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Sesión 7
Sesión 7
posconflicto en Colombia
Christian Hurtado
cchurtados@unal.edu.co
Informe General, Grupo de Memoria Histórica. 2013. “Los orígenes, las dinámicas y
el crecimiento del conflicto armado”. En ¡Basta Ya! Colombia: memorias de
guerra y dignidad., 110–93. Bogotá: Imprenta Nacional.
Los actores armados FARC, EPL, ELN, aunque con genealogías distintas beben de
las tensiones y realidades emergidas de la violencia bipartidista. Mientras FARC
tiene una tradición agraria que empieza a disolverse en su proyección nacional, ELN
y EPL tienen una tradición urbana que pesa en sus prácticas y proyecciones
iniciales. Es un periodo de baja capacidad de las guerrillas, aislamiento territorial y
social diferenciado pero común a estas. A contramano, la ejecución de la doctrina de
seguridad nacional permite grados mayores de autonomía de las Fuerzas Armadas
del país, al punto de controlar el ámbito del orden público.
Las FARC entran en periodo de expansión, mientras que ELN y EPL entran en
replanteamiento. Se vive una etapa de acentuada militarización, luchas por los DH,
emergencia de grupos de autodefensa y baja subordinación de las fuerzas armadas
al gobierno, al contrario, es un periodo de alta autonomía de estas. Un contexto de
este tipo debilita las posiciones conciliadoras de la izquierda, generando un
crecimiento de las acciones de hechas y en ellas, la acción insurgente.
Un nuevo factor complejiza el conflicto hacia los 80: se trata de la guerra al Estado
desde el narcotráfico. Si bien el narcotráfico irradia recursos a todos los actores
armados, en el caso del paramilitarismo esta relación genera una dualidad: el papel
del paramilitarismo en la lucha contrainsurgente vs su connivencia con el
narcotráfico. Este periodo se caracteriza además por los procesos de negociación
que terminan en acuerdos con M19, Quintín Lame y EPL. FARC y ELN no participan
en estos procesos, y continúan su expansión político militar.
Las agendas de expansión de los actores armados son diferenciadas: mientras que
FARC se proponen urbanizar el conflicto, pasar a constituirse como ejército y ganar
autonomía ante el PCC; los paramilitares proyectan detener la agenda
democratizadora y el avance de las FARC. El terreno de la confrontación se
desplaza, siendo el Urabá uno de los puntos de encuentro e intensa violencia entre
actores armados.
La guerra del Estado con el narcotráfico culmina, pero la crisis política del gobierno
Samper no permite la implementación de las reformas derivadas de la Constitución
de 1991. Por el contrario, las fuerzas militares aprovechan la crisis para ganar
autonomía y distanciarse de Gobierno.
Un nuevo intento de negociación promovido por Pastrana con las FARC. Se trató de
un proceso que combina la lógica militar y la lógica política de ambos actores. El
Gobierno nacional buscará dar legitimidad a la negociación, pero la continuidad de la
guerra afectará el proceso. Esto implicó a largo plazo la pérdida de legitimidad de la
salida política y profundizó la guerra.
El periodo ilustra una intensa y efectiva estrategia militar, jurídica, política hacia las
guerrillas y en especial las FARC. Esta se reacomoda a dicha ofensiva buscando
urbanizar el conflicto, reconociendo la inviabilidad de una victoria militar y
desarrollando acciones hacia la presión a una negociación. Se busca la iniciativa
política, en especial, vinculada con el canje humanitario. Esta iniciativa se desgasta
por las operaciones de liberación frustradas y exitosas, las condiciones de los
secuestrados. De allí que FARC decidan una liberación unilateral en 2012.