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II
La Mañana
Cuando deje de hacer fiaca, me incline y salí de la cama, mis piernas, mantenían el
entumecimiento del acto escolar, pero a poco de caminar se me fueron
ablandando, mi camino al baño a lavarme, fue lento y quejoso, pero cuando salí ya
estaba volviendo a mi estado normal, abrí la puerta y escuche voces hablando en el
garaje, pensé que se trataba del tío, que casi todas las mañanas pasa a ver como
esta todo, pero no, esta vez, no era el tío, a poco de llegar, mamá me presento al
veterinario, un viejo canoso, que más que un veterinario se parecía mucho a mi D.
T. y pensé, los tipos de sesenta son todos iguales, gordos, canosos y serios.
En casa, le elegimos un lugarcito lejos del pasillo y de la puerta, para que Greta no
pensará que tiene que cuidarla y se quedará allí durante el día, Greta ya había
cumplido sus diez años hacia dos días, estaba muy vieja, pero su estado de ánimo
se lo achacamos a los celos, típico de los animales domésticos.
Mamá, me miro y sentí como esquivo mirarme a los ojos, no lo entendí, pensé que
estaba enojada, porque ayer al regreso de la escuela había dejado tirado el
uniforme sobre el chifonier y no lo había colgado como siempre me pide.
Y en mi rutina, repase mi día, la escuela, el club, y mis demás tareas, pero mis
pensamientos se apartaron hacia la tristeza que de refilón, logre ver en los ojos de
Greta. Esto me llamo la atención y me fui a cambiar al dormitorio.