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Capítulo Iii
Capítulo Iii
Ya hemos dicho que los contrarios en Heráclito aluden siempre, de un modo u otro, al
tránsito temporal inherente a los contrarios mismos y no a transformaciones súbitas o
cíclicas de una ἀρχή, sino a aconteceres entre contrarios. Gigon afirma que este es el
segundo carácter de la cosmología de Heráclito: representar la totalidad del κόσμος en
términos temporales. Su filosofía no buscaba explicar el todo meramente intuible, sino que
tendía “…a la demostración de una ley unitaria: lucha y unidad de contrarios; logos que
rige la vida del cosmos y el obrar humano”1.
La primacía que posee el problema del tiempo en la filosofía del efesio es innegable,
basta mirar fragmentos como B6, B31, B49, B52, B62 y B84, para convencerse de ello.
Desde una perspectiva que pone especial énfasis en los planteamientos temporales es que
interpretamos el fuego en el pensamiento de Heráclito como una alegoría destinada a
representar al devenir ordenado que mantiene al universo siendo lo que siempre ha sido, es
y será. A través de variados usos de la alegoría en sus fragmentos, el efesio traza líneas de
pensamiento que permiten volver asequible el problema del devenir más allá de su mera
comprensión sensible vertida en la imagen del río. Con miras a articular de manera más
completa y simple posible una noción de devenir, enlistaremos los caracteres que Heráclito
pone de relieve en sus textos. Este conjunto de caracteres muestra una comprensión
ontológica del problema del tiempo que excede, por mucho, a la imagen del río en el que no
estamos, ni podríamos estar, dos veces.
4Cfr. Hawking, S.W., Historia del tiempo: del Big Bang a los agujeros negros, trad. de Miguel Ortuño, España,
Madrid, Alianza, 2001.
obstante, a pesar de que las cosas sufran cambios, es sólo a través de dichos cambios que
todos los entes logran permanecer a través del tiempo. Intuición que está resumida en el
fragmento B84a, que enuncia la paradoja «cambiando permanece»5 sin un sujeto expreso.
Por lo anterior podemos ver que, aunque “…es cierto que “todas las cosas
devienen” [y que] este cambio que afecta a todas las cosas, es él mismo constante: no
cambia el hecho del cambio, como no cambia tampoco la forma del cambio”6. Así, el fuego
como alegoría del devenir pone de relieve 1) la necesidad del acontecer del devenir, así
como el hecho de que 2) el cambio posee una única forma fija regulada por el λόγος, y en
ambos caracteres reside la proporcionalidad del acontecer temporal que posibilita la
permanencia. A su vez, enfatiza el equilibrio de un dinamismo siempre vivo y universal,
sólo posible a través del cambio, a través de giros que han de experimentarse una y otra
vez, pero siempre ‘medidos con la misma medida’.
8 Ya hemos mencionado la flecha psicológica del tiempo de la que habla Hawking, la idea de fondo es la siguiente:
Dado que los fenómenos físicos en el tiempo van de estados ordenados a estados desordenados —por el aumento
de entropía—, entonces, todo ser inteligente capaz de conceptualizar el tiempo, estará forzado a determinar una
flecha psicológica del tiempo tal que coincida con los fenómenos observados, es decir, que vaya en el mismo
sentido que la flecha física del tiempo. Cfr, Hawking, S.W., Op. cit.
gobernadas por medio de todas. Los entes devienen en los tránsitos que atraviesan y que
van provocando y posibilitando las metamorfosis que sufren a través de su permanencia,
dejando en claro que lo único permanente es el cambio. Ambas ideas ofrecen una
posibilidad de pensar de forma más compleja el fenómeno del devenir en cualquiera de los
niveles de la realidad, además de proponer una nueva forma de comprensión de los textos
de Heráclito dentro de su contexto poético y metafísico.