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Moderadora
Julie

Traductoras
Vane' Alessandra Wilde Jadasa
Gesi Anna Karol javifran
Lauu LR -queen-ari- Danita
AnnyR’ Auris Sofía Belikov
Miry Julie

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Correctoras
Pame .R. Miry
AnnyR' Jadasa
Auris Gesi
Julie

Revisión Final Diseño


Julie Vane’
Sinopsis Capítulo 27 Capítulo 54
Capítulo 1 Capítulo 28 Capítulo 55
Capítulo 2 Capítulo 29 Capítulo 56
Capítulo 3 Capítulo 30 Capítulo 57
Capítulo 4 Capítulo 31 Capítulo 58
Capítulo 5 Capítulo 32 Capítulo 59
Capítulo 6 Capítulo 33 Capítulo 60
Capítulo 7 Capítulo 34 Capítulo 61
Capítulo 8 Capítulo 35 Capítulo 62
Capítulo 9 Capítulo 36 Capítulo 63
Capítulo 10 Capítulo 37 Capítulo 64
Capítulo 11 Capítulo 38 Capítulo 65 5
Capítulo 12 Capítulo 39 Capítulo 66
Capítulo 13 Capítulo 40 Capítulo 67
Capítulo 14 Capítulo 41 Capítulo 68
Capítulo 15 Capítulo 42 Capítulo 69
Capítulo 16 Capítulo 43 Capítulo 70
Capítulo 17 Capítulo 44 Capítulo 71
Capítulo 18 Capítulo 45 Capítulo 72
Capítulo 19 Capítulo 46 Capítulo 73
Capítulo 20 Capítulo 47 Capítulo 74
Capítulo 21 Capítulo 48 Capítulo 75
Capítulo 22 Capítulo 49 Capítulo 76
Capítulo 23 Capítulo 50 Epílogo
Capítulo 24 Capítulo 51 Sobre la Autora
Capítulo 25 Capítulo 52
Capítulo 26 Capítulo 53
¿Qué es peor que el hecho de que Rider Kingston, el mariscal de campo
estrella, te rechace a lo grande porque no quiere ir en serio? Seguramente uno
creerá que es vivir enfrente de él donde se puede ver de primera mano sus
aventuras, ¿no?
Eso es lo que yo pensaba. Hasta que alguien deja un bebé con una nota
clavada en su manta que dice que uno de esos deportistas, ya sea Rider o uno
de sus compañeros, es el padre. ¿El problema? La mamá del bebé no menciona
cuál de estos imbéciles es el donante de esperma.
No me preocuparían sus problemas de paternidad, ni lo más mínimo, si
no fuera porque mi hermano también vive allí. Lo que significa que ese
adorable bulto que berrea podría ser mi sobrina, y de ninguna manera voy a
dejarla desatendida con esos torpes jugadores de fútbol.
Necesitan mi ayuda, aunque todavía no lo sepan. Una vez que

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resolvamos este dilema y averigüemos quién es el papá, me voy.
Ignoraré a Rider y esas miradas que destrozan el alma cada vez que
recojo al bebé. Me rompió el corazón hace tres años. No tendrá una segunda
oportunidad.
#1
“Debemos estar dispuestos a soltar la vida que hemos planeado,
para tener la vida que nos espera”.
-E.M. Forster

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Traducido por Julie
Corregido por Pame .R.

Con un par de toques en mi iPad, saco las preguntas de la entrevista que


preparé durante el fin de semana.
Una rápida mirada a mi compañera de piso, Ramona, me dice que cree
que esto es una pérdida de tiempo, pero solo tiene que confiar en el proceso.
Le sonrío y no me devuelve la sonrisa. Pero ese es su estilo. Es Merlina
Addams en su forma adulta, con su ropa negra, su amor por el maquillaje
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intenso de ojos y un afecto eterno por The Cure. Básicamente, todo lo contrario a
la chica sentada frente a nosotros.
Nuestra posible nueva compañera de piso nos da los datos básicos: se
llama Sienna Cruz, es californiana, no fuma y está en su primer año de carrera.
—Entonces, Sienna, en una escala del uno al diez, ¿qué tan desordenada
eres? Porque Ramona y yo intentamos mantener este lugar lo más organizado
posible.
Sienna hace un globo con su chicle y asiente con una sonrisa. —Soy
totalmente ordenada. No se preocupen por eso.
Me pregunto qué hace en Charming, Texas, pero no hago la pregunta.
Nuestro piso no es muy grande, y no hay nada que odie más que tropezar con
los zapatos de alguien cuando salgo corriendo de casa por la mañana. Una
posible rotura de tobillo tiene prioridad sobre lo que la trajo al Hill Country.
No son muchos los habitantes de la Costa Oeste que se aventuran a
adentrarse tanto en Texas solo para asistir el Lone Star Estatal, sobre todo
cuando la UT tiene la ventaja de estar situada en Austin mientras Charming
presume de festivales de frutos secos y calentadores de salchichas. Y me refiero
a los perros salchichas. Aunque he oído que a veces los estudiantes piden
calentadores extra pequeños para uso personal. Como los de enfrente.
Poniendo los ojos en blanco internamente, reconozco que el fútbol
también es una atracción.
No me malinterpreten, Charming es una ciudad pequeña y pintoresca
con un lado de rareza. De hecho, me encanta, pero no es para todo el mundo.
Marco la casilla y paso a la siguiente pregunta. —¿Y el nivel de ruido y
las fiestas? —Mi ojo se contrae al pensarlo y me lo froto subrepticiamente bajo
las gafas—. Ramona y yo somos estudiantes de último año y necesitamos
concentrarnos a veces. ¿Te parece bien que no dejemos que las cosas se pongan
demasiado ruidosas?
O sea, nunca.
Porque podría pasar toda una vida sin que se produjera otra fiesta en mi
jardín.
No estoy tratando de ser condescendiente, pero he visto a estudiantes
completamente cuerdos perder la cabeza, por no hablar de la ropa, cuando se
enfrentan a la escena de la fiesta en este campus. ¿Pero quién sabe? Sienna es
una estudiante de primer año, así que podría apreciar la paz y la tranquilidad
por la noche.
Me hace un gesto con la mano. —No hay problema. No bebo mucho.
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Excelente.
No es que tenga problemas con una copa de vino de vez en cuando o una
cerveza un viernes por la noche, pero no soy partidaria de que la gente se
deleite hasta que se emborrache y vomite en mis arbustos.
Por primera vez, Ramona quiere hablar. Levanta un dedo. —Ahora, la
pregunta más importante. ¿Qué opinas del fútbol?
Mis labios se tensan. Ella odia el fútbol casi tanto como yo.
—No soy fanática. —Sienna sacude la cabeza—. Prefiero el surf y el
senderismo.
Júbilo. Esa es la única manera de describir esta sensación.
En esta escuela donde el jugador de fútbol es el rey y todo el pueblo le
rinde homenaje, esta chica es una rareza. Una joya, en mi opinión.
—¡Parece que nos vamos a llevar muy bien! —Alcanzo el contrato de
alquiler.
Demasiados estudiantes de por aquí se hacen compañeros de piso sin
ningún parámetro legal, y antes de que te des cuenta, una persona se va y todos
los demás tienen que luchar para pagar el alquiler. No puedo permitirme
cometer ese tipo de error ahora mismo.
Sienna hojea el acuerdo. Estoy a punto de preguntarle si quiere tomarse
más tiempo para estudiar el contrato cuando firma al final. Unos minutos
después, tengo su cheque de alquiler y le entrego un juego de llaves.
Y Ramona pensaba que mis preguntas de la entrevista eran una pérdida
de tiempo. ¡Ja!
Mientras acompaño a Sienna a su coche, chilla. —Mierda, ¿ese es Rider
Kingston?
Sin mi permiso, mi mirada se desliza al otro lado de la calle hacia el
enorme hombre infantil, que tiene el descaro de estar moviendo muebles sin
camiseta al tiempo que flexiona sus estúpidos abdominales. A juzgar por los
otros secuaces sudorosos que salen de la casa de dos plantas, Rider también
tiene nuevos compañeros de piso.
Mi ojo vuelve a contraerse y mi atención se centra de nuevo en Sienna.
—Creí que habías dicho que no te gustaba el fútbol.
—Oh, no me gusta. No puedo aguantar un partido entero. Pero sí me
gustan los jugadores de fútbol. —Su mirada se torna voraz al escudriñar el
césped delantero de mi vecino. O, probablemente, los relucientes abdominales
que Rider exhibe—. Toda esa testosterona. Esos músculos abultados. Ese
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gruñido profundo y masculino. Oh, sí. Denme uno de esos.
Ella cacarea, y Rider lo escucha.
Por supuesto que lo escucha.
Sorprendentemente, se digna a hablarme.
—Hola, Gabby —grita—. ¿Qué tal tu verano?
No estoy segura de cuándo decidió dejar de ignorarme, pero eso es mejor
que fingir que somos amigos, cosa que nunca seremos.
Cierro los ojos porque no necesito ningún recordatorio de su belleza
masculina. Y definitivamente no necesito ver esa sonrisa sexy, la más poderosa
que su lanzamiento, el que llevó al equipo a los playoffs el año pasado.
No, no me interesa el mariscal de campo estrella. Ya no.
Girando sobre mis talones, hago un gesto con el dedo corazón y regreso a
mi casa.
Lo único que oigo son las risas cuando cierro la puerta de entrada tras de
mí.
Una hora más tarde, sigo sintiéndome como una idiota, pero no tengo
tiempo de regodearme en la ineficacia de las preguntas de mi entrevista porque
tengo que llegar a mi propia entrevista.
Después de pasarme la máscara de pestañas, me inclino hacia atrás y veo
que un ojo parece más grande que el otro gracias a mi falta de habilidad para
maquillarme. Me paso un pañuelo de papel y trato de rectificar el problema,
pero solo consigo hacer un desastre mayor.
¡Qué el Señor me ayude!
Con un gemido, me quito la mancha negra y vuelvo a intentarlo.
Me miro la cara pálida y el moño desviado. El rímel pegajoso y el brillo
de labios de vainilla. Mis gafas, que siempre me han tachado de cerebrito al
crecer.
Con un suspiro, desato y vuelvo a anudar la masa de pelo negro. Tener el
pelo largo con el calor de Texas es un dolor, pero me recuerda a mi madre, así
que nunca me lo corto más que un poquito.

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Me tiemblan los brazos cuando termino mi rápido peinado. Llamo a
Ramona. —¿Puedes hacerme un favor y ponerme una manzana en el bolso?
Lo cual es una tontería, ya que probablemente me ignorará, pero no
importa. A cada uno lo suyo. No soy más que una compañera de piso
respetuosa. No hago demasiadas preguntas ni me meto en los asuntos de nadie.
La vida me ha enseñado a no hacer ruido, a trabajar duro y a evitar las
distracciones.
Aprieto los dientes cuando el sonido de un cortacésped se dirige hacia mi
lado de la casa.
Al menos ya casi ha terminado.
Porque Rider no puede limitarse a ser el mariscal de campo estrella. No,
tiene que ir a hacer cosas consideradas para nuestros vecinos ancianos.
Me muerdo el labio inferior en tanto mis ojos se deslizan hacia la
ventana. No es que él vaya a saber si echo un vistazo.
Antes de que pueda detenerme, corro hacia las persianas y subo una con
cuidado. Solo una pizca. Solo lo suficiente para ver a Rider en toda su gloria
sudorosa, con sus músculos abultados y brillantes bajo el sol.
Ese hombre es demasiado guapo para su propio bien.
Y no sé a quién odio más. A él, por ser tan tentador, o a mí, por estar
tentada después de todo este tiempo.
Me tiembla la mano en el cristal de la ventana, recordándome que tengo
que comer algo o podría recibir otra factura de mil doscientos dólares por una
emergencia médica cuando no puedo pagar la primera.
Esa es una de las razones por las que este trabajo es tan importante.
Y cuando mi coche no arranca (otra vez) me acuerdo de otra.
Gimiendo, saco mi bolsa de mi viejo Honda y rezo para tener tiempo de
tomar el autobús.
Por suerte, Rider vuelve a su lado de la calle donde, por lo visto, se ha
montado una fiesta. Por el rabillo del ojo, veo el revelador desfile de vasos rojos.
Alguien ha colocado los altavoces del equipo de música en la ventana, y AC/DC
está cantando “Back in Black” para que todo el vecindario lo aprecie.
Me mudé aquí antes de que el edificio victoriano de enfrente se
convirtiera en la Estación Semental, también conocida como el puticlub del
fútbol y el palacio de la fiesta.
Habría buscado un nuevo lugar este verano para alejarme de estos
neandertales, pero los precios de los alquileres en Charming se han disparado,
mientras que mi antiguo bungaló sigue teniendo un alquiler bajo, así que me
resisto a dejarlo.
Mientras llego a la parada del autobús y sorteo las grietas de la acera con
mis tacones de vestir, un flamante Range Rover se detiene a mi lado. Se baja la
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ventanilla y me pongo el bolso al otro lado del cuerpo, pero antes de que pueda
sacar mi gas pimienta (porque una chica nunca es demasiado cuidadosa),
aparece la cara seria de Ben.
—¿Adónde vas tan bien vestida?
Ese es mi hermano. Nunca un “hola”. Nunca un “¿qué tal?” o “¿qué has
hecho este verano?”.
Pero su pregunta me cohíbe. —Tengo una entrevista de trabajo. ¿Por
qué? ¿Esto es demasiado?
Llevo una sencilla falda lápiz negra y una blusa blanca abotonada. No es
nada elegante, pero parece un atuendo apropiado para una secretaria. Excepto
que, gracias al calor de agosto, ya estoy sudando.
—¿Qué pasó con tu trabajo de tutora?
Me ajusto las gafas. —Lo perdí después de enfermarme la primavera
pasada. Te lo conté. —En mayo, para ser exactos. La última vez que vi a Rider.
Ben frunce el ceño. —Lo siento. Creo que lo olvidé. Era una época del
año muy ocupada con los exámenes parciales y las vacaciones de primavera.
Debe de ser una vida dura, ir de fiesta a Cabo con sus amigos idiotas. Me
muerdo la lengua, sin querer añadir más fricción a nuestra relación, e ignoro
que está recordando mal las fechas.
Soy un año mayor que él, pero uno nunca lo sabría al vernos. Hay algo
en mi hermano que grita confianza. Puede que yo ladre mucho de vez en
cuando, pero Ben llama la atención. No importa que él mida más de un metro
ochenta y yo apenas mida un metro sesenta.
—¿Qué tal el campamento? —Supongo que llegó hace unas semanas
para jugar al fútbol. Ignoro la chispa de dolor por el hecho de que no haya
llamado.
—Un fastidio. Como siempre.
El silencio crece y me cuesta pensar en algo que decir. Es entonces
cuando me fijo en las cajas de su todoterreno. ¿Y eso es... un armazón de cama
que asoma por la ventana trasera?
—¿Te vas a mudar? —Un pensamiento terrible se instala en la boca del
estómago. ¡Di que no es así! Porque si tengo que ver a los ligues de una noche de
mi hermano hacer el paseo de la vergüenza los fines de semana, voy a vomitar.
En serio, no hay ningún juicio de mi parte hacia esas chicas. Ellas ven a
estos hermosos hombres que las colman de afecto. Por una noche o un fin de
semana. Por supuesto que van a perder la cabeza y la ropa interior. 13
Pero luego la fiesta termina.
Siempre termina.
Y esos tipos siempre echan a las chicas.
Lo sé porque las he visto llorar en el jardín delantero. Incluso les he
hecho el desayuno a una o dos de ellas mientras esperaban sus aventones. Por
fortuna, nunca fueron las aventuras de Rider, pero aun así. Puedo extrapolar lo
que ha estado haciendo.
Ben sonríe. —Sí, justo en esta calle, en realidad. Con Rider...
—...Kingston. —Sacudo la cabeza, con el asco revolviéndose en mi
estómago—. Sabes que vivo enfrente de él, ¿verdad?
Su ceño se frunce. —Sabía que vivías aquí, en Pine, pero pensaba que
estaba más cerca de la cafetería.
—No. Justo. Al. Otro. Lado. De. La. Calle.
Lo que sabría si alguna vez se molestara en visitarme o pasar el rato
conmigo. Probablemente haya estado de fiesta a unos metros de mi casa.
Esa sensación de desolación que tengo cada vez que pienso en lo unidos
que fuimos cuando éramos niños se instala en mi pecho, y me alejo de su
todoterreno. —Tengo que irme.
Si algo he aprendido en esta vida es que no puedo confiar en nadie. Ni
siquiera en mi propio hermano.
—Espera. —Frunce el ceño, y esa breve pausa me da un rayo de
esperanza. Nunca quiere hablar. Odio estar tan desesperada por querer una
conexión con él, pero la esperanza se desvanece con sus siguientes palabras—.
No vas a estar controlándome todo el tiempo, ¿verdad?
Mi mirada se endurece. —No te preocupes, Ben. Nunca entraré en esa
casa.
Y lo digo en serio.
Nunca.

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Traducido por Vane’
Corregido por Pame .R.

Mi malestar crece cuando veo a Ben Rodríguez, mi ala cerrada y nuevo


compañero de casa, hablar con mi vecina.
Gabby Duran es la última persona que quiero que viva al otro lado de la
calle, pero no sabía que estaría durmiendo a unos metros de distancia cuando
me inscribí para vivir con los chicos el año pasado.
Pero la vida es así, tentándome con cosas que no puedo tener, que no
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debería querer y con las que no puedo lidiar.
Hoy, Gabby está bien vestida como si estuviera lista para protagonizar
una sucia fantasía de bibliotecaria.
Es una fantasía con la que estoy familiarizado.
La primera vez que nos vimos en el primer año, ella vestía una camiseta
que decía “Estoy corrigiendo silenciosamente tu gramática”, mientras que yo
llevaba una camiseta que tenía dos átomos hablando, diciendo algo sobre la
pérdida de un electrón.
Sus ojos se iluminaron cuando leyó mi tonta camiseta, y nunca tuve el
corazón para decirle que era algo que obtuve de una tienda de caridad porque
era barato, no algo que elegí porque era inteligente.
Pero sí. Se metió debajo de mi piel más rápido de lo que me siento
cómodo admitiendo. Es inteligente, concentrada y un poco feroz. Y joder, esas
largas pestañas y esos ojos color avellana siempre me han causado algo.
Mi antigua tutora ya ha crecido. Era lindísima hace tres años, pero ha
ganado peso de la mejor manera y ahora es realmente deliciosa.
No es que pueda ir allí o que me dejaría, dado el fuego en sus ojos
cuando traté de saludar.
No voy a mentir. Eso dolió.
¿Qué esperabas, idiota? Apenas le has hablado en los últimos años.
Una parte de mí esperaba que lo que sucedió en mayo pasado pudiera
haber cambiado un poco la dinámica para nosotros. Que haya roto el hielo de
alguna extraña manera. Quiero decir, nunca quise que la chica me odiara. Pero
no debería sorprenderme que me haya sacado el dedo corazón más temprano
hoy. La última vez que la vi, me cerró la puerta en la cara.
Las mujeres (incluso las antiguas aventuras y ligues) por lo general me
aman. No es que Gabby y yo fuéramos allí. No exactamente.
Me froto el pecho, preguntándome adónde va y por qué no se lleva el
coche. A menos que no haya encendido de nuevo.
Debo admitir que vivir al otro lado de la calle tiene una ventaja. Si alguna
vez tiene otra emergencia, estaré allí para ayudarla. Puede que me diga que me
vaya a la mierda, y está bien, pero me da tranquilidad saber que está cerca si
necesita algo.
Saludo a mi otra vecina, a la que le agradaba incluso antes de que
empezara a cortar su césped. —¿Puedo traerle un poco de barbacoa o pizza,
señora Goode?
Asiente y sonríe, aunque probablemente no tenga idea de lo que acabo
de decir si sus audífonos están apagados, lo cual es genial cuando nuestra
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música está demasiado alta porque nunca se queja.
La señora Goode me paga por cortar su césped con cupones para
comestibles. Siempre los acepto porque entiendo que la gente tenga su orgullo.
Mentalmente, me preparo para esa larga siesta que voy a tomar esta
tarde. Después de un entrenamiento temprano, mover muebles toda la tarde y
cortar el césped de la señora Goode, estoy más que listo para evitar esta fiesta.
Mi mejor amigo Tank marcha entre el caos en nuestro jardín delantero
con un bañador ridículamente pequeño, aletas de buceo y una máscara de
snorkel. —Concurso de bala de cañón en diez.
—¿Quién es tan tonto como para desafiarte? —Chocamos los puños.
—Lo sé, ¿verdad? —Me da una amplia sonrisa—. Creo que la gente solo
quiere una excusa para ver mi hermoso trasero samoano deslizarse con gracia
por el aire.
Me ahogo con una risa. Tank, cuyo verdadero nombre es Tamatoa
Salamasina, mide uno noventa y ocho, pesa ciento treinta kilos y es el corazón
de mi línea ofensiva. —No te lastimes, hombre. Te necesito.
—¡Cuenta conmigo, nene! Lo único que hará daño a mi trasero es Bree.
Exceso de información, amigo.
Tank está obsesionado con su novia. El tipo ya tiene un anillo de bodas
elegido y planes para media docena de niños. Solía preguntarme cómo podía
renunciar al buffet de chicas que se lanzan hacia nosotros, pero empiezo a
captar el atractivo. Especialmente cuando recibe todas esas comidas caseras que
no comparte.
En estos días prefiero relacionarme con una mujer durante unos meses
en lugar de una sola noche al azar. Siempre que estemos en la misma página
que esto es solo por diversión. Y los condones son imprescindibles en todo
momento. No se permiten deslices.
Así que sí, rechazaré el sueño de Tank de tener seis hijos. Uno me haría
cagar en mis pantalones. Seis podrían ponerme en un manicomio.
Cuando me doy la vuelta, veo que Ben sigue hablando con Gabby calle
abajo y aprieto la mandíbula. ¿Qué diablos quiere con ella?
Cabello rubio aparece en mi visión, y apenas tengo tiempo para dominar
mi expresión antes de que Miranda salte, envolviendo todas sus extremidades
bronceadas a mi alrededor como un oso koala.
—Guau. —Me río a medias. Supongo que no me encerraré en mi
habitación para tomar una siesta.
Agarrando el trasero cubierto de bikini de Miranda con mis dos manos,
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la levanto por encima de mi hombro y ella chilla tan fuerte, que me suenan los
oídos.
Todos en mi patio se detienen a mirar. Los chicos miran detenidamente
el trasero de esta chica, que se menea contra mi hombro. Ni siquiera tengo
ganas de fulminar con la mirada.
Mira y yo siempre nos hemos divertido, pero tenemos un acuerdo, nada
serio. Jamás. Por eso funciona entre nosotros. Porque nunca he sentido esa
atracción hacia ella, y la chica nunca quiere más.
Mis ojos se dirigen a Gabby al otro lado de la calle, todavía hablando con
el maldito Ben.
Por un breve momento, me pregunto si sería tan malo estar
comprometido con una mujer para algo más que solo ligues. No tener que
preocuparme porque me use por mis seguidores en las redes sociales o las
grandes fiestas o la atención que obtenemos en el campus.
Alguien que piense que soy más que mis estadísticas o el último
touchdown, o los millones potenciales que puedo ganar si soy reclutado. Una
amiga, alguien con quien pueda ser yo mismo y bajar la guardia.
¿Sería tan malo tener una mujer cálida para acurrucarse a primera hora
de la mañana?
Y luego vuelvo a mis sentidos. ¿Qué diablos, Rider?
Casi resoplo de disgusto.
No, esto es para lo que me inscribí. Lo informal es lo que me impide caer
en la madriguera del conejo y perder el enfoque en lo que realmente importa: el
fútbol. El juego. Ganar. Eso es todo.
Porque sin eso, ¿qué queda? ¿La pequeña casa destrozada de mi padre?
¿Las facturas que no podemos pagar? ¿Los lugareños que piensan que somos
unos idiotas? Tengo suerte de que Charming esté lo suficientemente lejos de mi
ciudad natal para evitar esos chismes.
No, el fútbol es mi boleto para salir de aquí y ella es mi única amante. Las
chicas que calientan mi cama conocen el trato. Siempre soy sincero sobre eso. Y
la hermosa mujer del otro lado de la calle ya recibió ese memo.
La mirada de desprecio en el rostro de Gabby esta mañana vuelve a mí, y
me estremezco. Odio que probablemente piense que soy una escoria.
Si hablara con alguien de mi ciudad, estaría de acuerdo. Le dirían de tal
padre, tal hijo.
Me gusta pensar que le hice un favor al alejarme cuando lo hice. Sabe que 18
no me comprometo, y sé que ella es un tipo de chica de para siempre.
Aceite y agua.
Así que, por mucho que me guste, por mucho que me sienta atraído por
ella, es alguien por quien no puedo volver a tentarme. Porque nunca se
rebajaría por un ligue, y yo nunca querré más.
—¡Vamos a divertirnos, gente! —grita Miranda por encima de mi
hombro y la creciente multitud ruge en acuerdo.
Me río junto con todos los demás. Puede sonar hueco para mis propios
oídos, pero nadie más se da cuenta. Nunca se dan cuenta.
Traducido por -queen-ari-
Corregido por Pame .R.

Después de descargar mi bolsa de viaje en la taquilla, respiro profundo el


aire de los vestuarios, una combinación única de moho y dudosa higiene
masculina, y rezo para poder llevar al equipo hasta el final esta vez.
El año pasado estuvimos muy cerca.
Pero estar cerca no te da un campeonato.
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Eso puede que no te consiga una selección de primera ronda en el draft.
Y haré cualquier cosa para llevar a mi equipo a la cima. Ningún sacrificio
es demasiado grande. Ningún entrenamiento es demasiado duro. Ningún dolor
es demasiado feo.
No he llegado hasta aquí para quedar segundo.
No debo ser el único con la victoria en el cerebro porque hay una
electricidad en el aire que no hemos tenido en años anteriores.
—¡Somos estudiantes de último año! ¿Me dan un “hurra, hurra”? —Los
chicos se hacen eco de la llamada de reunión de Tank al mismo tiempo que hace
una ronda de chocar los cinco y algunos movimientos de baile histéricos que
ningún hombre de su tamaño debería ser capaz de realizar—. Vamos a patear
traseros y hacer que esos ex alumnos suelten el dinero para que podamos subir
de nivel y todos ustedes, bebés Broncs, finalmente puedan tener unos bonitos
uniformes.
El equipo grita de acuerdo.
Miro a mi alrededor, observando la pintura monótona y el logotipo del
Lone Star Estatal descolorido en la pared trasera. Nuestro caballo salvaje
Buckee definitivamente ha visto mejores días.
El nombre de nuestra universidad no solo suena como una canción de
country cursi, hasta hace unos años, nuestro equipo de fútbol nunca obtuvo
mucho reconocimiento nacional. Los lugareños pueden amar el deporte, pero
eso nunca atrajo a la masa. La fama de la ciudad natal nos brinda comidas gratis
o descuento en los bares locales y palmadas en la espalda en el supermercado,
no inversiones multimillonarias en nuestro vestuario, como las comodidades en
UT o A&M.
Pero la parafernalia no es lo que me trajo aquí.
En el momento que el entrenador Sullivan me miró a los ojos cuando era
un jugador de secundaria, no vio al chico del lado equivocado de las vías que
apenas sacaba las notas para jugar. No vio mis pantalones rotos ni los agujeros
en mis camisetas descoloridas. El entrenador vio mi potencial. Me dijo que si
mantenía mi enfoque en el deporte, él podría convertirme en uno de los mejores
jugadores universitarios del país.
Mi respuesta fue simple: Claro que sí, quería jugar al fútbol de primera
división para él.
Después de que comencé el primer año cuando nuestro mariscal de
campo se lesionó y su suplente eligió no jugar esa temporada, el entrenador
Sully nunca vaciló. No, redobló su apuesta. En un patán como yo. Básicamente,
daría mis bolas por el hombre.
Ojalá nunca llegue a eso. Me gustan mis bolas.
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Uno de los entrenadores asistentes asoma la cabeza en el vestuario y
grita: —¡Sala de conferencias en diez, señores!
Demonios, sí. Empecemos con esto.
Estoy metiendo mi teléfono en mi casillero, sintiendo que puedo
conquistar el mundo con un touchdown a la vez, cuando suena.
¿Tienes unos dólares de sobra? No tengo para el alquiler.
El mensaje de texto de mi padre me quita la sonrisa de la cara.
Mierda.
Cierro los ojos.
Juró de arriba abajo que usaría ese dinero para pagarle al propietario.
Maldita mierda.
Con la mandíbula apretada, me recuerdo a mí mismo que necesito mis
manos. No puedo atravesar la pared con el puño si espero lanzar touchdowns
este año.
Recibo cuatro desembolsos de mi beca por semestre, y mi padre ya se
gastó de golpe una parte del primero sin ayuda. ¿Qué diablos se supone que
voy a comer durante el próximo mes si le doy más dinero en efectivo? Al menos
los atletas de los deportes de mayor audiencia pueden comer una comida al día
en el campus, así que supongo que no me moriré de hambre, pero eso todavía
requiere hacer malabares con mi horario para poder llegar a la cafetería antes
de que cierre.
Comienza el juego. En el que trato de barajar la deuda de mi padre y mis
escasos ingresos para que no acabemos en la calle.
Le estaba yendo mejor este verano cuando yo me encontraba en casa,
dejando la bebida el tiempo suficiente para hacer algunos trabajos extraños.
Esperaba y rezaba para que se mantuviera bien en mi último año. Porque todo
esto será en vano si no puedo llegar al draft. Y estaré condenado si me pasé la
escuela secundaria y la universidad rompiéndome las pelotas para quedarme a
mitad de camino en el cuarto intento.
De repente, me siento tan cansado que no estoy seguro de cómo me ataré
los botines, y mucho menos ejecutaré mi ofensiva.
Si mi padre se saliera con la suya, le daría hasta el último centavo y
estaría atascado vendiendo mi puto plasma para comprar ramen.
Me dejo caer en una silla en la sala de conferencias y me froto la cara con

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la mano.
Tank se sienta a mi lado y susurra: —El entrenador se ve mal.
Sus palabras tardan un segundo en registrarse. Abro los ojos y me
concentro en Sully, el hombre que es más un padre que mi padre biológico. El
entrenador es básicamente la antítesis de Hank Kingston.
Mientras se dirige al pequeño podio, Sully desabrocha su camisa manga
larga, que lo deja con una camiseta de los Bucking Broncos. No entiendo por
qué lleva una camisa de manga larga en el calor de Texas.
El entrenador ya no es un jovencito. Tiene que estar cerca de los setenta y
está empezando a notarse. Tuvo neumonía la última semana del campo de
entrenamiento, pero solo se tomó unos días de descanso para recuperarse. Tal
vez necesite más tiempo para descansar. Todos hemos estado preocupados por
él desde que murió su esposa hace unos años.
—Chicos, es bueno tenerlos a todos aquí a la vez. —Su voz ronca es
cálida con afecto. No es como los entrenadores que arrojan sujetapapeles a los
niños y los intimidan cuando cometen errores.
Nos inclinamos más cerca ya que no puede proyectar su voz como lo
hace habitualmente.
—El campamento de verano fue genial, pero no hay nada como la
primera práctica de un nuevo año escolar, y tengo la sensación de que esta es
nuestra temporada para llegar hasta la final.
Los chicos chiflan, aúllan y pisotean en señal de acuerdo.
Sully revisa el plan del día antes de apoyar un brazo en el podio. —Solo
quiero compartir unos últimos pensamientos, algo en lo que enfocarme durante
el año, que lamento decir que probablemente será mi último como entrenador
en jefe. La jubilación está en las cartas de este vejete.
Un jadeo colectivo recorre la habitación. Estoy un poco desconsolado al
escuchar la noticia, pero también agradezco mucho ser un estudiante de último
año y poder terminar mi carrera universitaria con este increíble entrenador.
Agita su mano. —Me encantaría irme por lo alto, muchachos, y esta sala
tiene el mejor talento que he tenido el honor de reclutar. Y por mucho que me
encanta el deporte, quiero recordarles a todos que no importa lo que suceda en
el futuro, espero que lleven las lecciones que hemos aprendido aquí a su vida
diaria. Que sean hombres de honor y respeto. —Hace una pausa durante un
segundo y arquea su poblada ceja—. Espero no tener que decir esto, pero no se
metan en problemas. Nada de bromas locas este año, y definitivamente nada de
arrestos ni demasiadas fiestas locas. Terminemos con esto siendo las mejores
versiones de nosotros mismos.
Pienso en nuestra fiesta improvisada en la piscina hace unos días, que
22
mantuvimos bastante moderada. Nada por lo que ser arrestados, al menos.
—¡Prometemos que seremos buenos, Sully! —grita alguien—. ¡En casa a
medianoche antes de que nos convirtamos en calabazas!
El entrenador se ríe. Sus ojos cansados se reúnen con los míos cuando
mira al otro lado de la habitación. —Mantengan sus ojos en el premio.
Por un instante, mi mente va inexplicablemente a mi vecina. A su amplia
y hermosa sonrisa. La que nunca más lanza en mi dirección.
Niego con la cabeza, preguntándome de dónde demonios vino ese
pensamiento. Porque los pensamientos sobre Gabby no tienen nada que ver en
este vestuario. Es por eso que nos separamos.
Irritado conmigo mismo, me inclino hacia adelante para concentrarme en
Sully.
—Comprométanse este año con la excelencia, muchachos, no solo en el
fútbol, sino en su vida personal. Sean los caballeros que sé que son, estrellas
brillantes tanto dentro como fuera del campo. Haré todo lo que esté en mi
poder para llevar a este equipo a la cima, pero quiero que sepan que ya son
campeones para mí.
Alguien lloriquea.
—¡Entrenador, no nos haga llorar! —grita Tank y todos se ríen.
En cuanto nuestra reunión termina y salimos al campo, los muchachos
están hablando de una cosa y solo una cosa: Ganar un campeonato nacional
para Sully.
Y todos estamos de acuerdo que ningún sacrificio es demasiado grande.

23
Traducido por Julie
Corregido por AnnyR’

Con un golpe de codo, intento quitar la harina de la tarjeta de recetas de


mi madre. Menos mal que hay protectores de hojas.
El orgullo me invade cuando veo la sartén llena de mi nueva creación:
barras de sopapilla de calabaza y queso crema. Es un cambio al concepto
original, pero está muy rico.
—¿Qué piensas, mami? —le pregunto a mi madre.
24
Creo que le encantarán.
El libro de cocina de mi madre, una colección de sus tarjetas de recetas
que he conservado en una carpeta, es una de las pocas cosas suyas que conseguí
después de su muerte. Lo mejor es que escribió a mano muchas de ellas.
Después de guardar unas cuantas barritas para que las pruebe mi jefa,
me preparo para mi turno en el Rise 'N Grind.
De camino a mi trabajo de barista, mi día mejora: recibo la llamada de la
Academia Archer.
¡Me han dado el trabajo!
Aunque solo es un puesto de asistente administrativo de nivel inicial y
todavía tengo que pasar la verificación de antecedentes, sé que puedo convertir
esta oportunidad en algo más en el futuro.
Archer es una escuela privada de élite. Si tengo alguna esperanza de
conseguir un puesto de profesora allí después de graduarme, necesito una
ventaja sobre otros candidatos. Por lo menos, así sabrán de primera mano que
soy una trabajadora dura y una empleada sólida.
Mi madre me decía que esperaba tener suficiente dinero para enviarnos a
mí y a Benny allí. Ahora que sé lo que cuesta la matrícula, me doy cuenta de
que era una quimera, pero lo que cuenta es la intención. Creo que estaría
orgullosa de mí si consiguiera un trabajo allí.
Me mezclo con la multitud de estudiantes y habitantes de la ciudad, que
atraviesan el pintoresco centro de Charming bajo el sol de media tarde. La calle
del whisky está repleta de clientes y el rock de la vieja escuela resuena en la
calle de las cervecerías. Me dirijo a la rústica fachada de ladrillo de la mejor
cafetería de la ciudad.
Miro a mi alrededor y sonrío. Es difícil no hacerlo. Todo en esta ciudad
pertenece a una postal.
Desde lo absurdo de Longfellow's, que vende perritos calientes de treinta
centímetros de largo y esos ridículos calentadores de salchichas, hasta el Buck
'Em Brewhouse, donde todos los clientes gritan “¡Derríbalos!” a pleno pulmón a
medianoche, o el Crazy Horse Saloon, que acoge recreaciones de tiroteos del
Salvaje Oeste, es difícil no quedar encantado con este lugar. Ahora que no estoy
rebosante de animosidad hacia los idiotas de enfrente, puedo admitir que el
equipo de fútbol también es un buen atractivo para la ciudad.
Llevo toda la semana haciendo todo lo posible por olvidar la incómoda
interacción con mi hermano. El hecho de que viva con Rider es molesto, pero no
es que Ben conozca nuestra pequeña y triste historia. Y cuando digo pequeña,
25
es probablemente una exageración. Más bien un punto en el radar de Rider.
Pero eso no hace que duela menos.
Cuando empujo la puerta de Rise 'N Grind, el rico aroma del café me
golpea.
—Hola, Fanny. —Saludo a mi jefa, que heredó este local de su padre, que
a su vez lo heredó del suyo. Mitad cafetería, mitad librería, su ambiente retro y
hogareño lo convierte en el lugar perfecto para los estudiantes entre clases.
Me sonríe y asiente mientras me sirve una copa. —¡Gracias por venir
hoy, muñeca!
Hace una hora, recibí una llamada desesperada diciendo que dos de sus
empleados estaban enfermos, así que me reservé para venir aquí.
—¿Café o libros? —pregunto, haciendo un gesto entre las dos partes de
la tienda.
—¡Café!
El local está lleno, así que le hago un gesto con el pulgar mientras me
apresuro a entrar en la parte de atrás, donde me lavo las manos y recojo un
delantal. Sesenta segundos después, le entrego a Fanny el recipiente de barritas
de calabaza antes de empezar a atender a los clientes. No me importa que me
vuelvan loca. Hace que el día pase más rápido.
—¿Tienes alguna de esas empanadas? —me pregunta una voz ronca, con
palabras lentas y rítmicas.
Estoy acostumbrada a ese acento porque nací en Texas, pero aquí, en
Charming, es aún más fuerte. Como era de esperar, levanto la vista para ver a
uno de los lugareños.
—Lo siento, señor Pearson. Normalmente solo las tenemos el fin de
semana.
—Pero se lo prometí a Essie. —Con el ceño fruncido, engancha el pulgar
sobre su hombro. Intento no reírme cuando veo a la cabra, su querida Essie,
mordisqueando la mochila de algún niño en la acera.
—¿Tal vez le gustaría un bollo o una rosquilla?
—No, esos son demasiado procesados. He oído que ustedes hacen
empanadas desde cero. —Su voz baja a un susurro mientras se inclina sobre el
mostrador de cristal—. Y sé con seguridad que Fanny a veces guarda una o dos
ahí detrás para emergencias.
Sin duda su promesa a Essie cuenta como una emergencia. En el fondo,
me siento irrazonablemente halagada al saber que su animal de granja está
encantado con mi pan dulce.
26
Irónicamente, no cocino mucho, pero me encanta hornear, y después de
que Fanny probara una de mis creaciones en la venta de pasteles de San
Patricio, me contrató para hacer pan dulce, sopapillas y otras delicias dulces los
fines de semana.
Levanto un dedo mientras me lanzo a la cocina, donde encuentro una
empanada de manzana. Probablemente esté un poco rancia, pero quizá a la
cabra no le importe. La envuelvo en una caja antes de volver al mostrador.
—Que esto quede entre nosotros, ¿vale? —le susurro de manera
conspiradora.
El señor Pearson cierra los ojos y se pone la mano sobre el corazón.
—Siempre y para siempre.
Me río al ver cómo mete la caja en su mono como si estuviera
protegiendo los secretos del Pentágono.
Mientras se aleja, alguien dice: —No hay favoritos, señorita.
—¡Adele! —Me acerco al mostrador para abrazar a la mujer mayor. Me
recuerda a Betty White en Las chicas de Oro, un viejo programa que veía una de
mis madres adoptivas—. Hace tiempo que no te veo.
—Mis nietos han sido un dolor en mi c-u-l-o. —Esa última parte la
susurra—. He pasado mucho tiempo en Austin.
Ella y Fanny charlan mientras yo preparo el pedido de Adele. Sé que
algunas personas odian la idea de los pueblos pequeños, pero a mí me encanta
la familiaridad que une a los lugareños.
Cuando la multitud se calma, estoy a punto de tomarme un descanso y
rellenar los formularios de empleo de Archer cuando mi segunda persona
menos favorita ingresa a la panadería.
Y así, mi gran día se va al garete.
Zoe Evans pone los ojos en blanco en cuanto me ve en el mostrador. No
puedo pegar una sonrisa en mi cara, así que opto por lo agradablemente
indiferente. Supongo que Fanny se enfadará si salto por encima del mostrador y
estrangulo a esta chica.
—¿Qué puedo ofrece…?
—Un bollo de limón y un café con leche doble con leche de soja orgánica.
Tres de Stevia, pero solo si tienes cruda.
Me muerdo la lengua para no preguntarle si su objetivo de la primavera
pasada era que me despidieran de mi trabajo de tutora o si eso era solo un buen
beneficio para su enorme metedura de pata.
27
Pero a juzgar por su sonrisa malvada cuando se aleja, no importa porque
el resultado final fue el mismo: me despidieron.
Intento ver el lado positivo. Al menos ya no tengo que trabajar con Zoe
Evans.

La bajeza moral.
Tengo que buscar algunas de las cláusulas de este contrato de trabajo, y
eso me hace dudar.
No es que piense “cometer un acto o comportarme de una manera que
viole gravemente la norma aceptada por la comunidad”. Pero, cielos. Si se
añade eso al acuerdo de confidencialidad que tengo que firmar, uno pensaría
que estoy solicitando un puesto de alto nivel de secreto en el FBI en lugar de
querer contestar al teléfono y servir café. Aunque mi personalidad de tipo A
aprecia la minuciosidad de este proceso de solicitud, mi lado práctico quiere
que esto se cierre ya.
—Esas barritas están deliciosas —dice Fanny cuando se mete en la
cocina—. ¿Otra receta familiar?
—Un poco sí.
—Puede que necesite que las añadas a lo que estás horneando para mí.
No puedo dar una voltereta aquí, pero una parte de mí quiere hacerlo.
—Será un placer.
—¿Cómo va ese elegante trabajo tuyo?
—Todavía no ha empezado, pero es solo por un semestre. Sustituiré a
alguien que está de baja por maternidad. —Señalo la montaña de papeles que
tengo que firmar—. Su proceso de contratación es intenso.
—Esos estirados me llamaron y me hicieron un millón de preguntas
sobre ti.
—Dijiste que era tu empleada favorita, ¿verdad? —Le hago ojitos y se ríe.
—Claro que sí. Les dije que te quedabas hasta tarde durante los
exámenes finales para ayudarme cuando todos los otros chicos se retiraban.
El personal de este lugar es muy duro al principio y al final del semestre,
pero puedo tener tiempo libre para concentrarme en las clases.
—Gracias. Eres la mejor. Seré sincera: esos descuentos que me haces en 28
diarios y bolígrafos ayudan. —Además de grandes cantidades de cafeína,
trabajar en una librería tiene sus ventajas.
—Sigues acumulando bolígrafos, ¿eh?
—Lo dices como si fuera un problema.
Se ríe mientras me dirijo de nuevo a cubrir el mostrador.
La puerta principal se abre y el nivel de ruido aumenta al cien por cien.
Rider y un puñado de otros tipos entran. Desde la parte de atrás de su
séquito, Ben me hace un gesto con la cabeza. Rider está muy ocupado con esa
chica, Miranda, que se aferra a él como si fuera Kate Winslet en Titanic y él
fuera la puerta flotante que evita que se ahogue.
Lo que sea.
Por suerte, se dirigen hacia la librería, donde sé que acapararán las mesas
del fondo o se amontonarán en los sofás, pero al menos no tengo que verlos.
Servimos comida en ambos lados de la tienda, pero en este hay autoservicio en
el mostrador mientras que en el otro hay camareros para atender a los clientes.
Diez minutos más tarde, me irrita aún más que me cambien al lado de la
librería, donde ignoro cuidadosamente a la multitud de futbolistas del fondo,
que está repleta de fanáticas. Por suerte, no están en mi sección.
Me acerco a los dos chicos que acaban de sentarse en una pequeña mesa
junto a la pared de libros. —¿Qué puedo ofrecerles? —Acerco el bolígrafo a mi
bloc de pedidos.
—Tu número, si estás soltera.
Mis ojos se elevan para captar la enorme sonrisa de este tipo. Es guapo,
con pelo y ojos oscuros. Me resulta familiar. ¿Quizá le he atendido yo? Son dos
y ambos llevan uniformes azul oscuro. No son policías, sino quizá paramédicos.
Me río. —¿Alguna vez funciona esa frase?
—No lo sé. Dímelo tú. Nunca la he usado antes.
—Ajá. ¿Qué tal si empezamos con las bebidas y seguimos desde ahí? La
lista de cafés especiales está en la pizarra. —Señalo el menú de pizarra gigante
montado en la pared detrás de mí.
Siento su mirada fija mientras introduzco el pedido.
Darlene me da un codazo y señala a los paramédicos. —Es guapo, y está
claro que le gustas.
Me encojo de hombros. Me da más miedo salir con alguien de lo que me
gustaría admitir. Aparte de esos pocos meses poco aconsejables que pasé con

29
Rider, solo he salido con un chico en serio. Cuando Sean se graduó al final de
mi segundo año, aceptó un trabajo en Nueva York y nos separamos. Todo fue
muy civilizado. No me propuso una relación a distancia, y yo no suspiré por él
cuando se fue. Rider me enseñó a cuidar mi corazón, y dio sus frutos cuando
Sean se mudó.
Así que, aunque no tenga mucha experiencia con los hombres, prefiero
no hacerme ilusiones con alguien que acabe decepcionándome o rompiéndome
el corazón.
Mientras Darlene coloca varios sándwiches en su bandeja para los
jugadores de fútbol, se aparta el flequillo de la cara. —Te juro que si me timan
con una propina, los cazaré.
Nuestros equipos deportivos son notoriamente malos en las propinas,
probablemente porque creen que gobiernan la tierra.
—Yo me encargo. —Me acerco al lado de la mesa de Ben y me inclino—.
Oye, por favor, asegúrate de dar propina a tu camarera. Ustedes siempre comen
como cerdos y apenas dejan propina al personal. Es de mala educación.
Su mandíbula se tensa y me da un asentimiento rígido. La chica que está
prácticamente sentada en su regazo me mira mal. Me río. —Relájate. Es mi
hermano.
Toda la mesa se queda en silencio.
Tardo un segundo en darme cuenta de lo que significa.
Incluso Rider parece sorprendido. —No me digas, Rodríguez. ¿Gabby es
tu hermana?
Me quedo como una idiota y se me hace un nudo en la garganta al darme
cuenta de que Ben no le dice a nadie que somos parientes. Tenemos apellidos
diferentes desde que fue adoptado por nuestro tío, pero no pensé que fuera un
gran secreto.
Uno de los otros chicos, creo que se llama Tank, se rasca la cabeza. —No
se parecen en nada.
Es cierto. Somos una extraña mezcla de nuestros padres. Aunque los dos
tenemos el cabello negro, Benny es treinta centímetros más alto y tiene los
conmovedores ojos marrones de nuestra madre, mientras que yo tengo los
avellana de mi padre. Él tiene la hermosa piel olivácea de nuestro padre, pero
yo soy pálida con una pizca de pecas, como nuestra madre.
Dios, esto es incómodo. Retrocedo solo para chocar con un cuerpo duro.
Cuando me doy la vuelta, me encuentro cara a cara con el paramédico.
Hace un gesto hacia la calle. —Recibí una llamada, así que tenemos que
irnos, cariño, pero hablaba en serio de salir algún día. —Bajando la voz a un
susurro, se acerca—. No sé si te acuerdas, pero fui yo quien te llevó al hospital.
La primavera pasada, creo. 30
Otro día humillante. —Lo siento, esa tarde estaba realmente fuera de mí,
pero me resultas familiar.
Se pone una mano sobre el pecho. —Se me iba a romper el corazón si no
te acordabas de mí.
Me río y pongo los ojos en blanco.
Se aclara la garganta y levanta las cejas. —Entonces… ¿puedo llamarte
alguna vez?
Es entonces cuando me doy cuenta de que toda la mesa detrás de mí
sigue en silencio y escucha esta conversación.
Uno de los tontos habla. —Si está disponible, me gustaría pedir una cita
con Gabby. Auch. ¿Qué diablos, amigo?
Me vuelvo para mirar a los amigos de mi hermano y arrastro al
simpático paramédico por el codo, deteniéndome cuando llegamos a la puerta
principal.
—Esos son los juga…
—No te preocupes por ellos. —Le hago girar para que esté mirando en
dirección contraria—. Mira, estoy segura de que eres un tipo muy simpático…
—Jason.
—Jason. Hola.
—El más simpático. —Me regala una sonrisa premiada, una que debería
hacer algo a mi corazón, a mi barriga, a mi pulso, algo, excepto que no lo hace.
—Pero… —Hago una pausa y mi atención se dirige automáticamente a
Rider, lo que me molesta.
No estoy pensando en Sean, con quien salí durante un año. No, estoy
pensando en el imbécil al que no le importo nada. El tipo que actualmente está
acurrucado contra Miranda, una rubia muy pechugona, que, según cuentan, le
da exactamente lo que quiere, cuando lo quiere, sin ningún compromiso.
Aunque Sean nunca hizo que mi corazón se acelerara como lo hizo Rider,
tampoco lo rompió.
Mi mirada se conecta con la de Rider, y no hay nada en esos ojos grises.
Ni disculpas, ni arrepentimiento, ni anhelo. Solo ese enorme muro, el que
levantó casi de la noche a la mañana hace tres años.
Este es el verdadero Rider. El tipo que aleja a cualquiera que se acerque
demasiado.

31
Y estoy cien por ciento segura de que soy una tonta por seguir
preocupándome por él.
A veces me olvido de que es un imbécil, y necesito un recordatorio para
poder seguir agitando mi dedo corazón hacia él.
—¿Sabes qué? —Me vuelvo hacia Jason y le doy al chico que realmente
quiere salir conmigo la sonrisa más grande que puedo reunir—. Me encantaría
salir contigo.
Traducido por Vane’
Corregido por AnnyR’

Algunos de los chicos van conmigo hasta Connor Hall para desayunar,
pero conocen el tema. Soy divertido, sonrío y suelto mierda y me rio hasta el día
del partido, y luego me evitan. Necesito aclarar mi mente.
Cuanto más avanzamos en la temporada, más imperativo se vuelve esto.
Incluso después de seis victorias, no puedo permitirme considerar los playoffs o
quedarme invicto, sin importar la frecuencia con la que los reporteros hagan 32
esas preguntas. Lo único que importa es el partido de hoy contra Iowa.
Los rostros en mi camino se desdibujan. Cuando alguien dice mi nombre,
asiento, pero estoy pensando en el pase completo del juego. Siguiendo cada
lanzamiento. Comprobando jugadas secundarias antes de comprometerme.
Me pongo los auriculares y me relajo con el golpe de la batería en mis
oídos que me proporciona otra capa de concentración.
De una manera extraña, tengo que agradecer la mierda que pasó en el
primer año por mi rutina diaria de juegos. Tuve que bloquear todo ese ruido
hasta que lo único que pude reconocer fue el latido constante de mi corazón.
Tenía que concentrarme en lo que quería para mi vida. Todos los demás
en mi familia fueron egoístas. ¿Por qué yo no podría? Tenía una oportunidad,
una, de dejar mi huella, de demostrarle a Sully que podía hacer mi parte, y
decidí en ese momento que nada, ni la mierda con mis padres, ni las payasadas
de mis amigos, y definitivamente no el drama de una mujer, amenazaría ese
objetivo.
Cuando llegamos al estadio, mi respiración es lenta y mis manos están
firmes. Probablemente alguien podría abofetearme y yo apenas parpadearía.
Pero así es como sé que ganaremos. Porque estoy calmado, y cuando suena el
silbato en el campo unas horas más tarde, puedo leer la defensa de Iowa.
Un touchdown. Dos. Un tiro largo para mi receptor abierto, que lo lanza
a otro.
Como cortinas que se levantan en un escenario, el sonido de nuestra
multitud rugiente finalmente llega a mí, y esbozo una sonrisa y golpeo a Tank
en el trasero después de que atraviesa la defensa, dándome mucho tiempo para
soltar el balón. —Eres el puto hombre. Sigue así.
—¡Todo el día y toda la noche, cariño!
Para el entretiempo, los nervios se han ido hace mucho, pero sé que es
mejor no aflojar. Necesitamos mantener nuestra racha ganadora, y lo peor que
se puede hacer es relajarse antes de que suene la campana final.
Tank apunta a la zona de anotación donde Buckee se está tirando al
poste de la portería. —Supongo que nuestra mascota necesita echar un polvo.
Me río, tomándome un minuto para apreciar que el estadio está lleno.
Todos están ataviados con nuestros colores y gritan como locos cada vez que
cargamos por el campo. Para un niño al que le dijeron que nunca llegaría a ser
una mierda, esto no es tan malo.
Mi buen humor es efímero cuando Iowa regresa con venganza, pero
nuestra defensa finalmente encuentra su base.
Con dos minutos en el reloj y una ventaja de seis puntos, estoy ansioso
por hacer de esta una victoria decisiva. Jugamos demasiado bien para tomar
33
esto por un margen tan pequeño.
Justo antes de volver al campo, le doy un codazo a Ben. —B-Rod,
prepárate para hacer tu magia.
Me da un asentimiento estoico. A pesar de que estuvo mayormente en el
banco el año pasado, Ben se perfila como un ala cerrada del infierno. Una
ventaja es que es un tipo humilde. No todos los miembros de este equipo lo son.
Dos jugadas más tarde, cuando lo tengo dominado, encuentro a Ben
entre la defensa. Coge el balón con una mano, lo acuna, se sacude a dos
defensores y se lanza a la zona de anotación.
La multitud estalla, y dejo escapar un rugido cuando el reloj se acaba
para nuestro oponente.
Esa fuerte oleada de euforia recorre mis venas y juro que podría caminar
sobre el agua. Les doy a mis chicos un choque de manos y una sonrisa para las
cámaras. Cuando miro a Tank a los ojos, saltamos para golpear nuestros
pechos.
Todo el equipo está en lo alto, uno que está bien merecido.
Y luego cometo el error. El que cometo en cada maldito partido.
Miro a las gradas.
No sé por qué hago esto, de alguna manera espero que las cosas sean
diferentes.
Pero, aun así, miro. ¿No es esa la definición de locura? ¿Repetir algo una
y otra vez, esperando un resultado diferente?
Simplemente así, vuelvo a poner los pies en la tierra porque la verdad es
que nunca he tenido familia en un partido y probablemente nunca la tendré.

En un intento por cumplir con la regla de “no meternos en problemas”


del entrenador esta temporada, hemos mantenido las celebraciones más que
nada en los bares, ya que los restaurantes limitan la capacidad, y de esta manera
no tengo que preocuparme de que la gente salte de mi techo a la piscina y se
rompan sus cuellos. No es lo mismo que el hedonista gratis-para-todos que
solemos albergar, pero al menos no nos metemos en problemas.
El Yellow Rose podría calificar como un antro, pero al propietario le

34
encanta el equipo de fútbol y a mí me gusta darles trabajo. Además, cerveza es
cerveza.
—¿Qué puedo ofrecerte, cariño? —Nuestra camarera me guiña un ojo y
sonrío. Tuvimos una clase juntos el año pasado.
—Oye, Sherry. Otro de estos, por favor. —Sostengo el cuello de mi
botella.
Miranda se acerca más a mí. —Cariño, pedí otro trago hace veinte
minutos.
—Cálmate. Está ocupado aquí. —Murmuro un “lo siento” a Sherry—. Un
trago para la señorita cuando tengas la oportunidad.
Me recuesto. Más cerca y las tetas de Miranda estarían en mi cara.
La molestia me pica la piel. Mira y yo hemos estado saliendo más
socialmente últimamente, y estoy empezando a pensar que deberíamos haber
mantenido nuestras interacciones en el dormitorio.
Salgo de la cabina. —Veo a alguien con quien necesito hablar.
El lugar está lleno y recibo algunas felicitaciones de camino a la mesa de
billar donde mis compañeros de cuarto están apostando sobre quién puede
comer más alitas de pollo.
Por el rabillo del ojo, la veo.
Gabby.
Está sentada en la barra, revolviendo lentamente su bebida, luciendo
como que preferiría que le hicieran una endodoncia. Su espeso cabello negro
está suelto y lleva este vestidito reluciente que abraza sus curvas. Cuando
levanta la mirada, nuestros ojos se bloquean, y solo por un segundo es difícil
respirar. Maldita sea. Es hermosa.
A pesar de que somos vecinos, no la he visto mucho este semestre. Lo
juro, está más sexy cada vez que la veo, lo que parece imposible. Pero a pesar de
tener muy buenas razones para crear un espacio entre nosotros, estoy tentado
de cruzar el bar para hablarle.
Luego él se acerca a ella, ese cabrón que sin darme cuenta le presenté
cuando llamé a la ambulancia en mayo pasado.
Pero, ¿qué se suponía que debía hacer? ¿Dejarla tirada en el cemento,
pálida, desmayada y sangrando, y no hacer nada? ¿Cómo iba a saber que Jason
aparecería como un jodido caballero blanco?
Nada salió bien ese día. Me dijeron que me perdí de encontrármela en el
hospital cuando traté de localizarla y asegurarme de que estaba bien, y cuando
fui a su casa, me cerró la puerta en las narices.
No lo ve todavía, pero Jason se inclina para susurrarle al oído.
Ella se arquea, alejándose, claramente incómoda, y me doy cuenta de que
35
he cerrado el puño. Será mejor que no esté jodiendo con ella. Si esto es lo que
quiere, genial. No tiene que gustarme, pero insinuarse a una mujer que no está
interesada es otra cosa.
Ha pasado al menos un mes desde que lo vi invitarla a salir. ¿Han estado
saliendo todo este tiempo?
—Kingston, parece que estás listo para matar a alguien. —Tank lanza su
carnoso brazo por encima de mi hombro y mira a la multitud con los ojos
entrecerrados hasta que encuentra su objetivo—. Ah. Nuestra adorable vecina.
—Tose dramáticamente—. Esa es la hermana de Ben. En caso de que necesites
un recordatorio. Código de hermanos y todo.
—No voy a hacer nada con Gabby. —Nunca intentaré nada con ella. El
solo hecho de tenerla cerca me da ganas de echarla sobre mi hombro y llevarla a
mi casa al estilo de un hombre de las cavernas. Ésa es razón suficiente para
evitarla como una plaga. Mi reacción hacia ella siempre ha sido demasiado
fuerte, y no necesito probar mi control cuando tengo demasiado en juego este
año.
Puedo enfrentarme a defensas de ciento cincuenta kilos sin pestañear,
pero algo en esta mujer me hace querer correr antes de hacer algo estúpido. Es
desconcertante.
Necesitando cambiar de tema, le hago un gesto hacia nuestro nuevo
compañero de cuarto, que está ocupado cortejando a una mesa de chicas de una
hermandad. —¿Alguna vez te preguntaste por qué Ben rara vez habla de
Gabby? Viven al otro lado de la calle y solo los he visto hablar una vez. No creo
que nunca salgan juntos. Ahora están a tres metros de distancia y dudo que se
hayan reconocido.
Ben y yo nunca hemos sido cercanos, pero siempre pensé que parecía un
buen tipo. Cuando tuvimos una vacante para otro compañero de cuarto, Olly lo
sugirió, y hasta ahora ha funcionado, haciendo amistad con los otros chicos a
pesar de que tiende a ser reservado cuando está en la casa. Al final del día,
estamos trabajando bien en el campo ahora que está obteniendo más tiempo de
juego, y eso es lo único que importa.
—Ben es un tipo extraño. Un ala cerrada muy bueno, pero no está
exactamente en contacto con sus emociones.
—Cierra la boca. “En contacto con sus emociones…” Voy a empezar a
llamarte Dr. Phil. —Me río—. Tengo miedo de lo que dirías de mí.
—Nada que no diría sobre mí. Todos tenemos problemas con papá,
hermano.

36
Supongo que lo pedí. Tank me conoce mejor que nadie en esta escuela.
Fuimos compañeros de cuarto nuestro primer año, y aunque nunca hablamos
de mi vida hogareña, siempre parecía entender que tenía mierdas con las que
no podía lidiar.
—Serías un jodido buen psiquiatra. —Finjo llorar—. Por favor, ayúdame
con los problemas con mi papá.
—Vete a la mierda.
Reímos y bebemos nuestra cerveza.
Intento relajarme, pero no tiene sentido. Mi conciencia de Gabby persiste.
Todo lo demás se siente como ruido. Es muy molesto.
¿Por qué ahora? ¿Por qué está esta chica en mi cabeza todo el maldito
tiempo ahora, años después de que dejamos de salir?
Después de un minuto, él asiente hacia la barra. —Bree dice que ella es
genial. Gabby la ayudó con un ensayo el otro día. Creo que tienen una clase
juntas.
—Bree odia a todo el mundo.
—Bree ama a Gabby.
—Pensé que tratabas de convencerme de que no me interesara —le
digo—. No es que me interese. —Me lanza una mirada—. ¿Qué? No me
interesa.
—Estoy en conflicto. —Suspira—. Bree es una excelente juez de carácter.
Y como ambos sabemos, odia a Miranda. Agrega una especie de drama que
tanto a ti como a mí no nos gusta.
—Miranda y yo no somos pareja. Pasamos el tiempo juntos.
Aunque últimamente, me he preguntado si llegamos a nuestra fecha de
vencimiento.
—Tiempo desnudos. Sí, lo entiendo. Todos necesitamos nuestras salidas.
Me pregunto si podrías beneficiarte de alguien que está interesada en algo más
que tu bonificación por contratación.
Chasqueo con la lengua. —Eso parece terriblemente juicioso.
—Miranda es una chica fiestera, y no hay nada de malo en eso, pero
definitivamente la escuché preguntando qué cantidad de dinero recibiríamos por
firmar en el preliminar. Y definitivamente está mirando al club de esposas y
novias.
Me tambaleo hacia atrás como si alguien me hubiera golpeado. —No
quiere casarse.
—Eso dice. Pero como dije, no hay nada de malo en su juego. Cada quien
con lo suyo. Excepto ¿qué pasa si la dejas embarazada?
—¿Qué carajo? —Juro que mis bolas se encogen y se arrastran hasta mi 37
saco.
—Escúchame. ¿Y si la dejaras embarazada? Entonces estás atrapado con
ella y un bebé. De por vida. O al menos por dieciocho años. Solo digo que ese
escenario es menos aterrador si estás saliendo con una mujer que te respalda.
Sigo su línea de visión y veo a Miranda coqueteando con un tipo usando
una camiseta polo.
—Es libre de hacer lo suyo. No existe una cláusula de exclusividad en
nuestra situación. —Demonios, ni siquiera estamos saliendo, técnicamente. No
es que yo vaya por ahí follando con otras chicas mientras ella y yo hacemos… lo
que sea que sea esto.
—Pero tú y Miranda han tenido algunas rondas, ¿no? El primer año y
luego nuevamente el año pasado, y ahora. Solo digo que miró mal a Sherry hace
un rato cuando estaba sirviendo bebidas.
Froto mi nuca y me doy la vuelta justo a tiempo para ver a Jason
acompañar a Gabby a la pequeña pista de baile en la parte de atrás. La acerca
más, alineando sus cuerpos, y juro por Dios que quiero dejarlo inconsciente.
Inclinando su bebida, Tank la tintinea con la mía. —No mates al
mensajero. —Mira a la pista de baile—. O cualquier otra persona, para el caso.
Es más fácil decirlo que hacerlo.

38
Traducido por -queen-ari-
Corregido por AnnyR’

Esta es una mala idea.


—Sienna, ni siquiera tenemos el mismo tamaño. —Hago un gesto hacia
mis senos y mi trasero. Ya está dicho.
—Lo sé. Estoy tan celosa de tu cuerpo fabuloso.
No me describiría a mí misma con un “cuerpo fabuloso”. Más como 39
alguien que disfruta de los tacos con guacamole extra. Aunque a veces me
olvido de comer, el peso nunca parece salir de mi capó o baúl.
No estoy segura de cuándo sucedió esto, pero Sienna se ha encargado de
ser mi hada madrina de los cambios de imagen. Y aunque siempre me viene
bien ayuda con mi maquillaje, este atuendo parece un poco extremo.
Comenzó cuando tuve esa cita con Jason, que fue un desperdicio de un
buen rímel y un lindo vestido, si me preguntas. Todo lo que hizo fue llevarme
al bar para poder hablar de fútbol con sus hermanos. Es decir, me gustaron los
uno o dos bailes lentos que hicimos en la parte de atrás, pero él quería hablar
sobre el partido toda la noche. No es que esperaba un restaurante elegante o
algo caro, pero tratar de evitar que me derramara cerveza toda la noche no era
mi idea de diversión.
Por supuesto, fuimos al mismo bar donde pasaban el rato los jugadores.
Por supuesto que Rider estaba allí. Mi primera cita en mucho tiempo y la última
persona del planeta que quería ver estaba a unos metros, lo que empeoró mi
estado de ánimo.
Miranda parecía que quería destrozarlo allí mismo, en la mesa. Sería
divertido si no me doliera verlo salir con otras mujeres.
Rider y yo nunca sucederá. Me pregunto cuándo recibirá la indirecta mi
corazón.
Pasando una mano sobre la sedosa tela rosa, suspiro. El disfraz sería
encantador… si hubiera más. —No tengo un sostén que pueda usar con esto.
—No necesitas sostén. Este cachorro te sostendrá.
Las correas se entrecruzan por todas partes, por lo que no estoy segura
de cómo verificar sus afirmaciones, pero está llegando al límite. Si quiero un
traje diferente, tengo que resolverlo en la próxima media hora antes de que
Jason venga para nuestra segunda cita.
Gimo.
Levanta un dedo. —Para citar a Herodoto, excepto que estoy cambiando
los pronombres: “si una mujer insistiera siempre en ser seria y nunca se
permitiera un poco de diversión y relajación, se volvería loca o inestable sin
saberlo”.
Inclino mi cabeza. —¿Me recuerdas cuál es tu especialidad?
—Un poco de esto y aquello. —Rechaza mi pregunta—. Pero de verdad,
¿no necesitas un descanso?

40
¿Quiero salir y relajarme? Por supuesto. ¿Quiero hacerlo con Jason? Esa
es la pregunta. Sigo esperando a que las mariposas emprendan el vuelo, pero
hasta ahora, solo tengo nervios de estar con alguien que apenas conozco.
—¿Qué pasa si me arrestan por indecencia pública? Hay muchas
posibilidades de que pueda sacarle el ojo a alguien con mis pezones si hace frío
esta noche.
Se ríe. —Mi antigua compañera de cuarto usó tiritas sobre sus pezones
para una cobertura adicional —Con un brazo, me lo sostiene—. Has estado
trabajando duro desde que me mudé. Apenas te veo. ¿Qué son unas pocas
horas para soltarse el pelo?
Uf, me dice todo lo que quiero escuchar. ¿Dónde diablos está Ramona?
Necesito a alguien que me haga entrar en razón, y por lo general puedo confiar
en que Ramona me lo diría directamente. No hay nada que le guste más que
llover en el desfile de alguien. Pero Sienna, el molesto rayo de sol que es, parece
convencida de que me divertiré esta noche. —Al diablo. Solo vives una vez,
¿no?
—¡De eso hablo! —Hace un baile extraño con su disfraz de Poison Ivy
que hace temblar sus enredaderas estratégicamente colocadas.
Tengo que admitir que luego de mi molestia inicial con ella por codiciar a
los jugadores de fútbol, lo cual es totalmente hipócrita, lo sé, ha desgastado mi
resistencia a ser amigas. Tengo como dos y, sinceramente, no estaba buscando
más. Pero es tan malditamente agradable. Siempre haciendo cosas por mí sin
razón aparente. Debería sospechar. Excepto que tengo la sensación de que es
realmente una buena persona a la que, según entiendo, le gusta hacer cosas
agradables para la gente solo por el gusto de hacerlo.
En el momento en que me pone el disfraz, estoy teniendo grandes dudas.
—Se supone que soy María Antonieta, ¿verdad? ¿Y no una prostituta francesa?
—¡Guau! ¡Eres hermosa! Pareces una modelo de Victoria's Secret.
—Sabes que usan ropa interior, ¿verdad? Normalmente se usa debajo de
la ropa. —Intento tirar de la falda, pero hay tan poca tela—. Para que conste,
hay una corriente de aire muy fuerte disparándome el trasero.
Suena el timbre y mi corazón late con fuerza, y no en el buen sentido.
—¡Ya sé! —Agito mi mano para evitar que responda—. Puedo ir como
maestra de escuela. Puedo ponerme un jersey de cuello alto y una falda lápiz y
está hecho.
Sienna niega con la cabeza al mismo tiempo que sale corriendo del baño,
presumiblemente hacia la puerta. —¡No es un disfraz si lo usas para trabajar!
Miro a la extraña en el espejo, un poco asombrada de que ni siquiera me
parezco a mí. Supongo que esa es mi respuesta. Nadie me reconocerá, entonces,
¿cuál es el daño?
41

Si tuviera que adivinar qué es lo que la mayoría de la gente piensa que


soy esta noche, sin duda tendría que decir que soy una prostituta francesa.
Ignoro los silbidos que recibo mientras pongo gasolina por Jason, que
está pagando adentro.
Hace mucho frío, y esta triste excusa para un chal no hace nada para
ayudarme a mantener el calor. Hemos estado yendo de una fiesta de Halloween
a otra en la que no conozco a nadie. Sin embargo, Jason se lo está pasando
genial. Al menos uno de nosotros lo pasa bien. Mis pies me están matando, mis
pezones están tan fríos que podría grabar mi nombre en el parabrisas, y tengo
un dolor de cabeza infernal.
—Uf.
—Amigo, ¿por qué te detuviste?
—Oh. Maldita sea.
Me doy la vuelta y miro a cinco jugadores de fútbol zombis. Quiénes son
en realidad jugadores de fútbol.
Mira, Sienna. ¡Totalmente podría haber sido maestra esta noche!
Miro al chico en la parte de atrás cuyo ceño familiar reconozco. —¿Ben?
Hace esa cosa con la barbilla que se supone que pasa por un saludo.
Estoy realmente cansada de cómo mi hermano se ha convertido en un
idiota furioso. Nuestros padres estarían muy decepcionados por su falta de
modales.
—¿Cómo te va, Gabs?
Mi corazón da un vuelco al oír esa voz.
Rider Kingston. Por supuesto.
Porque estar en una segunda cita significa que tengo que encontrarme
con este hombre.
Mi atención se dirige directamente a esos ojos grises criminalmente
hermosos bordeados de pestañas oscuras. Incluso con maquillaje de zombi, el
hombre es ridículamente guapo.
Quiero darle un puñetazo en su cara bonita.
Antes de que pueda decir algo, un grupo de mujeres los rodea porque 42
estos chicos viajan en un séquito como si fueran las Kardashian.
Una chica, una nueva esta vez, rodea a Rider con sus brazos y se ríe en su
oído.
Si esta es la idea del universo de una broma, apesta.
Pongo los ojos en blanco y abro la puerta de la camioneta de Jason.
Uno de los otros jugadores de fútbol zombi tose. —Como ninguno de
nosotros sabía que Gabby era tu hermana, Ben, deberíamos poder reclamar la
preferencia. ¡Mierda! Deja de pegarme.
No estoy segura de quién lo golpeó, porque algunas de mis extensiones
de María Antonieta me entran en los ojos, pero cuando me las quito de la cara,
Jason está de vuelta y pasa su brazo, el que no sostiene una bandeja de nachos
de la estación de servicio, sobre mis hombros.
—¡Hola, chicos! ¡Gran partido el de hoy!
La irritación recorre mi piel, pero él no se da cuenta de mi falta de
entusiasmo. Sigue con la extravagancia de besar culos.
—¿Ese pase de cuarenta yardas que calaste en la zona de anotación en el
cuarto? Qué obra de arte, Kingston. Todavía estoy enloqueciendo por eso.
—Gracias, hombre.
Se me escapa un profundo suspiro.
Rider estuvo increíble hoy. Ni siquiera puedo fingir que no pude ver
parte del partido, pero no voy a ensalzarlo y dejar que su cabeza crezca.
—Voy a dejarlos platicar, pero me estoy congelando. —Vuelvo a abrir la
puerta de un tirón y entro a gatas, haciendo todo lo posible para no mostrar mi
trasero al equipo de fútbol.
Diez minutos después, Jason se une a mí. —Estamos de suerte. La
próxima fiesta es al otro lado de tu calle.
Jason solo tiene veintitrés años, pero eso califica como un hombre adulto,
¿verdad? ¿Por qué todavía quiere divertirse con los universitarios?
—Voy a pasar. Tengo un dolor de cabeza terrible. —Cien por ciento
cierto—. Y tengo que levantarme temprano. —Tengo que llegar a Rise ’N Grind
a las seis para hacer un montón de empanadas.
—Ahh, nena. ¿De verdad?
Algo en este apodo de “nena” me hace estremecer, y ahora que estoy
enfrentando la perspectiva de que me deje, no puedo evitar preguntarme si

43
intentará darme un beso de buenas noches. No lo hizo la última vez, gracias a
Dios.
¿Y no debería querer besar a un chico que me interesa?
El hecho de que no quiero, me dice todo lo que necesito saber.
Hubo un tiempo en que viví por la posibilidad de besar a Rider. Tan triste
como suena.
Por fortuna, Jason está tan emocionado de pasar el rato con el equipo de
fútbol que apenas me da una segunda mirada cuando llegamos a mi casa y
menciono que no necesita acompañarme. Tiene que encontrar estacionamiento
de todos modos, y hay diez millones de autos en nuestra calle con un torrente
de personas que se dirigían hacia la Estación Semental.
Todavía es temprano, solo las once, así que no me sorprende cuando
encuentro mi casa vacía. Ramona no ha estado por aquí últimamente y Sienna
salió con amigos.
De repente estoy agotada, seguramente por temblar durante las últimas
horas, así que no me molesto en quitarme el disfraz antes de ponerme mi túnica
blanca y esponjosa y tomarme dos Advil. Estoy en la cama sesenta segundos
después, lista para olvidarme de este día.
Excepto que hay un ritmo constante de música que viene del otro lado de
la calle que parece hacerse más fuerte cuando cierro los ojos. Mi habitación está
en el frente de la casa, desafortunadamente, y escucho todo el ruido de la calle.
Pasa una hora.
Dos.
Tres.
Los fiesteros deambulan por mi jardín. Vomitan entre los arbustos.
Orinan en la calle. Lo sé porque siempre hay un compinche borracho que grita
jugada por jugada. Por ejemplo: “Amigo, ¿de verdad estás orinando contra la
boca de incendios?” Inserta un hipo fuerte. O: “No vomites por la nariz la
próxima vez. Dolerá menos.”
Me duele tanto la cabeza que quiero quedarme acurrucada en forma de
bola y llorar.
A las cuatro de la mañana, me quiebro.
—¡Esto es una puta mierda! —Meto los pies en mis suaves pantuflas, me
cierro la bata y cruzo la calle.
Cuando golpeo la puerta principal, se abre de golpe. Hay al menos

44
media docena de mujeres desnudas cruzando la habitación, girando sobre
atletas fornidos y haciendo Dios sabe qué.
Mis ojos se lanzan al sistema de sonido, y como me he entregado a mi
psicópata interior, me dirijo directamente allí y quito el enchufe de la pared.
El silencio hace que todos levanten la mirada y me doy cuenta de que
estoy mirando a mi hermano, que parece horrorizado al verme. Y luego me doy
cuenta de por qué y me doy la vuelta antes de vomitar. Porque la chica de
rodillas frente a él obviamente no está rezando.
Jesús, voy a necesitar tanta terapia algún día.
Me aclaro la garganta y me dirijo a la multitud en general. —Algunas
personas tienen que trabajar mañana, imbéciles. ¿Pueden bajar la intensidad del
ruido? Dejen de aterrorizar a este vecindario. ¡El mundo no gira en torno a
ustedes y sus tontos partidos de fútbol!
Estoy chillando. No puedo evitarlo. Estoy medio dormida y tengo tanta
hambre que tengo náuseas. Mis párpados se agitan.
Dios, me siento mareada.
Es casi como…
Casi como… esa vez que me desmayé.
Oh, mierda. ¿Me voy a desmayar de nuevo?
No recuerdo la última vez que comí. Se suponía que Jason y yo íbamos a
cenar, lo cual se convirtió en nachos empapados de la estación de servicio, que
preferí no comer.
Parpadeo. Y parpadeo de nuevo.
Todo se siente confuso, como si estuviera envuelta en una película. Ni
siquiera me importa que Jason esté aquí y le falte ropa.
—Mierda, Gabby. Esto no es lo que parece.
Ignorándolo, me tropiezo con lo que creo que es la puerta principal, me
apoyo allí y cierro los ojos.
Quiero decirle a Jason que me deje en paz, excepto que me temo que me
voy a caer al suelo si suelto el marco de la puerta.
Entonces escucho el pequeño llanto.
Suena como un bebé.
Y ahí es cuando sé que debo estar perdiendo la cabeza.

45
Traducido por Gesi
Corregido por Auris

¡Bum, bum, bum!


Abro los ojos, sorprendido de escuchar algo con estos audífonos con
cancelación de ruido puestos. Son realmente asombrosos.
Mi puerta traquetea con otra serie de golpes.
—Espera, hijo de puta. Ya voy. 46
Mi cama está felizmente vacía.
Me estoy comenzando a preguntar si algo va mal conmigo. Estamos
dando una rugiente fiesta y lo último que me interesa es echar un polvo.
A decir verdad, ver a mis amigos emborrachándose esta noche, solo me
hace sentir como un anciano, con mi única cerveza y lo temprano que me fui a
dormir. Pero nadie gana un campeonato nacional bebiendo alcohol y
quedándose despierto toda la noche. Los chicos del equipo saben limitar su
consumo a una o dos cervezas.
Después de sacar mi adolorido trasero de la cama y ponerme unos
pantalones de chándal, abro la puerta. —Será mejor que valga la pena.
Michael Oliver, a quien llamamos Olly, levanta las manos. —Tenemos un
problema, jefe.
Me froto la cara con las dos manos. —¿La casa se está incendiando?
¿Pasó un tornado? ¿Hay una plaga de langostas lloviendo sobre nuestro jardín?
Hace una mueca. —No, pero es bastante malo.
Joder. —Por favor, dime que nadie fue lo suficientemente tonto como
para saltar a la piscina.
Insistí en que la cubriéramos antes de que llegara la gente. Los chicos
querían una pequeña “reunión”. Y después de arrasar en el campo hoy con una
gran victoria, ¿cómo podría haberme negado? Dijeron que lo mantendrían
tranquilo.
Hace una mueca. —No me metería en el jacuzzi durante los próximos
días después de lo que vi esta noche allí, pero no, no hay emergencias acuáticas.
Gracias a Dios por las pequeñas misericordias.
Miro el reloj junto a la cama. Cuatro y diez de la madrugada. Maldición,
tengo que despertarme en unas horas. —¿Qué sucede?
—Tienes que verlo por ti mismo.
De mala gana, lo sigo por las escaleras y lentamente absorbo la escena.
Algunos de los chicos se encuentran desparramados por el sofá. Hay chicas en
diferentes estados de desnudez. Vasos descartables por todos lados.
Básicamente, nada nuevo. Bostezo.
Hasta ahora, lo único extraño es que la música está apagada. Parpadeo
ante la claridad.
Y las luces se encuentran prendidas.
Los ojos de Olly se amplían y hace un gesto con la cabeza hacia la cocina,
donde una María Antonieta muy enojada bebe un jugo y… y… 47
—¿Esa es Gabby? —Me toma un largo segundo procesar lo que estoy
viendo, porque no coincide con nuestras típicas actividades nocturnas de los
sábados por la noche. ¿Por qué se encuentra aquí? No es que no pudiera venir si
quisiera, pero salir de fiesta en la Estación Semental no es su modus operandi
habitual. Y… ¿qué demonios?—. ¿Por qué mece a un bebé?
—Eso es a lo que me refería —resopla Olly.
Gabby lleva una pequeña bata blanca que se abre sobre su desaliñado
disfraz y unas pantuflas rosas peludas, luciendo malditamente linda. Más
sensual ahora que parece recién follada.
Me congelo.
¿Se acostó con ese idiota de Jason?
Por un minuto, siento que voy a vomitar. No tengo motivos para estar
celoso de quién sale con ella, pero por alguna razón, la idea de que él le ponga
las manos encima me hace querer atravesar la pared con el puño.
Olly susurra por el costado de su boca: —Creo que su novio se enrolló
con otra persona esta noche. Lo atrapó. No es que estuviera siendo muy
cauteloso. Ella lo mandó a volar y él huyó.
Qué idiota. Sale con esta mujer hermosa e inteligente, y lo echa a perder
por cerveza barata y alguna chica al azar.
Tú rompiste con ella. Si él es un idiota, ¿en qué te convierte eso a ti?
Alejo ese pensamiento incómodo. —¿Qué pasa con el bebé?
—Mmm. —Se eleva y baja repetidamente en sus puntas de pies—.
Deberías ir a verlo.
Por alguna razón esas palabras me dan escalofríos. ¿Cómo dice ese
dicho? ¿Como si alguien caminara sobre tu tumba? O tal vez tengo frío porque
no llevo camiseta.
Volviéndome a frotar la cara con una mano, suspiro y decido terminar
con esto. Necesito unas buenas horas de sueño.
—Gabby. ¿Qué pasa?
Cuando se gira en mi dirección, se tambalea, y la agarro por los hombros
para estabilizarla. Está pálida, pero no por el maquillaje, y sus ojos tienen una
expresión salvaje.
Se me erizan los vellos de los brazos, y no puedo descubrir si estoy más
asustado por el bebé en sus brazos o la mirada loca en sus ojos.
La última vez que la vi así, se desmayó.
¿Se encuentra molesta por ese idiota?
48
—Siéntate. —Ignoro la mirada sucia que me lanza y la dirijo hacia la
mesa, donde saco una silla. Después de que se sienta, me dejo caer en la silla
junto a la de ella.
Nos miramos sobre la cabeza del bebé.
—¿Quieres decirme por qué cargas un bebé por la casa en medio de una
fiesta? No mencionaré lo inapropiado que es traer eso aquí.
—¿Eso? ¿Eso? —Parpadea—. ¿Últimamente alguien te ha dicho que eres
un idiota? Para tu información, su excelencia, no traje al bebé aquí.
Alguien se ríe, y me doy vuelta para lanzarle una mirada asesina a mi
compañero de piso, Johnny Johnson.
Ese realmente es su nombre. Johnny Johnson. Pero le gusta que le
digamos Johnson, porque dice que hace que las mujeres piensen que tiene una
polla grande.
Gabby mete la mano en su bolsillo, saca una nota arrugada y la estampa
sobre la mesa. —Esto es para ti. —Mira alrededor de la cocina—. O para alguno
de los sinvergüenzas de tus compañeros de casa.
Miro el papel. —¿Tú escribiste esto?
Pone los ojos en blancos. —No, la encontré en esa canasta de allí. —
Señala hacia la esquina, donde hay una canastita de mimbre—. Junto a la bebé.
El bebé se acurruca más cerca de la hermosa aristócrata francesa que me
ladra órdenes en mi casa. Casi sonrío. Gabby es mucho más mandona de lo que
solía ser. Medio que me gusta esta vibra de tomar las riendas que tiene.
Le da golpecitos al papel con un dedo, y me doy cuenta de que la estoy
mirando fijamente como un imbécil.
Me aclaro la garganta y me concentro en la nota. El papel está manchado,
pero sigue siendo legible.
Esta es Poppy, tu higa.
¿Qué mierda? No importa cuántas veces lo lea, porque no tiene ningún
sentido.
Miro alrededor de la habitación. Vuelvo a leer las palabras. —¿De quién
es esta carta?
Por una vez, todos permanecen callados. Mis ojos regresan al trozo de
papel que estoy sosteniendo.
—En serio, ¿para quién es esto? —Porque lo único que me llama la

49
atención ahora mismo es el hecho de que no hay un destinatario en la parte
superior.
Olly se encoge de hombros. —No dice.
Vuelvo a leer las palabras.
Esta es Poppy, tu higa. Ciento no podr ceguir cuidándola. Lo intente. En serio.
Ella ama su mantita. Te llamare cuando llegue halla.
¿Hija de quién? ¿Llegar a dónde? ¿De qué carajo habla esta persona?
—Quien sea que lo haya escrito, no sabe escribir —murmura Olly—. Eso,
o estaba intoxicada.
Doy vuelta el papel, pero se halla en blanco. —¿Dónde está el resto de la
nota? —Tiene que haber más.
Se encoge de hombros. —Eso es todo. Solo la bebé, su manta, su gorrito y
la carta. —Rebusca en la cesta—. Espera. Hay un biberón y un par de pañales.
Gabby acurruca más a la bebé. —¿Entonces no hay leche de fórmula?
Olly simplemente la mira en blanco.
—Para que podamos seguir alimentándola cuando se acabe el biberón. —
Pasa una mano por la mata de cabello rubio en la parte superior de la cabeza de
Poppy.
—No, eso es todo. Solo un biberón. —Se lo pasa.
Ella se lo ofrece a la bebé, que llorisquea antes de empezar a beber.
Olly se asoma y le da unas palmaditas en la espalda. —Pobrecita. Estaba
llorando cuando la encontramos.
Gabby me lanza una mirada sucia. —Sin embargo, nadie podía oírla
porque la música estaba tan malditamente fuerte.
Él suelta una carcajada. —Hasta que llegaste aquí y arrancaste el sistema
de sonido de la pared.
Me golpea como un camión Mac en la interestatal diez.
—Si esta es la mala idea de broma de alguien, le romperé las bolas
cuando averigüe quién lo hizo. —Miro alrededor de la habitación, pero nadie
confiesa. Y lo que me preocupa es que el resto de los chicos parecen estar tan
perplejos como yo—. ¿Dónde se encuentra Tank? —Es bueno descubriendo a
los bromistas y mentirosos.
Me giro hacia Olly, ya que siempre sabe de los asuntos de todos.
—Esta noche se queda en la casa de Bree. Sabes que no se queda aquí
cuando hay fiesta.
Tank siempre dice que no quiere ponerse en una situación en la que

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podría beber demasiado y hacer algo estúpido que arruine su relación. Parece
un poco extremo en mi opinión, pero nadie me lo preguntó.
—Llámalo. Dile que necesitamos tener una reunión de la casa.
—Jefe, son las cuatro y media de la madrugada.
—Olly, soy muy consciente de la hora. Y, a menos que te estés ofreciendo
a aceptar la paternidad de nuestra pequeña visitante, te sugiero que llames a
Tank. De hecho, dile que traiga a Bree.
Ella es inteligente. Si juntamos todos nuestros cerebros, tal vez podamos
resolver esto.
Traducido por Lauu LR
Corregido por Auris

Varias horas después, definitivamente no estamos más cerca de descifrar


esto. Nos deshicimos del resto de las personas en la fiesta.
Alguien preparó café. Mis compañeros de casa y yo estamos sentados
alrededor de la sala, con los ojos rojos y molestos. Cancelé mi sesión de estudio
y los chicos cancelaron sus planes inmediatos. Gabby tuvo que llamar a su
trabajo en la cafetería. 51
Si esta es una broma, alguien tiene un enfermo sentido del humor.
Inclino mi taza de café, deseando haberme ido a dormir más temprano
anoche.
Después de insistir en que el sofá fuera cubierto con una sábana porque
cuestionaba nuestra higiene, Gabby y Poppy eventualmente se acomodaron ahí,
donde ambas se quedaron dormidas.
—Son muy dulces así acurrucadas —susurra Tank.
Miro a la bebé, que está babeando sobre mi vecina. Son bastante lindas.
Bree me toca el hombro. —Ha durado demasiado para ser una broma.
Nadie con algo de sentido dejaría un bebé en la casa de fútbol.
—¿Entonces se supone que aceptemos lo que estaba en la nota? ¿Qué
pertenece a alguno de nosotros? —No declaro lo obvio, que es una locura.
¿Pudo alguno de nosotros haber embarazado a una chica? Seguro. ¿Pero
esto pasó sin que ninguno tenga idea? ¿Solo para que esta mujer misteriosa la
dejara en nuestra puerta como un maldito paquete de Amazon? Lo dudo.
Gabby se estira con un gruñido bajo mientras todavía, de algún modo,
mantiene a Poppy acurrucada cómodamente. Mira a través de sus párpados
ligeramente abiertos, como si fuera doloroso abrir los ojos. —Creo que ustedes
deberían tomar la nota en serio.
Su hermano se ríe secamente. —No hay forma de que esa niña sea mía.
—¿Cómo lo sabes? —Gabby se sienta derecha. Su voz es rasposa por el
sueño. Suena muy sexy. Si esta no fuera una situación completamente jodida,
pasaría la mañana apreciando el caliente escote en ese disfraz—. Estoy segura
de que no recuerdas el nombre de la chica con la que te estabas enrollando
cuando entré aquí hace unas horas. ¿Cómo puedes estar seguro de con quien
follaste, qué, hace año y medio?
Casi temo preguntar que vio cuando entró a nuestra casa anoche.
Ben frunce el ceño, pero no responde.
Ella tiene razón. Desafortunadamente.
Maldita sea, ¿con quién estaba en ese entonces?
La idea de que esta niña pudiera ser mía es aterradora. Gritan todo el
tiempo. Se cagan todo el tiempo. Nunca duermen. Ese es mi conocimiento en el
tema.
De hecho, nunca he considerado tener alguno. Aunque esta parece muy

52
linda, es solo que… joder. ¿Cómo diablos se supone que uno de los chicos o yo
maniobremos con una bebé, las clases y nuestro apretado horario de fútbol? Es
imposible.
Gabby palmea el trasero de Poppy gentilmente. —La bebé tiene seis o
siete meses. Agrega el periodo de gestación, treinta y siete a cuarenta y dos
semanas. Alguien calcule eso, por favor. Mi cabeza está demasiado nublada
para descifrarlo.
Olly tararea por un segundo. —Por esos cálculos, la concepción fue a
mediados de junio o julio, tal vez inicios de agosto. No fue el verano pasado,
obviamente, sino el previo a ese.
—De acuerdo, entonces, ¿con quién se enrollaron el verano antepasado?
—Gabby mira alrededor de la habitación lentamente, y mi corazón se acelera en
mi pecho por alguna razón, pero cuando llega a mí se detiene y aleja la mirada.
Exhalo. Cristo. No quiero sentarme con Gaby y discutir mis rollos. Me
duele el pecho al pensarlo.
—¿Cómo sabes su edad? —Tank señala con el dedo al bebe—. La nota no
decía.
Gabby se encoje de hombros. —He sido niñera mucho tiempo, así que he
estado rodeada de bebés. Además, quiero ser maestra y tuve que tomar clases
de desarrollo infantil.
—¿Quieres ser maestra? —pregunta Ben.
¿Cómo es su hermano tan despistado? A juzgar por la mirada que le da
Gabby, no soy el único que piensa eso.
Ignora la pregunta y se gira hacia Tank. —Poppy mantiene la cabeza
arriba y cuando le pregunté si quería su biberón antes de quedarse dormida ella
dijo “bibi”, lo que pudo ser solo balbuceo infantil o indicar que es muy lista. Y,
no soy experta, pero los bebés muy pequeños no son tan pesados. Tienes que
sostener sus cabezas y darles más apoyo.
—Uh. —Tank saca su teléfono y después de un minuto asiente—. Google
concuerda con tu declaración.
—¿Entonces que se supone que hagamos? —musita ben—. ¿Hacer una
lista o algo así?
Trevor se levanta y se señala a sí mismo. —Lo siento jefe, me salgo. Uno,
no se parece nada a mí. —Levanta una ceja dramáticamente. A Trevor le gusta
presumir que es una versión joven de Idris Elba. Las señoritas parecen estar de
acuerdo—. Dos, estaba saliendo con esa modelo brasileña en ese entonces, y no
hay forma de que los dos juntos hubiéramos hecho una bebé rubia. Aunque es
muy linda.
Bree asiente y mira a su novio. —Tengo que estar de acuerdo.
Tank se encoge de hombros. —Antes de que terminemos este juego de
53
adivinanzas, ¿podemos todos jurar llevarnos esta noche a la tumba? De ningún
modo esta mierda puede saberse. Es lo suficientemente malo que las personas
estuvieran en la fiesta cuando encontramos a Poppy.
Joder. —El entrenador va a matarnos si escucha que dejaron a una bebé
en nuestra puerta y no podemos descubrir quién es el padre.
Trago. Imposible. De ningún modo esta niña es mía. Relájate.
Respirando profundo, me doy cuenta de que solo necesito ayudar a los
chicos a salir del problema hasta que lleguemos al fondo de esto, y entonces
puedo tomar una siesta colosal.
Mañana a estas horas, volveremos a la normalidad y nos reiremos de lo
ridículo que ha sido esto. Todo saldrá bien.
Traducido por Alessandra Wilde
Corregido por Auris

Le envío un mensaje de texto a mi grupo de estudio porque obviamente


esto va a tomar más tiempo de lo que pensé. Quizás podamos encontrarnos esta
noche.
Olly saca un cuaderno. —Por proceso de eliminación, Trevor está fuera, y
también Tank porque Bree le cortaría los testículos si tuviera un bebé con otra
mujer. 54
Todo el mundo se ríe, y Bree agarra la cara de su novio con fuerza antes
de darle besos. —Eso es correcto, corazón. Estarías muerto, pero ya lo sabes,
¿no?
—Ciertamente lo sé, mi abejita.
Todos hacemos sonidos de vómito y me alejo de la fiesta del amor.
—Bien. Eso deja a Ben, Noxious, Johnson y Olly.
Olly chilla, pero le doy una mirada. Puede que sea un gran nerd, pero sé
que tuvo un gran trasero el año pasado, así que no hay forma de que salga de
esto. Knox parece que quiere vomitar.
Ben entrecierra los ojos. —¿Y qué hay de ti?
Me encojo de hombros. —No es mía.
—¿Cómo lo sabes?
Mis ojos se posan en Gabby y, una vez más, evita mi mirada. Me giro
hacia Ben, que está oficialmente en mi lista de personas de mierda.
—Porque sí. —Dios, ¿por qué estoy sudando?—. Nunca... —Bajo la voz—
. Nunca follo sin condón, ¿de acuerdo?
—Yo tampoco.
El grupo de estúpidos interviene.
—Yo tampoco.
—Igual.
—Nunca jamás.
Me paso las manos por mi cabello, deseando poder estar de regreso en
mi cama y felizmente inconsciente de esta situación. —De acuerdo. Suponiendo
que uno de nuestros nadadores del tamaño de un titán haya atravesado el látex
—Por favor, Dios, que no sea mío—, ¿cómo hacemos la prueba de paternidad sin ir
al hospital y declararnos como unos grandes fracasados y desatar un escándalo
que probablemente le dé a Sully un ataque al corazón? Este es un pueblito. Ayer
todo el mundo hablaba de nuestra victoria. ¿Quieren que eso se aleje del juego?
Porque si esto sale a la luz, todo el mundo estará chismorreando sobre cómo
uno de nosotros dejó embarazada a una chica y somos demasiado estúpidos
para darnos cuenta.
Nadie responde.
Si alguien entiende cómo funcionan los pueblos pequeños, soy yo, y que
me condenen antes de dejar que mi reputación se manche tanto. Charming ha
sido bueno conmigo. Me matará si eso cambia.
55
—Esto es una locura, Kingston. —Ben levanta las manos—. A una bebé la
dejan en la puerta de nuestra casa ¿y realmente nos preguntamos si pertenece a
uno de nosotros? Lo que deberíamos hacer es llamar a servicios para niños o
servicios sociales o lo que sea.
Un grito ahogado hace que todos nos volvamos hacia Gabby, que ha
girado su cuerpo como si estuviera protegiendo a la bebé de nosotros. —¿De
verdad llamarías a los Servicios de Protección y Familia, Ben? Después de... —
Su voz se reduce a un susurro—. Después de lo que me pasó, ¿llamarías?
La expresión de su rostro envía una punzada de pesar a través de mí tan
fuerte que tengo que cruzar los brazos para evitar cruzar la sala y abrazarla.
Odio no haber estado allí para ella todo este tiempo. Estuve tan envuelto en mi
propia mierda, que no me detuve a pensar en lo que ella debe estar pasando
con casi nada de familia en quien apoyarse.
Todos miramos de Gabby a su hermano y viceversa.
—Esto no es lo mismo, Gabriela.
—Y un demonio si no es lo mismo, Benjamín.
Después de un largo silencio en el que se miran fijamente, Tank tose.
—Lo siento, Gabby, odio preguntarlo, pero ¿puedes decirnos qué pasó?
Los muchachos deben tomar una decisión informada.
Esta mira a Bree, cuyos ojos se suavizan. —Chica, lo siento. Creo que
tiene razón. Si sabes algo que pueda arrojar luz sobre esto para todos, podría ser
útil.
La mandíbula de Gabby se aprieta, y odio que tenga que revivir esto.
—Nuestro padre murió cuando éramos muy pequeños, pero nuestra
madre murió en un accidente automovilístico cuando yo tenía ocho años y Ben
siete. Fue adoptado de inmediato por nuestro tío, quien no quería otra hija. Así
que entré en servicios sociales hasta que un miembro de la familia finalmente
pudo recogerme. Casi cuatro años después.
Mierda. Me contó algo de esto durante nuestras largas charlas ese otoño
que pasamos el rato, pero al escucharla ahora, tiene más sentido.
En ese entonces, hizo que pareciera que no era gran cosa que hubiera ido
a un hogar adoptivo, pero a juzgar por el dolor que brilla en sus ojos en este
momento, me doy cuenta de que tal vez solo estaba tratando de ser fuerte.
¿Qué diablos, Rider? Por supuesto, ser una niña huérfana fue una mierda.
Ben comienza a pasearse. —Eso no es justo, Gabby. El tío Julio no podía
mantener otro hijo. No es que no te quisiera.
56
Ella se ríe, pero parpadea rápidamente, obviamente tratando de no
llorar. —Por supuesto. Lo que sea que necesites decirte para dormir por la
noche, Ben.
Su hermano palidece, pero no dice nada.
Bree se acerca a Gabby y las envuelve a ella y a la bebé en un abrazo.
—Eso apesta, cariño. Lo siento mucho. Debe haber sido horrible.
Cuando Bree la deja ir, Gabby sacude la cabeza. —Ben, si esta es tu hija,
no puedes dejarla entrar en servicios sociales. No importa mi experiencia, he
escuchado tantas historias de terror de otros niños adoptivos. No lo hagas. No
tienes control sobre quién podría acogerla. Podría tener una familia agradable y
normal o quedarse con algunos cabrones enfermos que solo estén criando niños
por el cheque de pago o algo peor. Créeme cuando te digo que no quieres lo
último.
Todo el pelo de mi cuello se eriza ante la advertencia en su voz.
Después de un incómodo silencio, Gabby se lleva una mano temblorosa
al pecho. —Ben, si es tuya, te ayudaré, ¿de acuerdo? Lo haré. Sé que tienes el
fútbol y… todo lo demás. Pero te ayudaré. Literalmente haré todo lo que
quieras para evitar que entre en un hogar de acogida.
Maldita sea. Esta chica me está rompiendo el corazón.
Algunos de los chicos se limpian los ojos y no puedo negar que yo
también estoy afectado.
Ben sacude la cabeza, pero su tono es suave. —¿Y si no es mía? ¿Si no es
nuestra? —Nos hace señas al resto de nosotros—. ¿Entonces qué? No puedes
quedarte con una niña cualquiera.
Asiente lentamente y suelta un suspiro tembloroso. —Estoy de acuerdo
en que deberíamos llamar a las autoridades si no es de ninguno de ustedes.
Tank y yo hacemos contacto visual y él asiente.
Rezo para que esto no vuelva a morderme el trasero, pero Gabby tiene
un buen punto. —¿Estamos todos de acuerdo en que no queremos que Poppy
vaya a un hogar de acogida si es de uno de nosotros? —Odiaría mandarla allí
incluso si no es nuestra, pero no es como si la casa de fútbol pudiera asumir ese
tipo de responsabilidad.
Todos asienten. Incluso Ben, eventualmente.
Bree frota la espalda de Gabby. —¿Cómo podemos resolver esto sin tener
que ir al hospital para una prueba de paternidad?

57
—¿No las venden en la farmacia?
Olly se rasca la cabeza. —Incluso si las venden, no creo que debamos ir a
ninguna tienda en Charming. Alguien se dará cuenta de que compramos cinco.
Estará en las redes sociales antes de que paguemos por ellas.
Asiento. —Tiene razón. Tenemos que salir de la ciudad para eso.
—Yo me encargo. —Tank está buscando en Google tan rápido como sus
dedos gigantes se lo permiten—. La farmacia Walgreens tiene una prueba que
es asequible y nos dará resultados en dos días. Solo tendremos que hacer un
viaje rápido a Austin. No hay problema.
Gracias a Dios. Son dos días más de lo que quiero que esto se prolongue,
pero al menos hay una línea de meta a la vista. —Genial. Tank, ¿puedes
encargarte de eso por nosotros?
—Lo tienes, jefe.
—Esperen. ¡No me tiré a nadie ese verano! —Johnson salta y mueve su
cintura al aire como si estuviera haciendo un baile de victoria en la zona de
anotación—. Nunca en toda mi vida he estado tan agradecido por un período
de sequía. No es mía.
—¿Tardaste todo ese tiempo darte cuenta de eso? —gruñe Ben—.
Hablando de eso, tal vez deberíamos hacer una lista de las chicas con las que
nos enganchamos, como en la pizarra o algo así.
Todos nos encogemos y Bree chasquea los dedos. —Eso es asqueroso,
hermano, y no quieres que alguien tome una foto de ese tablero y avergüence a
las mujeres en él. Hazlo en tu cabeza, teléfono o en algún lugar privado.
Sus cejas se juntan. —Sí, supongo que tienes razón. No estaba pensando.
La bebé levanta un brazo y deja caer su mano sobre la turgente teta de
Gabby. Mi vecina se pone de un adorable tono rosa y la mueve. —Bien. Para
esta noche, ¿pueden recordar ese verano para que podamos considerar quién
podría ser la madre? Necesitaremos que todos lo comprueben y se hagan un
hisopado o lo que sea que requiera la prueba.
Los chicos están de acuerdo.
—¿Y quién me llevará a buscar suministros para Poppy? Estoy pensando
ir a Target.
Bree aplaude. —Yo quiero ir. Amo Target.
Ambas chicas me miran.
—¿Qué? —pregunto.
Bree sonríe. —Eres el capitán.
—Del equipo de fútbol. —Le hago un gesto—. No veo sus uniformes.
—Eres tan lindo cuando intentas ser gracioso. —Ríe—. Pero en serio.
¿Por qué no recolectas el dinero de los muchachos y luego puedes llevarnos a la
58
tienda?
—¿Por qué necesitan que vaya? Tengo un examen para el cual estudiar y
un ensayo que escribir.
—Como si nosotras no tuviéramos nada que hacer. Además, ¿quién va a
llevar todas las cajas?
Ni siquiera sé de qué habla. —¿Cuánto necesita una bebé de seis meses
por unos días?
Los chicos murmuran en acuerdo.
Bree le sonríe a su compañera. —Son tan adorablemente despistados,
¿no?
Gabby se ríe y luego comienza a contar con su mano incluso mientras de
alguna manera mantiene sus brazos alrededor de la niña. —Pañales, leche de
fórmula, ropa, mantas, un asiento para el automóvil, algunos chupones, un
corral, algunos juguetes. Mínimo.
¿Qué carajo es un chupón?
—Mínimo. —Bree asiente y se cruza de brazos.
—¿Y cómo se supone que vamos a ir a Target sin un asiento para el
automóvil?
—Fácil. Uno de tus compañeros de casa tiene que vigilarla.
Bueno, diablos. Prefiero ir a Target que cuidar niños.
Pero su comentario hace que todos los chicos se levanten de sus asientos
como si sus suspensorios se incendiaran.
Levanto la mano. —Vuelvan aquí, idiotas. Número uno, necesito algo de
efectivo. Supongamos que, si uno de nosotros es el donante de esperma, esa
persona pagará a todos por estos gastos. —Rezo otra plegaría para no ser yo,
porque ¿cómo diablos se supone que voy a mantener a mi padre borracho, a mí
y a una bebé?—. Número dos, pueden cuidar a Poppy en parejas. Y cuando
digo cuidar, me refiero a que un par de ojos deben estar sobre ella en todo
momento. No sabemos si la niña hará saltos mortales desde la cama cuando se
despierte o muerda cables o lo que sea.
—No es un cachorro —bufa Gabby—. Pero estoy de acuerdo en que se
necesita redundancia en este caso.
Ignorándola, continúo. —Y tres, si hay una emergencia, llamen a una de
las chicas.
Gabby y Bree dan sus números y los chicos los programan de forma
diligente en sus teléfonos.
59
Alzo la mirada de mi pantalla y le sonrío a Gabby. —¿Significa esto que
me desbloquearás?
Se golpea la barbilla con el dedo índice como si estuviera sumida en sus
pensamientos. —No estoy segura. ¿Ya se ha congelado el infierno?
Me río cuando me doy cuenta de que la habitación se ha quedado en
silencio. —¿Qué?
Ben tiene los puños a los lados. —¿Por qué mi hermana tendría que
desbloquearte?
Quiero decirle que se ocupe de sus propios putos asuntos cuando Gabby
se pone de pie y le acerca la bebé a su hermano hasta que él la toma de mala
gana.
—Así está la cosa, Ben. Si hubieras estado en mi vida de alguna manera
desde que comenzó la universidad, probablemente sabrías la respuesta a esa
pregunta. Pero como no lo estabas, ni siquiera cuando lo intenté, no mereces
preguntar.
Y con eso, la bella María Antonieta se aleja.
Traducido por Miry
Corregido por Pame .R.

Rider tiene los labios apretados mientras nos sigue a Bree y a mí por los
pasillos de Target.
Por fortuna, me quité el disfraz de Halloween antes de que llegáramos, y
puedo respirar de nuevo ahora que uso pantalones de yoga y una sudadera con
capucha.
—Oooh, esto es bonito —balbucea Bree con un traje rosa.
60
No conozco a Bree muy bien, pero ella y su novio parecen bastante
dedicados el uno al otro. —¿Tú y Tank planean una gran familia?
—Enorme. Como cinco niños.
—Eso es dulce. Aterrador, pero dulce.
Se ríe y arroja el atuendo en el carrito. —¿Qué hay de ti? ¿Quieres una
gran familia algún día?
No me atrevo a preocuparme de que Rider se halle dentro del rango
auditivo. Él es quien pensó que queríamos cosas diferentes en la vida. Supongo
que tenía razón. —¿Asumiendo que pueda encontrar a alguien con quien salir
que no sea un idiota? Supongo que me gustaría una gran familia.
—Escuché sobre el paramédico. Ese que se lio con alguien en la fiesta a
tus espaldas. ¿Quieres que le agregue un laxante fuerte a su bebida?
Una sonrisa casi llega a mi rostro. —No, pero gracias por la oferta. —
Suspiro—. No funcionaba lo nuestro de todos modos. No pasa nada. No era el
indicado. Honestamente, no estoy del todo destrozada por eso. Solo pensé que
debería salir con él ya que ha pasado un tiempo desde que...
—¿Desde que tuviste algo de acción?
Ambas reímos. —Sí. Eso. Además, el último novio que tuve fue en
segundo año. Pensé que era hora de aventurarme de nuevo.
—¿Me estás diciendo que no has salido con nadie desde segundo año? —
Sus ojos se amplían.
—¿Qué puedo decir? Soy quisquillosa. —Mi nuca me arde, haciéndome
saber que Rider se encuentra justo detrás de mí ahora. Y me dan ganas de aclarar
algo—. Salí con un gran chico, Sean, en segundo año. Fue el primero para mí.
Algunos chicos tienen miedo de salir con una virgen. Miedo de que se vuelvan
demasiado pegajosas o hagan demasiadas exigencias. Pero nos divertimos
juntos.
Fue un alivio romper el sello. Los chicos se ponen raros con lo de las
vírgenes y yo empezaba a tener un complejo. Solía pensar que quería tener sexo
con alguien a quien amaba la primera vez, pero ahora estoy agradecida de no
haber estado muy interesada en Sean. De todos modos se iría. De esta manera,
nadie resultó herido.
—¿Dónde está ahora?
—En Nueva York. Le ofrecieron un trabajo después de la graduación, así
que nos separamos como amigos. —Agarro una manta de bebé y paso el dedo

61
por la mariquita cosida en la esquina—. Pero volviendo a la pregunta del bebé,
si encuentro al indicado, querría más de un niño, si es que tengo alguno. Porque
a la gente le pasan cosas malas todo el tiempo, y al menos así podría estar
segura de que los niños se tendrían el uno al otro.
Mi hermano, obviamente, no comprende que se supone que debemos
apoyarnos el uno al otro y ser un equipo.
Todo este semestre ha sido una dolorosa comprensión de mi posición
con Ben. Cuando vivíamos en lados opuestos del campus, era fácil racionalizar
la distancia ya que no crecimos juntos después de la muerte de nuestros padres,
pero ahora que él vive al otro lado de la calle, puedo ver que no le interesa tener
una relación conmigo.
Aprieta mi brazo.
—Estoy bien. Por lo general trato de olvidar todas esas cosas, pero con
Poppy en esta situación, sentí que tenía que hablar, ¿sabes?
—Hiciste lo correcto —dice—. Esos idiotas te lo agradecerán algún día.
—Rider tose dramáticamente y Bree sonríe—. Sí, me escuchaste ahí atrás.
Echo un vistazo detrás de mí y veo los labios de Rider tirando hacia
arriba.
Bree me da un codazo. —¿Cómo te fue tan bien en la escuela teniendo en
cuenta todo lo que pasaste? ¿Que pasaras por un hogar de crianza? ¿Que no
tuvieras padres?
—Lo guardé para mí sobre todo. —Me encojo de hombros—. La escuela
y el estudio siempre fueron seguros. Los libros no te nivelan con un revés en la
cara o una patada en las costillas.
Cuando veo la mirada horrorizada en su rostro, me estremezco. —Bree,
sobreviví. Muchos otros niños lo pasan peor. Por eso me alegro mucho de que
estemos protegiendo a Poppy.
Se detiene para abrazarme y sonrío. He tenido tan pocos abrazos en mi
vida que olvidé lo bien que se sienten. Solloza y sacude su mano. —Ignórame.
No estoy llorando.
Por encima de su hombro, capto la expresión feroz de Rider, pero no
quiero su simpatía. No necesito la simpatía de nadie.
Reanudo nuestra caminata por el pasillo y cambio de tema antes de que
esto se vuelva más incómodo. —Entonces, ¿qué tan asustados están los chicos
que están de niñeros en este momento?
Bree se ríe. —Probablemente se están cagando en sus calzoncillos.
Cuando Rider toma una caja al azar del estante, Bree se ríe. —Jefe, no
necesitamos eso a menos que planees amamantar.
62
—Oh, mierda. —Vuelve a dejar el extractor de leche manual tan rápido
que nos reímos.
Pero su risa desaparece una vez que llegamos a la caja y él recibe la
cuenta. —¿Cómo puede costar tanto un niño pequeño?
Recordando cuando mi madre luchó por pagar las cosas para Ben y para
mí como madre soltera, casi me compadezco, pero luego recuerdo que este es
Rider, el chico dorado. Todo siempre le sale bien. No necesita mi preocupación.

Bree tiene que hacer una llamada telefónica, así que después de cargar el
viejo Jeep de Rider, me encuentro sola con este hombre por primera vez en tres
años.
Es más inquietante de lo que esperaba.
Sentada en el asiento trasero, trato de parecer absorta en mirar a la gente
por la ventana e ignorar la sensación de déjà vu que casi me abruma.
El suave aroma de su colonia amenaza con hacerme retroceder a hace
tres años, a la época en que bajamos las ventanillas y condujimos por sinuosas
carreteras secundarias en Hill Country.
Lo recuerdo claramente, esa noche en que finalmente me besó, y cometí
el error de pensar que él lo sentía en serio.
—Gabs, ¿podemos hablar un segundo? —Se aclara la garganta.
Nada bueno sigue a esa oración. Me preparo para lo que seguramente
será una conversación incómoda.
—Solo quiero disculparme por nuestro... malentendido en el primer año.
Me quedo en silencio por un momento, pero la oleada de ira que acelera
mi pulso me hace responder antes de pensarlo mejor.
—Lo llamas un malentendido, ¿eh? —Pongo los ojos en blanco—. Es
curioso, no pensé que entendí nada mal, pero si quieres explicármelo ahora,
hazlo.
¿Por qué facilitarle esto?
Siempre ha sido difícil para mí hacer amigos, pero por alguna razón,
Rider se deslizó a través de mis defensas.
Me asignaron ser su tutora en inglés. Recuerdo haberlo conocido en la
biblioteca y la sonrisa tímida que me dio. Le avergonzaba necesitar ayuda. Fue 63
la cosa más entrañable que vi en mi vida, y juro que en el instante que me miró
con esos grandes ojos grises, el suelo se derrumbó debajo de mí.
Soy una chica práctica, pero las casas de acogida me hicieron cínica y
terminar con mi tía no ayudó en nada a mejorar mi perspectiva de la vida. Pero
Rider era divertido y dulce, por no mencionar ridículamente guapo, y me
enamoré más rápido que un tronco talado en un bosque.
Esto fue antes de que él fuera el chico dorado del equipo de fútbol.
Cuando solo era ese tipo, Rider de algún pequeño pueblo de Texas como yo.
A pesar de que solo se sentaba en la banca, yo iba a todos sus partidos,
después íbamos a comer pizza y hablábamos hasta altas horas de la noche.
Aunque no me lo dijo directamente, sabía que tenía una vida hogareña difícil.
Mencionó que su padre era un imbécil. Quería envolver mis brazos alrededor
de él y mejorarlo.
Y pensé que significaba algo para él. Que lo que teníamos era especial.
Hasta que se convirtió en el mariscal de campo titular.
Se pasa la mano por el pelo. —Es solo que necesitaba concentrarme en el
fútbol. Tenía toda esta presión y...
—Y querías follarte a todas las chicas bonitas mientras no jugabas. Lo
entiendo completamente. Y yo solo era una pequeña virgen que posiblemente
no podría comprender tu necesidad de sembrar tu avena salvaje. ¿Ves? Sin
malentendidos en absoluto.
—Por Dios, Gabby, no fue así.
Admitiré que me dio una conversación muy incómoda en la que canceló
nuestra sesión de tutoría y murmuró algo sobre la necesidad de concentrarse en
el fútbol. Cómo no podía tomarse demasiado en serio nada.
Pensé que se refería a la fiesta y la socialización. No me di cuenta de que
se refería a mí.
Mis dientes muerden mi labio inferior cuando pienso en ese fin de
semana.
Era la primera vez que me emborrachaba un poco. Esa noche le conté
que estuve en un hogar de acogida. Sobre perder a mis padres y separarme de
mi hermano. Cosas que no le dije a nadie. Nunca.
Me besó. Me sostuvo en esos brazos grandes y fuertes. Por primera vez
en años, me sentí segura.
Y luego el imbécil me engañó.
Capto su mirada ardiente en el espejo retrovisor. Incluso ahora, años 64
después, esos intensos ojos grises me golpean de lleno en el pecho como una
granada. Pero respiro y me recuerdo a mí misma que no le importo. Ni un poco.
No volveré a ser engañada por la sinceridad de su expresión.
No significa nada. Nunca significó nada.
No debería tener lista una larga lista de delitos tanto tiempo después de
que terminara nuestro “enredo”, pero la tengo. Y sale de mí antes de que pueda
controlarlo.
—¿En verdad? Entonces, ¿cómo explicas que de repente no contestaras
mis llamadas telefónicas o mensajes de texto? ¿O abandonaras nuestras sesiones
de estudio? ¿O fingieras que no existía cuando nos encontramos?
El hecho de que sepa que bloqueé su número significa que con el tiempo
intentó comunicarse conmigo, pero no lo bloqueé hasta después de al menos un
mes.
Prometí no volver a ser tan tonta nunca más, y en un atracón de comida
chatarra y música hardcore, deseché a Rider Kingston y a todos los hombres
como él. Decidí en ese momento que nunca más volvería a dejarme engañar por
una sonrisa bonita y unos músculos abultados.
Los deportistas como Rider pueden chupar un pene, porque ciertamente
nunca me arrodillaré por un idiota.
Parpadeando rápidamente, desearía poder retirar todo lo que acabo de
decir. Porque sé que no debería importarme tanto tres años después.
Se aclara la garganta de nuevo. —Lo siento. Fui un idiota. No lo niego,
pero lo que trato de decir es que tuvo todo que ver conmigo y no contigo.
El viejo rechazo de no eres tú, soy yo. Lindo. Lo que todas las chicas
quieren escuchar después de haber sido borradas.
Me encojo de hombros, desesperada por rodearme en mi desapasionada
armadura de nuevo. —Como sea, Rider. —Las palabras son correctas, pero me
siento caliente y sudorosa, estoy lista para salirme de mi piel.
No creo que esté engañando a nadie, pero ¿qué se supone que debo
hacer? ¿Admitir que me rompió el corazón? ¿Decirle que quedé devastada?
Claro, cuando el infierno se congele en el sur de Texas.
Un silencio denso desciende, y estoy a dos segundos de saltar del Jeep y
rastrear a Bree para poder salir de aquí cuando Rider se gira en su asiento para
que estemos cara a cara.
—Mira, no pretendo desenterrar el pasado. Solo quería que supieras que
lamento haberte lastimado. Que no era mi intención. Yo... yo no pensé que
fuéramos tan en serio.
Estoy demasiado indignada para responder. ¿No creía que fuéramos en
serio? ¿No es esa la excusa tonta de todo hombre cuando es un imbécil y se
65
deshace de la chica desprevenida?
Ojalá fuera una de esas mujeres distantes que pueden fingir que no está
herida, pero estoy segura de que él puede leerme. No importa cuántos artículos
de Glamour y Cosmo leí sobre actuar con calma y ser indiferente, todavía tengo
que dominar esa habilidad femenina.
Antes de que pueda decirle que se vaya a la mierda, su voz se suaviza.
—También quería decir que lamento lo que pasó cuando eras niña. Eso
tuvo que ser duro.
Mi mandíbula se tensa y parpadeo para contener el calor de mis ojos.
—No hagas eso.
—¿Qué cosa?
—No sientas pena por mí. No necesito tu lástima.
He tenido toda una vida de lástima. Esa es la chica nueva. Ella es la niña del
hogar de acogida. Solo mira su ropa. Pobrecita. También tan flaca. Apuesto a que no la
alimentan. No tiene padres, pero su tía finalmente la aceptó. Alguien tenía que hacerlo.
Cruzando los brazos sobre mi pecho, miro con determinación por la
ventana, agradecida de que la muda humedad de mis ojos desaparezca.
Nunca le digo a la gente que he estado en un hogar de acogida porque en
el segundo que lo haces, comienzan a mirarte de reojo, como si tuvieran miedo
de que te vayas a robar los cubiertos.
En el fondo, siempre me pregunté si esa era la verdadera razón por la
que Rider me abandonó, y simplemente no tenía las pelotas para decirlo.
Trago, odiando lo amargada que me siento. Odiando el que ser una niña
de casas de acogida corrompiera tanto mi visión del mundo.
Es por eso que trato de no pensar nunca en ese momento. Por eso me he
roto el culo aquí. Por eso trabajo tantas horas como sea humanamente posible.
Porque nunca volveré a ser tan pobre ni tan dependiente de otra persona.
Puedo hacerlo yo misma, muchas gracias.
La puerta del pasajero se abre y estoy tan agradecida de ver a Bree que
podría llorar.
Y ese es el mayor problema de todos. Estar cerca de Rider saca todas mis
emociones a la superficie, pero no me permitiré desmoronar. Una vez ya fue
suficiente.

66
Traducido por Julie
Corregido por Pame .R.

Cargado con una docena de bolsas de Target, abro la puerta de mi casa y


me detengo.
Todos mis compañeros de piso están en el suelo del salón, jugando con
Poppy.
Y tratan de hacerla pasar gateando por... ¿una carrera de obstáculos de
cajas de Amazon?
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—¿Qué demonios es esto? —Hasta yo sé que ella no debería rodar por
ese suelo sucio.
Dejo caer las bolsas, agotado por haberme despertado a las cuatro de la
mañana y por esa jodida conversación con Gabby. Pero aún son las primeras
horas de la tarde, y si me apresuro, tal vez pueda ser productivo. Dios sabe que
esa redacción no se va a escribir sola.
Knox se levanta. —Deberías verla. Se mueve sobre su barriga. Es tan
jodidamente divertido.
No estoy de humor para esto hoy. —¿Qué es eso en su trasero?
—Nos quedamos sin pañales, así que la envolvimos con la camiseta vieja
de Tank, pero pensamos que eso no aguantaría el pis, así que lo fortificamos
envolviendo su culo en una bolsa de plástico de supermercado y cinta adhesiva.
Abro la boca y la vuelvo a cerrar.
Estoy tan fuera de mi elemento que ni siquiera es gracioso, pero sé que
Bree y Gabby no dejarían pasar esta mierda, así que abro las bolsas de Target y
saco los pañales. —Por favor, ponle esto. —Las chicas nos enseñaron a cambiar
un pañal antes de ir de compras.
Al examinar la habitación, pienso en las cien personas que pasaron por
aquí anoche y me estremezco. —Vamos a sacarla de ese piso.
Tal vez pueda evitar que esta niña tenga que bañarse en desinfectante.
Me pellizco el puente de la nariz y trato de pensar en esto. Las chicas
vendrán dentro de un rato y me gustaría tener esta situación bajo control antes
de darle a Gabby otra razón para pensar que soy un idiota.
Mi estómago ruge y miro a Poppy. Supongo que su biberón ya se ha
acabado.
Le doy un recipiente de leche de fórmula a Olly, que parece entender lo
que quiero que haga sin que yo se lo explique.
Después de recoger el resto de nuestro botín del supermercado y de
asegurarme de que Olly no pierde de vista nada, me doy una ducha rápida.
En el momento en que el agua caliente toca mi piel, gimo. Me he dado un
buen golpe en el último cuarto del partido de ayer y mis músculos no me dejan
olvidarlo.
Una vez limpio y vestido, intento hacer algunos deberes, pero todas las
palabras se juntan en la página. Me rindo y me echo una siesta. Aunque me
ayuda a aliviar los músculos doloridos, mi cerebro sigue nublado cuando suena
el despertador una hora más tarde.
68
Vuelvo al salón y me tumbo en uno de los sofás. Por una vez hay silencio
y enseguida pienso en la conversación con Gabby.
Me froto la cara, deseando poder retractarme de lo que he dicho esta
mañana. Nada de esa mierda ha salido bien. Quería decirle que echaba de
menos nuestra amistad, que la cagué hace tres años. Que quería enmendar mi
error, pero cada palabra que salió de mi boca fue incorrecta.
Nunca quise herirla. Quería protegernos a los dos. Poner distancia antes
de hacer algo que no pudiera retirar.
Lo que dije era cierto. Lo que pasó fue cien por ciento mi culpa. Estaba
estresadísimo ese semestre, y me asustó lo que pasó cuando volví a casa ese fin
de semana. Me encontraba desesperado por enderezarme cuando volví al
campus y cometí errores de los que me arrepiento, pero supongo que a ella no
le interesan los detalles.
El primer año parece que fue hace un millón de años, y no estoy seguro
de que desenterrar el pasado ayude a arreglar las cosas, pero saber que la he
herido se siente como un peso de plomo.
Lo que realmente me resuena, lo que ha estado sonando en mi cabeza
como un gong toda la tarde, es la expresión de dolor en sus ojos. Siempre está
tan segura de sí misma y reservada. Casi cerrada. Hoy, sin embargo, lo he visto.
He visto que la he herido de verdad.
Si a eso le sumamos que me enteré de lo que le pasó cuando era niña, me
siento el mayor imbécil del planeta. Saber que he aumentado su carga me mata.
Esa mujer es inteligente, decidida y jodidamente dura. La respetaba antes, pero
ahora, está en una liga propia.
Ben, Knox y Tank entran como una manada de ñus y se acomodan en el
salón cuando se abre la puerta principal y entran Bree y Gabby. Gabby tiene un
portapapeles en las manos y un bolígrafo detrás de la oreja y está tan guapa que
me dan ganas de morderle el culo.
No ha pasado mucho tiempo desde que nos separamos, pero estoy
estúpidamente emocionado por verla. Aunque, a juzgar por la mirada de
muerte que me dirige, me odia aún más que antes de que intentara aclarar las
cosas.
Cuando pienso en el pasado, no puedo dejar de considerar ese detalle
agonizante que compartió con Bree. Que dio su virginidad a un chico con el que
salió en segundo año.
Sí, me resistía a ir allí con ella, a formar cualquier tipo de vínculo serio

69
con una mujer. Especialmente cuando sabía el tipo de daño que hace cuando se
va al traste.
Y siempre se va al traste.
Eso no significa que quiera pensar en ella follando con otro hombre.
Me echo hacia atrás y me pregunto qué habrá visto viviendo al otro lado
de la calle. Espero que no me esté pintando con la misma brocha que el resto de
los hombres que viven aquí. No soy un santo, pero no soy ni la mitad de
degenerado que algunos de mis compañeros de piso.
Mis ojos se elevan hacia ella. Lleva una sudadera con capucha y esos
leggings que hacen que su culo se vea increíble. Anoche casi me trago la lengua
cuando la vi con ese disfraz de María Antonieta. Gabby se veía muy sexy con
ese atuendo, y pensé mucho en ese traje en la ducha esta tarde. Pero incluso
ahora, con el pelo recogido en un moño desordenado, sin maquillaje y con ropa
cómoda, sigue siendo preciosa.
Olly sale de la cocina con Poppy atada a su pecho. —Este portabebés es
increíble. Dos pulgares arriba.
—Estás adorable. —Gabby le hace señas con su bolígrafo—. Estoy segura
de que ese aspecto es un enorme imán para las chicas, así que prepárate si sales
a la calle con ella.
—¿De verdad? —Sus labios se levantan aún más—. Espera. ¿Qué
deberíamos decir si alguien pregunta quién es?
Las chicas consultan y Bree dice: —Solo di que estás cuidándola por una
amiga.
—Pero esto plantea un buen punto. —Gabby saca una carpeta y reparte
copias—. Esto es un ADC, un acuerdo de confidencialidad.
Knox levanta la mano, lo que casi me hace reír. Supongo que la clase está
en marcha. Cuando Gabby se vuelve hacia él, pregunta: —Si la niña es nuestra,
¿por qué tenemos que firmar esto?
—Buena pregunta. Me imagino que todos firmaremos. Los formularios
terminarán llegando al padre cuando tengamos los resultados. Ustedes son
pequeñas celebridades por aquí...
—No hay nada pequeño en mí. —Noxious sonríe.
Ella pone los ojos en blanco, seguramente consciente de que el pervertido
no se refiere a su altura. —Lo que quiero decir es que esto podría frenar un
poco los chismes. Como sabemos lo rápido que viajan en esta ciudad, pensé que
el padre apreciaría un cierto nivel de decoro. Piensen en el largo plazo. Podrían
ser reclutados en la NFL. ¿Quién quiere que la historia de lo que pasó anoche
acabe en SportsCenter?
—Maldita sea. Ese es un buen punto —murmura.
70
Se saca el lápiz de detrás de la oreja y da unos golpecitos en su
portapapeles. —Me imagino que deberíamos hacer que todos los que hagan de
canguro firmen también en el formulario, solo para mantener su privacidad. No
es menos de lo que los famosos exigen a sus niñeras. —Luego recoge una hoja
de cálculo—. También necesitaré que todos se apunten a franjas horarias para
vigilar a Poppy. Así podremos asegurar la cobertura y al mismo tiempo que
todos vayan a clase y a los entrenamientos. Bree y yo esperamos encontrar
algunas personas que nos ayuden, pero nos turnaremos para vigilarla durante
sus partidos. Necesitaré el correo electrónico de todos, y les enviaré una copia
con código de colores del formulario de inscripción.
Bree me llama la atención. —Gabby es buena, ¿no?
No, es jodidamente fantástica.
Gabby ignora el cumplido y escanea la lista en su portapapeles. —Antes
de llegar a la lista de mamás, haremos las pruebas de paternidad, pero tengo
una mala noticia para ustedes. —Ojea el panfleto metido entre viales de hisopos
e instrucciones—. Hay una tarifa adicional de cien dólares para procesar los
resultados. —Mira alrededor de la habitación—. Por prueba.
Joder. Todos los chicos gimen y, mentalmente, calculo cuánto más puedo
soportar económicamente. Me digo a mí mismo que tendremos los resultados
en unos días y que uno de mis compañeros de piso me lo devolverá. Porque
maldita sea, necesito este dinero.
Tank se disculpa por no haberse dado cuenta de ese detalle. —Sin
embargo, he mirado en internet y este sigue siendo el más asequible.
—Está bien, hermano. Gracias por conseguirlos. —Me acerco y nos
chocamos los puños—. ¿Alguien te ha mirado raro por comprar tantos?
Se ríe. —Le dije al farmacéutico que tuve unas vacaciones de primavera
muy ocupadas. ¡Ay!
Bree le da un puñetazo en el brazo. —Si se te ocurre meterle la polla a
otra chica, te meterás en un buen lío.
—Ahh, bu. Eres el único bichito de amor para mí.
Después de un momento de enfado en el que Bree parece contemplar si
el perdón está en las cartas de su chico, él la atrae para un beso. Lo que
eventualmente lo lleva a atacarla en el sofá. Con la lengua en la boca y las
manos en las tetas.
Gabby tose. —No se preocupen por nosotros. Voy a hacer palomitas.
Tank y Bree se separan con grandes sonrisas en sus rostros, y Tank se 71
acomoda su bulto. —¿Qué? Mi mujer es sexy. —Le mueve las cejas y le
susurra—: Diez minutos. En mi habitación.
Sacudiendo la cabeza al mismo tiempo que intenta ocultar su sonrisa,
Gabby limpia la mesa de café con una toallita desinfectante y luego organiza los
kits de pruebas de paternidad. Me la imagino como profesora. Con el pelo
recogido en uno de sus moños y esas faldas que le gusta llevar a veces. Estoy
ocupado con una fantasía de profesora completa con una luchadora pero
hermosa Gabriela Duran cuando se golpea las manos.
—De acuerdo, chicos, vamos a ello.
Knox se levanta de un salto y se agarra la entrepierna, donde tiene una
enorme erección. —Estoy listo para hacerlo. Dame mi vaso.
Gabby arquea una ceja mientras le señala los genitales. —¿Qué crees que
tienes que hacer exactamente para la prueba de paternidad?
—Hacerme una paja. Masturbarlo. Sacudirme la polla.
Bree se ríe, y Gabby sacude la cabeza. —Siento decepcionarte, semental,
pero solo necesito tomar una muestra.
Los ojos de Knox se desorbitan. —¿Una muestra de mi polla?
—Nooo, de tu mejilla.
—¿Necesitas tomar una muestra de mi culo?
Todos nos reímos en este punto, y le digo que se siente. —Saca tu arma
de destrucción masiva de la cara de las chicas. Gabby quiere decir que necesita
una muestra del interior de tu boca, idiota.
—Oh, mierda. Supongo que me extralimité allí. —Se presiona el pene,
probablemente intentando que se calme.
Gabby abre una caja y le da un hisopo largo. —Está bien. Por qué no te
sacas la muestra primero para que puedas ir... a lidiar con tu problema.
Mientras ella gira por la habitación, mi corazón martillea en mi pecho.
Esta situación está tan fuera de control. Si el entrenador se entera de esto
antes de que obtengamos algunas respuestas, se enojará. Pero lo que es peor, se
sentirá decepcionado.
¿Quién es el padre, te preguntarás? Bueno, historia graciosa sobre eso...
Joder, no. Definitivamente no quiero tener esa conversación si puedo
evitarlo.
Dios mío. Debería estar trabajando en mi ensayo y estudiando hasta el
cansancio ahora mismo. No holgazaneando en la sala de estar esperando para

72
tomar un poco de saliva. En serio, necesito un hijo como necesito un cuchillo en
el riñón. Estoy muy jodido si esta bebé es mía.
Mi pierna se sacude contra el sofá y me froto la palma de la mano por el
muslo para intentar calmarme.
Cuando ella le saca una muestra a su hermano, no se dicen nada. En
serio, ¿cuál es el problema de él?
Entiendo que a ella le moleste que sea distante, pero ¿por qué ha estado
fingiendo que apenas la conoce todo este tiempo?
Cuando llega a mí, la miro fijamente sin reparo. Es una gran distracción
del hecho de que estoy haciendo una maldita prueba de paternidad.
Un grueso mechón de pelo le cae en la cara y mis dedos pican para
metérselo detrás de la oreja. Huele cálido y femenino, y todo en mí ansía pegar
mi nariz a su piel e inhalar.
Estudio la suave inclinación de su cuello. La elegante inclinación de su
cabeza. El intenso tono de sus ojos.
El color avellana es una descripción demasiado simple para describir sus
ojos. Son de un color dorado intenso con motas de verde, como el tono que se
vería en algún animal exótico.
Ella no es un pájaro. No, más bien una leona. Feroz. Inflexible.
Intransigente. Características que nunca pensé que encontraría tan atractivas.
¿Cómo me perdí todo esto el primer año? ¿Siempre fui un idiota
espectacular?
Sabía que era intensa. En aquel entonces, probablemente veía eso como
un rasgo negativo, pero ahora, verla tomar el mando es muy sexy.
Si la señorita Duran fuera mi profesora, nunca faltaría a clase.
Cuando por fin levanta la vista, cuando nuestros ojos se encuentran, mi
corazón vuelve a patear mi pecho.
—Gracias por hacer esto, Gabby —susurro con toda sinceridad. Esta
situación del bebé es una auténtica locura, pero, por alguna razón, saber que
Gabby está aquí lo hace menos loco.
Y entonces me doy cuenta de la parte loca.
Puedo contar a todas las personas en las que confío con una mano.
Y sin embargo... confío en ella.
Salvo por esta emergencia, no hemos hablado en años, pero sé en el
fondo de mi alma que hará todo lo posible para ayudarnos a descubrir lo que
está pasando y cuidar de Poppy.
Un tono rosado calienta sus mejillas, pero asiente.
Quiero decir muchas otras cosas, pero ahora no es el momento. 73
Pero tal vez con todo este asunto del bebé, tendré la oportunidad.
Porque tengo que compensarla. De una forma u otra.
Traducido por Lauu LR
Corregido por Pame .R.

Técnicamente, he cursado todos mis créditos de inglés, pero ¿quién no


querría tomar una clase extra de literatura británica? Además, ahora mismo es
una gran distracción para no preocuparme por Poppy.
Se supone que tenemos los resultados de la paternidad hoy o mañana, y
no paro de mirar la página web cada cinco segundos.
Sé que es estúpido enamorarse de esa bebé, pero no puedo evitarlo. No
74
es que ella haya pedido estar en esta situación.
Pero definitivamente me preocupa que me esté encariñando demasiado.
Si la bebé no es de mi hermano, probablemente hará una fiesta enorme, pienso
morosamente.
Uno pensaría que una crisis como esta nos acercaría más, pero Ben está
tan distante como siempre, apenas se molesta en establecer contacto visual
conmigo. Me gustaría agarrarlo por su estúpida camiseta de diseño y sacudirlo
hasta que me diga qué le pasa.
Después de comprobar la página web de paternidad una vez más, dejo
caer el teléfono en la mochila y me reprendo cuando mis pensamientos se
desvían hacia Rider, como han hecho más veces de las que me gustaría admitir
en los últimos días.
No pienso en su disculpa, ni me permito deleitarme con las largas
miradas que me ha dedicado desde entonces.
No. Definitivamente no lo hago.
Esos enormes ojos grises me metieron en problemas una vez, y no planeo
quedar como tonta por segunda ocasión.
Excepto… que parecía sincero.
No, Gabby. Mantente fuerte.
Nuestro profesor se apoya en el alféizar de la ventana y lee en voz alta
pasajes de Una habitación con vistas1 de EM Forester, uno de mis libros favoritos.
Incluso aunque era pequeña cuando vi por primera vez la película y no pude
entenderlo todo. Entendí en mi corazón que era una historia de amor realmente
genial.
Mientras mordisqueo una barra de granola, Bree toca mi codo y susurra:
—Vi la película este fin de semana, ¿sabías que hay una escena de desnudo
frontal completo?
—Mi madre de acogida me cubrió los ojos cuando llegamos a esa parte.
Tardé diez años finalmente en ver las joyas colgantes.
Sus hombros se sacuden con risa, y sonrío.
Esta inesperada amistad con Bree es la parte más sorprendente sobre
ayudar a los chicos del fútbol. La había visto en clase antes de esto y la ayudé
con un ensayo una vez, pero ahora que estoy tan involucrada con la casa de su
novio, eso parece haberme conseguido una nueva amiga genial.
Me vendrían bien unos cuantos amigos. A veces me cuesta conocer
gente. Me pasé la mayor parte del instituto haciendo de niñera para mi tía y
siendo una nerd torpe. La única vez que me arriesgué socialmente y me expuse
75
fue con Rider, así que cuando me rechazó, me retraje aún más.
Cuando llegó el segundo año y me mudé del campus con Ramona,
empecé a salir con Sean, que era más hogareño que yo. Después de eso, era más
fácil mantenerme al margen que intentar ser amiga de gente que acabaría
desapareciendo o marchándose.
Mi atención vuelve al profesor, quien lee: —Si la señorita Honeychurch
alguna vez decide vivir como toca, será muy emocionante para nosotros y para
ella.
Hago una pausa, esa oración me impacta como nunca antes lo había
hecho en todas las veces que he leído el libro.
Lucy Honeychurch es una joven inglesa de carácter formal que se niega a
ceder a las insinuaciones de George Emerson, un hombre de espíritu libre que
conoció durante unas vacaciones en Italia, y que opta por comprometerse con el
estirado y condescendiente Cecil Vyse. La cita que recitó mi profesor se refiere

1Una novela de época que cuenta las primeras experiencias sentimentales de una joven (Lucy
Honeychurch) cuando se enamora de un joven de nivel social inferior (George Emerson) La
novela es tanto un romance como una crítica a la sociedad inglesa de principios del sigo XX.
al hecho de que Lucy toca música increíblemente emotiva al piano, pero vive
una vida aburrida y reprimida.
Solía pensar que quería un George Emerson, alguien que me hiciera
aflojar, disfrutar de la vida y arriesgarme, pero este libro no te dice que
arriesgarse y exponerse no siempre funciona como crees.
A veces, arriesgarse hace que el mariscal de campo te deje de lado.
Cruzo los brazos y le susurro a Bree: —¿En serio Cecil Vyse es tan malo?
Resopla, y pretendemos estar absortas en la lectura cuando el profesor se
gira de repente hacia nosotras.
—Daniel Day Lewis estaba bastante bien en The Crucible —musito una
vez que él vuelve a sus notas—. La vi en el verano. No deberíamos juzgarlo por
su papel de Cecil. Ese rol requirió que fuera pomposo y anémico.
—Eres tan nerd.
No tiene idea. Escribí toda una unidad de lecciones para esa obra, y ni
siquiera enseñé hasta la siguiente primavera.
Ser una nerd solía molestarme. Ahora lo veo como una marca de honor.
Cuando la clase termina, salimos al patio. Sienna está paseando junto a
algunos amigos y mira dos veces. —¡Gabby, oye! Oh, por Dios, nunca te veo. —
Se acerca apresurada y me da un abrazo, casi tirándome en el proceso. 76
Nadie nunca está tan emocionado de verme. Mi vida social se ha convertido
en La Dimensión Desconocida. Me río para mis adentros.
Les hace señas a sus amigos. —¡Te llamo más tarde, Destiny! —Cuando
voltea de nuevo hacia mí, su rostro se ilumina—. ¿Cómo fue tu cita del sábado
en la noche?
—¿Cómo es que no te he visto en toda la semana?
—Lo sé, ¿verdad? —Una risita se le escapa—. Conocí a alguien el fin de
semana.
—¿Y se han estado enrollando desde entonces? —pregunto en broma,
pero sus mejillas enrojecen y asiente salvajemente.
—Loco, ¿verdad? Quiero decir, eventualmente me puse firme y demandé
que fuéramos a casa, pero de otro modo, sí. —Suspira profundamente—. Se
siente kármico. Como que, he puesto buenas vibras en el universo y finalmente
están volviendo a mí.
Juro que me está hablando en otro idioma. No entiendo qué quiere decir
exactamente, pero me alegro por ella de todos modos. —Eso es genial ¿es un
jugador? —Ya hemos aclarado que ama a los jugadores de fútbol.
Pone los ojos en blanco dramáticamente. —Sí. ¡Tantos músculos!
Riendo, evito el tema de Jason y le presento Sienna a Bree. En mi visión
periférica, veo pasar a Zoe con un grupo de sus amigas gatunas, que me miran
fijamente y susurran.
Quiero mostrarles el dedo corazón y preguntarle a Zoe qué demonios le
hice. Ella hizo que me despidieran de mi trabajo de tutora, ¿y aun así me sigue
molestando? Por un breve momento me da nauseas, es como si estuviera de
nuevo en la preparatoria, y los chicos populares se estuvieran burlando de mis
cosas regaladas y mi ropa de segunda mano.
Molesta, estoy a punto de irme antes de llegar tarde a mi trabajo en
Archer, cuando Bree saca su teléfono y estrecha los ojos en la pantalla.
—Rider dice que ha estado tratando de contactarte. —Me mira, entonces
a Sienna y de nuevo a mí—. Ya sabes, para esa tarea.
Acordamos que limitaríamos el círculo de confianza de Poppy por tanto
tiempo como fuera posible, pero se siente extraño no decirle a Sienna. Aun así,
no es mi secreto.
Saco mi teléfono. —No tengo mensajes de él.
Desde que hice a los chicos enviarme por correo electrónico sus rutinas
diarias para poder hacer el horario de niñeras, solo me he comunicado con él en
correos de grupo.
77
Voy a hacer cualquier cosa para evitar hablar con Rider en este momento,
especialmente desde que los chicos están trabajando en su “lista de mamás” y
tratando de reducir sus posibilidades. Eventualmente pusieron la lista en un
pizarrón blanco, pero los hice usar apodos anónimos para que ninguna pobre
chica inocente sea arrastrada en el drama.
Si no estuviera tan molesta por todo, los seudónimos me harían reír. Con
nombres como Harley “me corro” Quinn, Gatúbela Estilo Perrito, y mi favorita,
Súper Tetas & Culo, no estaría sorprendida si todos tuvieran un fetiche de
superhéroes.
Me propuse salir antes de llegar a Rider. Lo último que necesito en mi
vida es una lista de las chicas con las que ha acostado.
Bree me codea. —Rider. Necesita hablar contigo. Dijo que trató de
enviarte un mensaje.
Hablando del diablo.
Dándole la vuelta a mi teléfono le muestro mis mensajes. —No tengo
nada de él.
Pero entonces me detengo porque…
—Espera. —Ups—. Olvidé desbloquearlo.
Los ojos de Sienna se amplían. —¿Estamos hablando de Rider Kingston?
¿El vecino atractivo y atleta estrella? ¿Una cara para morirse? —No espera mi
respuesta—. ¿Por qué lo bloquearías?
Trago. —Fue hace años.
—¿Es por eso que le mostraste el dedo corazón el primer día que vine?
Pensé que estabas bromeando. —Parpadea lentamente—. Santa mierda, ¿fueron
compañeros sexuales? He oído que tiene un establo de chicas. Todas lo aman
pero se odian entre ellas.
Me tenso, odiando que me importe.
La insidiosa pregunta se mueve en el fondo de mi mente, y me pregunto
por qué no fue allí conmigo. Básicamente se folla a cualquiera con dos piernas,
pero yo no era su tipo. Sé que lo acusé de no querer follarse a una virgen, pero
no puedo evitar preguntarme si había más que eso.
—Él y yo nunca fuimos así. —Me gustaría decirle que fuimos más; que
éramos amigos, que nos lo pasábamos muy bien juntos y que me hizo volver a
sentirme optimista con la vida.
Pero, ¿qué sentido tiene? Se acabó antes de empezar.
Bree enlaza su brazo con el mío. —Gabby, no creas en los chismes. Rider 78
no es un mujeriego.
Sienna y yo le damos la mirada, la que dice que está llena de mierda.
—Está bien, él puede haberlo sido en el pasado, pero ya no es el mismo
jugador que era antes.
—Como sea. —Desengancho mi brazo de ella—. ¿Dijo lo que necesitaba?
Porque tengo que ir a trabajar.
—Creo que solo está estresado por el proyecto. —Poppy.
—Dile que me envíe un correo electrónico. Lo llamaré esta noche si es
importante.
Tal vez puedo salirme con la mía filtrando nuestras conversaciones por
correo electrónico.
Una chica puede esperar.
Traducido por Gesi
Corregido por Pame .R.

Esta chica estaría equivocada.


Porque a Rider Kingston no le entusiasma enviarme correos electrónicos.

Para: GabbyGabs@LoneStar.edu
De: RideHim911@gmail.com 79
¿Podrías, por favor, desbloquearme? Necesito hablar contigo POR TELÉFONO.
O puedo esperar en tu puerta hasta que regreses a casa.
PD: ¿Olvidaste lo encantador y persuasivo que puedo ser?

Termina el correo con un emoticón de una carita guiñando un ojo.

Para: RideHim911@gmail.com
De: GabbyGabs@LoneStar.edu
Cálmate. NO HAY NECESIDAD DE GRITARME. Olvidé desbloquearte. Un
error simple. Pero estoy en el trabajo, así que esto tendrá que esperar hasta que llegue a
casa. Si se trata de los resultados de la prueba, todavía no los tengo.
PD: Debes haberme confundido con otra chica. No recuerdo nada
particularmente encantador sobre ti.

Mentiras. Todas mentiras. Recuerdo todo muy bien.


Quizás eso sea suficiente para sacármelo de encima. Haré cualquier cosa
para evitar tener que hablar con él en persona o por teléfono. Guardar distancia
todo este tiempo me ha ayudado a mantener en orden mis prioridades.
Además, no dejaré todo para ayudarlo como probablemente lo hacen todas las
mujeres en su vida.
Pero entonces suena mi correo electrónico y pongo los ojos en blanco,
porque, por supuesto que dice que todavía necesita hablar conmigo.
Qué molesto.
Rápidamente guardo mi celular y esbozo una sonrisa cuando el señor
Barstow, el subdirector de la Academia Archer, entra a toda velocidad en la sala
de fotocopias donde estoy poniendo en orden una presentación para la reunión
de la junta de esta noche.
Estoy por preguntarle si puedo ayudarlo cuando ladra: —Necesito
doscientas copias a doble cara de inmediato. —Deja con fuerza el formulario en
el mostrador y sale por la puerta.
Mi sonrisa desaparece. —Seguro. No hay problema. Y, oiga, no es
necesario decir gracias.
Desafortunadamente, esto ha sido mi típica experiencia en este lugar. El
personal es brusco, los estudiantes son exigentes, y el trabajo es tedioso. Si
alguna vez soñé con compartir mi conocimiento con los maestros y discutir
literatura mientras bebemos un café ligeramente quemado, mis turnos aquí me
han quitado la ilusión. 80
Me estoy dando una charla de ánimo a medida que me dirijo a la oficina
administrativa para dejar las copias cuando un estudiante gira la esquina a toda
prisa y se estrella conmigo, dejándome en el piso y enviando mi prolija pila de
papeles por todo el pasillo.
—Oh, mierda. Lo siento, lo siento. —Pero luego el pequeño excremento
sale corriendo sin molestarse en ayudarme.
Y siempre pensé que disfrutaría trabajar en una escuela secundaria.
Mi día mejora cuando unos minutos después llamo a la puerta de la
oficina del señor Barstow y entro para encontrarme a Miranda, el ligue favorito
de Rider, sentada en el aparador.
Es ultra rubia con dientes deslumbrantemente blancos que se destacan
sobre su piel desmesuradamente bronceada. Pero a pesar de las mejoras
artificiales, es hermosa. De hecho, tan atractiva que me hace reconsiderar por
qué cuestioné los estándares de Rider. Porque las mujeres con las que se
acuestan son increíblemente hermosas, y no soy lo suficientemente arrogante
como para colocarme en esa categoría.
No, no tengo ningún problema de autoconfianza. Quiero decir, sí, tengo
una debilidad con el asunto de haber estado en el sistema de acogida, pero es la
razón por la que intento no pensar al respecto. Y soy consciente de mis
fortalezas, pero bomba rubia no es una de ellas. Soy fantásticamente estudiosa y
orgullosa. La chica de al lado con una leve vibra de bibliotecaria dura. Prefiero
leer un libro antes que subirme a un barril. Estoy bien con todo eso.
Sin embargo, también soy una firme creyente de no enterrar la cabeza en
la arena, así que entiendo por qué está chica está en la categoría follable de
Rider y yo no. Es un buen recordatorio de que él está en una liga diferente.
Obviamente que esta es la razón por la que nunca intentó acostarse
conmigo.
A juzgar por sus ojos abiertos de par en par, está tan sorprendida de
verme como yo estoy de verla.
Nunca nos hemos conocido oficialmente, pero estoy bastante segura de
que en primer año Rider me dejó para tontear con ella.
Me aclaro la garganta. —H-hola, estoy buscando al señor Barstow. Tengo
sus copias.
Sin dejar de mirarme, grita: —¡Papi!
Me estremezco. Entonces me doy cuenta de lo que dijo y agacho la
cabeza.
Asombroso. Justo lo que necesitaba. Trabajar para su maldito padre. 81
El subdirector entra desde la oficina contigua. —Miranda, te dije que no
hagas eso. —Cuando me ve, señala el escritorio—. Déjalas allí. Gracias.
Bueno, al menos esta vez obtuve un agradecimiento.
Se va igual de rápido que llegó, y entonces me quedo con Miranda, que
me está mirando de arriba abajo. Mentalmente catalogo lo que llevo puesto y
me estremezco internamente cuando pienso en cómo utilicé un marcador negro
para pintar los rayones de mis zapatos. Un buen truco que aprendí de Mujer
Bonita. Gracias, Julia Roberts. Pero basándome en cómo los está mirando, me
pregunto si puede darse cuenta.
—Estás sangrando. —Señala mis piernas, donde sangre baja por mi
rodilla.
Oh. Bajo la vista y suspiro.
—No es nada. Un niño me chocó.
Hace una mueca. —Tienes que limpiarte antes de que mi padre lo note y
se enloquezca. Cualquier cosa relacionada con “fluidos corporales” requiere un
informe.
Asiento, recordando algo al respecto en la pila de papeleo que llené
cuando me contrataron.
Su teléfono suena, y espero poder usar la distracción para regresar a la
sala de fotocopias cuando levanta un dedo.
¿Por qué quiere que espere?
Termina de escribir su mensaje y me mira largamente. —Te ves familiar.
¿Cómo te conozco?
Por supuesto que no tiene idea de quién soy mientras que yo nunca olvidaré
quién es para Rider.
—No estoy segura —digo lentamente, decidiendo excluir a Rider de esta
ecuación. Nunca estoy a favor de levantar el nivel de drama mientras estoy
trabajando—. ¿Tal vez nos hemos cruzado en el campus?
—Hmm. —Algo sobre la forma en que estrecha los ojos me pone
nerviosa.
Después de un incómodo momento, señalo al pasillo. —Bueno, tengo
que regresar a trabajar, así que…
Antes de que pueda acabar, la puerta se abre detrás de mí y una enorme
sonrisa se extiende por el rostro de Miranda, y chilla: —¡Nene, estoy tan feliz de
que pudieras recogerme!

82
Me giro para encontrarme cara a cara con el chico que he estado tratando
de evitar toda la semana.
Y está aquí por Miranda. Como siempre.
Traducido por Vane’
Corregido por Julie

Mi cerebro sufre un cortocircuito.


¿Qué está haciendo Gabby aquí?
¿Y qué pasa con esa mirada en los ojos de Miranda? ¿Y por qué me llama
nene? Nunca nos hemos dicho nombres cariñosos.
Esto no puede ser bueno. 83
Basado en la extraña vibra aquí y la expresión dura en el rostro de
Gabby, ella sabe exactamente quién es Miranda.
Mi boca se abre, para decir qué, no estoy seguro, pero luego la cierro
porque, joder, esto es incómodo.
Sonriendo salvajemente, Miranda salta del escritorio y se arroja a mis
brazos.
¿Qué demonios? ¿Por qué es tan pegajosa? Después de la charla que
tuvimos la semana pasada, pensé que entendía lo que yo quería: espacio.
Mucho. Cuando no la vi en Halloween, pensé que recibió el mensaje alto y
claro.
Pero luego me llamó hoy, pidiendo que la llevara porque se quedó
varada en la escuela donde trabaja su padre. No quise ser un imbécil y
rechazarla, así que aquí estoy a pesar de que tengo un montón de tarea que
hacer.
El dolor destella en los ojos de Gabby antes de que esa máscara en blanco
con la que estoy tan familiarizado se deslice en su lugar. Susurra: “Disculpen”,
y se desliza a mi lado como si no tuviera idea de quién soy.
Joder. Literalmente le rogué que me perdone durante el fin de semana, y
aparte de la conversación grupal que tuvimos en la casa cuando hicimos las
pruebas de paternidad, no me ha dicho ni una palabra.
Ni. Una. Palabra.
Vi a Olly enviarle mensajes de texto toda la mañana sobre la cantidad de
veces que Poppy se ha cagado, pero Gabby no me desbloquea. Y gracias a su
eficiencia con esa hoja de cálculo de niñera en línea y actualizaciones grupales
por correo electrónico, no hemos tenido muchas razones para interactuar. Vale,
además del maldito correo electrónico que me envió hoy cuando le pregunté si
me desbloquearía.
La necesidad de arreglar las cosas con ella ha sido abrumadora. No estoy
seguro de por qué ahora, de todas las veces, esto se siente tan apremiante, pero
desde nuestra charla en el estacionamiento de Target, me ha estado pesando.
Soltando un suspiro, me quito a Miranda. —Me voy, así que, si quieres
que te lleve, trae tus cosas.
Salgo sin esperarla. Como era de esperar, Gabby no se ve por ningún
lado cuando entro al pasillo, pero mi cerebro de guisante está empezando a
armar el rompecabezas. Aquí debe ser donde trabaja. La escuché hablando con

84
Bree de su trabajo en una escuela.
No entiendo por qué querría trabajar con estos imbéciles, pero si alguien
puede salir adelante con una Central Snob, Gabby puede hacerlo. Después de
verla hacer su magia en Poppy y una casa llena de idiotas, esa es una mujer que
nunca subestimaré. Probablemente tendrá a estos idiotas comiendo de su mano
en poco tiempo.
El viaje a casa de Miranda es tenso. Ya no sonríe.
—Rider, vamos —se queja—. No hablabas en serio. —Agita su mano
como si lo que quiero no importara.
—En realidad sí lo dije en serio. —Mi agarre se aprieta en el volante—.
Nos hemos divertido, Mira, pero necesito concentrarme.
Pasa su dedo por mi cuello y yo resisto la tentación de apartar su mano
de una palmada. —Siempre te pones tan malhumorado durante la temporada.
¿Qué tal si solo follamos los fines de semana? Ambos estamos estresados y nos
desahogaremos juntos. No se requieren otras obligaciones.
No señalo cómo se supone que no debemos tener ninguna obligación
más allá de usar condones cuando follamos, un acuerdo que ella dijo que era
“perfecto” cuando comenzamos a hacer lo que sea que sea esto.
—Por muy tentador que suene —miento, porque estar con Miranda en
este momento es sofocante, pero no quiero herir sus sentimientos—, creo que
deberíamos ser amigos y tomar caminos separados.
Entre las clases, práctica, tarea, partidos y un maldito bebé en casa, no
puedo soportar una cosa más. Gracias a Dios, se supone que obtendremos los
resultados de paternidad en cualquier momento. Será una cosa fuera de mi
plato. Pero no me siento cómodo compartiendo nada sobre Poppy con ella, así
que me guardo esa mierda para mí.
Una risa enojada sale de ella. —¿Solo amigos? Rider, no hemos sido “solo
amigos” en años, ¿y quieres empezar ahora?
He evitado las relaciones durante años para evitar el drama y, sin
embargo, aquí estamos.
Apenas contengo el gruñido en mi voz. —Acordamos mantener las cosas
informales, tu sugerencia, de hecho, pero si soy sincero, ya no entiendo esa
vibra tuya. Así que me retiro respetuosamente, ¿de acuerdo?
Conducimos en silencio hasta llegar a su casa, donde se desliza y golpea
la puerta de mi auto detrás de ella.
Estoy tan aliviado de que se haya ido, que casi me río, lo que debería
decirme todo lo que necesito saber sobre esa relación. Es una carga. Y no puedo
permitirme más de esas. 85
Cuando aprieto el acelerador, sé que necesito localizar a Gabby. Por
suerte para mí, sé exactamente dónde vive.
Traducido por AnnyR’
Corregido por Julie

Después de lo que pasó hoy en Archer, estoy ansioso por hablar con
Gabby. Dejo mi bolsa de gimnasia y mis libros en mi habitación y me dirijo
directamente a la puerta cuando Tank me detiene.
—¿A dónde vas?
—Enfrente. ¿Necesitas algo?
86
—¿No recibiste el mensaje de texto de Gabby? Viene en camino. —Hace
una pausa, levantando las cejas—. Con los resultados.
¿Los resultados?
Mierda, los resultados de paternidad.
El sudor estalla en mi cuerpo cuando saco mi teléfono. Efectivamente,
hay un texto grupal para encontrarnos aquí en diez. No tengo tiempo de
maravillarme por haber sido desbloqueado porque Gabby podría estar soltando
una bomba atómica en mi vida en un par de minutos.
—¿Te dio algún detalle?
Tank le hace un gesto a Bree, que está en el sofá, haciendo rebotar a
Poppy en su rodilla. —Está imprimiendo todo.
Mi corazón quiere salir de mi pecho. —¿Hay una coincidencia?
Bree asiente lentamente. —Sin embargo, ella no sabe con cuál de ustedes,
porque solo están identificados por un número. Me dijo que no se siente
cómoda sabiendo los resultados antes que el padre, por lo que no ha mirado
para ver el nombre de quién coincide.
En los siguientes cinco minutos, todos mis compañeros están sentados en
la sala de estar, incluso Trevor y Johnson. Puede que no lo digan, pero como no
están bromeando y haciendo tonterías, supongo que vinieron para ofrecer
apoyo. Ben está enviando mensajes de texto en su teléfono, siendo su versión
cerrada habitual.
Alguien abre una caja de donas y, de repente, esto me recuerda al grupo
con el que mi padre se reúne una vez a la semana. Bueno, cuando va.
Miro a Poppy, que se ríe, totalmente inconsciente de que uno de nosotros
está a punto de ser golpeado por un maremoto que alterará su vida esta noche.
La culpa se acumula en mi pecho. Apenas he pasado tiempo con ella. La
prima de Bree se hizo cargo de mis turnos de niñera esta semana a cambio de
un botín de fútbol firmado para sus hermanos.
Pero hay una buena posibilidad de que no sea mía, me recuerdo.
He visto a la única amiga con la que me enrollaba más o menos por esa
época, y no creo que haya podido tener una hija y seguir paseando por el
campus con el aspecto de una muñeca Barbie.
Además, Knox nos dijo el otro día que se preguntaba si había dejado
embarazada a esa chica a la que llamaba Supergirl Tetas Grandes, ya que hacía
tiempo que no la veía por el instituto. Es rubia y encaja en la línea de tiempo.
Excepto…
Veo a Knox meterse media dona en la boca. 87
Algo sobre mi compañero de equipo echando chocolate en su boca como
si no hubiera comido en una semana me recuerda a…
Me recuerda a…
Maldita sea.
Cierro los ojos y me vuelvo a hundir en el sofá e intento recordar aquel
verano. Estaba cabreado con mi padre y volví para hacer un poco de ejercicio
físico con los chicos que se encontraban por allí.
Pasamos el rato. Ordenamos comida. Llamé a unos amigos. Fuimos a
nadar. La mierda se puso ruidosa, más ruidosa que de costumbre, incluso para
nosotros.
—Knox, ¿recuerdas la fiesta que tuvimos? Fue como a finales de junio. Y
una chica hizo esos brownies “especiales”.
Gime. —Hermano, comí como una docena y me desperté en el jardín de
una señorita en la calle, desnudo, con algunas margaritas decorando mis bolas.
Asiento lentamente mientras siento que la sangre se drena de mi cara.
Durante la temporada, somos bastante buenos para abstenernos de cualquier
cosa ilegal, ya que nos someten a pruebas de detección de drogas al azar. Nadie
quiere ser expulsado del equipo. Sin embargo, como era verano, a ninguno de
nosotros le preocupaba.
Lo que les dije a los chicos el fin de semana pasado era cierto. Nunca
follo sin condón.
Pero esa condición supone que esté jodidamente consciente.
Me aclaro la garganta. —¿Es posible que hayamos terminado con una de
las chicas esa noche…?
La habitación se queda en silencio. Solo Knox, Olly y yo estuvimos aquí
ese fin de semana.
Ben deja escapar un suspiro. —Gracias a Dios tuve que ir a esa boda.
A Olly parece que los ojos se le fueran a salir. —Me olvidé de esa fiesta.
—La mierda que comimos fue tan fuerte que me olvidé de todo el fin de
semana —admito cuando la puerta principal se cierra de golpe y Gabby entra
en la habitación.
Supongo que con todas sus idas y venidas gracias a Poppy, se sentía
como en casa.
Mira alrededor de la habitación. —Siento que estoy interrumpiendo algo.
Bree se mueve y le hace espacio en el sofá junto a Olly. —Creo que los
chicos podrían haber encontrado el fin de semana de la concepción. Ben salió de
88
la ciudad, por lo que ahora potencialmente nos quedamos con Rider, Olly y
Knox. Pero Ben, deberías igual comprobar tu prueba.
Él asiente, pero es evidente por su expresión que cree que está fuera de
peligro.
Gabby le da a su hermano una débil sonrisa. —Está bien, bueno, antes de
ver los resultados, Bree y yo queríamos hacerles saber a todos que estamos
felices de ayudar independientemente de quién sea el padre.
Olly engancha un brazo alrededor de su hombro y la abraza con fuerza.
—Eres increíble, en caso de que no te lo hayamos dicho últimamente. Ninguno
de nosotros habría sobrevivido esta semana sin ti y sin Bree.
La cara de Gabby se sonroja y le da una sonrisa tímida. —Gracias.
¿Qué demonios?
Quiero quitarle de encima a mi compañero de equipo a Gabby, un dedo
roto a la vez. También me estoy castigando por no felicitarla. Por supuesto, esas
son palabras que debí haber ofrecido en mi nombre y en el de mis compañeros
de cuarto. Soy el capitán del maldito equipo. Siempre pierdo el equilibrio con
esta mujer.
Y ahora mismo, tiene un bolígrafo metido en un moño desordenado, una
falda negra, tacones. ¿Eso es una curita de Bugs Bunny en su rodilla?
Reanudo mi análisis de su cuerpecito caliente. Sus tetas presionan contra
esos botones blancos en su pecho. Es flexible en todos los lugares correctos y
deliciosamente curvilínea en otros. Y está a punto de leer los resultados de
paternidad, sobre todo. No sé si quiero follarla en la mesa de café o salir por la
puerta trasera.
Se aclara la garganta mientras reparte trozos de papel doblados con
nuestros nombres escritos con lo que debe ser su letra. —No maten al
mensajero, ¿de acuerdo?
Knox lo abre, salta y aúlla, una sonrisa gigante ilumina su rostro. Mierda.
Realmente esperaba que Poppy fuera suya.
En mi visión periférica, Olly choca los cinco con Knox y mi estómago cae.
Abro mi hoja y escaneo los resultados.
Madre: No se ha comprobado.
Presunto padre: Probabilidad de paternidad 99,99999%
Maldita sea.

89
Arrugo el papel en mi puño. Tardo varias respiraciones profundas antes
de poder levantar la vista.
Todos me observan con distintos grados de preocupación y lástima en
sus ojos.
Volviéndome hacia Gabby, le pregunto: —¿Hay alguna posibilidad de
que estén etiquetados correctamente? Hiciste cuatro pruebas ese día.
—Me viste sacar la muestra, colocarla en el recipiente y sellarlo en su
envase individual —dice en voz baja, con la mayor delicadeza con la que me ha
hablado—. Luego lo etiqueté en mi hoja para no confundir los códigos. Repetí
esas acciones para cada uno de ustedes. Así que no, no creo que los haya
etiquetado mal. Puedo enseñarte mis notas si quieres. También puedes hacer tu
propia prueba de paternidad, por supuesto.
Que me jodan. Tiene razón. La recuerdo tomando notas entre cada uno
de nosotros. Gabby siempre ha sido increíblemente capaz, pero esta semana
todos supimos que es una fuente inagotable de organización.
Me paso las manos por el pelo. —No, lo siento. No dudo de tu atención
al detalle. Solo estoy tratando de darle sentido a esto.
—En realidad, es posible que desees realizar una prueba de paternidad
formal, por razones legales.
Asiento, sin escuchar nada más que los latidos de mi corazón.
La bebé arrulla y ríe, llamando mi atención. Un pequeño mechón de pelo
rubio sobresale de su cabeza mientras intenta zafarse de los brazos de Bree.
Alguien le ha hecho un moño, pero ahora cuelga de lado.
Me dedica una amplia y desdentada sonrisa y, con el corazón en la
garganta, me doy cuenta: Mierda, tengo una hija.

90
Traducido por -queen-ari-
Corregido por Julie

El pelo de Rider se puso de punta de tanto pasarse las manos por él


durante los últimos diez minutos. Es obvio que está conmocionado.
Los chicos le ofrecen palabras de ánimo, le dan palmaditas en la espalda
y le ofrecen ayuda, pero no estoy segura de que esté procesando nada de esto.
Bree me mira y yo me encojo de hombros.
91
¿Se supone que debo hacer algo? Era diferente cuando Poppy podía ser
de mi hermano, pero ¿y ahora? Me ofrecí a ayudar antes de leer los resultados
porque los chicos parecían listos para vomitar, pero ¿realmente quiere Rider mi
ayuda?
¿Y qué pasa con Miranda? Seguramente ella querrá ser parte de esto. Si
la forma en que lo saludó en Archer hoy es un indicio, son más que simples
compañeros de sexo.
Me hace sentir como una idiota por pensar que su disculpa del fin de
semana pasado significaba algo más.
No es que hubiera cambiado nada, me digo firmemente.
Pero esa sensación de decepción de la que no me he podido librar en
toda la noche desde que los vi juntos sugiere que no soy tan apática como me
gustaría.
Ben se levanta y cruza la habitación. —Gracias por ayudar esta semana
—dice cuando me alcanza—. Al menos ahora no tienes que preocuparte por
todas estas cosas del bebé. —Una pausa. Se frota la nuca—. Siento que las cosas
hayan sido raras entre nosotros.
Asiento, sin esperar la disculpa. Aunque no explica por qué ha estado tan
distante, conseguir algo de mi hermano se siente como una victoria. Le da a
Rider una palmada en la espalda antes de desaparecer por las escaleras.
Tank y Bree susurran entre sí y miran a Rider cada pocos minutos. No
parecen querer romper el hechizo bajo el que está.
Bueno.
Ahora es padre. No es como si tuviera una opción al respecto.
A menos que quiera renunciar a ella.
Me estremezco al pensarlo. No lo haría, ¿verdad? Sé que mucha gente da
a los niños en adopción, pero Poppy es tan adorable. Y puede que él sea un
pobre estudiante universitario ahora mismo, pero está a punto de ser reclutado
en la maldita NFL. El mundo está sus pies. A esta bebé no le faltará nada en
unos meses. Seguramente planea quedarse con ella.
Tienes que convencerle de que se quede con ella.
Empiezo a pensar en cómo hacerlo, pero otra voz en mi cabeza grita:
¡Esto no es asunto tuyo, Gabriela! ¡Para nada!
Pero, ¿y si ayudar a Rider significa la diferencia entre que Poppy vaya a

92
una casa de acogida y acabe con unos completos desconocidos o que se quede
aquí, donde todos podemos quererla? ¿Donde puedo vigilarla y asegurarme de
que la cuidan bien?
Bree me ha dicho que Rider se ha escapado de su horario de custodia
esta semana, así que no ha tenido la oportunidad de conocerla como el resto de
nosotros.
¿Pero qué esperaba? Estamos hablando del capitán del equipo de fútbol,
el mariscal de campo estrella, el mismísimo Señor Popularidad. La gente se
inclina por él a diestro y siniestro. He oído que tenía un grupo de chicas que
tomaron notas por él la primavera pasada cuando tuvo un pequeño esguince de
muñeca. Internamente, pongo los ojos en blanco.
Supongo que ha llegado el momento de una llamada de atención.
Antes de que pueda disuadirme yo misma, le quito la bebé a Bree y me
siento junto a Rider. —¿Quieres alzarla? Te prometo que no te morderá. Bueno,
no tiene dientes, así que si muerde, no te dolerá.
No se ríe. De hecho, la expresión devastada de su rostro estúpidamente
apuesto me hace querer darle un abrazo.
Toda mi irritación con él desaparece.
Puede que no pueda evitar lo que siente en este momento, pero puedo
echarle una mano hasta que se las arregle.
Hasta que no me necesite.
Por alguna razón, que no me interesa evaluar, eso no me hace sentir
mejor.
Hablo en voz baja, como si le hablara a un animal herido. —Te necesita,
Rider. No tiene a nadie más. A ninguna otra persona en la faz de este planeta, y
hablo por experiencia cuando digo que esa es una sensación terrible. —Le doy
un minuto para que lo considere y luego vuelvo a preguntar—: ¿Quieres
abrazar a tu hija?
Finalmente, nuestros ojos se conectan y él parpadea. Se aclara la
garganta. —Sí, sí, sí, quiero.

93
Traducido por AnnyR’
Corregido por Julie

De acuerdo con lo que Gabby nos contó sobre la gestación, esto de hacer
bebés lleva aproximadamente treinta y siete semanas. Esos son nueve meses y
cambios para acostumbrarse a la idea de engendrar otro ser humano.
He tenido unos diez putos minutos. O menos de una semana si se cuenta
cuando aterrizó en nuestra puerta.
Ninguno de los cuales proporciona tiempo para enfrentarse a este tipo de
94
situación.
De repente, todo lo que puedo escuchar son las advertencias de mi padre
de que usara preservativo todas las veces. Que sería el mayor error de mi vida si
embarazase a una chica. Que lamentaría tener un hijo tan joven.
Pero se siente mal decir que me arrepiento de mi hija. En el fondo de mi
mente, me pregunto si así es como se sintió mi madre antes de partir. Si se
arrepintió de tenerme. A juzgar por el hecho de que no la he visto en tres años,
es una gran posibilidad.
Me sacudo esos viejos recuerdos y trato de concentrarme en la situación
que tengo frente a mí. El fútbol me ha enseñado a compartimentar. Cómo meter
mierda en una caja para mantener la cabeza en el juego.
Pero al pensar en cómo se supone que debo equilibrar el fútbol, la
escuela y una niña, entra el pánico.
Maldita sea. Tengo una hija. Una personita viva y que respira de la que
soy responsable. ¿Cómo es posible? ¿Por qué el universo me daría un bebé? La
única mascota que he tenido fue un pez dorado, que murió después de una
semana. No soy un buen candidato para la paternidad.
Gabby coloca a Poppy en mi regazo y me dice que la sostenga con
firmeza. —Ella puede estar un poco inestable. No asumas nada sobre sus
habilidades hasta que lo veas tú mismo. De lo contrario, se caerá de la cama o
algo igualmente terrible.
Asiento. —Claro. Agarrarla.
Gabby me toca el brazo. —Escucha, les voy a dar a los dos unos minutos.
Tengo que irme a casa, pero volveré en un rato. Supongo que quizás quieras
hablar sobre su horario y puedes hacerme cualquier pregunta, como, no sé, un
repaso sobre cómo cambiar un pañal. —Sus labios se tuercen en la primera
sonrisa que me ha dirigido en tres años.
—Gabby. —Agarro su mano—. Olly tenía razón. Has sido increíble. No
sé cómo agradecerte ni cómo te voy a pagar por todo esto.
Lo que me recuerda cuánto dinero les debo a mis compañeros de cuarto.
Por toda esa mierda de bebé que compramos el fin de semana pasado y esas
pruebas de paternidad. Por no hablar de los gastos de tramitación y del envío
urgente.
No tengo ni idea de dónde voy a conseguir esos fondos. ¿A cuánto
aumentó ya? ¿Unos mil? Por lo menos. Dios mío.
Gabby va a decir algo, pero vacila, luego me aprieta la mano. —Adoro a
tu hija. Haré todo lo que pueda para ayudar. 95
Cuando se pone de pie, la suelto de mala gana y la veo irse. Tengo tantas
cosas que quiero decirle, pero ahora mismo estoy demasiado jodido para pensar
por dónde empezar.
Bajo la mirada mientras Poppy tira de mi camisa. Sus grandes ojos
verdes me miran parpadeando y juro que mi corazón da un vuelco. Quizás dos.
Por un momento, todo en mi cabeza se calma.
Suavemente, paso un dedo por sus mejillas regordetas. Por un mechón
de su cabello rizado. Sobre su perfecta nariz de botón. Es una belleza.
—Oye, Poppy. Entonces eres mía, ¿eh? Lo siento, pequeña. Supongo que
ahora estás atrapada conmigo.
La hago rebotar sobre mis rodillas un poco, como vi hacer a Bree antes, y
ella me da una sonrisa babosa.
Como le gusta decir a mi entrenador, es hora de crecer. Rápido.
Traducido por -queen-ari-
Corregido por AnnyR’

Cuando regreso, la casa de Rider está en silencio por una vez.


Poppy está pegada al pecho de su padre y chupa su puño mientras me
mira con ojos somnolientos. Juro que el panecillo sabe que algo grave pasó hoy.
No ha hecho ni pío en toda la noche.
Rider está descalzo, lleva puesta una camiseta descolorida que abraza
sus hombros musculosos y sus bíceps abultados. Tiene el cabello rubio hecho
96
un lío, como si acabara de levantarse de la cama, y es tan malditamente guapo
que duele mirarlo.
Me dije a mí misma que volvería a mi lado de la calle y me quedaría allí
si mi hermano no era el padre de Poppy, pero luego obtuvimos los resultados
de paternidad y Rider se veía tan asustado. Como un virus que se estrella
contra el mainframe de una computadora, la minúscula parte de mi corazón
que todavía estaba enamorada de él de alguna manera reconfiguró el resto de
mí y debilitó mi resolución.
No, esto es por Poppy. No por Rider.
Me froto la sien, preguntándome cuándo me convertí en una mentirosa.
Bien. Estoy haciendo esto por ambos.
Ella se acurruca más cerca y él le besa la frente.
Puf. Ahí van mis ovarios en un destello de lujuria.
Miro a mi alrededor, esperando que uno de los compañeros de casa de
Rider pase pisoteando por la cocina, pero nos están dejando un amplio espacio.
Hipnotizada, observo a Rider frotar la espalda de Poppy mientras lee su
horario de alimentación y siesta que modifiqué hoy.
Moviéndome en mi asiento, hago un gesto hacia el papel que sostiene.
—Tal vez no necesites que te diga esto, pero puedes ajustar cualquier
cosa como mejor te parezca. Acabo de acomodar algo que funciona con tu
entrenamiento y las clases. Ella ya tomaba dos siestas, pero pensé que si las
movíamos un poco, podrían pasar un rato juntos por las tardes antes de que se
vaya a dormir.
Probablemente no quiera escuchar mis pensamientos sobre la crianza de
los hijos, pero supongo que podría extrapolar que creo que necesita pasar más
tiempo con ella. No menciono cómo se salió de sus turnos de niñera la semana
pasada, pero a juzgar por la mirada abrumada en sus ojos, se arrepiente de no
haber prestado atención antes. —También vas a encontrar los acuerdos de
confidencialidad adjuntos en la siguiente pestaña, enumerados alfabéticamente,
con la información de contacto de las personas, para todos los que ya han
tenido un turno. Incluí copias en blanco en la parte de atrás para cuando tengas
más niñeras.
Espero a que diga algo, pero todo lo que hace es asentir, así que
continúo.
—Su leche de fórmula tiene instrucciones en la lata, pero incluí las
tabulaciones aquí si necesitas hacer lotes más grandes.
Después de veinte minutos de cotorrear sin parar sobre pañales y
sarpullidos y eructos, tomo aire porque me estoy cansando de oír mi propia
97
voz.
—Rider, por favor detenme si ya sabes esto.
Sus ojos se reúnen con los míos. —No sé nada —Hace una pausa—.
Nada. Antes de que nos mostraras cómo sostenerla la semana pasada, ni
siquiera podía hacer eso.
Mira hacia el suelo y sus mejillas se tornan rojas. Dios mío, ¿se siente
avergonzado? No puedo soportar ver este lado vulnerable de él.
—Lo estás haciendo genial. —Esta noche, le dio un biberón y después la
hizo eructar. Le cambió el pañal y el mameluco. Por supuesto, le expliqué todo,
pero lo hizo sin quejarse. Y aunque ha sido algo taciturno, es muy amable con
ella—. Estoy segura de que acertarás en esto al igual que en el fútbol.
Su rostro palidece y traga. —Gabby, ¿cómo se supone que voy a hacerlo
todo? No soy un gran estudiante. No soy terrible, pero sí soy promedio, de lo
cual puedes dar fe. Tengo que estudiar. Mucho. Cuando no estoy practicando o
jugando, estoy en clase. ¿Cuándo se supone que debo dormir?
No me molesto en endulzarlo. —Lo enfrentas. Te esfuerzas o te vas a
casa. Todos esos adagios deportivos se aplican aquí. Eres un atleta de último
año, un All-American, en tu última temporada. Solo tienes que pasar, qué, dos
meses más de fútbol, y tu agenda va a aligerarse. Luego estudias mucho, te
gradúas, te reclutan y vives feliz para siempre con tu hermosa hija y le das la
vida que se supone que debe tener. Al final del día, todo lo que sacrifiques
ahora valdrá la pena. Lo prometo. —Digo en serio cada palabra—. ¿Tienes
algún familiar que ayudarte?
Niega con la cabeza. —No puedo dejarla con mi padre. Es un borracho y
mi mamá se fue hace unos años. No hay nadie más.
Maldita sea. Nunca me di cuenta de que estaba casi tan solo como yo.
Sabía que su padre era alcohólico, pero no tenía ni idea de que su madre se
había marchado.
Otro trozo de mi pared auto protectora se derrumba.
—Bien. Bien. —Asiento lentamente—. Puedo armar otro horario de su
cuidado. ¿Pedirle a la gente que ayude? Probablemente tendrás que tomar los
turnos de noche, pero tal vez pueda conseguirte algo de cobertura durante el
día para que no pierdas la cabeza.
—¿En serio? Dios, Gabby, eso sería increíble.
No mentiré. Hacer que Rider me mire como si yo fuera el centro de su
universo me está causando cosas. Definitivamente es hora de salir de aquí y
reconstruir mis defensas. Porque nada bueno puede resultar de bajar la guardia
con este hombre. 98
—Oye, voy a dejarte tranquilo porque jugarás contra Clemson mañana, y
ese es un gran partido. Van a ser duros. —Hago una mueca—. Estoy segura de
que tienes muchas cosas por preparar. ¿Por qué no…?
Sus ojos grises intensos se entrecierran. —¿Sabes que jugamos contra
Clemson mañana?
Se me corta el aliento. Mierda.
Es mi turno de sonrojarme. —Yo… escuché a alguien hablar de eso hoy.
Me levanto demasiado rápido y casi vuelco mi silla. Empiezo a balbucear
porque no puedo manejar su escrutinio. —Puedo recogerla por la mañana. Solo
envíame un mensaje de texto con la hora. Tengo que llevarla a mi casa, si está
bien. Tendré que decirles a mis compañeras de cuarto lo que estoy haciendo y
espero que eso también esté bien. Pero puedo hacer que firmen acuerdos de
confidencialidad. Sabes, seguro puedo convencerlas de que sean niñeras…
Estoy gritando tanto, tan rápido que me quedo sin aliento.
Él está de acuerdo y luego dice mi nombre. Atrapando su labio inferior
entre sus dientes, hace una pausa. —Entonces, ¿esto significa que me has
desbloqueado permanentemente?
Encogiéndome de hombros, pongo mi bolso sobre mi hombro y trato de
actuar con indiferencia. —¿Tengo opción?
Sus labios se curvan en una sonrisa, y es otro golpe directo a mi corazón.
—No. No tienes elección.
Suelto un suspiro exasperado y lucho por ser firme. —Rider, esto no
significa que seamos amigos. —No sé si lo digo por él o por mí.
Su sonrisa se ensancha. —No, pero es un comienzo.

99
Traducido por Vane’
Corregido por AnnyR’

De alguna manera sigo sonriendo después de que Gabby se va. Hojeo la


carpeta que hizo para mí que tiene notas sobre cómo hacer todo. Bueno, tal vez
no lo hizo para mí. Existe una gran posibilidad de que lo haya hecho para su
hermano en el caso de que Poppy fuera suya, pero me digo a mí mismo que lo

100
hizo para mí.
Está siguiendo mi horario de partidos. No esperaba eso. Tampoco esperaba
lo jodidamente feliz que me haría.
Sin embargo, no estoy seguro de qué hacer con eso. La gente me dice este
tipo de cosas todos los días, que siguen mis partidos.
Pero nunca me hizo sentir así. Como si pudiera conquistar el universo.
Antes de perder la cabeza por una chica que tal vez solo sienta lástima
por mí, me levanto del sofá mientras trato de no empujar a Poppy. Deja a los
bebés dormidos acostados y todo eso.
Una sonrisa tira de mis labios de nuevo cuando pienso en cómo Gabby
básicamente me dijo que me dejara de quejar y tratara con ello.
Está en lo correcto. Mi cabeza daba vueltas, pero después de su pequeño
discurso de amor duro, me siento más como yo.
Perspectiva. Eso es todo lo que necesitaba.
Por supuesto.
Después de todo, las mujeres tienen bebés todos los días. Probablemente
cada minuto de cada día.
En serio, ¿qué tan difícil puede ser un bebé pequeño? La sostengo con un
brazo, por el amor de Dios. Es del tamaño de una bola de boliche o un gato
grande. Demonios, comimos una pizza la semana pasada que pesaba más que
esta niña.
Tengo esto totalmente controlado.
Mientras repaso los planes en mi cabeza, subo las escaleras hasta mi
habitación.
Voy a arropar a Poppy y a dormir bien. Aniquilaremos a Clemson
mañana, acabaré mi ensayo el domingo y el lunes estaré con los ojos brillantes y
descansado.
No. Es. Para. Tanto.

101
Traducido por Anna Karol
Corregido por AnnyR’

Un llanto agudo provoca que todos mis compañeros de piso entren


corriendo en mi habitación, que ahora está llena de porquerías de bebé.
Camino por el lugar mientras acaricio el culo de Poppy, sacudiéndolo
suavemente y balanceándolo de la forma en que Gabby me enseñó. —No lo
entiendo. Le di de comer, le hice eructar, le cambié el pañal. ¿Qué más podría
necesitar esta niña? ¿Por qué no quiere dormir? 102
La bebé me mira fijamente, con los ojos desorbitados y la cara sonrojada,
y suelta otro lloriqueo.
—Poppy, me estás matando. Daría cualquier cosa por saber lo que
quieres.
A mis compañeros de piso tampoco les hace gracia. Son las dos de la
puta mañana y tenemos un partido en unas horas. No logro calmarla y empiezo
a sentir pánico. Ahora mismo no puedo ni pensar en hacer jugadas.
Como una avalancha, es entonces cuando me doy cuenta de que no
tengo ni idea de quién es la madre de mi hija. Recuerdo vagamente que la chica
que nos dio brownies era rubia, pero ¿un nombre u otro rasgo identificativo?
Nada. Nada. Nada. ¿Y lo que es peor? Puede que ni siquiera sea la madre. Los
chicos saben que deben preguntar discretamente, pero ¿no es algo que yo debo
saber por el hecho de que gestó a mi maldita hija durante nueve meses?
De verdad soy el mayor pedazo de mierda del mundo, ¿no?
Olly y Tank se turnan para intentar calmar a Poppy, pero finalmente me
la devuelven. Por el rabillo del ojo, veo que Ben hace una llamada telefónica,
pero no puedo oír lo que dice porque la linda cría de demonio que tengo en los
brazos intenta ensordecerme con sus gritos. Es un lamento tan doloroso que ese
negro trozo de carbón que tengo en el cuerpo y que solía parecerse a un corazón
me duele de verdad.
Cuando cuelga, sonríe. —Puedes agradecérmelo por la mañana. —Y se
marcha.
Cinco minutos después, mi persona favorita en todo el maldito mundo se
detiene en la puerta. Me siento tan aliviado de ver a Gabby que cierro los ojos y
agradezco a los poderes que me han enviado a esta mujer.
Ella saca el labio inferior en señal de conmiseración. —¿Cuánto tiempo
lleva así?
—No lo sé. Horas. Está empeorando.
—Ah, pequeña bu. —Se baja la cremallera de la sudadera con capucha y
la abre para mostrar una camiseta blanca ajustada y delgada. A pesar de mi
estado de privación de sueño, mi pene se levanta y se fija en su escote. Uno que
no lleva sujetador, observo mientras estudio sus hermosos pezones.
Mi bebé también debe aprobarlo, porque en el momento en que Gabby la
apoya sobre su pecho, Poppy se calma. Gabby tira de los lados de la sudadera
alrededor de mi hija, que resopla y gime pero ya no llora.
Tank se inclina y besa a Gabby en la cabeza. —La cena la pagamos
nosotros esta noche. Eres un puto ángel.
103
Gabby le da una gran sonrisa mientras acurruca a Poppy más cerca y
empieza a tararear. Ni diez minutos después, la niña está profundamente
dormida.
—¿Cómo lo hiciste? —susurro.
—Es mi poder especial. —Sus divertidos ojos se inclinan hacia los míos, y
es una visión tan bonita con su pelo largo desordenado sobre los hombros, que
podría besarla—. ¿Puedo? —Señala mi cama.
—Claro, ponte cómoda.
Se sienta en el borde y rebota suavemente, y Poppy deja escapar un
pequeño espasmo, pero al cabo de un minuto, su rostro se relaja y respira
profundamente.
Es surrealista ver a Gabby en mi cama, y mucho más con un bebé
dormido en brazos. Cuando he fantaseado con esta mujer (y seamos sinceros,
he tenido más de una fantasía), esta no es exactamente la situación que
imaginaba.
—¿Quieres acostarla? —Los dos miramos el artilugio cuadrado que
Gabby llama practicuna—. Pero te advierto que cada vez que la meto ahí, se
asusta. Creo que tengo que conseguirle una cama de verdad.
Gabby lo considera por un momento. —¿Qué tal si te acuestas? Primero
quítate la camiseta.
Le dirijo una mirada juguetona. —Vaya, Gabby Duran, no estoy seguro
de que ese tipo de actividad sea apropiada, dado que tenemos un público joven.
Se ríe. —No es para mí, pervertido. Para la bebé. Le gusta el calor del
cuerpo. A los bebés les gusta estar piel con piel. Supongo que con todo el
mundo barajando de un lado a otro toda la semana y sin estar con su mamá,
necesita un poco de cariño extra.
Sin estar con su mamá. Lo que me recuerda que una chica dejó a mi bebé
en medio de una maldita fiesta en Halloween. ¿Quién hace eso? ¿Qué tal si le
avisas al tipo, por el amor de Dios? Por ejemplo: tu hija está llegando. Asegúrate de
que tus amigos no se pongan de cabeza en tu salón cuando la deje. Oh, y por cierto, mi
nombre es…
Mi cerebro finalmente procesa el resto de lo que dijo Gabby. A los bebés
les gusta la piel con piel.
Me quito la camiseta. Para mi decepción, no me mira cuando lo hago.
Tiro unas cuantas almohadas contra el cabecero antes de tumbarme.
Gabby se acerca a mi lado de la cama y, por alguna razón, su imagen
desaliñada y mirando hacia abajo me hace sentir calor en la ingle.
Me paso el edredón por las caderas para no asustarla. Está claro que ya
104
no está interesada en mí.
Buen trabajo, idiota. Estás consiguiendo exactamente lo que querías. Una parte
de mí quiere darle un puñetazo en la cara a mi yo de primer año por ser tan
idiota.
Pienso en nuestra conversación anterior, cuando mencionó que seguía
nuestro calendario de partidos, y me doy cuenta de que probablemente lo sigue
porque Ben juega.
Mi rollito se desinfla al instante cuando pone a Poppy en mis brazos.
Sí, es incómodo.
Tener una niña definitivamente va a reducir mi vida sexual. No es que
haya tenido mucha últimamente. Me siento aliviado de haber cortado los lazos
con Miranda cuando lo hice. La mierda con ella había ido cuesta abajo todo el
semestre.
¿Qué haría Mira en esta situación? ¿Tendría la paciencia y la comprensión de
Gabby?
Casi me río. Probablemente no.
Miranda sigue reventando mi teléfono, pero al menos hace tiempo que
no aparece, lo cual es un alivio.
Levanto la mirada y encuentro a Gabby mirándome suavemente. Esta
chica ha sido tan paciente conmigo.
Me avergüenza pensar que ha sido una muy buena amiga mía a pesar de
que he sido un imbécil. Aunque lo haga por amor a Poppy, no conozco a mucha
gente que corra en pijama en mitad de la noche para ayudar así. ¿Para festejar?
¿Para beber o drogarse? ¿Para tener sexo? Sí, sí y sí. Para ayudar con una niña,
nunca en tu vida.
—¿Cómo eres tan buena con los bebés? —susurro sobre la cabeza de
Poppy—. ¿Cómo sabes qué hacer?
Juguetea con las puntas de su pelo. —He tenido mucha práctica. Mi tía
tuvo dos hijos mientras yo vivía con ella, y se agotaba fácilmente. —Se encoge
de hombros—. Es que odio ver a los pequeños angustiados.
Gabby va a ser una madre increíble algún día.
Casi abro la boca para decirlo, pero señala la puerta. —Será mejor que
me vaya. ¿Vas a estar bien?
—Me da miedo responder a esa pregunta.
Nos sonreímos el uno al otro. Sus ojos color avellana son tan claros que 105
casi son dorados. Son hipnotizantes.
Se aclara la garganta. —¿Dónde está tu teléfono? Puedes llamar o enviar
un mensaje si vuelves a tener problemas.
Señalo mi escritorio, tan agradecido de tener a esta mujer en mi esquina.
—Eres una salvadora. Gracias.
Pero cuando se vuelve hacia mí, su sonrisa ha desaparecido. Deja caer el
teléfono en mi mano y se va tan rápido que me pregunto si he dicho algo malo.
Frunciendo el ceño, miro el móvil. La pantalla se ilumina con un millón
de mensajes. No es extraño para un viernes por la noche antes de un gran
partido, pero el primero es de Miranda. Y dice: Te echo de menos, cariño. Vamos a
follar más tarde. Sé que quieres.
Maldita sea. Eso no es lo que quiero que vea Gabby.
Pero…
Hago una pausa.
Me hace preguntarme.
Si la molestó, entonces tal vez sí le importe. Tal vez está interesada
después de todo.
Y eso no sería algo malo.

106
Traducido por Miry
Corregido por AnnyR’

Sienna gime de placer mientras muerde su segunda empanada. —Estas


son tan malditamente buenas, niña.
—Gracias. —Aunque no horneo tanto para Rise ’N Grind porque he
estado muy ocupada, aún trato de preparar algunos aperitivos en casa cuando
tengo la oportunidad.
Me acabo de enterar de que Fanny quiere pagarme una licencia por mis
107
recetas, ya que mucha gente aún sigue pidiendo mi pan dulce. De esa manera,
también puede ofrecerlos en su nueva panadería de Austin.
Una vez que he llenado a Sienna y Ramona con productos horneados, les
muestro los formularios.
Sienna firma el acuerdo de confidencialidad con un bufido y se cruza de
brazos. —¿Significa esto que ahora nos dirás qué pasa? Te juro que parece que
vives con el FBI.
Mira a Ramona, que luce su típica expresión de aburrimiento a pesar de
que también suspiró.
—No pude decir nada antes. —Saco a Poppy de su asiento de seguridad,
la acuno en mis brazos y le ofrezco un biberón—. Pero ella es hija de Rider, y
estoy ayudando un poco.
—¿Qué? ¿Cómo?
—¿En serio? —Levanto una ceja—. ¿Necesitamos una explicación de
pájaros y abejas? ¿Creí que dijiste que pasaste el último fin de semana follando
a un jugador de fútbol?
Resopla. —Me sorprendería que pueda correr por el campo hoy después
de todo ese sexo. Pero en serio. ¿Cuándo sucedió esto?
Les doy a mis compañeras de piso la versión abreviada, lo que significa
que me salto la parte sobre no saber quién era el padre inicialmente y las
pruebas de paternidad y no saber quién es la madre. Solo que ella no está en la
foto y él necesita ayuda.
Los ojos de Sienna se entrecierran. —Pensé que odiabas a Rider.
—Odio es una palabra tan fuerte. —Dios, sueno como un fraude—. Yo
diría que no siempre estamos de acuerdo.
Después de un largo momento de silencio, se ríe. —Debe estar pagándote
una fortuna por tenerte de niñera.
Me estremezco, pero enseguida controlo mi rostro.
Desafortunadamente, Sienna se da cuenta. —¿Entonces no te paga una
fortuna? —pregunta lentamente.
—Me paga… algo. —Lo que puede. Debo admitir que el hecho de que
insistiera me sorprendió—. Pero describiría esto como un favor para… —¿Un
amigo? ¿Un chico del que solía estar muy enamorada? ¿Una de las fantasías
favoritas pero vergonzosas de los viernes por la noche?—. Un vecino.
—Eh.

108
Me giro hacia Ramona para evaluar su reacción, pero no espero las
palabras que salen de su boca.
—Escucha, me voy a vivir con mi novio.
La miro como si le hubiera salido un par de extremidades extra.
—¿Tienes novio? ¿Desde cuándo?
—Desde el año pasado.
Oh, Dios mío. ¿Cómo es que no sabía esto?
—¿Por… por qué no lo traes nunca?
—Odia a la gente más que yo. —Se encoge de hombros y se pone de
pie—. Así que tienes dos semanas para encontrar otra compañera de cuarto.
¿Qué demonios? —¿Qué pasa con el contrato de arrendamiento? Estás en
él.
—No, no lo estoy.
—Sí, lo estas.
—No, estoy en nuestros contratos de arrendamiento de segundo y tercer
año, pero tuve que salir de la ciudad el fin de semana que lo renovaste en mayo
pasado, y ninguna de las dos le dio seguimiento.
¿Cómo es eso posible?
Tuviste ese episodio de hipoglucemia, te desmayaste y aterrizaste en la sala de
emergencias. Así es como pasó.
Necesitando un minuto, me siento en el borde del sofá antes de soltar a
Poppy.
Ramona comienza a dirigirse hacia su habitación y le digo que espere.
—Solo quiero ser sincera. Me siento un poco robada en este momento.
Pensé que éramos amigas. —Quizás no buenas amigas, pero Dios, está a punto
de abandonar nuestro contrato de arrendamiento. Independientemente de lo
que diga, sé que comprende que está mal.
—Necesito algo de espacio. —Su expresión permanece impasible a pesar
de que me encuentro absurdamente aplastada de que me abandone—. Tiendes
a micro gestionar todo.
Abro la boca, pero solo sale un chillido. Maldición. —Yo no micro
gestiono. Cumplo con lo que decidimos.
—Lo que sea. Dos semanas deberían ser tiempo suficiente para encontrar
a alguien nuevo. —Y con eso, desaparece en su habitación.
Sienna se acerca sigilosamente. —Guau, eso fue bastante perverso de su
parte. —Cuando ve mi cara, jadea—. Au, no llores.
—No lloro. —Excepto, maldita sea, sí lloro, y eso me enoja más. 109
Coloca su brazo sobre mis hombros y me da un abrazo. Poppy se mueve
entre nosotras.
Me aparto antes de sofocar a la bebé y me limpio los ojos. —A veces me
cuesta mucho… cuando la… la gente se va. —Al menos eso es lo que me dijo
una vez un terapeuta escolar—. Ansiedad por separación o alguna mierda. —
Supongo que es por eso que el que Rider cortara lazos conmigo en ese entonces
me dolió tanto.
En el fondo, sé que no es razonable llorar por esto. Ramona y yo nunca
fuimos cercanas. No es como si pasáramos el rato juntas. Pero para una chica
que no tiene muchos amigos o familiares, fue alguien constante en mi vida
desde el comienzo del segundo año.
Unas horas más tarde, esa ansiedad me hace levantar el teléfono para
llamar a mi tía, lo que probablemente agravará la herida. Excepto que necesito
algo. Alguien familiar para castigarme. Una voz familiar. Alguien que pudiera
amarme. Incluso un poco.
Después de acostar a Poppy para que duerma la siesta, me acurruco en
mi cama y marco.
Excepto que no responde. Nunca lo hace.
Traducido por JaviFran
Corregido por Pame .R.

No es una buena victoria, pero considerando que apenas dormí anoche,


aceptaré lo que pueda.
Para cuando he respondido a todas las preguntas de la prensa, estoy listo
para desmayarme. Tengo suerte de que nadie se haya enterado aún de Poppy
porque no estoy seguro de cómo afrontar eso. Supongo que necesito hablar con
Sully. El entrenador necesita saberlo. Sin embargo, no estoy preparado para 110
tener esa conversación hoy.
En el vestuario, los muchachos están excitados a pesar de que ganamos
por poco. Cal Winston, nuestro receptor abierto, se pavonea desnudo mientras
se burla del otro equipo como si pudieran escucharlo a través de las paredes de
concreto.
Bajo la voz para que solo él me escuche. —Amigo, nos patearon el culo
en la primera mitad. Ten un poco de respeto.
Claro, ganar importa muchísimo, pero la deportividad también. Winston
podría atribuirlo a charla en el vestuario, pero de vez en cuando, esta mierda se
filtra y lleva a alguien al banquillo. Y lo único peor que un mal perdedor es un
ganador arrogante.
Pone los ojos en blanco. —¿Me viste esta noche? Dos touchdowns. Ese
chico malo en la zona de anotación fue con una sola mano. Estoy bastante
seguro de que me verás en los momentos destacados de SportsCenter.
Que Dios me ayude.
Por supuesto que lo vi. Yo soy el que lanzó esos touchdowns.
Tank no quería que Winston viviera con nosotros y me alegro de haberlo
escuchado. Ben puede ser distante, pero no es un idiota como el chico.
Le doy una toalla para que se cubra los trastos y le doy una palmadita en
la espalda. —Pateaste traseros. Ahora baja un poco los humos antes de que se te
enganche la cabeza en la puerta.
Se ríe y se aleja gritando: —¡Es hora de tener un poco de acción, mis
zorritas!!
Niego con la cabeza y me dirijo a las duchas.
Todos se dirigen a relajarse y a echar un polvo. A pesar de lo reñido del
partido, entiendo su euforia. Estar invicto a estas alturas de la temporada es
algo que hay que celebrar, pero tendré suerte si no me caigo de bruces por el
cansancio y me ahogo en un charco de babas.
Solo quiero una bolsa de hielo para el hombro, tres ibuprofenos, mi cama
y silencio durante las próximas ocho o diez horas.
Estoy en mi Jeep, a medio camino de casa, cuando me doy cuenta de que
todavía tengo que recoger a Poppy.
Mierda. Golpeo el volante con el puño.
La culpa me invade instantáneamente por estar resentido con mi hija. No
quiero ser así.

111
Otra capa de vergüenza se apodera de mí cuando me doy cuenta de que
no tengo ni idea de dónde está en este momento. Le dejé a Gabby los detalles de
quién la cuidaría hoy, y aunque confío en ella, ser un padre ausente suena tan
malo como ser negligente.
Componte, hombre.
Me detengo junto a la acera y enciendo mi teléfono, que siempre apago
antes de un partido. Aunque ahora con Poppy en mi vida, probablemente ya no
debería hacer eso.
Me toma un minuto hallar la carpeta en línea con el horario actualizado
de niñeras que Gabby me hizo. Cuando se abre, toda la próxima semana está
completa con nombres y números de teléfono. En una pestaña separada, hallo
los nombres listados alfabéticamente con las direcciones de las personas, notas
sobre su experiencia como niñera y quién todavía necesita firmar acuerdos de
confidencialidad. Es básicamente todo desde la carpeta, pero ahora la gente está
programada y todo está en la punta de mis dedos. Cristo. Algún día tendré que
comprarle a esta mujer una casa o un coche de lujo para agradecerle.
Luego de una llamada a Bree, quien se supone que debe estar cuidando a
la bebé, descubrí que terminó quedándose con Gabby todo el día porque Bree
contrajo un virus estomacal y no quería contagiarlo. Ella se disculpa por no
actualizar el formulario.
Miro el reloj en mi tablero, Gabby la ha estado cuidando desde las ocho
de esta mañana. Entonces... doce horas. Maldita sea. Debe estar tan agotada
como yo.
Decidiendo que necesito invitar a esta chica a algo especial para darle las
gracias, doy una vuelta en U para poder recogernos una pizza. Lo mínimo que
puedo hacer es alimentarla.
Llamo para no tener que esperar mucho. Ordeno su favorita. O al menos
la que solía ser su favorita.
Frunzo el ceño al darme cuenta de que ya no conozco a Gabby. Quiero
decir, sé lo básico. Es muy lista y concentrada. Motivada. Todavía arruga la
nariz cuando está confundida. Todavía huele dulce, a azahar y mujer hermosa.
Cuando se pone a trabajar con una hoja de cálculo y un portapapeles, es muy
sexy.
Pero esa es la superficie. ¿Qué ha estado pasando en su vida desde que
fue mi tutora?
Me gustaría pasar tiempo con ella y averiguarlo. Si me deja.
Me acerco a mi casa y maldigo. No hay ningún lugar para estacionar
porque los muchachos invitaron a “algunos amigos”. Excepto que los autos se
encuentran estacionados a ambos lados de la calle a lo largo de toda la cuadra.
A regañadientes, estaciono detrás del coche de Gabby en la entrada.
112
Cuando llego a su puerta, me limpio las palmas de mis manos en los jeans antes
de llamar.
La puerta se abre y Gabby me hace callar antes de que pueda abrir la
boca.
—Por fin se durmió, y no quiero ir a la cárcel por estrangularte si la
despiertas.
Me río a la vez que me hace pasar a su sala de estar. Es pequeña pero
ordenada. Un sofá con estampado de rosas se encuentra frente a una pantalla
plana de tamaño modesto. El viejo piso de madera reluce y no hay ni una miga
en la mesa de café.
—Debes estar realmente asqueada por la falta de higiene en mi casa.
—No quería decir nada, pero me estremezco cada vez que escucho que
los chicos dejaron a Poppy jugar en el piso de allí.
Asiento lentamente. —Eso nos haría dos. ¿Quizás podrías prestarme un
trapeador? Tengo la sensación de que lo necesitaré después de la fiesta de esta
noche.
Su nariz se arruga. —¿Planeas llevarla a tu casa esta noche? Hay bastante
ruido allí.
Solo más mierda que no he considerado.
Cierro los ojos y dejo caer la cabeza hacia adelante. —¿Sinceramente? No
lo había planeado tanto. Si lo hubiera hecho, les habría pedido a los chicos que
festejaran en otro lugar. Dios, me siento estúpido.
Después de un incómodo silencio, me da una palmada en el brazo. —Un
bebé es mucho con lo que lidiar. Estás... estás haciendo tu mejor esfuerzo.
Le doy una sonrisa cansada. —Gracias. Lo estoy intentando.
—Oye, mira el lado bueno. Ganaste tu partido.
Mis labios se inclinan más hacia arriba. —Sí. —Mis ojos hacen un rápido
barrido por su cuerpo: camiseta ajustada, pantalones deportivos, calcetines
esponjosos. Lleva el pelo recogido en una coleta alta. No debería verse tan sexy
cuando está en ropa de entrecasa, pero lo hace. Sus tetas se tensan en la fina
tela. Con esta luz, casi puedo ver sus pezones—. ¿Viste mi partido?
Aparta la mirada. Mordisquea su labio. Se encoge de hombros. —Podría
haber visto algo.
—Mmm.
El hecho de que una brisa fuerte pueda excitarme en este momento me

113
recuerda cuánto tiempo ha pasado desde que me acosté con alguien.
Mirando a mi alrededor, busco a Poppy antes de hacer algo estúpido
como coquetear con la única persona que me está salvando el culo en este
momento.
—La puse en mi habitación. —Inclina la cabeza hacia el frente de la casa
donde abre una puerta. Dejo la pizza en la mesa de café y la sigo.
Un rayo de luz cae sobre mi hija, que está acurrucada como un burrito en
su practicuna.
—¿Cómo la haces dormir en esa cosa? —susurro. Tengo suerte de poder
lanzar hoy después de acunarla en mi cuerpo toda la noche.
Salimos a hurtadillas a la sala de estar. —Hoy la abracé mucho o la
acunaba contra mi pecho cuando estaba haciendo la tarea, que es seguramente
lo que terminaste haciendo anoche, ¿verdad?
—Esa chica estaba pegada a mí.
—Ya que ambos la tranquilizamos, creo que se siente menos insegura.
Así que... buen trabajo.
Me da una suave sonrisa, y tengo el impulso más fuerte de besarla.
Dejo escapar un suspiro, desesperado por ponerme en un estado de
ánimo firmemente platónico. —¿Tienes hambre? Traje tu favorita.
Está callada por un minuto. —¿Te acuerdas de mi pizza favorita?
—No suenes tan sorprendida. Compartimos algunas de estas en el
pasado. —Levanto la parte superior de la caja de pizza—. Pepperoni, aceitunas
negras y champiñones.
—Pensé que no te gustaban los champiñones. —Mira la comida y luego
se vuelve hacia mí.
—Alguien me convenció de que eran buenos con la pizza. —No menciono
que también se convirtió en uno de mis favoritos.
—No sabía que tenía el poder de afectar tu visión del mundo. —Se ríe y
agarra unos platos de papel antes de arrojar rebanadas en ambos y entregarme
el mío. Regresa trotando a la cocina para tomar un par de refrescos y se sienta
en el sofá donde me uno a ella.
En la televisión, se está emitiendo un programa de National Geographic.
—Todavía te encanta ponerte nerd, ¿eh?
Se sube las gafas y vuelve a sonreír. —Algunas cosas nunca cambian.
—¿Dónde están tus compañeras de piso? Tienes dos, ¿verdad?
Su sonrisa desaparece. —Una salió y la otra... —Se encoge de hombros de
nuevo.
—Bree me dijo que están disfrutando de su clase de literatura británica.
114
Sus ojos se iluminan. —Es muy buena. Leímos Una habitación con vistas la
semana pasada y vi la película, ambos me encantan. —Deja escapar un suspiro
de satisfacción.
Por alguna razón, se siente como si por fin estuviera bajando la guardia.
Estar con ella así hace que todo mi cuerpo se caliente, como si estuviera al lado
del sol. Es la maldita cosa más extraña que he experimentado. Estaba exhausto
cuando llegué aquí, pero estar cerca de ella me da una explosión de energía.
Trago saliva, recordando lo unidos que éramos en ese entonces. —Estoy
bastante seguro de que eres la única razón por la que aprobé composición de
primer año.
Cuando sus ojos se encuentran con los míos, sé que no es lo correcto por
alguna razón.
—No demos un paseo por el carril de la memoria, ¿vale? No es divertido
para mí. —Deja su comida—. Mira, te ayudaré con Poppy tanto como pueda,
pero no creo que pueda hacer esto.
Esto. En otras palabras, lo que sea que estemos haciendo ahora mismo.
Demonios, ni siquiera sé lo que estoy haciendo en este momento, excepto
que no puedo soportar la idea de no ser más amigo de esta mujer.
Comienza a levantarse.
—Gabby, espera. Por favor.
Cuando se vuelve hacia mí, tiene cautela escrita en todo su rostro. Odio
haber puesto esa reserva allí.
Es hora de hacer las cosas bien.
De hecho, hace tiempo que debí haberlo hecho.

115
Traducido por Auris
Corregido por Pame .R.

Las palabras me salen a trompicones. —Siento haber sido un idiota. De


verdad, desde el fondo de mi corazón, por favor debes saber que, si pudiera
volver atrás y hacer las cosas de manera diferente, lo haría. Estaba abrumado
por el fútbol, la escuela y mis padres.
—Creí que habías dicho que tu madre ya no estaba en tu vida. Pero... —
Hace una pausa—. Recuerdo que dijiste que ellos peleaban mucho y que te 116
sentías atrapado en el medio.
El hecho de que recuerde mi mierda familiar de hace tres años me
retuerce algo en el estómago. Es la única persona con la que he compartido algo
de eso además del entrenador. Tank sabe algo de eso por escuchar algunas
llamadas telefónicas, pero no soy fanático de ventilar los trapos sucios de mi
familia.
Me froto los muslos con las manos, odiando permitir que esa noche me
desmorone. Nadie conoce esta historia, pero necesito que entienda lo que pasó.
—No estoy seguro de si lo recuerdas, pero fui a casa ese fin de semana. —Ese
fin de semana cuando todo se jodió. Yo. Mi familia. Mi relación con Gabby. Lo
único que no implosionó fue el fútbol porque vertí hasta la última gota de lo
que quedaba de mí en el deporte—. Mis padres siempre fueron bastante
volátiles, pero esa noche toda la mierda explotó y mi madre dejó a mi padre por
otro hombre. —Me miro las manos—. Escuché la discusión, la vi hacer las
maletas y marcharse con ese tipo. No la he visto desde entonces.
No dice nada, pero tiene los ojos muy abiertos y compasivos, así que
continúo: —Mi padre siempre ha estado desesperadamente enamorado de mi
madre. Adoraba el suelo por el que caminaba, por lo que decir que quedó
devastado es decir poco. Me desperté a la mañana siguiente y lo encontré casi
ahogándose en vómito después de emborracharse la noche anterior.
—Oh, Rider. Lo siento mucho. —Me agarra de la mano y entrelazo mis
dedos con los suyos. Es automático. No considero lo íntimo que es esto. Solo
que la necesito ahora mismo, y ella no duda en dejarme.
—Es extraño finalmente hablar de eso, pero el fútbol siempre fue lo que
me ayudó a superar los problemas cuando estaba creciendo. Mi padre ha sido
un alcohólico activo la mayor parte de mi vida, pero cuando era pequeño, casi
mata a alguien por conducir borracho a casa.
No sé por qué estoy descargando tanto equipaje familiar, pero parece
que no puedo detenerme. Los conmovedores ojos color avellana de Gabby
parecen desbloquear partes de mi vida en las que trato de no pensar nunca.
—Mi padre se libró por algunos tecnicismos. Pasó un poco de tiempo en
la cárcel, pero no lo suficiente. Sentía que todo el pueblo me lo echaba en cara,
así que me dejé la piel para ser lo contrario de Hank Kingston. Él odiaba los
deportes, así que me dediqué a todo lo que pude y fui titular en tres deportes,
aunque eso significara tener el equipamiento más horrible porque no tenía
dinero. Él no podía mantener un trabajo, así que mi misión fue cuidarnos a los
dos financieramente. Algunos días apenas puede levantarse de la cama y atarse
los malditos zapatos. Yo no me he perdido un entrenamiento en dos años, no
desde que me enfermé de gripe en segundo año.
117
Después de un minuto, pregunta suavemente: —¿Por qué me cuentas
todo esto?
Me vuelvo hacia ella. —Cuando dije que lo que pasó en el primer año no
se trataba de ti, lo dije en serio. Como que caí en una espiral descendente. Sí, el
fútbol iba muy bien, pero eso fue porque simplemente me cerré y excluí todo lo
que no era parte del juego. Y lamento mucho decir que fuiste parte de eso. —Me
aclaro la garganta, odiando lo que estoy a punto de admitir. No puedo creer
que estemos hablando de esto después de tanto tiempo, pero tengo que sacarlo
a la luz—. Yo simplemente… Me asusté. Me asustaste.
No estoy seguro de cuál espero que sea su reacción, pero se ríe con
suavidad. —¿En serio? ¿Cómo te asusté? ¿Agité demasiados lápices número
dos en tu cara?
Me río y aprieto su mano. —Me gustabas mucho. —Mi risa se calma—.
Realmente me gustabas, pero después de ver por lo que pasó mi padre, yo...
pensé que íbamos demasiado en serio.
—¿Cómo es que íbamos tan en serio? No me malinterpretes. Me pareció
serio, pero todo es relativo, ¿verdad? No iba a muchas citas mientras que tú sí.
Entonces, ¿cómo es que te volviste raro cuando tú y yo nunca... llegamos a ser
tan íntimos?
Mis labios se levantan. —No por falta de fantasías de mi parte.
Se le ruborizan las mejillas y se muerde el labio inferior. —¿Fantaseabas
conmigo?
—Definitivamente.
La mirada juguetona de su rostro desaparece y desenreda nuestras
manos. —¿Te refieres a cuando te acostabas con otras chicas?
Me estremezco. —Admito que fui un perro para ignorarte así, pero me
gusta pensar que he madurado desde entonces.
Su ceja se levanta. —¿Intentas decirme que ya no eres un mujeriego?
Porque he escuchado muchas historias sobre lo que sucede en tu casa, quiera o
no, y ninguna es elogiosa. Deberías haber visto la mierda con la que me
encontré la noche de Halloween en tu sala de estar.
Puedo adivinar de qué se trata. —¿Y sabes dónde me encontraba en ese
momento? ¿Lo que hacía?
Arruga la nariz. —Por favor, no me digas…
—Llevaba auriculares con cancelación de ruido, dormía en mi cama.
Solo. —Quiero decirle que no he tenido mucho sexo este semestre, pero eso 118
suena grosero, incluso en mi cabeza.
Inclinándose hacia atrás, cruza los brazos sobre el pecho y pone los ojos
en blanco. —¿Y esa chica Miranda? Vi el mensaje de texto que te envió anoche.
Apareció en tu pantalla cuando te entregué tu teléfono. No me digas que no son
amigos sexuales o lo que sea.
Casi sonrío porque, diablos, ¿está celosa?
Algo me dice que la única forma de convencerla de que no soy el jugador
que cree que soy es sinceridad brutal. —Éramos algo así. Pero ya no. Traté de
terminarlo hace unas semanas, pero no capta la indirecta. Y para que conste, he
sido muy directo en mis conversaciones con ella, al decirle lo que quiero.
Sus ojos se encuentran con los míos. —¿Qué es exactamente lo que
quieres, Rider?
Mi garganta se siente apretada. Respiro. Por alguna razón loca, siento
que estoy tratando de lanzar una anotación. —Solo… necesito que volvamos a
ser amigos. Te extraño, Gabby, y lamento cómo te traté. Y todo con Poppy, me
recuerda lo increíble que eres. —Me encojo de hombros—. Extraño nuestra
amistad. ¿Tú no?
Mi corazón se siente como si fuera a salirse de mi pecho con esa
confesión.
—¿Y eso es todo lo que quieres? —pregunta con cautela—. ¿Amistad?
Sí. No. Joder, no lo sé.
—Eso es todo para lo que tengo tiempo ahora.
¿Extraño nuestra amistad? Absolutamente. ¿Quiero follármela hasta que
ya no pueda caminar? Definitivamente. ¿Puedo manejar algo más allá del sexo
ahora mismo mientras hago malabarismos con todas las demás cosas de mi
vida? Probablemente no. Así que, sí, supongo que será mejor que mantenga mis
malditas manos quietas.
—¿Y no vas a volver a ignorarme? —pregunta. La vulnerabilidad en su
voz me mata, y tomo su mano de nuevo—. Porque apestó abrirme a ti sobre
estar en hogares de crianza solo para que desaparecieras.
Cierro los ojos. Cristo. No es de extrañar que piense que soy un idiota.
—Prometo que no volveré a desaparecer. Estás oficialmente atrapada
conmigo ahora.
Intenta no sonreír, pero sus labios se inclinan renuentemente.
Pongo mi mejor cara de cachorro. —¿Eso significa que estoy perdonado
por ser un gran imbécil? 119
Me estudia por un momento y me pregunto qué verá. ¿Ve la gentuza del
parque de casas rodantes? ¿El hijo de un alcohólico? ¿Un atleta cabeza hueca?
¿Un tipo que apenas se mantiene entero algunos días?
Pero sus ojos se vuelven juguetones. —Siento que debo hacerte trabajar
para ello.
El alivio que me inunda es abrumador. —Estoy dispuesto a dedicarle
horas.
Nos miramos el uno al otro mientras nos reímos, y aunque hoy gané mi
partido, esto de alguna manera se siente mejor.
Traducido por AnnyR’
Corregido por Pame .R.

Mis ojos se abren contra el sol de la mañana y me encuentro cara a cara


con hermosos y grandes ojos verdes.
—Oye, nena.
Poppy me sonríe, me arrulla y me levanta los brazos para que la levante
del corralito.
120
Después de un rápido cambio de pañal, la coloco sobre mi cadera y nos
dirigimos a la sala de estar, donde encuentro a Ramona y Sienna mirando a
Rider, que está durmiendo profundamente en el sofá.
Ramona me dispara dagas, pero me encojo de hombros. —¿Qué? Te estás
mudando.
Hace veinticuatro horas, nunca habría considerado dejar que un invitado
se quedara en nuestro sofá sin consultarlo con ella, pero entonces me atacó con
un incumplimiento de contrato.
Bueno. Quizás no sea un incumplimiento de contrato. Más como un
incumplimiento de amistad.
Cualquiera que sea el caso, todavía me duele a la mañana siguiente, y no
estoy de humor para lidiar con su actitud.
Mi atención se desplaza hacia Sienna. —Ya sé que no te importa.
—¡Oh, Dios mío, por supuesto que no! —susurra-chilla.
—No se dio cuenta de que sus compañeros de cuarto estaban dando una
fiesta, y obviamente no podía llevar a Poppy allí hasta que… —Mi voz se
apaga, así que no digo lo que estoy pensando. Hasta que terminen de fornicar en
su sala de estar.
Casi me río. Esa voz en mi cabeza suena como June Miller, la madre
adoptiva que me hizo rezar un rosario todas las noches antes de acostarme. Eso
no habría sido gran cosa si no me hubiera hecho arrodillarme en su piso de
concreto para hacerlo.
—Señoritas. —La voz masculina de Rider hace que las tres nos volvamos
hacia él. Estira los brazos sobre su cabeza, un profundo gemido retumba en su
pecho. Es un sonido sexual que hace que mis pezones se den cuenta, al igual
que los abdominales que se muestran cuando se levanta su camiseta.
El calor me quema la cara, y me doy la vuelta antes de hacer algo loco
como lamer esos tentadores músculos que se hunden en sus vaqueros.
Ya me siento vulnerable con él. Especialmente después de nuestra charla
de anoche. Verlo así, a primera hora de la mañana con esa mirada somnolienta
en sus ojos, me da ganas de meterme en su regazo y hacer cosas malas.
Poppy se ríe y aplaude.
Estoy sosteniendo a su bebé. Claro.
—¿Quieres ver a tu papá? ¿Eh? —La beso en la frente y me inclino sobre
Rider, que se sienta para alzar a su hija.
—Oye, pastelito. —La salpica de besos y ella se ríe—. Tengo que decirles
que tener un hijo es tan jodi… locamente surrealista. —Mientras la acurruca
contra su pecho, su rostro se vuelve hacia mí—. ¿Cómo durmió?
121
—Genial. Solo se despertó dos veces. Le di un biberón, le di unas
palmaditas en el trasero y volvió a dormirse.
—Lo siento. Podrías haberme despertado para hacer eso.
Nunca se me pasó por la cabeza. Yo ya estaba ahí. —Probablemente
deberíamos trabajar en sacar la leche de las alimentaciones nocturnas, pero la
primera semana en un nuevo hogar podría no ser el mejor momento. Quizás
una vez que se haya instalado, tendrás que resolverlo. Pero probablemente
también querrás incorporar algunos purés a su rutina. Eso le llenará la barriga
para que necesite menos por la noche.
—¿Purés? Es decir, ¿comida triturada? —me pregunta. Casi me río de lo
confundido que se ve, pero asiento—. Yo… sí. Eso suena bien.
Ramona vuelve pisoteando a su habitación y cierra la puerta, lo que hace
reír a Sienna.
Rider frunce el ceño. —Espero no causarte ningún problema al quedarme
aquí.
Sienna interviene para asegurarle que no. —La gruñona se va a mudar
pronto de todos modos, así que no es gran cosa. —Se vuelve hacia mí—. Y no
microgestionas en absoluto.
Miro mi techo, deseando que no lo hubiera mencionado en este momento.
—Gabby es la mujer más increíble que he conocido —dice Rider—. Ella
puede microgestionarme en cualquier momento.
Mis ojos se fijan en los suyos y me guiña un ojo.
—Yo… yo… ¿Quién quiere desayunar? —Bajo la vista y me doy cuenta
de que solo estoy usando una camiseta sin mangas endeble y pantalones cortos
de dormir. Cierro mi fina bata y la ato antes de lanzarme a la cocina. Grito—:
Sienna, este es Rider. Rider, mi compañera de cuarto Sienna.
—¡Soy una gran admiradora!
Me desconecto del resto de su conversación mientras preparo un biberón
para Poppy y tomo una taza de café para poder pensar con claridad. Cuando
vuelvo a la sala de estar, Sienna sigue hablando. —Pero qué lástima por esa
intercepción. Al menos ganaron.
—Dios mío, Sienna. Qué manera de dar la bienvenida a un chico. —Le
entrego el biberón—. Estaba a punto de ser capturado y perder, ¿cuánto, seis
yardas? Al menos esa es la pérdida promedio en capturas. —Me encojo de
hombros—. En el lado positivo, recuperaron el balón unas cuantas posesiones
más tarde y terminó en un touchdown. Todo salió bien.
Miro de un lado a otro entre ellos. Sienna parece confundida, ¿y Rider?
Tiene una sonrisa enorme.
122
Pongo los ojos en blanco. —Bien. Vi tu partido. ¿Estás feliz?
—Más de lo que puedes imaginar.
—Fue por el bien de Poppy. Supuse que le gustaría ver jugar a su padre.
—Ajá.
—Entonces, ¿no odias el fútbol? —pregunta Sienna.
—Sí, cuéntanos, Gabby. —Rider me sonríe.
Pongo los ojos en blanco. —Odio a los jugadores de fútbol arrogantes.
Simplemente me mira como si pudiera ver a través de mi túnica endeble.
Se me pone la piel de gallina en los brazos.
Sienna retrocede y agita la mano. —La tensión sexual entre ustedes dos
es como, guau.
—No hay tensión sexual. —Tomo un sorbo de mi café—. Porque solo
somos amigos. ¿Verdad, Rider? Tú mismo lo dijiste.
Tose. Asiente lentamente. —Por supuesto. Solo amigos.
Poppy, que está acunada en sus brazos, bebiendo su biberón, se acerca y
le agarra la cara. Él le sonríe y Sienna suspira.
Te entiendo, niña.
—A Poppy le encanta mi barba.
Estoy bastante segura de que todas a las mujeres de todo el mundo le
encanta su barba, pero me lo guardo para mí. Su aspecto desaliñado matutino
lo vuelve casi irresistible.
—¿Ya le has dado un baño? —pregunto, necesitando una ducha fría para
mí.
Deja escapar un suspiro de cansancio. —No, y no tengo ni idea de cómo
hacerlo.
Me río. —Es tu día de suerte.

123
Traducido por Julie
Corregido por Pame .R.

¿Solo amigos?
¿En qué pensaba?
Una mirada a Gabby, y deseo no estar sosteniendo a mi hija.

124
Se me hace la boca agua. Y no porque me acabe de dar de comer un
buñuelo casero que se deshace literalmente en mi boca.
Me lamo el azúcar de canela de los labios mientras la veo moverse por la
cocina.
Gabby se sube las gafas por la nariz y me explica los utensilios de baño
que ha colocado junto al fregadero, que ha limpiado hace unos minutos. Tiene
el pelo recogido en un nudo desordenado en la parte superior de la cabeza y
lleva una camiseta con unos pantalones cortos, y juro que es lo más sexy que le
he visto nunca.
—Rider, ¿me estás escuchando?
—Sí, lo siento.
—Lo más importante es recordar que hay que tener todo lo esencial
preparado y al alcance de la mano antes de empezar. Porque no puedes apartar
tu atención de ella ni un segundo. —Me quita a Poppy de los brazos y la
desviste—. De hecho, nunca dejaría que nadie más la bañara. El ahogamiento es
la primera causa de muerte en niños menores de cuatro años.
Eso me produce un escalofrío.
—¿Qué? —Me mira fijamente de esa manera que me hace preguntarme si
puede ver dentro de mi cerebro.
—Tenemos una piscina y un jacuzzi. Ninguna de las dos tiene una valla
o algún tipo de barrera para niños.
Frunce el ceño. —No estará corriendo durante un tiempo, pero no está de
más tener una conversación con cualquiera que la esté cuidando en tu casa. ¿Tal
vez debas explicarles que no deben llevarla al patio trasero?
—Puedo hacerlo.
—También podríamos conseguir algunas puertas para bebés para que
puedas separar ciertas áreas solo para ella.
—Inteligente, sí. Es una buena idea.
Nos sonreímos el uno al otro, y me pregunto, no por primera vez, si tuve
una lesión en la cabeza el primer año que pasó desapercibida. ¿Por qué si no iba
a apartar a esta chica de mi vida? He pasado tiempo con muchas mujeres, pero
Gabby es la única que me ha hecho sentir así. Como si estar cerca de ella me
hiciera más. De alguna manera mejor. Más capaz.
Algo suena detrás de nosotros y nos giramos para hallar a su compañera
de piso, la que se parece a Merlina Addams, apilando cajas junto a la puerta
principal. En cuanto a las compañeras de piso, Sienna y Ramona no podrían ser
más opuestas si lo intentaran. Sienna se marchó hace un rato, dejándonos con la
chica que me mira con desprecio.
Le susurro a Gabby: —Siento que me odia.
125
Gabby baja la voz. —Te odia.
—¿Por qué?
Ramona nos mira mal y se va a su habitación.
—Los jugadores de fútbol le hacían bullying en el instituto, así que cree
que son unos imbéciles.
Eso apesta. Los matones son lo peor.
La próxima vez que sale, la llamo. —Oye, Ramona. Tengo un par de
entradas extra para nuestro próximo partido en casa. Si las quieres. Ya sabes,
para agradecerte que me dejes dormir en tu sofá.
Me mira durante diez segundos antes de decir: —Sí, puedes metértelas
por el culo —y desaparece por el pasillo.
—Qué duro —murmuro y me vuelvo hacia Gabby, que me sonríe con
simpatía.
—Has sido muy amable. —Sus ojos son suaves, y cuando enreda su dedo
meñique en el mío, siento que he hecho algo bien ahora mismo a pesar de la
paliza verbal de su compañera de piso.
Un cálido chorro de líquido golpea mi brazo, y nos giramos para ver a
Poppy reírse.
—Oh, Dios. —Gabby se ríe y cubre la entrepierna de mi hija con un
pañal—. Lo siento. Oye, no es una fiesta hasta que el bebé te hace pis encima.
Me río y agarro unas toallas de papel para secarme.
Después de mostrarme cómo comprobar la temperatura del agua con el
codo, Gabby sienta a la niña en el agua poco profunda. Mi hija chilla, ríe y
chapotea. Es un alivio ver que lo disfruta.
Esta mujer hace que esto parezca fácil, y un enorme nudo de tensión se
deshace en mi pecho al saber que está al otro lado de la calle si tengo una
emergencia. Porque seamos sinceros, no tengo ni idea de niños.
El hecho de que me sienta tan atraído por ella tendrá que pasar a un
segundo plano. Tengo cero margen de error aquí. Ella tiene razón. Poppy debe
tener prioridad sobre todo lo demás. Y eso significa comer, respirar y dormir
fútbol cuando no esté con mi hija para poder llegar al draft. Tengo que cerrar
este barco y concentrarme en llegar a la meta. Por mi bien y el de Poppy.
Para cuando terminamos de bañarla, hay agua por todas partes. En el
piso, en la encimera, en nuestra ropa. Ambos estamos empapados. En realidad,
la única seca ahora es la niña, que está vestida con un enterizo, tratando de
comerse el pie, mientras le secamos el pelo con una toalla. 126
Le doy un buen vistazo a Gabby con una camiseta mojada que sin dudas
pertenece a mi salón de la fama de las fantasías. Sus pechos redondos y firmes
con esos pezones rígidos casi me hipnotizan, y tengo que apartar la vista para
cambiar el creciente aprecio en mis vaqueros.
Afortunadamente, la necesidad de cuidar a una hija hace que se desinfle
al instante.
Estamos conversando cuando le pregunto: —¿Cómo van las clases
particulares? Ya no te veo en el mostrador de circulación. —Ahí es donde todos
los tutores esperan sus citas.
Sus labios sonrosados se tuercen. Abre la boca para hablar, pero la cierra
de nuevo cuando un rubor le sube por el cuello.
—¿Qué? ¿Ha pasado algo?
Suspira. —¿Recuerdas cuando me enfermé en mayo?
Me alegra que haya sacado el tema. Quería preguntarle cómo se sentía.
Me dio mucho miedo verla desmayarse. Un minuto estaba bien, ocupada en
ignorarme en tanto se dirigía a su coche. La vi tantear las llaves durante un
minuto, limpiarse la frente y, cuando parpadeé, estaba en el suelo. —Por
supuesto. ¿Está todo bien ahora?
Asintiendo, apoya a la bebé en su cadera. —Estoy bien, más o menos,
pero tuve que faltar al trabajo. Llamé cada día, como se supone que uno debe
hacer, pero la chica que recibió los mensajes nunca se los pasó a mi jefe, y me
despidieron.
—Dios, eso apesta. Porque eres una gran tutora. —No lo digo por decir.
Se preocupa de verdad por los alumnos con los que trabaja y les explica las
cosas para que las entiendan. Nunca sentí que me hablara con desprecio. Ni una
sola vez. Aunque era obvio que es una pequeña cerebrito y yo tengo algunas
carencias en esa área.
—Gracias. Te lo agradezco. —Sonríe tímidamente, y mis ojos bajan a su
boca que de repente me muero por besar. Cuando se aclara la garganta, un
rubor rosado sube por su cuello—. Creo que yo también te debo una disculpa.
Mis cejas se levantan. —¿Por qué?
Su cara se vuelve carmesí. —Por haberte dado un portazo el pasado mes
de mayo. Fue... fue muy amable de tu parte traerme flores. Ojalá hubiera sido
más amable.
Me río de esta hermosa mujer que me está haciendo difícil mantener la
distancia. —Me alegro de que estés bien. Si pudiste dar un portazo, es evidente

127
que te sentías mejor. Eso es lo único que me importaba. Ahora estás mejor,
¿verdad?
Asiente y nuestros ojos se quedan fijos. Por un momento me pregunto
cómo serían las cosas si hubiera superado mis problemas con ella a mi lado. Si
no hubiera huido. Ahora sería mía. Ese pensamiento me hace sentir cálido.
Suena el timbre y me sacude de mi estupor inducido por Gabby.
—¿Puedes sostenerla? —me entrega a Poppy.
Cierto. Tengo una hija. Eso significa que no puedo perder la concentración.
Hago rebotar a mi hija, me dirijo a la sala de estar y me recuerdo que hay
una razón por la que las cosas no funcionaron entre Gabby y yo en el pasado.
Estamos en lugares diferentes. Probablemente siempre estaremos en lugares
diferentes.
—¿Qué haces aquí? —La voz molesta de Gabby me hace levantar la vista.
El imbécil de Jason está rondando en la puerta. Tiene dos cafés en las
manos. Todo en mí se eriza. Sobre todo cuando le mira las tetas.
¿Está mal que espere que ella también le cierre la puerta en la cara?
—Quería compensarte por el fin de semana pasado. Todo se estropeó y
me siento mal. No respondiste a ninguno de mis mensajes y después me
bloqueaste. Solo quería hablar y explicarme.
Ella debe darse cuenta de que él le está mirando su camiseta mojada
porque se cruza de brazos. —Apenas nos conocemos, Jason, pero lo que sí sé es
que no somos realmente compatibles. —Sus palabras son directas, pero su voz
es amable, aunque ese idiota no merece su compasión.
—¿Cómo puedes decir eso?
—Si tuviéramos algo especial, no te habrías enrollado con otra chica diez
minutos después de dejarme.
Qué cabrón.
Empieza a cerrar la puerta, y él lanza su brazo para mantenerla abierta.
—¡Gabby, nena, no fue así!
No es tu nena, imbécil. Y si da un paso más hacia ella, voy a golpearlo.
—Jason, no me importa cómo fue. No me importa que hayas estado con
otra persona, y eso también es revelador. Ve a engancharte con quien quieras.
Adelante. Pero, por favor, exclúyeme de la escena.
—Pero nunca tuvimos la charla. Ya sabes, donde acordamos ser oficiales
y monógamos o lo que sea.
—¿En serio? Creo que cuando encuentras a alguien con quien realmente

128
quieres estar, no necesitas tener “la charla”. Si encuentras a la mujer adecuada,
te mataría enrollarte con cualquier otra. —Se encoge de hombros—. Tal vez
quiera a alguien que esté seguro de mí y no necesite esperar a ese tipo de
conversación para comprometerse conmigo. Porque en su corazón, sabe lo que
quiere y va por ello.
Dios, es hermosa. Me encanta el espíritu de esta mujer.
De repente, él me ve en el fondo.
—¿Qué carajo? ¿Ahora sales con Kingston? —Me mira—. No te ofendas,
amigo. Gran partido ayer, por cierto. Un segundo tiempo increíble.
Dios. Este tipo.
Gabby sacude la cabeza. —Con quién salgo no es de tu incumbencia,
pero él y yo somos vecinos.
Debe ver algo en mis ojos porque los suyos se estrechan. —¿Cómo
puedes estar con él y no conmigo? Probablemente se folló a una chica diferente
cada noche de la semana pasada.
Perdona, imbécil. Me follé la mano cada noche la semana pasada, muchas
gracias.
—La vida sexual de Rider no es de mi incumbencia, ni de la tuya.
¿Está mal que quiera que sea de su incumbencia?
—¿Tienes idea de lo que pasa en su casa? ¿Qué pasa en esas fiestas?
¿Sabías que llaman al baño del primer piso el “baño de las mamadas”? Nunca
te será fiel —sisea él.
—¿En serio, amigo? —Se le acaba de prohibir la entrada a las fiestas de
fútbol.
Hago rebotar a Poppy en mi regazo para no tener la tentación de cruzar
la habitación. Soy muchas cosas, pero no soy un tramposo. Después de que mi
madre le hiciera tantas putadas a mi padre, nunca sería capaz de mirarme al
espejo si alguna vez hiciera ese tipo de cosas.
—Rider es libre de acostarse con quien quiera, ya que no estamos
saliendo. Ahora, por favor, sal de mi porche.
Libre de acostarse con quien quiera.
Eso no me parece bien. La idea de acostarme con chicas al azar tiene cero
atractivo. No lo ha tenido por un tiempo, si soy sincero. Incluso mi situación
habitual de amiga sexual no me parece bien estos días.
Reflexiono sobre lo que ella ha dicho, sobre que no hace falta una
conversación para comprometerse con alguien, no si lo quieres lo suficiente.
Y empiezo a preguntarme si Gabby cumple ese criterio, lo quiera o no.
Excepto que no estoy en posición de perseguirla. No importa lo mucho 129
que la quiera.
Traducido por Alessandra Wilde
Corregido por Pame .R.

Llamo a la puerta y Sully me pide que entre.


—¿Quería verme, entrenador? —Amo al hombre como a un padre, pero
con relación paterna o no, nadie quiere que lo llamen a su oficina.
—Toma asiento.
Me dejo caer en una de las sillas de plástico frente a su escritorio. En este 130
punto de su carrera, podría conseguir sillas más bonitas para su oficina, pero es
tan de la vieja escuela que no me encuentro seguro de que alguna vez lo haya
considerado.
Sus ojos legañosos me estudian por un segundo, y hago un esfuerzo por
no retorcerme. —¿Cómo estás? El sábado fue duro, pero lograste una victoria.
¿Quieres hablar de ello?
A veces hace esto después de un juego emocional, tiene estas charlas de
corazón a corazón, pero generalmente en el vestuario. Debo estar realmente
emitiendo unas vibras jodidas para que haga esto ahora mismo. En los últimos
tres años, he tenido partidos difíciles, incluso pérdidas, que solo hicieron que
me diera una palmada en la espalda y un “aguanta, chico”.
Me paso la mano por mi cabello y lo aparto de mis ojos. —No pude
encontrar mi ritmo en la primera mitad. Sé que lo decepcioné.
—Disparates. Te recuperaste en el medio tiempo como lo hace cualquier
buen líder, te reagrupaste, reuniste a tus muchachos y obtuviste una victoria.
Me pregunto si quieres hablar sobre lo que pasa por tu cabeza. ¿Qué te ha
estado molestando toda la semana?
Asiento lentamente. Hay una razón por la que todos vemos a Sully como
una especie de gurú. Tiene esta forma de mirarte y señalar lo que está mal. Es
por eso que muchos de sus antiguos jugadores se mantienen en contacto con él.
Porque le importa, y juro que puede ver una mierda que otras personas no
pueden.
Tragando saliva, froto mis palmas a lo largo de mis muslos. Es hora de
enfrentar lo inevitable.
—Recibí algunas noticias la semana pasada que han estado jugando con
mi cabeza. —Y mi rutina previa al partido. Dormir. Tarea. Vida sexual. Vida
social. Todo eso.
Pero pienso en esa sonrisa desdentada que Poppy me dio esta mañana
antes de dejarla con Bree, y mi corazón se derrite un poco. Esa niña me envolvió
alrededor de su meñique más rápido que el lanzamiento de Cal Winston fuera
de la línea en el campo.
Durmió aferrándose a mí como si tuviera miedo de soltarse, lo cual es
mejor que llorar. Pero aun así. No puedo acostarla a la hora de dormir como lo
hace Gabby, y solo puedo pedirle ayuda a esa mujer cierta cantidad de veces al
día. Sé que este es mi problema y solo mío.
Su silla cruje cuando se inclina hacia atrás y coloca sus dedos sobre su
estómago. —Cuéntame sobre eso. Trabajemos en esto. Quiero que tengas la

131
mente despejada para nuestro partido como visitantes este fin de semana.
Mierda. Necesito que alguien la vigile mientras no estoy.
Da golpecitos con un dedo en su escritorio. —¿Esto es sobre una chica?
Nueve de cada diez veces, cuando tengo que llamar a uno de ustedes aquí, se
trata de una chica. —Se ríe.
De inmediato, me viene a la mente Gabby y casi estoy de acuerdo con él.
Excepto que no, me recuerdo a mí mismo.
Esperen. Supongo que tiene razón en cierto modo.
Joder, ya ni siquiera puedo pensar con claridad.
—Sí, se trata de una chica. —Hago una pausa. Respiro y trato de no dejar
que mis bolas se arrastren hacia arriba. Me preocupa decepcionarlo a él y al
equipo. No he hablado con mi propio padre en semanas; no me ha llamado
desde que casi vacié mi cuenta bancaria para pagar el alquiler y comprarle
alimentos. Pero Sully está aquí preocupándose por mí. Le debo la verdad—. Se
trata de mi hija.
Sus cejas se levantan. —¿Cómo dices?
—Tiene unos seis meses.
El silencio llena la habitación.
Mueve ese dedo de nuevo. —Supongo que por la expresión de tu rostro,
te acabas de enterar.
Asiento. El hombre siempre sabe cosas.
—Eso es... —Está callado por otro largo minuto. Maldita sea, dejé al
hombre sin palabras, lo cual es difícil de hacer. Me preparo para el sermón que
seguramente vendrá.
Se aclara la garganta. —Supongo que esto amerita mis felicitaciones. —Es
mi turno de sorprenderme—. Hijo, hay pocas cosas en la vida de un hombre tan
especiales como tener un hijo.
Y continúa dándome la charla de ánimo que no sabía que necesitaba.
Cuando me acompaña fuera veinte minutos después, me da una
palmada en el hombro. —¿Está la mamá del bebé cerca para ayudar? —Sus
labios se levantan a un lado—. Escuché que los jóvenes usan ese término.
—No, señor. No lo está, pero, eh, tengo una amiga que me ha estado
ayudando.
—Una amiga, ¿eh? —Sus pobladas cejas se arquean—. ¿Una chica?
Asiento lentamente.
Parece que quiere decir más, pero no lo hace. Extraño. El entrenador
nunca se detiene. 132
Pero conoce la situación de mi familia lo suficientemente bien como para
no preguntar si mis padres pueden echar una mano. Una bola de nieve tiene
más posibilidades en el infierno que mi padre manteniéndose sobrio el tiempo
suficiente para cuidar niños.
En cambio, Sully me da otra palmada en el hombro. A pesar de la charla
motivadora que acaba de darme, se ve un poco triste. Incluso resignado. Un
nudo de pavor se forma en mi estómago.
Lanza un profundo suspiro y me da una pequeña sonrisa. —Bien. Bueno,
supongo que sabes que esto significa que será mejor que te vayas a la cama a
tiempo todas las noches. No te entretengas o nunca descansarás lo suficiente.
Recuerdo cuando mi Beth Ann solía despertarse a todas horas. Fue un infierno.
—Se ríe—. No te envidio, pero eres joven. Saludable. Puedes hacerlo. Solo ama
a esa niña y mantente enfocado en ella y en la escuela, y estarás bien.
No es hasta que estoy en mi auto, conduciendo a casa, que me doy
cuenta de que no mencionó que me concentrara en el fútbol.
Pero también debe haberse referido a que me concentre en el deporte.
¿Verdad?
Mi entrenador vive para el fútbol. Debe saber que yo también, sin
importar mi nueva situación.

133
Traducido por Jadasa
Corregido por Julie

Cuando abro la puerta principal, me sorprende ver a tanta gente en mi


porche. Esperaba ver a Rider y Poppy, pero no a mi hermano, Tank, Olly y
Trevor, una pared de músculos de fútbol, de pie detrás de ellos. Y todos traen
cosas para bebés.
—Hola, chicos. Esas son muchas cosas.
Tank apunta a Rider. —Papá pensó que Poppy necesitaba todo.
134
—¿Sabe Bree que me llamas papá? —pregunta Rider.
Todos nos reímos, y tomo a Poppy de los brazos de Rider, ya que ella
extiende sus brazos hacia mí.
—Ga-ga.
La miro. —¿Intentaste decir Gabby?
Aplaude. —Ga-ga
—Ahh, Poppy. Te quiero. —La abrazo acercándola más, o tanto como
puedo con su chaqueta de invierno gruesa. Estamos con diez grados, no es un
clima de abominable bebé de las nieves, pero me encanta que Rider pensara en
mantenerla abrigada.
—¡Pequeña Poppy! —grita Tank—. ¿Cómo pudiste decir Gabby antes?
Anoche trabajamos muy duro en esto. Ibas a decir tío Tanky primero,
¿recuerdas?
Divertida, veo a los chicos bajar su cochecito, la practicuna, el portabebés,
un asiento para bebé para el automóvil y varias bolsas de pañales. Llevan sus
chaquetas deportivas y se ven tremendamente guapos.
—¡Ustedes limpian tan bien, chicos! —Tomo la mano de Poppy y los
despedimos—. Dile adiós a tus tíos.
Trevor besa la cima de su cabeza y ella deja escapar la risita más linda.
Olly finge comer su barriga, y ella grita de alegría. Tank intenta comerse su pie,
y Poppy se ríe con tanta fuerza que su cara se pone roja. Y Ben, como el hombre
expresivo que es, asiente hacia ella. —Pórtate bien, niña.
Sienna entra y les desea a todos que tengan un buen partido.
Rider se para como un centinela dentro de la puerta en tanto el resto de
los chicos salen en fila. Tank grita: —Si ganamos, sabes que tendremos que
hacer esta rutina exactamente igual antes de cada partido de visitante, ¿verdad?
No puedo arruinarlo con un buen amuleto.
Sienna cierra la puerta y me mira. —Tu hermano es muy sexy.
—Pensé que salías con alguien.
—Eso no me hace ciega. —Sacude la mano—. Sin embargo, no estamos
saliendo. Probablemente sea solo sexo.
No me atrae la idea de encuentros sexuales. No estoy segura de poder
dejar de lado mis emociones, pero si Sienna está contenta con el arreglo, eso es
todo lo que importa.
Miro a Rider, que no parece estar siguiendo la conversación. 135
Me mira con el ceño fruncido. —¿Segura de que estarás bien? —Señala la
montaña de suministros para bebés en la esquina—. Traje todo lo que se me
ocurrió, todo lo que pensé que podrías necesitar mientras estamos allá. —Hace
una pausa para sacar su teléfono, y uso esta distracción momentánea para
estudiarlo.
Quizás sea porque se dirige a un partido, pero hay una seriedad en él
que es electrizante. Su mandíbula sin barba está tensa, sus ojos feroces, pero
cuando mira a su hija, brillan de afecto.
Lo admito. Rider Kingston es el porno más sensual de papás que he
visto.
¿Cómo se supone que lidie con esto? Puedo manejar a un deportista
arrogante, pero no tengo defensas para el melancólico padre soltero que está
frente a mí.
Continúa, sin darse cuenta de mi lucha interna. —Déjame darte el
número del hotel en el que nos hospedaremos. Y tal vez el número de teléfono
del entrenador. Obviamente, llámalo solo si hay una emergencia y no puedes
comunicarte conmigo. Dejaré mi teléfono encendido, pero nunca se sabe. ¿Crees
que necesitas una llave de mi casa? No quiero...
—Rider. —Pongo una mano sobre su brazo—. Estaremos bien. Ve a
ganar tu partido. Te estaremos animando. ¿Verdad, Poppy? ¿Puedes decir: Ve,
papá?
La hago rebotar en mi cadera y sonrío. Rider es tan serio con su hija que
podría besarlo.
Antes, era solo un jugador, despreocupado y viviendo de manera
extravagante.
En la última semana, es como si un interruptor se accionara en él, se
activó algún gen protector paterno y se centró con láser en Poppy. Sin
mencionar la escuela y el fútbol. Honestamente, es una máquina, pero estoy
feliz por él y su hija.
Pero ha estado tan ocupado que apenas lo veo.
Desde que aclaramos las cosas el sábado pasado por la noche, pensé que
volveríamos a estar juntos como solíamos hacerlo. Esperaba que pudiéramos
pasar tiempo juntos como lo hicimos el fin de semana pasado, pedir pizza y
ponernos al día un poco más, pero eso no está sucediendo. Entre sus clases,
prácticas, llevar y traer a Poppy entre las niñeras y la tarea, me sorprende que
tenga tiempo para dormir.
Debería alegrarme por eso.
Lo dijo él mismo. Solo somos amigos.
136
Si estoy decepcionada, es solo porque mis expectativas se apoderaron de
mí. Una vez más.
Los coches empiezan a salir de su camino de entrada.
—Supongo que debería irme. —Besa a Poppy en su frente, y ella hace un
sonido de satisfacción. Le devuelve el beso, pero termina babeando por toda su
mejilla hasta que él se ríe—. Sé una buena chica, ¿de acuerdo? No le des
problemas a Gabs a la hora de la siesta.
Está tan cerca que percibo una buena bocanada de su champú o gel de
baño. Sea lo que sea, huele masculino y limpio, y me gustaría frotar mi cara
contra su pecho.
No lo hago, obviamente.
—Patea el trasero de Oklahoma. —Levanto la mirada, y cuando nuestros
ojos se conectan, la electricidad corre a través de mis extremidades. Mi corazón
late con fuerza en mi pecho.
—Llámame si necesitas algo —dice.
No es hasta que habla que me doy cuenta de que estoy mirando
fijamente sus labios.
—Estaremos bien. Ve.
Antes de que escale sobre ti como al monte Everest.
Retrocediendo un paso, inhalo y exhalo, y luego lo hago nuevamente.
Cuando cierro la puerta detrás de él, colapso contra ella en tanto Poppy se
aferra a mí.
Levanto la mirada para encontrar a Sienna mirándome fijamente.
—Mierda. Casi me quedo embarazada al verlos a ustedes dos hace un
momento. Regresaré enseguida. Voy a tomar mi método anticonceptivo.
Está convencida de que Rider y yo vamos a terminar desnudos juntos.
Por muy tentador que suene, no estoy segura de poder manejar una pasada de
Rider. Si tenemos sexo, me encariñaré y me romperá el corazón de nuevo.
Si Rider se sintió abrumado cuando se convirtió en el mariscal de campo
titular, no hay forma de que tenga tiempo para una novia, o incluso quiera una,
ahora que tiene una hija. Esta vez me lo voy a evitar, y le tomaré la palabra.
Es posible que me hiciera un favor al romper las cosas cuando lo hizo. Si
hubiéramos tenido sexo y luego nos hubiéramos ido por caminos separados, me
habría sentido devastada, más de lo que ya estaba.

137
Porque esta versión sexy de padre soltero de Rider Kingston tiene escrito
por todas partes corazón roto, y no tengo planes de convertirme en su próxima
víctima.
Traducido por Auris
Corregido por Julie

Con un gemido, me estiro boca abajo hasta que puedo alcanzar la última
mancha de puré de manzana debajo de la mesa de la cocina. Estoy a cuatro
patas, a punto de levantarme, cuando otra cucharada aterriza junto a mí.
—Sienna, se supone que debemos llevar la comida a su boca. Juro que la
mayor parte está en el suelo. Recuérdame de nuevo por qué pensé que era una
buena idea. 138
—Dijiste que tener una barriga más llena podría ayudarla a dormir mejor
esta noche. O le daría diarrea. Es cuestión de suerte.
Uf, por favor que duerma bien esta noche.
—Creo que Rider sobreestimó cuánto comerá este fin de semana. —
Señalo la pirámide de frascos de comida orgánica para bebés en el mostrador
con un movimiento de mi brazo.
—Es demasiado apestosamente lindo, eso es lo que es. —Me guiña un ojo
y pongo los ojos en blanco. Sienna claramente es del equipo Rider. Después de
limpiar la mesa una vez más, mira a Poppy, que está atada a su asiento de
seguridad ya que todavía no tenemos una silla de comer—. Hablando de lindo,
¿todos los chicos con sus chaquetas de deportistas? ¡Fiu fiu! ¿Tengo razón,
Poppy, o tengo razón?
Reaccionando a la emoción en la voz de Sienna, Poppy aplaude,
salpicando puré de manzana por todos lados nuevamente. ¡Dios, ten
misericordia!
Aunque la envolvimos con una toalla, Poppy está cubierta, y me refiero a
cubierta de comida para bebés.
Sienna me golpea con el codo. —Deberías enviarle una foto de ella así.
—Buena idea. —Me lavo las manos y agarro mi teléfono—. ¡Poppers,
oye! ¡Sonríe para mí! Le enviaremos una foto a papá y él estará muy feliz de
verte. —Sienna y yo saltamos por la cocina como tontas, tratando de hacer
sonreír a la bebé.
Una hora más tarde, se encuentra limpia, cambiada y profundamente
dormida. Sienna y yo colapsamos en el sofá con un montón de agotamiento. Iba
a intentar hacer churros rellenos de natillas, pero estoy demasiado agotada.
Sienna gime. —¿Cómo es que estoy tan cansada? Son solo las siete. Se
supone que nosotras debemos agotarla, no al revés.
Bostezando, alcanzo mi taza de café. —No tengo idea, pero tengo que
encontrar la energía para hacer tarea esta noche. —Al menos es un tema que
disfrutaré: cómo el entorno de Lucy Honeychurch la influyó para que se
enamorara de George Emerson en Una habitación con vistas.
—Tienes superpoderes. Si alguien puede hacerlo, eres tú.
—Gracias. —Le sonrío a mi compañera de casa.
—Toma. —Me entrega una botellita marrón—. Es para concentrarse.
Leo los ingredientes. Aceite de coco. Menta. Clementina. Albahaca.
Algunos otros extractos.
—Son aceites esenciales. Frótalo en tus palmas y luego respira profundo 139
en tus manos de esta manera. —Muestra lo que intenta decir.
Lo pruebo. —Huele bien. Gracias.
—Mi mamá se cansó de que estuviera nerviosa por la cafeína, así que me
enganchó a los aceites esenciales.
—Qué buena idea. —Quiero decir, me quedo con el café, no nos
volvamos locos, pero qué amable de parte de Sienna compartir esto conmigo.
Ni en un millón de años hubiera imaginado que nos haríamos así de
amigas. No estoy segura de haber pensado que teníamos algo en común cuando
se mudó por primera vez. Sé que fui rápida en juzgarla como tonta y muy
“Nueva Era”2, pero cuanto más pasamos el rato, más me doy cuenta de lo
divertida e interesante que es. Incluso las cosas que le gustan son geniales.
Puede que no lo acepte todo, pero eso no significa que deba descartarla del todo
porque nuestros intereses son diferentes. A veces tengo que recordarme a mí
misma que no debo meterme en lo que no me incumbe.
Esta última semana, ha estado más por aquí. Creo que se sintió mal por
mí cuando Ramona me dijo que se mudaba. Después de que Rider se fue el

2El movimiento Nueva Era es un movimiento social y religioso, creyente de la espiritualidad, el


esoterismo, ocultismo, entre otras cosas.
domingo pasado, Sienna y yo vegetamos con una copa de vino y le conté un
poco sobre la incomodidad con mi hermano. Me hizo darme cuenta de que no
he tenido muchos amigos en mi vida, mujeres o de otro tipo. Y me gustaría
cambiar eso.
Su teléfono se ilumina con un mensaje de texto y se lanza a buscarlo, sus
ojos brillan de emoción.
—¿Ya vas a decirme quién es?
—Si esto se convierte en algo serio.
Reflexiono sobre eso. —Pensé que habías dicho que era solo sexo.
—Lo es. —Suspira—. Admitiré que a una partecita de mí le gustaría que
fuera más, pero este tipo tiene expectativas de solo ligar. ¿Alguna vez has
tenido sexo casual?
—No. Quiero decir, mi último novio, bueno, mi único novio serio, no era
tan serio. Éramos monógamos e íntimos y todo eso, pero sabía que seguramente
se iría después de la graduación, así que, ¿cuál era el punto de profundizar
demasiado?
—Ves, crees que no puedes tener sexo casual, pero eso es lo que hiciste
con tu ex. En el fondo, reconocías que no había futuro, así que te divertiste por
el momento. Una relación comprometida para las personas que entienden la
palabra con A es genial, pero ¿qué hay de malo con un poco de compañía
140
mientras tanto?
Eh. Nunca lo pensé en esos términos. Compañía. Podría necesitar eso
ahora mismo.
—Entré esperando más —admito—, queriendo profundidad, pero no
funcionó como pensé.
—¿Quién no quiere profundidad? —Levanta una ceja dramáticamente y
yo resoplo—. Oye, ¿puedo hacerte una pregunta personal?
Quiero señalar que toda esta conversación es personal, pero tengo la
sensación de que Sienna puede hablar sobre sexo sin pensarlo dos veces.
Cuando acepto, busca algo en su teléfono. —¿Alguna vez has tenido un
orgasmo de punto G? Me pregunto si vale la pena el costo de este vibrador. —
Me muestra la imagen de un juguete sexual de color rosa intenso llamado
Curvinator.
Entrecerrando los ojos, inclino la cabeza. —¿Estás segura de que no es un
dispositivo de tortura medieval?
—No te asustes por esa curva. Es como cuando un chico hace esa cosa
con dos dedos. Al menos, eso es lo que pienso.
Mmm.
Debe ver mi confusión porque levanta dos dedos y hace un movimiento
que me hace sonrojar. Sé que muchas chicas forman lazos a través de las charlas
sexuales, al menos todas las revistas en el pasillo de la caja de la tienda parecen
sugerir eso, pero nunca he sido lo suficientemente cercana a nadie como para
tener este tipo de conversaciones.
—Por favor, dime que tu ex te hizo eso. Directo contra tu punto G.
¿Quizás mientras te hacía un oral? Oh, Dios mío. Eso es lo mejor. —Sus ojos
ruedan hacia atrás mientras habla de eso, y definitivamente estoy intrigada.
—Yo... nosotros... —Toso—. No hacíamos muchos orales.
A Sean no le gustaba, ni dar ni recibir, aunque lo intenté un par de veces
por curiosidad, pero me decía que prefería el evento principal. Intenté no
tomármelo como algo personal, pero cada vez que escucho a las mujeres hablar
de chicos que se vuelven locos por una mamada, me pregunto si hacía algo mal,
y él fue demasiado amable para señalarlo.
—Eso es una broma. —Sus cejas se juntan—. Por favor, dime que te dio
orgasmos.
Después de una pausa en la que tengo que pensar en ello, asiento. —Sí.
Un par.
—No suenas segura. —Su teléfono se ilumina con un mensaje de texto, y
141
debe ser su futbolista, porque hace un bailecito retorciéndose en su asiento—.
¿Podemos retomar esto más tarde? Estaba pensando que debería mostrarle lo
buena que soy sexteando.
Me río, amando la confianza que tiene. —Por supuesto. Ve.
Desaparece en su habitación, agarro mi teléfono y busco el juguete del
que estaba hablando. Después de unos minutos de debate, decido que tal vez es
hora de que empiece a asumir más responsabilidad por mis orgasmos. Por lo
menos, me gustaría saber de qué hablaba Sienna.
Hago clic en “comprar” y me pregunto si un vibrador califica como una
forma de compañía.
Traducido por Sofía Belikov
Corregido por Julie

Tank deja toda su mierda en el suelo de la habitación del hotel y se


hunde en la cama, durmiéndose de inmediato.
Volamos cada vez que la distancia supera los ochocientos kilómetros,
pero Oklahoma está cerca, así que, cargamos el bus y condujimos, y después de
estar casi siete horas en esa maldita cosa, mis músculos se sienten demasiado
tensos. 142
¿Lo peor? No puedo visualizar el partido como siempre. Siento esta
ansiedad que no puedo quitarme, y mi cabeza no se aclara.
Esperando que una ducha me ayude con la inquietud, me dirijo al baño,
pongo el agua caliente y me quito la ropa.
Parándome bajo el agua, pienso en Poppy y me pregunto si está pasando
una noche buena. Me preocupa que todo este asunto con tanta gente de niñera
le arruine la mente de alguna manera. Tan pronto como me recluten, voy a
conseguirle a esa niña la mejor niñera que pueda permitirme.
Y si mi idea de una niñera perfecta luce justo como mi vecina; bueno, no
creo que alguien pueda culparme.
Mis pensamientos vagan hacia Gabby, como siempre.
Hacia cómo sujetaba a Poppy esa mañana, antes de que nos fuéramos.
Su sonrisa el último fin de semana, cuando le llevé la pizza.
Cuando tenía la camiseta húmeda por darle a mi hija un baño.
En un instante, tengo una erección que se hincha cuando me rindo ante
la fantasía. Una donde Poppy está dormida en la otra habitación, y solo
quedamos Gabby y yo, y su ropa mojada.
Apoyo el brazo contra la pared de la ducha a medida que el agua caliente
se desliza sobre mí, y me cojo en una mano.
En mi fantasía, le quito los pantalones cortos. La acaricio con lentitud a
través de las bragas. Le chupo los pezones rosados a través de la camiseta.
Espero hasta que jadea y pide que hunda los dedos bajo su ropa interior y le
frote la humedad por ese capullo apretado hasta que tiembla en mis brazos.
Y mientras todavía tiembla, le saco el resto de la ropa y la inclino así
puedo ver mejor su trasero firme. Quizás me deje caer de rodillas así puedo
morderlo. Y luego lamerla hasta que grite y se corra de nuevo: esta vez en toda
mi cara.
Con un gemido, me corro sobre mi estómago.
Inclinándome contra las baldosas, recupero el aliento. El agua recae sobre
mí y limpia la evidencia de lo que acabo de hacer, pero queda un toque de
culpa. Porque lo que quiero y lo que puedo tener son dos cosas distintas.
Deseo un montón a Gabby, pero no puedo permitirme hacer algo así.
Ese es el motivo del porqué he intentado todo lo posible para no
depender demasiado en ella esta semana.
Quería llamar. Preguntarle si querría cenar conmigo y pasar el rato
mientras hacía cosas con Poppy o estudiaba. Pero no confío en que no vuelva a
arruinarlo.
143
Especialmente después de hablar con el entrenador la semana pasada.
Dijo que necesitaba concentrarme, y lo estoy intentando. Es tan difícil, joder.
Con Gabby existen un montón de cosas que pueden acabar mal, y ahora
mismo, es una de las personas más importantes en la vida de mi hija.
Sí, hay varias personas que sirven de niñeras, pero Gabby es la única en
la que confío como para que la cuide cuando no estoy en la ciudad. No solo es
genial con la bebé: Poppy la adora. Hay una calma que la cubre cuando Gabby
la tiene en brazos que nadie más puede conseguir.
Y se lo prometí a Gabby: solo seríamos amigos. No amigos con
beneficios. Ni encuentros. Ni sexo hasta desmayarnos. Amigos.
Nunca he odiado tanto una palabra en la vida.
Como el eco de un sueño, lo oigo en mi cabeza: dejarla ir fue un error.
Pero no es como que pueda volver en el tiempo. Incluso aunque deseara
hacerlo.
Después de secarme y ponerme unos pantalones, cojo el teléfono y me
meto en la cama. Desbloqueando la pantalla, borro tres mensajes de Miranda.
Ya le he dicho todo lo que tenía que decirle. Sabe que hemos terminado, así que
no hay motivo para extender las cosas.
Cuando abro las fotos que Gabby me envió hoy de Poppy cubierta en
puré de manzana, sonriendo como una monstruito, mi corazón se derrite al
instante.
Sonrío ante su rostro desaliñado y paso el dedo por su nariz.
Pero es la que aparece Gabby riéndose de fondo la que miro más tiempo.
Lleva el pelo recogido en una elegante coleta y lo único que me gustaría hacer
es desatarlo. Pasar mis manos por él. Verlo caer contra sus almohadas mientras
la acuesto.
Todavía no le he respondido el mensaje.
No responderle a Gabby tan rápido como me gustaría entra en mi
categoría de negación personal. A pesar de masturbarme con pensamientos de
ella en la ducha, me he negado un montón de cosas esta semana. Tengo una
lista de lo que no debo hacer.
No escribir tan seguido.
No llamar a menos de que sea una emergencia.

144
No pasar el rato más de lo necesario.
No abrazarla.
No besarla.
Y, en definitiva, no follarla.
Asumiendo que me lo permitiría.
Gimo cuando mi polla reacciona ante la idea.
—¿Puedes llamarla ya? —Tank se gira en la cama, envolviendo el
edredón a su alrededor.
—¿A quién?
—¿A quién crees, joder? A Gabby.
Me paralizo. —¿Cómo sabes que quiero llamarla?
Golpea la almohada, voltea la cabeza hacia mí, y me mira. —Has querido
llamarla desde que saliste de su casa esta mañana, y ni siquiera finjas lo
contrario. Y te lo pondré fácil. —Extiende el brazo hacia el otro lado de la cama,
agarra los auriculares, los conecta al teléfono, y desliza el dedo un par de veces,
hasta que la música resuena desde los parlantes. Se los pone en los oídos—. No
puedo oír nada —grita—. Ahora llámala así puedes concentrarte mañana.
Mañana. Porque tenemos un partido.
Joder. ¿Cuándo me he olvidado de un partido la noche anterior?
Nunca.
Presiono las palmas contra mis ojos.
Está bien. Llamarla ahora puede ser considerado como un preparativo para el
partido, porque si estoy así de jodido por la mañana, perderemos.
Responde al segundo timbre. —Rider. Hola.
No suena tan emocionada por hablarme como pensé.
Porque has estado tratándola como un idiota. De nuevo.
Ya estoy arruinando las cosas y ni siquiera la he tocado.
Tengo que mejorar. Puedo ser su amigo y no perder la cabeza, maldición.
—Hola. —Me aclaro la garganta—. ¿Cómo estuvieron las cosas hoy?
—Bien. Sienna y yo jugamos con Poppy toda la tarde, y se durmió a eso
de las siete. —Mientras responde, su voz es reservada. No habla de su día, algo
que por lo general hace cuando se trata de mi hija.
—Lamento no haberte llamado antes. Las fotos que me enviaste eran
adorables. Voy a tener que imprimirlas. —Me froto la cabeza—. ¿La gente aún

145
hace albúmenes para bebés? Vi que una mujer hablaba del tema en un blog.
—Es una idea genial. Estoy segura de que Poppy lo apreciará algún día.
Nos quedamos en silencio por un segundo, y odio la duda en su voz.
A la mierda. Quizás preguntarle va a aliviar la picazón que he sentido
toda la semana.
—¿Qué vas a hacer el domingo? ¿Quieres pasar el rato?
Al principio no dice nada, y me pregunto si me ha oído. Estoy a punto de
repetir la pregunta cuando responde.
—¿Quieres que cuide a la bebé? —me pregunta con suavidad—. Creo
que puedo hacer tiempo para que puedas hacer las tareas o lo que sea que
necesites después de…
—No, no es para cuidar a Poppy. Es para, ya sabes, pasar el rato. Tal vez
ordenar algo para almorzar o ver alguna película. Tengo que terminar algunas
tareas para el domingo, pero Bree dijo que cuidaría a Poppy por unas cuantas
horas, y me vendría muy bien hablar con un adulto de algo que no sea fútbol o
sarpullidos de pañales. Incluso podríamos ponernos algo nerds y ver el National
Geographics si quieres.
Se ríe, y el sonido me llena de calidez. O algo más. Sea lo que sea, se
siente increíble.
Esto es lo que he necesitado.
Sonrío como un idiota. —Te dejaré escoger lo que veremos.
—Qué tentador, señor Kingston. ¿Y si escojo la película más romántica
que pueda encontrar? —Su voz me envuelve, sofocante y suave, y la ansiedad
que he sentido todo el día se desvanece.
Riéndome, me estiro en la cama. —Tal vez te apiades de mí, y me dejes
escoger la comida.
—Suena perfecto.
Como una cita.
No, no como una cita. Para nada. No puede serlo. Es pasar el rato con
una niñera hermosa y fuera de límites; una amiga.
¿Y quién dice que no puedo salir con una amiga?

146
Traducido por Anna Karol
Corregido por Julie

Con los ojos escocidos por el sudor, miro el marcador aunque sé que
estamos empatados a treinta.
Ni siquiera puedo culpar de esto a las meteduras de pata. Hemos estado
bastante reñidos esta tarde, pero la defensa de Oklahoma ha sido una bestia,
simple y llanamente.
A falta de dos minutos para el final del cuarto, es el momento perfecto.
147
Quemamos nuestros downs y apenas avanzamos, pero no puedo dejar
que se vaya a tiempos extras. Después de viajar en coche todo el día de ayer y
dormir en camas de mala muerte, sé que no soy el único que está cansado.
Tenemos muchas más posibilidades de acabar con esto ahora que en la
prórroga.
La defensa está encima de mis receptores, y aunque no hay nada que me
gustaría más que meterla en la zona de anotación, sé que probablemente no va
a ser una opción. Necesitamos veinte yardas para un primer down que nos
ponga a tiro de gol de campo.
Tal vez sea el momento de hacer un tiro de casa.
Me pican los dedos para coger el balón. Respiro y anuncio la jugada; el
entrenamiento, la práctica y la visualización interminable toman el control.
Cuando el balón llega en el cuarto intento con quince segundos en el
reloj, me echo hacia atrás y compruebo mis opciones, pero ya sé lo que voy a
ver. Y ese gigantesco delantero que se dirige hacia mí me va a dar en el culo si
no me muevo.
Me deshago del defensor, hago como si fuera a pasar para confundir al
segundo tipo que me persigue, me meto el balón bajo el brazo y salgo
disparado por una estrecha abertura.
En mi visión periférica, ese uniforme rojo se dirige hacia mí como una
señal de advertencia de neón. Se lanza hacia mis piernas, pero yo salto sobre
sus brazos extendidos. Tropiezo, pero de algún modo consigo recuperar el
equilibrio mientras mi línea de ataque me abre camino.
Y entonces corro.
Cincuenta yardas.
Treinta.
Un cuerpo se cruza en mi camino, pero me detengo bruscamente, giro
alrededor de él y sigo adelante.
Veinte.
Diez.
Zona de anotación.
Partido.
Mis compañeros de equipo me levantan en el aire, y me encuentro en el
mejor momento, el que me hace pensar que todo es posible. Como si ganar un
campeonato, ser reclutado y hacerme un nombre en la NFL estuviera al alcance
148
de la mano.
En el momento en que mis pies tocan el suelo, mis pensamientos se
dirigen a Poppy y a la dulce y hermosa Gabby.
Y me gustaría que estuvieran aquí en las gradas.
Traducido por Danita
Corregido por Pame .R.

Como una niña asustada de ser atrapada con la mano en el tarro de


galletas, reviso para asegurarme de que Sienna se encuentre en su habitación
antes de cambiar el canal a ESPN. Mi compañera de cuarto hará de esto un
asunto más grande de lo que es si me atrapa viendo el resumen de nuevo.
Pero por Dios, ese fue un partido malditamente increíble.
Casi me arranco todas las uñas esta tarde. Sienna y yo animamos con
149
todas las ganas. Hasta vestimos a Poppy con los colores de los Broncos.
Le mandamos a Rider una foto de su hija tocando la tele cuando hicieron
un acercamiento de él. La sostuve junto a la pantalla mientras mi compañera de
piso tomaba las imágenes.
Miro su respuesta en mi teléfono, más feliz de lo que debería sentirme
por el hecho de que me respondiera poco después de su victoria.
¡Me alegra que mi chica pudiera verlo! Creo que es mi amuleto de la
suerte. ;)
Me avergüenzo de decir, que por un caliente momento pensé que me
llamaba a mí su chica y su amuleto de la suerte. Me sentí complacida hasta lo
ridículo.
Y después recordé, no, tonta, se refiere a su niña real.
Y lo admitiré. Finalmente pasé al lado oscuro, pero ¿cómo cuidar de la
bebé de Rider y no animar al hombre?
Su cara ridículamente apuesta llena la pantalla. Tiene una expresión
ferozmente seria, observando como un soldado romano yendo a la guerra.
Todo lo que necesita es una espada y un escudo. No me queda duda de por qué
las mujeres pierden la cabeza en sus partidos. Van vestidas con tops de bikini,
aún en el frío invierno, y sostienen odiosas pancartas sobre montarlo.
Cuando pienso en todas sus opciones (este chico en verdad podría tener
a cualquier chica del campus) me pregunto si estoy imaginando más entre
nosotros de lo que hay. Si solo me expongo a estrellarme y quemarme.
Justo como en el primer año.
¿Lo estoy malinterpretando?
Mastico los churros que hice antes del juego al mismo tiempo que debato
si me estoy portando como una tonta.
—¡Lo sabía! —Sienna aparece desde el pasillo como una ninja, y grito y
me levanto a medias del sofá como un gato en Halloween.
—¿Qué demonios? —Con la mano en el pecho, trato de calmar mi
corazón acelerado. Gracias a Dios que había terminado de tragar el último
bocado o me habría ahogado.
Me hace callar, porque la bebé se encuentra dormida en mi dormitorio,
pero santa mierda, esta chica me acaba de arrancar un año de vida.
—¡Sabía que estabas mirando la repetición del partido de Rider! —Aúlla,

150
riéndose.
—¿Y esa indiscreción demanda que me aterrorices? ¿En serio?
Gracias al Señor, Poppy sigue durmiendo durante nuestro alboroto.
Cuando por fin nos calmamos, dejo de fingir y miro el resumen del
partido a la vista de mi compañera de piso como una adulta.
Una vez que termina, Sienna se estira por el control remoto y presiona el
botón de silencio, y me mira con una ceja levantada.
Suspiro. —Supongo... supongo que me gusta.
Una mirada de falsa sorpresa cruza su rostro. —¡Cierra la boca! ¡No tenía
ni idea!
—Listilla. —Tomo el recipiente de palomitas mayormente vacío de la
mesa de café y le lanzo algunas—. Eso es difícil de admitir para mí porque él
me hizo mucho daño en el primer año de la uni.
Se come las palomitas que aterrizan en su regazo, y el humor se esfuma
de sus ojos. —Cuando la escuela comenzó en agosto, le di una buena mirada a
esos estudiantes que iban llegando, y te juro que algunos se veían como si
hubieran salido directo de la secundaria, pero no puedes encontrar a ninguno
de esos pececillos en las clases de último año. ¿Quieres saber por qué?
—Dime, oh, gran sabia. —Por toda su vibra de chica de California, estoy
aprendiendo que Sienna tiene una firme perspectiva de la vida.
—Porque la gente cambia bastante en esos tres o cuatro años. Y mientras
te apuesto que Rider no se veía como uno de esos bebés cuando se encontraba
en primer año, eso no significa que no haya experimentado un crecimiento
masivo por dentro también.
—¿Pero eso qué significa? “Engáñame una vez, es tu culpa. Engáñame
dos veces, es mía”.
—Lo entiendo totalmente, pero ¿en quién puedes confiar si miras todo a
través de ese paradigma? No solo amantes o novios, ¿cómo tienes algún amigo
si siempre tienes miedo de arriesgarte?
Por un momento, es difícil respirar.
—Yo... sí. —Sacudo la cabeza—. Es difícil para mí hacer amigos,
supongo. —Mis labios se tuercen cuando pienso en Ramona, y me pregunto si
las cosas hubieran sido diferentes con ella si la hubiera dejado entrar más. Se
mudó esta mañana, una semana antes de la fecha que me dio—. ¿Recuerdas que
te dije que mi hermano y yo no crecimos juntos? Nuestros padres murieron
cuando éramos niños, y después me mudé mucho.
Eso es decirlo suavemente. Mi trabajadora social me dijo que era inusual
que tuviera que cambiar de padres de acogida tan seguido, pero con el tiempo 151
aprendí a no esforzarme tanto cuando llegaba a una nueva casa porque sabía
que no me iba a quedar por mucho tiempo. Aún ahora de adulta, no siempre sé
cómo bajar la guardia.
Los ojos de Sienna se llenan de simpatía. —No trato de ser crítica. Solo
odiaría que te perdieras esto con Rider porque tienes miedo de salir lastimada.
¿Podría herirte? Por supuesto. Pero ustedes tienen una química impresionante,
hombre. Siento que van a hacer combustión si no se juntan.
Casi me río. —Se siente de esa forma, siendo sincera.
—¿Por lo menos se disculpó por lo que sea que pasó entre ustedes en ese
entonces?
—Sí. Lo hizo. —Jugueteo con el botón de mi camisa—. Dos veces.
—Así que es un buen comienzo, ¿cierto?
Asiento.
—Claro, probablemente sea raro porque tuvo un bebé con otra mujer. —
Y ahí está eso—. ¿Ha dicho algo sobre quién es? —Sienna escuchó a Noxious
hablando sobre la misteriosa mamá el otro día en la casa de fútbol.
—No, y me he acobardado y no he preguntado.
—No te culpo. Hablando de incómodo. —Cuando no añado nada, me
pregunta—: ¿Cómo ha ido desde la última disculpa? Supongo que todo va bien
ya que enloqueciste conmigo por su partido.
—No, enloquecí con su partido porque no pude evitarlo, pero estuvo
algo distante la semana pasada. Después de su disculpa el fin de semana
anterior, lo vi algunas veces cuando recogía a Poppy, pero en realidad no
hablamos.
Nadie tiene el poder de volverme loca como Rider. De acuerdo, mi
hermano me enloquece a veces, pero en términos de hombres con los que no
estoy relacionada, solo Rider me hace cuestionar mi cordura. Y revisar mi
teléfono todo el día por sus mensajes.
Sienna debe sentir que tengo que decirlo porque me deja despotricar.
—Le envié estas fotos que tomamos ayer con la compota de manzana, y
tardó cinco horas en responderme. Y literalmente me odié por contar el tiempo.
Escondo la cara en el pequeño cojín del sofá, y ella se ríe.
—Estaba en un autobús con un millón de tipos. ¿Quizás su teléfono se
apagó? ¿O tomó una siesta? ¿O hacía lo que sea que hacen los jugadores de
fútbol para prepararse mentalmente?
Abrazando el cojín contra mi pecho, me desplomo hacia atrás en el sofá.
—Todas son sugerencias válidas, pero después de no hablar mucho la semana
152
pasada, pensé que tal vez trataba de enviar un mensaje. Que solo somos amigos.
Me dijo algo como eso el fin de semana. —Pongo los ojos en blanco y admito a
regañadientes el resto porque no estoy segura de cómo interpretarlo—. La
verdad es que, anoche llamó y preguntó si podíamos pasar el rato mañana. Pero
¿es una cosa amistosa o es una cita? A este punto, no tengo idea.
—Solo mantén la mente abierta por si acaso es una cita. —Me da un
abrazo feroz, y encuentro difícil no sonreír ante su optimismo.
—¿Cómo van las cosas con tu chico? ¿Crees que se convertirá en más?
Una enorme sonrisa ilumina su rostro. —Dijo que quiere más. Solo tiene
que llevar las cosas poco a poco, hasta que la temporada termine así puede
enfocarse en el fútbol. Lo que entiendo totalmente.
—¡Eso es estupendo! Bueno, espero poder conocer pronto a tu hombre
misterioso.
—¡Yo también!
Me hace sentir cálida tener esta charla de chicas con mi compañera de
cuarto. Ramona y yo nunca hablamos así, y no era cercana a mi compañera de
primer año. Me hace preguntarme cuánto me he estado perdiendo por no
intentar con más ganas tener amigas.
—Gabs, ¿de verdad necesitamos otra compañera este semestre? Me gusta
como están las cosas ahora mismo.
Le sonrío. —Sé a lo que te refieres. Sería grandioso si no necesitara
hacerlo financieramente.
Aprieta los labios. —¿Qué tal si pudiera pagar extra por el tercer cuarto?
Solo por este semestre. Me gusta hacer yoga ahí. Tiene una luz estupenda por la
mañana, y de verdad puedo limpiar mis chakras. Quiero decir, ¿qué si tener
una tercera compañera me bloquea? —Apunta a su pecho—. ¿Aquí?
No entiendo la cosa del chakra en absoluto, pero si ese cuarto la hace lo
bastante feliz como para pagar la renta extra, estoy de acuerdo. —Si no te
importa dividir el dinero, definitivamente puedo dejar que tengas tu propio
salón de yoga.
—¡Hurra! —Aplaude y hace este bailecito en su asiento, y me río.
Hacemos nuestra tarea y trabajamos lado a lado. Corrijo mi ensayo de
Una habitación con vistas, pero como siempre, mis pensamientos circulan de
regreso a Rider y a nuestra conversación de anoche.
Por supuesto que traté de ser genial al respecto. ¿De qué otro modo
actúas con alguien que te ha gustado durante tanto tiempo? Porque comienzo a
darme cuenta de que nunca lo superé en primer lugar. Combina eso con todos
los momentos tiernos que estoy viendo entre él y Poppy, y mis defensas se 153
sienten tan sólidas como una pirámide de cartas.
También es posible que esté sacando esto de proporción una vez más, y
que el hombre solo quiera pasar el rato como amigos.
Cuando el toque en la puerta de entrada llega unos minutos después,
todavía no estoy segura de cómo quiero que vaya esto.
Traducido por JaviFran
Corregido por Pame .R.

Son casi las once cuando finalmente llego a casa de Gabby. Aunque estoy
adolorido por el partido y el largo viaje de regreso a Charming, tomé una siesta
en el autobús y estoy totalmente despierto al momento en que estoy parado en
su porche.
No puedo dejar de pensar en el partido y en lo jodidamente genial que
fue ganar así. Ojalá pudiera celebrar con los chicos. 154
Algunos de nuestros vecinos se encuentran en sus jardines delanteros y
vitorean en el instante que mis compañeros de cuarto se detienen en nuestro
camino de entrada al otro lado de la calle. En cuestión de minutos, nuestra casa
se ilumina, la música suena y los amigos y fanáticos fluyen a través de la puerta
principal.
No podía obligarme a hacer que mis compañeros de cuarto se quedaran
en otro lugar por culpa de Poppy. Los muchachos no beberán demasiado en
este momento de la temporada. Solo quieren desahogarse. Olly dijo que mi hija
y yo podríamos quedarnos en casa de su hermano ya que él se queda con su
novia. No puedo traerla de vuelta a la casa exactamente si los chicos quieren
celebrar.
Es extraño no estar en el centro de las cosas esta noche. Terminar la
noche porque tengo que recoger a mi hija. Sin embargo, extraño a mi gremlin.
Espero que haya tenido un buen día. Seguro que Gabby habría llamado si
hubiera tenido alguna emergencia.
Aun así. Sería divertido poder relajarme por una noche después de
romperme el culo toda la semana.
Este asunto de Poppy me hace pensar en mis propios padres. Seguí
revisando mi teléfono en el camino de regreso, pero mi padre nunca llamó ni
envió mensajes de texto. No debería esperar que le importe en este momento. Si
no lo ha hecho ahora, nunca lo hará. Ya sé que mi madre es una causa perdida.
Me pregunto cuándo dejara de importarme una mierda.
Todos los chicos llamaron a sus padres y novias en el viaje en autobús a
casa. Algunas familias incluso viajaron a Oklahoma para animarnos, por el
amor de Dios.
Probablemente no sabría qué hacer conmigo mismo si tuviera ese tipo de
apoyo.
Cuando Gabby abre la puerta, me da una amplia sonrisa. De repente,
toda la mierda que me ha estado agobiando en el camino a casa se desvanece en
el fondo en el momento que miro a esta chica.
—Oh, Dios mío. ¡Qué partido! ¡Estoy tan feliz por ti!
No sé cómo sucede, si la alcanzo o si ella me alcanza, pero una vez que
está en mis brazos, la abrazo con fuerza y cierro los ojos. Se siente tan bien
presionada contra mí. Pongo mi cara en su cuello y respiro su aroma a flor de
naranja. —Creo que esto significa que miraste, ¿eh?
—Sabes que lo hice. ¿Cómo no iba a hacerlo?
Sintiéndome mejor de repente, la hago girar en su porche delantero a la
vez que se ríe. Cuando la dejo en el suelo, mantengo mis manos en su pequeña
cintura y ella mantiene las suyas sobre mis hombros.
155
—Has estado en todo ESPN hoy. Lo grabé en DVR para ti. —Su voz se
reduce a un susurro como si estuviera diciendo algo sagrado cuando me dice—:
Incluso hablan de que estás luchando por el Heisman.
Le resto importancia porque no quiero pensar en todas las cosas que
podrían salir mal. A veces siento que si doy un paso en falso, todo mi mundo se
derrumbará sobre mí.
—La prensa exagera acerca de todo en este momento. Todavía queda un
largo camino por recorrer.
—Rider. —Me da esa mirada severa de maestra que hace que mi pene se
mueva—. Tienes diez malditas victorias. Estás invicto. Has jugado contra
equipos duros todo el año. Permítete sentirte bien con esto y celebra.
Tan incómodo como me hace hablar del Heisman, esta mujer feroz en
mis brazos me hace sonreír.
Mira por encima de mi hombro y frunce el ceño. Sé lo que ve. La fiesta
que está en marcha. —¿Querías, eh, pasar el rato con tus compañeros de cuarto?
—Saliendo de mi agarre, se pone el suéter por encima y se cruza de brazos—.
Está bien si quieres. Puedo... puedo cuidar a Poppy esta noche. Sienna está aquí.
Ella me hará compañía.
Lo considero durante dos segundos. Por mucho que me encantaría pasar
el rato con los chicos en este momento, me doy cuenta de cuánto quiero pasar
tiempo con Gabby. Esta es la persona con la que quiero celebrar.
La cabeza de su compañera de cuarto asoma por la puerta. Casi me río
de su expresión ansiosa.
—¡Rider! ¡Oye! ¡Hola! Escuchen, niños, si quieren cruzar la calle y tomar
unas cervezas o lo que sea, puedo vigilar a Poppycakes para ustedes. Llevaré el
monitor de bebé a mi habitación mientras no estén. Vuelvan por la mañana
porque tengo planes para el almuerzo.
—¿Qué hay de tu chico? —pregunta Gabby—. ¿Pensé que ustedes dos
iban a cenar tarde o algo así?
Sienna se encoge de hombros, pero parece decepcionada. —No puedo
hacerlo. Dice que tiene que pasar el rato con su familia.
—¿Estás saliendo con uno de mis compañeros de equipo? —Porque lo
garantizo, ninguno de ellos está “pasando el rato con sus familias” en este
momento.
Se encoge de hombros de nuevo, pero obviamente quiere decir que sí, y
yo debato si debo decirle la verdad. Nunca la he visto con ninguno de mis
compañeros de cuarto, así que eso me hace sentir un poco mejor. Odiaría tener
ese tipo de drama en mi casa. 156
Antes de que pueda decir algo, nos despide. —Vayan a celebrar. Los dos.
—Mira a Gabby—. Tómate una cerveza por mí. Disfruta de tu último año. —
Lanzando sus brazos al aire, grita—: ¡Sé salvaje y libre!
Me río. Esta chica está loca, pero es divertida. Me alegro de que Gabby
tenga una compañera de cuarto tan genial. Sienna es mil veces más agradable
que Merlina Addams.
Y Sienna plantea algunos buenos puntos. Tengo toda mi vida para ser
serio. ¿Qué es una noche para relajarse un poco? Sé que cuidará bien del bebé.
Volviéndome hacia Gabby, agarro su mano. Claro, me gustaría ir a la
fiesta, pero si no está de humor, estaré feliz de pasar el rato con ella aquí. De
repente, la fiesta no tiene ningún atractivo si no va conmigo. —¿Qué dices?
¿Vamos a la casa de fútbol? Prometo traerte a casa a una hora decente.
Sonríe tímidamente y mi corazón late con fuerza. No he visto esta sonrisa
en particular desde que era estudiante de primer año y estudiábamos juntos.
Me encanta. —¿Crees que podría verte allí en veinte? Me gustaría cambiarme.
Estoy bastante segura de que tengo comida para bebés en el pelo.
—Cualquier cosa que quieras. —Hago un gesto detrás de ella—. ¿Te
importaría si reviso a Poppy muy rápido?
Sus ojos se ponen cálidos. —Por supuesto. Adelante.
Cuando miro a su habitación, encuentro a mi pequeña acurrucada y
durmiendo como un angelito.
Amo a esta niña. La comprensión me golpea tan fuerte que apenas puedo
respirar.
Ella salió de la nada y me patea el trasero de muchas maneras, pero
Gabby tenía razón.
Todo (todo el sacrificio, las horas de insomnio y el agotamiento) valdrá la
pena al final. Poppy se ha abierto camino hasta mi corazón, y no lo haría de otra
manera.
Ignorando la opresión en mi garganta, me agacho y le froto suavemente
la espalda. Sus perfectos labios arqueados hacen cierto movimiento, como si
estuviera chupando un biberón. Es adorable.
—Me gusta mucho esa máquina —le susurro a Gabby.
Pidió una máquina de sonido que llena la habitación con olas del mar y
el grito de las gaviotas. Supongo que es por eso que Poppy no se despertó con el
ruido que hicimos en el porche hace un minuto.

157
Cuando me doy la vuelta, está tan cerca que no puedo evitarlo. La tomo
en mis brazos y le doy un beso en la frente. —¿Quieres que vuelva y te recoja en
quince?
Parpadea y me pregunto si sabe cuánto la deseo. —Te veré allí.
No puedo esperar.
Traducido por Julie
Corregido por Pame .R.

Después de quejarme de estas fiestas durante más de dos años, es raro ir


a una. Si no fuera por Sienna, que me ha ofrecido una bebida fuerte, varias
capas de máscara de pestañas y un pintalabios rojo del color de una boca de
incendios, no estoy segura de que hubiera tenido el valor de salir de casa.
Con el corazón latiendo demasiado rápido para algo que se supone que
es divertido, cruzo la calle y troto hasta la casa de Rider. 158
Pero Sienna tiene razón. Tener miedo no es forma de vivir.
Soy una chica que toma las riendas en muchas áreas de mi vida. El
trabajo. La escuela. El cuidado de Poppy. ¿Por qué no arriesgarme esta noche y
ver qué se siente?
¿Puedo ir detrás de lo que realmente quiero, incluso si es un mariscal de campo
de más de un metro noventa de ojos plateados?
Mi pulso se dispara cuando pienso en las posibilidades, cuando
considero que no debo dejar que el miedo me acorrale como lo ha hecho tantas
veces en el pasado.
Sin molestarme en llamar a la puerta, porque nunca lo oirán por la
música, me permito entrar.
Una pared de calor me golpea por la gente que se agolpa en el salón. Las
luces son tenues, pero no tan oscuras como para no poder ver. Los muebles se
han hecho a un lado y la gente baila al ritmo de la música.
En la esquina más alejada, veo a Rider, rodeado por varios de los chicos y
un montón de chicas. La cínica que hay en mí espera que se dirija a una de esas
mujeres y coquetee (lo he visto más de una vez coquetear con otras chicas a lo
largo de los años), pero parece que no le importa la atención.
Mi estómago revolotea a medida que sus ojos recorren la multitud y se
posan en mí casi de inmediato.
Sonríe y empiezo a caminar hacia él, incapaz de resistir su atracción.
Se separa del grupo, se une a mí en medio de la pista de baile y se
inclina, sus labios rozan mi oreja y me ponen la piel de gallina. —Estás muy
sexy.
Ignorando las miradas sucias de algunas de las chicas que nos miran, me
río. ¿Este es el Rider Fiestero el que piropea a todas las mujeres o es algo solo
para mí? No lo sé, pero estoy dispuesta a tomarlo en serio porque el cumplido
se siente bien.
Estoy contenta con el conjunto que Sienna me ha animado a ponerme. Se
trata de un jersey rojo sin hombros, ajustado pero no demasiado escandaloso,
que he combinado con una falda negra fina y sandalias de cuña. Como solo iba
a cruzar la calle, no me puse chaqueta.
Como estudiante de primer año, habría querido mezclarme con las
paredes, pero pienso que tiene que haber algo de lo que dijo mi compañera de
piso sobre el grado de crecimiento que la gente experimenta en la universidad,
porque ser un florero es lo último que quiero ahora mismo.
—¿Quieres beber?
En cuanto asiento con la cabeza, entrelaza sus dedos con los míos y me
159
empuja detrás de él mientras se dirige a la cocina, donde me agarra una
cerveza. Casi me río de la situación. Tres barriles, una montaña de vasos de
plástico y una docena de cajas de pizza.
—¿La comida de los campeones? —bromeo en tanto tomo un trago de
cerveza. No es lo que más me gusta beber, pero tal vez me ayude a frenar estas
mariposas.
Me dedica una sonrisa torcida, de esas que hacen saltar sus hoyuelos y
me hacen palpitar los ovarios. —Casi me avergüenza decir que ni siquiera estoy
seguro de cómo llega toda esta mierda aquí. Siempre hay alguien que pide.
Pero tenemos mucha comida. ¿Tienes hambre?
Dejo que mis ojos se deslicen audazmente sobre él. Tiene el cabello
desordenado, como si se hubiera pasado las manos, y una barba incipiente
dorada delinea su robusta mandíbula. Se me acelera el pulso al pensar en cómo
se sentiría al rozar mi cuello, mi pecho y mis muslos.
Quiero decirle que me muero de hambre. Que tengo un hambre voraz.
Quizá sea el alcohol o la charla que he tenido con Sienna, pero estoy más
que dispuesta a ir a por lo que quiero. Ya no somos de primer año. No soy una
niña ingenua, y no me hago ilusiones sobre lo que es esto.
Lleva una vieja camiseta gris oscura que se extiende por su amplio pecho
y tensa sus bíceps, estrechándose en su esbelta cintura. Sus vaqueros desteñidos
se amoldan a sus musculosos muslos.
Es sexo andante.
Y yo estoy lista para una porción.
¿Tengo hambre? Le enarco una ceja. —Depende. ¿Qué hay en el menú?
Sus ojos grises arden mientras me mira fijamente. Me agarra de la mano,
me atrae hacia él, me muerde suavemente la oreja y me susurra: —Entonces
vamos a por un aperitivo —antes de llevarme al salón, donde la música nos
envuelve al tiempo que nos fundimos con la gente.
Al principio estoy confundida. ¿No acabo de coquetear descaradamente
con el hombre? Es cierto que nunca lo había hecho, pero pensé que mi mensaje
era bastante claro.
Pero entonces se detiene en medio de la sala y me envuelve en sus
brazos.
Oh. Quiere bailar. Hablando de indirectas perdidas...
Como si fuera una niña de secundaria en su primer baile, mi corazón se

160
derrite. Rider quiere bailar. Conmigo.
No analices todos los sentimientos, Gabriela. Solo disfruta de esta noche.
Mi pulso se acelera mientras levanto un dedo, doy un trago al resto de
mi cerveza y tiro el vaso vacío a la gran papelera de la esquina.
Me acerco a él. Sus manos me agarran por la cintura. Miro fijamente la
pared de hombre que tengo delante.
Se ríe, su voz es profunda y sensual. —¿Vas a tocarme o esperas una
invitación?
Por alguna razón, eso me hace responder como una listilla. —¿Necesito
una invitación?
Sacude la cabeza. —No, en absoluto. Puedes tocarme cuando quieras.
¡Cielos!
Coloco mis manos sobre sus hombros y nuestros cuerpos se alinean a
medida que nos movemos al ritmo sexy.
Tengo que levantar el cuello para mirar hacia arriba mientras él mira
hacia abajo y me mata con esa sonrisa.
—Eres demasiado alto para mí —me lamento, y mis labios se levantan.
Baja su boca hasta casi susurrar sobre la mía. —Yo diría que tienes la
altura perfecta.
Nos movemos al ritmo de la música al tiempo que palpo esos increíbles
hombros. Es una montaña perfectamente esculpida. Todo músculo, tendones y
fuerza.
El chico era alto en su primer año, pero desde entonces ha ganado al
menos nueve kilos de puro músculo y ha crecido unos cuantos centímetros. El
chico que besé cuando tenía dieciocho años no está a la vista. La persona que
tengo delante es cien por cien hombre.
Sus ojos se oscurecen con cada movimiento de mis caderas al ritmo de
este sensual ritmo.
Así de cerca, puedo oler su sexy colonia y el limpio aroma de su piel.
Al principio, hay un poco de espacio entre nosotros, pero cuando alguien
choca conmigo por detrás y me empuja hacia Rider, él me mantiene allí, con sus
manos apretando mi espalda.
Se me corta la respiración. Estamos juntos, pecho con pecho, con mis
senos pegados a él. Así puedo sentir su longitud, orgullosa, gruesa y larga,
contra mi estómago. Casi me ahogo ante su tamaño.
Cada deslizamiento de su cuerpo contra el mío es eléctrico.
Apoyo mi cara contra él, lo respiro y trato de calmar los frenéticos latidos
de mi corazón.
161
Pero entonces lo oigo. Su corazón. Late casi al mismo ritmo que el mío.
Seguimos así. Una canción. Luego otra. Hasta que ese pulso se ha colado
entre mis muslos, donde se escucha un ritmo entrecortado.
Unos minutos más tarde, la voz de Tank se escucha en el sistema de
sonido: —¡Oigan, Bronco-Nators! ¿Qué les parece la victoria de hoy?
Todo el mundo empieza a animar.
—¿Dónde está el hombre? Ya saben de quién hablo. ¡El hombre, el rey, la
leyenda! ¡Rider Kingston, trae tu culo aquí!
La gente empieza a corear: —¡Todos aclaman al rey!
Es un poco ridículo, esta adulación loca, pero estoy tan feliz de que esté
recibiendo el reconocimiento que se merece por haberse dejado la piel.
Se ríe en tanto me lleva al otro lado de la sala, donde sus compañeros de
piso han montado una zona de DJ. No veo a mi hermano, pero este lugar está
lleno.
Cuando los chicos ven a Rider, gritan y la gente empieza a vociferar. Me
pasa un brazo por los hombros y levanta el otro, y el público se vuelve loco.
Tank, obviamente, se ha tomado unas cuantas copas y, cuando me ve,
grita por el micrófono: —¡Fuerza G! —Me hace señas para que me acerque—.
¡Gente, nuestra casa no habría sobrevivido las últimas semanas sin la única e
inigualable Gabby Duran! ¡Gab-by! ¡Gab-by!
Es tan inesperado que me río, pero entonces Olly, Knox, Trevor y Bree se
unen y, de repente, toda la sala grita mi nombre.
Lo siguiente que sé es que Rider me ha levantado en el aire y estoy
colgando a medio camino sobre su hombro mientras me hace girar. Sus
compañeros de piso no paran de vitorear, y yo he entrado oficialmente en un
universo paralelo en el que salgo de fiesta en la Estación Semental.
Knox me da una bebida, y yo levanto mi vaso rojo en el aire y grito con
fuerza: —¡Vamos, Broncos!
Los chicos retoman el cántico hasta que toda la casa vibra con este grito
de guerra. Después de beber la cerveza, choco los cinco con los compañeros de
Rider mientras me aferro a él con el otro brazo. Bree saca su teléfono y yo me
inclino para su foto.
Por un minuto, es casi como si estuviera en su partido, celebrando su
increíble victoria con ellos. Nunca había sentido nada parecido.
Riendo, me deslizo por Rider. Sigo pegada a su cuerpo duro cuando
miro hacia arriba. 162
Me mete una mano posesiva en el pelo, y tres años de lujuria y anhelo
reprimidos se apoderan de mí en el instante que su boca choca con la mía.
Traducido por Gesi
Corregido por Pame .R.

Unos minutos más tarde, tropezamos dentro de su habitación. Cierra la


puerta de una patada y me empuja contra ella. Con una mano empuñándome el
cabello y la otra en mi trasero, me besa como si estuviéramos en la víspera de
un apocalipsis.
Copiando el ritmo de los latidos de mi corazón, el piso vibra con la
música del piso inferior. 163
Me estiro en su contra, tratando de acercarme más. Necesitando estar
más cerca. Queriendo sentirlo moviéndose en mi contra.
Esto es lo que faltaba en mi otra relación. Este inextinguible fuego que se
siente como si pudiéramos hacer arder toda la casa con la electricidad entre
nosotros.
Y esta noche quiero arder.
Nuestras lenguas se retuercen y acarician como si esto fuera un duelo.
Como si pudiéramos morir si nos detenemos.
Excepto que eso es exactamente lo que él hace.
Repentinamente aleja su cuerpo, pero apoya su cabeza contra mi hombro
al tiempo que jadea: —¿Necesitamos hablar primero?
Mi mente tarda un segundo en entender lo que está diciendo.
Frunzo el ceño. Dios, no. —Sin hablar.
¿Necesito que me explique lo que esto significa? ¿Cómo probablemente
sea un hecho único o amigos con beneficios o alguna otra situación igualmente
horrible? Pasaré.
Sé lo que obtendré. Los cerdos tendrían que volar para que este hombre
se comprometiera a algo significativo.
No estoy buscando algo significativo por el momento.
Me lo tomé con calma con Sean. Tuvimos un millón de citas. Quise
esperar hasta que estuviéramos comprometidos con una relación para tener
sexo. Y ni una vez me sentí así de viva.
Ni una vez sentí como si pudiera romperme si no nos arrancábamos la
ropa.
La única expectativa que tengo es lo que Rider pueda hacerme sentir en
este preciso momento. ¿Quiero algo especial con él? Por supuesto. Pero, ¿voy a
recordar esta noche con pesar si no aprovecho este momento?
Siempre hago lo responsable. Siempre. ¿Sería tan malo arriesgarme ahora
mismo? ¿Vivir un poco?
He querido esto por tanto tiempo que ya no hay marcha atrás.
Es mi turno de jalarle el cabello. Acerco su rostro al mío y nuestros labios
se tocan cuando respondo: —Usa condón. ¿Eso es suficiente conversación para
ti?

164
Sus ojos, oscuros en la poca luz de su habitación, se derriten. —Oh, joder.
Entonces estoy en el aire.
Me sube por su gran cuerpo y mis piernas se envuelven alrededor de su
cintura. Apenas noto el sonido de mi falda desgarrándose cuando se estira más
allá de lo que puede soportar.
Somos un frenesí mientras nos quitamos la ropa (su camiseta, luego la
mía) entre besos.
Atraviesa el dormitorio conmigo en sus brazos hasta que caemos en su
cama. Me río, no puedo evitarlo. Puedo admitir que esto es una locura, pero no
me importa. No quiero perderme lo que podría ser mi única oportunidad de
sentir algo tan sublime.
Rodamos y nos reímos agitadamente. Lleva puestos sus vaqueros, y yo
mi sujetador negro que me da un loco escote y una falda que está rasgada casi
hasta el muslo.
Se coloca a horcajadas sobre una de mis piernas, toma la otra y la levanta.
Sus ojos están fijos en los míos a medida que me desabrocha la sandalia,
haciendo una pausa para rozarme el tobillo con sus labios.
—Eres una maldita visión. Siempre me he preguntado cómo te verías con
tu cabello extendido en mi almohada.
Estoy segura de que mi pelo es un desastre que está por todos lados.
Entonces considero lo que acaba de decir. Ha pensado en mí en su cama.
Quiero preguntar a qué tan atrás se remonta esta fantasía, si me quería
como yo lo quería hace tres años, pero corto ese pensamiento antes de poder
soltarlo.
En cambio, me estiro y paso mis dedos por su carnoso labio inferior.
—¿Qué más incluye esta fantasía?
Sus ojos claros son negros, totalmente dilatados cuando me muerde el
dedo. —Debo tener una imaginación de mierda, porque no te hizo justicia. —
Desabrocha mi otra sandalia antes de besar un camino ascendente por mi
pantorrilla, haciendo una pausa para mordisquearme la rodilla.
Se me corta la respiración mientras lo observo.
Todo su cuerpo está tenso con músculos, no voluminosos, sino marcados
y finamente tallados por el entrenamiento. Su amplio pecho se estrecha en esa
muy sexy V y un delgado rastro de vello oscuro se sumerge en sus pantalones,
donde está portando una erección masiva.
—¿Quieres desabrocharme la falda? —Me pregunto si sabe cuán húmeda
me encuentro por él.

165
Sacude la cabeza y una sonrisa pervertida le inclina los labios. —Debo
tener un fetiche de maestra del que nunca supe, porque creo que deberías
dejarte puesta la falda.
Me acomodo las gafas que de alguna manera esta noche se las han
arreglado para mantenerse en mi cara y lo miro con severidad. —¿Por qué,
señor Kingston, ha sido un chico malo? Puede que tenga que montarlo. Quiero
decir, castigarlo.
Sus ojos grises se oscurecen y sus manos me aprietan los muslos.
No sé quién soy ahora mismo. Nunca me gustó el juego de roles ni nada
demasiado aventurero con Sean, pero esta noche quiero sacudir el mundo de
Rider.
Lentamente un milímetro tras otro, levanto mi falda, más alto y más alto,
hasta darle una vista sin obstáculos de esa delgada tira de encaje negro entre
mis muslos.
Un profundo gemido retumba en su pecho. —Me estás matando, Gabby.
—La gratificación retrasada es buena para el alma. —Me levanto en un
brazo mientras paso mi otra mano por su cabello. Bajo por su pecho. Sobre sus
abdominales. Hasta enganchar un dedo en la cintura de sus vaqueros, donde
abro el botón—. De todos modos, vas a quitarte estos. —Suelto una carcajada.
Sin decir una palabra, se levanta de la cama y se desabrocha los
pantalones. Su figura casi desnuda, a excepción de unos calzoncillos oscuros,
aparece a la vista.
Se arrastra sobre mí y se establece entre mis piernas. Ambos gemimos
ante el contacto, la presión es muy intensa, y se me llena el cuerpo de piel de
gallina.
Frota la nariz contra la copa de mi sostén donde prácticamente me estoy
desbordando y murmura: —Hablando de quitar…
Nuestros ojos se encuentran cuando me chupa a través del encaje. Un
pezón, luego el otro. Todo mientras muele nuestras caderas.
Retorciéndome debajo de él, paso mis manos por sus brazos y hombros,
dejando que mis dedos recorran su espalda.
Cualquier cosa podría ocurrir mañana. No contendré la respiración de
que vaya a tener una gran revelación y decida que quiere hacer esto a largo
plazo, así que, si esta es la única vez que estaremos juntos, quiero recordar cada
detalle. La forma en que su cálido aliento me calienta la piel. La manera en que
sus ojos se clavan en mí mientras me muerde el pecho. Cómo estar con él me
hace sentir como si estuviera flotando, a pesar de que su gran cuerpo se

166
presiona sobre el mío.
Lleva una mano a mi espalda y me desabrocha el sujetador, que es
lanzado al piso junto al resto de nuestra ropa, y juro que la mirada que me da
podría incendiar toda la casa.
—Joder, Gabriela. Eres tan hermosa. Destrozas mis fantasías.
Me levanto y rozo sus labios con los míos. —Tú también eres mejor que
las mías.
Inclinado sobre mí, con esos brazos de acero apoyados contra la cama,
pregunta: —Entonces, ¿también has pensado en esto?
Solo un millón de veces. Desde el momento en que te vi por primera vez en la
biblioteca en primer año.
Le aparto el cabello de los ojos. —Tal vez una o dos veces.
Suelta una carcajada, pero luego está sobre mí, y ya no hay más risas.
Juntando mis pechos, me moldea y da forma, me lame y muerde, y
entonces desciende por mi cuerpo.
Se me escapa un jadeo. No puedo imaginarme cómo me veo con la falda
enrollada alrededor de mi cintura y las piernas extendidas sobre la cama, pero
basándome en el gruñido que retumba en su pecho, lo aprueba.
El primer roce de su lengua sobre mis bragas envía fuertes escalofríos de
placer a través de mí, pero entonces mueve la tela y su lengua caliente se desliza
sobre mi piel resbaladiza.
Ambos gemimos.
Uno de sus gruesos dedos entra en mi interior y el pulso aumenta.
—Estoy tan cerca. —Me aferro a su cabello, medio fuera de sí.
Su mano sobre mi muslo se aprieta en tanto me mantiene abierta y
desliza dentro un segundo dedo a medida que me lame lentamente, como si
fuera un postre decadente.
Una lamida.
Dos.
Tres.
—Oh, Dios.
Mis piernas se sacuden. Mi espalda se arquea. Mi falda se desgarra.
En algún lugar del universo, las estrellas colisionan entre sí.
Y acabo.
Intensamente.
167
Traducido por JaviFran
Corregido por Pame .R.

Gabriela se corre en mi boca y es la cosa más sexy que he experimentado.


Mientras tiembla en mis brazos, la trabajo con suaves lamidas en su bonito coño
rosado que sabe a cielo.
No puedo evitar la sonrisa en mi rostro cuando se derrumba debajo de
mí como si no pudiera sostener sus rodillas por un segundo más.
En el momento en que me encorvo sobre ella a cuatro patas, abre un ojo.
168
—Pareces bastante satisfecho contigo mismo.
Su voz sexual envía un rayo de lujuria a través de mí.
—Tienes que admitir que acabaste con fuerza. —Entonces soy engreído.
Demándenme. Le quito las bragas—. Puede que tenga que quedarme con estas.
—Eres asqueroso. —No hay calor en su voz. Incluso podría ir tan lejos
como para decir que suena intrigada.
Lamiendo mis dedos, murmuro: —No tienes idea. —Miro con descaro su
hermoso núcleo húmedo, mi pene de alguna manera se vuelve más duro. No
voy a mentir, casi me corrí frotándome en mi cama hace unos minutos mientras
la lamía.
Bajo mi ropa interior y veo sus ojos calentarse al ver mi erección. Con un
agarre firme, paso mi mano desde la base hasta la punta donde esparzo la
humedad, muy feliz de no haberme corrido en mis pantalones.
—Cuando pensé en tu coño, y lo he imaginado a menudo a lo largo de
los años, nunca fue así. —Sin perder el contacto visual, paso mi pulgar sobre su
capullo rosado hinchado.
—¿Así cómo?
Su voz entrecortada me hace querer follarla hasta la semana que viene.
—Desnudo. Suave. Brillante. Tan jodidamente caliente.
Mi imaginación le hizo un flaco favor a esta mujer. Me dejo llevar por
ella. Su pequeño cuerpo ágil con todas las curvas correctas. Ese jodido pelo sexy
sobre mi almohada. Esas hermosas tetas llenas. Su coño caliente y apretado que
me hace querer explotar como un cohete.
Combinada con su falda remilgada a medio rasgar y enrollada alrededor
de su cintura y esas gafas de montura negra, es la máxima fantasía.
Me estiro hacia mi mesita de noche antes de hacer algo estúpido como
empujar mi pene desnudo sobre sus pliegues. Sosteniendo el papel de aluminio,
le pregunto: —¿Esto está bien? —No quiero asumir que todavía quiere llegar
hasta el final. Podría morir si ella no lo hace, pero aún tengo que preguntar.
Asiente, con los ojos pegados a mi palma trabajando sobre mí. Me aparta
el brazo y me palmea. Cuando su mano no llega a rodearme por completo, sus
ojos se abren de par en par. Tengo algo de circunferencia. Y, está bien, algo de
longitud también.
Me inclino y la beso. —Iremos lento. Prometo hacerte sentir bien.
Sus labios se inclinan hacia arriba. —No lo necesito lento.
Mierda.
169
Me lame el labio inferior mientras me acaricia como a mí me gusta, con
caricias firmes y un movimiento de muñeca al final. —¿Te saboreas en mí? —
pregunto.
Sus cejas se juntan y la incertidumbre brilla en sus ojos. —Sí. Eso es... eso
es un poco extraño.
Sus palabras me hacen detenerme.
¿Los hombres con los que ha salido nunca le han dado sexo oral? Eso es
un crimen contra la mujer. Esta hermosa criatura nació para ser adorada.
—Me encanta tu sabor. La próxima vez, haré que te sientes en mi cara. —
Le guiño un ojo y hago lo posible por no reírme de su expresión horrorizada.
No, esta chica definitivamente no ha sido lo suficientemente complacida por los
hombres de su vida.
No es que quiera pensar en ella con otros tipos.
Podría haber sido toda tuya, idiota, si no hubieras roto las cosas.
Lucho contra ese pensamiento deprimente.
Usando mis dientes, rasgo el condón. Una vez que estoy enfundado y
listo, me arrodillo entre sus piernas y observo como empujo dentro de ella,
estirándola ampliamente. Está tan húmeda y estrecha que tengo que apretar la
mandíbula para contenerme.
Hace el sonido más sexy, un pequeño gruñido que casi me envía al límite
al tiempo que se aprieta a mi alrededor.
—Jesús, Gabby. No tengo palabras para expresar lo bien que te sientes.
Sus uñas se clavan en mis muslos en tanto me hundo más profundo.
Estoy a punto de preguntarle si está bien, si necesito reducir la velocidad,
cuando ella me da un suspiro: —¡Sí! —Se aprieta a mi alrededor mientras un
escalofrío la recorre y rompe algo en mí.
Caigo hacia adelante y me apoyo contra la cama a la vez que me muevo
dentro y fuera de ella hasta que el marco golpea contra la pared. Agarra un
puñado de mi cabello y arrastra mi boca a la suya donde la devoro. Nuestros
cuerpos chocan entre sí. El sudor resbala por nuestra piel. Jadeamos y gemimos
mientras nos atacamos el uno al otro.
Nos damos la vuelta, enredados en las sábanas al mismo tiempo que
apartamos las almohadas y la ropa de cama.
Algo se estrella en la esquina, pero a menos que el suelo se abra y nos
trague, no hay ninguna manera de que me detenga.
Ella se eleva sobre mí como una diosa, su cabello largo se enreda detrás
suyo, sus perfectos pechos rebotando en tanto me monta, y es tan hermosa y
170
feroz que me deja sin aliento.
Agarro sus caderas y la ayudo a montarme. Más duro. Más rápido. Pero
no puedo terminar sin que ella también acabe.
Colocando una mano entre nosotros, paso mi pulgar sobre su piel
hinchada hasta que tiembla. Sus ojos se agrandan, echa la cabeza hacia atrás y
se estremece a mi alrededor con un grito.
Mi liberación se precipita dentro de mí, y la aplasto contra mí mientras
me corro.
Durante un minuto trascendental, todo en mi vida tiene sentido. Porque
estar con esta mujer se siente muy bien.
Cuando la sangre comienza a bombear a mi cerebro de nuevo, paso mi
mano por su espalda y ella se acurruca más cerca.
El miedo se filtra en mí en tanto espero la claustrofobia que siempre me
domina después del sexo. Donde las paredes parecen cerrarse. Donde tengo
que echarla de mi cama para poder respirar de nuevo. Es por eso que nunca
tengo invitadas durante la noche.
Trago saliva al tiempo que me apresuro a averiguar qué voy a decir. Ya
me odio a mí mismo porque sé que herirá sus sentimientos. Deberíamos haber
tenido esa charla antes. Debería haber explicado lo que podría suceder. Que
siempre necesito espacio.
Espero.
Y espero.
Pero el sentimiento nunca llega.
En cambio, siento el impulso más loco de acurrucarme con esta mujer.
Para dormir, de todas las cosas.
Enredo mis manos en su cabello, y ella me da una sonrisa soñolienta y
saciada que me destroza. Necesitándola cerca, rozo mis labios sobre los suyos.
—Vuelvo enseguida.
Después de desechar el condón en el baño, la encuentro acurrucada en
mi edredón, profundamente dormida.
Cuidando de no despertarla, me deslizo detrás de ella y la atraigo hacia
mí, mi pecho contra su espalda, pero se da vuelta en mis brazos y se extiende
medio encima de mí y se queda dormida.
Su calidez, la forma en que se ajusta a mí, cómo su cabello cae sobre
nosotros, es una de las mejores cosas que he sentido en mi vida.

igual.
Y justo aquí, ahora mismo, de alguna manera sé que nada volverá a ser 171
Traducido por Jadasa
Corregido por Auris

Una mano enorme y callosa descansa sobre mi pecho derecho. Un aliento


cálido calienta mi hombro. Y un mariscal de campo de gran tamaño me abraza
por detrás.
Eso no es lo único que me abraza por detrás.
Entrecierro los ojos a la luz del sol que entra por la ventana, odiando
cómo palpita mi cabeza. ¿Cuánto bebí anoche? Solo unas cervezas. Y un trago o
172
dos. Uf, nunca más. Nunca supe que fuera de las que se emborrachaba con
facilidad.
Parpadeando, intento distinguir el cuadradito de papel de aluminio roto
junto a mi cara.
El envoltorio de un condón.
Mierda, tuve sexo con Rider. Dos veces.
Uno pensaría que el gran hombre desnudo pegado a mí sería la pista.
O la erección gigante que se presiona contra mi trasero.
Entrecerrando los ojos de nuevo, veo mis lentes sobre la mesita de noche
junto a su despertador. Todavía es temprano, lo cual es bueno porque le
prometimos a Sienna que estaríamos en casa a tiempo para que ella fuera a
tomar un desayuno tardío.
A pesar de que anoche fue genial, supongo que a Rider le va a extrañar
que siga en su cama.
Supongo que las conversaciones incómodas del día siguiente siempre
van mejor si están vestidos. Con esa idea en mente, intento salir de la cama.
Excepto que ese brazo se aprieta y me lleva de regreso a él.
Me río y trato de hacer una broma, pero mi voz está ronca por gritar.
Chica, lo bueno es que anoche sonaba la música a todo volumen o todo el
vecindario sabría que te follaron.
Puedo decir con seguridad que, antes de anoche, jamás grité durante el
sexo. Ahora hay una línea en la arena de mi vida, antes de tener sexo con Rider
Kingston y después.
Carraspeo. —Si intentas perforarme de nuevo con esa arma, no seré
capaz de caminar durante una semana.
Nos despertamos en medio de la noche para una segunda ronda que, de
alguna manera, terminó siendo tan vigorosa como la primera.
Se ríe, el sonido cálido y áspero envía un hormigueo por mi cuerpo. —Lo
siento. ¿Estás adolorida?
Me doy la vuelta para enfrentarlo y ¡gah! Tiene una mirada adormilada y
sexy en los ojos que me derrite, pero sé cómo se ponen los chicos a la mañana
siguiente, de manera que me abstengo de abalanzarme sobre él por un poco de
abrazos matutinos. Sean no se acurrucaba. No puedo imaginar que Rider me
quiera en su espacio en este momento.
Sus ojos pasan sobre mí y su sonrisa se ensancha. —Ven aquí.
O tal vez sí quiere. 173
—Sin sexo —advierto. Mis partes femeninas necesitan un descanso.
—Sin sexo.
Sin necesitar otra invitación, lanzo un brazo y una pierna sobre él y
apoyo la cabeza en su pecho.
—Mmm. Estás tan caliente. —Me acerco más, y siento sus labios en mi
frente estirándose con otra sonrisa. En serio, acurrucarse desnuda con Rider es
lo mejor del mundo. Casi estoy tentada a recompensarlo con más sexo. Estoy
tan contenta que digo la verdad bruscamente—: Estoy esperando a que seas un
idiota y me eches de tu cama.
—No voy a ser un idiota. —Suena levemente ofendido—. Me gusta
tenerte en mi cama.
Dios, su factor de sensualidad se multiplicó por diez.
El sonido de su grave voz mañanera es un potente afrodisíaco, y mis
pezones son puntitos duros, los cuales froto sutilmente contra él. —Suenas
sorprendido de que te guste tenerme aquí.
—Sigues frotándote así, y te llevarás una sorpresa. —Mete las manos
debajo de las mantas, flexiona las caderas y me golpea con su erección
matutina.
Riendo, me incorporo e intento hacerle cosquillas, pero se mueve tan
rápido que estoy de espaldas antes de parpadear. Excepto que luchar en una
cama doble con un hombre enorme es una mala idea porque ahora estoy
colgando fuera de la cama.
Se ríe. —Esta es una situación interesante en la que se encuentra, señorita
Duran. —Mira descaradamente mis tetas, que le están dando un gran saludo
cuando me arqueo de la cama.
—Déjame levantarme, tonto.
Inclinándose, lentamente lame un pezón antes de llevárselo a la boca,
gimo y paso la mano por su cabello.
—Si no puedo caminar mañana, es tu culpa.
Su ceja se arquea. —¿Significa esto que podemos...?
Un golpe en la puerta nos hace girar la cabeza hacia el sonido cuando se
abre.
Y Tank y mi hermano entran.
—Amigo, Ben puede tomar prestada tu... —Tank se detiene boquiabierto
en tanto me apresuro a cubrir mi pecho, y Rider me tira de nuevo a la cama—.

174
Lo siento. Nunca tienes a nadie...
Ben lo mira dos veces. —¡Qué diablos, Kingston! ¿Te follas a mi
hermana?
—¡Vete, Ben! —Me aseguro de que mi cuerpo esté cubierto antes de
darme cuenta de que he acaparado todas las mantas y que Rider se encuentra
completamente desnudo con solo una mano para cubrirse. Lo cual, para que
conste, no es suficiente.
Mi hermano hace una mueca como si estuviera sufriendo. —Me dijiste
que no pasaba nada entre ustedes dos. Dijiste que eran amigos. Que ella solo te
ayudaba con la bebé.
—Maldita sea. Vete, joder. —Renunciando a la pretensión de modestia,
Rider salta de la cama y se pone un par de pantalones de chándal.
Tank se ríe porque piensa que todo es divertido. Un minuto después, el
resto de la procesión entra a la carga. Todos los chicos se paran en la puerta,
pero nadie parece terriblemente sorprendido de verme; excepto mi hermano,
que parece a punto de explotar.
Tank aplaude. —Me alegra que nuestro chico finalmente haya aclarado
sus prioridades. —Agarra a Ben por los hombros—. Ben, amigo. Límites.
—¡Gracias! —Aprieto más la sábana a mi alrededor—. Ahora, ¿pueden
todos irse para que pueda vestirme, carajo?
Todos los chicos se quedan paralizados, y Tank mira dos veces. —Guau.
Jamás escuché a nuestra chica maldecir de esa manera. —Le echa un vistazo a
Ben—. Está enojada. Vamos. Estamos arruinando su brillo del día después.
Ben hace un sonido de náuseas y el resto de los chicos se ríen.
Excepto Rider.
Él no se ríe.
Cuando la puerta finalmente se cierra, colapso sobre la cama y agacho la
cabeza.
Oh, Dios mío, qué mortificante.

175
Traducido por Julie
Corregido por Auris

—Oye.
No me muevo.
Rider me levanta y me coloca en su regazo antes de rodearme con sus
brazos. —Todo va a salir bien.
Por alguna razón, esta pequeña muestra de afecto, cuando seguramente 176
no somos más que amigos, me golpea con fuerza y se me hace un nudo en la
garganta. —No seas amable conmigo ahora, o lloraré.
Me frota la espalda y me hundo en él. —¿Ayudaría si fuera un imbécil?
—Me besa la frente y me escuecen los ojos.
—Sí. —Resoplo.
Sus hombros tiemblan de risa, pero después de un momento, se calma.
—Lamento todo eso. Debería haber cerrado la puerta con llave anoche, pero
supongo que me dejé llevar.
Se dejó llevar por mí. Eso me hace sentir marginalmente mejor.
No quiero hablar de mi hermano mientras estoy envuelta en una sábana,
a punto de hacer el paseo de la vergüenza por la casa del fútbol, pero estoy
demasiado alterada para reprimirlo.
—Estábamos tan unidos cuando éramos niños. Cuando era pequeña,
solía llamar a Ben mi gemelo. Y ahora... ahora no quiere saber nada de mí.
La mano de Rider recorre lentamente mi espalda. —Mmm.
—¿Qué? —Vuelvo a resoplar y me limpio los ojos con rabia.
—No estoy seguro de que querría golpearme si no quiere tener nada que
ver contigo. Ben no es un tipo emocional. Encierra bien esa mierda. Excepto
cuando se trata de ti. Nunca le he visto tan cabreado. —Su mano hace otro
recorrido por mi espalda y se detiene para acercarme. Recuesto mi cabeza en su
hombro—. Sé que ustedes pasaron por muchas cosas cuando eran jóvenes.
Quizá necesite hablar con alguien sobre eso.
Asiento y me trago el sollozo que quiere salir de mí. Ahora mismo, haría
cualquier cosa, cualquier cosa, para poder llorarle a mi madre. Para preguntarle
cómo acortar la distancia con Ben. El hecho de que acabe de verme en la
posición más comprometida solo añade otra capa a mi humillación.
Rider parece saber que necesito un minuto para recuperar la compostura.
Una vez que las cataratas del Niágara se mantienen a raya, me incorporo y miro
vacilante al hombre en cuyo regazo estoy sentada.
Porque ahora me enfrento a esa otra cuestión incómoda. Estoy bastante
segura de que no se supone que tengas un gran colapso emocional después de
un encuentro de una noche o lo que sea esto. —Bueno, será mejor que me vaya.
Antes de que pueda decir nada, salto de su regazo y doy una vuelta por
su habitación, recogiendo mi ropa, que está desparramada por el suelo. Me
llama por mi nombre, pero le ignoro, demasiado avergonzada para mirarle.
Cuando cierro la puerta del baño, quiero meterme en un agujero y quedarme
allí.
177
¿En qué pensaba al enrollarme con Rider? Vive al otro lado de la calle. Voy
a tener que verlo todo el tiempo. Con otras mujeres.
Me vuelvo a pasar la mano por los ojos, odiándome por sentir algo.
Nunca lloré con Sean. Ni una sola vez. Nunca me hizo sentir nada demasiado
intenso. Estar con él era agradable. Como un baño caliente o una caja de
bombones o una taza de té en un día frío.
Rider es un huracán. Un cataclismo. Un precipicio al que las chicas se
lanzan voluntariamente por una noche con él.
Que es exactamente lo que hice, y ahora tengo que afrontar las
consecuencias.
Me visto tan rápido como puedo.
Finalmente, me miro en el espejo. Unos ojos de mapache me miran
fijamente. Mi pelo sería un buen nido para una bandada de gansos.
Con la falda casi hecha jirones, me atrevo a decir que me parezco a Katy
Perry en ese vídeo musical cuando intenta sobrevivir a una jungla. Bueno,
menos el maquillaje impecable y la melodía de auto empoderamiento sonando
de fondo.
Después de limpiarme los ojos hinchados con un poco de papel higiénico
y humedecerme el pelo para que no parezca que me ha destrozado Edward
Manos de tijeras, respiro profundamente, me enderezo las gafas y me dispongo
a abrir la puerta del dormitorio de Rider. Tuvimos sexo. No es un gran problema.
Lo hace todo el tiempo. Puedes volverte loca en casa si lo necesitas. Aquí no.
Él sigue sentado en el borde de la cama, pero ahora lleva vaqueros y una
camiseta Henley oscura de manga larga. Tiene los codos apoyados en las
rodillas y las manos juntas bajo la barbilla.
Sus ojos se dirigen a mí y me enderezo bajo su mirada.
—¿Estás lista para salir?
Asiento lentamente con la cabeza, aún más confundida cuando se levanta
para acompañarme a la salida.
En realidad, solo pensé en salir corriendo.
Tomamos las escaleras traseras que se abren a la cocina. Donde todos sus
compañeros de habitación deambulan. Incluyendo a mi hermano.
Knox, a quien todos llaman correctamente Noxious, deja escapar un
silbido bajo. —Alguien se divirtió anoche. —Mira mi falda, que tiene una
abertura hasta la mitad del muslo—. En serio lo hicieron, ¿eh?
—No la mires así. Y cierra la boca. —Rider pone la palma de su mano en 178
la parte baja de mi espalda.
Tank empuja a Knox del camino. —Ignóralo. No ha sido bien entrenado.
Todavía se mea en los muebles. —Me tiende una taza para llevar y me dedica
una amplia sonrisa—. Café con extra de crema, un poquito de azúcar. Justo
como te gusta.
—Gracias, amigo. —Lo cojo, agradecida por un respiro en la horrible
tensión. Y realmente, ¿qué tan considerado es Tank para saber cómo tomo mi
café?
Mi hermano se cruza de brazos, apartando la mirada de nosotros. Es el
colmo.
Miro a los otros compañeros de Rider. —Miren, chicos, seguimos siendo
amigos, ¿no? Lo que haga en mi vida personal no debería cambiar nada.
Trevor me guiña un ojo. —Siempre serás de oro para mí.
Uno por uno, el resto de los chicos está de acuerdo en que estamos bien.
Excepto mi hermano, que se queda mirando por la ventana.
—¿De verdad, Ben? ¿Cómo voy a saber que te importo una mierda? En
absoluto. Y mucho menos que te importa con quién salgo. —Me laten las sienes
por haber bebido demasiado anoche y por el hecho de que podría tener que
darle un puñetazo a mi hermano en la garganta.
Se burla y se enfrenta a Rider, apretando los dientes dice: —¿Con quién
sales? ¿De verdad crees que eso es lo que pasa aquí?
Entrecierro los ojos y lo miro. —Considéralo un eufemismo, ¿vale? Por tu
bien, no por el mío. Lo que hagamos Rider y yo no es asunto tuyo. Es mi amigo
y no ha hecho nada para ganarse tu furor.
Knox da un gran mordisco a un panecillo y habla entre un bocado de
comida mientras pasa un brazo alrededor de los hombros rígidos de Ben. —Tu
hermana utiliza palabras importantes. ¿Sabemos lo que significa “furor”?
Ben se encoge de hombros mientras Tank sonríe. —Son cinco letras.
Averígualo con pistas de contexto.
Cuando empiezo a dirigirme hacia la puerta principal, mi hermano se
pone delante de mí y dice: —Sé que no lo parece en este momento, pero solo te
estoy cuidando.
—¿Humillándome delante de tus compañeros de casa? —siseo.
Rider vuelve a mi lado, y él y Ben se miran fijamente.

179
Ben señala con un dedo acusador a su compañero de habitación. —Así
que esto significa que cuando Miranda o alguna otra chica se acerque en las
próximas horas o días o semanas, las rechazarás, ¿verdad? Porque mi hermana
debería saber lo que le espera si acepta el reto. Que ella es solo una de muchas.
—Te odio tanto ahora mismo. —Me abro paso a su alrededor y salgo
corriendo por la puerta principal, ignorando a Rider cuando dice mi nombre.
Traducido por Lauu LR
Corregido por Auris

Después de casi llegar a los golpes con Ben corro al otro lado de la calle,
pero esa conversación tardó una buena media hora. Agradezco que me las haya
arreglado para calmar su culo gruñón sin que ninguno tuviera que componerse
la cara, pero sigo enojado de que dijera lo que dijo frente a Gabby.
Ese agujero en el muro no debería ser muy difícil de cubrir. Para que
conste, Ben dio ese golpe. No yo. Aunque en serio quería, imaginé que Gabby 180
no estaría muy complacida si plantaba mi puño en la barbilla de su hermano
menor. Sin mencionar el hecho de que necesito ser capaz de estar en el campo
con él mañana. Como regla general, trato de no golpear a mis compañeros de
equipo.
Aunque estará llegando al límite si vuelve a decirle una mierda como
esa.
Sienna responde a la puerta antes de que termine de tocar. —Hola —dice
dudosa mientras balancea a mi hija en su cadera. Por su expresión, obviamente
sabe que algo salió mal, pero primero lo primero.
Levanto a Poppy y la abrazo a mí. —¿Cómo está mi niña, eh? —Soplo
besos en su cuello y ella se retuerce. Después de adorar a la niña, me giro hacia
Sienna—. Lamento llegar tarde. Esta mañana, uh, fue una locura.
—Apenas son las nueve. Está bien.
—¿Cómo estuvo su noche?
Me pone al corriente de todas las cosas lindas que Poppy hizo esta
mañana cuando despertó muy temprano.
Alcanzo mi bolsillo trasero y le doy el envoltorio de dinero. —Estoy
seguro de que te debo más.
He comenzado a pagarle algo a todos y a llevar la cuenta para poder
compensar la diferencia cuando tenga más dinero. Estoy seguro de que mis
compañeros de piso no me dejarán morir de hambre, pero no puedo negar lo
humillante que es esto. Estar tan desesperado económicamente me recuerda a
ser un niño otra vez, lo cual no soporto, joder.
Trata de devolverlo, pero después de que insisto, asiente.
Nos miramos un segundo mientras trato de descubrir que decir, cuando
se ríe. —¿Supongo que quieres hablar con Gabby?
—Sí, por favor.
Señala detrás de ella. —Creo que está en la ducha.
Muy probablemente tratando de evitarme. No puedo decir que la culpe.
—Voy a esperar.
La expresión de Sienna me dice que dije lo correcto.
Poppy y yo nos sentamos en el sillón y Sienna se despide y desaparece
por el pasillo. Me recuesto y balanceo a Poppy en mi estómago, donde trata de
ponerse de pie. Cuando se tambalea, amplío los ojos y animo: —¡Vamos, bebé!
Papi va a atraparte. —La niña enloquece, riéndose hasta que apenas puede
respirar.
Después de varios minutos de esto, eventualmente se aburre y descansa 181
su cabeza en mi pecho. Palmeo su pequeño trasero. Tengo muchísima tarea que
hacer, pero estoy determinado a pasar algo de tiempo de calidad con mi hija
primero. No es su culpa que mi horario sea una locura. Me prometo que voy a
reponérselo cuando la temporada termine.
—Pa. Pa. Pa. Paaaa pi
Me detengo. —¿Acabas de decir papi?
Levanta la cabeza y me da una sonrisa llena de baba y repite la palabra
que abre mi corazón negro por completo. Sin estar preparado para el impacto
que me causaría escuchar ese término, cierro los ojos y le doy un abrazo a mi
gusano. —Te amo, Poppy.
Cuando abro los ojos, Gabby se encuentra parada a unos metros usando
una bata. Me da una suave sonrisa. Su cabello está mojado, su cara libre de
maquillaje. Pero es obvio que ha estado llorando, y eso me destroza.
—Ven aquí. —Palmeo el asiento a mi lado. Sorprendentemente, no hace
drama, pero se acomoda a unos buenos centímetros de mí.
—Vamos, puedes hacerlo mejor. —Inclinándome hacia ella, deslizo un
brazo alrededor de sus hombros y la arrastro hacia mí. El movimiento me
consigue una risa, y eventualmente se desliza más cerca y deja caer su cabeza en
mi pecho, donde arrulla a Poppy.
Mi hija levanta las manos hacia Gabby, quien la toma en sus brazos.
Obviamente se adoran.
Brevemente, me pregunto si esta podría ser mi vida. Cuando no esté
jugando fútbol y no haya cámaras ni prensa, o admiradoras, si podría volver a
casa a esto. Tardes tranquilas con mi hija y Gabby.
Excepto que el pensamiento me hace comenzar a sudar.
Antes de que enloquezca, me recuerdo el consejo que Tank compartió
conmigo antes de que viniera. Dar un paso a la vez. No enloquecer pensando
“en el futuro”.
—No le vas proponer a la chica matrimonio —me advirtió—. Probablemente se
reiría en tu cara de todos modos. Solo déjale saber que ella es diferente.
No necesitaba explicar que significaba diferente.
La intimidad y conexión que siempre tuve con esta mujer simplemente
explosionó cuando tuvimos sexo. Nunca he sentido nada como lo que siento
con Gabby.
Me asusta muchísimo.
Pero el primer año me enseñó una cosa. Si ignoro esto o huyo, solo voy a
arrepentirme. Las cosas con Gabby son demasiado especiales para ignorarlas.
Me aclaro la garganta. —Poppy se preguntaba si te gustaría unirte a
182
nosotros para el desayuno.
—¿Poppy? —Gabby se endereza y sonríe.
—Sí, Poppy. —Mi hija estira las manos hacia mí y la alzo de nuevo—. Lo
mencionó justo antes de que entraras. Dijo: “Me gusta mucho Gabby. Vamos a
invitarla a salir por algo de pan francés y café.” —Palmeo la espalda de mi hija
con una mano, esperando mantenerla tranquila mientras Gabby y yo hablamos.
Por fortuna, parece contenta con acostarse en mi pecho y morder su puño.
Mi vecina hermosa me da la sonrisa más grande que he visto de ella en
un tiempo. Pero entonces sus labios se curvan hacia abajo y aleja la mirada.
—Me imaginé que estarías corriendo por las colinas esta mañana. Son
conocidos por los choques y fugas ustedes.
Auch.
Sacude la cabeza. —Y entonces mi hermano se pone todo neandertal
contigo cuando no es exactamente la figura de las relaciones comprometidas.
No se equivoca sobre su hermano, pero ¿quién soy yo para criticar como
vive su vida?
—Ben solo te cuida, y no lo culpo. Si tuviera una hermana, me aseguraría
de que cualquier tipo interesado en ella la tratara bien. —Cuando no dice nada,
levanto su barbilla para que me mire—. No voy a correr.
Tormentosos ojos miel me miran. Se encuentran rojos y cautelosos, y
odio que no confié en mí.
—No voy a correr, y eso es lo que le dije a Ben. —Y probablemente la
razón de que no tuviéramos una pelea en la casa, pero ella no necesita saber
eso.
Después de un minuto, su cabeza se inclina hacia mi mano y froto su piel
suave.
—¿Prometes que no vas a correr? —pregunta lentamente.
Asiento, acercándome para rozar mis labios con los suyos. —Lo prometo.
—¿Y Ben no va a tratar de matarte mientras duermes?
Se me escapa algo entre una risa y un gruñido. —Espero que no. Creo
que estará bien. —Bueno, no exactamente bien, pero tal vez no me asesine.
Creo que he respondido a todas sus dudas, pero cuando trato de besarla
de nuevo, se aleja. —¿Y no va a haber otras?
Porque soy un idiota, me toma un segundo entender lo que pregunta.
Otras mujeres.
183
Esa es una pregunta fácil de responder considerando que ha dominado
mis pensamientos todo el semestre. No has dejado de pensar en ella desde el primer
año. Solo eras demasiado cobarde para hacer algo al respecto.
—Nadie más.
Eso me consigue una media sonrisa, y la beso antes de que recupere la
razón. No tengo nada de experiencia con relaciones serias, pero si esto es lo que
quiere, si yo soy lo que quiere, entonces estoy dentro.
Envuelvo la mano en su cabello mojado.
—Sin embargo, seré sincero sobre unas cuantas cosas. —Retrocedo para
acomodar a mi hija, que ha decidido trepar a mi cabeza—. Por el próximo par
de semanas, necesito mantener el fútbol como mi enfoque central. Cómo juegue
por el resto de la temporada va a determinar el resto de mi vida y la de Poppy.
No puedo arruinarlo. Así que necesito mantener las partes que no sean fútbol,
tan libres de drama como sea posible. Viendo que también tengo una hija, eso
es probablemente mucho pedir, pero tengo que intentarlo. Si estás de acuerdo
con eso, me gustaría ver a dónde va esto. —Le doy mi mejor sonrisa y pongo la
cara de Poppy a lado de la mía, esperando que no pueda rechazarnos. El rostro
de mi hija es muy lindo—. ¿Qué dices?, ¿quieres un dos por uno? Somos algo
así como un paquete.
Mira entre nosotros y pone los ojos en blanco ante mi directo uso de mi
hija, que debo admitir es mi mejor arma. —Juegas sucio.
No tienes idea de lo sucio que me gusta.
Pero entonces asiente.
—¿Sí? —Mi corazón se acelera en mi pecho.
—Sí.
—¿Quieres sellarlo con un beso? —Estaría de acuerdo con sellarlo con
más que un beso, pero Poppy se encuentra presente, así que voy a tener que
conformarme con algo de acción acta para todo público.
Gabby me complace con un pequeño piquito en los labios, y cuando
frunzo el ceño, sonríe. —Vas a tener que esperar para lo bueno. —Mueve las
cejas y yo contengo una risa.
Mientras nos arreglamos para salir a desayunar, me pregunto si esto se
pondrá mejor de lo que fue anoche.
No puedo esperar para descubrirlo.

184
Traducido por Anna Karol
Corregido por Auris

Mientras caminamos por el centro de Charming hacia la cafetería, meto


las manos en los bolsillos de mi sudadera con capucha y estudio a Rider desde
mi visión periférica.
Lleva a Poppy en un arnés frontal. Ella aplaude y da patadas, totalmente
emocionada de estar en esta excursión. Los dos son un espectáculo, y todo el
mundo que se cruza con nosotros, especialmente las mujeres, se toma su tiempo 185
para contemplar a este sexy espécimen masculino.
Me doy la vuelta, reprendiéndome por querer mirar.
Técnicamente, debería poder mirar a Rider sin reparos, sobre todo
después de nuestra plática de esta mañana y de lo que nos hicimos anoche, pero
me da un poco de reparo dejar ver exactamente cuánto me gusta.
Puede tranquilizarme con palabras, pero sigo considerándolo un riesgo.
Tal vez menos de lo que era el primer año, pero necesito más tiempo para ver si
habla en serio. Estar con Rider es como dar vueltas al sol, preguntándome
cuánto puedo acercarme antes de quemarme.
Sin querer desbaratar lo que podría ser una gran cosa en mi vida,
considero lo mucho que ha cambiado. Después de todo, es fantástico con
Poppy. A pesar de su agitada agenda, siempre parece estar pendiente de sus
necesidades. Nunca la he visto sentada con el pañal sucio. Si está enfadada, la
alza inmediatamente para intentar consolarla. Siempre intenta que se ría, sonría
o le hable. Eso me da la seguridad de que no es el hombre infantil que conocí y
de que no me estoy preparando para un desengaño.
—Estás un poco callada. —Antes de que pueda decir nada, me pasa un
brazo por encima de los hombros, atrayéndome hacia él, y suspiro, disfrutando
de lo agradable que es estar en su compañía.
—Solo estoy admirando lo sexy que te ves con Poppy.
Juro que su incipiente sonrisa brilla. —Crees que soy sexy, ¿eh?
—Cállate. Sabes que lo eres.
Se inclina y me besa. Allí mismo, en la calle principal. Y luego, con una
mirada diabólica en sus ojos, susurra: —Parece que hoy caminas bien.
Resoplo una risa poco femenina. —No gracias a ti.
Riéndose, me besa en la frente, y por dentro me desmayo con fuerza
como una debutante del siglo dieciocho. ¿Qué tienen los besos en la frente que
me hacen flaquear tanto?
Estoy a punto de inclinarme para recibir otro beso cuando Poppy me
agarra un puñado de pelo e intenta morderlo.
—¿Tú también necesitas un poco de amor, Poppycakes? —Le doy un
beso en sus mejillas regordetas y se ríe. Mientras me desenredo el cabello, le
dedico a Rider una sonrisa tonta. Uf, está bien. Lo admito: estoy tan feliz que no
puedo soportarlo. A pesar de lo sucedido con Ben esta mañana, que Rider sea
tan incondicional y firme me excita como un gran bicho raro.
Reanudamos nuestro paseo por la calle, y mi nivel de satisfacción se

186
dispara cuando Rider vuelve a pasarme el brazo por los hombros. Por supuesto,
yo le correspondo colocando el mío en su espalda.
Durante los siguientes sesenta segundos, me encuentro en un estado de
felicidad doméstica.
Porque eso es lo que tardamos en llegar al Café Road Runner y abrir la
puerta, donde todo el mundo deja de comer para mirarnos.
—¿Qué pasa? —le susurro.
—No estoy seguro. —Frunce el ceño.
Pero entonces alguien grita: —¡Vamos, Broncos! —Y la gente aplaude y
choca los cinco con Rider mientras pasamos de camino a un puesto en la parte
de atrás—. ¡Qué buen partido el de ayer, hombre!
Sí. El partido. Claro.
Me siento como una gran idiota por haberlo olvidado. El orgullo surge
en mí, a pesar de que no tuve nada que ver con su actuación. Aun así, sé lo
mucho que ha trabajado.
Rider se toma los elogios con calma, chocando los puños y sonriendo con
facilidad, pero me insta a seguir, con su mano en la parte baja de mi espalda.
Hasta que llegamos al grupo de animadoras. Gritan su nombre y hacen
preguntas, y él se detiene a charlar. Estoy segura de que las conoce a todas.
Espero que no tan bien.
—¿Y quién es esta señorita? —Una rubia hermosa le habla a Poppy, a
quien le encanta la atención y balbucea sus saludos.
—Esta es… —Rider tose—. Esta es mi hija.
Se quedan mirando, con la boca abierta.
Oh.
Oh.
Debería darme una palmadita en la espalda por los acuerdos de
confidencialidad. Pero me sorprende que esta bomba no haya sido gritada por
todo el campus, a pesar de los formularios que hice firmar a todos con la
amenaza de muerte inminente si cotilleaban.
Sin embargo, supongo que no es así como Rider quería desvelar a su hija
al pueblo de Charming.
Las chicas me miran mal y me echan miradas de soslayo, como si de
alguna manera le hubiera tendido una trampa a este tipo para que tuviera un
bebé.
Por supuesto, Zoe Evans, mi antigua compañera de trabajo y la traidora
extraordinaria, se halla en medio del grupo, susurrando a sus amigas. Por mi
vida, no tengo ni idea de lo que he hecho para convertir a esta chica en mi 187
enemiga.
Elegiste un buen día para vestirte cómodamente en sudaderas con un mínimo de
maquillaje, Gabriela.
Quiero gritar que no soy la madre, que no le he hecho nada a Rider, pero
me distraigo momentáneamente pensando en todo lo que le hice anoche.
Me obligo a salir de la fantasía y miro a todos los que nos observan
fijamente. Si Rider quería mantener a Poppy en secreto, por privacidad o para
minimizar el drama, venir aquí hoy fue una mala idea.
Traducido por Julie
Corregido por AnnyR’

—¿Quieres pedir algo de comida para llevar? —susurro mientras nos


alejamos de la mesa. Internamente, me estremezco. ¿No acaba de hacer una
gran declaración sobre la necesidad de que su vida no sea un drama?
—No, está bien —dice rígido mientras tomamos la cabina del fondo, que
está un poco apartada del resto del comedor.
Le ayudo a sacar a Poppy del portabebés y, como parece que él necesita
188
un minuto, la pongo en mi regazo y saco su puré de manzana.
La camarera nos toma el pedido pero no dice nada de Poppy, por suerte.
Claro que, como está sentada en mi regazo, tal vez eso desvíe la atención de
Rider.
—Todavía no la has sacado en público, ¿verdad? —Arranco el papel de
aluminio del envase del puré de manzana con los dientes para no perder el
control sobre la bebé.
Suspira y se pasa las manos por el pelo. —No, y no pensé más allá de lo
agradable que sería sacarla de casa un rato. Tomar un poco de aire fresco. Tal
vez llevarla al parque. Tratar de compensar el hecho de que haya ido de una
niñera a otra toda la semana.
Le dedico una sonrisa comprensiva. —Lo estás haciendo lo mejor que
puedes. No siempre será así. Y mira —La hago rebotar en mi regazo y suelta
una risita—, es perfectamente feliz y le va muy bien.
—Haces que parezca tan sencillo.
—¿No lo es? El plan, es decir. Quererla, alimentarla, cambiarla, llevarla a
la cama a una hora razonable. Sobrevivir a la temporada. Luego puedes volver
a priorizar un poco. Pasar más tiempo con ella.
Se queda mirando por la ventana. Con el sol en la cara, noto sus ojeras.
Umm. Quizá no debimos haber ido a la fiesta de anoche.
Un suspiro de dolor lo abandona. —Esto no es nada. Espera a que la
prensa se entere de mi situación.
La preocupación serpentea en mi corazón. —No había pensado en eso. —
Lo que me recuerda… el corazón me late mientras abro la boca y hago una
pausa. No te acobardes, Gabriela. Sé adulta y pregunta—. Odio sacar el tema ahora,
pero ¿has tenido suerte en la búsqueda de su madre?
No es la pregunta que quiero hacer, la que grito en mi cabeza. ¿Quién es
la madre?
Sus mejillas se enrojecen mientras sacude la cabeza. —No sé qué le diría
si la encontrara.
Por alguna razón, su vergüenza alivia un poco mi propia ansiedad.
Estiro el brazo por la mesa y le tomo la mano. —No intento avergonzarte
sacando el tema, pero ¿sabes cómo responderás a las preguntas que los medios
de comunicación plantearán sobre ella? —Porque si no está preparado para
hablar con unas cuantas personas en la cafetería sobre Poppy, y mucho menos
sobre su madre, entonces probablemente no esté preparado para enfrentarse a
la prensa.
189
—Ni una puta idea. —Gime, con los ojos angustiados mientras mira
fijamente a su hija, que juega con un menú—. Pero esto significa que tengo que
decírselo a mi padre.
—¿Decirle…?
—Lo de Poppy. Antes de que se entere por ESPN o por algún vecino
entrometido.
¿Aún no se lo ha dicho a su padre? Maldita sea.
—No lo digas. —Retira su mano—. La gente normal habla con sus
padres cuando tiene problemas, pero nosotros no somos una familia normal.
No puedo lidiar con su juicio cuando el hombre apenas puede cuidarse solo.
Demonios, algunos días ni siquiera me alimentó cuando era un niño.
Oh, mi corazón.
Él probablemente odiaría que Poppy y yo saltáramos de la cabina para
poder abrazarlo.
Bajando la mirada, me muerdo el labio inferior para que no me tiemble,
pero los niños son mi debilidad, y pensar en que sufría de niño casi me hace
perder la cabeza.
—Oye —dice, con voz suave.
Trago saliva.
—Gabby. —Cuando por fin levanto la vista, la suave expresión de su
cara me hace querer arrastrarme a su regazo. Es su turno de estirarse por la
mesa y agarrar mi mano—. Estoy bien. Al igual que tú, lo he superado. No
tienes que sentirte mal por mi situación. Sé que soy afortunado en muchos
sentidos por tener tantas oportunidades ahora.
—No tienes suerte. Tienes talento. Sé que no fuimos amigos durante gran
parte de la universidad, pero eso no significa que estuviera ciega. Te veía en la
biblioteca estudiando todo el tiempo. Y ahora que entiendo mejor tu agotador
horario de entrenamientos y partidos, me doy cuenta de lo mucho que has
trabajado.
Entrelaza sus dedos con los míos y se aclara la garganta. —Gracias por
cubrirme las espaldas. Tank no bromeaba anoche cuando dijo que no habríamos
sobrevivido a la temporada sin ti. Has sido una buena amiga para mí cuando no
te he dado muchas razones para serlo.
Bajo la mirada, segura de que me estoy sonrojando.
Debería decirle que tenía mis razones. Que aunque, sí, haría cualquier
cosa por Poppy porque este bebé me robó el corazón en el momento en que la

190
saqué de esa cesta, he estado luchando contra un enamoramiento por él durante
años a pesar de mi mejor juicio. Pero no digo nada.
Me aprieta la mano antes de soltarla. —Esto va a sonar extraño, pero
nunca hablo de mi familia con nadie. Además de mi entrenador, tú eres la única
persona a la que se lo he contado. Siempre ha sido fácil hablar contigo. Quiero
decir, cuando no me estás dando un portazo en la cara.
Me río. —Oh, Dios mío. Cállate.
Se ríe y nos sonreímos el uno al otro. —En serio. Eres buena oyente. Tal
vez sea porque tú misma has pasado por muchas cosas. ¿Dijiste que tu tía te
acogió? —Asiento lentamente—. ¿Te quedas con ella durante las vacaciones?
Mi sonrisa se desvanece. —No. —Desplazo a Poppy en mi regazo,
agradeciendo que esté ocupada jugando con los paquetes de ketchup.
—¿Ya no son cercanas?
—Ella, eh, tuvo un nuevo novio en mi último año de instituto, un tal
Bobby, y no es mi mayor fan.
Las cejas de Rider se fruncen. —¿Por qué?
—Porque le dije a mi tía Carmen que se me insinuó.
—¿Que hizo qué, joder?
Suelto un suspiro que no me di cuenta de que estaba conteniendo. Estoy
segura de que Rider ni siquiera sabe lo que acaba de decir, pero sin dudar un
instante, asumió que Bobby tenía la culpa, que es más de lo que puedo decir de
mi tía.
—Bobby llegó a casa borracho una noche y se me insinuó. Mi tía estaba
trabajando. Al día siguiente le conté lo sucedido, pero se puso de su parte. Dijo
que me lo había imaginado. —Me encojo de hombros—. Cuando me fui a la
universidad, Carmen dijo que probablemente era mejor que no me quedara más
con ella. Bobby le había dicho que yo lo hacía sentir incómodo. Solo la he
visitado un par de veces desde entonces, cuando estaba segura de que Bobby
estaba en el trabajo, para poder ver a mis primitos.
—Qué hijo de puta.
El hecho de que Rider me crea cuando nadie más lo hizo significa más de
lo que puedo decir. Froto la espalda de Poppy, avergonzada de mirar a Rider.
—Entonces, ¿a dónde vas en las vacaciones de invierno y verano? —
pregunta.
—Me quedo por aquí.
Solo necesito una razón para quedarme después de la graduación, y
espero que Archer me dé esa ancla. De lo contrario, no estoy segura de adónde
iré. 191
Se aclara la garganta. —Te juro que no es así como quería pasar nuestra
mañana, estando tan serios y estresados.
Sonrío, aunque me siento tímida y vulnerable. —No pasa nada. Me gusta
conocerte.
—Yo también quiero conocerte. Esta vez de verdad. —La sonrisa que me
dedica es deslumbrante y hace que las mariposas de mi estómago echen a volar.
Cuando llega la comida, Rider se retira de la cabina y se acerca para
coger a la bebé. —Así podrás comer sin que mi gremlin intente devorar tu pelo.
—Me guiña un ojo.
Mi sonrisa crece a la vez que me zambullo en mis gofres mientras veo a
papá Kingston alimentar a su hija.
—Vamos, enana. Intentemos que esta vez haya más comida dentro de ti
que sobre ti.
Me detengo con el tenedor a medio camino de la boca, embelesada. Su
camiseta se ajusta a sus anchos hombros. Esos grandes bíceps se flexionan en
tanto sostiene a Poppy con un brazo y maneja esa pequeña cuchara con el otro.
Oh, sí. Esto es mejor que el porno.
Unos minutos más tarde, la camarera trae una sillita alta, acomodamos a
Poppy y terminamos de comer.
Cuando acabamos, señala mi plato. —¿Estás mejor con tu hipoglucemia?
Hago una pausa. Nunca hemos hablado de los detalles de lo que ocurrió
el pasado mes de mayo, pero debe haberme oído hablar con los paramédicos
ese día. —¿Por eso siempre tratas de alimentarme? Primero la pizza y ahora los
gofres.
Me dedica una sonrisa tímida. —No lo sé. Tal vez. ¿Está mal?
—No, es dulce. Pero estoy mejor. No he tenido ningún episodio desde la
noche que encontramos a Poppy. Esa fue la última vez que me sentí mareada.
Estuve demasiado tiempo sin comer. Fue un accidente, en realidad.
—¿Qué pasó?
—Una mala cita.
—¿El imbécil de Jason no te dio de comer?
Me río ante la intensidad de Rider. —La idea de Jason para la cena eran
unos nachos de aquella gasolinera, y pasé de ellos. Así es como acabé mareada
después. Pero a menos que planees llevarme a una mala cita, deberíamos estar

192
bien.
Rider me dedica una sonrisa lobuna. —Pienso hacer muchas cosas
contigo. Las malas citas no son una de ellas.
Mis partes femeninas se animan, y siento que mi cara se calienta. —He
querido preguntar por qué no te caía bien.
—¿Aparte de que te invitó a salir?
Me resisto a sonreír. —Sí. Aparte de eso.
—Tuve una amiga a la que engañó el año pasado, así que sabía que no
era bueno.
Asintiendo lentamente, me muerdo la pregunta que quiero hacer, pero él
me mira.
—¿Qué?
Si estamos haciendo esto de verdad, supongo que tengo derecho a
saberlo. —¿Has engañado alguna vez a alguien?
No duda. —No, nunca. Tienes que estar en una relación para engañar.
—Entonces… ¿solo has tenido situaciones… casuales en el pasado?
—Más o menos. Sí. —Haciendo una pausa, me mira, sus ojos son
cálidos—. Lo cual es la noche y el día de lo que estamos haciendo, en caso de
que estés preocupada. —Parece que se queda sin palabras durante un minuto—
. No sé cómo explicarlo, pero eres diferente. Quizá sea porque yo también te
considero una amiga.
Mi madre siempre decía que se enamoró de su mejor amigo. Mi corazón
da una pequeña patada al pensarlo.
Se inclina hacia delante y siento su mano en mi muslo por debajo de la
mesa. —Me alegro de que hagamos esto, Gabby. Me gusta salir contigo. —Esos
labios se inclinan hacia arriba y susurra—: No es lo único que me gusta hacer
contigo.
Mi imaginación se dispara cuando pienso en lo que me gustaría hacerle.
Y, vale, no es una declaración de amor, pero para un tipo que solo hace cosas
casuales, es sorprendentemente comunicativo.
No sé cómo me engañé pensando que solo podría pasar una noche con
él.
Rider y yo estuvimos de acuerdo en mantener las cosas tranquilas
durante la temporada, pero nadie dijo nada sobre sentimientos.
Y ya tengo demasiados para contarlos.

193
Traducido por Danita
Corregido por AnnyR’

Cuando el profesor deja caer el ensayo en mi escritorio, gimo ante la


nota. Incluso cuando me esfuerzo, tendré suerte si consigo una C, y tratar de
escribir un ensayo mientras reboto a una quisquillosa Poppy en mi rodilla es
casi imposible.
De verdad necesito aprender a escribir con más de dos dedos.
La chica a mi lado, Waverly, agarra mi brazo. —Puedo hacer tu próximo
194
ensayo si quieres. —Me agita sus pestañas extra largas.
Incómodo de repente, bajo la mirada a la mano que todavía descansa en
mi brazo. —Estoy bien, pero gracias.
No soy un profesional en relaciones serias, así que no tengo claro si está
bien permitir toques aleatorios como este. Por ejemplo, ¿puedo abrazar amigos
que son chicas?
Supongo que eso es lo que Gabby y yo estamos haciendo, ¿cierto? Una
relación “seria”. No tengo la intención de profundizar a toda regla nada con
nadie, en especial ahora cuando tengo tanto en que preocuparme, pero se siente
mal tener sexo con Gabby y no comprometerme.
Lo juro por Dios, tener a Poppy arroja una nueva luz sobre todo. ¿Qué
pasa si algún día un idiota tiene sexo con mi hija solo para después regodearse?
Ese mierdecilla estaría muerto, gracias a mis dos manos envueltas alrededor de
su escuálido cuello.
Así que si espero que imbéciles traten a mi hija con respeto, demonios,
tengo que elevar mi juego. Y eso significa que no puedo tener sexo a lo salvaje.
Tengo que asentarme y no enloquecer, joder. Aún sin Ben respirándome en el
cuello, sé que este es el paso correcto para dar.
Gabby es una chica maravillosa, y me encanta pasar tiempo con ella. Es
una buena amiga. Tenemos una química increíble. Y he estado lo suficiente con
ella como para saber que lo que tenemos es especial. Ese parece un gran lugar
para empezar. Como dijo Tank, no necesito todas las respuestas desde el inicio.
Además, ¿cuando pienso en que otros tipos inviten a Gabby a salir? Al
diablo. Con eso. Que me condenen si no la quiero toda para mí.
Eh. Eso es nuevo.
Me froto la mano por la barbilla. No estoy acostumbrado a sentirme
posesivo por una mujer, pero en definitiva es lo que está pasando.
Mientras la clase empieza a salir, Waverly me aprieta el codo de nuevo.
—¿Quieres tomar un café? Podemos revisar la próxima asignación y comenzar
con el ensayo.
Si sus pestañas se mueven más rápido, va a salir volando. Bajo la mirada
a su mano con el ceño fruncido.
Ya que no tengo espacio en mi mente para resolver todo esto ahora,
mejor juego a lo seguro. Si su oferta no viniera con las pestañas voladoras,
podría considerarlo platónico, pero probablemente no lo sea.
—Lo siento. Tengo que correr. Pero gracias. —Me levanto rápidamente
para que su mano caiga y salgo de la clase antes de que alguien más pueda
detenerme.
195
Voy a encontrarme con Bree fuera del patio de comidas, así puede darme
a Poppy antes de su clase. Sin embargo, justo cuando me dirijo hacia allá, me
encuentro cara a cara con Miranda, quien me da una enorme sonrisa.
—¡Rider! ¡Oye! —Por suerte, no se lanza hacia mí como ese día que la
recogí de Archer. Toma mi brazo, pero me suelta en seguida.
Muy bien. Eso no fue terrible. Parece entender mejor nuestros límites.
—¿Qué pasa, Mira?
—¿Qué pasa? —Hace un puchero, sacando su labio inferior—. ¿Por qué
no me contaste de Poppy? Habría estado feliz de ayudar.
Solo han pasado dos días desde que cometí el error de llevar a mi hija al
restaurante, pero las noticias viajan rápido. Sigo esperando que ocurra algo más
y la prensa sepa sobre Poppy. No me siento preparado para ese drama. El lado
positivo es que debido a que ya que el secreto se sabe, pasar a buscarla así como
ahora es mucho más fácil ya que puedo recogerla en el campus de alguno de los
amigos que la esté cuidando.
—¿Quieres ayudar? —No pretendo sonar incrédulo, pero cuando pienso
en instintos maternales, Miranda no me viene a la mente. No debería juzgar. No
tengo idea de si le gustan los niños o los quiere porque, francamente, nunca lo
discutimos.
—¡Claro! Significas mucho para mí. —Me lanza una de sus sonrisas
brillantes, y empiezo a relajarme. Cuando Mira y yo nos llevamos bien, es un
encanto. No sé por qué pensé que no había tomado bien nuestra ruptura—.
Escucha, las cosas se pusieron raras entre nosotros por un rato, pero nos hemos
conocido por demasiado tiempo como para no superarlo, ¿verdad?
—Sí. Por supuesto. —Sé que a algunos de mis amigos no les agrada, pero
Miranda siempre me ha parecido muy agradable, y me siento aliviado de que
no haya mala onda entre nosotros.
Si hay algo que no puedo soportar, son las discusiones. Escuché a mis
padres gritarse el uno al otro durante toda mi infancia. Cuando las personas
discrepan, necesitan hablarlo, no gritar en la cara del otro.
—Así que como amigos, quiero que sepas que estoy aquí si necesitas algo.
—Hace una pausa, y sus ojos se vuelven nostálgicos—. Somos amigos, ¿cierto?
Esta parece un área gris. ¿Está bien ser amigo de mi ex? Porque a pesar
de que Miranda y yo solo fuimos casuales, duró lo suficiente. Yo fui quien le dijo
que debíamos volver a ser amigos cuando la recogí ese día en Archer.
¿Soy un idiota si la rechazo? ¿Estoy engañando a Miranda de la forma en
que lo hice con Gabby en primer año si no quiero que seamos amigos? Joder, no 196
lo sé, pero parece algo de idiota si le digo que no lo somos.
—Amigos. Sí. Por supuesto. —Le doy una sonrisa paciente—. Tengo que
correr ahora mismo.
—Buena suerte con el resto de la temporada. Sabes que voy a estar
animándote.
—Gracias, Mira. —Le doy un abrazo antes de darme cuenta de que
probablemente no debería, pero se siente como el fin de lo que fuera que
tuvimos, y quiero alejarme en buenos términos.
Miranda y yo vamos por caminos separados. Cuando veo a Bree un
minuto después, me lanza miradas sucias.
—¿Qué pude haber hecho para ganarme ese ceño fruncido? —Ignoro su
mirada y levanto a Poppy de su cochecito.
—Esa chica es malvada. Por favor dime que no van a volver.
—Me siento aliviado de tener el honor de que apruebes a la mujer con la
que salgo, pero no, eso es historia.
—Ahh, ¿finalmente estamos usando la palabra “salir”? —Ampliando los
ojos, aplaude—. ¿Esto tiene algo que ver con tu linda vecinita?
—Por favor. ¿De verdad vas a fingir que no sabes lo que sucede?
Se ríe. —Vale, sé algunas cosas. —Como si fuéramos viejos compinches,
entrelaza su brazo con el mío—. Y deberías saber esto… si dañas a mi chica, voy
a dislocarte las costillas.
Después de separar mi brazo del suyo, le doy una palmadita incómoda
en la espalda ya que todavía sostengo a Poppy. —Me alegro de que te pongas
de su lado. Necesita buenos amigos. —Luego, porque soy un imbécil, froto mis
nudillos por su pelo—. Ahora, mantente lejos de mi vida amorosa.
Yyy ese es un error.
—¿Ahora usamos la palabra “amor”? Mierda, Rider, ¿qué te pasó?
Bastante seguro de que su nombre es Gabriela Duran, y si soy realmente
sincero, esa chica como que sacude mi mundo.
No es que vaya a decírselo a Bree.
Y no es que sea amor.
Pero es… algo.
—No es asunto tuyo. Ahora ve a clase antes de que te pelee para que
sigas de niñera.
Cuando quedamos Poppy y yo, me imagino que tomaré un almuerzo
rápido, jugaré con la niña por un rato, antes de llevarla con la niñera de la tarde
197
para que pueda tomar una siesta mientras yo voy a la práctica.
Excepto que en el minuto en que me siento en la cafetería, me encuentro
rodeado de gente. Mayormente mujeres. Bueno, solo mujeres.
Y todas empiezan a hablar como bebés y a hacer esa cosa donde me tocan
el brazo o el pecho, y ya que tengo a mi hija en mi regazo, no me puedo alejar.
Ahí es cuando la veo.
Gabby camina despacio hacia mí, con su rostro serio. Mira a las mujeres a
mi alrededor, y sus hombros se tensan.
A pesar de que han pasado unos días desde que tuvimos el desayuno,
nos mensajeamos seguido, pero esta es la primera vez que nos vemos.
Asimilo como se ve. Si los roles estuvieran invertidos, no me sentiría
contento de verla rodeada de hombres.
Porque no quiero darle una razón para dudar de mis intenciones, salto,
alejando a todos los que me rodean, y camino hacia ella con Poppy en mi
cadera.
—Hola —digo. Gabby no tiene oportunidad de responder antes de que
enrede mi mano en su cabello y jale su boca a la mía. Por suerte, abre en
seguida y suspira cuando la beso largo y profundo.
No soy fan de las muestras de afecto en público, pero creo que puedo
vivir con esto.
Hasta que Poppy golpea nuestras caras con sus manos pegajosas.
Me río y termino con algunos roces rápidos. Bajando la voz, le susurro:
—¿Puedes hacer que todos me dejen en paz? Juro que vine aquí por una comida
silenciosa y algo de tiempo con Poppy.
Mira alrededor, sus ojos llenos de humor cuando coloca una mano en mi
pecho.
Ven, esta es una mano a la que le doy la bienvenida.
—Supongo que las fanáticas quieren algo de tiempo con su héroe del
fútbol.
Pongo los ojos en blanco, y se ríe. —Listilla.
Volvemos a mi mesa, que ahora se encuentra benditamente vacía, y
coloco a la bebé en su cochecito.
Gabby se arregla los lentes. —En algún momento vas a tener que dejar de
maldecir o Poppy se va a meter en problemas por decir groserías en el 198
preescolar.
—Mierda, tienes razón.
Sacudiendo la cabeza, besa mi mejilla. —Tienes suerte de ser lindo.
Le doy mi mejor sonrisa Colgate. —Lo soy, ¿verdad?
Colocando su mano en mi cara, me empuja juguetonamente, pero la
agarro de la cintura y la jalo hacia mí. Cuando estamos nariz con nariz, se
encuentra sin aliento, su pecho agitado contra el mío.
—¿Quieres venir y estudiar después? —Juré que iba a limitar el tiempo
que pasaba con ella esta semana para no distraerme, pero maldición, quiero
verla esta noche. Tiene su trabajo en Archer esta tarde, y yo tengo práctica, pero
encontrármela así, solo me hace extrañarla más.
Me da una sonrisa hermosa. —Es una cita.
Por una vez, la declaración no me hace querer huir.
Traducido por Miry
Corregido por AnnyR’

Mis tacones cliquean sobre el suelo de baldosas mientras me dirijo al


salón de clases de primer año de la señora Nolan. Aun sonrío por encontrarme
con Rider y Poppy en el sindicato de estudiantes.
Y esos besos.
Dios, amo sus besos.
199
Cuando asomo la cabeza, la señora Nolan ya me espera junto a la puerta.
—¡Muchas gracias! Mi sustituto debería estar aquí en unos minutos, por lo que
no deberías tener que esperar demasiado.
Su hijo está enfermo y tiene que ir a buscarlo a la escuela primaria. Como
todavía no tengo la credencial, no puedo realizar la sustitución, pero puedo
sentarme con su clase hasta que aparezca uno.
—No es nada. Estoy feliz de ayudar. —¿Un salón de clases real? ¡Sí, por
favor! Prefiero pasar el rato con los estudiantes que fotocopiar otra hoja de
trabajo—. ¿En qué trabajan?
—Paquetes de Romeo y Julieta.
Puede que se las haya fotocopiado. —Es una de mis obras favoritas.
Estaremos bien.
Me dirige una sonrisa de agradecimiento y se gira hacia la clase.
—Chicos, por favor pórtense muy bien con la señorita Duran. Los veré
mañana.
Todos se encuentran sentados derechos con expresiones agradables.
Hasta que la puerta se cierra y todos los estudiantes parecen hundirse
con alivio.
Y luego todos comienzan a hablar a la vez.
A mí no. El uno al otro.
Pongo los ojos en blanco, me meto dos dedos en la boca y soplo; el
silbido resultante los congela a todos.
—Me alegro tanto de tener su atención. —Les doy una sonrisa alegre. El
hecho de que no planeo dejar que se salgan con la suya con el asesinato no
significa que tenga que ser idiota al respecto—. ¿Quién quiere explicar dónde
estamos en la obra?
Algunos gimen, pero en su mayor parte, se reenfocan. Una niña levanta
la mano y le doy la palabra.
—Acabamos de leer la parte en la que Tybalt mata a Mercutio, y luego
Romeo mata a Tybalt y tiene que irse de la ciudad o enfrentarse a la muerte.
Aprieto mi corazón. —¿No es esa la parte más triste?
Las chicas asienten.
Los chicos parecen aburridos, así que continúo. —Romeo se acaba de
casar con Julieta esa mañana, ¿verdad? Pero aún no han pasado juntos la noche
de bodas cuando lo destierran. —No hablaré en absoluto de lo que significa

200
consumar su matrimonio. Aunque estoy segura de que la mayoría tiene Netflix
y sabe más que suficiente, la señora Nolan puede tener esa conversación. Pero
puedo ayudarlos a comprender el significado—. Chicos, solo piensen. Es como
pedirle a la chica más popular de la escuela que vaya al baile de graduación y
ella acepta, pero la noche del baile, después de que consiguen el esmoquin, le
compran el ramillete y pagan las entradas, los expulsan por pelear.
—¡Eso apestaría!
—¡Mis padres se asustarían si me expulsaran!
Me río para mí misma ante sus rostros horrorizados. —¿Quién quiere
decirme el significado del nombre de Mercutio? ¿Ya hablaron de eso?
Todos sacuden la cabeza. —Genial. Entonces, ¿saben lo que significa
“mercurial”?
Media hora después, cuando finalmente llega el sustituto y dice que ya
puedo irme, los niños se quejan y me preguntan si puedo quedarme.
Es uno de los mejores momentos de mi vida.
Traducido por Julie
Corregido por Miry

—Y entonces empezamos a discutir el significado de las estrellas y el


destino en la obra —digo agitando las manos—. Recuerdas esa cita, después del
discurso de la reina Mab de Mercucio, en la que Romeo dice: “Temo, demasiado
pronto, pues mi ánimo presiente que alguna consecuencia aún oculta en las

201
estrellas comenzará amargamente su temible progre...”
Mi voz se desvanece al captar la expresión de Rider. Él y yo estudiamos
en su salón con el monitor del bebé para poder escuchar a Poppy si se despierta.
Me hundo en su sofá, con la cara roja. —Me estoy pasando, ¿verdad?
Se ríe. —Eres adorable. Ojalá pudiera citar a Shakespeare así.
—Lo siento. A veces tiendo a ponerme nerd. Fue emocionante conectar
con los estudiantes de esa manera. No puedo esperar a tener mi propia clase.
Me agarra la mano y me da un pequeño tirón hasta que me caigo sobre
él. —Algún día serás una profesora increíble. —Me besa—. Si hubiera tenido
profesoras como tú cuando estaba en el instituto, quizá me habría preocupado
más, me habría esforzado más. La literatura no es uno de mis puntos fuertes,
pero por todo lo que acabas de decir, estoy bastante seguro de que si hubiera
tenido tu clase cuando estudiaba en primer año, podría haberle dado sentido a
esa obra.
—Ahh, eso es muy dulce.
—Por supuesto, si fueras mi profesora, también hay una gran posibilidad
de que fuera una erección andante y parlante.
—¡Rider! —Intento darle un golpe en el hombro, pero me agarra de la
muñeca. Lo siguiente que sé es que nuestros libros de texto han caído al suelo y
estoy a horcajadas sobre él.
—¿Ves lo que quiero decir? —Empuja sus caderas hacia arriba y su
enorme erección intenta atravesar su cremallera.
Mis ojos se abren de par en par. —¿Y si Ben nos encuentra así? —siseo.
Rider me dijo que no ha visto mucho a mi hermano desde el domingo, lo
cual me parece bien. Sigo molesta por cómo enloqueció Ben. Al mismo tiempo,
no quiero ser el centro de más drama.
—Ben es un hombre adulto que ha hecho cosas peores en esta casa.
—Qué asco.
Se ríe de forma odiosa y me atrae hacia él.
Una parte de mí quiere resistirse a Rider, resistirse a esta atracción, pero
la otra parte, la chica que está enamorada de él desde que lo vio por primera
vez durante su sesión de tutoría, quiere ceder.
¿Adivinen quién gana?
Me rindo y le paso las manos por el pelo. Respiro su sexy aroma
masculino. Rozo mis labios por los suyos. —Se supone que tenemos que
estudiar esta noche.
Me acerca a él. —Estoy estudiando. Mi asignatura favorita. Anatomía.
Niego con la cabeza, pero cedo y le doy un beso, pero antes de que pueda
corresponderme, me quito de encima. —No. Nada de cosas divertidas. Primero
202
los deberes. Dijiste que necesitabas concentrarte, así que termina esa tarea.
Me mira con una ceja alzada. —Realmente suenas como una profesora.
Lo siguiente que sé es que me darás un sermón por mis fechorías.
Me río. —Ya nadie dice “fechorías”. Aunque es una gran palabra. —Se
queda callado un rato, y cuando termino de apuntar notas en mi agenda, lo
encuentro frunciendo el ceño.
—¿Me recuerdas tu horario de profesora?
—¿Quieres decir en Archer?
—No, ¿no tienes que hacer primero algo como estudiante de profesor?
—Eso es el próximo semestre. Me dieron una plaza en una escuela
secundaria, pero como ya he dicho, espero que Archer me contrate a tiempo
completo en otoño. Voy a hablar con la señora Nolan la próxima vez que la vea
y le preguntaré si me da una carta de recomendación. Por mucho que odie todo
el trabajo que me han dado, estoy enamorada de su sistema modular. Esos
chicos son muy afortunados. Básicamente tienen un horario universitario y
utilizan el tiempo extra para estudiar o recibir ayuda de los profesores o hablar
con los consejeros.
Apenas hago una pausa para respirar. —No me extraña que mi madre
quisiera que fuéramos al colegio allí. Gracias a ese trabajo temporal, ahora sé
que tienen un profesor que se jubila el año que viene, y puedo estar preparada
para solicitarlo. Rider, mi madre estaría muy feliz de saber que he conseguido
un trabajo de profesora allí. Si puedo conseguirlo de alguna manera.
Sus ojos me recorren, su expresión se vuelve sombría. —Lo conseguirás.
No puedo imaginar a nadie más perfecto para el trabajo.
Significa mucho para mí que piense así, pero cuando sonrío, aparta la
mirada.
Estoy a punto de preguntarle si algo va mal cuando Olly y Trevor bajan
las escaleras a toda prisa, deteniéndose para empujarse mutuamente al cruzar la
puerta del salón. Rider les hace callar. —Si despiertan a la bebé, me voy a
enojar.
—Oh, mierda. Claro. —Olly empuja a Trevor con una risita—. La culpa
es suya. Duda de mi capacidad para hacer un buen pavo.
—¿Sabes cocinar? —Olly parece más académico que la mayoría de los
chicos del equipo, así que quizá no debería sorprenderme que sus talentos se
extiendan a la cocina.
Se lleva la mano al pecho. —Me has herido, Gabs. Claro que sé cocinar.
¿Vas a venir para Acción de Gracias? 203
Las vacaciones siempre son difíciles para mí. Ben suele ir a casa a visitar
a nuestro tío mientras yo me quedo en el campus.
Miro a Rider, que asiente con la cabeza. —Si vas a estar en la ciudad, sin
dudas deberías pasarte por aquí. Ninguno de nosotros puede ir demasiado lejos
porque tenemos un partido ese sábado. Me alegro de que tengamos un fin de
semana de descanso antes.
—Les vendría bien un descanso. —Le aprieto el brazo y me vuelvo hacia
sus compañeros—. ¿Qué puedo traer? No se me dan bien los platos principales,
pero puedo hacer panes dulces. ¿Les gustan las empanadas? Puedo hacer una
tanda.
Trevor asiente cómicamente. —Estoy obsesionado con las que venden en
Rise 'N Grind. ¿Las has probado?
El orgullo me infla el pecho. —Esas son mías. Quiero decir, a veces
alguien los hornea, pero son la receta de mi madre.
Con lo alocada que ha estado mi agenda, olvidé decirle a Rider que había
cerrado el trato con mi jefe. Le explico que una vez que me di cuenta de lo
ocupada que iba a estar este otoño, le dije a Fanny que no podía ir a hornear los
fines de semana tanto como antes, así que me paga una licencia por el uso
exclusivo de mis recetas, que son en su mayoría de mi madre con algunos
retoques que he hecho a lo largo de los años.
Mamá estaría encantada de saber que esas recetas están financiando gran
parte de mi vida ahora mismo. Incluso he pagado esa ridícula factura de la EMT
y he ahorrado un poco.
La mirada de admiración en los ojos de Rider me llena de calor. —Es
increíble, Gabs. Eres increíble. —Me besa en la frente y mi cara se sonroja.
—Ahh, bu —regaña Olly mientras hace sonidos de besos—. Nuestra
Caperucita está creciendo.
—Cierra la boca. —Rider salta y finge darle un puñetazo, pero Olly lo
aborda, y lo siguiente que sé es que todos los chicos están luchando y jugando a
las peleas.
—¡No le hagan daño a Rider! —susurro-grito, para no despertar a
Poppy—. Lo necesitan para lanzar pelotas y... cosas.
Olly hace una pausa. —Pero puedo hacerme daño. ¿No me amas a mí
también?
Trevor intenta sentarse en la cabeza de Olly, pero se vuelve hacia mí.

204
—Tú también me amas, ¿verdad, Gabs?
—Los amo a todos, idiotas. Ahora dejen de molestar antes de que se
hagan daño o despierten a la bebé.
Rider empuja a Olly al suelo mientras se levanta. —Sí, pero yo soy su
favorito.
Pongo los ojos en blanco, pero me río cuando se tumba a mi lado y me da
un beso y un rápido apretón de tetas.
Riéndome, le empujo para que se aparte de mí. —Estudia primero. Juega
después.
Cuando volvemos a estar solos Rider y yo podemos volver a nuestros
deberes, no pasan ni dos minutos antes de que se oiga un fuerte golpe en el piso
de arriba. Y luego otro. Y otro más.
—¿Qué es eso?
Se estremece. —Tengo una idea. ¿La máquina de sonido tiene un ajuste
más alto? Dudo que Poppy pueda dormir durante...
—¡Waaaaaah! —Su triste lamento resuena en el monitor de la mesa de
café.
—Hijo de puta. Voy a matarlo.
—¿A quién?
—A uno de mis compañeros de piso de mierda.
¿Y? Lo miro porque todavía estoy confundida.
—Um, está follando a una chica al otro lado de la pared.
Oh. El calor me abrasa la cara. —A veces soy tan despistada.
Sus ojos se suavizan y engancha un brazo alrededor de mis hombros
para besarme. —Eres perfecta. Nunca cambies.
Con un gemido, se dirige a su dormitorio para consolar a su hija. Su voz
sexy llega a través del monitor.
—Oye, cariño, está bien. Papá está aquí. No hace falta que llores.
Me derrito en el sofá mientras escucho su conversación.
Es tan profesional a estas alturas que ya no necesita mi ayuda. Sabía que
sería un gran padre. Solo necesitaba un poco de confianza en sí mismo.
Después de unos minutos, ella acaba por calmarse, pero entonces alguien
da un portazo en la puerta principal y vuelve a alterarse.
Estoy dispuesta a lanzarle al infractor mi mirada más malvada, pero es
mi hermano, que apenas se detiene al verme.

205
—Ben, no puedes dar un portazo. Poppy intenta dormir.
—Mierda. Lo siento. —Mientras se dirige a las escaleras, es obvio que no
tiene intención de hablar conmigo.
—Ben. Espera.
Deja escapar un suspiro y se da la vuelta.
—¿Vas a evitarme siempre? ¿Podemos, por favor, ir a comer esta
semana? —Estoy tan cansada de esta mierda. Somos adultos. Me gustaría que
empezara a actuar como tal.
Su mandíbula se tensa, pero asiente. —¿Café?
—Sí, sería genial. —Abro la boca para preguntarle qué día le viene bien,
pero desaparece por las escaleras.
Ni siquiera puedo culpar a su reticencia por haberme encontrado en la
cama de Rider el fin de semana pasado. Ya era así antes de ese incidente.
Unos minutos después, Rider baja con una bebé cansada en el hombro.
—Pensé en sostenerla hasta que se duerma. ¿Podemos bajar las luces?
—Por supuesto.
—Normalmente no hay tanto ruido por aquí —dice. Me burlo y se ríe—.
De verdad. Los chicos suelen ser geniales. Creo que es el fin de semana de
descanso lo que tiene a todos entusiasmados.
A juzgar por la frecuencia de los golpes arriba, el fútbol no es la única
razón.
Cuando se sienta a mi lado, froto la espalda de Poppy. —¿Quieres venir
conmigo? Puede dormir en mi habitación mientras estudiamos. —Sus ojos se
encuentran con los míos, y son tan intensos que casi pierdo el aliento—.
Ustedes, eh, pueden quedarse a dormir si quieres.
Se aclara la garganta. —Puedo dormir en el sofá.
—O...
—¿O?
—Puedes quedarte, ya sabes, en mi habitación. —En mi cama. Conmigo.
Esos hermosos labios se levantan, y me pregunto si piensa lo mismo que
yo.

206
Traducido por Julie
Corregido por Miry

La luz brillante del televisor ilumina al otro lado de Gabby, dándole un


brillo plateado y angelical. Nos encontramos sentados en su sofá, pero estoy
hundido en los cojines, observándola. Inclina la cabeza, me devuelve la mirada
con timidez, se coloca un largo mechón de pelo detrás de la oreja y reanuda su

207
lectura.
—Ponte a trabajar. —Oigo la sonrisa en sus labios.
—Bien, pero termina la cena. —Ahora que sé que necesita cuidar mejor
su salud, lo menos que puedo hacer es alimentarla.
Pone los ojos en blanco, pero una sonrisa se dibuja en sus labios mientras
termina el emparedado que había olvidado.
Debería terminar mi presentación, pero no puedo concentrarme en nada
más que en ella. Si alguien me hubiera dicho hace unos meses que Gabby y yo
íbamos a salir juntos y que ya no me odiaría, no lo habría creído.
Una sensación de alivio me llena el pecho. No hacer las paces con Gabby,
no tener esto, habría sido un error épico por mi parte. Casi me pierdo una de las
mejores cosas de mi vida. Sí, el fútbol tiene que ser mi objetivo. Sí, mi hija tiene
que ser mi principal prioridad. ¿Pero respecto a lo que quiero para mí? Me doy
cuenta de que es esta mujer. Junto a Poppy, ella es lo mejor de mi día.
¿Y el draft?, advierte una vocecita en mi cabeza. ¿Qué pasará cuando estés a
miles de kilómetros en un campo de entrenamiento de la NFL o en un equipo profesional
y ella esté aquí en el sur de Texas enseñando en la escuela de sus sueños? ¿Qué pasará
entonces?
Sacudo la cabeza. Un paso a la vez, me recuerdo.
Sin embargo, eso es un problema. Me siento como si metiera todas las
partes difíciles de mi vida en un armario, esperando el momento adecuado para
tratarlas, pero ¿qué pasa si se abre de golpe? ¿Qué pasa si se llena demasiado
porque ahora solo puedo centrarme en las cosas básicas mientras terminamos la
temporada?
—Tienes un aspecto muy serio ahí. —Su voz es suave. Preocupada.
—Tengo muchas cosas en la cabeza. —Hago una pausa, debatiendo si
puedo hacer esto. Abro la boca antes de cambiar de opinión—. ¿Puedo pedirte
un favor? Es uno grande.
Deja su plato vacío en la mesa de café. —Por supuesto. ¿Qué pasa?
Mi corazón martillea. Porque nadie de Charming sabe mucho de mi vida
antes de la universidad. Pero se trata de Gabby. Por alguna razón, creo que lo
entenderá.
—Necesito hablar con mi padre esta semana. Quería llevar a Poppy a
conocerlo, pero me vendría bien un apoyo.
Sus ojos se abren de par en par. —¿Quieres que vaya contigo?
—¿Te importaría? Una advertencia primero. Es un imbécil, por no hablar
de un alcohólico, así que no esperes una cálida bienvenida. Para ninguno de
nosotros.
208
Asiente. —Recuerdo que me dijiste que era difícil. Solo dime lo que
necesitas.
—Es, eh... —No sé cómo decir el resto. Es muy embarazoso—. Tenemos
una caravana de doble fachada en mal estado y un patio lleno de maleza. Estoy
bastante seguro de que también hay un agujero en el techo en la habitación de
atrás. Pero si va a ponerse loco, no quiero a Poppy cerca de eso. Como me has
enseñado, el estrés no es bueno para un bebé. Así que si puedes ayudarme con
ella mientras hablo con él, sería genial. Solo prepárate para que sea un idiota.
Se acerca y me agarra la mano. —No te preocupes por mí. Por muy
incómodo que sea, no me va a molestar. Estuve en una casa de acogida,
¿recuerdas? El hecho de que todavía tengas un padre es una marca en la
columna de la victoria.
Joder, a veces olvido todo lo que ha pasado. Entrelazo mi mano en su
pelo y la acerco para besarla.
—No bromeo cuando digo que eres increíble. —Lo es. Nada la desanima.
Nada la perturba. Froto mi nariz contra la suya—. Lo sabes, ¿verdad?
Espero que podamos resolver todos nuestros problemas logísticos luego
de graduarnos, porque cuanto más la conozco, más quiero que esté conmigo a
largo plazo.
Mira hacia abajo y su rostro se vuelve rosado. Incluso su modestia es
atractiva.
Aparto el libro de texto de mi regazo y lo sustituyo por mi preciosa
novia. Sorprendida, jadea y suelta una carcajada ahogada cuando la pongo a
horcajadas sobre mí.
—Shh. No despiertes a la bebé. —Queriendo aprovechar al máximo esta
posición, le aprieto su culo redondo.
Me recompensa con una sonrisa. —¿Así que ahora eres tú el autoritario?
—Maldita sea, me excitas con esas grandes palabras.
Se ríe, y es un espectáculo hermoso. El brillo de sus ojos. Su amplia
sonrisa. La alegría en su voz. Quiero embotellar este momento y llevarlo
conmigo a cada partido afuera.
Y como no me canso de escucharla, le hago cosquillas. Grita y me aparta,
e intenta hacerme cosquillas, pero vamos. Mido treinta centímetros más que
ella. Dos segundos después, está debajo de mí, jadeando y con un aspecto tan
sexy, que al instante se me pone dura como un poste de la portería.
Le susurro: —Veamos cuánto puedes aguantar.

209
—¿Qué... qué? —El calor de sus ojos casi me hace perder la cabeza.
Estoy seguro de que está pensando en lo que tengo presionado entre sus
muslos, pero no. Tengo más juego que eso.
—Solo confía en mí. —Con una sonrisa de satisfacción, le levanto los dos
brazos por encima de la cabeza y arrastro un dedo despacio, muy despacio, por
la palma de la mano, sobre la muñeca y el codo, pero al bajar, suelta una risita e
intenta tirar de los brazos hacia abajo—. No. ¿Ves lo que has hecho? —Le pongo
mi expresión más severa—. Ahora tenemos que volver a empezar.
—Vale. Puedo hacerlo. —Se ríe a carcajadas, y el deleite en sus ojos es
algo digno de ver—. Adelante.
Esta vez, a pesar de que se ríe y se contonea debajo de mí, llego hasta sus
turgentes pechos que me llaman con sus hermosos y rígidos pezones. Arrastro
mi pulgar sobre uno, luego el otro, mientras ambos miramos, y juro que el calor
de ella me abrasa a través de nuestros vaqueros.
Sustituyendo el dedo por la boca, la chupo a través de su camiseta
blanca. Para cuando termino con el segundo, gime en mis brazos. Estoy a punto
de meter la mano en sus bragas cuando me presiona la palma de la mano en el
pecho.
—Probablemente Sienna llegará pronto a casa.
Hmm. —Vamos a tu habitación.
—¿Y Poppy?
Mierda. Tiene razón. Pero entonces se me ocurre la mejor idea. —¿Qué
tal si aprovechamos el suelo del otro lado de tu cama?
Poppy duerme en su practicuna junto al escritorio, pero hay un espacio
junto a la ventana en el lado opuesto de la habitación, y la máquina de sonido es
bastante ruidosa.
Es su turno de arrastrar su dedo por mi pecho. —Tendríamos que estar
muy callados.
Oh, joder. Me apetece mucho esto. Por favor, Dios, que mi hija duerma
bien esta noche.
Gabby me agarra de la mano y me hace entrar, cerrando la puerta tan
silenciosamente que ni siquiera la oigo hacer clic. Con una sonrisa sexy, deja sus
gafas en la mesilla de noche antes de coger el edredón, extenderlo en el suelo y
colocar unas cuantas almohadas. Entonces me quito la ropa de un tirón y luego
le quito la suya también. Camisas, vaqueros, calcetines. Hasta que Gabby se
queda con un conjunto de sujetador y bragas de color nude que me causa un
cortocircuito en el cerebro.
—Eres tan sexy. —Puedo ver todo a través de ese material, pero al
mismo tiempo tiene una cualidad casi virginal. Me vuelvo a tumbar en el suelo
y me meto la mano en los calzoncillos para agarrarme la erección. 210
Se inclina sobre mí, con su pelo cayendo en cascada, y me susurra al
oído. —¿De verdad vas a montar un espectáculo y no me vas a dejar mirar?
Tiene los ojos muy abiertos, las pupilas dilatadas. Mi angelito sexy está
excitada. La pongo encima de mí y le indico que tiene que corresponderme.
—¿Quieres enseñarme cómo usas tu nuevo juguete? —Dejo que las
palabras se asienten y disfruto del rubor que le sube por el cuello, que puedo
ver gracias a la luz de la calle que entra por un espacio en las cortinas.
Mira a su alrededor y por fin ve lo que noté en cuanto entramos aquí
antes para acostar a mi hija.
Gabby tiene un vibrador de color rosa intenso sobre su escritorio. Con
una mano, se tapa los ojos.
—Cariño, no te avergüences. Nos vamos a divertir mucho con eso. —
Nunca he utilizado juguetes sexuales, pero estoy más que dispuesto a probar.
Le doy una palmada en el culo—. Ve a buscarlo.
Se queda congelada encima de mí, con el pulso acelerado en su cuello.
Maldita sea, no quiero empujarla a algo que no quiere hacer.
—Oye, está bien. Olvídalo. —Enhebro mis dedos en su pelo y la atraigo
para darle un beso—. Solo quiero estar contigo. No me importa lo que hagamos.
Es verdad. Por una vez, no trato de tener solo un orgasmo. Me encanta
robar momentos a solas con ella.
Esconde la cabeza en mi cuello, nos pongo de lado y le acaricio la
espalda. Mantengo mi muslo metido entre sus piernas. —Lo siento. No quería
avergonzarte.
—Ugh, si te digo esto, no puedes reírte, ¿vale?
—Lo prometo. —Y sí, estoy intrigado. Muy intrigado.
Manteniendo su cara contra mi hombro, susurra: —Lo compré para
poder...
—¿Liberarte? —Me río ante el pequeño sonido de mortificación que hace
en mi oído.
—Sí. Pero te juro que no funciona. Es decir, se enciende. Vibra, y se siente
bien, pero no puedo llegar allí.
Resolver los enigmas sexuales con Gabby tiene un gran potencial para
convertirse en mi nuevo pasatiempo favorito.
—¿Quieres que te ayude con esto? —Le acaricio el cuello y la muerdo—.
¿Y si lo utilizo contigo? ¿Crees que eso podría ayudar? —Deja escapar un jadeo 211
y sus muslos me aprietan—. Si me dices que pare, paro. —Le paso una mano
por la espalda hasta llegar a su culo, que palmeo y moldeo antes de deslizar un
dedo entre sus piernas y frotarlo contra su ropa interior húmeda.
Traga, pero no dice nada.
—Está bien que te excite esto. Estás muy mojada ahora mismo. Tengo
muchas ganas de que te sientes en mi cara, pero como tal vez quieras tomarte
las cosas con calma, podríamos empezar con un juguete, ¿eh?
Eso la hace reír.
Me doy la vuelta hasta situarme encima de ella y luego me muevo
lentamente hasta que ambos gemimos.
—Shh —me recuerda.
Y entonces me empuja y se levanta.
Estoy confuso, pensando que tal vez está cancelando esto, pero entonces
vuelve con su vibrador, y mi pene se sacude en mis calzoncillos.
Lo pone en mi mano. Lleva la mano a la espalda y se quita el sujetador.
Sus hermosos pechos rebotan sueltos, y me encantaría empujar mi cara entre
ellos.
Con el contoneo más sexy que he visto nunca, que hace que todo rebote
de forma tentadora, se quita la ropa interior hasta quedar desnuda delante de
mí.
—Mierda, Gabriela. Eres impresionante. —Al diablo con los juguetes
sexuales, solo quiero sentir su cuerpo y estar cerca de ella. Pero es evidente que
mi dulce chica está obsesionada con el tema del vibrador, y no podemos
permitir eso.
Acaricio la manta a mi lado y se sienta delicadamente a mi lado, se echa
el pelo por delante. Me recuerda a ese famoso cuadro de la mujer sobre el
caballo. ¿Lady Godiva? No lo sé. Pero tiene una belleza de otro mundo y me
siento el hombre más afortunado del planeta porque es mía.
—Recuéstate. ¿Tienes lubricante?
Se reclina a mi lado. —No, ¿se supone que debo usarlo?
Separo suavemente sus muslos, me arrodillo entre ellos y bajo la mirada.
Está tan mojada que brilla. Esta conversación puede haberla avergonzado, pero
definitivamente está excitada. Joder, es tan caliente así.
—No creo que tengas que usarlo, pero podría ayudar en el futuro. Si
estás sola. —Le guiño un ojo, y se muerde el labio inferior—. Si en algún
momento algo no te parece bien o quieres parar, dímelo. Estás al mando.
Asiente y la confianza en sus ojos me convence.
212
En cuanto la silicona toca su piel delicada, se estremece y se le pone la
piel de gallina. Me tomo mi tiempo para introducirlo. Nunca me había dado
cuenta de lo erótico que sería esto, y me agacho para apretar mi pene y
calmarme.
Cuando lo enciendo, los dedos de sus pies se enroscan en el edredón y
suelta un gritito.
Nuestras miradas se cruzan y reprimo una carcajada mientras la hago
callar.
—Lo siento —jadea—. Es que... no se sentía así cuando lo usaba.
Yo mismo estoy hechizado mientras la veo retorcerse en el suelo. Tetas
en alto y húmedas. Una piel suave que brilla por el sudor. Su espalda se arquea
mientras la hago acabar. Todo el tiempo muevo su vibrador dentro y fuera de
su pequeño y resbaladizo coño.
Para no dejarme vencer por la tecnología, me inclino para dar una larga y
lenta lamida entre sus piernas que hace que todo su cuerpo se tense. Su mano se
enrosca en mi pelo mientras sus magros muslos me aprietan la cabeza.
Se corre con un jadeo. La hago bajar con suaves lametones y coloco su
nuevo juguete junto a nosotros.
Una enorme sonrisa de satisfacción se dibuja en su rostro cuando me
acomodo a su lado.
—Vale —susurra—. Ahora lo entiendo.
Me río, la atraigo hacia mí y le paso las manos por la espalda.
Estoy seguro de que ese tono de rosa me va a provocar una furiosa
erección a partir de hoy.
Después de un rato, se acurruca contra mí y me mordisquea la oreja.
—¿Puedo probar algo?
—Úsame como quieras. —No estoy seguro de que ninguna chica me
haya excitado tanto antes.
Me pone de espaldas. A horcajadas sobre mi cintura, se inclina para
besar mi cuello. —Me gustaría corresponder.
Mientras se desliza por mi cuerpo, tengo una idea muy clara de lo que
quiere hacer, y yo... estoy... a... bordo.
Cuando me baja los calzoncillos, mi erección salta hacia delante, feliz de
recibirla. Extasiado cuando me agarra. Jodidamente eufórico cuando se inclina
y pasa su lengua por encima de mí.
Me meto una almohada bajo la cabeza para no perderme nada. Su pelo
largo me hace cosquillas en los muslos y lo recojo en un puño para poder mirar.
213
Primero se limita a dar vueltas con la lengua, burlándose de mí. Es tan
excitante ver cómo se abre de par en par para mí cuando finalmente me chupa
en su boca. Me trabaja hasta que el sudor se apodera de mi cuerpo.
Apretando el pelo, me pregunto cómo de duro le gusta y le doy un tirón.
Sonríe, se abre más y me traga.
—Dios mío. Qué bien, nena. —Cierro los ojos para no correrme. Estoy tan
cerca, pero no quiero hacerlo sin ella—. Gabriela —gruño, tirando de ella hacia
mi cuerpo.
En un tiempo récord, estoy cubierto y listo. La coloco debajo de mí, tiro
de su muslo sobre mi cadera y me sumerjo en el calor más increíble que he
experimentado nunca.
El placer me sube por la espalda y mis pelotas se tensan, así que hago
una pausa. Los dos nos quedamos sin aliento. Sus hermosos pechos se agitan y
los mordisqueo con mi boca golosa hasta que me aseguro de que no acabaré
demasiado rápido.
Cuando la embisto hasta el fondo, el sonido sexy que hace en mi oído me
hace estremecer. Nos besamos, con nuestros cuerpos repentinamente frenéticos
por llegar a la meta. Sus uñas se clavan en mi culo y decido que no hay nada
mejor en el puto planeta que hacer que esta mujer se corra. Y necesito un buen
punto de vista cuando lo haga.
Arrodillándome de nuevo, levanto sus caderas y sigo, pero lentamente,
para poder ver cómo mi pene húmedo entra y sale de ella. La visión me lleva al
límite.
Necesitando que se corra, froto un suave círculo alrededor de su
protuberancia hinchada. En unos segundos, se convulsiona a mi alrededor.
Apretando. Pulsando. Tan estrecha. Es tan bueno.
Su boca se abre en un grito silencioso mientras se arquea hacia atrás.
Y finalmente cedo, acercándola para sentir todo su cuerpo contra mí
mientras me corro con ella.
Me siento feliz en una nube de sexo cuando se acurruca a mi lado como
un gatito.
Mientras le beso la frente, me doy cuenta de que tengo que averiguar
cómo hacer realidad los sueños de ambos y seguir juntos.
Porque no hay forma de que quiera dejarla después del draft.

214
Traducido por Auris
Corregido por Miry

Me levanto con un brazo musculoso envuelto alrededor de la cintura, el


pecho de Rider se encuentra presionado a mi espada, y su duro muslo entre mis
piernas. Se siente tan bien ser sostenida así, que dejo escapar un suspiro de
felicidad.
Anoche, eventualmente, nos levantamos del piso. Me sonrojo cuando
pienso en todo lo que me hizo. Este hombre me hace querer hacer combustión. 215
La manera en que me miró cuando nuestros cuerpos acabaron juntos es algo
que nunca olvidaré.
Y obviamente le gustó mi mamada, pienso con una sonrisa satisfecha.
Lo sé, juré nunca hacerle una, pero estoy acostumbrada a Sean, quien
nunca ofreció ir allá. El entusiasmo de Rider por el oral demandaba
reciprocidad.
Además, santa mierda, las cosas que me hizo con ese juguete y su boca.
Soltarme ante él, no ser cautelosa, es lo más libre que me he sentido en la vida.
En el fondo, me pregunto si soy su Lucy Honeychurch y si él es mi George
Emerson.
Dios, por favor, que esto tenga un final feliz.
—¿Por qué sonríes? —Suspira en mi oreja con su voz rasposa.
—Oh, ya sabes. El clima.
—Escuché algo sobre nubes gruesas. —Empuja su erección contra mí, y
me rio—. Tal vez quieras usar un impermeable hoy. Te podrías mojar.
Su mano gigante acuna mi seno y arqueo la espalda.
Justo a tiempo para que Poppy se levante. —¡Pa! ¡Apapa! ¡pa!
Gime, me rio y llevo la mano atrás para pasar los dedos por su cabello.
—Por el lado bueno, durmió toda la noche.
—En realidad, se levantó una vez —dice, aun apretándome las tetas.
—¿En serio? Lo siento, no la escuché.
Me besa el cuello. —Está bien. Ella es mi responsabilidad. Solo porque
eres lo suficientemente linda para dejarnos quedar aquí no significa que tienes
el turno nocturno. Sin embargo, se durmió bastante rápido.
Con un gruñido, se desenreda de mí y sale de la cama. Lleva vaqueros,
los cuales debe haberse puesto cuando Poppy se despertó. Alcanzo mi bata.
—Buenos días, mi pequeña gremlin. ¿Cómo está mi niña? —Levanta a
Poppy, y la mirada de amor en sus ojos hace que mi corazón trastabille. Ella le
agarra la cara y sonríe, totalmente encantada con su padre.
Chica, conozco el sentimiento.
Sienna me da una mirada maliciosa cuando llegamos a la cocina. —El
café está hecho. —Lleva pantalones de yoga, lista para saludar al sol. No estoy
segura de poder tocar los dedos de mis pies sin vomitar tan temprano en la
mañana, pero más poder para ella.
Rider pone a la bebé en la silla de comer de segunda mano que
compramos la semana pasada y se dirige al baño. 216
Cuando solo quedan Sienna y Poppy, susurro: —¿Hicimos mucho ruido
anoche?
Sacude la cabeza mientras tomo un sorbo de mi café. —Simplemente te
vez bien follada.
Me ahogo y el café gotea de mi boca.
Riéndose, me palmea la espalda. —Lo siento. Es verdad. Luces, eh, muy
satisfecha.
Después de limpiarme la barbilla, sonrío. —No te equivocas.
Me da los cinco, y reímos como idiotas.
Queriendo dejar de lado el tema de mi vida sexual, toco mi nido de ratas
y le pregunto cómo le va con su chico. Sé que no fui buena amiga con Ramona.
Debí hacerle más preguntas y hacer que se abriera, pero nunca lo intenté
mucho. Parecía bastante cerrada y lo dejé así.
Sienna suspira. —Estamos en un patrón de espera. Aún quiere solo sexo,
sin drama, y toda su concentración está en el fútbol. Sin embargo, dice las cosas
correctas. Dice que somos exclusivos. Solo desearía que pasáramos más el rato
aparte de cuando estamos desnudos, ¿sabes?
Asiento, odiando esto por Sienna. Es una gran chica, tan alegre y
optimista. Por no mencionar hermosa. ¿Mataría a este chico llevarla a cenar?
Trato de ser positiva. —Seguramente se siente estresado por los playoffs
y los finales a la vuelta de la esquina.
—Sí, probablemente.
Rider se nos une, y Sienna se va para su clase de yoga. Después de que
alimentamos y cambiamos a Poppy, me uno a él en la puerta principal.
—Te recogeré esta tarde para que podamos ver a mi papá.
Asiento, mariposas hacen huecos en mi estómago al pensar en la reunión
con su padre. Conocer a un padre, bajo cualquier circunstancia tiene que ser
significativo, ¿cierto?
Rider balancea a Poppy en sus brazos. —Estoy bastante seguro de que va
a enloquecer cuando escuche de ella, pero joder, es su nieta. ¿No debería
hacerlo feliz?
—Sí, querido. —Me inclino hacia arriba para darle un beso y se ríe.
—Míranos.
—Lo sé. —Somos la imagen de la domesticación, pero no lo digo. Es un
poco aterrador por sí solo. Pero como si estuviéramos actuando, pestañeo varias
veces—. Que tengas un buen día en el trabajo, cariño. No te olvides nuestra 217
reunión con la Asociación de Padres y Maestros.
Me da otro beso. —Sí, mi listilla encantadora. Que tengas un bien día.
Lo veo cruzar la calle antes de cerrar la puerta con un suspiro. Me alega
tener algo de tiempo para prepararme mentalmente para esta noche. Tengo el
presentimiento de que lo voy a necesitar.
Traducido por Alessandra Wilde
Corregido por Miry

Mortimer no está tan lejos de Charming, pero bien podría estar en otro
país por lo diferente que se siente. Al pasar por el pequeño centro de la ciudad,
trato de ver esto desde la perspectiva de Gabby. Todo lo que veo son toldos
descoloridos, aceras agrietadas y un letrero de una gasolinera colgando de una

218
bisagra, a punto de volar con el viento.
Solo empeora a medida que nos dirigimos al estacionamiento de casas
rodantes, donde las sucias luces amarillas del lugar iluminan el perímetro. La
mitad de las casas están vacías ahora y las que quedan se asientan en ángulos
extraños, como si estuvieran demasiado cansadas para estar de pie por más
tiempo.
Jesús, ¿qué pensaba al traer a Gabby aquí? ¿Para que pueda ver lo
perdedores que somos? ¿Para que pueda darse cuenta, de una vez por todas, de
que el fútbol es lo único bueno en mi vida?
Apago el motor y respiro hondo.
—Oye. —Su mano suave cubre la mía—. Estoy aquí para lo que
necesites. Contarle a tu papá sobre Poppy es algo grande.
Eso es lo que temo.
No digo nada. ¿Qué hay para decir?
Cerrando la puerta de golpe, alcanzo el asiento trasero para desabrochar
a Poppy. Es tarde en la noche. Debería estar preparándola para ir a la cama,
pero este es el único momento que tengo en mi agenda. Y como no me atreví a
hacerlo por teléfono, aquí estamos.
Mientras subo por lo que debería ser una rampa, pero está tan invadida
por la maleza que uno no podría darse cuenta, levanto a Poppy más alto y me
estiro para tomar la mano de Gabby. —Cuidado con estas escaleras.
Una vez que estemos a salvo en el porche, toco la puerta.
—¡Vete, hijo de puta! —mi padre brama desde la sala de estar—. Te dije
que pagaría el alquiler la semana que viene.
Encantador. No la ciudad.
—Papá, soy yo. —Lo llamé antes para decirle que me pasaría, pero no
hay forma de que lo recuerde. Si lo hizo y dejó el alcohol, esta conversación será
más fácil.
Intento abrir la puerta de entrada. Está desbloqueada.
Mi viejo está sentado en su antiguo sillón reclinable en ropa interior y
una camiseta manchada. Media docena de cervezas ensucian la mesa de café.
Aprieto la mandíbula. —Traje a una amiga. Quizás deberías vestirte.
No se molesta en apartar la vista del televisor. —Estoy bien. —Echando
hacia atrás su lata de cerveza de mierda, se la traga—. Así que ya finalmente
llegas a verme, ¿eh? ¿Quién murió? —Se rasca las pelotas.
Joder, esto es humillante.
—Tengo algunas noticias que no quería darte por teléfono. —Me aclaro
219
la garganta—. Pensé que querrías conocer a tu nieta en persona.
Parpadea. Luego frunce el ceño. Sesenta segundos después, se gira hacia
nosotros.
Sus ojos inyectados en sangre pasan de Poppy y de mí a Gabby y
viceversa. —Todo lo que tenías que hacer era jugar fútbol. Solo una cosa, y ni
siquiera puedes hacer eso bien —murmura entre eructos. Con la barbilla, le
hace un gesto a Gabby—. ¿Esta es la chica a la que dejaste embarazada?
Cristo.
—No, ella es... eh... —¿La llamo mi novia y empeoro las cosas? Maldita
sea, ¿por qué no pensé qué decir antes de llegar aquí?
Gabby da un paso adelante y se presenta. —Hola, señor Kingston. Soy la
vecina de Rider y, a veces, cuido a Poppy.
Él la mira, luego a mí. —Poppy, ¿eh? ¿No pudiste haber encontrado un
nombre mejor?
Hago una mueca de dolor, avergonzado de que mi padre pudiera
hundirse tanto como para ridiculizar a un bebé. Una vez más, Gabby me salva
de tener que hablar. No estoy seguro de poder hacerlo en este momento.
—Ella es una niña muy buena. —Gabby toma a la bebé de mis brazos y le
besa la frente—. Saluda a tu abuelo, Poppy.
Apenas la mira antes de volver a la televisión. —¿Cómo sabes que es
tuya? Cualquier perra tonta puede decir que la preñaste.
—Hice una prueba de paternidad —digo con los dientes apretados.
—¿Por qué pagué todo ese dinero para que hicieras deporte cuando lo
ibas a gastar antes de que te recluten? —La saliva sale volando de su boca a la
vez que arrastra las palabras.
—¿Cuándo has pagado por algo en mi vida? Si no fuera por las comidas
gratis en la escuela, me habría muerto de hambre. Los padres de mis amigos
sintieron pena por mí y me regalaron cosas usadas. Los entrenadores pagaron
mi mierda con su propio dinero porque Hank Kingston no podía sacar la
cabeza de su trasero y pensar en alguien que no fuera él mismo durante dos
minutos.
—Suenas igual que ella. —Ella. Mi madre. Siempre va allí.
Abro la boca para discutir, pero me interrumpe. —Y no la defiendas.
¿Quién se quedó después de que ella se fue? ¡Yo! Nunca confíes en una mujer,
Rider. Lo he dicho un millón de veces y lo diré de nuevo. Las bonitas te joderán.
—Volviéndose hacia Gabby, que está tan quieta que no estoy seguro de que
respire, grita—: ¡Incluso esta con su vocecita linda, su carita linda y sus modales 220
lindos! Veo cómo te mira. ¿Me vas a decir que no te la estás follando también?
Una vergüenza como nunca antes experimenté estalla en mi pecho.
No puedo creer que le haya pedido a Gabby que me acompañe hoy. Que
traje a mi hija para conocer a este imbécil. Que fui tan tonto como para pensar
que a mi padre le importaría tener una nieta.
Se burla de Gabby. —Déjame adivinar. Le estás ayudando por la bondad
de tu corazón. —Una risa maníaca brota de él—. Pero probablemente solo estás
esperando tu gran día de pago como cualquier otra puta.
Agarro en un puño su repugnante camiseta y lo saco de la silla. —Joder,
no le hables así. Esta mujer me ha mantenido lejos de los problemas durante
todo el semestre. ¿Qué has hecho que no sea dejar seca mi cuenta bancaria?
Poppy comienza a llorar y empujo a mi padre hacia atrás en su silla antes
de darle una paliza.
—Iremos a esperar en el coche —susurra Gabby, sus mejillas enrojecidas,
sus ojos brillantes por las lágrimas no derramadas.
Dios, qué maldito error épico es este. —No hay problema. Nos vamos.
Nunca debimos venir en primer lugar.
Traducido por Julie
Corregido por Miry

Me tiemblan las manos mientras aseguro a Poppy en su asiento del


coche. Sigue moqueando, pero en cuanto la cubro con una manta y la pongo
cómoda, se calma.
Está nublado y hay niebla cuando nos alejamos del aparcamiento de
caravanas. Rider permanece en silencio durante la mayor parte del trayecto,
pero cuando llegamos a nuestro barrio, suspira. —Siento haberte arrastrado hoy 221
conmigo. Lamento que haya sido tan idiota contigo. No sé en qué pensaba.
Solo... quería que se enterara de lo de Poppy por mí.
—Por supuesto. —Le agarro la mano, pero la aparta y se la pasa por el
pelo. Me duele, pero lo entiendo. Está molesto y no quiere que lo toquen.
Ni decir que eres su novia.
No es del todo justo, me doy cuenta. Tal vez sería diferente si me
presentara a sus amigos, pero su padre obviamente requiere un trato especial.
A pesar de la advertencia de Rider de que su padre era un campo de
minas, nada me preparó para lo que realmente ocurrió.
—Debí sacarla antes de allí. Todo pasó tan rápido. —Me quedé helada,
sorprendida por la vehemencia de su padre.
—Hiciste lo que pudiste. Gracias por venir conmigo. —La voz de Rider
carece de emoción, como si se limitara a cumplir con las formalidades. No
puedo culparlo por estar conmocionado. Esta noche fue intensa.
Cuando llega a mi casa, es obvio que no tiene intención de quedarse.
Entiendo que quiera un poco de espacio para calmarse, pero espero que solo sea
eso.
Abro la puerta y me dirijo a él. —¿Estamos bien?
No dice nada durante un segundo, y en ese lapso de tiempo, lleno los
vacíos. Esto es demasiado, demasiado intenso. Necesito concentrarme en el fútbol.
—Sí. Lo siento. —Su ceño se frunce—. Las discusiones con mi padre me
sacan de quicio, pero te veré este fin de semana.
Mañana es viernes. No te va a hacer a un lado. —Me parece bien.
Cuando salgo, la lluvia empieza a caer con fuerza y corro al interior,
donde me asomo a través de las persianas y veo a Rider cubrir a Poppy con su
chaqueta antes de hacerla entrar en su casa.
No hablamos mucho durante los siguientes días. Un mensaje ocasional
aquí y allá y un rápido intercambio de Poppy cuando hago de niñera en una
ocasión, pero toda nuestra conversación desenfadada parece haberse detenido
en seco al conocer a Hank Kingston.
Todos los chicos están desesperados por aprovechar el fin de semana de
descanso para ponerse al día con las tareas escolares, así que intento que no me
moleste. No es que Rider esté siendo grosero. Solo está preocupado. Me
tranquiliza un poco que me proponga ir a comer esta semana.
Estoy haciendo un turno en el Rise 'N Grind cuando entran algunos de
los jugadores de fútbol. Mi corazón se acelera hasta que me doy cuenta de que
Rider no está con ellos. Olly, Ben y Knox piden café y panecillos.
Por una vez, no trato de entablar conversación con Ben. Sé que dijo que
222
quedaríamos, pero como se marchó corriendo sin darme una fecha u hora,
supuse que era su forma de echarse atrás. Así que me sorprende encontrarlo
esperándome al final del mostrador después de que los otros chicos se vayan.
—¿Pasa algo? ¿Me equivoqué con tu pedido? —Termino de espumar la
leche para un café con leche y se lo paso a otro cliente antes de volver a
dirigirme a mi hermano.
Se mueve incómodo. —Pensé que querías quedar. Mencionaste un café.
Yo... Espera. —¿De verdad?
—¿Tienes un descanso pronto? Tengo media hora.
Levantando un dedo, troto hacia la parte de atrás donde le pregunto a
Fanny si puedo tomar un descanso. Cuando me da el visto bueno, me sirvo un
capuchino, cojo un panecillo y conduzco a Ben a una pequeña mesa para dos en
el fondo.
Al principio, se queda mirando por la ventana mientras mordisqueo el
bocadillo, que solo he cogido para tener algo que hacer con las manos.
Tal vez debería empezar con esto. Empezaremos con calma. —¿Cómo
has estado?
—Uh. —Silencio—. Ha sido un semestre difícil.
—¿Qué pasa? ¿Estás tomando algunas clases difíciles?
—Ojalá.
Más silencio.
—¿Esto es por Rider y yo? Me siento muy mal de que hayas visto todo
eso. Lo siento...
—No se trata de Rider, pero —Se estremece— hazme un favor y no
vuelvas a mencionar esa mañana. ¿Me entusiasma que estén saliendo? No, pero
no soy tan imbécil como para intentar decirte con quién puedes salir.
Muy bien, entonces.
Juro que nunca hago nada que haga feliz a mi hermano, pero si esto no es
por Rider, entonces ¿qué le pasa?
Pasan dos minutos en los que no dice nada. Miro el teléfono, frustrada
porque tengo que volver pronto al trabajo.
Suspiro. —Ben, no puedo ayudar si no sé lo que está pasando —digo
suavemente.
—Eso es lo que pasa. No quiero tu ayuda.
Auch. 223
Me escuecen los ojos, me miro los pies y parpadeo.
Él gime. —Lo siento. No quiero ser un idiota. Yo... Uh... Joder. Esto es
difícil para mí.
—Solíamos estar muy unidos, Benny. Me duele que no puedas soportar
estar cerca de mí. Perdimos a papá, y luego a mamá, pero pensé que siempre te
tendría a ti. —Odiando el temblor de mi voz, me limpio debajo de los ojos.
Cuando por fin vuelvo a mirarle, su cabeza ha bajado hacia delante.
—No eres tú, Gabriela. Eres increíble, y todo el mundo lo sabe. Toda mi
casa, de hecho. El que está jodido soy yo.
—No digas eso. ¿No estás aquí con una beca de fútbol? La gente levanta
carteles en los partidos con tu nombre, no con el mío.
Cierra los ojos con una mueca. Cuando los abre, parece atormentado.
—Quiero que me escuches. —Asiento, ansiosa por escuchar lo que sea
que esté dispuesto a compartir conmigo—. Tú no eres el problema. Nunca has
sido el problema. —Apretando los dientes, sacude la cabeza—. No puedo estar
cerca de ti. Me da...
Su voz se interrumpe y me inclino hacia delante. —¿Qué, Ben? ¿Qué
pasa?
—Tengo pesadillas. —Esos ojos doloridos miran hacia arriba, rogándome
que lo entienda—. Me dan ataques de pánico y tengo pesadillas cuando estoy
cerca de ti. Tengo sueños en los que mueres, y eso me asusta mucho.
Me quedo paralizada, aturdida.
Traga saliva, con una capa de sudor en la frente. —Comenzó en el
instituto. Aquella vez que te vi durante las vacaciones. Me fui a casa esa noche y
soñé que tenías un accidente de coche como mamá, y me desperté gritando. Al
día siguiente, enloquecí en la escuela. Cuanto más estoy cerca de ti, peor se
pone. Obviamente, ya no pierdo la cabeza así, pero los ataques de pánico
pueden ser una mierda.
Me muerdo el labio inferior para que no me tiemble, pero lo último que
quiero hacer es tener algún tipo de crisis en este momento. Tuve una madre de
acogida que fue muy amable y me llevó a visitar a mi hermano porque le dije
que era lo único que quería para Navidad.
Por muy desgarrador que sea escuchar esto, todo tiene sentido ahora.
Cómo Ben nunca quiere salir. Su comportamiento brusco conmigo. La forma en

224
que a veces mira más allá de mí cuando hablamos.
Respiro profundo y hago lo posible por recomponerme. —Gracias por
compartir esto conmigo —susurro—. Nunca quiero ser la razón por la que estás
molesto o herido. Lo sabes, ¿verdad? Te quiero y quiero lo mejor para ti, y si eso
significa que no puedo estar cerca de ti... —Me pican los ojos de nuevo. Maldita
sea—. Quiero que sepas que lo entiendo, y que está bien. No deberías tener que
forzarte a hacer nada que no quieras o no puedas manejar.
—Eso suena terrible. Que tenga que obligarme a estar cerca de ti. —
Suelta un suspiro—. Que conste que me gusta verte, pero no puedo soportar
todo lo que viene después.
Ayuda un poco escuchar eso. —Te quedas en la ciudad para Acción de
Gracias, ¿verdad?
—Sí. Distrae demasiado ir a casa antes de un gran partido. No hay
tiempo suficiente.
Retuerzo mi servilleta. —No estoy segura de que lo sepas, pero los chicos
me han invitado a Acción de Gracias, pero si va a ser un problema, no tengo
que ir.
Extiende una mano. —No cambies tus planes por mí. Tengo que ir a un
sitio de todos modos.
—¿Estás seguro? Porque soy yo quien se mete en tu espacio, no al revés.
Es una mierda que no podamos pasarla juntos, pero lo entiendo. —Me rompe el
corazón, pero lo entiendo. Yo también enloquecería si tuviera pesadillas en las
que mi hermano muere en un accidente de coche. Además, ¿qué son otras
vacaciones sola? A estas alturas ya estoy acostumbrada.
—Estoy seguro. De todos modos, Rider me dará una patada en el culo si
te molesto.
Pongo los ojos en blanco. —Estoy segura de que estás sobrestimando su
reacción.
Mientras los dos nos levantamos, se acerca a la mesa y se mete en la boca
el último bocado de mi panecillo. —Seguro que no. A los chicos les gusta
molestarlo sobre cómo el gran mariscal de campo malo se ha enamorado de la
niñera. —Se ríe mientras se dirige a la parte delantera de la cafetería.
Me gusta oír a mi hermano reír, pero luego proceso lo que acaba de decir
y desearía estar tan segura de los sentimientos de Rider por mí como parece
estarlo mi hermano.

225
Traductora JaviFran
Corregido por Miry

Cuando suena el pitido final del día en los entrenamientos, me encuentro


tan cansado que estoy bastante seguro de que podría quedarme dormido de
pie. Gracias a Dios, nos vamos mañana para Acción de Gracias.
—¡No se metan en problemas, muchachos! Las manos ociosas son el
taller del diablo —bromea Sully mientras nos dirigimos al vestuario. Me da una
palmada en la espalda cuando paso—. Hielo extra en ese hombro, hijo. 226
—Entendido, entrenador.
Por alguna razón, tuve que sostener a Poppy la mitad de la noche y mi
brazo para lanzar estaba entumecido cuando desperté. Sigo resolviendo los
problemas.
Después de una ducha caliente, me envuelvo una toalla alrededor de la
cintura y me desplomo en el banco.
Algunos de los chicos hablan sobre sus planes de esta semana.
Winston hace algunos movimientos sugerentes en su casillero. —Ella es
tan flexible, apuesto a que puede sentarse en mi cara, hacer una especie de cosa
de doblar la espalda y chuparme la polla al mismo tiempo. —Su amigo Derek le
choca los cinco.
Esos dos tienden a tener las novias más agradables por alguna razón. No
lo entiendo, porque a sus espaldas, engañan, se enredan con chicas y hablan
como idiotas.
—¿Crees que tiene una amiga? Quizás podríamos hacer equipo este fin
de semana. O podrías compartir —sugiere Derek.
Winston niega con la cabeza. —Estoy guardando todos sus agujeros para
mí.
Ahora que tengo una hija, apenas puedo escuchar esta mierda. Y estoy
demasiado cansado para mantener en secreto lo que siento. —¿Besas a tu madre
con esa boca?
Se ríe, pero le falta humor. —La tuya no tiene ninguna queja. De hecho…
Tank grita: —Cállate, Winston. Tu mamá es tan desagradable que trae
sus propios cangrejos a Red Lobster.
Todos se ríen y niego con la cabeza. —Deberíamos respetar más a las
mujeres —murmuro. Si alguna vez tengo hijos, nunca dirán este tipo de mierda.
De camino a casa de Gabby, calculo mentalmente cómo Poppy y yo
podemos sobrevivir con lo que tengo en el banco durante las próximas
semanas. Tengo una cosa más que puedo intentar vender para hacer que ese
dinero se estire, pero va a ser escaso.
Desde ese día en casa de mi padre, Gabby y yo hemos evitado hablar de
lo que pasó. Por supuesto, no hemos vuelto a salir desde entonces. Eso es culpa
mía, pero la escuela me ha estado pateando el trasero y apenas he tenido un
momento para respirar.
El resultado es tener tiempo para superar mi humillación. Pero no puedo
posponer más no ver a Gabby. No es que quiera. La extraño como loco. Solo
espero que no crea que soy un maldito perdedor. Primero, no puedo decirle con
seguridad quién es la mamá de mi bebe, y luego mi padre la insulta en la cara 227
mientras se rasca las pelotas. Sin mencionar los centavos de cada dólar que le
estoy pagando para que sea la niñera del bebe. Los Kingston tienen mucha clase.
Por eso me detengo en Whiskey Row antes de volver a casa. Escuché a
Gabby decirle a Sienna que le encanta el sándwich po’boy en el Yellow Rose, así
que pensé en consentirla. Sí, sé que este no es el uso más inteligente de mi
dinero, pero ¿se supone que debo esperar hasta mayo para hacer algo bueno
por ella? Al diablo con eso.
Dado que tantos estudiantes se han marchado para el día de Acción de
Gracias, el Rose no está demasiado ocupado.
Ethel, que seguramente tenga la edad suficiente para ser mi abuela, toma
mi pedido, hace un globo con su chicle y me guiña un ojo. —Toma asiento,
cariño. Lo prepararé para ti
—Gracias, señora. —Estaciono mi trasero en un banco junto a la puerta y
reviso mi teléfono.
—¡Mira quien está aquí! —Un tipo casi se cae de su taburete cuando me
ve. Respiro hondo, listo para firmar lo que quiera. Cuanto más nos acercamos a
los playoffs, más a menudo sucede esto.
Pero cuando el hombre se acerca, me doy cuenta de que es ese idiota de
Jason. Tiene los ojos inyectados en sangre y puedo oler el whisky en su aliento.
Sus dos amigos se acercan tranquilamente detrás de él.
—Este imbécil me prohibió en las fiestas de fútbol. ¿Pueden creerlo? Solía
apoyarte, hijo de puta. —Cuando se balancea, su amigo le pone una mano firme
en el hombro—. ¿Han escuchado cómo lo atraparon con ese bebé?
Me pongo rígido. Una cosa es decirme tonterías. Otra es traer a mi hija a
colación.
—Dejó embarazada a una puta. —Jason se ríe y luego susurra en alto—:
Por supuesto, podría haber sido uno de sus compañeros de habitación. Son
demasiado estúpidos para saberlo con certeza.
No le des una paliza. Repito las palabras en mi cabeza dos veces más por si
acaso. Lo último que necesito es romper mi mano de lanzar con este idiota.
Sabía que Jason estaba allí esa noche, pero cuando bajé, todos fueron
echados. Aun así, si se supiera la verdad sobre Halloween, sería una pesadilla
de relaciones públicas. Por eso nos tomamos la molestia de hacer que todos los
que pudimos firmaran esos acuerdos de confidencialidad.
Ethel me llama por mi nombre y me pongo de pie. Los ojos de Jason se
agrandan cuando se da cuenta de que soy mucho más grande que él.
Me inclino más cerca. —No iría a difundir rumores infundados si fuera
228
tú. Porque una noche podrías encontrarte con algunos de mis amigos, y te
garantizo que no tendrán la paciencia para alejarse de ti como yo esta noche.
Especialmente si te metes con alguien que ellos aman, y todos aman a mi hija.
De todos modos, nadie te quiere en nuestras fiestas.
—Vete a la mierda, imbécil. Solo espera y verás. Te vas a arrepentir de
esto. —Sus palabras se mezclan.
Repito el consejo del entrenador: no vale la pena perder todo por lo que
he trabajado tan duro por este momento. Contrólate.
Con la mandíbula tensa y el puño apretado, tomo mi pedido mientras el
amigo de Jason se queja. —Hombre, ¿por qué lo enojas? Quería un autógrafo.
Buena suerte con eso, imbécil.
Me duele la mandíbula de rechinar los dientes cuando llego a casa de
Gabby. Cuando abre la puerta, todo su rostro se ilumina.
Verla de alguna manera borra la semana de mierda que he tenido, esa
mierda con Jason y el hecho de que mi padre es un idiota épico, nada de lo cual
quiero discutir esta noche.
Es tan bueno verla que la inmovilizo contra la pared y la beso hasta que
Sienna comienza a gritar: —¡Tranquilícense!
Me río torpemente. —Lo siento. No te vi allí.
—No me hagas caso. Disfrutaba del espectáculo.
Gabby y yo nos miramos y nos echamos a reír. La beso de nuevo por si
acaso y me inclino para coger la bolsa de comida que dejé caer cuando perdí la
cabeza momentáneamente y traté de atacar a esta mujer.
—Pensé que podrías tener hambre.
—Me muerdo de hambre. —Desempacamos la comida en la cocina, y por
fortuna todo estaba bien envuelto, por lo que no sufrió cuando se me cayó
accidentalmente—. Los Po’boys son mis favoritos. ¿Como supiste?
Por un segundo, me pregunto si se refiere a mí. Porque estoy en banca
rota.
—Presto atención. —Le hago un guiño y disfruto del rosa que ilumina
sus mejillas.
Desafortunadamente es tarde, así que sé que mi gremlin está dormida.
Después de ver cómo está, regreso a la cocina donde las chicas hablan en voz
baja.
Sienna toma su abrigo. —No me esperen despiertos, niños.
—¿No quieres unírtenos? —pregunta Gabby—. Podemos compartir mi
sándwich. No puedo comerlo todo. 229
—¡Gracias, pero tengo una cita! ¡Sean buenos y usen condones! ¡Adióoos!
—Luego, el pequeño tornado sale de la casa.
Gabby y yo miramos la puerta principal.
—Esa chica no tiene filtro, ¿verdad?
—No, pero eso es parte de su encanto. —La cara de Gabby se sonroja de
nuevo, probablemente por la sugerencia de que vamos a tener sexo.
Para que conste, no le compré la cena para que pudiéramos desnudarnos,
pero no rechazaría ninguna oferta.
Me da una sonrisa tímida, me recuesto contra su encimera y la coloco
entre mis piernas. Pasa las manos por debajo de mi chaqueta mientras paso la
nariz por su cuello y la inhalo.
—Te extrañé esta semana.
—¿En serio? —Sus grandes ojos color avellana se vuelven hacia mí y
froto su nariz con la mía.
—Sí, en serio. Siento no haber estado mucho por aquí. —Niego con la
cabeza—. Y lamento que las cosas hayan sido raras desde que vimos a mi papá.
Sus brazos se envuelven alrededor de mi cuello y me besa. —No me
importa nada de eso. —Sus caderas se presionan contra las mías y mi cuerpo
responde—. Sin embargo, te ves estresado.
Agarro su trasero y la apoyo en la encimera. —Menos estresado ahora
que estoy contigo.
La casa de Hank Kingston está a un millón de kilómetros, y me doy
cuenta de que la opinión de Gabby sobre mí no ha cambiado a pesar de lo
sucedido.
Se siente asombroso.
Ella se siente increíble.
Las cosas están demasiado bien entre nosotros como para arruinarlo
hablando de lo que sucedió esta noche.
Gabby envuelve sus piernas a mi alrededor y le doy una lenta lamida a
su labio inferior. —¿Sabes lo que dicen que ayuda con el estrés? —pregunto a la
vez que presiono mi creciente erección contra ella.
Pone los ojos en blanco, una sonrisa juguetona en sus labios. —No, ¿qué
dicen que ayuda con el estrés?

230
—El Backgammon3. —Pasa un segundo y nos reímos—. Sinceramente,
no tengo ni idea de cómo jugar al backgammon, pero sonaba divertido.
—Que idiota. —Agarra mi cabello y me da un beso.
Esta vez, no paramos hasta que esté gimiendo mi nombre y tiemble en
mis brazos.

3 El backgammon es un juego de mesa para dos jugadores que une el azar con profundos
conocimientos estratégicos. El objetivo es conseguir sacar fichas del tablero antes que el jugador
rival.
Traducido por Gesi
Corregido por Miry

Tank deja escapar el eructo más fuerte que oído en mi vida y todos
gemimos.
—Eso es desagradable, hermano. Me harás perder el apetito. —Olly se
mete un bocado más de relleno y gime con placer—. Un relleno increíble,
señoritas. Pueden rellenar mi pavo el día que quieran.
—Cuida tus palabras. Mi mujer no se acercará a tu pavo —espeta Tank
231
mientras se inclina para besar a Bree.
Todos nos reímos por lo bajo.
Rider deja su plato con apenas una miga. —Esa fue la mejor empanada
de calabaza que he probado en mi vida.
—¡Me pido la última de la cocina! —Knox se levanta de un salto para ir a
buscarla, empujando a Olly del camino, y sonrío. Es increíble ser apreciada de
esta forma.
Bree, Sienna y yo preparamos una cena bastante decente si tengo que
decirlo. Los chicos no querían que nadie pasara todo el día cocinando, así que
algunas cosas son compradas ya hechas, pero también preparamos algunos de
los platos favoritos y lo pasamos genial haciéndolo.
Aunque todavía no he tenido noticias de mi tía y probablemente no las
tenga, hoy ha sido el mejor Día de Acción de Gracias que he tenido en un
tiempo. Incluso Ben me envió un mensaje antes de que se fuera a pasarlo con
sus amigos.
Le echo un vistazo a nuestro grupo. Todos los chicos me tratan como a
una hermana pequeña, y Bree, Sienna y yo nos hemos unido, ya que todas
estamos involucradas con miembros del equipo de fútbol. Sienna no ha dicho
con quién sale, pero sé que le avergüenza que él no pase tiempo con ella en
público. Con suerte, una vez que termine la temporada, la convertirá en la
prioridad que ella merece ser.
Me inclino hacia Rider, que tiene un brazo envuelto en mi espalda y el
otro alrededor de Poppy.
—Apesta que mañana tengamos que subir a un avión. —Knox gime
mientras se derrumba en el otro sofá.
Rider baja la voz: —¿Estás segura de que no es un problema cuidar a la
enana?
—En absoluto. —Lo beso—. Es solo una noche. Estaremos bien. —Odia
dejar a Poppy cuando tiene que jugar de visitante.
Sonríe y me jala en un abrazo.
Me doy vuelta hacia el grupo, y me doy cuenta de que todos nos miran.
—¿Qué?
Trevor se ríe. —Ustedes son muy lindos. Todo besitos y esas cosas.
—Es verdad. —Olly asiente—. Voy a admitir que me sorprende bastante
la vibra domestica que desprenden.
Hago una mueca y me siento erguida para tomar mi té helado de la mesa
de café. —No es como si Rider nunca antes hubiera tenido novias. —A lo que 232
me refiero es que no es como si él nunca antes hubiera pasado el rato con chicas,
pero da igual. Es lo mismo. Estoy demasiado cansada para corregirme, por lo
que me río incómodamente.
—Rider no es de tener novias. —Olly le lanza una servilla, y Rider la
aparta con un gesto casi enojado. Intento hacer contacto visual, pero está tan
concentrado en Poppy, que me pregunto si evita mirarme.
¿Dije algo incorrecto? ¿Está enojado porque me identifiqué como su novia? Es
decir, ¿no estamos saliendo? No suelo desnudarme en mi cocina con un hombre con el
que no salgo.
¿O no considera novias a las mujeres con las que ha estado en el pasado?
Dijo que nunca tuvo una relación seria, pero Miranda ciertamente emitía una
vibra de novia territorial, y los vi juntos muchas veces a lo largo de los años.
No sé las respuestas, y no es como si pudiera preguntárselo ahora.
Él no te presentó como su novia con su padre y ahora esto, me recuerda una
vocecita.
Repentinamente incómoda, me muevo hacia adelante para tomar mi
bebida de la mesa y suelto un suspiro cuando la conversación continúa a mi
alrededor. Obviamente no puedo llegar al fondo del asunto con toda la casa
aquí.
Tank aplaude. —Antes de que todos nos separemos, quiero recordarles
lo del domingo.
—¿Qué sucede el domingo? —pregunto.
—Es el cumpleaños del capitán. Le regalaremos un tatuaje para celebrar.
Me giro hacia Rider. —¿De verdad? ¿Es tu cumpleaños?
Tank interrumpe y me señala con su enorme dedo. —Me gusta esta
mujer. No busca en Google toda tu vida como tus otras fanáticas.
Ah, sí. La masa de fanáticas.
Bree le da un golpe en el estómago. —Eso es suficiente, cariño.
—Quería invitarte, en realidad —susurra Rider en mi oído—. Me haré un
tatuaje en honor a Poppy y quería tu ayuda. El domingo iremos a Austin.
¿Quieres unírtenos?
Ay, ¿quiere que vaya?
Me siento instantáneamente aliviada.

233
El hecho de que me invite a hacer una cosa de hermanos como esto con el
resto de los chicos significa mucho para mí. —Me encantaría.
Me besa.
Es dulce. Tierno.
Paso mi mano por su cabello y le correspondo el beso. Alguien nos lanza
una servilleta y Poppy nos golpea las caras mientras se ríe.
Tal vez después de todo no esté molesto conmigo por usar la palabra con
“n”. Me dijo que nos está tomando en serio.
Quizás necesite darle un poco de crédito, disfrutar del poco tiempo que
pasamos juntos y dejar de dudar de todo.
Traducido por Lauu LR
Corregido por Julie

La llamada a la puerta hace que mi corazón se acelere. No espero que los


chicos vuelvan de su partido hasta dentro de una hora, pero cuando abro la
puerta, Rider me sonríe.
—Hola, señor aspirante al Heisman. —Hoy estuvo genial. Sienna y yo
animamos al equipo mientras miramos el partido con Poppy.
Una rápida mirada por encima de su hombro me dice que el resto de
234
Charming sabe que los chicos han vuelto porque su entrada se está llenando de
coches.
—Hola, cariño. —Mientras entra, me acerca para darme un beso. Respiro
el aroma del aire frío de Texas y el cuero de su chaqueta universitaria antes de
que me haga girar.
Cuando me deja en el suelo, me río. Me siento tan bien al verlo tan feliz.
—Te he echado de menos —digo en voz baja.
Me acaricia la mandíbula. Me besa suavemente el cuello. Me pasa las
manos por la espalda. —Yo también te he echado de menos, cariño.
Cierro los ojos y apoyo la frente en su pecho, absurdamente satisfecha.
Cuando he oído a otras personas utilizar ese apelativo, he puesto los ojos en
blanco, pero ¿que Rider lo use? Bueno, es una historia totalmente diferente.
No puedo evitar la enorme sonrisa que se dibuja en mis labios.
—¿Qué? —Su sonrisa coincide con la mía.
Me encojo de hombros, reacia a explicar lo mareada que estoy por una
pequeña palabra. —Me alegro de verte, eso es todo. —Me pongo de puntillas y
vuelvo a besarle antes de llevarlo hacia el interior, agradecida de que tengamos
la casa para nosotros solos ya que Sienna ha salido por la noche.
—¿Has visto la rueda de prensa después del partido? —me pregunta
mientras se quita la chaqueta.
Los medios de comunicación por fin han dado a conocer la historia de
Poppy. —No puedo creer que solo hicieran unas pocas preguntas.
—El entrenador se enteró y el personal me preparó. —Parece que se ha
quitado un peso de encima.
—Debes estar muy aliviado de que todo esté dicho.
Se agarra el pecho. —Ni siquiera sabía que estaba enloqueciendo con ello
hasta que terminó la rueda de prensa y pude volver a respirar.
Cuando le preguntaron si era cierto que Rider tenía una hija, dijo muy
amablemente que sí pero que no hablaría de ningún detalle para mantener su
privacidad y la de su familia. Y entonces la prensa volvió a preguntarle por el
partido y por la candidatura al Heisman.
—Usaron una foto tuya paseando con Poppy en ese portabebés de Bjorn,
pero no se veía su cara, solo ese gorrito rosa.
—Está bien. Podría haber sido peor, ¿verdad?
—Dios, sí. —Me aterrorizaba que la prensa lo destrozaría por esto, pero

235
fue entonces cuando pensé que se enterarían de cómo toda su casa tuvo que
hacerse las pruebas de paternidad. Que un jugador tenga un bebé al parecer no
es un gran problema. Solo señalaron cómo un atleta universitario de élite tiene
que hacer muchos malabares. No están mintiendo. Rider no ha parado desde
que Poppy aterrizó en su vida—. Lo has manejado como un campeón.
—Gracias de nuevo por acompañarme a hablar con Hank. Mi padre
habría perdido la cabeza si se hubiera enterado de ella por SportsCenter.
Al pensar que lo que sucedió fue con Hank en su estado de calma, no me
extraña que Rider esté sensible con su padre.
Cambiando de tema, le cuento sobre Poppy y cómo ahora dice “nana”
por banana y, alabado sea Jesús, cómo ha dormido toda la noche. Entra de
puntillas en mi habitación para ver cómo está y luego se derrumba junto a mí
en el sofá.
—¿Pensabas volver a tu fiesta?
Me pasa un brazo por detrás de la cabeza y juega con mi pelo. —Solo
quería pasar el rato contigo, si te parece bien.
Vaya. ¿Rider está rechazando una fiesta de fútbol después de un triunfo
épico?
Y cuando digo épico no estoy exagerando. Podía escuchar a mis vecinos
animando, al final de la calle.
Me siento y presiono una mano en su cabeza, que ladea mientras me
mira, confundido. —Solo reviso si tienes fiebre.
—Cállate. Ven aquí. —Me sube a su regazo y me besa el cuello—. No se
lo digas a nadie, pero me cansé de las fiestas. ¿Quieres ver una película o algo
así?
O algo así, pienso, mientras me pasa la palma de la mano por la cadera.
Pero la tierna mirada de sus ojos me dice que no se trata solo de tener
sexo.
—¿Has comido ya? Podríamos pedir una pizza.
Hacemos nuestro pedido y le entrego dos bolsas de hielo.
La sorpresa se refleja en sus ojos. —¿Cómo sabías que tenía que ponerme
hielo otra vez?
—Vi ese golpe a destiempo en el tercero. ¿Estás bien?
Se pasa una mano por la cara. —Sí. Solo me dejó sin aliento por un
momento. Aunque necesito hielo en mis dorsales izquierdos.
—Me imaginé que tendrías que ponerte hielo en algo.
Miramos una película de ciencia ficción, y disfruto mucho de estar
arropada por Rider mientras nos acurrucamos en el sofá, pero no llevamos ni
veinte minutos cuando se queda profundamente dormido.
236
Cuando termina la película, me doy la vuelta en sus brazos y le miro
fijamente.
Parece tan joven cuando está relajado. El pelo se le está poniendo largo y
le cuelga en los ojos, despeinado por el largo día. La barba incipiente delinea su
robusta mandíbula.
Sus brazos me rodean con fuerza y su voz profunda y grave me produce
escalofríos. —¿Me estás mirando dormir como una rarita?
Me río. —Tal vez.
Hace un profundo sonido de satisfacción y me acerca. —Odio los
partidos de visitante —susurra—. Odio dejarlas a ti y a Poppy.
Arrastro mi dedo sobre su ceja. Sobre su pómulo. Sobre el puente de su
nariz. —Solo fueron dos días.
—Dos días demasiado largos. —Me lanza una larga y sombría mirada—.
Sabes que será peor después de que me recluten, ¿verdad?
Me congelo. Es la primera vez que menciona algo del futuro. Desde que
la idea de las relaciones parece asustarle, he sido prudente para no hacer planes
a largo plazo.
—Ve un día a la vez. Un partido. Un entrenamiento. —Hago una pausa,
mi corazón se acelera de repente—. Podemos, uh, hacer videollamadas. —Con
lo locos que han sido nuestros horarios, me sorprende no haberlo considerado
antes—. Puedes ver a Poppy cuando quieras.
—¿Y a ti? ¿Puedo verte a ti también?
Un rubor calienta mis mejillas. —Soy toda tuya. Puedes verme siempre
que quieras.
Esas no son las palabras que realmente quiero decir, pero no estoy segura
de que esté listo para ir allí todavía.
Pero probablemente se me nota en la cara: estoy enamorada de Rider
Kingston.
Y si soy sincera conmigo misma, lo he estado durante un tiempo.
Su frente toca la mía. —Siento que no hayamos podido pasar más tiempo
juntos. Hacer cosas normales. Tener citas. —Habla contra mis labios—. Te
prometo que te compensaré. Significas mucho para mí, Gabby.
La euforia llena mi corazón.
Enrosco mi mano en su pelo para atraerlo hacia mí y darle un beso.
No decimos nada mientras nos quitamos la ropa y él se pone un condón.
Con la luz parpadeante del televisor detrás de nosotros, nos juntamos. Uno al 237
lado del otro, levanta mi muslo sobre el suyo. Se coloca entre mis piernas y se
frota contra mí hasta que tiemblo.
—Gabriela. —Dice mi nombre como una plegaria cuando por fin empuja
dentro de mí.
Estoy acostumbrada a nuestra química combustible. A las rondas sin
aliento en las que nos arrancamos la ropa para tener sexo.
Pero no estoy preparada para la intimidad de este momento y la forma
en que me mira mientras me penetra.
Cierro los ojos y dejo caer mi frente sobre su pecho, temiendo acercarme
más. Quiero decirle lo mucho que lo amo. Que tengo miedo de que se vaya
después del reclutamiento. Que no quiero perderlo por su carrera.
Me coge suavemente la barbilla y acerca mis labios a los suyos. —No te
escondas.
Mis ojos se levantan hacia los suyos y la conexión entre nosotros es casi
abrumadora.
—Tócate —susurra.
Mirándolo fijamente a los ojos, deslizo mi mano entre nosotros.
Perderme en este momento es más fácil que admitir que estoy luchando
con demasiados sentimientos.
Que me mire es embriagador y me hace ser audaz. Cuando se mueve
entre mis muslos, rodeo su base con la mano y aprieto.
—Joder —gruñe, hinchándose dentro de mí—. Nena, vas a hacer que me
corra.
Me besa, feroz y posesivo. Estoy tan cerca, pero entonces lame un dedo y
lo arrastra por mi trasero.
—Nunca he... —Jadeo cuando lo empuja contra mí.
—¿Se siente bien? —Me observa mientras empuja suavemente hasta el
nudillo. Entrando y saliendo, hace coincidir el ritmo de sus caderas.
Se siente mal. Tan malo. Y sorprendente.
—Oh, Dios. —Echo la cabeza hacia atrás mientras me corro con tanta
fuerza que no puedo respirar.
Mi orgasmo lo lleva al límite, y gemimos y nos estremecemos juntos.
Me abraza mientras jadeamos y bajamos de ese subidón.
—Amo... —Hace una pausa.
Se me corta la respiración en el pecho. 238
Pero entonces se aclara la garganta. —Amo estar aquí contigo.
Una punzada de decepción me pica, pero me digo a mí misma que hay
que disfrutar de lo que tenemos. No es que yo haya sido tan valiente como para
decir esas palabras. Si la palabra con “A” era lo que él contemplaba. —No hay
otro lugar en el que preferiría estar.
Después de limpiarnos, lo llevo a mi dormitorio, donde me abraza hasta
que Poppy se despierta por la mañana.
Aunque tengo miedo de todo lo que puede salir mal, espero y rezo para
que esta vez lo hagamos bien.
Traducido por AnnyR’
Corregido por Julie

—Gracias por tenernos en cuenta. —Rider me pasa el brazo por los


hombros mientras habla con Brady, propietario de Saints & Sinners, un elegante
salón de tatuajes en Austin. Echa un vistazo a las fotos enmarcadas en las
paredes de ladrillo a la vista—. Este lugar es genial.
—Gracias, hombre. —Brady tiene unos treinta años y tatuajes en los
brazos. Tiene unos llamativos ojos verdes y un aire de motero intrépido. 239
Cuando le veo estudiándome, desvío la mirada, avergonzada.
—Perdona que te mire —dice riéndose—. Me recuerdas a mi cuñada. —
Ladea la cabeza, con los ojos entrecerrados—. A mi mujer también un poco.
Ahhh. —No hay problema.
Rider me aprieta un poco más cerca y me muerdo el labio para no
sonreír. ¿Está celoso?
—¿Tu chica también se hará un tatuaje o solo tú? —pregunta Brady.
Me vuelvo hacia Rider y levanta las cejas. —¿Qué dices, Gabs? ¿Quieres
tatuarte también?
—Ah. No, gracias.
Sus labios se levantan antes de besarme. —Gallina.
—Más o menos, sí.
Rider explica lo que quiere, Brady asiente y comienza a dibujar. Cuando
Brady regresa a su puesto y le dice a Rider que lo siga, me pregunto si debería
unirme a Tank, Knox, Olly y Trevor en el sofá, pero Rider me arrastra con él.
—¿No vas a tomarme de la mano?
Resoplo. —Por supuesto. Y te daré una piruleta después.
Frena tan rápido que me estrello contra él y me susurra al oído: —No
necesitamos piruletas. Tengo algo que puedes chupar.
Mirando a mi alrededor para asegurarme de que nadie me oye, le doy un
codazo. —No seas un pervertido. Sabes que solo hablamos de chupar después
de ciertas horas.
Suelta una carcajada y me da un abrazo mientras caminamos hacia la
estación de Brady.
—Ustedes son lindos. ¿Cuánto tiempo han estado saliendo? —pregunta
Brady mientras saca sus suministros.
Miro a Rider, insegura de cómo quiere responder a esto. Además, está
ese problemita de que nunca dice que soy su novia, pero este fin de semana ha
sido tan bueno que no quiero poner en duda lo que estamos construyendo.
—Técnicamente, solo este otoño, pero hemos estado dando vueltas uno
alrededor del otro durante algunos años. Con el tiempo, me agotó. —Tiene un
brillo burlón en sus ojos.
—Mentiroso. —Me río y lo golpeo juguetonamente—. Yo no hice tal cosa.

240
Envuelve un brazo grueso alrededor de mi cuello y me besa de nuevo.
—Bien. Finalmente saqué la cabeza de mi trasero y le rogué que saliera
conmigo. ¿Mejor?
—Mucho. Gracias. —Me sonrojo, complacida de que no parezca tener
problemas en admitir que somos pareja.
Todo lo que nos rodea se detiene mientras nos miramos el uno al otro.
Me estremezco al recordar cómo me tocó anoche.
—Gracias por venir hoy —dice en voz baja antes de dejar un beso ligero
como una pluma en mis labios—. Significa mucho para mí.
—Feliz cumpleaños, Rider.
—Gracias, cariño.
Le respondo con una sonrisa, ardiendo por dentro con sentimientos
desordenados y esperanzas para el futuro. Me hizo jurar que no le regalaría
nada por su cumpleaños. Dijo que solo quería pasar el día juntos. No juega
limpio. ¿Cómo se supone que no me voy a enamorar de él?
Brady se aclara la garganta, y Rider y yo dirigimos nuestra atención al
asunto que nos ocupa. Tank se acerca a nosotros y se inclina hacia Brady. —¿Se
están follando con los ojos de nuevo?
—Más o menos, sí.
—Podíamos verlo desde el otro lado de la tienda.
—Oh, Dios mío, Tank. —Señalo hacia donde esperan los demás—. Vete.
Si te portas bien, iremos a por tacos más tarde.
—¿Tacos, dices? —Se frota las manos y regresa con los chicos.
Eso fue embarazoso. Me aseguro de ser menos obvia con respecto a mis
sentimientos. Me dejo caer en una silla, agarro una revista y empiezo a hojearla,
dejando a Brady y Rider que discutan los detalles del tatuaje.
Me encanta que sus compañeros de cuarto le estén dando este generoso
regalo. Me avergüenza un poco haberlos considerado a todos unos cabezas
huecas antes de conocerlos realmente. Claro, pueden ser revoltosos, pero tienen
un gran corazón.
Hablo con Bree para asegurarme de que Poppy durmió la siesta, y luego
Rider me llama después de que Brady transfiere el arte a su piel.
—Va a quedar hermoso. —Brady ha dibujado un increíble abstracto que
envolverá los bíceps de Rider.
—No estoy seguro de que hermoso sea lo que estoy buscando, nena.
—Es un campo de amapolas para tu hija. ¿Cómo no es eso hermoso?
Gruñe, y yo aguanto una carcajada.
Y tengo razón. La pieza final, una vez que está llena de rojos, rosas y
241
azules en este increíble estilo de pincelada, me deja sin aliento.
Después de que Brady termina, me inclino para susurrarle al oído de
Rider: —Tu tatuaje es increíblemente sexy.
Levanta una ceja. —¿De verdad? ¿Qué tan sexy? —Flexiona su brazo
grande y niego con la cabeza.
—Presumido.
Luego su expresión se vuelve seria. —Cuando me entere del cumpleaños
de Poppy, me gustaría agregarlo aquí mismo. —Señala su brazo donde dos
flores divergen.
Por alguna razón, eso me afecta mucho, que no sepa el cumpleaños de su
hija. Y por su mirada, también le molesta.
—Lo averiguaremos —susurro.
No quiero mencionarla porque hemos tenido un día tan bueno, pero no
puedo evitar preguntarme sobre la mujer que dejó a esa adorable bebé en
medio de una fiesta furiosa. ¿Extraña a Poppy? ¿Incluso piensa en ella?
Me distraigo cuando dos mujeres se acercan a la tienda de Brady. Una lo
besa y luego se vuelve hacia mí.
Cuando veo bien su rostro, me congelo.
Se ve tan familiar.
Sus ojos se agrandan.
Y ambas empezamos a hablar al mismo tiempo.
—Ay, Dios mío.
—¿Te conozco?
Abro la boca, sin saber qué decir.
Brady sonríe. —Gabby, esta es mi esposa Kat y su hermana Tori.
Tori se mueve junto a su hermana y me mira fijamente durante un largo
minuto antes de que sus labios se tuerzan. —¿Tus dedos meñiques forman una
V?
—Lo siento. ¿Qué?
—Así. —Coloca sus manos frente a ella y las gira para que sus palmas
miren hacia ella. Luego los junta para que sus meñiques formen una V.
Um. —No tengo idea. —Así que lo intento. Y he aquí que lo hacen.
¿Cómo supo esta chica que mis meñiques estaban torcidos cuando nunca
me di cuenta?
Tori chasquea los dedos. —Eres una Duran, ¿no es así?
242
Mis ojos se amplían. —¿Cómo lo supiste?
—Porque nosotras también. O lo éramos antes de casarnos. —Agita un
dedo entre ella y su hermana—. No la una con la otra, obviamente. Sabes a lo
que me refiero.
Resulta que somos primas.
Me quedo un poco atónita porque no sabía que tenía primas en el área de
Austin. La mayoría están cerca de Corpus Christi.
Las tres tenemos los ojos dorados de los Duran.
Veinte minutos después, seguimos acurrucadas, tratando de descubrir a
nuestra familia. Kat me pone una mano en el hombro. —Nos enteramos de lo
de tu padre, ¿pero tu madre también murió? Lo siento mucho. ¿Cómo no lo
supimos?
—Mi padre estaba alejado de la familia —le explico, tratando de darle
sentido—. Así que no éramos muy cercanos a nadie cuando mi madre falleció
unos años después.
—También tienes un hermano, ¿verdad?
—Sí. Ben. También es estudiante en el Lone Star Estatal.
Charlamos unos minutos más e intercambiamos números. En tanto
vamos caminando hacia el frente, Tori engancha su brazo con el mío y hace un
gesto hacia Rider. —Así que estás saliendo con él, ¿eh? —Cuando asiento, ella
se ríe en mi oído—. Chica, ¡quiero todos los detalles!
Estoy tan emocionada por conocer a parientes femeninos que actúan
como familia, que podría llorar.
Me doy cuenta de lo mucho que ha cambiado mi vida este semestre.
Tengo a Rider y Poppy, que son la mejor parte de mi día. Sienna es la
compañera de cuarto más dulce y una de mis mejores amigas. Ya casi he
terminado la universidad y mantengo mis calificaciones, y me muero de ganas
de enseñar como estudiante el próximo semestre. Espero que mi trabajo
temporal en Archer se traduzca en un puesto de profesora a tiempo completo
en el otoño. Ben y yo no estamos completamente en desacuerdo, y ahora que
entiendo por qué hace lo que hace, espero que podamos construir un puente.
¡Y también me he conectado con Kat y Tori, que quieren que me quede
con ellas durante las vacaciones de invierno!
Es casi demasiado bueno para ser verdad.

243
Traducido por Jadasa
Corregido por Julie

Observo el trasero de Gabby balancearse a medida que camina por el


sendero de jardín hacia su casa. Se da la vuelta para despedirse justo antes de
meterse en su casa.
Le devuelvo el saludo, todavía sonriendo como un idiota después de que
cierra la puerta.
Froto el punto estrecho en mi pecho, el dolor que solo parece aparecer
cuando dejo a Gabby. 244
Mierda.
¿Cómo pasó esto?
Siento muchas cosas por esta mujer, con las que no tengo ni idea de qué
hacer.
¿Le digo cómo me siento?
¿Sé siquiera lo que siento?
¿Que no puedo respirar sin ella? ¿Que hace brillar los putos arcoíris en
los días de lluvia? ¿Que no puedo encontrar la paz hasta que entra en la
habitación?
—Oye, idiota —dice bruscamente Knox desde el asiento trasero—.
¿Planeas sentarte aquí todo el día y soñar despierto con el delicioso trasero de
tu novia?
Tuve un gran día, nada podría hacer que mi estado de ánimo se arruine.
Pongo los sentimientos locos en una caja porque no hay forma de que pueda
lidiar con esa mierda en este momento, y hago un recuento de las cosas buenas
de mi vida:
Una temporada invicta mientras nos dirigimos a nuestro último partido.
La hija más dulce del planeta.
Una novia preciosa que está definitivamente muy, muy por encima de mi
nivel.
Una de las mejores líneas ofensivas del país.
Pero Knox va a intentar salirse con la suya si lo permito. Conteniendo
una sonrisa, levanto mi dedo corazón, pongo mi viejo Jeep en marcha y le digo:
—Más te vale que no mires su trasero.
Los chicos se ríen y Knox se acerca para golpearme el brazo. —Gabby es
como una hermanita sexy.
Avergonzado, me vuelvo hacia Tank, quien está sentado en el asiento
delantero. Su expresión coincide con la mía. —No creo que debas considerar
sexy a las hermanas pequeñas.
Tank reclina la cabeza para atacar a Knox. —Eso es raro, hermano. O sea,
tal vez sea así en tu familia.
Las burlas continúan hasta que estaciono en el camino de entrada detrás
de la camioneta de Trevor. Tank tira de Knox en un estrangulamiento y lo
arrastra por la entrada de la casa.

245
Donde nos detenemos.
Una mujer mayor con un elegante bob canoso nos fulmina con la mirada
desde nuestro porche como si estuviéramos orinando en su par de pantuflas
favoritas.
Doy un paso adelante. —¿Puedo ayudarla, señora?
—Me gustaría hablar con Rider Kingston. ¿Eres tú?
Hay algo en esta mujer que me produce una sacudida de ansiedad. Tal
vez sea su mirada férrea o la rigidez de sus hombros, pero sea lo que sea, es
desconcertante.
Tank se aclara la garganta. —¿Puedo preguntar de qué se trata? Verá,
tenemos muchas fanáticas femeninas que ofrecen su mercancía, buscando
conocer al señor Kingston. Sirvo como un amortiguador para filtrar la gentuza.
¿Ofrecen sus mercancías? ¿Gentuza?
—Ignórelo. —Niego con la cabeza—. Ha estado leyendo de nuevo las
novelas románticas sobre la regencia de su novia.
—Están muy bien, hijo.
—Soy Rider —digo vacilante—. ¿Cómo puedo ayudarle?
Esos ojos rezagados me atrapan, mirándome fijamente desde la cima de
mi cabeza y terminando con mis botas desgastadas. Internamente, me irrita su
juicio, el cual es tan claro como el marcador de neón de nuestro equipo. Es la
forma en que todos en mi ciudad natal me miran. Como si fuera una mierda en
la suela de sus zapatos.
—Puedes traerme a mi bisnieta, Poppy. —Inhala—. Estoy preparada
para luchar por la custodia.
Ahí es cuando todo mi mundo se vuelca y se derrumba.

246
Traducido por Miry
Corregido por Julie

Esto no va bien.
La señora Hildebrand se sienta en el borde de nuestro sofá. Está a unos
dos minutos de agarrar sus perlas.
Sorprendentemente silenciosos e inmóviles, Tank y Olly se sientan a mi
lado. Pensé que no estaría de más tener un par de personas de mi lado en caso
de que esta mujer comenzara a amenazar de nuevo. Tank le envió un mensaje a
247
Bree, así que ella y Poppy están de camino.
—¿Quieres decir que mi nieta dejó a la bebé en medio de una fiesta de
fraternidad? —chilla la señora Hildebrand.
Y ahora agarra sus perlas.
—Somos un equipo de fútbol, señora, no una fraternidad —digo con la
mayor tranquilidad posible. Dado que ha entrado aquí armada con la intención
de conseguir la custodia de mi hija, diría que lo estoy haciendo bastante bien.
Supongo que todo ese tiempo delante de los medios de comunicación y
haciendo entrevistas evita que pierda la cabeza—. Dejó a Poppy cuando acababa
la fiesta. Ya era bastante tarde. Yo ya estaba dormido y mis compañeros me
levantaron cuando la encontraron.
La señora Hildebrand niega con la cabeza con incredulidad. —Nunca
debería haberla dejado sola.
—¿A quién? ¿A su nieta? —Cuando asiente de mala gana, continúo—:
¿Puedo preguntar a dónde fue? —Me trago los tacos que hacen todo lo posible
por salir por mi garganta—. Su nombre es Cricket, ¿correcto?
Por favor, Dios, que su nombre sea Cricket, o pareceré el hijo de puta más tonto
que jamás haya existido. El otro día, Olly me dijo que recordaba algunos detalles
de ese fin de semana, y parecía pensar que la mujer que trajo los brownies se
llamaba Cricket.
Es Cricket o Cicada, y rezo para que no sea Cicada.
Después de poner los ojos en blanco, la señora Hildebrand suspira. —Así
es como la llaman sus amigos. Piensa que “Margot” es demasiado intelectual.
Margot. Dejo escapar un suspiro. Por fin, tengo un nombre. —Entonces...
¿Margot... Hildebrand?
Su cabeza se ladea hacia un lado. —¿Realmente no sabes nada sobre mi
nieta, joven?
Bueno.
Sé que Cricket hace un increíble brownie con drogas que podría noquear
a un elefante, pero creo que la abuela no quiere saber eso.
Abro la boca antes de volver a cerrarla.
Vamos, Rider, piensa. Di algo.
—Cricket —digo lentamente—, cuidó de manera excelente a Poppy.
Listo.

248
Eso me hace ganarme ojos en blanco. —Yo cuidé muy bien a Poppy.
Froto mi nuca, odiando la vida. —Oiga, ¿podemos empezar de nuevo?
Conocí a Poppy en Halloween, y he hecho todo lo posible por cuidarla. Ella es
feliz, saludable y realmente inteligente. Me llama “papá” y dice “nana” cuando
quiere banana. Me dice “ma” cuando quiere más. Antes de esa noche, juro que
no tenía idea de que tenía una hija, y mucho menos que Cricket se quedó
embarazada, o la habría acompañado.
No estoy seguro de dónde viene esa declaración, pero después de un
momento en el que lo pienso, sé que es verdad. Habría arreglado mis cosas y
habría ayudado a Cricket aunque no la conozca de nada. Pero aparentemente
dejé embarazada a esa mujer, y esta bebé e incluso Cricket, hasta cierto punto,
son mi responsabilidad.
Lo que me regresa a esa pregunta incómoda que la señora Hildebrand
nunca respondió. —¿Puedo preguntar a dónde fue Cricket? Su nota decía algo
sobre llamarme cuando llegara. —No es que tuviera mi número, pero no cuento
este detalle—. No mencionó a dónde iba y no he tenido forma de contactarla.
Me avergüenza un poco admitir que no he buscado más activamente a
Cricket. Estaba más que nada enojado porque dejó a Poppy de la manera en que
lo hizo. Avergonzado de no saber una mierda sobre quién es la madre de mi
bebé. Nunca se me ocurrió que algo podría estar mal. Que esta mujer podría
estar en problemas o en algún tipo de peligro.
—Yo... verás... —La señora Hildebrand se retuerce las manos en su
regazo—. Margot es un espíritu libre. Durante el embarazo, logró mantenerse
por un buen camino. La llevaba a su terapeuta todas las semanas, a acupuntura
y le conseguí un espiritualista que le enseñó a meditar para que pudiera estar
sana durante su embarazo. Y lo hizo. Se encontraba más sobria que nunca.
Estaba emocionada por Poppy. —Sonríe, pero se desvanece rápidamente—. Sin
embargo, después volvió a sus viejas costumbres.
—¿Ir de fiesta? —pregunto gentilmente.
A regañadientes, inclina la cabeza una vez. —Sus amigos querían que se
uniera a ellos para la cosecha de otoño en el Triángulo Verde en California. No
—Hace una pausa, frunciendo los labios—, el Triángulo Verde no. El…
Tank chasquea los dedos. —El Triángulo Esmeralda.
—Sí, eso es.
Me giro hacia mi compañero de piso. —¿Qué es el Triángulo Esmeralda?
La emoción de sus ojos desaparece y pliega los labios. —Es, eh. —Se
encoge—. Es como la región de cultivo de cannabis más grande del país.
La marihuana es legal en California. ¿Cuál es el problema? —Está bien,
pero ¿por qué la cara?
Hace una mueca. —La razón por la que sé sobre el Triángulo Esmeralda 249
en primer lugar es por un programa de Netflix llamado... —Hace una pausa. Se
rasca la cabeza. Mira a Olly que se encoge de hombros. Después susurra—:
Murder Mountain. Según el documental, ahí desaparecen más personas que en
cualquier otra zona de California.
—Maldita sea.
Olly levanta las manos. —Pero eso no significa que Cricket haya
desaparecido. ¿Cierto?
Todos nos giramos hacia la señora Hildebrand, quien tiene lágrimas
corriendo por su rostro. Le lanzo a Tank una mirada sucia.
—¿Qué? ¿Querías que mintiera? —me susurra casi gritando.
Recojo la caja de pañuelos que Gabby puso en nuestra mesa de café la
semana pasada porque Poppy no paraba de babear en nuestros libros de texto.
La señora H lo toma con gratitud y delicadamente se lo pasa por el
rabillo del ojo. —Disculpen.
Una vez que parece serena, le pregunto: —¿Cuándo fue la última vez que
supo algo de Cricket?
Sus ojos se llenan de lágrimas. —Hace dos semanas.
Tank se golpea las manos. —Eso no es nada. Me fui un mes antes de
llamar a mi mamá. Estaba enojada. Pero aun así. No hay razón para llamar a la
poli.
Le entrego a la mujer otro pañuelo. —¿Pero ha intentado llamarla? ¿O a
sus amigos?
Antes de que responda, la puerta principal se abre y Bree, Gabby y
Poppy entran caminando.
Joder, ¿solo ha pasado una hora desde que dejé a Gabby al otro lado de
la calle? Cristo, siento que no la he visto en un año. ¿Cómo se ha estropeado
este día?
Abro la boca para hacer las presentaciones, pero Gabby ve a la señora
Hildebrand y grita: —¡Adele! ¿Cómo estás? —y corre hacia ella para darle un
abrazo.
—¿Qué diablos sucede? —pregunta Tank sin mover los labios.
Quiero hacer la misma pregunta.

250
Traducido por Danita
Corregido por Julie

Gabby permanece de pie en medio de la sala. —¿Por qué todos me están


mirando?
Muevo la mano de un lado a otro entre la señora Hildebrand y ella. —¿Se
conocen?
—Sí —responde despacio—. Solía ir a comprar café en Rise ‘N Grind. —
Girándose hacia Adele, pregunta—: ¿Qué sucede? No te he visto en años. ¿Cómo
251
has estado? ¿Y qué en el mundo haces aquí? No es que no me haga feliz verte,
porque claro que sí me alegra. ¿Te están ayudando con algo estos chicos?
Pero la señora H no escucha nada. Está mirando a Poppy, quien menea
las manos y patea con las piernas de la emoción.
Me aclaro la garganta. —Es la abuela de Poppy. Es decir, su bisabuela.
—¿No jodas? —Gabby colapsa en la silla detrás de ella, tan sorprendida
como yo me sentí hace poco.
La señora H le quita Poppy a Bree y muestra la sonrisa más grande
cuando la pequeña gremlin trata de cubrirla de besos babosos. Luego de unos
minutos, el ceño de la señora H regresa y se inclina para olfatearla.
Acaba de oler a mi bebé. Casi me río.
—La has mantenido limpia. Ha ganado peso, así que eso es positivo. Y
tienes razón, es una bebé feliz. No está peor, supongo.
No se ponga a decir demasiados cumplidos, señora.
Bree le susurra a Olly, quien se encuentra más cerca de ella: —¿Esto
significa que ahora sabremos quién es la madre?
Joder. El calor se arrastra por mi cuello.
Esperando que la señora H no haya escuchado ese comentario, espero un
largo minuto antes de girarme hacia ella, pero nop. Me está mirando, sus fosas
nasales ampliándose una y otra vez. —No me digas que no recuerdas a mi
Margot.
Tank levanta las manos. —Recordar es una palabra muy específica. No
estoy seguro de que nuestro chico aquí...
Lo hace callar con su mirada de láser. —¿Me dices que no recuerdas lo
que pasó ese fin de semana? ¿Estabas tan drogado o borracho o lo que fuera que
hacían ahí, que no recuerdas haber tenido… relaciones? —Casi se ahoga con esa
última parte.
¿Pensé que el hecho de que mi padre enloqueciera delante de Gabby era
el momento más embarazoso de mi vida la semana pasada? Hoy, sin dudas,
ocupa un cercano segundo lugar.
¿Qué demonios digo?
—Señora Hildebrand, no sé bien que decirle. —Trago, preparándome
para que me destroce.
Olly se inclina para susurrarle furiosamente a Gabby. Cuando termina,
ella toma a Poppy en sus brazos y palmea suavemente el brazo de la señora H.
—Adele, puede que sea difícil de escuchar para ti, pero por lo que he
entendido sobre el fin de semana en cuestión, Margot llevó unos... comestibles
252
caseros. Y tal vez no se dio cuenta de lo fuertes que eran. No sé si eran brownies
con hachís o si contenían otra droga...
—Dulce Jesús. —La señora H aprieta su mano contra la mejilla.
—Ahora, no absuelvo a Rider de ninguna responsabilidad. Sin embargo,
no creo que nadie entendiera lo intensos que iban a ser esos brownies. Porque
Rider no es el único que pudo atestiguar su potencia. Olly aquí... —Hace un
gesto hacia él—, también puede decirte. Como resultado, los chicos apenas
recuerdan ese fin de semana, mucho menos quién se encontraba allí. Y tu nieta
dejó una carta bastante vaga cuando dejó a Poppy, así que no tenían forma de
saber quién era ella o habrían tratado de contactarla.
Sí, todo eso.
Suspiro, una vez más muy agradecido por Gabby. Al segundo en que
tenga más que un par de dólares a mi nombre, le voy a comprar a esta mujer un
millón de rosas y llevarla a un fin de semana de spa o lo que sea que hacen las
chicas para consentirse.
La señora H parece abrumada, y todos permanecemos en silencio en
tanto se recompone. Con el tiempo, se vuelve hacia mí. —Si no recuerdas a
Margot, ¿entonces como sabes que esta bebé es tuya?
Abro la boca para responder, pero el temor me anuda el estómago a la
vez que me pregunto qué va a hacer si no le gusta mi respuesta. ¿Va a tratar de
quitarme a Poppy?
—Adele —dice Gabby en voz baja—, todos los compañeros de piso se
hicieron pruebas de paternidad. Solo para estar seguros. Puedes estar tranquila
sabiendo que Rider es el padre, y ha hecho un gran trabajo al encargarse de
Poppy si me lo preguntas.
La frente de la señora Hildebrand se suaviza levemente, pero entonces
me lanza otra mirada aguda como una hojilla de afeitar. —Jovencito, si recibo
alguna indicación de que no estás cuidando a Poppy adecuadamente, te llevaré
a la corte por la custodia. ¿Me escuchaste?
El tono de su voz es como un déjà vu. Es la manera en la que la mayoría
de mis maestros en Mortimer me hablaban. Como el hijo de Hank Kingston, el
residente abandonado y borracho del pueblo, desataba las sospechas de todos
con mi mera existencia.
—No se ofenda, señora, pero yo no soy quien abandonó a mi bebé en
medio de una fiesta de fútbol llena de extraños y huyó para cosechar marihuana
al otro lado del país. Si tiene ganas de sermonear a alguien acerca de descuidar
a Poppy, creo que su ira está mal dirigida —digo, entre los dientes apretados.
Sus nudillos se aprietan sobre su regazo. Me atrevo a decir que el viejo
pájaro quiere patearme el culo. Está bien. Tampoco soy muy aficionado a ella en
253
este momento.
¿Y qué demonios pensaba Cricket? Cualquier cosa podría haberle pasado
a Poppy esa noche. Somos muy afortunados de que Gabby la encontrara.
Gabby se desliza hasta el borde de su asiento. —Adele, me da curiosidad
saber por qué esperaste todo este tiempo para acercarte a Rider.
Bum. Buena jodida pregunta.
Cruzo los brazos sobre mi pecho mientras tararea y duda, y finalmente
admite que no estaba segura de cual de nosotros era el padre de Poppy.
—Cricket nunca me dio muchos detalles. Ya ves, no fue hasta que te vi en
las noticias el otro día y mostraron una foto tuya llevando a Poppy con ese
sombrerito rosa que tejí que pude armar las piezas del rompecabezas.
Esa maldita conferencia de prensa.
Resopla de nuevo. —¿Cuándo podré volver a ver a mi bisnieta?
Al menos está preguntando.
Asiento y respiro para calmarme. Tratando de considerarlo desde su
perspectiva, voy con la respuesta más flexible que puedo manejar. —Cuando
usted desee. Tengo una semana loca porque se acerca el último partido de la
temporada y los finales se encuentran a la vuelta de la esquina, pero si no le
importa adaptarse para hacer una visita durante mi descanso del almuerzo o mi
hora de estudio, estamos siempre felices de recibirla.
A juzgar por la enorme sonrisa de Gabby, esa fue la respuesta correcta.
Palmea la mano de la señora H. —Intercambiemos números de teléfono para
que pueden ponerse en contacto.
Y entonces, gracias a Dios, la mujer finalmente se va.

254
Traducido por Sofía Belikov
Corregido por Julie

Poppy se sienta en mi regazo, y observamos a Rider pasear de un lado al


otro por la sala de estar.
Estamos solos. La casa se encuentra en silencio; demasiado en silencio
considerando que varios de sus compañeros están aquí; pero todos parecen
saber que lo que sucedió hoy sacudió el mundo de Rider.
Después de unos cuantos minutos, ya no puedo soportar el silencio.
255
—¿Estás bien?
Se pasa las manos por el cabello, los ojos abiertos de par en par. —No, no
estoy para nada bien.
—Bueno, mantén la calma. Adele parecía tranquila cuando le ofreciste
ver a Poppy cuando quisiera. Por cierto, eso fue bastante genial de tu parte.
—¿Tenía otra opción?
Las venas en su cuello sobresalen y pulsan como si hubiera corrido una
maratón. No puede ser bueno.
—Por supuesto que sí. Podrías haberte comportado como un idiota, y
haberle dicho que tendría que ir a la corte para poder pasar tiempo con la bebé.
—Como si ahora mismo tuviera el dinero para luchar contra ella en la
corte. Y eso es lo que más me asusta. ¿Qué sucederá si decide que no debería
tener a Poppy? ¿Intentará quitármela?
La mirada desesperada en su rostro me destroza el corazón. —No creo
que lo haga. Perro que ladra no muerde. En el fondo, es toda una blandengue.
No luce convencido, pero al menos ha dejado de caminar.
—Ven aquí. —Palmeo el asiento junto a mí.
Cuando no se mueve del medio de la habitación, me ajusto los lentes y
utilizo mi voz de maestra. —Ven. Aquí. Ahora. —Mi voz se convierte en un
susurro—. Por favor.
Frunce el ceño, pero camina hacia mí, sentándose en el sofá como un
bebé grande.
—¿Fue tan difícil? —susurro mientras me acerco con Poppy—. Solo
necesitas de unos abrazos terapéuticos.
—Abrazos terapéuticos, ¿eh? —Envuelve un brazo a nuestro alrededor, y
apoyo la cabeza contra su hombro. Su hija se acerca, y extiende el otro brazo.
—Son los mejores —digo con sueño—. No tienen precio. Y te los dan de
inmediato. —Con o sin ropa, quiero añadir, pero me contengo porque Poppy está
en nuestro pequeño trío. Cierro los ojos, cansada, pero segura. Por alguna
razón, estar en los brazos de Rider soluciona todo.
Pero mientras pienso en lo que sucedió esta tarde, me pregunto si hay
algo de verdad en la amenaza de Adele acerca de pelear por la custodia. Y peor,
¿qué va a suceder cuando regrese Cricket? ¿Intentará llevarse a Poppy?

256
Traducido por Julie
Corregido por Pame .R.

Al quinto timbre, alguien finalmente contesta.


—¿Larissa? ¿Eres tú? Habla Gabby.
—¡Gabby! —grita mi prima. Hacía tanto tiempo que no oía su vocecita
chillona que mis ojos se llenan de lágrimas al instante—. ¡Te he echado de
menos! ¿Por qué no has venido a visitarme?
257
Porque tu madre no quiere que cree “drama”. Porque su novio es un imbécil.
Tomo aliento mientras me limpio debajo de los ojos. —La universidad es
muy demandante, cariño. Sabes que estaría allí cada vez que pudiera si
dependiera de mí. ¿Cómo has estado? ¿Cómo está tu hermana? ¿Recibiste los
regalos de cumpleaños que te envié durante el verano?
—¡Sí! ¡Gracias! Me encantó el kit de joyería. Te hice una pulsera, pero
mamá dice que no tiene tu dirección.
—Puedo dártela.
No estoy segura de que vaya a superar nunca el rechazo de la tía
Carmen, pero no puedo seguir enfadada con ella. Me salvó de la casa de
acogida.
Puede que solo me haya acogido por el servicio de niñera gratuito que
hacía a diario, pero eso no cambia el hecho de que quedarme con ella era lo más
segura que había estado desde que murió mi madre. Me encontré tan feliz de
tener un hogar que no me importó cuidar de un bebé y una niña de tres años.
Larissa y yo nos ponemos al día durante unos minutos, pero luego voces
colman el fondo un minuto antes de que la voz de Carmen llene mi oído.
—Gabby. Qué alegría saber de ti. —Las palabras son correctas, pero
puedo oír la falsa alegría. Larissa debe estar ahí mismo.
—Hola, tía. ¿Cómo estás?
Se queda callada un minuto antes de que, obviamente, se vaya a la otra
habitación porque se cierra una puerta y su voz cambia al instante.
—¿Qué pasa? ¿Necesitas algo?
No le pregunto si sigue con Bobby. El hecho de que sea tan cortante me
dice todo lo que necesito saber. —No, solo quería saludar a las chicas y ver si
podía dejarles algunos regalos de Navidad durante las vacaciones de invierno.
Su voz se reduce a un susurro. —No creo que sea una buena idea. Se
enfadan mucho cuando te vas.
A mí me molesta mucho cuando me voy, pero eso es porque rara vez me
deja visitarlas.
Pero odiaría ser la razón por la que Larissa y su hermana Letty lloran.
Cuando cuelgo el teléfono, me tiemblan las manos. Escucho a Larissa
suplicar a su madre que le deje volver a hablar conmigo, pero Carmen dice que
tengo que irme.
Mi mirada llorosa se detiene en la manta de Poppy y me quedo helada.
Por muy bien que haya ido este último fin de semana, por mucho que me
258
importe Rider, el enfrentamiento de anoche con Adele demuestra lo rápido que
pueden cambiar las cosas.
Ya sé que la agenda de Rider se relajará un poco luego de la temporada,
pero todavía tendrá que lidiar con el reclutamiento y los agentes de la NFL
mientras se prepara para el draft, y yo estaré dando clases en primavera, lo que
se supone que será súper estresante.
¿Y si Rider y yo no podemos sobrevivir a las presiones a las que nos
enfrentamos este año?
¿Qué pasa si él y yo tomamos caminos separados luego de graduarnos?
No solo perdería a Rider, sino también a Poppy.
El miedo se apodera de mí al recordar a mi madre. Un día estaba
cantando desafinado y haciéndonos gofres a Benny y a mí, y al siguiente se
había ido.
La vida nunca ofrece promesas.
Tampoco los mariscales de campo, advierte una voz cínica en mi cabeza.
El sándwich se asienta como una roca en la boca de mi estómago.
Desde la llamada de esta mañana con mi tía, mi ansiedad está por las
nubes. No puedo evitar sentir que algo malo va a suceder.
Mis pensamientos giran en torno a Rider. Anoche intenté mantener las
cosas positivas con él, diciéndole que todo iría bien con Adele, pero eso es
porque quería que se calmara. Si bien funcionó y lo tranquilizó, me doy cuenta
de que estoy esperando que suceda algo malo. Esperando que Adele llame y
diga que Cricket ha vuelto y quiere a Poppy.
Y posiblemente a Rider también.
Casi me avergüenza admitir que es una preocupación. El bienestar de
Poppy debería ser mi único objetivo. Y, sin embargo, Rider y yo acabamos de
empezar a salir. ¿Hola? Ni siquiera me ha llamado oficialmente su novia.
Me muerdo el labio inferior y me pregunto si estoy exagerando.
He sobrevivido mucho manteniendo un perfil bajo y siendo cautelosa.
Sin correr riesgos estúpidos.
Y Rider siempre ha sido la excepción a mis reglas.
Ahora estoy tan involucrada, que si algo sucede y rompemos, estaré
259
devastada. Lo que pasó en el primer año palidecerá en comparación.
Por inverosímil que parezca, que Rider quiera salir con la madre de
Poppy, la gente lo hace todo el tiempo. Salir o incluso casarse por el bien de un
niño.
Yo lo sabría. Por eso se casaron mis padres. Porque mi madre se quedó
embarazada de mí.
Rider no te dejará así. Puede que no use la palabra “novia”, pero te ha tratado
como tal.
Me digo a mí misma que solo es precavido. Después de todo, no hay
ninguna norma que le obligue a poner una etiqueta a nuestra relación.
Tenemos tiempo para resolver todo.
Lo tenemos.
Cuando Sienna me manda un mensaje diciendo que saldrá esta noche
con su chico, no puedo evitar comparar mi situación con la suya.
No son lo mismo, Gabriela. Tú y Rider hacen cosas en público juntos todo el
tiempo. Él no es como el hombre misterioso de Sienna.
Pero me molesta lo suficiente como para querer compartir mis
preocupaciones con él. Si no fuera días antes de su último partido de la
temporada regular, se lo plantearía. No es propio de mí contenerme. Excepto
que quiero respetar su necesidad de mantener las cosas libres de drama entre
nosotros. Si me pusiera en su lugar, ser un padre soltero de repente sería más
que suficiente para superar lo que puedo manejar.
Después de este fin de semana, tiene casi un mes antes de los playoffs.
Esperaré hasta la próxima semana para plantear mis preocupaciones. En serio,
¿qué son unos días más?
Arrugando el papel de mi sándwich en una mano, miro alrededor del
sindicato de estudiantes a medida que se llena de gente. Rider dijo que podría
pasar por aquí esta tarde, después de hablar con su profesor. Está claro que se le
hace tarde, y yo tengo que ir a clase.
Mientras tiro la basura, una voz femenina familiar exclama: —¿Y a quién
tenemos aquí?
Me giro y encuentro a Miranda del brazo con Zoe.
—Son amigas. —Claro que son amigas. Zoe me hizo la vida imposible
profesionalmente, y Miranda casi arruina mi vida amorosa. Es de suponer que

260
el universo las ha unido.
Las pestañas falsas de Miranda se agitan al tiempo que finge una sonrisa.
—Fuimos compañeras de cuarto en el primer año.
Supongo que por eso Zoe me odia, aunque yo tampoco le he hecho nada
a Miranda, salvo que me dejaran, lo que le dio la oportunidad que quería con
Rider.
¿Qué vio en la chica más allá de la apariencia?
Es hermosa, tonta. ¿Necesitaba una razón más allá de su belleza digna de una
pasarela?
—Genial. Bueno, tengo que irme. —Con una expresión inexpresiva, me
pongo el bolso al hombro, esperando salir de aquí lo antes posible, pero cuando
empiezo a pasar junto a ellas, Zoe extiende su brazo delante de mí. En su mano,
su teléfono está cargado con un vídeo.
—Adelante. —Su sonrisa felina es una advertencia—. Pulsa reproducir.
No me va a gustar lo que voy a ver, eso es seguro. Aléjate, Gabriela. No
cedas a esto que está jugando.
—Tengo que ir a clase.
Levanta su otra mano. —Solo quiero que sepas en qué te estás metiendo
y por qué no debes encariñarte con Rider.
Miranda, con la máxima expresión de inocencia, se encoge de hombros.
—Es cierto, Gabby. Rider y yo tenemos algo especial, y no quiero que salgas
herida.
Claro, solo te preocupas por mí.
—Lo siento, necesito...
Ignorándome, Zoe pulsa reproducir.
La grabación es inestable y en pocos segundos reconozco el jardín
delantero de Rider. Es una fiesta. Todo el mundo está en traje de baño.
Alguien pasa cargando muebles. Está tan fuera de lugar que es casi
gracioso. Y me doy cuenta de que es Rider.
Es la fiesta que hicieron a finales de agosto. Cuando entrevisté a Sienna.
Está sin camisa y brillando bajo el sol brillante como un dios. Sonriendo y
demasiado guapo para las palabras.
Por un breve momento, pienso: Él es mío. Este hombre hermoso que ha
resultado ser un padre increíble, viene a casa conmigo por la noche.
Pero entonces algo detiene esa línea de pensamiento cuando Miranda,
que lleva el bikini más pequeño conocido por el hombre, salta a sus brazos.
Aunque sé que esto ocurrió hace meses, aunque me digo a mí misma que
no debería dejar que esto me moleste, no estoy preparada para lo mucho que
261
me duele ver cómo él se ríe, le agarra el culo y se la echa despreocupadamente
por encima del hombro.
O ver cómo la chica se desliza por su cuerpo y sella sus bocas.
Tengo el corazón en la garganta mientras se manosean mutuamente. Las
manos de él están en el pelo de ella y en su trasero.
Parece que están a dos segundos de follar en su jardín.
Los espectadores los aclaman.
La bilis me sube por la garganta y Zoe por fin lo apaga. Su voz
enfermizamente dulce ronronea: —Ya que has estado ocupada haciendo de ama
de casa Suzy, he pensado que podrías necesitar un recordatorio de cómo es
Rider. —Baja la voz en tanto agita el teléfono en mi cara—. Pregúntale a Mira:
ella y Rider follaron toda la noche después de esta fiesta.
Mis ojos se dirigen a Miranda, cuya expresión de lástima me hace querer
darle un puñetazo en la garganta.
Zoe engancha su brazo en el de su amiga. —Ella y Rider han tenido algo
de forma intermitente durante años. ¿En la cama de quién crees que estaba justo
después de que te dejara en primer año? En la de Miranda. Escucha, se va a
cansar de ti como lo hizo entonces, así que no te acomodes demasiado en su
territorio. Ella y Rider solo se están tomando un pequeño respiro. Es lo que
hacen. Pregúntale.
Y luego las dos se alejan como si no acabaran de atropellar mi corazón.

262
Traducido por Julie
Corregido por Pame .R.

Coloco mi culo en un asiento de primera fila en tanto espero para hablar


con el profesor. Tras echar un rápido vistazo al reloj, saco mi teléfono para
enviarle un mensaje a Gabby diciéndole que no podré quedar con ella para
comer, pero cuando lo enciendo, una docena de mensajes llenan la pantalla tan

263
rápido que sé que algo va mal.
Lo primero que pienso es en Poppy, y se me hace un nudo en el
estómago a medida que recorro los mensajes, pero nadie la menciona. Sin
embargo, el tono sombrío de cada uno de los mensajes no me hace sentir mejor.
Lleva tu culo a la oficina del entrenador. Está molesto. —Tank
Hermano, está pasando algo. Ve al entrenamiento. —Olly
911, hijo de puta. —Noxious
Amigo. ¿Dónde estás? —B-Rod
Sé que es malo cuando Ben me envía mensajes. Ha estado en silencio
desde que Gabby y yo nos juntamos. Es educado, pero mantiene las cosas lo
más breve posible. Después de nuestro último partido este fin de semana, me
esforzaré más por profundizar en ello, pero como también podría querer darme
una patada en el culo, he decidido que una distancia respetuosa por ahora
funciona para el equipo. No tiene sentido desenterrar el drama.
Pero a juzgar por los mensajes que inundan mi teléfono, el drama me ha
encontrado de todos modos.
Me encontraba en clase. Me dirijo allí ahora. ¿Qué sucede?
Tendré que buscar a mi profesor mañana. Diez minutos después, llego al
polideportivo y cojo mi teléfono, aún más preocupado porque ninguno de mis
compañeros ha respondido a mi mensaje.
Cuando llego a la sala de pesas, veo por qué. Knox y Olly están en el
despacho del entrenador, y mis otros compañeros están parados fuera como si
estuvieran esperando a ver al director.
Winston hace una pausa en medio del levantamiento de pesas para
espetar: —Estás metido en pura mierda. ¿No eras tú el tonto que me decía que
tenía que respetar a las mujeres? El muerto se ríe del ahogado.
—Es “El muerto se ríe del degollado”, idiota —grita Trevor desde el
pasillo—. Y no sabes de qué diablos estás hablando.
No tengo la oportunidad de preguntar qué demonios sucede porque el
entrenador saca la cabeza del despacho y grita: —Kingston. Ven aquí. ¡Ahora!
Oh, que me jodan.
En cuatro años, el entrenador nunca me había hablado así.
Cuando llego al pasillo, Tank apenas separa los labios y susurra: —El
entrenador se llevó nuestros teléfonos.
Dicen que cuando estás a punto de morir, tu vida pasa ante tus ojos. A
juzgar por la expresión de la cara del entrenador, podría estar preparándose
para estrangularnos.

264
Un millón de cosas pasan por mi mente en tanto entro en su oficina.
Esto no puede ser por el jardín de marihuana de Knox. Lo vi cultivar esa
mierda el verano pasado.
Olly dejó de escribir ensayos para los jugadores el año pasado. Le hice jurar que
no volvería a empezar.
Les dije a los chicos que dejaran de hacer toboganes de cerveza en el patio hace
meses.
Esto podría ser por las fiestas. Pero con una o dos excepciones, mis
compañeros de piso han mantenido su consumo máximo de dos cervezas.
Me estremezco. He cambiado entradas por el servicio de niñera. Cada jugador
tiene cuatro entradas por partido en casa. ¿He violado las condiciones de mi
beca deportiva al hacer eso? O, carajo, ¿ahora soy inelegible porque violé las
reglas de la liga?
Queda un maldito partido de la temporada regular. ¿Qué carajo he
hecho? ¿Cómo la he fastidiado tan cerca de los playoffs?
—Cierra la puerta. —La voz de Sully es helada.
Después de cerrarla, me siento junto a Olly y Knox, que parecen estar a
punto de cagarse en los pantalones. Conozco la sensación.
El entrenador dice: —¿Qué dije al principio de la temporada? ¿Alguien se
acuerda?
Olly se aclara la garganta. —Dijo...
—Era una pregunta retórica. No necesito que abran sus bocazas.
—Sí, señor. Lo siento, señor.
Tras una larga pausa, el entrenador suspira. —Les pedí que no se
metieran en problemas. Que sean hombres de honor. Que tal vez no me den un
ataque antes de retirarme.
Mi corazón late tan fuerte que puedo oírlo en mis oídos. Lo siento en la
garganta.
Sacude la cabeza. —Imaginen mi sorpresa esta mañana cuando recibí
una llamada de ese elegante canal de deportes preguntando si había algo de
cierto en esto.
Un dedo curtido empuja un papel sobre su escritorio.
Es un artículo de un sitio de chismes deportivos, Charlas de Vestuario.

El mejor equipo de fútbol se ve envuelto en un escándalo de paternidad.


265
Poppy. Aprieto la mano, deseando poder estrangular al cabrón que ha
sacado esto. Hojeo el artículo, esperando no vomitar esa barra energética que
comí durante la clase.

La semana pasada nos enteramos de que los Broncos de Lone Star engendraron
un bebé Bronc. El mariscal de campo estrella admitió recientemente que es el orgulloso
padre de una niña de seis meses, pero lo que no nos dijo es que cuando la dejaron
literalmente en su puerta, ninguno de los atletas de la casa sabía quién era el padre y
todos tuvieron que hacerse pruebas de paternidad. Teniendo en cuenta lo mucho que se
divierten en el corazón de Texas, no es de extrañar que no puedan llevar la cuenta de
sus conquistas en la “Estación Semental”.

A. La. Mierda. Mi. Vida.


La entrada del blog va acompañada de fotos. La mayoría de ellas son de
multitudes bailando, pero hay una de mí sosteniendo a Gabby sobre mi hombro
la única vez que realmente vino a una fiesta. Gracias a Dios no se nombra a
nadie.
—Entrenador, puedo explicarlo.
Golpea su escritorio. —Más te vale que lo hagas. Mi teléfono ha estado
explotando durante la última hora. Tus compañeros me dieron sus versiones.
Me gustaría escuchar la tuya.
Dios. Por favor, que nuestras historias coincidan.
Le expongo todos los detalles, desde el momento en que Olly me
despertó aquella noche, hasta que las chicas nos organizaron para el cuidado de
la bebé y que Gabby nos hizo a todos las pruebas de paternidad.
—Como ve, Sully, acudí a usted casi tan pronto como supe que era el
padre. Ese día cuando le pedí consejo. —Maldición, estoy sudando. Me limpio
la frente—. Sí, dejé de lado los problemas de paternidad que teníamos, pero me
daba vergüenza. A todos nos daba vergüenza. Y decidimos que si Poppy era, de
hecho, de uno de nosotros, no queríamos involucrar a los servicios infantiles.
Tengo una amiga que fue niña de acogida, y no queríamos que Poppy pasara
por algo traumático como ella. Por eso manejamos las cosas como lo hicimos. —
Miro fijamente el trozo de papel. Me sorprende que no estalle en llamas por la
fuerza de mi indignación—. Y, por supuesto, no queríamos avergonzarlo antes
de que se retirara.
Se frota la sien. —¿Y qué sabes de la madre de tu bebé? Tú... sí sabes...
quién es la madre, ¿verdad?
Podría besar a esa pequeña petarda, Adele, por haber venido ayer,
aunque quisiera patearme el culo.
266
—Sí. Sé quién es. —Por fin. Toso. De ninguna manera quiero admitir este
último detalle, pero tengo la sensación de que si no lo hago y el entrenador se
entera de otra manera, será peor—. Seré sincero… al principio no sabía quién
era. —Me apresuro a explicar la fiesta de verano y sus brownies especiales.
Con la mirada baja, reflexiona durante un buen rato. —Te metieron en
un lío ahí. —Se frota el punto arrugado entre las cejas.
Eh. Nunca lo había pensado así. —No creo que haya sido malicioso. —Al
menos, espero que no lo fuera—. Definitivamente fue una mala decisión de mi
parte.
Diría que fue la peor decisión de mi vida, pero ese pensamiento me hace
reflexionar. Porque, ¿cómo puedo arrepentirme de Poppy? Apenas mantengo la
cabeza clavada sobre mis hombros con lo loco que ha sido todo desde que ella
llegó a mi vida, pero amo a mi pequeña gremlin. Así que, aunque no estoy
orgulloso de cómo fue ese fin de semana, nunca diré que me arrepiento de ella.
—¿Dónde está ahora, la mamá?
—Se fue a California a cosechar marihuana. Decidió dejar a nuestra hija
primero. —Es muy raro decir “nuestra” hija, pero a veces es fácil olvidar que
solo soy la mitad de la ecuación.
Sus cejas se levantan. —Creo que nunca he oído eso antes.
—Yo tampoco, señor. Pero puede confirmarlo con su abuela.
Suelta un suspiro y agita un dedo entre mis dos compañeros. —Frick y
Frack. Esperen en el pasillo. Díganles a los demás que pueden agarrar sus
teléfonos.
Cuando estamos solos Sully y yo, lanza un suspiro de cansancio. —Estás
siendo un dolor de cabeza ahora mismo. Tienes suerte de ser un buen mariscal
de campo.
Quiero sonreír, pero no está de humor para bromear. —Gracias, señor.
Siento las molestias. —Me froto toda la cara con la palma de la mano—. Sé que
puede no parecerlo, pero realmente estaba intentando mantenerme alejado de
los problemas esta temporada, y me he dejado la piel intentando cuidar de mi
hija y estar al día con mis clases.
—Eso está bien, hijo. —Apoyando las manos en su escritorio, sacude la
cabeza—. Ojalá me hubieras contado toda la historia la primera vez que viniste
a verme para poder prepararme en caso de que saliera a la luz, pero entiendo
por qué no lo hiciste y quiero que sepas que te creo.
Eso hace que se me apriete la garganta. Nadie en mi ciudad natal me
creyó nunca ni creyó en mí. Este hombre siempre lo ha hecho, desde el
principio. Cuanto más viejo me hago, más me doy cuenta de que la confianza lo 267
es todo en este mundo.
Revuelve una pila de mensajes. —Ahora, me gustaría poder decir que
estás fuera de peligro, pero aún tengo que hablar con el decano, que también ha
sido inundado por las solicitudes de los medios de comunicación.
El miedo me recorre las venas. —¿Estoy en problemas con la escuela?
¿Por, por ejemplo, violaciones de conducta o con mi elegibilidad?
—No puedo decirlo todavía. Es posible. Sabré más el jueves, cuando se
reúna la junta de conducta. —Mi estómago amenaza con salírseme. Y entonces
me clava una estaca en el corazón—. Tentativamente comenzaremos con
Meyers el sábado.
Meyers. Mi suplente que apenas ha jugado esta temporada. Contra Texas,
nuestros mayores rivales que están invictos.
—¿Habla en serio? —¿Qué carajo?
—Lo siento, pero si no se te permite jugar, necesito un plan de respaldo.
Veremos cómo se desarrollan las cosas en los medios esta semana. Veremos si
podemos hacer que esto circule de la manera correcta. Quiero que te reúnas con
nuestro experto en relaciones públicas. Mientras tanto, espero lo mejor y planeo
lo peor. —Sus labios se tensan, sus ojos están llenos de pesar—. Creo que
deberías hacer lo mismo.
Asiento y estoy de acuerdo, pero la verdad es que me preocupa que mi
carrera se haya hundido por una noche y una estúpida decisión de comer los
brownies de una chica.
¿Cómo se supone que voy a mantener a mi hija siendo un jugador de
fútbol fracasado con notas mediocres?
Sigue hablando, pero lo único que oigo es que el sueño de mi vida podría
haber terminado.

268
Traducido por Anna Karol
Corregido por Pame .R.

—¡Esto es una mierda! —ruge Tank desde su lado del sofá. Bree le
palmea la espalda y me mira con preocupación.
Rider se pasea de un lado a otro del salón y de vuelta al mismo tiempo
que todos se quejan.
Aunque la conversación que mantuve con Miranda y Zoe esta tarde me
corroe, hago lo posible por centrarme en la crisis actual.
269
Los chicos han convocado una reunión después del entrenamiento. El
entrenamiento al que Rider no pudo asistir. Pero llegó a casa y fue a la sala de
pesas, que también tiene una cinta de correr, y se ejercitó en caso de que se le
permita jugar este fin de semana.
Según la conversación privada que mantuvo con Sully, hay toda una
serie de posibles consecuencias, varias de las cuales se traducen en la expulsión
del equipo. Está comprensiblemente devastado.
Poppy está arriba, en la cama, y yo tengo el monitor en mi regazo en
tanto todos se lamentan por la aplastante noticia.
—Meyers tiene miedo de su sombra. Nunca logrará sacar adelante esto si
no puedes jugar de titular —gime Knox.
Rider lo señala. —No digas esa mierda esta semana. Si no puedo jugar, él
es nuestra mejor opción. Será mejor que lo prepares. Ese chico tiene buenos
instintos. Solo necesita confianza, que la gente crea en él.
—Él no es tú.
—Pero podría serlo. Mira, no caí en esta posición el primer año con las
habilidades que tengo ahora. Sully pudo haberme pateado el trasero día tras
día, pero me llenó de pensamientos positivos. Me hizo pensar que podía
hacerlo.
Tank se inclina hacia delante para agarrar su lata de refresco. —El
entrenador es el susurrador de la línea ofensiva, hombre. Es cierto. Sabes que le
encanta la ofensiva. Somos sus chicos.
—Sin importar lo que sientas por Meyers, tienes que dejar la negatividad
a un lado. Dale lo que me das a mí, y puede que te sorprenda.
La habitación se queda en silencio. Hasta que mi hermano, de todas las
personas, habla.
—Se siente desleal contigo. —Se mueve incómodo—. Tú y yo hemos
tenido nuestras diferencias —Me lanza una rápida mirada desde el otro lado de
la habitación—, pero eres genial en el campo. Lo haces divertido. No sé, tal vez
canalizas todo lo que te dice el entrenador y nos lo transmites, pero nuestro
tiempo aquí no sería el mismo con un hombre diferente al frente. Eres el
corazón de nuestro equipo. Solo quiero que sepas que te apoyo. Todos te
apoyamos.
Rider esboza una sonrisa, la primera que he visto en toda la noche, y
Tank moquea y levanta el puño. —Eso es hermoso, hombre. Lo siento. —Se

270
golpea el pecho—. Lo siento aquí mismo, hermano. Aquí mismo.
Después de aclararse la garganta, Rider asiente. —Aprecio eso. Más de lo
que imaginan. No creo que tenga que decir esto, pero tienen mi permiso o lo
que sea para apoyar a Meyers. No están siendo desleales. Sé que me respaldan,
y nunca lo olvidaré.
Cuando la reunión termina, Rider se hunde en el sillón reclinable.
—Estoy tan cansado que me duelen los ojos.
Cuando me enseñó ese blog, casi me da un infarto al ver esa foto mía
subida a su hombro, agitando un vaso rojo como una tonta. Afortunadamente,
no me nombraron, y está un poco borrosa. Casi me siento culpable, como si me
librara de esto con un pase mientras Rider está en tantos problemas. Me ha
asegurado que puede manejarlo, pero me doy cuenta de que el estrés le está
afectando.
Sin embargo, hay una cosa que no deja de molestarme. ¿Cómo es posible
que un blog con sede en Los Ángeles haya obtenido información sucia sobre un
jugador de Charming, Texas? ¿Sobre todo el tipo de información confidencial
que estaba protegida por acuerdos de confidencialidad? Y de todas las fotos que
hay en Internet de Rider (en los partidos, en las fiestas, en la ciudad), ¿cómo
consiguió Charlas de Vestuario una imagen que no se publicó en ninguno de los
sitios populares de aficionados de los Broncos? Porque lo primero que hice fue
hacer una búsqueda inversa de esa foto, y no apareció en ningún sitio local
hasta después de esa entrada del blog.
Bree tomó fotos, pero me las mostró, y son desde un ángulo diferente.
No es que ella haya caído tan bajo como para filtrar algo para hacernos quedar
mal. Pienso en esa fiesta, tratando de recordar quién más estaba allí además de
los jugadores, pero por desgracia, toda mi atención estaba en Rider esa noche.
En tanto los chicos se compadecen, me planteo si debería contarle lo que
ha pasado con Miranda y Zoe esta tarde, pero Rider parece demasiado molesto
para abordar el tema. La idea de que no juegue el partido más importante de la
temporada, de que lo echen del equipo cuando está tan cerca de lograr el sueño
de su vida, es devastadora y supera el berrinche que quiero hacer por su ex.
Me acerco a él y le froto la rodilla. —¿Qué puedo hacer? ¿Quieres que te
traiga algo de cenar?
—No. Pero gracias. Voy a engullir una bebida energética y a ponerme a
estudiar. Podría aprovechar el tiempo extra que tengo esta semana para intentar
aprobar mis clases.
Frunzo el ceño. —¿Estás teniendo problemas con algo? Pensé que habías
dicho que entregabas todo a tiempo. —Tiene que mantener sus notas por

271
encima de C para mantener su elegibilidad.
—¿Cuándo no estoy batallando, Gabby? ¿Cuándo ha sido fácil sacar
buenas notas? Nunca, eso es. Incluso cuando mi mierda está a tiempo, nunca es
lo suficientemente buena. No soy inteligente como tú. —El filo de su voz me
pilla desprevenida.
—Yo… no trato de hacerte pasar un mal rato —le digo suavemente. Sé
que es sensible a lo difícil que le resulta la escuela a veces—. Y no seas ridículo,
claro que eres inteligente. Solo digo que puedo ayudarte si quieres. ¿Necesitas
que te corrija algo? Puedo revisar tus tareas y explicarte…
—Es justo eso. No siempre puedes entrar de golpe y hacer mis cosas por
mí.
Me quedo paralizada, con una mezcla de rabia y dolor chocando en mi
pecho. Me escuecen los ojos y parpadeo rápidamente. —No soy el enemigo,
Rider. Estoy de tu lado.
Gimiendo, se pasa las manos por el cabello. —Lo siento. Me estoy
volviendo loco. No quiero desquitarme contigo. Te has portado muy bien. —Me
da una sonrisa débil, una que no me creo.
Esto es lo que hace cuando se estresa. Estoy empezando a ver el patrón.
Cómo se aleja.
Después de una pelea con su marido, una vez escuché a mi madre
adoptiva hablando con su amiga sobre un libro que tenía llamado Los hombres
son de Marte, las mujeres son de Venus. Según este libro, cuando los hombres se
estresan o se preocupan o se asustan, se retiran a una cueva. Las mujeres
prefieren hablar y resolver las cosas, pero los hombres se aíslan.
Como tenía diez años, no tenía ni idea de lo que significaba “retirarse a
una cueva”, pero ahora lo entiendo. Rider está en su cueva. Se está protegiendo.
Lo hizo el primer año, y un poco después de que nos reconectáramos este
otoño.
Se me hace un nudo en la garganta al pensar en lo bien que resultó la
última vez.
Coloco el monitor de bebés en la mesa de café y me cuelgo el bolso al
hombro. —Está claro que no quieres compañía, y lo entiendo. —Aunque se ha
disculpado, sigo sintiendo el pinchazo en mi orgullo. No me atrevo a acercarme
a él para abrazarlo o darle un beso de despedida. Él tampoco se acerca a mí—.
Todo irá bien. Ya lo verás.
Asiente con la cabeza, sin decir palabra.
Así que me voy.

272
Traducido por Sofía Belikov
Corregido por Pame .R.

Con la palma, suavizo mi cabello antes de tocar la puerta de la oficina del


señor Barstow. Cuando me grita que pase, entro.
—Gracias por hacerme un tiempo, señor Barstow. —Imprimí el currículo
así podía tenerlo en el archivo cuando se abriera un puesto. Me siento en una de
las sillas de cuero frente a su escritorio—. He oído que alguien va a retirarse del
departamento de inglés a finales de año, y esperaba que pudiera entrevistarme 273
esta primavera. —A su expresión incrédula, tartamudeo—: O… o este verano.
Cuando sea que lleve a cabo las entrevistas.
Sus cejas se fruncen. —¿De qué hablas? No te llamé para eso.
—Usted… Espere. ¿Qué?
Hace un gesto con el dedo hacia la puerta. —Envié a alguien para que te
buscara.
—Oh. Eh. ¿Qué necesitaba? —Esto es vergonzoso.
No pierdas la calma, Gabriela. Te llamó por otro motivo. No significa que no
puedas discutir acerca del puesto.
Mientras agarra el contenedor de dulces, niega con la cabeza. —Ya no
vamos a necesitar de tu ayuda. Necesito que recojas tus cosas, y te escoltaré a tu
auto.
Abro la boca, pero no sale más que un chillido molesto. —Disculpe,
señor. ¿Qué?
—Puedo ver que no entiendes. Déjame ser más claro. Estás despedida.
Casi me río, porque debe ser un error. Llego temprano a los turnos. Hago
lo que me dicen y nunca me quejo, incluso cuando el equipo es desagradable o
humillante. Y siempre hago un trabajo genial, porque nunca hago nada a
medias. ¿Qué podría haber hecho para molestarlo?
A menos que no le guste por Miranda.
Trago. —Sí, señor. Lo escuché, pero estoy confundida. ¿Por qué me están
despidiendo? Es mi última semana en el personal dado que me dijeron que
Archer no necesitaría trabajadores temporales durante los exámenes finales.
¿Quiere decir que mi posición ha terminado antes debido a necesidades del
personal?
—No, estás despedida. Sabes lo que significa que te despidan, ¿cierto?
Para mi vergüenza, se me llenan los ojos de lágrimas. Toso, parpadeo y
tartamudeo: —Sí, lo entiendo; sé lo que significa. Es solo que no entiendo por
qué me está despidiendo. Especialmente tan cerca del final de mi contrato.
Suspira como si hablar conmigo fuera la inconveniencia más grande de la
vida, y se inclina para recoger un archivo de su aparador. Después de dejarlo en
el escritorio, saca una pila de papeles.
—¿Recuerdas firmar tu contrato? —pregunta con sarcasmo.
Agarro los papeles con manos temblorosas. —Por supuesto.

274
—¿Y recuerdas la cláusula respecto a la bajeza moral?
—Sí, señor —susurro.
—Entonces, ¿puedes explicarme por qué hay fotos tuyas en una fiesta
con el equipo de fútbol por todo el internet? —Toma otra carpeta y la lanza
sobre el escritorio; varias hojas se escapan y caen sobre el suelo.
Cuando las recojo, es como si me quedara sin aliento.
Ayer, me sentí culpable de que hubiera podido zafarme de alguna forma
después de que los chicos se metieran en problemas.
Ahora es mi turno.
En la primera foto aparezco sobre la espalda de Rider en la fiesta. Junto a
otras que nunca he visto. Una de Rider y yo bailando pecho contra pecho, con
sus manos enormes cubriéndome el trasero. Y otra de él bajando la mirada
hasta que nos encontramos nariz a nariz.
Piensa, Gabriela. Defiéndete. No hacías nada malo. En realidad no. Puede que
esto no se vea bien, pero no es como si hubieras asesinado a alguien.
—Con todo el respeto, señor Barstow, tengo veintiuno. No es ilegal que
beba un par de cervezas en la casa de mi novio después de un partido.
—La cláusula establece que no puedes hacer nada que pueda ser
considerado inmoral, falaz, escandaloso u obsceno, o que ocasione gastos,
ensucie, dañe o arruine la buena reputación de Archer.
—¿Y cree que he arruinado la reputación de Archer? ¿Por ser vista en
una fiesta?
—Estos atletas están en medio de un escándalo horrible, especialmente
para una comunidad de nuestro tamaño y en el centro de Texas. Tu foto salió en
la televisión hace no más de diez minutos. Todos, y me refiero a todos, verán
estas imágenes por los próximos días. Es una carga tenerte en el personal.
Oh, Dios.
Me esfuerzo por pensar en algo. —Pero mi nombre no se ha relacionado
con las fotos o el escándalo. Vivo al otro lado de la calle de los chicos. Son mis
amigos, y aunque sé que las fotos no son las mejores, son buenos hombres.
Rider es un padre increíble. Corta el césped de sus vecinos de edad avanzada,
por Dios. Se está desproporcionando lo sucedido.
—Pese a ello, no es el tipo de… situación… que queremos relacionada a
nuestra prestigiosa institución. ¿Qué diré cuando un padre vea esto y te
reconozca?
—Que disfrutaba de una tarde con mi novio, y que las imágenes están
fuera de contexto. —Dios, ¿todas esas fotos se encontraban en televisión, o las 275
consiguió de Miranda?
Entrecierra los ojos. —Sigues usando esa palabra. Novio. Pero por lo que
oí en la conferencia de prensa, Rider Kingston está soltero.
Niego con la cabeza. El señor Barstow debe estar equivocado. —Hemos
estado saliendo desde Halloween.
—¿En serio? Quizás deberías decírselo.
La arrogancia y desconfianza en la voz del hombre me arrebatan el
último hilo de compostura. —¿Esto se debe a que su hija antes salía con Rider?
Porque si le preocupa su imagen, ayer me mostró un video de este verano,
donde se veía sobre él con un bikini pequeñísimo. —Uno en el que sus nalgas
tenían el rol de estrella.
Su mandíbula se tensa. —Ella no es mi empleada. Tú sí. O al menos lo
eras. —Se dirige hacia la puerta, y cuando la abre, entierra el último clavo del
ataúd—. Y no desperdicies mi tiempo postulando al trabajo de otoño.
Las palabras son tácitas, pero las siento con tanta fuerza como si me las
hubiera gritado en el rostro: nunca volverá a tenerme en cuenta para otro
puesto.
Traducido por Auris
Corregido por Pame .R.

Todo se mueve lentamente a medida que salgo del edificio. Niños hablan
y ríen, y siento como si estuviera bajo el agua y me empujaran más hondo.
Quiero enfurecer, gritar y llorar, pero nada que haga ahora hará una diferencia.
Justo como cuando Zoe hizo que me despidieran de mi trabajo de tutora.
Mis fosas nasales se ensanchan. ¿Esa perra también tuvo algo que ver con
esto? ¿O es que Miranda estaba trabajando detrás de escena en ese entonces y
276
yo no tenía ni idea? ¿Pero por qué le importaba yo en mayo? Ni siquiera sabía
quién era yo.
Pero si tuviera que adivinar como el señor Barstow consiguió tantas fotos
de mí actuando como idiota en una fiesta de fútbol, imágenes que ni siquiera
están disponibles en ningún lugar en línea, apostaría todo lo que tengo en mi
cuenta bancaria que Miranda tuvo que ver con ello.
Cuando llego a mi auto, me giro y miro el amplio campus estilo catedral
una vez más a medida que una sensación de impotencia me envuelve.
Después de la muerte de mi madre y que tuviera que ir a las casas de
acogidas, le seguía diciendo a todo el mundo que tenía familia. Sabía que tenía
parientes en algún lugar que podrían acogerme. Pero nadie me escuchó. A
nadie le importaba. Una madre de acogida acabó compadeciéndose de mí y me
explicó que, aunque sí había más familia, solo querían adoptar a Ben.
Así que, aunque terminé con mi tía, supe que no debía creer que era
permanente.
Es por eso que siempre me he cerrado. Es por eso que es difícil abrirme a
mis compañeras de casa y novios. Hasta que Rider y Sienna entraron a mi vida,
yo había sido una isla.
Me mantengo en calma hasta que llego a las afueras de Charming, donde
entro en un local de comida rápida y me estaciono bajo la sombra de un roble
gigante.
Es ahí cuando empiezan las lágrimas. Mayormente vienen de la ira y el
arrepentimiento. Arrepentimiento de haberme dejado llevar esa noche con
Rider. Ira porque ese idiota me despidió después de haber trabajado tan duro
en un puesto tan ingrato.
Pero cuando pienso en cómo me rompí el trasero todo el semestre para
ser humillada así, se me escapa un sollozo cuando me doy cuenta de que mi
sueño de trabajar para esa escuela se terminó.
Me hace extrañar a mi mamá muchísimo. Desearía poder acurrucarme en
su regazo y que me diga que todo estará bien.
Por un breve instante, considero llamar a mi hermano, pero lo desestimo.
Dolerá más si está renuente a hablar conmigo, y no puedo manejar nada más
hoy.
Mis pensamientos van a Rider.
Él entenderá. Querrá apoyarme. Después de todo lo que hemos pasado juntos
este otoño, entenderá.
Saco mi celular de mi bolso y marco, pero va directo al correo de voz.
Usualmente contesta por la tarde.
277
Cuelgo. Tal vez vendrá esta noche, podemos hablar entonces.
Cuando dejo de sollozar, me limpio la cara y, finalmente, presto atención
a mi alrededor. El sol casi se ha puesto, así que el local de hamburguesas brilla
intensamente bajo la luz menguante.
Lo cual es la razón por la que noto a la pareja en la ventana.
Mi pulso se acelera a un ritmo frenético.
Es Miranda Barstow.
Luce perfecta, como siempre. Su cabello perfectamente iluminado.
Maquillada. Vestida con un atuendo de diseñador, sin duda. Incluso desde mi
coche, me doy cuenta de lo arreglada que está.
Pero es la vista del hombre sentado con ella la que aprieta mi garganta.
Rider.
¿Es por esto que ignoró mi llamada? ¿Porque estaba con ella?
Mi cerebro lucha por darle sentido a esto a medida que la sangre palpita
en mis orejas.
Tal vez es el estrés del último par de horas, la locura del escándalo de
esta semana, o el hecho de que acabo de vaciar mis ojos por primera vez en
años, pero mi mente instantáneamente va por un hoyo negro, uno donde todos
los peores escenarios se dirigen hacia mí.
¿Ha estado… ha estado viéndola a mis espaldas? ¿Es por eso que ayer
ella me dio ese golpe bajo?
Inmediatamente, me reprendo por ser tan pesimista, por no confiar en
Rider, hasta este momento, no ha sido nada más que confiable.
Pero mi corazón late fuerte mientras me doy cuenta de que no puedo
reconciliar lo que estoy viendo con lo que sé de este hombre.
Su conversación se ve seria. Hasta que ella estira la mano a través de la
mesa y agarra la suya.
Espero a que él la aparte, pero no lo hace.
En lugar de eso, sonríe.
Estupefacta, los veo hablar por varios minutos más. Todo mientras se
sostienen las manos. Cuando caminan al coche de Miranda, ésta desliza su
brazo a través del de Rider. Una vez más, él no objeta.

278
Son tan amistosos, incluso él conduce el coche de ella.
Como haría un novio.
Eso hace que me pregunte si todo lo que sé sobre Rider es mentira.
Traducido por Julie
Corregido por AnnyR’

Furiosa, espero a que suene mi teléfono.


Cuanto más tiempo pasa en silencio, más tonta me siento. Es una
reacción inversa, una ecuación de álgebra que no puedo resolver.
O tal vez no quiero la respuesta.
Por fin he visto la rueda de prensa que mencionó Barstow, aquella en la 279
que Rider Kingston dijo a la prensa que está soltero y “centrado únicamente en
jugar al fútbol y cuidar de su hija”.
No me habría molestado ayer. Vale, me habría molestado un poco, pero
una parte de mí entiende por qué lo diría. Solo hemos estado saliendo un mes
más o menos. Puedo entender que no haga ningún anuncio todavía.
Pero después de verlo con Miranda, me molesta más de lo que quiero
admitir.
—Si sigues paseándote, vas a hacer un agujero en el suelo. —Sienna se
mete una uva en la boca. Le conté todo cuando llegué a casa. Lo que pasó con
Miranda y Zoe ayer en la unión de estudiantes, mi encuentro con el padre de
Miranda hoy, y lo que vi desde el estacionamiento de esa hamburguesería—.
¿Lo llamaste?
—Sí.
—¿Y le dejaste un mensaje?
Pongo los ojos en blanco. —No, pero sabe que he llamado.
—¿Pero no le dejaste un mensaje de voz o de texto?
—No estoy de acuerdo con lo racional que suenas. Por favor, vete. —
Agarro mi teléfono y golpeo la pantalla. Cuando termino, le enseño el mensaje a
mi compañera de piso, ya que no se ha movido del sofá.
—Llámame. Todo en mayúsculas. Umm.
—Simple y sencillo. Y si es realmente inteligente, entenderá el subtexto:
que estoy planeando asesinarlo mientras duerme si se ha estado follando a
Miranda todo este tiempo.
Hace una pausa con una uva a medio camino de su boca. —Ahora das un
poco de miedo.
—Hoy me han despedido. Tengo todo el derecho a ser una perra y a
enfurecerme.
Con una mano, levanta una cerveza. —Que sí, amiga. No niego que
hayas tenido un día de mierda. Pero tal vez quieras guardar los cuchillos
afilados hasta que hables con Rider primero y veas lo que dice. Podría haber
una explicación perfectamente buena para lo que viste.
—Ahí vas, siendo lógica de nuevo. ¿Por qué me haces esto? —Estoy
bromeando, pero no es así.
Todas las razones por las que estoy enfadada con Rider chocan con lo
que ha pasado hoy con el padre de Miranda, y casi me marea la ira.
280
Pongo una mano firme en la pared y cierro los ojos hasta que el giro se
detiene.
—¿Estás bien? —Su voz me llega a través del vacío.
—Sí. Solo… estoy bien. —Abro los ojos y me limpio la frente húmeda con
la palma de la mano.
—Siempre puedes ir allí.
Tiene razón. Debería hacerme cargo. Quiero decir, ¿por qué espero a que
este hombre me llame? Vive a diez metros. ¿Por qué debo torturarme como una
princesa indefensa de Disney esperando que un idiota trepe por su ventana y la
rescate?
Voy a conseguir las respuestas que necesito.
Y si Rider me ha estado engañando, puede irse a la mierda.
—Eres brillante. —Después de ponerme los zapatos, abro la puerta de un
tirón. Estoy a medio camino de la calle cuando veo el brillante coche de
Miranda aparcado al lado.
Oh, Dios. Está aquí.
Su brillante Lexus no estaba allí cuando llegué a casa hace un rato.
Mis ojos se mueven con desenfreno, como si trataran de superar a mi
corazón.
La puerta principal de la casa de fútbol se abre y me detengo en el césped
y veo a Miranda detenerse en la entrada. Me ve y me dedica una sonrisa
mordaz antes de girarse para hablar con Rider, que ahora está casi al lado de
ella.
Él no me ve.
Están tan cerca que sus cuerpos casi se tocan. Y cuando ella le echa los
brazos al cuello, se me pone el corazón en la garganta al ver cómo él la
envuelve. Su cabeza se inclina hacia abajo y debe decir algo en su oído porque
ella suelta una risita y desliza la mano en su pelo.
Me cruzo de brazos y espero a que se separen.
Estoy tan indignada que me sorprende que la cabeza no me vuele del
cuerpo.
Cuando él me ve, se pone rígido. Esa es una respuesta culpable si alguna
vez vi una.
Miranda me sonríe. —Hola, Gabby.

281
—Vete a la mierda —digo. Su boca se abre en un jadeo—. No te quedes
ahí fingiendo que no sabías que estaba aquí todo el tiempo que le metiste mano
en la puerta.
—Gabby. —Rider tose—. No es así.
—¿De verdad? Entonces ilumíname.
Miranda se burla, su voz un arrullo suave como un bebé, mientras le
pone la mano en su pecho. —No le debes una explicación, Rider.
—Miranda —gruño—. Si valoras tu cara, la quitarás de mi vista antes de
que te arranque ambos ojitos saltones. ¿Me entiendes?
Mira a Rider, que permanece estoico y silencioso. —Te llamaré más tarde
por lo que hemos hablado. —Y entonces trota su molesto trasero hacia su
vehículo de lujo y se aleja.
—¿Era realmente necesario? —pregunta Rider en voz baja.
—Dímelo tú. ¿Por qué sales con ella? ¿No ves que te está manipulando?
Sus cejas se fruncen. —¿Por qué crees que me está manipulando?
¿De verdad no puede verlo? ¿Cómo es que es toda risas y coqueteos?
¿Me miente descaradamente o me engaña voluntariamente?
Una oleada de vértigo me golpea. Respiro hondo, de alguna manera soy
capaz de retraerlo, pero mi hilo de pensamiento está destrozado.
Me cuesta encontrar las palabras. Lucho por recomponerlas.
Tengo que decirle que me han despedido, que creo que Miranda y
posiblemente Zoe han hecho que me despidan, pero eso no sale de mi boca.
—¿No crees que es raro que de repente haya fotos tuyas por todas
partes? De mí también. ¿Poniéndonos a los dos bajo la peor luz posible? —
Barstow tenía muchas de esa fiesta, fotos que no he visto en ningún otro sitio,
pero estoy nerviosa y con la lengua trabada y aturdida. No sé cómo encajan
todas estas piezas, pero sigo divagando—. ¿Todo encaja perfectamente con este
asunto de la paternidad del que nadie ha cotilleado hasta ahora?
Mientras digo esas palabras, mi nebulosa teoría de que Miranda está de
alguna manera detrás de algo, sino de todo, de lo que ha pasado esta semana, se
hace más fuerte.
Rider se burla. —¿Qué dices? ¿Que Miranda intentaría deliberadamente
arruinar mi carrera? Eso no tiene ningún sentido. Ama al equipo, siempre nos
ha apoyado. Y no ha sido más que amable desde que nos separamos.
Apuesto a que sí.
Su mandíbula se tensa. —Si alguien está detrás del escándalo de la
paternidad, es probable que sea ese idiota de Jason.
Me lleva un segundo procesar eso. —¿Por qué Jason tendría algo que ver
con esto? —Esa sensación de vértigo me envuelve de nuevo, y mis rodillas casi
282
se doblan, pero logro recuperar el equilibrio.
Me mira fijamente. —¿Por qué lo defiendes?
La indignación me llena de energía y me pongo de pie. —No lo defiendo.
Simplemente no entiendo qué gana con desprestigiarte.
—¿Es una broma? Está enojado porque le prohibí la entrada a nuestras
fiestas de fútbol.
Por Dios. Me froto la sien palpitante. —Rider, sé que crees que todo el
mundo se muere por asistir a tus putas fiestas, pero no es así, ¿vale?
Sus fosas nasales se agitan, y sé que he tocado un nervio. No era mi
intención maldecir, lanzar semejante crítica, pero las emociones que me azotan
por dentro son volcánicas.
—¿Por qué la defiendes? —Respiro con dolor—. ¿Te estás… acostando
con ella?
Se queda quieto, con la mandíbula tensa. —¿Por qué piensas eso?
No es una respuesta. Ni una negación.
Las razones se precipitan sobre mí, el dolor burbujea en mi pecho.
—Durante tu rueda de prensa, dijiste que estabas soltero. Me acerco y los
dos están abrazados en la puerta, y Miranda te pasa los dedos por el pelo y te
ríe al oído. Cuando te llamé antes, no contestaste. Porque estabas ocupado
cenando con ella.
Me quedo sin aliento, y el dolor se agudiza mientras cuento todas las
formas en las que la ha elegido en lugar de a mí esta semana. Tal vez más
tiempo. Tal vez Zoe tenía razón y él cortó los lazos conmigo el primer año para poder
estar con Miranda.
Cuanto más lo pienso, más atormentada me siento.
Ayer se enfadó conmigo cuando me ofrecí a ayudarle con los deberes.
Estaba nervioso y no quería salir. Pero hoy ha tenido tiempo suficiente para
salir con Miranda y comer algo.
Los surcos de su frente se hacen más profundos. —¿Cómo sabías que
cené con ella?
Al menos no lo niega.
—Porque te vi desde el aparcamiento.
Entrecerrando los ojos, se cruza de brazos. —¿Me estabas siguiendo?

283
—Sí, Rider —digo con sarcasmo—. No tengo nada mejor que hacer con
mi tiempo que seguirte por la ciudad.
—Porque parece que me estabas siguiendo.
—Pues parece que me estás engañando. —Agito los brazos mientras subo
la voz—. Por cierto, debe ser agradable subirse a un coche tan caro como el
suyo y conducirlo por la ciudad. ¿Conduces todos los coches de tus ex? ¿Es mi
coche el único que aún no has conducido? —Pierdo el control con cada palabra
que sale de mi boca. Estoy sin aliento, mareada y sudando. Quiero llorar y
rabiar porque parece que vuelve a elegir a Miranda antes que a mí.
Cuando no responde, grito: —¡Di algo!
Me siento como si estuviera de pie sobre un sumidero y viera cómo el
suelo que me rodea se erosiona en la oscuridad.
Sus ojos brillan de ira. —Si eso es lo que realmente piensas de mí.
Se me hace un nudo en la garganta y asiento lentamente. —Así que eso
es todo, entonces. ¿No vas a dar explicaciones? —Lo que quiero decir es: ¿No te
importa lo suficiente como para explicarte? Te vas a ir como siempre.
Habla entre dientes apretados. —Ya lo tienes todo resuelto, ¿no? Tienes
todas las respuestas. ¿Acaso importa lo que yo diga a estas alturas?
Las lágrimas calientes ruedan por mi cara. —Me decepcionas, Rider.
Se ríe. Es un sonido feo y oscuro que retuerce algo dentro de mí. —¿No
lo sabes ya? Decepciono a todo el mundo.
Entonces entra en su casa y da un portazo.

284
Traducido por Gesi
Corregido por AnnyR’

En el momento en que la puerta se cierra, sé que he cometido un error.


Uno grande. Pero estoy demasiado enojado como para hacer algo al respecto.
Siento que he estado recibiendo un puñetazo tras otro toda la semana.
Desde la señora Hildebrand el domingo, que Sully me desligara del equipo, que
mis compañeros se enojaron conmigo, e incluso los profesores que me pararon
para decirme lo decepcionados que están conmigo, ha sido todo un gran dolor 285
de cabeza.
Es como si estuviera nuevamente en mi ciudad natal, donde todos me
miran con sospecha.
Como si nunca hubiera escapado.
Como si los últimos cuatro años nunca hubieran existido y nuevamente
fuera el inútil hijo del perdedor de Hank Kingston.
Lo último que esperaba era que Gabby estuviera en mi jardín delantero
acusándome de algo tan ridículo.
Nunca regresaré con Miranda. Se lo he dicho. Y desde luego que nunca
traicionaría a Gabby.
Pero ayer Miranda me llamó para brindarme su apoyo. Dijo que su padre
quiere ofrecer a su abogado si necesito representación legal, que su familia
estaría feliz de pagar. Aparentemente sus padres son grandes admiradores, y su
papá quiere que esta temporada el equipo llegue hasta la final. Tiene miedo de
que Meyers no pueda lograrlo.
Lo que tiene sentido, porque tampoco estoy seguro de que el chico esté
listo para hacer el trabajo contra un equipo como UT. Tal vez contra otra
universidad, pero no contra el segundo equipo del país. Demonios, puede que
incluso UT me patee el culo a mí, y he tenido cuatro años para prepararme para
este partido.
Miranda jura que solo quiere ayudar. Y, cito, “de un amigo a otro en
tiempos de necesidad”.
No tengo dinero para pagar un abogado. Joder, apenas puedo pagar
niñeras y pañales en este momento.
Y como señaló, podría necesitar asistencia letrada. Una que tenga mi
mejor interés en mente en vez del de la universidad. Especialmente desde que
esta semana han salido a la luz tantas fotos de mí de fiesta con mujeres extrañas
a lo largo de los años. Juro que han sido editadas para que parezcan más
condenatorias, pero no hay forma de que pueda probarlo.
No estoy seguro de qué pensar sobre la acusación de Gabby de la posible
participación de Miranda en este escándalo. Me devano los sesos y pienso en
todas las veces que Miranda se presentó a mis partidos, a nuestras fiestas, pero
no me viene a la mente nada sospechoso. Incluso le parecía bien que yo hubiera
pasado página y el estado platónico de nuestra relación.
Lucho por descubrir qué pudo haber hecho que Gabby se enojara tanto,
aparte del escándalo, del cual tuvo un asiento en primera fila desde el primer

286
momento.
¿Dije que estaba soltero durante esa conferencia de prensa? Sí. Siguiendo
el consejo del experto en relaciones públicas de la universidad, que me dijo que
mantuviera simple la historia. Que solo la arrastraría al pozo si la nombraba
como mi novia. Que no quería que la negatividad y la maldad de la gente se las
agarrara con ella.
Vuelvo a repasar mis interacciones del día con Miranda. Cualquier cosa
que Gabby pudiera haber visto.
¿Miranda me agarró la mano en el restaurante? Sí. Pero fue acompañado
de un “Rider, no vayas a pensar que estoy coqueteando contigo. Solo quiero
que sepas que cuentas conmigo. Sin juicio”.
¿Me agarró del brazo mientras caminábamos hasta su auto? Sí, porque
dijo que estaba un poco mareada por su medicación para la migraña, que es la
razón por la que me pidió que condujera. Y ya que me quedé inmóvil como un
idiota en mayo cuando Gabby se desmayó, pensé que era mejor prevenir que
lamentar.
¿Me abrazó antes de irse? Sí. ¿Sentí algo al respecto? No. No la estaba
tocando. ¿Le dio la impresión equivocada? Lo dudo. Ella sabe que no vamos a
volver a salir.
¿Me tocó el cabello? Sí. Dijo que tenía una hoja.
Así que demándenme, carajo.
No me estoy acostando con ella.
¿Pero más que nada? Me sorprende lo malditamente dolido que estoy de
que Gabby me acusara de ello. Que estuviera tan lista para condenarme sin
darme el beneficio de la duda.
Después de la semana de mierda que he tenido, es demoledor.
Soy un desastre. Lo entiendo. Mensaje recibido. Fuerte y claro.

287
Traducido por Jadasa
Corregido por AnnyR’

—Oye, idiota —dice Tank—. Deja de cerrar de golpe los cajones. Las
bisagras se van a caer.
Gruño una disculpa mientras me paro en ropa interior en la cocina y
preparo la leche de fórmula de mi hija. Con un giro de muñeca, levanto el
monitor para poder seguir vigilando a la bebé.
—¿Otra mala noche? ¿Probaste esos paños fríos?
288
—Sí. Le bajó la fiebre, pero ahora está congestionada y malhumorada.
Como mi suerte es la que es, la gremlin se enfermó esta semana. Poppy
tuvo dificultades para dormir el lunes por la noche, pero asumí que sintió mi
ansiedad por la posibilidad de perder mi lugar en el equipo de fútbol. De
manera que la mecí, la abracé y caminé por mi habitación para ayudarla a
relajarse. Luego, anoche, tuvo fiebre. Por fortuna, mejoró rápidamente, pero
estoy tan cansado que veo doble.
—Me sorprende que Gabby no esté aquí. Sabes que ayudaría.
No estoy preparado para lo mucho que me duele escuchar su nombre.
Me hundo en una silla y dejo escapar un gemido irritado.
Anoche no fue mi momento de mayor orgullo. Manejé mal esa situación
con Gabby y dejé que mi orgullo se apoderara de mí. Me sentía exhausto,
estresado y enojado porque mi última semana de la temporada regular se ha
visto empañada por tonterías. En vez de hablar de mis pases completos y
touchdowns, los medios están desenterrando estupideces.
Y luego me desperté esta mañana después de esos veinte minutos de
sueño reparador, y vi que Gabby se retiró del horario de niñeras en línea. Se
reemplazó concienzudamente por otras personas, pero sigue doliendo.
—Dudo que Gabby venga por aquí pronto. Por ninguna razón. —La
primera vez tuve que humillarme para que considerara volver a ser mi amiga.
No puedo imaginar qué se necesitará para esto.
—¿Por qué eso? —pregunta Ben en voz baja cuando entra en la cocina
con Knox y Olly.
Joder. Nada esta semana va a mi favor. Bien podría decirle a su hermano
la verdad. Estoy cansado de que la gente piense que oculto cosas. —Cree que la
estoy engañando.
Él ríe. Con una carcajada profunda. —¿Por qué pensaría eso? Incluso yo
sé que estás loco por ella. Y créeme, al principio tenía mis dudas.
Estoy loco por ella. Loco por ella. Pensándola constantemente. Queriendo
estar cerca suyo. Completamente loco. Incluso después de que juré que no me
permitiría encariñarme con nadie antes de cerrar mi futuro con la NFL.
Y ella cree que la estoy engañando.
Esa ira vuelve a surgir en mí, y quiero hacer un agujero en la pared junto
al que hizo Ben hace un mes.
—Deberías preguntarle. Me gritó. Regañó a Miranda. En realidad, dijo
que le arrancaría los ojos a Miranda si no se marchaba. —La ira de mi mujer es
impresionante. Casi me cubro las bolas.
289
Ya no es tu mujer, idiota. Porque la cagaste. Magníficamente.
Ben se ríe de nuevo, el idiota. —Ese es tu primer problema. Miranda
quiere follarte. Todos lo saben.
Frunzo el ceño. —No, no es así. Juró y perjuró que estaba bien quedar
como amigos. —Tank le echa un vistazo a Ben—. ¿Qué?
Tank se burla. —¿Y le creíste? Incluso yo veo sus ojitos psicópatas a
kilómetros. Tienes suerte de que no haya ningún conejito que hervir.
—¿Por qué diablos estamos hablando de conejos?
—Ay, hijo, eres tan joven.
—Tú y yo tenemos la misma edad, imbécil.
—Pero soy un alma vieja con un vasto conocimiento de las películas de
los ochenta. —Se encoge de hombros—. Mi mamá ama a Glenn Close. ¿Has
visto Atracción fatal? Los conejos estaban hervidos, hermano. No fue bonito.
Eso me hace dudar.
¿Miranda puede ser sarcástica y de mal genio? Definitivamente. Pero los
chicos parecen pensar que está loca de remate.
Me quedo inmóvil al considerar las acusaciones que Gabby hizo sobre
ella anoche.
Casi tengo miedo de hacer la pregunta, pero confío en el juicio de Tank.
Puede que a veces sea escandaloso, pero generalmente tiene razón en lo que
tiene que ver con las personas.
Una sensación de pavor me invade cuando me doy cuenta de que
también debí haber confiado en el juicio de Gabby. Nunca me guió mal.
Necesitando reconstruir esto, digo: —Entonces, ¿crees que Miranda está
lo suficientemente desquiciada como para, digamos, filtrar el escándalo en
primer lugar?
Todos se quedan callados, hasta que Tank asiente. —Definitivamente.
—¿Pero por qué iba a hacer eso? ¿Qué puede ganar con esto?
Tank sonríe. —¿Esta semana, pasaste o no tiempo con ella después de no
haberla visto en más de un mes?
—Porque se ofreció a ayudarme a conseguir un abogado.
—¿Se ofrece convenientemente para solucionar un problema que causó
en primer lugar? Y quizás para hundirte sus garras, al mismo tiempo. —Se

290
encoge de hombros—. Puede que este escándalo se saliera de control. Tal vez
comenzó poco a poco, una forma de abrirse camino de regreso a tu vida.
Knox asiente mientras bebe un poco de jugo. —Algo te estresa y buscas
consuelo carnal.
—Consuelo carnal. ¿De verdad? —Hago una mueca. Jesús, ¿estos tipos
creen que soy un completo animal?—. ¿No tienen motivos la señora Hildebrand
o incluso ese idiota de Jason? —Dado que mis compañeros de cuarto estaban
todos aquí el domingo para ver cómo la mierda explotaba con Adele, les explico
el encontronazo que tuve con Jason la otra noche.
Debatimos esto por un tiempo, hasta que me doy cuenta de que ya no
importa. La noticia ha salido. Mi vergüenza se está mostrando en las noticias
nacionales para que todo el mundo la vea. Nada va a cambiar mi situación
hasta la reunión con el decano.
Pero me doy cuenta de que el bloque de cemento en mi pecho tiene que
ver con Gabby, no con el fútbol o el escándalo.
—Las cosas se pusieron feas con Gabby anoche —admito por fin—.
Obviamente ve lo mismo que ustedes en Miranda, y no manejé bien sus
sospechas, principalmente porque me sentí atacado. Como si fuera un idiota en
el que no confiara.
Tank hace una mueca. —Como que abandonaste un poco a Gabby por
Miranda en primer año, ¿verdad?
¿Qué carajo?
Levanta las manos antes de que pueda responder: —No te enojes. Gabby
y Bree hablan, ¿de acuerdo?
Diablos. ¿Escuchó esto de Bree?
Hace una mueca. —Yo siempre me he preguntado esto, así que no te
enojes con las chicas.
Cristo. ¿En serio?
Olly sirve un poco de café. —No te ofendas, amo a Gabby, pero ¿no
deberíamos concentrarnos en tu audiencia de mañana? ¿Ya sabes, la que se
realizará en menos de veinticuatro horas?
—No es una audiencia exactamente. El entrenador dijo que puedo
presentar mi versión de las cosas a la junta de conducta para ver si violé o no las
reglas de la escuela, lo cual determinará si puedo jugar este fin de semana.
Olly se une a nosotros en la mesa. —Un incendio a la vez, y el tema más
urgente es tu reunión. Entonces deberíamos centrarnos en el fútbol. Una vez
más, amo a Gabby. La adoro, de verdad. Y si no estuvieras saliendo con ella,
intentaría algo con esa chica. —¿De verdad? Sonríe ante mi reacción—. Pero
supongo que seguirá ahí una vez que te ocupes del resto. Y si no puedes aclarar
tus ideas, incluso si te dejan jugar, estamos todos jodidos.
291
Tiene razón. Tanta razón. Mi cabeza es un desastre. Suponiendo que
pueda jugar este fin de semana, y eso es una gran suposición, arruinaré a todo
el equipo y a Sully si no puedo concentrarme.
Tank extiende ambos brazos. —O, se podría decir que un papi feliz es un
papi concentrado.
—Ahí vas de nuevo, llamándome papi.
Los chicos se ríen. Incluso yo esbozo una sonrisa.
—Solo digo que, si aclaras las cosas con Gabby, es más fácil lidiar con
todo lo demás. Confía en mí. Mi mujer estaría de acuerdo.
Knox bufa. —Eso es porque Bree usa tus bolas como adornos en el capó
en el tablero de su auto. Por supuesto que estará de acuerdo.
—Lo dice el tipo que nunca tiene sexo.
—¡Niños! —Muevo mi silla hacia atrás y agarro la caja de donas que
recogí anoche después de mi explosión con Gabby—. Tomen. Coman algunos
carbohidratos y luego pueden ayudarme a crear una estrategia. Necesito que mi
mujer me perdone por ser un idiota.
Tank muerde su dona y me señala. —Te recomendaré las comedias
románticas de los ochenta y el gran gesto.
No tengo idea de qué está hablando, pero si eso me ayuda a arreglar las
cosas con Gabby, soy todo oídos.
Para cuando terminamos de hablar, me siento aliviado de tener un plan.
Se siente bien saber que los chicos están de mi lado.
Pero más tarde me llama mi padre, y así, ese breve sentimiento de
optimismo se evapora.

292
Traducido por Alessandra Wilde
Corregido por Jadasa

—Gracias. —Sollozo mientras tomo la caja de pañuelos de mi consejera.


Su frente arrugada se suaviza cuando me da una sonrisa preocupada.
—Esto puede sorprenderte, pero no eres la primera estudiante que llora
en mi oficina.
—Eso me hace sentir mejor. —O podría ser la media hora que dediqué a
purgar mi historia con la señora Vásquez.
293
Da golpecitos con el bolígrafo en el escritorio. —La buena noticia es que
lo que sucedió en Archer probablemente no afectará tu cupo para la práctica.
Tenemos relaciones duraderas con estas escuelas públicas y, dado que eres una
estudiante excelente y la escuela secundaria Hillcrest ya te ha aceptado, dudo
que tengan un problema. Especialmente porque tu nombre no está asociado con
esas fotos oscuras y borrosas.
—Esas son buenas noticias. Gracias.
—Ayuda que me buscaras primero para explicarme la situación. —
Inclina la cabeza—. ¿Cómo se lo está tomando Rider? Tengo entendido que
mañana tiene una revisión del código de conducta. Él también debe estar
increíblemente ansioso con tanto en juego en esa reunión.
Se me revuelve el estómago.
Desde que me despidieron, me he centrado únicamente en mi situación.
Me sentí tan herida debido a que Rider ni siquiera trató de explicar por qué
pasaba el rato con Miranda que no me detuve a considerar cómo todo su futuro
está en peligro y que el estrés también podría ser un factor en sus acciones.
No es que lo perdonara alguna vez si, de hecho, se acostaba con Miranda.
Pero ahora que he tenido algo de tiempo para calmarme, en realidad no
creo que se acostara con Miranda. Aunque siento que pasé a segundo plano esta
semana, lo cual no entiendo ya que soy quien lo ha estado ayudando con Poppy
este semestre. Miranda no ha ayudado con Poppy, ni una sola vez, pero ¿es con
ella con quien está pasando este momento?
Uf, odio lo desesperada y pegajosa que sueno en mi cabeza.
Me froto la sien en tanto pienso en la noche anterior y me estremezco.
Gritarle a Rider en su jardín delantero no es como quería manejar todo.
Admitiré que quizás mis acusaciones fueron injustas.
No es que disculpe mi comportamiento, pero tenía un nivel de azúcar en
sangre peligrosamente bajo, lo cual podría haber contribuido a mi reacción. Me
di cuenta de esto cuando llegué a casa y casi me desmayo. Afortunadamente,
Sienna me agarró del brazo antes de que me rompiera la cabeza con la encimera
de la cocina.
Aunque sigo molesta por lo que me dijo Rider, de camino a casa, hago
una llamada telefónica, una que espero que ayude a su caso.
Porque, aunque me duele lo que sucedió entre nosotros, sé que se ha
esforzado este semestre para asumir el papel de padre. Rider adora a Poppy.
Puede que al principio no le haya emocionado la situación, pero es obvio que la
ama. 294
Estoy de pie frente a mi casita, mirando la de Rider cuando me doy
cuenta de lo tonta que fui anoche. Ni siquiera le conté toda la historia. Me dejé
llevar por mis emociones, mareada y molesta, y en lugar de detallar cómo sé
que Miranda es una serpiente, me volví loca.
Gimo y paso mis manos por mi cabello.
No tiene idea de que Miranda y Zoe se me acercaron el lunes. Tampoco
de que el padre de Miranda me despidió ayer con esas fotos, solo una de las
cuales circuló con ese artículo del blog. ¿Cómo puede Rider ponerse de mi lado
cuando no tiene el panorama completo?
Antes de que pueda convencerme de no hacerlo, cruzo la calle y llamo a
la puerta.
Tank la abre un minuto después y me da un abrazo, tan rápido que me
deja sin aliento. —Chica, es bueno verte.
Después de que me deja en el suelo y puedo respirar de nuevo, me río.
—Te vi el lunes por la noche. Solo es miércoles por la tarde.
—Sí, pero ha sido una semana larga.
Eso es cierto.
Señalando detrás de él, dice: —Rider está en su habitación. —Hace una
mueca—. Ha estado hablando con su papá por un rato.
Oh Señor. Eso no puede ser bueno.
Cuando ve mi reacción, se ríe. —Pero es por eso que te enviaré allí.
Además, tengo que ir a practicar.
Estoy a punto de preguntarle si Rider llegará tarde a la práctica cuando
recuerdo que no puede asistir hasta después de la audiencia de mañana.
Mi corazón se ablanda. No quiero estar enojada con él ahora mismo. No
con tanto en juego con lo que suceda en esa reunión. Incluso si terminamos
yendo por caminos separados, no quiero que se repita lo del primer año, en el
que simplemente dejamos de estar en la vida del otro. ¿No es eso lo que hacen
los adultos? ¿Dejar de lado sus diferencias para hablar?
A medida que subo las escaleras hacia su habitación, decido que puedo
hacer eso. Puedo ser madura y concentrarme en el mañana. Quizás le pregunte
si necesita ayuda con Poppy y actuaré como su amiga. Guardaré cualquier
arrebato hasta después de su reunión. Si estuviera en su lugar, eso es lo que
querría.
Su puerta está entreabierta y puedo verlo caminando de un lado para el
otro mientras habla con su padre.
—¡Estoy haciendo lo mejor que puedo, papá!
295
Incluso desde aquí, escucho gritar a Hank, pero no puedo distinguir
ninguna palabra.
—En caso de que no hayas recibido el memo, no es fácil cuidar a un bebé,
ir a clases, hacer mi tarea y jugar fútbol. Apenas he dormido este semestre.
Rider deja escapar un gemido ante la respuesta de Hank. —No hables de
ella, joder.
Me paralizo, mi corazón de repente errático en mi pecho. ¿Está hablando
de mí o de Miranda?
No debería quedarme en el pasillo escuchando a escondidas. Nada
bueno puede resultar de escuchar una conversación privada.
Cuando me doy la vuelta para irme, sus siguientes palabras me cortan
hasta lo más profundo.
—¿Cuándo ha significado algo para mí una relación con una mujer?
Oh Dios. No puede estar hablando de mí. Sobre nosotros. ¿O sí?
Su voz suena fría, despellejándome mientras sigue. —Lo he dicho una
vez, lo he dicho mil veces… solo me estoy desahogando. Simplemente follo.
Todas las mujeres con las que estoy conocen la situación. ¡Nunca es serio! Nadie
va a estar conmigo cuando me recluten. ¿Es eso lo que quieres oír? Siempre has
dicho que el amor es una mentira. Una estafa.
Mi sangre late en mis oídos.
Nunca es serio.
Desahogándose.
Todas las mujeres.
¿El amor es una mentira?
¿Qué demonios?
Por tercera vez en dos días, intento contener las lágrimas, pero el torrente
baja por mi rostro.
¡No puedo enfrentarme a ese imbécil mientras lloro!
Devastada, me alejo de su puerta. Bajo corriendo las escaleras. Me voy de
esa casa. Cruzo la calle.
Una vez que estoy encerrada en mi habitación, colapso en mi cama y dejo
escapar un sollozo.
Al menos ahora sé cómo se siente realmente.
Me entrego a la angustia, a la desesperanza y a la desesperación. Lo
siento hasta el fondo de las grietas de mi alma.
296
Porque no solo estoy perdiendo a Rider. También estoy perdiendo a
Poppy.
Por un instante, tengo ocho años, estoy en la parte trasera del polvoriento
auto de una trabajadora social, y me alejo de la destartalada casa de mi madre
una vez más. Perdí a mi hermano. A mi hermosa madre. Perdí a todos los que
significaban algo para mí.
Sacudo la cabeza. No puedo volver a hacer esto. No lo haré.
Y decido aquí mismo y ahora, que esta es la última vez que derramo una
lágrima por ese hombre.
Que se joda Rider Kingston.
Traducido por Julie
Corregido por Jadasa

Me aflojo la corbata e intento no encogerme cuando Poppy la estira con


su palma pegajosa.
Cuando me levanté esta mañana y me di cuenta de que no tenía
disponible una niñera, me he dado cuenta de lo mucho que he dado por hecho
la ayuda de Gabby.
Soy un imbécil.
297
La vergüenza crece con cada momento que pasa, pero me prometo a mí
mismo que en el momento en que salga de la reunión de hoy, me iré a su casa
para rogarle que me perdone. Nunca le he suplicado nada a una mujer, pero lo
haré por Gabby.
Cuanto más tiempo pasa desde nuestra discusión del martes, más me
doy cuenta de que tenía todo el derecho a estar enfadada. Si la hubiera visto
salir con un ex como me vio a mí con Miranda, yo también me habría puesto
furioso. No debería haber escuchado a Olly y haber esperado a hablar con Gabby.
Tank me da una palmada en la espalda cuando se sienta a mi lado y me
lanza esa mirada, la que me da cuando es el momento de todo o nada, que suele
ser cuando me enfrento a defensas de ciento treinta kilos, no a una sala llena de
académicos. Pero el entrenador me advirtió que estas personas tienen el poder
de acabar con mi carrera futbolística hoy.
Es una lección de humildad.
Estoy sentado ante una larga mesa de conferencias, frente a ocho
administradores, entre los que se encuentran el decano de la escuela y el
director deportivo.
Espero no arrepentirme de haber rechazado la oferta de Miranda de
ayudarme con un abogado, pero he pensado mucho en lo que dijo Gabby la
otra noche. Combinado con las impresiones de mis compañeros de que
Miranda buscaba más de lo que ha estado sugiriendo, no quería deberle nada.
Si Miranda es de alguna manera responsable de la situación en la que me
encuentro ahora, no estoy seguro de tener forma de averiguarlo. Excepto que
confío en Gabby. Por muy molesta que esté conmigo ahora mismo, es muy
sensata y, algo de lo que carezco a veces, como refleja mi situación actual. Pero
entre sus instintos sobre Miranda y mis compañeros de piso, creo que lo mejor
es distanciarme de Mira ahora mismo.
La puerta detrás de mí se abre con un chirrido, y me doy la vuelta para
encontrar al resto de mis compañeros entrando. Todos llevan traje y corbata.
El decano, el doctor Isaacson, se levanta de un salto. —Caballeros, no
podemos meter a todo el equipo de fútbol en la sala de conferencias.
Olly se adelanta. —Estamos aquí para apoyar a nuestro capitán.
Estaremos en silencio. —Y entonces todos se alinean detrás de mí.
El doctor Isaacson fulmina con la mirada al entrenador, quien se
remueve en su asiento antes de dirigirse al equipo. —Chicos, sé que Rider

298
agradece que estén aquí, pero parte de la discusión de hoy será privada, de
manera que necesito que esperen abajo.
Tank me mira con simpatía mientras me da un puñetazo. La mitad del
equipo me agarra del hombro. Incluso Meyers, mi sustituto, se inclina para
desearme suerte.
Para ser sincero, se me hace un nudo en la garganta.
Una vez que los chicos se han ido, la puerta se abre de nuevo, y unos
tacones hacen clic sobre la baldosa española, y por un breve momento, creo que
es Gabby.
Me doy cuenta. Amo a esa mujer. Tanto, carajo. Y soy el mayor idiota del
planeta por no haberle pedido perdón la otra noche.
Sí, he estado asustado por el fútbol y por lo que va a pasar con mi
carrera. Sí, no duermo lo suficiente y estoy muy preocupado, pero por encima
de todo ese ruido, la verdad me alcanza: si recupero el fútbol, pero ella se va de
mi vida, estaré destrozado.
Trago. Con fuerza. ¿Cómo diablos voy a arreglar lo nuestro?
He sido un desastre toda la semana. Cuando mi padre me llamó ayer
para criticarme, perdí los papeles. Al principio, esperaba que hubiera llamado
para apoyarme, para decir algo paternal por una vez. Para ofrecerme algún
consejo. Pero no, solo quería restregarme en la cara el escándalo y llamarme
idiota por ir en serio con Gabby.
Me enfurecí, le grité tonterías que sabía que quería escuchar solo para
que colgara el teléfono, pero me sacó de quicio. ¿Cómo podía alguien que
supuestamente me amaba creer lo peor de mí?
Por supuesto, si Gabby realmente cree que te estás follando a otra persona a sus
espaldas, tal vez seas el idiota que tu padre dice que eres por enamorarte de ella cuando
deberías tener los ojos en el premio y el corazón en el deporte. No en tu vecina que puede
querer arrancarte las pelotas del cuerpo.
Mientras rostros severos e indiferentes me miran desde el otro lado de la
mesa, sacudo la cabeza. Está claro que no es el momento de preocuparme por
Gabby.
Acuno a Poppy en mis brazos, y ella moquea. Tomo el pañuelo de papel
del bolsillo de mi abrigo, le limpio la carita y le doy un biberón que saco de la
bolsa de los pañales. Lo toma con entusiasmo. Gracias a Dios ha recuperado el
apetito.
Cuando la señora Hildebrand se detiene al lado del entrenador, tengo
que mirar dos veces.
Oh, joder.
¿Por qué demonios está aquí? ¿Va a detallar todas las formas en que soy
299
un padre deficiente? ¿Tal vez va a empezar a argumentar por qué debería
obtener la custodia?
Me limpio las palmas de las manos sudorosas en el pantalón e intento
parecer estoico en lugar de cagado de miedo.
—Adele, querida. ¿Qué haces aquí? —pregunta el doctor Isaacson.
Si antes pensaba que me encontraba jodido, no es nada parecido a la
experiencia extracorporal que tengo cuando me doy cuenta de que la bisabuela
de Poppy y el doctor Isaacson se conocen. Se me seca tanto la boca que toso.
—Hola, James. Es un placer verte. Me disculpo por presentarme sin
avisar, pero creo que puedo resolver esta situación rápidamente.
Cuando le ofrece un asiento, el tormento me retuerce las tripas al darme
cuenta de que toda mi maldita carrera está en manos de Adele.
Todos me miran y me encojo de hombros. ¿Qué demonios se supone que
debo decir? Me apresuro a pensar en el fin de semana pasado, cuando nos
vimos por primera vez. ¿Fui un completo imbécil con ella? Gabby era la única
que podía calmarla.
Busco a mi alrededor una papelera por si vomito.
Porque esto puede acabar de dos maneras: o me salva el culo o me pone
el último clavo en el ataúd.
Es un cara o cruz.
Medio pensé que ella era la responsable detrás del artículo del blog para
poder obtener la custodia de Poppy. El café que tomé esta mañana amenaza con
salir a la luz y trago con fuerza.
La señora Hildebrand me mira durante el minuto más largo de mi vida
antes de dirigirse al decano. —James, ¿te acuerdas de mi nieta Margot? Dios la
bendiga, pero tiende a meterse en problemas. Como puedes ver. —Extiende su
mano hacia mí, donde acuno a Poppy en mi regazo.
El doctor Isaacson parece de repente muy incómodo. —¿Estás diciendo
que Margot es la madre de esta niña?
—Sí. Ahora, me doy cuenta de que la percepción de lo que sucedió es
algo desagradable. Sin embargo, he investigado personalmente lo que ocurrió.
Cuando Margot no pudo cuidar a su hija, dejó a la bebé en la casa del señor
Kingston. Desgraciadamente, su nota... parece que se emborronó o se volvió
ilegible, por lo que los chicos no sabían con certeza a quién iba dirigida, y así
surgió la cuestión de la paternidad.
Esa es una forma de describirlo, pero me quedo callado. Me echa otra
larga mirada en la que se me arrugan un poco las pelotas porque no tengo ni 300
puta idea de lo que va a decir.
Y entonces, para mi sorpresa, sus labios se inclinan hacia arriba.
—He descubierto que el señor Kingston es un padre maravilloso. Ya
sabes los malabares que tienen que hacer estos chicos con el fútbol y las clases,
pero también está cuidando de mi querida bisnieta.
Un viento rápido podría derribarme ahora mismo.
Saca un maletín de cuero y le entrega varias hojas de cálculo. —Hallarás
que firmó acuerdos de confidencialidad con las personas que contrató como
niñeras. Incluso puedes ver cómo intentaba pasar tiempo con su hija durante
sus descansos para comer. Y sé de buena fuente que es un padre atento,
cuidadoso y cariñoso.
Me golpea tan jodidamente fuerte. Lo siento en mis entrañas, Gabby hizo
esto. Se aseguró de que Adele viniera armada con pruebas para apoyarme. ¿De
lo contrario, cómo consiguió todos esos papeles?
Adele se ríe. —Cuando oí por primera vez que un jugador de fútbol era
el padre, me preparé para echar a ese joven sobre las brasas y conseguir la
custodia de Poppy si era necesario. Pero, como puedes ver, apoyo plenamente a
Rider. —Tras una larga pausa, da un golpe en el escritorio—. Por supuesto,
proporcionaré fondos adicionales para las renovaciones de la biblioteca. Por tu
tiempo y molestias.
El hombre sentado al lado del doctor Isaacson, quien ha estado tomando
notas todo el tiempo, se inclina y pregunta: —¿Podría tu nieta dar fe de estos
hechos?
El doctor Isaacson lo fulmina con la mirada, pero Adele interviene antes
de que pueda decir algo.
—Carl, voy a fingir que no cuestionas mi palabra. Margot estaría
encantada de reunirse con ustedes, pero en estos momentos está en un centro
de rehabilitación de Austin. Sin embargo, puede proporcionar una declaración
jurada si es necesario.
Me alivia saber que Cricket ha vuelto de California y está a salvo.
Los ojos de Adele se endurecen. —Confío en que todo lo que he
compartido hoy quede en carácter confidencial, porque si me entero de que se
difunden chismes sobre Margot, revocaré mi financiación.
Isaacson se levanta rápidamente y se acerca a la mesa. —Por supuesto,
Adele. Por supuesto. Lo comprendo perfectamente, y estaremos encantados de
hacer concesiones en esta situación.
Adele recoge sus cosas. —Espero que esto también signifique que Rider
se reintegrará al equipo. Que podrá jugar este fin de semana y que su
301
elegibilidad no se verá amenazada. Porque no podré dormir por la noche si el
padre de mi bisnieta se ve de alguna manera perjudicado profesionalmente
debido a este pequeño malentendido.
—Por supuesto. —Él me mira antes de empezar a besarle el culo de
nuevo—. Será como si nunca hubiera pasado nada.
La pequeña petarda me guiña un ojo mientras suelto un suspiro de
alivio.
Cristo todopoderoso.
Tengo que hablar con Gabby. Esa mujer me ha salvado el culo. Una vez
más.
Pero va a tener que esperar porque el entrenador me da una palmadita
en la espalda y me susurra: —No hay tiempo para celebrar. Lleva tu culo al
entrenamiento. Tenemos que preparar el partido de este fin de semana.
Nunca se han dicho palabras más dulces.
Excepto...
—Entrenador. —Toso—. No tengo niñera.
Se frota los vellos grises de la barbilla. —¿Tienes ese arnés? Si los
entrenadores pueden turnarse para llevarla en ese artilugio, creo que podremos
encargarnos. No te preocupes. La mantendremos fuera del campo para que no
la golpee un balón o algo así.
Adele se acerca a nosotros y le dedica a Sully una gran sonrisa. —Puedo
ayudar si quieren. Para asegurarme de que todo el mundo haga su trabajo.
Asiente lentamente, sus ojos se iluminan. —Eso sería muy útil.
Se vuelve hacia mí y ella arquea una ceja. —Parece que tienes que
entrenar para un partido, joven. Mejor ponte a ello.
Sonrío por primera vez en toda la semana. —Sí, señora.

302
Traducido por Danita
Corregido por Jadasa

Luego de la práctica, llevo mi feliz trasero a la casa de Gabby. Me muero


por hablar con ella y compartir mis buenas noticias. Agradecerle por todo.
Pedirle salir en una cita real en donde no tengamos que hacer malabarismos con
bebés y chupetes.
Tengo a mi bebé, una gran mujer, y voy a ganar el maldito partido el
sábado. 303
Cuando nadie responde después de que toco la puerta, reviso mi
teléfono de nuevo.
Gabby aún no ha devuelto mis llamadas, pero trabaja en lo de Archer los
jueves, así que no es gran cosa. A menudo se queda más tiempo para ayudar
con los programas después de la escuela.
Me dirijo a casa e intento concentrarme en el ensayo que tengo que
escribir. Es difícil hacerlo, sin embargo, cuando sigo revisando mi teléfono cada
dos minutos para ver si ha leído mis mensajes o devuelto mi llamada y de algún
modo no me di cuenta. No lo ha hecho.
Sí, me convertí en una jodida adolescente.
Luego de otra hora sin una palabra suya, un malestar se asienta sobre mí.
Por primera vez, se me ocurre que puede que Gabby no me haya perdonado.
Imaginé que, puesto que envió a Adele, se dio cuenta de que perdí la
calma y no dije en serio la mierda tonta que grité la otra noche.
—¡Ba na no gaga! —Poppy lanza su juguete fuera del corralito.
—Guau, bebé. Ese fue un buen lanzamiento. —La levanto y la siento en
mi regazo—. Quizás tengamos que inscribirte pronto en softbol, ¿eh? —¿Ese es
un pensamiento sexista?—. Diablos, pequeña, si quieres ir por la liga de béisbol,
estoy de acuerdo también. Con este brazo, que estoy bastante seguro de que lo
has heredado de tu padre, apuesto a que podrías hacerles la competencia.
Se mete el puño en la boca, pausando para gritar: —¡Na na na!
—¿Quieres una banana?
—¡Nana!
No tuvo su siesta ya que vino a la práctica, y terminó quedándose
dormida más tarde, de manera que ahora ya pasó su hora de dormir, y se
encuentra totalmente despierta. Los entrenadores fueron geniales con ella, y fue
lindo verlos a todos amar a mi bebé, pero ahora tengo que pagar el precio por
haber descuidado su horario.
La apoyo en mi cadera y me dirijo hacia la cocina en donde Tank, Bree,
Trevor y Olly están estudiando.
—¡Necesito alimento! —grita Tank—. No puedo trabajar en estas
condiciones.
—Cómete tus rodajas de manzana y zanahorias y deja de quejarte. —
Bree pone los ojos en blanco a medida que recoge su bolso, deteniéndose para
lanzarme una mirada sucia.

304
Aplasto un poco de banana para Poppy antes de reconocer la hostilidad
en la habitación. —¿Tienes algo que decir, Breanna?
—Tengo un montón de mierda que decirte, pero estoy bastante segura de
que no quieres escucharla. En concreto, ¿cómo pudiste escoger a esa escaladora
social de Miranda y no a Gabby? ¿Cómo pudiste...?
—No fue así. Y he estado todo el día llamándole a Gabby, pero no ha
respondido mis mensajes.
—Que tragedia.
La irritación tensa mi espalda. —Me disculpé por teléfono. No me ha
devuelto la llamada.
—Mi suposición es que no te cree. Me pregunto por qué.
Tank hace una mueca y trata de enterrarse en su libro de texto.
Miro a Tank y luego a su novia. —¿Qué no me están diciendo?
—Adelante. —Bree lo empuja—. Dile lo que Gabby le escuchó decir ayer.
—¿De qué hablas? —Ni siquiera vi a Gabby ayer.
—Mujer, vas a ser mi muerte. —Cuando se da la vuelta hacia mí, la
seriedad en sus ojos me atrapa con la guardia baja—. No te enojes.
Olly levanta la mano. —¿No dijimos que debíamos concentrarnos en el
partido de esta semana? Nuestro mayor partido del año, contra el único otro
equipo invicto en la liga, es pasado mañana. Quizás no sea prudente hablarlo
ahora mismo.
Joder. Tiene razón, pero no aclarar las cosas con Gabby me va a producir
una úlcera. —De todos modos, en este momento no puedo concentrarme.
Necesito arreglar las cosas con Gabby.
Esta es la situación que pasé toda mi carrera en el fútbol tratando de
evitar. El estar tan involucrado con una mujer que apartaría mi concentración
del deporte.
Pero nunca me perdonaré si pierdo a Gabby por esto. Y a juzgar por el
comportamiento de Bree, mi ventana para resolver las cosas con ella se reduce a
cada minuto.
Tank suspira. —Gabby vino ayer. Mientras te encontrabas al teléfono —
se detiene por un segundo—, con tu papá.
Vuelvo a pensar en la conversación. Las cosas horribles que grité para
sacármelo de encima. Me molestó tanto.
Mi padre se encontraba borracho. Vio la cobertura. Nada racional iba a
sacarlo de ese pensar. Pensaba con certeza de que Gabby trataba de atraerme a
otra situación de embarazo. Era ridículo.
Todo lo que recuerdo es decirle como nunca tuve una relación seria. Que
todo fue diversión. Para desahogarme.
305
Mentiras. Todas mentiras.
Porque con Gabby es sincero. Me tiene envuelto alrededor de su dedo
casi tan apretado como mi hija.
Mi estómago se tensa, ese pesado temor esparciéndose por todas mis
extremidades.
Cielos. Dije que el amor era una mentira. Que nunca tomé en serio a
nadie.
—Nunca tocó la puerta. Nunca la vi, pero...
—Debe haber escuchado —murmura Tank.
—Es peor que eso —agrega Bree en tanto toma las llaves de su auto.
Luego me lanza una bala de cañón—. Lograste que la despidieran de Archer.
Bueno, Miranda y tú.
Traducido por Sofía Belikov
Corregido por Jadasa

¿Alguna vez han notado que las cosas simples y que ocurren todos los
días se sienten monótonas cuando estás deprimida?
Siento los pies pesados a medida que me arrastro por la tienda. No
necesito demasiado, considerando que me voy para el receso de invierno, pero
cocinar es mucho más económico que comprar comida.
Cuando doblo en la esquina, choco accidentalmente con el carrito de
306
alguien. —Lo siento —murmuro.
La mujer se voltea, y me encuentro cara a cara con Ramona. Ay. Justo lo
que necesito hoy. Otro recordatorio de lo horrible que soy en cualquier tipo de
relaciones.
Bajo la mirada mientras intento apartar el carrito del suyo.
—Oye, espera.
Me detengo, sorprendida de que quiera hablar.
—Mira, solo diré esto una vez ¿está bien? Lamento haberme comportado
como una idiota cuando me mudé. Mi novio me dice que soy bastante molesta.
—Resopla—. Y ahora que vivo con un hombre con la mentalidad de un niño,
quería decirte lo buena que fuiste como compañera y amiga. Incluso si no te lo
ponía fácil.
Me quedo algo muda ante su confesión, pero ahora mismo, creo que
cualquier cosa podría hacerme llorar. —Gracias. Significa un montón para mí.
—Parpadeo, aliviada cuando las lágrimas no se desbordan.
—¿Estás bien? ¿Necesitas hablar de algo? —Su expresión aterrorizada me
hace reír.
—Creo que estaré bien. Pero gracias por preguntar.
Pone los ojos en blanco. —Si quisieras salir a beber un café, iría.
Reprimo una sonrisa. —¿Y si lo hacemos después de las fiestas?
—Sí, claro. —Tiembla—. Sabes lo mucho que odio las festividades.
Yo tampoco las espero, aunque agradezco no tener que pasarlas de
nuevo sola en Charming.
Reanudo las compras, pero no pasan cinco minutos y alguien grita mi
nombre.
Me doy la vuelta, sorprendida de ver a mi hermano. ¿Por qué cuando te
sientes miserable y a punto de morir te encuentras con todos?
—¿Cómo estás, Ben? —Agarro una caja de dulces y la echo en el carrito.
Sigo avanzando por el pasillo, sin esperarlo. De todas formas, es probable que
no quiera hablar. Nunca tiene ganas.
Trota hasta alcanzarme. —Eh, me preguntaba si ibas a venir al partido
del fin de semana.
No he ido a ninguno de los partidos de este otoño. El pensamiento me
deprime. Debería de haber disfrutado de alguno durante los cinco minutos que
salí con Rider. Pero las entradas se vendieron al comienzo de la temporada, y en
ese entonces lo odiaba. 307
¿Por qué le permití lastimarme de nuevo? Por idiota. ¡Y se supone que
soy una chica inteligente!
—Voy a salir de la ciudad. Así que no. —Me detengo frente a la sección
de congelados y me fijo en los helados. Una ruptura necesita en definitiva de
helado. Podría comer un montón ahora mismo.
—¿En serio? ¿Y volverás para el lunes?
Frunzo el ceño. ¿Desde cuándo le importa? Mi voz interna se ha puesto
en modo perra desde que las cosas empeoraron con Rider. Debería de tener
algo de compasión hacia mi hermano. Sé lo que sufre, pero no tengo la energía
para lidiar con ello. —Ya terminé con las clases; voy a entregar mis proyectos
finales mañana, y no me queda pendiente ningún examen, así que, no tengo la
necesidad de regresar hasta enero.
—Pero los exámenes no comienzan hasta la próxima semana.
Juro que a veces hablar con Ben es como discutir con una pared de
ladrillos. —No me queda pendiente ningún examen.
—¿Te vas a quedar con la tía Carmen?
—No me he quedado con ella desde hace años. —Y una vez más, es algo
que le he dicho—. Voy a quedarme con Kat y Tori durante el receso de invierno.
Me invitaron.
—Nuestras primas.
Que alguien le dé a este hombre un premio por recordar algo de lo que le
he dicho. —Tienen unas granjas a una hora. Me voy mañana.
—¿Antes de nuestro partido? —pregunta, incrédulo.
—Sí —digo con lentitud y se lo repito ya que no parece entenderlo—:
Como no salgo con un jugador, y considerando que no tengo entradas, no voy a
ir al partido.
Aparte, no creo que pueda soportar ver las hordas de mujeres detrás de
Rider. Dolería demasiado. Sin mencionar lo que probablemente sucederá en la
fiesta al otro lado de la calle si es que ganan.
Oh, Dios. ¿Y si pierden? Ha sido una semana de locos para el equipo.
Rider debe estar como un demente.
No, Gabriela. Deja de meterte donde no te llaman.
De nuevo, me siento tentada a revisar el teléfono y escuchar los mensajes

308
de Rider, pero ¿qué sentido tiene? Ya sé lo que siente en realidad.
Cuando pienso en la noche del martes, cuando lo vi con Miranda, lo que
realmente me duele es cómo sentí que la escogió por encima de mí. Y si hay
algo de verdad en lo que dijo Zoe, también terminó conmigo por Miranda el
primer año.
Como niña de acogida, he tenido toda una vida de ser pasada por alto.
De ser la segunda. De no ser lo suficientemente buena. ¿Por qué me permitiría
voluntariamente ser lastimada de nuevo?
Le hablaré eventualmente. Tal vez cuando regrese del receso de invierno.
Pero por ahora, necesito recomponerme y encontrar algún balance.
Mi hermano se mete las manos en los bolsillos del pantalón. Y me
pregunta en un susurro: —¿No quieres verme jugar? Es el partido más grande
de la temporada. Ya sabes que la UT viene invicta, ¿cierto?
¿Qué? Regresando al helado, trato de controlar mi respiración para
mantener la calma. —Ben, nunca me has invitado a nada; no tenía idea de que
quisieras que fuera. Especialmente después de todo lo que me dijiste hace unas
semanas.
Se encoge de hombros. Pasa de un pie al otro. Se aclara la garganta.
—Bueno, me gustaría que fueras a este. Ya le di dos entradas a Sienna
para que vayan.
Lo miro, sorprendida. —Qué considerado. Gracias. —Empujo el carrito
por la esquina.
—¿Eso quiere decir que irás?
—Significa que aprecio el esfuerzo que hiciste. Fue considerado. Pero no
estoy segura de que pueda lidiar con ir a un partido ahora. —Para mi horror,
me tiembla la voz. Toso—. Sin embargo, lo grabaré. Estoy segura de que te irá
bien. Lo veré cuando no me sienta como si me estuvieran arrancando el corazón
del pecho.
No quiero ser tan sincera, pero estoy demasiado lastimada como para
preocuparme.
—Rider se siente bastante mal por todo —dice abruptamente—. Te
agradece un montón que hayas enviado a la abuela de la niña.
—Bisabuela.
—Sí. No sé si ya lo sabes, pero estuvo increíble. —Se pasa una mano por
la cabeza—. Todos te lo agradecemos.
—Era lo más decente que podía hacer. Se merecen la oportunidad de
jugar al cien por ciento. Adele es una persona increíble, así que sabía que
apoyaría a Rider si sabía la verdad.
Ben me toma del hombro, y me volteo hacia él. —En serio se preocupa 309
por ti. Rider no intentaba molestarte ni nada parecido.
No quiero darle a Ben un motivo para odiar a su compañero de equipo,
especialmente cuando tienen un partido tan importante y necesitan trabajar
juntos. Rider no es su problema.
—Escucha, he tenido una semana horrible. —Parpadeo hasta que el calor
en mis ojos disminuye—. Lamento no poder ir mañana, pero te estaré
apoyando. Siempre te apoyaré.
Su ceño se frunce. —Pero vas a regresar, ¿cierto? ¿Para el segundo
semestre?
—Por supuesto. Y escucha, no tendrás que preocuparte de que me meta
en tus asuntos, porque estoy buscando hacer un intercambio de viviendas con
alguien que viva del otro lado del campus el próximo semestre. Está más cerca
de la escuela en la que estaré enseñando.
Y así puedo evitar a Rider y a Miranda.
Porque probablemente tenía razón: si la historia es como la cuenta,
siempre regresa con ella. ¿Qué podría detenerlo ahora?
Aprieto la mandíbula ante la oleada de tristeza que me atraviesa.
Una vez, cuando era niña, mi madre adoptiva me llevó por una casa que
quedó destrozada por un tornado. Un roble yacía sobre la tierra como la víctima
del crimen, sus raíces enredadas y sobresaliendo de un agujero enorme que se
extendía desde un lado del patio hasta el otro.
Ahora mismo, ese dolor horrible en mi pecho se siente como ese agujero.
En mi caso, el tornado tiene nombre y rostro; uno que espero no ver por
ahora.
Ben no parece emocionado ante las noticias de mi mudanza, pero estoy
cansada, y todavía tengo que ir a casa, empacar, limpiar y darle un retoque final
a uno de los ensayos.
—Te veré en año nuevo. Buena suerte en el partido. —Me obligo a
sonreír y camino por el pasillo.
Pongo un pie delante del otro. Porque es todo lo que puedo hacer de
momento.

310
Traducido por Anna Karol
Corregido por Gesi

La voz de Sienna es cautelosa. —Pero, ¿y si no quiere ir?


Con el teléfono contra la oreja, cruzo la habitación para mirar por la
ventana, desde donde veo su casa. —Te lo ruego. No me devuelve las llamadas.
No lee mis mensajes. He ido allí tres veces y no puedo localizarla.
—Ha estado llegando tarde.
311
—Me siento como un acosador con la frecuencia en la que miro su casa.
Juro que me estoy volviendo loco.
Gabby le dijo a su hermano que se iba a mudar. Por las tonterías que
salieron de mi boca.
Parece un poco extremo, así que, o está muy enojada, o terriblemente
herida. Ninguna de las opciones es un presagio para mí. Y joder, nunca quise
herirla. Adoro a esa chica.
El tiempo se está acabando, lo presiento, y si no hago una jugada pronto,
algo grande, Gabby saldrá de mi vida para siempre.
Nunca soy el tipo que es aplastado por una mujer. Nunca me permití
acercarme tanto a alguien.
Hasta ahora.
Se ríe. —Odio decir esto, porque suenas adecuadamente torturado, pero
un poco como que te lo mereces.
—Gracias, amiga. Agradezco el voto de confianza.
—Solo me preocupa que, si Ben no pudo convencerla de ir al partido,
¿por qué crees que yo tendré más suerte?
—Porque eres más astuta que Ben. —Aunque estoy agradecido, me
sorprende que el tipo se haya ofrecido a ayudar, pero él y su hermana no tienen
la mejor relación—. Sé que se te ocurrirá algo.
—A falta de hacer una locura, no estoy segura de que nada de lo que
diga la convenza. —El humor en su voz se esfuma—. Ha estado muy alterada
esta semana. La he oído llorar por la noche, y no es de las sentimentales. En
general soy yo la que llora.
Dios, eso me mata. —Juro por el fútbol y mi hermosa hija que estoy
tratando de arreglarlo.
Se queda callada. —¿Prometes no volver a lastimarla, si de alguna
manera logro este milagro?
—Prometo que nunca más le daré otra razón para dudar de mí o mis
intenciones hacia ella. Amo a esa chica, solo necesito una oportunidad para
decírselo.
No puedo creer estar diciéndoselo a su compañera de piso antes que a
Gabby, pero ahí está. Amo a Gabriela. Hasta la puta luna y de vuelta. Y si no
tengo la oportunidad de decírselo antes de que me abandone, sé que siempre lo
lamentaré.
Suspira. —De acuerdo. Eso fue un poco sensiblero. Cuenta conmigo para
la Operación Recuperar a Gabby. Pero si vuelves a cagarla, señor, no te ayudaré 312
en ninguna otra operación encubierta.
—Es un trato.
Más tarde esa noche, recibo un mensaje de ella. Todo listo. Tengo un
plan. ¡Haz tu mejor jugada mañana! Y mientras lo haces, ¡vence a UT!
Traducido por Julie
Corregido por Gesi

Agitada, vuelvo a darme la vuelta, pero me enredo en las sábanas. Son


casi las tres de la madrugada, y creo que no he dormido más de diez minutos.
Con un gemido, me destapo y voy a la cocina a por un vaso de agua.
Cuando vuelvo a mi habitación, acabo frente a mi ventana.
Pienso en Halloween, en todos los coches en la calle y los sonidos de
juerga saliendo de la casa de fútbol. En la rabia que me daba ir hasta allí en
313
pantuflas y bata.
Sería divertido si no echara tanto de menos a Rider.
¿Ahora sería todo diferente si esa noche me hubiera quedado en casa?
¿Habría vuelto a conectar con él? ¿Se habrían quedado con Poppy después de
encontrarla? ¿O habría ido con los servicios sociales?
Al menos tiene una familia que la quiere. Adele y Rider lucharían por la
oportunidad de criarla. Es una niña con suerte.
Tomo una manta y me la coloco sobre los hombros.
Por primera vez en mucho tiempo, me siento muy sola. Ahora que ya no
tengo la posibilidad de un trabajo en Archer, no tengo ni idea de qué hacer
después de la graduación. O a dónde ir.
La tía Carmen no quiere que vuelva a casa. Ben está ocupado aquí en la
universidad. No tengo muchas opciones.
En el fondo, creo que usaba a Archer como ancla. Para tener un lugar
donde me quisieran. Donde me necesitaran. Con la promesa de ese trabajo, no
tenía que preocuparme por dónde iría después de mayo.
Ahora siento que podría desaparecer y no supondría una diferencia para
nadie.
Una partecita de mí espera que me lo pase tan bien con Kat y Tori que
me pidan que vuelva después de la graduación, pero es irracional. Ya están
siendo amables por haberme invitado por las festividades. Además, sus ranchos
están en medio de la nada. ¿Cómo voy a encontrar un trabajo de profesora allí?
Miro fijamente la casa de fútbol.
¿Qué tiene de malo echar un vistazo? No es que Rider vaya a saberlo.
Son las tres de la mañana. Está profundamente dormido.
Retiro más la cortina y me inclino hasta que puedo ver su ventana.
La luz está encendida, y la visión hace que mi corazón lata con fuerza.
¿Le pasa algo a Poppy? ¿Está nervioso por el partido de mañana? ¿Le preocupa
las clases?
¿Estoy siendo idiota por no darle otra oportunidad? Si es que la quiere.
Podría acabar con esta miseria y escuchar sus mensajes.
¿Eso es ser débil? Ya no lo sé. Pensé que necesitaba espacio para darle
sentido a todo lo sucedido esta semana.
La idea de escuchar su voz me produce una punzada tan agridulce que
tengo que apoyarme contra la pared.
314
¿Qué mal puede haber en escuchar los mensajes?
Trago saliva y regreso a la cama, donde busco mi teléfono.
Siete llamadas perdidas. Cinco mensajes de texto. Tres mensajes de voz.
Rider no suele dejarme mensajes de voz.
Todos los mensajes son suyos, del jueves. Preguntando si estoy por aquí,
que necesita hablar conmigo, que le responda. Que tiene buenas noticias.
Debe haberlos enviado después de su audiencia.
Con una mano temblorosa, pulso reproducir.
—Oye. Soy yo. Llámame cuando puedas. Tenemos que hablar. Tengo
que, eh, disculparme por algunas cosas. —El sonido de su voz, profunda, baja y
áspera, me produce escalofríos. El segundo es similar.
El último es de anoche a última hora. —Gabby, por favor, llámame.
Quería darte las gracias por enviar a Adele. Te debo mucho. Una vez más me
has rescatado. Pasé por tu casa...
Se queda callado un momento, y casi dejo de respirar mientras espero
que diga algo más.
—Esperaba poder disculparme en persona por haberme portado como
un imbécil el otro día, pero me temo que no me vas a dar esa oportunidad, así
que lo hago por mensaje. Espero que me perdones. Siento mucho que mi
mierda haya hecho que te despidan. Me acabo de enterar. Te prometo que te lo
compensaré si me das una oportunidad. Y entiendo completamente por qué
sospechabas de Miranda. Obviamente tenías todo el derecho a hacerlo, y soy un
idiota por no darme cuenta. —Su voz baja hasta casi un susurro—. Yo también
tengo mis traumas, sabes, pero no es excusa.
Vuelve a quedarse en silencio, y me pregunto si es el final, pero entonces
suspira. —Por favor, que sepas que no ha pasado nada con Miranda. Cuando tú
y yo empezamos a hablar, lo de ella había terminado hace tiempo. Lo dije en
serio en aquel entonces, y nada ha cambiado, salvo que tenías razón en una
cosa: creo que me estaba manipulando. Pero nunca te engañaría o traicionaría
tu confianza. De todos modos, espero...
Y el mensaje se corta porque mi buzón de voz está lleno.
Maldita...
Todo mi cuerpo tiembla con adrenalina. ¿Es demasiado tarde para
devolverle la llamada?

315
Vuelvo corriendo a la ventana con el teléfono en la mano.
Pero la luz está apagada.
Mañana es el partido más importante de su vida. No puedes llamarlo o enviarle
un mensaje a las tres de la madrugada, Gabriela.
Frustrada, vuelvo a meterme en la cama y rezo para saber qué hacer por
la mañana. Quizá pueda llamarlo antes de que se vaya al estadio.
Pero cuando me despierto, me doy cuenta de que me he quedado
dormida y es tan tarde que todos los coches de enfrente se han ido.
Al partido.
Miro fijamente su casa, y esa sensación de vacío crece.
Una partecita de mí se pregunta si es mejor así.
En mayo, Rider será reclutado y se irá. No es que me haya prometido
amor eterno en sus mensajes. Nunca siquiera ha insinuado la palabra con “A”.
Se siente mal por lo que pasó, probablemente culpable de que lo haya ayudado
enviando a Adele. Solo está agradecido. Nada más.
Y no puedo olvidar lo que le dijo a su padre.
Porque es muy probable que así sea como realmente se siente. Tenemos
una gran química. Sabe que adoro a su hija, por lo que no quiere estropear algo
bueno. Mientras está aquí. En la universidad. Durante los próximos meses.
Pero eso no significa que me ame o que alguna vez vaya a hacerlo.

316
Traducido por Sofía Belikov
Corregido por Gesi

Giro la llave y el motor hace clic, pero no prende.


Vuelvo a intentarlo. Mismo resultado.
Diez minutos después, me estoy volviendo loca. ¿Qué diablos? ¿Es que
nada me saldrá bien esta semana?
Enojada, tomo la maleta del asiento trasero antes de entrar hecha una 317
furia en la casa.
Sienna me mira mientras se mete un bocado de cereal en la boca. —¿Ya
regresaste?
—Desafortunadamente.
Arquea una ceja, y gimo.
—¿Puedo pedirte un favor?
—¡Lo que sea! —dice con la boca llena.
Su entusiasmo me llama la atención, pero no le doy importancia. Sienna
tiene sus peculiaridades. Es probable que esté emocionada porque sus chacras
están alineados.
—¿Podrías llevarme a la casa de mi prima? Sé que es una molestia, pero
puedo pagar por la gasolina, de ida y vuelta, y el almuerzo.
—Sí, claro que puedo.
Gracias a Dios.
—¡Pero! —Come otro trozo de la granola. Traga. Levanta un dedo—.
Primero tienes que acompañarme al partido.
Se me desploman los hombros. —¿Por qué? El viaje solo tomará dos
horas. Dos y media, como mucho.
—Por el tráfico, amiga. El tráfico. Los chicos están invictos. UT también.
¿Sabes lo que eso significa? Que cada Tom, Dick y Daisy estarán viajando desde
aquí a Austin.
—Harry, querrás decir. Tom, Dick y Harry.
Sacude una mano. —Eso es sexista. ¿Por qué los chicos consiguen toda la
diversión? No existe ningún Harry en mi versión.
Suspiro. —De acuerdo. Está bien. —Probablemente tiene razón acerca del
tráfico—. Así que… ¿podrías recogerme después del partido?
—¡Ja! ¡Como si fuera a dejar que te escaparas de esta ocasión
monumental! No, mi pequeño abejorro, no te recogeré después. Te llevaré
conmigo.
—No. Ni hablar.
—Tengo dos entradas y nadie con quien ir. Ben me rogó que te llevara.
¿En serio me dejarás ir sola? Qué triste. ¿Nuestra amistad vale tan poco para ti?
Se me desploma el corazón. ¿Así es como se sintió Ramona cuando se

318
mudó sin siquiera mirar atrás? —¿Soy una mala amiga?
Sus ojos se suavizan y se muerde el labio inferior. —No. Para nada. De
hecho, te amo demasiado. Es solo que… —Traga—. Necesito que vengas, ¿sí?
La súplica en su voz me hace ceder. Nunca me pide nada. ¿Me dolerá ver
jugar a Rider? Sin duda. ¿Puedo rechazar a Sienna? No.
Pero entonces añade: —Escúchame. Digamos que, en el hipotético caso de
que Rider y tú arreglen las cosas, ¿verdaderamente quieres perderte lo que sin
dudas será un gran partido en su carrera, quizás el más grande de su carrera
universitaria?
Ugh. Si existe la más mínima posibilidad de que terminemos juntos, tiene
razón. Es probable que me odie por perderme el partido cuando Sienna tiene
entradas y se está ofreciendo a llevarme.
Se me hunde el corazón mientras mi estómago se tensa. No estoy lista
para volver a verlo. Pero tampoco estoy segura de que pueda alejarme.
—Eres buena en las negociaciones importantes.
Cuando se lanza a abrazarme, me río. Algo que no creí que fuera capaz
de hacer hoy.
Tal vez ver el partido no sea tan malo.
Traducido por Julie
Corregido por Jadasa

—Tiene que ser una broma. —Fulmino con la mirada a Sienna, quien
intenta pintarme rayas moradas bajo los ojos.
—En absoluto. Estamos por enfrentarnos a nuestros mayores rivales. La
energía de todos y cada uno de los aficionados allí presentes importa. —Señala
con un dedo las filas de personas que se dirigen al estadio—. ¿Quieres estropear
su magia? Por supuesto que no. Somos jugadores de equipo. No importan tus 319
diferencias con Rider. Esos tipos son nuestros vecinos y nuestros amigos. ¿No
es cierto?
Maldita sea. Tiene razón. A pesar de mi problema con Rider, amo a esos
grandotes.
Tú también amas a Rider, tonta.
Resoplo un gemido. —¡Bien!
Sienna sonríe ampliamente. —Genial. Ahora sé buena y ponte esto. —Y
mi compañera de piso me empuja una camiseta de los Broncos—. Date prisa,
vamos a llegar tarde si te entretienes más. Y necesito algunos bocadillos y otras
provisiones. También tengo que orinar. —Aprieta las rodillas y hace un
bailecito en el aparcamiento.
—¿Siempre has sido tan insistente y nunca me he dado cuenta? —
Entorno los ojos hacia ella mientras me pongo la camiseta por encima de mi
blusa negra. Hace mucho frío fuera, así que ¿qué es otra capa? Nadie la verá
bajo mi chaqueta, y si poniéndome esto consigo que se calle, lo haré. Además,
con decenas de miles de fans, no es que Rider vaya a fijarse en mí.
Cierro los ojos contra el tsunami de emociones que me viene cada vez
que pienso en él.
Es un partido, Gabriela. Irás, animarás porque no eres un bebé grande.
Disfrutarás del tiempo con Sienna. Después te escabullirás con el rabo entre las piernas
y visitarás a Kat y Tori. Entonces tendrás tiempo para calmarte.
Todo tiene sentido en mi cabeza.
Puedo ser una buena deportista.
Por mucho que quiera refunfuñar por haber sido arrastrada al partido, es
difícil ignorar la energía contagiosa de la multitud a medida que nos dirigimos
a nuestros asientos. Pero mi desconfianza aumenta a medida que bajamos las
escaleras del estadio. Cada vez nos alejamos más.
—¿Dónde están exactamente nuestros asientos?
Sienna murmura algo que no puedo entender.
—¿Qué has dicho?
—Están en la sección de amigos y familiares.
Oh, qué diablos. —Estás bromeando. —Me detengo tan rápido que el
tipo que está detrás de mí choca conmigo y casi me hace caer por unas escaleras
de cemento.
Sienna se da vuelta y trota para tomarme de la mano y tirar de mí. —No
puedo dejarte en ningún sitio. Vamos. Esto es increíble.
Cuando llegamos a la maldita primera fila y nos detenemos frente a la
320
línea de las cincuenta yardas, creo que voy a vomitar. —¿Así que este es el lado
de los Broncos? ¿Los chicos se sentarán ahí? —Señalo la fila de bancos que hay
justo delante de nosotras.
—Exacto. ¿No es genial? —Con un fuerte codazo en mi costado, me
pregunta—: ¿No te alegra que hiciera que te arreglaras?
Miro a mi alrededor. Todo el mundo, y me refiero a todos, llevan los
colores de la universidad y la cara pintada.
—Yo... sí... quiero decir... —Estoy tan abrumada que no tengo palabras.
Me abraza tan fuerte que chillo. —¡Gracias por venir conmigo hoy! —
Entonces empieza a saltar conmigo en brazos, así que me veo obligada a saltar
como una idiota—. Estoy emocionada por ver jugar a mi chico.
—¿Cómo va todo? —le pregunto cuando me suelta. Últimamente, no ha
hablado de su hombre misterioso, y no quería entrometerme.
—Genial.
—Entonces, ¿mi hermano te dio estas entradas o te las dio tu amigo? —
Tuve algunos asientos de primera clase en mi primer año, pero estos son una
locura. No estoy segura de que Ben pueda conseguir asientos como estos.
No tiene la oportunidad de responder porque el locutor aparece en el
altavoz y grita: —¡Un aplauso, Charming! Ayúdennos a dar la bienvenida a los
invictos Broncos de Lone Star.
“Paradise City”, de Guns N' Roses, resuena en el estadio, y ochenta mil
aficionados enloquecen cuando los chicos salen del túnel lleno de humo.
También aplaudo y grito. Canto todas las palabras. No puedo evitarlo.
Bree se une a nosotras y las tres animamos a los chicos. Inmediatamente
busco a Rider. Está hablando con su entrenador y se ve fresco como un pepino.
Dios, está guapísimo con su uniforme de fútbol. Esos pantalones blancos
deberían estar prohibidos, le quedan muy bien.
—¡Te amo, Rider! —grita una chica detrás de mí.
Y el hombre mira en mi dirección.
Estoy de pie en un mar de gente, pero parece que él y yo somos las
únicas personas aquí. Todo se ralentiza. Mi corazón. El aire que me rodea. La
tierra detiene su rotación alrededor del sol mientras nos miramos fijamente.
Considero lo que me dijo Sienna antes, sobre que estos jugadores son mis
amigos, y decido que quiero estar aquí para Rider. No importa lo que pase

321
entre nosotros, quiero apoyarlo. Hoy es uno de los días más importantes de su
carrera, y después de todo lo que hemos pasado juntos, lo menos que puedo
hacer es animarle contra sus mayores rivales.
Gesticulo con los labios: Buena suerte.
Una lenta sonrisa se dibuja en su hermosa boca en tanto me guiña un ojo.
Al menos, creo que es para mí, aunque la gritona que está detrás de mí
exclama algunos comentarios muy gráficos sobre lo que le gustaría hacerle a
Rider después del partido y cómo le encantaría también tener su bebé.
Tank le da una palmada en la espalda, nos saluda con la mano y lo
aparta.
—Mierda —susurra Sienna—. Casi me quedo embarazada ahora mismo.
Por favor, dime que van a hacer las paces después de esto. Ningún incienso del
mundo limpiará tu karma si no conseguimos alguna resolución positiva. —Me
da un codazo de nuevo—. Preferiblemente desnudos, ¿tengo razón?
—Ya veremos. No quiero tomar ninguna decisión precipitada alimentada
por este espectáculo circense.
Sus dedos chasquean en mi cara. —Si no hablas al menos con él después
de todo esto, no te lo voy a perdonar nunca.
Me río y sacudo la cabeza. —De acuerdo, señorita Mandona.
Admitiré que es difícil seguir enfadada con él.
Bree me da un codazo desde mi otro lado. —Haz que se esfuerce.
Estoy acurrucada con mis amigas cuando veo a Miranda y a Zoe de pie, a
unas cuantas filas de distancia, mirándome fijamente. Miranda lleva un cartel
que dice “¡Rider, ve hasta el fondo!” con una foto de Jennifer Lawrence en Los
Juegos del Hambre cuando levanta la mano como tributo. Ella y Zoe llevan
camisetas que dicen “He montado un Bronco”.
Pongo los ojos en blanco.
Aunque una minúscula parte de mí admite que esa camiseta es bonita.
Vuelvo a pensar en sus mensajes. Si es verdad lo que dice Rider, Miranda
no supone una amenaza. Y nos debo a los dos el escucharle y dejar que me
explique por qué salió con ella.
Para cuando empieza el partido, estoy demasiado concentrada en el
campo como para preocuparme por ella.
El partido es intenso. Tanto que apenas respiro en la primera mitad. Los
Longhorns se ponen rápidamente por delante, pero entonces Rider lanza dos
touchdowns y nos vamos empatados al intermedio.

322
Pierdo la voz en algún momento del tercer cuarto, y para el cuarto, me he
comido todas las uñas.
Cuando entramos en los últimos cinco minutos de juego empatados, de
nuevo, estoy tan ahogada que apenas puedo respirar.
Es entonces cuando por fin admito la verdad: estoy loca por Rider.
Traducido por AnnyR’
Corregido por Jadasa

Estoy tentado.
Por primera vez desde que vi a Gabby y Sienna en mis asientos, dejé que
mis ojos vagaran hacia donde ella estaba parada con las manos entrelazadas
debajo de la barbilla.
Si alguien me preguntara por qué quiero ganar el partido, mi respuesta
automática sería por el equipo. Por el entrenador que siempre me ha apoyado.
323
Por mis compañeros que viven conmigo y que me respaldan.
Pero la razón por la que necesito ganar está acurrucada en las gradas,
sacudiendo su lindo culito, y mi hija, quien probablemente está durmiendo en
los brazos de su bisabuela en esa casa gigante que Adele llama “una cabaña”.
—¿Estás bien, capitán? —pregunta Tank cuando se acerca al grupo.
—Está todo bien.
Ya saben, lo normal, solo tengo que ganar el partido, conseguir un lugar
en los playoffs y recuperar a la chica.
Y nada de lo que he planeado para recuperar a la chica funcionará si no
ganamos. No soy idiota, solo porque Sienna torció el brazo de Gabby para
llegar aquí no significa que me haya perdonado. Sé que hoy tengo mucho
trabajo por delante.
Pero lo primero es lo primero, estamos empatados a cuarenta con tres
minutos en el reloj.
Sin presión.
Respiro hondo.
—¿Quién está listo para ganar esto y sacar a los Horns de su miseria? —
les pregunto a mis chicos. Sus ojos brillan con intensidad mientras gritan de
acuerdo.
Tuvimos un retorno de mierda en el despeje, así que estamos buscando
setenta yardas para un touchdown. Todavía no necesitamos un Ave María, y no
estoy listo para arriesgarme cuando haya tiempo en el reloj.
Cuando salimos del grupo, despejo mi cabeza de todo excepto de la
jugada que necesito ejecutar.
Sonrío para mis adentros. He estado muriendo por intentar esto toda la
temporada.
La pelota llega.
Me meto en el área de defensa y finjo buscar campo abajo. Simulo un
pase a Ben con la mano derecha, pero el balón está en mi izquierda, y se lo
entrego a Winston cuando pasa a mi lado y corre hacia el campo.
Una hermosa entrega de la Estatua de la Libertad, me digo a mí mismo.
Corre cuarenta yardas. Joder, sí.
Primer down con treinta yardas restantes.
Por desgracia, nos empatan en la siguiente jugada y todavía necesitamos
veinticinco yardas con un minuto para el final. 324
En el siguiente tiempo, UT bombardea, y esos cabrones me atacan a toda
velocidad.
Una pared de ladrillos de uniformes marrones se mete en mi camino, y
yo esquivo al primero, pero el segundo me golpea el hombro izquierdo,
empujándome hacia atrás.
Dios, no.
Me patearé el trasero si lo arruino.
Tambaleando, le suplico a los dioses de la gravedad que me mantengan
en pie.
Con un segundo de sobra antes de caer de culo, mi visión periférica se
engancha en ese hermoso uniforme de Bronco en la zona de anotación, y lo
lanzo sobre los cuerpos que se cierran sobre esa pequeña ventana.
Golpeo el suelo con fuerza, me quedo sin aire, pero estoy demasiado
ocupado tratando de averiguar si clavé ese pase como para respirar.
Un silencio desciende sobre el estadio. Un millón de vidas se condensan
en esa fracción de segundo.
Entonces el público ruge cuando Trevor atrapa mi pase para hacer un
touchdown, y yo jadeo por aire.
Demonios sí. Parece que vamos a ganar este partido.

De pie en la línea en tanto clavamos el punto extra en el poste de la


portería, sonrío cuando mis compañeros de equipo me golpean en la espalda.
La multitud es tan ruidosa que no puedo escuchar nada excepto el rugido de
emoción.
Me dirijo a las gradas, como lo he hecho en tantos partidos, pero cuando
mis ojos se fijan en Gabby, me doy cuenta de que tengo una familia. Maldita
sea, la he extrañado.
Ella, Sienna y Bree están saltando y gritando, pero cuando siente que la
estoy mirando, Gabby se vuelve hacia mí y gesticula con su boca: ¡Oh, Dios mío!
¡Lo hiciste!
Y en el momento en que nuestros ojos se conectan, no hay confusión

325
entre nosotros, ni discusiones, malentendidos o sentimientos heridos. No tiene
idea de lo mucho que significa para mí que haya dejado toda nuestra mierda a
un lado y haya venido hoy a apoyarme.
Me hace amarla aún más.
La multitud comienza a apresurarse por el campo cuando se acaba el
tiempo. Una masa de fanáticos se dirige directamente hacia nosotros. Contra el
tráfico, corro hacia las gradas y salto para colgarme de la barandilla. La sonrisa
hermosa de Gabby me recibe, pero antes de que pueda decir algo, me inclino,
agarro su hermoso rostro y la beso.
Tan pronto como nuestros labios se encuentran, todas las piezas del
rompecabezas encajan.
Esto es lo que me faltaba en la vida. Esta mujer de aquí. Y ahora que
tengo a Gabriela, no la voy a dejar ir.
Traducido por Julie
Corregido por Jadasa

Sonrío contra su boca mientras termina un beso en el que probablemente


seguiré pensando cuando sea vieja y canosa.
—Vamos, cariño. —Rider hace un gesto como si quisiera que escalara la
barandilla.
Mis ojos se abren de par en par. Miro a mi alrededor. Todos los demás se
dirigen al campo para celebrarlo.
326
Bree hace un gesto hacia el campo. —Chica, mueve el culo hasta allí.
Mi compañera de cuarto me hace señas para que vaya.
Acerco a Sienna y Bree en un abrazo de grupo. —Gracias. Por todo. —No
estaría aquí ahora para celebrar esta victoria con Rider si no fuera por Sienna, y
Bree me ha escuchado quejarme toda la semana.
—Ve por tu chico antes de que la súcubo intente arruinar nuestro
momento —susurra Sienna.
Miranda se acerca corriendo a nuestro grupo y empieza a halagar a
Rider. Él le hace un gesto para que se acerque, ya que está colgado de la
barandilla. Cuando se inclina, gruñe: —Aléjate de Gabby. Si te vuelves a acercar
a ella, pediré una orden de alejamiento. ¿Está claro?
Se queda pálida y sus pestañas comienzan a agitarse. —Pero Rider, pensé
que quizás...
—Lo digo en serio. Retrocede de una puta vez.
Bree le da un empujón y murmura algo en su dirección mientras
Miranda se aleja.
Y entonces Rider se acerca a mí y me dedica la sonrisa más sexy. —Te
tengo, Gabs. Confía en mí.
Confía en mí.
Exhalo un suspiro. ¿Puedo confiar en Rider?
Mientras miro sus ojos grises rebosantes de emoción, todo en mi corazón
me dice que puedo.
Hago una pequeña oración para no morir mientras balanceo una pierna,
pero él está ahí para atraparme antes de que me rompa la cara.
Estoy a punto de plantar los dos pies en el suelo cuando me levanta en
sus brazos. Me río cuando me besa y me hace girar.
—Me alegra que pudieras venir.
Y pensar que casi me pierdo este partido. Sienna tenía razón. Nunca me
habría perdonado no haber venido hoy. —¡Estoy tan orgullosa de ti! Lo
lograste.
—Lo logramos. Tú y yo. Poppy y yo nunca habríamos sobrevivido sin ti.
Si no hubieras enviado a Adele el otro día, ni siquiera estaría aquí hoy. Te debo
tanto que no sé por dónde empezar.
Esas palabras me golpean con fuerza, y le dedico una sonrisa llorosa.
Volvería a hacer todas esas cosas porque te amo. Quiero decirlo. Casi lo digo,
327
pero alguien me golpea por detrás y me acobardo.
Él frota su nariz contra la mía, sin que parezca importarle que cientos de
aficionados se abalancen sobre el campo a nuestro alrededor, dándole
palmaditas en la espalda, compitiendo por la atención, pero él solo me ve a mí.
—Estamos haciendo algo en honor al entrenador ya que este es su último
partido en casa, pero ¿puedes quedarte para que podamos pasar el rato después
de todo esto? ¿Para que podamos hablar?
Asiento, odiando que no hayamos aclarado las cosas. Evidentemente,
tengo que saber toda la historia de lo que pasó con su padre en esa llamada
telefónica de principios de semana, pero por la forma en que me mira Rider,
está tan emocionado de tenerme aquí como yo de verlo a él.
Entrelazando sus dedos con los míos, me arrastra a través de la multitud
hasta que llegamos a un escenario improvisado donde se está reuniendo el
equipo. Con un beso de despedida, sube al trote. Pero cuando Ben me ve, salta
del escenario y se dirige hacia mí.
Me quedo sin palabras cuando me envuelve en un abrazo.
Cuando me deja en el suelo, le pongo la palma de la mano en la frente
húmeda. —¿Estás bien? ¿Te han causado una conmoción cerebral?
—Listilla.
—Hace falta ser uno para reconocer a otro.
Nos sonreímos el uno al otro. —Felicidades, hermano. Estoy orgullosa de
ti.
Cuando Sienna aparece a mi lado, la levanta en un abrazo también.
Ella se ríe. —Estás sudado.
—Hueles increíble —es su respuesta.
Mis ojos se abren de par en par. ¿Qué sucede? Porque estoy bastante
segura de que está saliendo con algún otro chico del equipo.
Cuando Ben vuelve al escenario, le tiro de la mano. —¿Mi hermano y tú
tienen algo que yo no sé?
Se sonroja, pero niega con la cabeza. —Nunca rompería el código de las
chicas de esa manera.
Tengo muchas preguntas, pero la presentación está empezando y tengo
que morderme la lengua.
Bree se une a nosotras y vemos cómo el entrenador Sullivan se emociona
cuando los jugadores le entregan una enorme placa de cristal grabada. Después
de decir unas palabras que hacen que todos se limpien los ojos, llama a Rider.
—¡Es hora de entregar el balón del partido! Así es como se ve tener el corazón
328
de un campeón.
Le da el micrófono a Rider, y el público enloquece. Describe cómo Sully
le ayudó a convertirse en el mariscal de campo que es hoy. Le agradece a sus
otros entrenadores y a la línea ofensiva antes de fijar contacto visual conmigo
mientras sostiene su balón. —Me gustaría dedicar esto a mi hija y a mi preciosa
novia Gabby. Te amo, cariño. Gracias por apoyarme. Prometo que siempre te
apoyaré.
Oh, Dios mío.
Mis amigos gritan de emoción en tanto las lágrimas se agolpan en mis
ojos, y le grito las mismas palabras: —¡Yo también te amo, Rider!
La espera para verlo luego de la rueda de prensa y el alboroto posterior
al partido parece eterna, pero cuando por fin se acerca a mí con su traje, me
lanzo a sus brazos.
Y me prometo a mí misma que nunca lo dejaré ir.
Traducido por Julie
Corregido por Jadasa

Conducimos en silencio, con mi mano entre las suyas mientras atraviesa


la ciudad. El sol se pone y proyecta largas sombras sobre el cuidado césped.
Después de no verle en toda la semana, mi cuerpo bulle de emoción por estar
de nuevo cerca de él. Adele está cuidando a Poppy hasta mañana por la

329
mañana, y tenemos toda la tarde para hablar de todo.
Cuando llegamos a su entrada vacía, frunzo el ceño. —¿Dónde están
todos? Hemos sido prácticamente los últimos en salir del estadio.
Lleva mi mano a su boca y me da un beso. —Salieron.
—Me imaginaba que a estas alturas tu casa estaría rebosando de gente.
—Esta noche no. —Sonríe ante la confusión en mi rostro—. Ya me cansé
de las fiestas. Tengo las manos llenas con una hija, la escuela, el fútbol y una
novia.
Siento en mis entrañas como si un campo entero de mariposas hubiera
echado a volar. Creo que nunca me cansaré de oírle llamarme así.
Después de bajarnos de la camioneta, se acerca para abrirme la puerta.
Me cierra la chaqueta y me da un beso en la frente antes de engancharme el
brazo en el suyo y guiarme por su casa. Salimos al patio trasero, donde me
quedo boquiabierta. Solo he estado aquí una vez, y aunque tiene instalaciones
agradables con piscina, jacuzzi y bar, no lo describiría como romántico.
Pero ahora es definitivamente romántico.
—Espera un segundo. —Se pone detrás de la barra, acciona unos cuantos
interruptores y la hoguera se enciende al mismo tiempo que una música suave
sale de unos altavoces. Aunque es diciembre y ha hecho frío toda la tarde, ahora
no está tan mal, pero esto es Texas, así que es de esperar este tipo de clima
loco—. Los chicos limpiaron el jacuzzi para nosotros; de manera que, si
queremos darnos un chapuzón, está todo listo.
—Esto es hermoso. —Luces blancas centelleantes zigzaguean de un
extremo a otro de la cubierta. Junto al jacuzzi, hay todo tipo de postres y
champán. De detrás de la barra, saca una caja y la abre para mostrarme una
humeante pizza de champiñones, aceitunas negras y pepperoni. Mi favorita—.
¿Has hecho tú todo esto?
—Tuve un poco de ayuda. Bree y Tank decoraron. Olly hizo que unos
amigos prepararan la comida después del partido para que estuviera caliente.
—Una sonrisa tímida cruza sus labios—. Ben te consiguió las entradas, y
Sienna... bueno, puede que haya arrancado algunas bujías de tu coche.
Se me escapa una carcajada. —Es broma.
—Nop. Tenía que conseguir que mi chica me diera otra oportunidad, y
eso significaba llamar a las tropas.
Me atrae hacia él y le paso los brazos por el cuello. —Escucha, lo siento...
—Quería disculparme...
Sonrío cuando se inclina para besarme. —Adelante.

330
Sacude la cabeza. —Soy un idiota. Una vez que lo vi desde otra
perspectiva, me di cuenta de que tenías razón al cuestionar a Miranda. Siento
mucho que te haya enredado en sus tonterías. No puedo creer que te hayan
despedido. He estado destrozado por eso.
Me duele el corazón, todavía magullado por los golpes recibidos esta
semana, pero ayuda escuchar estas palabras. —Gracias por decir eso.
Obviamente, Archer no es el lugar para mí. Barstow me trató como una mierda
todo el tiempo, pero cuando me despidió fue brutal.
—Lo siento mucho, cariño. —Sacudiendo la cabeza, Rider aparta la
mirada—. Eso es lo raro. Que Miranda me ofreciera ayuda legal ante toda la
mierda de la paternidad y sin embargo su padre se encontraba ocupado
despidiéndote. Y Bree dijo que tenía fotos tuyas que no fueron publicadas en
ningún blog. —Hace una pausa—. Le pregunté a Miranda sobre eso.
—¿Qué dijo?
—Fingió que no sabía de qué hablaba, y cuando le dije que era mentira,
intentó coquetear conmigo.
Lo fulmino con la mirada. —¿Y? ¿Tienes algo más que sacar de tu pecho?
¿Necesito darte un puñetazo en la garganta? —Me burlo, pero solo un poco.
Una lenta sonrisa se dibuja en su boca. —Lo único que necesito declarar
es que te amo, Gabriela Duran, y que nunca me enrollaría con nadie, aunque
estuviéramos discutiendo o distanciados.
Se me llenan los ojos de lágrimas e intento parpadear para contenerlas,
pero una consigue deslizarse por mi mejilla. Acuna mi rostro y me la limpia
suavemente con el pulgar.
—Para que quede claro, el martes estuve hablando con ella sobre la
oferta de su padre de ayudarme con un abogado, que, para que conste, no
acepté. Pero eso es lo único que pasó. Lo juro por mi carrera. Sé que esta ha sido
la semana más jodida de todas, pero incluso con toda la presión que he tenido
esta semana: la audiencia, el partido, nuestra discusión, que Poppy se resfriara,
nunca haría nada turbio a tus espaldas.
—Te he extrañado. —Mi voz se quiebra cuando me doy cuenta de lo
cerca que estuve de huir y de echar a perder algo tan bueno en mi vida—.
Estaba tan dolida por todo. Que me despidieran, y luego verlos a ti y a Miranda
con aspecto de haber retomado lo que dejaron a principios de este semestre.
Se encoge de hombros, con los ojos serios. —No pasó nada entre
nosotros.
Resoplo. —Lo entiendo. Probablemente no ayudó que ella me enfrentara
el día anterior.
—¿Qué?
Recapitulo la horrible conversación antes de suspirar. —Para que quede
claro, fue Zoe quien lo dijo todo, pero Miranda se quedó ahí, dando su visto 331
bueno e intentando quedar como la buena. Pero sí. Básicamente dijo que me
abandonaste en primer año porque querías estar con ella.
Cuando por fin levanto la mirada, la mandíbula de Rider está tensa, y
puedo ver esa pequeña vena pulsando en su sien. —Las cosas no sucedieron así
en primer año. No terminé las cosas para estar con ella, y definitivamente no
dejé ninguna puerta abierta para volver con ella este año. Cariño, he sido claro
con ella de que las cosas se terminaron.
Asiento, ofreciendo una sonrisa de alivio. Escuchar la indignación en su
voz, ver lo enfadado que está con Miranda y sus mentiras, saber que me cree...
esto es lo que necesitaba oír.
—No sabía que ella y Zoe eran amigas. —Me muerdo el labio inferior
mientras pienso en la primavera pasada—. Zoe fue la chica que hizo que me
despidieran de mi trabajo de tutora. Cuando avisé que me encontraba enferma
esos pocos días en los que estuve con mi hipoglucemia, jamás le pasó esos
mensajes a mi jefe.
Cierra los ojos y, cuando los vuelve a abrir, se encuentran llenos de
arrepentimiento. —Miranda estaba conmigo cuando te vi desmayarte. La enojó
que me quedara contigo a esperar la ambulancia. Ella y Zoe eran compañeras
de piso y siempre han sido unidas.
No hace falta que diga lo que ambos pensamos: que Miranda hizo que
Zoe me despidiera de ese trabajo también.
—Lo siento mucho, cariño. —Me vuelve a abrazar con fuerza—. Bree dijo
que varias de las fotos que tenía el padre de Miranda eran de la misma
secuencia.
—Sí, pero solo una fue publicada en algún blog. Aquella en la que estoy
colgada sobre tu hombro, agitando un vaso rojo, pero sacaron más, como si se
hubieran sacado con pocos segundos de diferencia. Eso es lo que me pareció
sospechoso, que Barstow tuviera acceso a todas esas cuando solo una se hallaba
disponible en línea.
—Todo el asunto es jodidamente sospechoso. Me destroza que te hayas
visto envuelta en la locura de Miranda.
Apoyando mi cabeza en su pecho, suspiro. —La fiesta... eso es culpa mía.
Debería haber tenido más cuidado y haber prestado más atención a mi entorno.
Lo curioso es que no me arrepiento de esa noche. Fue una gran victoria para ti y
los chicos, y estoy agradecida por haber podido celebrarlo contigo.
Besa la cima de mi cabeza. —Esa noche también fue especial para mí.
Todo mi pecho se llena de calor cuando pienso en lo que pasó entre
nosotros después de esa victoria. Lo íntimos que fuimos. Lo mucho que
significó para mí toda esa experiencia. 332
Me aclaro la garganta, necesitando decir una cosa más. Pero, Dios, esto es
embarazoso. Excepto que necesito saber la respuesta. —¿Puedo preguntar por
qué nunca fuiste tan lejos conmigo en primer año?
Cuando su expresión se queda en blanco y está claro que no tiene ni idea
de lo que estoy hablando, sigo adelante, a pesar del ardor de mi cara. —Solo
nos besamos. Mantuviste las cosas muy tranquilas cuando no era tu práctica...
habitual. ¿Fue porque yo era virgen? —Le acusé de esto en Target, pero nunca
hablamos de ello—. ¿O porque te dije que era una niña de acogida?
Agarra mi mano y la frota entre las suyas, con una mirada de dolor en
sus ojos. —¿Sinceramente? No me sentía listo para ti, y creo que una parte de
mí se dio cuenta. Sabía que, si íbamos allí, las cosas se pondrían serias, muy
rápido, y no me sentía preparado para ese paso. En mi interior, sabía que eras
una chica para siempre.
¿Una chica para siempre? Mordiéndome el labio inferior, asiento. —Pero...
¿estás preparado ahora?
—Más de lo que crees. —Me besa la frente—. Y por supuesto que no era
por ser una niña de acogida. Has visto mi triste excusa de hogar. Jamás te
juzgaría por el lugar de dónde vienes.
Sonrío. En el fondo, ya lo sabía, pero ya que estamos aclarando las cosas,
no quiero aferrarme a ninguna reserva, por minúscula que sea. Si tenemos
alguna esperanza de que lo nuestro perdure a largo plazo, sé que tenemos que
comunicarnos mejor.
Se inclina para darme un beso cuando mi mente finalmente procesa algo
que ha dicho hace unos minutos. —Espera. ¿Poppy estuvo enferma? ¿Qué
pasó?
—Ahora está bien, pero se contagió de un bicho esta semana, lo cual
empeoró todo porque no se sentía bien.
—Pobrecita. —Me siento fatal por no haber hablado antes—. Me gustaría
haber estado ahí para ustedes. Es que... vine el día después de nuestra discusión
y… escuché algo.
Sus ojos se suavizan. —Me escuchaste hablar con mi padre.
—Sí. ¿Cómo lo supiste?
—Al final lo relacioné todo porque Tank dijo que te acercaste cuando él
se iba a entrenar.
Aquel día horrible vuelve a mi memoria y me estremezco. —Ya.
Entonces... —Me aparto, pero él me agarra por la cintura.
—No te vayas. Sé lo que has oído, y siento mucho que haya herido tus 333
sentimientos. Intenté decirle lo que quería oír para quitármelo de encima. Al
igual que esa maldita conferencia de prensa. Quien se encarga de las relaciones
públicas en la escuela me dijo que mantuviera la historia simple, que no quería
involucrarte en ella a menos que estuvieras preparada para soportar a los
hostigadores, y por como estaban las cosas entre nosotros, no sabía con certeza
si querrías ese tipo de presión.
Cuando no lo miro, me levanta la barbilla.
—Gabby, sabes que no tengo ningún problema en reclamarte como mía,
¿verdad? Te amo y estoy dispuesto a decírselo a todo el puto mundo. Eres la
única mujer que ha conocido a mi padre loco. Eres la única mujer que quiero en
la vida de mi hija. Eres la persona que quiero que esté a mi lado durante el
draft. ¿Me oyes? Tú.
Todo en mí se derrite. No quiero seguir aferrándome a esta ira. —Así que
soy tuya, ¿eh?
—Ciento diez por ciento. Y yo también soy todo tuyo. Empezando por
esto.
Y agarra mi mano y la pone sobre su corazón.
Traducido por Julie
Corregido por Jadasa

El ritmo constante del corazón de Rider late bajo mi palma. Deslizo mis
manos por sus hombros y lo miro fijamente mientras las sombras de la hoguera
juegan con su rostro.
—Yo también te amo, Rider. Creo que lo hago desde hace mucho tiempo.
—Si te soy sincero, nunca te superé en el primer año —susurra—. Y
lamento haber huido. Pero ya no lo haré. Ya no soy ese niño asustado. Estoy
334
preparado para esto.
Me besa. Profundo, largo y duro. La electricidad se dispara a través de
mí. Por mi columna vertebral. Bajando.
Y entonces estoy en sus brazos. Mis pies abandonan el suelo y los
envuelvo alrededor de su cintura.
Con una respiración jadeante, separo mi boca y froto su hombro. —¿Te
duele? ¿Necesitas ponerte hielo? —El hombre ha jugado cuatro cuartos del
partido de fútbol más intenso que he visto nunca. Tal vez no debería escalarlo
como si fuera un columpio.
Una sonrisa lobuna se dibuja en sus labios. —Definitivamente tengo algo
que necesita atención —murmura en tanto empuja su enorme erección entre
mis piernas.
Me río y le paso los dedos por el cabello. —Bueno, no podemos permitir
eso. Debería comprobar si hay hinchazón.
—Y encontrarás hinchazón.
Riendo, me deslizo por su gran cuerpo y lo empujo suavemente hacia el
banco que hay detrás de él, donde me sitúo entre sus piernas abiertas. Miro a
mi alrededor, pero los árboles del patio trasero bloquean la vista de sus vecinos.
—Los chicos prometieron estar fuera toda la noche, y nadie puede ver
aquí atrás. Las puertas laterales están siempre cerradas.
—¿Significa esto que eres todo mío esta noche?
—Esta noche. Mañana por la noche. Todas las noches.
Mi corazón se hincha de amor. De gratitud por esta segunda
oportunidad que se nos ha concedido.
Como ahora estoy más caliente con el calor de la hoguera a mis espaldas,
un calentador de patio exterior del que no me percaté antes, y la pared del
sólido cuerpo de Rider frente a mí, me quito la chaqueta y la camiseta de los
Bronco hasta quedarme con mi blusa de manga larga que se abotona hasta la
mitad del pecho.
No soy el tipo de chica que se desnuda en el patio, pero después de un
día de tantas primicias, me siento atrevida.
Con una sonrisa, me desabrocho el sujetador y lo saco por los brazos de
la camiseta. Después de soltarme la coleta y sacudir el cabello, levanto la vista
tímidamente en tanto desabrocho cada botón de la camisa, hasta que se abre en
mi pecho.
—Eres hermosa, Gabriela, por dentro y por fuera. Tan sexy y dulce.
Tengo suerte de tenerte en mi vida. —Alarga el brazo, enreda su mano en mi
cabello y me besa con la boca abierta en los labios, en el cuello y hasta el pecho,
335
donde me aparta la camiseta y se mete en la boca un pezón muy hambriento de
atención.
Gimiendo, dejo que mi cabeza caiga hacia atrás mientras me lame la piel,
acariciando mi otro pecho con su mano enorme.
—Vamos a ocuparnos de esa hinchazón —le digo mientras me arrodillo.
Araño sus musculosos muslos con mis uñas mientras las deslizo por la
suave tela de sus pantalones. —Por cierto, estás muy guapo con este traje. —
Pero no oculta nada cuando está en este estado. Delineo su gruesa longitud con
mi dedo—. Esto parece serio, señor.
Su acalorada mirada hace que me retuerza a pesar de que soy quien lo
desviste. Primero el botón, luego la cremallera, hasta que llego a sus
calzoncillos, que están estirados hasta el borde. Cuando lo libero de la tela, se
levanta para saludarme.
—Me ha extrañado, ¿eh?
—No tienes ni idea. —Se ríe mientras me pasa la mano por el cabello.
Lamo la gota de humedad de su ancha cabeza antes de chuparla.
Suavemente al principio. Me burlo de él con lamidas hasta que suelta un
gemido de dolor.
Verle mirar me excita tanto que aprieto los muslos para aliviar la presión.
Cuando su mandíbula se aprieta, lo llevo al fondo de mi garganta. Lo
acaricio con la mano. Zumba en señal de aprobación cuando me aprieta el
cabello.
Me sorprendo cuando me aparta suavemente de él.
—Me toca a mí. —Su voz ronca me hace vibrar y asiento. Me señala el
jacuzzi—. ¿Quieres darte un chapuzón?
—No tengo bañador. —Me río cuando me doy cuenta de que estoy allí
con la camisa abierta y sus pantalones están a mitad de sus caderas—. Pero
quizá no los necesitemos.
Nos miramos a medida que nos quitamos la ropa. Me estremezco, pero
entonces él me envuelve los hombros con una gruesa toalla.
Arrastra el calentador hasta el jacuzzi y extiende otra toalla. Acaricia el
borde. —Siéntate aquí.
Hago lo que me dice, con curiosidad por saber qué ha planeado.
Estudiando los planos y las crestas de su increíble cuerpo, observo cómo
desciende lentamente al agua. Cuando se coloca entre mis piernas y me empuja

336
suavemente hacia atrás para que me tumbe, me doy cuenta.
Me besa un tobillo, luego el otro, mientras los coloca sobre sus hombros.
Un gemido bajo y sexy retumba en su pecho cuando arrastra un dedo grueso a
través de mí. —Demonios. Estás muy mojada.
—¿Qué puedo decir? Me excita dar.
—Me encanta, joder. —El sonido de su voz se amortigua mientras me
lame. Largas y lentas lamidas que me hacen arquear y gemir. Un dedo se une,
empujando profundamente dentro de mí. Luego dos.
No sé si es por estar en el patio trasero y ligeramente expuesta, o por
estar extendida para él, medio colgando en el jacuzzi con mis piernas sobre sus
hombros, o por la forma en que me toca, como si fuera la mujer más erótica con
la que ha estado, pero estoy culminando en un tiempo récord.
—Oh, Dios, ya estoy ahí. —Mis piernas tiemblan y todo mi cuerpo se
tensa. Me siento tan bien que no puedo contener mi entusiasmo. Un grito sale
de mi cuerpo.
Pero no se detiene. Solo me acompaña. Ralentiza sus movimientos. Pero
el ritmo constante me hace jadear de nuevo.
—Rider. Mi amor. Te quiero dentro de mí. —Me ayuda a sentarme. Estoy
ebria de sexo y mareada por haberme corrido tan intensamente y haber llegado
al límite de nuevo. Cuando me hundo en el agua y en su regazo, gimo por el
contacto—. Te necesito.
—Estoy aquí. Siempre estaré aquí. —Sus palabras susurradas son las
promesas que anhelaba oír de él. Me acaricia suavemente la mejilla. Me besa la
sien—. Déjame agarrar un condón. —Alarga la mano hacia su ropa, pero le
detengo.
—Estoy tomando la píldora si quieres... ir desnudo. —La tomo desde que
decidí volver a salir con él este otoño, pero no me hallaba dispuesta a renunciar
a otro tipo de protección hasta estar segura de que él se comprometería—. Si te
preocupan los accidentes, no tenemos que hacerlo. De hecho, nunca he tenido
relaciones así.
Se vuelve hacia mí y me envuelve en sus brazos. —Eres la persona más
responsable que conozco, así que no, no me preocupa. Y cuando ambos estemos
preparados para tener más hijos, volveremos a hablar de este tema.
Sonrío desde lo más profundo de mi alma, encantada de que hable así de
nuestro futuro. Por supuesto que quiero tener bebés de Rider. Muchos. Algún
día. Una camada de hermanos y hermanas para nuestra hermosa Poppy.
—Yo tampoco he tenido relaciones sin condón —admite—, pero me

337
gusta tener esta primera vez contigo. También quiero el resto de tus primeras
veces.
—Son tuyas —susurro contra sus labios.
Con las manos apretadas en mis caderas, me mira fijamente a los ojos
mientras se abre paso dentro de mí. Es intenso. Sublime a medida que me estira.
Justo al borde del dolor, pero a este lado de la felicidad en tanto me llena y
nuestros cuerpos se frotan el uno contra el otro en el agua.
—Te amo, Gabby. No quiero volver a separarme de ti.
—Nunca más. Es una promesa.
—Siempre vamos a solucionarlo —dice las palabras con fuerza.
—Siempre —jadeo.
Sumergiendo una mano en el agua, frota círculos firmes en mi clítoris
hinchado, y no puedo aguantar más. —¡Rider! —Entierro mi cara en su hombro
mientras me corro. Me atrae con más fuerza y explota dentro de mí.
Nos abrazamos, temblando por las réplicas, acalorados por el agua, el
vapor y la intensidad.
Sonrío contra su piel. —Voy a hacerte muy feliz.
Besa la cima de mi cabeza. —Ya lo haces, cariño. Más de lo que crees.
Traducido por Julie
Corregido por Jadasa

Un mes después…

Una mano presiona contra las mías, que golpean ansiosamente sobre el

338
volante. Me doy la vuelta para mirar a Gabby, quien me dedica una sonrisa
tranquilizadora.
Me señala una valla publicitaria con una foto de nuestro partido del
campeonato, y sacudo la cabeza riendo. —¿El desfile no fue suficiente? ¿El
pueblo necesitaba un cartel gigante?
—La gente del pueblo los quiere, y todo el mundo está orgulloso.
Además, puede que haya dos carteles más.
—¿Hablas en serio?
Asiente y se ríe de mi expresión. —Acostúmbrate, campeón.
—Es raro mirar hacia arriba y ver una foto gigante de mi cara.
Me agarra la barbilla y me da un beso. —Menos mal que es una cara
bonita.
Resoplo y entrelazo mis dedos con los suyos. Solo Gabby podía hacerme
reír hoy. Esta mañana era un manojo de nervios. —Gracias por venir conmigo.
Adele juró que Cricket quería conocernos, pero sigue siendo muy incómodo.
Cricket ha estado en rehabilitación desde que volvió el mes pasado, pero
no podía recibir visitas hasta ahora. Se vio envuelta en algunas drogas más
pesadas cuando se fue al oeste, pero Adele consiguió que aceptara recibir ayuda
si volvía a casa.
—Ni siquiera un Heisman o un campeonato nacional pueden preparar a
un hombre para este tipo de cosas —murmuro mientras miro fijamente las
instalaciones, que parecen un hotel de lujo. Pero al igual que en todos los demás
momentos de locura de este año, Gabby está a mi lado—. ¿Y si vernos la hace
recaer?
—Está en un lugar donde los profesionales pueden ayudarla si tiene
problemas. Por eso Adele estuvo de acuerdo en que era una buena idea hacerlo
ahora, pero si las cosas no van bien, Poppy y yo podemos esperar aquí.
En el asiento trasero, mi hija oye su nombre y balbucea hacia nosotros.
Tengo muchas dudas, pero quiero hacer lo mejor para Poppy, y empezar
con buen pie ahora con Cricket solo ayudará en el futuro. No quiero ser una de
esas personas que discuten por un hijo. Eso no sería saludable para mi hija, así
que estoy dejando de lado mis reservas para intentar arreglar este puente.
Ayuda que Gabby sea tan comprensiva. Después de todo lo que pasó con
Miranda, no la culparía si no quisiera conocer a Cricket o involucrarse hoy, pero
mi mujer es increíble. Dice que Poppy es lo primero y está de acuerdo en que
este es un buen paso.
Mi novia me despide con un beso y me dirijo adentro, esperando estar

339
tomando la decisión correcta.
—Señor Kingston —me saluda una recepcionista—. Lo estamos
esperando. Por aquí.
Me acompaña por un largo pasillo. Esto podría ser el Four Seasons por lo
bien decorado que está. Si no fuera por las cámaras de seguridad y la entrada
principal cerrada, no notaría la diferencia.
Llama a una de las habitaciones y mi corazón late con fuerza cuando
entro detrás de ella. —Cricket, querida, tienes una visita. —La recepcionista
cierra la puerta tras de mí.
La mujer preciosa que me recibe no es lo que esperaba. Para empezar, no
la reconozco. En absoluto. En segundo lugar, parece una princesita de cuento de
hadas con el cabello largo y rubio, pero está tan delgada que podría desaparecer
detrás de las cortinas si se pone detrás de ellas. En tercer lugar, va al grano.
Con una sonrisa avergonzada, se presenta. —Hola, Rider. Soy la nieta de
Adele. —Se retuerce las manos—. Siento haberte drogado y haberme quedado
embarazada.
Por lo que me cuenta Adele, Cricket estuvo tan sorprendida por la fuerza
de esos brownies como yo.
Exhalando un suspiro, fijo una sonrisa en mi cara y le tiendo la mano.
—Encantado de conocerte formalmente. —Tras un tenso minuto de
silencio, lo admito—. Lo siento, pero no me acuerdo de ti.
Hace una mueca. —No pasa nada. Yo tampoco me acuerdo de ti. Y
definitivamente no eres el tipo de chico que una chica olvida.
Me muevo. Me paso una mano por el cabello. —Obviamente las cosas se
me fueron de las manos. Lo siento mucho si... alguna vez hice algo que no
querías que hiciera. —Dios, esto es incómodo.
—Por favor, no te disculpes conmigo. Siento que el imbécil de mi
proveedor me diera una bolsa de hierba con PCP, y que yo hiciera una tanda
extra grande de brownies.
Bueno, eso explicaría cómo Knox aterrizó en el jardín de alguien
desnudo.
Maldita sea, supongo que todos tenemos suerte de que nadie haya hecho
nada extra-loco y haya muerto ese día.
Se frota la mano por el brazo. —¿Poppy está bien?
Sigo sorprendido por su confesión. Carraspeo. —Está muy bien. Está
aquí con mi novia Gabby, si quieres verla —digo vacilante. Adele me garantizó
que se aseguraría de que Cricket supiera que tenía una relación comprometida
para que no hubiera confusión.
340
Su cabeza se mueve hacia delante.
No tengo ningún problema en aceptar sus disculpas por lo que me pasó
ese fin de semana. La gente comete errores. Lo entiendo. Pero sí tengo un
problema con la forma en que dejó a la bebé.
—¿Puedo hacerte una pregunta? —Cuando acepta, le pregunto—: ¿Por
qué dejaste a Poppy en mi casa así? ¿Por qué no hablaste conmigo? No soy un
ogro. Podríamos haber hablado como adultos.
Sus ojos se llenan de lágrimas. —Me horroriza admitir esto, pero... —
Moquea. Se limpia los ojos—. No sabía con certeza quién era el padre. Seguía
viendo a los Broncos en la televisión porque les iba muy bien. Pensé que era
una señal, que tenía que llevar a Poppy con su padre.
Ahora está llorando a mares. Le doy una caja de pañuelos de papel que
está en la mesita. Sintiendo que necesita un minuto, me callo.
Después de limpiarse la nariz, le caen más lágrimas. —Ahora que estoy
aquí y he tenido tiempo de procesar todo, me siento el peor ser humano del
planeta. ¿Cómo pude dejarla así? Podría haberle pasado cualquier cosa. Me
sentí tan abrumada y no pude soportarlo más. Sé que debería haber hablado
contigo o con alguno de tus compañeros, pero me sentía tan avergonzada.
Puede que me lleve algún tiempo asimilarlo, pero después de ver a mi
padre luchar contra una adicción toda su vida y no superarla, quiero que
Cricket sepa que estoy de su lado. Que Gabby y yo estamos de su lado.
—Todo salió bien. No me entusiasma cómo sucedió, pero ella es una de
las mejores cosas que me han pasado. —Le doy una palmadita en el hombro
con torpeza.
No quiero seguir enfadado con ella. La vida es demasiado corta. Sabe
que cometió un error y obviamente quiere enmendarlo. Diablos, no estoy
seguro de saber qué habría hecho yo en su lugar, así que no puedo ir tirando
piedras.
—A Poppy le está yendo bien. La amo tanto. Está creciendo. —Cuanto
más hablo, más tranquila se pone—. Deberías verla con mis compañeros. Es
como si tuviera una casa de tíos. Nunca le falta amor ni atención. Mi novia... —
Me detengo cuando pienso en lo mucho que Gabby ha hecho por mí—. Es
increíble. Me ayuda mucho con Poppy. Gabby la adora. La adora, de verdad.
—¿Entonces no me odias?
Respiro profundamente. —Llevaste al ser humano más precioso durante
nueve meses. ¿Cómo podría odiarte?
Me dedica una sonrisa acuosa. —¿Crees que Poppy se acuerda de mí? —
susurra, con voz dolorosa. 341
Asiento. —Sí, lo creo. ¿Quieres verla?
Cuando acepta, llamo a Gabby al móvil. Unos minutos después, ella y
Poppy entran por la puerta, y mi corazón se llena de calor. Dios, las amo. Beso a
Gabby y tomo su mano.
—Cricket, esta es mi novia Gabby. —Ahora que entiendo cómo se sentía
Gabby antes de que anunciara que estábamos juntos, uso la palabra con “n”
siempre que puedo. No quiero que vuelva a dudar de mí.
Y algún día, pronto, estoy planeando subir de nivel a la palabra con “e”.
Esposa. Porque Gabriela Duran es la indicada para mí.
Mi hija mira fijamente a su madre biológica y sonríe. Le tiende un brazo
a Cricket, pero cuando ésta intenta cogerla, Poppy le agarra las manos a Gabby
hasta que las dos mujeres se colocan una al lado de la otra para que mi diablillo
pueda abrazarlas a las dos.
No tengo ni idea de cómo vamos a superar esto, pero con Gabby en mi
vida, sé que lo haremos. Por el bien de mi nueva familia.
Traducido por Julie
Corregido por Jadasa

Me acurruco junto a Rider y sonrío. Nos estamos congelando, pero no me


importa. Esto es demasiado genial.
—¿Te das cuenta de que estamos sentados en los mismos asientos en los
que estuve hace un año cuando le ganaron a UT? —Quiero decir, exactamente
los mismos asientos.
—¿En serio? —Sus ojos se fijan en los jugadores en el campo. Seguro que
342
quiere saltar allí y jugar con ellos.
Pongo la manta de los Broncos alrededor de nosotros. Bajando la voz a
un susurro, añado: —Este partido no es tan bueno como ese, pero puede que
sea parcial.
Los Broncos están perdiendo.
—Dale a los chicos una oportunidad. Todavía hay tiempo.
Miro fijamente su perfil estoico. Es tan serio cuando está viendo un
partido.
Hoy el equipo le rinde homenaje nombrando una beca en su honor
durante el descanso. El entrenador Sully está aquí, y varios compañeros de
Rider también han venido.
Otro estudiante se detiene al ver a mi novio. —Mierda, eres tú. Amigo,
soy un gran fan. O sea, ¡enorme!
Los últimos doce meses han catapultado a Rider al mega-estrellato de los
atletas, pero sigue intentando hablar con todo el que se le acerca, especialmente
cuando está en el campus.
—Hola. —Rider le dedica una sonrisa relajada, que sé que le supone un
esfuerzo ya que intenta prestar atención al partido. Al equipo le ha costado
mucho la transición a un nuevo entrenador, pero creo que por fin se están
cohesionando bajo un estilo de liderazgo diferente.
Rider charla con el aficionado unos minutos y firma algunos autógrafos,
pero cuando suena el temporizador de su teléfono, se excusa y se dirige a mí.
—No lo olvides. No te muevas o nunca te encontraré.
Señalo el asiento que hay debajo de mí. —Estaré aquí. —Después de
besarme en la frente, me mira fijamente un largo rato—. ¿Qué?
—Nada. Solo me siento afortunado de tenerte. Por cierto, estás increíble
con mi camiseta.
No mentiré. Siempre he querido llevar su vieja camiseta de los Broncos.
—Bueno, estoy increíblemente orgullosa de ti. Ve a buscar más elogios. —Hago
un gesto con la mano hacia el campo. Luego le susurro al oído—: Cuando
lleguemos al hotel, me quitaré todo excepto la camiseta.
—Mm. Me encanta cómo suena eso, Gabriela.
Nunca pensé que me excitaría tanto el sonido de mi nombre.

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Me da un beso que hace que los estudiantes que nos rodean aplaudan.
Me río y lo empujo juguetonamente.
Sin su calor corporal, hace frío y se me entumecen las nalgas mientras
estoy sentada, pero no me importa. Me estoy divirtiendo demasiado. Sus
partidos de la NFL en Dallas son increíbles, pero hay algo realmente especial en
estar en el césped de los Broncos.
Casi se me saltan las lágrimas cuando pienso en estar en este lugar
durante su partido de la UT el año pasado. Si no hubiera cedido y hubiera ido a
ese partido, me habría perdido muchas cosas: el Cotton Bowl. Su campeonato.
El Heisman. Todo su trabajo duro dio sus frutos cuando fue el número uno en
el reclutamiento.
Mi corazón se hincha de orgullo y amor por ese hombre.
Por un momento, cierro los ojos en señal de agradecimiento. Que Rider y
yo hayamos arreglado las cosas. Que lucháramos para salir adelante. Que
somos los mejores amigos. Que todavía estamos locos el uno por el otro.
Y esta noche podemos hacer todo el ruido que queramos ya que Adele está
cuidando a Poppy.
Aunque me encanta mi primer trabajo oficial como profesora en Dallas,
definitivamente me siento agradecida por este largo fin de semana fuera con
Rider y pienso aprovecharlo al máximo.
Durante el descanso, la banda hace un número y luego las animadoras
forman un círculo en el centro del campo. El presidente de la universidad sale
con Rider y el público enloquece cuando lo presentan.
Mi novio acepta un premio, dice algunas cosas bonitas sobre su estancia
aquí, pero luego se asoma a las gradas y se detiene al verme.
—Aquí es donde voy a necesitar su ayuda, Broncos. ¿Ven a esa hermosa
mujer de allí? Gabby, cariño, ¿puedes saludar?
Mierda. ¿Qué está haciendo?
La mujer que está a mi lado me da un codazo. —Está hablando contigo,
¿verdad?
Asiento lentamente, sin palabras. Como me ha pedido, le devuelvo el
saludo, aún más confundida cuando se acerca a mí, con el micrófono en la
mano.
—Gabby Duran es mi mejor amiga. Es todo para mí. La amo tanto que
me da un poco de miedo, si saben lo que quiero decir.
Me quedo boquiabierta.
Le habla al público como si no hubiera decenas de miles de personas en

344
el estadio. —Estos últimos meses he tenido una pregunta muy importante que
me moría por hacerle. Y como el Estadio Lone Star es el lugar donde le dije por
primera vez que la amaba, supongo que no hay un mejor lugar que nuestro
territorio para hacerlo.
El público enloquece. Tengo el corazón en la garganta.
No puede ser.
—Y por lo que sé de las mujeres, hay que hacer el gran gesto, ¿no?
Oh, Dios mío.
—Así que ahí es donde entran ustedes.
Corro hacia la barandilla para poder verle mirando hacia arriba.
—Cariño, nuestros amigos de aquí me van a ayudar. Empezando por el
túnel. —Toda la sección despliega un enorme cartel que dice “¿TE”. Señala el
siguiente que dice “QUIERES”.
“CASAR”.
“CONMIGO?”
La mirada de amor en su rostro acaba por hacerme llorar.
Pero entonces ochenta mil personas empiezan a corear: —¡Di que sí! Di
que sí. Di que sí.
Me tapo la boca con una mano y me agarro a la barandilla con la otra
porque necesito algo para estabilizarme.
Se mete el micrófono en el bolsillo trasero de sus vaqueros y me mira a
los ojos. —Gabriela, te amo con todo mi corazón y mi alma. Eres todo lo que
siempre he querido en una mejor amiga y novia. Hazme el hombre más feliz del
planeta y sé mi esposa.
Entonces escala con fuerza las gradas y salta por encima de las
barandillas, aterrizando frente a mí con una carcajada. Se arrodilla, mete la
mano en el bolsillo y saca una caja de terciopelo negro.
Antes de que la abra, le agarro la cara con las dos manos. —Sí, loquito.
Me casaré contigo.
Toma el micrófono y grita: —¡Ha dicho que sí! —antes de soltarlo, me
atrae hacia sus brazos y me sumerge en un beso. Cuando nos separamos, frota
su nariz fría con la mía y sonríe—. Te prometo que seré un buen marido.
—No tengo ninguna duda al respecto. —Le doy besos por toda la
mejilla—. Prometo ser una buena esposa y madre.
—Poppy y yo tenemos mucha suerte de tenerte.
—Yo soy la afortunada. Te amo, Rider.
Estoy segura de que siempre lo haré. 345
Y así es como empezamos nuestro propio “felices para siempre”.
Próximamente la historia de Sienna y Ben…

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Lex Martin es la autora del bestseller de USA Today, Reckless, Shameless y
la serie The Dearest. Escribe novelas románticas contemporáneas, del tipo
tórrido que espera que sus lectores adoren pero que sus padres eviten. Es una
antigua profesora de inglés en un instituto y periodista independiente, reside en
Texas con su marido y sus dos hijas gemelas. Escríbele un mensaje. Le encanta
saber de los lectores.
Contacta a Lex:
www.lexmartinwrites.com

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