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Adelso:
Usar de forma indebida los símbolos patrios nos causan una afectación moral, un
daño irreparable y la destrucción de las condiciones que ahora tiene el pueblo
dominicano. Al ser una nación libre, independiente, íntegra y soberana, provocan un
detrimento emocional y una falta de respeto a la historia de nuestra nación y hacia
nuestra misma persona.
Recordemos que los símbolos patrios implican la transmisión del origen y la historia
de la nación, que sirve de guía, motivación, esperanza e incentivo para las nuevas
generaciones.
Anderson:
Nuestros símbolos patrios merecen el más grande y vivo respeto, teniendo en cuenta
que la reverencia que se le hace responde a la absoluta convicción de representar a la
Nación dominicana, no es un hecho vano que no represente algún valor, es que
respetar nuestros símbolos, significa respetarnos a nosotros mismos ya que cuando
estamos en presencia de uno de ellos podemos ver a una comunidad unida, orgullosa
de pertenecer a esta patria, recordando a sí todo lo que nuestros patriotas lucharon
para lograr tener nuestros símbolos, por lo que hoy nosotros debemos de luchar día a
día para mejorar como país y fortalecer la unión de todos los habitantes de nuestra
querida República Dominicana.
No es solo en el mes de la patria que debemos respetar y valorar los símbolos que nos
identifican como dominicanos, es día tras día porque es nuestra identidad, cuando
respetamos y amamos el conjunto de símbolos que nos identifica como país, estamos
apreciando lo que somos como nación y de esa manera se nos permitirá ser mejores
ciudadanos y a la vez cooperamos para que nuestra nación sea mejor cada día
Wilson:
En una tierra muy lejana, hay un pueblito muy pequeño, pero con una identidad
definida, un escudo, una bandera y, por si fuera poco, un himno que ocupa el segundo
lugar entre los más bonitos del mundo.
Nadie ve una bandera en mal estado. Hay una comisión encabezada por miembros de
las entidades de Educación y Cultura que se encarga de dar seguimiento al estado de
este símbolo. Cada cierto tiempo es cambiado en escuelas e instituciones públicas y
privadas, para evitar que el deterioro atente contra la importancia que representa para
los ciudadanos del lugar.
Jatniel:
Como no existe una ley de símbolos patrios, tantas veces reclamada por historiadores
e instituciones que custodian el legado de la República, el irrespeto no encuentra
barreras de ningún tipo y por eso se generaliza, porque además de ignorarse ciertas
reglas elementales, también existe poca conciencia ciudadana sobre estos valores.
Falta la solemnidad, por ejemplo, cuando se interpreta el Himno Nacional en
ceremonias para izar la Bandera o inaugurar un acto especial y se ven a ciudadanos
caminando o circulando en sus vehículos o distraídos, muy ajenos al signifi cado de
esta composición en la creación de la República Dominicana.
La ley de símbolos patrios fue aprobada en la Cámara de Diputados, pero falta que el
Senado fi nalmente le dé su visto bueno y penalice a los que, por ejemplo, usen la
Bandera en bailes indecentes, en los sarcófagos de sicarios y pelafustanes, en
atuendos y manteles o en cualquier otra actividad ajena al homenaje patriótico
Por igual, debe penalizarse a aquellos que adulteran las características del Escudo
Nacional en documentos y publicaciones, ofi ciales o no, como si no se tratase de una
auténtica falsifi cación.
Tal vez con ese instrumento legal, como el que se ha propuesto, se podría evitar en el
futuro que se reproduzcan, esculpidas, pintadas, fotografi adas o trucadas, las
imágenes de nuestros patricios muy diferenciadas entre sí de las que han sido y deben
ser las icónicas, las que la historia guarda como modelos.
Lo que ocurre aquí, en ese sentido, es tan diferente a lo que ocurre en otras naciones
donde los rasgos faciales o corporales de los héroes son replicados, sin nada de
retruécanos que pongan en entredicho su relación de semejanza con tales personajes,
o que sirvan de acicate para generar burlas o rechifl as de transeúntes u observadores
que pasan por delante de sus bustos o estatuas.
Rene:
El respeto a la bandera no significa solo el uso adecuado de sus colores, lo que entre
nosotros no se observa con rigor, porque es usual que en un mismo edificio público, lo
vemos en el Congreso y en los ayuntamientos, ondeen unas del lado de otras con
azules distintos, el más frecuente el conocido como navy blue, de apariencia más
oscura, elegante en la ropa femenina y en los trajes masculinos, pero inaceptable en
los cuadrantes de nuestra bandera.