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Federico II de Prusia, llamado “El Grande” gobernó entre 1740 y1786. Es uno de los
más destacados representantes del “despotismo ilustrado”. Amigo de Voltaire, favoreció la
difusión de las ideas ilustradas e impulsó la modernización de la sociedad, el desarrollo de la
economía y el fortacecimiento político de Prusia hasta el punto de llegar a disputar la primacía a
Austria dentro de Sacro Imperio Romano Germánico. Fomentó la cultura y mantuvo un clima de
apertura y tolerancia que le valió el respeto y aprobación de los intelectuales alemanes. Bajo su
reinado Kant fue profesor de la universidad de Königsberg, donde llegaría a obtener la cátedra
de Lógica y Metafísica (1770), e incluso le fue concedida una plaza de ayudante bibliotecario
que mejoraba sus ingresos.
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1.2 Marco cultural
La ilustración: con Locke y Newton arranca una transformación de las ideas. Surgen una
nueva forma de racionalidad y una nueva concepción de la naturaleza que dan lugar a
la confianza en el progreso y en la transformación social propios de la Ilustración. La
razón ilustrada es empírica, analítica, crítica y autónoma. Se hace crítica de la propia
razón y de la tradición. La razón, liberada de toda tutela, es considerada el único tribunal y la
guía del ser humano.
La idea de progreso es una de las más representativas del siglo XVIII. La actitud
crítica hacia el pasado hace evidente el progreso. También el naturalismo, con su evolucionismo
incipiente, abre el camino hacia la idea de progreso. La concepción de Locke de la mente como
una página en blanco hace ver la influencia de los factores ambientales en las capacidades y da
paso a la confianza en la educación para el progreso de la sociedad.
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Newton pensaba que una explicación última de la realidad debía recurrir a Dios, primera causa. Pero
algunos científicos del s. XVIII creen que es posible prescindir de Dios para explicar el mundo, por
ejemplo, Laplace con su teoría de la nebulosa como origen del sistema solar. Para los materialistas
como La Mettrie y el barón de Holbach todo se reduce a materia y movimiento, causas y efectos; ni hay
causa trascendente ni finalidad. La naturaleza es la única guía del ser humano. El naturalismo, por su
parte, introduce fuerzas en la materia –incluso fuerzas vivas, no mecánicas-. Maupertuis –considera los
átomos como mónadas leibnizianas- y Buffon –quien, en parte, anticipa la teoría de la evolución y
maneja la hipótesis de que los seres vivos están compuesto por moléculas orgánicas vivas- son sus más
destacados representantes.
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Es la idea de que existe una continuidad entre los seres naturales que permite ordenarlos linealmente
en una escala “sin saltos”. Se remonta al Timeo de Platón. Se revitalizó con el descubrimiento del
cálculo infinitesimal de Leibniz y cobró gran auge en el s. XVIII.
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El liberalismo aristocrático representado por Montesquieu que propugna la
separación de poderes, la existencia de un parlamento y la descentralización del poder.
1.3.Marco filosófico
La figura más influyente en el empirismo de la época es Hume. Este autor hará que Kant
reflexione sobre los límites y el origen del conocimiento. Kant sintetizará el racionalismo y el
empirismo aceptando que todo conocimiento tiene su origen y sus límites en la experiencia
pero que la experiencia, para constituirse como tal, cuenta con el concurso de elementos
innatos del sujeto.
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A esta corriente se opusieron los filósofos de filiación pietista representados
fundamentalmente por Christian August Crusius (+ 1776) que abogaban por la distinción
sistemática entre método matemático (que sólo podría abordar “lo posible”) y método filosófico
(que debía abordar ”lo real”).
La polémica entre estas dos corrientes tuvo importantes efectos: sembró dudas entre
los pensadores acerca de la “posibilidad de demostrarlo todo” y acerca, incluso, de la posiblidad
de la metafísica como ciencia. Además, favoreció la entrada de las ideas de los
ilustrados franceses e ingleses.
Kant se había formado en el racionalismo de Wolff, dirección que seguiría hasta que la lectura
de Hume le hiciera “despertar” de su “sueño dogmático”. Es decir, dicha lectura le llevó a
reconocer que los planteamientos racionalistas mantenían una confianza ciega en la razón sin haber
investigado y establecido previamente sus capacidades y límites. Así pues, en la obra de Kant
encontramos dos periodos claramente diferenciados: el “periodo precrítico”, dominado por el
racionalismo, el cual se extendería desde la publicación de su primer escrito en 1747, hasta la
publicación de la “Crítica de la razón pura”, en 1781; y el “periodo crítico” kantiano que se iniciaría
con esta obra. Kant mostrará los errores del racionalismo y del empirismo, pero recogerá los logros
de ambas corrientes en un sistema original que los sintetiza, y que representa la culminación
del pensamiento ilustrado.
El proyecto ilustrado al que se suma Kant, la emancipación del ser humano por
medio de la razón, encerraba una serie de problemas:
2. El conocimiento
“¿Qué puedo saber?” es la primera de las preguntas que debe hacerse la filosofía; a
darle respuesta dedica Kant la “Crítica de la razón pura” (1ª ed., 1781; 2ª ed., 1787).
Kant parte del hecho de que las matemáticas y la física son ciencias y se pregunta si
la metafísica es posible como ciencia. Para descubrirlo analiza los elementos que constituyen
todo conocimiento.
El conocimiento está compuesto por juicios3. Y, según la tradición filosófica, los juicios
eran clasificados:
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Juicio es toda relación entre sujeto y el predicado bajo la forma “S es P”.
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Hasta Kant se consideraba que estos cuatro tipos de juicios se reducían a dos: juicios
analíticos, que son siempre a priori, y juicios sintéticos, que serían siempre a posteriori. Pero
Kant demuestra que existen también los juicios sintéticos a priori: por ser a priori, son
universales y necesarios. Y para Kant universalidad y necesidad son las características del
conocimiento científico. Además, por ser sintéticos, amplian el conocimiento que tenemos del
sujeto. Según Kant, los juicios sintéticos a priori son los propios de la ciencia: universales,
necesarios y de experiencia.
2. Lógica trascendental:
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Para determinar cuántos y cuáles son esos conceptos a priori del entendimiento, Kan
parte de las clases de juicios que la lógica de su época distinguía. Es la “deducción
trascendental de las categorías6”. Cada tipo de juicio es un tipo de enlace entre sujeto y
predicado y supone una determinada función intelectual a la que llamamos categoría. El
entendimiento opera a través de las categorías y desde ellas Kant deduce los principios
fundamentales del entendimiento que, por lo tanto, también son obtenidos a priori. Desde estos
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¿Cómo son posibles los juicios sintéticos a priori en las matemáticas? Si consideramos el juicio: “El volumen de un cilindro es igual
a la superficie de la base por la altura” vemos que este juicio surge del análisis del espacio que ocupa ese cilindro.La intuición del
espacio es previa a la experiencia .Por lo tanto, este juicio de la geometría es a priori, universal y necesario. En general, para que
podamos percibir un objeto, necesitamos que dicho objeto ocupe un espacio, por lo que el espacio forma parte de cualquier
experiencia externa, es su forma. Luego los juicios de la geometría dan conocimiento de experiencia, son sintéticos.
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La tabla de las categorías de Kant y su relación con las clases de juicios es la siguiente: a los juicios de cantidad
(universales: “Todo x es y”, particulares: “Algún x es y” , y singulares:”un sólo x es y”) corresponderían las categorías de cantidad
(unidad, pluralidad y totalidad); a los juicios de cualidad ( afirmativos: “X es Y”, negativos:”x no es y”, e infinitos:”x es no y”)
corresponderían las categorías de cualidad (realidad, negación y limitación); a los juicios de relación (categóricos: “x es y”,
hipotéticos: “si x, entonces y”, y disyuntivos: “x es o y o q”) corresponderían las categorías de relación (sustancia/accidente,
causa/efecto y comunidad o acción recíproca); y a los juicios de modalidad (problemáticos: “x es posiblemente y”,
asertóricos: “x es realmente y”, y apodícticos: “x es necesariamente y”) corresponderían las categorías de modalidad ( posibilidad,
existencia y necesidad).
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principios Kant obtiene las leyes fundamentales de la física que, por lo tanto, también son a
priori.
Como hemos visto, comprendemos la realidad sólo si la experiencia es organizada por
las categorías. Y, por lo tanto, las categorías forman parte de la experiencia. Si las leyes
fundamentales de la física son obtenidas a partir de las categorías, tienen validez para la
experiencia. Por ello en la física hay juicios sintéticos a priori, es decir, universales, necesarios y
aplicables a la experiencia.
3. La realidad
En la Dialéctica Trascendental Kant investiga si la Metafísica puede ser una ciencia, es decir, si
son posibles los juicios sintéticos a priori en Metafísica.
Como vimos, para Kant la realidad es una categoría. Además, como hemos visto, Kant
llama fenómeno a lo dado a la sensibilidad, a lo que aparece ante el sujeto. Es decir, a todo
aquello que es sometido a las condiciones a priori de la sensibilidad, el espacio y el tiempo y, de
este modo, se constituye en objeto de conocimiento. El fenómeno es lo intuido, pues Kant
señala que los seres humanos sólo tenemos intuición sensible; no podemos “intuir” lo
inteligible. El noúmeno o cosa en sí es lo que no podemos captar de la realidad, pues no se
nos da sensiblemente. Es la realidad en cuanto no nos es -ni puede ser- conocida. Es, por lo
tanto, un concepto negativo. Pero, como veremos, Kant encontrará en el uso práctico de la
razón el acceso a lo nouménico, a lo inteligible puro. Pero a ello no puede no puede ser
alcanzado por la razón en su uso teórico; por lo tanto, no podrá ser objeto de la ciencia. El
noúmeno no puede ser conocido pero puede ser pensado, como veremos.
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noción de Dios7. Alma, mundo y Dios son las Ideas de la razón o conceptos puros de
la razón. No pueden proporcionar conocimiento, señala Kant, ya que no se corresponden
con ningún objeto de experiencia; no tienen un uso constitutivo de la experiencia. Sin embargo,
Kant encuentra que las ideas de la razón tienen un uso regulativo: sirven de guía8.
4. El ser humano
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Estas nociones surgen de los tres tipos de juicio de relación: categóricos, hipotéticos y disyuntivos. A partir de los juicios
categóricos, la razón trata de agrupar toda la experiencia buscando un sujeto del que se pueda predicar todo pero que no sea él
mismo predicado de otra cosa. Tal sujeto no se da en la experiencia. Pero la razón se extralimita, va más allá de la experiencia, y
crea la idea de alma. A partir de los juicios hipotéticos, la razón trata de agrupar toda la experiencia bajo un orden causal, es
decir, bajo un sistema total de relaciones causa-efecto. En el mundo de la experiencia no se da tal agrupamiento. Pero la razón crea
la idea de mundo. A partir de los juicios disyuntivos, la razón trata de agrupar toda la experiencia en relación de comunidad. Este
agrupamiento no se da en la experiencia y la razón, extralimitándose, crea la idea de Dios a partir de pensar unidas las ideas de
mundo y de alma.
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Por ejemplo, la Física hace un uso regulativo de la idea de mundo –totalidad de la experiencia externa, como vimos- cuando
considera la física de Newton superior a la de Aristóteles porque Newton logra unificar bajo una sola ley el movimiento de los
astros, la caída de los graves y el movimiento de los proyectiles.
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Kant consideraba posible elaborar una filosofía pura -es decir, derivada de
principios a priori- de la naturaleza y también de la conducta moral. Esta última es el
objeto de sus obras “Fundamentación de la metafísica de las costumbres” y “Crítica de la razón
práctica”.
Para Kant, tanto la ciencia como la moral se apoyan en principios. Los de la ciencia son
teóricos y los de la moral son prácticos. Éstos consisten en “determinaciones de la voluntad”
que pueden ser de dos tipos: máximas (son principios subjetivos; el sujeto los considera válidos
sólo sólo para su voluntad individual) y leyes prácticas (son objetivos, válidos “para la voluntad
de todo ser racional”). Sólo las leyes prácticas pueden constituir auténticos deberes morales, ya
que la universalidad es la condición de todo deber moral. Para Kant el deber es “la necesidad
de mis acciones por puro respeto a la ley práctica”. Y considera que sólo obramos
moralmente cuando obramos por el deber9.
Además, en todo imperativo moral hay que distinguir: la materia de la ley, lo que dice,
el hecho concreto al que se refiere, y la forma de la ley, la voluntad con la que se realiza esa
ley. Y por ello tenemos que una moral es material cuando sus imperativos explicitan el
contenido o materia de la norma; y una moral es formal cuando sólo atiende a la forma del
imperativo, al deber universal. Y, según Kant, lo que hace que una acción sea moral es la
forma, la voluntad con la que se hace. Sólo la moral formal será capaz de fundar deberes
universales.
Ningún sistema anterior al de kant fue capaz de fundar deberes universales porque la
obligatoriedad de su norma se basa en un bien, en un objeto ofrecido al deseo que, en último
término es la felicidad. Pero no todos están de acuerdo en qué es la felicidad. Además, los
imperativos hipotéticos -propios de las éticas materiales- se basan en la experiencia. Por lo
tanto, hacen depender la moral del conocimiento –con lo que no habría un uso práctico de la
razón- y en vez de expresar normas morales expresan juicios de experiencia.
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Tenemos que distinguir entre acciones conforme al deber: se ajustan a la norma pero
atendiendo a las consecuencias. Es decir, siguen el esquema de un imperativo hipotético. Y acciones por
deber: la norma es cumplida por el deber de cumplirla, sin más consideraciones.
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Estamos actuando moralmente sólo cuando la voluntad está movida por el puro deber,
cuando se obedece a sí misma. De lo contrario, estamos siendo heterónomos, no autónomos,
pues la libre voluntad no es lo que nos mueve, sino otras consideraciones (el miedo a las
consecuencias, el deseo de felicidad, etc.).
Las morales materiales sólo contienen máximas, no leyes morales universales. La moral
formal contiene, en cambio, un único imperativo que sólo constituye la forma de cualquier
imperativo moral: el deber universal. El comportamiento moral es posible porque es
posible obrar conforme al deber. Esta es la condición a priori del comportamiento
moral.
“Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de
cualquier otro, siempre como un fin y nunca solamente como un medio”.
Ambas ponen de releve la necesidad de considerar a cada ser humano como un fin en sí
mismo. Pues si cada ser humano es considerado como legislador universal, no puede ser
considerado como medio para un supuesto fin de la ley, pues él mismo es el fin de la ley y la
humanidad es el reino de los fines.
Como hemos visto, para Kant actuar moralmente es actuar por respeto a la ley. La
virtud consiste en la intención y la lucha por someterse al deber por el deber mismo. La
felicidad no puede ser el móvil de la acción moral, tendemos a ella de modo natural, no es un
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El imperativo kantiano es único a pesar de que Kant ofrece varias formulaciones del mismo. Estas
distintas formulaciones simplemente destacan unos aspectos u otros de la moralidad.
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Kant da este ejemplo: si alguien adopta como máxima de su conducta “No estoy obligado a cumplir mis
promesas”, debe preguntarse si eso puede convertirse en ley universal. Y ocurre que uno no puede
querer eso sin caer en contradicción, pues “La universalidad de una ley que diga que quien crea estar
apurado puede prometer lo que se le ocurra proponiéndose no cumplirlo, haría imposible la promesa
misma y el fin que con ella pueda obtenerse, pues nadie creería que recibe una promesa y todos se
reirían de tales manifestaciones como de un vano engaño”.
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deber. Se convierte en el premio a la virtud. Por ello, el orden moral conduce a postular
necesariamente la existencia de Dios (para garantizar que virtud y felicidad coincidan); la
inmortalidad del alma (para que pueda producirse un progreso indefinido de la virtud); y la
libertad (para que podamos cumplir con el deber).
Como vimos, la idea de Dios surge del intento de agrupar toda la experiencia posible;
Dios es pensado como el ser que reúne en sí toda la realidad. A tal ser le llama Kant ideal de la
razón pura.
Kant considera que las pruebas de la existencia de Dios son básicamente tres: la prueba
ontológica, la prueba cosmológica y la prueba físico-teológica. Ninguna de ellas es válida:
La prueba ontológica parte de la noción de Dios como ser que reúne en si toda la
realidad y concluye que Dios existe, pues de lo contrario le faltaría una realidad: la existencia.
Es el argumento de Anselmo de Canterbury.
Pero Kant señala que lo real no contiene más notas que lo posible (pensado): cien
táleros reales no contienen más en mi pensar que cien táleros posibles. Para que haya realidad
debe haber un acto de “posición” de ella, sin que baste suponer que el objeto está contenido
analíticamente en el concepto.
- En segundo lugar, este argumento sostiene que tiene que haber un ser necesario
como causa del mundo. Pero entonces se está aplicando la categoría de causa fuera
del campo de la experiencia.
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- Como mucho conduciría a la necesidad de una inteligencia ordenadora del tipo del
demiurgo de Platón, pero no a un creador del universo.
“La persona honesta puede decir: quiero que exista un Dios, (...) que mi duración sea infinita.
Me adhiero firmemente a ello y no me dejo arrebatar mi creencia...”
Como Hobbes, Kant considera que la lucha entre los seres humanos tiene sus raíces en
la propia naturaleza humana, por lo que la paz sólo puede ser una conquista de la voluntad
consciente. De ahí que se haga necesario el contrato que funda la sociedad, pues, como hemos
visto, salir del estado de guerra es un imperativo de la razón: la paz aparece en Kant como un
deber.
Para Kant la constitución republicana es la única que deriva del contrato originario y
única adecuada al derecho del hombre. Y aquella es la constitución que establece la separación
de poderes ejecutivo y legislativo y la representatividad.
En “La paz perpetua” como en el resto de sus escritos sobre filosofía de la historia, Kant
presenta su utopía de un “Estado de los pueblos” o “Estado cosmopolita” cuya base serían las
leyes públicas coactivas. Dicho estado aparece en Kant como un principio regulativo del ámbito
internacional. Igual que entre los individuos se hace necesario un contrato que instaure la
convivencia pacífica, entre los Estados es necesario que, mediante un pacto, se establezca una
federación que garantice la paz y la libertad. Esta Federación es una idea regulativa cuya idea
positiva sería una República mundial.
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Según Kant, mientras los estados no pacten seguirán estando en “estado de
naturaleza”. Es por esto por lo que considera que la guerra preventiva es legítima, no siéndolo,
en cambio, la guerra punitiva, pues la punición sólo puede darse entre un superior y un
subordinado. Al enemigo sólo podrían imponérsele, pues, ciertas compensaciones.
Pero ¿es posible establecer una sociedad civil mundial? Para Kant es posible, al menos,
una paulatina aproximación a ella mediante pactos entre estados. La paz perpetua sería en este
contexto un principio jurídico cuyo desarrollo daría lugar al “Derecho cosmopolitico” que
proscribiría la conquista y que estableceriía la “hospitalidad” o derecho de libre circulación de
los ciudadanos por los distintos estados federados. Así, para Kant el “Derecho de gentes” se
asentaría sobre la base del federalismo. Y la precariedad del derecho internacional quedaría
superada mediante una Liga de naciones.
Sin embargo, Kant considera que el Estado mundial llegará a producirse como resultado
del desarrollo histórico, como resultado de un superior designio que parece recordar al
“destino” de los estoicos. Y es porque la propia naturaleza conduce al Estado mundial. En
efecto, la naturaleza actua aprovechando las tendencias solidarias y las rivalidades que se dan
entre los hombres y entre los estados. La toma de conciencia del proceso histórico y la
valoración positiva de las implicaciones de la creciente interdependencia de los pueblos mueve
a la acción en el mismo sentido. En efecto, el comercio es incompatible con la guerra; las
relaciones comerciales entre los distintos Estados desplazan a las bélicas. Luego el vínculo entre
hombres y pueblos queda garantizado por el interés. La propia naturaleza garantiza la paz
perpetua a través del mecanismo de los instintos humanos. Pero se convierte en deber de los
hombres el trabajar para alcanzar ese fin.
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