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LOS VALORES EN EL AMBITO

CULTURAL
UNIDAD III SEGUNDA PARTE

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I. EL SENTIDO ÉTICO DEL VALOR
La palabra “ética”1 viene del griego etos, que etimológicamente significó
“estancia, lugar donde se habita”. Aristóteles modificó este sentido para
entenderla como “forma de ser, carácter”. Su evolución ha conducido su
significado a “costumbre”, es decir, el conjunto de normas y formas de
comportarse construidas en la sociedad.

El sentido ético se define como la actuación responsable, con base en


principios axiológicos universales, para buscar el bien moral en contextos
socioculturales diversos. El sentido ético se estructura para permitir a los
sujetos, desde el ámbito personal y profesional, ser guía de su
comportamiento, lo cual demanda favorecer la formación de una conciencia
individual que haga congruente los principios y valores de esa guía con sus
formas de actuación. Este proceso formativo se convierte en un ejercicio
reflexivo para que cada uno pueda hacerse responsable de sus decisiones,
preocuparse por sus consecuencias y los efectos que producen en sí mismo,
en los otros y en lo otro. El sentido ético es, pues, la capacidad para pensar y
actuar de acuerdo con los principios validados universalmente sobre lo
humano, su existencia y su bien estar.

Según Villa y Poblete, el sentido ético tiene, entre otras, las siguientes
funciones:

1) propiciar una actitud reflexiva y crítica, acostumbrando a los estudiantes a


no aceptar ninguna idea, hecho o valor, si no es a partir de un análisis crítico y
reflexivo riguroso;

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Villa Sánchez, Aurelio y Poblete Ruíz, Manuel. (2007). Aprendizaje basado en competencias: una propuesta para la
evaluación de las competencias genéricas. Universidad de Deusto: Bilbao.

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2) potenciar la capacidad de pensar de modo coherente, usando la razón como
instrumento de diálogo;

3) aprender a pensar de modo autónomo, adoptando ante los problemas una


actitud personal;

4) integrar en una visión de conjunto la diversidad de conocimientos, creencias


y valores; y

5) valorar la capacidad normativa de la ética como instrumento de


transformación y cambio (2007: 226).

No resulta sencilla la tarea de enseñar esta competencia. Lograr que los


estudiantes adopten una actitud crítica y reflexiva supone que puedan disponer
de un conjunto de criterios para ello. Tales criterios tienen que ser explícitos en
la formación, lo cual define, entre otros asuntos, las formas de enseñanza, es
decir, la exploración del campo de producción específico de las ciencias o las
disciplinas, la exhibición de debates, dudas, evidencias, necesidades, la
posición sobre la aparente neutralidad valorativa de las ciencias, la toma de
decisiones y los riesgos que acarrea. Además, favorecer el desarrollo de esta
competencia comporta la tarea de educar ciudadanos para que decidan sus
propios proyectos de vida de manera reflexiva y crítica, hombres y mujeres que
pongan su inteligencia al servicio de la búsqueda y aplicación de mejores
teorías y soluciones en el ámbito moral, social, político y económico. Es preciso
cultivar la capacidad de respeto mutuo, de comprensión, para ser capaz de
cuestionar y examinar, de forma rigurosa, los argumentos propios y los de los
demás.

Así se cultiva el sentido ético en adhesión con lo humano, con la auténtica


realización personal, con sus opciones para configurar escenarios de
actuación para leer, interpretar y proponer alternativas para un mundo posible
habitado por la diferencia y la pluralidad.

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II. LOS VALORES: CUESTIONAMIENTO Y CRISIS.

Moral la entenderemos como el conjunto de normas de convivencia de un


colectivo. No hay sociedad que no tenga ciertas normas que regulen el
comportamiento de sus habitantes de modo de desarrollar relaciones de
fraternidad y solidaridad que posibiliten la realización del máximo de bienes a
sus miembros. Bienes materiales y bienes trascendentes: sentido,
significación, paz, belleza. A partir de esas normas se define la Bondad.
También al ‘ser’ ‘bueno’ y ‘valioso’ para el ser de la colectividad. A partir de
esas normas se define luego la legalidad: el código escrito que instituye el
ejercicio de esas normas morales ahora en un nivel de desarrollo
correspondiente a un nivel superior culturalmente de la colectividad. Las
normas tradicionales se formalizan racionalmente como leyes dentro de un
código que castiga las faltas a las leyes normativas y estipula momentos de
acusación, juzgamiento, defensa y castigo o absolución. Así estamos ya en
una sociedad donde la palabra escrita tiene el poder de definir lo bueno y lo
malo en términos de justo y legal o injusto e ilegal.

El Derecho viene luego de la reflexión crítica acerca de la Moral,


tradicionalmente fundada en creencias religiosas, es decir irracionales, sin
desmerecer el profundo valor simbólico y, me atrevo a decir, mágico, de sus
postulados y creencias. Al decir ‘irracionales’ se dice en términos de no
fundadas en las leyes y estructuras de la racionalidad y sus estrategias de
verificación. La religión es irracional como lo son la poesía y el Arte en general,
aunque religión, poesía y arte son susceptibles de análisis racionales y
científicos. El fundamento de la Moral es irracional, históricamente hablando,
pues fue fundada la moral en base a creencias irracionales, aunque
significativas, acerca de otro plano trascendente a la materia. La ética es el
cuestionamiento de la Moral. La ética es el análisis de la validez racional de las
normas morales. De esa validación o invalidación se trata la ética, y de la ética

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escrita surgen posteriormente las leyes escritas y los códigos de convivencia:
el Derecho.

En una sociedad moderna y democrática la racionalización de la moral, el


debate ético y legal, corresponde a toda la sociedad. La forma democrática de
hacerlo es mediante el voto a representantes de diferentes miradas y discursos
acerca de los temas fundamentales de la sociedad: la paz social, la justicia, el
bienestar general, el desarrollo integral. Cada grupo defiende sus ideas de
sociedad y de poder de un modo que trata de ser convincente al resto de la
sociedad para ganarse el voto del mayor número y así ser decisivo o influyente
al momento de establecer las leyes que norman la convivencia democrática.
Son aquellos por los que votan las mayorías los que redactan de acuerdo a
esa voluntad mayoritaria las leyes normativas. Esto por lo menos debe ser en
teoría. Esto precisamente es lo que no ocurre. De esto finalmente se trata la
llamada “Crisis Moral” que está afectando a nuestra sociedad chilena, inserta
al parecer desde su nacimiento en un mundo en crisis moral permanente. Pero
nuestra crisis actual no sólo es una crisis moral en términos de crisis de validez
de las normas: es una crisis general de sentido, una crisis espiritual, una crisis
de percepción, una crisis espistemológica que pareciera estar llegando a un
momento crítico de los fundamentos mismos de la sociedad humana moderna.

III. LOS VALORES MORALES Y LA EDUCACIÓN


FORMAL.

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La educación en valores es un concepto amplio y complejo, que exige la
implicación tanto de los maestros y la comunidad educativa como, muy
especialmente, de los padres y también de la sociedad en general.

Educar en valores significa extender el alcance de la educación de manera


que no se limite a la enseñanza y el aprendizaje de materias, habilidades y
temarios, planteándose metas relacionados con el ámbito moral y el civismo,
con objetivo final de formar ciudadanos responsables.

A través de la educación valores se intenta potenciar y afianzar una cultura y


una forma de ser y comportarse basadas en el respeto a los demás, la inclusión
y las ideas democráticas y solidarias.

En el entorno actual, caracterizado por la complejidad social y la globalización


económica y cultura, educar en valores se perfila como una cuestión
imprescindible para formar ciudadanos que sean capaces de asumir los
nuevos retos y comprometerse activamente, jugando un papel activo y eficaz
en la construcción de un mundo mucho más justo, inclusivo, equitativo e
intercultural.

¿Como articula la educación en valores?

Para que no se quede en una propuesta de buenas intenciones, ni en un


elemento residual que se trate de vez en cuando en clase, es necesario
planificar la educación en valores con criterios serios, formales y objetivos.

Una posible organización puede ser tomarse la educación moral y cívica como
el eje principal sobre la cual giren una serie de temas muy diversos de una
forma transversal. Algunas de estas cuestiones serían:

• La igualdad de oportunidades con independencia del sexo, raza, clase


social, origen, cultura, nacionalidad, religión, etc.

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• Valorar con espíritu crítico los valores imperantes en nuestra sociedad:
costumbres, hábitos de consumo, productos culturales, etc.
• Conocimiento y análisis de los mecanismos que rigen nuestra sociedad.
• Ensalzar los valores igualitarios.
• Rechazar actitudes discriminatorias.
• Enseñar pautas de respeto al medio ambiente por parte de las
comunidades y de los individuos.
• Resaltar la importancia del desarrollo sostenible en los ámbitos
económicos, sociales y culturales de la vida del ser humano.
• Potenciar el disfrute en los entornos naturales.
• Promover la salud como un valor fundamental y un recurso básico para
el desarrollo personal y social.
• Estimular la adquisición de actitudes y hábitos de conducta saludables.
• Eliminar o reducir al máximo aquellos comportamientos que conllevan
un riesgo para la salud.
• Trabajar la educación para la salud desde una perspectiva dinámica,
personal y colectiva.
• Conocer las características y comportamientos humanos en lo que a
la sexualidad se refiere.
• Llevar a cabo programas de educación efectivos en el aula y
hacerlos tolerantes con respecto a la sexualidad de los demás.
• Hacer conscientes al alumnado del riesgo que conllevan ciertas prácticas
sexuales sin tener en cuenta aspectos preventivos.
• Concienciar de la importancia que para la seguridad del ciudadano tiene
el respeto a las normas y señales de tráfico.
• Generar hábitos de comportamiento ante los accidentes de tráfico, así
como ser conocedores de las maniobras básicas de primeros auxilios.
• Crear habilidades en las decisiones relacionadas con el consumo.
• Fomentar el consumo lógico y responsable, valorando los efectos sobre el
medio ambiente.
• Tener conocimientos sobre los derechos y deberes del consumidor.

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IV. SOCIAL Y EDUCACIÓN DE VALORES.

Temas tratados desde la educación en valores

Esta forma de educación tiene abiertos diversos frentes sobre los que se
intentará que los estudiantes (o, más bien, aprendices) reflexionen y debatan.
Estos son los principales:

Igualdad y desigualdad

La idea de que todos los seres humanos son iguales es fundamental para
desarrollar sistemas morales inclusivos. Sin embargo, no siempre es fácil saber
qué implicaciones prácticas tiene ese principio moral. En la educación en
valores se invita a pensar acerca de lo que significa la igualdad y sobre qué
tipos de comportamientos atentan contra ella.

La idea de que todos los seres humanos son iguales no solo es uno de los
fundamentos de la democracia, sino que además hace posible la adecuación
social y el cumplimiento de normas de convivencia.

La empatía

Aunque pueda parecerlo en un principio, educar en valores no consiste en


enseñar cuáles son las leyes y las costumbres por las que se rige la sociedad:
alguien con fuertes rasgos psicopáticos también sería capaz de hacer eso.
Educar en valores consiste, entre otras cosas, de asumir una escala ética en
la que el compromiso con la sociedad y la empatía ayudan a definir los
objetivos de nuestras acciones.

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El hecho de ponerse en el lugar del otro tanto cognitiva como emocionalmente
mejora la capacidad para gestionar conflictos y comprender puntos de vista
distintos.

Los círculos éticos

Desde la educación en valores se reflexiona también acerca de cuál es la


amplitud de nuestros círculos éticos, es decir, aquellos colectivos que incluyen
a individuos, grupos y elementos que deben ser protegidos especialmente.

El respeto hacia los animales también es un tema que se aborda desde aquí,
y puede servir para generar reflexiones sobre los derechos de las formas de
vida no humanas.

La preservación del medio ambiente

El medio ambiente no solo es un conjunto de recursos, también es nuestro


hábitat, y necesita protección conjunta. Es por eso que la relación que se tiene
con la naturaleza es fundamental en la educación en valores; por un lado,
anima a pensar en un problema que debe ser abordado conjuntamente y que
por eso depende de un compromiso cívico y conjunto, y por el otro permite
desarrollar una sensibilidad hacia problemas que van mucho más allá de uno
mismo e incluso más allá de las personas que uno conoce y aprecia.

La detección de las necesidades especiales

Saber detectar situaciones personales o colectivas en las que se está en


desventaja es fundamental para desarrollar sensibilidad hacia cierto tipo de
reivindicaciones que para nosotros no tendrían demasiada importancia al no
estar directamente afectados. Es el caso de las necesidades de minorías
étnicas o de homosexuales discriminados por la ley y por el trato.

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¿Cómo desarrollar educación en valores?

La educación en valores no es simplemente una asignatura concreta que deba


impartirse en centros educativos; debe ser transversal y afectar a la manera de
hacer no solo de todo el profesorado en su conjunto, sino también al modo en
el que actúa toda la institución educativa, los padres, madres y tutores y, en
general, la comunidad. Al ser algo que se interioriza con la práctica, no existe
una división entre lo que ocurre dentro de las aulas y lo que pasa fuera de ellas.

Algunas estrategias para educar en valores son las siguientes:

• Rechazar formas de discriminación.


• Potenciar formas de liderazgo no basadas en la ostentación del poder.
• Invitar al debate filosófico sobre dilemas morales.
• Señalar los comportamientos perjudiciales para el conjunto sin estigmatizar a
las personas.
• Enfatizar el principio de que las personas pueden cambiar.
• Proponer ejercicios prácticos conjuntos en los que hay que tomar decisiones
en tiempo real.
• Por encima de todo, predicar con el ejemplo.

Concluyendo

La educación en valores puede parecer un concepto relativamente nuevo que


solo podía ser creado en las sociedades prósperas de la actualidad, pero lo
cierto es que filósofos como Sócrates ya defendían la idea de que uno de los
pilares fundamentales de la educación es el objetivo de crear buenos
ciudadanos.

En cierto modo, es una educación basada en la filosofía de la moral: ayuda a


que reflexionemos sobre nuestras motivaciones y sobre lo apropiado de
establecer metas de una u otra forma, teniendo en cuenta el impacto que
tendrá eso para uno mismo, pero también para los demás.

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V. BIBLIOGRAFIA.

1. Villa Sánchez, Aurelio y Poblete Ruíz, Manuel. (2007). Aprendizaje


basado en competencias: una propuesta para la evaluación de las
competencias genéricas. Universidad de Deusto: Bilbao.

2. Torres A. Psicología Educativa y Desarrollo. Educación en valores.


https://psicologiaymente.com/desarrollo/educacion-valores

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