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olteieyULy msm Lecelon Patna! ctsh- Dee U-LGMe meni | SVSOdIHVIN A SOTAVIC a Tengo que seguir Te nublaste de golpe y yo me dije: el temporal viene por su camino viejo. La lluvia empezé dispuesta a mantenerse siempre igual, sin ninguna de las pequefias alegrias que trae el agua cuando cae del cielo. Papd también se ponfa a llover. Mamd también. Todos los seres queridos se nublaban un buenosdias y se ponfan a llover, y yo vefa el agua primero con angustia y luego con costumbre. Qué Iluvia. Tan ella misma, Tan ninguna otra. No se podfa salir al patio y levantar la cabeza y olerla y sacar la lengua y co- mulgarla. No se podia ver cémo hacia dibujos en los vidrios con sus chorritos. No podfa chapotearla, ni aplaudirla, ni silbarla, ni montarla como a un caballo. No podia hamacarme ni guardarla en una caja de fésforos. No se puede. No puedo ahora con tu Ilu- via hacer un ramo y ponerlo en Ia olla negra de la cocina. No pue- do bailarla, no puedo jugar al calidoscopio con una gota en cada ojo. Estas nublado y te pusiste a lover. Vaya a saber hasta cudn- do lloverds tan quictamente que parece mentira. Si yo contara que llevo encima esta Iluvia, dirfan descocada muchacha cabeza Ilena de péjaros. En medio de la Iluvia solfa decirle a papa: hoy vinieron mariposas con un ala azul y otra anaranjada. Pero él llovia y llo- via. Ya no habfa un lugar en toda la casa en el que la Iluvia no me alcanzara. Hay campanillas violetas, te dije esta mafiana. Se abrieron hoy, pero seguis lloviendo y yo qué puedo hacer salvo pensar, pesada, quictamente, pensar te digo, que hace ya siglos que cae el agua sobre mf. Me siento llovida junto a la ameba a las escamas de los dinosaurios al antepasado del ciervo y la gacela. El agua su- tilmente untuosa casi no se mueve. Es triste y tristemente empe- z6 a comerme. Comis ya la piel y parte del cabello que te gusta tanto, so- bre todo en el nacimiento de la nuca. Me falta una mgjilla. Y 15 ahora que me queda sdlo la otra no puedo ni pensar en darla como aprend{ en el catecismo. Dar la otra mejilla. Qué risa. A Ja primera se la comié la Iluvia sin que nadie se diera cuenta. Cuidate de la muerte por agua, recitas a Eliot deslizandote den- tro de mi ofdo cuando no llovés. Pero eso es anuncio de Iluvia. Muchas punzantes delicadezas que yo provoco. Y apenas me ro- zan me deshago me derrito nada més que para poder echar cuer- po otra vez y volver a deshacerme. EI rito es natural y se va dan- do en un ciclo bien calibrado entre nosotros. Asf nos sentimos seguros. Como si nada sucediera, creamos cada vez el mundo. De nuestra exclusiva y solidaria propiedad. Apenas estoy a punto provocante y redonda al alcance de tu mano. Apenas estoy tan plena pero tan fragil todo se congela por una minima fraccién. Entonces hay un imperceptible aleteo, un crac. Entonces en ese momento vos Ilovés. Y yo me voy des- haciendo, achicando hasta quedar en casi nada. Me desgrano y cuando cae exactamente la tiltima particula, vos disminuts el rit- mo de la Iluvia y empiezo de nuevo a pelechar. Esta vez ya queda poco de mi. Algo debe haberse alterado en el ritmo de nuestro rito. Pero yo tengo que seguir. Sdlo espero que escampes una vez més, mientras todo contintia, para preguntar- le al vuelo de los pajaros qué deberfa rezar, o beber, o matar, o sem- brar para no derretirme como la sal uno de estos dfas bajo la quie- ta quieta lluvia. AN Se me pianta un lagrimén Hoy se me ocurrié pensar en un pa- raguas. Es de esos dias de Iluvia personal. XS Me llueve sélo a mf y no es facil buscar reparo, —Si, sf, sf -dijo la vendedora tratando de hacerme JB) sentir tinica en estos dfas de malaria, en que un compra. dor es un milagro del universo en cualquier negocio. Varios empleados y empleadas se habjan deslizado hacia m{ con pasos de pantera. Me cazé la més apta, ya ella le pedf un paraguas. -En nuestra casa hay paraguas de buena linea, de marca. Todas las necesidades estan previstas. Tenemos una res- puesta puntual para cada caso. Hay paraguas como ctipulas, co- mo mantos, como bendiciones, como indultos. :Lo quiere para una Iluvia clara? Aqui esté el tipo “Glass”, de seda azul de Castalia. =No. No es una lluvia clara, ~Entiendo. Entonces ser4 una Iluvia enturbiada por el ve- rano, tipo “Gold”. Tenemos uno que es recuerdo de antiguos ritua- les. Estd tejido con los propios rayos del sol. Justo para usted... No. Ms bien es... —Una lluvia sutil? El tipo “Feeling”. Su encaje fue labrado por una virgen birmana. Tan delicado que incita a la agresién. —No. Usted no me entiende. Es una Iluvia distinta. No veo nada en el muestrario que... —Sin embargo nuestra casa ha sido siempre capaz de res- ponder personalizadamente a cada una de las necesidades de los clientes. Aqui tiene un paraguas tipo “Green fingers” para lluvias fecundantes. —No. No es una lluvia fecundante. Creo que ¢s... ~Arremolinada? Tipo “Crazy Wolf’. No. ~Tornadiza? Tipo “Bird Bird Bird”. —Tampoco. 25 ~Ya, ya. Una lluvia susurrante, magnética, ronroneante qui- zs, un felino de agua. Para eso estan los tipos “Cats and Cats”. Movimiento sinuoso. —No... Movimiento no, todo lo contrario. Es la quietud... Eso. Sf: Quiero un paraguas para una lluvia quieta. -Eso no existe en ningtin muestrario. —Es lo que intenté decirle cuando vi el suyo. =No hay Iluvias quietas. Seré una Iluvia de algtin rincén insignificante. Nuestra casa no puede avalar la existencia de seme- jante cosa. No puede ocuparse de eso. Ni los paraguas del Nilo ni los que vienen del reino de Thule estén hechos para eso. Peto le digo que yo conozco la Iluvia quieta. Algtin para- guas tiene que haber. Siempre hay gente diciendo eso. ;Se cree que lo escondo? Siempre pidiendo articulos fuera de muestrario. Si no hay para- guas para Iluvias quieras, no hay Iluvias quieras. Sali lacia y ya no sé lo que vendrd. Ahora tengo que seguir. Se me pianta un lagrimén debajo de mi Iluvia quieta. Lloro de esa manera tan natural con que las l4grimas salen y ruedan sobre la ca- ra, espantosa cara mojada en medio de la calle. Esta vez ni recuer- do la vergiienza de Ilorar sin disimulo. Sélo miedo. Pero por suerte, ademds de mi Iluvia quieta, Ilueve también en Buenos Aires y se van confundiendo las aguas y las lagrimas. Visto desde afuera todo es solamente Iluvia. Mientras tanto, eso sf, yo tengo que seguir. Mariposa a cuestas La mariposa esmaltada colgaba de una cadenita en el cuello de Sidonia. Ella sentia placer al acariciarla de vez en cuando. =Por qué Ilevés una mariposa y no una cruz? =pregunté la nifia con el burbujeo de sus ocho afios. —Porque la mariposa es més liviana —dijo Sidonia, riendo. Cuando la nifia se fue, Sidonia corrié a mirar detrés de la puerta. Queria ver si estaba la cruz que, de vez en cuando, como todo el mundo, tiene que llevar a cuestas. All{ estaba. También estaba el cartelito con letras que llevan : las cruces. : Pero Sidonia tiene varios. Los va cambiando segtin el asun- to del dia.

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