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Las fronteras políticas modernas de América Central tienen poca relevancia para los
patrones culturales e históricos que se desarrollaron en el área antes del contacto con los
europeos en las primeras décadas del siglo XVI. A pesar de su complejidad ambiental y
cultural, el istmo se ha dividido tradicionalmente en dos grandes áreas precolombinas, el
Área Cultural Mesoamericana hacia el norte y el Área Cultural Intermedia hacia el sur.
Ambas comparten una fluctuante frontera –situada en alguna parte entre el centro de
Honduras y la península de Nicoya en el noroeste de Costa Rica-- y ambas áreas
culturales se extienden más allá de las fronteras políticas modernas de Centroamérica.
Mesoamérica propiamente dicha incluye todo México central hasta donde empieza la
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Gloria Lara Pinto es antropóloga y obtuvo su doctorado en la Universidad de Hamburgo en 1980 y desde
entonces hasta 1993 laboró con el Instituto Hondureño de Antropología e Historia. A partir de 1984 inicio
su actividad docente en la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán, en donde hoy en día es
Vice Rectora de Investigación y Postgrado.
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José Angel Lara Pinto es médico graduado de la Universidad Patricio Lumumba en 1982, tiene una
especialidad en Salud Pública y un Magister en Epidemiología de la Universidad de New Castle. De 1983
al 2000 vivió y trabajó en Nicaragua en el sistema de salud y como consultor independiente, y a partir del
2006 se encuentra involucrado en el proyecto de reforma del sector salud de Honduras. En la actualidad es
estudiante del Doctorado en Educación de la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán.
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barrera natural, árida e inhóspita del norte; la vecina Área Intermedia se extiende hacia el
sur y este desde la frontera común. Mucho más allá del istmo panameño antes de dar paso
a las culturas de las tierras altas andinas y las tierras bajas tropicales de la Amazonía
(Hasemann 1996).
No obstante, que en el transcurso de 300 años los indígenas y garífunas han adoptado, en
menor o mayor medida y en ciertos aspectos, formas de pensar y prácticas curativas de
origen europeo, así los mestizos –o los nuevos hondureños si así se quiere—también han
utilizado los saberes indígenas sobre herbolaria y los rituales asociados, buscando el
reestablecimiento de su salud. De tal manera, que ese sincretismo de pensamiento y
práctica, no permite a simple vista trazar los límites entre unas y otros.
Por ejemplo, las creencias, síntomas físicos, comportamientos y los rituales terapéuticos
de aplacamiento asociadas con el complejo (síndrome si se quiere) conocido como
hasándigubida entre los garífunas, pueden tener paralelos con las prácticas
etnomédicas/etnopiquiátricas asociadas procedentes del occidente y occidente-centro de
Africa. Se trata de métodos para manejar la tensión emocional, incluyendo la ansiedad
provocada por los síntomas físicos de una enfermedad y los cambios ocurridos en los
sistemas sociales de apoyo y, como tales, continúan conservando su valor. El contexto de
salud, en el cual se presentan las manifestaciones propias de hasándigubida3, se
caracteriza porque el estado del paciente se ve complicado por dos o más desordenes
físicos concomitantes. Esta situación es agravada, a menudo, por la pobreza (acceso
restringido a alimentación y tratamiento médico adecuados) y la ansiedad que provoca
una enfermedad, la falta de medios y los cambios no deseados en el medio social. Es por
ello que en estos casos, las complicaciones psiquiátricas de la enfermedad deben ser
consideradas en la evaluación de los individuos que muestran comportamientos que son
considerados anormales, tanto desde la perspectiva de la cultura garífuna como
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Muchos de los síntomas de la enfermedad de gubida son similares a los síntomas afectivos y somáticos de
la ansiedad y la enfermedad ocurre más frecuentemente en mujeres que en hombres (Bianchi 1988:5).
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biomédica (Bianchi 1988:337-338). Esto no quiere decir que las medicinas a base de
hierbas preparadas por el buyei no puedan tener también efectos fisiológicos en el
paciente y apoyar la curación (Bianchi 1988:344). Es decir que el buyei –quien es más
que un simple curandero-- no solo pueda estar aplicando prácticas etnopsiquiátricas, sino
que también haya podido reconocer el mal físico que agobia al paciente y disponga de la
farmacología tradicional apropiada para tratarla.
Algunas de estas prácticas sincréticas –en las que se unen las creencias propias y las
importadas por los europeos—se encuentran entre las parteras garífunas. A las mujeres
recién paridas se las cree vulnerables al “aire” durante tres meses; si este “aire” entrara al
útero provocaría un espasmo doloroso y si entrara a la cabeza y los oídos, podría llegar a
causar locura. Las hemorragias se combaten con té de manzanilla, clavo de olor y
pimienta gorda, también se dan masajes suaves en la zona lumbar y abdominal con una
mezcla de tierra “bendita” y rajas de piedra de alumbre y se aplica una envoltura
abdominal. Si sangra excesivamente, la paciente debe masticar tres tréboles y beber
enseguida un vaso de agua. Pero también existen otras posibilidades: atarle tiras de tusas
en las articulaciones de las muñecas, codos y rodillas por varios días o ponerle una
inyección. Para fortalecer a la madre se hierven manzanilla, romero, anís, culantro (sic)
de Castilla, hoja de sen, laurel y eneldo, es decir de toda la herbolaria indígena y mestiza,
y se le administra media taza tres veces diarias durante quince días (Cohen 1979: 38-39).
Si bien es cierto que también los sukyas --chamanes miskitos-- poseen profundos
conocimientos sobre el valor y medicinal y terapéutico de una gran variedad de plantas y
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de hierbas, éstas no se entienden como simples medicamentos, sino como dispositivos
rituales que el chaman utiliza para las curaciones. Es más, a raíz de la influencia de la
religión morava, los sukyas utilizan también como instrumentos de curación la Biblia,
más oraciones y cánticos del himnario moravo. En esto no se diferencian de las conocidas
“sanaciones” que se observan entre los miembros de algunas iglesias de origen
judeocristiano que han encontrado gran arraigo entre la población mestiza hondureña.
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En resumen, aunque la descripción no ha sido exhaustiva, ha quedado en evidencia que
no es sencillo establecer los límites de a partir de donde se tiene entre manos prácticas
curativas que son de origen indígena ancestral y cuando se lidia con prácticas
introducidas por los colonizadores europeos que han sido reinterpretadas o fusionadas
con las autóctonas en un proceso sincrético. La lectura del famoso manual “La Botica
del Pueblo” es precisamente un compendio de los conocimientos herbolarios de varios
continentes y las creencias asociadas en su versión hondureña:
Alacrán o escorpión: Los médicos persas usan contra la picadura del alacrán la
aplicación sobre ella de aceite en que se hayan deshecho machacadas, algunas colas de
ese insecto, o un parche del mismo insecto, bien molido (Cruz 1901:29).
Preparación contra las herpes y el paño blanco: Hojas de carao, 1 onza. Azufre, 1
cuarto de onza. Se muele muy bien, y se aplica o restriega por algunos días un poco de
esa pasta sobre las partes enfermas (Cruz 1901:50).
Una vez considerado lo anterior, en nuestro país, el gran marco para la definición de una
propuesta de gestión de un Modelo de Atención Integral en Salud para las Zonas y
Comunidades Étnicas puede encontrar soporte en las políticas generales del estado y en
particular las encaminadas a la reducción de la pobreza expresada en la Estrategia de
Reducción de la Pobreza (ERP).
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A la letra se expresa que para el (ERP, Resumen Ejecutivo; Acápite 26; pp v):
Sin embargo, y en vista del agotamiento del actual modelo de prestación de servicios, tal
postulado no implica que el estado deba seguir proveyendo ni los mismos servicios que
actualmente oferta, ni conservar la forma organizativa en que se dispensan actualmente,
como tampoco que deban preservarse las presentes estrategias de gestión.
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presión para articular intereses y enriquecer los flujos de información.
Asimismo, incrementa la eficiencia de la política económica y el impacto de los
proyectos de desarrollo. Y por último promueve la equidad y la solidaridad
mediante ayudas para superar la exclusión.
Dicho sistema de salud tradicional tiene profundas raíces histórico- culturales, responde a
su idiosincrasia y cosmovisión, muestra manifestaciones “puras”, formas y maneras
productos del sincretismo de las relaciones interculturales de varios siglos y elementos
propios de la cultura general del pueblo hondureño en los cuales es posible incluso
vislumbrar la impronta cultural europea (Taller Regional para Mesoamérica Pueblos
Indígenas y Salud, 1994: 11) y, específicamente a través de las raíces españolas, permite
tirar un puente al mundo árabe y judío de la antigüedad.
Tal sistema de salud tradicional es un sistema complejo que recoge en mayor o menor
medida elementos de etnobotánica, herbolaria, fisioterapia, patrones de comportamiento
dentro de estilos de vida saludable y dentro de ellos incluidos patrones de consumo de
alimentos, patrones de crianza, relaciones amigables con el medio ambiente, patrones de
conducta producto de la educación sanitaria institucional mediados por creencias y mitos
propios de cada pueblo, rasgos de animismo, culto por los antepasados y prácticas
relacionadas con la salud mental (del alma, como por ejemplo el tratamiento de la
enfermedad de gúbida).
Un cuarto referente local son las relaciones laborales, así como aquellas enfocadas en los
métodos tradicionales de la producción agrícola, formas de tenencia y explotación de la
tierra, relación con territorios ancestrales que junto con sus formas tradicionales de
organización social son las bases del arraigo de estos pueblos y en buena medida de su
identidad.
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Un quinto referente llama a la reflexión sobre el hecho de que la concreción de la
democracia se evidencia en las oportunidades locales de desarrollo humano de las
personas así como en la potenciación del ejercicio de sus derechos en la consecución de
una calidad de vida que como persona humana sea razonable. (Melucci, 1999).
…Las mujeres indígenas son valoradas por cada sociedad indígena por sus
conocimientos, habilidades y prácticas que son transmitidas de una generación a
otra…
… no es suficiente para garantizar que su voz sea escuchada, la cual con frecuencia
es acallada arguyendo traición a su etnicidad, pero ellas (Meentzen, A 2001)
…lo que quieren es mantener su etnicidad sin detrimento de su identidad personal,
reclaman que se les reconozca como personas e individuos con dignidad,
inteligencia, aptitudes e intereses propios y, también que se admita su participación
en el desarrollo cultural de sus pueblos… (Sánchez, C. 2003:1)
Como séptimo punto de referencia local es necesario considerar que debido a la crisis del
presente modelo de prestación de servicios de salud existe el riego, como se alerta ya en
otros países (Belenes, 2003), de que la deslegitimación crónica y progresiva del sistema
lleve a los(as) ciudadanos(as) a perder “la fe” en un sistema público de atención en salud.
Todos los elementos mencionados son considerados básicos, reconociendo que, sin duda,
hay otros muchos factores involucrados, pero éstos son los que influyen más
evidentemente en la definición de un modelo de atención para los pueblos indígenas y
negros en nuestro país.
De forma gráfica, sin pretender ser concluyentes o exhaustivos, y recogiendo los actores
y factores básicos presentes en la comunidad, el modelo puede presentarse gráficamente
de la manera siguiente:
Este modelo responde a lo enunciado en el Convenio No. 169 de 1989 de la OIT sobre
Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes, vigente en nuestro país desde
1995. De interés en este contexto son los Artículos 7, 25 y 30 que a continuación se
transcriben:
Artículo 7. […]
2. El mejoramiento de las condiciones de vida y de trabajo y del nivel de salud y
educación de los pueblos interesados, con su participación y cooperación, deberá ser
prioritario en los planes de desarrollo económico global de las regiones donde habitan.
Los proyectos especiales de desarrollo para estas regiones deberán también elaborarse
de modo que promuevan dicho mejoramiento. […]
Artículo 25
1. Los gobiernos deberán velar por que se pongan a disposición de los pueblos
interesados servicios de salud adecuados o proporcionar a dichos pueblos los medios
que les permitan organizar y prestar tales servicios bajo su propia responsabilidad y
control, a fin de que puedan gozar del máximo nivel posible de salud física y mental.
2. Los servicios de salud deberán organizarse, en la medida de lo posible, a nivel
comunitario. Estos servicios deberán planearse y administrarse en cooperación con los
pueblos interesados y tener en cuenta sus condiciones económicas, geográficas, sociales
y culturales, así como sus métodos de prevención, prácticas curativas y medicamentos
tradicionales.
3. El sistema de asistencia sanitaria deberá dar la preferencia a la formación y al empleo
de personal sanitario de la comunidad local y centrarse en los cuidados primarios de
salud, manteniendo al mismo tiempo estrechos vínculos con los demás niveles de
asistencia sanitaria.
4. La prestación de tales servicios de salud deberá coordinarse con las demás medidas
sociales, económicas y culturales que se tomen en el país.
Artículo 30.
1. Los gobiernos deberán adoptar medidas acordes a las tradiciones y culturas de los
pueblos interesados, a fin de darles a conocer sus derechos y obligaciones,
especialmente en lo que atañe al trabajo, a las posibilidades económicas, a las
cuestiones de educación y salud, a los servicios sociales y a los derechos dimanantes del
presente Convenio. […]
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