones me atacan a toda
velocidad.
Una pared de ladrillos de uniformes marrones se mete en mi camino, y
yo esquivo al primero, pero el segundo me golpea el hombro izquierdo,
empujándome hacia atrás.
Dios, no.
Me patearé el trasero si lo arruino.
Tambaleando, le suplico a los dioses de la gravedad que me mantengan
en pie.
Con un segundo de sobra antes de caer de culo, mi visión periférica se
engancha en ese hermoso uniforme de Bronco en la zona de anotación, y lo
lanzo sobre los cuerpos que se cierran sobre esa pequeña ventana.
Golpeo el suelo con fuerza, me quedo sin aire, pero estoy demasiado
ocupado tratando de averiguar si clavé ese pase como para respirar.
Un silencio desciende sobre el estadio. Un millón de vidas se condensan
en esa fracción de segundo.
Entonces el público ruge cuando Trevor atrapa mi pase para hacer un
touchdown, y yo jadeo por aire.
Demonios sí. Parece que vamos a ganar este partido.
325
entre nosotros, ni discusiones, malentendidos o sentimientos heridos. No tiene
idea de lo mucho que significa para mí que haya dejado toda nuestra mierda a
un lado y haya venido hoy a apoyarme.
Me hace amarla aún más.
La multitud comienza a apresurarse por el campo cuando se acaba el
tiempo. Una masa de fanáticos se dirige directamente hacia nosotros. Contra el
tráfico, corro hacia las gradas y salto para colgarme de la barandilla. La sonrisa
hermosa de Gabby me recibe, pero antes de que pueda decir algo, me inclino,
agarro su hermoso rostro y la beso.
Tan pronto como nuestros labios se encuentran, todas las piezas del
rompecabezas encajan.
Esto es lo que me faltaba en la vida. Esta mujer de aquí. Y ahora que
tengo a Gabriela, no la voy a dejar ir.
Traducido por Julie
Corregido por Jadasa
329
mañana, y tenemos toda la tarde para hablar de todo.
Cuando llegamos a su entrada vacía, frunzo el ceño. —¿Dónde están
todos? Hemos sido prácticamente los últimos en salir del estadio.
Lleva mi mano a su boca y me da un beso. —Salieron.
—Me imaginaba que a estas alturas tu casa estaría rebosando de gente.
—Esta noche no. —Sonríe ante la confusión en mi rostro—. Ya me cansé
de las fiestas. Tengo las manos llenas con una hija, la escuela, el fútbol y una
novia.
Siento en mis entrañas como si un campo entero de mariposas hubiera
echado a volar. Creo que nunca me cansaré de oírle llamarme así.
Después de bajarnos de la camioneta, se acerca para abrirme la puerta.
Me cierra la chaqueta y me da un beso en la frente antes de engancharme el
brazo en el suyo y guiarme por su casa. Salimos al patio trasero, donde me
quedo boquiabierta. Solo he estado aquí una vez, y aunque tiene instalaciones
agradables con piscina, jacuzzi y bar, no lo describiría como romántico.
Pero ahora es definitivamente romántico.
—Espera un segundo. —Se pone detrás de la barra, acciona unos cuantos
interruptores y la hoguera se enciende al mismo tiempo que una música suave
sale de unos altavoces. Aunque es diciembre y ha hecho frío toda la tarde, ahora
no está tan mal, pero esto es Texas, así que es de esperar este tipo de clima
loco—. Los chicos limpiaron el jacuzzi para nosotros; de manera que, si
queremos darnos un chapuzón, está todo listo.
—Esto es hermoso. —Luces blancas centelleantes zigzaguean de un
extremo a otro de la cubierta. Junto al jacuzzi, hay todo tipo de postres y
champán. De detrás de la barra, saca una caja y la abre para mostrarme una
humeante pizza de champiñones, aceitunas negras y pepperoni. Mi favorita—.
¿Has hecho tú todo esto?
—Tuve un poco de ayuda. Bree y Tank decoraron. Olly hizo que unos
amigos prepararan la comida después del partido para que estuviera caliente.
—Una sonrisa tímida cruza sus labios—. Ben te consiguió las entradas, y
Sienna... bueno, puede que haya arrancado algunas bujías de tu coche.
Se me escapa una carcajada. —Es broma.
—Nop. Tenía que conseguir que mi chica me diera otra oportunidad, y
eso significaba llamar a las tropas.
Me atrae hacia él y le paso los brazos por el cuello. —Escucha, lo siento...
—Quería disculparme...
Sonrío cuando se inclina para besarme. —Adelante.
330
Sacude la cabeza. —Soy un idiota. Una vez que lo vi desde otra
perspectiva, me di cuenta de que tenías razón al cuestionar a Miranda. Siento
mucho que te haya enredado en sus tonterías. No puedo creer que te hayan
despedido. He estado destrozado por eso.
Me duele el corazón, todavía magullado por los golpes recibidos esta
semana, pero ayuda escuchar estas palabras. —Gracias por decir eso.
Obviamente, Archer no es el lugar para mí. Barstow me trató como una mierda
todo el tiempo, pero cuando me despidió fue brutal.
—Lo siento mucho, cariño. —Sacudiendo la cabeza, Rider aparta la
mirada—. Eso es lo raro. Que Miranda me ofreciera ayuda legal ante toda la
mierda de la paternidad y sin embargo su padre se encontraba ocupado
despidiéndote. Y Bree dijo que tenía fotos tuyas que no fueron publicadas en
ningún blog. —Hace una pausa—. Le pregunté a Miranda sobre eso.
—¿Qué dijo?
—Fingió que no sabía de qué hablaba, y cuando le dije que era mentira,
intentó coquetear conmigo.
Lo fulmino con la mirada. —¿Y? ¿Tienes algo más que sacar de tu pecho?
¿Necesito darte un puñetazo en la garganta? —Me burlo, pero solo un poco.
Una lenta sonrisa se dibuja en su boca. —Lo único que necesito declarar
es que te amo, Gabriela Duran, y que nunca me enrollaría con nadie, aunque
estuviéramos discutiendo o distanciados.
Se me llenan los ojos de lágrimas e intento parpadear para contenerlas,
pero una consigue deslizarse por mi mejilla. Acuna mi rostro y me la limpia
suavemente con el pulgar.
—Para que quede claro, el martes estuve hablando con ella sobre la
oferta de su padre de ayudarme con un abogado, que, para que conste, no
acepté. Pero eso es lo único que pasó. Lo juro por mi carrera. Sé que esta ha sido
la semana más jodida de todas, pero incluso con toda la presión que he tenido
esta semana: la audiencia, el partido, nuestra discusión, que Poppy se resfriara,
nunca haría nada turbio a tus espaldas.
—Te he extrañado. —Mi voz se quiebra cuando me doy cuenta de lo
cerca que estuve de huir y de echar a perder algo tan bueno en mi vida—.
Estaba tan dolida por todo. Que me despidieran, y luego verlos a ti y a Miranda
con aspecto de haber retomado lo que dejaron a principios de este semestre.
Se encoge de hombros, con los ojos serios. —No pasó nada entre
nosotros.
Resoplo. —Lo entiendo. Probablemente no ayudó que ella me enfrentara
el día anterior.
—¿Qué?
Recapitulo la horrible conversación antes de suspirar. —Para que quede
claro, fue Zoe quien lo dijo todo, pero Miranda se quedó ahí, dando su visto 331
bueno e intentando quedar como la buena. Pero sí. Básicamente dijo que me
abandonaste en primer año porque querías estar con ella.
Cuando por fin levanto la mirada, la mandíbula de Rider está tensa, y
puedo ver esa pequeña vena pulsando en su sien. —Las cosas no sucedieron así
en primer año. No terminé las cosas para estar con ella, y definitivamente no
dejé ninguna puerta abierta para volver con ella este año. Cariño, he sido claro
con ella de que las cosas se terminaron.
Asiento, ofreciendo una sonrisa de alivio. Escuchar la indignación en su
voz, ver lo enfadado que está con Miranda y sus mentiras, saber que me cree...
esto es lo que necesitaba oír.
—No sabía que ella y Zoe eran amigas. —Me muerdo el labio inferior
mientras pienso en la primavera pasada—. Zoe fue la chica que hizo que me
despidieran de mi trabajo de tutora. Cuando avisé que me encontraba enferma
esos pocos días en los que estuve con mi hipoglucemia, jamás le pasó esos
mensajes a mi jefe.
Cierra los ojos y, cuando los vuelve a abrir, se encuentran llenos de
arrepentimiento. —Miranda estaba conmigo cuando te vi desmayarte. La enojó
que me quedara contigo a esperar la ambulancia. Ella y Zoe eran compañeras
de piso y siempre han sido unidas.
No hace falta que diga lo que ambos pensamos: que Miranda hizo que
Zoe me despidiera de ese trabajo también.
—Lo siento mucho, cariño. —Me vuelve a abrazar con fuerza—. Bree dijo
que varias de las fotos que tenía el padre de Miranda eran de la misma
secuencia.
—Sí, pero solo una fue publicada en algún blog. Aquella en la que estoy
colgada sobre tu hombro, agitando un vaso rojo, pero sacaron más, como si se
hubieran sacado con pocos segundos de diferencia. Eso es lo que me pareció
sospechoso, que Barstow tuviera acceso a todas esas cuando solo una se hallaba
disponible en línea.
—Todo el asunto es jodidamente sospechoso. Me destroza que te hayas
visto envuelta en la locura de Miranda.
Apoyando mi cabeza en su pecho, suspiro. —La fiesta... eso es culpa mía.
Debería haber tenido más cuidado y haber prestado más atención a mi entorno.
Lo curioso es que no me arrepiento de esa noche. Fue una gran victoria para ti y
los chicos, y estoy agradecida por haber podido celebrarlo contigo.
Besa la cima de mi cabeza. —Esa noche también fue especial para mí.
Todo mi pecho se llena de calor cuando pienso en lo que pasó entre
nosotros después de esa victoria. Lo íntimos que fuimos. Lo mucho que
significó para mí toda esa experiencia. 332
Me aclaro la garganta, necesitando decir una cosa más. Pero, Dios, esto es
embarazoso. Excepto que necesito saber la respuesta. —¿Puedo preguntar por
qué nunca fuiste tan lejos conmigo en primer año?
Cuando su expresión se queda en blanco y está claro que no tiene ni idea
de lo que estoy hablando, sigo adelante, a pesar del ardor de mi cara. —Solo
nos besamos. Mantuviste las cosas muy tranquilas cuando no era tu práctica...
habitual. ¿Fue porque yo era virgen? —Le acusé de esto en Target, pero nunca
hablamos de ello—. ¿O porque te dije que era una niña de acogida?
Agarra mi mano y la frota entre las suyas, con una mirada de dolor en
sus ojos. —¿Sinceramente? No me sentía listo para ti, y creo que una parte de
mí se dio cuenta. Sabía que, si íbamos allí, las cosas se pondrían serias, muy
rápido, y no me sentía preparado para ese paso. En mi interior, sabía que eras
una chica para siempre.
¿Una chica para siempre? Mordiéndome el labio inferior, asiento. —Pero...
¿estás preparado ahora?
—Más de lo que crees. —Me besa la frente—. Y por supuesto que no era
por ser una niña de acogida. Has visto mi triste excusa de hogar. Jamás te
juzgaría por el lugar de dónde vienes.
Sonrío. En el fondo, ya lo sabía, pero ya que estamos aclarando las cosas,
no quiero aferrarme a ninguna reserva, por minúscula que sea. Si tenemos
alguna esperanza de que lo nuestro perdure a largo plazo, sé que tenemos que
comunicarnos mejor.
Se inclina para darme un beso cuando mi mente finalmente procesa algo
que ha dicho hace unos minutos. —Espera. ¿Poppy estuvo enferma? ¿Qué
pasó?
—Ahora está bien, pero se contagió de un bicho esta semana, lo cual
empeoró todo porque no se sentía bien.
—Pobrecita. —Me siento fatal por no haber hablado antes—. Me gustaría
haber estado ahí para ustedes. Es que... vine el día después de nuestra discusión
y… escuché algo.
Sus ojos se suavizan. —Me escuchaste hablar con mi padre.
—Sí. ¿Cómo lo supiste?
—Al final lo relacioné todo porque Tank dijo que te acercaste cuando él
se iba a entrenar.
Aquel día horrible vuelve a mi memoria y me estremezco. —Ya.
Entonces... —Me aparto, pero él me agarra por la cintura.
—No te vayas. Sé lo que has oído, y siento mucho que haya herido tus 333
sentimientos. Intenté decirle lo que quería oír para quitármelo de encima. Al
igual que esa maldita conferencia de prensa. Quien se encarga de las relaciones
públicas en la escuela me dijo que mantuviera la historia simple, que no quería
involucrarte en ella a menos que estuvieras preparada para soportar a los
hostigadores, y por como estaban las cosas entre nosotros, no sabía con certeza
si querrías ese tipo de presión.
Cuando no lo miro, me levanta la barbilla.
—Gabby, sabes que no tengo ningún problema en reclamarte como mía,
¿verdad? Te amo y estoy dispuesto a decírselo a todo el puto mundo. Eres la
única mujer que ha conocido a mi padre loco. Eres la única mujer que quiero en
la vida de mi hija. Eres la persona que quiero que esté a mi lado durante el
draft. ¿Me oyes? Tú.
Todo en mí se derrite. No quiero seguir aferrándome a esta ira. —Así que
soy tuya, ¿eh?
—Ciento diez por ciento. Y yo también soy todo tuyo. Empezando por
esto.
Y agarra mi mano y la pone sobre su corazón.
Traducido por Julie
Corregido por Jadasa
El ritmo constante del corazón de Rider late bajo mi palma. Deslizo mis
manos por sus hombros y lo miro fijamente mientras las sombras de la hoguera
juegan con su rostro.
—Yo también te amo, Rider. Creo que lo hago desde hace mucho tiempo.
—Si te soy sincero, nunca te superé en el primer año —susurra—. Y
lamento haber huido. Pero ya no lo haré. Ya no soy ese niño asustado. Estoy
334
preparado para esto.
Me besa. Profundo, largo y duro. La electricidad se dispara a través de
mí. Por mi columna vertebral. Bajando.
Y entonces estoy en sus brazos. Mis pies abandonan el suelo y los
envuelvo alrededor de su cintura.
Con una respiración jadeante, separo mi boca y froto su hombro. —¿Te
duele? ¿Necesitas ponerte hielo? —El hombre ha jugado cuatro cuartos del
partido de fútbol más intenso que he visto nunca. Tal vez no debería escalarlo
como si fuera un columpio.
Una sonrisa lobuna se dibuja en sus labios. —Definitivamente tengo algo
que necesita atención —murmura en tanto empuja su enorme erección entre
mis piernas.
Me río y le paso los dedos por el cabello. —Bueno, no podemos permitir
eso. Debería comprobar si hay hinchazón.
—Y encontrarás hinchazón.
Riendo, me deslizo por su gran cuerpo y lo empujo suavemente hacia el
banco que hay detrás de él, donde me sitúo entre sus piernas abiertas. Miro a
mi alrededor, pero los árboles del patio trasero bloquean la vista de sus vecinos.
—Los chicos prometieron estar fuera toda la noche, y nadie puede ver
aquí atrás. Las puertas laterales están siempre cerradas.
—¿Significa esto que eres todo mío esta noche?
—Esta noche. Mañana por la noche. Todas las noches.
Mi corazón se hincha de amor. De gratitud por esta segunda
oportunidad que se nos ha concedido.
Como ahora estoy más caliente con el calor de la hoguera a mis espaldas,
un calentador de patio exterior del que no me percaté antes, y la pared del
sólido cuerpo de Rider frente a mí, me quito la chaqueta y la camiseta de los
Bronco hasta quedarme con mi blusa de manga larga que se abotona hasta la
mitad del pecho.
No soy el tipo de chica que se desnuda en el patio, pero después de un
día de tantas primicias, me siento atrevida.
Con una sonrisa, me desabrocho el sujetador y lo saco por los brazos de
la camiseta. Después de soltarme la coleta y sacudir el cabello, levanto la vista
tímidamente en tanto desabrocho cada botón de la camisa, hasta que se abre en
mi pecho.
—Eres hermosa, Gabriela, por dentro y por fuera. Tan sexy y dulce.
Tengo suerte de tenerte en mi vida. —Alarga el brazo, enreda su mano en mi
cabello y me besa con la boca abierta en los labios, en el cuello y hasta el pecho,
335
donde me aparta la camiseta y se mete en la boca un pezón muy hambriento de
atención.
Gimiendo, dejo que mi cabeza caiga hacia atrás mientras me lame la piel,
acariciando mi otro pecho con su mano enorme.
—Vamos a ocuparnos de esa hinchazón —le digo mientras me arrodillo.
Araño sus musculosos muslos con mis uñas mientras las deslizo por la
suave tela de sus pantalones. —Por cierto, estás muy guapo con este traje. —
Pero no oculta nada cuando está en este estado. Delineo su gruesa longitud con
mi dedo—. Esto parece serio, señor.
Su acalorada mirada hace que me retuerza a pesar de que soy quien lo
desviste. Primero el botón, luego la cremallera, hasta que llego a sus
calzoncillos, que están estirados hasta el borde. Cuando lo libero de la tela, se
levanta para saludarme.
—Me ha extrañado, ¿eh?
—No tienes ni idea. —Se ríe mientras me pasa la mano por el cabello.
Lamo la gota de humedad de su ancha cabeza antes de chuparla.
Suavemente al principio. Me burlo de él con lamidas hasta que suelta un
gemido de dolor.
Verle mirar me excita tanto que aprieto los muslos para aliviar la presión.
Cuando su mandíbula se aprieta, lo llevo al fondo de mi garganta. Lo
acaricio con la mano. Zumba en señal de aprobación cuando me aprieta el
cabello.
Me sorprendo cuando me aparta suavemente de él.
—Me toca a mí. —Su voz ronca me hace vibrar y asiento. Me señala el
jacuzzi—. ¿Quieres darte un chapuzón?
—No tengo bañador. —Me río cuando me doy cuenta de que estoy allí
con la camisa abierta y sus pantalones están a mitad de sus caderas—. Pero
quizá no los necesitemos.
Nos miramos a medida que nos quitamos la ropa. Me estremezco, pero
entonces él me envuelve los hombros con una gruesa toalla.
Arrastra el calentador hasta el jacuzzi y extiende otra toalla. Acaricia el
borde. —Siéntate aquí.
Hago lo que me dice, con curiosidad por saber qué ha planeado.
Estudiando los planos y las crestas de su increíble cuerpo, observo cómo
desciende lentamente al agua. Cuando se coloca entre mis piernas y me empuja
336
suavemente hacia atrás para que me tumbe, me doy cuenta.
Me besa un tobillo, luego el otro, mientras los coloca sobre sus hombros.
Un gemido bajo y sexy retumba en su pecho cuando arrastra un dedo grueso a
través de mí. —Demonios. Estás muy mojada.
—¿Qué puedo decir? Me excita dar.
—Me encanta, joder. —El sonido de su voz se amortigua mientras me
lame. Largas y lentas lamidas que me hacen arquear y gemir. Un dedo se une,
empujando profundamente dentro de mí. Luego dos.
No sé si es por estar en el patio trasero y ligeramente expuesta, o por
estar extendida para él, medio colgando en el jacuzzi con mis piernas sobre sus
hombros, o por la forma en que me toca, como si fuera la mujer más erótica con
la que ha estado, pero estoy culminando en un tiempo récord.
—Oh, Dios, ya estoy ahí. —Mis piernas tiemblan y todo mi cuerpo se
tensa. Me siento tan bien que no puedo contener mi entusiasmo. Un grito sale
de mi cuerpo.
Pero no se detiene. Solo me acompaña. Ralentiza sus movimientos. Pero
el ritmo constante me hace jadear de nuevo.
—Rider. Mi amor. Te quiero dentro de mí. —Me ayuda a sentarme. Estoy
ebria de sexo y mareada por haberme corrido tan intensamente y haber llegado
al límite de nuevo. Cuando me hundo en el agua y en su regazo, gimo por el
contacto—. Te necesito.
—Estoy aquí. Siempre estaré aquí. —Sus palabras susurradas son las
promesas que anhelaba oír de él. Me acaricia suavemente la mejilla. Me besa la
sien—. Déjame agarrar un condón. —Alarga la mano hacia su ropa, pero le
detengo.
—Estoy tomando la píldora si quieres... ir desnudo. —La tomo desde que
decidí volver a salir con él este otoño, pero no me hallaba dispuesta a renunciar
a otro tipo de protección hasta estar segura de que él se comprometería—. Si te
preocupan los accidentes, no tenemos que hacerlo. De hecho, nunca he tenido
relaciones así.
Se vuelve hacia mí y me envuelve en sus brazos. —Eres la persona más
responsable que conozco, así que no, no me preocupa. Y cuando ambos estemos
preparados para tener más hijos, volveremos a hablar de este tema.
Sonrío desde lo más profundo de mi alma, encantada de que hable así de
nuestro futuro. Por supuesto que quiero tener bebés de Rider. Muchos. Algún
día. Una camada de hermanos y hermanas para nuestra hermosa Poppy.
—Yo tampoco he tenido relaciones sin condón —admite—, pero me
337
gusta tener esta primera vez contigo. También quiero el resto de tus primeras
veces.
—Son tuyas —susurro contra sus labios.
Con las manos apretadas en mis caderas, me mira fijamente a los ojos
mientras se abre paso dentro de mí. Es intenso. Sublime a medida que me estira.
Justo al borde del dolor, pero a este lado de la felicidad en tanto me llena y
nuestros cuerpos se frotan el uno contra el otro en el agua.
—Te amo, Gabby. No quiero volver a separarme de ti.
—Nunca más. Es una promesa.
—Siempre vamos a solucionarlo —dice las palabras con fuerza.
—Siempre —jadeo.
Sumergiendo una mano en el agua, frota círculos firmes en mi clítoris
hinchado, y no puedo aguantar más. —¡Rider! —Entierro mi cara en su hombro
mientras me corro. Me atrae con más fuerza y explota dentro de mí.
Nos abrazamos, temblando por las réplicas, acalorados por el agua, el
vapor y la intensidad.
Sonrío contra su piel. —Voy a hacerte muy feliz.
Besa la cima de mi cabeza. —Ya lo haces, cariño. Más de lo que crees.
Traducido por Julie
Corregido por Jadasa
Un mes después…
Una mano presiona contra las mías, que golpean ansiosamente sobre el
338
volante. Me doy la vuelta para mirar a Gabby, quien me dedica una sonrisa
tranquilizadora.
Me señala una valla publicitaria con una foto de nuestro partido del
campeonato, y sacudo la cabeza riendo. —¿El desfile no fue suficiente? ¿El
pueblo necesitaba un cartel gigante?
—La gente del pueblo los quiere, y todo el mundo está orgulloso.
Además, puede que haya dos carteles más.
—¿Hablas en serio?
Asiente y se ríe de mi expresión. —Acostúmbrate, campeón.
—Es raro mirar hacia arriba y ver una foto gigante de mi cara.
Me agarra la barbilla y me da un beso. —Menos mal que es una cara
bonita.
Resoplo y entrelazo mis dedos con los suyos. Solo Gabby podía hacerme
reír hoy. Esta mañana era un manojo de nervios. —Gracias por venir conmigo.
Adele juró que Cricket quería conocernos, pero sigue siendo muy incómodo.
Cricket ha estado en rehabilitación desde que volvió el mes pasado, pero
no podía recibir visitas hasta ahora. Se vio envuelta en algunas drogas más
pesadas cuando se fue al oeste, pero Adele consiguió que aceptara recibir ayuda
si volvía a casa.
—Ni siquiera un Heisman o un campeonato nacional pueden preparar a
un hombre para este tipo de cosas —murmuro mientras miro fijamente las
instalaciones, que parecen un hotel de lujo. Pero al igual que en todos los demás
momentos de locura de este año, Gabby está a mi lado—. ¿Y si vernos la hace
recaer?
—Está en un lugar donde los profesionales pueden ayudarla si tiene
problemas. Por eso Adele estuvo de acuerdo en que era una buena idea hacerlo
ahora, pero si las cosas no van bien, Poppy y yo podemos esperar aquí.
En el asiento trasero, mi hija oye su nombre y balbucea hacia nosotros.
Tengo muchas dudas, pero quiero hacer lo mejor para Poppy, y empezar
con buen pie ahora con Cricket solo ayudará en el futuro. No quiero ser una de
esas personas que discuten por un hijo. Eso no sería saludable para mi hija, así
que estoy dejando de lado mis reservas para intentar arreglar este puente.
Ayuda que Gabby sea tan comprensiva. Después de todo lo que pasó con
Miranda, no la culparía si no quisiera conocer a Cricket o involucrarse hoy, pero
mi mujer es increíble. Dice que Poppy es lo primero y está de acuerdo en que
este es un buen paso.
Mi novia me despide con un beso y me dirijo adentro, esperando estar
339
tomando la decisión correcta.
—Señor Kingston —me saluda una recepcionista—. Lo estamos
esperando. Por aquí.
Me acompaña por un largo pasillo. Esto podría ser el Four Seasons por lo
bien decorado que está. Si no fuera por las cámaras de seguridad y la entrada
principal cerrada, no notaría la diferencia.
Llama a una de las habitaciones y mi corazón late con fuerza cuando
entro detrás de ella. —Cricket, querida, tienes una visita. —La recepcionista
cierra la puerta tras de mí.
La mujer preciosa que me recibe no es lo que esperaba. Para empezar, no
la reconozco. En absoluto. En segundo lugar, parece una princesita de cuento de
hadas con el cabello largo y rubio, pero está tan delgada que podría desaparecer
detrás de las cortinas si se pone detrás de ellas. En tercer lugar, va al grano.
Con una sonrisa avergonzada, se presenta. —Hola, Rider. Soy la nieta de
Adele. —Se retuerce las manos—. Siento haberte drogado y haberme quedado
embarazada.
Por lo que me cuenta Adele, Cricket estuvo tan sorprendida por la fuerza
de esos brownies como yo.
Exhalando un suspiro, fijo una sonrisa en mi cara y le tiendo la mano.
—Encantado de conocerte formalmente. —Tras un tenso minuto de
silencio, lo admito—. Lo siento, pero no me acuerdo de ti.
Hace una mueca. —No pasa nada. Yo tampoco me acuerdo de ti. Y
definitivamente no eres el tipo de chico que una chica olvida.
Me muevo. Me paso una mano por el cabello. —Obviamente las cosas se
me fueron de las manos. Lo siento mucho si... alguna vez hice algo que no
querías que hiciera. —Dios, esto es incómodo.
—Por favor, no te disculpes conmigo. Siento que el imbécil de mi
proveedor me diera una bolsa de hierba con PCP, y que yo hiciera una tanda
extra grande de brownies.
Bueno, eso explicaría cómo Knox aterrizó en el jardín de alguien
desnudo.
Maldita sea, supongo que todos tenemos suerte de que nadie haya hecho
nada extra-loco y haya muerto ese día.
Se frota la mano por el brazo. —¿Poppy está bien?
Sigo sorprendido por su confesión. Carraspeo. —Está muy bien. Está
aquí con mi novia Gabby, si quieres verla —digo vacilante. Adele me garantizó
que se aseguraría de que Cricket supiera que tenía una relación comprometida
para que no hubiera confusión.
340
Su cabeza se mueve hacia delante.
No tengo ningún problema en aceptar sus disculpas por lo que me pasó
ese fin de semana. La gente comete errores. Lo entiendo. Pero sí tengo un
problema con la forma en que dejó a la bebé.
—¿Puedo hacerte una pregunta? —Cuando acepta, le pregunto—: ¿Por
qué dejaste a Poppy en mi casa así? ¿Por qué no hablaste conmigo? No soy un
ogro. Podríamos haber hablado como adultos.
Sus ojos se llenan de lágrimas. —Me horroriza admitir esto, pero... —
Moquea. Se limpia los ojos—. No sabía con certeza quién era el padre. Seguía
viendo a los Broncos en la televisión porque les iba muy bien. Pensé que era
una señal, que tenía que llevar a Poppy con su padre.
Ahora está llorando a mares. Le doy una caja de pañuelos de papel que
está en la mesita. Sintiendo que necesita un minuto, me callo.
Después de limpiarse la nariz, le caen más lágrimas. —Ahora que estoy
aquí y he tenido tiempo de procesar todo, me siento el peor ser humano del
planeta. ¿Cómo pude dejarla así? Podría haberle pasado cualquier cosa. Me
sentí tan abrumada y no pude soportarlo más. Sé que debería haber hablado
contigo o con alguno de tus compañeros, pero me sentía tan avergonzada.
Puede que me lleve algún tiempo asimilarlo, pero después de ver a mi
padre luchar contra una adicción toda su vida y no superarla, quiero que
Cricket sepa que estoy de su lado. Que Gabby y yo estamos de su lado.
—Todo salió bien. No me entusiasma cómo sucedió, pero ella es una de
las mejores cosas que me han pasado. —Le doy una palmadita en el hombro
con torpeza.
No quiero seguir enfadado con ella. La vida es demasiado corta. Sabe
que cometió un error y obviamente quiere enmendarlo. Diablos, no estoy
seguro de saber qué habría hecho yo en su lugar, así que no puedo ir tirando
piedras.
—A Poppy le está yendo bien. La amo tanto. Está creciendo. —Cuanto
más hablo, más tranquila se pone—. Deberías verla con mis compañeros. Es
como si tuviera una casa de tíos. Nunca le falta amor ni atención. Mi novia... —
Me detengo cuando pienso en lo mucho que Gabby ha hecho por mí—. Es
increíble. Me ayuda mucho con Poppy. Gabby la adora. La adora, de verdad.
—¿Entonces no me odias?
Respiro profundamente. —Llevaste al ser humano más precioso durante
nueve meses. ¿Cómo podría odiarte?
Me dedica una sonrisa acuosa. —¿Crees que Poppy se acuerda de mí? —
susurra, con voz dolorosa. 341
Asiento. —Sí, lo creo. ¿Quieres verla?
Cuando acepta, llamo a Gabby al móvil. Unos minutos después, ella y
Poppy entran por la puerta, y mi corazón se llena de calor. Dios, las amo. Beso a
Gabby y tomo su mano.
—Cricket, esta es mi novia Gabby. —Ahora que entiendo cómo se sentía
Gabby antes de que anunciara que estábamos juntos, uso la palabra con “n”
siempre que puedo. No quiero que vuelva a dudar de mí.
Y algún día, pronto, estoy planeando subir de nivel a la palabra con “e”.
Esposa. Porque Gabriela Duran es la indicada para mí.
Mi hija mira fijamente a su madre biológica y sonríe. Le tiende un brazo
a Cricket, pero cuando ésta intenta cogerla, Poppy le agarra las manos a Gabby
hasta que las dos mujeres se colocan una al lado de la otra para que mi diablillo
pueda abrazarlas a las dos.
No tengo ni idea de cómo vamos a superar esto, pero con Gabby en mi
vida, sé que lo haremos. Por el bien de mi nueva familia.
Traducido por Julie
Corregido por Jadasa
343
Me da un beso que hace que los estudiantes que nos rodean aplaudan.
Me río y lo empujo juguetonamente.
Sin su calor corporal, hace frío y se me entumecen las nalgas mientras
estoy sentada, pero no me importa. Me estoy divirtiendo demasiado. Sus
partidos de la NFL en Dallas son increíbles, pero hay algo realmente especial en
estar en el césped de los Broncos.
Casi se me saltan las lágrimas cuando pienso en estar en este lugar
durante su partido de la UT el año pasado. Si no hubiera cedido y hubiera ido a
ese partido, me habría perdido muchas cosas: el Cotton Bowl. Su campeonato.
El Heisman. Todo su trabajo duro dio sus frutos cuando fue el número uno en
el reclutamiento.
Mi corazón se hincha de orgullo y amor por ese hombre.
Por un momento, cierro los ojos en señal de agradecimiento. Que Rider y
yo hayamos arreglado las cosas. Que lucháramos para salir adelante. Que
somos los mejores amigos. Que todavía estamos locos el uno por el otro.
Y esta noche podemos hacer todo el ruido que queramos ya que Adele está
cuidando a Poppy.
Aunque me encanta mi primer trabajo oficial como profesora en Dallas,
definitivamente me siento agradecida por este largo fin de semana fuera con
Rider y pienso aprovecharlo al máximo.
Durante el descanso, la banda hace un número y luego las animadoras
forman un círculo en el centro del campo. El presidente de la universidad sale
con Rider y el público enloquece cuando lo presentan.
Mi novio acepta un premio, dice algunas cosas bonitas sobre su estancia
aquí, pero luego se asoma a las gradas y se detiene al verme.
—Aquí es donde voy a necesitar su ayuda, Broncos. ¿Ven a esa hermosa
mujer de allí? Gabby, cariño, ¿puedes saludar?
Mierda. ¿Qué está haciendo?
La mujer que está a mi lado me da un codazo. —Está hablando contigo,
¿verdad?
Asiento lentamente, sin palabras. Como me ha pedido, le devuelvo el
saludo, aún más confundida cuando se acerca a mí, con el micrófono en la
mano.
—Gabby Duran es mi mejor amiga. Es todo para mí. La amo tanto que
me da un poco de miedo, si saben lo que quiero decir.
Me quedo boquiabierta.
Le habla al público como si no hubiera decenas de miles de personas en
344
el estadio. —Estos últimos meses he tenido una pregunta muy importante que
me moría por hacerle. Y como el Estadio Lone Star es el lugar donde le dije por
primera vez que la amaba, supongo que no hay un mejor lugar que nuestro
territorio para hacerlo.
El público enloquece. Tengo el corazón en la garganta.
No puede ser.
—Y por lo que sé de las mujeres, hay que hacer el gran gesto, ¿no?
Oh, Dios mío.
—Así que ahí es donde entran ustedes.
Corro hacia la barandilla para poder verle mirando hacia arriba.
—Cariño, nuestros amigos de aquí me van a ayudar. Empezando por el
túnel. —Toda la sección despliega un enorme cartel que dice “¿TE”. Señala el
siguiente que dice “QUIERES”.
“CASAR”.
“CONMIGO?”
La mirada de amor en su rostro acaba por hacerme llorar.
Pero entonces ochenta mil personas empiezan a corear: —¡Di que sí! Di
que sí. Di que sí.
Me tapo la boca con una mano y me agarro a la barandilla con la otra
porque necesito algo para estabilizarme.
Se mete el micrófono en el bolsillo trasero de sus vaqueros y me mira a
los ojos. —Gabriela, te amo con todo mi corazón y mi alma. Eres todo lo que
siempre he querido en una mejor amiga y novia. Hazme el hombre más feliz del
planeta y sé mi esposa.
Entonces escala con fuerza las gradas y salta por encima de las
barandillas, aterrizando frente a mí con una carcajada. Se arrodilla, mete la
mano en el bolsillo y saca una caja de terciopelo negro.
Antes de que la abra, le agarro la cara con las dos manos. —Sí, loquito.
Me casaré contigo.
Toma el micrófono y grita: —¡Ha dicho que sí! —antes de soltarlo, me
atrae hacia sus brazos y me sumerge en un beso. Cuando nos separamos, frota
su nariz fría con la mía y sonríe—. Te prometo que seré un buen marido.
—No tengo ninguna duda al respecto. —Le doy besos por toda la
mejilla—. Prometo ser una buena esposa y madre.
—Poppy y yo tenemos mucha suerte de tenerte.
—Yo soy la afortunada. Te amo, Rider.
Estoy segura de que siempre lo haré. 345
Y así es como empezamos nuestro propio “felices para siempre”.
Próximamente la historia de Sienna y Ben…
346
Lex Martin es la autora del bestseller de USA Today, Reckless, Shameless y
la serie The Dearest. Escribe novelas románticas contemporáneas, del tipo
tórrido que espera que sus lectores adoren pero que sus padres eviten. Es una
antigua profesora de inglés en un instituto y periodista independiente, reside en
Texas con su marido y sus dos hijas gemelas. Escríbele un mensaje. Le encanta
saber de los lectores.
Contacta a Lex:
www.lexmartinwrites.com
347