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jOÔRjTES

no6 octubre 1967

Papel social
de las Fuerzas Armadas

Modelos políticos para ei


desarrollo
Inventario de los estúdios
en ciências sociales
sobre América Latina
El Instituto Latinoamericano de
Relaciones lnternacionales (ILARI) ,
bajo cuyos auspícios se publica la
presente revista, tiene su sede en
AP©®YESRevista trimestral de ciências sociales
Ginebra, acogido a Ia legislación
N° 6 Octubre de 1967
helvética que, como es sabido, está
impregnada de un sentido muy Director: Luís Mercier Vega
liberal cori respecto a las organi- Responsable de publicaciones: Danilo Romero
zaciones internacionales. Sus ofi-
cinas administrativas funcionan en Instituto latinoamericano de relaciones internationales
Paris, por motivos de más fácil 23, rue de Ia Pépinière Paris (B") - France
relación cori todas las regiones de [J
América Latina.

Las actividades esenciales del Ins-


tituto se llevan a cabo en América
Latina. En Rio de janeiro, Monte-
vídeo, Buenos Aires, Asunción, Virgílio Rafael Beltrán 4 Preliminar
Santiago de Chile, Lima y La Paz
ei ILARI tiene centros, con sala de 8 Dos revoluciones en naciones
conferencias, salón de lectura y de nuevas: Argentina 1943,
documentación, biblioteca, sala de Egipto 1952
exposiciones y oficinas diversas

t
para grupos de estúdio; en Bogotá, Alberto Ciria 30 Cuatro ejemplos de relaciones
Caracas y México actuán sus co- entre Fuerzas Armadas y
poder politico
rresponsales y representantes.
Robert P. Case 44 EI entrenamiento de los
En todo ei continente americano ei
militares Iatinoamericanos
Instituto suscita o sostiene los j
en los Estados Unidos
esfuerzos de toma de conciencia K

y de creación intelectual; en las Frederick C. Turner 57 México: Ias causas de Ia


demás partes del mundo, ei Insti-
tuto contribuye a hacer conocer l Iimitación militar

la producción intelectual latinoame- Mariano C. Grondona 66 La estructura cívico-militar


del nuevo Estado argentino
ricana.

Unos doce consejeros, entre los Victor Alba 77 El militarismo: jsucedáneo de Ia


participación popular?
mejores especialistas en Ciências
Sociales y escritores de América
[J
Latina, o dedicados a los problemas 6.
-

de América Latina, asesoran ai 7G

Helio Jaguaribe 87 Los modelos políticos


ILARI.

El trabajo del Instituto es posible


merced a la ayuda que lê prestan
fundaciones no-gubernamentales, en
D't"ú 108
y ei desarrollo nacional
en América Latina

Inventario de los estúdios


en ciencias sociales
función de programas de actividad sobre América Latina
y de estúdios definidos cada alio L Á7 7 Sociolo,ia (ii)
en la asamblea de los represen-
133 Perlas
tantes de todos los centros de ,
América Latina. \ \,H

6\ ., )/Ò|<
l
do SP concentra en uq mamQAuúR£u=aj. Limitada, porque no tiene
la pretensión de adoctrinamiento y unanimidad de los totalitarismos
ni ha destruído cienas formas de critica y control, como la Iibertad de
6 Papel social de las Fuerzas Armadas n
prensa y la independencia judicial. Mixta, porque presenta caracteres El mi|itarismo: i sucedâneo
que impiden clasificarla como un gobierno tipicamente de facto, uni-
personal o constitucional. Y transitoria, porque su fin declarado es arri-
bar a alguna forma de institucionalización democrática.
de la participación popular ?
por VIctor Alba

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Todos nuestros caudillos —todos ellos militares o apoyados directa-
mente por los militares— han sido la voz del pueblo ai que las élites
amordazaban. Desgraciadamente, sólo han sido su voz —y Ia voz es ei
instrumento politico más ineficaz—.
El origen del militarismo en América Latina, es paradójico. En los
ejércitos de la lndependencia, mandados por crioilos que formaban la
oligarquia de la que América Latina todavia no se ha liberado, habia
elementos del pueblo y algunos de ellos ascendieron a puestos de
mando. Conseguida la independência, ei pueblo vio frustradas sus espe-
ranzas de transformación de la sociedad, debido a que los crioilos mo-
nopolizaron ei poder. Los caudillos de origen popular, en diversos paí-
C UALQUIER cosa que se escriba sobre ei militarismo en América ses, se creyeron en ei caso de tomar ei poder por la fuerza, pero una
Latina suena siempre a polêmica. En realidad, lo es. Porque ei vez en él, se dejaron seducir por los crioilos y no realizaron los cambios
militarismo se ha vuelto polêmico. que ei pueblo esperaba. Cuando ya las generaciones de la lndepen-
dencia hubieron desaparecido, los ejércitos se convirtieron en profe-
Durante aiios, no habia discusión. El militarismo era perjudicial,
signo de atraso politico y causa, a su vez, de más atraso politico. sionales.
Surge asi una nueva diferencia entre América Latina y los Estados
La situación está cambiando. El militarismo se vuelve respetable. Unidos, que contribuye a explicar que habiendo partido de más arriba,
Hay —y no pocos— quienes dicen que sólo cori ayuda del militarismo la primera se encuentra más abajo.
puede progresar América Latina, que una «buena dictadura», cargada En los países anglosajones, la función principal del poder legis-
de buenas intenciones, que haga <<Lll"lã revolución desde arriba» es lativo es vigilar la conducta del ejecutivo. En la mayoria de los países
Ia mejor solución a los problemas de América Latina. latinoamericanos, ei poder ejecutivo queda cori las manos casi libres,
Del mismo modo que ei movimiento obrero latinoamericano este- y la fiscalización por parte del legislativo es la excepción. Las funcio-
rilizó sus arios heroicos porque trataba de aplicar a América Latina nes de un parlamento anglosajón son permanentes y amplias: las de
teorias surgidas de una realidad, la europea, muy distinta; del mismo un congreso latinoamericano, intermitentes y reducidas.
modo que los partidos políticos tradicionales —conservador, liberal, Andando ei tiempo, es cierto, se forman partidos políticos. Pero son
radical— se esterilizaron porque adherian a concepciones producto tales sólo de nombre; no representan tanto ideologias cuanto intereses
de una realidad muy distinta de la latinoamericana, ahora se trata de de pequeiio grupo. Cori frecuencia son Iogias masónicas o logias mili-
crear una doctrina —por llamarla de alguna manera— del militarismo tares o conciliábulos de eclesiásticos.
que es producto, también, de realidades muy distintas de las latino- Los partidos de este tipo se quedan en la superfície de las cosas,
americanas. porque en ellos sólo participan elementos de Ia oligarquia o de esa
Si ei socialismo y ei anarquismo procedian de sociedades más minima clase media burocrática que sirve a la oligarquia aunque sea
industrializadas, con mayor tradición politica que las mestras, lo mismo a regaiiadientes. Ninguno de esos grupos desea cambiar la estructura
que Ias concepciones del liberalismo, ei conservadorismo y ei radi- social, y por consiguiente, ninguno trata de hacer que ei pueblo parti-
calismo, ei militarismo que nos quieren hacer engullir ahora procede, cipe en ei gobierno. Se habla de que ei pueblo no está preparado. Pero
en cambio, de sociedades menos industrializadas y con menos tradición ai cabo de muchos decenios, un politico argentino, Joaquin V. González
política que la nuestra. ha de reconocer: Cuántas tragedias sangrientas, cuántas vicisitudes y
En suma, se nos viene a decir, lo que no funcionó en Egipto, Síria vacilaciones dolorosas habr/amos evitado a nuestra patria, si hubiéra-
o lrak, Io que está fracasando en Pakistán, Birmania y Africa Negra, mos dejado en pie aque/los cabildos que enjuiciaban a los goberna-
esto, exactamente, es lo que necesita América Latina. dores, y que con ei precioso tesoro de sus libertades y de sus fueros
En cierto modo, esto constituye la mejor definición de los pro- parec/an repúblicas perfectas, aun dentro de una monarquia de hierro'.
Pugnadores de ese militarismo cargado de buenas intenciones. porque Si no hay partidos verdaderos, si no hay vida municipal, si no se
refleja ei desprecio absoluto que sienten por ei pueblo, por la capaci- toma en cuenta ai pueblo, entonces, jen quê consiste la vida politica?
dad del pueblo para resolver sus problemas. Fundamentalmente, se manifiesta por la acción de los caudillos, la
Es este mismo desprecio lo que condujo a los primeros brotes de aparición y ocaso de esos personajes que podriamos creer que poseen
militarismo latinoamericano. Cuando ai pueblo se le niega participación, carisma si su ascenso dependiera de las masas, pero ni siquiera eso
cuando se le cierran Ias puertas de la expresión politica, cuando se le tienen, puesto que suben y bajan dentro del cuadro muy estrecho de los
cierran los caminos hacia ei poder, surge ei caudillo que da ai pueblo grupos sociales ligados a la oligarquia. Los dos problemas fundamen-
la ilusión de que habla por él —cuando en realidad, sólo habla para
él—, y que, a través suyo (del caudillo) participa en" ei poder. ' Cit. en Gabaldón Mârquez, J.: El município, raiz de Ia República, Caracas. 1961,
pág. 365.
78
El militarismo l 79
tales del momento: relación de la ciudad y ei campo, de la lglesia y ei
Estado, en torno a los cuales gira la vida politica del siglo XIX, se
pIantean y solucionan más que por movimientos de opinión, por la
acción de los caudillos. Y como los caudillos actúan dentro del orden
más, generales. Europa los ornamenta cori sus refulgentes condecora-
clones. Las embajadas norteamericanas los presentan como seres
providenciales. Cromwe/l moderno, llamó Tolstoi a Diazl
La acción de los caudillos es funesta para los pueblos y para ei
porvenir. En 1838, durante ei auge de la expansión federalista en los
l
social oligárquico, sin pretender cambiarlo, puede decirse que todo
Estados Unidos, las cinco repúblicas centroamericanas disuelven su
ocurre en família y todo queda en casa.
confederación, sin ningún motivo válido, como consecuencia de rencillas
EI caudillo identifica sus intereses cori Io que Ilama intereses nacio-
nales (y que son, en realidad, los de la oligarquia). El territorio, la y ambiciones personales.
josé Gaspar Rodriguez de Francia encierra ai Paraguay y hasta
hacienda pública y la administración son como propiedad suya, su
prohibe ei comercio exterior; se suspenden las exportaciones de yerba-
gran rancho. Sus partidarios son incondiciona/es, como suélen decir,
mate y madera, fundamentales para la economia nacional. Al cabo de
o sea que se aferran ai hombre y no a una fingida ideologia. El caudillo
pocos ailôs, ei pais se ha empobrecido tanto que Francia se ve obliga-
quiere aplauso, pero se contenta con comprarlo y permite que haya
do a suprimir todas las escuelas y todos los grados de oficial en ei
neutrales. El que no está contra mi, está conmigo, podria decir. Esto
Ejército. y a los presos se les autoriza a mendigar, acompaiiados de
lo diferencia del dictador totalitario moderno, cuyo lema seria: ei que
no está conmigo, está contra mi. sus guardianes, para que comari.
En la tierra misma de Bolívar, ei recuerdo de éste no ayuda a me-
La carrera del caudillo sique, cori ligeras variantes, uri modelo
jorar las cosas. Asi comienza nuestra historia, con una república de
general en toda América Latina y ofrece três momentos culminantes:
filósofos y teorizantes de escasa sensibilidad social, que concilian sus
ei de fascinación popular, ei de establecimiento de su domínio politico
ideas republicanas con la esclavitud. Esta contradicción es la que crea
por la fuerza, y ei de consolidación del mismo y poder ilimitado. Prime-
ei fermento que origina la Guerra Federal (1858-1863), aguei extraordi-
ramente todo revela en ei caudillo su instinto de prepotencia personal:
nario levantamiento de las masas populares que duró cinco aiios...
asi su sentimiento trágico del deber cívico, su culto de la heroicidad, su
Triunfó ei bando liberal, pero no Ias aspiraciones populares. Hubo un
presuntuosidad y autoritarismo, su inquietud levantisca en la oposición:
entendimiento entre los jefes de ambas facciones (la liberal y la con-
con sus gestos de pasión, logra herir vivamente a las masas. Se adueiia
de ellas. El poder es, por fin, suyo. Entonces la nación es ei Estado, ei servadora), y todo se resolvió en familial
Estado es ei gobierno, ei gobierno es ei partido y ei partido es ei cau- Los caudillos no se arredran ante la guerra. En algunos lugares, la
dillo, que declara enemigos de la patria a los que lo son suyos. Para guerra da a los pueblos que proporcionan la carne de caiión ei derecho
sostenerse en e! poder, ei caudillo hace cuanto es preciso y más. He a hacerse escuchar. En América Latina, no. Se mata a la gente del
de fusi/ar a cua/quier que me salga ai paso para oponérseme, sea arzo- pueblo en Ia guerra y luego se utilizan los penachos de la victoria o los
bispo, general, magistrado o cua/quier otra cosa, fulminó Mariano Pare- crespones de la derrota —como podria decir cualquier caudillo ai leer
des de Arrillaga, ei caudillo mexicano traidor. Seguro ya de su con- uri discurso escrito por ei intelectual cursi de turno— para seguir
quista, aparta lejos de si las vaguedades de doctrina. Yo jamás he cegando ai pueblo en lo referente a sus intereses.
seguido ei pensamiento de otro sino ei mio, escribe ei venezolano Anto- jA quê se debe todo esto? La respuesta es sencilla: ei gran terra-
nio Guzmán Bianco. Con la violencia, la astucia o ei halago vence o teniente no hace producir sus tierras a toda capacidad, sino sólo para
gana para si, uno a uno, a todos los que en la extensión nacional le que Ie rindan lo que necesita, de igual modo, en politica, no busca lo
hacen sombra. Tuve que escoger entre Ia penitenciaria y ei ministerio, mejor posible, sino sólo lo que lê garantice que podrã seguir sacando
declaró uri colaborador del politico guatemalteco Manuel Estrada Ca- de sus tierras lo imprescindible. Dictadores pintorescos, guerras insen-
brera. Empieza, por fin, ei reinado cuyo término nadie sabe Paz y satas, motines, jqué lê importam si nada de esto afecta a sus tierras?
progreso material son sus armas. El dictador tiene ya en sus manos todo Y como ei terrateniente es quien en última instancia manda, de él —del
ei poder; nombra diputados y gobernadores; su voluntad es la ley. A sistema del que forma parte depende que la vida politica sea distinta.
veces puede designar a su heredero, como Francisco Solano López en jPara quê va a cambiaria, si a vive en la capital, en Paris o en Madrid?
Paraguay; en Venezuela José Tadeo Monagas y su hermano José jPara quê impedir que se diviertan sus servidores, políticos y militares,
Gregorio compartieron largo tiempo ei poder, heredándolo, por fin, y que distraigan a la masa con desfiles, discursos, promesas y guerras?
José Ruperto, hijo del primero... Basta cori administrar bien. No vap'an a Cuanto más roba ei administrador, por encima de lo que ei dueiio nece-
alborotarme la caba//ada, soIla decir ei qenera mexicano µorfirio Diaz. sita, más fiel es, se dice ei terrateniente. De igual modo, cuanto más
se divierte (y roba) ei gobernante o ei militar, tanto más defenderá ei
En este período se ve colmada la vanidad del caudillo. Se lê Ilama
Alteza Serenisima, Heroico, Restaurador de las Leyes, Padre de Ia Pa- sistema que lo mantiene. El poder econômico está firme en manos de
tria, Hijo de Dios, Héroe del Desierto, Caudillo de la Paz y del Trabajo,
2 Carrancá Trujillo, Raúl: Panorama critico de nuestra América, México, 1950, pág. 160
Defensor de América, jefe Máximo de la Revolución... Si ei Papado
no accede a hacerlo obispo, como ocurrió a José Matias Delgado en y sigtes.
3 Betancourt, Rômulo: Las posibiiidades históncas de Venezuela.
Centroamérica, lo hace noble pontifício. Todos los caudillos son, ade-

El militarismo l 81
80 l EI militarismo
los grandes terratenientes, precisamente porque han sabido delegar ei
poder político, arrojarlo como un hueso a esos políticos y militares que
les hacen faenas de policia y mayordomo.
Cuando surge alguna personalidad (a veces en ei seno mismo de la
oligarquia) que siente turbada su conciencia, que aspira a cambiar las
está incubando. Sólo los golpes de Honduras y Ia República Domini-
cana de 1963 son pronunciamientos a la moda cuartelera. El golpe
argentino de 1966 fue en gran medida impulsado por los medios de ne-
gocios, y una de sus primeras medidas consistió en dar a la banca
privada ei control de las uniones de créditos populares.
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cosas, cuando ei pueblo, en un destello de intuición, quiere pasar la fac- Los ejércitos están divididos y minados. Mientras que los viejos
tura de sus muertos en la guerra o de sus misérias en la paz, entonces militares son partidarios de la mano dura y creen en las virtudes del
se hace una maniobra de diversión. De igual modo que (como ve- porrazo y tente-tieso, los jóvenes, más cultos, técnicos en organización
remos) hoy se r.?curre ai llamado antiimperialismo para distraer ai pue- y muy interesados por las relaciones públicas, se dan cuenta de que
blo de sus verdaderos intereses, en ei siglo XIX, con idêntico fin, se e! ejército ha perdido toda consideración social y que nadie respeta
recurria ai anticlericalismo. a los militares. Quisieran reivindicar ai Ejército, borrar su pasado, y
Cada vez que un movimiento popular parecia adquirir fuerza, cada
comprenden que para que un ejército pueda ser eficaz necesita repre-
vez que se conseguia aprobar una ley que entraiiaba câmbios sociales, sentar algo más que una oligarquia. Esos militares jóvenes sienten por
ei Ejército daba un golpe, cori ei pretexto de defender ei orden y hasta
la eficiencia la misma veneración de los jóvenes hombres de negocios.
la civi/ización, y establecia una dictadura. Al mismo tiempo, han aprendido unas cuantas lecciones (aunque l
, F'"'" "'""" '"r " 1" ""'l'"" "" "" " "µartelero, poiiciaco, fue substituído sólo en aquella parte que halaga sus propias ambiciones). Han apren-
inmediatamente antes durante y ciespués de a sequnc a guerra muijc lai dido
tares leninismo es decir,
surgidos en países en técnicas dey propaganda
desarrollo, y organización
creen que esos de (
militares hacen ?
por un mihtarismo demagógico, inspirado en las éc'nir'í" f'í"ri" 'í" rk'_
la toma del poder—, y admiran los ejemplos de Nasser y de otros mili-
=uro :jà \/ar[ as, Peró_ q!|e ?ongu|staba ei poder pretmdilmda~=L
serviria los intereses popuiares. La verdad es que estos regimenes mili- progre?ar a tales países. Consiçeran que la democracia ha fracasadoj
taristas demagogicos, si bien dieron concesiones a los sindicatos no en America Latina y que es preciso recurrir a otros médios para acelerar ,
modificaron la estructura social latinoamericana. Precisamente porque ei desarrollo. Son partidarios de las reformas sociales, pero no creen l
nunca se propusieron en serio modificaria, merecen e! adjetivo de dema- que los movimientos democráticos puedan realizarias. Al mismo tiempo,
gógicos. A eqps militares demagogos han sucedido nuevas qeneracio- se dan cuenta de que sin las reformas sociales, ei Ejército no ganará|
nês de oficiales con ma".'ores cor "r r " "fcs mas educación, con cif'!r cj prestigio ni logrará tener una función que justifique socialmente su exis-
1_>µ !1U ecnico, wn:juèsto por los nuevos métodos militares. Estos jóve- tencia. 0
nês oticiales puede" ser e qe""r e_ de -m nuevo ipo de m m " """'" Entre esos militares van apareciendo teorias sobre la necesidad de
.Udavia mas pelicjroso que C)"1 'm f?rinres.
tomar ei poder para hacer la revolución desde arriba. Hay tendencias,
Los ejércitos latinoamericanos, tal como existen hoy, no cumplen su en casi todos los ejércitos latinoamericanos, que se llaman a SI mistrias
función fundamental y única: defender ei territorio nacional, por dos mo- nasseristas (o por lo menos, se llamaban asi antes del descalabro de
tivos: porque ei territorio nacional no está amenazado, y porque no se Nasser en ei Sinai, en junio de 1967). Hay grupos que sienten una gran
hallan equipados para sostener una guerra de defensa continental, que admiración por Ia U. R. S. S. Y hay un antiyanquismo sistemático entre
exigiria medios técnicos ausentes de nuestros ejércitos. Ni siquiera los militares jóvenes, educados a menudo en los Estados Unidos y
han logrado preparar planes de evacuación de las grandes ciudades y apoyados por ei Pentágono en sus ambiciones.
de protección a la población civil en caso de ataque ai continente. El antiyanquismo no es privilegio de ninguno de los grupos de la
Pero estamos entrando en una nueva etapa del militarismo. En opinión pública. Un gobernante centroamericano, militar, apoyado a
Colombia, un ministro de la guerra, ei mayor general Alberto Ruiz fondo por los norteamericanos, decia a un experto, hace poco: Yo me
Novoa, tuvo que ser destituído en 1965 porque hacía promesas demagó- opongo ai control de la nata/idad, a pesar de que en mi pais hay su-
gicas y, ai mismo tiempo, iba retrasando la acción del Ejército contra las perpob/ación. Lo bueno es que en ei ano dos mil, por cada gringo
guerrillas, con la esperanza de hacerse una aureola de izquierdista y habrá dos latinoamericanos. jAnécdota? Si, pero de un gobernante
hasta, tal vez, de utilizar a las guerrillas para sus propios fines. En Bolí- amigo de los Estados Unidos.
via, otro general, Renê Barrientos, salido de la revolución de 1952, dio Tal vez quien mejor ha resumido los dispersos elementos teóricos
un golpe en 1964 —siendo vicepresidente para restaurar la revo/ución, de ese nuevo militarismo —que yo he 1lamad)tarismo tecnc}rr'!itieÀ —
y finalmente acabó liquidando a sus aliados (los jacobinos y marxistas) ha sido ei jacobino argentino Roqe|io Garcia Lupo'. /\firma que es
haciéndose elegir presidente, en 1966, y ahora no puede acabar con las históricamente falso que ei imperialismo que se ejerció en ei Plata
guerrillas. En ei Brasil, unos generales viejo estilo dieron un golpe, fuera ei britânico más bien que ei norteamericano. Reprocha a Washing-
también en 1964, para acabar con los jacobinos que habian servido a la ton que vieran cori maios ojos la neutralidad argentina en las dos gue-
oligarquia, cuando éstos fueron tari lejos que parecia imposible ya evitar rras mundiales. La burguesia argentina —agrega— es enemiga de la
medidas de tipo social. Pero en esos golpes, asi como los del Perú de norteamericana y de ahi que apoyara a Perón y ei restablecimiento de
1962 y Ecuador de 1963, hay ya indícios del nuevo militarismo que se
4 Garcia Lupo, Rogélio: Historia de unas malas relaciones, Buenos Aires, 1964. q€_

82 l El militarismo
El militarismo l 83
lj
l
relaciones con la U. R. S. S. La burguesia industrial argentina está La justif/cación de este nuevo tipo de militarismo es que la demo-
interesada en orientar su comercio hacia ei Este y en apartarse de cracia no funciona en América Latina, que ha fracasado, que no sirve
Washington. El Ejército debe expresar esta tendencia en ei plano del para acelerar ei desarrollo. Como todos los regimenes latinoamericanos
poder y realizar las reformas sociales que den a esa burguesia las han hablado siempre de democracia, la gente acaba creyendo que l
posibilidades de engrandecer ai pais. hemos tenido democracia y que, siendo asi y estando como estamos,
realmente es que la democracia no sirve. por Io menos no para los l
En términos más o menos semejantes piensan los militares jóvenes
de otros países. Para ellos, se trata de hacer una revolución desde latinoamericanos.
arriba, y claro está, de hacerla cIlos. Desde luego, ei argumento es falso, cori falsedad histórica. En
Como en sus objetivos esos militares coinciden con los elementos América Latina hemos tenido regímenes de élite intelectual (pocos),
de la burguesia joven, exasperados por la absorbente actitud reciente dictaduras militares tradicionales (muchas), dictaduras totalitarias, pa-
del capita! norteamericano, la conjunción de las dos fuerzas es casi ternalismo civil y paternalismo militar, demagogia civil y demagogia
inewtable. Se mirán ? e|las cnmo es |óg|co, irúelectuales frustradcs,. militar, electoralismo más o menos límpio. Pero nunca, nunca hemos
jacobinos y neomarxistas dispuestos a aÊ)oYar Si Iqs militares si éstQs. tenido democracia.
se mues ran dj[lÁrx]içA" (cqeaq acjtès apcjj/-aLQLj a E'erón, por ejemplo).. Es decir. nunca ha habido participación popular. Incluso cuando ei
Eso ç]||" siide ||Árnarse ei Re/iqrQ cc'niunista ra "e wcLLájtra hoy _ pueblo vota, tiene voto, pero no voz. Y cuando hay situaciones de ten-
sión social, de crísis, de miedo colectivo, entonces los militares o algún
en ei teí'enn cie la tnm ile RQ'JW rql LQs.cQ[nunistas. E'qcqs \/êlj que.
civil apoyado por los militares, se presentan y convierten sus voces de
ei pelicjro comunista Ceriva directamente de ese nuèvQ tijjo de milita-.
rismo tecnocrático. Nacíie" Sâi\/Q Iqs cQúwnistas, claui está, que cori mando en un sucedâneo de la voz del pueblo.
d|screc!ón están fomentando tal militarismo, Si ahora se vuelve a hablar de militarismo —y no tanto para con-
denarlo lisa y llanamente, cuanto para ser comprensivo con él—, es
Por ejemplo, un comentador prosoviético escribió en relación
decir, para aceptarlo siri comprometerse y guardándose la retirada, es
con ei desembarco de marines en la Dominicana
porque sique viva la (1?'ímnfianza hacia ei pueblo, ei desprecio por ei
Los oficia/es jóvenes (argentinos) de Campo de Mayo, ei prin- pueblo. En realidad, este es, posibiemen e ei ur m """t""'" "t" 1jQlüjGQ~—
cipal de la República, han dado a pub/icidad un documento de vim f'ntrf' [psotros. El mismo nacionalismo sistemático —que hace de
condena tanto de la politica norteamericana en Santo Domingo un sentimiento una teoria politica— es producto de este desprecio por
como de la reso/ución del gobierno de enviar alil tropas... No es ei pueblo, puesto que viene a decir que todas las culpas son del extran-
una oposición inesperada ni accidental la de los oficia/es lóvenes. jero, del imperialismo, sin dejar ni culpas ni posibilidades a los pueblos.
Obedece a la autêntica tradición del Ejtsrcito argentino, tradición El neomarxismo y otros pinitos teóricos que chispean entre nosotros,
que no pudo ser borrada mediante las purgas a que fue sometido son también desprecio por ei pueblo, puesto que son los neomarxistas
para podar/o de su esp/ritu popular, nacionalista y latinomericano. o los teóricos de lo que sea quienes poseen la verdad, quienes ofrecen
La se/ección de los mandos a fin de adaptar/os a la Hamada estra- la luz y ei camino, y por tanto basta con seguirlos (cosa que algunos
tegia panamericana no ha impedido que las promociones de nue- militares pueden hacer, por cierto) para que se salve ai pueblo. Y se
vos oficia/es y suboficiales se sientan identificadas con la doctrina presentan igualmente con ânimo de salvadores, porque están más pre-
del Libertador San Martin' parados, más conscientes de Ias necesidades del pueb/o, no pocos
Este militarismo nuevo puede ser, en ei futuro, un grave peligro, por- demócratas cristianos, en la política y en ei movimiento sindical.
que intentará reformas desde arriba, paternalmente, sin participación Naturalmente. cuando se trata de salvar, los que están en mejores
del pueblo. Empu jado por su nacionalismo, querrá capitalizar, ai modo condiciones son los que tienen en sus manos los instrumentos salva-
soviético, con ei trabajo y ei subconsumo, y entonces necesitará de la
dores: las armas.
ayuda comunista para organizar a Ias masas y propagandearias cori ei Pero ei pueblo no necesita que lo salven. Necesita que se confie
fin de que acepten los sacrifícios que les impondrá. Los comunistas. en
bastante en su capacidad de equivocarse para que se lê reconozca
efecto, son los únicos que en América Latina poseen las _écnicas dr
su derecho a participar, a ser ei único participante.
organú.auon y propaganda ota i aria r f? que los mi itaristas tecnocrá-
" "(l" " """" t" ' " "' en Cuba probaron ya su eficacia en esas labores. Y mientras no se haga esto, cualquier nota sobre ei militarismo
La clase media, los intelectuales, los estudiantes, que hoy se creen resultará siempre polêmica. Por suede.
muy revolucionarios, apoyarán ese militarismo, porque no serian ellos
quienes tendrian que trabajar más, ganar menos y capitalizar con su
esfuerzo.
[J
5 Cepeda, Alfredo: Oposición en cl E/ército argentino cri El Dia, México, 20 de mayo
de 1965.

84 l El militarismo 85

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