Burrhus Frederic Skinner nació en Susquehanna Depot, Pensilvania, Estados
Unidos en 1904. Este psicólogo estudió y realizó experimentos en animales para realizar teorías acerca de la conducta. Su principal descubrimiento fue el condicionamiento operante, que nace a partir de los experimentos en perros realizados anteriormente por Iván Pávlov a principios del siglo XX. El anterior condicionamiento es llamado clásico o respondiente, ya que ante un estímulo se obtiene una respuesta conocida o predecible como en el caso de Pávlov, la salivación del perro; sin embargo, este condicionamiento no es provocado a propósito, por esto mismo es llamado también condicionamiento de tipo E, debido a que se enfoca más en el estímulo. En cambio, los experimentos de Skinner se basaron principalmente en “entrenar” palomas hambrientas colocadas dentro de jaulas para que, a través de refuerzos positivos, es decir comida, para provocar el comportamiento deseado del psicólogo. La gran parte de la conducta humana pertenece al condicionamiento operante, ya que las acciones más complejas son determinadas por este al buscar una satisfacción, por esto es llamado también condicionamiento de tipo R, porque se enfoca en la respuesta. Por otro lado, la mayor parte de la conducta biológica es de carácter respondiente.
El condicionamiento operante consta de dos tipos de refuerzos y dos tipos de
castigos. Un refuerzo permite reafirmar o eliminar el patrón de una respuesta y para esto existen el refuerzo positivo y el negativo. El primer refuerzo consiste en todos aquellos estímulos que facilitan la probabilidad de una respuesta, también pueden ser “premios” para provocar la respuesta deseada. El refuerzo negativo es cualquier estímulo que fortalece la probabilidad de eliminar una conducta o acción, retirando así un bien. El castigo es a menudo de aspecto emocional, siendo así de aspecto negativo para incitar que el organismo realice la conducta deseada a cambio de no recibir el castigo. Existen dos tipos de castigo: positivo y negativo, el primero sucede cuando se da un estímulo desagradable cada vez que hacemos una conducta que se pretende reducir o eliminar, y el segundo castigo se basa en la retirada de un estímulo deseado y reforzador por parte del sujeto ante la realización de una conducta concreta, de manera que el sujeto disminuya su frecuencia en prevención de dicha pérdida.