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En la contratación internacional también han surgidos nuevos sujetos, como son los
Estados y las multinacionales; han ido cambiando los productos susceptibles de
transacción aumentando en importancia los grandes proyectos industriales, los
intercambios de software, licencias know-how,…
Para que un contrato llegue a perfeccionarse es preciso que las partes negocien y
determinen sus objetivos. La negociación contractual, normalmente, comprenderá una
serie de etapas, que terminará con la conjunción entre la oferta y la aceptación. Así, en
la formación de un contrato se pueden distinguir una primera fase de “tratos
preliminares”, o “fase preparatoria” conformada por el conjunto de antecedentes
que servirán para crear los derechos y obligaciones del contrato; la segunda fase, de
formación del contrato, donde coinciden la voluntad de las partes, perfeccionándose
por el encuentro de la oferta y su aceptación; en la tercera fase se ejecutarán y
desarrollarán los derechos y obligaciones del contrato previamente perfeccionado.
d) Si existe desigualdad entre las partes, hay que tener en cuenta que la
propuesta suele estar redactada rígidamente para ser sometida a negociación,
por lo que la parte más débil no tiene porqué aceptar íntegramente la
propuesta presentada por la parte más fuerte; de hecho, una total aceptación
creará desconfianza respecto a la seriedad del compromiso. Se tiene intentar
llegar a una solución óptima de acercamiento entre las partes, en función
de la relación de fuerza existente entre las mismas.
Se tiene que prestar un gran cuidado a la redacción del contrato a fin de evitar
posterior equívocos y problemas, de forma que:
Es aconsejable que el texto redactado en idioma distinto al propio sea revisado por un
experto asesor jurídico en contratación internacional, ya que el idioma constituye un
riesgo al incluir conceptos técnico - jurídicos cuyo significado puede ser distinto a los
contenidos jurídicos nacionales.
El arbitraje como vía de solución de conflictos será tratado en un tema posterior, por
lo que nos centraremos en el estudio de la solución de controversias ante los
Tribunales en Comercio Internacional y el reconocimiento y ejecución de sentencias.
Tanto el Reglamento 44/2002 como la Ley Orgánica del Poder Judicial (LOPJ) parten
de una organización de la competencia judicial internacional estructurada,
asignándose jerárquicamente la competencias judiciales internacional entre los
diferentes Estados miembros.
Si bien, con carácter general son competentes los tribunales del domicilio del
demandado, el demandante tiene la posibilidad de interponer la demanda ante unos
tribunales distintos si está interesado.
Merecen especial mención los foros particulares por razón de la materia que se dan
en el ámbito de contratos de seguros, de ciertos contratos concluidos por
consumidores y del contrato individual de trabajo. Estos foros tienen naturaleza
imperativa porque se quiere proteger a la parte más débil del contrato, la que se
encuentra en una manifiesta situación de inferioridad (consumidor, trabajador).
Foro facultativo
Cada vez más frecuentemente las decisiones que resuelven conflictos despliegan sus
efectos en varios países, siendo necesario que cuenten con efectividad internacional,
que sean válidas y vinculantes en distintos ordenamientos. Así, el artículo 24 de la
Constitución Española recoge como Derecho fundamental de todas las personas el
derecho a la tutela judicial efectiva, que comprende el juzgar y hacer ejecutar lo
juzgado. En consecuencia, para que el referido Derecho fundamental sea no sólo
efectivo, sino también real, es necesario que el ordenamiento jurídico asegure una
ejecución eficaz y verdadera de las resoluciones judiciales nacionales e
internacionales.
Las sentencias firmes dictadas en países extranjeros tendrán en España la fuerza que
establezcan los tratados respectivos. En el supuesto de que no hubiera tratados
especiales con el Estado en el que se hubiera dictado la sentencia, ésta tendrá la
misma fuerza que en ella se diere a las sentencias dictadas en España (principio de
reciprocidad). Si no nos encontráramos en ninguno de los casos anteriores, las
ejecutorias tendrán fuerza en España solamente si reúnen las circunstancias
siguientes:
a) Que la ejecutoria haya sido dictada a consecuencia del ejercicio de una acción
personal.
d) Que reúna los requisitos necesarios en la nación en que haya sido dictada para
ser considerada como auténtica, y los que las leyes españolas requieran para
que haga fe en España, sin perjuicio de lo que en su día disponga la Ley sobre
la cooperación jurídica internacional en materia civil, en cumplimiento del
mandato establecido en la Disposición Final Vigésima de la vigente Ley de
Enjuiciamiento Civil, esto es, la necesidad de aportar un poder general para
pleitos con designación de Procurador y Abogado y apostilla internacional,
según la Convención de La Haya de 1961. Los documentos adjuntos a la
solicitud y ejecución tendrán que ir acompañados de la correspondiente
traducción jurada.
En relación con estos últimos, y a efectos procesales, se consideran tales los que, en
virtud de tratados o convenios internacionales o de leyes especiales, hayan de
atribuírseles la fuerza probatoria prevista en el artículo 319 de la Ley de Enjuiciamiento
Civil española vigente. Cuando no sea aplicable ningún convenio o tratado
internacional o ley especial, se consideran documentos públicos los que reúnan los
siguientes requisitos:
f) La resolución que decidiere sobre el recurso sólo podrá ser objeto de recurso
de casación ante el Tribunal Supremo de España. Los tribunales que conocen
de los recursos sólo podrán desestimar o revocar el otorgamiento de la
ejecución sobre la base de los motivos previstos en los artículos 34 y 35 del
Reglamento, sin que la resolución del Estado miembro de origen pueda ser
objeto de una revisión en cuanto al fondo.