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DEL XVI AL XIX: LAS INSURGENCIAS, LOS condiciones de existencia, las líneas

PRECURSORES Y PRECURSORAS INVISIBLES DE LA de su desarrollo y un carácter especial


(1982: 39). Así podemos entender a la
INDEPENDENCIA DE VENEZUELA gesta independentista como el transito-
rio corolario de un proceso que se ini-
Iraida Vargas Arenas ció cuatro siglos antes, producto de la
actividad sensible y viva de la actividad
total de los pueblos nuestroamericanos,
dentro de sus específicas condiciones
de existencia.
No nos extenderemos en caracte-

C oncebimos que las numerosísimas y constantes rebeliones, protestas,


motines y demás manifestaciones de rebeldía de los pueblos nuestro-
americanos, desde el mismo momento cuando se inició la conquista euro-
rizar cuáles fueron esas condiciones:
baste señalar en tal sentido, que entre
los siglos XVI y XVIII los actos de re-
pea hasta el siglo XIX, formaron parte constitutiva del proceso de indepen- belión populares hicieron a la revolu-
dencia y supusieron actos revolucionarios en tanto obedecieron a proyectos ción independentista nuestroamericana
políticos-sociales alternativos, primero al de la metrópoli, luego al de las socialmente necesaria, pero fue sólo en
oligarquías y finalmente al de la mayoría de nuestros venales gobiernos las primeras décadas del XIX cuando
nacionales. fue históricamente posible. En el curso
46 Es necesario que en el marco de la conmemoración de la independencia Foto: Ramón Elías Pérez de ese largo recorrido durante la con- 47
que se inicia este año, asumamos una nueva definición sobre el carácter quista y en los tres siglos coloniales,
emancipador de los pueblos nuestroamericanos de los albores del siglo las acciones populares fueron forjando las condiciones sociales para una
XIX, alejada de aquéllas acuñadas por una historiografía que los ha relega- transformación social revolucionaria, que gracias a Bolívar cobró cuerpo a
do al olvido, negando su protagonismo en la historia y estigmatizándolos, inicios del siglo XIX. Nos oponemos en consecuencia a la tesis que señala
recurriendo a estereotipos negativos. que fue únicamente el “malestar social” que sufría la elite y los comer-
ciantes criollos de la sociedad venezolana –sobre todo en los años finales
La independencia política del imperio español que se logra en los albo-
del siglo XVIII– lo que determinó la necesidad de una revolución social,
res del XIX debe ser entendida, no como un hecho sino como un proceso,
haciendo caso omiso a lo ocurrido entre los siglos XVI y XVIII que fue
cuya cronología se remonta al mismo momento de la invasión europea.
construyendo y plasmando la liberación nuestroamericana como un pro-
Entendemos como vital destacar el papel jugado en ese proceso por cada
yecto realizable. Podemos afirmar, sin embargo, que la condición colonial
uno de esos pueblos nuestroamericanos, no sólo a finales del siglo XVIII y
golpeó de manera diferente a las distintas clases sociales. Los ricos mantua-
comienzos del XIX, sino también desde el XVI hasta el presente.
nos y los comerciantes criollos resentían la falta de autonomía política para
Según Marx, una revolución surge cuando es históricamente posible y tomar sus propias decisiones de acuerdo a sus propios intereses –sobre todo
socialmente necesaria. El carácter súbito y violento, que dentro de muchas los económicos– y rechazaban los impuestos, siempre en aumento, que de-
posiciones marxistas se le ha atribuido a las revoluciones sociales, no entra bían entregar a la corona. La mayoría de la población, por otra parte, sufría
en contradicción con su carácter procesal. De hecho, Marx y Engels lo vejámenes, esclavitud, pobreza, miseria, racismo y patriarcado, frente no
reconocen cuando señalan que ninguna transformación social parte de un sólo a la corona, sino también ante los mismos mantuanos y comerciantes
vacío, puesto que en toda sociedad… cada generación le da a la que le criollos. Es precisamente por estas manifestaciones de las clases existentes
sigue –como fuerzas productivas– capitales y circunstancias los cuales, que las aspiraciones y objetivos de lucha de ambos grupos sociales, aunque
aunque modificados por la nueva generación, le dictan a ésta sus propias
orientadas ambas hacia el logro de la emancipación, fueron diferentes e
hicieron posible la aparición de dos proyectos políticos disímiles.
A pesar de que la oligarquía del momento, sobre todo a partir de los
años treinta del XIX, gestó y reprodujo la idea de que la liberación del
imperio español fue resultado de un único proyecto (el sostenido por ella
misma), existió otro proyecto alternativo sostenido por los sectores popula-
res. Afirmamos que los sectores populares de nuestros países tenían un pro-
yecto político alternativo, aun cuando no en todos los casos contamos con
documentos escritos probatorios, no porque no existan sino seguramente
porque no han sido buscados. Lo hacemos porque contamos con las accio-
nes de los sectores oprimidos que comenzaron a ocurrir ya desde el XVI.
Todas esas acciones perseguían un objetivo común, un vínculo que conlle-
vó implícitamente una voluntad de luchar de manera sostenida y constante
en contra de la dominación, la tiranía, y la esclavitud y a favor de la justicia
social. Este elemento es común en toda Nuestra América desde el siglo
XVI al XIX. En tal sentido, destacamos las acciones, puesto que ello nos
permite calibrar la vinculación entre pensamiento y acción, entre objetivo
y acción, entre teoría y acción y, porque ello nos faculta para desmontar las
tesis –equivocadas a nuestro juicio– que señalan que los pueblos no saben
48 lo que quieren por lo cual necesitan de una vanguardia que se lo señale.
Foto: MAAO

conjunta. A pesar de ello, los y las indígenas presentaron durante decenas


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El pueblo venezolano, es decir, l@s esclav@s, l@s blanc@s pobres de años fuerte resistencia a la conquista, protagonizando importantes bata-
llamados “blanc@s de orilla”, l@s mestiz@s zamb@s y mulat@s y l@s llas, solos o en unión con los cimarrones.
indi@s, sí sabían qué querían: ser libres de cualquier forma de opresión,
Creemos necesario hacer una advertencia sobre los peligros que entra-
por ello tenían casi cuatro siglos rebelándose. Es posible discernir, sin em-
ñan en la actualidad, las de posiciones acuñadas y sostenidas por nuestras
bargo, que no siempre los actos de rebelión y emancipación supusieron un
historias oficiales que hacen sinónimos los intereses y objetivos de las lu-
accionar conjunto por parte de todos los oprimidos y oprimidas de nuestros
chas de los pueblos nuestroamericanos de los siglos XVI al XIX y los de
pueblos, no sólo porque no compartieran las mismas ideas libertarias, sino
las de comienzos del siglo XIX, vistas como las encargadas de extender la
por razones que se escapaban a su control como eran la incomunicación,
supuesta independencia al resto de los miembros de cada una de nuestras
el aislamiento, y las de orden económicas. En el caso de los pueblos ori-
sociedades sólo por un voluntarismo paternalista. Es pertinente advertir
ginarios venezolanos, por ejemplo, debido a las características genocidas
que dichas oligarquías, aunque llegaron a condescender en la búsqueda de
de la misma conquista y de los primeros años de la colonia, la mayoría fue
la satisfacción de algunas de las necesidades básicas elementales de los
masacrada y l@s sobrevivientes, desestructurad@s como pueblos, quedan-
pueblos, jamás, pero jamás, pudieron aceptar la organización de naciones
do reducidos a un porcentaje ínfimo que se vio forzado a desplazarse a las
independientes que incluyeran la participación de estos en las decisiones
zonas más inaccesibles del territorio, y otro porcentaje fue absorbido por el
políticas y económicas, pues esto habría quebrantado las bases de su propio
mismo sistema colonial. Estos desplazamientos impidieron (a diferencia de
poder y de su misma existencia.
lo ocurrido con los esclavos y esclavas de origen africano que estuvieron
presentes en todo el territorio nacional durante los tres siglos coloniales Por otro lado, debemos apuntar que las historias oficiales subsecuentes
por razones fundamentalmente de orden económico pues era la fuerza de al siglo XIX continuaron con la línea establecida por las oligarquías en los
trabajo sustitutiva de la indígena), que pudieran unirse y actuar de manera años treinta del mismo siglo. De forma tal, esas versiones sobre el proceso
histórico venezolano han sido reproducidas para intentar impedir que la había generado la condición colonial; fueron usadas para descalificar sus
gente común de hoy comprenda y se explique las causas históricas de sus modos de vida, sus culturas, penalizar sus expresiones culturales; sirvieron
presentes condiciones de existencia, marcadas por condiciones de domi- para denostarlo, al acusarlo de ser la causa de nuestro atraso como país, y lo
nación y pobreza. Esa ocultación de las acciones populares ha continuado más importante, esas tesis fueron reproducidas a través de la educación. De
hasta nuestros días. Sus efectos han sido previsiblemente negativos: cada esa manera, se volvieron lugares comunes frases atentatorias al gentilicio y
generación de venezolanos y venezolanas ha tendido a creer que sus luchas a la condición étnica como: “a los venezolanos no nos gusta trabajar”, “los
contra la dominación son únicas, pero lo peor, cada generación se ha mane- venezolanos somos flojos”, “los venezolanos somos vivos”, “nos gusta el
jado con un imaginario que contiene ideas sobre la dominación como úni- bochinche”, “negro tenías que ser”, “indio comido, indio ido”, “negro no
ca de su tiempo y un sector dominador, igualmente único de su momento es gente”, “ten modales, no seas indio”, y un largísimo etcétera. Todo lo
histórico. De esa manera, cada generación desconoce que sus acciones de anterior ocurrió porque, desde el principio, tanto los invasores europeos
protesta y rebelión obedecen a una tradición centenaria de luchas en donde como la oligarquía local nunca llegó a aceptar que las sociedades indíge-
el sector dominante es el mismo; desconocen pues la propia historicidad de nas originarias fueron las que establecieron las bases humanas y materiales
la dominación y la propia historicidad de sus luchas contra ella. sobre las cuales se erigiría posteriormente la sociedad colonial y luego la
Es bueno señalar de la misma manera, que en el caso venezolano muy republicana (Vargas y Sanoja, 1993, 1999).
poc@s saben que sólo cuando se incorpora el pueblo al ejército libertador, Debemos, es nuestro deber como historiadores críticos y comprome-
la gesta independentista tiene éxito. Después de la pérdida de la primera tidos, desmontar las tesis basadas en las ideas hegelianas de que nuestros
república y sobre todo luego del año 1814, Bolívar se percata de que sin la pueblos no sabían lo que querían, tarea que sólo debía ser emprendida por
participación popular la gesta independentista no sólo estaba condenada al una elite de vanguardia, puesto que en ésta reposaba la razón, el conoci-
fracaso, sino también que sus objetivos debían ser, precisamente, la eman- miento y la sabiduría. Debemos extirpar las ideas que han condenado a los
50 cipación de esos mismos pueblos de la dominación de sus oligarquías. Sin pueblos nuestroamericanos del siglo XIX y a los subsecuentes, sistemáti- 51
embargo, una vez finalizadas las contiendas, a partir de la tercera década camente despreciados y vilipendiados, a observadores pasivos del proceso
del siglo XIX, los pueblos nuestroamericanos comenzaron a ser sistemá- de independencia y a “mirones de palo” de los reacomodos y ajustes de las
ticamente caracterizados por las historias oficiales apelando a lo que no oligarquías, luego de las burguesías y las burocracias de la democracias
eran, en lugar de a lo que eran y considerando siempre lo que no tenían, representativas. Es necesario destacar en el caso venezolano, cómo y por
en lugar de lo que poseían, sin ver sus logros ni sus propias convicciones qué ese pueblo se sumó a las luchas de Boves, de Bolívar y de Zamora
y aspiraciones, radicalmente distintas y antagónicas con las oligárquicas, y pues creemos que ese pueblo sí sabía lo que quería y tenía clara la idea de
distorsionando lo que tenían que era congruente con esos deseos populares, que la ruptura de los mecanismos de su exclusión social sólo era posible
pero radicalmente distinto a lo que Europa y las oligarquías de cada uno en esos momentos de manera violenta. Tal fue el caso –como hemos veni-
de nuestros países sancionaban como correcto. Así fueron penalizadas las do señalando– del movimiento independentista venezolano, la sucesión de
repúblicas emergentes por tener pueblos que impedían el “progreso”: en alzamientos, guerras y guerrillas que caracterizaron nuestro primer siglo
Bolivia y Perú los culpables eran sus pueblos integrados mayoritariamente de vida republicana, las rebeliones militares y populares del siglo XX, y la
por los sobrevivientes de los “bárbaros e ignorantes” pueblos originarios; contrainsurgencia popular revolucionaria del siglo XXI.
en Venezuela, era el “rebelde y anárquico” pueblo mestizo de indi@s, es- Debemos extirpar, asimismo, las concepciones sobre las rebeliones,
pañol@s y afrodescendientes; en Argentina, los factores de atraso eran los motines, montoneras, saboteos y similares que sucedieron durante tres si-
gauchos y los indi@s (Alberdi, 2005), etc. glos como actos que no tienen nada que ver con la gesta de la independen-
En el caso venezolano, todas estas tesis antipopulares de la historiogra- cia y visualizarlos como precursores de ella; acabar con las versiones llenas
fía tradicional sirvieron para justificar y legitimar los mecanismos de ex- de denuestos que han convertido esas acciones como expresión del carácter
clusión social del pueblo, incluyendo el mismo derecho a una vida digna al rebelde y, sobre todo, anárquico del pueblo, concebido como turba incons-
mantenerlo sumergirlo en las mismas condiciones de pobreza y miseria que ciente, quien no solo no tuvo éxito con esas acciones sino que no poseía
la capacidad de generar un proyecto político propio. Y si además vemos Las mujeres. Precursoras invisibles de la Independencia de
como esos historiadores consideraron que rebeliones, motines, montoneras Venezuela
y similares fueron protagonizadas por los negros, indios, mestizos y por Cualquiera que analice, aunque sea brevemente, el proceso histórico
todos los pobres que conformaban el pueblo de la Capitanía General de venezolano, no puede menos que concluir que la historia del país fue pro-
Venezuela, por ejemplo, la conclusión lógica a la cual nos fuerza a arribar tagonizada tanto por hombres. como por mujeres, por miembros de la elite
es que el pueblo venezolano no solamente no sabía lo que quería, sino que y por gente del común, por colectivos populares y por individualidades
se rebelaba porque eso estaba en su naturaleza. criollas “blancas”, por colectivos de “blanc@s”, indi@s, afrodescendientes
Quiero recordar que la lucha y la resistencia colectivas han supuesto y mestiz@s. No obstante, las reconstrucciones historiográficas de ese pro-
formas auto-gestadas, por lo tanto propias y singulares culturalmente, de los ceso más conocidas y utilizadas dentro del sistema educativo formal y to-
sectores populares venezolanos (incluyendo por supuesto a los indígenas), dos los mecanismos de educación informal venezolanos sólo reconocen las
sectores que han reinventado continuamente sus luchas abordando nuevos actuaciones masculinas. Esta visión androcéntrica del proceso histórico se
espacios y nuevos problemas. Ese ejercicio ha contado con la cooperación ve fuertemente enfatizada cuando se trata del llamado Período de la Inde-
de múltiples y variados agentes sociales unidos en torno a una misma iden- pendencia, pues es narrado como la gesta ideada por un puñado de hombres
tidad sociopolítica para resolver el problema de la opresión, la discrimina- de origen español, acompañados por un ejército conformado solamente por
ción, la invisibilización, la injusticia en suma. Cimarrones y pueblos indí- hombres; a ello se suma, sin duda, el hecho de que la emancipación del
genas desde el siglo XVI hasta ahora, campesinos y campesinas durante los imperio español es conceptuada como una gesta y no como un proceso, que
siglos XIX y XX, sectores populares urbanos del XX y XXI, todos ellos no abarcó los años finales del siglo XVIII y las tres primeras décadas del XIX.
sólo estuvieron y están conscientes de las causas de aquellos momentos y En consonancia con esa concepción, las versiones historiográficas sobre la
los factores de la misma, sino que ha sido y es ese conocimiento, el que los
52 impulsó para actuar en contra de ella a través de actos revolucionarios.
gesta se han dedicado a destacar los llamados “personajes relevantes mas-
culinos “blancos”, quienes fueron los precursores de la independencia y 53
Ha existido una –para nada inocente– incomprensión por parte de las los conductores del ejército libertador. En suma, no reconocen precursoras
historias oficiales de lo que ha motivado a luchar a los pueblos nuestroame- ni combatientas. Y si alguna participación femenina es reconocida, refiere
ricanos en general y el venezolano en particular desde el siglo XVI hasta a algunas individualidades “blancas”, vinculadas directamente con algún
hoy; por ello se han valido del recurso de minimizar su importancia a través hombre “blanco relevante”.
de la argucia de destacar solamente las figuras que han actuado como líde- Pero, cuando la emancipación del imperio español es vista como el re-
res, y ver la necesidad popular de contar con un líder que reconociera sus sultado transitorio de un proceso centenario, es necesario inevitablemen-
demandas, su resistencia y sus luchas como manifestación de su maleabili- te reconocer la existencia de mujeres precursoras y combatientes. Porque,
dad e ignorancia. Pero lo que no han querido ver esas historias oficiales es cuál otro calificativo le podemos dar a mujeres como la cacica Apacuama
que los pueblos no han necesitado de cualquier líder sino de aquél prove- de la nación Palenque, quien lideró a guerrer@s de varias tribus en 1577
niente de su propio seno, o de aquél con el cual posean una concordancia en contra del ejército realista durante la conquista (Vaccari, 1995), y como
afectiva, porque la afectividad es tan necesaria para el éxito de una revolu- ella miles de mujeres indígenas de distintas regiones y grupos étnicos del
ción como lo son los actos mismos de rebelión y lucha. La afectividad es la país que combatieron junto a los hombres como flecheras (Vargas, 2006) o
base fundamental para la construcción de una nueva subjetividad colectiva. que coordinaron acciones de resistencia ante los invasores en sus diversas
Por ello seremos libres cuando el proceso de constitución de los pueblos comunidades, como la cacica Arara y una hija del cacique Guapay (Vacca-
incluya una subjetividad que permita su construcción no sólo como sujetos ri, 1995). ¿Cómo designar, si no es llamándola combatienta, la valentía, el
políticos sino fundamentalmente como sujetos sociales. coraje, la capacidad de mando de nuestra ilustre antepasada indígena Ana
Soto quien organizó una guerra de guerrillas, al lograr agrupar miles de
combatientes y combatientas? Nos preguntamos ¿fueron o no combatientas
las mujeres “blancas” del grupo que enfrentó al ejército realista en Maturín,
conocidas como “Batería de las Mujeres”, y lograron en 1812 impedir que nuestros pueblos, lo que se ha manifestado tanto en lo cotidiano como en lo ex-
tomara la ciudad?, situación muy similar a la que sucedió en la isla de Mar- cepcional, especialmente en aquellos momentos cuando nuestros pueblos han
garita, cuando mujeres artilleras impidieron que Pablo Morillo tomara la isla alcanzado un límite de tolerancia ante los abusos del poder, irrumpiendo en la
(Mago, 1995). ¿Cómo podemos calificar si no como combatientas a las lla- arena pública rebelándose y protestando.
madas “avanzadoras” o “troperas” que viajaron con el ejército libertador por
todo el territorio nacional participando directamente en las batallas, ya en la Referencias citadas
vanguardia ya en la retaguardia?; o a las mujeres tomadas prisioneras luego Alberdi, Juan B. 2005. Política y Sociedad. Caracas. Fundación Biblioteca Aya-
de la pérdida patriota de la batalla librada en Cuyumuenar ocurrida en 1819 cucho.
(Mago, 1995); ¿cómo calificar a las decenas de mujeres “blancas”, afrodes- López Casto. 1997. Juan Picornell y la conspiración de Gual y España. Caracas.
cendientes e indias que sufrieron vejaciones sin límites como le sucedió a Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. 235.
Ana María Campos que fue condenada por apoyar a l@s patriotas a recorrer Mago, Lila. 1995. El papel de la mujer dentro de la estructura social venezolana
desnuda sobre un burro la ciudad de Maracaibo? (Mago, 1995); ¿cómo po- del siglo XIX. En: La Mujer en la Historia de Venezuela. Caracas. Asociación
demos denominar las actuaciones de mujeres como Josefa Camejo, quien Civil La Mujer y el V Centenario de América y Venezuela. Pp. 283-325.
en 1821, al frente de 300 esclavos propició una rebelión contra las fuerzas Marx y Engels (1982). La ideología alemana. La Habana. Editorial Pueblo y
realistas de la Provincia de Coro y quien ese mismo año, con un grupo de Educación.
15 hombres, se presentó en Bararida, donde enfrentó al jefe realista Chepito Vaccari, Letizia. 1995. La participación de la mujer en la política y la administra-
González y lo derrotó?; ¿cuál otro nombre le podemos dar que no sea el de ción colonial. En: La Mujer en la Historia de Venezuela. Caracas. Asociación
precursoras a los cientos de mujeres que junto a Josefa Joaquina Sánchez Civil La Mujer y el V Centenario de América y Venezuela. Pps.63-90.
formaron parte del movimiento revolucionario liderado por Gual y España Vargas, Iraida. 2006. Historia, Mujer, Mujeres. Caracas. Ediciones del Ministe-
54 en los servicios de inteligencia y logística, desafiando el orden colonial que rio de Economía Popular. 55
prohibía la participación femenina en la vida pública? (López, 1977). Vargas, Iraida y Mario Sanoja, 1993. Historia, Identidad y Poder. Caracas. Fon-
do Editorial Tropykos.
Comentarios finales
Como consecuencia de la reproducción sostenida de las tesis antipopulares
y las androcéntricas por parte de las historiografías tradicionales nacionales,
tanto los pueblos como las mujeres protagonistas de los procesos históricos
nuestroamericanos han devenido invisibles. En nuestras memorias históricas
no existen ni precursor@s ni combatient@s populares, no porque no hayan
existido, sino porque han sido ocultad@s. En la hora presente los diversos pue-
blos nuestroamericanos han demostrado que desean asumirse y auto-represen-
tarse a sí mismos, tanto política como socialmente, que ha sido lo que hasta
ahora les han negado las historias oficiales en todos nuestros países. Esa nueva
visión es imprescindible para que se dé la consolidación de la nueva subjetivi-
dad política y social popular emergente en las condiciones históricas actuales.
Esa subjetividad política común en Nuestra América es necesaria, puesto que
las nuestras historias nos muestran que la plena independencia no fue alcan-
zada con la gesta independentista del siglo XIX, por lo que siguen existiendo
distintas y variadas formas de organización populares que practican formas
de resistencia y lucha que reflejan la continuidad de la tradición combativa de

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