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SESIÓN 8: Dinámicas espaciales y temporales del conflicto armado y el

posconflicto en Colombia

Christian Hurtado
cchurtados@unal.edu.co
Vázquez, Teófilo, y Andrés Vargas. 2011. “Territorialidades y conflicto: hacia un
marco interpretativo de las trayectorias subregionales”. En Una vieja guerra en
un nuevo contexto. Conflicto y territorio en el sur de Colombia, editado por
Teófilo Vázquez, Andrés Vargas, y Jorge Restrepo, 343–66. Bogotá: Javeriana,
Editorial Pontificia Universidad.

La geografía del conflicto es diferenciada y heterogénea. Ante ello los autores


proponen un marco interpretativo atendiendo a dos ejes de análisis: a) las
condiciones subregionales determinan la dinámica del conflicto, la relación entre
actores de conflicto y su relación con otras subregiones; b) identificar trayectorias de
configuración del conflicto determinando factores que inciden en los procesos de
generación de violencia y configuración del conflicto.

Se adopta como clave analítica la distinción/relación centro periferia: esta permite un


acento subnacional que permite recuperar la diversidad y heterogeneidad. Desde
esta clave se ve a Colombia como un caso de incapacidad del centro de integrar
territorios o como la integración de territorios generando articulaciones asimétricas,
opción por la que se decantan los autores. Se proponen como variables de análisis
las dinámicas de poblamiento, procesos de sedimentación social, cohesión social y
presencia diferenciada del Estado como conjunto de condiciones subregionales.

En el nivel político, se resalta la presencia diferenciada del Estado que conlleva la


limitación para que este ejerza su función territorial. Dicha limitación se expresa en
ausencia o tergiversación; por tergiversación se entiende el ejercicio de funciones
estatales impregnadas por lógicas y garantías bélicas o por actores del conflicto
armado. Visto desde la perspectiva de la incidencia de esta limitada función territorial
vs conflicto armado, los autores indican que la emergencia de actores armados
puede obedecer a resistencias al Estado para que este determine los procesos de
nacionalización y centralización.

La nacionalización, en tanto pacificación del pueblo por la nación es una condición


que no se da en el país. Ello por cuanto persiste la voluntad de disputar o resistir por
las armas. La función integradora del Estado se percibe como excluyente en la
periferia. En esos vectores, las guerrillas emergen como respuesta a la exclusión
política y regional; los paramilitares por su parte reaccionan al centralismo político y
la amenaza guerrillera a poderes locales. Esto remite a la intermediación de los
actores armados entre periferias y centro, lo cual permite la tergiversación de la
función estatal, hecho acentuado con los actores paramilitares.

Territorialmente las guerrillas se vinculan a periferias excluidas territorial y


políticamente, allí donde la ciudadanía asume una ciudadanía virtual. La
intermediación guerrillera favorece la integración adaptada a las particularidades
derivadas del conflicto. Por su parte, los paramilitares se vinculan a territorios
intermedios; su acción se asocia a autonomía antes que integración y su
intermediación es descentralizadora: el Estado mantiene el control, pero la decisión
es de orden local-regional.

El Estado puede eludir parcialmente estas mediaciones mediante el clientelismo,


ganando un control indirecto. Mediante este mecanismo se desarrolla el proceso de
sedimentación social. Se trata de una consolidación de poder local relativamente
asociado al Estado central. Este proceso permite una jerarquización social, paulatina
articulación y acaparamiento de oportunidades lo cual restringe las condiciones de
movilidad social y política. Así, mediante la sedimentación depende la autonomía del
Estado ante redes locales que podían generarle dependencia. Pero también
conllevan fragmentación, pues ese proceso implicar elegir determinados actores
excluyendo otros. Esto fraccionaría las elites locales y genera desconfianza de los
subalternos por dicho apoyo a determinadas elites.

Una segunda forma de eludir el cerramiento local – regional y la intermediación lo


representa la movilización social. En estos escenarios los actores armados no
siempre serán excluidos de la intermediación: a) la movilización emerge en
intersticios u oportunidades asociadas a disputas de grupos armados que limitan su
capacidad de coerción; b) la movilización emerge en medio de alianzas funcionales
con los grupos armados.

A nivel económico se ratifica la asimetría de la inserción territorial. Esta se asocia a la


diferencia y grado de integración de economías locales con economías de escala
nacional o internacional. Los mecanismos de inserción territorial asociadas al
conflicto pueden ser: a) vías e infraestructura derivada de la necesidad de articular
zonas menos marginales vulnerables a la expansión del conflicto; b) intermediación
de actores armados. En este caso los paramilitares tienden a integrar y liberar zonas,
las guerrillas a obstaculizar la exacción de excedentes o generan límites que
desestimulan. Caso particular es la relación FARC – cocaína; c) integración asociada
a conflictos locales – regionales que se pueden integrar a la dinámica y desarrollo del
conflicto.

Especial atención merece el problema del cultivo de uso ilícito. Al respecto los
autores indican que en tanto actividad económica implican regulación, aspecto que
puede ser cubierto por los actores armados, en particular, por las FARC que han
estado más vinculadas al mismo.

Vista desde la cohesión social y dinámicas de poblamiento, se propone que las


zonas de poblamiento antiguo son menos susceptibles al control armado. Esto
implica mayores niveles de violencia hacia la sociedad civil. Por su parte, las zonas
de reciente colonización se pueblan de habitantes expulsados de las zonas andinas,
es decir, territorios integrados. La integración de estas zonas de colonización es
tardía, reflejan baja sedimentación y en el Sur del país se asocian a la expansión de
la ganadería. La presencia de FARC es perenne desde el inicio de los procesos de
ocupación.

La comprensión de la dinámica territorial implica atender la distribución espacial y


expansión de los grupos armados. Al respecto, las guerrillas se insertan en territorios
periféricos donde se consolidan y pasan a zonas intermedias mediante su inserción o
asedio. Los grupos paramilitares emergen asociados a elites locales y al Estado en
iniciativa de ampliar la comunidad política. Buscan contener la expansión guerrillera y
ejercen violencia hacia la población civil. En este proceso, las guerrillas se repliegan
de nuevo mientras que los paramilitares se consolidan en zonas intermedias
entrando en asedio al poder central descentralizando la política armada.

Por otra parte, las guerrillas asedian el modelo de desarrollo y buscan consolidar
funciones estatales de orden subnacional, sea neutralizándolas o buscando influir en
la política local. Los paramilitares por su parte expanden ese modelo de desarrollo,
buscan capturar funciones estatales y hegemonizar el poder local – regional.

El texto culmina con una propuesta de tipología de trayectorias territoriales. Esta


expresa 3 tipos:

Subregiones estructuradas por la guerra: La guerra corre paralela al proceso de


poblamiento y configuración de la región. Se trata de territorios de inserción tardía,
periféricos. La interacción actor armado – civiles puede generar identidades
comunes. Esto permite formas de interacción que superan al territorio como
escenario de confrontación militar: lógicas de orden, organización, expansión y
formas de representación pueden derivarse de los actores armados que organizan la
vida política y se convierten en intermediarios. La relación actor armado – Estado no
es plenamente antagónica, puede ser más bien subsidiaria.
Existe una identidad entre la escisión maestra de la sociedad con la escisión local:
exclusión política y económica. Son zonas de baja consolidación de elites locales y
baja violencia hacia la población civil. El conflicto se expresa en intensas
confrontaciones ofensivas por parte del Estado.

Subregiones asimiladas por la guerra: No se pueden asociar a zonas centrales o


periféricas. Lo común es su dinámica de poblamiento y estructura social. Se
evidencia sedimentación avanzada y un poblamiento antiguo o de mediana duración.
Esto hace que sus dinámicas sean independientes de la guerra, pues le anteceden.
La existencia del conflicto incide más no determina. La dinámica regional se da en
convergencia de factores sociales y dinámicas de conflicto. La región antecede a la
guerra y a esta llega una guerra ya en desarrollo. La asimilación entonces remite a la
alianza, mecanismo que articula actores y redes políticas – locales, individuales,
centrales, periféricas.

La escisión local decanta actores que son potenciales alianzas. La escisión maestra
discurre por la local, no son idénticas. Esta tensión permite la inserción de los actores
armados. Esta convergencia explica la violencia hacia civiles, al discurrir en medio de
ella las tensiones derivadas de la escisión local. En estas subregiones las tensiones
o disputas locales tienden entonces a la violencia. Superadas las escisiones
maestras, o superada una etapa del conflicto, las escisiones locales permiten la
reactivación del uso de la violencia como herramienta política.

Subregiones integradas militarmente: en ellas prevalece el centro y la dinámica de


conflicto privilegia la acción militar. Las acciones allí están asociadas a cálculos
estratégicos. Hay baja inserción de los grupos armados y la dinámica de violencia se
aproxima a la dinámica nacional.

Por último, los autores indican algunas implicaciones del análisis a las políticas
públicas. En ella parten de señalar que estas deben ser diferenciadas considerando
la trayectoria particular de las regiones en conflicto. Las regiones asimiladas
requieren una intervención cultural de rechazo a la violencia y mecanismos robustos
de solución no violenta de los conflictos. Las acciones hacia la superación del
conflicto en regiones estructuradas deben considerar atacar la escisión maestra,
generando asfixia democrática a las condiciones y oportunidades de los actores
armados. Esto, sin embargo, encuentra un potencial limite en la presencia
diferenciada del Estado como rasgo de la estructura institucional del poder en
Colombia.

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