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Es interesante como Drucker señala que no todos los líderes son estereotípicos, es decir,
que son gerentes tan diversos en cuanto a personalidad, actitudes, valores, fortalezas y
debilidades. Sin embargo, lo que los volvían eficaces era que todos seguían las mismas
ocho prácticas: se preguntaban qué debían hacer, qué es lo que más le conviene a su
empresa, desarrollaban planes de acción, asumían la responsabilidad de sus decisiones,
asumían la responsabilidad de comunicar tales decisiones, se centraban en las
oportunidades más que en los problemas, llevaban a cabo reuniones productivas y debían
pensar de forma conjunta y no individual.
Drucker menciona que las primeras dos prácticas permiten al gerente obtener
información y conocimiento sobre la organización, de esta forma le facilitará la manera en
cómo debe trabajar y qué tarea debe dirigirse primero una vez se haya establecido las
prioridades en cuanto a sus acciones. Posteriormente, todo gerente debe desarrollar un plan
de acción en el cuál no solo deberá armar una agenda con todas las actividades, sino que
deben definir los resultados deseados en un determinado tiempo, aunado a la tarea de
incluir dos controles, uno a la mitad del plan y el segundo al finalizarlo.
Por otro lado, una vez que se define dicho plan, es fundamental asumir con gran
responsabilidad las decisiones que emanen de tal, así como comunicarlo a sus trabajadores,
colegas o superiores puesto que para tales gerentes es de suma importancia recibir
comentarios sobre sus planes para conocer si hay necesidad de corregir algo o si es
necesario agregar otra cosa a su plan puesto que centrarse en nuevas oportunidades puede
presentarse como un beneficio para la organización y como tal, se ve reflejado en su
rendimiento.