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Al educar a los niños y a los jóvenes, los maestros no deben permitir que
una palabra o ademán airado mancille su obra, porque al hacerlo imbuirían a
los estudiantes del mismo espíritu que los posee. El Señor quiere que nuestras
escuelas primarias, tanto como las de los alumnos de más edad, sean de tal
carácter que los ángeles de Dios puedan andar por las aulas y contemplar, en el
orden y principio del gobierno, el orden y el gobierno del cielo. Muchos piensan
que es imposible conseguirlo; pero cada escuela debe comenzar con esto, y
trabajar con todo fervor para conservar el espíritu de Cristo en el genio, en las
comunicaciones y en las instrucciones, colocándose los maestros en el canal de
luz donde el Señor pueda usarlos como agentes para reflejar su propia semejanza
de carácter. Los estudiantes pueden saber que, en sus instructores temerosos de
Dios, tienen ayudantes en cada hora para grabar en los corazones de los niños las
valiosas lecciones impartidas.
“Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes afirma el Señor,
planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una
esperanza. Entonces ustedes me invocarán, y vendrán a suplicarme, y yo los
escucharé. Me buscarán y me encontrarán cuando me busquen de todo
corazón. Me dejaré encontrar afirma el Señor, y los haré volver del cautiverio. Yo
los reuniré de todas las naciones y de todos los lugares a donde los haya
dispersado, y los haré volver al lugar del cual los deporté», afirma el Señor”.
Jeremías 29:11-14.
Referencias: