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UNIVERSIDAD ABIERTA PARA ADULTOS

UAPA

PRESENTADO POR:

JASON JESUS TORRES.

Matricula:

16-7840

ASIGNATURA:

SOC116-2GV02.

FECHA:

15/12/16

FACILITADORA:

Jenny Mago Quezada

Santo Domingo República Dominicana

15 de diciembre de 2016
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Introducción:

La sociedad global ha sufrido grandes cambios: la tecnología avanza a pasos


agigantados, la crisis económica está obligando a cambiar las tendencias de épocas
pasadas, el feminismo ha dado un vuelco en las representaciones sociales de los
géneros; hoy la mujer es concebida por la mayoría como un ser autónomo, con
capacidades, con grandes aportes para ofrecer a la humanidad. Estas, no más, son
razones que sustentan la exclusión del escenario contemporáneo de un rezago que
otrora pareciera pertinente: la violencia de género.

A pesar de que la violencia hacia la mujer no es en absoluto un fenómeno nuevo,


porque tiene un innegable antecedente histórico patriarcal, su reconocimiento, su
visualización, y, por tanto, el paso de ser considerada de una cuestión privada a un
problema social, sí es relativamente reciente. Cierto es que la mayoría de las
personas conocen algún caso de malos tratos, en el entorno familiar o vecinal, pero
se han silenciado bajo el pretexto de considerarle como un asunto privado.

Hace años, muchas de las formas de violencia contra la mujer estaban escondidas
bajo un manto de silencio y aceptación. Las familias, los amigos y las instituciones
públicas se mostraban cruelmente insensibles a ello. Nuestra sociedad se erguía
cómplice de esas agresiones e incluso muertes, que no podemos por menos que
calificar de auténtico terrorismo de género, si divisamos que la mortalidad de
mujeres por esta causa, supone diez veces más que el número de víctimas que cobra
el terrorismo político.

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Caso de Miriam Moraleja víctima de maltrato, denuncia los fallos de la
ley de Violencia de Género

Miriam sufrió abusos y malos tratos. Le golpeaban su marido, su yerno, sus


suegros y sus hijos. Hasta llegaron a cortarle la cara con unas tijeras. A
Paula, su marido la ataba con alambre y le daba descargas eléctricas. Laura
tenía un cáncer de útero y su pareja no le dejaba ir al hospital para seguir un
tratamiento que le aliviara el dolor y le posibilitara una cura. Belén fue
arrastrada desnuda hasta la calle por su novio, quien la obligó a quedarse
toda la noche sin ropa a la intemperie frente a la puerta de su casa. Por la
mañana, apareció él con sus hijos y les incitó a insultarla.

Estos son solo algunos casos de violencia de género de los muchos que
ocurren en Argentina. "Y ni siquiera pensamos que puedan estar pasando”,
lamenta Soledad Benegas, directora de la Fundación Sobran Motivos de la
ciudad Mendoza. Desde su organización, dan refugio a mujeres que viven
atrapadas en una espiral de maltrato y violencia por parte de sus parejas.

Marcela duerme bajo el techo de esta casa de acogida después de 14 años


de matrimonio marcados por los golpes y las humillaciones. “Fue a partir del
octavo año que empecé a denunciar. Desde el comienzo conviví con
violencia, pero por desconocimiento y por vergüenza, a veces una no
denuncia”, balbucea con dificultad. “No tenía adónde ir, porque él conocía
los poquitos lugares dónde sabía que iría a buscar ayuda. No tenía trabajo
ni cómo dar de comer a mis hijos. Hay un vacío muy grande el día después
de la denuncia; si no tienes un lugar seguro dónde esconderte, se genera
una persecución y un hostigamiento constante por parte del agresor. Así
que, al final, una acaba volviendo a casa por miedo y falta de recursos para
subsistir”.

Hasta hace poco las palabras feminicidio no se usaban en Argentina. La


prensa informaba de "crímenes pasionales", calificando erróneamente este
tipo de homicidio como un impulso de amor descontrolado.

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“Hace apenas unos años se aprobaron las leyes hoy vigentes respecto a los
diferentes tipos de violencia contra mujeres, como la Ley de Protección
Integral a las Mujeres o la Ley contra la Trata de Personas, en contra de la
explotación sexual. La incorporación del delito de femicidio al Código Penal,
que es el agravante de homicidio por la condición de mujer, no tuvo lugar
hasta 2012. Así pues, a pesar de todo el sufrimiento de tantas mujeres, hace
pocos años que se reconoce como delito la violencia hacia la mujer en el
ámbito familiar e institucional”, explica Benegas. “Poco a poco, se ponen en
funcionamiento todas aquellas medidas de protección que establecen estas
leyes para asistir a las mujeres. Hoy por hoy, por ejemplo, al agresor
acusado de un delito se le asigna un abogado gratuito que le ayuda y le
lleva todo el proceso judicial. La mujer, en cambio, queda desamparada; si
no tiene recursos está en desventaja. La nueva ley contempla cambiar esta
realidad para ofrecer patrocinio jurídico gratuito a las mujeres, y que no solo
las asesore, sino que las acompañe en el litigio y eliminar esa desigualdad
respecto de los hombres”.

Son muchas las tareas pendientes y demasiados los casos de mujeres


atormentadas. Además de la falta de un registro de agresores que evite la
reincidencia, hay carencia de estadísticas oficiales que contabilicen los
asesinatos. Mientras, las cifras van en aumento. Según el recuento del
Observatorio de Femicidios de la asociación civil bonaerense La Casa del
Encuentro, basado en las publicaciones de los medios de comunicación,
cada 32 horas muere una mujer en Argentina por violencia de género. En
2014, 277 mujeres fueron asesinadas por el simple hecho de ser mujeres.
Estos crímenes dejaron a 330 personas sin madre, de los que 200 son
menores de 18 años.

Además de todo esto la Ley de medidas de protección integral contra la


violencia de género resulta insuficiente en muchos casos lo supo bien la
mujer asesinada este domingo en Sanlúcar la Mayor (Sevilla), a la que una
jueza denegó en septiembre la orden de alejamiento. Es la última víctima de
la violencia de género y, al mismo tiempo, de una ley que ha vuelto a
mostrar sus agujeros negros.

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Las lagunas que no resuelve la ley también las padeció Miriam Moraleja,
víctima de la violencia machista. Su pareja la apuñaló frente a dos guardias
civiles el 4 de abril de 2007, cuando acudió a recoger sus pertenencias al
domicilio familiar. El hombre fue condenado a ocho años de cárcel que
cumplió íntegros. En julio de 2015 salió en libertad: “Mi condena empezó
cuando terminó la de él”, dice ahora Miriam, que se lamenta de que la orden
de alejamiento solo afecta a su casa y la de su madre, mientras que en el
resto de la ciudad en la que vive teme encontrarse con su agresor. Es otro
de los múltiples problemas que no ha sabido resolver la Ley de medidas de
protección integral contra la violencia de género.

"Estas mujeres luchan por su vida cada día", dice Lorena Abellán, que
señala que desde que se denuncia hasta que se celebra el juicio pueden
pasar dos años. Si además hay que probar un maltrato psicológico, los
procesos se alargan. "En ese período las mujeres están completamente
desprotegidas. Y además no tienen derecho a ayudas", sentencia.

“Yo pregunté si le pondrían pulsera, pero me dijeron que era muy caro”,
cuenta Miriam, que perdió 40 kilos tras la agresión y tuvo que dormir en
posición vertical durante meses. Al haber cumplido su condena, el agresor
no está obligado a llevar ese dispositivo telemático que avisa a la víctima de
que se está acercando. “He estado nueve meses encerrada entre estas
cuatro paredes. Cuando me acercaba a la puerta, empezaba a temblar”,
explica. La responsabilidad de la casa recayó sobre su hija mayor, Nheyla,
que hacía las veces de madre y se encargaba de todo lo que ocurriera de
puertas para afuera, como la compra o llevar a su hermano al colegio.

Testimonio:

“Yo no puedo contar cómo es mi vida real, es muy triste”, dice Miriam. La
mujer vive en un piso cedido por una asociación y no dispone de ningún tipo
de ingreso económico. Tras la agresión comenzó a tener mareos, pérdida
de la orientación y agorafobia, por lo que le resulta imposible trabajar. Es la
otra vertiente sin resolver de estas agresiones. “Toda mujer maltratada
necesita protección. Muchas de ellas temen denunciar a sus maridos porque
si entran en la cárcel se quedan sin medios económicos para alimentar a
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sus hijos”, cuenta la abogada. Miriam recibió 426 euros mensuales durante
tres años. Y después nada. Tiene dos hijos en común con su agresor, pero
no ha pedido una pensión alimenticia por miedo a retomar contacto con su
expareja. El objetivo de Miriam es que sus hijos tengan una vida feliz: “El
maltrato está desterrado de mi casa”, dice. Aunque la ley no acabe de darle
todo lo que necesita.

Comentario:

Solo se ve lo que se busca y solo se busca lo que se tiene en la mente. Es


necesario el conocimiento de lo que define la violencia de género para poder
identificarla.
El nivel de violencia tolerable se construye, lo define la cultura. En toda
sociedad hay un grado de violencia que se considera aceptable para
conseguir determinados objetivos.
En un 4,8% de los casos de violencia de género totales según la macro
encuesta realizada en el año 2011, el maltratador es condenado. ¿Es
invisible la violencia?

“No necesitamos pistolas y bombas para traer la paz, necesitamos amor y compasión.-
Madre Teresa”.

“SI TE MALTRATA Y NO HACES NADA, ESTÁS DEJANDO QUE LO HAGA”.

“NI GOLPES QUE DUELAN NI PALABRAS QUE HIERAN”

Como se podría evitar este caso:

Denunciar:

 Guardá tus documentos y los de tus hijos/as (si tenés) y algo de dinero
para usar en el caso de necesitarlos.

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 Aunque la mayoría de estas conductas violentas suceden a puertas
cerradas, es importante presentar testigos en la denuncia (vecinos,
familiares u otras personas que hayan podido escuchar o ver). Podés
pedirles su número de DNI, el domicilio y/o teléfono para que puedan
declarar.

En el momento de hacer la denuncia:

* Aclará que te retirás del domicilio conyugal para resguardar tu integridad


psicofísica y la de tus hijos/as.

* Relatá los hechos de violencia que sufriste.

* Ofrecé testigos (familiares, vecinos o personas que hayan podido escuchar


o ver los maltratos) y acompañá con todo tipo de pruebas que facilite la
investigación.

En todo momento:

* En caso de incumplimiento de las medidas cautelares dictadas (por


ejemplo, si él entra a tu casa a pesar de habérselo prohibido),
inmediatamente informá al Juzgado o Tribunal que dictó esa medida para
exigir que se cumpla.

* Si hubo lesiones, concurrí al médico para ser asistida (al hospital o al


centro de salud más cercano) y pedí certificado médico que aclare el estado
de salud, para presentarlo en la denuncia.

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