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Con la llegada de los romanos Alcalá quedaría incluida en la provincia Ulterior Baetica,
con capital en Corduba (actual Córdoba), y capital regional en Híspalis. El rasgo más
destacado del período romano en esta población es la completa reorganización de la
economía agrícola, especialmente a partir del siglo I a.C
La importancia de Qalat Yabir como fortaleza del entorno de Sevilla se vio reforzada
por su papel en el control del suministro de agua a la capital a partir del siglo XII. En
1172, por orden del Califato almohade se recupera el antiguo acueducto y canalización
de agua originada en Santa Lucía, que a partir de este momento volvería a abastecer a
Sevilla prácticamente hasta el siglo XIX.
Entre los siglos XIV y XV, Alcalá de Guadaíra desarrolla una importante economía
agrícola, centrada en el cultivo de trigo y olivar. La producción de cereales potenció la
industria molinera alcalareña, de tal forma que en esta época en el curso del Guadaíra y
sus afluentes se construyen numerosos molinos (San Juan, El Algarrobo), además de
reaprovecharse algunos ya existentes en época andalusí. La producción de harina
permitió también el desarrollo de una importante industria del pan, que hacia el siglo
XV abastecía ya a la capital, dando origen al sobrenombre de 'Alcalá de los
Panaderos'. En el siglo XV, Alcalá de Guadaíra era ya una de las poblaciones más
populosas del entorno de Sevilla, con un poderoso castillo, numerosos habitantes, una
sólida economía agrícola y una floreciente industria de transformación.
Y con este panorama, nos adentramos en este itinerario por los molinos de la ribera del
Guadaíra, tras la visita realizada al Museo de la Ciudad y a los restos del ferrocarril que
fue tan importante en el desarrollo industrial de la localidad en la segunda mitad del
siglo XX.
La sucesión de parques ha hecho que el municipio cuente con 120 hectáreas de zonas
verdes que conforman el monumento natural ‘Riberas del Guadaíra’.
La red de senderos, de uso peatonal y para bicicletas, invita a echarse a andar. A
perderse en una mañana soleada acompañando a un río cuyo protagonismo está ligado a
la función de los molinos harineros que salpican sus márgenes en su paso por el alcor.
Para la ruta de los molinos, partiremos de la Harinera del Guadaíra, punto de inicio de
las rutas platicadas por el Delegación de Turismo del Ayuntamiento de Alcalá de
Guadaíra. Continuaremos hacia el río y a pie podremos contemplar en su margen
derecha los molinos de San Juan, Benarosa, Aceña. Y en su margen izquierda Oromana,
Algarrobo y La Tapada.
Esta harinera abandonada desde hacía años, vuelve a tener una segunda juventud gracias
a su puesta en valor y rehabilitación por parte del Ayuntamiento de Alcalá que busca
darle un nuevo uso a esta harinera. Si antaño sirvió para albergar la labor fabril de la
manufactura del trigo y su transformación en harina, ahora acoge una serie de
actividades educativas, culturales y turísticas; recuperada para que sea el punto de
partida de la interpretación de la propia historia de la localidad.
Una vez vista la harinera nos dirigimos al Polideportivo San Juan y sin cruzar el puente,
nos dirigimos hacia la margen derecha del río donde encontramos en muy buenas
condiciones hasta tres molinos hidráulicos: San Juan, Benarosa y, unos kms más
alejado, el de La Aceña.
MOLINO DE OROMANA
Habiendo cruzado el río por la presa de Benarosa nos encontramos en la orilla izquierda
rodeados de la exuberante vegetación del Parque de Oromana. El molino del mismo
nombre es un molino de cubo, donde se canalizaban las aguas que salían de la montaña,
es decir, un molino de arroyo movido por el agua de un manantial que brota de la ladera
izquierda colindante al río. Se conservan en buen estado la atarjea que conducía el agua
hacia los cubos, con un paso inferior en forma de arco, muy restaurado, que permite al
visitante caminar por debajo. Su torre se ha habilitado como mirador y es una
oportunidad para disfrutar de las vistas.
MOLINO DEL ALGARROBO
El Molino del Algarrobo es un típico molino de los denominados “de rodezno”: el agua,
represada por la azuda y conducida hacia las bocas, permitía mover las piedras usadas
en la molienda. Estas características, así como el uso del rodezno, común en los demás
molinos del Guadaíra, nos sitúan en un sistema productivo que pese a su importancia
por el abastecimiento panadero de Sevilla siempre se mantuvo en unos niveles
preindustriales.
Sobre su origen histórico se ha especulado mucho. Hoy podemos decir que no existen
elementos identificativos de época islámica, ya que la torre con su merladudra
imperfecta debió realizarse en el siglo XIV. Las primeras referencias documentales nos
sitúan en el siglo XV cuando el molino pertenecía al monasterio de San Jerónimo de
Buena Vista de Sevilla. Parece probable que fuese una construcción del propio
monasterio, respondiendo su aspecto fortificado más a criterios funcionales y de
representación que defensivos, ya que en aquellos tiempos poseer un molino acentuaba
el poder económico e influencia social de sus propietarios. La construcción no parece
haber resistido las fuertes crecidas del Guadaíra, siendo sustituido, al menos en el
cuerpo de la molienda, por un alzado completamente exnovo, reforzado y ampliado en
un momento indeterminado de los siglos XVII o XVIII. El último apunte constructivo
se centra ya en época contemporánea cuando se adosa la torre el porche, que con su
encalado y zócalo rojo le otorga al molino un típico aspecto tradicional decimonónica.
MOLINO DE LA TAPADA
Nuestro camino sigue por la margen izquierda del río hacia el Puente de Carlos III.
Recorremos desde las proximidades del Algarrobo una serie de huertas domésticas,
organizadas en bancales, destinadas principalmente a cítricos y otros cultivos;
posteriormente nos adentramos en un bellísimo bosque de almeces que le impregna al
paseo un toque romántico. Aquí el paisaje adquiere un encanto singular, encontrando al
final del sendero nuestro siguiente molino.
El Molino de la Tapada se nos presenta relativamente bien conservado, aunque ha
desaparecido su cubierta; el testimonio de los restos constructivos nos permite deducir
que ésta fue en algún momento aterrazada, sirviendo como mirador algunos de los
vanos de su fachada occidental, posteriormente sustituida por techumbre a dos aguas. Se
trata de un molino de manantial, que presenta dos cubos a una altura considerable para
provocar el salto de agua que hacía posible el movimiento del rodezno. El manantial
nacía de la denominada “Fuente del Piojo”, llegando hasta los cubos mediante una
singular atarjea. Una vez que el agua chocaba con las palas del rodezno seguía su
camino hacia el río Guadaíra.
No podemos dejar de hacer referencia a que este lugar inspiró al ilustre alcalareño José
María Gutiérrez de Alba a escribir en el siglo XIX su hermosa novela romántica “La
Tapada”
Una vez en La Tapada, se puede continuar hacia el Puente de Carlos III que nos vuelve
de nuevo a la ciudad. Concluimos aquí nuestro recorrido por el tramo urbano de los
molinos del Guadaíra, los “gigantes del agua”.