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LAS PEORES CARCELES DEL MUNDO.

Una cárcel está construida para pagar las penas y cuidar a los
sociedad. Hoy en día, cuando hablamos de los establecimientos
penitenciarios los reclusos en una prisión para privarles de su libertad
durante un determinado periodo de tiempo, como consecuencia de
haber cometido una conducta tipificada penalmente como delito, fue
un criterio de política criminal que se implantó durante el siglo XVIII y,
por lo tanto, podríamos decir que se trata de una institución
relativamente moderna. Generalmente, tras sufrir atroces tormentos;
en cuyo caso, lo más probable es que, si lograba sobrevivir a las
torturas, su destino final fuese el patíbulo; aunque también podía salir
de prisión tras abonar una pena pecuniaria la sociedad que te ha
sancionado decidió también olvidarte llevarlo a consumir alcohol o
droga más peligrosa y por un margen considerable. Deja atrás a la
heroína y al crack, según un estudio publicado en la revista científica
The Lancet. Mucho más atrás aún, queda la cocaína. En
Latinoamérica los delitos relacionados con las drogas han ido
incrementando hasta constituirse en la primera causa por la que se
encuentran en prisión las mujeres, a diferencia de lo que ocurre entre
los varones. Esta investigación, al igual que diversos autores, coincide
en que la conducta delictiva femenina es diferente de la masculina: las
mujeres que infringen principalmente la ley de drogas, son menos
violentas, menos reincidentes e inician su carrera delictiva de forma
tardía. Sin embargo, los autores consultados aseguran que la mujer
ingresa al sistema penitenciario frecuente por el tráfico de
estupefacientes, cifras que van en aumento, lo cual se observa en
diferentes países. El fenómeno del acelerado crecimiento de las tasas
penitenciarias de los países de América Latina se fundamenta
principalmente, en que las cárceles no son reflejos de la realidad
criminal, sino de los problemas socioeconómicos que enfrentan los
países, específicamente la pésima distribución de la riqueza, que lleva
a los individuos a tomar comportamientos y conductas delictivas para
poder resolver sus necesidades básicas. Desde otra perspectiva,
estas políticas criminales que empeoran la realidad en las cárceles,
aumentan las condenas establecidas en los códigos penales que no
garantizan la certeza del castigo, más bien someten a los privados y
las privadas de libertad a una larga estadía de encierro que los expone
a adoptar otros modus operandi que modifican y superan el acto
delictivo que los mantiene fuera de circulación dentro de la sociedad.
Lo anteriormente descrito se suma al hecho de que los centros
penitenciarios no cuentan con suficiente personal idóneo que se
dedique a darle atención personalizada a los (as) internos (as) que son
sentenciadas a largas condenas, y los programas de reinserción.

Tatiana González 3-747-2118

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