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1.

Breve introducción

Ética a Nicómaco de Aristóteles es el libro más influyente de la filosofía


moral, que es una consecuencia de la política como la moralidad es la
política de Aristóteles.
Esta obra es uno de los tratados más importantes que se conservan de la
filosofía occidental. Consta de 10 libros, en los cuales el filósofo
reflexiona, entre otras cosas, sobre la felicidad y cómo es posible llegar a
ella, expone sus reflexiones sobre el bien, la felicidad, la virtud, la
templanza o las virtudes intelectuales, entre otros temas.
Aristóteles comienza aceptando sin más la creencia casi universal de que el
Bien es la felicidad.
Los cuatro primeros libros forman un conjunto de dos más dos, dotado de
una cierta coherencia interna como revela su propia estructura formal. Es
probable, desde luego, que I-II constituyan de hecho una unidad, ya que
nada indica formalmente que con II hay un comienzo de algo nuevo. En
cuanto a los otros dos, III contiene rasgos formales que le dan un cierto aire
de inicio, y IV constituye pura y simplemente su continuación, como
demuestran sus palabras iniciales y, probablemente, el final del conjunto:
parece claro que la última frase (y probablemente la penúltima) sean obra
del redactor para crear una impresión de continuidad con lo que sigue.
Aristóteles no da nombre a esta ciencia de la conducta, pero da a entender
claramente que está hablando de Política y que lo hace en calidad de
estudioso de la Política. Este término lo utiliza, de manera ambigua: en
general, referido a todos los escritos sobre la conducta humana, y,
específicamente, a los que tienen por objeto la comunidad política.

El Libro V trata íntegramente el tema de la Justicia y tiene todos los


aspectos de ser un tratado independiente.

En el Libro VI  inicia la investigación sobre la naturaleza de las


denominadas virtudes intelectuales En el Libro VII estudia el problema de
la continencia y de la incontinencia. El en libro VIII inicia un amplio
estudio sobre la Amistad. En el libro IX continúa sus investigaciones sobre
la naturaleza de la amistad. Por último, en el Libro X, Aristóteles analiza la
naturaleza del placer y nos vuelve hablar sobre la felicidad.
2. Biografía intelectual del autor

La filosofía occidental se asienta en la obra de los tres grandes filósofos


griegos de la Antigüedad: Sócrates, Platón y Aristóteles. Pese a la singular
relación que los unió (Sócrates fue maestro de Platón, quien lo fue a su vez
de Aristóteles), la orientación de su pensamiento tomó distintos caminos, y
correspondería a Aristóteles culminar los esfuerzos de sus maestros y
ejercer la influencia más perdurable, no sólo en el terreno de la filosofía y
la teología, sino prácticamente en todas las disciplinas científicas y
humanísticas. De hecho, por el rigor de su metodología y por la amplitud
de los campos que abarcó y sistematizó, Aristóteles puede ser considerado
el primer investigador científico en el sentido moderno de la palabra.
Algunos ejemplos pueden dar idea de hasta qué punto Aristóteles
estableció las bases que configurarían el pensamiento europeo: las teologías
cristiana y musulmana del Medioevo asumieron su metafísica; la física y la
astronomía aristotélicas se mantuvieron vigentes hasta el siglo XVII; sus
estudios zoológicos, hasta el XIX; la lógica, hasta el siglo XX; sus apenas
cincuenta páginas sobre estética se siguen debatiendo en nuestros días.
Su incuestionada autoridad, reforzada desde la Baja Edad Media por el
aristotelismo eclesiástico, llegó incluso a frenar el desarrollo de la ciencia.
De tomarse este hecho como una acusación, habría que dirigirla no al
filósofo sino a sus dogmáticos seguidores; pero más razonable es tomarlo
como ilustración de la sobrehumana magnitud de su impronta y del abismal
adelanto que representó su obra.
Aristóteles nació en el año 384 a.C. en Estagira, una pequeña localidad
macedonia cercana al monte Athos; de su población natal procede una
designación habitual para referirse al filósofo: el Estagirita. Su padre,
Nicómaco, era médico de la corte de Amintas III, padre de Filipo II de
Macedonia y, por tanto, abuelo de Alejandro Magno. Nicómaco pertenecía
a la familia de los Asclepíades, que se reclamaba descendiente del dios
fundador de la medicina y cuyo saber se transmitía de generación en
generación. Ello invita a pensar que Aristóteles fue iniciado de niño en los
secretos de la medicina, y que de ahí le vino su afición a la investigación
experimental y a la ciencia positiva. Huérfano de padre y madre en plena
adolescencia, fue adoptado por Proxeno, al cual podría mostrar años
después su gratitud adoptando a un hijo suyo llamado Nicanor.

En el año 367, es decir, cuando contaba diecisiete años de edad, fue


enviado a Atenas para estudiar en la Academia de Platón. No se sabe qué
clase de relación personal se estableció entre ambos filósofos, pero, a
juzgar por las escasas referencias que hacen el uno del otro en sus escritos,
no cabe hablar de una amistad imperecedera. Lo cual, por otra parte, resulta
lógico si se tiene en cuenta que la filosofía de Aristóteles iba a fundarse en
una profunda crítica al sistema filosófico platónico.

Ambos partían de Sócrates y de su concepto de eidos, pero las dificultades


de Platón para insertar en el mundo real su mundo eidético, el mundo de las
Ideas, obligaron a Aristóteles a ir perfilando términos como «sustancia»,
«materia» y «forma», que le alejarían definitivamente de la Academia. En
cambio es absolutamente falsa la leyenda según la cual Aristóteles se
marchó de Atenas despechado porque Platón, a su muerte, designase a su
sobrino Espeusipo para hacerse cargo de la Academia: por su condición de
macedonio, Aristóteles no era legalmente elegible para ese puesto.

A la muerte de Platón, acaecida en el 348, Aristóteles contaba treinta y seis


años de edad, había pasado veinte de ellos simultaneando la enseñanza con
el estudio y se encontraba en Atenas, como suele decirse, sin oficio ni
beneficio. Así que no debió de pensárselo mucho cuando supo que Hermias
de Atarneo, un soldado de fortuna griego (por más detalles, eunuco) que se
habla apoderado del sector noroeste de Asia Menor, estaba reuniendo en la
ciudad de Axos a cuantos discípulos de la Academia quisieran colaborar
con él en la helenización de sus dominios. Aristóteles se instaló en Axos en
compañía de Jenócrates de Calcedonia, un colega académico, y
de Teofrasto, discípulo y futuro heredero del legado aristotélico.
El Estagirita pasaría allí tres años apacibles y fructíferos, dedicándose a la
enseñanza, a la escritura (gran parte de su Política la redactó allí) y a la
vida doméstica. Primero se casó con una sobrina de Hermias llamada
Pitias, con la que tuvo una hija. Pitias debió de morir muy poco después y
Aristóteles se unió a otra estagirita, de nombre Erpilis, que le dio un hijo,
Nicómaco, al que dedicaría su Ética. Dado que el propio Aristóteles dejó
escrito que el varón debe casarse a los treinta y siete años y la mujer a los
dieciocho, resulta fácil deducir qué edades debían de tener una y otra
cuando se unió a ellas.

Tras el asesinato de Hermias, en el 345, Aristóteles se instaló en Mitilene


(isla de Lesbos), dedicándose, en compañía de Teofrasto, al estudio de la
biología. Dos años más tarde, en el 343, fue contratado por Filipo II de
Macedonia para que se hiciese cargo de la educación de su hijo Alejandro,
a la sazón de trece años de edad. Tampoco se sabe mucho de la relación
entre ambos, ya que las leyendas y las falsificaciones han borrado todo
rastro de verdad. De ser cierto el carácter que sus contemporáneos
atribuyen a Alejandro (al que tachan unánimemente de arrogante, bebedor,
cruel, vengativo e ignorante), no se advierte rasgo alguno de la influencia
que Aristóteles pudo ejercer sobre él. Como tampoco se advierte la
influencia de Alejandro Magno sobre su maestro en el terreno político:
años después, mientras Aristóteles seguía predicando la superioridad de la
ciudad-estado, su presunto discípulo establecía las bases de un imperio
universal sin el que, al decir de los historiadores, la civilización helénica
hubiera sucumbido mucho antes.

Poco después de la muerte de Filipo (336 a.C.), Alejandro hizo ejecutar a


un sobrino de Aristóteles, Calístenes de Olinto, a quien acusaba de traidor.
Conociendo el carácter vengativo de su discípulo, Aristóteles se refugió un
año en sus propiedades de Estagira, trasladándose en el 334 a Atenas para
fundar, siempre en compañía de Teofrasto, el Liceo, una institución
pedagógica que durante años habría de competir con la Academia
platónica, dirigida en ese momento por su viejo camarada Jenócrates de
Calcedonia.
Los once años que median entre su regreso a Atenas y la muerte de
Alejandro, en el 323, fueron aprovechados por Aristóteles para llevar a
cabo una profunda revisión de una obra que, al decir de Hegel, constituye
el fundamento de todas las ciencias. Para decirlo de la forma más sucinta
posible, Aristóteles fue un prodigioso sintetizador del saber, tan atento a las
generalizaciones que constituyen la ciencia como a las diferencias que no
sólo distinguen a los individuos entre sí, sino que impiden la reducción de
los grandes géneros de fenómenos y las ciencias que los estudian. Los
seres, afirma Aristóteles, pueden ser móviles e inmóviles, y al mismo
tiempo, separados (de la materia) o no separados. La ciencia que estudia los
seres móviles y no separados es la física; la de los seres inmóviles y no
separados es la matemática, y la de los seres inmóviles y separados, la
teología.

La amplitud y la profundidad de su pensamiento son tales que fue preciso


esperar dos mil años para que surgiese alguien de talla parecida. Después
de que, en el siglo XIII, Santo Tomás de Aquino integrase sus doctrinas en
la teología cristiana, la autoridad del Estagirita llegó a quedar tan
establecida e incuestionada como la que ejercía la Iglesia, y tanto en la
ciencia como en la filosofía todo intento de avance intelectual tendría que
empezar con un ataque a cualquiera de los principios filosóficos
aristotélicos. Sin embargo, el camino seguido por el pensamiento de
Aristóteles hasta alcanzar su posterior preeminencia es tan asombroso que,
aun descontando lo que la leyenda haya podido añadir, parece un
argumento de novela de aventuras.

3. Síntesis y análisis explicativo del libro de la obra

Libro 4. Las diferentes virtudes

Aquí el autor analiza virtudes diferentes a las anteriores entre ellas, se


encuentran la generosidad, la magnificencia, la magnanimidad o la
ecuanimidad.
Analizaremos las distintas definiciones de las mencionadas virtudes éticas
que nos presenta Aristóteles en la cuarta parte de la Ética a Nicómaco. 

La generosidad, este concepto se vincula con la derivación dar/recibir, por


supuesto, la generosidad está orientada más en dar que en recibir. 
Los extremos que están en la generosidad son la prodigalidad y la
tacañería. La prodigalidad se representa en las personas que son propensos
a gastar su dinero en cosas superfluas o redundantes, los llamamos
pródigos. Este tipo de hombres son los que malgastan sus ganancias hasta
destruir su propio patrimonio por los vicios a los que están sometidos. La
prodigalidad se enfoca en dar y no en recibir, mientras que la avaricia (o
tacañería) se enfoca más en recibir excesivamente. 
Define al pródigo como el que de forma incontinente gasta con desenfreno
su hacienda. La avaricia, por el contrario, excepto en las pequeñas cosas,
queda corta en el dar y se excede en el tomar. El avaro es el que se esfuerza
por agrandar y conservar las riquezas y el dinero más de lo debido. 

La magnificencia, pues parece que también ella es una virtud relativa al


dinero.
El que gasta ajustadamente con sumas pequeñas o moderadas no recibe el
nombre de magnificente sino el que lo hace así en grandes gastos. El
magnificente realizará tales gastos con vistas al bien, pues este rasgo es
común a las virtudes.

Es magnánimo el que se considera a sí mismo merecedor de grandes cosas,


siéndolo. El que se considera a sí mismo digno de grandes cosas, siendo
indigno, es un vanidoso, aunque no todo el que se considera merecedor de
cosas mayores de las que es digno es vanidoso.
Por consiguiente el magnánimo está en un extremo con relación a la
grandeza, pero en el medio con relación al cómo debe ser. La diferencia
con la magnificencia es que ésta está más relacionada con las riquezas y la
magnanimidad con el honor y el prestigio.
A la magnanimidad se opone la pusilanimidad más que la vanidad: se da
con más frecuencia y es peor.

La ambición parece ser un extremo común entre la magnanimidad y la


magnificencia. 
Al ambicioso lo reprochamos en la idea de que aspira al honor más de lo
que debe y de donde no debe, mientras que al que carece de ambición por
preferir no recibir honores ni siquiera por razón es nobles.
La mansedumbre es un término medio en relación con la ira, y como el
término medio carece de nombre y prácticamente también los extremos,
llevamos la mansedumbre hacia el centro, aunque con inclinación hacia el
defecto, el cual carece de nombre a su vez.
 Aristóteles nos dice de todas formas que el término medio de la ira es
difícil de definir, pero como pareciera no haber otra palabra, éste dice que
es la mansedumbre. 
El exceso podría uno llamarlo irascibilidad, pues la afección es la ira y lo
que la produce es de muchas y diferentes clases.
La diferencia entre la mansedumbre y la irritabilidad consiste en que el
hombre dócil se enoja en el momento adecuado, de la manera adecuada y
con la persona adecuada. Algo que por lo demás es bastante difícil.

Aristóteles hace una comparación sobre lo que es la amistad y/o amabilidad


con adulación, la cual se diferencia en que la misma se da sin sentimiento
ni afecto para aquellos con quienes trata. En efecto, obrará lo mismo tanto
con los desconocidos como con los conocidos, y tanto con quienes tiene
familiaridad como con quienes no la tiene sólo que lo hará en cada
circunstancia como sea adecuado; que no es igualmente apropiado
preocuparse de los familiares que de los extraños, ni, tampoco, ocasionarles
daño. La amabilidad es un tipo de agrado que se da a otras personas.
Es adulador el que tiende a ser agradable con vistas a que se le produzca un
beneficio en relación con el dinero o a cuanto se consigue con dinero.

En el libro se utiliza los términos de jactancioso y mentiroso al igual que


menciona la veracidad.
Define al hombre jactancioso como un simulador de cualidades
prestigiosas ya sea de las que no tiene, ya sea de mayores que las que
tiene, mientras que el modesto, al revés, niega poseer las que tiene o las
hace más insignificantes. El intermedio, en cambio, hombre directo como
es, resulta veraz tanto en su vida como en su palabra reconociendo las
cualidades que le acompañan.
Se refiere al hombre veraz no como al que dice verdad en los contratos ni
en cuanto tiende a la injusticia o a la justicia (pues esto es objeto de otra
virtud), sino que, en aquellas circunstancias en que no interviene nada de
esto, es veraz tanto de palabra como en su vida porque así es en su
disposición.
Dice que alguien así es un hombre virtuoso, ya que el veraz dirá verdad
incluso cuando no es importante decirla y todavía más cuando es
importante.
Habla sobre lo que diferencia al mentiroso del jactancioso uno se complace
en la mentira misma y otro porque busca gloria o ganancia.

En esta parte del libro Aristóteles hace mención a que en las relaciones
sociales siempre hay momentos para divertirse y para hacer reír.
Evidentemente también en esto hay un exceso y un defecto del término
medio.
Ya que el que se excede en tratar de provocar risa por todos los medios y
no por los medios convenientes, ni en las circunstancias adecuadas, ni
respetándose al el mismo se le es llamado bufón. Contrario a este el que no
es gracioso, y no se ríe en ninguna de las circunstancias en donde ésta
presente la diversión es llamado palurdo o áspero. Mas hace mención del
llamado ingenioso él lo cual define como los hombres que tratan de divertir
a los demás decentemente o recatadamente.
Otro calificativo que menciona es patán, el cual define como un inepto que
no colabora en nada y se molesta por todo.

Esta la define como un cierto miedo a la falta de reputación, pero acaba


siendo cercana al miedo al peligro: en efecto, se ruborizan los vergonzosos
y empalidecen quienes temen la muerte. Y no la vincula a todas las edades,
sino a la juventud. La ve como una afección que no corresponde a un
hombre virtuoso, ya que se da en los viciosos.
La vergüenza sería cosa virtuosa sólo condicionalmente pero esto no se da
con las virtudes.
4. Conclusión

Una de las características principales de la ética aristotélica es que las


acciones son analizadas basándose en un fin. Un acto será bueno o malo
dependiendo de las consecuencias que tenga.

Para el filósofo, el fin al que anhela el hombre es la felicidad. Por tanto,


una acción es buena si logra hacer al individuo más feliz. Para el filósofo
las virtudes son las aptitudes o capacidades que conducen al hombre a ser
pleno.

El único camino que plantea el filósofo es el del equilibrio, esto se logra


preparando la razón y reconduciendo los deseos y pasiones ubicándolas
entre el exceso y el defecto, es decir, en un punto intermedio. La ética
aristotélica reflexiona sobre la conducta humana.
6. Bibliografía básica

- Aristóteles, Libro Ética a Nicómaco, Clásicos de Grecia y Roma,


Alianza Editorial. Introducción, traducción y notas de José Luis
Calvo Martínez. Primera Ed. 2001.

- David Alcántara, Análisis y síntesis Aristóteles, ética a Nicómaco.


https://es.slideshare.net/Longsthride/anlisis-y-sntesis-tica-a-nicmaco-
aristteles

- Marian Ortiz, Ética de Aristóteles.


https://www.culturagenial.com/es/etica-de-aristoteles/

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