Uno de los mejores modos de afrontar y prevenir las conductas desafiantes
es crear ambientes motivantes, afectivos, positivos, claramente predecibles
y adaptados a los intereses y capacidades de los alumnos/as para facilitarles una organización del espacio y tiempo que favorezca la comunicación, anticipación1; en definitiva, que fomente la autonomía. Igualmente, es apropiado detectar los indicadores o estímulos que provocan la aparición de las conductas desafiantes. Así por ejemplo, imaginemos un alumno/a con discapacidad intelectual moderada y autismo que tira al suelo los objetos que hay encima de la mesa cuando nota una ruptura en su rutina habitual. En este sentido, seria adecuado prevenir este tipo de situaciones evitando la ruptura de rutinas académicas.
Integran un amplio abanico de habilidades que modifican las
situaciones problemáticas, previniendo así la necesidad de presentar conductas problemáticas.
Enseñar habilidades de organización que previenen que la persona se
frustre cuando se enfrenta a la realización de varias tareas.
Ampliar las habilidades de interacción social que le ofrecen a la
persona más oportunidades de hacer amigos.
Enseñar a la persona cómo iniciar actividades por sí misma.
Son las que enseñan a las personas a afrontar o tolerar las
situaciones difíciles. Utilizar técnicas de sensibilización para enseñar a la persona a aceptar exámenes médicos. Enseñarle a relajarse en situaciones estresantes. Enseñarle habilidades de resolución de conflictos. Enseñarle a controlar sus episodios de enfado.