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1. Que una suficiente cantidad de cloro fue añadida inicialmente al agua para
inactivar las bacterias y algunos virus causantes de enfermedades diarreicas.
2. Que el agua se encuentra protegida de posibles Re contaminaciones
microbiológicas durante su almacenamiento o transferencia. La presencia de cloro
residual en el agua es, por lo tanto, correlacionada con la ausencia de
microrganismos patógenos causantes de enfermedades, de tal manera que
representa una medida de la potabilidad de aquélla.
Cuando el cloro es añadido al agua, se desarrollan una serie de procesos o
combinaciones químicas que se describen a continuación.
Una cierta cantidad de cloro reacciona primeramente con el material orgánico y los
metales presentes en el agua formando complejos químicos que, como tales, no
aportan a la desinfección de aquélla.
Este primer aspecto es lo que se conoce normalmente como “demanda de cloro
del agua”. La cantidad de cloro remanente, después de que la demanda de cloro
fue satisfecha, se contabiliza como “cloro total” y puede ser determinada
químicamente, de manera directa, mediante el uso de un indicador químico como
la ortotolidina (OTO, en inglés). A su vez, el cloro total se subdivide en:
1) la cantidad de cloro que va a reaccionar con iones nitratos y que, por lo
tanto, no representa propiamente una cantidad disponible para
desinfección; se la conoce como “cloro combinado”;
2) el cloro residual o “cloro libre” que representa la concentración de cloro
disponible para inactivar, microorganismos causantes de enfermedades.