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EL CAMINO DE

LA CONTEMPLACIÓN
FRANCISCO JALICS, SJ

EL CAMINO DE
LA CONTEMPLACIÓN
llBuena
llPrensa

Título: El camino de la contemplación Índice


Autor: Francisco Jalics, SJ

©Asociación Hijas de San Pablo (Paulinas)


PRÓLOGO ................................. .. .......... . ................ .. ... . ..... 7
Nazca 4249. 1030, Buenos Aires, Argentina
ISBN: 950-09-1576-6 INTRODUCCIÓN .................................................................. 9

l. El camino previo a la contemplación ............................ 13

© 2016, Obra Nacional de la Buena Prensa, A.C. 2. Nuestro verdadero hogar .................... ....... .................... 17
México
www.buenaprensa.com 3. ¿Qué es la contemplación? .............................. .............. 19

4. Un informe ........ ..... .... ........... ..... ........... ..... ....... .......... ..25
ISBN: 978-607-8293-05-6
5. Cinco minutos de filosofía .................. .... ..................... 33
Primera edición en Buena Prensa: enero de 2013
Segunda reimpresión: marzo de 2016 6. Los dos grados de la pobreza ........................................ 37

7. La cámara y el balcón ............ ...................................... .43

8. La inmediatez ................................................................ 47
Derechos reservados. 9. Mirar hacia adentro ....................................................... 51
Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida
total o parcialmente sin permiso de los titulares. 1O. El silencio ..................................... ...... ........ ........ ......... 57

11. La bendición centuplicada .......................................... 61


Impreso en México, en Litográfica Bretaña, S.A. de C.V.
12. Una mirada fugaz a la mística ..................................... 67

5
Francisco Ja lics, SJ

13. Un ejemplo .................. .... ................ .... .... .. ...... .... ..... ...75

14. Una florecilla ........... ..... ........... ....... ·· ·.. ·.··· ········· ·······.. 79
15. Comencemos ....... .. ........ ... .. ... .... ........ .................. ........ 83
NOTICIA ........ . .. .... . ......... . ... .. ....... . .. .. ... . . .. . ....... . . . . . . . . .. . .. . . 87

Prólogo

En este libro el sacerdote jesuita Francisco Jalics nos en-


trega otro precioso eslabón del itinerario que forman sus
cinco libros anteriores y que ofrecen un camino espiritual
para el varón y la mujer de nuestro tiempo.
El primero de ellos, El encuentro con Dios, nos
orienta acerca de la relación con Dios y cómo ella se mani-
fiesta en el encuentro con uno mismo y con los hermanos;
el segundo, Cambios en la fe, profundiza en las etapas del
desarrollo espiritual; el tercero, Aprendiendo a orar, nos
introduce en los cuatro grados de oración; y la cuarta obra,
Aprendiendo a compartir la fe, es una guía práctica para
ejercitarse en el arte de la escucha.
Estos cuatro libros fueron escritos mientras el autor vi-
vía en Argentina. Su quinta publicación, Ejercicios de con-
templación, es fruto de su fecunda experiencia como maestro
de ejercicios espirituales a lo largo de 30 años. Es un libro
verdaderamente inspirado por su profundidad y su efectividad
en iniciar a quienes lo leen en el camino de la contemplación.
La obra que hoy nos entrega es una joya. Con pro-
funda sencillez nos habla de la oración contemplativa,
aclara dudas, contesta preguntas y acompaña al lector a
interrogarse acerca de sus vivencias en este ámbito.
6 7
Francisco Jalics, SJ

Con la sabiduría de un maestro de la vida espiritual,


el padre Francisco, hijo de san. Igna~io de ~oyola, y de c~si
80 años nos comparte el testimonio lummoso de su vida
contem;lativa entregada al servicio de los hermanos, tal
como nos enseñó Jesucristo.
Inés Ordoñez de Lanús

Introducción

En la vida de las personas hay momentos contemplati-


vos. En ellos se vislumbra súbitamente algo que el ser hu-
mano siempre había esperado encontrar. Le hacen entrever
que la vida puede ofrecer más de lo que se experimenta en
la monótona vida cotidiana. Nos sorprenden y nos dejan
como resabio un anhelo de profundizar en los misterios de
la vida, pues nos dan un indicio, un presentimiento de lo
que es nuestro verdadero hogar.
Puede darse el caso de que en una pradera o en las
montañas alguien haga la experiencia de la vastedad que
no puede medirse en kilómetros. Es el descubrimiento de
algo que siempre estuvo allí, pero no había sido percibido
con anterioridad. Por la mañana, al pescar, cuando el lago
aún está muy quieto y el pez no ha mordido el anzuelo,
invade al observador un instante de viva calma. Es po-
sible, incluso, que no haya ido al lago para pescar, sino
para experimentar esta calma. Una mujer joven, a la que
introduje en la oración contemplativa, exclamó de pron-
to: "Ah, sí, esto ya lo conozco". Me contó que de niña
había tenido una hamaca en el jardín de su casa, cuando
la invadía la tristeza o sentía una súbita alegría, salía y se
sentaba en silencio en la hamaca. Allí permanecía un rato
8 9
Francisco Jalics, SJ 111trod11cció11

sin hacer nada, sintiendo una intensa quietud que disolvía mística (12). Exploro las líneas de desarrollo de la oración
su tristeza o volvía más plena su dicha. Cuando la introduje contemplativa (8 a 10), sus efectos en la vida activa (11) y
en la oración contemplativa, revivió este recogimiento. su actualidad (14). Para finalizar, un ejemplo nos mostra-
También el asombro de los niños tiene algo de con- rá cómo es, concretamente, la oración contemplativa (13)
templativo. Algunas personas pueden volverse contempla- y cómo puede traducirse a la práctica (15).
tivas, al menos en cierta medida, como consecuencia de Con las preguntas que planteo al término de cada ca-
una enfermedad o padecimiento grave, experimentan que pítulo me propongo lograr que el lector capte el conteni-
la vida tiene una dimensión que no puede ser afectada por do no sólo con el intelecto, sino que lo relacione con sus
el dolor ni la debilidad. A su vez, otras entran en contacto experiencias personales.
con este plano de la vida a través de un repentino encuen-
tro con la muerte. Algunas personas experimentan algo se-
mejante en el servicio humilde y aparentemente inútil a
los pobres y disminuidos, afirman que recibieron "más" de
estas personas de lo que ellas les dieron. Este "más" entra
en el terreno de la contemplación. Hay muchas personas
que, por medio de la maduración lenta y constante en la
esfera cotidiana, sienten crecer en su interior una serenidad
y una seguridad que les ayuda a superar las crisis. En todas
ellas se va desarrollando un sustrato contemplativo. Con
frecuencia se puede detectar en sus ojos o en su irradiación
que ya se encuentran en el camino de la contemplación.
Bien es cierto que las circunstancias mencionadas no
ponen a la persona en el estado contemplativo que es tema
de nuestro libro, pero la llevan en esta dirección y le per-
miten vislumbrar lo que es; sin ellas, no se interesaría por
el camino de la contemplación ni creería en él.
En el presente libro, me propongo exponer de mane-
ra sencilla pero precisa cuál es el sentido del camino con-
templativo. En los primeros capítulos, trato de dilucidar
tres conceptos: la fe (1), la Vida eterna (2) y la contempla-
ción (3). A continuación, doy una impresión concreta del
camino de la contemplación (4). Examino sus relaciones
con la filosofía (5), las Sagradas Escrituras (6, 7) y la
10 11
l. El camino previo a la contemplación

Por lo general, tenemos ya recorrido un largo camino de


fe antes de encaminamos por el sendero de la contempla-
ción. No debemos confundir el camino de la fe con el de
la contemplación. Fe es certeza de lo que no se ve ni se ha
experimentado (Heb 11, 11). La contemplación, por el con-
trario, no es una certeza de la existencia de Dios, sino una
incipiente visión de Dios.
Creer en Dios significa estar seguro de que existe
sin haberlo visto. La certeza de la fe no se apoya en una
visión directa de Dios. En cambio, se basa en tres viven-
cias importantes.
El primer fundamento de la fe religiosa es la viven-
cia de vida. Todo ser humano lleva en sí un atisbo de ia
trascendencia, un anhelo de Dios y un presentimiento de
que hay vida después de la muerte. Si la persona encuentra
un expreso mensaje de Dios en su camino, este vislumbre
vibrará en su interior. La fe viene a ser una especie de re-
sonancia en respuesta al mensaje. Cuanto más importante
e intensa es la experiencia vital, tanto más fácil será que el
1
"La fe es la forma de poseer, ya desde ahora, lo que se espera y de conocer las realidades
que no se ven" (Heb 11, 1). Las citas bíblicas están tomadas de los Leccionarios de la
CEM, Buena Prensa, México.

13
El camino previo a la conlemplación
Francisco Ja/ics, SJ

ser humano halle su camino hacia Dios. También es posible siempre en el amor universal y la bienaventuranza eterna.
que tome conciencia de que ya tenía un atisbo de Dios con Por lo tanto la fe no es la vivencia de la visión de Dios.
'
Nos da la certeza de que la visión de Dios nos será con-
anterioridad, pero en su diario trajinar no le había prestado
suficiente atención. No hay fe posible sin una experiencia cedida. El tema de este libro requiere que en el próximo
de vida. Es un factor determinante en el despertar de la fe capítulo examinemos en detalle la vida prometida en Dios
en Dios. después de la muerte.
En algún momento de su vida, el ser humano se en-
cuentra con el mensaje de la Revelación. Le llega a través
de un ambiente eclesiástico o religioso: determinadas per- Estimada lectora, estimado lector: como señalé en
sonas -sean educadores, profetas o maestros- que predi- la introducción, planteo a continuación algunas pre-
can el Evangelio; por vía de las Sagradas Escrituras, que guntas. Tómese el tiempo necesario para responder-
contienen una larga tradición de sabiduría concerniente a las. Mi propósito es que le ayuden a acercarse al
la vida eterna; o bien por intermedio de una comunidad camino de la contemplación a partir de sus propias
que vive acorde con esta sabiduría. Lo mismo sucede en vivencias. Con referencia a este capitulo, las pregun-
todas las religiones y es la segunda vivencia determinante tas son dos:
que lleva a la fe. Esta vivencia consiste en que los tres -
maestros, Escrituras y comunidad- se viven como algo tan 1. ¿Cuáles son las vivencias de importancia en que
auténtico y verosímil que es posible fundar la fe en ellos. se basa su fe?
A estas dos vivencias se agrega la tercera, acaso la
más importante: la gracia de la fe. Dios concede al ser hu- 2. ¿Cuáles son particularmente importantes para
mano la confirmación interior de que va por buen camino usted?
en su fe y que la vida después de la muerte efectivamente
existe. Esta certeza se hace necesaria, dado que la fe exige
que la persona defina su vida desde Dios y la guíe con-
forme a esto. Dios incluso lleva al creyente por diversas
alternativas de consolación y desolación, para que aprenda
a reconocer cuáles son las decisiones correctas para él (EE
313 ss. 2). También éstas forman parte de la vivencia de la fe.
La fe en Dios es la certeza de que nuestro origen está
en Dios, de que en nuestra vida terrenal estamos en él y
de que después de esta existencia seremos acogidos para
1
luNACLO DE LoYOLA, Ejercicios espirituales . La abreviatura en el texto es EE, seguido por
el número marginal.

14 15
2. Nuestro verdadero hogar

Con certeza, presentimos en nuestro interior que este mun-


do y la vida que estamos viviendo ahora no son la última
palabra. Tenemos dentro de nosotros una añoranza que,
a modo de brújula, nos indica que nuestro tránsito por la
vida, con su sufrimiento y con la muerte, no es más que un
camino de retomo a Dios. En lo más profundo de nuestra
alma sentimos que somos espíritu y que no somos más que
peregrinos en este universo limitado en el espacio y en el
tiempo. Algo dentro de nosotros nos dice que Dios mismo
es nuestro hogar. Nos asegura que Dios, que nos ha puesto
en este mundo, nos espera como el padre espera al hijo pró-
digo (cfr. Le 15, 11-32).
Todas las religiones anuncian esta buena nueva. La
llaman trascendencia, cielo, más allá, Reino de Dios, Reino
celestial o Vida eterna. Allí tendremos la vivencia de lo que
es la bienaventuranza auténtica, sin dolor ni sufrimiento.
Nuestra fe cristiana nos promete algo aún más gran-
de. Nos dice que veremos a Dios, que lo veremos tal cual
es (Mt 5, 8; 1 Jn 3, 2); que Dios es amor, que seremos aco-
gidos en este amor y seremos uno con Dios (Jn 17, 11. 21 ).
Estas son aseveraciones increíbles. Dios es un miste-
rio y no podemos hablar de él más que con gran reverencia.
17
Francisco }afies, SJ

Cualquiera sea nuestra creencia acerca de Dios, debemos


tener en claro que nuestro entendimiento no nos pe1mite
saber a ciencia cierta cómo es. No nos es posible captarlo
en su totalidad con nuestro pensamjento. Únicamente el
amor y la adorac ión plena de recogimiento pueden llegar
hasta él.
La revelación nos promete algo inconcebible. Si Dios
desea guiamos a lo que nos ha prometido luego de nuestro
canúno de fe en esta tierra y después de la muerte, su gracia
debe lograr transfmmaciones aún mayores en nosotros. En 3. ¿Qué es la contemplación?
la fe logramos la certeza acerca de lo que no podemos com-
prender ni vivenciar. Dios mismo deberá acercarse y con-
cedemos lo que nos ha prometido. En esta vida la certeza 1. La palabra contemplación "significa la visión intuitiva
de la fe permanece en el estadio de la esperanza, la fe y la de las verdades más elevadas; en un sentido religioso: de
3
confianza. No obstante en ciertas ocasiones Dios comienza Dios ". En la literatura especializada, un sinónimo
a conferir a unas pocas personas esta visión de sí en el trans- de contemplación es mística (en alemán contamos, ade-
curso de esta vida. Lo hace con gran discreción, en reserva y más, con el término Beschauung4 , que significa la visión
de Dios; schauen =ver, contemplar [N. del T.]).
en el centro recóndito del alma humana. Llamamos a esto la
gracia de la contemplación. En el próximo capítulo la exa- 2. La contemplación -visión de Dios- es gracia 5 pura,
minaremos con mayor detenimiento. dado que el ser humano no puede contemplarlo valiéndo-
se sólo de su propio esfuerzo. Este don de Dios es dife-
rente de la gracia de la fe, por intensa que ella sea. Esto
Estimada lectora, estimado lector: es así porque la gracia de la fe otorga la certeza acerca
de la existencia de Dios, pero no nos proporciona una
1. ¿Es Dios, para usted, pese a su proximidad, un visión de él. Nos referimos a esto en el primer capítulo.
misterio inasible, que despierta amor y devo- La fe no cesa con la primera gracia de la contemplación,
ción reverenciales? pero un elemento sustancialmente distinto - la visión
de Dios- hace que la persona acceda a un nuevo estado.
2. Cuando se entera de que ha muerto un ser amado, De la misma manera en que no se debe confundir la gracia
¿sólo piensa en el duelo y el sepulcro o también 3
Co111e111p/ació11, en Lexikonfiir Theologie 1111d Kirche (LThK) (Enciclopedia de Teología e
en la luz y en la vida que nos aguarda? Iglesia), 1997, p. 326. Yéas~ también el importante ai1ículo: Co11te111plt1tio11, en Diclion-
naire de Spiri111ali1é (OS), 1643-2193.
'Ko111<'111p/a1io11, en LThK [2], 1961 , p. 506.
5
En la tradición de la Iglesia esto se denomina co11/e111pla1io i11/i1sa.
18
19
¿Qué es lo conte111p/ació11?
Francisco )a fies, SJ

de la contemplación con la fe, sería un error c.onfundirla nada más que verlo. Ansía dirigir la mirada directamente
con la gracia de la consolación. La consolac~ó~ es una a Dios mismo y permanecer junto a Dios. "¿Cuándo será
moción o estado del alma que implica un crec1m1ento en posible ver de nuevo su templo?", reza el salmista (Sal 42,
la certeza de la fe (EE 316, 4), pero no es la visión de 3). El Antiguo Testamento dedica un libro entero a este an-
Dios. Esta diferencia también se manifiesta en el hecho helo: el Cantar de los Cantares. Este fervor también cons-
de que es posible vivir la gracia de la contemplación con tituye el indicio que nos permite reconocer con mayor se-
o sin consolación. También la devoción es una gracia de guridad a las personas que están maduras para emprender
importancia en el camino hacia Dios 6 , pero no es la visión el camino de la contemplación. Por cierto, los que no han
de Dios, sino un sentimiento religioso o una virtud. De experimentado esta gracia y no sienten tal anhelo con fre-
igual manera, no debe identificarse la gracia de la con- cuencia no comprenden este fervor interior de la persona
templación con la visión de objetos religiosos, como imá- contemplativa. Es fácil que piensen que las personas que
genes o iconos, ni tampoco con la visión de pensamientos buscan el camino de la contemplación quedan fijadas en
o hechos religiosos. La gracia de la contemplación es una "métodos de oración" vacíos. Otros podrán pensar que se
visión de Dios mismo, aunque en ocasiones como si fuese vuelven ajenas al mundo, pese a que -a excepción de unos
a través de un velo, tampoco puede identificarse con la pocos ermitaños- demuestran un compromiso muy activo
7
visión absoluta de Dios en la Vida eterna . con el prójimo.
Así pues, la gracia de la contemplación pone a la 4. La oración contemplativa es una respuesta a la gracia
persona en un estado intermedio entre la fe y la Vida eter- contemplativa, así como la fe es una respuesta al anuncio
na. La lleva más allá de la fe, dado que no sólo le ofrece de la Buena Nueva, y así como el abrirse de una flor es la
una certeza, sino una verdadera visión de Dios. No obs- respuesta al sol y a la lluvia. La gracia de la contempla-
tante, no le proporciona aún la visión absoluta de Dios, ción despierta un ferviente deseo de acceder a la visión de
propia de la Vida eterna: "Ahora vemos como en un es- Dios y requiere una respuesta. Ésta consiste en que la per-
pejo y oscuramente, pero después será cara a cara. Ahora sona se centra de manera cada vez más directa en la visión
sólo conozco de una manera imperfecta, pero entonces inmediata de Jesucristo o de Dios Padre. En la oración,
conoceré a Dios como él me conoce a mí" (1 Cor 13, 12). esta respuesta es la oración contemplativa. Es un intento
3. La gracia de la contemplación tiene un efecto inmedia- por reorientar hacia la visión de Dios todas las actividades
to: despierta un irresistible fervor por acercarse más y más del pensamiento y todo lo que ocupa nuestra mente con
a la visión de Dios. Aquel a quien Dios ha permitido tener proyectos, sentimientos e imágenes religiosas. En el cris-
un atisbo de su esencia, por incipiente y fugaz que sea, tianismo, la fonna más conocida y practicada de la oración
queda tan fascinado por él que, de allí en adelante, no desea contemplativa es la oración a Jesús.
En el mismo sentido, me refiero a los ejercicios de con-
r. La devoc ión es entrega, es amor vivo, una virtud de la religión. Véase Devotion, en OS.
pp. 702-718.
templación. Ni la oración ni los ejercicios presuponen nece-
1 Visio beati(ica, en LThK, [3], 1999. 81 O. sariamente la presencia de la gracia de la contemplación.
20 21
Francisco Jalics, SJ ,,;Qué es la co111e111plació11 ?

La oración y los ej.ercicios sólo tienen por objetivo orien-


tarse prepararse - "disponerse" (EE 1 3)- para esta gracia, Estimada lectora, estimado lector:
sin importar que Dios confiera o no la gracia infusa. Na-
turalmente, Dios también puede obrar sin esta actitud de 1. ¿Hay en su oración determinados momentos en
disponibilidad. Pero la disposición es lo único que puede que usted habla con Dios acerca de su vida para
hacer la persona para allanar el camino a la gracia de la suplicarle, prometerle algo, para arrepentirse o
contemplación. hacer proyectos en su presencia y, por otro lado,
Volveremos a referirnos a esto más adelante. momentos en que usted está fascinado por Dios,
La pasión por contemplar a Dios mismo no permane- en que sólo desea permanecer junto a él sin decir,
ce oculta en el interior del ser humano. Junto con su vida pensar ni suplicar nada?
de oración, penetra y transforma su relación con el mundo
exterior. Más adelante nos ocuparemos en detalle de am- 2. Si es así, ¿toma usted conciencia de la diferencia
bas transformaciones. entre ambos momentos?
5. Deseo hacer otra observación referente a la terminología.
En sentido cristiano, meditación es una forma de oración
en la que nos aproximarnos a Dios, le hablarnos, le supli-
camos, lo adorarnos y nos proponernos cosas para el futu-
ro con ayuda de textos, imágenes y pensarnientos 8 • Pero
la palabra meditación 9 fue utilizada en el siglo pasado por
ciertos movimientos del Lejano Oriente en el sentido de
"contemplación". Esto da lugar a ocasionales malentendi-
dos. No me detendré en ellos. A la inversa, san Ignacio de-
nomina contemplación a las diversas meditaciones acerca
de la vida de Jesús, pero su descripción denota a las claras
que no alude a la "contemplación" en el sentido que noso-
tros le damos, sino a la meditación 10 •

8 Esta forma de oración se denomina en alemán Berrachlllng.


9
Medi1atio11, en LTh.K [2] 1962, p. 234.
'°Por ende, las traducciones alemanas utilizan, al respecto, el término Betracht1111ge11. Tra-
ducciones al alemán: Ferdinand Weinhandl, Munich, 1921; Alfred Feder, Ratisbona, 1924;
Otto Karrer, Padrebom, 1926; Hans Urs von Balthasar, Einsiedeln, 1954; Adolf Haas,
Friburgo, 1966; asimismo las ediciones de Peter Knauer.

22
23
4. Un informe

En capítulos anteriores procuré definir los conceptos esen-


ciales que precisan el camino de la contemplación. A con-
tinuación, ofrezco un informe concreto que -si bien tiene
forma de testimonio personal- fue ideado para describir
este camino de la manera más explícita posible. Por un
lado, deseo transmitir una impresión concreta de la expe-
riencia de la contemplación y por otro, situarla en el con-
texto de la vida cristiana.
1. Siempre fui cristiano, aunque mi vida no transcurrió
como la Iglesia la concibe. Me sentía en casa en este mun-
do. No prestaba mayor atención a los Diez Mandamientos
ni veía otro sentido a la vida que no fuese el de disfrutarla.
No sabía ni me interesaba inquirir en lo que hay después
de la muerte. Las pocas veces en que oraba, lo hacía en
pro de mis intereses personales. Mucho más tarde supe
que, en este estadio de mi desarrollo, san Ignacio segura-
mente me habría dado la "primera semana" de ejercicios 11 •
2. Con el correr del tiempo, experimenté una conversión.
Descubrí a Jesucristo o, mejor dicho, Jesús entró en mi vida.
11
Volveremos sobre este asunto en el capítulo 13 .

25
Francisco Jalics, SJ U11i11form e

Su vida se volvió mi hogar. En lugar de poner el sentido En mi caso, el cambio comenzó con una gracia que
de mi vida en el mundo material lo encontré en Jesucristo. despertó en mí un amor y anhelo fervoroso por mirar el
En mis oraciones profundizaba en la vida de Jesús, que se rostro mismo de Dios. Sentía una fuerza incontenible que
había convertido en mi Maestro y Señor y cuyos pasos me atraía hacia adentro y no tenía más deseo que perma-
seguía. En la meditación acerca de su vida fui tomando necer junto a Dios, junto al Cristo resucitado. Toda mi
conciencia de mis problemas e inclinaciones más profun- atención estaba centrada en contemplarlo, en permanecer
das y pude desarrollar suficiente valor para desprenderme en su presencia. La presencia serena y la repetición del
de ellos. Mirando a Jesús y a su vida ejemplar reconocí nombre de Jesucristo colmaban mi vida de oración. No se
mis tareas en este mundo. Sólo vivía para él y trataba de trataba de un "método de oración", como algunos pueden
encontrarlo en todas las circunstancias de mi vida. Renun- creer, sino de una necesidad interior. Quería que sólo él
cié al mundo. El mundo adquirió un nuevo sentido para me iluminara y me traspasara por completo. No por ello
mí. Jesucristo me convocó para que contribuyera a cam- descartaba las otras formas de oración, en particular el
biar este mundo, transformándolo en el Reino de Cristo y diálogo con Dios, pero la repetición del nombre se con-
de su Cuerpo místico. Comprometí, por ende, todas mis virtió en centro y esencia de mis oraciones.
facultades y mi ser entero en la santificación de este mun- Abría el texto del Evangelio, pero paulatinamen-
do por amor a Cristo. Quería librarme de lo que me ataba te mis meditaciones en torno a la vida de Jesús y los
al mundo, vivir en la pobreza para Cristo y hacer realidad pensamientos que giraban alrededor de la manera en que
su Reino en la tierra. Había puesto mis oraciones, mi bús- podría cambiar mi vida se iban debilitando hasta que fi-
queda, mis decisiones y mi trabajo al servicio de Jesucris- nalmente cesaron por completo. No podía reflexionar ni
to. Sabía que contando sólo con mis propias fuerzas no po- llevar adelante procesos de discernimiento. El detenerme
dría lograrlo, pero me esforzaba por hacerlo realidad con en las imágenes me parecía una pérdida de tiempo en com-
su ayuda y en el seno de la comunidad eclesiástica. Años paración con la visión directa de la presencia del Resuci-
más tarde tomé conciencia de que san Ignacio alcanza esta tado. No deseaba ocuparme ya en ver cómo podía cambiar
entrega y disponibilidad para el servicio en las meditacio- personalmente o qué podía hacer por Cristo. De tal modo
nes sobre la vida de Jesús. En sus Ejercicios, este tramo se pasé, sin proponérmelo, de la reflexión, el discernimiento
extiende desde la "segunda" y "tercera semana", hasta la
y otras modalidades que caracterizaban mi oración, a la
ascensión de nuestro Señor en la "cuarta semana".
visión, la atención, la permanencia en la presencia de Dios
3. Últimamente, por cierto, noto en mí un cambio sutil, que y a un proceso de orientación hacia el nombre de Jesús.
percibo como principio de un camino de contemplación. Al Esta oración silenciosa me confrontaba sin atenuantes con
comienzo, esta nueva orientación se manifestó en mi vida mis inclinaciones desordenadas. Me resultaba mucho más
de oración. Mi trabajo y mi servicio a Cristo en el mundo, difícil evadirme de ellas que en mis reflexiones anteriores,
empero, no se modificaron en el primer momento. Al me- pues la visión de la presencia de Cristo me hacía llegar al
nos, no noté ningún cambio en tal sentido. centro más visceral de mí mismo.
26 27
Fra ncisco Jalics, SJ Un il!forme

"Nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en situaciones difíciles. Basta con que vuelva brevemente a
ti'', dice san Agustín. Había oído muy a menudo este texto mi centro para que el estrés y los sentimientos negativos
y otros análogos, pero comencé a hacer la experiencia vi- se relativicen y dejen de ejercer influjo sobre mí. Pienso
vencia! de ellos cuando pude contemplar a Cristo durante en san Ignacio, que dijo que no hubiera tardado más de un
horas sin palabras, sin pensamientos, sin imágenes, con cuarto de hora en aceptar con serenidad la disolución de
toda mi atención despierta. la tarea de toda su vida: la Compañía de Jesús. Es preci-
Cuando comenté esto con mis amigos y aun con mi samente esto lo que estoy viviendo. La fuerza y claridad
acompañante espiritual, se alarmaron y me advirtieron que que busco en mi vida ya no provienen de mis reflexiones
corría peligro de enajenarme de la realidad. Pero sucedió y decisiones, sino que manan por sí solas del centro más
todo lo contrario. recóndito de mi ser.
La preocupación por cambiar el mundo ya no era ma- Antes de encausarme por el camino de la contempla-
teria de mis oraciones. Pude entender que, si tenía éxito, no ción, oí decir muchas veces que los tiempos de oración van
era yo el que lo había logrado, sino que las cosas se hacían en detrimento de las actividades. Nos hacen ineptos para
a través de mi persona. Esto me dio una increíble liber- la vida en el mundo. Mi experiencia es otra: ahora trabajo
tad, dado que no me era preciso lograr nada por mí mismo. más que antes, porque me llega más fuerza desde adentro
Llegué a saber así lo que es la gracia. El hecho de entender y vivo sin estrés. Comienzo a entender a Jesucristo, quien
que no soy yo el que hace las cosas fue una profunda ex- después de un día de coloquios, sanaciones y contactos con
periencia para mí. Lo hace Dios por mi intermedio. Al to- la multitud se retiraba de noche por varias horas a su inte-
mar conciencia de esto, recordé el Sermón de la Montaña rior para cobrar nueva fuerza en presencia del Padre.
cuando Jesús se refiere a los pájaros y las flores: "No se' El efecto que lograban mis actividades se desplazó de
inquieten pues pensando ... todas estas cosas se les darán la acción y organización a la inadiación. Antes me había es-
por añadidura" (Mt 6, 25-33). Pensé en los profetas, que se forzado por ir hacia las personas para anunciar a Cristo. Des-
fijaban como meta no tanto predicar a las personas, como de que experimenté este viraje hacia adentro percibo que las
decir aquello a lo que Dios los urgía. San Pablo dice: "El personas vienen a mí. Ellas, por su parte, perciben que
amor de Cristo nos apremia" (2 Cor 5, 14). yo me expreso con más fuerza. Esto también pude com-
El efecto que este desarrollo de mis oraciones tuvo probarlo en otros seres que viven desde su recogimiento.
sobre mi vida en el mundo es maravilloso. Cada vez que Actúan por medio de su irradiación. Recuerdo que de Je-
regreso a mis actividades después de haber pasado por sucristo está escrito que irradiaba fuerza (Me 5, 30). Esta
este interludio de recogimiento soy un hombre nuevo. fuerza sanaba a la gente. También me vino a la memo-
Me ha dado mucha claridad, fuerza y alegría. Desde este ria Moisés, que descendió del Monte Sinaí con el rostro
centro, el mundo exterior se vive de otra manera. Voy resplandeciente (Éx 34, 29-35) y a san Pablo, que decía
experimentando un flujo creciente de amor hacia todo que había predicado por medio del Espíritu y del poder
ser humano. También me permite sobrellevar mejor las de Dios (1 Cor 2, 4). Es cierto que ni lejanamente poseo
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Fra11cisco Jolics, SJ U11 i11for111e

la iffadiación que ellos tenían, pero siento que mi influjo a los demás se ha vuelto más sutil, gracias al recogimiento.
sobre las personas se desplaza de mis propias acciones a la Esto mejora la comunicación con los otros, puesto que me
penetración de la fuerza de Dios en otros. resulta más fácil ponenne en el lugar de ellos.
Tomo mis decisiones de manera diferente y nueva. En resumen, puedo afirmar que el camino de la con-
No necesito ya reflexionar largamente ni atravesar arduos templación ha modificado mi relación con Dios y con el
procesos antes de tomar una decisión, sino que vuelvo una mundo. Con respecto a Dios, la relación de pensamiento y
y otra vez a recogenne en mi interior. Desde mi centro y acción se ha transfom1ado en visión de Dios: no en una visión
hasta el momento siempre he logrado claridad. Pienso en total, pero al menos en la visión de su presencia. También ha
Jesús que, según el evangelio de san Juan, sólo contem- cambiado 1ni relación con el mundo. Al volver la mirada a
plaba al Padre en su interior y esto le bastaba para saber la presencia de Dios, el mundo ya no cumple la función de
lo que debía decir. También pensé en el "primer tiempo ser el camino hacia Dios. Ya no es, si puedo decirlo así el
para hacer elección" de san Ignacio (EE 175), que confiere camino hacia Dios, sino que el camino me lleva de Dios al
claridad sin intervención humana. Un buen ejemplo, que mundo. Ya no pretendo que el mundo sea el lugar en el que
san Ignacio mismo menciona en el libro de Ejercicios, es deseo desempeñar mi servicio a Cristo. Estoy en el mundo y
la vocación del apóstol Mateo. Dios lo transforma por mi inte1medio. En otras palabras, no
Así, dejan de tener vigencia los propósitos en la ora- vivo en el mundo para llegar a Dios. Por el contrario, como
ción y al final de los ejercicios. La garantía de progreso ya vengo de Dios, itrndio amor en el mundo . No soy más que
no reside tanto como antes en actos de la voluntad. Antes una herramienta en sus manos. Él lo hace todo y yo me dejo
bien, depende de la intensidad y del tiempo que yo dedique utilizar. Es posible que ya supiera esto con anterioridad pero
a exponerme a la presencia de Dios. No pretendo cambiar ahora el conocimiento se ha transfonnado en vivencia.
el mundo como antes. Diríase que todo sucede por sí mis-
mo. Esto me da gran libertad. Si sigo necesitando fijarme
algún propósito, será únicamente el de mantener el rumbo Estimada lectora, estimado lector:
de la oración en recogimiento. No hay otra cosa que deba
lograr. Si en el pasado quise cambiar el mundo para Cristo, 1. ¿Puede imaginarse que la simple permanencia
ahora me limito a contemplar cómo Dios realiza todo a tra- con la mirada puesta en Jesucristo arroje una
vés de mi persona, como si yo fuese un instrumento. di4fana claridad sobre dudas y problemas, y
Mi contacto con los demás se ha profundizado. He proporcione una dinámica totalmente nueva a
llegado a comprender que las personas sólo pueden pro- las actividades exteriores?
fundizar el contacto con el prójimo en la medida en que
entran en su propio interior. La visión de Dios me pennite
profundizar más en mí mismo y, por consiguiente, en mi
contacto con los demás. La intuición con la que comprendo
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5. Cinco minutos de filosofía

El evangelio según san Juan nos relata un interesante diá-


logo entre Jesús y una samaritana. Jesús le pide que le
dé agua de beber. Cuando la mujer ya está impresionada
por la clarividencia de Jesús, le pregunta cuál es el lugar
en que Dios debe ser adorado: "Señor, ya veo que eres
profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte y us-
tedes dicen que el sitio donde se debe dar culto está en
Jerusalén". Jesús le dijo: "Créeme mujer, que se acerca
la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adorarán
al Padre ... Pero se acerca la hora, y ya está aquí, en que
los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en
espíritu y en verdad, porque así es como el Padre quiere
que se le dé culto" (Jn 4, 20-23). La respuesta de Jesús es
clara. La adoración al Padre no está sujeta a un lugar en
particular. Debe desarrollarse en el ámbito del espíritu. El
Padre es espíritu y debe ser adorado en el espíritu. ¿Qué
quiere decir Jesús con esto, considerando que estamos
atados a un cuerpo y, por ende, a un espacio? ¿En algún
lugar somos puro espíritu? ¿Dónde, en el templo de nues-
tro cuerpo, se encuentra el santuario o centro en el que
somos espíritu puro? ¿Dónde, dentro de nosotros, se halla
la luz divina que, al igual que Dios, es puro espíritu?
33
Cinco minutos de /ilosofía
Francisco Ja/ícs. SJ

Todos los grandes filósofos se han planteado esta Los escolásticos medievales abordan la cuestión des-
pregunta. Más aún, esta cuestión ~onstituye el problei:ia de otro punto de partida. Comienzan por afirmar que en
central de la filosofía. Por ello, estimados lectores, los m- nuestra conciencia no puede haber nada que sea puramente
vito a que nos asomemos por unos instantes al mundo de espíritu, pues todo lo que penetra en la conciencia lo hace
los filósofos. Los seres humanos somos cuerpo y espíritu. a través de los sentidos, y lo que ha pasado por los sentidos
Todo lo que hacemos o pensamos tiene un polo espiritual indefectiblemente tendrá un ingrediente corporal. No es,
y otro corporal. Por ejemplo, los pensamientos son, por un por consiguiente, espíritu puro. Lo expresan en latín de la
lado, espíritu, mas por otro tienen una dimensión corporal, siguiente forma: Nihil est in intellectu quod non erat prius
dado que también son producidos por el cerebro y cerebro in sensu ("nada hay en la conciencia que no haya pasado antes
es cuerpo. Sin cerebro no es posible pensar. Dios no piensa, por los sentidos"). A continuación, lo completan haciendo
Dios sabe. La filosofía escolástica afüma que tampoco los notar una excepción: nisi ipse intellectus ("salvo la concien-
ángeles piensan. Tienen intuiciones pero no pueden pensar, cia misma"). La excepción es la luz de la conciencia misma,
puesto que carecen de cerebro. que no ha pasado por los sentidos. Es puro espíritu. Cuando
¿Poseemos en nuestro interior algún lugar, centro la luz de la conciencia se percibe a sí misma, es espíritu
o sustrato en el que somos sólo espíritu y al cual nuestro puro. Entonces somos, en el sentido pleno de la palabra, la
cuerpo no tiene acceso? Muchos filósofos lo han encontra- imagen de Dios. El hecho de pe1manecer en este espíritu
do. Nos remitiremos a un ejemplo de la Antigüedad, otro puro es la adoración en el espíritu.
de la Edad Media y finalmente uno de la Edad Moderna. Heidegger habla de la "cognición de la existencia,
"Sólo sé que no sé nada", dice Sócrates. "Sé" significa libre del ser-así". La cognición de la existencia es la con-
en este caso "soy consciente". ¿Pero de qué soy consciente? ciencia de que existimos o simplemente somos. El "ser-así"
Lo que Sócrates sostiene es que la profunda introspección expresa la índole, el ser de una manera determinada con sus
le permite llegar a un estado de conciencia en el cual no limitaciones y peculiaridades. El término "libre del ser-así"
hay nada, salvo su existencia. Sé que soy. Más allá de esto significa la ausencia de todo rasgo distintivo, de toda sin-
mi conciencia está vacía. Lo que queda es que sé que no sé gularidad, de toda limitación que hace que una cosa sea
nada. Podríamos llamar a esto un destello del espíritu puro. de cierta manera o de otra. En mi conciencia no hay nada
Cuando estoy en estado de conciencia alerta pero mi con- que pueda aprehenderse, nada limitado, ninguna forma,
ciencia está vacía, estoy en mi centro. Allí no somos más ningún "ser-así". La cognición pura de la existencia es es-
que espíritu y es donde estamos más próximos a Dios, que píritu puro. Es en dicho ámbito donde debe desenvolverse
es espíritu puro. Es simplemente un ser consciente, un exis- la adoración.
tir consciente. En este estado, la persona es en su máxima Cuando algo es realmente absoluto, todo se relativi-
expresión la fiel imagen de Dios. Puede vislumbrar lo que za con relación a este absoluto. Este punto espiritual que
significa ser uno con Dios. Si pennanece en él, se encontrará hallaron los filósofos es, pues, un punto de absoluto repo-
en estado de pura adoración. Es la adoración en el espíritu. so: un centro verdadero. Si permanecemos en él, todo lo
34 35
Francisco Ja/ics, SJ

demás se vuelve relativo y se ordena con total naturalidad


conforme a este punto absoluto, conforme a este centro. En
él sólo un tenue velo nos separa de la presencia de Dios. A
partir de la experiencia de este espíritu puro, todo se ordena
desde adentro sin que nos sea necesario reflexionar. ¿Aca-
so las grandes experiencias de vocaciones, que san Ignacio
llama el primer tiempo de elección, no son experiencias de
este tipo? La oración contemplativa consiste en que nos
orientamos en dirección a este núcleo y, merced a la gracia,
6. Los dos grados de la pobreza
ascendemos hacia este manantial de espíritu puro. Persistir
allí es la adoración máxima, no con palabras ni con obras,
sino a un nivel mucho más profundo: a nivel del ser. En ningún pasaje define Jesús el fundamento de la con-
templación con tanta claridad y amplitud como en su diá-
logo con el hombre rico (Me 1O, 17-31).
Estimada lectora, estimado lector: He descrito el El joven le pregunta cómo puede alcanzar la Vida eter-
centro espiritual del ser humano como aparece desa- na. Jesús tiene dos respuestas, que configuran dos etapas de
rrollado en tres corrientes filosóficas. la vida espiritual: la primera consiste en la observación
de los Diez Mandamientos; la segunda, en la imitación de
1. ¿Ha experimentado usted alguna vez su propio Jesucristo. Jesús capta en qué etapa se encuentra el hombre
centro? con respecto a su vida espiritual y le sugiere: "Ya sabes los
2. ¿Ha tenido la experiencia de su mera existencia y mandamientos ... ". Esto significa que observe todo lo que es
de ser una sola cosa consigo mismo? necesario para su Vida eterna. El hombre le responde que
hace tiempo viene recorriendo este camino y que agotó sus
posibilidades. Desea saber si no hay algo que lo pueda hacer
avanzar más. Jesús acoge favorablemente la propuesta y le
ofrece el camino de la imitación. Le dice que deberá vender
todo lo que tiene y seguir por el camino que él recorre: "Vé
y vende lo que tienes ... después, ven y sígueme". Pero para
hacerlo, el hombre debería renunciar a sus cuantiosos bienes,
lo que aún no puede hacer. Su hogar sigue estando aquí, en
la tierra. Abrumado por la pesadumbre y la tristeza, se aleja.
Los apóstoles están asustados por la propuesta de
Jesús: ¿quién podrá salvarse, dicen, si es necesario que
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Francisco Ja/ícs, SJ Los dos grados de la pobre:a

renunciemos a todo? En lugar de tranquilizar a los apósto- aluden a la imitación: "Dichosos los pobres de espíri-
les, asegurándoles que tal renuncia no es irrealizable, Jesús tu, porque de ellos es el Reino de los cielos" (Mt 5, 3).
acrecienta los temores de los apóstoles: ¡por cierto, es in- En el Evangelio siempre debemos estar atentos para dis-
alcanzable! Al menos para los seres humanos es inalcan- tinguir si Jesús habla a personas que se encuentran en una
zable. No pueden recorrer este camino. Sólo después de etapa de la fe o en otra.
haberlo dicho, añade que para Dios nada es imposible. Esta Aquí se nos plantea un interrogante esencial: ¿Se
contraposición entre la impotencia de la persona y la omni- refiere Jesús meramente a bienes materiales o también a
potencia de Dios revela el sentido que tiene la pobreza: el tesoros mentales, psíquicos y espirituales? ¿Es necesario
individuo debe vaciarse para que Dios lo pueda llenar. No que renunciemos asimismo al obrar humano, a pensamien-
se trata de una pobreza negativa ni destructiva, puesto que tos, recuerdos; a involucramos con sentimientos, consolacio-
lleva a la plenitud en Dios. nes, planificaciones, diferenciaciones, decisiones, propósi-
Sin embargo, tampoco esto le basta a Jesús. Prosigue tos y cualquier otro empeño humano? Jesús sólo menciona
la conversación y refuerza el carácter extremado, radical, expresamente los tesoros que pueden venderse y permiten
del vacío: "Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de obtener un lucro, pues se trata de que a cambio de ellos
una aguja, que a un rico entrar en el Reino de Dios". El se obtengan tesoros en el cielo. Todo lo que se retiene se-
ojo de la aguja es una puerta estrecha. Tal nombre se daba guirá siendo un "tesoro terrenal", jamás un "tesoro celes-
a la entrada a las fincas. La carga de los camellos estaba tial". En otras palabras, debemos vaciamos para que Dios
suspendida a sus costados, de modo que no podían pa- pueda llenamos. Lo que no dejamos ir, lo que no soltamos,
sar por la puerta a menos que se hubiesen liberado de su nos llena en la tierra. Pero Dios también desea colmar nues-
carga. Jesús quiso decir con esto que la imitación lleva tras actividades psíquicas y mentales. Por cierto, la refe-
a través de una puerta estrecha, que no permite que el rencia incluye los tesoros espirituales e intelectuales, que
que desea atravesarla lleve consigo sus bienes. Es preciso no pueden quedar excluidos de la gracia de la contempla-
venderlo todo y quedar completamente vacío. ción. Jesús exige al ser humano el desprendimiento total
La enseñanza de los dos caminos no es un epi- que lo lleve a la mera existencia.
sodio fortuito en el Evangelio. Atraviesa toda la Bue- La carta a los Filipenses nos muestra el camino del
na Nueva de Jesús. Él habla alternativamente desde vaciamiento en el itinerario personal de Jesucristo. Jesús
la perspectiva de uno u otro camino. Hay aseveracio- recorrió el camino del desprendimiento absoluto:
nes que están dirigidas de manera inconfundible a los
que recorren el camino de los Mandamientos. Cuan- "Tengan los mismos sentimientos
do Jesús dice que el ser humano no debe matar, no que tuvo Cristo Jesús,
debe tomar el nombre de Dios en vano, no debe co- el cual, siendo Dios,
meter adulterio (Mt 5, 21-38), se refiere a estas perso- no consideró que debía aferrarse
nas. Por el contrario, las bienaventuranzas evangélicas a las prerrogativas de su condición divina,
38 39
Francisco Jalics, SJ los dos grados de la pobreza

sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo Podemos decir, pues, que la invitación a venderlo
tomando la condición de siervo, todo tiene dos grados: el primero consiste en la venta
y se hizo semejante a los hombres. de todos los tesoros materiales. El segundo grado de
Así, hecho uno de ellos, se humilló a sí mismo vaciamiento incluye la enajenación de todos los tesoros
y por obediencia aceptó incluso la muerte, espirituales. Son éstos el pensamiento y todas las acti-
y una muerte de cruz. vidades psíquicas. A ello se agrega la voluntad y las ac-
(Fil 2, 5-8) ciones en general. Sólo si logramos este desprendimien-
to seremos totalmente pobres. Sólo entonces habremos
El vaciamiento de Jesús es total: hasta la muerte en la cruz.
muerto para el mundo a fin de vivir en Dios.
También renuncia a sus pensamientos, imágenes y senti-
mientos. Están llamados a imitarlo todos los que se mues- Si aplicamos esto a la oración debemos decir que,
tren dispuestos a recorrer este empinado camino. También si bien las imágenes, pensamientos, consolaciones, di-
nosotros debemos vaciamos, no para pe1manecer vacíos, ferenciaciones, decisiones, propósitos y dedicación a
sino para que Dios pueda llenamos. El misterio de la muer- los sentimientos forman parte de la fe comprometida,
te y resurrección de Jesucristo se hace extensivo a todos no pertenecen al camino de la contemplación. Se orien-
los cristianos. Es el mensaje central del cristianismo. Lo tan hacia un empeño por cambiarnos a nosotros mismos,
festejamos en Pascua: nuestro mundo exterior y nuestra relación con Dios. Aún
"El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mis- se hallan en el terreno del obrar. Ciertamente se trata de
mo, que cargue con su cruz y que me siga" (Me 8, 34). "Si el un obrar espiritual, pero no deja de entrañar una acción.
grano de trigo sembrado en la tierra no muere, queda infe- Son nuestra riqueza en la oración. Podrá ser una acción
cundo" (Jn 12, 24). "El que quiera salvar su vida, la perderá" para Jesús, pero sigue siendo una acción. Por ello, las
(Mt 16, 25). reflexiones, comentarios y la aplicación de los sentidos
La invitación a vaciamos también se hace extensiva, forman parte de la imitación de Jesucristo en la fe, pero
pues, a las actividades mentales, psíquicas y espirituales. no de la mirada contemplativa.
En la espiritualidad cristiana, la meditación acerca de ¿Cómo sería una oración que busque el vacío ra-
la muerte siempre ha desempeñado un papel muy impor- dical y la entrega a la contemplación? Podría ser así, si-
tante. Muchos colocaban una calavera sobre su escritorio guiendo la oración de san Ignacio (EE 234):
para recordarles la muerte. Hubo monjes cuyo saludo era "Señor, toma toda mi libertad, mi memoria, mi en-
Memento mori ("ten presente que morirás"). Los acompa- tendimiento y mi voluntad. Toma todo lo que tengo y lo
ñantes de los moribundos saben contar más de una historia que poseo. Tú me lo has dado todo y a ti, Señor, te lo de-
sobre este vaciarse antes de la muerte. Muchas personas vuelvo. Todo te pertenece. Dispón de todo como te agrade
atravesaron una experiencia límite como si fuese una puer- y como desees. Hazme el don de que yo corresponda a tu
ta y han podido aprehender un soplo del más allá. Para ellas amor como tú mereces. No necesito nada más que esto.
fue una experiencia de plenitud en el vacío total. Tu amor y tu gracia me bastan".
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Francisco Jalics, SJ

Estimada lectora, estimado lector:

l. ¿Cómo se siente usted al rezar esta oración?


2. ¿Qué aspecto de ella despierta su adhesión?
3. ¿Qué aspecto despierta resistencia en usted y qué
aspecto despierta su anhelo por recorrer el camino
de la contemplación?

7. La cámara y el balcón

Jesús habla expresamente de la pobreza en la oración


misma. "Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu cámara,
cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu
Padre, que ve en lo secreto, te recompensará" (Mt 6, 6-7).
El vocablo cámara alude aquí a una despensa o cámara
del tesoro sin ventanas. Si, además de ello, la puerta está
cerrada, es imposible mirar hacia afuera o ser visto desde
afuera. En ella se está oculto y la única mirada posible,
según el texto, se dirige al Padre.
Mientras una persona está ocupada con sus pensa-
mientos, sentimientos, emociones o imágenes no se en-
cuentra en su cámara. Puede ser que ya esté en su casa,
pero está sentada en su balcón y disfruta de una magnífi-
ca vista de los alrededores, vale decir, del mundo exterior.
Sus pensamientos y observaciones, sus proyectos y dife-
renciaciones lo vinculan con el mundo exterior. Satisfecha,
puede ocuparse de su propio paisaje psicorreligioso pues
los pensamientos y los sentimientos nos relacionan con el
mundo y nuestra psique. Según la interpretación de Jesús ,
ésta no es aún la cámara~ el aposento sin luz. Todavía no
se ha echado el cerrojo a la puerta. Todavía no se está en la
penumbra de la cámara. Todavía no ha culminado el viraje,
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Francisco Ja/ics, SJ La cámara y el balcón

no se ha pasado aún por el ojo de la aguja. El verdadero cam- no hace más que hablar él mismo; no lo hará el Espíritu
bio hacia adentro se encuentra entre el balcón y la cámara Santo. Se trata del segundo grado de la pobreza que Jesús
interior, en la que sólo el Padre nos ve, donde ya ningún demanda de nosotros.
pensamiento ni sentimiento nos ocupa y no existe más que el
centro vacío, sin interrogantes. El aposento oscuro.
Esto no significa que deban reprimirse los sentimien- Estimada lectora, estimado lector:
tos. Todos los sentimientos pueden ir y venir. De lo contra-
rio, el ser humano está bloqueado. Pero en la cámara, en 1. ¿A dónde prefiere ir cuando desea orar?¿ Prefiere
el centro vacío, en el fondo del alma no hay sentimientos; su balcón o se retira a la cámara para permane-
sólo la conciencia pura. Dios es nuestro centro más pro- cer allí, bajo la mirada del Padre?
fundo. Permanece en el fondo de nuestro ser. Por lo tanto,
debemos ir alejándonos del balcón y acercándonos a la cá- 2. ¿Acaso ya ha hecho la experiencia de prepararse
mara. Sólo allí la mirada se dirige por entero al Padre. Úni- para alguna conversación difícil o un encuentro
camente aquél que puede permanecer en este centro tendrá difícil únicamente con un periodo previo de reco-
en el mundo exterior la libertad que san Ignacio denomina gimiento, porque puede confiar en que le será
indiferencia. Se refiere a que ya no nos importa que nuestra dada desde su interior la palabra justa en el mo-
vida sea larga o corta, que ya no nos afectan los golpes del mento justo?
destino (EE 23, 6-7). No basta con renunciar con un acto de
voluntad a tales deseos. Con nuestra voluntad podemos
resistimos a que tales deseos se hagan realidad, pero no po-
demos erradicar los deseos en sí. No está en nuestro poder
el no sentirlos, pero por sí solos se reducen a ceniza ante la
visión de la presencia de Dios.
En el evangelio según san Marcos hallamos una cla-
ra expresión, relativa al vacío radical de pensamientos:
"Cuando los lleven ante los tribunales, no se preocupen
de lo que van a decir. Digan lo que Dios les sugiera en
aquel momento, pues no serán ustedes los que hablen, sino
el Espíritu Santo" (Me 13, 11 ). El acusado debe vaciarse
por completo. No debe buscar seguridad en su elocuencia,
en sus argumentos ni en sus defensores. El Espíritu San-
to hablará desde su interior. Cuando busca abogados que
lo defiendan o piensa con qué argumentos se defenderá,
44 45
8. La inmediatez

Los seres humanos necesitamos medios para relacionamos.


Si deseo establecer contacto con un amigo que se encuentra
alejado, le escribo una carta. Si me contesta, se establece un
contacto epistolar. Pero si me viene a ver personalmente, de-
jaré de leer sus cartas. Nuestras cartas han cumplido su fina-
lidad. Debemos dejar de escribirlas, pues no harían más que
estorbar nuestra comunicación. En lugar de leer sus cartas,
entablo una conversación con él. He escogido, así, otro me-
dio: el diálogo, que me vincula a él más estrechamente que
las cartas. Si el diálogo nos aproxima cada vez más, podrá
llegar el momento en que ni siquiera hagan falta las pala-
bras. Se establecerá un contacto a través de la mirada, que
también es un medio de comunicación. Bastará con que nos
miremos. Luego llegará un momento en que incluso la mira-
da se volverá superflua y bastará con la mutua compañía en
silencio. Se expanden los corazones y nos encontramos aún
más cerca de lo que estábamos con los medios anteriores.
El objetivo de estos medios es ayudar a establecer un
encuentro. No cumplen más que una función pasajera. Al
principio son imprescindibles; luego, por cierto tiempo, aún
serán útiles, hasta que se vuelvan superfluos y comiencen a
estorbar. Finalmente, impedirán un encuentro más profundo.
47
La inmediatez
Francisco ]afies, SJ

Jesús recon-ió este camino acompañado por los após- se hacen presentes el Cuerpo y la Sangre de Jesús. Poco a
toles. Ellos lo conocieron en Galilea. Entre los medios a los que poco nos vamos aquietando. En la Comunión recibimos el
recun-ían en sus encuentros se encontraban todos los me- cuerpo de Cristo y él se nos acerca aún más. Con su Cuer-
dios humanos, desde el lenguaje hasta la convivencia. A su po y su Sangre entra en nuestros corazones. Después de la
muerte, Jesús los privó de estos medios y en sus "aparicio- Comunión hay recogimiento. En este momento, basta con
nes" después de la resun-ección, las conversaciones y la co- pronunciar unas pocas palabras que expresen la unión de
mida compartida no desempeñaron ya más que un papel de la persona con Dios, como "tú en mí y yo en ti" o "tú eres
apoyo. Jesús tocaba a sus apóstoles con mayor inmediatez. todo y yo no soy nada". Aquí la permanencia en quietud
Después de cierto tiempo, ascendió al cielo. Los privó así significa entrega, servicio a Dios y adoración. ¿Podemos
de su presencia y retomó como Espíritu que se derramaba decir que todavía hay medios en este momento?
sobre ellos y los guiaba desde adentro. Ellos lo llamaron el Cualquier cristiano sentiiia que una alocución después
Espíritu de Jesús (Hech 16, 7). El único medio, si es que se de la Comunión está fuera de lugar, dado que el encuentro con
lo puede llamar así, es el escuchar hacia adentro. Cristo es más inmediato que la palabra hablada. La Eucaristía
Esto sucede con el camino hacia Dios: la fe debe me- nos enseña en la práctica cómo llegar a la inmediatez, partien-
diatizarse. La fe se vive en comunidad por medio de lapa- do de los medios externos del encuentro. No quiero decir con
labra del Evangelio, de la Iglesia, los libros, la experiencia esto que no podamos rezar oraciones o realizar alguna lectura
de vida y las obras de caridad. La fe crece con la oración, después de la Comunión. Pero se nos invita a desplazar el cen-
con las imágenes religiosas, con la comprensión de situa- tro de gravedad de nuestra devoción de la palabra al silencio
ciones que nos hacen avanzar, con reflexiones y meditacio- en recogimiento. El que se siente tocado por este llamamiento
nes. Todo esto es necesario en el camino de la fe. Son me- accederá a él. Es una invitación. Cada uno hará lo que con-es-
dios auxiliares que nos acercan a Jesucristo y a Dios Padre. ponda al estadio de su desarrollo del momento.
Pero Dios nos viene al encuentro con su gracia y los medios Lo mismo sucede en la oración. El santo cura de Ars
se vuelven cada vez más traslúcidos, hasta que el encuentro se contaba que en su iglesia patToquial vio a un campesino
toma inmediato. que a menudo permanecía largo rato hincado ante el altar,
Esta aproximación desde afuera hacia adentro se orando. Era evidente que no tenía un devocionario en la
hace presente de manera concreta en la Eucaristía. Prime- mano. En cie1ia ocasión, el cura le preguntó cómo era que
ro, celebramos la liturgia de la palabra. Las palabras, las oraba durante tanto tiempo y qué hacía durante la oración.
imágenes, la Sagrada Escritura y la homilía son medios La respuesta que recibió fue la siguiente: "yo lo miro y él
que nos aproximan a Dios. Pasamos luego a la oración me mira". Como vemos, en este hombre los medios se ha-
de los fieles, que a menudo expresan, además de inten- bían simplificado hasta reducirse al mirar. Imaginemos que
ciones universales, intereses personales y particulares. un acompañante espiritual le dijese: "No, buen hombre, no
Es lo indicado en esta etapa. En las oraciones de ofrenda debes estar tan inactivo. Debes tomar la Sagrada Escritura
renovamos nuestra entrega a Dios. En la transustanciación y trabajar con un texto; luego podrás volver a contemplar a
48 49
Francisco Jalics, SJ

e ns· to por un rato" · ,,·No significaría


. esto
. interponer entre
,~
Dios y los hombres determinados medios que. no harian
msqá ue estorbar? Si en esta. persona. los med10s 1
se han
b,
. <lucido hasta limitarse al mirar a Dios, se o pe1tur ana
~~n medios que ya no necesita. Ya interiorizó el mensaje:
la Sagrada Escritura está en su corazón.
Las imágenes, pensamientos y sentimie?tos no pa-
san de ser medios para encausar el encuentro. Unicamente
la percepción hace posible la inmediatez. De ahí que sea
necesario progresar de los pensamientos y las imágenes a 9. Mirar hacia adentro
la percepción y al mirar.
Es posible adorar a Dios con palabras. Hay adoración en
las obras cuando alguien honra a Dios con una acción. ¿Cómo podemos predisponernos para recibir la gracia
Pero hay, asimismo, una adoración con el ser, cuando sim- de la contemplación? Todo lo que hicimos hasta ahora
plemente estamos aquí para Dios. Por su inmediatez, es en nuestra vida, ya fuera para Dios, para otras personas
ésta la más profunda. Si se sigue avanzando por el camino o para nosotros mismos nos predispone, aunque sea in-
de la inmediatez, puede uno acercarse a la experiencia de directamente, para recibir esta gracia. La imitación de
ser uno con Cristo. San Ignacio debió tener gran preocu- Cristo en la pobreza, el servicio a los demás seres y toda
pación por las personas que formaba co1no maestros de nuestra vida de oración nos han llevado en dirección a la
ejercicios para que guiasen a los ejercitantes. Aunque era contemplación y la Vida eterna, aunque siempre en forma
un hombre lacónico, en el libro de Ejercicios advierte dos mediata. Hay, empero, una preparación directa e inmedia-
veces contra un error posible. San Ignacio sabía que nos ta para lograrla.
ha sido prometido que seremos uno con Dios. Debió haber Dos promesas nos aseguran la Vida eterna: Seremos
observado que algunos maestros de ejercicios principian- uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti somos uno, a fin de
tes estorbaban considerablemente a los ejercitantes en su que sean uno en nosotros (Jn 17, 20-26) y cuando él se ma-
camino hacia esta unión, hacia este ser-uno con Dios. Con nifieste, vamos a ser semejantes a él, porque lo veremos tal
prédicas, textos y consejos se interponían sin quererlo entre cual es (1 Jn 3, 2). La pregunta es, pues, ¿cómo podemos
Dios y los ejercitantes. San Ignacio los exhorta a respetar preparamos para ser uno con Dios y para la visión de Dios?
la inmediatez entre el ejercitante y Dios (EE 15, 6 y 2, 2-4). ¿Cuáles deberán ser los pasos que nos predispongan y ha-
gan receptivos para esto?
Estimada lectora, estimado lector:
J. ¿En qué encuentro humano de su vida llegó usted, Empecemos por centrar la atención en somos uno.
Esto no puede entenderse como una promesa para el futu-
yafúese paso a paso o de una sola vez, a la mayor
ro. Si lo fuera, significaría que en algún momento llega-
inmediatez vivida?
ríamos a Dios y esto haría que se modificara la esencia de
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51
Francisco Ja/ics, SJ Ñ/irar haci" "den tro

Dios. Pero Dios no puede modificarse. No se halla en el Pero la parábola de la vid no es la única en la Biblia
tiempo. Si hemos de ser uno con Dios, ya lo somos ahora. que nos invita a ir a las fuentes. San Pablo repite con
Lo único que sucederá es que tomaremos conciencia de frecuencia que somos los miembros de Cristo. Si soy la
este ser-uno. El cambio se produce meramente en nues- mano de Cristo, soy tan uno con Cristo como los sarmien-
tra conciencia. Podemos preguntamos si ya ahora sabemos tos con la vid. San Pablo describe nuestro ser-uno con
algo acerca de nuestro ser-uno con Dios. La Revelación Cristo de manera penetrante: dice que él vive pero que
nos ayuda en la búsqueda de respuestas. no vive él, sino que Cristo vive en él (Gál 2, 20: "ya no
Imaginemos que estamos de pie delante de un im- soy yo el que vive, es Cristo que vive en mí"). También en
ponente árbol de grandes ramas. Supongamos que yo le este caso le basta a san Pablo con mirar en su interior para
pregunto a una robusta rama: "¿Eres rama o eres árbol?". ver a Cristo. A continuación, san Pablo dice que somos
La rama tendría que contestar: "Soy rama y soy árbol; soy los templos del Espíritu Santo. Es suficiente que miremos
una sola cosa". Si luego pregunto: "¿Cómo te das cuenta dentro de nosotros para encontrar allí el tabernáculo del
de que eres árbol?", seguramente me contestaría que se da Espíritu. El Evangelio explica lo mismo de una manera
cuenta de esto debido a la fuerza que recorre su interior, sencilla: "El Reino de Dios ya está entre ustedes" (Le 17,
pues es la fuerza del árbol y a la vez, la suya propia. En 21 12 ). Cuando Jesús dice: "Yo soy la resurrección y la vida"
consecuencia, también lo experimenta por medio de los (Jn 11, 25); "yo soy el camino, la verdad y la vida" (Jn 14,
frutos , dado que los frutos que crecen en ella son frutos 6) será suficiente que miremos dentro de nosotros para ver
del árbol aún más que suyos, Yo podría decirle: "Mira la vida en su inmediatez. Para disponer el ánimo para la
la fuerza que fluye por tu interior y persíguela hasta su gracia de la contemplación es preciso que miremos pro-
origen; hasta el punto en donde esta fuerza ya no es rama, fundamente dentro de nosotros, hasta que en nuestro centro
sino sólo árbol. Entonces tendrás la vivencia de que eres, podamos ver a qué punto somos uno con Dios.
en todo, una cosa con el árbol". Nos hemos preguntado cómo podemos disponemos
Jesús hace esta comparación en el Evangelio. Afir- para ser uno con Dios. Hasta ahora la respuesta ha sido
ma: "Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Al que debemos volvernos hacia adentro con gran intensi-
saimiento que no da fruto en mí, él lo arranca, y al que da dad, para percibir la fuerza vital en nuestro interior y per-
fruto lo poda para que dé más fruto" (Jn 15, 1). Sin él, no seguirla hasta sus orígenes. En nuestro centro de quietud,
nos sería posible tener frutos. Cuando tomamos conciencia en el fondo de nuestra alma, se oculta el secreto de ser
de que nosotros no hacemos nada, sino que él lo hace todo una cosa con Dios.
a través de nosotros, tenemos la vivencia de ser uno con ¿Cómo podemos preparamos para la visión de Dios?
Dios, al menos en la actividad compaiiida. Es suficiente Estimada lectora, estimado lector: seguramente habrán ob-
que contemplemos la fuerza que dan los frutos en nosotros servado algo interesante. Desde que comenzarnos a hablar
y la persigamos hasta su origen. Así haremos la experien-
"En la Einheitsiiberset::ung alemana (traducc ión unificada) dice "en medio de ustedes". Es
cia de ser una cosa con Dios. una traducc ión posi ble. Una traducción litera l del texto griego sería "en ustedes".

52 53
Francisco Jalics, SJ Mirar hacia adentro

de un primer viraje hacia adentro, el verbo con el que nos sin ella antes de que él la descubra, la gracia lo arrastra-
referimos a nuestra actividad interior siempre es "ver". A rá en la oración hacia adentro con fuerza irresistible. No
lo más, podremos recurrir a palabras como "percibir", "es- importa cómo lleguemos a la oración contemplativa: va
tar atentos", "estar allí". Esto se debe a que a estas pro- acompañada de un ansia creciente de encontrar a Dios en
fundidades no hay pensamientos, no hay imágenes, no hay nuestro interior. Sea usted ermitaño o gerente, de repente
reflexiones ni obras. Todo pasa por la visión y el ser. Con encontrará tiempo para orar, para recogerse en su interior.
esto llegamos a la segunda promesa de la Vida eterna: con- Si persiste en la visión, brotará de su centro una fuerza que
templaremos a Dios. Para predisponemos a ello, será preci- dará un maravilloso florecimiento a sus actos y sus obras.
so que aprendamos un modo de orar que consista cada vez Es la fuerza de la vid, que fluye a través de toda su vida y
más en ver. Esto significa que es necesario cambiar nuestra brinda frutos centuplicados a sus obras.
oración para centrarla en ver a Dios. En la profundidad, La preparación para acceder a la gracia de la contem-
donde buscamos el contacto inmediato con Dios, no hay plación consiste en un viraje doble: de afuera hacia adentro
otra cosa más que el ver y el ser. Todo lo demás no será y del pensamiento y del obrar al ver a Dios.
sino una remota preparación para ello. Disponer el ánimo Acaso sea útil hacer notar que podemos correr el pe-
para la gracia de la contemplación significa despedirse del ligro de confundir la contemplación con sentimientos y
pensamiento y de la acción y permanecer en mirar hacia estados de consolación religiosos. La contemplación tie-
nuestro centro. ne poco que ver con sentimientos y devociones. Se des-
Esto requiere una disciplina consecuente, puesto que envuelve en el campo de la p ercepción espiritual y en el
el pensamiento y la acción nos vinculan siempre con el mun- ámbito del ser Es cierto que la experiencia contemplativa
do exterior. Iniciamos esta conversión viendo y escuchando suele traer consigo sentimientos, pero también puede darse
lo que tenemos delante de nosotros: una flor, el cielo azul o sin ellos. Todos los fieles de buena voluntad abrigan senti-
la vastedad del espacio abierto. Se trata de percibir. Ver, es- mientos religiosos y consolaciones . La consolación viene
cuchar, tocar, gustar y oler son percepciones de los sentidos. de Dios. Al hacemos sentir consolaciones y desolaciones,
La percepción en sí es espiritual, pues aprehendemos con el Dios pretende orientamos en nuestra toma de decisiones.
espíritu, pero lo que aprehendemos nos llega a través de los Pero éstas pertenecen al ámbito de la/e y la vida de los sen-
sentidos. Por ello decimos que se trata de percepciones de timientos, no al ver a Dios (EE 316, 4). Por consiguiente,
los sentidos. Con éstas comenzamos, para ir enfocando la no son aún gracias de contemplación. La gran diferencia
atención cada vez más en nuestro interior: en la vida den- reside entre el sentir y el ver. La persona contemplativa
tro de nosotros, en nuestra conciencia, en el presente, en el desea ver a Dios, con o sin sentimientos. Por tal causa, las
ahora; en nuestro ser. Es necesario aprender a permanecer, a imágenes, los pensamientos y la consolación no le son de
demorarse en este mirar. ayuda. Más bien prefiere recogerse en su centro interior
Ya sea que el individuo mismo se esfuerce por prepa- en ausencia de sentimientos, con la mirada puesta en Dios,
rarse para la gracia de la contemplación o Dios lo sorprenda antes que sentir consolación o devoción.
54 55
Francisco Jalics, SJ

Estimada lectora, estimado lector:

l. ¿Recuerda algunos momentos en su vida en que


pudo permanecer sumido en un asombro intenso?
En tales momentos usted no tenía pensamientos
ni realizaba acciones y estaba completamente
centrado en usted mismo. Trate de despertar en
su interior una idea de cómo este asombro
podría abrirle un camino nuevo hacia Dios. 1O. El silencio

Cuando dos personas se hallan juntas en silencio puede unir-


las una quietud, un recogimiento bienhechor en el que fluye
el amor. Pero también puede ser que se trate de una quietud
embarazosa, llena de tensiones y bloqueos que anticipa la
tonnenta o un silencio sin perspectivas de comunicación.
Por lo general, cuando dos personas se mantienen juntas es
porque tienen algo que decirse. Pero si han podido decirse
todo, de modo que el mensaje de una fue recibido realmen-
te por la otra, entonces fluye el amor y reina un silencio,
una quietud placenteros. Por el contrario, si no han podido
expresar su mensaje, la comunicación entre ellas queda blo-
queada y se estancan las aguas, ascendiendo su nivel hasta
formar un gran lago. El silencio se vuelve intolerable.
No importa la causa por la cual no pueden expre-
sar todo lo que tendrían que decirse. Tal vez porque una
de ellas está tan bloqueada que ni ella misma sabe lo que
tiene que decir o porque sabe que la otra no puede recibir
ni aceptar su mensaje. No podrán tolerar este silencio por
mucho tiempo. Es la quietud de los sepulcros y sus men-
sajes permanecerán sepultados.
Lo mismo sucede con el silencio, el recogimiento
ante Dios. Mientras el ser humano no exprese su mensaje
56
57
Fran cisco Ja/ics, SJ El silencio

ante Dios, reina un silencio tenso. Una vez que ha ex- estas situaciones: Vengan a mí, todos los que están fatiga-
presado toda su miseria ante Dios, el silencio se vuelve dos y agobiados por la carga, y yo les daré alivio (Mt 11,
benéfico si no es así, hay una perturbación en la comu- 28). En la dinámica del silencio está la clave para tratar con
nicación: se debe a que la persona misma no conoce el los sentimientos en la oración contemplativa.
mensaje que desea comunicar a Dios. Es posible que se Pero el recogimiento obra otro milagro aún mayor:
encuentre enterrado tan profundamente en su interior que lleva la atención a lo más profundo, donde nos es posible
no pueda tomar conciencia de él. También puede suceder contemplar a Dios y vemos a nosotros mismos. Nos per-
que la persona no confíe en que Dios acogerá su mensaje mite experimentar la máxima oposición en el ser-uno con
con benevolencia y misericordia. Entonces reina el silen- Dios y finalmente la disuelve: no soy nada y tú eres todo;
cio de los sepulcros, que no puede soportarse por mucho soy un pecador y tú eres mi Padre (Le 15, 22). También san
tiempo, y es preciso recurrir al ruido y la distracción. Ignacio desea conducimos hacia este milagro al final de
Hay un tercer tipo de silencio. Se trata de un recogi- los ejercicios (EE 258, 5).
miento doloroso y sanador. Hay un silencio en el cual el
recogimiento es médico y terapeuta. Hay un silencio ante
Dios en el cual el recogimiento es el buscador de perlas: Estimada lectora, estimado lector:
se sumerge en las profundidades del ser humano y ascien-
de a la superficie con la herida que no había sido reco- 1. ¿Recuerda usted instantes de recog1m1ento
nocida y que lo oprimía. Su descubrimiento duele, pero sanador en su vida? ¿De qué manera significó
Dios puede hacerse cargo de la herida y sanarla, pues el una sanación para usted?
recogimiento verdadero es Dios mismo. Puede traer a la
conciencia las heridas ocultas y desconocidas y curarlas
por completo. No es necesario que la persona lo analice
o trabaje con ellas. Sólo debe dejar que emerjan a la con-
ciencia y padecerlas ante la mirada amante de Dios.
Esta mirada sanadora de Dios tiene una delicadeza
que más de un terapeuta envidiaría. Trae a la conciencia las
heridas en el orden en que se hallan en el interior del ser
humano. Nunca expone una llaga más profunda que otras
que deben sanar antes.
La persona no tiene que curar sus heridas por sí mis-
ma ni analizarlas. No tiene necesidad de desmenuzarlas.
Basta con que las contemple y padezca en presencia de
Dios. La mirada de Dios las disuelve. Jesucristo dice en
58 59
11. La bendición centuplicada

Volvamos la atención al relato del hombre rico. Pedro


quiere saber lo que sucede en el camino hacia el vacío:
"Señor, ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para
seguirte" (Me 10, 28-30). Jesús responde con dos pro-
mesas: para los tiempos posteriores a la muerte promete
la Vida eterna, que es acerca de lo cual preguntaba el
hombre rico; para la vida presente promete a los apósto-
les cien veces más de lo que han abandonado. ¿En qué
consiste esta bendición centuplicada?
Mientras la persona se esfuerce por pensar, proyec-
tar o hacer algo durante la oración, están en juego sus
propias fuerzas intelectuales y psíquicas. Si una y otra
vez se recluye en su cámara oscura y aprende allí a mirar
a la presencia de Jesús en total recogimiento, se ponen
en movimiento fuerzas que se encuentran a un nivel más
profundo. "El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad,
porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene,
dice san Pablo, pero el Espíritu mismo intercede por no-
sotros con gemidos que no pueden expresarse con pala-
bras" (Rom 8, 26). Esta es la verdadera diferencia entre el
estado de oración en el que actuamos nosotros y el estado
61
La bendición ce11t11plicada
Francisco Jalics, SJ

de oración contemplativa en el cual Dios obra en nuestro frecuente y fácil que se acierte con lo esencial. Las perso-
interior. ¿Cómo se manifiesta esto concretamente? nas conocedoras de la espiritualidad ignaciana pensarán
Perseverar en el presente sin hacer nada fuera de es- de inmediato en el primer tiempo de discernimiento. La
tar atentamente presente, orienta al hombre hacia Dios, gracia vuelve al ser humano más sencillo y transparente.
pone orden en la relación con uno mismo, con los demás y Tiene mayor claridad acerca de sí mismo y su camino.
con el mundo. Detengámonos en estos cuatro efectos de la Retroceden sus inseguridades y temores. Está mejor ins-
oración contemplativa. talado en su realidad y sabe mejor, desde el punto de vista
existencial, dónde se encuentra su verdadero hogar. Jesús
1. La bendición centuplicada se manifiesta, en primer lu- no exagera cuando llama a esto la gracia centuplicada.
gar, en la relación con Dios. La comunicación con él pasa La experiencia de la persona contemplativa consiste
del intercambio verbal y mental y el diálogo íntimo con en que no hace nada. Todo se hace como por sí mismo.
Dios al plano del encuentro sin palabras ni propósitos. De Se hace a través de ella, pero ella siente que no es más
esta manera, nuestros tesoros espirituales, como pensa- que un instrumento en las manos de Dios. Esto ya puede
mientos, sentimientos, imágenes y otras actividades espi- comenzar antes de la oración contemplativa, pero se in-
rituales, ya no se interponen entre la creatura y su Creador. crementa con ella. La experiencia de que uno no realiza
Así, se interioriza sustancialmente la relación entre el ser las actividades, sino que las realiza Dios da como resul-
humano y Dios. Se traslada del plano de los coloquios, de tado una increíble libertad. La persona se libera de toda
los diálogos de oración al plano del ser. Al encontrarse y preocupación acerca de sus progresos. Se independiza
pennanecer juntos en un nivel de mayor profundidad, se de los resultados de sus empeños. A partir de su centro
va gestando un amor mucho más entrañable hacia Dios. puede confiar en el accionar de Dios, pues lo vive perma-
Las personas que al cabo de muchos años de reflexiones nentemente. Un ejemplo de esto son los propósitos en los
y otras fonnas de oración encontraron su camino hacia la ejercicios. En el nivel de la oración activa uno se propone
oración contemplativa dan testimonio de ello. cosas y se esfuerza por cumplirlas. En la fase contempla-
2. Otro efecto de la oración contemplativa es que la persona tiva los propósitos pierden sentido. Si nos recogemos con
accede a una relación consigo misma mucho más profunda. frecuencia, todo lo demás parece que se hace por sí solo.
Puede permanecer consigo misma mucho más tiempo. Los seres humanos tenemos afecciones desorde-
Cuando trata de persistir, no ya con sus pensamientos sino nadas que perturban nuestra vida (EE 1, 4). Son insa-
plenamente consigo misma, su comprensión de las cosas tisfacciones, inseguridades, miedos, depresiones, triste-
ya no procede de un plano racional o psíquico, sino de la zas, sentimientos de inferioridad y muchas otras, que
profundidad de su ser, que es el Dios inmanente. Esto se casi siempre tienen que ver con nuestro pasado. Es muy
vivencia muy pronto cuando se practica la oración con- frecuente que sean inconscientes. Cuando perturban se-
templativa. Las buenas ideas surgen de estratos más pro- riamente la vida normal cotidiana es preciso recurrir a
fundos y los pensamientos se vuelven más lúcidos. Es más un terapeuta. Casi todas las personas sufren cierto lastre
62 63
Fran cisco Jalics, SJ La be11dició11 ce11tuplicada

que les imponen sus inclinaciones negativas. En la fase que la persona no puede profundizar en el contacto con el
activa de la oración, en la que pensamos y nos propone- prójimo más de lo que logra profundizar en su propio inte-
mos cosas mientras oramos, pretendemos cambiar nuestros rior y petmanecer en él. En nuestra relación con los demás
hábitos. Esto no sirve más que hasta cierto punto, pues- podemos descubrir que nos comunicamos en el nivel en que
to que las inclinaciones están radicadas en un estrato más vivimos. Nadie puede acercarse a otra persona en estratos
profundo que los hábitos, que pueden modificarse con la más profundos de aquellos a los que él mismo ha accedido
ejercitación. Es sorprendente el efecto purificador que el en su interior. Si alguien sólo se mueve en el plano de la ac-
recogimiento absoluto en presencia de Dios tiene sobre ción, la organización y la verbalización, difícilmente puede
estas tendencias inconscientes. Las saca a la superficie y tomar contacto con otros o ayudarles en sus estratos más
lo hace en el orden natural, que corresponde. No conozco profundos. En la contemplación crece un profundo respeto
mejor terapeuta que el silencio. Lo vimos en el capítulo por las relaciones con el prójimo. Por un lado, se reconocen
que trata este tema. Como dijimos: la persona no tiene que con mayor claridad las afecciones desordenadas y todo lo
hacer nada; mira sus inclinaciones y se retira a su centro, oscuro del otro. Por otro, crece, a pesar de esto, el respeto
y éstas poco a poco se disuelven. El silencio trabaja en las por su dignidad. ¿Acaso el hecho de permanecer en recogi-
profundidades. Encuentro esto cien veces más fácil que miento con la mirada puesta en Jesús no es una preparación
cambiarse a sí mismo activamente. cien veces mejor para el trato con los demás?
El que al orar se expone en el vacío total a la mirada El resultado se desplaza de la acción a la irradiación.
de Dios, con el tiempo también experimentará paz y equi- Sin duda, el efecto de la irradiación no es privilegio exclusi-
librio en la vida cotidiana, con sólo permanecer en actitud vo del camino de la contemplación, pero se vuelve particu-
de recogimiento. Paulatinamente, la· bienaventuranza que larmente perceptible en este ámbito. A mi juicio, se concede
crece en el interior del ser humano irá persistiendo aun des- a la actividad un lugar demasiado destacado en la pastoral.
pués de las oraciones, al igual que una música que resuena Por cierto, también Jesús fue activo. Pero se acudía
sin cesar como acompañamiento de fondo. La vida se vuel- a él a causa de la irradiación que ejercía; porque paiiía de
él una gran fuerza. Curaba por medio de su presencia. Para
ve sencilla y finalmente no queda más que el amor. Sur-
Jesús, sanación y anuncio del Evangelio iban juntos. Cuan-
ge, de a poco, una fuerza apacible que no conocíamos, y
do Jesús dice que debemos anunciar el Evangelio, también
en medio de las tormentas que sacuden el mundo exterior,
dice que debemos sanar (Le 10, 9). Jesús no nos exhorta a
bastará con retomar al recogimiento para que empiece a
hacer milagros, sino que desea que estemos tan enraizados
actuar el centro más profundo del ser humano: la presencia
en él que la gente que esté en contacto con nosotros se sane.
de Dios. Esto no puede lograrlo uno mismo. Es, por entero,
En la contemplación, la eficacia de la acción se desplaza a
acción de Dios: el cumplimiento de la promesa de Jesús de
la irradiación. Pensemos en cómo los santos sanaban con
que bendecirá el vacío con un don centuplicado.
su mera presencia. ¿No sería aconsejable que en la pastoral
3. El efecto de la contemplación también se manifiesta en y en nuestras actividades sociales desplacemos el centro de
el trato con el prójimo. Esto es así, en primer lugar, dado gravedad de nuestra eficacia de la acción a la irradiación?
64 65
Francisco Jalics, SJ

4. Quedarse con la mirada puesta en la presencia de


Dios puede considerarse un bien centuplicado, si observa-
mos su relación con el mundo. En la oración activa se trata
de lograr cierta independencia con respecto al mundo. San
Ignacio la denomina indiferencia (EE 23, 5): no anhelar ya
la salud en lugar de la enfermedad ni una vida prolongada
en lugar de una vida breve. Es lícito desear tal condición Y
también esforzarse por lograrla. Pero el afán por gozar de
salud y de una larga vida es un instinto esencial de la per-
sona, que no puede eliminar con la fuerza de su voluntad. 12. Una mirada fugaz a la mística
La independencia de nuestros deseos sólo nos es concedida
gracias a la permanencia atenta en el núcleo profundo de En el curso de su vida, el ser humano recorre varias etapas
nuestra alma. Tal gracia es una bendición centuplicada. En en su relación con Dios. Éstas se reflejan de la manera
la fase contemplativa de la oración, el ser humano no se ve más clara en los cambios que se muestran en su manera de
afectado por los vaivenes del destino: alegrías y tristezas, orar. Las diversas etapas de la oración se desarrollan con
éxitos y fracasos. Al principio, esto sólo sucede durante la lentitud. No es posible pasar etapas de un día para el otro,
oración. Si nos retiramos regularmente a nuestra cámara, así como no se es adulto de un minuto al otro después de la
van perdiendo fuerza los problemas aparentemente inso- pubertad. Mucho antes de que comience un nuevo modo de
lubles que se nos presentan en el mundo exterior. Al avan- orar, surgen elementos que le pertenecen y no es raro que
zar en el estado de contemplación, este don de no vemos una oración muestre las propiedades de dos o tres etapas.
afectados por las tormentas que sacuden nuestra vida se
En los manuales, el camino completo de la oración se
extiende hasta abarcar la vida cotidiana.
divide en dos periodos. Oración activa es el término que
utilizan los autores para designar todas las oraciones en las
Estimada lectora, estimado lector: que el devoto es activo. Con ésta se inicia el camino de la
oración y consta de cuatro etapas, en mi libro Lernen wir
1. ¿Conoció usted a alguna persona que le diera la Beten (Aprendiendo a orar 13) describo esta evolución, que
impresión de que su irradiación y eficacia prove- ya se ha vuelto clásica. En el presente capítulo me referiré
nían de un sol interior? brevemente a él. La oración pasiva, por su parte, consiste
2. ¿Qué sensación produjo esta persona en usted? en los estados de oración en los que el activo es Dios. El
ser humano se limita a estar abierto y recibir pasivamente
3. ¿Qué efecto tuvo sobre usted? la gracia de la oración.

" Wurzburgo [2] 2000, Topos plus, libro de bolsillo, vol. 564.

66 67
Fran cisco Ja/ics. SJ Una miradaji1gaz a la mística

Esta oración también consta de cuatro etapas, a las toma de decisiones. En este estado el intelecto domina
'
la oración. Se denomina oración mental. El que conoce
que nos referiremos a continuación.
Hay que tener en claro que cada modo de orar trae los Ejercicios Espirituales de san Ignacio reconocerá en
consigo una purificación que corre paralela a él: la ora- esta oración las consideraciones de la primera semana. La
ción activa, una purificación activa, en la que la perso- purificación de esta fase de la oración viene a través de la
na se esfuerza por lograr cambios; la oración pasiva, una comprensión que nos proporciona la razón.
purificación pasiva, en la cual Dios mismo la depura de A lo racional se agrega lo emocional: en la pubertad
sus imperfecciones remanentes. y en el periodo que le sigue se desarrolla la vida afectiva.
El ser humano se dirige a Dios con sus afecciones cam-
La oración activa biantes: sus pasiones, estados de ánimo, rebeldías, o con
Apenas el niño comienza a comunicarse con sus padres devoción y gratitud. En su oración está inmersa toda la
verbalmente, se le presenta la posibilidad de dirigirse a vida afectiva. La vida de Jesús es el mejor suelo nutricio
Dios con palabras. Llamamos a esto oración verbal, ya para esta oración. Recurrimos a la palabra latina tradicio-
que las palabras están en primer plano. El niño aprende nal para denominarla oración afectiva. Quien reza de esta
el Padrenuestro, el Avemaría y otras oraciones y las repite manera toma el evangelio, escoge un texto, lo lee y deja
palabra por palabra. Estas oraciones, a menudo memoriza- que actúe sobre él. Después viene la parte personal. La
das, despiertan sentimientos con respecto a Dios que hacen persona que reza confronta el pasaje de la vida de Jesús
posible que el niño se dirija a él y viva sus primeros con- con su propia vida. ¿Qué mensaje me transmite Jesús en
tactos conscientes con Dios. No sólo los niños encuentran este texto? ¿Con quién puedo identificarme en este pasaje
acceso a Dios por medio de la oración verbal. Todas las de la Biblia? De esta manera, se tiende un puente entre el
personas religiosas dirigen palabras a Dios. Cuando habla- episodio de la vida de Jesucristo y la propia vida. La per-
mos de oración verbal sólo nos referimos a que el centro sona que ora va entendiendo cuáles son los aspectos de su
de gravedad de la oración todavía reside en las palabras, no vida y comportamiento que no responden al Evangelio y
aún en un nivel mental o emocional. toma la determinación de modificarlos. Para terminar, se
Después de algunos años, se despierta poco a poco dirige personalmente a Jesús o a Dios Padre, y comenta
el intelecto. El niño o adolescente se plantea preguntas con él su descubrimiento y sus propósitos. Esta oración
acerca de su entorno, de los problemas de la vida y de permite que se establezca una relación muy íntima con
sus relaciones. Finalmente, se presenta la gran pregun- Jesucristo y Dios Padre. Como etapa de la oración, puede
ta acerca del sentido de la vida y el intelecto demues- extenderse mucho más allá de la pubertad y llevar a una
tra su eficacia. Cuando la persona se dirige a Dios en vida espiritual intensa. En esta oración, la purificación
este estadio de la oración, su centro de gravedad se en- no queda detenida en un nivel racional, sino que penetra
cuentra en el intelecto: plantea interrogantes, reflexio- e impregna la psique. Se abordan activamente los lastres
na, discierne. El fin de estas actividades mentales es la inconscientes y los no resueltos. Desde afuera, es posible
68 69
Una mirada fuga:: a la mística
Fra11cisc0Ja/ics¿}__- - - - - - - - - - - - - - - - -

ersona lleva una profunda vida religiosa la materia de su oración, se reoriente, posándose directa-
detectar que la P . . mente sobre el rostro de Dios, sobre Jesucristo, su nombre
. plo eJ· erce mfluJo sobre su entorno.
y que su ejem ·
.da que adquiere mayor sosiego y senc1 ez
·11 o la persona del Padre. El anhelo por lograr una visión con-
d
. . A me i'd de oracwn .,
s1mp l"f'
. , .
se ira i icando. A 1as pa- t~mplativa ya está presente, pero es posible que falte la gra-
mtenor su v1 a . . . . cia de la contemplación misma, la contemplación infusa.
' · ntos y sentimientos rehg10sos, se va agre-
labras pensamie d Esto ya puede llamarse, para mí, oración contemplativa.
' asombro. Entonces es frecuente que acu a
gando un ca1mo algún salmo que toca sus f i·b ras mt1mas ' · y Por lo tanto, la oración contemplativa comienza como una
a las palabras de . . fi transición entre las cuatro etapas de oración, de la oración
. d'as
1 0 semanas repita la misma rase en su
durante vanos. nnente ·
va creciendo una entrega 11 ena d e activa y el estado contemplativo, cuyas etapas veremos a
oración Inteno '
· . D. Esto suele suceder una vez que os gran-
1 continuación. La une a la oración activa el hecho de que
amor hacia 10s. · d es obra de la persona. A la oración pasiva la une el hecho
des torbellinos de la vida ceden el lug~r a una actltu. se-
Las palabras, pensamientos y emoc10nes de que la persona limita su actividad a mirar a Dios, sin
rena y sosega da. 1 importar que le haya sido concedida o no la experiencia de
. cia aunque no desaparecen por competo.
pierden vehemen . b contemplarlo. El tercer modo de oración de san Ignacio es
., ·'ficación se va apaciguando y co ra mayor
Tamb1en la pull . ·, · la oración contemplativa (EE 258).
. . ¡ ·mple unión con D10s. Es la oracwn sencz-
unportanc1a a si ., e · Cuando Dios mismo comienza a llevar a alguien por
·mplificada de la orac10n a1ectiva.
!la una form a si
. cicios san Ignacio nos conduce a la ora-
· el camino de la oración por medio de su gracia, la lite-
En los E.Je" ' . · · ratura habla de mística. En el sendero místico también
., . sencilla por med10 de las med1tac10nes
c1on afectiva Y contamos cuatro etapas. No es tarea nuestra estudiarlas
acerca de la vida de Jesús. en detalle y excedería el marco de este libro. No obstante,
. , pasiva o la mística las enumeraré de manera simplificada, para dar una idea
L a orac10 0 ., y completar nuestro panorama. Fueron descritas por san-
., i'lla es el último modo de orac10n que el
La orac10n sene · ta Teresa de Á vila 14 , que por esta doctrina fue elevada a
d e practicar con ayuda de la gracia. Lo que
ser humano pue e doctora de la Iglesia.
. · ya no es obra suya. Se trans1orma en un re-
viene despues ·, b , La primera etapa es la oración de recogimiento. Dios
· Dios atrae la atenc10n de la persona so re s1
ceptor pasivo. . D" . atrae hacia sí a tal punto la voluntad de la persona que ya
, . ansia creciente de ver a 10s. ya no su crea-
y esta siente un 1 d no sufre distracciones durante la oración. Está tan fascina-
., . Dios mismo. Siente un anhe o ca a vez mayor
c10n smo a · · · ' 1 d d do por la presencia de Dios que permanece largo tiempo,
de v~r el rostro de Dios. Pero al pn~cipi? aun no e es a o
, ede pues hacer el md1v1duo? No 1ogra ver sin interrupciones, en actitud de asombro y maravilla. No
verlo. ¿Que pu ' ' . · p d' ·· "reza'', sino que percibe la presencia de Dios. A más tardar
. d' do a sus propios medios. ara OJicamente,
a D10s acu 1en ., en este estadio, la meditación con base a textos se vuelve
, da por hacer: en su orac1on puede hacer que
algo aun 1e que . · ,
su mirada, posada sobre textos, pen~am1ento~, ~a.gene~ y 14
SANTA TERESA DE ÁVILA, Las moradas, Ed. de Grandes autores, Buenos Aires, pp. 58-190,
(N. del T.) .
sentimientos, expectativas y pretens10nes, va e ecir, so re
71
70
- - - - - - - - - - - - - - Una 111irada.fi1ga:: a la mística
Francisco Ja/ics, Si

1s Ya no se siente la dedicación a los tex- presencia sanadora, y ejercen un profundo influjo sobre el
. pro ducen te ·
contJa oración. Al orar, la atención se centra de ma- prójimo. Muchos santos fueron llevados a esta etapa de ora-
tos com.o ud~ªecta y exclusiva en Dios. Sólo ahora puede ción hacia el fin de sus días y aun antes.
nera mas ir ntemplac10n · ' propiamente · dºic h a. A'un h ay La tercera etapa es la unión extática. Dios también
11 ª blarse d e c O · ·
. t s en los márgenes de la conciencia, pero ya toma posesión de los sentidos y durante este tiempo de ora-
nsam1en o .
pe amos de ellos, smo que permanecemos con ción, la persona no tiene contacto con el mundo exterior. En
no nos ocup , . 1 ºf' ., muchas o escasas ocasiones se halla en éxtasis. Los santos
· • fl·J· a en Dios. Aqm comienza a pun icac10n
1 atenc10n
ª . d los sentidos. San Juan de la Cruz la llama la relatan que tienen frecuentes visiones de la humanidad de
Pasiva e he de los sent1ºd os " . Dº10s punºfºica pro1un .e: d as Jesucristo. Aquí el ser humano transita la noche del espíritu:
"oscura noc .
·d des que han quedado como residuos pese una purificación muy dolorosa y radical. Apenas puede to-
tenebros1 a , dº,
·no espiritual que prece 10. Se trata de una lerar la luz divina que lo traspasa y, en aparente paradoja, se
1largo cam l , .
ª . . · , en el ámbito ps1qmco, pero la forma en que siente abandonado totalmente por Dios, hasta que la gracia
unflcac1on .
P d s pasiva. Esto fue descnto brevemente en el lo prepara para la inimaginable luz divina. Llega al compro-
e pro uce e
s , bre el recogimiento. En esta etapa de la ora- miso místico: por un instante, Dios le regala el estado propio
cap1tu1o so . dº . , d de la Vida eterna. Esto supera la capacidad de comprensión
. , el ser humano tiene una irra rnc1on sorpren ente-
cwn b a No son muchas las personas que alcanzan humana normal. Del mismo modo puede producirse el des-
mente uen . . .
. , n de recog1m1ento. posorio místico, que se produce cuando la unión con Dios
la oracw unda etapa es 1a de 1a unzan · ' sencz·zza. D tos . se toma continua e indisoluble. Se sobreentiende que este
La seg . .
. 'n posesión de la conciencia a ta1 punto que 1a estado es aún mucho menos frecuente que la unión sencilla.
t0 ma tambie
no tiene pensamientos. En el curso de esta gra- La cuarta etapa es la unión transformadora. Dios
p.ersona ya ción su atenc10n ., d. . .
se mge sm pensamientos a
.
toma posesión del ser humano en su totalidad. Está com-
cia de 1a ora ' . . .
· de Jesucristo o de D10s Padre. La expenencrn pletamente lleno de Dios: tan sólo el último paso lo separa
la presencia . ,
el.a de Dios es tan mtensa que, aun despues de de la Vida eterna. Vista desde afuera, es una persona to-
de la presen .
·d mucho tiempo, el ser humano no tiene dudas talmente normal, sin éxtasis ni fenómenos extraordinarios.
transcurn o ,
.h a Dios a quien contemplo. Las grandes con- Se mueve con entera libertad en el mundo y es, por lo ge-
de que iue . .
. las extraordinarias vocaciones, como las de neral, muy activa, pero en su interior vive constantemente
vers10nes Yel apóstol Mateo 16 o 1a vis10n · · ' de san I gnacio · en la unión, en ser una cosa con Dios. Lo extraordinario de
san Pa o,bl
. , Cardoner 17 pertenecen a esta etapa. La noche esta persona es que no irradia más que amor y luz. Las per-
unto a 1no .
J tidos continúa. Las personas que reciben el don de sonas a las que Dios concede esta gracia ejercen extraor-
de los sen b . dº . , .
· no sólo tienen una uena irra iac10n, smo una dinaria influencia sobre muchos pueblos y generaciones.
esta gracia
Pensemos en los grandes santos: Pablo, Agustín, Benito,
~e Carmelo.
15 S N JUAN DE LA R '
A . f'
. .,
esto en el primer tiempo para hacer elecc1on: EE 175, 1-3.
Francisco de Asís, Ignacio, Teresa de Ávila, Teresa de
•• San Ignacio se re iere a
Lisieux. Son Cristo en la tierra.
"!bid., Autobiografía, n. 30.
73
72
Francisco Jalics, SJ

Es importante que no nos rompamos la cabeza en


entender estas etapas; que no queramos saber demasiado
ni nos enredemos en discusiones. Esto no contribuye a
su comprensión ni a nuestra relación con Dios. De cual-
quier modo, es imposible comprenderlas. Es suficiente que
sintamos gran respeto y veneración por los actos de Dios y
que consideremos nuestro futuro con profunda esperanza
y alegría. Con estos enunciados no quise mas que señalar
la dirección, mostrar las dimensiones que se abren cuando
Dios se hace cargo de guiamos. Habré alcanzado mi obje- 13. Un ejemplo
tivo si contribuyen a hacer prosperar el anhelo por contem-
plar el rostro de Dios en Jesucristo o hacer crecer nuestra Hemos observado el camino de la contemplación desde diver-
entrega y servicio a Dios. sos ángulos. Nos falta añadir un ejemplo que ilustre la manera
en que la oración contemplativa se presenta concretamente.
Estimada lectora, estimado lector: Para ello recurrimos a san Ignacio, quien denomina esta ora-
ción el tercer modo de orar. En sus Ejercicios Espirituales
l. ¿Puede imaginar que alguna vez Dios le con- se encuentra como última práctica de oración (EE 258-260 18).
ceda gracias que superen totalmente el marco Así como hace con los otros modos de oración, san
Ignacio asigna a éste un marco en particular: un coloquio
del empeño humano?
preparatorio y otro final con Dios.
2. ¿Tuvo alguna vez un atisbo de una gracia de
Luego, describe la posición del cuerpo y recomienda
este tipo?
una postura de profundo recogimiento: sentados o arrodilla-
dos. Conviene que el ejercitante mantenga los ojos cerrados
o que fije la mirada en un punto en particular (EE 252, 1).
En esta oración cobra importancia la respiración:
cada palabra debe decirse entre un hálito y otro. San Igna-
cio pone énfasis en que no se pronuncie más de una palabra
entre dos respiraciones. Casi siempre es esencial estar muy
atentos a la respiración en las oraciones contemplativas.
18
Para más detalles sobre este modo de oración, léase mi artículo Die kontemplative Pha-
se der ignatianischen Exerzitien (La fase contemplativa de los ejercicios ignacianos),
publicado en Andreas Schiinfeld (ed.), Spiritualitiit im Wandel (Las transformaciones
en la espiritualidad), Wurzburgo, 2002, pp. 334-363. En preparación para publicarse
en Buena Prensa.

74 75
Fran cisco Jalics, SJ U11 ejemplo

En todas las reflexiones y meditaciones anteriores, Si en el curso de los ejercicios lo roza aunque sea un soplo
san Ignacio ha impuesto al ejercitante ciertas tareas, ya sea de la gracia contemplativa y despierta en él el anhelo de
encontrar significados, comparaciones, "gustos" o consola- mirar el rostro de Dios, nunca más olvidará este modo de
ciones. Ahora, en cambio, limita la oración al mirar. ¿Qué oración.
hemos de mirar? Primero, podemos mirar la palabra que San Ignacio no escribió largos textos sobre contem-
estamos pronunciando. Pensemos en la oración a Jesús. En plación, pues no era su estilo. En sus libro Ejercicios Es-
este caso, miraríamos el nombre de Jesús. Pero la atención pirituales expone breve y claramente su determinación y
no debe centrarse únicamente en el significado de la pa- su manera peculiar de llevar a otros a la oración contem-
labra. Es preciso mirar a la persona misma, cuyo nombre plativa. Podría uno preguntarse por qué san Ignacio no se
se pronuncia. Se trata de una relación con Dios. El hecho explayó más acerca del camino contemplativo. Sin duda,
de poner en la mira la relación lo expresa san Ignacio de la respuesta es muy sencilla: porque es difícil expresar lo
la siguiente manera: puede mirarse también "en la bajeza que sólo ocurre en la visión carente de pensamientos. San
de sí mismo, o en la diferencia de tanta alteza a tanta baje- Ignacio siempre se caracterizó por ser escueto, pero era un
za propia" (EE 258, 5). En síntesis, puede decirse que esta gran místico y conocía los caminos de las almas. Sabía o
oración consiste exclusivamente en mirar, en mirar a Dios y presentía que vendría el día en que muchas personas bus-
la relación con él. Esta oración ocupa un lugar destacado en carían encaminarse por la vía de la contemplación. Por eso
los Ejercicios Espirituales. En primer lugar, porque forma escribía en los Ejercicios, de manera sucinta pero clarísi-
parte esencial del núcleo de los ejercicios, ya que si no nos ma, exactamente lo necesario para no exigir demasiado a
hemos ejercitado en esta oración, los ejercicios no estarán las personas de su época y, a la vez, dar suficientes indi-
completos. San Ignacio es muy claro en esto 19 • En segundo caciones para una orientación precisa en tiempos posterio-
lugar, porque indica una oración básicamente nueva, que res. Hoy en día, el camino contemplativo se ha vuelto una
diverge de todos los modos de oración anteriores y se centra necesidad urgente. ¿No es maravilloso que podamos darle
por completo en el ver. En tercer lugar, porque es el último una respuesta adecuada haciendo uso de los tesoros que
modo de orar y el último ejercicio con el cual san Ignacio contiene el acervo de nuestras antiguas tradiciones?
despide al ejercitante y lo regresa a la vida. Con él, el ejer-
citante llega al punto al que san Ignacio pretendía llevarlo. Estimada lectora, estimado lector:
19 Ya muy al principio de sus Ejercicios Espirituales, en la cuarta anotación (EE 4), san 1. ¿Podría imaginarse que, con el tiempo, sus medita-
Ignacio explica la estructura y duración de las cuatro partes de los ejercicios. En la cuarta
parte incluye los tres modos de oración (EE 4, 3). Así afinna que el tercer modo de orar ciones pudieran simplificarse hasta lograr una mirada
pertenece a las partes fundamentales de los Ejercicios. Además, escribe que en las cua-
tro partes de los Ejercicios lo decisivo no es la materia de las meditaciones, sino lograr de recogimiento sobre nuestro Creador y Salvador?
el objetivo de cada una de las partes. Significa que, mientras no se ejercite y se viva la
visión de Dios en el tercer modo de orar como un modo propio de oración, los Ejercicios
no están concluidos. No es aconsejable darlos por terminados si la disposición espiritual
2. Si es así, ¿cuáles son los pasos siguientes que, en su
del ejercitante no lo permite (EE I 8). En tal caso, no estarán completos, aunque se hayan opinión, debería dar?
extendido a lo largo de 30 días.

76 77
14. Una florecilla

Fue en la época del Concilio Vaticano II cuando oí por pri-


mera vez la expresión signos de los tiempos. En aquel mo-
mento, la Iglesia se puso en movimiento y era hora de cam-
biar estructuras. Esto despertó temores en muchas personas.
Según su criterio, si la vida de la Iglesia era conducida por
Dios, ¿cómo se entiende que debieran apartarse del camino
que Dios les indicaba y buscar nuevos derroteros? Los re-
presentantes del aggiornamento, de la renovación, respon-
dieron que era precisamente Dios quien nos transmitía los
signos que nos señalaban que deseaba conducir la Iglesia
por nuevas sendas. En las décadas precedentes al Concilio
no supimos reconocer tales signos. La consigna se volvió,
pues: prestemos atención a los signos de los tiempos. Esta
expresión despertó esperanzas en muchos, haciéndoles sen-
tir que la Iglesia estaba viva.
También hoy hay una crisis en la Iglesia, como la
hubo en la época del Concilio. Me duele preguntarlo, pero
a los conventos y órdenes religiosas, ¿no les falta, algunas
veces, mayor energía y fuerza vital en sus miembros? Mu-
chos religiosos deben matarse trabajando, en detrimento
de la oración. Los párrocos deben abarcar cada vez más
parroquias. ¿No es comprensible que tanto ellos como los
79
Fra ncisco Jalics, SJ Una flo recilla

asistentes espirituales se vuelquen a actividades organiza- complejo se vuelve el mundo, tanto más urgente se vuel-
tivas en mayor medida que a la renovación espiritual de ve vivificar la simplicidad contemplativa. Cuanto más nos
los cristianos? Muchas parroquias se despueblan. Muchas asedia el mundo con las palabras vacías de la propaganda
-gracias a Dios no todas- no están a la altura de las necesi- y la competencia, tanto mayor será la necesidad de refu-
dades actuales. ¿No será que en ellas hay un exceso de ac- giamos en un recogimiento sin palabras, para acercamos a
ción y de palabras? ¿No sería mejor que en cada parroquia nuestra esencia verdadera. Cuanto más el estudio, la pren-
hubiese la posibilidad de aprender la oración contemplati- sa, la electrónica y la vida moderna nos desafíen a pensar
va que muchas personas añoran? ¿No sería seguir los pasos con rapidez, tanto más debemos retiramos a la visión con-
de san Ignacio proveer a los directores de los ejercicios de templativa para lograr un equilibrio. Cuantas más guerras
una formación que les permita un óptimo acompañamiento libren los pueblos del mundo y reine la discordia en las
de los ejercicios contemplativos? ¿Acaso la renovación de familias, tanto más necesitamos de la paz y la armonía que
la Iglesia no comenzó siempre con una renovación desde nos ofrece el camino de la contemplación.
adentro? ¿No será que el signo apremiante de estos tiem- La necesidad de encausamos por el camino de la con-
pos consiste en el llamado de Dios a comprometemos con templación es grande. La respuesta de las personas que se
la oración contemplativa? comprometen con esto es una diminuta flor. En tiempos
Muchos cristianos se acercan a otras religiones por- de crisis corremos el peligro de forjar grandes proyectos y
que no encuentran el camino contemplativo en la Iglesia. discutir qué debe renovarse y cómo ha de hacerse. Pienso
Esto no sucedía hace 40 o 50 años. Karl Rahner lo reconoció que hay una estrategia mejor. No somos nosotros los que
con lucidez cuando dijo que el cristiano del futuro será mís- debemos descubrir nuevos derroteros. Dios nos los señala.
tico o no será cristiano. La frase se cita con frecuencia, lo que Sólo tenemos que descubrir dónde, aquí y allá, va surgien-
demuestra que esta verdad es ampliamente reconocida. En mi do la nueva vida. La vida nueva es un signo de los tiem-
opinión, el hecho de que tantos cristianos hoy no sean místi- pos, pues es allí donde Dios está obrando. La vida nueva
cos pone en tela de juicio nuestra vida de oración. ¿No seda se presenta de igual manera como crece una flor: en un
la reacción correcta profundizar en la oración contemplativa? primer momento, apenas vemos cómo sobresale el ápice
La necesidad de recorrer el camino de la contemplación, ¿no de la planta unos pocos milímetros sobre la tierra. Luego
es acaso un apremiante signo de los tiempos, con el cual Dios la flor se va desplegando. Basta con que mantengamos los
pretende llevamos a una nueva primavera de la Iglesia? ojos abiertos y percibamos a tiempo dónde se anuncia la
La persona religiosa de hoy experimenta notables nueva vida. Desea crecer. Debemos protegerla, atenderla,
ansias de practicar la oración contemplativa. Como nunca cuidar que reciba el sol y la lluvia y nada la dañe. Estas son
antes en la historia, busca la simplicidad y la paz que le con- las esperanzas del futuro. Ya Jesucristo nos llamó a cuidar las
fiere el camino de la contemplación. Cuanto más se acele- pequeñas plantas del futuro (Mt 13, 31 ).
ra el ritmo del mundo, tanto más necesitamos el equilibrio En medio del trajín del mundo hay muchas personas
que nos proporciona un sosiego contemplativo. Cuanto más que buscan una oración sencilla y una vida serena. Esto es,
80 81
Francisco Ja/ics, SJ

a mi entender, un claro signo de los tiempos, una pequeña


flor que debemos proteger, disfrutar y poner al sol. Es una
pequeña llama que desea convertirse en una gran fogata.
En ella deberíamos reconocer el llamado de Dios pues, por
medio de este signo de los tiempos, Jesucristo nos dice que
en el camino hacia Dios desea llevamos de la fe a la visión.

Estimada lectora, estimado lector:


15. Comencemos
1. ¿Cuáles son, en el momento histórico que vivi-
mos, los signos de los tiempos que usted observa? Estimada lectora, estimado lector: a grandes rasgos les
he reseñado el camino de la contemplación. Es posible
2. ¿Cuáles son estas florecillas insignificantes que que haya despertado su interés y le agradaría emprender
tienen gran futuro, porque Dios está detrás de este camino. Le indicaré algunos pasos con los quepo-
ellas? drá comenzar.

3. ¿Qué lugar le daría al camino de la contempla- 1. Es posible que usted ya haya practicado los Ejercicios
ción? o haya meditado acerca de la vida de Jesús en los evan-
gelios. Es la preparación ideal para la oración contempla-
tiva. Dios concede, a menudo, gracias de contemplación
a la persona que está en contacto con los evangelios, las
Sagradas Escrituras y la vida de Jesús. Si usted siente que
sus meditaciones se van simplificando, conducen a ma-
yor recogimiento o despiertan el ansia de mirar a Dios
mismo, sabrá que la gracia de la contemplación ha co-
menzado a actuar en su interior. Es un llamado de Dios al
que urge dar respuesta. Ésta podría consistir en aprender
un modo de oración contemplativa. El proceso de apren-
dizaje es necesario para hacer frente al caudal de distrac-
ciones que lo mantienen alejado de la visión directa de
Dios. Además, surgirán en usted sentimientos, sequedad,
desgano. En la introducción a la oración contemplativa se
83
82
Comencemos
Francisco Jalics, SJ

educa su atención para que aprenda cómo proceder frente recomiendo acudir a lugares específicos en que se llevan a
a tales distracciones. No le hará falta prescindir de sus cabo ejercicios contemplativos.
modos de oración acostumbrados, pero el aprendizaje de 2. Estimada lectora, estimado lector: antes de adqui-
la oración contemplativa hará que el centro de gravedad rir el libro le daré cuatro ejercitaciones, que le permitirán
de su oración se desplace espontáneamente y en el mo- experimentar concretamente lo que significa la actitud
mento adecuado allí adonde el espíritu lo quiere llevar. contemplativa. La importancia de estas ejercitaciones ra-
Para aprender la oración contemplativa le recomiendo mi dica en el paralelismo de las relaciones con Dios y con
libro Ejercicios de contemplación 20 . los seres humanos. La persona que no puede dejar que
Permítaseme agregar un comentario de índole perso- otros se le acerquen, que no les da cabida, tampoco puede
nal: después de dar ejercicios contemplativos durante 25 percibir a Dios. Quien no puede escuchar a otros tampoco
años, quise publicar mis experiencias para que muchas per- soporta el atento recogimiento ante Dios.
sonas tuviesen acceso a ellas. Registré en una cinta mag-
netofónica más de 2 mil coloquios de acompañamiento. El a) Procure hacer un cambio en su interés y actitud
próximo paso consistió en extraer de ellos el material que en una discusión agitada en la que no desempeña
diera origen a un típico curso de ejercicios. Analicé con más que un papel secundario. No preste atención al
qué frecuencia y en qué momento del curso aparecían deter- tema de discusión ni exprese nada de lo que pudiera
minados temas y lo que yo debía decir al respecto. Para ello haberse propuesto decir. Escuche, en cambio, a la
seleccioné unos 200 coloquios registrados, que constituyen el persona que está más involucrada en la discusión.
meollo del libro. Los distribuí en 1Odías, dado que mis ejer- Limítese a escuchar. Hágalo simplemente para
cicios en aquel entonces abarcaban diez días enteros, a esto comprenderla desde adentro. Trate de sentir lo que
agregué 1O prédicas que solía pronunciar en aquella época, la persona está viviendo en el momento, pero no lo
y las indicaciones introductorias para cada día. De esta ma- haga con el propósito de terminar dando su opinión.
nera, se hace posible practicar los ejercicios individualmente
con ayuda del libro, ya sea durante algunos días en retiro b) Trate de hacer lo mismo que hizo en el ejercicio
o en forma de ejercicios en la vida diaria. Más allá de los precedente, pero en una discusión animada y vehe-
ejercicios, resulta útil leer uno u otro diálogo de acompa- mente que usted mantiene con algún interlocutor.
ñamiento espiritual antes o después de la oración contem- Haga lo mismo que hizo en la discusión anterior
plativa. Es como un acompañamiento a la oración diaria. y limítese a decir al final algo como: "esto pude
Si le interesa, puede realizar con él ejercicios cotidianos recibirlo bien" o "dejaré que todo esto actúe sobre
o ejercicios cerrados, es decir, de tiempo completo. Todo mí". Es un buen ejercicio para aprender a mirar y
está explicado en el libro. Si su interés es más profundo, le percibir en la realidad cotidiana.

20 Ejercicios de co11te111p/ació11, Buenos Aires, San Pablo, 1998.


85
84
Francisco Jalics, SJ

c) En una conversación interesante y animada en la


que usted desea vivamente contribuir con algo im-
portante, suelte su deseo de intervenir y concéntrese
en escuchar. Hágalo, aunque piense que tiene algo
tan importante que comunicar que podría ser deci-
sivo para el tema que se está tratando. Procure in-
teresarse sinceramente por la opinión de su interlo-
cutor y deje pasar su propio mensaje. En la oración
contemplativa usted debe escuchar a Dios. En ella,
sus propios pensamientos tienen poca importancia. Noticia

d) Intente percibir la presión que siente en una situa- Francisco Jalics nace en Budapest en 1927 y crece en
ción enervante en su trabajo o en su casa, sin pre- Gyál, Hungría. A instancias de su padre ingresa, siendo
tender cambiarla. Confórmese con mirar la presión muy joven, en la carrera militar. A fines de la Segunda
y permanezca en esta percepción, hasta que la pre- Guerra Mundial es un refugiado en Alemania; vuelve a
sión ceda por sí misma y se disuelva. Hungría en 1946 y, después de concluir el bachillerato,
ingresa a la Compañía de Jesús.
En Pullach, cerca de Munich, estudia lenguas y
literatura (1950-51). En Lowen-Eegenhoven (Bélgica)
obtiene su diploma de Filosofía (1951-54) . En 1956
la orden lo envía a Chile y un año más tarde a la Ar-
gentina, donde estudia Teología y es ordenado sacerdo-
te en 19 59. Después de desempeñarse en la provincia
de Córdoba como religioso durante un año, pasa a en-
señar Dogmática y Teología fundamental en la Facul-
tad de Teología y Filosofía de San Miguel (Argentina,
1962-1976). A partir de 1963 también es superior de
estudiantes jesuitas y comienza a dar tandas de ejerci-
cios. En 1966 obtiene el título de doctor en Teología y
se desempeña como profesor en las Universidades del
Salvador y Católica (Buenos Aires).
A comienzos de la década de los 70 se establece con
dos compañeros en una colonia pobre. En mayo de 1976 es
86 87
Francisco Jalics, SJ

secuestrado por un grupo militar durante cinco meses. En


1977 se encuentra en los Estados Unidos, donde se desem-
peña como escritor y da cursos de ejercicios. Desde 1978
hace lo propio en Alemania.
Entre sus obras publicadas mencionamos: El encuen-
tro con Dios (1970), traducido a dos idiomas; Cambios en
la fe (1972), traducido a dos idiomas; Aprendiendo a orar
(1973), traducido a cinco idiomas; en alemán: Lernen wir
beten, (Kevelaer, 2005) y Aprendiendo a compartir la fe
(1978), traducido a cuatro idiomas; en alemán: Miteinan-
der im Glauben wachsen, Ed. Pfeiffer, 1982.
En el verano de 2012 visita México. Da una tanda
de ejercicios a un privilegiado grupo de 40 personas, en la
Casa de Ejercicios Puente Grande en Jalisco.

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