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Javier Martínez Puente, 1º C

Gorrita
roja
Gorrita roja iba, como de costumbre, a casa de su amigo a jugar a la playstation.
En el autobús se encontró con un hombre asiático que le preguntó hacia donde se dirigía
y Gorrita roja se lo dijo.
Al llegar a su parada no se dio cuenta que el desconocido bajó tras él.
Se entretuvo en comprar la merienda y unos chuches para compartir con su amigo,
siempre hacia lo mismo. Momento en el que este individuo aprovechó para
adelantársele y encontrar la dirección que le indicó Gorrita roja.
Tocó el timbre y cuando desde el otro lado de la puerta preguntaron quien llamaba,
imitando la voz de Gorrita roja, consiguió que le abrieran.
Empujó y encerró al dueño en el armario, sólo quería llevarse la playstation. Gracias a
su sangre fría no tardó ni cinco minutos en encontrarla y salir huyendo.
Al llegar a casa de su amigo se percató de que la puerta estaba abierta y se oían voces de
auxilio. Corrió hacia el armario, su amigo estaba encerrado en él. Había pasado mucho
miedo pero no estaba herido.
Ya juntos llamaron a la policía y explicaron a los agentes todo lo que les había
sucedido. Según les informaron, en los últimos días, habían denunciado el allanamiento
de otras casas, en todas ellas faltaba la playstation. Hasta el momento no tenían ninguna
pista sólida, pero era probable que el hombre asiático del autobús fuera miembro de la
Yacuza japonesa y hubiera entrado por la fuerza para robar la tecnología que usaban
para jugar. Prometieron investigar los hechos hasta encontrar y detener al ladrón.
Hasta que no apareciese no podrían volver a retomar sus partidas de las tardes.
Sustituirían la playstation por el Pugb mobile.
Gorrita roja aprendió la lección, no volvería a hablar con extraños ni a contar datos
personales a desconocidos y su amigo no volvería a abrir la puerta sin cerciorarse antes
de quien llamaba.
No se volvió a saber nada del ladrón ni apareció lo robado. Tuvieron que ahorrar para
comprar una nueva consola.

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