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Salmos Cuaresmales

Adolfo de Lucas Maqueda


(en www.salesianos-madrid.com)
Para ayudar al clima de oración propio de este tiempo, puede ser interesante introducir la
práctica de rezar, durante el silencio de la comunión y antes de la poscomunión, un salmo, entero o en
parte. Lo puede recitar un lector o bien la asamblea. Ofrezco una selección de estrofas de algunos
salmos adecuados para el tiempo de Cuaresma. Estos serán muy convenientes realizarlos en la
Parroquia. También sirven para los momentos de comienzo de oraciones comunitarias o asambleas con
los distintos equipos de catequistas, etc.

SALMO 22 (El Buen Pastor)

El Señor es mi Pastor, nada me falta:


en verdes praderas me hace recostar;

me conduce hacia fuentes tranquilas


y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.

Aunque camine por cañadas oscuras,


nada temo, porque tu vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

Preparas una mesa ante mí,


enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan


todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.

SALMO 41 (Deseo del Señor y ansias de contemplar el templo)

Como busca la cierva corrientes de agua,


así mi alma te busca a ti, Dios mío.

Tiene sed de Dios, del Dios vivo:


¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios?

Las lágrimas son mi pan noche y día,


mientras todo el día me repiten:
«¿Dónde está tu Dios?»

De día el Señor me hará misericordia,


de noche cantaré la alabanza del Dios de mi vida.

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¿Por qué te acongojas, alma mía, por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío».

SALMO 50 (Misericordia, Dios mío)

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,


por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.

Pues yo reconozco mi culpa,


tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.

Te gusta un corazón sincero,


y en mi interior me inculcas sabiduría.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,


renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación,


afiánzame con espíritu generoso.
Líbrame de la sangre, oh Dios,
Dios, Salvador mío,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.

SALMO 90 (A la sombra del omnipotente)

Tú que habitas al Amparo del Altísimo,


que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: “Refugio mío, alcázar mío,
Dios mío, confío en Ti”.

El te librará de la red del cazador,


de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás:
su brazo es escudo y armadura.

No temerás el espanto nocturno,

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ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que se desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que devasta a mediodía.

Caerán a tu izquierda mil,


diez mil a tu derecha;
a ti no te alcanzará.

Nada mirar con tus ojos,


verás la paga de los malvados,
porque hiciste del Señor tu refugio,
tomaste al Altísimo por defensa.

No se acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos;

te llevará en sus palmas,


para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones.

”Se puso junto a mí: lo libraré;


lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.

Con él estaré en la tribulación,


lo defenderé, lo glorificaré,
lo saciaré de largos días
y le haré ver mi salvación”.

SALMO 102 (Bendice alma mía al Señor)

Bendice, alma mía, al Señor,


y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.

Él perdona todas tus culpas


y cura todas tus enfermedades;
el rescata tu vida de la fosa,
y te colma de gracia y de ternura.

El Señor hace justicia


y defiende a todos los oprimidos.

El Señor es compasivo y misericordioso,


lento a la ira y rico en clemencia.

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Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.

Como un padre
siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles.

La misericordia del Señor dura siempre,


su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza
y recitan y cumplen sus mandatos.

SALMO 129 (Desde lo hondo a ti grito, Señor)

Desde lo hondo a ti grito, Señor;


Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,


¿quién podrá resistir?
Pero de tí procede el perdón,
y así infundes respeto.

Mi alma espera en el Señor,


espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.

Aguarde Israel al Señor,


como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.

SALMO 130 (Abandono confiado en los brazos de Dios)

Señor, mi corazón no es ambicioso,


ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.

Espere Israel en el Señor


ahora y por siempre.

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SALMO 144 (Himno a la grandeza de Dios)

Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;


bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Día tras día, te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás.

Grande es el Señor, merece toda alabanza,


es incalculable su grandeza.

El Señor es clemente y misericordioso,


es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,


que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas;

El Señor es fiel a sus palabras,


bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan.

El Señor es justo en todos sus caminos,


es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente.

Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,


todo viviente bendiga su santo nombre
por siempre jamás.

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