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122952-Text de L'article-170259-1-10-20090127
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ELLIOTT
Imperios del mundo atlántico. España y Gran Bretaña en
América, 1492-1830. Madrid, Taurus, 2006, 830 pp.
Sin duda el nuevo libro de John Elliott, que algún crítico periodístico ha
exaltado como la culminación de un gigantesco fresco historiográfico
que merecería a su juicio el título de “Elliottada”, hunde sus raíces en
dos preocupaciones recurrentes del ilustre profesor británico. Por un
lado, su constatado gusto por la historia comparada, considerada un mé-
todo apropiado para desentrañar las definiciones esenciales aplicables a
procesos o a personajes del pasado, según llegó a teorizar en “Compa-
rative History” (en Historia a debate, ed. Carlos Barros, Santiago de
Compostela, 1993, vol. 3; trad. en su España en Europa. Estudios de
historia comparada, Valencia, 2002, cap. 9) y tal como supo desarrollar
en su famoso ensayo sobre las plutarquianas biografías paralelas del
cardenal Richelieu y el conde-duque de Olivares en Richelieu and Oliva-
res (1984; trad., Barcelona, 1984). Por otro lado, su convicción de que
los estudiosos de la historia moderna de España no pueden de ninguna
manera desdeñar o preterir la historia de la América hispana, so riesgo
de no llegar a comprenderla en su auténtica y profunda realidad, una
toma de posición que ahora se extiende (aunque en menor grado) a la
historia de Gran Bretaña en relación con sus colonias americanas.
Por tanto, la noción de “sistema atlántico” debe ser sometida a una pre-
cisa crítica que tenga presente algunos elementos correctores. El prime-
ro es precisamente la consideración de las distintas situaciones que se
dan dentro de construcciones tan complejas, por lo que las definiciones
que hablan de unas sociedades unidas por una serie de “valores comu-
nes” (concepto ya sospechoso en la elaboración de Pieter Emmer, en el
libro editado por Horst Pietschmann, Atlantic History. History of the Atlan-
tic System, 1580-1830, 2002) dejan fuera muchos de los materiales de
construcción que sirvieron para levantar estas sociedades: la conquista
militar, la sujeción política, la forzosa asimilación cultural, la regulación
mercantilista, el imperialismo ecológico o la implantación del esclavismo,
poco menos que decorativo en las metrópolis europeas pero esencial en
las plantaciones americanas (“Sem Angola non é Brasil”, que decían los
colonizadores portugueses).
En efecto, también en este caso concreto (cuya disección cubre las pá-
ginas finales de la tercera parte), nos tropezamos con algunos rasgos
comunes, que son los más obvios. Las colonias (en realidad esencial-
mente las élites de la población criolla) se sintieron defraudadas por las
medidas adoptadas por parte de los gobiernos metropolitanos más o
menos a partir de la resolución de la guerra de los Siete Años, pusieron
las bases intelectuales para conseguir su emancipación desde el co-
mienzo de ese último tercio del siglo XVIII y finalmente consiguieron su
independencia en el medio siglo aproximado que va desde 1776 a 1824,
sobre la base de una nueva constitución política inspirada en el ideario
liberal, salvo en el caso de las Antillas, que no rompieron sus lazos con
sus respectivas metrópolis sino mucho más tarde, ya en pleno siglo XX
(Cuba y Puerto Rico, en 1902; Jamaica en 1962). Sin embargo, todo lo
demás obedeció a dinámicas diferentes.
pero que no generó ningún conflicto irresoluble entre ellas, del mismo
modo que tras salvar algunos obstáculos finalmente se pudo llegar al
acuerdo respecto al régimen político basado en la igualdad fundamental
de los ciudadanos (eso sí, con exclusión de indígenas y esclavos) y el res-
peto de los derechos inalienables a la vida, a la libertad y a la felicidad (y
a la propiedad implícitamente).
Para terminar, la obra sirve también, entre otras muchas cosas, para es-
tablecer las evidentes y estimulantes virtualidades y las conocidas y
aceptadas fronteras de la historia comparada como fructífero instrumen-
to de reflexión histórica. Una historia comparada practicada aquí, entre
la objetividad y el cariño por el objeto de estudio, y con admirable sabi-
duría y decantada experiencia, por un gran conocedor de la historia de
España y de Inglaterra, de la América inglesa y de la América española.