1. División del trabajo. A más especialización de la persona, más eficiencia el
realizar su trabajo. Ejemplo: la línea de montaje. 2. Autoridad. Los gerentes deben dar órdenes para que se hagan las cosas. Esa es la autoridad formal. Si va acompañada de autoridad personal (experiencia, habilidad, conocimiento) será mejor. 3. Disciplina. Los miembros de la organización deben respetar las reglas y normas que la rigen. Para que la disciplina tenga éxito deben existir buenos líderes, acuerdos y sanciones justas. 4. Unidad de mando. Cada empleado debe recibir órdenes e instrucciones de una sola persona. De no ser así se crea confusión y conflictos. 5. Unidad de dirección. Las operaciones y procesos de un área deben ser dirigidas por un solo gerente. Por ejemplo: el área de RRHH no debe tener dos gerentes, cada uno con una política diferente. 6. Subordinación del interés individual al bien común. En toda empresa los intereses personales no deben tener más peso que los intereses de la organización. 7. Remuneración. La retribución por el trabajo debe ser justa para empleados y empleadores. 8. Centralización. La toma de decisiones debe ser centralizada en el gerente. Al mismo tiempo se debe dar a los empleados autoridad suficiente para que realicen su trabajo. Un equilibrio difícil de lograr. 9. Jerarquía. La línea de autoridad sigue un orden de rangos, desde la alta dirección hasta el nivel más bajo de la empresa. 10. Orden. Los materiales y las personas deben estar en el lugar y momento indicados. Las personas deben ocupar los puestos más adecuados para ellas. 11. Equidad. Los administradores deben ser amables y justos con sus empleados. 12. Estabilidad del personal. Una alta rotación de personal es perjudicial para la empresa. 13. Iniciativa. Los empleados deben tener libertad para concebir y realizar propuestas nuevas. 14. Espíritu de grupo. Produce unión y facilita el trabajo en equipo.
Fuente: Henri Fayol. Industrial and General Administration. 1930
Curso: Administración y Organización Profesor: Carlos Del Corral