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Resumen
El presente artículo tiene por finalidad recuperar el valor de los textos bíblicos en
la actividad pastoral, cómo leerlos, qué descubrir en ellos y cómo dejarse interpe-
lar por la Palabra de Dios. El propósito es ayudar a usar la Biblia adecuadamen-
te para que, no solo su mensaje llegue a sus lectores, sino para que la Palabra de
Dios contenida en los libros no se quede encerrada en ellos, sino que diga a cada
uno lo que tiene para decir.
Palabras clave: pastoral, lecturas, experiencias, deseos, justicia del Reino
Summary
This article seeks to recover the value of using biblical texts in pastoral activi-
ties, how to read them, what to discover in them, and how to question oneself
using the Word of God. The aim is to help use the Bible correctly so that not
only does its message reach its readers, but also that the Word of God contained
in the books does not stay there, never to be heard, but is able to tell each of us
what it has to say.
Key words: pastoral, lectures, experiences, desires, justice of the Kingdom
of God
Los relatos bíblicos dicen muchas cosas, algunas de las cuales ni siquie-
ra los más especializados en ella son capaces de interpretar o entender2.
Por ende, es razonable que para un creyente de a pie no todo sea com-
prensible, ni aun leyéndola mil veces. Ahora bien, teniendo en cuenta
la dificultad en la interpretación de muchos textos, ¿qué es lo esencial a
contemplar en ella? Anteriormente, recordábamos que los relatos bíbli-
cos son una promesa de salvación, esto significa que cada escrito contiene
un testimonio acerca de Dios, de la humanidad y, muchas veces, de la
creación. En consecuencia, lo que debe observarse con detención en su
lectura es, precisamente:
• Qué se dice acerca de Dios, de Jesús, del ser humano, de la crea-
ción.
• Qué afirmaciones de fe por parte del autor, narrador y personajes
presenta.
• Qué aspectos del ser humano y la realidad denuncia (violencia,
injusticia, muerte, etc.)
Estas preguntas son las que deben plantearse al relato a la hora de elegir
un texto para cualquier actividad pastoral. El texto bíblico escogido debe
ir en consonancia con la imagen de Dios que se busque realzar, celebrar
o revelar (por ejemplo: creador, Padre, misericordioso, que juzga justa-
mente etc.), puesto que no todas las citas sirven para cualquier ocasión.
No es lo mismo animar una liturgia penitencial con la parábola del siervo
2. Por ejemplo, Gn 6,1-4; 1Pe 3,19. En ambos casos los especialistas no se ponen
de acuerdo en su interpretación por los escasos elementos con los que se cuenta
para entender lo que el autor quiso decir.
sin entrañas (Mt 18,23-35) que una con la parábola del hijo pródigo
(Lc 15,11-31). Si bien, ambos relatos pueden iluminar la experiencia, no
acentúan los mismos rasgos de Dios, usar uno u otro dependerá tanto de
la imagen de Dios que se quiera dar a conocer como del itinerario espiri-
tual que se quiera invitar a recorrer.
Esto, a su vez, significa que hay que aplicar una selección razonada a la
hora de escoger una lectura bíblica, pues no todos los relatos o citas se
entienden completamente, si no son leídas desde de su contexto históri-
co como literario. Por ejemplo, si no atendemos a la situación histórica
en la que surge el relato del “ojo por ojo, diente por diente” (Ex 21,24;
Lv 24,20; Dt 19,21), no podemos equiparar su sentido e importancia
con la llamada de Jesús a “amar a los enemigos” (Mt 5,38), que tiene
pleno sentido desde la fe aun fuera de su contexto. La ley del talión, en
cambio, cuando se propuso como palabra de Dios fue importante porque
superaba la moralidad de la época y, en ese sentido, se volvió una exhor-
tación ética para el pueblo. Otro ejemplo son los salmos imprecatorios
(69; 79; 109), aquellos que piden la venganza de los enemigos, estos se
pueden entender desde la situación histórica de sufrimiento en el que
surgen, pero claramente no pueden proponerse como expresión de fe si
no se tiene en cuenta su lugar en la historia salvífica del pueblo de Israel.
Es indudable que hay relatos que en la actualidad son más atingentes que
otros, que aun siendo todos Palabra de Dios, son más útiles y cercanos
para acompañar el presente, una genealogía (Gn 4,18-22) se hace más di-
fícil de leer que una parábola (Mc 4,21-23), un profeta con su mensaje de
denuncia del pecado (Am 2,6-8) es más complejo que escuchar los dichos
de Jesús a la multitud (Lc 4,17-26). Sin embargo, esta dificultad debe ser
examinada, pues, aunque el texto sea complicado, la acción de Dios está
allí, entre líneas y es lo que el creyente está llamado a descubrir. Esas his-
torias, a pesar de su complejidad, se han conservado porque cumplen una
función dentro de la historia salvífica, función que a primera vista cuesta
desvelar, pero que resguardan una verdad que espera ser descubierta.
Cuando se plantean este tipo de dificultades se sugieren dos salidas: pri-
mero, cada vez que se está ante un relato difícil, hay que intentar abordar-
lo, examinarlo y escucharlo para entender qué es lo que realmente quiso
3. ¿Qué escuchar?
Los relatos bíblicos han llegado hasta hoy, primero, por la transmisión
oral y, luego, por medio de la escritura. Lo que subyace al fenómeno de
la transmisión es que quienes conservaron estos relatos tenían la inten-
ción de comunicar, dar a conocer a sus descendientes una enseñanza,
para Israel, sino para toda la humanidad. Las normas que se desprenden
del Decálogo retratan el tipo de convivencia que Dios anhela para los
israelitas, pero, además, el deseo de que Israel sea un ejemplo de vida para
el resto de las naciones 4. Esto significa que la justicia que revela la Ley es
un modo de vida y comportamiento que pone de manifiesto la justicia
que Dios desea para la humanidad. Aunque luego las leyes no se cum-
plieran del todo a lo largo de la historia de Israel, como lo demuestran las
denuncias de los profetas, son un llamado permanente a construir rela-
ciones solidarias, muestran la voluntad de Dios de erradicar la injusticia
social y su recuerdo permanente revela, por tanto, su justicia.
Esta experiencia vivida en el desierto es para Israel determinante en su
forma de comprender a Dios y su acción; por ello es un hecho que se rei-
tera y reinterpreta en muchos lugares de la Biblia, pues nunca se termina
de comprender del todo cómo es Dios y cómo salva. De ahí que, cada
uno de los libros veterotestamentarios, sea un esfuerzo por dar a conocer,
de manera singular, aspectos de la justicia divina que se han ido descu-
briendo y comprendiendo a lo largo de la historia del pueblo. Si bien, no
es un tema explícito en todos, y en algunos es más difícil reconocerlo,
no hay uno solo que no nos sitúe ante un testimonio acerca de cómo es
Dios, pues cada escrito es un esfuerzo del autor, en su tiempo y contexto
histórico, por responder a ello. Cada uno de los libros es el relato de una
o de muchas experiencias salvíficas, testimonios acerca de cómo Dios ha
actuado a favor de su pueblo aplicando su justicia, la cual se revela en su
mirada, su sentir, su apreciación del ser humano, su posición ante el mal
y la injusticia. En este sentido, si el creyente es capaz de reconocer en el
texto cómo y dónde ha actuado Dios en el pasado, posiblemente, se lle-
gue a la respuesta acerca de cómo aplica su justicia hoy.
5. Mc 4; Mt 13; Lc 8.
6. Mt 5-7. Véase M oxnes , H., Poner a Jesús en su lugar. Una visión radical del
grupo familiar y el Reino de Dios, Verbo Divino, Estella 2011.
7. C ostadoat , J., “Cristo liberador, mediador absoluto del reino de Dios”, Teo-
logía y Vida 49 (2008), 97-113.
8. Por ejemplo Gn 4,1-16: ¿de qué trata la historia de Caín y Abel? ¿Cuál es el
conflicto? ¿Qué acciones del ser humano denuncia el texto? ¿Qué rasgos de Dios
revela?