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Querido Hijo Estas Despedido
Querido Hijo Estas Despedido
Su madre estaba planchando . Tenía berla visto tan seria nunca, y eso que por lo
una montaña de ropa arrugada a un lado y dos general, dos o tres veces al día, ella se ponía
pilas perfectamente ordenadas de prendas ya seria. Más que seria.
planchadas al otro, fruto de su obstinada y Pero en esta ocasión era especial.
aplicada labor. Miguel se detuvo en el quicio. Además de seria seguía triste.
Ella ni le miró . -No puedes despedirme -dijo.
-¿Qué es esto? -¿Ah , no?
Aún llevaba la hoja de papel en la mano. -No.
-Creo que está claro, ¿no? -contestó -Pues bueno, tú mismo. Yo te lo he
su madre. dicho con treinta días de antelación, como
-Aquí dice que estoy... despedido. está mandado. A partir de aquí... ya no es mi
-Ajá. problema. Allá tú .
-Ya -sonrió. Si era un juego, era un juego bastante
La mujer pasó la plancha por encima raro.
de una de sus camisas. Se la había puesto el -No se puede despedir a un hijo -in-
día anterior y le había durado limpia menos sistió, aclarando el concepto anterior.
de veinte minutos. Hubo bronca. -¿Quién dice eso?
-Es una broma, ¿no? -congeló él la -No sé, pero ...
sonrisa en su rostro. -Pues si no sabes de qué hablas, no
-Tú mismo. hables.
-Sí, es una broma -expandió de -Ya, pero es que esto no es como ...
nuevo la sonrisa. como un trabajo. Al tío Elías lo despidie -
Su madre le miró. ron porque en su empresa hicieron reju ...
Fue una mirada breve, brevísima, un regu ...
par de segundos a lo sumo, pero se le eriza- -Regulación de empleo.
ron los pelos del cogote. No recordaba ha- -Eso.
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Pero todas las cosas tienen un límite, y yo ya he -Que yo sepa no firmé ningún con-
dicho basta con el mío. No es una broma. Mí- trato cuando nací.
rame bien: no es una broma -se lo repitió des- -Yo tampoco. Es verbal. Tú llegas y
pacio y recalcando las palabras -. Acabo de yo acepto cuidarte. Tú creces, te responsabili-
despedirte y punto. Dentro de un mes... adiós. zas, y yo te quiero. Como desde que naciste
-Bueno, vale -bajó la cabeza-. Ya lo has incumplido unilateralmente, yo ya no
lo capto. puedo seguir queriéndote igual.
-¿Tú crees? Iba a preguntar qué significaba «unila-
-Es tu forma de reñirme y de... teralmente», pero era lo de menos. Su madre
-No, Miguel. De reñirte ya nada. dejó de nuevo la plancha en el soporte verti-
¿Para qué? Tal y como te digo en la carta, mis cal, escogió una de las pilas de ropa, y salió
derechos han sido vulnerados repetidamente, del cuartito pasando por su lado para dirigirse
mientras que mis deberes han sido cumplidos a la habitación de matrimonio. Se dispuso a
con creces. Los de Amnistía Internacional in- seguirla, para continuar con la discusión.
cluso dirían que he sido torturada con saña. Se encontró con un obstáculo en mitad
Llegados a este punto, las broncas y los ser- del pasillo.
mones no sirven de nada, así que hay que ac- Ella misma.
tuar por la vía directa. Se acabaron los gritos. -Miguel, no me sigas. Punto. No es
Cuando alguien no cumple, se le echa y en negociable, así que ya te estás yendo a tu ha-
paz. Eso es todo. bitación.
-Pero... Estaba enfadada, muy enfadada. Se le
-No voy a discutir más el asunto, ¿de notaba cantidad.
acuerdo? Te repito que si no estás de acuerdo Así que no se pasó.
' Vio cómo ella entraba en la habitación
me envíes a tu abogado. Pero desde luego,
de tro de un mes, el siete de mayo, tú te vas y de matrimonio y él, tras esperar unos segun-
dejas de ser mi hijo. Fin del contrato. dos, dio media vuelta y regresó a la suya.
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Las discusiones
Nada más entrar dejó la carta encima de la
mesa en la que se suponía que estudiaba y se
puso a arreglarlo todo.
No le gustaba el tono empleado por su
madre.
Pero nada, nada, nada.
No iba a despedirle, claro, pero ...
¿Pero qué?
¿Estaba seguro de que no podía ...? Pasó una hora arreglándolo todo, reco-
giendo la ropa s u c i a , ordenando l o s cómics,
los tebeos, los libros, los juegos y lo más ini-
maginable que, de t a n t o e n t a n t o ,
a p a r e c í a por debajo de algún montón de
porquería. Encontró cosas que había perdido
hacía días, semanas, y descubrió alguna otra
que ni sabía que tenía. Luego metió la ropa
sucia en el cubo destinado a tal uso en el baño,
cosa que nunca hacía pese a las repetidas
ó r d e n e s de su madre. Cuando la habitación
estuvo como una patena, salió mucho más
tranquilo.
Su madre ya no planchaba. Ahora co-
cinaba.
Y eso que llegaba con el tiempo justo
del trabajo que tenía por las tardes y sólo por
las tardes, aunque ya hacía mucho que bus-
caba también uno por las mañanas.
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De alguna forma era como s1 ese tiempo le cundiese más que a nadie.
-Ya he ordenado mi habitación -le
dijo Miguel.
-¿Ah, sí?
-Sí.
-Bueno, ya no tenías por qué, pero al menos eso dice algo en favor de tu honesti-
dad, aunque sea tarde. Me ahorraré hacerlo para cuando te vayas y la alquile.
-Oye, que yo no voy a irme -se río.
-¿Vas a ponerlo difícil? -frunció el ceño ella-. Los desalojos por la fuerza siem-
pre son tristes.
-Bueno, ya está bien, ¿no? -pro-
testó.
Volvió a encontrarse con aquella ace- rada mirada. .
-Miguel, te-lo-re-pi-to: A) No es una
broma. B) Vete buscando a dónde ir y no es- peres a última hora. Y C) Ya te he dicho que
no es negociable. No hablamos de un conve- nio sindical. Aquí yo soy la jefa y la que
manda, y tú el empleado. Eso significa que yo decido y tú te vas. Y ya te he dicho antes
que punto.
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Eso quería decir que allí se acababa la discusión.
Por la vía directa.
· La puerta del piso se abrió en ese instante y en un segundo, por el pasillo, apareció
su padre, que llegaba puntual como siempre y con cara de cansado. Fue a decirle hola,
pero como estaba su madre delante no le comentó nada del «despido», sólo le dio un
beso. Su padre, encima, puso el dedo en la habitual llaga de cada día.
-¿Qué ha roto éste hoy? -preguntó.
desanimado.
-Nada, cielo -contestó ella.
-Pues vaya, qué bien.
¡Hala, como si rompiera algo cada día!
Miguel prefirió tener la boca cerrada y esperar.
Esperar, primero, a que ellos dos hablaran y comentaran las vicisitudes de la jor-
nada, siempre escasas s a l v o que él hubiera hecho una de las suyas, y después a que su
padre se sentara en la butaca de la sala, dispuesto a pasar sus quince minutos de relax le-
yendo el periódico antes de preparar la mesa para la cena. Tanto uno como otra habían
desistido ya de que eso lo hiciera él, por más que insistían.
Miguel se escaqueaba siempre de lo
que no le gustaba.
Y como no le gustaba casi nada.
Y menos ayudar en casa...
Por lo menos, su madre no le había dicho
a su padre ni una palabra de la carta, así que...
Sí, desde luego no tenía sentido. Era
una forma de tirarle de las orejas diferente a
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bolsa de mano y una maleta pequeña. No les mas, cuando estés instalado, puedes venir a
prestó atención. No iba a detenerse. Pero en por el resto.
ese momento ella apareció en la puerta de la -¡Mamá, que no voy a irme!
cocina. -No es decisión tuya, sino mía.
-Ah, hola -le dijo como si tal cosa. -Pero...
Su madre sonreía. Hablaba de forma paciente, muy pa-
-¡Mamá! ¿Has visto la hora que es? ciente, pero también muy firme.
-Sí, ¿por qué? -Estás despedido, Miguel , ya te lo
-¡Voy .a llegar tarde a la escuela! dije en su día.
-¿Vas a seguir yendo a la escuela? -¡No es verdad!
Vaya, eso está bien, y dice mucho de ti. Creía -Sí lo es, y lo sabes. Despedido des-
que con lo poco que te gusta, ahora que vas a pués del mes legal de advertencia. Ahora ya
poder, pasarías de ella . está. Se acabó. No diré que haya sido terrible
-¿Cómo que...?.
o excesivamente malo tenerte todos estos
Su madre seguía sonriendo, parecía fe- años, pero tampoco ha sido lo que se dice un
liz, relajada. placer , un lecho de rosas. En fin... tuvimos al-
Entonces recordó ... gunos buenos momentos, que serán los que
Siete de mayo. recordaré. Sea como sea, siempre seremos tus
El día. personas más allegadas y nos visitaremos.
Sólo que ... no podía ser. Mientras hablaba le empujó suave-
No podía ser, claro. Era imposible. Im- mente hacia el recibidor. Miguel ni siquiera
po-si-ble. se dio cuenta, pero de pronto se encontró en
-Mamá ... el rellano de la escalera, con la bolsa y la ma-
-Ahí tienes tus cosas -ella señaló la leta, una en cada mano, y con su madre en
bolsa y la maleta-. Te he puesto lo justo, mitad de la puerta que iba a cerrar.
para que no vayas muy cargado. De todas for- Iba en serio.
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En la acera de enfrente en cambio ha- las vacaciones, su cama, sus juguetes. Ahora
bía sombra. todos sus colegas estarían en la escuela, pa-
Reunió todas sus fuerzas, que eran sándoselo bien. Increíble. Por primera vez en
muy pocas, y cruzó la calzada. Al llegar al su vida pensaba en la escuela como Jo que en
otro lado ya no pudo más. Se sentía como si hu- realidad era: un lugar para pasárselo bien. Ni
biera caminado mil kilómetros, corno si lle- siquiera lo había comprendido hasta ese mo-
vara jugando diez partidos de fútbol seguidos. mento. Había hecho falta aquello para echarla
Así que se sentó en el bordillo, y desde él de menos.
miró el portal de su casa. Pero también estaban las cosas malas.
Seguro que su madre salía en unos se- Y parecían ser un montón.
gundos para llamarle. Un montonazo.
Seguro que ponía fin al castigo, o la ¿Cómo era posible que hubiese hecho
broma, o lo que fuera. tantas barbaridades en tan pocos años de vida?
Seguro que ya le remordía la conciencia. A lo peor había batido un récord Guinness de
Seguro ... esos. Era un monstruo.
Contuvo la respiración. Su madre no -¡Vaya! -suspiró.
parecía tener mucha prisa en bajar a resca- El tiempo transcurría sin más, vacío,
tarle de la pesadilla. Entraron y salieron me- estéril.
dia docena de vecinos, pero no la que más de- Tic-tac-tic-tac.
seaba ver. ¿Qué podía hacer?
Y así, sin darse cuenta, pasó su primera Finalmente, sí apareció ella.
hora de soledad. Su madre.
A él le pareció una semana. Se le paró el corazón en seco. Casi es-
Tuvo tiempo de recordar muchas cosas, tuvo a punto de llamarla.
buenas y malas. Las Nochebuenas, los días de Pero su madre no pareció querer bus-
Navidad, sus cumpleaños, los días de Reyes, carle, al contrario.
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Iba sonriente, muy guapa, muy arregla- -Oooh ... -tuvo ganas de echarse a
da, como hacía mucho que no la veía arre- llorar.
glarse, y lejos de mirar en su dirección lo que Debía de ser ya última hora de clase.
hizo fue echar a andar calle arriba. Vio a muchos chicos y chicas, de su edad, o
Con un semblante radiante. más pequeños, o más mayores, con sus ma-
Miguel se quedó boquiabierto. dres. Iban hablando, riendo, o con caras se-
Mudo. rias, pero agarrados de su mano. Madres e hi-
¡Se iba a un gimnasio, como le había jos, como debía ser. ¿Les despedirían también
dicho! a ellos algún día? ¿A dónde iban los «despe-
¡Menuda cara! didos»? A lo mejor tenían abuelos y abuelas ,
Su madre desapareció por la primera tías y tíos. Lo malo es que sus abuelos vivían
esquina y ya no regresó. Por lo menos en los fuera y...
minutos siguientes, y después ... -¡Jo!
¿Una hora? ¿Dos? Por fin hizo acopio de valor, y también
Miguel tenía el cerebro embotado, las de fuerzas.
piernas paralizadas. Por delante suyo se ex- Había tenido una idea.
tendía una negrura sin fin. Una negrura terri-
ble, anímica, tenebrosa.
No sabía qué hacer.
Y ni siquiera había desayunado. Tenía
hambre.
Lo malo era que no llevaba nada en-
cima, ni un mal euro.
¿Cuándo a uno le despedían no le da-
ban una indemnización?
Cuando volviera su madre le pediría ...
En el parque
la izquierda. Desde lejos ya escuchó los gritos En otras circunstancias habría echado a
desenfadados de los que corrían por allí libre- correr para sumarse a los juegos de los chicos
mente. El corazón le latió un poco más rápido. y chicas, pero en aquellas ... No tenía ganas.
¿Qué iba a decirles? Esperó.
Salió a la gran zona abierta y despejada Hasta que le vieron los más a1legados.
y contempló el panorama. Dos docenas de Sus. amigos del parque, ya que no iban a la
madres con sus bebés o niños pequeños muy misma escuela.
cerca de su amparo parloteaban de sus cosas -¡Miguel!
-sus cosas siempre estaban referidas a sus -¡Eh!
bebés o niños pequeños, porque cada cual -¡Ven!
pensaba que el suyo era el más guapo y el No se movió. Eso hizo que Isaías, Ale-
que tenía mejor aspecto, mientras que el de la jandro y Mar se acercaran a él, extrañados
otra era feo o estaba escuchimizado-. Dos tanto por su inmovilidad como por el equi-
docenas de ancianos y ancianas tomaban el paje que llevaba.
sol observando los juegos de los niños y las -¿Qué te pasa? -le preguntó Isaías.
niñas, con sus ojos cargados de nostalgia, mi- -¿Te vas de viaje? -se interesó Mar.
tad envidiosamente dulces por el recuerdo de -¿Te duele el estómago? -frunció el
su niñez, mitad molestos por el ruido que ar- ceño Alejandro al verle la cara de funeral.
maban y que les impedía mecerse en el silen- ¿Cómo explicárselo?
cio. Dos docenas de chicos y chicas corrían Lo intentó.
por todas partes persiguiéndose, p u g n a n d o -Mis padres me han echado de casa.
por los escasos columpios, peleándose, profi- Los tres se quedaron boquiabiertos.
riendo alaridos y sembrando el pánico entre -¡No!
las madres y los ancianos. -Sí -insistió Miguel-. Me han des-
O sea, lo de cada día. pedido.
Miguel' dejó caer la bolsa y la maleta. -¿Que te han despedido?
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-Sí.
-No pueden -dijo terminante Mar.
-Pues lo han hecho -certificó él.
-¡Anda ya!
-¡Te estás quedando con nosotros!
No le creían, claro.
Se encogió de hombros y bajó la cabeza.
Sólo su orgullo le impidió echarse a llorar.
Mar, por aquello de ser una chica, fue
la primera en darse cuenta.
Era muy dulce y muy sensible.
-¿Es... de veras?
-Sí -musitó él.
Isaías y Alejandro abrieron los ojos y
la boca.
-¿En serio?
-¿Por qué?
-Dicen que ya se han cansado de mis
trastadas, y que están en su derecho. Que es
un despido legal.
-No puede ser legal -consideró su
amigo Isaías.
-Es lo que les dije yo, pero ya ves.
-¿Y ya no has de obedecer, ni hacer
lo que te digan, ni ir a la escuela, ni...? -se
animó Alejandro.
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¿Cómo decirles que ahora eso era lo de despedidos de las suyas por sus madres. Por
menos? eso había tantos.
-¡Qué pasada! Nunca había pensado en ellos hasta ese
-¡Tope!, ¿no? instante .
-No seáis burros - protestó Mi- -¿Lleváis dinero encima?
guel-. ¿A dónde voy a ir? Se miraron los tres entre sí.
-Mi madre está embarazada, y como -No, ¿por qué?
es niño, van a necesitar la habitación que está -Tengo hambre.
libre -dijo Mar -. Si no fuera así, podrías -Jo, tío, ¡qué mal lo tienes! -mani-
venirte a mi casa una temporada, hasta que festó Isaías.
encontraras algo. -Yo vivo aquí enfrente. Puedo ir a por
Era una chica estupenda. un bocadil1o, ¿quieres? -se ofreció Mar.
-Gracias -suspiró Miguel. A Miguel se le hizo la boca agua.
-Puedes vivir aquí, en el parque -ma- -Gracias -asintió con la cabeza.
nifestó Isaías con total entusiasmo. -¡Vuelvo enseguida!
-O en los edificios abandonados de Mar echó a correr y los dejó. Miguel se
ahí atrás -propuso Alejandro. enfrentó a las miradas expectantes de sus dos
-Está lleno de ratas -se estremeció camaradas de juegos en el parque.
Mar-, y hay muchos hombres que no tienen -Oye -dijo Isaías-, ¿seguro que no
vivienda. es una inocentada, como ésas de la tele?
-Pues por eso, como Miguel no tiene -No -aseguró Miguel.
casa ... Alejandro miró alrededor, por si veía
Un «sin casa». Acabaría siendo un «sin algo susceptible de esconder una cámara.
casa». Se haría viejo durmiendo en la calle y -Esto es muy raro -exclamó tras
cargando bolsas de plástico. A lo peor todos comprobar que por allí no había nada sospe-
los «sin casa» del mundo primero habían sido choso .
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trato establecido. Echar significa algo peor y -¿Por qué nadie nos advierte de eso?
más duro. Si te han despedido siempre pue- -¿Creíste a tus padres cuando te anun-
des ser readmitido, o en el peor de los casos ciaron el despido?
encontrar una nueva familia. -No.
-Yo no quiero una nueva familia -dijo -Pues ya ves. Los hijos siempre se
rápido Miguel -. Quiero a mis padres. creen que no va a pasar nada, que son inmu-
-Tenías que haberlo pensado antes, nes, que tienen todas las de ganar, que los pa-
¿no crees? dres están para trabajar, proporcionar comida
-¿Usted también me va a dar la vara? y aguantar lo que les echen. Y no es así. No
-No, hombre, no. Me limitaba a char- eres el primero que se encuentra en la calle, y
lar contigo. boquiabierto.
- No ha respondido a mi pregunta. -¿Usted conoció a algún niño despe-
-¿Cuál? dido cuando era... más joven?
-¿Cuando era usted niño también se -A mí me despidieron.
despedía a los hijos? - ¿Ah , sí?¿Y qué hizo?
-Era más difícil, una cláusula quera- -Les pedí perdón, hablé con ellos, y
ramente se tenía en consideración, o se apli- me dieron otra oportunidad.
caba en muy escasas ocasiones, pero sí, desde -A mí no me la han dado.
luego que sí. -Debes haber hecho cosas muy gordas.
-¿O sea que ... va en serio? -¿Yo? Para nada. Qué va.
-¿Crees que lo que te pasa es una - No creo que te hayan despedido
broma? por haber sido un ángel.
No tuvo que responder. De broma nada. - Tengo amigos que se portan peor.
Cada vez iba más en serio y estaba más asus- -Pero no todos los padres son iguales.
tado, si es que aún podía albergar más miedo e - Mi amigo Federico vendió sus
incertidumbre en su corazón. zapa- tillas nuevas, que valían una pasta
gansa, y
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les dijo a sus padres que se las habían robado. -Inténtalo. Despedido o no, en el
Y mi amigo Estanis le robó una pluma a una fondo siempre serán tus padres. Pídeles una
niña llamada Esther y luego dijo que había demora, una prórroga, algo que te permita ga-
sido otro chico llamado Ramón.A mí eso me nar tiempo,demostrarles que has cambiado.
parece peor. -Usted no conoce a mi madre.
- Ya te he dicho que cada padre y -Conocí a la mía -sonrió por pri-
cada madre tiene un rasero distinto para mera vez , y le enseñó una dentadura sin duda
medir las cosas. Pero de lo que de verdad se postiza con uno. doble fila de blancos dientes
trata es de ti . No puedes ir por ahí tensando por arriba y por abajo-. Aquello sí era un
la cuerda para ver hasta dónde te permiten sargento. ¡Catorce hijos tuvo!
llegar, qué hacer y qué no hacer. En todo Miguel se estremeció. Él no tenía a na-
hay un equilibrio.Tú no pareces tonto. Sabes die . Tal vez si tuviera un hermano o una her-
lo que está bien y lo que está mal. Una mana ...
cosa es ser un niño y meter la pata, y otra Pero si su madre ya había acabado loca
muy distinta es hacer lo que te da la gana con él solo...
pasando de todo. No tenía nada mejor que hacer.
¿Y el respeto? Lo único que has hecho es de- Su última oportunidad.
mostrar que no querías demasiado a tus Y si no le readmitían, siempre podía
padres. dormir bajo el hueco de la escalera.
-¡Pero si les quería! -se dio cuenta Por lo menos esa noche.
de que ya hablaba en pasado y rectificó de in- -Voy a volver -asintió con la cabeza.
mediato-. Bueno, ¡les quiero! -Bien hecho.
- ¿Cómo te llamas? -¿Estará usted aquí mañana?
-Miguel. -Yo siempre estoy por aquí a esta
- Entonces ve y díselo, Miguel. hora, antes de comer. Vivo aquí cerca, con mi
Intén- talo de nuevo. hija y su marido.
- No me harán caso.
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una especie de mancha sobre el bordillo. El -No puede haberme olvidado así, tan
tráfico iba y venía por la calzada, entre las deprisa -musitó desfallecido.
dos aceras, levantando remolinos de polvo, Pero si no era así... lo parecía.
agitando el aire inquieto a su paso. Miguel es- La mujer entró en la casa.
taba como absorto. Antes de que él pudiera llamarla.
Tan absorto que la súbita y esperada -¡Mamá!
aparición de su madre le pilló por sorpresa. Fue una reacción tardía.
Allí estaba. Acababa de doblar la es- No le dio tiempo a ponerse en pie y
quina con la misma sonrisa que cuando la viera echar a correr tras ella. La sorpresa había sido
salir, y tan guapa y radiante como entonces, o demasiado fuerte. Volvía a estar solo, con la
duda de si subir escaleras arriba y llorar o que-
más, porque ahora lucía un nuevo peinado, es-
darse tal cual, tan perdido como lo había es-
taba un poco más morena de piel, como si hu-
tado desde su expulsión hogareña.
biese tomado una sesión de rayos uva, y desde Pronto pasaría la tarde entera y
luego tan relajada como si de remate se acabase oscurecería.
de pasar una hora en una sauna. -¡Ay, ay, ay! -se alarmó más y más
La vio caminar muy decidida hacia el asustado.
portal, sin mirar a derecha o izquierda. O sea, ¿Cuánto Je echarían si le detenían por
sin buscarle por si aún estaba por allí, como robar un pedazo de pan?
así era. No daba la impresión de echarle de Oyó una voz a su espalda. Ni se giró.
menos. Era la señora Francisca, una de sus vecinas
Ya no estaba triste como un mes antes. más pesadas.
Seguía pareciendo la persona más feliz del -¡Señora Armanda, señora Arman-
mundo. da, seño...!
Y libre. La voz de otra de sus más inclementes
Miguel se quedó tan echo polvo que ni vecinas se unió a la de la primera.
reaccionó.
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-¿Qué sucede, señora Francisca? La
veo muy contenta.
-¿Es que no lo sabe? Han despedido a
ese niño, ¡Miguel!
-¡No me diga!
-Sí,sí,por fin
-Oh, qué alivio
-Y que lo diga, ¡todavía no puedo
creérmelo!
-¡Qué paz! Cuando se lo diga a mi
Casimiro.
-Yo es que no me lo puedo creer.
-Pero ... ¿Despedido, despedido?
-Del todo.
-Se acabó eso de bajar las escaleras
saltando los peldaños de seis en seis, como si
fuera un regimiento de caballería al asalto.
-Y la música a todo volumen con la
ventana abierta.
-Y los gritos de su madre riñéndole.
-Y ese miedo de encontrártelo en
cualquier momento corriendo como un loco.
-Porque mire que era malo, ¿eh?
-Y que lo diga, ¡malísimo!
Miguel tenía un nudo en la garganta.
Tampoco había para tanto.
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Menudo par. sión, recogió la bolsa y la maleta y cruzó Ja
Aunque desde luego... todos le tenían calle a la carrera. Menos mal que no pasaba
manía, eso sí. ningún vehículo en ese momento, porque se
Muchísima manía. lo habría llevado por delante. Su padre iba a
Los mayores eran muy plastas. entrar en el portal.
-En fin, señora Armanda, la veo -¡Papá!
luego. Se arrojó en sus brazos temblando,
-Que pase un buen día, adiós señora después de dejar caer su equipaje al suelo. El
Francisca. hombre le dio un beso en la frente.
-¡Usted dirá! Aquello era esperanzador.
Se alejaron sin verl e, sin saber que es- Sus palabras no.
taba tan cerca, allí, sentado en el bordillo y de -Vaya, Miguel, ¿todavía por aquí?
espaldas a ellas. -Pero papá..., ¿qué dices?
¿El barrio entero iba a hacer una fiesta -No sé. Es que no esperaba verte.
o qué? -Caramba, papá, que mamá me ha
Locos . Todos locos. echado esta mañana, no hace un mes.
Pero él... despedido. -Despedido.
Y en la calle. -¿Qué?
Pasó otro largo rato. Su madre no salió, -Mamá te ha despedido, no te ha
ni para ir al cine ni para ir a su trabajo de por echado. Es muy distinto.
las tardes. Eso le extrañó. Pero más extrañeza -¡Da igual! -gritó furioso-. ¿Qué
Je causó, de repente, ver aparecer a su padre. está pasando, por favor?
Era una hora insólitamente temprana -Venga, hijo -suavizó su padre casi
para que él estuviese allí. alegremente-. Esas cosas pasan y no se
En esta ocasión no le pilló la sorpresa acaba el mundo. En la vida todos aprende-
de improviso. Saltó con los músculos en ten- mos, evolucionamos, crecemos ...
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Su madre era implacable, pero su padre importara nada lo que hacías o que los demás
parecía no oír. tuviéramos que ir todo el día detrás de ti. Y
-Llevo todo el día aquí -suspiró no será por falta de oportunidades.
buscando la ternura del cabeza de familia. Le miró horrorizado, una vez más.
-¿Has encontrado vivienda o trabajo -Bueno, debo irme -continuó su pa-
en esta misma calle? dre-. Ahora que mamá y yo estamos solos,
Su padre le miraba sonriendo, pero sin queremos empezar a divertirnos, ver lo que
el menor ánimo de... nos gusta por la tele, disfrutar del silencio,
-Papá, ¿qué dices? ¿Trabajo? leer en paz, charlar un rato sin que nadie nos
-Hombre, de algo vas a tener que vi- interrumpa ... En fin, lo que no podíamos ha-
vir. No me digas que estás igual. cer antes. ¡Ánimo, ex-hijo!
-¡Claro que estoy igual! Le dio una palmadita en el hombro y
-Pues no será porque no hayas tenido se dispuso a entrar en el portal, poniendo fin
tiempo de hacer algo. a la conversación.
-¡Papá! -protestó inútilmente. Miguel se quedó inmóvil, como una
-Miguel, si todo el mundo al que se estatua.
le despide hiciera lo mismo ... ¡Menudo fo- -¡Ven a vernos de vez en cuando!,
llón! Has de aceptar las cosas. ¿eh? -levantó una mano amistosa el hombre.
-¡No es justo! Entró en el portal.
-No lo será para ti, pero para ella sí. Miguel volvió a sentarse en el bordillo.
Ya te dije que estaba muy enfadada, furiosa, y Solo.
que yo prefería ser neutral y mantenerme al ¡Pero qué cosas pasaban en la vida en
margen, aunque... creo que tiene razón. cuanto uno se descuidaba!
-¡Me portaré bien!
-No se trata de portarse bien. Se trata
de que te has pasado mucho, como si no te
La policía
(bueno, la urbana)
-¿Qué te pasa, chico? -le preguntó -Hombre, haber empezado por ahí
el otro. -asintió el flaco.
-Mis padres me han echado de casa. -¿Por qué? -preguntó Miguel.
¿Echado? -inquirió el gordo. -Porque un despido es un despido, y
¿Qué has hecho? -quiso averiguar si es en toda regla ... -consideró el gordo.
el flaco. -Claro. La ley es la ley -convino el
-¿Yo? Nada . flaco.
-Vamos, hombre. Si no hubieras he- Ellos eran la ley, así que tenían que sa-
cho nada, no te habrían largado, ¿no crees? berlo. Miguel se sintió irremisiblemente per-
-sonrió melifluo el gordo. dido.
-¿Te crees que nos chupamos el dedo -¿Así que realmente los padres pue-
o qué? -le apoyó el flaco. den despedir a sus hijos? -se hundió tras
-Quiero volver -insistió él pasando formular por enésima vez aquella cuestión.
de los comentarios nada prometedores. -¡Y tanto! -movió la cabeza con
-Pues vuelve -se encogió de hom- energía el gordo -. Yo ya he despedido a una
bros el gordo. hija y a un hijo.
-¿Te han echado, echado? -soslayó -Yo estoy pensando seriamente ha-
el flaco. cerlo con el segundo -le secundó el flaco.
-Bueno, en realidad me han despe- - Mi vecino ha despedido a tres -
dido - aclaró él. ase- guró terminante el gordo.
Seguía creyendo que no había diferen- -¿Te han dado el mes preceptivo de
cia alguna. aviso? Porque si no ha sido así... -tanteó el
Pero por lo visto sí la había. Ya se lo flaco.
dijo el anciano del parque. Miguel se quedó mudo.
-Ah, eso es otra cosa -reconoció el -¿Te lo han dado o no?
gordo. -Sí -reconoció.
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Le tendió la carta, bueno, la instancia, «Yo, Miguel Fernández Martínez, menor de edad,
perfectamente doblada en tres partes e intro- ex-residente en la calle de la Pa z nº 9 de esta
ciudad y actualmente sin destino fijo
ducida en el sobre con el membrete del señor
José, el abogado. A su madre no le impre- MANIFIESTO
sionó en absoluto.
Que habiendo sido expulsado mediante despido pre-
-Así que, después de todo, has ido a ceptivo y legal del hogar paterno por mi madre, Doña
un abogado, ¿eh? María de la Esperanza Martínez García, debido a mi
-No es lo que piensas -dijo rápido mal comportamiento, falta de cuidado, escasa lim -
pieza , nula atención a los valores hogareños y des-
él-. No quiero problemas. precio total del sentido de la convivencia en familia
-Ah, bueno.
La- madre liberada -se le notaba que EXPONGO
lo estaba porque aún parecía recién salida de Que habiendo meditado seriamente 'las razanes del des-
un salón de belleza, radiante y espléndida- pido interpuesto por mi madre, y hallándolas del
todo pertinentes por mi mal comportamiento ante-
abrió el sobre, extrajo la instancia de su inte- rior, mi negativa cooperación familiar, y mi poco res-
rior y la leyó una primera vez, así por en- peto por los bienes y la vida en el seno del hogar pa-
cima. terno, tengo intención de enmendarme, portarme
como Dios manda, ser uno más en la familia, no en-
Parpadeó. suciar ni tirar las cosas ni creerme el Rey de Roma
Le miró fijamente. ni pasarme un pelo por mi condición de niño, ni pen-
Dejó transcurrir unos segundos. sar que tengo licencia para hacer lo que me dé la
gana, por lo cual
La leyó por segunda vez, en voz alta:
SUPLICO
Ser readmitido como hijo, humildemente, para una
segunda oportunidad que espero merecer de su recto
proceder y atenta consideración y mejor corazón.