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CUANDO LA INFORMALIDAD ES LA NORMALIDAD

Por: Ricardo Yturbe López(*)

Este contexto de pandemia ha desnudado muchas realidades, entre ellas la precariedad


de atención del estado a los pequeños emprendedores del país. Durante los periodos de
encierro a los que sentenció Vizcarra al país, se llegó hasta criminalizarlos, mientras que
él no hacía nada por gestionar recurso humano e infraestructura para atender a los
pacientes de Covid 19, ni vacunas de calidad.

Con un contenido segregador y hasta racista se les reprimía a la fuerza laboral y


económica que representa el 75% de la fuerza laboral del Perú. sólo basta recordar las
imágenes de la avenida Grau, en dónde los famosos “mañaneros” suelen ganarse la vida,
a tempranas horas del país, se les mandó hasta los caballos. Las pérdidas han sido
grandes, ni el FAE Mype ha sido suficiente para atenderlos.

Cuando hablamos de “informales”, cuya fuerza laboral es la mayoría en el país, estamos


hablando de los “normales” que no tienen el apoyo del estado, para entrar al circuito de la
formalidad. “El informal” no lo es por mera generación espontánea, ni por qué le vino en
gana serlo, existe una predisposición hacia el estado. Primero, lo percibe como un intruso,
el cual llega a quitarle parte de sus ganancias, o le señala como debe conducir su negocio
que tanto esfuerzo le costó levantar. Segundo, bajo la experiencia de sus homólogos que
han pasado por el proceso de “formalización”, sólo han podido observar una molestía por
parte de éste que tuvo que pasar por esas horcas caudinas (colas, papeleos, barreras
burocráticas, maltratos, más colas...). Y Tercero, una vez “formalizados”, cambió algo?
Pues NO! Por qué sigue teniendo un estado alejado de sus principales necesidades
(Infraestructura vial, Seguridad Ciudadana, Promoción de créditos con intereses bajos,
más burocracia para sostener ese estatus de “formal”, etc.). Y lo que es peor, al formar
parte de ese selecto club de negocios reconocidos y reconocibles por la ley, tienes
encima a la Sunat, Ministerio del Trabajo y Promoción del Empleo (vía Sunafil), La
Municipalidad, Defensa Civil, etc, que se les prende sin piedad, y está esperando el
mínimo error para sancionarla. Cuarto, la barrera también se levanta por la cultura del
“free rider” o “polizonte”, el cual consiste en que pase lo que pase, existirán algunos
servicios públicos, al margen de que si se reconduzcan al camino de la “formalidad”. Por
ejemplo, ¿acaso se apaga el foco de un poste, por qué algún vecino de la cuadra deja
pagar su recibo? Pues NO!

Acaso, dejan de mandar al sereno o al policía (al margen de la calidad del servicio), a
realizar la ronda, por qué algún vecino dejo de pagar sus arbitrios? pues NO! Ergo, lo que
no existen son incentivos, desde las políticas públicas, para que el pequeño o micro
empresario acceda a esa mentada “formalidad”, mientras que el ingreso sea percibido
como un circuito lleno de trampas y animales feroces. Y una vez arreglado a ley,
signifique un “dormir con el enemigo”, no podrá cumplir con el principio de colaboración o
solidaridad con el estado, el cual consiste en el que, mediante el cumplimiento de las
obligaciones administrativas y tributarias, se aporta a la formalización del empleo. Un
reciente informe de la Sunat y el Instituto Nacional de Estadística e Informática, señala
que existe casi un 40% de informalidad laboral, el cual se encuentra desamparado de la
defensa de sus derechos laborales.
Por ello, es imperativo contar con un estado más ágil, dónde hacer realidad el sueño del
negocio “formal” sea algo sencillo, que se consiga en pocos días, con una ventanilla única
donde se centralice las solicitudes de inscripción en Registros Públicos, licencias
municipales, Defensa Civil, e inscripción del negocio como MyPE, de manera presencial o
virtual. Es decir, un estado menos antipático.

La política está llamada a renovar sus canales y códigos de comunicación con la


sociedad, pues es ella la que lleva sus aciertos o vicios a la gestión pública. Por ello,
resulta necesario un nuevo pacto y acuerdo con la micro, pequeña y mediana empresa,
en la que se le trate de manera más humanizada y colocándose en los zapatos de ellos, y
no me refiero sólo a brindarles capacitaciones, desde los partidos políticos (que es
sumamente valioso), sino por cambiar actitudes, como dejar de llamarlos “informales”,
pues no hay nada más antipático que te recuerden todos los días, y en todo momento que
estás en falta, cuando la culpa no es sólo de un lado, sino de todos.

(*) Abogado por la Pontificia Universidad Católica del Perú, especialista en derecho
laboral, gestión pública (PUCP – George Washington – CAF) y comunicación digital.
Político (Secretario Nacional de Agrupaciones Profesionales del Partido Aprista Peruano).

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