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Batería DE Preguntas Materia DE Estudio DE LA Asignatura


Literatura Española DEL Barroco
Literatura Española del Barroco (UNED)

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BATERÍA DE PREGUNTAS MATERIA DE ESTUDIO DE LA ASIGNATURA


LITERATURA ESPAÑOLA DEL BARROCO, 2º CURSO
Rocío Pacheco
Curso 2018/19

1- Marco histórico-cultural del siglo XVII: el Barroco y la crisis.


El siglo XVII español se caracteriza por una sensación de desencanto,
decadencia, pesimismo y crisis derivada de la pérdida de poder. En esta centuria se
suceden una serie de monarcas mediocres, los Austrias menores, que gobiernan con
sus validos.
En la primera etapa está Felipe III, con sus validos el Duque de Lerma y el
Duque de Uceda. Durante este período se produce el traslado de la corte de Madrid a
Valladolid, la paz con Inglaterra, la Tregua de los Doce Años con los holandeses y la
expulsión de los moriscos en 1609.
La segunda etapa la ocupa Felipe IV y su valido el Conde Duque de Olivares,
quien pone en marcha una serie de medidas, en un principio esperanzadoras, que
finalmente fracasan como consecuencia de problemas internos y externos como la
implicación de España en la guerra de los Treinta Años, la piratería en las rutas
americanas y la sublevación de los reinos de Portugal y Cataluña en 1640.
La última etapa acaba con Carlos II “El Hechizado” y la regencia de Mariana de
Austria. La muerte de este monarca da lugar a la guerra de sucesión, que termina con
la monarquía de los Austrias y da paso a los Borbones.
Este siglo está marcado por una profunda crisis económica consecuencia de la
gran desigualdad social y de un reparto de los bienes no uniforme. España pasa de
ser ese gran imperio poderoso a perderlo todo. No funciona la política monetaria, se
produce la depreciación de la moneda. A su vez, una serie de problemas sociales
aparecen asociados a esta crisis: la expulsión de los moriscos en 1609, la imperiosa
necesidad de demostrar ser “cristiano viejo”. La sociedad se divide en grupos: los
marginados, la nobleza y, en medio, el pueblo llano. Existe una situación de anarquía
nobiliaria.
Surgen, asimismo, una serie de problemas religiosos como la aparición del
protestantismo. La cristiandad occidental se divide en dos: una liderada por la Iglesia
Católica Romana y otra que sigue los nuevos postulados de Lutero y Calvino.
Todo esto repercute en lo que conocemos como la sensibilidad barroca: el
desengaño; la vida como un sueño, como algo irreal; los sentimientos contrapuestos y
de contrastes donde estoicismo y epicureísmo se alternan en la mentalidad de la
época; tópicos como la aurea mediocritas o el carpe diem cobran especial relevancia y
en oposición al modelo renacentista, equilibrado y armonioso, el Barroco busca la
exageración y los extremos como reflejo de los cambios de la nueva sociedad.

2-Características generales del Barroco como periodo literario.

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Si bien el Barroco supone un cambio frente a la literatura del Renacimiento, no


podemos plantearlo como una ruptura radical. Se trata, más bien, de una evolución y
transformación de los mismos temas y formas renacentistas hacia una nueva
necesidad expresiva. El Barroco supone un paso más y busca el movimiento, la
inspiración en la naturaleza, lo cotidiano y la ampliación de campos.
Muchos críticos sostienen que esta ruptura obedece a un agotamiento de las
formas renacentistas, que pierden paulatinamente su expresividad y necesitan ser
renovadas. Una de las características de los autores barrocos es que buscan
sorprender al lector y para ello se valen de múltiples y novedosas técnicas. De esta
forma, nos encontramos con que la metáfora se convierte en una de las principales
herramientas, así como la exageración.
Surgen dos corrientes que no debemos considerar como opuestas, sino que se
complementan. Por un lado, tenemos el conceptismo, que se basa en la creencia de
que existen correspondencias en el universo que el hombre puede descubrir. Gracián,
en la Agudeza y arte de ingenio, define el concepto como un “acto de entendimiento
que exprime (expresa) la correspondencia que se halla entre los objetos”. Un gran
representante de esta técnica es Quevedo.
Por otro lado, el culteranismo se considera una tendencia elitista que se da
especialmente en poesía basada en la oscuridad. Esta oscuridad culterana centra sus
recursos en la complicación del texto mediante perífrasis, latinismos, hipérbatos,
imágenes, alusiones y otras peripecias que dificultan enormemente la comprensión del
texto. El mayor representante de esta tendencia es Góngora.

3-La novela de Cervantes.


Su faceta narrativa es la más interesante e innovadora del autor. Se trata de una
narrativa, a excepción de la Galatea, que es resultado de una obra de madurez.
Cervantes cultiva todos los géneros que estaban en boga con una técnica sui generis,
capaz de aportar giros nuevos.
Comienza con el cultivo de la novela pastoril La Galatea, si bien el mundo
idealizado que se refleja en el género tiene en Cervantes raíces mucho más hondas
que la simple adhesión a una tendencia en boga. Por otra parte, las Novelas
ejemplares (1613) suponen un hito en la historia de la narrativa española, que le
conducirá por derroteros distintos y sentará las bases de la moderna novela realista.
Se introduce, de esta forma, el relato corto de corte italiano; pero Cervantes da
un gran paso desde los personajes arquetípicos, caracterizados con rasgos muy
elementales, a la novela realista, de mayor complejidad psicológica y social. Dos de
estas novelas, Rinconete y Cortadillo y El coloquio de los perros, se sitúan en un
ambiente picaresco, aunque su estructura y su punto de vista difieren de lo que es
habitual en este género.
A diferencia de los personajes de Lope de Vega en las Novelas a Marcia
Leonarda, Cervantes es capaz de forjar un tipo de relato en el que el narrador es
testigo, en ocasiones irónico, de un diálogo en el que cada criatura habla con voz
propia. Se trata de un rasgo propio de Cervantes, quien no impone sus razones y
permite que entre sus seres de ficción se cree un juego absolutamente dialéctico.
Reflejo de esta característica es la abundancia de parejas protagonistas: Don Quijote y
Sancho, Rinconete y Cortadillo…

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También contrasta el final de algunas de sus novelas (Rinconete y Cortadillo y El


coloquio de los perros) que queda en suspenso formando una estructura abierta; con
el de aquellas otras en que el autor es arrastrado por la convención habitual del
cuento, con anagnórisis y boda (La gitanilla).
Dentro de su narrativa, el Quijote es un mundo aparte; esta genial obra no tiene
correlato con ninguna de las tendencias en boga a las que hemos aludido. Su
trayectoria, después de estas composiciones, parece avanzar hacia el realismo; no
obstante, al final se produce una involución en Los trabajos de Persiles y Sigismunda,
cuya trama, al estilo de la novela bizantina, está imbuida de idealismo neoplatónico y
solo hace uso de la técnica realista en algunos de los cuentos y novelas breves
adosados a la acción principal.

4-La narrativa de Lope de Vega.


Lope de Vega también cultivó la prosa. Reelabora diversas tradiciones
narrativas, pastoril, novela bizantina, novela corta al estilo de Cervantes en sus
Novelas ejemplares. De toda su obra en prosa destaca La Dorotea, la más original y
compleja.
Su primera incursión en la narrativa fue con La Arcadia (1598). Inserta en el
esquema básico de la novela pastoril una serie de textos de índole diversa que buscan
entretener. Prosas mezcladas con versos dan lugar a una miscelánea en la que la
idealización pastoril se mezcla con las referencias históricas coetáneas y con el relato
en clave. Este disfraz pastoril encubre, en realidad, a personajes reales y sucesos
amorosos documentados. El marco ambiental es el locus amoenus y la estructura
recuerda, según algunos estudiosos, a modelos dramáticos: una acción central
complicada con una serie de obstáculos, relaciones de amor, celos…
El peregrino en su patria (1604) es una novela de aventuras sobre el molde del
género bizantino adaptado a nuevos objetivos en la peregrinación del enamorado
Pánfilo de Luján que podría interpretarse como símbolo de la peregrinación vital del
cristiano. Su acción se sitúa en torno a los grandes centros marianos de España y el
esquema del género bizantino le permite a Lope inventar pródigamente peripecias
habituales (naufragios, cautiverios…). Se trata de una obra con fuertes dosis de
propaganda catequística, muy acorde con las directivas del Concilio de Trento. Amor,
aventuras y religión son los pilares fundamentales del relato.
Los pastores de Belén es otra colección de “prosas y versos”. Se sitúa en una
tonalidad religiosa y de desengaño y está ambientada en torno a la Navidad. Se trata
de una especia de “Arcadia pastoril a lo divino única en las letras del Siglo de Oro”.
Son fragmentos centrados en episodios bíblicos que suponen una especia de resumen
de erudición sagrada, a la que se suman las referencias de historiografía antigua y
genealogías bíblicas y paganas. Se ha señalado la importancia del tema del viaje.
Las Novelas a Marcia Leonarda se componen de las novelas incluidas en La
Filomena (Las fortunas de Diana) y La Circe (La desdicha por la honra, La prudente
venganza, Guzmán el Bravo). Representan la contribución de Lope, incitada por Marta
de Nevares, al género de la novela corta de impulso cervantino y aire italiano.
Abundan las apelaciones directas a la destinataria (Marcia Leonarda, Marta de
Nevares) y referencias históricas concretas como la expulsión de los moriscos en La
desdicha por la honra. En estos relatos pueden verse las huellas de los precedentes:

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narraciones bizantinas, historias de cautivos cervantinas, el drama de honor… Lope


se esfuerza por escribir sus novelas combinando la originalidad, el entretenimiento y el
saber y sazonando la obra con dosis de ejemplaridad.
Sin embargo, su mejor obra en prosa, alabada por la crítica, es La Dorotea
(1632), “acción en prosa”, en la que se rinde homenaje a La Celestina. Presenta los
amores de dos jóvenes, el estudiante don Fernando y Dorotea. Los numerosos
obstáculos que se oponen a la pasión de los amantes desembocan en la ruptura. El
relato es la culminación de una serie de escritos en los que Lope reelabora desde
distintas perspectivas sus amores con Elena Osorio, por lo que tiene una fuerte carga
biográfica.
Lo que interesa sobre todo es la dimensión poética de lo narrado: la pasión
primera y las vicisitudes del último amor a Marta de Nevares se construyen
literariamente, desde el desengaño y la melancolía serenada de la vejez. La
contemplación estética de la pasión funciona como consuelo y evocación de las
aventuras juveniles contrapuestas a sus otras experiencias amorosas de la madurez.

5-El género de la novela corta y sus principales autores.


Este género se inaugura en España con la publicación de las Novelas
ejemplares (1613) de Cervantes. Se trata de la novela corta italiana de ambiente
cortesano. Sus escenarios suelen ser ciudades populosas y los personajes
pertenecen, por lo general, a clases elevadas; son hidalgos, damas y caballeros de
vida ociosa, que cultivan el galanteo amoroso. El concepto esencial que rige toda la
arquitectura novelesca es el amor. Hay un claro desarrollo del sentimiento amoroso, de
tono medieval y legendario, que reinaba en la novela caballeresca. La mujer deja de
ser un objeto inerte, pasivo, y pasa a intervenir de forma más activa en la peripecia
amorosa.
Amezúa señala dos direcciones en la concepción del sentimiento amoroso: el
amor casto e idealizado y el amor sensual. En las novelas españolas predomina el del
primer tipo. Hay, asimismo, una ausencia de personajes de baja estofa: mendigos,
tahúres… Junto al amor, reina otro sentimiento esencial: el honor. El orgullo del linaje,
la honra familiar pasan a ocupar un lugar destacado, así como la dignidad de las
propias acciones.
A pesar de la gran dosis de fantasía novelesca que hay entre sus ingredientes,
constituyen en buena media un documento social de gran interés. El modelo inmediato
de estas producciones serán las obras de los grandes novellieri italianos: Boccaccio,
Bandello, Straparola, Cinthio… De Boccaccio se hereda la forma breve y concisa, con
amplitud de conceptos; de Bandello, la recreación histórica y costumbrista; de Cinthio,
las artimañas de las damas y la corriente moralizante…
Algunos de los autores más destacados, aparte de Cervantes (Novelas
ejemplares, el inaugurador de este género en España; o Lope de Vega con su
aportación en las Novelas a Marcia Leonarda) son:
 Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo. Escribe una serie de novelas
breves en las que se mezclan los cuadros de costumbres y el relato
cortesano; no faltan tampoco los matices picarescos y satíricos. Son
libros llenos de ingenio y de humor. Entre sus obras caben destacar El

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caballero puntual; El sagaz Estacio, marido examinado o El sutil


cordobés Pedro de Urdemalas, por nombrar alguna de ellas.
 Alonso de Castillo Solórzano. Autor con grandes dotes narrativas, escribe
gran cantidad de novelas cortesanas agrupadas por colecciones al estilo
boccacciesco. En ellas priva el amor y la aventura y se atienen a las
directrices marcadas por los italianos. Amezúa ha destacado su riquísima
imaginación. Entre sus obras están Tardes entretenidas, que abarca
numerosos relatos; Jornadas alegres, que incluye cinco relatos; o
Noches de placer, una serie de doce novelas.
 Gonzalo de Céspedes y Meneses. Tiene dos facetas como escritor:
historiador y novelista. Entre sus obras encontramos las Historias
peregrinas y ejemplares, con un total de seis novelas cortas, en cada una
de las cuales se narra una aventura amorosa.
 María de Zayas y Sotomayor. Su novela supone un paso más en la
recreación de la aventura amorosa. Usa de una mayor recreación de la
aventura amorosa y se multiplican los lances (raptos, naufragios,
desmayos, etc.). Insiste en presentar a la mujer como víctima de los
engaños del hombre, que se aprovecha injustamente de su amor. Pero,
por otra parte, es lo suficientemente fuerte como para vencer todos los
obstáculos que se oponen a su amor. Hay en ella una auténtica obsesión
por presentar sus relatos como hechos reales. Toda su producción se
recoge en dos libros: Novelas amorosas y ejemplares. Honesto y
entretenido sarao; y Desengaños amorosos. Parte segunda del sarao y
entretenimientos honestos.
 Tirso de Molina. Al igual que Cervantes y Lope de Vega, tuvo dos
colecciones en las que se incluyen sus relatos: Los cigarrales de Toledo y
Deleitar aprovechando.

6-La narrativa de Tirso de Molina.


Al igual que hizo Lope de Vega en su incursión en la narrativa cortesana con las
Novelas a Marcia Leonarda, también Tirso de Molina cultiva el género en alguna
ocasión. Son dos las colecciones misceláneas en las que se incluyen sus relatos: Los
cigarrales de Toledo y Deleitar aprovechando.
Los cigarrales de Toledo (1621), de carácter profano, recoge una serie de
fábulas, cuentos, versos y tres comedias. Es una obra primeriza. En ella un grupo de
amigos se reúnen en un cigarral y charlan alegremente. Todas sus novelas, entre las
que resalta Los tres maridos burlados, tienen un inconfundible sabor boccacciesco.
Gira en torno a la disputa entre tres damas por un diamante que han encontrado; se lo
quedará aquella que sea capaz de urdir un engaño más ingenioso para su marido. Su
prosa es ágil, animada y sabe imprimir a la trama el punto justo de picardía que
requiere para ser del agrado del lector.
De 1635 es la miscelánea de contenido dispar: Deleitar aprovechando. Es una
obra en la que domina la preocupación religiosa y que persigue la formación del lector.
A raíz del Carnaval se reúnen al atardecer tres devotas familias que se dedican a
narrar vidas de santos. Si bien la técnica es similar a Los cigarrales, el tono y el
contenido difieren por completo. Incluye poemas, tres autos sacramentales y tres
novelas: La patrona de las musas, Triunfos de la verdad y El bandolero.

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La obra en prosa de Tirso se completa con La historia de la Orden de la Merced,


de gran interés para profundizar en la biografía del autor.
7-La novela picaresca como género Barroco.
El Lazarillo de Tormes inicia una corriente narrativa cuya continuación es la
picaresca, que se configura y delimita más precisamente como género en el siglo XVII.
Pero también en este siglo se produce la desintegración del género picaresco, que
acabará desembocando en estampas costumbristas y misceláneas de vario
entretenimiento o en narraciones de tonalidad burguesa.
La atracción de la fantasía moral lucianesca provoca mixturas en muchos casos,
y el producto es un híbrido entre costumbrista, apicarado, y galería de tipos grotescos.
En varios relatos picarescos de la etapa decadente, la técnica biográfica dará paso ya
con toda franqueza a la tercera persona. A estas alturas se ha perdido “la novelización
del punto de vista”, tan esencial en la formación del género.
En pocas palabras, es característico de este género, heredero del Lazarillo, la
autobiografía y el relato itinerante. Otros rasgos son: origen deshonroso, esfuerzos por
superarlo, carrera hacia el ascenso social. Algunos de estos rasgos, presentes tanto
en el Lazarillo como en el Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán, se irán perdiendo
en la evolución del género picaresco. Otro rasgo importante que se había iniciado con
el Lazarillo es el realismo psicológico: el protagonista es un ser que reaccione con
coherencia ante las presiones externas. Tanto Lázaro, como después Guzmán, tienen
sus razones internar para actuar tal como lo hacen.
Con la degradación del género, la autobiografía solo será una excusa para
sustentar un relato, como se aprecia en El buscón de Quevedo o en La pícara Justina.
Al perderse este realismo psicológico, la picaresca derivará hacia una serie de
estampas grotescas que no ayudan a la consecución de un personaje complejo, sino a
un pasmarote testigo-protagonista de absurdas aventuras.

8-El Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán en el contexto de la novela


picaresca barroca.
El Guzmán presenta una estructura autobiográfica que convierte la obra en una
serie de largos monólogos. El protagonista desde su status final —la estancia en
galeras— nos cuenta sus aventuras y desventuras. Este relato pretende transmitir una
enseñanza al lector ya que en él se analizan los propios errores que desembocan en
la conversión.
La perspectiva autobiográfica justifica la unicidad del punto de vista: la situación
final (conversión del pícaro) orienta la lectura de todo lo narrado, tejido amplísimo de
peripecias dominado por el engaño (del pícaro hacia los demás, y de los demás hacia
el pícaro). El arrepentimiento final marca el tono moral y pedagógico del relato,
ejemplar de lo que debe evitarse.
A este objetivo central responde una estructura ramificada en numerosos
episodios y digresiones morales, apoyada en copiosas referencias eruditas, bíblicas,
etc. Es significativa su estructura narrativa pues constantemente la acción se ve
interrumpida por digresiones y reflexiones morales. Se trata de una estructura que
obedece a su intención claramente moralizante.

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La extensión de la geografía de las aventuras picarescas (Guzmán salta a Italia)


es otro dato que modifica el ámbito local del Lazarillo. La sátira y la denuncia de
numerosos aspectos de la sociedad contemporánea adquiere también más amplias
dimensiones.
De las inspiraciones y fuentes que sustentan el trazado de la novela, además de
la experiencia personal del autor, hay que tener en cuenta principalmente los modelos
literarios del Lazarillo, las confesiones religiosas (San Agustín) y la moralidad de los
relatos lucianescos. Hay quienes han tachado a la obra de falta de unidad por la
acumulación de tantos materiales; sin embargo, esto carece de sentido según otros
estudiosos como Rico, quien defiende la unidad del relato orientada la conversión, al
análisis de una conciencia.
El estilo barroco de esta novela responde a una elaboración variada, que va de
la aparente simplicidad aforística, a la amplificación, morosa, de frases complejamente
construidas y formulación reflexiva, marcada por la exuberancia verbal y la integración
léxica.

9-El Buscón de Quevedo en el contexto de la novela picaresca barroca.


La novela se edita por primera vez en Zaragoza en 1626, pero su composición
es muy anterior, posiblemente en torno a 1604. Pese a su arte acabado y maduro, no
cabe duda de que se trata de un escrito de juventud. Tuvo un éxito arrollador.
Se trata de un relato de la peripecia vital del pícaro don Pablos de Segovia,
desde su infancia a la proyectada fuga a Indias con que termina la obra. En relación la
estructura, Quedo destruye la estructura novelesca reduciéndola a una serie de
cuadros en los que se nos dan otras tantas visiones de la vida contemporánea. No se
ahonda en la intimidad del personaje ni en su personalidad psicológica, sino que todos
los esfuerzos expresivos irán dirigidos a trazar una caricatura sombría.
No obstante, Quevedo se atiene a las líneas maestras del género picaresco:
narración en primera persona, ascendencia innoble del pícaro que predetermina su
marginación…, pero rompe su trabazón. Como apunta Rico, el libro da la sensación de
estar disgregado en niveles inconexos. Los diversos episodios se suceden
rápidamente, pero sin atropellarse. Son muy divertidos y variados; la presencia del
protagonista es lo único que sirve de elemento de enlace entre todos ellos. Se divide
en tres libros que constituyen una cierta unidad temática.
Molho ha perfilado algunas de las peculiaridades de la caracterización de don
Pablos que lo distancian de otros pícaros. Es un personaje vacío cuya única función es
dar pie a que con sus aventuras podamos ser testigos de un mundo en
descomposición. El autor no nos lleva nunca a mirar en su interior; asistimos
únicamente a los rasgos externos de su conducta. Quevedo parte de su deshonor
como algo totalmente irreversible, que no merece ser sometido a revisión. Sabemos
que es un ser degradado por sus orígenes y por las secuelas que estos dejan en su
conducta, y el autor ni siquiera se para a reflexionar sobre sus cualidades y defectos.
Quevedo mira a su criatura desde arriba con un absoluto distanciamiento. En ningún
momento se siente solidario con ella ni intenta siquiera indagar en sus posibles
motivaciones. Ni en el final hay esperanzas para don Pablos.
El lenguaje conceptista de Quevedo, con su visión distorsionada del mundo y los
hombres, y la técnica narrativa de que se sirve para plasmarlo, no puede ser más

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directa: obedece al proceso de desintegración de la realidad. No hay ninguna digresión


moral. Tampoco podemos hablar de realismo en El buscón. Todo en él es excesivo,
llevado a los últimos extremos. Pero sí es evidente que el autor parte de una realidad
muy concreta, que deforma y caricaturiza. Es el claro reflejo de su gran pesimismo y
su profundo desengaño del mundo. Se nos muestra una parte de la realidad, la de los
aspectos más bajos e indignos, consecuencia de la decadencia española.
En pocas palabras, tal como defienden críticos como Lázaro Carreter, El buscón
es, ante todo, una obra de ingenio, cuya máxima originalidad residen en el estilo.

10- Trayectoria biográfica y literaria de Francisco de Quevedo.


Nació el 17 de septiembre de 1580, de familia hidalga montañesa. Se formó en
el Colegio Imperial de los jesuitas y en la Universidad de Alcalá. En diversos
testimonios del tiempo se hallan referencias a su ingenio, a su defecto visual y a su
cojera. Poca información tenemos sobre sus relaciones amorosas, y más sobre sus
actividades al servicio del Duque de Osuna, bajo quien desempeñará delicadas
actividades diplomáticas. Son años difíciles en la política española, en los que se
empiezan a recoger los frutos de la mala administración. El talento literario de nuestro
autor está ya en sazón; obras tan logradas como los Sueños se producen en torno a
estas fechas. Tras la caída de Osuna, Quevedo fue desterrado a la Torre de Juan
Abad y luego encarcelado en Uclés. Regresa luego a la corte y se relaciona con los
nuevos favoritos, sobre todo con el Conde Duque Olivares.
Durante todo este tiempo no deja de amistarse (con Lope de Vega, Carrillo y
Sotomayor) y enemistarse (con Góngora, Pacheco de Narváez…), ni de escribir
asiduamente. Un matrimonio poco exitoso en 1634 y vuelta a la prisión en 1639 por
causas que aún desconocemos ocurren en los últimos años de su vida. Finalmente,
muere el 8 de septiembre de 1645; había sido puesto en libertad en 1643.
Como literato, Quevedo cultivó todos los géneros de la época. Se dedicó a la
poesía desde muy joven y trabajó un gran abanico de temáticas (Blecua): poemas
metafísicos, morales y religiosos; de tema amoroso; burlescos y satíricos; y de
circunstancia y traducciones. En ellos es recurrente la vida como muerte, el tiempo
fugitivo, el desengaño… Se caracteriza su estilo como expresionista y distorsionador, y
predominan en él las figuras de pensamiento sobre las de dicción. Su obra poética,
publicada en dos volúmenes, tras su muerte, tuvo un gran éxito en la época.
En prosa, tenemos una variada y extensa producción. Por toda su experiencia
en la corte y sus vivencias personales podemos encontrar desde tratados políticos
hasta obras ascéticas y de carácter filosófico y moral. Sobresale su novela picaresca
El buscón, publicada en 1623 aunque había sido escrita con anterioridad. Se trata de
una excelente parodia picaresca que transmite la ideología nobiliaria de su autor.
Quevedo no ahonda en la psicología de su personaje; más bien introduce un elemento
preesperpéntico: la figura del “pelele”.
Los Sueños ocupan otro espacio importante en su trayectoria literaria. La
primera edición que conocemos es la de Barcelona de 1627. Constituyen una serie de
cuadros expresionistas, hechos al estilo de la fantasía lucianesca, en los que la
inagotable vena del autor pone en la picota a los diversos oficios y estados. Son
relatos de estructura abierta en los que la ficción de un sueño da cabida a todo lo que
pasa por la imaginación del creador. El tema dominante es la visión caricaturesca del

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mundo de ultratumba. El lenguaje, que luce todas sus galas conceptistas, no puede
ser más expresivo e hiriente. La intención última de los Sueños es de índole moral:
mostrar lacras sociales y reprender vicios.

11- La prosa satírica de Quevedo.


Sus composiciones satíricas son obras de juventud en las que ya se advierten
las grandes dotes satíricas del autor y su dominio prodigioso de la lengua. En estos
escritos breves se encuentra el germen de lo que serán las grandes obras satíricas: El
buscón y los Sueños. Tras el aparente desenfado se advierte una evidente sátira de
costumbres.
Quevedo fue un gran creador de sátiras, en ellas desplegaba un discurso jocoso
y agudo para denunciar los vicios, comportamientos ridículos o las actividades
delictivas que eran características de su época.
En 1631 aparece en Madrid un conjunto de sus obras satíricas y burlescas de
juventud con el título de Juguetes de la niñez y travesuras del ingenio. Entre sus
opúsculos satíricos y burlescos encontramos varios títulos de los que solo
nombraremos algunos:
 Genealogía de los modorros. No siempre se ha aceptado su adjudicación a
Quevedo. En pocas páginas nos ofrece una genealogía alegórica de “los que
poco saben”.
 Capitulaciones matrimoniales y Vida de Corte y oficios entretenidos en ella son
dos tratados independientes, aunque unitarios en su estilo, que suelen
aparecer juntos en los manuscritos. Por ellos desfilan una auténtica galería de
tipos humanos.
 Desposorios entre el casar y la juventud. Es una graciosa ridiculización del
matrimonio.
Dentro de las epístolas burlescas y memoriales encontramos títulos como la
Carta a una monja o la Carta a la rectora del colegio de las vírgenes, donde realiza
una esperpéntica descripción de sí mismo. Otro título notable de su producción satírica
es la Premática que este año de 1600 se ordenó por ciertas personas deseosas del
bien común, una parodia burlesca de la promulgación de una ley en la que se prohíbe
el uso de determinados vocablos y expresiones.
Pero, sin duda, sus grandes obras satíricas son los Sueños y El buscón.

12- La sátira moral y costumbrista en la narrativa quevediana.


Dentro de su producción satírica y de costumbres sobre sale su obra de los
Sueños, cuya primera edición conocida es la de Barcelona, 1627. Esta obra es uno de
los grandes ejemplos del relato lucianesco del siglo XVII. En el relato lucianesco se
nos cuentan una serie de casos, a menudo con intervención de la fantasía, que
relegan a un segundo plano la evolución personal del protagonista; este no es más
que un testigo privilegiado de los hechos que relata. Se busca constantemente el
efecto ingenioso.
En la sátira moral y costumbrista quevediana predominan las fantasías morales
al estilo de los Sueños y las sátiras de la corrupción social imperante de la época. En

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muchas de ellas critica los vicios del mal gobierno, defiende un estoicismo cristiano o
comenta sucesos de la política coetánea. En Vida de corte y oficios entretenidos en
ella traza un cuadro burlesco de las figuras ridículas de la corte.
En los Sueños va hilando la sátira de una colección de personajes viciosos:
avarientos, escribanos, lujuriosos, mujeres hermosas y públicas… Constituyen una
serie de cuadros expresionistas, hechos al estilo de la fantasía lucianesca, en los que
la inagotable vena satírica del autor pone en la picota a los diversos oficios y estados.
Son relatos de estructura abierta en los que la ficción de un sueño da cabida a todo lo
que pasa por la imaginación del creador. El tema dominante es la visión caricaturesca
del mundo de ultratumba.
Los tipos humanos son estilizaciones grotescas de los distintos status sociales,
con los que Quevedo se ensaña a fondo. Toda la fauna social aparece deformada a la
luz del esperpentismo quevedesco. A pesar de su variedad, como muy bien apunta
Ynduráin, tienen “una acusada unidad estética por el estilo, la intención satírica y el
artificio de visiones escatológicas con que están concebidos”.
El lenguaje, que luce todas sus galas conceptistas, no puede ser más expresivo
e hiriente. El autor maneja a la perfección hasta los menores registros estilísticos para
reforzar en todo momento su visión satírica y degradadora.
Se ha hablado que la sátira de los Sueños tiene elementos que proceden de los
grandes satíricos latinos. Es cierto que toma de ellos algunos motivos, pero nunca se
limita a la pura repetición de tópicos consagrados, sino que los incorpora a su propia
vitalidad.
La intención última de los Sueños es de índole moral: mostrar lacras sociales y
reprender vicios. Claro está que el producto final rebasa con mucho esta aspiración.

13- La obra didáctica de Baltasar Gracián.


Sus obras didácticas o formativas son una especie de manuales para desarrollar
determinadas sabidurías sociales y conseguir un tipo de hombre ideal en el marco de
la visión del mundo gracianesca. Dentro de esta clasificación encontramos El héroe, El
político, El discreto y Oráculo manual y arte de prudencia.
La obsesión de Gracián es la educación del hombre con vistas a la formación
completa de la persona: cada uno de sus tratados examina diversas perfecciones (la
social, la política, la religiosa…). La intención didáctica es innegable, al igual que el
esmerado cuidado formal. Su estilo es denso, docto y difícil. No podemos definirlo
como breve; pues dice y repite, variando la expresión, sumando conceptos,
proponiendo afirmaciones y su antítesis… En definitiva, su obra es uno de los mejores
ejemplos de conceptismo.
El héroe (1637) revisa veinte virtudes o primores que conforman un individuo
ideal: héroe es para Gracián el hombre perfecto, completo en su individualidad, y los
primores son cualidades posibles para quien se esfuerce en el cumplimiento de estas
reglas de discreción. Como en el resto de su obra utiliza numerosos ejemplos de
autores antiguos o modernos: Plutarco y Erasmo son fuentes inagotables. Otra de sus
fuentes es Dichos memorables de personajes ilustres de Juan Botero. Se puede
percibir claramente un objetivo regeneracionista en un momento de crisis de valores
en que los modelos de conducta se desintegran.

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El político don Fernando el Católico (1640) es un discurso panegírico en elogio


de las virtudes del rey católico. Su biografía se glosa destacando sus virtudes,
especialmente la prudencia y el valor. Describe sus dotes diplomáticas, su sabiduría
en la elección de ministros… Hay una parte de teoría política en la línea de los
tratadistas barrocos, frecuentemente preocupados por las fuentes y limitaciones del
poder y por el modelo del príncipe cristiano.
El discreto (1646) continúa en sus veinticinco capítulos o realces la trayectoria
iniciada en El héroe. Los veinticinco realces forman el hombre de prendas, cortesano,
social, cuerdo, prudente, sensato para enjuiciar. Estas cualidades pertenecen a
numerosas dimensiones de la conducta humana, y a sus diversas modalidades. Un
aspecto muy interesante es su estructura y variedad de géneros literarios. Cada uno
de los realces lleva un título: elogio, discurso académico, alegoría, memorial a la
Discreción…Es, sin duda, una de sus obras más representativa.
El Oráculo manual y Arte de Prudencia (1647) es una colección de aforismos
que sorprende por su abundancia y su estilo típicamente graciano (gran intensificación
semántica y tremenda economía de la expresión). Contiene trescientas máximas
esbozadas en forma de capitulillos independientes, que recogen de forma sintética las
principales ideas y cualidades comentadas con más extensión en los libros
precedentes.

14- La reflexión poética de Baltasar Gracián en la Agudeza y arte de ingenio.


Aparece en 1648 su edición aumentada. Es un tratado técnico, una peculiar
retórica del ingenio, un manifiesto de la estética conceptista. A través de comentarios y
ejemplificaciones va recorriendo en sus 63 discursos, con intención sistematizadora,
las diversas categorías de conceptos que constituyen la base de la literatura barroca, a
la vez que ofrece una variada antología de textos destacables por su agudeza de
todos los autores y de todos los géneros.
Se divide en dos partes. La primera consta de cincuenta discursos y la segunda
de trece. En ellas estudia minuciosamente las diversas figuras, en especial las que
implican un proceso metafórico o un juego conceptual. La exposición teórica está
sazonada con multitud de ejemplos, muy variados; aunque muestra preferencia por los
autores españoles, también recurre a los latinos, italianos y portugueses.
En rigor la Agudeza y arte de ingenio es más una colección de ejemplos y una
ponderación elogiosa de los mismos que un análisis de estos. Por lo común la
estructura de cada uno de los discursos es la siguiente: empieza con la definición del
tipo de concepto que pretende estudiar y a continuación se ofrece una serie de
ejemplos y modelos de ellos. Desmiente la artificial división entre conceptistas y
culteranos. Uno de los autores más citados es Góngora.
En definitiva, viene a ser una peculiar antología de la lírica española del Barroco.

15- La literatura emblemática del Barroco.


El género emblemático despertó verdadera pasión en el siglo XVI y XVII. Los
Emblemas de Alciato, publicados en 1531, fueron imitados y reelaborados a menudo.

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En España lo más característico es la tendencia moralizadora y catequística a la que


se aplican los libros de emblemas.
El emblema tipo se compone de un grabado o cuadro con un lema o mote sobre
o en el dibujo, a veces en latín, y frecuentemente una frase de la Biblia o un verso de
un poeta clásico, y una glosa debajo del grabado. El conjunto ofrece una lección,
generalmente explicitada en la glosa inferior. Es un género que se presta
especialmente a lo didáctico y a lo agudo.
Juan de Horozco y Covarrubias publica a finales del siglo XVI una importante
colección de Emblemas morales. Se dividen en dos partes. La primera contiene una
exposición teórica acerca de las características del género; se definen
cuidadosamente los distintos conceptos. En la segunda parte se incluyen los cincuenta
emblemas. Cada uno de ellos lleva, aparte del comentario en prosa, una octava. El
estilo es conceptista. En su concepción del género sigue los dictados que marca Paulo
Giovio en sus Diálogos.
Son muchos los cultivadores de este género: Hernando de Soto y sus Emblemas
moralizadas (1599), Francisco de Villava y las Empresas espirituales (1613), Pérez de
Herrera y los Proverbios morales y consejos cristianos… Mención aparte merece
Saavedra Fajardo quien en sus Empresas políticas lleva a la cúspide el género
emblemático.
Esta obra de Saavedra Fajardo se coloca en la corriente de los emblemas de
sentido didáctico en el campo específico de la educación de príncipes y la reflexión
sobre teoría política. En él, revisa la educación del príncipe, cómo tratar a súbditos y
extranjeros, la relación con los ministros, el gobierno de los estados, la solución de los
males internos y externos, la actuación en la guerra y en la paz, y la actitud en la
vejez.

16- Tendencias poéticas del Barroco: rasgos y paradigmas estéticos.


El Barroco español es uno de los momentos más felices, plenos y variados de la
poesía universal. Destaca la variedad de modulaciones, desde la poesía petrarquista
hasta la eflorescencia de la satírica.
El sentimiento de crisis que caracteriza al hombre barroco se manifiesta en el
predominio de ciertos temas: fugacidad, muerte, tiempo, vanidad, inestabilidad… Por
otra parte, la poesía se refugia en el juego artificioso y en la elaboración retórica más
extraordinaria, o busca, en otras vías, la denuncia satírica o la resignación estoica en
el camino de la moralización y el desengaño del mundo. Se trata de una poesía que no
se limita a acoger diversidad de modos, sino que intenta la elaboración y la fusión
innovadora en el panorama genérico y estilístico. Tal novedad en la recreación de los
géneros y estilos es coherente con el objetivo de provocar la admiración.
La poesía se concibe, en este siglo, como reina de las artes y las ciencias. La
mostración del ingenio es la gran preocupación del artista barroco. La poesía barroca
continúa los modelos del Renacimiento, pero surge un nuevo tratamiento. Si el
Renacimiento buscaba el equilibrio, el Barroco desproporciona las medidas. Se
produce una intensificación de los recursos.
El siglo XVII es la época de resplandor del romancero nuevo; hay, por tanto, una
revalorización de la poesía popular y tradicional. También aparecen dos tendencias

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poéticas que, si bien se solían oponer, ahora la crítica coincide en que no son
contrarias, sino en muchas ocasiones complementarias. De esta forma, nos
encontramos con el conceptismo y el culteranismo.
Algunos rasgos de la poesía barroca son:
—La expresión de la belleza adquiere un fulgor e intensidad hasta entonces
desconocidos.
—Se introducen los aspectos grotescos, feos, horribles o macabros.
—El color adquiere gran importancia. Se buscan los objetos que contienen color y
además otras connotaciones de preciosismo: flores, piedras preciosas…
Los temas principales de esta poesía son los mismos que en el Renacimiento.
Uno de los fundamentales es el amoroso, que se intensifica con infinidad de recursos
retóricos. Asimismo, se introducen temas como la brevedad de la vida, el desengaño,
la vida como sueño, el carpe diem, el tratamiento de lo feo y degradado, la burla de
tópicos…

17- Cartografía poética del Barroco: grupo antequerano-granadino, sevillano


y aragonés.
El criterio regional es uno de los usados para clasificar a los poetas el Barroco. Bajo
este criterio, nos encontramos con los andaluces, bifurcados en los antequeranos-
granadinos, y los aragoneses.
 Grupo antequerano-granadino.
Son considerados, habitualmente, antecesores de Góngora: apuntan formas y
recursos que don Luis desarrollará de manera más sistemática y completa. Estos
poetas experimentan con la expresividad colorista y suntuaria, cultivan la descripción
lujosa y ornamental de los mitos y se instalan en el refinamiento del mundo poético de
Herrera, que tendrá en Pedro de Espinosa el eslabón de enlace con el mundo
gongorino. Es destacable, asimismo, su labor de antólogos, tal como hizo Espinosa en
su obra Flores de poetas ilustres. Dos de los más famosos poetas de este grupo son el
ya mencionado Espinosa y Luis Carrillo y Sotomayor.
 El círculo sevillano.
Los estudiosos defensores de este grupo ven una continuidad de la escuela
sevillana desde Herrera hasta Alberto Lista en el XVIII. Estos poetas defienden un
ideal de vida y poesía basado en la serenidad, el sosiego y el apartamiento, la
reflexión moral, etc. Estos poetas están unidos por lazos de amistad, por la común
lectura de Horacio, por la moral estoico-epicúrea del Barroco… Su obra corre por
derroteros distintos a los que en Córdoba y Madrid inician Góngora, Lope y Quevedo.
Algunos de sus nombres más representativos son Juan de Arguijo, Francisco de
Medrano y Francisco de Rioja.
 El grupo clasicista aragonés.
La poesía aragonesa del Barroco se bifurca en dos vías: la de los hermanos
Argensola, que se acogen a la tradición clásica y renacentista; y la de los poetas de
influjo gongorino. Algunas de sus características, visibles sobre todo en los hermanos
Argensola, son la afición a los clásicos, el equilibrio formal y el didactismo. Sin

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embargo, en Aragón también se encuentran las tendencias generales de la poesía del


Barroco. Entre sus autores más representativos están Lupercio Leonardo de
Argensola, Bartolomé Leonardo de Argensola y Esteban Manuel de Villegas.

18- La trayectoria poética de Luis de Góngora: de la poesía de arte menor a


las Soledades.
Su obra nunca se imprimió en vida, sino que circuló en manuscritos, lo que ha
ocasionado a la crítica grandes problemas de edición. En relación con su obra poética,
dos son los rasgos fundamentales que hay que tener en cuenta:
—La versatilidad del autor para componer todo tipo de obras. Al lado de sus obras de
estilo abigarrado, como las Soledades, encontramos una serie de composiciones de
arte menor, romances y coplas tradicionales.
—La riqueza expresiva de su estilo poético. Sus juegos con el lenguaje hacen que
este se amolde a los conceptos con una flexibilidad inusitada en todos los planos, en
especial el fónico, el léxico y sintáctico, y el semántico.
Tradicionalmente se ha distinguido entre dos etapas cronológicas y dos estilos
artísticos diacrónicos. En la primera época cultivó poemas en metros cortos o dentro
de la tradición petrarquista; y en la segunda sacó a la luz sus creaciones más
personales y de más rebuscada dificultad.
Dámaso Alonso distinguió entre dos planos: uno escéptico, que parodia y
ridiculiza; y otro entusiasta, que exalta y embellece. Ambos planos aparecen a lo largo
de toda su producción literaria.
Entre su poesía de arte menor encontramos los romances (cultiva los moriscos,
pastoriles, históricos, burlescos); y las letrillas y otras composiciones de arte menor,
donde ensayó las letrillas satíricas, burlescas, sacras y líricas. Igualmente,
encontramos un grupo de sonetos de tipo amoroso, centrados en torno a la dama y
usando la descriptio femenina de los cánones renacentistas.
Entre sus grandes poemas encontramos la Fábula de Polifemo y Galatea y las
Soledades. En el Polifemo se consagra definitivamente el “segundo estilo” de
Góngora. En esta pieza maestra Góngora emprende la reelaboración de un tópico,
sometiendo los distintos elementos del tema a una rigurosa estructuración. En esta
composición, al igual que en las Soledades, se encuentran todos los recursos del
poeta culto: hipérbatos, construcciones absolutas, léxico suntuario y colorista,
correlaciones… El metaforismo explora renovaciones invirtiendo la dirección de los
ejes metafóricos y trueques ingeniosos de atribuciones.
Después del Polifemo, escribió Góngora las Soledades. Este poema consta de
dos cantos: la Soledad primera y la Soledad segunda. Presentan un hilo narrativo
sumamente tenue. Lo importante en ellas va a ser la descripción de la naturaleza.
Todo el argumento se reduce al peregrinar del joven náufrago que ha abandonado su
patria a causa de unos amores desdichados.
No tienen las Soledades el elemento trágico, dramático, que veíamos en el
Polifemo, ni sus contrastes. Su comprensión es más dificultosa. Los rasgos estilísticos
son similares, pero la mayor libertad métrica que proporciona la silva permite complicar
y enredar aún más la madeja metafórica y simbólica.

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19- La poesía cultista y los seguidores de Góngora. Reflexione sobre la obra


de los poetas principales que se encuadran en esta estética.
La poesía de Góngora produjo una vasta serie de influencias. Hay unos autores
que se proclaman seguidores decididos de esta nueva poesía (Villamedina, Soto de
Rojos), otros (Jáuregui, Bocángel) en los que la condición culta distinta de la gongorina
estricta se concilia con la influencia clara del cordobés. Y existe una tercera categoría
de aquellos ingenios que, aplicando los recursos gongorinos, se centran sobre todo en
la poesía burlesca (Polo de Medina).
 El conde de Villamedina
Juan Manuel Rozas halla cuatro grandes núcleos en sus obras:
—Poesía amorosa de raíz petrarquista. Sería continuador de la línea amorosa de
Garcilaso. En su poesía amorosa de madurez incorpora técnicas barrocas como la
antítesis y los juegos de contrarios. Se halla en su “Cancionero Blanco”.
—Las fábulas mitológicas. Se le considera el gran discípulo de Góngora. La temática
de los poemas de influjo gongorino pertenece al ámbito cortesano de los elogios,
lamentaciones funerales y otras poesías de circunstancias. La Fábula de Faetón ha
sido considerada por la crítica uno de los poemas más ambiciosos de la lírica barroca.
—Poesía moral de desengaño. El cancionero de desengaño se compone de sonetos,
poemas en metro castellano (redondillas) y un poema largo. Tiende al abandono del
gongorismo para ligarse al horacianismo. Predomina la resignación, los juicios
amargos contra su época.
—Poesía satírica. Para algunos estudiosos, Villamedina es el creador de la sátira
política en España. Lo que caracteriza al conde es el ceñimiento a la dimensión
personal, con nombres y apellidos.
 Soto de Rojas
Se ha percibido en la poesía de Soto un arranque con influencias de Petrarca y
Garcilaso, que a través de la imitación marinista pasa al gongorismo, en una línea de
continuidad que da unidad y sentido a su obra. Entre sus obras más relevantes
encontramos los Desengaños de amor en rimas (en la línea de los cancioneros
petrarquistas, se introduce el desengaño barroco), Los rayos de Faetón (desarrolla el
mito de Faetón, de intensas connotaciones barrocas) y el Paraíso cerrado para
muchos, jardines abiertos para pocos (es una descripción del jardín que tenía en
Granada; se identifica con el espacio del desengaño alumbrado por la contemplación
de la naturaleza).
 Juan de Jáuregui
Intervino en las polémicas en torno a las Soledades con violentas críticas
antigongorinas (Antídoto contra la pestilente poesía de las Soledades). En las Rimas
expone, en la Introducción, su preceptiva poética, que comenta también en otros
lugares, especialmente en el Discurso poético. El Orfeo, poema de 168 octavas en
cinco cantos, es su obra de más ambición y la que lo instala en la estética gongorina y
marinista.
 Gabriel Bocángel

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Su poesía, de influencia gongorina, pone, sin embargo, límites a la oscuridad y el


ingenio desbordado. Destacan sus Rimas y prosas y La lira de las Musas. Las
primeras incluyen composiciones de varia índole. En la poesía amatoria de los sonetos
continúa los modelos petrarquistas, que se añaden a las moralizaciones sobre los
temas habituales, como la fugacidad de la vida. En La lira de las Musas utilizó toda la
variedad de formas métricas de moda en el XVII (sonetos, romances, décimas,
madrigales, octavas…), más tres poemas mayores. Encontramos tanto sonetos
amorosos, como romances pastoriles, poesía moral y poesía académica.

20- La poesía amorosa de Lope de Vega.


Su gran poesía amorosa aparece en las Rimas, que en 1604 se publica en una
edición con unos 200 sonetos. Estos sonetos son un claro exponente de la poesía
petrarquesca que proviene del Renacimiento a través de Herrera, aunque en muchos
de ellos la voz personal de Lope, tan intensa y vital, hace olvidar cualquier
reminiscencia o parecido estilístico. La obra se abre con el bellísimo soneto “Versos de
amor, conceptos esparcidos…” que es toda una declaración de vitalismo poético. El
tema dominante es el amoroso.
En sus sonetos dedicados a Filis y Camila Lucinda (nombres poéticos de Elena
Osorio y Micaela de Luján), Lope desgrana episodios de alta emoción, y en el
petrarquismo básico que sostiene el diseño formal de sus sonetos se traslucen
connotaciones eróticas de gran intensidad.
Según Montesinos, la serie de Camila Lucinda se concibió como un cancionero a
modo de Petrarca, con algunos detalles estructurales precisos, como los poemas de
marca temporal en que se muestra el proceso.

21- La poesía de senectud de Lope de Vega.


La melancolía de los años finales, con las tragedias familiares, el sentimiento de
culpa por sus amores y la crisis religiosa y de conciencia, hace desembocar a Lope en
una poesía de hondo valor emocional, con una actitud de repaso vital y reflexión del
hombre y el poeta al borde de la despedida.
Especial atención merecen los poemas insertos en La Dorotea (1632). La crítica
ha señalado en estas composiciones una serenidad emocional, y una melancolía
resignada, que Blecua ha subrayado junto a la finura formal.
La égloga Filis fue el último poema que Lope escribió, en 1635, poco antes de
morir. Tiene por tema la pena del poeta por el secuestro de su hija Antonia Clara,
episodio transmutado en el argumento pastoril del poema donde se obvia la
correspondencia de Filos con Antonia Clara y Eliso con Lope de Vega.
Las últimas obras poéticas publicadas por Lope fueron las Rimas humanas y
divinas del Licenciado Tomé de Burguillos (1634). La primera parte de Rimas humanas
contiene 161 sonetos, una canción burlesca, La gatomaquia y cinco composiciones de
varios temas. Las Rimas divinas tienen dos églogas pastoriles, un villancico al
Nacimiento, cuatro poemas al Niño de la cruz y tres romances. Conjunto complejo en
el que se percibe crítica y autocrítica, desengaño y humor.

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La parte central son los sonetos satírico-burlescos. Jugando con el seudónimo


de Burguillos, hace aquí Lope poesía humorística, y en su parodia de convenciones
líricas destaca la escritura de un cancionero petrarquista a la plebeya Juana. No
obstante, no es una parodia grotesca, conserva muchos elementos plenamente líricos.
Finalmente, debemos comentar La gatomaquia. Se trata de un maravilloso
poema épico protagonizado por gatos, exhibición de facultades de humor, de poesía,
de colorido descriptivo y musicalidad del verso. Dividido en siete cantos, o silvas, narra
la historia de Marramaquiz, gato pobre enamorado de la presumida Zapaquilda, que,
atraída por los regalos de Micifuz, favorece a este último. La parodia burlesca de la
épica más clásica, se advierte desde la invocación a las musas y exposición del
propósito y tema de la composición, hasta las descripciones y fórmulas retóricas.
La elaboración cómica es admirable, en todos los registros y recursos, desde la
burla del culteranismo y la parodia de las fórmulas épicas, al conceptismo más
ingenioso, con todo tipo de juegos de palabras y creación de neologismos.

22- Comente las obras y la propuesta estética de los principales poetas del
entorno de Lope de Vega: el conde de Salinas, Antonio Enríquez Gómez o
José de Valdivielso, entre otros que considere.
Se trata de un grupo de poetas de difícil adscripción a un grupo determinado. Se
mantienen relativamente al margen del gongorismo y no están situados
geográficamente en los dos principales grupos (aragonés y andaluz –sevillano y
granadino-antequerano-) que las historias de la literatura suelen observar. Su ámbito
regional es el castellano y sus modelos poéticos provienen del petrarquismo y de la
poesía tradicional castellana, en una fusión marcada por la figura e influencia del
múltiple Lope de Vega.
 El Conde de Salinas
Su poesía se inserta en los modelos del clasicismo renacentista, dentro del
marco de la cultura cortesana del XVII. Su obra actúa como puente entre la poesía de
mediados del siglo XVI y la de principios del XVII. Los poemas amorosos muestran,
por tanto, una entonación neoplatónica, evocadora de Garcilaso en la expresión, y
centrada en el dolor del amante.
Apenas tiene poemas de tema religioso, pero sobre sale alguna composición en
esta línea. Salinas escribió también poemas de tipo tradicional, glosas, redondillas.
 Pedro Liñán de Riaza
Su variada poesía recorre distintas facetas, Randolph la ha distribuido en: 1)
Poesía oficial; 2) Poesía sentenciosa; 3) Poesía satírico burlesca; 4) Poesía
costumbrista; 5) Romances.
Lo más jugoso de su lírica son sus romances. En los pastoriles su nombre
poético es Riselo. En general, sus pastores tienen un rico matiz cómico. El poeta mira
con cierta distancia el mundo idílico y parece reírse de él. Cultivó, asimismo, las
redondillas, quintillas y otras estrofas octosilábicas.
 Antonio Enríquez Gómez

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Reunió su poesía en Academias morales de las musas, volumen misceláneo, en


el que también publica cuatro comedias. Sus poemas más caracterizadores son de
tipo moral. Es de los primeros líricos españoles que escribe desde la perspectiva del
desterrado. Su poema principal es la Elegía a la ausencia de la patria.
 José de Valdivieso
Escribió un corpus de poesía religiosa que fue muy apreciado en su tiempo. En
1612 publica su famoso Romancero espiritual, compuesto fundamentalmente por
letrillas, romances y “ensaladillas”, con gran éxito. El rasgo fundamental que
caracteriza a su poesía religiosa es la capacidad de adaptar la tradición popular para
verterla en formas a lo divino, técnica en la que es un experto consumado.
Obras suyas son la Vida de San José, Sagrario de Toledo, y los Elogios al
Santísimo Sacramento.

23- La poesía religiosa y moral de Quevedo.


La poesía moral y la satírica de Quevedo son especies complementarias en su
relación con los contextos filosóficos y religiosos de la época. Su propósito es “castigar
y corregir las costumbres del hombre”.
Un conjunto de textos quevedescos tiene como tema central la reflexión sobre el
sentido de la existencia, la muerte y el paso del tiempo. Entre sus temas más
cultivados se encuentran la vida como muerte, el tiempo fugitivo y la inconsistencia de
la vida.
En relación con sus poemas morales, debemos aseverar que la primera
obsesión de Quevedo es reducir las apariencias externas a su auténtica dimensión. La
obsesión del poeta en sus versos morales es evidenciar que en nuestro
comportamiento diario nos movemos, luchamos y morimos por cosas que no existen.
Aparte de las ambiciones políticas, hay otras que merecen la censura de
Quevedo: el ansia de riquezas, la usura… Un conjunto de tópicos barrocos sirven de
vías expresivas a este rechazo de la ambición.
Una pieza clave en su poesía moral es la Epístola satírica y censoria, dirigida al
Conde Duque de Olivares, a quien le expresa la confianza en su poder regenerador.
En la vertiente propiamente religiosa, el Heráclito cristiano viene a ser un corpus
estructurado como una especia de cancionero religioso o libro de oraciones donde el
poeta canta sus arrepentimientos y expresa el deseo de acercamiento a Dios.

24- La poesía satírico-burlesca de Quevedo.


Las marcas del estilo satírico son la presencia de palabras y expresiones
idiomáticas de la lengua coloquial y vulgar y la producción de burlas o humor. Es
fundamental, pues, el tono burlesco de estas obras.
El discurso satírico de Quevedo se caracteriza por los mismos mecanismos de
producción de conceptos que observamos en el lenguaje de la poesía amorosa: el
concepto se construye sobre juegos de palabras o metáforas, o una combinación de
estas y otras figuras. El propósito es producir risa en el receptor. La fórmula más

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frecuente es desarrollar una serie de ingeniosas relaciones para degradar al objeto


imaginario descrito.
Para un mayor estudio de su poesía satírico-burlesca, conviene clasificarla en
cinco apartados: 1) Poemas de la “vida poltrona”; 2) Sátiras; 3) Poemas burlescos; 4)
Jácaras, poemas obscenos y prostibularios; 5) Las necedades de Orlando y otras
parodias.
En los poemas de la “vida poltrona”, Quevedo dedica un buen número de textos
a describirnos una visión de la existencia caracterizada por la aversión a las empresas,
el desprecio del lujo artificioso y la exaltación del vino y de la vida zarrapastrosa de
mendigos y pícaros. La mayor parte de los poemas que integran esta serie son
sonetos con un conjunto de rasgos formales que los unifican: el vocabulario
caprichoso y de germanía, el juego de rimas extrañas, dificultosísimas y que a menudo
se mantienen a lo largo de todo el soneto con el solo cambio de la vocal tónica.
En las sátiras lo que más atrae a Quevedo es el contraste entre la apariencia y la
realidad de los comportamientos sociales. Los personajes y situaciones que emplea
son las mismas que Góngora en sus sátiras: los médicos, la justicia, el poder del
dinero, los viejos teñidos, etc. Quevedo insiste especialísimamente en las
putidoncellas, cornudos, sastres, pasteleros, calvos… Abundan, igualmente, los
poemas misóginos; las sátiras contra viejas y las sátiras personales, en las que
Góngora es la víctima más importante.
En los poemas burlescos encontramos también moralizaciones, apuntes
satíricos y reflexiones existenciales; pero se trata de algo secundario porque lo
esencial es el juego de ingenio.
Quevedo es el creador del género de las jácaras, tan característico del Barroco,
en que se cantan las proezas de un delincuente entre ladrón y rufián. El mundo
prostibulario y de germanía es fuente de humor esperpéntico y a menudo macabro. En
otros poemas se producen las alusiones a cornudos, profesionales y aficionados.
Muchos de este núcleo de poemas son los que tratan los adulterios consentidos.
Por último, las Necedades de Orlando es una gran parodia de los poemas del
Renacimiento italiano. El mito de Orlando, Angélica y Medoro sufre una transformación
degradadora conseguida a través de la inclusión de un vocabulario y un metaforismo
que aleja al lector del ambiente mágico y heroico de los poemas ariostescos.

25- La escritura femenina en el siglo XVII.


A diferencia de otros países como Francia e Italia, en España las mujeres
escritoras resultaban una rareza. Esta situación cambiará a partir de la publicación de
las obras de Teresa de Jesús en 1588. Gracias a su influencia y normalización de la
escritura femenina encontraremos en torno a 1600 una mayor presencia pública de
mujeres escritoras.
M. Serrano y Sanz menciona unos quinientos nombres de mujeres para el siglo
de oro (1500-1700). De muchas de ellas solo conservamos algún poema aislado.
Debemos su conocimiento a las justas y los certámenes poéticos que se organizaban
en la época. De carácter eminentemente oral, después de celebrado, se solía recoger
por escrito. Fueron muchas las mujeres las que participaron en estos concursos
literarios. Sin embargo, a partir de 1650 irán desapareciendo las justas poéticas.

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No obstante, esto habrá servido para dar visibilidad pública a las mujeres
escritoras, al participar activamente en la cultura. Un ejemplo de este cambio de
actitud lo muestra María de Zayas en el prólogo a sus Novelas amorosas y ejemplares,
donde exhorta al lector a comprar su obra, no pide disculpas ni se justifica por escribir;
se expresa en pie de igualdad con los hombres.
La escritura femenina, por lo tanto, adquiere una gran importancia a lo largo del
siglo XVII y son varios los grupos de escritoras que podemos clasificar:
—Escritoras nacidas antes de 1580, cuya obra se publica entre 1600 y 1610. Estas
escritoras amplían el espacio de la escritura femenina donde la autora deja de ser
objeto y se transforma en el sujeto que lo emite. Su principal tema es el religioso, las
hagiografías son el primer intento por crear una “genealogía femenina del saber”.
—Nacidas entre 1590 y 1605, es la promoción de las escritoras del Siglo de Oro, sus
obras comienzan a aparecer a partir de los años 30. Estas autoras no escriben para sí
mismas ni para un círculo, sino porque desean ver su obra publicada. Son auténticas
escritoras: desean relacionarse y destacar dentro del grupo de literatos al que
pertenecen; su actividad literaria no se limita a una sola obra o a un género, sino que
tienen una creación continuada; escriben con un claro propósito económico. Algunos
nombres son Leonor de la Cueva, Violante do Céo, Marcia Belisarda o Luisa María de
Padilla.
—Nacidas en torno al decenio 1620-30, publican sus obras después de 1650. No solo
tienen una conciencia de la escritura femenina, sino que también cuentan con una
tradición asentada. Siguen planteando los mismos temas que preocupaban a las
mujeres y los tratan desde su punto de vista. Un ejemplo es Catalina Clara Ramírez de
Guzmán.
—Nacidas a partir de 1650, sus obras se difunden en el último cuarto. Son pocas, se
evidencia que la escritura femenina ha perdido su anterior impulso. Los temas son casi
exclusivamente religiosos. Se produce el agotamiento de una moda, la de la cultura
pública femenina, y el retorno a valores más conservadores. No fue un período muy
fructífero. El verso narrativo y el tema religioso de lectura sencilla son las notas
dominantes de este tiempo de ocaso. Algunas figuras relevantes son Juana Josefa de
Meneses, sor Juana Inés de la Cruz y Mariana Sallent.

26- Géneros, temas y obras de la escritura femenina del Barroco.


Nos centraremos en la literatura profana. Podemos afirmar que no hay escritoras
que inventen nuevos géneros o formas de decir para expresar un yo femenino ausente
de la voz pública hasta entonces; utilizan los moldes genéricos ya conocidos. Si bien
sus obras respetan las convenciones del género, también proponen una visión de los
mismos acordes con un punto de vista femenino.
En el ámbito poético, la poesía amorosa fue el subgénero que más dificultades
planteó a las mujeres ya que exigía reacomodar los tópicos del discurso masculino. La
exhibición de sentimientos en la dama podía resultar deshonroso. Una de las vías para
explotar este campo lo supuso la égloga y el mundo pastoril, pues las protagonistas
reales de estas obras son las mujeres. Algunas poetas fueron María de Zayas, Leonor
de la Cueva o Violante do Ceo.

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En la prosa, Luisa María de Padilla (condesa de Aranda) es un caso excepcional.


Compuso cuatro tratados dedicados a la educación de los nobles y a la reforma de sus
costumbres y uno sobre la castidad. Sus obras suponen una proyección ampliada de
la función social de las mujeres educadas: la transmisión de esos conocimientos a sus
hijos.
También nos encontramos con la novela cortesana, que fue un género
extremadamente comercial. Fueron tres las autoras que lo cultivaron en su vertiente
profana: María de Zayas, Mariana de Carvajal y Leonor de Meneses. María de Zayas
fue una escritora que podríamos llamar “de oficio”, es de las escritoras más
importantes de este período y logró el aprecio de dos de sus obras en vida. La
característica más sobresaliente de sus obras narrativas es que en ellas el marco no
es un mero recurso para dar pie a los relatos, sino que tiene su propia trama narrativa
y las novelas se subordinan a esta trama. Es asimismo muy relevante el papel que
asumen las mujeres.
Respecto al teatro, nos han llegado pocas obras de autoría femenina, pero en la
mayoría de los casos no sabemos si fueron presentadas o si fueron escritas con esa
intención inmediata de situarlas en el circuito comercial. Solo en el caso de Ana Caro
tenemos documentación que atestigua que cobró por escribir piezas teatrales por
encargo y otras fueron representadas.
La mayor parte de las obras son comedias: El conde Partinuplés de Ana Caro,
de tipo caballeresco; La firmeza en el ausencia de Leonor de la Cueva, sobre el tema
del honor; La traición en la amistad de María de Zayas o Valor agravio y mujer de Ana
Caro, ambas de tipo urbano. La castidad, el honor, el amor y el matrimonio o la
amistad entre mujeres son temas centrales en estas obras, tratados en general desde
una perspectiva que elude la solución trágica. Son muestra de que las autoras
respetan las convenciones del género, pero utilizan su posibilidad de expresión para
pronunciarse sobre cuestiones que afectan a las mujeres: derecho a elegir marido, las
virtudes femeninas frente a los tópicos, crítica del comportamiento de los hombres
hacia las mujeres…

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