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Pensamiento Decolonial

Profesor: Dr. Adolfo Albornoz Farías


Fecha: 10 de octubre de 2021
Estudiante: Emilio Cisternas Cuevas

Informe de lectura 3: Dialéctica de la emancipación


¿De qué modo se puede avanzar hacia la superación del eurocentrismo en América Latina y
qué consecuencias —políticas y epistemológicas— conllevaría dicha transformación?
En el presente, así como en el pasado, el despliegue histórico del eurocentrismo, entendido
éste como la suposición a priori de la superioridad de ‘lo europeo’ respecto a todo lo demás, ha
presentado al menos dos facetas dignas de mención. La primera es su faceta como teleología,
consecuencia de haber establecido a ‘lo europeo’ no solo como el deber ser de todos los pueblos,
aquello a lo que debieran aspirar, sino también como el ineludible estado al que la humanidad en
su conjunto, supuestamente, tendería. Un fin de la historia. La segunda corresponde a su faceta
como determinación. El triunfo de un supuesto como aquel, claramente, no se debe ni a su
eficacia persuasiva ni a su solidez lógica —ambas patéticas, si se las observa con atención—,
sino al contar con el respaldo de la fuerza, con la capacidad no solo de someter los unos a la
autoridad de los otros, sino también de obligarlos a admitir y profesar la superioridad de sus
creencias, así como la vergüenza y el abandono de las propias.
Es sobre bases como estas que el eurocentrismo, elemento central del patrón del poder de la
colonialidad, contribuye aún a la producción y reproducción de identidades históricas
subordinadas y de estructuras sociales desiguales en América Latina.
De ese modo, salta a la luz el por qué su superación constituye paso clave en el camino de la
emancipación de las diversas gentes que, hasta hoy, viven bajo el peso de este designio.
Entonces, surge la interrogante: ¿cómo podemos dirigirnos hacia la superación del eurocentrismo
y, con él, de la colonialidad? Quijano (1999) ofrece ciertas pautas al respecto, particularmente su
exposición de la dialéctica imitación-subversión-reoriginalización.
América Latina, al ser la cuna de la colonialidad, es el lugar que más profundamente ha sido
permeada por la misma, de modo que la devastación de lo autóctono, aquello que constituía
formas propias de ser, estar y expresar el mundo es, en buena parte, irreversible. Por ende, no
podemos permitirnos creer que la solución de la problemática consista, sencillamente, en el
retorno al estado previo. La experiencia de la dominación e imitación de lo ajeno no puede ser
sino nuestro punto de partida.
Esto indica un rasgo significativo del camino por el cual América Latina habrá de orientarse a
la apropiación de su sí mismo: al contrario que lo planteado por Hegel para ‘Europa’, no será la
idea en sí el punto de partida —producto de la conquista, América Latina no puede pretender
plantearse desde “la inmediatez de estar en lo que «es»” (Tejedor, 2017, p.337)—, sino la idea
fuera de sí —alienada, escindida, objetivada; “las poblaciones colonizadas fueron sometidas a la
más perversa experiencia de alienación histórica” (Quijano, 1999, p.104)—.
Así, se entiende mejor que el primer momento de esta dialéctica sea la imitación. Sin
embargo, la conflictividad inherente al patrón de poder de la colonialidad resulta en un
movimiento hacia la subversión. Como señala Quijano (1999): “No era posible practicar los
patrones impuestos sin subvertirlos, ni apropiárselos sin reoriginalizarlos” (p.105). El sentido de
los temas, símbolos, motivos e imágenes impuestas es trastornado para que dé cuenta de la
experiencia subjetiva del colonizado. De ese modo, se levanta una resistencia que, sin embargo,
no es el final del camino.
La subversión, segundo momento de esta dialéctica, no basta para generar un patrón
alternativo. De hecho, “si la subversión no triunfa, es muy probable que sus productos,
propuestas y virtualidades sean asimiladas dentro del patrón dominante” (Quijano, 1999, p.106).
El tercer momento, la reoriginalización, debe entonces estar acompañado por una práctica
política, pero, ¿cuál?
Examinando el devenir histórico de lo ‘cholo’ —proceso peruano de reoriginalización
ocurrido durante la segunda mitad del siglo pasado—, Quijano (1999) arroja luz en dicho
respecto al dar cuenta que el fracaso de dicha experiencia estuvo vinculado a la subsunción de la
misma en un movimiento de tendencias tecnocráticas y democratizadoras: el velasquismo. Por
ende, sería precisamente esto lo que, en principio, debiera evitarse —implicando ello una apuesta
por la redistribución democrática de los recursos y la autoridad—.
Así, habiendo ya expuesto el camino —dialectico— propuesto por Quijano (1999) para la
superación del eurocentrismo en las sociedades de América Latina, cabe explicitar las
consecuencias para el conocimiento y el habitar juntos que ello implica —y que, por demás, se
dejó entrever anteriormente—: 1. El movimiento decidido hacia el en sí y para sí de América
Latina lleva, sin duda, hacia una mayor igualdad de saberes y a la plena expresión de una
experiencia cultural hasta entonces silenciada, 2. Políticamente, ello habría de conducir a un
fortalecimiento de la gobernanza en detrimento de la gobernabilidad, anulando con ello otra de
las desigualdades estructurales propias del patrón de poder de la colonialidad.
Referencias bibliográficas
Quijano, A. (1999). Colonialidad del poder, cultura y conocimiento en América Latina. En S.
Castro-Gómez, O. Guardiola-Rivera y C. Millán de Benavides (Eds.), Pensar (en) los
intersticios (pp.99-109). Pensar.
Tejedor, C. (2017). Historia de la filosofía en su marco cultural. Ediciones SM.

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