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¿La Tierra se comporta como un ser vivo?

En la década de los años setenta un químico llamado James Lovelock formuló la hipótesis de que la Tierra tenía
un comportamiento parecido al de un ser vivo: se autorregula para mantener condiciones favorables para la vida,
conocida como la hipótesis Gaia. Se han suscitado muchas discusiones en torno a su veracidad. Estudios
recientes en el ámbito de las ciencias de la complejidad podrían apoyar lo dicho por Lovelock.

El pasado martes 11 de septiembre Alejandro Frank, coordinador general del Centro de Ciencias de la
Complejidad (C3) e investigador del Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM, impartió la conferencia titulada
“Matemáticas y Biología, una visión compleja” donde presentó algunos resultados y proyectos futuros en torno al
trabajo realizado estudiando los sistemas complejos, entre los cuales se habló de la Tierra.

La complejidad

“La complejidad no es lo complicado”, comentó Alejandro Frank en los primeros momentos de su conferencia.

Un sistema complejo se encuentra en la frontera de dos tipos de sistemas. Por un lado están los sistemas con un
comportamiento determinista, ordenado o simple; por ejemplo, la trayectoria de un balón de fútbol americano en el
aire está totalmente descrita por una ecuación matemática. En el otro extremo están los sistemas aleatorios o
desordenados, como las partículas de un gas que se encuentran a temperatura elevada, donde no es posible
describir la trayectoria de cada partícula.

La complejidad tiene un comportamiento intermedio entre esos dos sistemas que se conoce como criticalidad,
donde se aprecia una conexión entre todas las escalas del sistema o invariancia de escala, lo que permite que la
información se transmita de manera óptima en todo el sistema.

Una manera de estudiar los sistemas complejos es mediante sus cambios de estado a través del tiempo o “series
de tiempo”, donde también es posible observar la invariancia de escala. Al ver la serie de tiempo de un sistema
complejo es fácil distinguirlo del comportamiento de un fenómeno aleatorio o de uno simple.

La complejidad de la vida
“En los seres vivos compiten dos características que son antagónicas”, mencionó el investigador. La primera
característica es la robustez, es decir, que el sistema no cambie tanto, que sea estable. Por otro lado, que el
sistema tenga adaptabilidad para hacer frente a cambios en el entorno.

Así es posible estudiar a los seres vivos desde la perspectiva de los sistemas complejos. “Nuestra hipótesis es
que la criticalidad es el equilibrio óptimo de estas dos necesidades (comportamientos) y esto sería el motivo por el
cual esperamos un comportamiento crítico invariante de escala en los sistemas vivos”, continuó Frank.

Frank y su equipo estudiaron una especie de nemátodo (Caenorhabditis elegans), un animal con forma de gusano
cilíndrico, que posee una válvula que le permite moverse y que es parecida a un corazón. Al analizar la serie de
tiempo de las contracciones de dicha válvula se encontró invarianza de escala, por lo que el comportamiento del
nemátodo es también crítico.

Como ejemplo de este comportamiento robusto y adaptativo el conferencista habló del corazón humano.
“Necesitamos que el corazón bombee de una manera segura, pero si viene un león persiguiéndome no quiero que
el corazón siga tranquilo, necesito que el corazón bombee el oxígeno (en la sangre) a los músculos para correr”.

Se analizaron series de tiempo de corazones humanos, los corazones enfermos presentaron dos tipos de
comportamientos: ordenado, como aquellos con insuficiencia cardíaca o aleatorio, de aquellos corazones que
padecían fibrilación. Mientras que un corazón sano presentó invarianza de escala, es decir, el corazón está en el
equilibrio óptimo o saludable.

El grupo de trabajo de Frank espera aplicar estas herramientas de la complejidad para estudiar padecimientos
como la epilepsia. Por medio de varios estudios, mencionó Frank, se encontró que el cerebro mantiene un estado
de alerta que es crítico; así la criticalidad funge como el estado de salud del cerebro, y en dicho estado de alerta la
respuesta ante un estímulo es casi instantánea. Por ejemplo, cuando tocamos un objeto muy caliente retiramos la
mano inmediatamente.

Se espera usar las señales que emite el cuerpo para generar alertas tempranas que avisen a una persona si su
salud está cerca de sufrir una alteración.

La tierra y la complejidad

Con esta idea también se estudian los terremotos y las erupciones volcánicas, “Hay señales por todos lados, y
creemos que el sistema nos avisa cuando va a haber un cambio”, dijo Alejandro Frank.
Uno de los resultados más emocionantes, comentó Frank, es estudiar la dinámica de la Tierra. Es conocido que la
temperatura de la Tierra ha aumentado en los últimos años, fenómeno conocido como cambio climático. Se cree
que es debido a los gases de efecto invernadero pero no es posible afirmarlo, pues la temperatura de la Tierra ha
variado mucho a lo largo del tiempo, mencionó Frank a los asistentes.

A pesar de que gran parte de la comunidad científica está convencida de que el calentamiento global se debe a la
actividad humana, todavía existen dudas sobre el origen de este fenómeno. Muestra de ello es la discusión
publicada por la cadena de información alemana Deutsche Welle: “Escépticos del clima: el calentamiento global
divide a la comunidad científica”.

Alejandro Frank presentó las gráficas de las variaciones de la temperatura por décadas desde 1880. “Para nuestra
gran sorpresa la temperatura de la Tierra se comporta como un ser vivo”, apuntó Frank. La Tierra presentó
comportamiento crítico en los primeros años pero desde la década de los años cincuenta los datos se parecen a
un sistema que ya no está en estado crítico y es similar al comportamiento de un corazón no saludable.

“La criticalidad parece ser el equilibrio evolutivo de los sistemas complejos”, concluyó Alejandro Frank.

La Tierra es un ser vivo, y no en sentido figurado, sino real; es un ente que tiene todas las características que
definen a un ser vivo e inteligente.

1. Nacer, crecer y morir. La Tierra se formó a partir de un meteorito que fue aumentando de tamaño con la caída
sobre él de otros muchos. La Tierra, así como todo el sistema solar, morirá cuando el Sol se consuma y explote.

2. Reproducción y expansión. La característica más clara que indica que algo es un ser vivo es la tendencia a
reproducirse y a tratar por todos los medios de expansionarse. Animales y plantas somos las esporas de las que
se sirve la Tierra para su objetivo de expansión por todo el universo; nosotros somos los genes donde ésta tiene
resumida toda su esencia. El ser humano es el último de los experimentos de la Tierra para conseguir su objetivo
de expansión.

3. Inteligencia. Así como una célula Ignora que forma parte de un ser superior e inteligente, nosotros también
ignoramos que somos células de un ente superior, la Tierra (a la que algunos llaman Dios), la cual nos ha creado
para su objetivo de expansión por el universo. Una hormiga sola no es realmente un ser muy inteligente; sin
embargo, el hormiguero en su conjunto es capaz de analizar y tomar decisiones propias de un ser inteligente y
superior a los individuos que lo forman.

4. A su imagen y semejanza. La Tierra ha creado a los seres vivos a su imagen y semejanza; así como nosotros
respiramos, la Tierra necesita respirar, y lo hace a través de sus volcanes. Nuestras venas son como sus ríos y
nuestro esqueleto como sus rocas.

La crisis socio-ecosistémica mundial y la pandemia que vivimos nos obligan a reflexionar sobre nuestra relación
con el planeta. Se hace urgente reconocer que nosotros y nuestros sistemas culturales dependen totalmente del
funcionamiento de los ecosistemas, la biósfera, la Gaia. La hipótesis Gaia —nombrada así por la diosa que
personifica la Tierra en la mitología griega— explica al planeta Tierra como un superorganismo vivo, una entidad
compleja que comprende el suelo (tierra, minerales), los ríos y océanos (agua), la atmósfera (aire) y la biota
terrestre (las plantas y animales vivos). De acuerdo con esta propuesta, todos los organismos y su entorno
inorgánico en la Tierra están estrechamente integrados, forman un sistema complejo único y autorregulado que
permite mantener condiciones para la vida.

La hipótesis Gaia plantea que la Tierra es una construcción biológica en la que los sistemas vivos desempeñan un
papel central en la distribución y abundancia de diversos elementos dispersos en el mar y en la atmósfera. Por
ello la preocupación por la pérdida de biodiversidad documentada en el Informe de la evaluación mundial sobre la
diversidad biológica y los servicios de los ecosistemas. Los principales mensajes de este informe recalcan la
importancia de la naturaleza y su diversidad para sostener la vida humana y la peligrosa tendencia de los
indicadores que muestran su rápido deterioro.

Sobre los seres vivos

La argumentación de una Tierra viva se apoya en la diferencia entre los sistemas vivos e inertes. Una entidad
viva, además de su alta complejidad, implica un funcionamiento y estructura autopoiéticos. La autopoiesis4 es un
concepto propuesto por los chilenos Humberto Maturana y Francisco Varela, quienes explicaron lo vivo como una
estructura formada por unidades acopladas y anidadas, la célula como unidad de primer orden, organismos
complejos de segundo orden y organización social de individuos de la misma especie como unidades de tercer
orden. Cada unidad viva (autopoiética) es autoreferenciada, autónoma, determinada por su organización
(estructura y funciones), producto del devenir histórico de acoplamientos estructurales en secuencias
ininterrumpidas.
Las unidades vivas conservan la organización de su linaje, pero con variaciones a lo largo de su historia evolutiva.
Estas unidades están en interacción circular con el medio y las unidades vivas circundantes, que “gatillan”
reacciones, es decir, las variaciones en el entorno tienen influencia, pero sin determinismo absoluto; los estímulos
externos pueden generar cambios en diferentes direcciones e incluso no operar reacción alguna. Esta
aproximación no contradice el positivismo, que sólo reconoce el conocimiento científico y las leyes de causa y
efecto; lo completa con una idea multicausal y con posibilidades de generar diferentes respuestas y fenómenos.
La vida es compleja y una emergencia del acoplamiento estructural que sólo se explica como unidad desde su
organización, estructura y funcionamiento en conjunto y no por descomponer cualquiera de las partes que la
forman.5

Ilya Prigogine, premio nobel de química, explicó que la vida se genera a partir de la estructura y fenómenos
irreversibles en la línea del tiempo. Los sistemas biológicos son dinámicos e inestables, que se dirigen a un
porvenir impredecible. La vida se desenvuelve hacia un futuro más complejo.6 Para Prigogine la vida es auto
organización espontánea de sistemas dinámicos. Las moléculas de agua se auto organizan para formar
hexágonos, la forma y comportamiento de huracanes, y la formación de redes, grupos de nodos conectados por
enlaces (neuronas, sinapsis). Al observar el universo, las galaxias, un cardumen de peces nadando al unísono,
una parvada de patos volando, la construcción de un hormiguero o colmena de abejas, no podemos creer que ese
orden sea producto del azar.

Desde un ángulo científico, la hipótesis ha constituido la provocación para un análisis más amplio, invita a abordar
la complejidad para entender procesos globales. En el ámbito transdisciplinario, la acogida de esta teoría tiene
connotaciones filosóficas y éticas muy importantes, ya que permite articular puentes entre una visión científica de
la vida y otras expresiones culturales que, desde hace milenios, ven a la Gaia con respeto y reverencia; la
Pachamama del pueblo andino es buen ejemplo, o las culturas originarias que ofrecen a los elementos aire, agua,
tierra y fuego categoría de sagrado.

La visión de la Tierra como un ser vivo permite repensar la posición de los seres humanos, la noción de la Madre
Tierra de la cual el ser humano forma parte y comparte con las demás especies en un sentido de hermandad, y no
el dueño de ésta.
La actividad humana que caracteriza al Antropoceno está poniendo en peligro los límites planetarios para sostener
la vida. Cambio climático, pérdida de biodiversidad, contaminación de suelo, agua y aire, deforestación, agujeros
en la capa de ozono y alteración de los ciclos biogeoquímicos del planeta son algunos puntos que interactúan con
problemas sociales como la desigualdad, violencia y migración para constituir la crisis socioecosistémica actual.
La pandemia es efecto y uno de los síntomas que hace evidente la problemática compleja. Una mirada diferente
a la naturaleza de la vida, una actitud reverencial a la Gaia, probablemente permitiría a la humanidad buscar la
armonía y cuidado necesarios para olvidarnos del consumo excesivo y depredador.

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