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El señor Ortiz siempre estuvo ahí, meciéndose en la ventana, con ín-fulas que hoy no significan nada; desde hace mucho nadie lo toma encuenta. Con el confinamiento obligatorio y el paso de los meses, fuemás evidente la circularidad de su existir; nunca se alejó de su venta-na, ni dejó de mecerse.
El señor Ortiz siempre estuvo ahí, meciéndose en la ventana, con ín-fulas que hoy no significan nada; desde hace mucho nadie lo toma encuenta. Con el confinamiento obligatorio y el paso de los meses, fuemás evidente la circularidad de su existir; nunca se alejó de su venta-na, ni dejó de mecerse.
El señor Ortiz siempre estuvo ahí, meciéndose en la ventana, con ín-fulas que hoy no significan nada; desde hace mucho nadie lo toma encuenta. Con el confinamiento obligatorio y el paso de los meses, fuemás evidente la circularidad de su existir; nunca se alejó de su venta-na, ni dejó de mecerse.
El señor Ortiz siempre estuvo ahí, meciéndose en la ventana, con ín-
fulas que hoy no significan nada; desde hace mucho nadie lo toma en cuenta. Con el confinamiento obligatorio y el paso de los meses, fue más evidente la circularidad de su existir; nunca se alejó de su venta- na, ni dejó de mecerse. Para él todo se convirtió en una repetición de escenas, donde los protagonistas fueron reemplazados por encapu- chados desconocidos, usurpadores del teatro. Para el viejo ya no importaban las fechas ni las motivaciones, solo se regocijaba en lo fundamental, lo esencial, lo vital; en los únicos principios reticulares; en aquellos temores ancestrales, emociones básicas, sensaciones naturales que atraviesan toda historia, todo in- dividuo, todo mundo, y todo sentido.
Máscaras, ensayos e historias febriles 87
Luego de esperar con ansia el retorno a la normalidad, al fin todo terminó, y su encierro obligatorio nunca más fue una prisión; ahora podía salir a cualquier parte, a cualquier hora, con quien quisiera; volvió a ser libre. Pero el abuelo siguió ahí, meciéndose sin parar, viviendo de nuevo en su normalidad, esa que tanto añoraba, y que al final regresó; ya pudo volver a ver a través de su misma ventana, a esa gente que lo ignoraba.