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TAPA

INDICE
PRIMERA PARTE: FANTASÍA POLÍTICA .......................................................................................................... 3
ANTECEDENTES ............................................................................................................................................. 3
EL DIÁLOGO .................................................................................................................................................. 7
EPÍLOGO PROVISORIO ................................................................................................................................... 36
SEGUNDA PARTE: REFLEXIONES SOBRE UN CAMINO ESTRECHO ................................................................ 39
PRÓLOGO DEL COMPILADOR ........................................................................................................................... 39
INTRODUCCIÓN ........................................................................................................................................... 40
PRIMERA SESIÓN: EL MARCO GENERAL ............................................................................................................ 41
SEGUNDA SESIÓN: DEPURACIÓN Y CONCENTRACIÓN ............................................................................................ 54
TERCERA SESIÓN: DESANGRAR AL MUNDO ........................................................................................................ 65
CUARTA SESIÓN: EL PAPEL DEL ESTADO ............................................................................................................ 75
QUINTA SESIÓN: LA PERIFERIA ........................................................................................................................ 91
SEXTA SESIÓN: PERSPECTIVAS ....................................................................................................................... 104
CONCLUSIONES ......................................................................................................................................... 125
TERCERA PARTE: LAS INQUIETUDES DE LOS JÓVENES............................................................................... 132
INTRODUCCIÓN ......................................................................................................................................... 132
ÉLITES Y ARISTOCRACIA ............................................................................................................................... 133
REGÍMENES POLÍTICOS ................................................................................................................................ 146
ORGANIZACIÓN POLÍTICA ............................................................................................................................. 155
REVOLUCIÓN CULTURAL............................................................................................................................... 172
RESPECTO DE LOS ANTECEDENTES .................................................................................................................. 187
DEFENSA NACIONAL ................................................................................................................................... 193
ECONOMÍA ............................................................................................................................................... 200

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PRIMERA PARTE:
Fantasía Política

Antecedentes

En una revolución, como en una novela,


la parte más difícil de inventar es el final.
Alexis de Tocqueville

La situación del país se había deteriorado tanto que se había vuelto


insostenible. Bandas armadas saqueaban los supermercados y los
negocios. Las rutas y muchas calles principales se hallaban
interrumpidas por barricadas y grupos de airados indignados que
protestaban a viva voz. En los barrios, vecinos armados se
enfrentaban a los tiros con delincuentes que la policía ya desde hacía
tiempo no podía controlar. Las grandes ciudades padecían un serio
desabastecimiento por el cual ya faltaban artículos de primera
necesidad, especialmente alimentos. En una palabra: el desorden y el
caos imperaban en prácticamente todo el territorio del país y muy
especialmente en los grandes centros urbanos.
En esa situación, un grupo armado de comandos civiles había
tomado por asalto la Casa de Gobierno, y luego de varios hechos por
demás confusos – algunos de ellos verdaderamente sangrientos –
había destituido a las autoridades y convocado a las Fuerzas
Armadas que hasta ese momento se habían mantenido estrictamente
en sus cuarteles, para al menos restablecer un orden mínimo que
frenara el caos. La impresión general fue que los comandos civiles,
intentaron primero hacerse del poder con fines revolucionarios pero
en muy poco tiempo se dieron cuenta de que la situación se les
escapaba por completo de las manos. Contribuyó aun más a la
confusión general el hecho de que entre estos comandos civiles se
detectaron varios funcionarios y políticos relacionados directamente

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con el anterior gobierno derrocado de modo tal que muchos
opinaron que el golpe de Estado no había sido en realidad más que
un auto-golpe mal planificado y fuera de control.
Al principio, los militares se negaron rotundamente a intervenir. Ya
lo habían hecho varias veces en el pasado con resultados poco menos
que desastrosos, especialmente para ellos mismos, y si había algo
que no los entusiasmaba para nada, esa era la posibilidad de volver a
intervenir en la vida política del país con una acción que, según todas
las experiencias anteriores, al final nadie les agradecería. La Armada
directamente se negó a hablar siquiera con los comandos civiles
sublevados, no reconociéndoles legitimidad ni autoridad alguna para
convocar a nadie. Según los rumores que corrieron en su momento,
la respuesta de cierto oficial superior de la Fuerza Aérea fue:
"¿Querían democracia? Pues ahí la tienen. ¡Ahora arréglenla
ustedes!", aunque, la verdad sea dicha, esa no fue la respuesta oficial.
La misma consistió en una posición ambiguamente prescindente
que, por supuesto, fue interpretada de mil maneras distintas, tanto
por los medios que todavía funcionaban como por la gente en
general.
El Ejército mantuvo un silencio poco menos que sepulcral durante
días enteros lo cual, obviamente, dio lugar a docenas de rumores;
algunos medianamente razonables y otros por completo
estrafalarios. Era obvio que se estaban llevando adelante
negociaciones intensas de las que no trascendían más que
especulaciones. Finalmente, luego de casi una semana de
incertidumbres y desórdenes cada vez más graves que cobraron
varias vidas, se llegó aparentemente a una especie de acuerdo:
ninguna de las tres fuerzas armadas se haría cargo del gobierno y
tampoco los comandos civiles asumirían la conducción política del
país.
El Poder Ejecutivo sería entregado a un conocido general retirado
que dispondría el estado de sitio, disolvería el Parlamento,
suspendería la Constitución, daría por finalizada la gestión de los
funcionarios anteriores y formaría gobierno según su propio criterio
y según su propio plan de acción. El Ejército se limitaría a reforzar la
policía y las demás fuerzas de seguridad para restablecer el orden.
Las Armada y la Fuerza Aérea no intervendrían de un modo

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institucional. No obstante, las tres fuerzas se comprometieron a
acatar la autoridad del nuevo gobierno y a brindar un apoyo limitado
en eventuales situaciones internas de extrema gravedad.
Los entretelones de la negociación que arribó a este acuerdo nunca
se conocieron en detalle. Los participantes nunca revelaron sus
términos y todo lo que trascendió fue que había sido durísima, con
varias instancias en las que los golpistas casi terminan enfrentándose
violentamente con el general y algunos de sus hombres de confianza
de quienes se dice que, tras explicitar su posición, prácticamente no
cedieron un ápice en sus condiciones. En su momento se dijo,
incluso, que esas condiciones, más que requisitos o estipulaciones,
fueron un planteo al estilo de un "tómelo o déjelo" presentado de la
manera más rígida e intransigente. El rumor cuenta que, en un
momento dado, alguien del entorno del general golpeó la mesa
exclamando: "Ustedes provocaron este incendio, nos llaman a
nosotros para apagarlo, ¿y encima quieren discutir condiciones?
¡Están todos locos, señores! ¡Aquí no hay nada que discutir! O se van
y nos dejan hacer, o se quedan y en ese caso nos vamos nosotros.
¡Elijan!"
Pero, por supuesto, éstas y parecidas informaciones resultan hoy
totalmente inverificables. No han quedado documentos, no hay
testimonios confiables. Lo único concreto que quedó de aquellos
tumultuosos acontecimientos es un documento muy curioso cuyo
contenido transcribimos a continuación.
Se trata de una grabación que reproduce el diálogo sostenido entre el
general y un misterioso intelectual al cual el general llama "maestro"
durante la conversación. La fecha de la grabación es incierta.
Algunos expertos la ubican en algún día anterior a la asunción de la
presidencia por parte del general, otros en algún día inmediatamente
posterior. De todos modos, por su mismo contenido es casi obvio que
la grabación fue realizada muy al principio de la gestión,
probablemente por el propio general y con el objetivo de que le
sirviera de ayuda-memoria en el futuro.
En cuanto a la identidad de este "maestro" se han tejido las hipótesis
más variadas pero lo cierto es que nadie ha conseguido determinarla
fehacientemente hasta el día de hoy. Se rumoreó mucho acerca de la

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existencia de una "eminencia gris" detrás del gobierno que el general
constituyó después, pero nadie pudo señalar concretamente a
alguien en particular. Muchos periodistas e investigadores han
rastreado y mirado con lupa toda la trayectoria del general, pero no
han conseguido dar con un personaje cuyo perfil coincidiera, ni
siquiera remotamente, con el del "maestro". La identidad de este
intelectual sigue siendo un misterio hasta ahora impenetrable.
Con todo, hay una cosa curiosa: por las preguntas que hace el general
durante la conversación muchos han sostenido que no conocía a
fondo el pensamiento del "Maestro". Siendo eso así, es un verdadero
enigma el gran respeto que manifiesta sentir por él, al punto que
muy rara vez lo contradice – y esto solo tímidamente – y menos aún
lo interrumpe, con lo que el diálogo es casi un monólogo del
"Maestro" desde el principio hasta el final.
Otro detalle que no puede ser pasado por alto es que la grabación,
con casi total seguridad, no es completa. Comienza con el diálogo ya
iniciado y termina algo abruptamente lo que hace sospechar que la
conversación, o bien fue más larga, o bien hubo varias
conversaciones realizadas en momentos distintos, quizás incluso en
días diferentes. Si esto llegara a ser cierto – y en nuestra opinión lo
es con alto grado de probabilidad – es posible que existan otras
grabaciones. Lamentablemente, hasta el momento al menos, no han
sido descubiertas y, por ahora, ésta es la única de la que
disponemos.
Su contenido es el siguiente:

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El diálogo
[. . . . ]
– Pero, ¿qué haría usted? ( Es la voz del general que suena entre
preocupada y nerviosa.)
– Vea general, (su interlocutor habla en forma serena y más bien
lentamente. El timbre de su voz sugiere a una persona de edad
relativamente avanzada) yo no sé qué haría porque no estoy en su
lugar. Todo lo que le puedo decir es que habría que hacer en mi
opinión, o qué tendría que hacer una persona en su posición, dadas
las circunstancias.
– Está bien. Lo entiendo. ¿Entonces…?
– Entonces, vayamos a lo básico. Lo primero que tiene que decidir es
qué sistema de gobierno piensa adoptar.
– Bueno… me imagino un sistema con una autoridad fuertemente
concentrada al principio y una transición gradual hacia una
democracia después. Una vez que la situación del país se haya
estabilizado y consolidado…
– No general. (lo interrumpe) Con ese enfoque está cometiendo dos
errores a la vez, si me permite señalarlo. Lo de la "salida
democrática" fue el error que cometieron muchos colegas suyos en el
pasado con el resultado que ni hicieron la revolución que
prometieron, ni tampoco instauraron la democracia que pretendían
fundar, o refundar. Eso por un lado. Por el otro, cuando le digo que
tiene que decidir el sistema de gobierno que piensa adoptar me
refiero a lo estructural y básico. A lo institucional, por decirlo así. Y
me temo que en eso no tiene usted muchas opciones.
– ¿Por qué?
– Porque en todos los miles de años que llevamos sobre la tierra,
hemos inventado solamente dos sistemas para gobernar a los
hombres: la monarquía y la república.

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– Bueno, si es así supongo que la monarquía está excluida.
– Pero no la excluya tan rápidamente. A lo largo de la Historia
Universal, la mayor parte de las personas, durante la mayor parte del
tiempo, han estado gobernadas por monarquías y por monarquías
imperiales para mayores datos. De hecho, a ellas les debemos
muchísimas cosas que hoy se toman con naturalidad, como si
siempre hubieran existido, olvidando el marco que las hizo posibles.
– Está bien. Puede que sea así. Pero es completamente imposible en
estas circunstancias; (el tono se hace jocoso) si lo propusiera haría el
ridículo. Realmente no me veo con una corona en la cabeza y
cubierto por un manto de armiño.
– (Se escuchan risas) No le quedaría demasiado bien, eso es cierto
… Además, las coronas tienen la mala costumbre de ser bastante
pesadas … Pero, hablando en serio, ¿por qué piensa que es
imposible?
– Pues maestro, porque la monarquía es hoy por hoy un sistema
antiguo y superado. Yo diría que hasta obsoleto.
– Se equivoca usted, general. Técnicamente hablando, es el mejor
sistema que hemos inventado en diez mil años. Estoy de acuerdo con
usted en que hoy, y sobre todo en la situación en la que usted se
encuentra, es una opción imposible, o por lo menos muy complicada
y riesgosa. Pero no es porque sea algo superado.
– ¿Sino…?
– Sino porque hoy día no cuenta usted con algo imprescindible para
una monarquía: la aristocracia. Sin aristocracia auténtica puede
usted tener una tiranía, un despotismo, una autocracia, en suma:
alguna forma de absolutismo más o menos personalista con
estructuras más o menos monárquicas, pero no una monarquía. Y
nota bene: me refiero a la verdadera aristocracia. Sin ella ninguna
monarquía propiamente dicha es posible.
– Si es por una casta privilegiada… (comienza a argumentar el
general pero el Maestro no lo deja seguir.)
– Una auténtica aristocracia no es cuestión de privilegios. Es una
cuestión de calidad que, dado el caso, puede llegar a justificar ciertos

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privilegios si la función desempeñada los requiere. No se confunda
con el cuadro que presentan algunas de las últimas aristocracias
cortesanas y otras castas decadentes europeas que, más que
aristocracias, fueron oligarquías burguesas encaramadas en el poder
o bien remanentes petrificados y anquilosados de una nobleza que ya
había dejado de ser noble. La verdadera aristocracia, hasta por la
misma definición del término, no comprende a los privilegiados sino
a los mejores, a los más aptos, a los más capaces.
– Entiendo su punto de vista, pero sigo pensando, maestro, que una
monarquía es una propuesta imposible.
– Hoy lo es. Pero no porque la monarquía como sistema haya sido
superada sino porque ya no existe una aristocracia que la sustente.
Ya no hay un estrato social coherente y orgánico de hombres y
mujeres que sustenten valores tales como el honor, la lealtad, la
responsabilidad, la disposición al sacrificio, la vocación de servicio, y
todos los demás valores que hacen a una aristocracia auténtica.
– ¿Alguna vez hubo una aristocracia así?
– ¿Perfecta? No. Por supuesto que no. La monarquía se sustenta en
una aristocracia así como una república se sustenta en un pueblo. No
han existido aristocracias perfectas por la misma razón por la cual no
hay ni han habido pueblos perfectos, y no los hubo porque los seres
humanos mismos no son perfectos. No hay sistemas ni regímenes
políticos perfectos, general. Las aristocracias se pueden equivocar y
decaer del mismo modo en que pueden errar y decaer los pueblos.
Pero, así y todo, aun con la condición humana que la hace
imperfecta, una aristocracia es auténtica cuando realmente se
constituye con los mejores, con los más aptos y con los más capaces
de afirmar y practicar – en la medida en que les resulta
humanamente factible – los valores que sostienen y mantienen una
sociedad, un Estado y hasta toda una cultura.
– ¿Y los privilegios?
– ¡Los tan criticados privilegios! Es cierto que estas personas pueden
llegar a tener los privilegios que necesitan para cumplir con su
función pero la cuestión es al revés. Un policía no es policía porque
tiene el privilegio de portar armas; tiene ese privilegio porque es

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policía. Una ambulancia no es ambulancia porque tiene el privilegio
de cruzar un semáforo en rojo; es al revés: tiene el privilegio de
cruzar semáforos en rojo porque es una ambulancia. Del mismo
modo un aristócrata no es aristócrata porque tiene algunos
privilegios; un aristócrata posee ciertos privilegios porque es
aristócrata. Los mejores no son mejores porque son privilegiados. Es
a la inversa: gozan de algunos privilegios porque son los mejores y
tienen las responsabilidades y las funciones que les corresponden a
los mejores. Ése es el verdadero concepto de la aristocracia.
– Lo que quería señalar, maestro, es que hasta en las repúblicas
podemos observar clases que se consideran mejores y se arrogan
privilegios. Y no han tenido mucho éxito que digamos …
– Es cierto pero, primero: una cosa es que se consideren mejores y
otra muy distinta es que lo sean. Y segundo: ningún régimen ha
existido jamás sin una aristocracia o sin algún substituto
equivalente. Los soviéticos tuvieron a su nomenklatura y sus
teóricos no se cansaron de hablar de "la vanguardia del proletariado"
del mismo modo en que los capitalistas tienen su estrato de "ricos y
famosos" de los cuales los más importantes son los ricos no tan
famosos … o por lo menos no tan conocidos. Y también tienen a los
ejecutivos, a los gerentes, a los directores y a los especialistas. Pero
está bien, excluyamos la monarquía. Le queda a usted la opción de la
república como única alternativa.
– Estoy de acuerdo. Sea como fuere que lo consideremos, no hay otra
solución posible.
– La pregunta entonces es: ¿cómo piensa usted estructurar esa
república?
– Pues… creo haberlo dicho ya: al principio un gobierno fuerte con
autoridad concentrada que, a medida en que se van logrando los
objetivos propuestos, se va flexibilizando y aumentando la
participación ciudadana. Pero ya me ha dicho usted que eso, en su
opinión, es un error.
– Lo es. Y no es que sea mi opinión. Lo demuestra la experiencia. Si
parte usted con esa estrategia sucederán dos cosas: en la etapa
autoritaria todo el mundo lo va a estar presionando constantemente

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para que defina la fecha en que piensa democratizar el régimen. Y,
cuando finalmente lo democratice, volverán los mismos políticos de
antes a hacer exactamente lo mismo de antes de modo que todo el
proceso volverá a fojas cero. Y le adelanto algo más: nadie se lo
agradecerá.
– Estoy de acuerdo en que eso es lo que ha sucedido siempre en el
pasado. Pero estimamos que ahora es diferente. Las circunstancias
han cambiado.
– Nunca es tan diferente, general. Si bien coincido con usted en que
las circunstancias son otras, los seres humanos no han cambiado. Y
no cambiarán ni en un par de años ni en un par de generaciones.
¿Cuántos años cree que necesita para concretar su proyecto?
– Las previsiones son de diez años por lo menos.
– ¿Y cree usted que lo van a dejar gobernar tranquilo por diez años?
Supongamos una etapa de poder concentrado. Yo no le daría más de
tres o cuatro años antes de que comiencen los disturbios orquestados
por los que seguramente se le opondrán. Si flexibiliza usted después
de los disturbios perderá autoridad porque todo el mundo dirá que
cedió forzado por los revoltosos que se adjudicarán los laureles y
considerarán esa flexibilización como una victoria sobre su gobierno.
En cambio si flexibiliza antes de los disturbios, se quedará a medias
con los objetivos de la primer etapa y ya no podrá cumplirlos frente a
esa oposición cada vez más ruidosa y vocinglera que irá ocupando
todos los espacios que encuentre o consiga forzar. En cualquiera de
los dos casos, repetirá usted el fracaso de sus antecesores.
– ¿Y entonces…?
– Entonces, olvídese de un proyecto que, en esencia, implica volver
al mismo régimen que acaba usted de suplantar. En mi modesta y
humilde opinión, el objetivo no es restaurar y tratar de hacer
funcionar una clase de república que nunca funcionó sino fundar una
nueva clase de república. Y lo tendría que hacer desde el primer día.
– Discúlpeme maestro, pero no veo cómo se podría hacer todo de
golpe.

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– Ni tendría por qué hacerlo, general. Hay, es cierto, una
gradualidad necesaria. Pero lo que debería dejar en claro desde el
primer día es que la meta final no es un retorno a lo ya conocido sino
la construcción de algo completamente nuevo. Lo que se necesita no
es una restauración sino una revolución.
– Maestro: bastantes enemigos tengo ya. Si anuncio esa tesitura me
fabrico todo un ejército de enemigos de entrada.
– A esos enemigos ya los tiene. Lo que sucede es que, por ahora,
están callados porque los mantiene en silencio su reciente fracaso.
Pero no se haga ilusiones: diga lo que diga, haga lo que haga,
aparecerán ni bien tengan una oportunidad. No parta del principio
de que se va a fabricar enemigos en un futuro. Ya se los fabricó al
ocupar el poder. Su estrategia, en todo caso, debería ser ganarse esos
enemigos de aliados. O por lo menos ganar de aliados a los que, sea
por la razón que fuere, estarán dispuestos a acompañar el proyecto.
Y simplemente elimine el resto.
– ¿Eliminar? ¿Usted se refiere a…?
– ¿Eliminarlos físicamente? No. Por supuesto que no. Por lo menos,
no necesariamente… Concedo que algún tipo de… accidente…
siempre puede ocurrir, pero… de todos modos, no es cuestión de
ensuciarse las manos sin necesidad. En épocas más lejanas las cosas
eran diferentes. Usted envenenaba o apuñalaba a alguien y no se
enteraban del hecho más que los familiares y una docena de
personas más o menos allegadas al occiso. Y, si por casualidad algún
otro se enteraba, podía usted apostar a que, o bien le importaría un
rábano, o bien no podría hacer nada al respecto.
– Hoy, en cambio, se entera el país entero al día siguiente.
– ¿El país? General, si hoy hace ejecutar a un adversario, se entera
todo el planeta en menos de veinticuatro horas. Los periodistas se
encargarán de presentar la noticia de tal manera que a todo el
mundo le importe y después, haciendo pie sobre ese consenso
fabricado, seguramente varios llegarán a la conclusión de que les
conviene hacer algo al respecto. Y llegarán a esa conclusión aunque
más no sea por miedo a que les toque a ellos ser los siguientes en la

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lista. Actualmente las muertes por motivos políticos tienen la mala
costumbre de convertirse en tiros por la culata.
– Y, de última, son una forma bastante asquerosa de hacer política.
– A veces son una forma asquerosa de deshacerse de asquerosos que
hacen política de una forma asquerosa. Pero, sea como fuere,
olvídese de eso. Por suerte hoy día hay muchas maneras de eliminar
de la escena política a alguien sin necesidad de quitarlo también del
mundo de los vivos. Además y de cualquier forma, ésa es una
cuestión instrumental y no hace al fondo de la cuestión.
– Lo importante son los objetivos.
– ¡Exacto! Y casi más importante que los objetivos mismos es la
manera de presentarlos. Porque puede usted tener los objetivos más
nobles del mundo pero, si no los presenta de una manera
convincente y deseable, terminará haciendo el papel del profeta
predicando en el desierto. En un desierto plagado de lobos y, para
ser más exactos, de lobos que tienen una malsana predilección por
despedazar a los profetas.
– O sea, maestro, que en su opinión la comunicación es esencial.
– Absolutamente.
– Entiendo. Habrá que explicar los objetivos de tal modo que la
gente los entienda.
– No. Habrá que comunicarlos de tal modo que la gente los desee.
Entenderlos los entenderá un diez por ciento de todos modos, no
importa qué tan bien los comunique. Con suerte un veinte o
veinticinco por ciento. Y de ese veinte o veinticinco por ciento
siempre habrá una cantidad que, justamente por entenderlos, no los
va a aceptar de ninguna manera. De modo que, si es por entender y
apoyar, calcule con un diez a un quince por ciento de consenso a lo
sumo.
– ¿Y el resto?
– El resto no entenderá jamás simplemente porque los objetivos
políticos son tan complejos que están más allá de la capacidad de
entendimiento de la gran mayoría. Esa enorme mayoría no puede

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entender algo tan endiabladamente complejo como es el ajedrez
político y, puesto que no puede, tampoco tiene que entenderlo
porque lo más probable es que, si lo intenta, terminará
entendiéndolo todo al revés. Lo que la gran mayoría tiene que hacer
es llegar a querer los objetivos que usted determine. Tiene que
desearlos. Tiene que entusiasmarse por el proyecto. Para la
enorme mayoría de cualquier población la política no es una cuestión
racional. Es una cuestión emocional.
– ¿Y cómo consigo eso, maestro?
– Para empezar, presentando y logrando objetivos que todos desean,
o por lo menos dicen desear, pero cuyo logro contribuye a consolidar
la propia posición de usted. Luego, una vez conquistados esos
objetivos, tendrá que presentarlos como el gran logro de todos y no
como una victoria personal de usted o de su gente. Siempre es buena
estrategia personalizar los fracasos y socializar los logros. Si algo sale
mal, utilice como fusible a algún funcionario del que se quiera
deshacer. Pero si algo sale bien, preséntelo como la gran victoria
lograda gracias al esfuerzo de todos. Agradézcale incluso a la
oposición su comprensión y su colaboración.
– ¡¿A la oposición?! (La voz del general denota una sorpresa
mayúscula)
– ¡Por supuesto! No hay nada más letal para una oposición que caer
bajo la sospecha de colaboracionismo.
– Creo que estoy empezando a ver a lo que apunta, maestro, pero
para serle franco no estoy muy seguro de entenderlo del todo.
¿Podría ilustrarlo con algún ejemplo?
– Por supuesto. Tomemos por ejemplo una cosa que está en boca de
todos: la corrupción. Todo el mundo se queja de la corrupción, pero
¿por qué piensa usted que hay corrupción en la política actual?
– Pues… básicamente por las debilidades humanas mismas. El
Estado maneja siempre enormes sumas de dinero y los intereses que
toca la política también involucran muchísimo dinero. En esas
condiciones, la tentación es siempre enorme. Y seamos realistas
también: las sumas que desvían algunos funcionarios para
enriquecerse personalmente son ridículas comparadas con el

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presupuesto nacional, con el volumen de plata que maneja el Estado,
y del PBI ni hablemos. Muchas veces el problema de esos desvíos es
que resultan difíciles de detectar.
– Lo que usted dice es cierto. No voy a discutir eso. Pero no es lo
esencial. Esas debilidades humanas existen desde la época de los
sumerios y, sin embargo, han existido regímenes políticos bastante
menos corruptos que otros. Un poder ocupado por personas
corruptas será siempre corrupto pero el más corrupto de los poderes
es aquél en el cual el acceso al poder depende de la corrupción y su
ejercicio se basa en la corrupción. Napoleón tuvo bastante razón en
aquello de que todo hombre tiene su precio. Siendo estrictos, quizás
es un poco exagerado decir que todo hombre lo tiene. En todo caso y
si lo consideramos así, la solución podría pasar por poner ese precio
tan alto que nadie lo pueda llegar a pagar. Pero si lo que tiene precio
es el poder mismo, siempre habrá alguien que reunirá lo suficiente
como para comprarlo porque le bastará ofertar más de lo que ofrecen
sus competidores en la subasta.
– Y dicen que el poder absoluto corrompe absolutamente …
– Con el debido respeto, general, pero ésa es una reverenda tontería.
El poder solo puede corromper al que de cualquier manera ya es
corrupto o, como mínimo, ya está dispuesto a serlo. Y solo se puede
corromper absolutamente al que ya es absolutamente corrupto por
naturaleza. La corrupción eventual de un régimen bien dispuesto
puede tentar y hacer caer a una persona medianamente honrada
aunque débil de carácter. En cambio, la corrupción
institucionalizada no corrompe a los honrados; aglutina a los
corruptos. Los honrados ni siquiera llegan al poder cuando la
corrupción se institucionaliza. ¿O usted cree que una persona
realmente honrada se hubiera mezclado con la gente que ustedes
acaban de desplazar del gobierno? No. Los que llegan al poder bajo
esa clase de entorno serían corruptos - o ya lo fueron y lo siguen
siendo - también en el comercio, la economía, la industria el crimen
organizado y cualquier otra cosa que ofrezca dinero. La corrupción
no es en absoluto exclusiva del ámbito político. No se trata de eso.
– Pues entonces ¿de qué se trata, maestro?

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– General: ¿qué se necesita para llegar al poder en eso que hoy se
llama democracia?
– Votos.
– Correcto. Y ¿qué se necesita para obtener votos?
– Bueno… una buena imagen, poder de convicción, cierto carisma…
– Todo eso es instrumental. La buena imagen se la puede construir
cualquier especialista en imagen pública; el poder de convicción se lo
arman a usted los guionistas profesionales que le escriben los
discursos y le inventan los argumentos. El carisma es ya un poco más
complicado pero cualquier ingeniero social le puede proveer una
leyenda que sirve como aceptable sucedáneo. Al menos por un
tiempo. No general. Para conseguir votos lo que se necesita es una
buena campaña. Mucha televisión, muchas entrevistas, muchos
debates, muchas horas de radio, muchos avisos, muchos carteles,
muchos eventos, mucha presencia mediática. Y todo eso se compra y
no es nada barato si vamos al caso. Incluso los especialistas en
imagen, los guionistas, los ingenieros sociales y los diseñadores de
campaña tampoco trabajan gratis. De manera que lo que usted
necesita para conseguir votos en un régimen como el de las
democracias actuales es dinero. Simplemente dinero. Mucho dinero
y casi nada más que dinero.
– Pero maestro, ¡los votos no se compran!
– ¿Está seguro de eso? Evidentemente un político no puede salir a la
calle a ofrecerle plata a la gente a cambio de su voto. En las
asambleas legislativas ya es otra cosa y el voto de algunos
legisladores de hecho ha costado algún dinerillo en más de una
oportunidad. En la calle eso no funciona, es cierto. Sin embargo
tampoco deja de ser cierto que sin dinero no hay campaña, sin
campaña la gente no lo conocerá y, si la gente no lo conoce, tampoco
lo votará nadie fuera de su familia y un par de amigos. La única
diferencia está en que los candidatos de nuestras democracias
actuales no pagan los votos directamente. Pagan la campaña que
obtiene los votos. Es una compra indirecta, pero sigue siendo una
compra de cualquier forma que lo mire.

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– ¿No hay forma de controlar el dinero que manejan los partidos
políticos?
– Tratar de controlar las finanzas de un partido político y el dinero
que un candidato invierte en una campaña es como tratar de medir
la profundidad de un pozo sin fondo. Ninguna experiencia en este
sentido ha dado un resultado satisfactorio. Se ha intentado de mil
maneras pero el dinero siempre encuentra canales no verificables
para fluir hacia donde le conviene. "Dadme el control sobre el dinero
de una nación y no me importará quién haga sus leyes". Si bien el
viejo Mayer Amschel Rotschild probablemente no dijo eso hace ya
más de doscientos años, lo cierto es que cuando el dinero controla a
la política, la misma se vuelve corrupta y no hay forma de evitarlo.
– ¿Y entonces?
– Sencillo: por de pronto, organice las cosas de tal manera que los
puestos del poder político no dependan de campañas carísimas que
solo pueden pagar los que tienen muchísimo dinero, o los que están
dispuestos a ponerse al servicio de quienes tienen muchísimo dinero,
o aquellos que consiguen robar muchísimo dinero del Estado para
financiarse políticamente. Si consigue usted independizar el acceso
al poder político del dinero ya tendrá una buena parte de la batalla
ganada.
– Teóricamente es una buena idea, pero no veo cómo se podría
hacer.
– No es tan complicado. Recurra al método de la elección indirecta.
Para ponerlo en términos simplificados: que el ciudadano vote a los
mandatarios del primer escalón. Llamémosles "intendentes". Divida
su país - y sobre todo las grandes ciudades - en municipios de un
tamaño geográfico y demográfico razonable, manejable, mental y
socialmente abarcable. Tendrá así unidades socio-geográficas en
donde el conocimiento personal de los individuos entre sí será al
menos posible. Disponga, además, que esos candidatos de nivel local
deberán tener al menos cinco o diez años de residencia efectiva en
el municipio en el que se presentan. De ese modo tendrá una
garantía razonable de que los habitantes de dicho municipio
conocerán también a la persona por la que votan o al menos pueden
conocer personalmente a los candidatos si quieren hacerlo. Una vez

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que haya organizado eso, disponga elecciones municipales con todas
las garantías democráticas que quiera. En los intendentes tendrá
miembros del Poder Ejecutivo y en los concejales miembros del
Legislativo directamente elegidos por el pueblo. Nadie le podrá decir
que no ha sido usted democrático.
– Bien., ¿y después?
– Después, si quiere usted un sistema federal, todos los intendentes
de una provincia elegirán de entre ellos al gobernador de esa
provincia y, del mismo modo, los concejales democráticamente
electos deberán elegir entre ellos a los diputados provinciales.
Incluso senadores si quiere usted un régimen bicameral en las
provincias.
– Ya veo, luego los gobernadores elegirían al Presidente y los
legisladores provinciales a los legisladores nacionales. Previendo,
claro está, a los suplentes que tendrán que ocupar las vacantes
porque, si por ejemplo un intendente es elegido gobernador, esa
intendencia no debería quedar acéfala.
– Básicamente esa es la idea. Con eso se evita usted las enormes y
carísimas campañas nacionales y provinciales porque las únicas
campañas que tendrán que hacerse con alguna inversión de fondos
son las locales a nivel municipal en donde, mal que bien, todo el
mundo se conoce entre sí. Ésa es la enorme ventaja de las elecciones
indirectas: le quitan buena parte del poder al dinero sobre la enorme
mayor parte del proceso de designación de autoridades. No lo
eliminan del todo porque siempre existirá la posibilidad de comprar
el voto de un elector. Pero, en conjunto, el proceso se hace mucho
menos complejo y mucho más verificable aunque más no sea porque
hay muchos menos gastos y movimientos de dinero para controlar.
– Suena lógico pero ¿lo aceptará la gente? Discúlpeme pero yo tengo
mis serias dudas.
– Por supuesto que habrá resistencias. Siempre las hay ante algo
nuevo. Ahí es donde necesitará usted capacidad de persuasión. Pero,
por un lado tendrá usted a su favor el gran argumento de la lucha
contra la corrupción y, por el otro lado, la gente terminará
aceptándolo si pueden votar cada par de años. Los que se van a

18
resistir, y mucho, son los políticos. Y los que no lo van a aceptar
nunca son los que hoy les pagan las campañas a los políticos y
compran con eso las decisiones políticas que necesitan. Tendrá que
manejar eso. Pero puede refinar el esquema de muchas maneras.
– ¿Por ejemplo?
– ¡Oh! ¡Son casi innumerables! Y serán necesarias porque lo que le
acabo de señalar es algo muy básico y hasta rudimentario. Pero
imagínese, por ejemplo, que establece una norma según la cual nadie
puede ser gobernador si no cumplió un mandato completo como
intendente y nadie puede ser presidente si no cumplió un mandato
completo como gobernador. Eso ayudaría a filtrar por lo menos a los
peores administradores. Y la misma norma podría valer para los
miembros del legislativo: nadie que no haya sido concejal por un
mandato completo debería poder ser legislador provincial y nadie
que no haya cumplido su mandato como legislador provincial podría
ser legislador nacional.
– Ya veo. Por lo menos creo que estoy empezando a verlo. Eso
permitiría incluso implementar el proyecto gradualmente. Se
elegirían primero las autoridades a nivel local digamos por un
período de cuatro años. Recién después de esos cuatro años, con los
intendentes y concejales de mandato cumplido, se elegirían
autoridades provinciales, lo que nos daría otros cuatro o seis años. Y
recién después se podrían designar autoridades nacionales.
– Con lo cual, mi querido general, tendría usted, más o menos, los
diez años que me mencionaba al principio.
– Y no tendría que hablar de elecciones al final del proceso.
Directamente podría empezar dando elecciones locales en
relativamente muy poco tiempo.
– Y dejándole en claro a todo el mundo y de entrada, el desarrollo y
el cronograma del proyecto. Nadie lo podría presionar para que diga
cómo termina la historia y cuándo termina. Además, hay otros
refinamientos posibles, por supuesto.
– Lo escucho, maestro.

19
– Por ejemplo, para evitar esa migración de los políticos de una
función a la otra que los hace pasar de gobernadores a senadores, de
senadores a ministros, de ministros a diputados y de diputados a
cualquier otra cosa, podría instituir una norma según la cual el
funcionario designado para una función no puede asumir ninguna
otra hasta no terminar su mandato o bien, en caso de renuncia, el
tiempo de su mandato. Incluso, con el mecanismo que le acabo de
delinear, las tres funciones principales del Estado - el Ejecutivo, el
Legislativo y el Judicial - se convertirían en tres carreras de la
función pública excluyentes entre sí, de modo que quien ha optado
por integrar el Ejecutivo empezando por intendente después no
podría pasar al Legislativo en forma directa sino que tendría que
empezar de nuevo siendo legislador municipal. Hay muchas otras
cosas que se pueden hacer para darle mayor seriedad y
profesionalidad al proceso político.
– ¿Por ejemplo?
Por ejemplo, profesionalizando la carrera política. Objetivamente, no
es justo ni razonable que los ignorantes tengan la misma chance de
llegar al poder que los capaces y experimentados.
– Maestro, ¡eso sí que me traería problemas! Realmente no veo cómo
eso podría ser viable. La enorme mayoría de las personas estaría
violentamente en desacuerdo con algo así.
– ¡Ya lo creo! Puesto que en toda población los ignorantes y los
mediocres siempre son mayoría, la propuesta seguramente le traerá
unos buenos dolores de cabeza. Pero no es inviable. El secreto está
en cómo calificar a los que aspiran a un cargo público.
– Por de pronto, no podría ser según la posición económica y la
capacidad tributaria. Eso sí que puedo garantizarle que sería del todo
inviable.
– En eso estoy de acuerdo. Le entregaría armas y argumentos
gratuitamente a los partidarios de la lucha de clases que lo acusarían
de favorecer a la oligarquía. De hecho estaría usted favoreciendo, no
a una oligarquía que prácticamente hoy ya no existe, sino a los
grandes capitalistas con pretensiones de plutócratas que son
justamente a quienes necesita usted apartar del poder quitándoles la

20
posibilidad de influir decisivamente sobre la política. El esquema
basado en la capacidad tributaria pudo funcionar - y bastante
relativamente - cuando el poder económico estaba definido por la
posesión de la tierra y se especulaba con que los dueños reales de la
tierra tendrían mayor interés en defender el territorio que los que no
poseían ni un centímetro cuadrado del suelo del país. Pero hoy la
ecuación es completamente diferente. No. Para calificar a los
funcionarios, hoy hay que recurrir a otros criterios. Por ejemplo el de
la educación. En igualdad de condiciones de experiencia concreta, el
desempeño de un profesional con formación universitaria será
siempre previsiblemente mejor que el de un simple egresado del
nivel secundario y el de éste mejor que el de aquél que solamente
cursó la escuela primaria.
– Muchos argumentarían que eso es injusto por la desigualdad de
oportunidades educativas que tienen los pobres.
– Eso se soluciona estructurando adecuadamente una educación
pública, gratuita, y llevándola al nivel que tiene que tener.
– Eso tampoco es fácil, maestro.
– ¡Claro que no! En política nada es fácil si se la hace en serio. Pero
que sea difícil no quiere decir que sea complicado. "Difícil" y
"complicado" son dos conceptos distintos, general. Por regla, lo
complicado también es difícil, pero no todo lo difícil es complicado.
En ese sentido la cuestión de la educación es parecida a la cuestión
de la salud pública. Es una cuestión difícil pero no es para nada
complicada.
– ¿Me está sugiriendo prohibir la medicina privada?
– ¿Prohibir? ¡Ni se le ocurra, general! Prohibir es una de las medidas
políticas más débiles que existen. En la mayoría de los casos los
políticos prohíben cuando ya no saben qué hacer y por lo común les
sale mal en una gran cantidad de casos porque a las prohibiciones
también hay que hacerlas cumplir ya que, de otro modo, no sirven
para nada.
– Pero hay cosas que tienen que estar prohibidas. No me imagino
una sociedad en la cual cada uno hace lo que se le da la santísima

21
real gana. La república de los Hazloquequieras no funcionaría de
ningún modo.
– Por supuesto. Hay cosas que no se pueden permitir, como el
homicidio o el robo. Pero ésas son claramente actividades dañinas
que no cumplen ninguna función útil. Por el contrario, prohibir
actividades que, mal que bien, cumplen una función necesaria es la
peor estupidez que puede cometer un político. Aunque esas
actividades estén siendo llevadas a cabo de una manera más que
objetable o criticable, el prohibirlas lisa y llanamente por ley es lo
más contraproducente que hay en política. Si usted prohíbe una
actividad necesaria que se está haciendo mal lo que con casi total
seguridad ocurrirá es que esa misma actividad pasará a ser realizda
clandestinamente y de un modo mucho peor. No. La solución en
estos casos nunca es prohibir. La solución está en brindar una
alternativa mejor.
– No siempre es posible, maestro. Al fin y al cabo la política es el arte
de lo posible.
– Es el arte de lo posible mi querido general, pero también es la
ciencia de lo necesario. Si una solución política realmente no es
posible en un momento dado, deje las cosas como están y dedíquese
a averiguar cómo habría que proceder para hacer posible lo
necesario. Prohibiendo solamente conseguirá echarle más
combustible al fuego y empeorar las cosas. Si usted hoy borrara de
un plumazo la medicina privada, prácticamente estaría condenando
a muerte a miles de enfermos y levantaría un clamor - justificado por
demás - que bien le podría costar su posición de poder y quizás hasta
la cabeza. Y, si quiere mi opinión, se lo tendría usted merecido.
– Pero eso no pasaría si una buena medicina pública y gratuita
pudiese absorber y atender adecuadamente a todos esos enfermos.
– Si consigue usted tener un servicio de salud pública con esas
características, ¿me puede decir para qué demonios necesitaría
prohibir la medicina privada? ¿Quién pagaría por un servicio que
puede obtener gratis con la misma calidad y disponibilidad? ¿O
quizás hasta con mejor calidad y mejor disponibilidad? Puede que lo
haga alguien por esnobismo ostentoso, para poder decirle a sus
amigos y conocidos que a él lo operaron en esa clínica tan exclusiva,

22
moderna y lujosa - y sobre todo tan cara - porque tiene plata de
sobra para pagarse ese lujo. Pero bueno … como dijo el amigo
Goethe: contra la estupidez hasta los dioses luchan en vano. No,
general. Si usted construye un sistema público de salud dotado de
excelencia y eficiencia, créame, el noventa y ocho por ciento del
negocio de la salud - aunque más propio sería decir: el negocio de la
enfermedad - se derrumbará solo. Sin necesidad de ninguna
prohibición en absoluto.
– Claro que antes de derrumbarse patalearán de lo lindo …
– ¡Por supuesto que sí! Pero ¿con qué argumentos? General: si cree
que no conseguirá rebatir los argumentos de ese pataleo, no se meta
en política.
– Está bien, maestro. No sea tan duro conmigo. De todos modos
estábamos hablando de la calificación de los funcionarios y del nivel
educativo.
– Es que es un problema muy similar. Incluso el negocio de la
educación privada se caería por si solo con una buena educación
pública y gratuita. Pero, si la educación está realmente al alcance
de todo el mundo y realmente tiene un buen nivel de excelencia - lo
que, dicho sea de paso, requiere replantear todo el ámbito docente
porque eso requiere verdaderos maestros y profesores y no simples
"trabajadores de la educación" - después nadie se puede quejar de
que lo califiquen de acuerdo con el nivel educativo que consiguió
obtener.
– Pero maestro, no todos pueden ser universitarios. En mi opinión ni
siquiera es conveniente que todos los sean. Nos quedaríamos sin
mecánicos, sin electricistas, sin plomeros, sin carpinteros, sin
empleados administrativos y todos los demás. Y es un poco difícil,
por decir lo menos, convencer a un buen mecánico de que su opinión
vale menos que el de un abogado mediocre. Ni siquiera estoy seguro
de que sea justo. Mire: en el ejército tampoco todos pueden ser
generales y a veces, sobre todo en combate, la opinión de un buen
sargento puede pesar más que la de un teniente o hasta la de un
capitán medio corto de luces.

23
– Está usted manejándose con criterios individualistas y en política
los que valen son los criterios estadísticos. En un caso individual
dado, su sargento hasta puede tener una opinión más acertada que la
del general que lo comanda. Pero considere por lo menos dos cosas.
Primero ¿le confiaría por eso el mando de todo el ejército a ese
sargento? Y segundo, ¿cuántos sargentos más brillantes que un
general cree que puede llegar a haber en su ejército? Por más que
tenga usted un soldado que es un genio, o cien soldados dotados de
la más maravillosa genialidad militar, las decisiones finales y el
mando quedarán siempre en las jerarquías superiores porque no hay
otra forma de organizarlo racionalmente. No se puede diseñar una
estructura sobre la base de las excepciones. Para utilizar su propio
ejemplo: ¿cuántos mecánicos más inteligentes que un abogado
promedio cree que hay en el país?
– Discúlpeme, maestro (el general se ríe) pero, por los abogados y
los mecánicos que conozco, creo que debe haber unos cuantos.
– Está bien. No empecemos con los chistes de abogados. (el Maestro
también ríe). De todas formas, si quiere usted construir una
estructura política nueva tendrá que aprender a dejar de lado los
criterios actuales y suplantarlos por criterios también nuevos. El
individualismo liberal fracasa precisamente porque reivindica a un
individuo del cual ninguna política se puede ocupar. Y no lo puede
hacer por dos motivos: primero, porque el individuo que se imaginó
el liberalismo sencillamente nunca existió y segundo, porque la
política no se ocupa de individuos. Se ocupa de poblaciones; de
estratos, grupos o sectores sociales. Más todavía en la actualidad en
que hablamos de poblaciones de millones y más millones de
personas. El individualismo, además de fracasar por una cuestión de
concepto, fracasa incluso por una cuestión de número.
– Pero el colectivismo tampoco ha funcionado. Los hombres se
resisten a ser tratados como miembros de un hormiguero.
– ¡Por supuesto que se resisten! Ningún ser humano acepta ser
tratado como un insecto gregario. Y no lo acepta porque no es un
insecto, valga la obviedad. No olvidemos que en un hormiguero, por
más sorprendentemente eficiente y jerarquizada que sea su
organización, los individuos biológicos que lo componen actúan

24
simplemente por instinto innato. No tienen elección posible. Hacen
lo que tienen que hacer porque nacieron sabiendo hacer eso y nada
más que eso. El ser humano es completamente diferente y además de
su mayor flexibilidad funcional tiene un libre albedrío que la
Creación no le otorgó a los insectos gregarios. Por eso es que el ser
humano, como individuo biológico, no es equivalente a un individuo
político. Por lo demás, un criterio político estadístico no significa
insectificar al ser humano. Significa plantear los problemas políticos
de tal modo que puedan ser manejables y solucionables sin recurrir a
eufemismos hipócritas. Fíjese que el individualismo, mientras por un
lado pone el acento sobre el individuo y se llena la boca hablando de
los derechos del individuo y de la dignidad del individuo, por el otro
lado viene y nos dice que todos somos iguales. Si todos somos iguales
¿de qué individualidad nos están hablando? Y fíjese en otra cosa
más: si en un proceso de toma de decisiones usted califica la opinión
según el nivel de experiencia y de formación estará justamente
dándole más peso a la individualidad real y restándole vigencia a un
igualitarismo utópico que no es más que demagogia pura.
– Pero sería algo así como instaurar una meritocracia.
– No exactamente. El problema técnico que presenta la meritocracia
es la definición del mérito por un lado y el método para medirlo por
el otro. Para implantar una meritocracia que funcione, primero
habría que definir qué constituye el mérito y qué el demérito en
todos los ámbitos. Luego habría que establecer cómo se mide o
evalúa tanto ese mérito como ese demérito. Y, créame general, las
dos cosas - tanto la definición como la medición - son tan complejas
que en la práctica política resultan imposibles. No obstante, sin
llegar a una meritocracia propiamente dicha, es perfectamente
posible aplicar criterios meritocráticos allí en donde el mérito está
claro y la evaluación es concretamente posible. La educación es
justamente uno de esos ámbitos. La experiencia demostrable, el nivel
profesional alcanzado y la calificación obtenida no serán criterios
absolutamente perfectos e infalibles, pero desde hace milenios han
servido en la práctica para establecer bastante bien la capacidad y la
idoneidad de las personas. No es ninguna arbitrariedad decir que la
opinión del que sabe más y ha aprendido más vale también más que
la opinión del que sabe menos y ha aprendido menos. General; si a

25
usted le duele el estómago ¿a quién preferiría recurrir? ¿A un médico
o a una enfermera? Si ambos le dieran un diagnóstico, ¿en cuál
confiaría más, en el del médico o en el de la enfermera?
– Planteado así es obvio que confiaría más en el médico. Pero en
política intervienen también otros factores. Mucha gente dice que no
le interesa la política, pero es mentira. Cuando no pueden participar,
protestan. En el fondo, todos quieren participar y están convencidos
de que es cierto lo que señaló Pericles cuando dijo que no todos
somos buenos arquitectos pero todos somos buenos jueces de la
política.
(Se escucha una sonora carcajada de parte del Maestro).
– ¡El sinvergüenza de Pericles! Un verdadero genio político.
Tremendamente hábil el hombre. Y bastante mentiroso como todo
buen griego de aquella época. Esa frase es una de las mentiras
demagógicas más grandes de la Historia.
– Pero muchísima gente está convencida de que es cierta.
– ¡Claro que lo está! Ya lo estaba en la época de Pericles y justamente
por eso fue que Pericles la dijo. Si hay algo que la gran mayoría de las
personas odia es que no la dejen opinar. Y curiosamente los que más
odian ese impedimento son los que menos entienden de la materia
sobre la que opinan. ¿Cómo cuernos puede ser alguien buen juez de
lo que no sabe construir? ¿Cómo se imagina usted que opinará una
persona de un edificio si no sabe nada de albañilería y menos de
arquitectura? Pero claro, todos quieren tener el derecho de opinar
hasta de la física nuclear sin saber siquiera como es un átomo.
– ¿Acaso no tienen ese derecho?
– Mire general, una cosa es concederle el derecho a todo el mundo de
opinar lo que le venga en gana. Incluso de opinar una estupidez sin
por eso amenazarlo con meterlo en la cárcel o en un campo de
concentración. Otra cosa muy distinta es otorgarle a cualquiera una
función desde la cual puede tomar decisiones sobre la base de una
simple opinión, sobre todo si esas decisiones afectan después a todo
el conjunto de la sociedad. Si usted, como militar, quiere opinar
sobre ecología, por mí hágalo; no me interesaría impedírselo. Pero si
usted pretendiera dictar normas políticas - o exigir normativas

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obligatorias - basándose sobre esa opinión no me quedaría más
remedio que señalarle que por su formación no puede tener usted ni
idea de lo endiabladamente compleja que es la cuestión ecológica.
– Está bien, maestro. Eso sería correcto porque se trata un tema
técnico del que no se puede opinar sin saber. Pero ¿por qué prohibir
las opiniones políticas? Al fin y al cabo la política nos afecta a todos.
– La ecología también nos afecta a todos. En realidad muchas cosas
nos afectan a todos: la economía, la salud, la educación, la seguridad,
la justicia. Ya conoce usted la cantilena. Además, tampoco se trata de
prohibir las opiniones políticas. Ya hablamos de las prohibiciones.
De lo que se trata no es de prohibir sino poner las cosas en su lugar
valorándolas por lo que realmente valen.
– De acuerdo, pero ¿por qué hacerlo expresamente en política?
– Por varias razones. En primer lugar porque, contrariamente a lo
que afirman los demagogos, la política no es tan solo una cuestión de
opiniones. Como arte es una cuestión de ideas - y ahí pueden caber
las opiniones - pero como ciencia es una cuestión de problemas
concretos y de soluciones concretas. Y ahí lo que cuenta es el saber
diagnosticar correctamente el problema y el saber implementar una
solución que realmente lo resuelva. Y los que no saben ninguna de
esas dos cosas no son buenos arquitectos de la política - para usar la
frase de Pericles - y por lo tanto tampoco pueden ser buenos jueces
de la misma. En segundo lugar, es cierto que la política nos afecta a
todos, pero no siempre a todos por igual ni a todos siempre en la
misma medida. Si una medida política afecta a alguien, ese alguien
tiene todo el derecho del mundo a opinar. Pero, si no lo afecta, ¿por
qué no se calla la boca y deja que opinen los que están en el tema y
conocen la cuestión? Y en tercer lugar también hay que considerar el
aspecto cuantitativo. Tome usted una medida que afecta a, digamos,
diez mil o cien mil personas. La pregunta es: ¿en qué medida
beneficia o perjudica al resto de las millones de personas que
también forman parte de la población? No es que el principio ése de
"el mayor bien al mayor número" sea siempre un criterio infalible,
pero no deja de ser una buena guía especialmente cuando la que
protesta es una minoría afectada.
– ¿O sea que no deberíamos admitir el derecho de las minorías?

27
– Hay que admitirlo, pero no siempre, ni en cualquier caso, ni en
cualquier medida. Antes hablábamos de la aristocracia y de los
privilegios que le pueden corresponder por su función. Una auténtica
aristocracia es siempre minoría, pero una minoría con la específica e
importante función de servir de sostén y fuente de reclutamiento del
poder constituido el cual, a su vez, debe estar al servicio del bien
común. En cambio otras minorías pueden no tener una función
específica, o pueden tener una de importancia secundaria, o incluso
una de efectos negativos. Al fin y al cabo los asesinos también son
una minoría…
– ¡Por suerte!
– Por eso los derechos de una minoría deben ser proporcionales a
las obligaciones que requiere su función útil a la sociedad; ése es
todo el secreto. Una minoría que no aporta nada útil a la sociedad no
tiene por qué tener derechos especiales, y otorgarle derechos a una
minoría nociva es directamente suicida. Fíjese que son justamente
esas minorías perjudiciales las que más gritan cuando se toca el tema
de los derechos de las minorías. Y es lógico que lo hagan: necesitan
ampararse en esos derechos minoritarios para mantener las
prerrogativas que han conquistado. Desconfíe siempre de una
minoría con funciones sociales y políticas no demasiado claras que
exige a viva voz el respeto por el famoso derecho de las minorías.
– ¿Y qué hacemos con los tan mentados Derechos Humanos?
– Esos famosos derechos son individuales. No le aconsejo
manifestarse contra ellos. Por varios motivos. Primero y principal:
siendo individuales, vale decir: personales, no tienen una influencia
tan decisiva sobre lo social y sobre lo político como muchos
pretenden. Cualquier gobernante decente, bajo cualquier sistema o
régimen, si gobierna honesta y decorosamente bien, los respetará de
todos modos en lo esencial.
– Al fin y al cabo tampoco son tan difíciles de respetar.
– Tal cual. Y eso es porque, en segundo término, bien interpretados y
aplicados son bastante razonables dentro de todo, por más que
últimamente los han manoseado y exagerado de una manera muy
impropia. Tercero: si por el abuso demagógico que se ha hecho de

28
esos derechos, se manifiesta usted contra ellos lo único que
conseguirá es echarse a todo el mundo en contra, especialmente a los
hipócritas que los declaman por un lado y los violan cuando les
conviene. Y entre esos hipócritas hay, por desgracia, algunos que son
muy poderosos. No les regale un arma que seguramente utilizarán
contra usted.
– Entiendo. Además tenemos acuerdos internacionales firmados al
respecto. Sería un verdadero engorro. . .
– Los efectos concretos de algunos de esos acuerdos internacionales
y hasta la referencia a los mismos se podrían … digamos … omitir
discretamente en una futura legislación. Especialmente en alguna
futura constitución. Pero en líneas generales yo le sugeriría aceptar
abiertamente que un ser humano, por el solo hecho de ser humano,
tiene ciertos derechos básicos y elementales. No es una mala idea si
se lo mira desde el punto de vista racional y jurídico; y todo el
cristianismo afirma lo mismo desde hace dos mil años si lo mira
desde un punto de vista más elevado. Lo que no hay que hacer es
caer en exageraciones que solo benefician a los criminales y a los
elementos perjudiciales de la sociedad.
– Comprendo y, a decir verdad, comparto su criterio, maestro. Pero
volviendo ahora al tema de las opiniones, si le entendí bien lo
esencial no es que todos tengan derecho a opinar sin por eso ir a la
cárcel. Lo importante es que, en materia de decisiones concretas, una
opinión vale solamente cuando el que opina también domina la
materia sobre la cual está opinando.
– Tal cual. Y cuidado con las opiniones políticas típicamente
partidistas. La gran mayoría de las veces no son más que la
manifestación de una impresión, ya sea sobre un candidato como
persona, ya sea sobre el proyecto de esa persona, ya sea sobre las dos
cosas a la vez.
– Un proyecto que la mayoría de las veces no es sino una colección
de promesas que después ningún político cumple.
– También eso puede tener remedio.
– ¿Acaso metiendo preso al que no cumple?

29
– No necesariamente; pero algo así. Los españoles de la época de la
Conquista lo tenían bastante bien organizado en el Derecho
castellano e indiano que preveía el famoso Juicio de Residencia.
Cuando un funcionario público terminaba su mandato se revisaban
sus actuaciones y se podían presentar cargos en su contra. El sujeto
no podía abandonar el lugar en el que había ejercido el cargo ni
tampoco asumir otro hasta no finalizar el proceso.
– Es un poco duro pero me imagino que, bien implementado podría
ser bastante eficaz. ¿Quién lo juzgaba?
– Por regla general, en aquella época el proceso lo dirigía la persona
nombrada para sucederle en el cargo. Pero eso hoy se puede
disponer de otra manera.
– ¿Y fue eficaz?
– Es opinable. Por un lado, una tesis negativa no puede ser
demostrada. Nunca vamos a poder establecer cuantos actos de
corrupción no sucedieron porque el funcionario sabía que al final
de su gestión lo esperaba un Juicio de Residencia. Por el otro lado, la
publicidad de estos procedimientos no era la que puede ser hoy y
seguramente muchos casos se habrán tapado o al menos disimulado
bajo el principio de que entre bueyes no hay cornadas. Pero la
eficacia de la institución puede ser muy mejorada con los recursos de
los que hoy se dispone.
– De todos modos, no es una mala idea. ¿Y cuáles eran las penas?
– En aquella época consistieron mayormente de multas. Pero
también eso es mejorable. Vea, las macanas que se puede mandar un
funcionario son básicamente de dos clases: errores específicamente
políticos y crímenes comunes. Si comete un error político la pena
debería ser inhabilitación para ejercer un cargo público. El tiempo y
los alcances de la inhabilitación se pueden establecer con relativa
facilidad. En el más grave de los casos la inhabilitación tendría que
comprender todos los cargos públicos y de por vida. En cuanto a los
crímenes comunes – como por ejemplo cohecho, prevaricato,
colusión y corrupción en general – sería simplemente cuestión de
aplicar una sanción penal de cumplimiento efectivo con el agravante

30
que le puede caber al sujeto por el hecho de haber cometido esos
crímenes siendo funcionario público. No es tan complicado.
– Ya me estoy imaginando el griterío opositor de todos nuestros
actuales políticos, maestro.
– Pues imagíneselo y multiplíquelo por cuatro. Patalearán y
despotricarán inventado mil chicanas para torpedear la iniciativa.
Pero bien comunicado, le aseguro que un Juicio de Residencia bien
diseñado contaría con el consenso de prácticamente el noventa y
nueve por ciento de la población. Y tendría para usted una ventaja
adicional: podría llegar a saber muy bien a quiénes no les tendría que
ofrecer un cargo jamás y bajo ningún concepto. Serían todos los que
despotricaron contra la medida. Si alguien no está dispuesto a
someter su gestión a una revisión final, es porque ya de entrada
especula con algo non sancto. No le quepa la menor duda.
– En cuanto a los miembros del Ejecutivo que no son cargos
electorales como, por ejemplo, los ministros, ¿qué me aconsejaría,
maestro?
– En primer lugar, desígnelos por su idoneidad profesional. Poner
un abogado al frente del Ministerio de Salud Pública y un médico al
frente del Ministerio de Defensa es una idiotez. Ponga hombres que
conocen el oficio y el ámbito en el cual tendrán que tomar decisiones.
Incluso puede establecer una norma legal que así lo exige y con eso
se evitará compromisos con los eternos "paracaidistas". Nadie
debería acceder a una función si no cuenta con títulos habilitantes
satisfactorios para ejercerla, sea por su formación profesional, sea
por su experiencia en la materia.
–¿Y en segundo lugar?
– En segundo lugar, establezca el principio de la responsabilidad
personal e indelegable por las decisiones tomadas. En eso ya tendría
un sólido punto de apoyo en el Juicio de Residencia del que
acabamos de hablar. En tercer lugar, reduzca al mínimo los cargos
políticos y simplifique la estructura burocrática al mínimo
indispensable. Eso le abaratará y le agilizará todo el aparato estatal.
En cuarto lugar, establezca la carrera de la administración pública a
nivel universitario y vaya limpiando el aparato administrativo

31
poniendo personas que han aprobado satisfactoriamente esa carrera.
Sáquese de encima a los "amigos de" y a todos esos "estratos
geológicos" que se han formado en la administración pública con los
protegidos, amigos, conocidos, parientes y hasta cómplices del
funcionario de turno. Por último, no nombre ministros a personas
que han sido designadas para otros cargos y no tengan mandato
cumplido. No quite un gobernador en funciones para convertirlo en
ministro. Hasta puede sancionar una norma que lo prohíba.
Mientras menos compromiso tengan sus ministros con la política en
general tanto mejor. Especialmente tanto mejor para usted. Busque
buenos profesionales. Hombres honestos y capaces. Constrúyase su
propia aristocracia. La va a necesitar. Créame.
– ¡Pavada de tarea!
– Como dijimos antes: si arranca bien, tiene más o menos diez años
para hacerlo. No es imposible.
– Pero ¿me lo dejarán hacer?
– No.
– ¿Y entonces?
– General, si un político no está a la altura de sus enemigos lo único
que le cabe hacer es irse a su casa y olvidarse de todo el asunto.
Nunca, oiga bien, nunca al político auténtico lo "dejan hacer".
Únicamente los cómplices dejan hacer al que también es cómplice.
En política todos luchan por el poder y en esa lucha lo primero que
tratan de hacer es de trabar, desprestigiar, menoscabar y desplazar al
que ya está en el poder y lo ejerce. Después incluso pueden intentar
cosas peores. Sobre todo si el desprestigio y las chicanas no les
resultan.
– O sea que ya hay una bala con mi nombre. ¿Eso es lo que me
quiere decir?
– No sé si la hay ya. Lo que sí sé es que la puede llegar a haber y casi
seguramente la habrá si patea usted el tablero y se pone a limpiar el
chiquero de la política actual de una vez por todas. Tiene que contar
con eso.

32
– ¿Tenemos que llegar a eso? A pesar de que soy militar de
profesión, me resisto a pensar la política en términos de amigos y
enemigos.
– Vuelva a leer su Carl Schmitt, general. Se resiste usted a pensar en
esos términos precisamente porque es militar y conoce las
consecuencias de una guerra. Y me parece muy bien que piense así.
Lo que sucede es que, si lee al amigo Schmitt con la debida atención,
se dará cuenta de que lo que él plantea es justamente el deber del
político de evitar ese tipo de enfrentamientos siendo que la política
genera enemigos necesariamente.
– Sin embargo Clausewitz decía que la guerra es la continuación de
la política por otros medios y Maquiavelo mismo no estuvo lejos de
ese criterio.
– General, cuando Maquiavelo escribió El Príncipe la guerra era muy
diferente a lo que fue cuando Schmitt escribió su El Concepto de lo
Político y su Teoría del Guerrillero. Comparada con la guerra que
Schmitt considera, la de Maquiavelo no pasaba de ser un torneo más
o menos violento entre condottieri profesionales que un día podían
enfrentarse y a la semana siguiente combatir en el mismo bando.
Comparada con la guerra actual, hasta la de Clausewitz era una lidia
entre caballeros. Además, la guerra no es lisa y llanamente la
continuación de la política. En la enorme mayoría de los casos la
guerra es la continuación del fracaso de la política. Fracaso
consistente precisamente en evitar la guerra.
– Incluso la guerra civil.
– Muy especialmente la guerra civil. Las guerras civiles son las
peores de todas. Pero, en general, es muy cierto que solamente la
política puede llevar a una guerra, Schmitt tiene toda la razón en eso.
La economía puede llevar a situaciones muy conflictivas, pero sin
una decisión estrictamente política ningún interés o poder
económico puede desatar y librar una guerra en realidad. Cuando a
los poderes económicos les conviene una guerra, lo primero que
hacen es impulsar y presionar a la política en ese sentido. Sin ella,
sin la política, ningún otro factor, ni siquiera el económico, puede
desatar una guerra de verdad. De modo, general, que si se dedica
usted a la política, hágase a la idea de que tendrá enemigos, le guste

33
o no. Y trate de no olvidar lo que aprendió en la academia militar
porque no es imposible que tenga que aplicar eso que aprendió.
Aunque más no sea para saber qué es lo que tiene que hacer a fin de
no tener que aplicar lo que aprendió.
– De ningún modo pienso llevar a mi país a la guerra. Eso se lo
puedo asegurar.
– Le creo. Rara vez un militar es partidario de la guerra y, si resulta
serlo, o bien es demasiado ambicioso, o bien es demasiado estúpido,
o bien ambas cosas a la vez. Los grandes belicistas, los grandes
karatekas orales, suelen ser casi siempre aquellos que jamás vieron
un herido, jamás apretaron un gatillo y hasta son capaces de
desmayarse al ver una gota de sangre. Son iguales a los grandes
partidarios de la pena de muerte: fervorosos promotores de la cosa
pero a condición de que la haga otro. Abogarán por la guerra pero
calculando que de todos modos la harán los militares y abogarán por
la pena de muerte sabiendo que de cualquier manera la sentenciará
un juez y la ejecutará un verdugo.
– Es fácil ser partidario de algo cuando el trabajo sucio lo tienen que
hacer siempre los demás. Lo sé.
– Así y todo tampoco pase por alto una cosa, y esto se lo puede
confirmar cualquier diplomático: hacen falta dos para mantener la
paz, pero basta con uno para desatar la guerra.
– Sí, ya lo sé. No se puede evitar una guerra solamente con el sincero
deseo de no quererla. Eso lo tengo claro pero ¿qué me aconseja en
materia de política internacional? Dicen que la verdadera política, la
gran política, es la internacional. ¿Qué opinión tiene al respecto?
– Es bastante discutible y depende de las dimensiones y la
complejidad de la política interna. Hay países internamente tan
complejos que conducirlos políticamente es mucho más difícil que
manejar un conflicto externo y hay países cuya política interna es
relativamente simple y, en ese caso, al político le puede parecer de
mucha mayor envergadura la política internacional. De todos modos,
una cosa es cierta: no hay política interna posible sin una buena
política externa y viceversa, no se puede hacer una buena política
externa si la interna es deficiente. En el primer caso tarde o

34
temprano le dictarán imposiciones desde afuera y le ocasionarán
dolores de cabeza adentro. En el segundo, tendrá tantos dolores de
cabeza adentro que nadie lo tomará demasiado en serio afuera. Lo
interno y lo externo no son compartimentos estancos. Son líneas de
acción interdependientes.
– Maestro, en su experta opinión, ¿con quién conviene aliarse?
– Con nadie, si lo considera de esa manera. La pregunta que debería
usted hacerse es la inversa: pregúntese a quién le convendría tener
de aliado y no de quién le convendría hacerse aliado. El que busca
aliarse con alguien ya está reconociendo su inferioridad de entrada.
Una inferioridad que puede muy bien ser cierta y hasta obvia, pero
que jamás es aconsejable reconocer. No busque amigos en las
alianzas políticas. No hay amigos en política. A lo sumo hay aliados.
Especialmente en política internacional en donde las relaciones
personales no cuentan en absoluto. En eso alguien una vez dijo que
no hay alianzas permanentes sino solo intereses permanentes. Lo
cual ni siquiera es cierto porque tampoco los intereses son
permanentes en el largo plazo. De modo que, cuando considere la
posibilidad de una alianza, fíjese en cuál de ellas puede contribuir a
aumentar su propio poder. De otro modo solo estará aumentando el
poder del otro. Y, si no puede evitar una relación que en realidad no
le conviene, asuma la menor cantidad de compromisos que pueda
negociar sin poner en peligro su seguridad externa e interna.
– ¿O sea que lo mejor sería mantenerse aislado?
– No. En absoluto. Y menos en el mundo de hoy que está todo
interconectado y en donde el aislamiento es hasta prácticamente
inviable. Pero trate de depender lo menos posible de sus aliados y
simplemente no establezca alianzas sin un beneficio neto a cambio. Y
cuando digo beneficio neto me refiero a una objetiva y realista
evaluación de las ventajas y las desventajas. Porque desventajas
siempre habrá. No se olvide que, cuando acepta a alguien como
aliado, automáticamente se comprará también los enemigos de ese
aliado. Con cada aliado que sume, sumará también una serie de
enemigos. En teoría y en principio, su mejor aliado será aquél que
más le permitirá a usted aumentar su propio poder y el que menos
enemigos propios tenga, o el que tenga los enemigos más débiles. Y

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sobre todo una cosa: no tema ni vacile un solo segundo en romper
una alianza que ya no le conviene al país. Las alianzas políticas no
son un matrimonio. Todo el mundo las traiciona cuando le conviene.
No sea usted el traicionado.
[. . . ] Aquí termina la grabación.

Epílogo provisorio
Como es conocido, al general lo asesinaron en el quinto año de su
gestión cuando ya se hacía inminente la designación de las
autoridades provinciales por los colegios electorales constituidos con
los intendentes de mandato cumplido.
Según la investigación oficial, el autor del magnicidio fue un sujeto al
que calificaron como de facultades mentales alteradas y al que
ciertos periodistas le adjudicaron algunos antecedentes medio
fascistoides aunque sin relación demostrable con un sector político
concreto. Fue arrestado algunos días después del hecho pero luego,
en forma bastante misteriosa, falleció de un supuesto ataque
cardíaco en la prisión antes de poder ser llevado a juicio. No es de
extrañar, pues, que muchos hayan catalogado de "nuestra versión
vernácula del Informe Warren" al documento oficial con el que se
pretendió cerrar el caso.
Las innovaciones revolucionarias que el general implementó fueron
progresivamente derogadas y anuladas. Los políticos desplazados del
poder cinco años antes, volvieron. La mayoría de ellos no solo
recuperó sus cargos, su influencia y hasta sus privilegios, sino que
algunos incluso recibieron indemnizaciones del Estado por los
perjuicios que alegaron haber sufrido. La cuestión es que, en poco
tiempo todo volvió a quedar prácticamente igual que en los tiempos
anteriores a la revolución. Especialmente la enorme presión
internacional que la potencia hegemónica mundial ejerció sobre el
país contribuyó a que se desmontara progresivamente la estructura

36
construida por la revolución y la política volviera a los carriles y a las
instituciones anteriormente vigentes.
Naturalmente, ello solo fue posible con una violenta represión a
quienes apoyaron y participaron del gobierno del general. Las
organizaciones surgidas durante la revolución fueron disueltas.
Quienes habían ocupado cargos o cumplido funciones durante el
gobierno del general fueron inhabilitados y, en muchos casos,
encarcelados con los pretextos más diversos. Se intervinieron los
sindicatos que, en su enorme mayoría, habían terminado apoyando
la revolución y, luego de la huelga general que esta medida trajo
consigo, miles de dirigentes sindicales fueron encarcelados. Se
prohibió por ley toda referencia al régimen revolucionario y hasta la
mera mención del nombre del general resultó penada con hasta seis
años de prisión.
Los partidarios del general pasaron a la clandestinidad y operan allí
desde entonces. A pesar de que se han hecho muchos esfuerzos por
negarlo, representan una fuerza política considerable que, no
obstante haber sido proscripta, mantiene su organización y sus
cuadros dirigentes con los cuales en cualquier momento pueden
estar en condiciones de recuperar el poder. De hecho, la grabación
que acabamos de transcribir circula ampliamente por Internet y ha
servido de base para numerosos grupos de estudio que están
elaborando los planes estratégicos para un nuevo gobierno. A pesar
de la represión, la revolución iniciada está lejos de haber sido
vencida.
Con todo, es preciso señalar que algunas de las versiones de la
grabación han sido, en menor o en mayor grado, adulteradas y por
ello es que hemos creído conveniente publicar esta versión que
reproduce fielmente su contenido, sin aditamentos ni omisiones.
Como hemos señalado al principio, el "Maestro" nunca consiguió ser
identificado. Sin embargo, los múltiples documentos que circulan
ampliamente por Internet indican que sigue inspirando a una fuerza
revolucionaria, por ahora clandestina, cuyos miembros y allegados se
consideran a sí mismos como la nueva aristocracia de una revolución
pendiente.

37
Lo concreto es que esa élite está muy activa y las autoridades
actuales tienen sobrados motivos para no sentirse en absoluto
seguras en sus puestos como lo demuestra el cada vez mayor
nerviosismo y la creciente crispación que se puede apreciar en
prácticamente todas las medidas oficiales de los últimos tiempos.
Es opinión unánime que el régimen imperante tienen sobrados
motivos para temer una revolución que la gran mayoría de los
analistas considera no solo previsible sino prácticamente inevitable.
Lo cierto es que la revolución iniciada por el general no fue vencida.
Solo quedó suspendida.
Se sabe que sus cuadros se han reorganizado y, dados los
acontecimientos de los últimos tiempos, la enorme mayoría espera
que vuelvan a conquistar el poder en cualquier momento.
Lo cierto es que los revolucionarios están activos. La persona que
está a su lado puede ser uno de ellos.
Es más: usted mismo puede ser uno de ellos…

......................

38
SEGUNDA PARTE:
Reflexiones sobre un camino
estrecho

Entrad por la entrada estrecha;


porque ancha es la entrada
y espacioso el camino que lleva a la perdición,
y son muchos los que entran por ella;
mas ¡qué estrecha la entrada y
qué angosto el camino que lleva a la Vida!;
y pocos son los que lo encuentran.
Mateo 7:13/14

Prólogo del compilador


Buceando por Internet uno se encuentra con sorpresas. En una
entrega anterior [1] habíamos reproducido una grabación en la que
una persona no identificada, conocida simplemente como "el
Maestro", dialogaba con el líder de una Revolución inconclusa. Si
bien aquél líder tuvo un fin dramático, siempre existió el rumor de
que el "Maestro" seguía en actividad, principalmente en el área de la
elaboración de proyectos y en la formación de una nueva aristocracia
revolucionaria.
Lo que ofrecemos a continuación es un documento que ha circulado
bastante por la Internet en los últimos tiempos, aunque también es
cierto que hasta ahora no había aparecido en nuestro idioma. Se
trata de una mesa redonda llevada a cabo en algún lugar – se supone
que en un país europeo – organizada por el Maestro y en la cual se
reunieron tres destacados economistas de primer nivel.

1 Ver Primera Parte.


2 Ley federal norteamericana sancionada a fines del Siglo XVIII que ponía límites al gobierno

39
La identidad de estos economistas, al igual que la del Maestro, no ha
sido revelada. Se sabe, tanto por el contexto mismo del documento
como por las escasas referencias disponibles, que se trata de
personalidades con amplia experiencia e, incluso, alta exposición
pública. Al menos uno de ellos ocupó cargos públicos en varios
gobiernos y muy probablemente sigue siendo funcionario público en
la actualidad, mientras que es prácticamente seguro que los otros
dos también han desempeñado – y quizás desempeñen aun –
funciones de Estado en algún gobierno. Esto, unido a la obvia
ausencia de ambiciones personales en el marco de la convocatoria
del Maestro, explica en buena medida la discreción empleada en lo
relativo a sus verdaderas identidades.
La procedencia de estos economistas es variada. El que figura como
AMG proviene del área eslava. Probablemente se trate de un ruso o
de un ucraniano. De OST se supone con algún fundamento que es
alemán o austríaco mientras que sobre NEU no hay mayores datos.
Podría ser francés según algunos, o incluso inglés según otros. MAG
es, en todos casos, el Maestro.
El lugar en que se llevó a cabo la mesa redonda no ha sido
explicitado. Se estima que la misma se desarrolló, a lo largo de
varias jornadas, en algún momento del 2012; quizás hacia fines de
dicho año.

Introducción
MAG: Caballeros: Ante todo quiero agradecerles que hayan
respondido a la convocatoria. Aprecio mucho su presencia y
descuento desde ya que esta reunión será fructífera. Además de
interesante, por supuesto.
Como es obvio, nuestro tema será la economía. No menos obvio es
también que el tema económico puede analizarse desde ángulos muy
variados. En esta conversación, mi interés principal – aunque,
naturalmente no de un modo exclusivo y técnico – está centrado en
el dinero. Les agradecería si pudiésemos hacer girar el análisis

40
alrededor de la cuestión del dinero como tema central. No obstante,
les rogaría que lo hagamos en un estilo llano, comprensible para el
lego; es decir: sin todos esos tecnicismos del oficio a los cuales
ustedes los economistas son tan afectos. Sé que todos son expertos
en la materia y seguramente podrán ayudarme a mí y a varios de mis
amigos a clarificar nuestros conceptos, sobre todo después de la
crisis desatada en 2008 que sigue teniendo efectos hasta la
actualidad.

Primera Sesión: El Marco General


MAG: Para comenzar propondría establecer un marco histórico.
Estimo que, para lograr un cuadro claro de situación, es
imprescindible que consideremos los antecedentes que nos ofrece la
Historia. En consecuencia, aclaremos por de pronto desde qué época
partimos para nuestro análisis. En otras palabras y mirando hacia
atrás, ¿dónde consideran ustedes que está el límite inicial de nuestra
época? Obviamente, hay muchas alternativas para esto, dependiendo
de diferentes puntos de vista. Pero, así y todo: ¿qué momento
histórico trascendente considerarían ustedes como el inicio de esta
época que estamos viviendo?
NEU: En mi opinión, podríamos partir del Siglo XVII cuando se
fundó el Banco de Inglaterra como banco privado. El argumento
esgrimido en su momento fue que la medida era buena, tanto para la
política como para los banqueros, desde el momento en que
permitiría establecer una estructura dual en la que la política podía
pedir prestado un dinero que – debido a su carácter cerrado y muy
poco transparente – aparecía como una fuente inagotable de
recursos. De hecho, fue en el Siglo XVII que se produjo esa simbiosis
entre el gobernante y los dueños del dinero por medio de la cual el
gobernante renunció a la emisión de una moneda que llevara su
imagen. Puso esta función en unas manos de las cuales podría pedir
prestado constantemente y sin asumir responsabilidad alguna. Al
menos eso fue lo que le hicieron creer. Esto se puede ver claramente
por ejemplo en la instauración del Banco Nacional austríaco, en

41
1816, es decir: después del establecimiento de la Santa Alianza. Al
emperador Francisco I primero lo convencieron de que fundara un
banco y después de que ese banco no fuera suyo sino de otros, de
quienes obtendría todo el dinero que necesitara. Así, el Banco
Nacional austríaco nació según el modelo del Banco de Inglaterra, un
banco al que ni el gobernante, ni los demás personajes de la época
podían hacerle rendir cuentas. Más tarde vino una época en que
quisieron modificar esto, tanto en Viena como en otras partes. Pero,
en realidad, lo cierto es que se constituyó un sistema de préstamos
monetarios que hasta el día de hoy determina nuestras vidas. Por
ejemplo, este mismo sistema es el que funciona hoy en los Estados
Unidos a través del Banco de la Reserva Federal. En mi opinión, lo
esencial de esta estructura es que el sistema de préstamos, operando
con mecanismos no transparentes y en manos de personas a las
cuales no se les puede exigir una detallada rendición de cuentas,
ofrece buenas oportunidades a la política siendo que, en realidad de
verdad, domina a esa política. Pero a los políticos indolentes,
haraganes y de pocas luces, esto les resulta enormemente
conveniente porque pueden transferir muchas de sus
responsabilidades a esa esfera financiera casi impenetrable.
AMG: A veces me gusta decir que allí en donde termina la ciencia
comienza la poesía. Y no es casualidad porque hay pocas expresiones
que pueden plantear lo esencial con tanta consistencia y solidez
como la poesía. En relación con el tema planteado y con lo ya
expuesto, me viene a la mente la frase acerca de “los pensamientos
no pensados”. Creo que la mayoría de los males que padece la
humanidad proviene de pensamientos no pensados. Nos ponemos
contentos cuando inventamos algo y después nos dedicamos con
gran entusiasmo a cambiarlo todo implantando esos inventos. Solo
que no calculamos las consecuencias. Por diversos motivos no
queremos – o no nos atrevemos a – pensar hasta el final ese tercer
paso. No nos preguntamos cómo se inserta lo nuevo en el mundo
humano preexistente. Analicemos cualquier segmento de nuestro
mundo actual y veremos que estamos rodeados de innovaciones
absurdas. Varios fenómenos, en la forma en que existen, no deberían
existir. Operan fuerzas mundiales masivas, no fácilmente
identificables. Desde hace siglos la humanidad está deslizándose
hacia abajo por un sendero aparentemente inevitable y hoy llegamos

42
a lo que parecería ser el punto crítico de esa pendiente. Esta
humanidad actual ha adquirido la capacidad de destruir la totalidad
de lo existente con vida sobre la tierra y faltan los elementos de
control que deberían impedir ese desastre. La catástrofe puede
iniciarse en cualquier punto local, en cualquier dimensión, sea ésta
ecológica, social, económica, bélica u otra. Nosotros, los seres
humanos, nos estamos dando cuenta con cada vez mayor espanto de
que el control se nos ha escapado de las manos. A este mundo actual,
de la manera en que hoy está constituido, nadie lo ha querido.
MAG: ¿No es esto una especie de pronóstico apocalíptico que ya fue
formulado en otras épocas en lugar del planteo de una alternativa?
AMG: Es una pregunta que muchas veces me la he hecho yo mismo,
pero al final siempre llego a la conclusión de que esto es diferente.
Hace ya varias décadas que me recibí de economista y debo confesar
que ese tiempo solo sirvió para darme cuenta que la economía, por si
misma, en realidad no existe. Esa cosa, que no solo trata de
presentarse como existente sino como lo más importante que existe,
no es más que el punto de contacto superficial de dos entidades
realmente existentes que son la naturaleza externa, eso que
llamamos el sistema ecológico, y la naturaleza interna del ser
humano, es decir: la cultura. Lo que sucede es que la cultura, la
naturaleza interna del hombre, satisface sus necesidades propias, de
índole material, con lo que toma de la naturaleza externa. Y, a partir
de cierto momento histórico, a este proceso decidimos llamarlo
“economía”. En otras palabras: llamamos “economía” a la forma en
que las naturalezas interna y externa del ser humano se comunican
entre sí. A grandes rasgos, esta comunicación se produjo de manera
armónica y sin interferencias hasta, digamos, el final del Siglo XV.
Pero durante los últimos seiscientos años – es decir: desde el
surgimiento del capitalismo – se convirtió en un proceso brutal. Los
operadores de la economía mantienen bajo el terror, bajo una
violencia existencial, tanto a la naturaleza interna como a la externa.
En mi opinión, la pregunta es: ¿cuál es la causa de esto? ¿Cómo
vinimos a parar aquí? ¿En qué puntos qué cosas tendríamos que
clarificar a fin de poder darnos vuelta y desandar este camino
existencialmente demoledor que conduce a la nada? Es cierto que
para llegar a fondo del tema haría falta toda una biblioteca. Pero así y

43
todo creo que al menos hay que plantearse estas preguntas porque
los problemas más concretos de la sociedad actual provienen de estas
cuestiones fundamentales.
MAG: Lo notorio es que justamente esto es de lo que no se habla. La
intercomunicación intelectual pública está en ruinas. Asistimos a
combates verbales de narrativas contradictorias – y a veces hasta
intrínsecamente incoherentes – que vienen de ningún lado y
terminan en ninguna parte. Con lo que resultan completamente
inservibles para formar una opinión cultural. Para poder llevar a
cabo una acción efectiva tenemos que empezar por hacer
comprensibles los hechos. Tenemos que entenderlos y transmitirlos
de un modo descriptivo y comprensible. Aunque más no sea para
saber y ver de qué se trata en absoluto. Y, naturalmente, después
habría que construir medios para que estas cuestiones se pongan al
alcance de amplios estratos sociales de modo que los temas
esenciales se vuelvan accesibles y debatibles. No creo que, sin un
consenso cultural básico, se pueda llegar a un resultado satisfactorio.
Por más bien que actuemos y por más correctamente que
procedamos.
NEU: “Debatible” significa que podemos intercambiar
pensamientos. El medio de intercambio de las acciones concretas es
el dinero, que también es un medio de comunicación. El ámbito
monetario, como ámbito comunicacional, está tan en crisis como el
ámbito del diálogo oral. Está exactamente tan distorsionado, es igual
de ininteligible como, dado el caso, el mundo de las palabras.
MAG: Volvamos al terreno histórico.
OST: Se ha constituido un imperio financiero. Yo me aproximaría al
tema desde ese ángulo. NEU lo formula implicando que se
constituyó un poder virtual en un espacio virtual. Por mi parte
apuntaría que éste es el único súper-poder que existe hoy en día y
todo país físicamente existente no es más que su cuerpo, su
musculatura. Se trata de un organismo complejo, que funciona como
un Estado y cuya estructura se parece a la de una corporación
moderna. Tiene propietarios, tiene su directorio, sus gerenciadores y,
por supuesto, está el imperio propiamente dicho. Es este imperio el
que ha entrado en crisis porque su principio de funcionamiento

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esencial no es lo que conocemos como economía política sino lo que
se llama economía financiera. Ya Aristóteles supo diferenciar estas
dos economías. Tampoco permitió que se llamase “economía” a un
sistema en el cual triunfa el esquema de hacer dinero con dinero
mediante la utilización de diferentes técnicas. En la economía
política el dinero también desempeña un papel como instrumento,
pero en ella lo que hay que hacer funcionar es la economía real, la
economía que produce valor, a fin de satisfacer necesidades
humanas concretas. Ahora bien, las necesidades de la vida, de la
vida natural, tienen límites. El dinero no tiene ningún límite en
absoluto. Sí señores, tenemos que volver a Aristóteles. Por ejemplo,
¿por qué fue tan enemigo del interés, del sistema de préstamos a
interés?
Desde Aristóteles se han organizado fuerzas en segundo plano que
persiguen un sistema de valores completamente diferente, un
sistema ocultista en realidad, que se rige según un egoísmo ilimitado.
El encuentro de ese egoísmo ilimitado con las técnicas del poder del
dinero produjo un imperio del dinero, una corporación global, que
no es en absoluto democrática aunque más no sea porque las
corporaciones modernas son instituciones duramente dictatoriales.
El estrato superior de este imperio, el círculo de los propietarios,
actualmente posee una fortuna concentrada que, según las
estimaciones de los expertos, llega a algo así como trescientos
trillones de dólares. Esta fortuna, no distribuida, ha migrado a
diferentes holdings, empresas familiares, fundaciones. Sus
propietarios, entre otras cosas, poseen también las quinientas
empresas más grandes del mundo. Se produjo así una increíble
concentración de poder y, debido a ello, un sistema desequilibrado.
Este sistema es el que se desestabiliza cada tanto, produciendo las
crisis que todos conocemos. Pero en estas crisis va quedando en
evidencia hasta qué punto carece de ética, hasta qué punto es
completamente amoral este estrato superior. En ese sistema
completamente desequilibrado sus integrantes se aprovechan de que
no existe ninguna fuerza controladora por encima de ellos, ocasionan
enormes daños y después, sin pestañear siquiera, pretenden
transferir las consecuencias a las estructuras – dado el caso al Estado
o a los Bancos Centrales – de las cuales han sacado el dinero en
primer lugar. Las raíces de este grupo de personas se remontan hasta

45
la Antigüedad. Aprendieron muy bien que pueden utilizar el dinero
para sus propios fines estratégicos si sacan las herramientas
financieras del ámbito de la administración pública y las
transforman en recursos de monopolios privados. Sin embargo, a lo
que estamos asistiendo ahora es a que el sistema no funciona tan
aceitadamente como se lo imaginaron.
Permítanme ponerles un ejemplo al margen. Al estallar la crisis de
2008, en un primer momento el Congreso norteamericano rechazó
un paquete de ayuda de 700.000 millones de dólares que no
significaba más que lo siguiente: el Estado compraba los papeles-
basura generados por medio de diversas estafas mientras que
quienes habían producido el daño – ganando fortunas con ello, dicho
sea de paso – se podían sacar de encima esos papeles con la garantía
absoluta del Estado. No es de extrañar que los políticos, en un
primer intento, rechazaran la idea. Después, por supuesto,
terminaron aceptándola. Se pusieron en juego los resortes del
verdadero poder y los políticos refunfuñaron un poco pero aceptaron
el proyecto de quienes les pagan las campañas. Pero no nos
quedemos en este caso concreto. Imaginemos que este círculo de
personas ubicado en un discreto segundo plano hubiera echado
mano a sus propios miles de millones y hubiera dado instrucciones a
la Reserva Federal, al Banco Central Europeo, a la banca de Basilea,
al Banco de Inglaterra y a los demás para que volcaran una enorme
masa de dinero sobre la economía. Incluso en ese caso se habría
concretado un egoísmo feroz y amoral. Porque lo que hubiera
sucedido en ese caso es que la inflación resultante también le
hubieran hecho pagar los daños a la población. Cuando el dinero
creado de la nada licúa el dinero existente somos nosotros los que
pagamos el precio mediante el impuesto inflacionario. Y cuando el
Estado se entromete y pone el dinero para consolidar a los bancos,
también es la población la que termina pagando la cuenta. La que se
hace cargo de los platos rotos es siempre esa misma población que
nunca deja de ser la víctima de la especulación usurera.
MAG: Especialmente es esos países en donde, sea por la corrupción,
sea por el nivel de desarrollo, la resistencia es escasa o hasta nula.
AMG: Lo que a mí me intriga es ¿con qué fines hacen esto los
“dueños del mundo”? Sencillamente no puedo creer que no lo ven: si

46
lo destruyen todo a su alrededor – y ése es el resultado previsible –
para quedar sentados sobre sus montañas de dinero, ellos también
terminarán destruidos. No se pueden comer el oro. De modo que
¿cuál es el objetivo de todo esto? ¿Cuál es el sentido? ¿Dónde y cómo
empezó? Sugeriría que volvamos a la pregunta inicial.
OST: A eso voy. Esta fuerza internacional, este imperio financiero,
persigue una estrategia inhumana que debe ser detenida. No
podemos permitir que prosiga. Pero hagámonos una pregunta
primero: ¿de dónde podemos saber que este imperio financiero y
esta estrategia existen en absoluto? Porque, naturalmente, se lo
niega de inmediato – éste es el papel de los medios – y nos acusan de
ver fantasías y de fabricar teorías conspirativas. Pero no es así. Hay
documentos; tan solo hay que echarles una mirada, hay que leerlos.
Por ejemplo la sesión de la Fundación Gorbachov de 1995.
Gorbachov recibió de la Marina de los Estados Unidos un hermoso
edificio para esa fundación. Y allí se reunieron unos quinientos
conspicuos representantes de la élite mundial y decidieron que la
población mundial – que en ese tiempo rondaba los 6.500 millones
de almas – en realidad tendría que quedar reducida a 2.000
millones. Porque con 2.000 de personas el imperio económico
mundial podía funcionar igual y la élite financiera podía obtener el
mismo beneficio que había planificado. En relación con esto por
supuesto no estamos hablando de necesidades materiales inmediatas
como, por ejemplo, un automóvil adicional, una casa, o algo similar,
sino del dinero; del poder creado y operado por el dinero. Estamos
ante una perversidad casi inimaginable: esos señores no hubieran
tenido mayor problema en deshacerse de 4.500 millones de seres
humanos simplemente porque no los necesitaban, porque no querían
mantenerlos, porque su sola existencia disminuía las ganancias.
Una cuestión aparte es la de si relacionamos – o no – este poder con
un pueblo determinado. En mi opinión no lo podemos relacionar con
un pueblo sino solamente con una secta. Esta secta tiene su origen en
Salónica y es la de Sabbatai Zvi. Sus integrantes creen en la venida de
su mesías y, desde el momento en que también creen en la
reencarnación, afirman que el mesías apareció en el Siglo XIX en la
familia Rothschild. Pero lo esencial es que existen documentos que
confirman que, para la élite de este sistema plutocrático, existen más

47
de 4.000 millones de personas prescindibles sobre el planeta.
Obviamente, los miembros de esta élite se consideran incluidos entre
los imprescindibles. ¿Cómo es posible detener este proyecto, frenar
esta tendencia? Hay que quitarles el monopolio global del dinero. Si
eso se consigue, todo su poder simplemente se derrite. Hay que
restaurar el dinero público. Ésa es la solución.
MAG: Yo diría que eso suena bastante parecido a una teoría
conspirativa…
OST: Sí, pero lo extraño es que, a pesar de que estas teorías se
difunden cada vez más, nadie las refuta.
AMG: Quitarles el monopolio del dinero que ya tiene alcances
mundiales. Sí. Pero para eso habría que conocer a los operadores.
Porque estos operadores, disponiendo de fortunas casi incalculables,
se pueden defender con muchísima facilidad: al que les molesta
primero tratan de comprarlo. Si eso no resulta, lo amenazan. Y si eso
tampoco funciona, sencillamente lo eliminan.
OST: Hay dos fuerzas que están emergiendo y oponiéndose a esta
tendencia egoísta y opuesta a la vida. Por un lado, las quiebras y las
catástrofes económico-sociales hacen que se extienda la
comprensión de que todo este sistema de dinero privado se basa
sobre una estafa descarada y un abuso ilimitado. Esto genera
resistencias. Por el otro lado, este imperio financiero, al hacerse
global, dejó al descubierto que su sistema está desequilibrado. Por
eso es que no pudo evitar que se manifestara su vileza y su
perversión. Después de la caída del Muro de Berlín, después de la
gran transformación democrática, el mundo no se hizo mejor. Yo
diría que más bien lo contrario. El contrapeso que – mal, pero de
algún modo y hasta cierto punto – le ponía por lo menos algunos
frenos al poder plutocrático desapareció beneficiando con ello al
imperio del dinero. Pero están surgiendo otros contrapesos. Ahí está
la segunda potencia nuclear del planeta, Rusia. Ahí está el país más
poblado del mundo, China, que se está desarrollando a una velocidad
increíble. Por el otro lado tenemos a los cuatro países del Asia
Central: Tayikistán, Turkmenistán, Kazajistán y Kirguistán. Además
de este bloque, yo tampoco dejaría afuera a la India y a Irán. Y
tenemos también a los países islámicos y a los latinoamericanos.

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Creo que está planteándose más de un camino para enfrentar a la
plutocracia.
MAG: La Historia demuestra que hubo muy poca resistencia
intelectual a este proceso global aun cuando, desde Silvio Gesell
hasta nuestros días, podamos citar a varios pensadores que
propusieron distintas alternativas. ¿Cómo explican ustedes esta falta
de oposición?
AMG: Yo también interpreto que se está constituyendo la
resistencia. China, Irán, América Latina, Rusia, India – aunque estos
últimos todavía con sus dudas – todos ellos tienden a resistir. Con
mayor o menor acierto, en todo caso. Y con fines e intereses
diferentes. O quizás sería mejor decir que, entre otras cosas, también
con fines e intereses diferentes. Pero no es imposible que, durante
las próximas décadas, algunos se asocien de alguna manera. Quizás
ésa sea una posibilidad para crear una nueva configuración
económica que se convierta en el contrapeso necesario del que
estábamos hablando.
OST: Por mi parte no me hago muchas ilusiones al respecto. Unos y
otros son igualmente egoístas. Pero tampoco puedo dejar de ver que
muchas veces, para lograr un altruismo razonable, no es malo
contraponer a dos egoísmos que se anulan entre sí.
AMG: La pregunta es si resulta suficiente hacer que los egoísmos
choquen entre sí. Al mundo lo mueven fuerzas trascendentes y
nuestra obligación como seres humanos – además de nuestro interés
vital – es administrar el mundo de acuerdo con ello. Si no hacemos
eso, viene el castigo. Tendría dos preguntas para plantear. La
primera es: ¿puede la humanidad salir de la situación actual y
reencontrarse con ese equilibrio sagrado del que se ha caído?
Porque, en rigor de verdad, de lo que se trata es de la sacralidad. La
otra pregunta es: ¿cómo es posible retener cualquier margen de
soberanía a la sombra de un poder financiero tan enorme como el
que hoy existe? Cuando una sociedad está obligada a vivir en la
mentira, su élite intelectual inevitablemente decae tanto moral como
mentalmente. En nuestro caso se nos dice que nadie nos está
explotando, que todo está perfectamente bien solo que algunos locos
sufren de conspiranoia. Es lo que hoy escuchamos todos los días.

49
Cualquier líder que pretenda conducir la sociedad hacia un curso de
acción divergente se halla completamente expuesto a una amenaza
constante. Es imposible no darse cuenta de que los representantes
del poder financiero hacen cualquier cosa para lograr que a un
posible líder popular ni se le ocurra intentar el enfrentamiento.
Tenemos ejemplos a montones de cómo este poder tiene éxito en
comprar, atemorizar y hasta asesinar a quienes se le oponen.
NEU: No nos olvidemos que estamos tratando de analizar procesos
y por eso creo que no sería aconsejable que pasemos demasiado
rápido de la filosofía de la superficie a los actuales fenómenos
políticos concretos. Permítanme introducir entre estos dos
elementos un pensamiento que se me ocurre, un poco en bruto, pero
quisiera ponerlo sobre la mesa de todos modos. Las sociedades
humanas, en tanto comunidades, continuamente luchan contra los
elementos constitutivos y consecuenciales del poder. Ese poder es un
factor fundamental en la vida de la comunidad y hay que saber
ejercerlo. En la Historia, durante mucho tiempo, el poder se
manifestó como un dominio sobre las personas. Un buen ejemplo
sería el caso de las sociedades esclavistas en donde un ser humano
podía ser poseído como propiedad. Lo que sucede es que el poder
actual no aspira a ejercer su dominio sobre las personas sino a
dominar el espacio en el que se desarrollan las relaciones entre las
personas. Por ejemplo, el dominio sobre el espacio interpersonal se
canaliza actualmente a través del dominio de la comunicación. Este
dominio le quita a las palabras su significado. Se instauran términos
de tal manera que ya no podemos usar más palabras que aquellas de
las cuales creemos que cuentan con la aprobación de los demás. Lo
mismo sucede con el dinero. Durante los últimos siglos cesó la
esclavitud pero se establecieron las diferentes formas de conquistas
crudas del poder estatal como, por ejemplo, la colonización sin
esclavismo propiamente dicho. Llegamos así al momento actual en
donde el poder sobre los Estados se ejerce, no ya con medios
directos, sino sobre el espacio que existe entre las personas, vale
decir, entre las naciones. La tecnología que permite el dominio de
este espacio intermedio es lo que han desarrollado muy a fondo y
utilizan al más alto nivel estas – llamémoslas – comunidades
minoritarias. Pero también esta tecnología, como todo lo similar a
ella, en algún momento se satura, se "sobrepasa", se amortiza. La

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tecnología representa todo un problema. El reacomodamiento
informático pudo llegar a disolver el aislamiento soviético. Eso, en
realidad, ya fue una invasión del espacio interpersonal. Solo que
ahora la invasión se produce también desde otra dirección. Sucede
que el poder centralizado está perdiendo su dominio sobre el espacio
interpersonal precisamente porque la informática brinda todo un
arsenal de herramientas mediante las cuales las personas se están
dando cuenta de que ellas mismas pueden hacer algo en ese espacio
común. Se están produciendo, simultáneamente, dos fenómenos. Por
un lado nos estamos empobreciendo, embruteciendo, en términos
culturales y vemos otros síntomas negativos; pero, paralelamente,
aparecen también herramientas que destruyen desde adentro al
poder centralizado con lo cual éste puede mantener cada vez menos
bajo su dominio al espacio interpersonal. En mi opinión aquí es
donde tenemos que buscar la solución.
OST: Y si alguien me pregunta: ¿se puede ofrecer una alternativa a
los dos extremos del sistema de propiedad colectiva y al sistema
ultraliberal de propiedad privada?, yo respondería que sí. Bastaría
con instaurar el principio de que solamente puede ser propiedad
privada la fortuna que una persona consiguió por sus propios logros.
Todo lo demás, incluyendo el medioambiente natural y el mundo
vivo, debería ser propiedad comunitaria. Si una persona solamente
pudiese poseer la riqueza que supo producir con sus propios logros,
entonces no existirían esos cientos de trillones acumulados con los
cuales se pueden cometer, y se cometen, tantos abusos. La propiedad
privada sagrada es aquella en la que se objetiva tu vida, porque esa es
tu vida, y la vida es sagrada. Todo lo demás es propiedad
comunitaria. Y bajo propiedad comunitaria no estoy entendiendo
una propiedad estatal. En muchos países podemos constatar que el
Estado, si está mal organizado o mal constituido, es el primer ladrón.
De modo que no podemos ni hablar de propiedad estatal según el
modelo bolchevique. La propiedad comunitaria admite distintas
gradaciones, pero la propiedad privada individual solo debería ser
posible como consecuencia del desempeño personal. Es factible
permitir que el individuo legue a sus descendientes una determinada
proporción de los valores que ha producido; pero más allá de esto, lo
demás debe enriquecer el patrimonio común de la humanidad. Lo

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que acabo de exponer es, por supuesto, solo un esquema. Pero creo
que refleja lo esencial.
NEU: Solo que vivimos en una comunidad. La sociedad se
constituye por incorporación. Y esto es necesario porque la labor
conjunta en determinadas áreas nos permite obtener resultados que
significan un beneficio para todos. La propiedad privada solamente
se puede concebir si, simultáneamente, también concebimos las
distintas propiedades comunitarias porque los grupos humanos
también deben tener derechos de usufructo a determinado nivel.
Esto es algo que, de algún modo, habría que construir. El problema
está en la forma en que esto funciona en la actualidad. Porque
también en esto existe un abuso por parte del mecanismo del poder.
Por un lado en Occidente tenemos dificultades para traer al mundo
personas reales, tal como lo revelan los análisis demográficos de
nuestra cultura en la cual ya hay varios países con tasas de
crecimiento negativas. Pero, por el otro lado, podemos crear
personas jurídicas con gran facilidad y a través de ellas se puede
llevar a cabo un reordenamiento del mecanismo del poder. Y
permítanme una observación relacionada con lo que se ha dicho
anteriormente. Yo no creo que todo lo que hace el poder actual lo
haga por el lucro. Este proceso no tiene el lucro como objetivo
esencial. El lucro, en esto, es solamente un medio.
AMG: Probablemente haya mucho de eso. En cierto sentido el
ejercicio del poder no es más que un proceso de concreción de
intereses; o quizás sería mejor decir que de realización de
voluntades. En el ejercicio del poder lo que en realidad se estructura
es un sistema relacional en el cual el actor se pregunta: ¿cómo puedo
concretar exitosamente mis propios intereses frente a los demás? Y,
si esto es así, entonces la pregunta sigue siendo la de: ¿cuál es el
objetivo de esta concentración de poder que se ha ido constituyendo
desde hace siglos? En mi lectura, ese objetivo es simplemente: más
poder. Y cuando eso se consigue, más poder todavía. ¿Para qué?
Pues, para tener más poder. Este proceso es una serpiente que se
muerde la cola cuyos resortes motivacionales nunca podremos
comprender con nuestra forma de pensar. Podemos detectarlos, pero
no comprenderlos.

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OST: Porque que es algo completamente antinatural. Todo estadio
sin equilibrios conduce a la autodestrucción. Todo proceso en el cual
participa el hombre, o tan solo la vida, está construido sobre pares de
elementos contrapuestos pero complementarios.
NEU: ¿No es posible que esto sea, de algún modo, una deformación
del alma humana?
AMG: Por supuesto que sí. Más todavía: estoy convencido de que es
justamente eso. Podemos convenir en que las leyes naturales más
básicas autorizan a pensar que este proceso es autodestructivo. De
modo que llegará a su fin sea como sea. El mejor ejemplo de esto es
el caso de unos renos canadienses que, en cierto momento, tuve
oportunidad de estudiar. En una isla de Canadá pusieron quince
renos. Tenían alimento de sobra y ningún depredador que los
amenazara. Después de tres años la población de renos había
aumentado a seis mil animales. Bastó un invierno excepcionalmente
crudo para que murieran todos a excepción de cinco o seis
ejemplares debilitados y enfermos. Hay que respetar las condiciones
del equilibrio. O como me decían los pobladores de la región: los que
mantienen con vida a los renos, en realidad son los lobos…
OST: Y tienen razón. También en el interior del hombre existe la
bipolaridad. ¿Acaso no conocemos personas holgazanas? Hasta
cierto punto, todos somos holgazanes. Nos volvemos activos y
laboriosos solamente cuando nuestra estructura espiritual superior
vence la tendencia a la holgazanería.
NEU: Del mismo modo se puede apostar por la pereza intelectual y
convertirla en un instrumento del poder porque, disponiendo de la
tecnología adecuada, se puede convencer a las personas de que no es
necesario pensar tanto. Y las personas, cediendo a su pereza básica,
no solo dejarán de pensar; incluso disfrutarán de esa situación
aparentemente tan cómoda.
OST: Solamente quería señalar que la tendencia al equilibrio entre
fuerzas contrapuestas también existe en el hombre. Es su estado
dinámico. Las bipolaridades no se anulan sino que se suponen
mutuamente. En relación a lo social, este sistema de hegemonía
financiera está condenado a muerte precisamente porque es una
construcción intrínsecamente desequilibrada.

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NEU: Hubo, pues, una época que terminó con el cese de la
institución de la esclavitud. La siguiente finalizó cuando terminó el
colonialismo. Luego vino una época en la cual ciertos hombres
dominaron a los demás con otros medios. Ésta es la época que puede
estar terminando ahora. Aunque si es que se termina y en qué se
transformará, eso es algo que todavía no vemos. Pero nos dirigimos a
una etapa de transición en ese sentido. Eso es algo que ya se percibe.
MAG: La transición está presente en todas las épocas y el poder, a su
vez, siempre tiene sus peligros. En el poder siempre hay algo
demoníacamente destructivo; frente a esto el señorío es orgulloso,
intocable y superior. Estas características provienen del hecho que el
poder carece de espíritu mientras que el señorío es un carisma
espiritual.

Segunda Sesión: Depuración y


Concentración
MAG: En el análisis anterior tratamos de determinar los orígenes y
el devenir de ese poder distorsionado cuyos aspectos siniestros
estamos viviendo en la actualidad. Lo que ahora deberíamos
analizar es su proyección a futuro. En otras palabras: según ustedes,
¿cómo termina esta historia?
AMG: Para ponerlo en términos cínicos diría que esperemos a que
se derrumbe solo. Pero quisiera volver a la reducción de la población
mundial que OST mencionó antes. Estoy completamente seguro de
que formularon algo como lo que señaló OST, pero igual de seguro
estoy que no lo pensaron hasta el final. Si se sacan bien los números,
se verá que una disminución demográfica de 4.000 millones solo
puede ser lograda con algo así como 10.000 millones de muertes. Es
una cuestión matemática y estadística. Para esto habría que desatar
energías destructoras, guerras y epidemias de tal magnitud que al
final nadie sería capaz de detenerlas. No se puede. Toda la
humanidad desaparecería y con ella sucumbirían también todos esos
estrategas que se creen muy inteligentes por inventar algo así.

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MAG: Sería lo que los norteamericanos llaman un "overkill" ; un
"asesinato excesivo"; un pasarse de la raya. Es posible que la
civilización pueda frenar hasta cierto punto a las superpotencias en
relación con esta amenaza, pero lamentablemente es innegable que
las masacres y las guerras no han cesado.
NEU: Mi interpretación es diferente de la de ustedes, aunque la
conclusión es la misma. Me puedo imaginar que estos engreídos
detentadores del poder hagan estallar enormes tensiones en el
mundo. Ya tenemos un buen par de ejemplos históricos de esto. No
olvidemos que este mismo mecanismo de poder fue el que generó la
Primera Guerra Mundial, después una Segunda, y hasta un sistema
soviético con sus 10 millones de víctimas internas aniquiladas. En lo
esencial, hoy también está buscando una tensión que le permita
influir sobre la cuestión demográfica en alguna medida. Es posible
que no a una escala de varios miles de millones, pero aun así en una
magnitud tal que le permita implantar un nuevo sistema de
instrumentos de poder que suplanten a los antiguos ya desgastados y
amortizados. Éste es el propósito, la intención, el objetivo. No es
seguro que lo logre, pero que lo intentará es altamente probable.
OST: Quisiera reflexionar sobre el objetivo de esta irracional y ya
global concentración de poder. Quieren el poder absoluto. El poder
por el poder mismo. Y creen que su poder será absoluto si consiguen
mantener este sistema de dinero privado en sus manos como un
monopolio particular y propio.
MAG: El camino de la monopolización está señalado en el Siglo XIX
por el colonialismo entendido en términos geográficos y geopolíticos.
Durante la primera mitad del Siglo XX lo caracteriza el intento de las
grandes potencias de desplazar las unas a las otras. En la segunda
mitad de ese siglo aparece el dominio del capital global. NEU ya se
refirió a esto antes. Podemos establecer la hipótesis que, en el Siglo
XXI, una de las aspiraciones principales será la expropiación
personal del ser humano.
AMG: Pero entonces hablemos también de las causas de esto. Por lo
demás, los hechos del pasado inmediato constituyen pruebas claras
de que la crisis es también una crisis de discurso, NEU también tocó
este tema. Es una crisis del sistema conceptual dominante, una crisis

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del arsenal de conceptos, de modos de aproximación y de marcos de
interpretación que maneja el poder hegemónico. Es más claro que el
agua y hasta podemos prever que el poder interpretativo que impera
sobre el mundo – eso que los norteamericanos llaman el
“mainstream media”, es decir: el conjunto de los principales medios
masivos de difusión – en realidad ya no es capaz de describir la
crisis. Según la lectura de ellos la última crisis tiene una sola
dimensión que es la de las “malas colocaciones”. El estallido de la
burbuja del mercado inmobiliario fue la causa inicial de esa crisis. El
agravamiento del proceso empezó con el colapso de Lehman
Brothers cuando después se cayeron todos los fondos de inversión de
los diez bancos más grandes del mundo dejando un cráter de
600.000 millones de dólares como consecuencia. Desde el punto de
vista lógico naturalmente es cierto que detrás de todo esto están los
préstamos irresponsables. Pero debajo de este nivel se pueden
detectar por lo menos dos estratos más que la mentalidad dominante
no consigue elaborar porque ya desde el inicio excluyó de su discurso
los conceptos, es decir: el marco conceptual, que se relaciona con
estos estratos. Los que gobiernan el mundo están visiblemente en
problemas cada vez más grandes y se meterán en problemas cada vez
más grandes desde este punto de vista. Le pagan increíblemente bien
a una capa colaboradora y apologética de intelectuales que siente que
su misión consiste en convalidarlo todo. Así el mundo, la realidad,
termina siendo descripta exactamente tal cual se lo imaginan sus
dueños: el “Brave New World”, el “Mundo Feliz” de Aldous Huxley.
Esto, si lo pensamos hasta el final, hasta tiene un costado gracioso.
Están pagando fortunas por algo que al final de cuentas no existe o
no se produce, siendo que esta intelliguentsia sumisa les debería
describir la realidad desnuda, sin concesiones ni aditamentos. Pero
esto se ve imposibilitado por la autocensura. Si no existieran los
intelectuales críticos, que se enfrentan decididamente con ese
“mainstream” y a quienes estos señores tratan de acallar y de
ridiculizar con todos sus medios, no tendrían posibilidad alguna de
ver ni siquiera un pequeño girón de la realidad.
Pero pasemos al nivel de una interpretación posible de las crisis. En
mi opinión, en el fondo de las crisis se extiende una tensión
ontológica que constituye la contradicción más grave de todo el

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capitalismo global. Mientras su fuerza impulsora más básica es el
lucro y solamente el lucro, la misma obtención de ese lucro destruye
el entorno natural y destruye también a la sociedad humana.
Consecuentemente la pregunta es: lo que estamos viviendo, ¿es el
inicio de un apocalipsis en el cual, dentro de un par de décadas y en
medio de inimaginables catástrofes, colapsará el sistema capitalista;
o bien estamos ante una serie de crisis menores que, sucediéndose y
agravándose con el tiempo, al final conducirán a una transformación
de ese sistema?
MAG: Por mi parte considero indudable que estamos ante un
importante punto de inflexión. La última crisis fue completamente
diferente de las anteriores en las que, básicamente, se tuvo que
buscar respuesta a una sola pregunta que, simplificada, vendría a
ser: ¿se pueden asegurar las condiciones que permiten sostener a
una población mundial creciente de tal modo que la minoría
gobernante mantenga su poder, su posición y su bienestar? Ahora,
en cambio, lo que veo es que en la estela de las crisis de pronto
aparecen varios desafíos simultáneamente. Por ejemplo, la
aceptación de una pobreza creciente frente al bienestar de la minoría
gobernante; o bien la desintegración de las normas morales
tradicionales a fin de retener el poder dominante. Siento que
estamos participando de un gran proceso en el que se están
metiendo en un caldero a presión fuerzas elementales que, de un
modo u otro, pugnan por hacer estallar al caldero.
NEU: Una de las preguntas que se nos plantean en forma inmediata
es una pregunta que podemos calificar como histórica: ¿cuándo hubo
una crisis así? Si repasamos la Historia veremos que muchas veces.
Se produjo en el Siglo XIX, tuvimos otra en el Siglo XX. Pero, para
no ir tan lejos, tomemos solamente tres. La primera fue el 19 de
Octubre de 1987, aunque ésta no tuvo un gran volumen. Diez años
después tuvimos la de 1997/98 que impactó mayormente en el
espacio asiático pero tuvo efectos muy serios. Otros diez años más
tarde tuvimos la del 2008 que impactó más en Europa que en Asia o
América.
AMG: Se inició en América del Norte.

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NEU: Es cierto, empezó allá. Por lo demás, la crisis asiática también
partió de allá. La pregunta del por qué es otra pregunta. En seguida
me referiré a eso. Lo veo de la siguiente manera. El dinero, como
concepto y en sí mismo, también está constantemente en desarrollo.
La informática como instrumento desarrolla a su vez al dinero como
instrumento. Se desarrollan ambos, exponencialmente, en una
simbiosis muy estrecha. No tanto cuantitativamente sino más bien
diría que en su potencia técnica, tecnológica. Cuando en su momento
la Reserva Federal norteamericana emitió el dólar, esta moneda
operó como dinero al contado. Luego, partiendo tanto de la
característica del dinero real como del dinero contable, el dólar
sufrió una metamorfosis – en mi opinión muy poco visible – que,
con el correr del tiempo, podemos designar como desarrollo pero
también consignar con un prefijo negativo. De cualquier forma,
constituyó una transformación significativa que las operaciones
realizadas por los bancos comerciales entre si – trascendiendo
prácticamente la emisión monetaria de la Reserva Federal –
comenzaran a asumir el papel predominante en la creación del
dinero. Antes, los bancos comerciales también desempeñaron un
papel significativo; pero los bancos centrales, los bancos nacionales
que emitían la moneda, controlaban y dominaban el proceso.
MAG: ¿Los bancos comerciales están desempeñando el papel de
bancos de emisión?
NEU: En realidad, eso es lo que sucede. La emisión monetaria – es
decir: cuánto se pone en circulación y cuánto se retira o se destruye –
ya no sucede de un modo activo sino en forma pasiva. Significa algo
así como: dame lo que sobra, ya te diré cuánto es eso, y yo regularé
con determinadas normas, es decir, con la conocida tasa de interés. A
tasas de interés altas, al sistema bancario le conviene más colocar su
dinero en la Reserva Federal que en la economía. A la inversa,
cuando el Fed baja la tasa, lo que le está diciendo al sistema bancario
es: “no me den el dinero a mí; canalícenlo hacia la economía”. La
regulación no es activa sino pasiva. Y reitero: es pasiva porque no se
regula mediante la creación de dinero sino con el retiro o la inyección
de un dinero ya existente.
Esto es relevante porque el sistema bancario encontró la forma de
crear muchos instrumentos monetarios diferentes. Uno de ellos es la

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acción que, cuando tiene capacidad circulatoria a través de la Bolsa,
prácticamente puede llegar a suplantar al dinero. Su valor fluctúa,
pero se comporta como dinero que se puede comprar y vender.
Durante los años 70 y 80 del siglo pasado empezó a tener verdadero
peso el bono estatal, o carta de crédito, que no es sino la versión
bonificada del préstamo. Después, desde los años 80 hasta el fin de
los 90 y a una velocidad cada vez mayor, estas formas de crédito
diversificadas en diferentes formas que permitieron su empleo como
medios de pago, comenzaron a multiplicarse y a difundirse. Cuando
se hizo subir el precio del petróleo y los países empezaron a
endeudarse, lo hicieron en estos papeles bajo la forma de emisiones
de bonos. Con lo cual estos instrumentos se convirtieron en un
objeto de comercio. Se los podía comprar y vender. Su valor también
fluctuaba, menos que el de las acciones pero de un modo bien
definible y bastante influenciable. Se creó un campo de juego amplio
para un considerable número de bancos, los llamados bancos de
inversión. En este punto, la idea predominante en la mentalidad del
poder financiero fue: suplantemos el dominio del Fed por el dominio
de los bancos de inversión. Por eso fue que organizaron una gran
concentración en estos últimos. En la práctica esto significó que el
dominio sobre los títulos y el comercio relacionado con ellos se
concentró, en un 70 u 80%, en siete grandes instituciones. Y como
un proceso así no puede ser prohibido, en otras partes del mundo
también se empezó a seguir esta tendencia. Los títulos de los
Estados, las ciudades o los municipios comenzaron a ser tratados
como mercancía.
Cuando el esquema ya funcionaba bien se dieron cuenta (no fue
demasiado difícil) que los préstamos otorgados para la compra y la
construcción de viviendas también podían ser convertidos en títulos.
Obviamente, hay que decir que, en esto, existieron préstamos
riesgosos. Fueron los que se otorgaron a personas de bajos ingresos
que vivían en entornos correspondientes a esos niveles de ingreso.
Pero también hubo préstamos de bajo riesgo, como por ejemplo los
otorgados a jubilados que se construían una casa en Florida. La
jubilación es un ingreso razonablemente seguro en los EE.UU. Por lo
tanto, armaron paquetes de diferentes grados de riesgo. Pero
denominaron de alto riesgo a aquellos préstamos que,
eventualmente, el deudor podía llegar a cancelar antes del

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vencimiento siendo que, en ese caso, se lo había podido exprimir con
intereses por menos tiempo. A su vez, los jubilados seguían siendo
buenos deudores porque, por supuesto, no podían hacer eso. Esta
clase de papeles llegó a constituir un buen montón. Cuando ya
existieron muchísimos títulos de esta clase en el mercado, los
intermediarios, los brokers, llevaron todo a las computadoras y
empezaron a generar también otra clase de señales. Cambios,
expectativas, previsiones a futuro, etc. etc. y convirtieron esto
también en materia de comercio. Fueron los llamados índices.
Empezó, pues, el comercio de índices en donde el objeto real del
comercio ya no fue el título propiamente dicho sino su cotización y
su grado de riesgo a futuro. Hay que imaginárselo como un gran
casino en dónde hay varias mesas de ruleta. Esto es algo a lo cual
todo el mundo ya se ha acostumbrado. Después, los socios se dieron
cuenta de que incluso podían jugar partidos y más tarde que también
se pueden fabricar ladrones mancos. Las instituciones falsamente
llamadas bancos de inversión crearon para ellos mismos una serie de
juguetes con los cuales podían jugar principalmente entre ellos, es
decir, comerciar entre ellos.
MAG: Pero, en realidad, ese dinero es falso.
NEU: Por supuesto. Es dinero sin respaldo. Este largo relato lo
expuse porque, cuantitativamente, el comercio de índices se adueñó
del poder. Pudo producir un volumen muchísimo mayor que
cualquier otro que tuviese aunque más no sea una lejana relación con
la economía real. Mientras más se desprendía un instrumento
financiero de la realidad, tanto más posibles se hacían las
transacciones virtuales.
AMG: Los llamaron muy elegantemente “derivatives”, “derivados
financieros”.
NEU: Exacto. Son valores determinados por algoritmos
computados. A estos algoritmos los normatizaron. Si los llamamos
“A”, “B” o “C” ya podemos, después, comerciar con A, B o C.
AMG: Es un procedimiento que puede comportarse como un arma
de destrucción masiva. Es tremendamente peligroso.

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NEU: Lo que sucede es que estos instrumentos financieros conllevan
ciertas propiedades del dinero pero, por muchas de sus propiedades,
no son dinero. Que conllevan cierta propiedad monetaria significa
que es posible sacar del sistema un instrumento por medio del cual
se pueden adquirir bienes reales. Se creó virtualmente un
instrumento que sirve, ya sea para ejercer el poder o para otros fines.
Pero cuando se realiza en bienes concretos, significa un poder real,
un ingreso real. Con esto, se dieron cuenta de que ni siquiera hacen
falta los bonos o los títulos. Es suficiente con que hablemos de ellos.
Hagamos de cuenta que tú y yo tenemos bonos del Estado y
otorguémonos préstamos entre nosotros.
El sistema bancario crea el dinero mediante las transacciones que los
operadores realizan entre ellos. Es cierto que para esto existen
determinadas reglas, pero dentro de ellas los bancos pueden crear
instrumentos con los préstamos que se otorgan mutuamente. Para
estas operaciones, la proporción del respaldo obligatorio en valores
monetarios efectivos ha sido dimensionada en un nivel muy bajo lo
cual significa que los bancos, dado el caso, pueden mover cien,
doscientas, veces su monto en valores contractuales. ¿Qué significa
esto? Significa que si, por ejemplo, puse cien dólares sobre la mesa y
pude generar con eso una transacción cien veces más grande
ganando, digamos, un 10% sobre esa transacción, al final del día
resulta que multipliqué por 10 mis cien dólares iniciales con esa sola
única transacción. Habrá sido una operación con una ganancia del
1000%.
Pero hay más. Una vez en esta situación inventaron lo siguiente: si
nos damos préstamos solamente de modo virtual pero mi posición es
diferente a la tuya, tengo que exigir una tasa de interés diferente.
Supongamos que estoy posicionado en yenes. La tasa de interés del
yen es diferente a la del dólar o a la del euro. En algunos lugares la
tasa es fija, en otras es variable. Estos préstamos no tienen las
mismas condiciones. Si contabilizamos esas diferentes condiciones
entre nosotros, aparecerá una diferencia ya sea a mi favor o a tu
favor. Estas diferencias las liquidamos luego bajo la forma de las
denominadas transacciones SWAP. Si especulé bien y mi préstamo a
interés variable produce tanto mientras que el interés fijo produce
menos, entonces gané; pero puede pasar lo contrario. De todos los

61
instrumentos financieros, este llamado interés-SWAP representó la
parte más grande; más que todos los demás juntos. Llegó el
momento, en 2005, en que los derivados financieros representaron
un volumen cinco veces mayor que el dinero de todo el planeta. Dos
años más tarde el volumen de los derivados se duplicó.
AMG: Hacía diez o quince años que se duplicaba cada dos.
NEU: Sí, creció en forma exponencial. ¿Y por qué es importante
esto? Las computadoras aguantan cualquier número. Pero esos siete
bancos de inversión en los EE.UU. que mencioné antes, que hasta
allí habían dominado el mercado de valores, empezaron a sentir que
empezaban a perder su posición hegemónica porque en el mundo
entero eran cada vez más los que se ocupaban de ellos. Cada vez más
se difundían las noticias referidas a ellos y a los asuntos no muy
transparentes en que se hallaban metidos y esto ponía en peligro su
dominio. Por ello es que fueron precisamente ellos los que en 2008
hicieron explotar la crisis bajo el lema de “limpiemos al mercado”.
Por lo demás, el concepto de la “limpieza del mercado” es bastante
útil en economía política: permite desembarazarse de lo carcomido.
Pero estos bancos en realidad no cayeron con la crisis. Se fusionaron.
La crisis estuvo programada. Por qué se produjo justamente en ese
momento es relativamente fácil de ver: tuvieron que hacerlo antes de
las elecciones presidenciales norteamericanas de Noviembre de
2008 en las que, además, se elegían miembros del Congreso que no
pudieron oponerse mucho porque, por un lado estaban demasiado
ocupados con su propia reelección y, por el otro lado, necesitaban
dinero para sus campañas. Ése fue el momento más favorable para
que los bancos les hicieran llegar a los legisladores el mensaje de:
"necesitamos una pequeña ayuda para nuestro propio rescate. El
presidente anterior es el responsable de esto pero él está condenado
a irse a su casa y el nuevo presidente heredará todo el problema si no
lo encarrilamos". Desde el punto de vista táctico, eligieron muy bien
el momento.
Además, no olvidemos que estas grandes instituciones de
intermediación contrataron, de a decenas de miles, a jóvenes
inexpertos de entre 19 y 20 años a los cuales después capacitaron en
sus prácticas comerciales. Y la capacitación fue bastante elemental:
"¿Ves esto? ¿Ves esto otro? Bien. Si la computadora te da este

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resultado tienes que proceder así y así". Estos jóvenes fueron algo así
como los robots ejecutores de una inteligencia artificial. Los sentaron
en enormes y flamantes oficinas de Wall Street y de Londres.
Lehman Brothers alquiló 92.000 metros cuadrados de oficinas en
Londres. Llegó a tener 14.000 brokers sentados en sus oficinas. El
Canary Wharf Center se construyó en realidad para ubicar a estos
robots humanos en alguna parte. ¿Y qué hicieron estos jóvenes?
Concertaron muchos pequeños negocios entre ellos, recibieron una
buena comisión, sus jefes una comisión más grande todavía, y
pudieron mostrarle ganancias a los socios. En lo esencial, lo que
sucedió es que programaron un sistema que infló la burbuja por sí
mismo y por el camino de la menor resistencia, con transacciones
entre los propios operadores del sistema, ya que hubiera sido algo
difícil convencer a un despistado de afuera. Pero cuando la burbuja
finalmente explotó, el sistema ya no tenía demasiada fuerza mientras
que el globo pinchado representaba una buena oportunidad para
poner en marcha una autodepuración.
AMG: Tendríamos que hablar de esta autodepuración. Según tu
visión es una depuración; yo la veo más bien como una gigantesca
extracción por bombeo de profundidad. Estamos hablando de una
concentración que funciona con un esquema conocido: mientras
algunos participantes, desprovistos de sus fuentes de energía,
terminan en posiciones cada vez peores, en otros selectos
participantes las fuentes de energía se acumulan. Lo que acabas de
relatar es importante. Ésa es la mecánica del proceso; o mejor dicho
su hidráulica. Pero en realidad deberíamos poder ver las intenciones
que gobiernan a esa hidráulica, con lo que deberíamos poder
determinar quiénes son los perdedores y quiénes los ganadores.
NEU: Somos cuatro sentados aquí en esta mesa. Supongamos que
los cuatro somos operadores del mercado y hacemos negocios entre
nosotros. Ese comercio sería una operación consolidable, sería de
suma cero, no tiene relevancia. Lo esencial sería establecer qué
relación tenemos con los operadores externos. Supongamos ahora
que uno de nosotros quiebra. En un caso así, alguno o algunos de
nosotros se haría cargo de los clientes del quebrado. Estamos igual
que antes pero más concentrados. Es decir: en la práctica el
predominio se hizo mayor todavía. Cuando Lehman Brothers fue a la

63
quiebra todos sus clientes fueron recibidos por alguno de los siete
grandes. Cuando quebró Merrill Lynch pasó lo mismo. Eso no fue
una quiebra. Fue simplemente una reorganización interna. Han
construido un juego en el cual no se le puede prohibir la
participación a nadie pero se puede arruinar a cualquiera. La
consigna es: “¡Que quiebren otros; nosotros quedamos al lado de las
ollas de carne!” Simultáneamente: "si se puede demostrar qué tan
malo es este sistema, pues hagamos uno bueno. Nosotros. En forma
concentrada". A partir de allí vienen las reuniones del tipo
deliberativo bajo el lema “conversémoslo”; “hablemos del tema y
nosotros lo hacemos”. Lo cual significa que estamos yendo hacia la
construcción de una nueva moneda mundial.
De modo que, resumiendo: con un enorme despliegue de símbolos,
completamente desvinculados de los procesos reales, esencialmente
existentes solo en las computadoras pero jurídicamente
interpretables como valores, inflaron aquellas herramientas
financieras sobre las cuales una minoría muy escasa pretende ejercer
su dominio. Por su propia naturaleza, el proceso resultó quedar al
alcance de un estrato relativamente amplio de participantes a los
cuales no se pudo excluir. Consecuentemente, para librarse de este
estrato mayor, algunos programaron una catástrofe para quedarse
con la parte más sana de los medios financieros.
AMG: Traducido a un lenguaje crudo esto significa que los
perdedores pierden algo que de cualquier manera nunca fue de ellos
porque solo fue una ilusión. Pero ahora extraen de ellos todo lo que
en su momento creyeron que eran ganancias o beneficios.
NEU: Algunos operadores que en gran número participaron del
proceso, cesan de existir. En el futuro, el juego se sigue jugando con
menos jugadores y sobre una cantidad menor se puede gobernar
mejor y además esa menor cantidad es más fácilmente concentrable.
En forma simultánea, no solo quedan menos personas reales como
jugadores sino que también quedan menos personas jurídicas. La
disminución de la cantidad de personas jurídicas se logra por medio
de las fusiones. Por lo tanto, el poder no disminuyó, solamente se
contrajo más el número de los participantes y este menor número es
más fácilmente organizable en un círculo reducido. El sistema
financiero – aunque sea en el mal sentido de la palabra – se depura.

64
El nuevo sistema financiero, a su vez, puede surgir ahora, o no. En
las crisis anteriores también se produjeron grandes reuniones entre
los líderes mundiales pero al final no pasó nada. Después de la
última crisis asistimos a lo mismo y tampoco sucedió nada
demasiado relevante hasta ahora. Es muy posible que los políticos se
impongan la tarea de ocuparse del problema y, mientras ellos se
ocupan, otros, en un segundo plano, construyen la solución. En todo
caso, habrá cambios; pero no serán los que anunciarán los políticos
como programas de desarrollo.

Tercera Sesión: Desangrar al Mundo


OST: Las últimas crisis mundiales son fenómenos programados.
Podemos verlo claramente si estudiamos los documentos, parciales
pero aun así accesibles. Por ejemplo, los que reflejan las reuniones
del Grupo Bilderberg y que se filtran a través de los registros del
Council on Foreign Relations de Nueva York, del Royal Institute of
International Affairs inglés, la Comisión Trilateral y otros institutos
similares. ¿Por qué las programaron? Los señores del poder
financiero necesitaban seguir consolidando el sistema plutocrático,
necesitaban centralizarlo más. Y necesitaban hacer esto para
volverlo más eficaz y para robustecerlo globalmente en la mayor
medida posible. En el estrato superior del poder financiero – allí en
donde se fijan las posiciones ante todas las cuestiones, se dan las
directivas y de donde parten los impulsos para la acción – sabían que
un proceso de esta importancia tiene que ser planificado. Lo
llevaron a cabo de la manera en que siempre lo hacen: iniciaron
simultáneamente tanto el proceso en sí como todo lo que hacía falta
para camuflarlo. Sucede que – cuando se trata de procesos que
involucran cuestiones muy críticas que, en lo posible, hay que
mantener lejos de la opinión pública – siempre ponen en marcha
por lo menos un programa pero preferentemente varios programas
paralelos. Éstos sirven para que la amplia masa termine aceptando

65
aquello que no se publicita y que tiene una intencionalidad y un
sentido completamente diferentes. Por ejemplo, cuando se dieron
cuenta de que la expansión del flujo de capitales se convertía en una
verdadera orgía que ya no podía ser continuada, decidieron que
habría un derrumbe del cual ellos tenían que salir más fuertes que
antes. El procedimiento fue el siguiente.
Ya en Agosto de 2007 se volvió evidente que Merrill Lynch – que
desapareció solo formalmente porque en realidad se fusionó con el
Bank of America – había realizado innumerables operaciones
expansivas. Se produjo un conflicto abierto entre el gobernador de
Massachusetts y la empresa. La cosa terminó en juicio porque
Merrill Lynch no pudo hacer frente a sus obligaciones. Resultó que
no tenía el dinero. En ese punto el derrumbe todavía no se produjo,
pero se inició el proceso que finalmente condujo a que los grandes
operadores – al principio ni siquiera los bancos sino las enormes
instituciones financieras que hacían negocios entre ellas – entraron a
rivalizar y comenzó a agudizarse la desconfianza. La consecuencia
fue que en la economía real cada vez menos actores recibieron
créditos adecuados. Se disparó la desocupación lo cual, entre otras
cosas, tuvo como consecuencia que cada vez menos personas
pudieron pagar las cuotas mensuales de los préstamos hipotecarios.
Trascendió que estos préstamos hipotecarios, empaquetados en
paquetes de a mil, los estaban usando como respaldo de títulos y los
negociaban también. O sea que salieron a la luz, secuencialmente,
estafas cada vez más grandes. Para no hablar de que incluso la Bolsa,
en lugar de comerciar con acciones reales, también hacía
transacciones con estas cuasi-acciones con las que se podían
organizar estafas increíbles. Después de un año de este proceso
llegaron a una situación en la que se habían desmejorado tanto las
transacciones entre estas enormes instituciones financieras que la
dirección suprema decidió ponerlas en dos clases: una parte de ellas
debía desaparecer, colapsar o fusionarse; la otra parte quedaría
siendo más sana aun y sobreviviría. Cuando esto ocurrió, intentaron
recuperar los gastos – porque es sabido que estas operaciones tienen
sus gastos – de las dos maneras usuales. Uno de los métodos: que el
Fed ponga a disposición los miles de millones que necesita esta
superestructura internacional de carteles financieros. Porque, no lo
olvidemos, si bien los Bancos Centrales son de jure propiedad de los

66
respectivos Estados, de facto sin embargo forman parte de esta
estructura de poder. Lo hicieron. ¿Cuáles fueron las consecuencias?
Mezclaron el dinero fabricado de la nada con el dinero respaldado
por trabajo efectivo con lo que el dólar se licuó y empezó a deslizarse
para abajo. Un dinero así fomenta fuertemente la inflación. Y la
inflación es el impuesto más injusto que existe porque lo pagan
quienes menos merecerían pagarlo y quienes menos defensas tienen
para evitarlo.
NEU: El que no puede crear dinero, solamente puede cubrir sus
pérdidas con trabajo.
OST: Solo que esto todavía no fue suficiente. Por eso es que
recurrieron al segundo método. Obligaron al Estado norteamericano
a participar de los gastos con 700.000 millones de dólares de regalo.
AMG: Para ponerlo en términos directos: ordeñaron el presupuesto
público.
OST: Así es. Pero como en ese momento los EE.UU. se hallaban en
plena campaña electoral, aparecieron unos treinta congresistas que
se resistieron al proyecto. Los políticos, no es que no vean estas
maquinaciones. Lo que sucede es que por diversas razones –
oportunismo, dependencias, compromisos, etc. – prefieren
ignorarlas. Pero esta vez no las ignoraron: en la primera vuelta el
paquete de ayuda no obtuvo los votos necesarios. Lo que la
plutocracia hizo entonces fue algo bien simple. Se dirigió a los
legisladores y les dijo: "Señores; como bien saben, el Posse
Comitatus Act [2] está suspendido a los efectos prácticos. Por lo
tanto, si no votan favorablemente el paquete de ayuda lo que seguirá
será la declaración del estado de emergencia nacional, el gobierno
por decreto presidencial y la justicia militar". Y después de decirle
eso a los legisladores sacaron a la calle algunas divisiones. Tan
simple como eso. Bajo estas condiciones los señores legisladores
votaron luego aprobando obedientemente el regalo de los 700.000
millones de dólares para contribuir al primer tramo del salvataje de
la rama norteamericana de la oligarquía financiera internacional. En

2 Ley federal norteamericana sancionada a fines del Siglo XVIII que ponía límites al gobierno
federal para utilizar las fuerzas militares como fuerzas del orden interno.

67
principio, lo que debería haberse hecho es ayudar a la economía
productiva para resguardar el puesto de trabajo de muchísimos
norteamericanos. Se hubiera tenido que ayudar a los hipotecados
para que muchísimos norteamericanos no perdiesen sus viviendas.
Pero no se hizo nada de eso. Esas personas no recibieron un
miserable centavo y las casas terminaron siendo rematadas con la
gente echada a la calle.
El dinero puesto a disposición fue a parar a las arcas de algunos
bancos que lo utilizaron para comprar a los más débiles. Armaron
una enorme consolidación bancaria por medio de la cual
construyeron una central financiera aun más grande y más unificada.
También se habló de que sostendrían el sistema financiero mundial
para que no colapse. Porque, como sabemos, esto es como un
tsunami: comienza en Norteamérica pero sus efectos se hacen sentir
en Europa y más lejos todavía. Las instituciones financieras centrales
europeas, que en última instancia son prácticamente propiedad de
esta misma oligarquía plutocrática, empezaron de pronto a volcar
miles de millones hacia los bancos, y en Europa sucedió al final lo
mismo que en los Estados Unidos. El presidente de Francia tuvo que
amenazar con hacerle juicio a todos los bancos franceses después
que se supo que no estaban dispuestos a poner un centavo para el
fondo común. De lo que se trata, en definitiva, es que hemos sido y
seguimos siendo víctimas de una bien camuflada gigantesca estafa
financiera. Y no hemos tomado conciencia de esto porque siempre
instrumentaron, en paralelo, aquellos programas mediante los
cuales, desde otras perspectivas, las cosas siempre se pueden relatar
de otro modo.
AMG: Los medios masivos desempeñan un enorme papel en todo
esto. Los medios globales presentan todo este proceso en forma
desinformativa.
OST: Tal cual. Sin embargo, aun así también hay que decir que
existen países en los que la sociedad, de un modo o de otro, puede
hacer valer sus intereses al menos en parte. En cierta medida éste es
el caso de Francia, Alemania e incluso Inglaterra. En algunos casos,
en lugar de bombear plata pública a los bancos privados,
simplemente tendieron a estatizar – o a re-estatizar – esos bancos.
Allí en donde todavía quedan restos de la economía social de

68
mercado y en donde la sociedad todavía puede hacer sentir su peso
sobre la política la solución a la crisis generada desde los Estados
Unidos se está buscando por la vía de apoyar a la economía
productiva para que las personas puedan mantener sus puestos de
trabajo.
NEU: Déjenme agregar algo a eso. El párrafo 101 del acuerdo
constitutivo de la Comunidad Europea prohíbe las operaciones de
crédito entre los gobiernos y los bancos de emisión. Esto significa
que un gobierno de ninguna manera tendría que poder obtener
fondos de un banco de emisión. Sin embargo, con la última crisis lo
que pasó fue justamente eso. La Unión Europea, cuando inyectó
miles de millones de euros en el sistema bancario, no lo hizo con
dinero proveniente de los impuestos. Lo hizo con dinero emitido, con
lo que el famoso párrafo 101 ni siquiera fue tenido en cuenta.
Por otra parte, agregaría que los japoneses nos dieron un buen
ejemplo de cómo hay que manejar esta clase de crisis con un método
sencillo, fácilmente entendible por todo el mundo. El banco de
emisión japonés puede emitir moneda activamente y eso fue
exactamente lo que, a pedido del gobierno, hizo en 1998 por un valor
de 500.000 millones de dólares. El gobierno no se quedó con esa
plata sino – puesto que él había ordenado esa emisión – lo que dijo
fue: "voy a colocar este dinero como depósito en los bancos
comerciales, pero que quede claro que éste es mi dinero. Lo otorgo
en préstamo a los bancos comerciales pero exijo que lo vuelquen, no
a inmuebles, sino al desarrollo tecnológico, al desarrollo industrial y
a la financiación de la investigación tecno-científica." A su vez, al
destino al cual hubiera podido ser volcado pero que era el que había
generado la especulación – es decir: al crédito inmobiliario –
simplemente lo prohibió en forma expresa. Permitió exclusivamente
lo que servía a la sociedad: la construcción de la estructura
intelectual.
Sucedió, por otra parte, que los 500.000 millones de dólares en
términos de yenes hubieran representado una carga enorme para los
bancos si hubieran tenido que pagarle por ese dinero altos intereses
al gobierno. Hubiera arruinado todos los balances. ¿Qué hicieron los
bancos? Pues bajaron la tasa de interés para tener que pagar menos.
Por eso fue que la tasa básica del Japón bajó al 1%, luego al 0.5% y

69
después a menos todavía. Además, desde el momento en que
disponían de enormes cantidades de dinero, tampoco les entusiasmó
recibir dinero de sus clientes con lo que a los depósitos de los
mismos… ¡les impusieron tasas negativas! Resultado: los clientes no
colocaron su dinero en los bancos sino en actividades rentables. Con
eso aumentaron la liquidez porque el banco no absorbió el dinero. El
resultado final fue que la medida del gobierno tuvo un muy
importante efecto sobre la economía. Poco tiempo después todo
empezó a funcionar con normalidad.
OST: Es cierto. Pero para eso hace falta una política con un criterio
nacional sólido. Me temo, que en la mayoría de los países ese criterio
no existe.
AMG: Como que tampoco existe una élite política responsable.
OST: Pero seamos realistas. ¿Para qué usaron luego los bancos
japoneses las tasas tan baratas? Tomaron grandes créditos
japoneses, los colocaron en algunos países de Occidente, recibieron
por ellos algo así como 11.5% de interés, cobraron esos intereses y
pagaron con ellos el interés japonés de entre el 1 y el 2%. En una
palabra: sencillamente sacaron el dinero del país.
NEU: Más precisamente: el sistema japonés funciona con empresas
que reciben créditos internos baratos para su actividad y, dado el
caso, colocan afuera el resto de su capital de trabajo. O sea, que con
esto suplantan al crédito y no asumen una carga financiera pesada.
Para pasarlo en limpio: no colocan afuera el dinero que reciben del
gobierno sino el dinero que no colocan en el banco y que les queda
como instrumento. Ése es el dinero que mandan a hacer piruetas por
el resto del mundo. Y una cosa más: este sistema también genera sus
compromisos y no da lo mismo entre quienes se constituye la red.
Por eso es que entre nosotros siempre se habló del alto riesgo que
supuestamente representan los préstamos atados al yen. La verdad
es que esa calificación se hizo circular para que nadie tomara esos
créditos y para que las grandes deudas no se canalizaran hacia los
japoneses. El sistema global descalificó a propósito los créditos en
yenes para que el endeudamiento se canalizara hacia el dólar, el euro
y el franco suizo que son las monedas que domina. Arrearon a la
población mundial al corral que les convenía. Los japoneses tampoco

70
son santos. También ellos manipularon créditos hipotecarios. Pero si
todo ese tráfico se realiza en yenes, la minoría financiera global se
resiente porque los negocios y los beneficios no quedan dentro de su
club de amigos.
MAG: Con lo que, básicamente, volvemos al punto de partida.
NEU: Saquemos conclusiones. Si miramos a nuestro alrededor no
vamos a encontrar pruebas que demuestren lo contrario. La
existencia, el presente y el futuro de la mayoría de los países,
especialmente los que están en vías de desarrollo, lo determinan los
procesos monetarios. Los procesos fiscales son solamente las
consecuencias, los efectos de esto. La causa de los problemas es
monetaria; los efectos son fiscales. Cuando en los medios masivos se
discute acerca de los salarios – digamos acerca de las reducciones
salariales – se lo hace solamente para mantener a la sociedad bajo
presión; es decir: para que no pueda juntar fuerzas para la
resistencia. Por otra parte, también para que la sociedad se ocupe de
aquello hacia lo cual los medios dirigen su atención. Y siempre la
dirigen hacia lo fiscal; siempre es el Estado el que representa un
problema. Y resulta ser que el problema no es el Estado. El Estado
más bien estorba el proceso de concentración financiera global. El
verdadero problema es la cuestión monetaria. Se hicieron estudios
empíricos en todo el mundo. Analizaron la participación del Estado
en la economía; querían averiguar si es positiva, negativa o neutra.
Terminados los análisis encontraron que es más bien positiva o
neutra. Pero no negativa. Allí en donde la participación estatal fue
mayor, la economía salió más rápida y más fácilmente de las crisis.
Ni hablemos de que, a mayor participación del Estado, más
difícilmente entra en crisis la economía. Dicen lo contrario, pero en
el sistema mundial capitalista el papel del Estado se evalúa
positivamente. Por supuesto, estamos hablando de Estados
razonablemente sólidos; no de aquellos corruptos hasta el tuétano.
OST: Quisiera agregar algo más, tanto como para que
comprendamos lo más exactamente posible la causa de estas grandes
crisis financieras. La comunidad financiera internacional tiene
motivos muy reales para provocar estas crisis. Sucede que, para
ellos, las crisis representan la cosecha. El modelo básico es la crisis
de 1929. En aquél momento, sus organizadores fueron Montagu

71
Norman del Banco de Inglaterra y Benjamin Strong de la rama
neoyorquina del Federal Reserve norteamericano. Empezaron por
inflar la circulación de acciones. Inyectaron en eso enormes sumas
de dinero. Cuando la Bolsa estaba a tope, dieron un paso al costado
con una gigantesca liquidez y con el Fed en el bolsillo. Retiraron todo
el dinero y la Bolsa colapsó. Con la deflación artificialmente
producida, todas las tierras productivas y todas las unidades
económicas dedicadas efectivamente a la producción perdieron un
enorme porcentaje de su valor real. Se volvieron tan baratas que
pudieron ser compradas a un precio vil. Con todas las crisis pasa
esencialmente lo mismo: se genera la turbulencia, las Bolsas caen a
la baja, los valores se abaratan y, cuando se llega al punto más bajo
posible – y este punto lo tienen muy cuidadosamente calculado –
vienen los señores y compran barato lo que les interesa tener. La
oligarquía financiera simplemente necesita tener estas cosechas.
Cuando la siembra madura, ellos cosechan. Con eso aumenta el
poder de las consolidaciones. El objetivo inmediato es robustecer el
poder propio y garantizar su supervivencia en el futuro. El objetivo a
largo plazo se desprende de la propia naturaleza de la operación: el
poder absoluto. En cada crisis cosechan la siembra.
MAG: Con lo cual desangran al mundo.
AMG: Agreguémosle a esto que hoy por hoy el mayor comprador del
mundo es China. Dispone de más de tres billones de dólares para
salir de compras. Los constructores de este proceso tendrían que
sentir el peso de esto. Obviamente tienen ideas muy concretas sobre
cómo piensan impedir a la larga que China compre. Ya hoy mismo la
traban cuando la cosa toca cuestiones estratégicas, pero no menos
obviamente también China tiene sus ideas acerca de cómo sortear
esas trabas. Por lo demás, llama la atención lo sospechosamente
poco que se habla de China en cuanto a este proceso específico. Los
chinos no se manifiestan mucho, es cierto; pero tampoco se los
interpela ni se hace referencia a ellos en muchas cuestiones
puntuales de enorme trascendencia.
NEU: No creo que sea tan así. En 1998 los Estados Unidos atacaron
económicamente el Asia. Ahora también están tratando de
debilitarla, o por lo menos de ganar posiciones para debilitarla. Lo
que la minoría financiera global está tratando de hacer allá es de

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garantizar su presencia a largo plazo. Por ahora está, digámoslo así,
rompiendo la cáscara de la nuez. Quiere tener presencia en China,
quiere estar presente en Corea del Sur, está presionando para que le
den vía libre al capital extranjero, etcétera. En la práctica esto no
resultó demasiado bien, pero los EE.UU. no quisieron romper lanzas
con los chinos porque en esa región también se está produciendo una
concentración de capital.
MAG: ¿Bajo la dirección de quién?
NEU: La verdad es que no sabría decirlo. Allá la dirección no está
tan personalizada como en la región atlántica. Probablemente es más
equilibrada. China es el último en incorporarse a esa comunidad. A
los japoneses, en general, no los quieren mucho por el papel que
desempeñaron durante la Segunda Guerra Mundial. Se sabe muy
poco acerca de quiénes llevan realmente la voz cantante. Lo obvio
sería suponer que China y Japón. Hasta se podría mencionar a Corea
del Sur. La importancia de Tailandia es escasa. La economía de
Indonesia es más grande pero no decisiva.
MAG: ¿India?
NEU: En esto la India no participa mucho. Por el momento diría que
su papel es más bien de observador. En lo esencial la estrategia ésa
de “nos infiltramos y después nos retiramos de golpe” produjo
algunas turbulencias en Asia pero no consiguió hacerlos colapsar.
Los Estados Unidos ni siquiera pudieron lograr que el capital
norteamericano conquistara posiciones relevantes en Asia.
Justamente por eso es que, en la última crisis mundial, no
provocaron a los asiáticos sino que dirigieron concentradamente la
crisis hacia Europa. Porque es cierto que esa crisis nació en los
Estados Unidos, pero sus mayores efectos se registraron en Europa.
AMG: Perjudicando especialmente a los Balcanes y a toda la región
de Europa Oriental.
NEU: En realidad, el objetivo original de esa crisis no fue el de
provocar grandes tensiones sociales en Europa sino el de domesticar
a la burocracia de Bruselas para obligarla a someterse y a aceptar las
directivas del grupo financiero global. Y la dirigencia política de
Bruselas se sometió casi instantáneamente saltando prácticamente

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por encima de sus propios marcos legales y dándole dinero a bancos
europeos cuyas manos, a espaldas de Europa, se extienden hasta los
Estados Unidos. La City de Londres y el Wall Street de Nueva York
están más cerca el uno del otro que Frankfurt y Londres, o que
Londres y Bruselas.

74
Cuarta Sesión: El Papel del Estado
MAG: Sería útil clarificar por qué luchan entre sí las élites políticas.
NEU: Yo no diría que hay lucha. Lo que hay es simple
subordinación. En términos muy amplios, la minoría financiera
global no se pelea con nadie y no compite con nadie porque
considera que no existen pares del mismo nivel. Simplemente tratan
de sojuzgar, y de hecho sojuzgan, a quienes ponen en la mira porque
lo que pretenden es consolidar su propio poder. El dólar se debilitó
como instrumento a través del plan propuesto por Brzezinski para
conquistar poder en Eurasia. Después, tuvieron que volver a darle
fuerza debilitando simultáneamente al posible competidor. Pero
resulta que el euro, en realidad, no es un competidor. Cuando el
dólar, por razones de poder, se desplazó hacia Europa ocupando no
pocas posiciones, terminó obligando a Europa a adoptar una moneda
común. El dólar y el euro terminaron constituyendo un gran campo
de juego muy similar al del bipartidismo norteamericano: rivalizan
dos partidos políticos pero los dos son cachorros de la misma loba,
teledirigidos desde atrás por el Council on Foreign Relations.
También al euro y al dólar lo teledirigen desde atrás y, cuando hayan
juntado la fuerza suficiente, probablemente atacarán también en
Asia. Acumulan poder durante aproximadamente diez años. En uno
de estos ciclos muy probablemente le toque el turno al Asia.
AMG: La pregunta fundamental sigue siendo la de, si esto es un
imperio mundial, ¿cuál es la causa ontológica profunda por la cual el
centro imperial quiere sojuzgarlo todo y a todos? La respuesta obvia
es porque ese centro imperial necesita virreyes sumisos en las
distintas provincias a fin de poder llevar a cabo los desvíos de
riqueza a placer. El problema que se plantea es que, en la periferia,
pueden aparecer virreyes fuertes y conscientes en algunas
provincias. Puede suceder que a estos gobernadores periféricos se les
ocurra regatear y negociar con el imperio mundial, es decir con sus
representantes, cuando éste no tiene ni ganas, ni tiempo ni paciencia
para este tipo de chicanas porque existe una meta de concentración
de poder que hay que concretar rápido y sin resistencias.

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NEU: Además, hay que impedir los pactos entre vasallos.
AMG: Exactamente. De ningún modo pueden admitir relaciones
horizontales. Para ellos, la mayor amenaza es que Europa se atreva
en absoluto a integrarse realmente. Incluso si al principio está
subordinada a esa misma autoridad imperial. Para la central incluso
esto es un riesgo superfluo. Toda relación horizontal que aunque más
no sea atempere la total dependencia vertical de la central de poder
es para ellos un factor de riesgo importante. Si analizamos los
últimos cien años, podemos ver que también la concepción del
Estado cambió de un modo cíclico. Durante los Siglos XVIII y XIX el
Estado estuvo absolutamente subordinado cumpliendo
exclusivamente funciones de policía. A fin de mantener el orden en
una sociedad que vivía bajo condiciones similares a los de una guerra
civil y que se hallaba terriblemente explotada, el Estado debía
mantener la disciplina para garantizar el orden y la defensa del
Derecho y la propiedad. En esta concepción, las funciones de orden
son las esenciales, todo lo demás lo sostiene el capital de alguna
manera, bien que a niveles de miseria. Pone algo en los salarios ya
que, si la fuerza laboral se muere y no se reproduce, también se
derrumba el entretejido del capitalismo. De modo que vigila esto,
pero no admite interferencias; lo quiere manejar directamente.
Después vienen las épocas en las que el capital confía un poco más
en el Estado. Permite que ciertas funciones productivas pasen a la
esfera del Estado. La ideología, sin embargo, señala que esto siempre
es peligroso porque, con el tiempo, el Estado y sus funcionarios se
vuelven más atrevidos. Se configuran intereses propios y, horror de
los horrores, hasta pueden caer en la cuenta de que sería mejor para
ellos defender los intereses locales de la región que administran. Así,
durante los últimos cien o doscientos años podemos detectar ciclos
incluso en la vida de los Estados.
MAG: Esto es lo que describe, por ejemplo, el ciclo de Kondratiev.
AMG: Sí. El mayor ciclo positivo, ascendente, empezó después de
1933. El New Deal de Roosevelt en los Estados Unidos y el Estado
social en Europa pertenecen a este ciclo. El contragolpe neoliberal
vino a fines de los años ’70 y a principios del los ’80. Sería muy
interesante hacer una investigación exhaustiva de esto. No es fácil
porque no es sencillo llevar a un común denominador estadístico las

76
series de datos provenientes de hace cien años atrás. Pero sería
interesante establecer como este sistema de dominio mundial, cuyos
titulares son los mismos, utiliza también estos ciclos para hacer
funcionar su imperio. En mi opinión lo han hecho siempre, y no
cambiarán.
MAG: Parafraseando a Clausewitz: esto también es una guerra, solo
que con otros medios.
OST: Ya que hemos mencionado las curvas de Kondratiev, no
debemos olvidar que el euro surgió del eurodólar. Sacaron de los
Estados Unidos importantes industrias, aunque por supuesto que no
a la industria militar de punta, a la tecnología informática de
avanzada y a la tecnología espacial, como que tampoco a las tierras
cultivables que obviamente no se podían trasladar. Lo que quedó allá
fue mayormente la industria de servicios. El 70% de la población
laboral norteamericana trabaja hoy en empresas de servicios. En
Europa no sucedió eso. Allí las ramas industriales productoras de
bienes quedaron. Al euro lo fortaleció enormemente el hecho de que
podía contar con un respaldo industrial concreto productor de bienes
reales. Aparte de esto, Europa adoptó una actitud bastante pasiva y
tuvo una actitud casi meramente protocolar en las acciones
relacionadas con el mantenimiento del orden mundial. No mantiene
grandes ejércitos de modo que, así, naturalmente, tampoco tiene una
gran política exterior independiente. Pero esto no la perjudicó
mayormente porque, de este modo, tampoco tuvo que hacer frente a
los gastos que hubiera implicado el tener grandes estructuras
militares. El euro sacó ventaja por dos motivos: por un lado su base
industrial se mantuvo intacta y, por el otro, no lo recargaron los
enormes gastos militares que pesan sobre el dólar. Agreguemos a
esto que más de un país quiso pasarse al euro, entre otros Irán que
quiso organizar otro mercado mundial para el petróleo. Incluso en
Rusia se escucharon voces que propugnaban suplantar al dólar, al
menos parcialmente, por el euro. Así, pues, el euro comenzó a ser
una muy seria competencia para el dólar, a pesar de que en sí mismo
no deja de ser una expresión del dólar. Pudimos ser testigos de cómo
el dólar, que al principio valía más que el euro, cayó en un 40%
respecto del euro. Se produjeron anomalías que probablemente
hicieron que la oligarquía financiera decidiera cambiar las cosas y

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poner a Europa en su lugar, al estilo de: “ya les haremos ver a
ustedes que dependen de nosotros, en Europa pasa lo que nosotros
queremos que pase, aquí nadie les dio a ustedes vela en este
entierro”. No digo que ésta fue la causa de la última crisis, muy
probablemente la misma tiene causas de mayor peso, pero apostaría
a que éste fue uno de los motivos.
NEU: Antes de la crisis, el precio del petróleo había empezado a
bajar. Después subió bien alto y volvió a empezar a bajar. Acto
seguido vino el derrumbe.
OST: China hizo algo extraordinario manteniendo un fuerte poder
estatal. Con eso creó una variante del sistema capitalista empresario
más equilibrado que el tradicional sistema expuesto a volatilidades y
grandes variaciones. Este fuerte poder estatal pudo – y sigue
pudiendo – mantener a raya a un creciente estrato de empresarios
capitalistas tremendamente agresivos. Sin embargo, hay una cosa
que no saben solucionar, aunque con el tiempo muy probablemente
aprendan a hacerlo. Es el problema que a los productos con
tecnología de vanguardia la mayoría del pueblo chino no los puede
comprar porque es demasiado pobre para hacerlo. De los 1.400
millones de chinos, aproximadamente unos 100 millones elaboran
los productos de mayor valor, generalmente en las zonas costeras
industrializadas. No tienen, internamente, un poder de compra que
pueda absorber la producción de estos 100 millones. Si estos 100
millones quieren seguir funcionando y hasta expandiéndose, China
puede hacer dos cosas. O bien sigue colaborando con los Estados
Unidos y éstos le aseguran los mercados de consumo necesarios, o
bien genera un gran mercado interno. Lo que sucede es que, para lo
segundo, tienen que implementar enormes cambios sociales. Para
mencionar un solo factor: en China hay dos derechos laborales. Hay
uno que se aplica a los trabajadores empleados por las industrias
desarrolladas y otro completamente diferente, casi de características
esclavistas, aplicado a los trabajadores del interior de China. Con
total seguridad van a ir construyendo un mercado interno porque eso
los fortalece: pueden producir y consumir lo que producen. Por el
momento, sin embargo, no podrían existir sin los Estados Unidos.
Los dos viven en estado de simbiosis desconfiándose mutuamente.
Saben perfectamente bien que, en algún momento, deberán

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enfrentarse. En China suelen decir: en algún momento se
encontrarán por el "sendero estrecho" y, cuando eso pase, uno
tendrá que empujar al otro fuera del sendero. Pero China quisiera
demorar este encuentro hasta no haberse fortalecido lo suficiente.
Ellos consideran que todavía no llegó el momento.
MAG: ¿Hay solamente un sendero estrecho?
OST: Solamente hay un poder mundial.
NEU: Y hasta puede suceder que Norteamérica se debilite tanto que
ya no esté en la misma categoría de peso que China.
OST: Yo no desecharía a Norteamérica. Puede recuperar muy
rápidamente su capacidad productiva si se sacude de encima este
estrato parasitario que lleva pegado como una sanguijuela que le
succiona la energía vital. Solo quería marcar que, por el momento,
China no puede existir sin los Estados Unidos, es decir, sin el poder
de compra de, y conectado con, los Estados Unidos.
AMG: Estados Unidos, en realidad, tiene una estructura bifronte.
Existe un Estado-Nación norteamericano con sus objetivos propios y
a este Estado nacional se le superpone la Norteamérica global. Lo
que sucede es que, desde lejos se los ve como si fueran una sola cosa,
y no lo son en absoluto. El Estado-Nación chino tiene sus relaciones
con el Estado-Nación norteamericano. Por consiguiente no es
imposible que, durante las próximas décadas, en cierto sentido la
línea de quiebre política y de poder se abra justamente allí en donde
hasta ahora nunca pudo abrirse: entre la Norteamérica global y el
Estado-Nación norteamericano.
OST: El Estado-Nación norteamericano es el músculo del imperio
financiero mundial. Hasta le podríamos dar un nombre a ese único
poder mundial existente. Yo lo llamaría Orwellia.
NEU: Hay también otra razón para la relación simbiótica entre
China y los Estados Unidos. Sucede que China tiene un importante
mercado en los Estados Unidos y obtiene un no menos importante
ingreso en dólares de ese mercado. En la medida en que el dólar se
debilite, las reservas en dólares de China también perderán valor.
Por lo tanto, está en el interés de China que el dólar se fortalezca.

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AMG: A esas reservas las podría convertir en euros de un solo golpe.
Aunque es cierto que, en ese caso, se pondría de cabeza todo el
mercado financiero.
NEU: Así es. Y esto a China no le conviene porque tiene mercados
también en Europa. ¿Por qué habría de arruinar a quienes le
compran?
OST: Sea como fuere, lo que vemos es que la Norteamérica nacional,
convertida en escudero del imperio financiero y en el único
superpoder hegemónico de una estructura unipolar, pudo ser
obligada a abusar de su poder financiero y militar. Es irrelevante que
llamen a esto promoción de la democracia, lucha contra el
terrorismo, o lo que fuere. Es un abuso desaprensivo de poder
simplemente porque no tiene contrapeso. Sin embargo, el
contrapeso se está gestando porque también el sistema global, como
todo sistema, necesita tener su equilibrio. Ya surgió el SCO – el
Shanghai Cooperation Organisation – en el marco del cual Moscú,
Pekín y cuatro países de Asia Central cooperan entre ellos mientras
Irán, India y Pakistán se mantienen como observadores. Hasta Brasil
ha mostrado interés en esto. Algo así puede significar un serio
contrapeso si consigue tener capacidad para defender sus intereses
económicos y estratégicos. Por ahora esa capacidad no existe, pero
no hay que perder de vista que Rusia, aun en su condición actual, es
el país territorialmente más extenso del planeta mientras que China
es el más poblado y se está desarrollando a pasos agigantados. Tarde
o temprano adquirirán poder de contrapeso.
Supongo que a todos les interesaría saber cuál sería, global y
localmente, la solución a esta situación actual. Cuál sería el
diagnóstico y cuál la terapia. Por de pronto estamos llegando a una
nueva era, o por lo menos al fin de una era. Se acabó el liberalismo
original y se terminó también el neoliberalismo tardío que resultó ser
un ultraliberalismo. Ese ultraliberalismo, sin embargo, no es el
orden de la libertad sino la libertad de un estrato minoritario.
Libertad para abusar libremente de la libertad de los demás, tal
como lo hemos visto y lo seguimos viendo. Por lo tanto, ¿cuál sería el
nuevo papel del Estado? Traduciéndolo al lenguaje económico se
podría decir que un retorno a alguna versión moderna de las ideas
keynesianas. No digo volver atrás al New Deal de Roosevelt, pero

80
habría que reformular el papel del Estado y demostrar sin lugar a
dudas que las ideas de ese ultraliberalismo que se nos quiere vender
como una ley natural absoluta son ideas equivocadas. Eso es algo
que, por otra parte, ellos mismos reconocen cuando tienen que
salvar su propio pellejo. En esos casos resulta que el Estado no
solamente es algo bueno sino la única cosa buena que puede
salvarlos. Cuando quieren dar rienda suelta a su usura y a su codicia
en perjuicio de la sociedad, entonces el Estado estorba. Pero cuando
hay que salvarlos a ellos, porque hicieron mal los cálculos, entonces
que venga el Estado paternalista para sacarlos del berenjenal en el
que ellos mismos se metieron sin que nadie los empujara.
AMG: Stiglitz formulaba eso diciendo que privatizan las ganancias y
estatizan las pérdidas.
OST: Tenemos que expresar cómo nos imaginamos el papel del
Estado. Y en esto no solamente está incluido un retorno a cierto
keynesianismo sino que deberíamos apostar incluso por una
reformulación del derecho de propiedad. Porque sin un nuevo
sistema de propiedad privada, básicamente no se puede resolver el
problema. Por mi parte, el concepto básico que propondría para un
nuevo sistema de propiedad es el desempeño personal. Es decir, que
la dimensión y la acumulación de la propiedad se relacione de alguna
manera con el desempeño personal. No digo que sea fácil de
resolver, pero la cuestión no es la de si es fácil o difícil; la cuestión es
la de si hay que resolverla o no. Un sistema de propiedad basado en
el desempeño implica que no puede haber ni enriquecimiento
extremo ni empobrecimiento extremo. Los bienes acumulados por
generaciones enteras son patrimonio de todos los integrantes de la
sociedad. ¿Por qué? Tomemos a un hombre muy talentoso, muy
trabajador, que vive hasta los ochenta años pero que está solo sobre
la tierra. Imaginemos que tiene que fabricar un alfiler. ¿Podría
hacerlo? No. Porque necesitaría la experiencia acumulada por varias
generaciones y – no en último término – la colaboración de sus
semejantes. Y lo que yo pregunto es: si un hombre aislado no sería
capaz ni de fabricar un alfiler, ¿cómo es posible que una sola familia,
pongamos por caso los Rothschild, sean propietarios de una fortuna
familiar concentrada de cien trillones de dólares? La segunda familia
más rica del mundo, los Rockefeller, dispone de una fortuna de once

81
trillones de dólares. Y en estos casos la fortuna troncal no está
distribuida sino que distribuyen solo los beneficios de acuerdo con
determinados principios.
Para construir una nueva civilización libre de usura que reemplace a
la actual civilización usuraria, hace falta un nuevo sistema de
propiedad sobre cuya base se podría construir prolijamente todo un
sistema económico natural. Pienso que estos temas tendrían que ser
discutidos a fondo. Las personas esperan que, si se les da un buen
diagnóstico, se les ofrezca también una buena terapia. Esa buena
terapia no surge espontánea e inmediatamente, pero se pueden
delinear diferentes esquemas terapéuticos. Es muy importante que
tengamos un cuadro claro del futuro, con estrategias a largo plazo, y
no pensemos en términos de solamente uno o dos años para
adelante.
Las crisis de muchos países se deben, entre otras cosas, a que les han
quitado las posibilidades de pensar para adelante, de planificar el
futuro. Así como les han quitado también la posibilidad de auto-
organizarse. En cuanto un país empieza a organizarse por su cuenta,
inmediatamente lo consideran enemigo. Porque se parte del
concepto que el privilegio de la organización – vale decir, la
capacidad de contar con fuerza y peso suficiente como para defender
los propios intereses – es algo que le corresponde solamente a los
poderes financieros. A los sojuzgados por la plutocracia no les está
permitido, es más: les está prohibido organizarse. Que se queden tan
atomizados como sea posible; que se mantengan desorganizados
porque así se los puede controlar mejor. La población y hasta la
dirigencia de la enorme mayoría de los países no tiene ni idea de
hacia dónde se dirige el mundo.
MAG: Gracias a Tocqueville sabemos al menos que a los Estados
Unidos los mueven en realidad solamente tres principios: el dinero,
el poder y el sexo. Ironías aparte, se puede decir que lo esencial de
esto es válido para toda estructura de poder. Pero tratemos de
dilucidar qué es lo que hace que Norteamérica sea Norteamérica.
OST: Por mi parte y en lo personal, a mí me gusta Norteamérica. Lo
digo de frente y sin rodeos. Pero la Norteamérica que me gusta es la
que AMG llama la Norteamérica Estado-Nación. Yo la formulo como

82
la Norteamérica de la Declaración de Independencia y la
Norteamérica de los padres fundadores que redactaron la
Constitución Norteamericana. A esta Norteamérica se le superpuso
un poder financiero internacional. Un imperio financiero que, a lo
largo de un proceso histórico de más de cien años, se apoderó del
sistema monetario norteamericano, lo convirtió en un monopolio
propio, y a esta hegemonía la extendió a la totalidad de la vida
económica y a la totalidad de la política también. Ese monopolio no
solo es capaz de comprar a los políticos sino que ha conseguido
construir una red, o mejor dicho una serie de redes discretas o
parcialmente ocultas, que selecciona, educa y posiciona a los
políticos con sumo cuidado.
En esto jugó un papel enorme la masonería que tiene una larguísima
tradición en los Estados Unidos. Entre los firmantes de la
Declaración de Independencia, cincuenta fueron masones,
incluyendo a George Washington y a varios más que después fueron
presidentes. Pero ya entonces tuvieron su importancia las distintas
tendencias existentes dentro de la masonería. La tendencia francesa
era la "mejor" porque el Gran Oriente no pudo ponerla
completamente bajo su control siendo que ese Gran Oriente estaba
completamente controlado por los iluminati que a su vez respondían
a los lineamientos de Adam Weishaupt. Los iluminati contaron en
sus filas con numerosas grandes personalidades que pertenecieron a
la élite de la masonería. En 1783, en Wilhelmsbad, concertaron un
acuerdo con el naciente cartel financiero internacional. Tres fuerzas
formaron parte de ese acuerdo: el sistema de relaciones bancarias
con base en Frankfurt, la red de los iluminati y la masonería. En ese
momento había en Europa unos tres millones de masones y había
varios en América también. En realidad fueron ellos los que, en
materia económica, establecieron el plan a largo plazo que ya
entonces tenía por objetivo instaurar un nuevo orden social en el
cual el sistema monetario estuviese bajo control privado. A este
sistema financiero lo utilizaron para instaurar una serie de cambios
tendientes a crear un sistema político al cual también pudieran
controlar. Impulsaron el derrocamiento de varias dinastías,
reordenaron las fronteras, promovieron una revolución cultural. Ya
en 1783 se empezó a difundir que iría a existir una Europa unificada.
La idea volvió a emerger en 1848 cuando Víctor Hugo, quien

83
también perteneció a la élite masónica, expresó que había que crear
unos Estados Unidos de Europa; un proyecto del cual una de las
variantes se está realizando en la actualidad. Por lo demás,
Norteamérica se vio obligada a separarse de Gran Bretaña porque
allí ya funcionaba este sistema de préstamos financieros y los
ingleses querían imponerlo en América siendo que los
norteamericanos se resistieron a adoptarlo. Entre varias otras cosas,
también porque Benjamín Franklin sabía perfectamente de qué se
trataba. Había pasado mucho tiempo en Europa y tenía bien en claro
lo que se esperaba de ellos.
MAG: Incluso hizo poner sobre el dólar "In God We Trust", en Dios
confiamos.
OST: Sí, pero eso tuvo su significado recién cuando, por la época de
la gran crisis mundial, el dólar se convirtió en una moneda con
respaldo parcial. Oficialmente recién desde 1971 el dólar carece de
respaldo. Por eso la leyenda… La cosa es algo graciosa pero se las
arreglaron para que, por ejemplo, el petróleo se pudiese comprar
solamente con dólares. Establecieron acuerdos con varios países de
Medio Oriente. Esto todavía lo preparó Kissinger. A los saudíes les
dijeron: "a ustedes los odia su propio pueblo, pero nosotros los
apoyaremos para que se mantengan en el poder. A cambio de eso,
nosotros refinaremos y comercializaremos el petróleo
participándolos a ustedes en las utilidades. Además, queremos que
ustedes vendan el petróleo solamente a cambio de dólares y después,
en el marco de un "recycling", nos hagan llegar esos dólares a
nosotros. Ustedes son un país islámico y no les está permitido
colocar ese dinero a interés; pero nosotros podemos hacerlo y luego
nos repartimos las ganancias. Eso es algo que la religión de ustedes
permite". De modo que, después de 1971, el valor del dólar quedó
determinado por el hecho de que el petróleo se pudo comprar
solamente en dólares. Es decir: primero había que comprar dólares y
solo después se podía comprar petróleo. De hecho, hasta el día de
hoy funciona así.
MAG: Me pregunto en qué medida el eurodólar surgió para
fortalecer la influencia norteamericana en Europa.

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OST: Existió un proyecto para unificar las dos monedas en un
momento dado. También jugaron con la idea de crear primero una
moneda común para los EE.UU., Canadá y México, ampliarla
después para América Central y América del Sur y unificarla
finalmente con el euro.
MAG: Sigamos con el tema de qué fue lo que elevó a los Estados
Unidos por sobre el resto de los países del mundo.
AMG: Yo volvería a la Historia. Es un lugar común, pero no deja de
ser cierto que toda realidad es explicable y inteligible solamente
analizándola dentro de su propia dimensión histórica.
La Historia de los Estados Unidos está indisolublemente relacionada
con quienes la fundaron. Fueron personas que, en su momento,
quisieron abandonar Europa a toda costa. O bien Europa quería
deshacerse de ellos, o bien ellos mismos decidieron que no cabían
dentro del marco europeo de aquellos tiempos. De cualquier modo
que sea, la emigración hacia América del Norte se produjo como
consecuencia de una ruptura. El surgimiento de los Estados Unidos
tiene que ser deducido del hecho que Europa se fracturó y la parte
desprendida creó para sí misma, en un espacio ecosocial
completamente diferente, una segunda Europa concebida como la
negación del mundo creado por el continente de origen. Con todo, el
contingente de "colonos" tampoco fue homogéneo porque, más allá
de una negación de las tradiciones europeas, existieron grandes
disputas entre ellos. En mi opinión, la Norteamérica naciente no
consiguió superar sus disputas internas. Durante el primer siglo de
su existencia – desde la guerra de la independencia de 1776 hasta el
fin de la Guerra de Secesión de 1864, es decir durante 88 años – se
produjeron serios conflictos. Por otra parte, la conciencia histórica
del Estado-Nación norteamericano está lastrada por dos cosas
extraordinariamente serias. La primera de ellas es que, según la
mitología histórica fundacional, los colonos llegaron a un espacio
vacío y lo poblaron. Por supuesto, ese espacio no estaba vacío en
absoluto; solamente tenía una densidad demográfica muchísimo
menor que la Europa de su tiempo. Los pioneros exterminaron
brutalmente la población original, liquidaron la población indígena y
destruyeron, además, el ecosistema preexistente. Toda su Historia
comienza con una brutal destrucción sociocultural y ecológica. La

85
segunda cosa es que necesariamente tuvieron que darse cuenta de
que, a consecuencia del exterminio, no les quedó suficiente mano de
obra disponible siendo que traerla desde Europa resultaba
demasiado caro. La consecuencia de esto fue el segundo pecado
original: el comercio de esclavos. Existen diferentes estimaciones al
respecto, pero en términos generales se estima que
aproximadamente entre veinte y treinta millones de personas fueron
arrastradas desde África hacia América en general. Por otra parte,
también es un mito que, como cierre del proceso, a Abraham Lincoln
y a la dirigencia norteamericana de la época de pronto se les despertó
la conciencia y que por eso liberaron a los esclavos. Después de la
abolición nominal de la esclavitud tuvieron que pasar cincuenta años
para que el salario de los esclavos liberados convertidos en obreros
alcanzara el miserable nivel del costo de mantenimiento de un
esclavo. Necesitaron cincuenta años para que el salario real se
equiparara con el costo de la esclavitud. Ése fue el verdadero resorte
impulsor del proceso: el esclavo convertido en obrero resultó más
barato que el esclavo original.
OST: Así fue, pero agregaría una observación adicional. El cartel
financiero internacional, con la casa Rothschild a la cabeza – porque
estamos hablando de la "Era Rothschild" – en un principio no
consiguió lograr el control del sistema monetario norteamericano.
Como consecuencia de eso, elaboraron un proyecto según el cual
dividirían a los Estados Unidos y crearían dos países con los que
mantendrían en jaque a ambos. A los Estados del Norte los
financiarían los Rothschild de Londres mientras que a los Estados
del Sur los apoyarían los Rothschild de París. Al enfrentamiento lo
organizaron de tal modo que la intelliguentsia del Norte debía
proclamar que los tiempos de la esclavitud habían pasado mientras
que la del Sur debía sostener que se trataba de un sistema eficiente al
que había que mantener. El Sur quiso incorporar a California, que en
aquél momento aun no era un Estado de la Unión, e incluso a
México. Por eso organizaron la resistencia de la cual surgió una
situación de conflicto constante. A su vez, es verificable que
eliminaron a aquellos presidentes que no estuvieron dispuestos a
servir a este proyecto. Sabemos que, finalmente, consiguieron
agudizar el conflicto que desembocó en la sangrienta Guerra de
Secesión.

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Los unionistas consiguieron vencer al Sur y mantener la unidad de la
federación. Esto es algo que fue posible por dos razones. Una de ellas
es que a Lincoln se le acabó el dinero para proseguir la guerra y solo
lo hubiera conseguido de los Rothschild a tasas usurarias, algo que
rechazó. Fue entonces que uno de sus coroneles le sugirió que
emitiese moneda propia, asegurándole que la misma serviría igual.
Ése fue el famoso "greenback", el "dorso verde". La segunda razón
fue que Lincoln pidió ayuda al zar de Rusia y éste envió su flota del
Pacífico a San Francisco y a la flota del Báltico a Nueva York. De este
modo se impidió la ayuda al Sur y se imposibilitó el embargo al
Norte. El precio de esa ayuda se estableció en seis millones en oro y
el negocio se cerró con los Estados Unidos comprándole Alaska a
Rusia por 7,2 millones de dólares.
AMG: El mecanismo dual norteamericano que acaba de describir
OST no es manejable hasta el día de hoy. Los Estados Unidos tienen
una sociedad muy complejamente estructurada. Ésta es la parte que
constituye su Estado nacional. Pero en realidad, esta estructura está
gerenciada desde un segundo plano por una estructura financiera
mundial que también se presenta al mundo como Norteamérica. Por
lo tanto, existe de hecho una Norteamérica nacional y una
Norteamérica imperial. Que estas dos estructuras pueden separarse
brutalmente lo demuestra el hecho que, dado el caso, esa misma
Norteamérica imperial que descaradamente explota cualquier región
del mundo, también es capaz de explotar al propio cuerpo de la
Norteamérica nacional. No por nada, la Norteamérica que desde
hace casi cien años es el país más rico del mundo todavía tiene un
estrato de veinte o treinta millones de personas que no solo viven
económicamente a niveles africanos sino que hasta su situación
sanitaria es equivalente. Los norteamericanos la llaman,
"underclass"; la "sub-clase" social. Está compuesta mayormente por
negros de sexo masculino cuya expectativa de vida promedio al nacer
es de 52 años frente a los 72 años de los WASPs. Los pudimos ver en
Nueva Orleans cuando sucedió lo del huracán Katrina. ¿Cuánto le
costaría a la Norteamérica Imperial eliminar esta vergonzosa miseria
en el país más rico del mundo? Evidentemente no les molesta.
Para entender a los Estados Unidos tenemos que ser constantemente
conscientes de esta dualidad. Cada vez que asume un nuevo

87
presidente norteamericano, los medios lo presentan como "el
hombre más poderoso del mundo". Es absolutamente falso. La
persona del presidente es completamente irrelevante en los Estados
Unidos. Más aun: existe un procedimiento increíblemente refinado
en la trastienda política norteamericana para determinar de
antemano quién habrá de ser esta persona. Es el poder imperial
seleccionador, ubicado en un discreto segundo plano, el que decide
cuál es la base de reclutamiento que se considerará para elegir al
futuro presidente y puntualmente quién será aceptado como
miembro de la élite dominante. La elección que aparentemente
decide el cargo, es pura escenografía montada para hacerle creer a
los ciudadanos que tienen una responsabilidad en el proceso y que el
mismo implica una democrática decisión del pueblo. En otras partes
sucede lo mismo, aunque de un modo quizás no siempre tan
evidente.
Tenemos que aprender a diferenciar poder de gobierno.
Simplificándolo mucho: el gobierno es el Capitol Hill y la Casa
Blanca; el poder es Wall Street. El gobierno es Washington, el poder
es Nueva York. El verdadero poder lo ejerce la oligarquía financiera.
Lo que está a la vista de todos – el presidente, la administración del
Ejecutivo, el senado, las reparticiones públicas – es todo parte del
gobierno (que no por casualidad los norteamericanos llaman
simplemente "la administración") en donde actúan intelectuales
especialmente seleccionados para ello según las condiciones dictadas
por el poder real. Demás está señalar que este sistema es la negación
directa de la democracia de cuño occidental; en esencia, es su exacto
opuesto.
OST: Por supuesto, no deja de ser riesgoso poner a alguien en el
sillón presidencial porque siempre está el peligro de que se salga de
guión. A Kennedy el intento le costó la vida; a Nixon el puesto.
Reagan se salvó por poco y después entró en razones. Por eso es que
al nuevo presidente muchas veces ya le construyen un marco de
situación que prácticamente lo obliga a tomar la dirección adecuada
y a respetar los límites establecidos. Antes de la elección de Obama,
la política exterior norteamericana por ejemplo, ya estaba
claramente direccionada hacia Medio Oriente y específicamente

88
contra Irán. No por nada Bush se despidió diciendo: "Sucederán
grandes cosas".
MAG: ¿Cree usted que realmente se atreverán a atacar a Irán?
OST: Pueden hacerlo porque ya está preparado. El que no lo hayan
hecho hasta ahora demuestra que la cosa no es para nada sencilla. El
punto de partida es, sin duda alguna, Israel. Pero la situación en
Siria se les fue bastante de las manos. Rusia y China tomaron un
poco cartas en el asunto y se les ha complicado sensiblemente el
panorama, en no última instancia también por la muy astuta e
inteligente diplomacia iraní. Pero, lamentablemente, todavía quedan
muchos indicadores que todavía apuntan hacia ese conflicto.
AMG: Quizás valga la pena detenernos un poco en el análisis de los
intereses estratégicos mundiales que impulsan a este tándem
Estados Unidos - Israel. Parece claro que contra este imperio
norteamericano-israelí se están agrupando fuerzas cada vez mayores.
Está China que, a pesar de todas sus actuales dependencias
económicas, ya ha manifestado cuáles son sus objetivos. La India
hasta ahora se mantuvo más o menos neutral, pero también es un
país en ascenso que necesita un lugar bajo el sol. Lo de Rusia es
evidente. Buena parte de América Latina tiene una actitud bastante
poco amistosa. El Irán es un enemigo declarado y Afganistán
también aporta lo suyo. Irak es un polvorín. Se ha ido formando todo
un anillo alrededor del imperio que seguramente obliga al poder
financiero a re-pensar su estrategia. La "primavera árabe" y el resto
de los disturbios similares pueden interpretarse hasta cierto punto
como un intento de romper ese anillo. Por desgracia, parece estarse
gestando una política de mano dura, una política de "imponer el
orden con la fuerza bruta". No quieren conversar sobre un posible
nuevo orden mundial diferente al que han proyectado. Quieren
evitarlo. "El imperio contraataca - no negociamos" es el mensaje.
Puesto que, en cierto momento, Irán pareció ser el eslabón más débil
de la cadena que forma el anillo quizás creyeron poder estatuir un
ejemplo con él. Pero Irán maniobró sorprendentemente bien, la
situación se les complicó y tuvieron que dedicarse a otras cosas
primero. Lo interesante sería saber qué es lo que motiva al poder
financiero a elegir entre las dos opciones de negociar o usar la fuerza
bruta. Por el momento lo que parece imponerse es que no solamente

89
no está dispuesto a negociar; ni siquiera está dispuesto a dirigirle la
palabra a los "insurrectos", es decir a aquellos que pretenden
sustraerse a su influencia.
MAG: Habría que formularse la pregunta de si toman las decisiones
sobre la base de informaciones fidedignas. ¿Es el adversario siempre
tan fácil de controlar como lo evalúan? Pensemos solamente en
Georgia. [3]
AMG: … y sí; ése fue un gran fiasco sin duda. Quizás fue porque sus
aliados resultaron ser insuficientes, demasiado amateurs e
impredecibles; o bien quizás ya desde el principio los
norteamericanos se equivocaron de estrategia. De cualquier manera,
fue un gran papelón.
OST: Lo que a mí siempre me llamó la atención es el paralelo que
muchas veces se hace entre Kennedy y Obama. El mensaje implícito,
o si ustedes quieren subliminal, obviamente es: en la medida en que
no se comporte como se espera de él, en la medida en que se le
ocurra tener ideas propias, o proceder según lo que le dicta su
conciencia, en el momento en que haga un paso para salirse de la fila
recibirá … lo que le corresponde; digámoslo así. ¿Quién sería el
próximo presidente en un caso así? Pues Joe Biden, el mismo que
declaró que: "No hay que ser judío para ser sionista". Lo citan a
cada rato. La estructura del imperio financiero sigue discretamente
en un segundo plano, pero esto no quiere decir que las instrucciones
que emite – por supuesto, no por escrito – no sean de cumplimiento
obligatorio. Para ellos el Medio Oriente tiene una importancia vital.
El dinero ficticio no tiene, en realidad, más respaldo que el hecho de
que solamente con ese dinero se puede acceder a las fuentes de
energía. El funcionamiento de todo el sistema financiero depende de
que puedan controlar adecuadamente la materia prima y las fuentes
de energía. Por consiguiente, la existencia misma del poder
financiero depende de que esas vitales fuentes de energía,

3 El 7 de agosto de 2008 las fuerzas armadas de Georgia, alentadas por los norteamericanos,
invadieron Osetia del Sur. No obstante, en una enérgica reacción, Rusia intervino y la operación
se convirtió en una guerra entre Georgia de un lado y las repúblicas separatistas pro-rusas de
Osetia del Sur, Abjasia y la misma Rusia del otro. Georgia fue militarmente derrotada y tras la
batalla del valle Kodori, incluso perdió el control sobre ese valle en favor de Abjasia.

90
principalmente el petróleo, resulten accesibles pura, única y
exclusivamente mediante el dólar.
MAG: En su interpretación y considerando la última crisis, ¿en qué
medida el imperio se ha acercado a su punto crítico?
OST: Creo que el verdadero colapso financiero todavía está por
darse. Lo están atrasando por diversos motivos pero se producirá
cuando hayan conseguido poner todas las piezas sobre el tablero en
el lugar en que quieren tenerlas. Cuando las tengan, o crean tenerlas,
no me cabe duda de que "limpiarán la trastienda" y consolidarán
férreamente el núcleo central del poder. Lo que sucede es que,
previsiblemente, las consecuencias serán muy críticas. Entre otras
cosas, una de las características de los Estados Unidos es que tienen
más de 200 millones de personas que poseen armas de fuego. Y eso
es algo que está protegido por la Constitución. Una sociedad con
doscientos millones de hombres armados es una sociedad a la que
hay que tratar con cuidado. Esto significa que, en su principal base
de operaciones, les resulta difícil implantar un estado de sitio o
alguna otra forma de estado de excepción. Aunque en cierta medida
ya lo han implantado a lo largo de sus guerras y en cierta medida lo
han vuelto a levantar. Están en una especie de limbo intermedio: la
legislación para implantarla existe pero no tanto. Si realmente hace
falta pueden invocarla y poner una nueva conducción para
implantarla por completo.

Quinta Sesión: La periferia


MAG: ¿Qué podemos decir de la periferia del imperio?
AMG: Hay que seguir con atención los acontecimientos y detectar si
no se produce una situación en la que el poder financiero considera
que se ha producido una situación mundial demasiado peligrosa que
lo obliga a variar, aunque más no sea en parte, sus métodos de
preservación del poder y esté dispuesto a considerar en alguna
medida los intereses de sus posibles competidores. También es
importante detectar si no se produce exactamente lo contrario, es

91
decir: que excluya por completo cualquier negociación y afirme que
su posición no solamente no puede ser puesta en tela de juicio sino
que ni siquiera está dispuesto a hablar de condiciones. Lo de
"sucederán grandes cosas" hace más probable la segunda alternativa,
pero el virtual atascamiento en Siria y la demora del ataque a Irán
podrían apuntar a la primera. La pregunta que cualquier país de la
periferia debería hacerse es: ¿cómo hay que prepararse para
cualquiera de las dos eventualidades? ¿Qué estrategia de defensa hay
que adoptar? Porque, demás está decirlo, impedir el proceso está
totalmente fuera del alcance de los países periféricos.
Naturalmente, me baso en la hipótesis de que el país en cuestión
dispone de una élite dirigente responsable, inteligente y capaz. Más
allá de eso, sus vecinos también deben reconocer la necesidad de
dejar de lado las rencillas secundarias porque de lo que se trata es de
adoptar decisiones de estrategia regional si es que esos Estados
quieren sobrevivir como organismos políticos soberanos. Lo
previsible es que el poder financiero pretenderá bombear cada vez
más recursos de la periferia hacia el centro y esto puede significar el
fin de muchos países. Durante los próximos años, o décadas, las
sociedades de la periferia tendrían que poner a sus élites políticas
bajo una gran presión para que hagan algo eficaz en contra de esa
succión de recursos. Deberían hacer al menos eso, incluso si no
pueden generar un excedente de recursos exportables. En el futuro,
los distintos países de la periferia se diferenciarán muy rápidamente
dependiendo de si tienen – o no – una dirigencia política intelectual,
profesional y moralmente adecuada. Una dirigencia que no
solamente sepa qué hay que hacer y cómo hacerlo sino que, además,
tenga la valentía y la integridad moral de llevarlo a cabo.
OST: Es una suposición considerablemente optimista, diría yo. Las
élites políticas son un desastre en todo el mundo y no mejoran
precisamente en la periferia. Pero personifiquémoslo. Supongamos
que llegamos a una posición de poder que nos permite tomar
decisiones. No sé qué harían ustedes, pero yo no tomaría más
préstamos; seguramente ya tendría deudas suficientes. Desarrollaría
ocho proyectos internos que requerían mucha mano de obra:
construcción de diques, de canales de irrigación, de sistemas de
cloacas en las grandes ciudades, de redes de agua corriente,

92
programas de forestación, construcción de rutas, autopistas y
caminos, complejos de viviendas para matrimonios jóvenes y
programas similares. Para eso los países periféricos – por lo menos
la mayoría de ellos – tiene la mano de obra y tiene la materia prima;
no tiene que importar ninguna de las dos. Lo que no tiene es dinero
para financiarlo. Solucionaría el problema haciendo que, después de
desarrollar los proyectos en detalle, le permitía a las empresas emitir
letras de pago garantizadas por el Estado. Con estas letras de pago
las empresas podrían pagar a sus proveedores y éstos a los suyos.
Cuando las letras de pago ya no pueden seguir cambiando de manos
en la cadena, obligaría al Banco Central a descontarlas y en ese punto
el dinero ya haría falta mayormente solo para pagar salarios. Para
iniciar el ciclo, con la gente adecuada, no hace falta mucho más de
medio año. Una vez iniciado, se puede prever que la desocupación
baja a un ritmo acelerado porque, en programas como ésos, hacen
falta no solo operarios calificados sino montones de trabajadores no
especializados. Con el aumento del trabajo crecerá también la
recaudación tributaria por lo que, ya en el primer año, crecerá el
ingreso del Estado. Administrando bien ese dinero y esos recursos se
puede iniciar un círculo virtuoso. La pregunta que yo siempre hago
es: los organismos del imperio financiero como el FMI, el Banco
Mundial y los demás, ¿qué pueden hacer contra un país para impedir
que adopte un programa similar?
AMG: No mucho, pero la idea tiene dos flancos débiles. Uno, que no
puede ser prolongada indefinidamente en el futuro. En algún
momento habrá que dejar de construir diques, canales, caminos,
viviendas y escuelas. Y el segundo: la deuda ya existente sigue en pié
y, además, siempre pueden hacer un boicot de inversiones.
OST: Obviamente no se trata de una panacea infinitamente
utilizable. La idea tampoco es ésa. La idea es poner en marcha un
círculo virtuoso; poner en marcha la economía de un país. No es un
punto de llegada; es un punto de partida. En cuanto a la deuda
existente, por un lado la renegociaría con muchísima dureza. Puesta
ante la alternativa de una renegociación o un default, la finanza
internacional se sienta a negociar. A cara de perro pero negocia. Hay
varios antecedentes de esto. Adicionalmente, tomaría medidas para
hacer algo que nadie se atreve a hacer: investigaría la deuda. O al

93
menos amenazaría con investigarla. La enorme mayoría de las
deudas de los países periféricos se estableció dentro del marco de
una corrupción espantosa que salpica no solo a los gobiernos sino
incluso a las instituciones internacionales de crédito. Una
investigación a fondo de esto es algo que garantizadamente no le
conviene a nadie. Y es un as que siempre se puede tener en la manga.
AMG: La corrupción es realmente un factor humano que hay que
tener muy en cuenta. Los últimos veinte o treinta años – y respecto
de algunos países hasta podríamos hablar de mucho más tiempo –
han demostrado que la periferia ha estado en manos de las élites
políticas más corruptas, más incapaces, más aquiescentes y más
irresponsables del planeta. Por un lado, esas élites no tuvieron ni la
voluntad, ni la capacidad, ni los conocimientos técnicos que se
necesitan para elaborar y para llevar a cabo una estrategia nacional.
Y encima de eso no tuvieron la suficiente catadura moral ni la
suficiente valentía como para hacer lo que toda élite política debe
hacer: defender a la comunidad que les ha confiado la tarea de
gobernar. No solamente no defendieron sus comunidades; abrieron
las puertas de sus países de par en par y permitieron el saqueo.
No voy a decir ahora que todo pueblo tiene el gobierno que en última
instancia se merece, pero son los pueblos los que deberían, o bien
crear una situación en la que pueda surgir una élite nueva, o bien, en
caso contrario, obligar a la élite existente a defender los intereses
estratégicos del país. Mi opinión es que, aunque lo segundo también
suena bastante utópico, técnicamente sería la solución más viable.
Una élite política no se construye de la noche a la mañana a partir de
la nada. Por supuesto que, en gran medida esto es, entre otras cosas,
también un problema de comunicación social o, si se prefiere, el
problema del espacio del discurso. Habría que lograr que los puntos
de vista que estamos conversando aquí adquieran un mayor espacio
en el ámbito de la opinión pública. Comparado con el espacio que
ocupa el pensamiento dominante, el discurso hegemónico, estos
puntos de vista están desplazados hacia el margen al igual que las
personas que los representan. No caigamos en la exageración de
decir que ni figuran en el ámbito público, pero, o bien se los mata
con el silencio, o bien se los estigmatiza, o bien se los ridiculiza. Y me
refiero tanto a las ideas como a quienes las exponen.

94
Fueron justamente las élites políticas las que impidieron, con las
herramientas comunicacionales a su disposición, que la narrativa
que podría poner a la gente frente a estos problemas se convirtiese
en objeto del debate público. Por eso es posible que en la periferia,
personajes y grupos que demostradamente no solo no resolvieron los
problemas sino que hasta los agravaron, se reciclen cada tanto en los
puestos de gobierno con el voto favorable de los ciudadanos. Es muy
cierto que esto ha sido posible solo mediante excusas y mil chicanas
manipuladoras, pero la realidad demuestra que el sistema de
detección de "amigos/enemigos" como el que existe en los aviones de
combate está muy poco desarrollado en la periferia. Resumiendo: los
países periféricos – entre los cuales tenemos que incluir a los de
Europa Oriental – han llegado a la situación en que se encuentran
principalmente por la incapacidad, la ineptitud, la complicidad y la
corrupción de sus élites políticas.
OST: Es demostrable que fue el estrato político dirigente el que
encadenó a esos países al mecanismo dual de deudas e intereses
operado por las finanzas privadas. Fueron estos políticos los que
hicieron ingresar a los países a los dos organismos más importantes
del imperio financiero: el FMI y el Banco Mundial. Por diversos
motivos, este estrato estuvo interesado en mantener países débiles y
políticamente desarticulados, facilitando la expoliación por un lado y
la corrupción por el otro. Porque tampoco perdamos de vista una
cosa: en este proceso esas élites dirigentes se enriquecieron de un
modo escandaloso. Por eso digo que a las deudas de esos países
habría que investigarlas, o por lo menos amenazar con investigarlas.
Rodaría más de una cabeza y se descubriría más de un negocio sucio.
No olvidemos que esas instituciones internacionales de crédito no
financiaron solo democracias. También financiaron dictaduras y, en
algunos casos, dictaduras realmente siniestras.
AMG: Es que, en última instancia, al final todo desemboca en una
cuestión ética y hasta podríamos decir intelectual-espiritual. Hay
varios pensadores que se han ocupado y que se siguen ocupando de
este aspecto de la cuestión, solo que no consiguen establecer el
contacto con el discurso político-económico. Pero, en el fondo, la
base última del problema está allí. Estos intelectuales, con mayor o
menor acierto, tienen razón. La hipótesis de que la fuerza aglutinante

95
de toda comunidad reside en los factores morales, éticos e
intelectuales es correcta. Ésa es la base. Esto no significa
menospreciar los procesos económicos pero cualquier análisis en
profundidad demuestra que toda comunidad de seres humanos está,
en última instancia, construida sobre relaciones morales,
intelectuales y espirituales. Sobre este fundamento se levanta el
cuerpo físico de la comunidad a lo que luego se agregan las
condiciones demográficas, la salud y la energía vital, con lo que la
economía no es sino la continuación lógica de todo lo anterior. Solo
el hombre física y mentalmente sano puede hacer funcionar una
economía en beneficio propio y, simultáneamente, reconocer quiénes
son sus amigos y quiénes sus enemigos para poder establecer así de
dónde puede surgir una amenaza de la cual tendrá que defenderse.
En la Historia de todo país hay ejemplos a montones de fuerzas
políticamente enemigas que pretenden sojuzgar a una comunidad, a
un pueblo, a un país y hasta a toda una civilización. Estas fuerzas no
desaparecen con la infantil determinación de no querer
mencionarlas haciendo de cuenta que no existen porque no
quisiéramos que existan.
OST: Siempre existieron y seguirán existiendo. En buena medida
son consecuencia de la naturaleza humana misma.
AMG: Así es. La cuestión tiene sus raíces muy profundas. Un ser
vivo o una comunidad de seres vivos sobrevive solamente si es capaz
de discernir y resguardar con valentía sus propios intereses vitales.
Ésa es la regla elemental de toda vida. La comunidad humana que
resulta ser incapaz de hacer eso, inevitablemente termina
deslizándose por el tobogán de la extinción. No es cuestión de
minimizar la importancia de lo económico, pero la economía es
solamente una parte del proceso. La reconstrucción de una nación
tiene que empezar por la restauración de los contenidos espirituales,
intelectuales y morales. Luego tiene que continuar con el
mejoramiento de los indicadores demográficos y con el aumento del
nivel de la salud pública. Solo después se le puede hacer frente a los
desafíos económicos. Al revés la cosa no funciona. La tesis marxista
de que la economía es la infraestructura y todo lo demás una
superestructura adicional no es válida; exactamente lo contrario es lo
cierto.

96
Permítanme en esto una digresión personal. Como ustedes saben,
recibí mi diploma de economista hace casi cuarenta años atrás en
una universidad soviética. Muchos piensan que todos los que nos
recibimos por aquella época, al igual que nuestros profesores, fuimos
y seguimos siendo algo así como comunistas doctrinarios
empedernidos e irreductibles. Solo que no es tan así. Ya entre 1968 y
1973, por la época en que la mayoría de nosotros cursaba la
universidad, la gran mayoría de los profesores nos guiñaba un ojo y
nos decía: "olvídense de la tontería primitiva ésa de la economía
política socialista y todo lo demás; esa idiotez llamada socialismo se
va a caer muy pronto". La mayoría de nuestro cuerpo docente
afirmaba eso ya por aquellos años. Pero, además, el mensaje venía
con una segunda parte no tan explícita: "si esto se termina, ni se les
ocurra fantasear con terceras vías, alternativas nacionales o cosas
por el estilo. Son horrores. No hay nada más abominable que eso.
Tomen prolijamente el camino que marcan Samuelson, Milton
Friedman y Hayek". Nos estaban indicando con bastante claridad
que la alternativa a esa cosa llamada socialismo solo y únicamente
podía ser el capitalismo neoliberal global. Por aquellos tiempos ya
estaba montado el adoctrinamiento institucional que le lavaba el
cerebro a las nuevas generaciones de economistas con las teorías
neoliberales. Y si esto sucedía en las universidades marxistas, no me
quiero ni imaginar lo que pasaba en la periferia capitalista.
Cuando, con el correr del tiempo y después del colapso soviético,
llegué a acceder a algún cargo público, el noventa y nueve por ciento
de los que en ese momento se consideraban economistas y actuaban
en las reparticiones del Estado, tenían esa formación y postulaban
esas ideas. Por ejemplo, todos los que conocí y que trabajaban en el
área del comercio exterior solo hablaban y solo reconocían este
lenguaje neoliberal. Ya por principio consideraban poco profesional
y primitivo a cualquiera que se atreviese a aproximarse al problema
desde otro ángulo para tratar de elaborar alguna alternativa. Peor
todavía: ocho años después de asumir mi primer cargo público, todos
los médicos, ingenieros y otros profesionales con los que tuve trato –
de modo que no estoy hablando únicamente de economistas – solo
conocían y hablaban ese lenguaje neoliberal. Mi propia visión de las
cosas tampoco fue siempre la misma de hoy; tuve que esmerilarla
bastante para aprender a superar ese adoctrinamiento. A la larga

97
tuve que reconocer que muchos de los viejos intelectuales semi-
sumergidos de la generación anterior a la mía tenían razón. Los
problemas y las consecuencias que hoy padecemos no son
básicamente de índole material. Son culturales, intelectuales y
morales. Lo que sucede es que la enorme mayoría de nuestros
profesionales contemporáneos – incluso después de las crisis, las
guerras y los desastres que hemos vivido – hasta ubicados al borde
de un precipicio serían incapaces de moverse fuera de este espacio
neoliberal. No están ni siquiera dispuestos a hablar otro idioma y a
pensar en otros términos. No son capaces de pensar al mundo con
conceptos diferentes a los que les inculcaron en la universidad. Con
esto no quiero ser absolutamente negativo. No niego que también
hay señales alentadoras y grupos de estudio valiosos que quieren y
podrían romper este estúpido y unilateral círculo vicioso de teorías.
El gran problema es que dentro de poco ya va a ser demasiado tarde.
Resumiendo y concretando: la única chance que tiene un gobierno de
la periferia para salirse del círculo vicioso es poner detalladamente,
en blanco sobre negro, estas dramáticas relaciones y situaciones ante
la sociedad. Y después de eso, dependiendo de las posibilidades de
cada uno, con mayor o menor cortesía, con mayor o menor dureza,
tendrá que ponerse a renegociar las condiciones financieras que le
fueron impuestas. Ésa es la única posibilidad que le veo a la periferia.
NEU: A lo que AMG ha dicho al final, yo le quisiera agregar una
reflexión. Siempre oímos que los papeles de las deudas están en el
mercado, que no se pueden renegociar, que ni siquiera sabemos
quiénes los tienen, que están diseminados por fondos de inversión,
que no hay con quién hablar. Al mismo tiempo, cuando ocurre un
default, o cuando se produce una crisis más o menos seria, de pronto
aparece una docena o algo así de bancos e instituciones financieras
que resulta que tienen el monopolio de la negociación o de la
renovación de esos papeles públicos. O sea que, de repente, resulta
que sí hay con quien hablar. Es cierto que parte de las deudas
públicas va a parar al negocio minorista y se diluye entre muchos
tenedores. Pero no es la parte sustancial. No es un volumen decisivo.
Lo cierto es que la parte del león de los bonos está concentrada en un
número bastante reducido de instituciones. Y si éstas dicen "no", el
Estado también puede decir "no". Muchas veces la gente se cree

98
argumentaciones mediáticas que no se condicen con la realidad de la
situación.
AMG: La base intelectual y moral que mencioné antes tiene una
enorme importancia, entre otras cosas porque el pueblo de gran
parte de los países periféricos todavía no ha conseguido convertirse
en sujeto de su propia Historia. Históricamente hablando, la
mayoría está constituida, o bien por naciones muy jóvenes que aun
no se han terminado de integrar del todo, o bien por naciones con
largas tradiciones pero que han sido desintegradas por las crisis y las
guerras que han ocurrido. A esto se agregan los casos en que han
sido gobernadas por oligarquías egoístas y depredadoras que no
tuvieron en cuenta casi para nada lo que llamaríamos el bien común
y solo se preocuparon por defender y concretar sus propios intereses
particulares. Y tampoco podemos dejar de mencionar que muchas de
estas naciones no son naciones en absoluto sino simples dibujos en
el mapa con fronteras que no solo no abarcan pueblos sino que hasta
los dividen entre países diferentes. El resultado es que en muchos
casos, esas sociedades han llegado a un estado en que les resulta casi
completamente imposible percibir o advertir con adecuada precisión
sus propios intereses.
NEU: Y esta falta de percepción concreta se suplanta después con
ideologías.
AMG: Para peor, con ideologías importadas y en buena medida
desactualizadas. Con lo cual se destruye lo que podríamos llamar el
"sistema inmunológico" cultural e intelectual de estas sociedades.
De cualquier manera, es obvio que tienen debilitadas sus
capacidades de defensa. No tienen suficiente confianza en sí mismas.
No creen en sus propias capacidades y, por consiguiente, tampoco
las desarrollan. Tengo que darle la razón a los que dicen que lo más
importante para las sociedades de la periferia es devolverles la
confianza en sí mismas o, mejor dicho, lograr que la recuperen o la
desarrollen porque lo que "se otorga" a modo de "devolución" no
tiene gran valor. No quiero irme por las ramas de la metafísica, pero
es el espíritu, el alma, de estos pueblos lo que habría que poner en
orden en primer lugar. Por supuesto, esto es más fácil decirlo que
hacerlo. Pero el gran cambio solo será posible si en estas sociedades
se genera una masa crítica de personas que espiritual, intelectual y

99
moralmente son capaces de detectar y formular los intereses que
hacen al bien común y después tienen también la honestidad y la
valentía suficientes como para proceder haciéndose cargo de las
consecuencias. Es cierto que hace falta una buena dosis de capacidad
profesional, de "coraje civil" y hasta de audacia para eso porque las
fuerzas contrarias no se entregarán así como así y porque sí. No
desaparecerán. Todo lo contrario: defenderán con uñas y dientes su
actual posición de poder. En el corto plazo siempre habrá menor
riesgo, o por lo menos se percibirá menor riesgo, en el seguir la
corriente, colaborar, agachar la cabeza y aceptar las reglas del juego.
Pero sucede que, en el largo plazo, el costo de esta actitud es enorme
y está demostrado por lo que ya hoy podemos ver que no es una
buena estrategia de supervivencia.
OST: Se ha mencionado la necesidad de un gran cambio. Creo que
podría trazar los lineamientos de un guión para eso. Un cambio – si
quieren podemos llamarlo revolución – tiene objetivos a corto,
mediano y largo plazo. Empecemos por el largo plazo. Parto de la
base que también la élite mundial que creó y opera este sistema
internacional se encuentra ante una encrucijada. Es altamente
probable que las distintas crisis que hemos vivido no sirvieron más
que para "aggiornar" y centralizar el sistema; para meter de alguna
forma bajo un mismo techo un objetivo largamente perseguido:
gobernar al mundo desde una posición centralizada. Incluso lo que
AMG mencionó sobre los profesores universitarios soviéticos apunta
bastante claramente en este sentido. Solo que hay fuerzas políticas y
algunos intelectuales que no dejan de buscar alternativas.
Esto es lo que abre posibilidades a los países de la periferia para
buscar soluciones que no estén atadas a un sistema destructivo que
todavía puede durar algún tiempo pero que no es más que un
callejón sin salida. En mi opinión, la solución pasa por el orden
económico natural. Una componente esencial de este orden es que la
propiedad privada es algo que solamente le corresponde a las
personas físicas y no a las personas jurídicas, y hasta en el caso de las
primeras solamente cuando surge como consecuencia del propio
desempeño personal. Con eso se imposibilita la acumulación
excesiva de fortunas y el exceso de poder que proviene de ello. Al
egoísmo de una persona solo puede ponerle un límite natural el

100
egoísmo de otra persona y, si se produce la acumulación de una
fortuna excesiva, la persona que disponga de ella inevitablemente se
aprovechará de la libertad que esa fortuna le brinda y avanzará sobre
la libertad de las personas que tienen menos.
Para el mediano plazo utilizaría el mismo esquema que se empleó en
Tokio para la reconstrucción después del terremoto de 1927. Es el
mismo esquema que utilizó Alemania en 1933 cuando de pronto
tuvieron ocho millones de desocupados, estaban embargados hasta
la coronilla y el país se paralizó. Lo volvieron a utilizar en 1948
produciendo lo que después se llamó el "milagro alemán". Es el
mismo esquema que, por otra parte, Franklin Delano Roosevelt
llamó "New Deal" y utilizó para sacar a los Estados Unidos de la gran
crisis. Lo emplearon los franceses bajo De Gaulle y China lo está
empleando desde hace bastante tiempo con gran éxito. ¿En qué
consiste este esquema? Básicamente en que un país tiene la
posibilidad de emitir dinero respaldado por su propio trabajo, por su
propia producción de bienes y servicios. Por eso es que, después de
la caída del Muro de Berlín, lo primero que hizo el mundo financiero
fue impedir que en los países desprendidos del imperio soviético se
instaurase este esquema económico. Les impusieron un sistema
monetario que los obligó a usar el dinero emitido por la finanza
global, es decir: a tomar créditos y, por supuesto, a aceptar el
funcionamiento del sistema de intereses. Dicen que la crisis es una
oportunidad. Cualquiera de las crisis del sistema es, de hecho, una
oportunidad para que los países afectados organicen trabajos
mediante los cuales ese fluido de intercambio llamado dinero pueda
ser reformulado y reconstruido. Éste es un camino ciento por ciento
seguro de crear trabajo para cientos de miles de personas. Existen
múltiples medidas técnicas para lograrlo, basta con tomar como
ejemplo a los países mencionados.
MAG: Pero, en la periferia, ¿no se necesitarían inversiones y
volúmenes de importación importantes para poner en marcha el
proceso?
OST: No. ¿Qué importación o inversión extranjera haría falta para
construir, por ejemplo, canales de riego? Algunas máquinas a lo
sumo. ¿Qué habría que importar para forestar zonas nuevas y
reforestar las ya depredadas? ¿Qué tanta importación hace falta para

101
construir viviendas? Obviamente, algunos países tendrían que
importar algunas cosas pero, bien manejado el proyecto, éstas
podrían cubrirse perfectamente – al menos en la enorme mayoría de
los casos – con los saldos exportables de otras actividades. El único
inconveniente serio de esto es que va en contra de los intereses del
sistema financiero mundial según el cual toda economía debe
funcionar con el dinero de ese sistema para que sus dueños puedan
alzarse con los beneficios. Por supuesto, va de suyo que, para que
este proyecto a mediano plazo resulte viable, hacen falta también
bases jurídicas y acuerdos regionales. Eso es evidente.
El corto plazo ya es más difícil de esquematizar. La realidad de los
países periféricos es bastante variada y no podemos generalizar
demasiado. Pero, en principio, difícilmente se podría impedir que los
bancos centrales emitiesen dinero – incluso "dinero electrónico" –
pero destinado pura, única y exclusivamente a programas
productivos y a programas de infraestructura. Y no necesariamente
hay que pensar tan solo en empresas estatales. Estos programas se
pueden poner en marcha creando empresas mixtas,
emprendimientos locales al nivel de los municipios y hasta se pueden
acoplar empresas privadas bajo condiciones bien establecidas. Lo
importante es poner en marcha enérgicamente la mayor fuerza de
trabajo productivo posible para iniciar un ciclo productivo cuyos
bienes y servicios respalden la emisión de dinero. En otras palabras:
no se tira dinero al mercado para que presione sobre una producción
inexistente – con lo que se desata la inflación – sino exactamente a la
inversa: se le da un gran impulso a la producción apostando a que
ésta absorberá naturalmente el dinero emitido.
NEU: Se mencionó la exportación y se habló de la forestación. La
forestación produce saldos exportables. Además, contribuye a
controlar las emisiones de dióxido de carbono. Incluso, en virtud del
Protocolo de Kioto, hay "bonos de carbono" negociables a través de
un mercado de carbono que algunos países podrían utilizar para
fomentar esa forestación o reforestación. Utilizándolos y
colocándolos inteligentemente varios países podrían hacer lo mismo
que hace China que produce en yuanes y vende en dólares. Muchos
países de la periferia podrían tender al mismo procedimiento y la
forestación es un buen ejemplo porque contribuye a una solución

102
social, a una solución ecológica y puede representar una solución de
equilibrio de divisas. Las tres cosas al mismo tiempo.
MAG: Me parece caballeros que les lloverían las críticas de todos
lados. Lo mínimo que les sería echado en cara es que están
proponiendo una cultura laboral y unos programas de trabajo que
son anticuados.
NEU: ¿Anticuados? La cuestión climática y ecológica no solo no es
anticuada sino muy, pero muy, actual. A tal punto es actual que hasta
en las estrategias del G8 y del G20 aparece a cada rato. Es muy cierto
que se habla mucho y se hace poco. Ése es otro tema. Pero se me
ocurre que un país que haga algo realmente efectivo al respecto no
solamente se beneficiaría por todo lo que llevamos dicho aquí sino
que hasta podría aumentar su prestigio internacional demostrando
que no solamente habla sino que también actúa.
En cuanto al esquema que mencionó OST, hay algo que
probablemente merezca ser mencionado. Por de pronto, que los
cambios que se perfilan en el horizonte apuntan a algo que es
exactamente lo contrario de lo que aquí estamos conversando. De
hecho, lo que ahora los medios masivos de difusión están
presentando como el gran cambio no es más que la transformación
en deuda pública de los instrumentos creados por el aparato
financiero internacional. En eso hay que incluir también los créditos
que las diferentes centrales financieras se concedieron entre sí. Lo
que sucedió fue que los bancos de inversión y los administradores de
los fondos de inversión crearon entre ellos una cantidad tan
monstruosa de medios monetarios que, ni por su volumen, ni por sus
características, podía comercializarse por fuera de su mundo interno.
Pero con el pretexto de que esta enorme cantidad de dinero ficticio, o
llamémosle burbuja financiera, los estaba asfixiando, pues
decidieron convertirla en dinero utilizable. Y este dinero utilizable
quedó representado por el volumen de dinero proveniente a futuro
de la recaudación tributaria; lo cual, en idioma directo, significa
deuda pública. En otras palabras: convirtieron la deuda privada en
pública. En la Unión Europea, para citar un solo caso, varios Estados
entraron por la variante. Alemania con 500.000 millones; Francia
con 370.000 millones; Holanda con 100.000 millones al igual que

103
Bélgica; Inglaterra con más de 100 millones. Y esto fue solo el
comienzo.
Lo interesante es constatar que estas enormes deudas públicas
endeudaron tanto a estos Estados, que, comparativamente hablando,
las deudas de gran parte de los países periféricos ni siquiera resultan
ser tan significativas. En este sentido, la periferia ha caído víctima de
una muy inteligente propaganda: si muchos dicen que eres estúpido,
tarde o temprano terminas creyéndolo. En los países periféricos se
cree realmente que el Estado está horriblemente endeudado.
Tendrían que analizar los procesos monetarios y financieros con una
dosis de realismo mucho mayor y echar mano a las herramientas
alternativas que tienen a mano. En la periferia hay países mucho más
ricos de lo que sus propias élites intelectuales creen y, sobre todo,
tienen muchísimas más alternativas de las que sus ineptos e
ignorantes políticos y funcionarios proponen.

Sexta Sesión: Perspectivas


MAG: Dediquémonos ahora un poco a la situación general de la
actualidad y veamos si podemos trazar un cuadro del futuro.
AMG: Para graficarlo del algún modo, los países dependientes del
círculo financiero global son como un enfermo alrededor del cual
todo el mundo se reúne para lamentar su estado y para ensayar ideas
acerca de qué habría que hacer para curarlo. Lo que nadie quiere ver,
lo que nadie menciona y es más: lo que está directamente prohibido
mencionar, es que el enfermo tiene la aorta cortada y la sangre sale
de ella a borbotones. Es una metáfora algo brutal, pero eso es lo que
hoy tenemos. Esa es la verdad.
Muchos países simplemente colapsarán si se deja seguir el proceso;
si no salimos de este discurso falsa y artificialmente cerrado. Hay un
mecanismo de poder global operando por encima de las naciones
que succiona con todas sus fuerzas las fuentes de energía materiales
e inmateriales de los Estados y las regiones que lo han llegado a

104
permitir. No tenemos que admitir que sea políticamente incorrecto
hablar de esto. La prohibición de presentar una interpretación
alternativa solamente favorece a la élite global y a las élites locales
colaboradoras y corruptas que, o bien se le han subordinado, o bien,
en su ineptitud e ignorancia, no saben cómo salir de la situación más
que pronunciando grandes discursos ideológicos y demagógicos.
Durante los últimos años y hasta diría que durante las últimas
décadas prácticamente no hemos escuchado hablar de otra cosa más
que de "ajustes". De que había que reducir el tamaño del Estado y
que era preciso "ajustarse el cinturón" para salir de la crisis. A
primera vista pareció razonable porque, gracias a la ineficiencia y a
la corrupción, muchos Estados o bien gastaban demasiado, o bien
gastaban mal y, en todo caso, administraban peor. Y a los pueblos
siempre se les podía decir que había que hacer sacrificios para pagar
las inversiones cuyo "efecto derrame" ya redundaría en beneficio de
todos. Pues sucede que no pasó nada de eso. Por un lado, los
presupuestos de algunos Estados no solo no se redujeron sino que
crecieron a dimensiones elefantiásicas y, por el otro, el salario real de
los trabajadores resultó ser declinante en términos reales. Con lo que
llegamos a lo que estamos discutiendo: si el proceso sigue así,
inevitablemente llegará al punto en que algunas sociedades
simplemente explotarán. Hablando en términos muy genéricos, el
50% de los peor posicionados de muchas sociedades sencillamente
no podrá proveer a su propio sustento. En algunos países un
porcentaje muy importante de la población ya se encuentra ante la
alternativa de que, si come, no le queda para vestirse, o bien, si
calefacciona, ya no le queda para mandar los hijos a la escuela. Esto,
por supuesto, es algo metafórico. La realidad concreta es que este
porcentaje bastante alto de muchas sociedades come mal, se viste
peor, tiene un nivel sanitario deficiente y manda sus hijos a escuelas
cuyo nivel es cada día más bajo.
A esto agreguemos que aquí estamos tratando de analizar estos
procesos desde el punto de vista económico pero todos sabemos que
se trata principalmente de un problema de estrategia política y de
poder político. Consecuentemente, es inútil que hasta una
intelliguentsia bienintencionada se devane los sesos tratando de
encontrar alguna solución económicamente plausible a estas

105
cuestiones. Obviamente hay muchos problemas técnicos a resolver.
Pero mientras no cambiemos las relaciones básicas del poder,
mientras no reformulemos el criterio con el cual concebimos al poder
político en absoluto, nada cambiará en el fondo. Sin una correcta
concepción del poder político no hay más que gatopardismo.
Varias sociedades parecen haber llegado al límite de su tolerabilidad.
Las protestas masivas de multitudes prácticamente autoconvocadas
– y apuntemos que la Internet ha jugado y previsiblemente jugará un
gran papel en esto – lo demuestra. La élite global seguramente ha
debido tomar buena nota del fenómeno y no me extrañaría en
absoluto que haya decidido abrir algunas válvulas de seguridad para
descargar una presión que no puede controlar a pesar de todo su
aparato mediático. Pero eso puede funcionar solamente por un
tiempo. Quizás por algunos años. Quizás, en el mejor de los casos,
por algunas décadas. Las válvulas de seguridad no pueden quedar
permanentemente abiertas. En el mediano o largo plazo el sistema es
intrínsecamente insustentable. Lo peor de todo es que nadie tiene ni
idea de qué hacer en caso de un estallido terminal. Cuando tengan
que enfrentarse con él, lo más probable es que lo hagan a los
manotazos, improvisando sobre la marcha, y esto no puede conducir
sino a una anarquía alimentada con promesas utópicas imposibles de
cumplir, o con una represión feroz y unos baños de sangre que es
mejor ni imaginar.
MAG: ¿En qué circunstancias creen ustedes que se producirán las
futuras crisis?
OST: Por desgracia en circunstancias cada vez más complejas y cada
vez más peligrosas. Los procesos se aceleran. En mi lectura, el poder
financiero global está preparándose para un gran cambio estratégico.
Si aceptamos que existe un imperio financiero autocrático que utiliza
a los países físicamente visibles en su propio beneficio, entonces
también tenemos que aceptar que deja estallar las grandes crisis para
aprovecharlas también en su propio beneficio.
Pero ¿en qué dirección se está moviendo el poder central global?
Antes de la asunción de Obama a mí me resultó muy interesante
seguir con atención lo que sugerían los medios masivos más
importantes de los Estados Unidos. Me refiero al Wall Street

106
Journal, al New York Times, al Washington Post y a los estudios
realizados para el Pentágono que pueden consultarse por Internet.
De estas publicaciones se podía inferir que incluso en los Estados
Unidos podía llegar a declararse un estado de excepción. Esa medida
es muy útil para manejar los riesgos que pueden surgir de las
consecuencias de una crisis económica. En el caso de una
desocupación masiva puede surgir una oposición activa de tales
dimensiones que solo podría ser dominada con la toma del poder por
parte de un estrato militar al estilo de los gobiernos militares
sudamericanos. El ejército norteamericano, por consiguiente,
pasaría a desempeñar el papel de garante del orden interno; algo que
hasta ahora nunca sucedió. En muchos lugares pude detectar la
intención de retirar de alguna manera las cerca de 260 millones de
armas de fuego que están en manos de la población norteamericana.
No quiero ser conspiranoico, pero para mí, las matanzas producidas
por los tiroteos masivos que ocurrieron últimamente con sospechosa
frecuencia en los Estados Unidos muy probablemente tienen
bastante que ver con la intención de retirar estas armas. Por lo
menos, las masacres son visiblemente aprovechadas para difundir y
hacer aceptable la idea de que deberían ser confiscadas. Las
estadísticas son verdaderamente impresionantes. Desde 1982 se
registraron en los Estados Unidos por lo menos 62 tiroteos. Siete de
ellos tan solo en 2012, con algo así como 151 víctimas.
MAG: Pero estos hechos ¿no fueron producidos por personas
mentalmente desequilibradas? Varios fueron perpetrados por
jovenzuelos de muy corta edad. Incluso recuerdo un caso en que el
tirador fue un niño de 11 años.
OST: Si, el caso de Jonesboro, Arkansas, en 1998. No es para nada
imposible que así haya sido. Hay que estar bastante mentalmente
desequilibrado para disparar a mansalva contra una multitud de
personas inocentes. Pero aun en ese caso cabría hacerse la pregunta
si detrás del loco no hay también un autor intelectual. Los
norteamericanos tienen una larga tradición en eso de declarar loco a
cualquiera que comete un magnicidio o un asesinato masivo. [4]

4 John W. Booth, el que asesinó a Lincoln, es presentado como mentalmente inestable en varios
relatos. Charles J. Guiteau, el asesino del presidente Garfield, fue declarado "mentalmente
trastornado " y lo mismo dijeron después de Leon Czolgosz, el asesino de William McKinley y de

107
Pero más allá de la teoría del loco solitario siempre queda la
pregunta del ¿cui bono? ¿Quién se beneficia? Si no con la instigación
del hecho, al menos con su difusión masiva. En todo caso, desarmar
a los millones de norteamericanos que poseen armas de fuego no es
tarea fácil. Lo demuestra el antecedente del fracaso de la "ley seca" y
el intento de hacer que dejaran de tomar alcohol. De cualquier
manera que sea, es bastante evidente que hasta los norteamericanos
están preocupados por un posible estallido social que no podrían
manejar si no es con sus propias fuerzas militares porque la Guardia
Civil y las fuerzas policiales muy pronto quedarían desbordadas. Con
la excusa de la "lucha contra el terrorismo" el Estado norteamericano
le está aplicando el torniquete de la seguridad a sus propios
ciudadanos. La cuestión de las armas de fuego es solamente un
aspecto de la cosa. Es muy ilustrativo pero no es el único. Toda la
sociedad norteamericana está sujeta a una vigilancia cada vez más
estricta. Los casos de espionaje electrónico para recabar, almacenar y
evaluar datos personales así lo demuestran.
En todo caso, uno de los objetivos es identificar a los líderes de una
posible resistencia para poder sacarlos de circulación rápidamente si
hace falta y descabezar así al movimiento opositor. ¿Por qué están
previendo eso? Zbigniew Brzezinski, uno de los principales
exponentes de la corriente global, dijo no hace tanto tiempo atrás
que la crisis recién empieza, que no ha terminado en absoluto. Lo
que sigue no es una recuperación sino una recesión. O sea que ellos
mismos prevén que la cosa puede empeorar más todavía. O que
pueden empeorarla más si quieren, o si les conviene. Kissinger
estuvo varias veces en Moscú tratando de llegar a un acuerdo con los
rusos para la construcción de un nuevo orden mundial. La idea fue
estrechar lazos con los rusos, obviamente porque las reservas de
materias primas de Rusia hacen falta. Lo que sucede es que, si hay
alguien que sabe eso muy bien ese alguien es Putin; y a él no lo
pueden comprar barato porque es uno de los pocos políticos que

Lee Harvey Oswald, el asesino de Kennedy. Para más datos están los atentados que no llegaron a
tener éxito. Richard Lawrence, el que atentó contra Andrew Jackson fue declarado demente y
terminó sus días en un asilo. Giuseppe Zangara que atentó contra la vida de Franklin Roosevelt y
John Hinckley que atentó contra la de Reagan fueron ambos diagnosticados como "mentalmente
inestables".

108
dispone de una buena cuota de poder real y decididamente quiere
jugar su propio juego. Otra de las corrientes que puede detectarse es
la de quienes en los EE.UU. proponen un cierto alejamiento de Israel
para no verse envueltos en otra guerra como la de Irak. Este sector
propone desarrollar mejores relaciones con el mundo islámico, sobre
todo con aquella parte del mismo que posee petróleo y fuentes de
energía. En general, la idea fundamental es construir un nuevo orden
mundial en el que impere una sola moneda mundial. Hasta es
posible que en un momento dado se proponga la migración hacia
una variante de las monedas actuales. Se habla a veces de expandir
los SDR, los Special Drawing Rights que maneja el FMI y que
actualmente tienen un volumen relativamente muy escaso pero que,
técnicamente, podrían servir. Son todas corrientes que están en
discusión. No hay que creer que todos los operadores del poder
mundial están siempre de acuerdo entre sí y que sus decisiones son
siempre unánimes. Hay un grupo que preferiría mantener el sistema
actual; el otro está más dispuesto a ensayar modelos nuevos. En lo
que sin duda alguna todos están de acuerdo es en mantener un poder
centralizado y hegemónico sobre el imperio financiero. Todos los
datos disponibles apuntan en este sentido.
NEU: Mientras escuchaba a OST se me ocurrió que esto es como el
terrón de azúcar con el que podemos hacer dos cosas: o bien lo
ponemos bajo presión y lo rompemos – como, por ejemplo, en un
mortero – y entonces se parte en mil pedazos, o lo disolvemos en un
vaso de agua y de ese modo lo hacemos “desaparecer”. Si queremos
ejercer una fuerte influencia dominadora sobre cualquier organismo
político también tenemos estas dos opciones: o lo rompemos en
pedazos bajo el principio del divide et imperat como en el caso de
Eslovaquia y la República Checa, la ex-Yugoslavia y parte del imperio
soviético, o bien convertimos sus bienes en dinero, es decir:
disolvemos esos bienes en dinero y después bombeamos ese dinero
hacia donde queremos.
Durante la segunda mitad del siglo pasado se inició un proceso que
apuntaba a la disolución controlada del Estado-Nación, entendiendo
por tal incluso al Estado soviético. Esto está documentado en varios
estudios elaborados por grupos de intelectuales y, si miramos el
proceso en retrospectiva, es hasta evidente por sí mismo y por

109
observación directa. No a otra cosa apuntaron los reiterados
discursos con las referencias usuales a la modernización, a la
actualización, al aggiornamento, a la globalización, a la reingeniería
de las burocracias, a la libertad, a la economía de mercado, al
imperio de la democracia, al respeto por los derechos humanos y a
conceptos parecidos. En los hechos, sin embargo, quitando algunas
regiones puntuales en las que pareció producirse una mejora
temporal, lo que sucedió fue exactamente lo contrario de lo que
prometía el discurso. Los que diseñaron el proyecto podrán no
haberlo planificado todo. Nunca es posible preverlo todo. Y podrán
haber planificado mal algunas otras cosas. Siempre hay errores en
todo plan, sobre todo si es muy complejo y ambicioso. Pero lo que
seguramente tuvieron que prever, porque era más que obvio, es un
procedimiento para controlar y dominar a masas de personas
descontentas afectadas por la crisis que provocaría la concentración
financiera forzosa por un lado y el debilitamiento artificial de las
estructuras políticas naturales por el otro.
AMG: A eso destinaron, principalmente, todo el aparato mediático.
Con lo que no calcularon – porque no podían calcular ya que era una
tecnología mundialmente muy incipiente cuando se inició el proceso
– es con el poder que adquiriría el llamado “espacio virtual”
electrónico que se desarrolló en forma explosiva después.
Probablemente no previeron que ese mismo espacio virtual, que
servía para comunicar e interconectar a todo el sistema financiero
global prácticamente en tiempo real, también serviría como espacio
de comunicación interpersonal para los revoltosos, los descontentos
y los perjudicados por la crisis. En una palabra: no previeron el
poder de Internet y el espacio de comunicación social que esa
tecnología terminó brindando, siendo que por su estructura misma,
increíblemente compleja, ramificada y entretejida en forma de red –
de hecho, en forma de múltiples redes – ese espacio es casi
incontrolable por un poder centralizado cuando en él operan
personas, muchas veces jovenzuelos de muy corta edad, que
dominan maravillosamente todos los trucos y recovecos de la
tecnología que le sirve de sustento operativo. Y no solo no previeron
el poder de este espacio virtual sobre el espacio social. Tampoco
previeron sus debilidades. Lo creyeron mucho más seguro y
encapsulado de lo que realmente es. Actividades como las de los

110
“hackers”, los “piratas” electrónicos y fugas de información como el
de “Wikileaks” demuestran que ese espacio virtual no solo es muy
poco controlable sino incluso permeable a ataques externos e
internos. Con eso están enfrentados a un riesgo serio no calculado, o
al menos inicialmente mal calculado. Una gran movilización masiva
de gente furiosa y descontenta es relativamente fácil de desarmar si
se la ataca en sus comienzos. Por ejemplo, retirando rápidamente de
circulación a los principales líderes como mencionó antes OST. Pero
una vez que la gente está en la calle y se movilizan cientos de miles
de personas, surgen liderazgos espontáneos y, en todo caso, la marea
solamente se puede detener, o bien dejando que se extinga con el
tiempo, o bien produciendo una verdadera masacre. Y en cualquiera
de los dos casos, la posición de poder de quien ejerce el control se ve
debilitada. Últimamente lo hemos podido ver en un buen número de
casos concretos.
MAG: Están inyectando mucho dinero y recursos para vigilar y
dominar Internet.
AMG: Sí. Están haciendo esfuerzos casi increíbles en ese sentido.
Pero corren a los hechos desde atrás y vienen perdiendo la carrera
constantemente. Ni bien desarrollan un nuevo esquema de
seguridad, al día siguiente o a la semana los “hackers” y los
jovencitos lo rompen aunque más no sea por diversión. Además de
eso, casi lo único que pueden hacer efectivamente es “espiar” el
tráfico de comunicaciones. Para eso sí tienen montada una
estructura tecnológica muy grande y sofisticada. Pero una cosa es
espiar y otra muy distinta es controlar. Espiando puedo hacerme, en
cuestión de segundos, de una montaña de terabytes de información.
No me extrañaría en absoluto que en alguna parte exista una base de
datos, o varias, con todos los E-mails intercambiados entre nosotros
cuatro. Sin embargo, para controlar, tengo que procesar, evaluar e
interrelacionar esa montaña de datos, por lo que controlar
efectivamente los contenidos de millones de comunicaciones que
decenas de millones de personas generan constantemente, es algo
prácticamente imposible. Incluso es algo bastante poco eficaz
empleando algoritmos de interpretación informáticamente
programables ya que la semántica de las comunicaciones puede no
ser unívoca, puede contener metáforas y alegorías, se vierte en

111
muchísimos idiomas humanos diferentes, no es necesariamente
significativa para alguien no iniciado y encima de eso puede estar
encriptada o cifrada de un modo completamente no convencional.
La evaluación de lo comunicado todavía requiere necesariamente la
participación de seres humanos; muchas veces de verdaderos
especialistas. La llamada – a veces mal llamada – inteligencia
artificial no es tan “inteligente”; por lo menos no todavía. Por otra
parte, cuando el contenido ya está generado y distribuido – y en el
mundo virtual ambas operaciones son prácticamente simultáneas –
muchas veces ya es tarde para hacer algo realmente efectivo. Pueden
cerrar un sitio de Internet y meter preso al que lo administra; pero,
para cuando lo cierran, ya pueden haberlo visto millones de
personas. Y lo más probable es que el sitio reaparezca al poco tiempo
en algún otro nodo de la red, quizás incluso desde otro país,
generado por algún simpatizante del encarcelado. Una bola de nieve
tiene que ser detenida antes de que empiece a rodar. Una vez que
rueda es muy difícil detener la avalancha. Y, si las bolas de nieve son
miles de millones, es imposible establecer cuáles son capaces de
producir una avalancha y cuáles simplemente se estrellarán contra
las rocas o los árboles que siempre hay en el camino. O cuáles son las
que rodarán inocentemente hasta el valle sin que nadie les preste la
más mínima atención.
OST: Pero se puede espiar y controlar a personas determinadas y a
empresas o instituciones determinadas.
AMG: Eso sí se puede hacer y lo hacen, sin duda. Pero eso, por más
importantes que sean esas personas o instituciones, representa solo
una ínfima proporción de todo lo que circula por el espacio virtual.
Pueden espiar y evaluar las comunicaciones de una embajada, de
una empresa, de una oficina pública, de determinado “cibercafé” o de
determinada persona privada. Incluso pueden aspirar y almacenar
todo el tráfico de datos informáticos de países enteros. Todo eso es
posible y lo hacen. ¡Claro que lo hacen! Pero, por un lado, los
objetivos puntuales tienen que estar determinados de antemano
según alguna evaluación previa y, después, el análisis concreto del
contenido de las comunicaciones tiene que pasar en última instancia
por seres humanos de carne y hueso. En el caso de grandes
movilizaciones masivas o de descontentos que producen disturbios

112
de cierta envergadura, pueden controlar las comunicaciones de
ciertos líderes políticos, determinados partidos políticos y, dado el
caso, de embajadas, aparatos de inteligencia y grupos de operaciones
no convencionales. Lo que muy difícilmente lleguen a controlar y ni
hablemos de evitar son los millones de E-mails, mensajes de texto,
comunicaciones por teléfono celular y publicaciones en páginas de
Internet que miles y más miles, acaso millones, de Juanes pueden
intercambiar con una cantidad igual de Pedros, Arturos y Marías. Y
cuando esos cientos o decenas de miles ya están en la calle, lo único
que les queda por hacer es dejarlos gritar hasta que se cansen, o
molerlos a palos para que se vayan a su casa, matar a unos cuantos
para que los demás se asusten, o eventualmente seleccionar al que
consideran más peligroso y matarlo o enviarlo a Guantánamo. En
cualquiera de los casos su poder, o el poder de sus gerenciadores, se
deslegitima y se debilita en alguna medida. Lo cual significa
contratiempos y atrasos en la implementación del proyecto principal.
NEU: Ya se están sintiendo esos contratiempos y atrasos. Hay
información bastante fehaciente indicando que, por ejemplo, los
gobernadores de varios Estados norteamericanos están presionando
para lograr una mayor independencia del poder central. Si bien
según la letra de la Constitución norteamericana siempre fueron
formalmente independientes, el – a veces sutil – distanciamiento de
Washington no se puede ocultar del todo. Y es que el dinero que el
Estado inyectó en los bancos y en las instituciones financieras
representa, de hecho, una deuda que tarde o temprano tendrán que
pagar los contribuyentes. Por la época de la Guerra de la
Independencia norteamericana el lema fue “no le paguemos
impuestos a Inglaterra”. Ahora el lema está empezando a ser
“hagamos todo lo posible para no tener que pagarle impuestos a
Washington”. La población norteamericana todavía no está sintiendo
plenamente la presión de esta sangría porque la están
implementando gradualmente y, además, reconozcamos que de una
manera bastante inteligente. Pero varios políticos sí se han dado
cuenta y, como temen que ocurran posibles estallidos sociales, tratan
de curarse en salud. Esto, unido al poder de movilización social del
espacio de comunicación virtual que señalaba AMG, puede muy bien
estar, si no deteniendo, al menos atrasando o frenando el avance del
proyecto. Coincido en que Internet es una poderosa herramienta

113
para enfrentar al sistema. Hasta podría decir que es la herramienta
más poderosa de la que disponen quienes quieren enfrentar, ya sea
desde el área intelectual, ya sea activamente, al poder global. Pero es
tan solo una herramienta cuyo resultado efectivo depende del
ingenio, la capacidad, la energía y la dedicación de quienes la usan.
Más allá de eso está el hecho que todo el sistema actual es
esencialmente insustentable. Han creado miles de millones de
dólares ficticios frente a una cantidad muchísimo más reducida de
dólares reales. A largo plazo eso no se puede sostener sin una brutal
operación de reingeniería financiera. Pueden hacerla. De hecho,
estoy convencido de que quieren hacerla. Solo que creo que se han
dado cuenta de que tienen que elegir con mucho cuidado al que
tendrá que pagarla. Y creo que lo saben. Algunas sociedades son
mucho más explosivas que otras.
Para colmo, también creo que, por lo menos en cierta medida, están
en una carrera contra el tiempo. Si a esa reingeniería no la hacen
dentro de los próximos años, más tarde ya no es tan seguro que
puedan hacerla. En relación con esto quisiera mencionar algo que
considero muy importante. Durante los últimos años los problemas
con el dólar se fueron acumulando. El enorme potencial de
exportación de China exige que las mercaderías chinas sigan siendo
compradas. Pero ¿con qué se las pagará? Porque sucede que los
chinos han acumulado una enorme cantidad de dólares que están
condenados a la inflación porque el Estado norteamericano está
completamente sobre-emitido y endeudado. Dada esa inflación, a
China no le convendrá seguir vendiendo en dólares. Lo lógico sería
que, en algún momento, China pasara a solicitar pagos en yuanes
siguiendo el razonamiento de: “mando mi dinero fuera de mis
fronteras a fin de que todos ustedes tengan el dinero necesario para
comprarme más bienes todavía.” Si en la actualidad, pongamos por
caso, Bolivia le compra algo a China, el camino al yuan pasa por el
dólar. Pero si la moneda intermedia empeora, habrá que buscar otra
que la reemplace. Los bolivianos previsiblemente nunca tendrán
tanto dinero como para poder pagar sus importaciones chinas con
dinero propio por lo que tendría que aparecer el yuan para
permitirles seguir comprando lo que necesitan. China llegó a un
punto en que no solamente tiene que exportar mercaderías sino
también capital, puntualmente: capital comercial. Este paso, sea que

114
China se disponga a darlo o siga avanzando en esa dirección,
estorbará de tal modo las pretensiones hegemónicas
norteamericanas que difícilmente Wall Street consiga frenar a los
chinos sin generar conflictos muy serios. Se ha llegado al punto en
que se hace necesario ahogar la expansión monetaria china, y
ahogarla antes de que crezca. Es por eso que algunos juegan con la
idea de relegar el dólar a un papel relativamente secundario y algo de
eso hemos mencionado cuando aludimos a los SDR que maneja el
Fondo Monetario Internacional. Sin embargo, por el otro lado, el
papel del FMI tampoco es demasiado confiable porque, al fin y al
cabo, el FMI es un organismo de la ONU y allí participan los países
del Tercer Mundo que pueden hacer oír su voz por lo menos dentro
de ciertos límites. El dinero del FMI no reemplazó al dólar, en parte
porque el dólar es un dinero privado y en parte porque con él se
puede eliminar justamente la influencia de aquellos países que están
siendo exprimidos por medio del dólar. Por eso es que, en mi
opinión, el FMI no es adecuado para ser transformado en una
institución monetaria centralizada. Hasta ahora ha estado tratando
de disciplinar a los países individual y puntualmente. No podrá
disciplinar a la totalidad en forma simultánea y conjunta porque los
fastidiados se rebelarán haciendo causa común en la ONU. Por
consiguiente, estimo que el FMI no será una institución central como
la que necesita el proyecto global. Así como está definido, puede ser
una institución de supervisión y extorsión. No creo que pueda ser
una institución de comando y control. El FMI no es, pues, el blanco
principal al que hay que apuntar. En eso se equivoca la propaganda
anticapitalista algo nostálgica del comunismo que todavía sigue
circulando por allí.
OST: No obstante, el poder financiero central está obligado a tomar
decisiones porque tiene que prever la posibilidad de que el dólar se
derrumbe.
NEU: Para mí, es seguro que se derrumbará. Solo que no da lo
mismo que se derrumbe en forma controlada o de un modo
espontáneo. Un colapso controlado puede durar todavía un buen par
de años. Quizás más también.
OST: Aun así pienso que todavía no saben muy bien con qué lo
suplantarán si se derrumba. El sustituto todavía no existe.

115
NEU: Yo creo que sí. En los talleres intelectuales del sistema seguro
que ya existe. Solo que no ha sido hecho público todavía.
OST: Cuando digo que no existe me refiero a que no tienen algo que
pueda suplantar al dólar siendo al mismo tiempo aceptable para la
sociedad norteamericana y para las demás sociedades fuertemente
dolarizadas. En mi opinión no consiguen calibrar con precisión la
magnitud y la clase de las tensiones que generará esa operación de
ingeniería financiera. No saben bien qué tendrán que enfrentar. Y
creo que temen un descontrol de grandes proporciones porque, en
ese caso, seguramente actuarán influencias externas con sus propios
intereses. Rusia, China y hasta países como México, Brasil y la India
pueden convertirse en factores de riesgo, ya sea por su peso
geopolítico, ya sea por la magnitud de sus masas demográficas, ya
sea por su capacidad económica latente. Y ni hablemos del mundo
islámico que es todo un polvorín en sí mismo y tremendamente
complejo además.
AMG: El mundo islámico es como un depósito de explosivos al cual
medio mundo parece estar interesado en arrimarle un fósforo. No es
solamente que el poder hegemónico está provocando guerras y otros
desastres en la zona. Además de eso, el mundo islámico mismo está
tan entrecruzado por rencillas y enemistades de orden religioso y
tribal, que no resulta difícil generar dentro del mismo cualquier
grado de inestabilidad. Pero otra vez estamos ante el caso de los
"pensamientos no pensados". Nadie parece querer analizar el papel
histórico del Islam como antagonista tradicional del Occidente
cristiano – y me estoy refiero al auténtico Occidente cristiano – así
como tampoco los responsables por la generación de conflictos intra-
y extra-islámicos parecen tener en claro las tremendas consecuencias
que pueden tener esos conflictos una vez desatados. La prueba está
en varios países de la zona. En Irak han muerto más personas
después de la invasión norteamericana que durante ella. Ni
hablemos de la mentada "primavera árabe" que, por ejemplo en
Egipto, produjo resultados más que indeseados por los intereses y
los poderes que las desataron. Y en mi opinión, el conflicto en Siria
está prácticamente fuera de control en el sentido en que no tiene
solución viable posible y, puesto que no la tiene, se perpetúa un
status quo que solo puede resolverse por agotamiento.

116
NEU: Como que también el conflicto palestino-israelí, que tiene
mucho que ver con eso, solo puede resolverse por agotamiento así
como está planteado. Creo que otra vez podría ser de aplicación mi
metáfora del terrón de azúcar: o lo resuelven rompiéndolo por la vía
militar, o bien lo dejan disolverse por extenuación. El problema es
que para el agotamiento total se necesita mucho tiempo y dudo que
lo tengan.
AMG: En términos de conflictos mundiales, en general no lo tienen.
Más allá de las crisis económicas, las sociedades sobre las que está
montada su estructura principal de poder se están descomponiendo.
En mi lectura, la situación es dramática porque pocas veces hemos
tenido un conjunto de sociedades en nuestra cultura que
manifestaran tantos síntomas de decadencia. Convenzámonos, el
sustento más básico y fundamental de toda sociedad humana es su
sustrato espiritual-moral-intelectual. No me cansaré de insistir sobre
este punto. Y este sustrato en nuestra cultura está tan en decadencia
que, al analizarlo, uno hasta sin querer recuerda las últimas épocas
del Imperio Romano. Esto es lo que, después, se refleja en los
ámbitos intelectuales, culturales, artísticos, jurídicos, políticos y, por
supuesto, también en los económicos. El cuerpo espiritual e
intelectual de la sociedad está simplemente en un estado
catastrófico. Está enfermo. Ha perdido hasta la capacidad de
reconocer a sus propios enemigos. De allí vienen los consabidos
grandes discursos acerca de la convivencia pacífica, el diálogo a toda
costa aunque sea un diálogo entre sordos o entre culturas
incompatibles, el ecumenismo religioso a ultranza, la unión de todos
con todos en pié de igualdad, el igualitarismo hasta entre los sexos y
todo lo demás. Esto produce luego la negociación permanente y la
negociabilidad de todos los valores, la suplantación de la belleza por
lo ingenioso en el arte, la relativización de la verdad y de cualquier
afirmación concreta, la distorsión de la realidad por medio del relato,
y podría seguir con la lista hasta el aburrimiento. Los cambios que se
han querido imponer a través de las crisis sobre las que hemos
estado conversando se construyeron sobre esta base. Es que no
tienen otra. Tienen que construir sobre el mundo que ellos mismos
han generado y ese mundo ya no tiene fundamentos sólidos. O
reconstruimos esos fundamentos, o todo el sistema se viene abajo.
No creo que haya alternativa.

117
Podemos discutir si las monedas se sostienen o no se sostienen, si el
dólar se mantiene o se derrumba. Desde el punto de vista económico
es un debate no solo útil sino incluso necesario. Pero más allá de eso,
más allá de la volatilidad económica y sus crisis, la sociedad actual se
ha vuelto tremendamente frágil. Mi temor es que nuestra cultura
actual – con sus sociedades indefensas, sometidas, idiotizadas pero
fácilmente irritables – desemboque en un proceso completamente
inmanejable bajo las reorganizaciones estructurales siniestras y casi
diría tectónicas que impulsa el sistema de dominio mundial. La
decadencia de las actuales élites sociales, económicas, políticas y
culturales ya es inocultable. Estas élites no poseen un conocimiento
válido y utilizable. Ni hablemos de que ya no tienen ningún sostén
moral. Les falta tanto capacidad como virtud. Se aferran a restos de
esquemas intelectuales del Siglo XVIII y XIX, y son completamente
incapaces de formular alternativas válidas, prácticas y realizables
frente a las nuevas realidades del Siglo XXI. Desde el punto de vista
de la conducción cultural, las sociedades reales, concretas, han
quedado huérfanas, abandonadas. Sus élites les han dado la espalda
persiguiendo espejismos y utopías irrealizables e incluso propuestas
directamente suicidas sea por izquierda o por derecha. Analicen el
discurso público, la estructura general del discurso político de todas
las tendencias ideológicas del espectro. En ese discurso no hay ni
rastros de solución a aquellos problemas que tienen un efecto
decisivo sobre nuestra sociedad. A veces pienso que nuestras élites ni
siquiera se sienten miembros de la sociedad a la que se supone que
deberían conducir. Es evidente que no tienen capacidad suficiente
para resolver los problemas planteados, pero a veces pienso que ni
siquiera les importa un comino todo el asunto.
Reconozco que soy muy pesimista en este sentido y solo puedo decir
que espero estar equivocado. Sin embargo, tampoco dejo de ver que
hay algunos signos esperanzadores. Existen grupos de intelectuales y
talleres de trabajo en los que empezó a actuar el sistema
inmunológico. Hay cada vez más estudios, escritos y trabajos de toda
clase, realizados por intelectuales de muy alto nivel, que tanto desde
el punto de vista moral como del intelectual pueden ser al menos
anticipadores de un cambio positivo. También es saludable – aunque
también puede ser peligroso sin la debida conducción – que la
sociedad civil esté empezando a descubrirse a sí misma. En algunos

118
países ya hay grupos de acción que desarrollan tareas eficaces en los
casos socialmente graves. Aunque estas acciones no dejan de ser
paliativos para mitigar de alguna forma las grandes falencias e
injusticias del régimen imperante, pueden extenderse y llegar incluso
a la desobediencia civil. Si llegan a eso, el poder constituido se
hallaría frente a un enorme problema para el cual, en mi opinión, no
está debidamente preparado. Incluso queda abierta la pregunta de si
una desobediencia civil generalizada es manejable en absoluto.
OST: No podemos dejar de ver que la situación mundial actual
también está caracterizada por el hecho de que se está gestando la
resistencia; que está empezando a surgir la anti-globalización, el
anti-globalismo, o como se nos ocurra llamarlo. Es un hecho que en
el escenario político y económico están apareciendo formas cada vez
más variadas de esta corriente. Y no estoy pensando ahora solamente
en países como Venezuela o Bolivia cuyos intentos muchas veces son
más retóricos y simbólicos que efectivos. Tampoco me refiero a esos
neo-chauvinismos cuya intención patriótica podrá ser muy meritoria
pero cuyo horizonte de practicabilidad real es casi nulo. A lo que me
refiero es que en muchas partes, incluso en la Unión Europea misma,
se pueden percibir fuertes corrientes opositoras al intento
globalizador que pugnan por la restauración del Estado-Nación
soberano aun cuando la presión de esas corrientes no se refleje en los
medios de comunicación masivos. Todos, tanto en América como en
Europa, tendríamos que pensar en cómo podríamos construir
herramientas de defensa y hacer algo positivo contra los abusos del
poder del imperio económico mundial, aunque más no sea dentro del
sistema de coordenadas dado. Existen muchos métodos mediante los
cuales se podría expandir ese anti-globalismo para convertirlo en
una resistencia de alcances internacionales.
NEU: Uno de los obstáculos que lo impiden lo constituye el sistema
jurídico internacional que, no por casualidad, prohíbe expresamente
la adopción de ciertas medidas que resultarían muy efectivas. Al
mismo tiempo, sin embargo, es cierto que existen elementos que se
pueden aprovechar. Quienes nos manipulan lo hacen distorsionando
los conceptos y tematizando según su propia conveniencia el espacio
comunicacional. ¿Qué pasaría si, por nuestra parte, empezaríamos a
darle otra forma a este espacio comunicacional y dejáramos de

119
hablar de dinero de aquí en más? Está bien; el tema de esta mesa de
diálogo es el aspecto monetario de la cuestión y no pretendo ahora
salirme del tema propuesto. Pero el dinero – y todos lo sabemos – no
es más que un medio para establecer relaciones económicas entre los
sujetos de un intercambio. Es como el electrón que, girando
alrededor del núcleo atómico, a veces entra en contacto con otros
átomos generando nuevas moléculas. Si circula adecuadamente,
genera un nuevo campo de energía. Por lo tanto, en lugar de la
moneda, ¡hablemos de información! Básicamente, la actividad
económica está expresada en forma contable. En esa contabilidad
hay información y la información no necesariamente es una
categoría bancaria. Al dinero lo han metido en un círculo conceptual
en donde solamente puede ser entendido como una herramienta
creada y administrada por los bancos. Pues, está bien; tomamos nota
de eso. Solo que, de aquí en más, pongámonos de acuerdo y no
hablemos más de esa herramienta creada y administrada por el
sistema bancario. Hablemos de economía a secas. En las relaciones
que establezcamos, introduciendo un concepto razonable y
generador de actitudes positivas, podemos empezar a realizar
operaciones bilaterales y hasta multilaterales. En otras palabras:
habría que instaurar un nuevo concepto.
AMG: Por mi parte, estoy de acuerdo. Es algo que también
pertenece al mecanismo con el que las comunidades humanas
defienden su propia identidad. En realidad, nadie está demasiado
orgulloso de su moneda; pero muy bien puede estar orgulloso de sus
logros concretos; es decir: de su economía real y esto completamente
al margen del valor contable de su moneda. Lo que sucede es que, en
cierto momento, estos mecanismos pueden entrar en conflicto con la
política de alto nivel que llevan adelante los gobiernos. El dilema es
que las élites económicas y políticas actuales también están
deslizándose por el plano inclinado de la decadencia y es muy difícil
imaginar que en el corto plazo adquieran la capacidad de entender la
situación real en su totalidad. Y más difícil todavía es imaginar que,
en el poco tiempo que queda, consigan juntar la valentía y la fibra
moral que se necesita para utilizar con eficacia los mecanismos de
defensa. En términos históricos tenemos muy poco tiempo.

120
Una de las curiosas polaridades más letales de nuestra cultura es
que, por un lado está la masa de los ultra-perspicaces que ya no
creen en nada y, por el otro, la multitud de los falsos realistas que no
ven más allá de las ollas de carne. La dependencia del imperio
financiero es un hecho, es una realidad. Por consiguiente, habría que
formar y capacitar a realistas auténticos; a personas que,
disponiendo de la aptitud para ver lo esencial, tengan también la
capacidad profesional y el coraje moral para encontrar y transitar los
"senderos estrechos". A personas que, entre las alternativas
existentes en las condiciones concretas dadas, sepan elegir aquellas
que más eleven el rango de nuestras posibilidades reales. Una
intelliguentsia responsable tendría que exprimirse el cerebro
elaborando cursos de acción que aceleren, fomenten y coordinen la
organización social espontánea ofreciéndole ayuda intelectual y
emocional además de, por supuesto, capacitación práctica. Y no hay
que dejar de lado los impulsos emocionales. Existen muchísimos
casos en los que el intelecto es impotente pero el corazón puede
ayudar muchísimo.
Solo que no hay que olvidar ni pasar por alto varias cosas. Como ya
dije, existe un punto en el que la organización espontánea chocará de
frente contra la estructura del poder existente y aquí pueden suceder
dos cosas. O bien esa estructura tratará de poner fuera de la ley y de
perseguir legalmente a la organización espontánea – y ya hay varios
casos de esto en muchos países – o bien hará la parodia de apoyarla
a fin de utilizarla para tapar sus propios baches – como que también
hay antecedentes de esto. Aparte de eso, también hay que vigilar que
esa organización espontánea no se constituya alrededor de un
infantilismo utópico más fantasioso que practicable. No es que la
utopía sea, siempre y en todos los casos, algo negativo. Más aun:
cierta utopía al final del camino puede actuar como un poderoso
imán que invita a recorrerlo. Pero ese camino tiene que ser
prácticamente transitable; el caminar por él tiene que ser viable,
máxime cuando ya no es esa amplia y ancha avenida que se
imaginaron los teóricos del Siglo XIX y algunos del XX sino ese
"sendero estrecho" del que hablan los chinos y sobre el cual, tarde o
temprano, alguno tendrá que empujar al otro para sacarlo del paso.

121
Por eso, también tenemos que pensar – y esta es una de las
cuestiones más delicadas – en que, dentro del escaso tiempo
disponible, también hay que realizar algunas correcciones
sistémicas. Y hay que hacerlo de un modo discreto porque la
situación es muy volátil y se puede volver peligrosa. Pueden iniciarse
procesos imposibles de encauzar. Hay aproximadamente diez,
quince, cuestiones fundamentales que requieren correcciones muy
urgentes. Los intelectuales responsables tendrían que trabajar para
que estas cuestiones aparezcan, aunque más no sea en forma de
listas, y la sociedad pueda debatirlas, dado el caso hasta por fuera del
espacio comunicacional oficial. Entre otras cosas, por eso remarcaba
la importancia del "espacio virtual" que ofrece Internet.
Hoy la intelliguentsia de la élite oficial, tanto la comprometida con
los gobiernos como la que actúa en las oposiciones permitidas, se
dedican a declamar – digámoslo abiertamente – estupideces
primitivas en un falso espacio discursivo. La única capacidad que
han tenido sus representantes es la de darse cuenta de que – para
ellos – resulta potencialmente mortal hablar de la realidad objetiva
y, por consiguiente, han creado una realidad falsificada. Han
dibujado un cielo de utilería y pretenden hacerlo creíble mediante
una gramática enrevesada cuyos conceptos abstractos, expresados
muchas veces en neologismos indescifrables, ni siquiera ellos
terminan de entender del todo. Después, los políticos, como no
pueden ni saben hacer otra cosa en este ámbito de falsa realidad,
terminan culpándose mutuamente de las dificultades que resultan
ser cada vez mayores. "Por tu culpa, por tu traición, por tu
inoperancia, por tu ineptitud, por tus corruptelas, etcétera, etcétera…
es que estamos padeciendo todo esto". Y viceversa. A la hora del
supuesto "debate" esos son básicamente todos sus argumentos y eso
es lo que luego se le transmite a la sociedad a través de los medios.
OST: Aunque, de tanto en tanto, se hacen señas como cuando en
una familia se tratan asuntos que los niños no deberían escuchar. Es
una especie de "no hables de eso delante de los chicos", es decir: no
ante la sociedad. En público hay cosas que no se deben decir. Hay
verdades, hay realidades que están tácitamente – y hasta
expresamente – prohibido mencionar. Y las personas se quedan con
los ojos abiertos sin poder entender por qué nadie habla de lo que les

122
pasa todos los días o, peor todavía, por qué los políticos siempre
quieren minimizar y hasta negar lo que les ha sucedido. Esto puede
tener consecuencias tremendamente graves, porque las personas
tarde o temprano se cansarán del sainete y es de temer que hagan
algo muy violento.
AMG: Ya se han producido varias explosiones en este sentido, solo
que localizadas y bastante deficientemente conducidas por lo que no
han podido expandirse y adquirir una envergadura relevante en el
marco global. Pero volviendo a lo que señalaba: los que estamos en
esta mesa y muchos más, en determinados espacios no tenemos por
qué ser "políticamente correctos". Por lo tanto, dadas ciertas
condiciones, podemos darnos el lujo de señalar cualquier realidad.
No es en absoluto imposible que el vuelco se vuelva factible con algo
tan simple como el llamar a las cosas por su verdadero nombre y
comportarse de acuerdo con eso. Creo que quienes piensan que
todavía hay tiempo para componendas y chicanas cometen un
trágico error. Tal como Ninon de Lenclos dijera en cierta
oportunidad: "Señor, éstos no son tiempos de intrigas". [5]
OST: Yo siento que toda nuestra cultura está impregnada hasta
cierto punto del miedo. De un miedo generado por la impotencia.
Pero este miedo podría ser disuelto simplemente demostrando que el
poder hegemónico del dinero, que también está en crisis, no es una
especie de fatalidad a la que no hay más remedio que aceptar.
Decididamente hay que decir quiénes son, qué quieren y cómo puede
uno defenderse de su poder. Si muchos se enteran de que hay que
quitarle a esta red mundial el monopolio de la emisión de dinero
para que desaparezca de una vez por todas, entonces es muy posible
que desaparezca realmente. Sin el dinero que han creado se
disolvería como la nieve en primavera. No hay por qué temblar de
miedo. Hay que decir bien claro que a este poder financiero le
importan un bledo todos nuestros valores morales esenciales, todos
esos valores humanos que hacen humano al hombre. Este poder

5 Anne "Ninón" de Lenclos (1615-1705). Escritora francesa, cortesana y mecenas de las artes. En
el momento de su muerte, en 1705, el duque de Saint-Simón resumió primorosamente su
carrera: "Un claro ejemplo del triunfo del vicio, cuando se dirige con inteligencia y se redime
con un poco de virtud."

123
financiero aspira al poder mundial por las razones más
inconfesablemente bajas. Hay que quitarle el derecho a emitir dinero
y punto. Las personas están maniatadas por una sensación de
impotencia que se alimenta a sí misma.
AMG: Se ha mencionado en la mesa que se está gestando un
"gobierno mundial". Esto hasta podría ser una buena noticia porque
un gobierno mundial tendría derechos y obligaciones visibles y
controlables. Pero sucede que éste es un gobierno mundial del que
¡hasta está prohibido hablar! A quienes se atreven tan solo a suponer
la posibilidad de su existencia se los acusa de fomentar el odio, de
propagar teorías conspirativas, y en algunos casos hasta se los
sanciona penalmente si tocan determinados temas. De esto queda
claro que se trata de un gobierno que solamente tiene derechos y
ninguna obligación, porque quien no existe puede llegar a tener
derechos pero ¿cómo podría alguien hacerle cumplir sus
obligaciones?
NEU: Durante las últimas décadas hemos visto cómo se producía
una increíble asimetría: el ciudadano no tiene acceso para ver el
entretejido bancario pero el banco puede ver hasta la intimidad del
ciudadano. Lo mismo sucede con la política. Todos los E-mails, todas
las llamadas telefónicas, todos los "clics" del "mouse" quedan
registradas. El famoso secreto bancario es una ilusión que funciona
exclusivamente en los casos en que al sistema bancario le conviene.
Los datos personales de los ciudadanos circulan en múltiples bases
de datos y, entre muchas otras cosas, condicionan fuertemente por
ejemplo el otorgamiento de préstamos o créditos personales. De
modo que lo que tenemos es un control supervisor casi total y una
arbitrariedad crediticia completamente incontrolable. Esto es algo
que simplemente no puede sostenerse sin generar graves tensiones.
Mi convicción personal es que nos esperan conflictos
deliberadamente generados para que ese gobierno supuestamente
inexistente pueda mantener sus súbditos bajo su poder.
OST: Es que justifican sus intervenciones también con la generación
de otros miedos para que las personas terminen hasta esperando la
aparición de ese benévolo gobierno mundial que promete salvarlos
del colapso financiero, de la desocupación, del desastre ecológico, de
las guerras y las hambrunas; en una palabra: de todos los desastres

124
que los mismos supuestos salvadores del mundo han creado,
impulsado o agravado.

*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*

Conclusiones
MAG: Caballeros. Les agradezco profundamente, en primer lugar,
que hayan concurrido en absoluto a esta convocatoria. Sé que no ha
sido sin ciertos riesgos para ustedes de modo que quiero expresar
que valoro también la valentía que han demostrado. En segundo
lugar, agradezco en forma muy especial los aportes que han
contribuido a esta discusión. Creo que hemos tocado temas de gran
trascendencia. Se han volcado aquí ideas, conceptos y propuestas
que seguramente servirán como importantes puntos de partida para
ser desarrollados por nuestros grupos de estudio. Finalmente, si no
es mucho pedir, les rogaría que hagamos un pequeño ejercicio de
cierre con cada uno de ustedes ofreciendo un resumen de su visión.
¿Quién quiere empezar?
OST: Hagámoslo por orden alfabético.
NEU: Yo propondría hacerlo por orden de edades. Como entre los
antiguos griegos, también entre nosotros la experiencia debería tener
su prioridad.
AMG: O sea que por orden de defunción… (risas)… Está bien. Por mi
parte no hay inconveniente si todos están de acuerdo.
MAG: Me parece una buena idea. Aunque, estrictamente hablando,
en ese orden de defunción el primero tendría que ser yo. Pero como
por suerte no soy más que un simple coordinador y moderador en
esta mesa, le cedo gustoso la prioridad a AMG.

AMG: Gracias. Resumiría mi posición en los siguientes puntos:

125
• Tenemos que tratar de evitar lo que designo como los
"pensamientos no pensados". Cualquier solución que se proponga
tiene que cumplir con dos condiciones: tiene que ser sustentable en
el largo plazo y tiene que poder integrarse armónicamente en la
tradición de nuestra auténtica cultura. Todo lo que se proponga tiene
que ser pensado hasta el final.
• En cuanto a los Estados Unidos, no hay que perder de vista que,
tanto por las características de su fundación como por su desarrollo
posterior, representa la contracara – por no decir la negación directa
– de esa cultura que fue elaborada y cultivada por el Occidente
cristiano en sus mejores épocas y que hoy se está descomponiendo y
degradando.
• Respecto de la periferia, lo principal que esos países deben
desarrollar es una dirigencia política intelectual, profesional y
moralmente adecuada.
• En esto, hay que saber que una élite política no se construye, ni en
poco tiempo ni en el vacío. Por lo tanto, hay que abrir el debate,
especialmente en ese espacio interpersonal virtual que el poder
constituido podrá espiar pero no controlar.
• Uno de los objetivos del debate es la identificación de amigos y
enemigos. Hay que leer bien a Carl Schmitt en esto y no convertir
estas categorías en polarizaciones exageradas. Otra forma de ponerlo
es diciendo que hay que detectar oportunidades y amenazas.
• En términos generales, a lo que hay que tender es hacia el
fortalecimiento y el esclarecimiento de la sociedad civil. En esto, hay
que abandonar el materialismo económico y reconocer que la fuerza
aglutinante de toda comunidad reside en los factores espirituales,
intelectuales y morales.
• La reconstrucción debe comenzar, pues, con esos valores. Se debe
seguir después con el fortalecimiento demográfico y sanitario; con
todo lo que eso implica. Recién después puede esperarse que tengan
un éxito duradero las soluciones elaboradas para hacer frente a los
desafíos económicos.
• Sería muy útil poder imponer todo un nuevo lenguaje de
comunicación con conceptos y contenidos propios. Hay que salir del

126
idioma y de los conceptos impuestos por el sistema, tanto en lo
económico como en lo social y en lo político. El lenguaje condiciona
al pensamiento. Si se piensan los problemas desde una perspectiva
diferente a la usual, esa diferencia tiene que expresarse también en el
lenguaje y en los términos con los cuales se comunica esa
perspectiva.
• Hay que desechar los esquemas intelectuales provenientes de los
Siglos XVIII, XIX y XX. La enorme mayor parte de dichos esquemas
e ideologías no sirve para nada práctico frente a las cuestiones del
Siglo XXI. No es cuestión de hacer un anatema de la utopía. Pero hay
que descartar, sin compasión, todas las utopías que no ofrecen un
camino transitable. Sobre todo aquellas cuyos caminos demostraron
ser callejones sin salida.
• Hay que vencer tanto al relativismo estéril como al realismo
conformista. Entre la relativización de toda verdad y la aceptación
bovina como verdad de cualquier espejismo artificial hay un amplio
margen de investigación, estudio y propuesta de soluciones prácticas
y viables.
• Por consiguiente y por último, tal como lo señalé durante el
debate, creo que la tarea primordial es la de formar y capacitar
realistas auténticos que sepan distinguir lo esencial de lo accesorio y
que, además de eso, tengan también la capacidad profesional y el
coraje moral para encontrar y transitar esos "senderos estrechos" de
los que hemos hablado.

OST: Por mi parte, a lo expuesto, le agregaría lo siguiente:


• Tanto la vida como las condiciones que la hacen posible tienen
sus límites. El dinero, a su vez, no conoce límites en absoluto. El
imperio actual es un imperio financiero y monetario. Por lo
consiguiente, no reconoce límites a su poder.
• Para imponerle límites, bastaría con limitar la propiedad privada
a lo que una persona consiguió por esfuerzo y logros propios. Todo lo

127
demás, incluyendo el medioambiente natural y el mundo vivo,
debería ser propiedad comunitaria.
• No es algo ni simple ni fácil de organizar, pero si no limitamos el
poder de la riqueza extrema después no nos quejemos de que nos
gobiernan los ricos poderosos. Y tengamos en claro esto: no es a los
ricos a los que hay que eliminar. Lo que hay que limitar es el poder
abusivo de la riqueza.
• La solución reside en el orden económico natural en el cual la
propiedad privada es privativa de las personas físicas en función de
sus logros y su desempeño, pero no le corresponde a las personas
jurídicas.
• En cuanto a las crisis. Las últimas que hemos vivido durante la
era capitalista han sido fenómenos programados. Existe
documentación al respecto más que suficiente. Incluso se pueden
individualizar los centros que las han planificado.
• Frente a esto, hay que re-pensar y reformular el papel del Estado.
Los Estados tienen que volver a asumir sus responsabilidades. No
pueden ser meros administradores ni simples observadores de la
acumulación de poder en manos privadas. Los Estados deben volver
a planificar, a conducir y a arbitrar.
• Las dificultades por las que pasan muchos Estados se debe a que
les han quitado las posibilidades de pensar y planificar el futuro,
siendo que, por otra parte, tampoco se los deja organizarse según la
propia cultura e idiosincrasia de sus pueblos. La idea de "la misma
democracia para todo el mundo" solo puede ser impuesta por la
fuerza al precio de generar gravísimas tensiones.
• Un Estado tiene que tener la posibilidad de emitir dinero
respaldado por su propio trabajo. La producción real de bienes y
servicios puede ser respaldo suficiente para cualquier moneda sana.
• Lo más importante es poner en marcha, lo antes posible y con la
mayor intensidad posible, el trabajo productivo generando un círculo
virtuoso que respalde la emisión monetaria. Tirar dinero al mercado
esperando que ese dinero genere más producción es una ilusión.
Como mínimo es una apuesta de un nivel de riesgo desaconsejable.

128
Hay que proceder a la inversa: darle un gran impulso a la producción
para que ésta termine absorbiendo y justificando el dinero emitido.
• Hay que vencer los temores que nos inculca el discurso vigente.
Se pueden transitar caminos alternativos aun cuando sean "senderos
estrechos". De cualquier manera, las sucesivas crisis ya nos han
dejado solamente un sendero bastante estrecho para transitar.
• Por último, apuntaría la necesidad de decir bien claramente que
el poder financiero mundial no tiene en cuenta para nada todos los
valores morales esenciales de nuestra cultura. Es un poder que
aspira al poder mundial impulsado por valores que son
completamente contrarios a los nuestros. A ese poder hay que
quitarle el derecho a emitir dinero y punto. Quienes creen que eso no
es posible están maniatados por una sensación de impotencia que se
alimenta a sí misma.

NEU: La verdad es que, después de lo expuesto, no quedan


demasiadas cosas para agregar. Desventajas de ser el más joven de la
mesa, supongo . . . Con todo, permítanme apuntar lo siguiente:
• Antiguamente el poder se ejercía sobre las personas. En la
actualidad ese poder se ejerce en forma principal sobre el espacio
que interrelaciona y comunica a las personas entre sí. Por eso se hace
importantísimo dominar lo más posible el espacio informático. En él
existe todo un arsenal de recursos que le permite a las personas
acceder y actuar en un espacio común.
• Obviamente, hay que proceder con prudencia, sabiendo que el
"Gran Hermano" orwelliano está presente y vigilante en la red. Pero
no es ni tan omnisciente ni tan todopoderoso como muchos se
imaginan. Hay que conocer, estudiar en profundidad y saber aplicar
los recursos que ofrece el medio informático. En última instancia,
ningún medio es mejor ni más eficaz que quienes lo utilizan.
• Por otro lado, también hay que aprender a decodificar lo que
transmiten los medios masivos de difusión. No es que siempre
mientan. Es peor que eso: casi siempre solo distorsionan y

129
tergiversan. El resultado es una mentira con una parte de verdad lo
cual, como sabemos, es la peor de las mentiras.
• Un ejemplo de ello es la teoría ésa de que "el Estado es mal
administrador". Indudablemente, es verdad que un estado corrupto
e ineficaz, por fuerza, también administrará mal. Pero la experiencia
concreta demuestra que el mayor pecado del Estado es molestar al
proceso de concentración del poder financiero. No es ninguna
casualidad que, después, ese poder trate siempre de echarle la culpa
al Estado por todo lo que sale mal. Aunque después, en el colmo del
cinismo, lo use de salvavidas cuando lo que sale mal es la propia
actividad del poder financiero.
• Los Estados de la periferia deberían calibrar más adecuadamente
las deudas que han contraído con las centrales financieras. En
muchos casos, habida cuenta de los recursos económicos de los que
disponen y de las posibilidades jurídicas que tienen para impugnar
esas deudas, la situación no es tan fatalmente insoluble como
muchas veces se plantea. La periferia del imperio tiene muchas más
posibilidades y oportunidades de las que ve su dirigencia corrupta,
ignorante e incapaz.
• El contraataque del imperio a cualquier iniciativa que se le
oponga puede ser de dos clases: o bien golpeará para romper, o bien
infiltrará para disolver. Una estrategia inteligente tiene que tener
planes alternativos desarrollados para los dos casos.
• Las resistencias a los avances del poder financiero mundial
existen. No porque no aparezcan en los medios masivos dejan de
existir y hasta de operar. Hay que dejar de lado los ideologismos y los
purismos dogmáticos al evaluar este hecho. Estamos en una
situación en la que nuestro mejor aliado no es necesariamente el
enemigo de nuestros enemigos. Puede ser alguien forzado a ser
aliado de nuestro enemigo. Incluso puede ser algún funcionario de
nuestro enemigo que es consciente del problema pero no puede
hacer gran cosa al respecto… todavía.
• El sistema que ha montado la oligarquía financiera mundial es
esencialmente insustentable. Esto no quiere decir que está a punto
de derrumbarse. Lo que quiere decir es que, en algún momento, se
derrumbará sin remedio. Medido en términos históricos no creo que

130
tenga mucho tiempo por delante. Medido en términos de una vida
humana, es posible que, si no se encuentra con una oposición eficaz,
perdure todavía por un muy largo rato y tampoco es imposible que se
metamorfosee accediendo a cambiar para que nada cambie.
• Con todo, los cambios y las metamorfosis del sistema pueden
engendrar conflictos y tensiones muy difíciles de manejar. En esto
hay que saber que no todos los conflictos favorecen una solución. La
estrategia del "mientras peor tanto mejor" puede convertirse en una
estrategia suicida.
• Finalmente, coincido en que hay que reformular nuestros
términos y, dado el caso, incluso crear un nuevo lenguaje. Dejemos
de hablar de dinero. Hablemos de la economía real. Si un problema,
planteado en cierta forma, no parece tener solución, a veces esa
solución se encuentra simplemente planteando el problema de una
manera diferente. Cambiando los conceptos fundamentales se
pueden cambiar casi por completo todas las reglas del juego.

131
TERCERA PARTE:
Las inquietudes de los jóvenes

Recuerda: una pregunta sencilla


puede tener una respuesta sencilla.
Pero una pregunta difícil
tiene que tener una respuesta difícil.
Y para las preguntas más difíciles de todas
puede que no haya una respuesta —
excepto la fe.
Charles Sheffield (1935-2002)

Introducción
El documento que circula últimamente por las redes sociales revela
que el Maestro sigue activo. Esta vez, se trata de una gira que realizó
por América Latina para tomar contacto especialmente con grupos
de jóvenes interesados en conocer los pormenores de la revolución
interrumpida en su momento.
Lamentablemente, las exposiciones iniciales del Maestro no están
disponibles. Al menos por ahora. Pero están empezando a filtrarse
las series de preguntas que siguieron a alguna de estas exposiciones y
que revelan el vivo interés de la audiencia por conocer posibles
nuevos enfoques alternativos a la política predominante.
La transcripción que sigue contiene algunas de estas preguntas con
sus correspondientes respuestas por parte del Maestro. Dichas
preguntas, en nuestra opinión, constituyen un conjunto de
inquietudes muy interesantes que, entre otras cosas, exteriorizan el
sorprendente nivel de ciertos sectores de la juventud actual.
Contrariamente a lo que por regla general se afirma, demuestran que
sencillamente no es cierto que las juventudes actuales sean
completamente ajenas e indiferentes a los problemas políticos. Lo

132
que sucede es que ya no las satisfacen las respuestas estereotipadas
de la "corrección política" vigente.
Se ha abierto, de hecho, una búsqueda de nuevas respuestas más
adecuadas a problemas que también son nuevos. Frente a estos
problemas, los criterios que se han hecho habituales ya no están en
condiciones de resolverlos de un modo satisfactorio. No en vano se
comenta que, al final de su gira latinoamericana, el Maestro
comentó: "Fue realmente una sorpresa agradable. Pocas veces me
han hecho preguntas tan espinosas. La verdad es que algunas de
ellas me obligaron a pensar, y mucho. En realidad algunas hasta
me hicieron sudar, intelectualmente hablando. Porque no se trataba
solo de responder. Las que se me pedían no eran esas típicas
respuestas-comentario. Lo que estos jóvenes me exigieron fueron
respuestas de aplicación práctica; es decir: guías de orientación
para la acción. Y eso es a veces endiabladamente complejo de
articular, dadas las diferentes condiciones y entornos en que se
debe desarrollar esa acción."

La gira latinoamericana del Maestro tuvo lugar hacia fines del año
2013 aproximadamente. El documento transcripto a continuación
comenzó a circular por las redes hacia principios de 2014. Los
antecedentes pueden encontrarse en otros dos documentos. El
primero de ellos trata de un inicial intento revolucionario fallido y el
segundo [6] contiene un extenso debate íntegramente dedicado al
tema económico y específicamente al aspecto del dinero.

***********************

Élites y Aristocracia
6 Ver Primera y Segunda Parte

133
P: ¿Es posible crear una aristocracia en tan solo 10 años sin
ninguna escuela de adoctrinamiento especial? Esta pregunta la
hago, porque en el poco tiempo que llevo en política me doy cuenta
que a la gente intelectual y capaz le cuesta muchísimo trabajar en
equipo. Tienen egos desbordantes y no se ponen de acuerdo en
nada, y la gente leal y que tiene facilidad para ser uno en grupo,
tiene pocas luces, son inocuos, incoloros e insípidos. La pregunta es:
¿la aristocracia tiene que funcionar como un todo superior a la
suma de las partes? ¿O simplemente contar con muchos
aristócratas, independientemente de cómo funcionen, es tener una
aristocracia?
R: Su pregunta merecería todo un tratado de sociología política. Y no
precisamente de pocas páginas. Pero no voy a tratar de escaparme a
la pregunta que, si la he entendido bien, contiene al menos tres
elementos para enfocar: uno, la aristocracia en sí; dos, la
interrelación de los aristócratas entre sí; y tres, el papel efectivo y
general de una aristocracia.
Para empezar, el término de "aristocracia" hay que entenderlo en
sentido estricto y no en un sentido que podríamos llamar "histórico".
En otras palabras: no se trata de una casta arbitrariamente
privilegiada con prerrogativas automáticas adjudicadas por
cuestiones de cuna, lazos de sangre o niveles económicos. En su
sentido estricto y hasta etimológico "aristocracia" significa "gobierno
de los mejores" y la condición de "mejor" no se supone sino que se
demuestra. Eso por un lado; aunque – por supuesto – habría
muchísimas cosas para agregar.
Si nos quitamos de la mente la imagen de esa "aristocracia"
cortesana, propia de las monarquías europeas tardías – que es la
imagen que se asocia con lo que yo llamaba (algo arbitrariamente) el
sentido "histórico" de la palabra – entonces podemos tratar el
aspecto de cómo esos "mejores" se pueden relacionar, tanto entre sí
como con los demás. Y, dentro de este aspecto, la pregunta se
relaciona con el concepto de equipo y de trabajo en equipo.
Por de pronto, lo primero que tenemos que aceptar es que las
personas realmente capaces no siempre tienen una personalidad
fácil de tratar. El talento o la capacidad y la facilidad de trato

134
muchísimas veces no van de la mano y las biografías de los grandes
genios de la humanidad están llenas de personajes que no
dudaríamos en calificar de misántropos gruñones poco menos que
casi intratables. Sin llegar a la categoría de los grandes genios,
también la mayoría de los académicos, los profesionales destacados,
los artistas talentosos, los especialistas en materias difíciles etc. etc.
tienen con frecuencia unos egos de dimensiones descomunales. Este
hecho es un dato de la realidad y hay que tomarlo tal como es. Nunca
vamos a obtener un gran éxito tratando de imponerle humildad al
talento y a la capacidad.
Lo cual, por supuesto, dificulta el trabajo en equipo. Pero no lo
impide. El error que generalmente se comete es imaginarse a un
equipo como un conjunto de personas que están ampliamente de
acuerdo. En el mundo de los equipos reales ese acuerdo ideal no
existe prácticamente nunca. En las grandes empresas las reuniones
de gerentes no pocas veces tienen lugar a los gritos. En la NASA las
discusiones sobre presupuestos y prioridades de proyectos producen
verdaderas batallas campales entre científicos que quieren seguir
investigando y administradores que tienen que mostrar resultados
cada vez mayores con cada vez menos presupuesto. En las grandes
universidades se producen verdaderas guerras entre académicos de
una orientación determinada contra otros académicos de la
orientación contraria. Entre los equipos médicos, los "blasones" de
unos y otros son fuentes de constantes conflictos y roces nada
inocentes. Podría darle docenas de ejemplos de la vida real y en esto
la política no es ninguna excepción como podemos comprobar todos
los días.
Tratándose de un fenómeno propio de la condición humana, la
cuestión no es preguntarse cómo podríamos suprimirlo. Lo que hay
que preguntarse es cómo podemos manejarlo. Por suerte hay al
menos tres elementos que permiten manejar este tipo de conflictos:
el liderazgo, la jerarquía y el prestigio.
Por de pronto, no hay buenos equipos sin buenos líderes. Lo del
equipo por "decisión democrática" es, o bien un mito, o bien una
farsa. Lo puedo decir por experiencia personal. Porque, o bien todos
los equipos de esa clase que he conocido terminaron disgregándose
en el más rotundo de los fracasos en medio de discusiones

135
interminables y hasta desavenencias personales, o bien una persona
– generalmente bajo el título de "coordinador" o "facilitador" – fue
hábilmente guiando a los miembros del equipo a adoptar
"democráticamente" una resolución que, en realidad, ya estaba
decidida de antemano.
En un equipo la función del líder es múltiple. En esencia consiste en
lograr que los esfuerzos individuales se sumen en lugar de restarse,
en mantener la dinámica del grupo, – es decir, básicamente el
entusiasmo – en evitar los desvíos del objetivo principal y, no en
última instancia, en presionar para el logro de resultados concretos
más allá de las discusiones y reyertas producidas por el inevitable
choque de egos.
Para que eso sea factible el líder – y en equipos grandes incluso los
responsables de área – deben tener cierta jerarquía asignada.
Específicamente deben tener la facultad de tomar la última decisión
en caso de conflicto. Esto no significa que tienen que tomar todas
las decisiones. Pero si una determinada discusión sube de tono y se
producen esos típicos revuelos que caracterizan las escaramuzas
argumentales entre personas altamente capacitadas, un buen líder
dejará que vuelen las plumas y salten las chispas para que cada uno
diga lo que tenga que decir. Y después de eso, cuando la discusión se
empantane – como que inevitablemente se empantanará cuando
nadie quiera bajarse de su pedestal para dar el brazo a torcer – el
líder de equipo debe contar con la jerarquía suficiente como para
tomar una decisión final sobre el tema y cerrar el debate de una
manera definitiva. De otro modo se genera un círculo vicioso del cual
es imposible salir y que, a la larga, solo termina envenenando el
ambiente y conduciendo a desavenencias aun mayores.
El riesgo que se corre con este método es el del éxodo de quienes no
están de acuerdo. Lo que lo impide en el mundo real es muchas veces
de índole simplemente económica. En un equipo importante nadie
abandona porque sí y por puro capricho egocéntrico un puesto que
generalmente está remunerado bastante por sobre la media normal.
Pero también hay otro elemento muy poderoso: el del prestigio.
Ser miembro de un equipo prestigioso otorga ya de por sí esos
"blasones" que los grandes egos ambicionan. Lo que muchísimas

136
veces retiene en el equipo a miembros con egos conflictivos es el
prestigio que otorga precisamente el pertenecer a ese equipo. Para
poner un ejemplo simple: en el caso de un médico, no es lo mismo
pertenecer al equipo de una clínica de segunda o tercera categoría
que pertenecer al equipo médico que atiende al Presidente de la
Nación, o al equipo que es mundialmente conocido por su éxito en
determinado tipo de tratamiento, o a una universidad reconocida por
su capacidad de formar profesionales de alto nivel. El éxito y el
consiguiente prestigio del equipo es una de las garantías más sólidas
para lograr la continuidad de sus miembros, más allá de la
conflictividad de las personalidades.
Por lo cual las recomendaciones finales serían:
1)- No parta de la base de un amplio acuerdo para la constitución de
un equipo. Basta un consenso sobre muy pocos puntos realmente
básicos. Un equipo en donde todos están de acuerdo no es un
equipo; es un club de convencidos. Si para constituir el equipo usted
exige que todos estén de acuerdo, lo más probable es que el equipo
no se constituirá jamás. Al menos no como equipo propiamente
dicho.
2)- Necesariamente tiene que haber un líder en todo equipo y, no
menos necesariamente, ese líder tiene que tener la facultad de tomar
la decisión definitiva en casos de conflicto.
3)- La mejor garantía de continuidad de los miembros del equipo –
muy especialmente en política – es el prestigio y dado el caso el éxito
logrado por el propio equipo. Nadie permanecerá largo tiempo en un
equipo que se limita a ser una tertulia de discusiones y muy pocos
abandonarán un equipo que puede mostrar resultados positivos
concretos.
Por último, un par de cosas más ya que su pregunta es realmente
muy abarcativa.
No. No se puede "crear" una aristocracia en el sentido de "fabricarla"
a partir de la nada. De esa forma no se lo puede hacer en 10 años ni
en diez veces ese tiempo y mucho menos mediante un
"adoctrinamiento". En primer lugar, el sentido real del término
"aristocracia" no es absoluto sino relativo. No se trata de aglutinar

137
personas que cumplen con ciertos requisitos predeterminados de
antemano porque, si se tratara de eso, podríamos encontrarnos con
que en una sociedad determinada esas personas sencillamente no
existen y, en ese caso, esa sociedad no podría generar una
aristocracia en absoluto. De lo que se trata es de reclutar y aglutinar
a "los mejores"; vale decir: a los que se destacan por sus talentos,
capacidades y virtudes entre las personas de carne y hueso
realmente existentes. Qué tan "mejores" son esos "mejores" – o
bien y dicho en otras palabras: qué nivel de calidad humana tiene la
aristocracia de una sociedad concreta – es algo determinado por
factores que exceden las facultades específicas del político y sobre los
cuales, en todo caso, cualquier estadista puede actuar solo a muy
largo plazo pensando su eventual propuesta en términos de varias
generaciones.
Lo que sí se puede hacer en relativamente poco tiempo y como punto
de partida es seleccionar y filtrar a los mejores elementos de una
sociedad para ocupar con ellos los principales puestos de decisión
dentro del marco orgánico de un proyecto estratégico bien diseñado
y orientado al bien común. Pero entendámonos bien: eso tan solo
como punto de partida. El siguiente paso consistirá en demostrar
fehacientemente – es decir: a través de logros concretos – la validez
del criterio aplicado al diseñar el proyecto. Y, sobre la base de ese
éxito, la meta final es convertir ese criterio en sistema.
Dentro de ese marco el papel de una aristocracia verdadera es el de
convertirse en el núcleo central impulsor, perfeccionador y garante
del nuevo sistema. Por lo cual, sí, esa aristocracia tiene que funcionar
como un conjunto superior a la mera suma de sus partes. Tener
"aristócratas independientes", sin función específica y desconectados
entre sí, es justamente lo que hoy tenemos en muchos países. No
creo pecar de exageradamente optimista si digo que no creo que en
los países de la región falten personas capaces y honestas. Me consta
que las hay. Lo que sucede es que los regímenes políticos instituidos
no solo les impiden a esas personas el acceso al poder sino que
directamente las expulsan y las mantienen alejadas de los centros de
decisión política. Eso es lo que hay que revertir en primer lugar.

138
P: ¿Cuál sería la estructura y el accionar concretos de la
aristocracia a la que hace referencia la experiencia del General?
¿Qué papel jugó en los años que duró su gobierno?

R: Creo que su pregunta está contestada, al menos en parte, en la


respuesta anterior. En cuanto a nuestra primera experiencia
revolucionaria, [7] tenga presente que al General lo asesinaron en el
quinto año de su mandato, precisamente cuando empezaba a cubrir
los cargos provinciales con intendentes de desempeño comprobado.
Y tenga presente, sobre todo, que tuvieron que asesinarlo porque no
encontraron otra forma de detener el proyecto. Por un lado faltó
tiempo de desarrollo y, por el otro lado, es evidente que el General
descuidó sus espaldas. Lamentablemente.
Lo que hizo en su momento fue rodearse de las personas más
capaces que pudo encontrar. A ese núcleo principal le presentó un
plan estratégico coherente, razonable, viable y beneficioso para el
país. Consiguió convencerlos de que el proyecto valía la pena. Y se
pusieron a trabajar.
La estructura, al principio, fue simplemente funcional. Pocos
funcionarios políticos, apoyados por gente de la administración
pública debidamente seleccionada por su trayectoria y experiencia,
encuadrados según los diferentes objetivos del plan – industria,
comercio, finanzas, educación, defensa, salud, justicia, etc. etc. – y
asesorados por expertos que los mismos funcionarios de primer nivel
seleccionaron y contrataron temporalmente cuando se trató de
resolver cuestiones puntuales. Luego, algo más adelante, esa
estructura se amplió en forma de red para cubrir al menos las zonas
más importantes del país. Se realizó la elección de intendentes y se
relevaron las necesidades locales y regionales. Con los datos
recabados se amplió el proyecto inicial y ya estaba todo listo para ser
ejecutado por los futuros gobernadores provinciales cuando ocurrió
el magnicidio. Ésa es un poco la historia del escenario en un breve
resumen.

7 Ver Primera Parte

139
Quienes ejecutaron esa tarea – o mejor dicho: quienes se
desempeñaron satisfactoriamente en la ejecución de toda esa tarea,
porque los que no estuvieron a su altura fueron sin excepción
separados de sus cargos – constituyeron en forma natural y yo casi
diría espontánea, lo que se concebía como el núcleo inicial de la
futura aristocracia del país.
¿Qué papel jugó ese grupo humano? El de poner en marcha el país
sobre los objetivos de un plan estratégico que beneficiaba a todo el
conjunto y el de sentar las primeras bases para garantizar la
continuidad del proyecto. Desgraciadamente esa aristocracia
incipiente fue decapitada antes de que consiguiera consolidarse. Pero
los logros concretos obtenidos demuestran que el criterio fue
correcto y que es posible construir algo muy positivo aplicándolo.

P: En cierta oportunidad Usted dijo: "Una auténtica aristocracia no


es cuestión de privilegios. Es una cuestión de calidad que, dado el
caso, puede llegar a justificar ciertos privilegios si la función
desempeñada los requiere." - Cuando lidiamos con privilegios
irracionales y sin responsabilidades estamos ante una sociedad
oligárquica. Que tarde o temprano va a asaltar el poder del
monarca (y no solo del monarca porque si hay instituciones
democráticas, como parlamentos y congresos, también a esos los
asaltará). ¿Qué nos puede decir sobre un sistema de chequeos y
balances para asegurarse de que nuestros aristócratas no se
"corrompan" y acaben acaparando todo el poder para sí mismos?
También existen, o deberían existir, chequeos y balances para el
principio monárquico y para el democrático. Para impedir que el
monarca se vuelva un déspota o la masa incendie al país en alguna
revuelta. Me interesa saber qué hacemos con los aristócratas ¿cómo
los chequeamos, mejor dicho, cómo los controlamos?

R: La cita es correcta pero vayamos por partes. Cuando los


privilegios son irracionales y sin responsabilidades no estamos ante
una sociedad oligárquica estrictamente hablando. Estamos ante un
régimen tiránico o despótico en el peor sentido de la palabra en
dónde los gobernantes consideran a todo el organismo social como

140
su propiedad privada y se arrogan el derecho a hacer con ella
cualquier cosa que se les ocurra. Han existido regímenes de esta
clase pero, por regla general, o bien son perversiones de regímenes
originalmente débiles, o bien intervienen factores etnoculturales que
superan a la política.
En cuanto a la oligarquía. Originalmente los griegos la entendían
como una degeneración de la aristocracia. Específicamente, cuando
los mejores ya no son mejores sino que meramente heredan los
privilegios que les correspondían a sus antepasados sin asumir las
responsabilidades de aquellos pero, no obstante, acaparando para sí
el poder en beneficio propio.
Los privilegios de los que en este caso estaríamos hablando no son
irracionales ya que se corresponden con la función que esos
antepasados efectivamente cumplían (por ejemplo, el de defender a
la comunidad ante un ataque externo). Y no vienen sin
responsabilidades por la misma razón: porque dependen de la
función – es decir: de la responsabilidad – asignada. Lo que sucede
en el caso de estas oligarquías es que dichos privilegios resultan
inmerecidos desde el momento en que ya no correlacionan
necesariamente con la función que los miembros de la oligarquía
cumplen realmente. Para ilustrarlo en un ejemplo muy simple y
básico: es como si alguien que no cumple con ninguna función de
seguridad pública pretendiese tener el privilegio de portar armas tan
solo porque su padre o su abuelo fue policía alguna vez. O que
alguien pretenda tener el privilegio de cruzar semáforos en rojo
solamente porque su tío maneja ambulancias. Los privilegios
mencionados no son ni arbitrarios ni irracionales en sí mismos.
Simplemente no los merecen y no les corresponden a quienes no
ejercen la función a la cual estos privilegios fueron originalmente
adjudicados.
Es cierto que en la actualidad, la noción de "oligarquía" tiene una
connotación económica que designa a los miembros de una clase
social más o menos acaudalada. En este caso específico podemos
discutir si a la fortuna, a la riqueza o a la posición económica holgada
le corresponden – o no – determinados privilegios. En teoría y en
principio, una persona adinerada ya tiene suficientes privilegios por
los lujos que puede permitirse así que es muy cuestionable que le

141
correspondan otros adicionales. Pero hay que tener cuidado con esto
y, sobre todo, no hay que dejarse llevar por la ciega y simple envidia
que obnubila el pensamiento de gran parte de la izquierda.
Una persona, o dado el caso una familia, por el solo hecho de ser
acaudalada no merece privilegios especiales. Para mí al menos, eso
es obvio. Pero es solamente un aspecto a considerar. Porque también
correspondería tener en cuenta al menos dos cosas más: por un lado,
los orígenes de esa fortuna y la manera en que fue amasada y, por el
otro lado, el uso o el empleo que se le está dando a esa fortuna. Si los
orígenes de esa fortuna son ilícitos, o la manera en que está siendo
empleada es dolosa, no es que a su propietario no le corresponden
privilegios: no le corresponde esa fortuna en absoluto y punto. Por el
contrario, si la fortuna es el producto de un trabajo productivo lícito
y si la forma en que está siendo utilizada beneficia a la sociedad, no
es ni irracional ni injusto considerar que pueden corresponderle
algunos privilegios justamente para garantizar o facilitar que siga
beneficiando a la sociedad. Lo esencial, en todo caso, es el criterio
que aplicaríamos para decidir el otorgamiento o la denegación de
esos privilegios.
Supongamos que somos funcionarios públicos de un imaginario
Ministerio de Finanzas y vienen dos empresarios y nos solicitan un
crédito a fin de ampliar su actividad. Imaginemos que los dos son
muy ricos, los dos manejan una gran infraestructura, los dos
consiguieron lo que tienen honestamente y los dos necesitan
financiación para expandirse. Pero resulta ser que uno de ellos se
dedica a producir – digamos – cosméticos y proyecta expandirse
para fabricar perfumes. El otro produce medicamentos y quiere
expandir su actividad para elaborar productos oncológicos que el
país en estos momentos está importando. ¿Sería tan arbitrario
concederle al segundo condiciones más favorables que al primero?
Sería un privilegio, pero ¿sería irracional? ¿O sería aceptable decir
que, puesto que ambos son ricos, no se les otorga el préstamo a
ninguno de los dos y que se arreglen como puedan en el mercado
financiero privado?
Pero sigamos suponiendo. Supongamos que el primero – el de los
cosméticos y perfumes – es el dueño de una pequeña PyMe mientras
que el de los productos oncológicos es un gran empresario. ¿Le

142
otorgaríamos condiciones más favorables al segundo? ¿Con qué
criterio? Objetivamente, el primero produce cosméticos y perfumes
que vienen muy bien pero cuya falta no mata a nadie; si bien los
utilizan millones de personas. El segundo produce productos de los
cuales depende la vida de algunos miles de pacientes enfermos de
cáncer. ¿Qué criterio aplicaría Usted? ¿Las mismas condiciones a los
dos? ¿Mayores facilidades al primero porque sus productos, si bien
no son vitales, resultan usados por una enorme cantidad de gente?
¿Mayores facilidades al segundo cuyos productos son vitales pero
para muchísima menos gente? ¿Mejores condiciones al primero
porque es más pobre? ¿Mejores al segundo porque probablemente
tiene más poder y no conviene enemistarse con él?
No es necesario que conteste a las preguntas porque es cierto que
probablemente se necesitarían más datos para tomar una decisión
definitiva. Pero el caso del ejemplo es típico de muchas decisiones
políticas que se dan en la vida real. Lo que me interesa subrayar con
el ejemplo es que lo realmente importante es el criterio con el que
se toma una decisión política y no algún preconcepto ideológico
establecido de antemano y aplicado mecánicamente.
Pasemos a los "controles y balances". La idea de los "checks and
balances" la tomó – allá hacia mediados del Siglo XVIII –
Montesquieu del régimen inglés de su época como argumento para
fundamentar su propia idea de la división del poder. El detalle
bastante cómico del caso es que, con ello, el buen hombre le erró al
objetivo por un margen poco menos que colosal porque resulta ser
que el régimen inglés era (y en buena medida sigue siendo) uno de
los regímenes que menos independencia le asigna a los clásicos tres
poderes. El Reino Unido posee un Ejecutivo y un Legislativo muy
estrechamente conectados y tiene lazos igualmente fuertes con el
Judicial. Tanto es así que hay autores (p. ej. Albert Venn Dicey) que
reconocen que Gran Bretaña posee "una débil separación de
poderes" mientras que otros directamente consideran que en ese
país lo que existe es "una fusión de poderes".
De modo que ya el modelo tomado como base por Montesquieu no se
ajusta a lo que el barón francés simplemente se imaginó copiando –
y hasta se podría decir plagiando – parte de la obra de John Locke.
Esto, aparte del hecho de que en Montesquieu mismo no aparece en

143
forma demasiado clara si deben considerarse tres "poderes" o, dado
el caso, solamente dos. A lo largo de la friolera de 31 libros o tomos
que constituyen su monumental "El Espíritu de las Leyes", el barón
habla a veces de dos y a veces de tres poderes independientes. De
hecho y contrariamente a lo que siempre se afirma, toda la obra ni
siquiera está expresamente dedicada al tema de la división del poder.
De los 31 tomos mencionados, solamente uno trata el tema con
cierta profundidad y ni siquiera en forma exclusiva.
De modo y manera que la idea de los checks and balances es, en
primer lugar meramente teórica en su origen y, en segundo lugar,
proviene de un modelo de referencia que ni siquiera se ajusta a la
idea.
Aclarado ese punto que es fuente de frecuentes confusiones vayamos
a las posibilidades que existen para evitar la degeneración de un
régimen político. De entrada debo adelantar que, en mi humilde
opinión, desgraciadamente no existen soluciones mágicas ni
perfectas para esto.
Si hablamos de cómo "controlar" un poder político lo cierto es que
todo poder político solo puede ser controlado por otro poder político
superior. Dos – o dado el caso tres – poderes políticos con la
misma magnitud de poder no pueden controlarse entre sí porque
ninguno tendrá mayor poder que el otro. De modo que, si queremos
"balances" no podemos tener control y, si queremos "control", no
pueden haber balances porque quien controla tiene que tener
necesariamente un quantum de poder mayor que el controlado.
A esto se agrega una segunda realidad. El Estado no tiene tres
poderes. Tiene uno solo: el poder del Estado. Los mal llamados
"poderes" del Estado no son poderes sino funciones específicas de
un mismo poder: el poder político. Incluso la teoría demoliberal
establece que el Legislativo toma las decisiones expresándolas por
escrito en forma de ley, el Ejecutivo se encarga de cumplirlas o
hacerlas cumplir y el Judicial arbitra los conflictos y castiga los
incumplimientos. ¿Quién "controla" a quién en este esquema? La
única respuesta posible es: todos a todos simultáneamente y desde
funciones diferentes que, para colmo, son complementarias de
hecho.

144
Así las cosas, en la realidad concreta lo que sucede es que, o bien A)-
no hay controles efectivos y cada "poder" se maneja
independientemente según sus propios criterios (con lo cual tenemos
una fenomenal incoherencia); o bien B)- todos se ponen a controlar a
todos (con lo cual el sistema entero se traba en un permanente
conflicto de poderes cuyos esfuerzos se anulan entre sí); o bien C)- la
coordinación y los acuerdos se producen de un modo informal y por
fuera de los carriles institucionales (con lo cual el sistema pierde por
completo su transparencia y termina digitado desde afuera). Demás
está decir que lo que hoy ocurre en la mayoría de los casos es la
tercera posibilidad.
La mejor solución posible a este poco menos que eterno dilema la
han brindado construcciones políticas en las cuales quien tiene el
poder de la última decisión definitiva – es decir: el poder soberano –
es fiscalizado por una auténtica élite que constituye la base de su
poder y esa élite, a su vez, es vigilada por el pueblo que la sostiene
pero a cuyo bien común esa élite sirve. Hay varios ejemplos
históricos, antiguos y contemporáneos que, en diversas variantes,
ilustran este esquema o al menos nos muestran su posibilidad
fáctica. Pero enfrentemos la verdad: ninguno es perfecto. No hay
casos históricos infalibles para copiar.
De hecho, personalmente dudo mucho que este dilema tenga una
solución perfecta. No la tiene en primer lugar por la condición
humana misma: en todo el tiempo en que nuestra especie ha estado
habitando el planeta ningún sistema ni régimen político ha
conseguido erradicar de la naturaleza humana la codicia, el egoísmo,
la egolatría, la sed de poder, la arbitrariedad, la crueldad, la
indiferencia ante el sufrimiento ajeno, la corruptibilidad o el
capricho. Todos los intentos de crear un "Hombre Nuevo"
fracasaron. Ni siquiera las religiones lo han conseguido. Y para
colmo de males, también es cierto que conspiran contra el logro de
una solución perfecta los miles de imponderables que surgen a lo
largo de la vida de un organismo político y, no en última instancia,
las circunstancias externas que están más allá de la capacidad de
control de cualquier estadista concreto en un Estado real
determinado.

145
En gran medida, aspirar a resolver definitivamente este aspecto de la
política equivaldría a tratar de lograr el control absoluto del devenir
de la Historia de las sociedades humanas. No creo que pueda
lograrse en forma absolutamente perfecta. Pero sí estoy
completamente convencido de que la organización sociopolítica, aun
siendo inevitablemente imperfecta, estará mucho mejor
fundamentada si se la construye sobre bases realistas, funcionales,
transparentes y comprobables con relativa facilidad, y no sobre la
base de utopías abstractas, intelectualmente atractivas quizás, pero
completamente divorciadas del ser humano real y de su
comportamiento históricamente verificable.
Su pregunta de "¿cómo controlamos a los aristócratas?" no tiene una
respuesta totalmente satisfactoria. Lamento tener que ser tan brutal
en la respuesta pero es lo que honestamente pienso. En diez mil años
de Historia conocida no hemos conseguido desarrollar un sistema
infalible para lograr ese control de una manera a prueba de fallos. Es
lamentable, pero es lo que hay. Lo único que podemos dar por cierto
y comprobado de acuerdo con la experiencia histórica es que una
élite que no se controla a sí misma deja de ser élite en muy poco
tiempo; y una élite que se divorcia del pueblo al cual sirve y que la
sostiene se corrompe y se disuelve en menos tiempo todavía. Hay
estructuras que facilitan el proceso de decadencia y hay estructuras
que lo dificultan. Pero sepamos y admitamos que ninguna de estas
estructuras ha demostrado ser perfecta o infalible.
El problema de mantener al poder libre de corrupción y de abusos es
un problema sobre cuya solución los seres humanos todavía tenemos
que seguir trabajando. De todos modos, creo que reconocer el
problema, plantearlo honestamente en toda su crudeza, y luego
hacer todo lo humanamente posible por dominarlo en la mayor
medida que resulte realmente factible, es todavía mucho mejor que
alimentar la ilusión de haberlo resuelto con alguna serie de
ingeniosas disposiciones teóricas que luego – indefectiblemente –
fracasan en la vida real.

Regímenes Políticos
146
P: ¿Qué piensa respecto del fenómeno conocido como fascismo? ¿Lo
aprueba o lo oprobia?

R: Si la palabra ésa de "fascismo" – junto con todos sus derivados –


se utiliza como insulto, tal como se acostumbra a hacerlo
últimamente, la verdad es que me deja por completo indiferente. Lo
único que puedo comentar al respecto es que me importa un bledo…
y ruego me disculpe la expresión. Admito que es bastante poco
académica.
Si, por otra parte, se la utiliza para designar en forma amplia un
conjunto de regímenes políticos surgidos en Europa durante la
primera mitad del Siglo XX, mi opinión es que esa denominación
genérica constituye un intento bastante poco feliz de equiparar peras
con manzanas para tratar de meterlas todas juntas en la misma
bolsa. Como recurso político de parte de liberales y marxistas es
entendible. Corresponde a la regla de la simplificación y el enemigo
único, propio de toda propaganda política. En este caso se trata,
pues, de un recurso propagandístico y no de un criterio de análisis.
Que valga, por lo tanto, por lo que puede valer una propaganda.
Si, en cambio, nos referimos al régimen político establecido en Italia
por Benito Mussolini entre 1922 y 1943 creo que merece una
consideración objetiva e imparcial, sine ira et studio, como cualquier
otro régimen político de los tantos que el ser humano ha intentado.
Un análisis detallado sería realmente largo porque habría que
considerar los antecedentes (Mussolini provenía del socialismo con
una fuerte influencia del sindicalismo de Sorel), habría que analizar
sus logros y sus fracasos y, no en última instancia, los motivos reales
de su caída.
Con todo, no quiero dar la impresión de querer eludir la pregunta y,
como muy apretada síntesis, mencionaría dos puntos que en mi
opinión son de interés.
La representatividad profesional como alternativa a la
representatividad puramente política no es una idea descabellada.
Tiene, en mi opinión, aspectos interesantes que bien valdría la pena
analizar para determinar en qué situaciones, en qué arquitecturas
concretas y con qué funciones específicas podría ser aplicable con

147
éxito. La crítica que desde el marxismo se le ha hecho en cuanto a
que no supera la lucha de clases sino que la congela, es parcialmente
cierta. Pero pienso que detener esa lucha interna puede ser un buen
primer paso para superarla, de modo que – al menos en principio –
yo no desecharía la idea. Al fin y al cabo el mismo Mussolini destacó
en más de una oportunidad que, en su visión, el fascismo no era un
punto de llegada sino un punto de partida.
Por el contrario, no comparto la concepción fascista del Estado. La
famosa expresión de Mussolini: "Todo en el Estado, nada contra el
Estado, nada fuera del Estado" en mi modesta opinión exagera las
funciones inherentes al Estado y lo obliga a ocuparse puntualmente
de áreas que, o bien no le competen, o bien le pueden competir solo
de manera excepcional. Una cosa es que el Estado no puede ser
indiferente a lo que sucede en una comunidad políticamente
organizada y otra cosa muy distinta es que el Estado tenga que
hacerse cargo de todo lo que sucede.
Tampoco creo en el "Estado prescindente", meramente
administrador, que propugnan los liberales; pero de allí a adjudicarle
al Estado funciones permanentes que una sociedad bien constituida
puede perfectamente cumplir sin la constante intervención estatal
hay una gran distancia.
Está bien que la expresión citada también pueda entenderse en un
sentido algo metafórico, pero aún así considero que está
peligrosamente cerca de una concepción equivocada del Estado el
cual, en esencia, es un órgano de síntesis, planificación y conducción.
De la expresión mussoliniana yo rescataría la parte de "nada contra
el Estado". Lo demás conduce a algo muy similar – y acaso igual – al
del Estado soviético cuya inviabilidad quedó objetivamente
demostrada.

P: En su diálogo con el desaparecido General, Usted manifiesta que


a lo largo de la historia existieron dos sistemas, la monarquía y la
república. ¿Podríamos decir que se puede hablar de repúblicas e
imperios? Porque han existido repúblicas que tienen monarcas. Y
hay imperios que no tienen monarca, (son oligarquías

148
esencialmente). Sería interesante para mi hablar del tema. En lo
personal no me interesa tanto la existencia o no de monarcas o
nobles, sino principalmente la cuestión de la economía política. Por
ejemplo, ¿depende esa sociedad de la explotación de colonias y la
usura financiera contra otras naciones? ¿O su forma de relación
con otras naciones es más bien pacífica mediante acuerdos mutuos?
- ¿Me explico? Mi interés es centrarnos no tanto en las instituciones,
sino con qué fines existen dichas instituciones. ¿El objetivo es un
territorio delimitado y soberano, con un gobierno orientado al
desarrollo del potencial de ese territorio? ¿El objetivo es la
expansión de ese territorio y/o la imposición de sus intereses en el
territorio de otras naciones? En el primer caso, sostengo que
lidiamos con una republica. En el segundo con un imperio. Más allá
de si hay o no, reyes, presidentes, primeros ministros,
"emperadores", sumos sacerdotes, o lo que sea. Espero haberme
explicado. Y sería interesante saber que piensa el Usted sobre esto.

R: Perdón, pero ¿no tiene alguien una pregunta más fácil, tanto
como para darme un respiro? (Risas).
Veamos. No. No podemos hablar tan solo de repúblicas e imperios.
Al menos no deberíamos. Estaríamos confundiendo conceptos
diferentes. Puntualmente, estaríamos confundiendo un sistema
político con una arquitectura política o, dado el caso, con un
régimen político.
Por de pronto, monarquía y república son sistemas políticos que, a
su vez, admiten una variedad de regímenes y lo único cierto – y que
puede llevar a confusión a veces – es que algunos regímenes
monárquicos y ciertos regímenes republicanos se parecen bastante.
Para dar un ejemplo concreto: una monarquía parlamentaria es
bastante similar a una república parlamentarista a los efectos
prácticos. Sin embargo existe la importante diferencia que en las
monarquías parlamentarias actuales el cargo de la primera figura del
Estado es vitalicia y heredable mientras que en las repúblicas es
temporal y electiva.
Honestamente no conozco casos de repúblicas que hayan tenido
monarcas. A menos, por supuesto, que consideremos los
relativamente raros casos de repúblicas en dónde una familia se

149
apropió de la función presidencial y se perpetuó en el cargo mediante
recursos diversos. Me vienen a la mente el caso de los Duvalier en
Haití, el de los Kim en Corea, y seguramente hay otros que en este
momento se me escapan. Sin embargo, estrictamente hablando, en
éstos y similares casos se trata en realidad de usurpaciones o, como
mínimo, de artimañas dirigidas a violentar dos de los principios
republicanos más básicos: la periodicidad de los mandatos y la no-
heredabilidad de los cargos. Que la República Democrática Popular
de Corea sea democrática parece más una broma que una
denominación. Del mismo modo, que sea una república es algo que
podríamos discutir un rato largo. Desde el punto de vista de la
ciencia política Corea no es más que una monarquía poco menos que
absoluta con un muy débil régimen parlamentario de partido único,
disfrazada nominalmente de república democrática. Y lo de
"popular" es un simple adorno semántico adicional, que suena muy
lindo pero con el que habría que ver si el pueblo coreano está de
acuerdo en absoluto.
Un imperio, por su parte, es una arquitectura que admite tanto
repúblicas como monarquías. Roma, aunque parezca extraño, a
pesar de sus posteriores emperadores divinizados, construyó gran
parte de su imperio siendo una república. Y aún de Augusto en
adelante no terminó de renunciar del todo a estructuras republicanas
como, por ejemplo, la del Senado. Por el contrario, el Imperio
Austrohúngaro – tanto como para citar un caso opuesto – nació
como monarquía y continuó siéndolo hasta su disolución. En otras
palabras: lo que caracteriza a un imperio no es el sistema de
gobierno que rige a su Estado impulsor, sino la arquitectura
territorial, cultural y política que ese Estado construye con sus
conquistas.
Lo que caracteriza básicamente a un imperio es su capacidad para
gobernar a una gran diversidad. Los grandes imperios que hemos
conocido abarcaron diferentes pueblos, con diferentes etnias,
diferentes lenguas, diferentes culturas, diferentes religiones, incluso
hasta diferentes legislaciones, monedas y autoridades locales. Lo
curioso es que muchas veces lograron hacerlo recurriendo a
relativamente muy pocas regulaciones políticas. Roma, por ejemplo,
impuso solamente seis: un sistema de comunicaciones, un idioma

150
oficial, un sistema jurídico internacional, un ejército, una moneda
internacional común, y un sistema de pesos y medidas compartido
por todos. Lo demás quedaba delegado a las autoridades locales. Por
supuesto que bajo la supervisión de un gobernador y sus legiones,
pero estas autoridades imperiales no se inmiscuían en las cuestiones
locales mientras éstas no pusiesen a riesgo el funcionamiento o la
seguridad del imperio, y en muchísimos casos se limitaron a "lavarse
las manos" frente a un conflicto local como lo demuestra el
ampliamente conocido caso de Poncio Pilatos y el Sanedrín.
El cuadro real de un imperio como el romano, que se obtiene a partir
de documentos y datos históricos concretos, es muy diferente al que
reflejan los "relatos" y las "interpretaciones" cargadas de prejuicios
ideológicos y culturales. Esto, por supuesto no impide el debate
acerca de la evaluación – positiva o negativa – que podamos hacer de
un imperio determinado. Obviamente no todos los imperios han sido
semejantes al romano y, aun cuando la nota común a todos ellos fue
el de haber sido capaces de gobernar una enorme diversidad
demográfica en territorios de una gran extensión (sobre todo para
los medios técnicos de su época), no todos lo hicieron de la misma
manera. Roma misma tuvo sus épocas mejores y peores. Pero en
todo caso, para juzgar a un imperio – a cualquiera de ellos – por mi
parte recomendaría no dejarse llevar por las "versiones oficiales" que
en la enorme mayoría de los casos están tremendamente sesgadas y
menos todavía tomar por bueno todo lo que exponen esos "relatos"
históricos – ni hablemos de los meramente periodísticos – que en
muchos casos directamente falsifican la Historia para acomodarla a
intereses ideológicos, políticos o culturales.
Con lo cual llegamos al punto en el que hay que subrayar una
diferenciación importante: una cosa es un Estado imperial y otra
muy diferente es un Estado imperialista.
La idea imperial es esencialmente política. La idea imperialista es
esencialmente económica. Por supuesto que no se trata de negar que
lo imperial tiene – también – implicancias económicas como que, a
la inversa, el imperialismo tiene – también – sus implicancias
políticas. No es una cuestión de opciones excluyentes sino una
cuestión de motivaciones principales y de énfasis caracterizadores.

151
El objetivo principal de los imperios ha sido siempre el de construir
un organismo político, abarcador de una gran diversidad, dentro del
cual, por supuesto, se desarrolló toda una variedad de actividades
económicas, entre muchas otras actividades. A su vez, el objetivo
principal de los imperialismos ha sido siempre el de conquistar
fuentes de recursos – humanos y materiales – para aumentar,
diversificar y extender la capacidad económica de la potencia central.
La enorme diferencia queda a la vista si se compara, por ejemplo, el
Imperio Romano con el de Cartago y las colonias fenicias; pero más
todavía queda en evidencia si se compara el Imperio Británico con,
pongamos por caso, el Imperio Ruso (y me refiero al de la época de
los zares). En el caso de fenicios e ingleses estamos ante ejemplos yo
diría casi clásicos de imperialismo. En el caso de romanos y rusos,
tenemos dos ejemplos (bastante dispares) de imperio. Una de las
reglas que ayudan a discernir y a pensar en esta materia es una
conclusión que puede extraerse como resumen sintético del estudio
de estas arquitecturas: los imperios incorporan y organizan
provincias; los imperialismos establecen y explotan colonias.
Ahora bien, habiendo precisado conceptos y despejado algunos
elementos confusos viene (se sonríe) la parte realmente complicada
de su pregunta.
La finalidad principal de un Estado, y con mayor razón la finalidad
central de los Estados que habrá que construir en este Siglo XXI, es
el de posibilitar mediante las funciones de síntesis social,
planificación estratégica y conducción política, el desarrollo integral
de todas las potencialidades, tanto humanas como materiales,
presentes en el organismo político cuya soberanía se ejerce. Esto
como base y punto de partida.
Sucede sin embargo que este objetivo teórico inevitablemente choca
contra la realidad concreta de muchos países. Es muy fácil y elegante
decir "desarrollaremos todas las potencialidades humanas y
materiales disponibles". La primera pregunta que surge de
inmediato es: ¿cómo hacerlo?, ¿de qué manera? Y, ni bien uno se ha
formulado esa pregunta, surge todo un torrente de preguntas
adicionales al estilo de: ¿y cuáles son exactamente esas
potencialidades?, ¿qué hacemos con las que no tenemos?, ¿qué

152
hacemos con aquellas para cuyo desarrollo no disponemos de los
medios necesarios?, ¿cuánto tiempo llevará ese desarrollo?, ¿cuánto
y qué nos costará? Además, ¿todas las potencialidades son
positivas?, ¿acaso no tenemos también potencialidades negativas? Y
así sucesivamente uno podría seguir un buen rato. Un rato bien largo
en realidad. Y después de ese largo rato todavía seguiríamos
teniendo nada más que un enorme montón de preguntas a
responder.
De modo y manera que lo primero que necesitamos es un criterio
válido para ordenar todas estas cuestiones por orden de prioridades
y por niveles de complejidad.
Por de pronto, no existen normas universalmente válidas para esto,
aplicables automáticamente a cualquier país del planeta, por lo que
nuestro criterio tendrá que ajustarse a la realidad de cada situación
particular. Pero como regla orientativa general: todos los objetivos
que tienen que ver con necesidades humanas vitales y básicas (salud,
alimentación, vestimenta, vivienda, educación, trabajo) tienen
prioridad absoluta. No podemos ni soñar con tener una nación
medianamente bien organizada si nuestra gente está enferma,
hambrienta, mal vestida, sin techo y encima la mantenemos en la
ignorancia y, para colmo de males, desocupada. Por lo tanto, el
siguiente paso es considerar toda la infraestructura que estas
prioridades necesitan. Y aquí las metas se multiplican en forma
exponencial. Piense solo en todo lo que hace falta para un buen
sistema de salud, para la organización del trabajo con un índice
aceptable de desempleo, para la producción agrícola y ganadera que
garantice una adecuada provisión de alimentos y… bueno, aquí no
me queda más remedio que poner un larguísimo etcétera porque nos
llevaría horas enteras desarrollarlo en detalle.
Solucionado esto – que no es para nada sencillo – nos queda por
considerar todo lo que tiene que ver con el desarrollo futuro de
nuestro organismo político. Porque no se trata tan solo de solucionar
los problemas actuales y coyunturales, por muchos y graves que
sean. También se trata de prever los problemas y las necesidades
futuras desde el momento en que ningún país tiene fecha de
vencimiento, por decirlo de algún modo. Y cuidado porque en esto
pueden plantearse unos cuantos conflictos bastante serios: a veces

153
hay que sacrificar algo en el presente para poder garantizarlo a
futuro y a casi nadie le entusiasma demasiado la idea de hacer
sacrificios hoy para que quizás sus nietos puedan vivir un poco
mejor.
Por último, tampoco se puede dejar de considerar que tenemos que
prever cómo defenderemos y consolidaremos lo construido.
Especialmente si tenemos éxito. Y muy especialmente si nuestro
éxito estorba los planes de alguna potencia adversaria o enemiga.
Todo lo que acabo de mencionarle, una vez analizado y bien
elaborado, es lo que se llama un plan estratégico. El planeamiento
estratégico no es ni magia ni un secreto guardado bajo siete llaves. Es
un método racional y en gran medida científico que ya está
razonablemente bien desarrollado. Hay amplia bibliografía y
literatura al respecto, y se ha venido perfeccionando mucho desde
que surgiera allá por los años '50 y '60 del Siglo XX. De hecho, todas
las grandes empresas lo utilizan – y las que no saben utilizarlo pagan
muy cara esa omisión. Pero más allá de las empresas, todas las
grandes potencias actuales también lo emplean – y los países que no
lo hacen pagan más caro todavía su falta de planificación.
No creo exagerar mucho si digo que, sin un plan estratégico bien
elaborado, hoy en día no hay proyecto político válido posible. Porque
es cierto que se puede improvisar sobre la marcha y también es
cierto que no todo es previsible ni planificable. Pero el resultado de
la improvisación por regla general no es más que un parche
provisorio y no una solución de fondo. Y el hecho de que no se pueda
planificar todo hasta el más mínimo detalle no sirve como excusa
para no planificar lo que sí es previsible y hasta necesario. De modo
que no hay escapatoria.
En cuanto a la componente de política exterior que contiene su
pregunta solo puedo decirle una cosa: nadie en su sano juicio desea
una guerra. Pregúntele a cualquiera que realmente haya combatido
en alguna. En lo personal, he tenido la oportunidad de conocer unos
cuantos veteranos de varias guerras y ni uno – ni uno solo – me dijo
que lo entusiasmaba la idea de participar de otra. Los que agitan
ardientes consignas patrióticas y hacen gala de grandes ínfulas
bélicas son, en su enorme mayoría, los que después se quedan en

154
casa y miran la guerra por televisión. O los que se quedan detrás de
las líneas y mandan la carne de cañón al frente. O los que solo
conocen la guerra por haberla visto en películas. La guerra no es ni
un deporte ni una aventura. Menos todavía la guerra actual en la que
ha desaparecido toda caballerosidad, toda hidalguía, y todo respeto
mutuo entre combatientes. La guerra actual es una carnicería. Nadie
con dos dedos de frente la desea.
Aunque está bien, lo concedo: hay unas cuantas personas con menos
de dos dedos de frente sobre este mundo. Entre otras cosas, también
por esto es que hay que impedir que lleguen a ocupar puestos de
decisión política…
Por lo tanto lo de expandirse o imponerse a otras naciones por la vía
de la agresión es una cuestión delicadísima que solo casos de muy
extrema necesidad y paralización completa de las herramientas
diplomáticas pueden – eventualmente – justificar. No creo que haya
ningún país en esta región que tenga que llegar a eso. Una buena
estructura de defensa para garantizar la seguridad nacional contra
posibles ataques externos es necesaria. Utilizar esa estructura con
objetivos de agresión a otros países lo veo como algo innecesario,
muy peligroso y seguramente contraproducente en la región.
Por supuesto que lo anterior no excluye alianzas y acuerdos
inteligentes. En absoluto. De ningún modo es cuestión de cerrar
fronteras y vivir mirándose el ombligo. Menos todavía en un mundo
tan interconectado como es el actual y como seguramente lo será
más todavía a lo largo del siglo que en realidad recién empieza. Una
sana política exterior orientada a construir bloques geopolíticos de
países con intereses comunes es una necesidad. En este sentido hasta
me animaría a decirle que el Mercosur no es una mala idea. Es una
buena idea mal implementada y peor gestionada. Pero ese ya es otro
tema.

Organización política
P: ¿Sería conveniente separar los poderes ejecutivos y legislativos
del Judicial? Es decir, llevar el ejecutivo y el legislativo a Córdoba y
el judicial dejarlo en Buenos Aires.

155
R: Con los medios de comunicación actuales y con su seguro
perfeccionamiento en el futuro, yo no veo dificultades insalvables
para un proyecto como ése.
Con todo, apuntaría algunas cosas. La provincia de Córdoba tiene,
desde el punto de vista geopolítico, una posición
extraordinariamente favorable. Siempre consideré que es algo así
como el corazón de la República Argentina (y no lo digo para quedar
bien con mis amigos cordobeses…) En principio y geopolíticamente
hablando, colocar la capital de la Argentina en Córdoba tiene
sentido.
En lo que tengo mis dudas es en la utilidad real de un traslado de la
Capital, más allá de lo simbólico. No sé qué ventajas concretas tuvo
por ejemplo para el Brasil el traslado de su capital a Brasilia. Por mi
parte analizaría la cuestión más a fondo antes de tomar una decisión.
Por último, no creo que dejando al Poder Judicial en Buenos Aires
realmente se lo conseguiría separar realmente. Repito: con los
medios de comunicación actuales esa separación terminaría siendo
meramente virtual. En última instancia tampoco soy partidario de
separar poderes. Prefiero considerar alternativas para facilitar su
coordinación y complementación eficaz. Tal como ya lo dije en una
respuesta anterior: ejecutivo, legislativo y judicial no son en mi
opinión tres poderes diferentes. Son tres funciones de un mismo
poder: el poder del Estado.

P: ¿Cómo organizar el poder judicial? ¿Debería democratizarse?

R: No soy abogado y no me gusta hablar en detalle de lo que no he


estudiado razonablemente bien. Pero, si mi opinión sirve para algo,
lo de "democratizar" el poder judicial me suena mucho a demagogia
de ocasión. No veo por qué el poner los cargos judiciales en subasta
electoral garantizaría o mejoraría la calidad de la justicia.
Desde el punto de vista político, la función de los jueces es aplicar la
ley, arbitrando los conflictos y sancionando las violaciones a las
normas establecidas. Yo sería muy estricto en eso. La ley es la
expresión escrita de una decisión política y las decisiones políticas

156
están para ser cumplidas. Si hay atenuantes o agravantes para una
situación dada, se deben considerar. Lo que no se puede admitir es
que se discuta una ley después que ha sido sancionada y promulgada.
En todo caso la discusión debe tener lugar antes; no después. Y
tampoco toleraría la "interpretación" más o menos ideológicamente
caprichosa de la ley por parte de quienes tienen que aplicarla. En
este sentido creo que leyes más claras, más unívocamente
redactadas, más inteligibles y menos sembradas de tecnicismos
juridicistas ayudarían mucho tanto a facilitar la tarea de los
funcionarios judiciales como a hacer comprensible la legislación al
resto de la población.
Por lo demás, creo que también en esto interviene una cuestión de
criterios. En materia penal, por ejemplo, el criterio de castigar al
delincuente con una pena pero al mismo tiempo pretender que se
tenga que respetar religiosa y puntillosamente toda una serie de
prerrogativas legales que sólo favorecen al delincuente me parece un
procedimiento equivocado. No es que esté en contra de los llamados
derechos humanos. La redacción de algunos es un poco estrafalaria
pero creo que cualquier persona sana y normal estará de acuerdo en
respetar la dignidad humana.
En mi opinión, en primer lugar la ley debe defender a las personas
honestas de otras personas que les causan daño y, en segundo lugar,
a esas personas que causan daños basta con separarlas de la sociedad
para que no puedan seguirle haciendo daño. No creo que criterios
como el de "castigo" y "pena" ayuden mucho a lograr una justicia
aceptable. Al delincuente no hay que "castigarlo" con una "pena". Lo
que hay que hacer es aislarlo y separarlo de la sociedad para que no
pueda seguir causando daño.
Y después obligarlo a que haga lo mismo que hacemos todos
nosotros: trabajar. Sin látigos, sin grilletes, sin ninguna clase de
exageraciones como ésas. Pero haciéndole saber que, tanto fuera
como dentro de la cárcel, rige el mismo principio básico: el que no
trabaja, no come. Y en la cárcel hasta tendría la ventaja de tener el
trabajo garantizado. Con lo que, si es tan sólo un poco inteligente,
incluso podría llegar a aprender un oficio.

157
P: ¿Por qué no mejor cambiar primero la Constitución y dejar ya
las bases legales para este nuevo sistema? Cosa que si el líder muere
el sistema deba funcionar igual porque sería "ilegal" cambiarlo...

R: Porque en los hechos reales no serviría de gran cosa. Ninguna


Constitución es inviolable. Con suficiente poder, no solo es
modificable sino que, en ocasiones, hasta se la ha borrado de un
plumazo como lo han hecho muchos gobiernos de facto en esta
región.
No le adjudiquemos a la Constitución virtudes que no tiene. Es una
referencia jurídicamente útil y no mucho más que eso. Políticamente
ni siquiera es imprescindible. Por ejemplo, Gran Bretaña no tiene
una Constitución codificada, como que tampoco la tiene Israel.
Muchos países de la órbita soviética tuvieron durante décadas
enteras Constituciones que no pasaron de ser letra muerta sobre
hojas de papel. La de Stalin, de 1936, está literalmente plagada de
hermosos derechos, grandes libertades y amplias garantías. Nunca
impidió que el GULAG y la NKVD funcionasen a pleno.

P: Siempre he pensado que lo primero es cambiar la Constitución,


luego generar una moneda alternativa para recuperar la moneda,
luego declarar a la deuda como "deuda odiosa", luego que el Estado
regule absolutamente todos los precios. El estado debe regular todo.
Y luego, fomentar un sistema seguridad de "cero tolerancia". Todo
esto en los primeros 6 meses. ¿Se debería hacer así o hacer más o
algo menos? ¿Qué se debería hacer primero?

R: La secuencia es racional aunque me temo que políticamente poco


práctica. En teoría se puede intentar algo así pero requeriría al
menos dos cosas: en primer lugar una situación de total caos y
postración en el país y, en segundo lugar, una enorme cantidad de
poder de parte de quienes se hacen cargo del Estado. Como salvataje
de emergencia luego de un enorme y prácticamente total colapso
social y político se pueden considerar medidas como ésas, en ésos o
similares lapsos de tiempo de implementación, contando con
personal, medios y poder suficiente. Fuera de ese escenario no creo

158
que sea viable. Honestamente, ni siquiera creo que sería aconsejable
por toda una serie de razones.
Por de pronto, cambiar la Constitución no le cambia la vida a la
gente más que en aspectos que no son vitales para la mayoría de las
personas. El cambio puede, es cierto, crear un marco jurídico
favorable a las medidas a tomar pero habría que ser muy cuidadosos
en su redacción no sea que se impida constitucionalmente algo que
después las circunstancias concretas pueden obligar a hacer de todos
modos. De manera que, si se trata de un acceso al poder por las vías
normales, yo dejaría lo de la reforma constitucional para bastante
más adelante y la consideraría solo si es indispensable. En el caso de
una toma del poder por la vía revolucionaria, para arrancar basta con
un Estatuto que contenga unos puntos básicos mínimos.
El recuperar la moneda sí es algo necesario e importante. Pero hay
que tener presente que la moneda es un medio y no un fin. La
soberanía financiera no soluciona, por sí misma, el problema
económico. La economía se encarrila solamente con muchas otras
medidas adicionales a la política monetaria. En otras palabras, una
moneda sana y fuerte es imprescindible; pero no por sí misma sino
para restaurar y poner en marcha la industria, el comercio, las
comunicaciones, el transporte, los servicios y todo lo que hace a la
vida económica en general. Y muy especialmente para generar
trabajo.
Es la economía real la que importa en realidad. Ésa es la economía
que le importa a las personas y ésa es también la economía que hace
realmente fuerte a un país. A Juan Pueblo no le importará
demasiado que su peso valga en una de ésas más que un dólar o más
que un euro (aun cuando sea cierto que la paridad de la divisa tiene
su grado de repercusión en la economía real). A Juan Pueblo y a su
familia lo que le importará es tener un trabajo decente y saber
cuántas papas o zapatos puede comprar con ese peso. Y a la fábrica
de tractores la estabilidad monetaria, la ausencia de inflación y el
acceso al crédito le vendrán muy bien. Eso es indiscutible. Pero a la
hora de la verdad lo que necesita esa fábrica realmente es acero,
material plástico, cobre, caucho sintético y trabajadores capacitados
para fabricar sus tractores. Y necesitará además chacareros y

159
estancieros, o incluso clientes en el exterior, con capacidad de
compra suficiente para venderle esos tractores.
Una buena política monetaria es imprescindible. Está totalmente
fuera de discusión poner eso en duda. Lo malo es que no alcanza. No
hay que perder eso de vista.
Consecuentemente yo no recomendaría presentar la batalla de la
deuda externa antes de haber consolidado el frente económico
interno. Solamente con un país razonablemente sólido en su
economía real se puede negociar desde una posición de fuerza.
Negociar desde la posición que actualmente tienen muchos países
latinoamericanos sería negociar desde una posición de debilidad. Y
desde esa posición hay enormemente menos probabilidades de éxito.
Si vamos a pisarle un callo al león – y presentarse en los tribunales
internacionales declarando "odiosa" la deuda externa es darle un
verdadero pisotón – al menos asegurémonos de que estamos
preparados para aguantar el zarpazo de ese león. Porque esa batalla
no será fácil, eso se lo puedo asegurar. Estoy completamente de
acuerdo en que hay que librarla, aunque más no sea porque esas
deudas son esencialmente impagables. Incluso considero que el
ámbito jurídico es el único en donde podemos llegar a ganarla. Pero
seamos inteligentes: elijamos el momento y las condiciones que nos
sean favorables. Y respetemos la regla básica que figura en todos los
manuales y que dice que nunca hay que iniciar negociaciones desde
una posición de debilidad.
En cuanto al control de precios, sinceramente lo desaconsejaría.
Desde la época de los fenicios hasta nuestros días no conozco un solo
caso de control de precios que realmente haya funcionado más que
durante lapsos de tiempo muy cortos. Eso no quiere decir, por
supuesto, que no se pueda inventar un procedimiento que funcione;
pero me gustaría conocerlo y estudiarlo antes de emitir opinión. Y en
todo caso, no creo que convenga implementarlo más que por un
tiempo muy breve, con un objetivo muy puntual y concreto que, una
vez alcanzado, haga innecesaria esa intervención.
Por supuesto, también se puede implementar una economía de
guerra con cartillas de racionamiento y cupos fijos de producto por
individuo y por familia. Pero después me gustaría ver quién se

160
animará a controlar el mercado negro que inevitablemente se
generará. Sobre todo quisiera saber quién asumirá la
responsabilidad de meter preso o dado el caso fusilar en la plaza
pública al sujeto que en el mercado negro compró medio kilo de
carne. Porque no estamos hablando de germanos, escandinavos,
suizos o anglosajones en nuestra región (y hasta en esos países
existió el mercado negro durante las guerras). Con argentinos,
paraguayos, chilenos, bolivianos, uruguayos y brasileños apostaría a
que, en un caso así, el mercado negro duplicaría y triplicaría las
operaciones del mercado de cartillas y cupos en menos de una
semana. Hasta me animaría a predecir que en menos de un mes
aparecerían cartillas de racionamiento falsificadas. Aquí los
muchachos son todos muy rápidos. Seamos realistas.
El Estado tiene una gran variedad de recursos para intervenir e
imponer el orden allí en dónde se producen grandes desvíos de lo
que podemos considerar como la media estadística normal. Pero, en
ausencia de esos grandes desvíos – y me refiero a desvíos
importantes – los recursos y la energía que se necesitan para
intentar regular hasta lo normal terminan siendo dilapidados y
estériles. Una regulación por parte del Estado es importante y es una
medida que siempre hay que tener en reserva, bien preparada y lista
para ser implementada. Pero es una bala de plata que hay que
disparar cuando realmente resulta necesario y vale la pena. Y
además de eso, hay que apuntar bien.
Lo de la "tolerancia cero" se puede implementar en poco tiempo,
aunque para que sea efectiva habrá que revisar y modificar buena
parte de la legislación penal y las normas de procedimiento actuales.
Con todo, asegurémonos de entender bien eso de la "tolerancia cero"
porque al respecto existen muchas confusiones y hasta mitos
alejados de la verdad.
El principio de la "tolerancia cero" no es en absoluto equivalente a
"gatillo fácil" ni a rienda suelta para el accionar policial. Responde a
un principio sencillo pero efectivo que se puede formular como
sigue: "Si permitimos los delitos pequeños, éstos se multiplican y
terminan en delitos mayores." Una enorme cantidad de peligrosos
delincuentes empezó como pequeños rateritos. Si se los hubiera
detenido y encuadrado cuando todavía cometían delitos menores

161
muchos probablemente no hubieran llegado a cometer delitos
graves.
Por el otro lado: la permisividad ante los delitos menores contribuye
a aumentar la sensación de impunidad en los delincuentes y está
demostrado que la percepción de impunidad es el principal factor
que considera un delincuente antes de cometer el delito. En otras
palabras, lo primero que mide el delincuente no es tanto la magnitud
de la pena sino la magnitud del grado percibido de impunidad. Usted
puede aumentar la pena por un delito cualquiera de 20 a 25 años. El
delincuente, sin embargo, no considerará eso de modo principal. Lo
primero que considerará son sus posibilidades de cometer ese delito
sin ser descubierto o detenido. Si el delincuente cree que puede
salirse con la suya sin que lo pesquen, el aumentar la pena en 5 o
hasta en 10 años no lo va a detener. Cometerá el delito igual. El
mensaje que la "tolerancia cero" le envía a los delincuentes es: "nadie
puede cometer un delito, por pequeño o grande que sea, sin ir
efectivamente preso". No hay impunidad.
La idea ha generado un sinnúmero de críticas entre los permisivistas
y los garantistas y hasta se han llegado a manipular las estadísticas
de criminalidad para tratar de demostrar que no es efectiva. No hay
que dejarse engañar con eso. La idea es efectiva y funciona
razonablemente bien. Lo que sucede es que: A)- hay que entenderla
correctamente y B)- hay que tener también la infraestructura judicial
y penal necesaria para implementarla.
Sin una estructura judicial ágil y eficaz, y sin un sistema carcelario
aceptable, la "tolerancia cero" no funciona. Sin un buen sistema
carcelario Usted solamente llenará las cárceles con pequeños
delincuentes a los que después tendrá que soltar para hacer lugar a
los grandes criminales. Y sin suficientes jueces ágiles, estrictos y bien
compenetrados de la filosofía, los juicios a los pequeños delincuentes
se "estirarán" en el tiempo hasta que venzan los plazos que no
pueden ser muy largos para hechos menores.
Y ni hablemos del hecho de que las cárceles mismas no pueden ser
universidades del crimen como son ahora.
En cuanto a la secuencia. Suponiendo que se cuenta con un plan
estratégico bien diseñado, con los equipos de funcionarios necesarios

162
para ejecutarlo y con el mínimo necesario de medios materiales para
ponerlo en marcha – vale decir: suponiendo que se cuenta con el
núcleo político, un buen plan de acción y el poder indispensable – yo
recomendaría empezar por restaurar el normal funcionamiento de la
economía real. Encararía después o en forma parcialmente paralela
el aspecto de la seguridad interna y externa del país. Plantearía el
tema de la deuda una vez consolidado el proyecto (y cuidado que
estamos salteándonos aspectos importantes como la salud, la
educación, la legislación civil y varios otros) y por último, y si hace
falta o conviene, le daría un nuevo marco constitucional a todo el
proyecto sobre la base de la experiencia acumulada y el consenso
logrado alrededor de los resultados concretos.
Pero convengamos que estamos hablando en teoría. La ejecución real
del proyecto puede obligar a considerar secuencias algo diferentes.

P: ¿Cómo se puede eliminar a alguien de la escena política sin


recurrir al asesinato?

R: Bueno. . . Los norteamericanos parecen preferir la eliminación


física. Al menos tienen bastante experiencia en eso. Llevan matados
por lo menos cuatro presidentes (Lincoln, Garfield, McKinley y
Kennedy), con otros dos adicionales de muerte por demás dudosa
(Taylor y Harding), y un historial de más de 20 atentados fallidos. En
la Unión Soviética, Stalin se hizo mundialmente famoso por sus
purgas en las que la víctima, si no terminaba con una bala en la
cabeza, desaparecía más o menos silenciosamente en el GULAG. En
esto, Maquiavelo le contestaría diciendo que, si bien el método es
moralmente objetable, no se puede negar que resulta efectivo…
Ahora, si uno no quiere llegar a esos extremos – cosa en la que
personalmente estoy muy de acuerdo – entonces, después de
descartar otros métodos igualmente repugnantes como la amenaza,
el chantaje, la intimidación, la extorsión o cosas por el estilo, lo único
que queda es un uso inteligente y eficaz de la propaganda política.

163
P: ¿Hay alguna manera de anular a los sindicatos en el área de
servicios (educación por ej.) sin recurrir a la prohibición? ¿Sería lo
correcto?

R: No. No sería lo correcto en mi opinión. Aunque, por supuesto,


maneras de hacerlo hay.
Por de pronto, no creo que a los sindicatos haya que anularlos. El
sindicalismo como tal – independientemente de la opinión que nos
merezca el sindicalismo actual – tiene una larga trayectoria de más
de 150 años y en esa tradición del movimiento obrero hay logros
nada despreciables. Para dar un solo ejemplo: en Inglaterra la
esclavitud fue abolida durante los años '30 del Siglo XIX en gran
medida gracias a los alzamientos obreros de Francia y Gran Bretaña
disparados por una crisis económica. Hasta podríamos agregar que
el origen de nuestros actuales sindicatos se remonta por lo menos a
los gremios y corporaciones de la Edad Media, de modo que al hablar
de gremios y sindicatos estamos hablando de una larga trayectoria
muy rica en experiencias y eso es algo valioso.
El problema con los sindicatos actuales es múltiple. Por un lado el
socialismo clasista los ha venido instrumentado desde prácticamente
el origen del sindicalismo moderno como una herramienta de la
lucha de clases. El capitalismo liberal, con su tendencia a explotar al
trabajador – a veces de modo salvaje –generó, inevitablemente, un
serio y a veces hasta cruel enfrentamiento entre los dueños de los
medios de producción y los trabajadores. El conflicto, al escalar y
quedar fuera de control produjo, al final un verdadero
enfrentamiento del tipo "amigos-enemigos"; es decir: un conflicto
esencialmente político como lo es todo conflicto de esas
características. Ese conflicto fue lo que se llamó, y se sigue llamando
"lucha de clases".
En este punto, el socialismo marxista – y buena parte del socialismo
no-marxista – cometió un tremendo error cuyas consecuencias
seguimos sufriendo hasta el día de hoy: interpretó esa lucha como un
conflicto económico. Evidentemente, al equivocarse en el análisis,
las respuestas elaboradas resultaron erradas. Es que, sencillamente,
un problema político no se resuelve con medidas económicas. La

164
economía no tiene ni herramientas ni métodos para resolver
problemas políticos.
Ésa es la falla de base de toda la izquierda actual: concibe la lucha de
clases como una verdadera guerra y pretende resolver esa guerra con
un criterio económico cuando ya Clausewitz nos advertía que la
guerra es un problema político en el cual hasta las fuerzas militares
son un mero instrumento de la política. La guerra – y la lucha de
clases no es sino una guerra entre estratos sociales – no es la
continuación de la política por otros medios, como muchas veces
se ha malinterpretado la famosa frase de Clausewitz. La guerra es
política en su máximo grado de tensión y los medios de agresión y
destrucción no son sino instrumentales a esa política. La prueba de
ello son las numerosas guerras que se ganaron sobre el campo de
batalla y sin embargo se perdieron en la mesa de negociaciones o en
virtud de errores políticos posteriores a la victoria militar. Si un
conflicto político no tiene una solución también política, el conflicto
simplemente no se resuelve. A lo sumo – y con suerte – se agota.
La "combatividad" de los gremios a los que Usted hace referencia
proviene de este criterio clasista. Del lado opuesto se ofrecen
soluciones económicas que, por supuesto, nunca terminan de ser
soluciones. Por una parte, si hoy se concede un aumento de salario
de 100 mañana se pedirá 120, y quien pudo otorgar 120 seguro que
podría pagar 150 de modo que el conflicto sigue. A esto agréguele un
factor inflacionario y lo que tendrá es una discusión interminable.
Por otra parte, a los sindicatos de izquierda en realidad no les
importa esa mejora económica – aunque, por supuesto negarán esto
con todas las fuerzas. Puesto que el problema es político en esencia,
lo que les importa es ganar la guerra. Lo que les importa es salir
vencedores de la lucha de clases aniquilando todo el sistema
capitalista.
Como nota al margen aclararía que personalmente no me desagrada
para nada la idea de dejar de lado de una buena vez al capitalismo
liberal que, en todas sus versiones y en mi opinión, es exactamente
tan obsoleto como el comunismo marxista. Lo que sucede es que el
capitalismo ha demostrado ser muchísimo más flexible que el
comunismo y por eso se mantiene todavía en una posición
hegemónica pero no sin periódicas y graves crisis como la última de

165
2008 que fue controlada a duras penas. Y todavía falta que el futuro
diga si fue controlada realmente. De cualquier manera que sea, el
capitalismo liberal no tiene respuestas satisfactorias a los problemas
que plantea el Siglo XXI y ya solo consigue mantenerse a flote
mediante parches. Algunos de ellos muy inteligentes y muy hábiles.
Pero parches al fin.
Volviendo a nuestro tema, lo principal es darle una verdadera
solución política al conflicto que, como he dicho, es político y no
económico en esencia. Para eso, no hay que anular ni acorralar a los
sindicatos, aun cuando seguramente será necesario limpiarlos de las
burocracias parásitas y hasta mafiosas que se han enquistado en
muchas organizaciones gremiales.
Esa solución política se puede diseñar de muchas maneras. Por de
pronto, hay que desactivar la lucha de clases reconociendo una sola
"clase" social: la de los que trabajan aportando al bien común. Con
ese criterio se pueden integrar institucionalmente todos los estratos
productivos – vale decir: tanto a los que crean puestos de trabajo
como a los que ocupan esos puestos – en los procesos de toma de
decisiones socioeconómicas. Y no con una integración meramente
consultiva sino efectiva. Con ello se crea, simultáneamente, la
responsabilidad conjunta por las decisiones tomadas.
Las fuerzas productivas de un país no pueden quedar al margen de
las decisiones políticas en materia socioeconómica. Por una parte,
esas decisiones las afectan y, por la otra, quienes mejor conocen
como funciona la estructura productiva de un país son justamente
los que participan de ella y la hacen funcionar. Dejar a toda esa gente
de lado y someterla a las decisiones de unos políticos profesionales
que muchas veces no tienen ni la más pálida idea de cómo funciona
una fábrica, un taller, un banco, o una compañía de seguros, no solo
es injusto sino que hasta resulta irracional.
Lograda la integración orgánica de los agentes de la economía real al
proceso de toma de decisiones (y la forma concreta de lograr esto
tendrá que variar según las condiciones objetivas de cada país – otra
vez: no hay recetas mágicas), se puede enfocar y superar una
cuestión muy conflictiva que, para colmo, es de larga data: el derecho
de huelga.

166
En esto, hay que tener en claro una cosa y dejar de lado las
hipocresías: no existen las huelgas "pacíficas". Toda huelga – tal
como se lo reconoce hasta en la jerga habitual – es una "medida de
fuerza", y la aplicación de la fuerza nunca es "pacífica". Pretender
que una huelga constituye una "protesta pacífica" es como si yo le
retorciese a Usted el brazo para sacarle un billete del bolsillo y
después pretendiese justificarlo diciendo que lo mío fue una
"protesta pacífica". De modo que hay que llamar las cosas por su
nombre y dejarse de artificios semánticos si queremos realmente
resolver el problema.
Lo que sucede con el derecho de huelga es que el método resulta
aceptable cuando se dirige contra la intransigencia de la codicia.
Porque tampoco vayamos al otro extremo: por desgracia, hay
empresas y empresarios a los que no hay más remedio que
retorcerles el brazo si uno quiere lograr un mínimo de justicia social.
Del otro lado del mostrador tampoco hay ángeles inocentes. Pero,
aun cuando esto es muy cierto, tampoco olvidemos otra cosa: todo
el sistema capitalista liberal está fundamentado justamente sobre
la codicia. De modo y manera que, con bastante frecuencia, el
comportamiento de empresas y empresarios no es nada más que el
reflejo de las reglas de juego imperantes en el sistema. En esto, el
planteo de la izquierda marxista no está del todo equivocado. En lo
que se equivoca – y por mucho – es en la propuesta de la solución.
La solución al dilema no está en intensificar la guerra de clases hasta
lograr que una aniquile a la otra. Como ya se ha dicho muchas veces:
en la guerra entre pobres y ricos el comunismo, allí en donde
consiguió hacerse del poder, logró eliminar a los ricos. Lo que no
logró fue eliminar a los pobres. Incluso esto es cierto hasta por ahí
nomás porque, en realidad y en todos los casos, la aristocracia del
partido (la llamada nomenklatura) meramente suplantó a la
burguesía desplazada.
Luego de incorporar de modo institucional a las fuerzas productivas
al proceso de decisiones socioeconómicas, la solución pasa por
hacerle entender a todos los estratos que el país es un bote en el
que, o bien todos navegamos, o bien todos nos hundimos. Y esto no
solamente de un modo retórico sino repartiendo las cargas y los
beneficios de tal modo que afecten a todos los involucrados. El

167
régimen actual privatiza las ganancias y socializa las pérdidas. Así
como está dispuesto hoy, el esquema no debe ni puede continuar.
Una vez establecida la participación institucional y la
responsabilidad general que esa misma participación incluye,
podemos hablar de la reglamentación del derecho de huelga para
colocarlo dentro de parámetros racionales, quitándolo como arma de
extorsión funcional a la guerra de clases. Como orientación
apuntaría lo siguiente.
Huelgas que solo afectan a las partes directamente interesadas – p.
ej. a una empresa y a su personal – son asunto interno de esa
empresa y el Estado puede, a lo sumo, desempeñar un papel
mediador en el conflicto.
Huelgas contra el Estado como empleador no deberían ser
admisibles puesto que, si el Estado es el garante del bien común,
nadie debería tener el derecho de sabotear el bien común. Pero
convengamos en que esto es bastante teórico. En la práctica estas
huelgas podrían ser resueltas por el Ministerio afectado, por el
Ministerio de Trabajo, o por ambos en conjunto. Y, en todo caso,
tratándose de servicios públicos, una huelga no debería interrumpir
la prestación del servicio y, si lo interrumpe, sus promotores
deberían ser hechos responsables por los daños y perjuicios
ocasionados.
En todo caso, huelgas y manifestaciones que afectan a terceros – que
no solo son ajenos al conflicto sino que no pueden hacer nada para
contribuir a su solución – tendrían que ser terminantemente
prohibidas. Los argumentos de "solidaridad" que se esgrimen para
justificar este tipo de guerrilla social carecen de todo fundamento y
justificación así como el otro argumento de la "visibilidad" mediática
es meramente una excusa para darle publicidad al conflicto. La
solidaridad se puede invocar, pero no es admisible que cualquiera
desconforme con sus condiciones de trabajo o su remuneración se la
imponga a quienes no tienen la más mínima posibilidad de
modificar esas condiciones o remuneraciones. Y la "visibilidad
mediática" solo tiene su sentido actualmente, con políticos a los que
les importan un rábano los problemas de la gente y que se deciden a

168
tomar una medida solamente cuando ven peligrar su imagen y sus
votos.
Por último, las huelgas eminentemente políticas – vale decir,
aquellas en dónde el móvil real no es una cuestión laboral concreta –
deben ser neutralizadas y contestadas con argumentos políticos. En
otras palabras: no solo deben ser impedidas con toda energía sino
que debe explicarse concisa y claramente a toda la población por
qué fueron impedidas.
De todos modos, hay que insistir en una cosa: esta reglamentación
del derecho de huelga solo es racionalmente admisible si antes se
han dado también los otros dos factores señalados: la participación
real en el proceso de toma de decisiones socioeconómicas y la
instauración de la clara responsabilidad social y política de quienes
participan en ese proceso.

P: Teniendo en cuenta que no todos deben opinar sobre todo sino


solo lo que conocen, ¿se debería dividir el parlamento en sub-
cámaras de ecología, salud, seguridad, educación, etc. para debatir
leyes respecto a cada tema o basta con que los ministerios se
dividan así?

R: En realidad algo de eso ya sucede actualmente con las famosas


"Comisiones Parlamentarias" y sus múltiples "asesores". El problema
es que resulta tremendamente ineficaz, no es para nada
transparente, y además pero no en última instancia, se presta a miles
de corruptelas y chicanas.
Varios de los legisladores actuales tienen su tema preferido del cual a
veces hasta entienden algo y que se convierte en su caballito de
batalla. Los demás, que en su gran mayoría no saben absolutamente
nada de ese tema, para poder hablar en absoluto sobre la cuestión –
y especialmente para torpedearla si lo pilotea un legislador de la
bancada contraria – se rodean de "asesores" que les soplan al oído
los argumentos que consiguen elaborar. Por eso es que, por regla
general, los asuntos se "discuten en Comisión" primero y luego,
recién cuando todo ya está más o menos cocinado, se plantea el tema
y se lo vota en el plenario del cuerpo. Suponiendo, por supuesto, que

169
haya quorum para tratarlo, que es otra de las chicanas legalmente
admitidas por el régimen. [8] La cuestión es bastante compleja y en
su solución interviene mucho lo que ya comenté sobre la supuesta
división del poder. Lo primero que tenemos que tener en claro es qué
es una ley. En este sentido sugeriría ser pragmáticos y realistas: una
ley es la expresión escrita de una decisión política y es ley siempre y
cuando haya un poder que la haga cumplir. Una ley que no satisface
estos requisitos no es una ley. Es literatura.
Ahora bien, un factor importante a tener en cuenta es el origen de la
decisión. Según la mayoría de las Constituciones liberales vigentes,
la decisión original parte del Legislativo. Lo cual muchas veces es
simple ficción porque el Ejecutivo, cuando necesita una decisión, la
elabora y se la envía a los legisladores de su partido para que la
conviertan en ley. Y, si esto no es así (por ejemplo, porque el partido
gobernante no tiene o no está seguro de tener mayoría en el
Legislativo), incluso se recurre a subterfugios como los conocidos
"Decretos de Necesidad y Urgencia" con los cuales el Ejecutivo
legisla de facto con la excusa de una "necesidad y urgencia" que
siempre se puede invocar de algún modo.
Para blanquear esta situación por demás confusa, hay varias
alternativas. Por un lado, el Ejecutivo y sus Ministerios bien pueden
tener facultades legislativas para determinadas cuestiones y, por el
otro lado, si las condiciones particulares del país en cuestión lo
posibilitan, el Legislativo bien podría incorporar la representación
profesional en alguna de sus Cámaras – por ejemplo: la Cámara Baja
– dejando la representación política para el Senado.
Pero le aconsejo que no proponga esto último en voz muy alta
todavía. Lo van a acusar de fascista. Y no sin algo de razón. Me
remito a una respuesta anterior sobre el tema del fascismo.

8 Un diagrama bastante ilustrativo de lo endiabladamente complicado que es el proceso


legislativo de un país puede rastrearse por Internet. El de la Argentina se ilustra en este vículo.
El del Salvador se puede ver aquí. El de Chile está descrito aquí y el de México aquí. (Sitios
consultados el 25/01/2014)

170
P: ¿Qué política viable se puede aplicar en todos los plazos para la
redistribución de la población? ¿Con qué capital? ¿Con qué
argumentos?

R: La solución es fácil de formular. Lo difícil es implementarla. Por


de pronto, valga una verdad de Perogrullo: las personas van adónde
encuentran trabajo y condiciones de vida mejores que las que tienen
en su lugar actual. Le puedo dar un ejemplo con algo que cierta vez
me explicó un ingeniero vial de sólida experiencia: Muchos creen que
hay que hacer caminos para conectar ciudades y pueblos que ya
existen. A veces es así, pero en muchos casos la cosa es justamente al
revés: la gente va y se asienta en los lugares en donde ya existen
buenos caminos de modo que primero los construimos y la gente
viene después.
Además de esto, también convendría tener presente algunos otros
factores. Nuestras sociedades actuales son esencialmente urbanas.
Todos los estudios indican que lo serán más todavía a lo largo del
Siglo XXI. Por lo tanto, una de las alternativas sería fomentar el
asentamiento de núcleos urbanos en zonas económicamente
desarrollables, cambiando al mismo tiempo los criterios urbanísticos
actuales por otros más racionales y más humanos – por decirlo de
alguna manera. Las ciudades no tienen por qué ser esos monstruos
de hormigón armado en donde las personas se apiñan, se apilan y se
hacinan en verdaderas jaulas para seres humanos.
La política demográfica de un país es una cuestión de núcleos de
desarrollo económico, vías de comunicación, medios de transporte y
de infraestructura social. El capital necesario es, al menos
básicamente, el que se necesita para el desarrollo de un núcleo
productivo sustentable y rentable. En el largo plazo, la actividad
económica misma le devolverá la inversión inicial. Facilite usted la
instalación de una fábrica, un establecimiento procesador de
cualquier elemento útil, o una oficina de servicios en un buen parque
industrial o ubicación equivalente. Si ese núcleo productivo es
económicamente viable y ofrece buenas condiciones, en
relativamente poco tiempo tendrá usted toda una cantidad de gente
que tratará de mudarse cerca de ese centro de producción por la
simple razón de que tratará de estar cerca de su lugar de trabajo. Un

171
detalle importante: asegúrese de atraer y asentar a familias enteras
en lo posible y no solo a trabajadores aislados.
Estará en su función como político disponer las cosas de tal manera
que la gente realmente pueda mudarse (construcción de viviendas,
créditos hipotecarios, facilidades etc.). Como que, naturalmente,
dependerá de su capacidad como político y como planificador el
elegir el lugar adecuado y las condiciones adecuadas para ese núcleo
de desarrollo y para una serie dada de actividades productivas. Pero,
si hace bien los deberes, su parque industrial crecerá y la ciudad en
sus cercanías crecerá también, con todo lo que una ciudad implica:
escuelas, hospitales, comercios, lugares de esparcimiento, etc. etc.
También puede optar por desarrollar algún núcleo poblacional ya
existente. En muchos lugares hay pueblos y pequeñas ciudades que
solo esperan que un Estado decente se ocupe de un modo racional y
eficaz de ellos para crecer y atraer más población. Vigile el diseño
urbanístico de este crecimiento y puede hacer florecer hermosos
centros urbanos allí en dónde hoy solamente hay pueblitos que
vegetan y expulsan a toda su juventud porque no tienen ningún
futuro para ofrecerle.
En cuanto a los argumentos, no necesita muchos. Haga que las
empresas productivas puedan desarrollar su actividad de manera
eficiente, satisfactoria y conveniente. Facilite si hace falta el
asentamiento de las personas y muy preferentemente de familias
enteras. Planifique lo mejor posible el crecimiento para lograr algo
humanamente vivible. Si logra eso, la gente vendrá sola.
Por último, tampoco se olvide de que los empresarios no son
cándidos. Si los atrae a cierto lugar ofreciéndoles determinadas
facilidades (p. ej. rebajas impositivas) asegúrese de tenerlos bien
bajo control. Tanto a ellos como a los funcionarios locales
encargados de supervisarlos. No sería la primera vez que una
empresa sigue produciendo en el lugar de siempre, envía buena parte
de sus productos al lugar de la ventaja impositiva, les pone un sello
allí y los reenvía otra vez a los lugares de consumo. Créame: ha
sucedido con frecuencia.

Revolución cultural
172
P: ¿Qué hacer con la corrupción inherente a las pequeñas cosas de
todos los días? Creo que es la amalgama de la gran corrupción y es
la más difícil de quitar.

R: Estoy completamente de acuerdo: la pequeña corrupción


cotidiana es la más difícil de superar y este tema se relaciona en
cierta medida con lo de la "tolerancia cero" al que hacía referencia
una pregunta anterior. Lo que sucede es que la corrupción tiene
básicamente dos dimensiones: la moral y la jurídica – tanto como
para definirlas de algún modo.
La jurídica es relativamente fácil de formular. Lo difícil es
demostrarla. Definir los actos de cohecho, soborno, prevaricación,
incumplimiento de funciones, o como quieran llamarlo en la jerga
jurídica, no presenta dificultades insalvables. De hecho, estos
conceptos ya están bastante bien definidos en la legislación vigente y
poco es lo que se podría agregar. Lo difícil es demostrarlos porque
entre muchas otras cosas, como es obvio y se ha dicho miles de veces,
el que soborna no presenta factura y el que es sobornado no firma
recibo. De modo que la verificación y comprobación del hecho – más
allá de toda duda razonable como lo exige el criterio jurídico – se
hace, como mínimo, bastante engorrosa y es por eso que la
judicialización de la corrupción ha fracasado y seguirá fracasando en
una enorme cantidad de casos.
Desde el punto de vista moral el tema es más complejo y delicado
todavía pero contiene la única solución de fondo. La corrupción es
un mal. Pero, si nos decidimos a combatir la corrupción, de muy
poco servirá hacerlo en forma aislada y caso por caso. Forzosamente
tendremos que decidirnos a enfrentar y combatir el mal como
fenómeno en sí. Y no solamente combatirlo en sus manifestaciones
puntuales sino en su raíz misma. Salir a hacer una cruzada contra la
corrupción – grande o pequeña – pero dejando intocado todo
nuestro actual relativismo moral no servirá de nada con toda
seguridad. Dicho en otras palabras: la corrupción no es un
problema; es parte de otro problema mucho mayor – el de la
moralidad y el de tomar la firme decisión de enfrentar el mal con
razonables probabilidades de éxito.

173
Mi opinión al respecto es que, para eso, deberíamos abandonar la
moralidad de elección y suplantarla por la moralidad de carácter.
Pero ésta es una cuestión muy delicada y compleja que requiere un
desarrollo sistemático. Le recomendaría la obra de János Kékes para
una buena aproximación al tema.

P: ¿De qué manera intervendría en los medios de comunicación?


¿Si se los posee bien controlados, no se puede utilizarlos para
denigrar a los políticos corruptos opositores de siempre y hacer que
la gente desee sus cabezas?

R: Por de pronto, yo no intervendría demasiado en los medios de


comunicación ni pretendería controlarlos más allá de no permitir
que mientan descaradamente. Lo que sí haría es eliminar la
impunidad periodística estableciendo la norma de la responsabilidad
personal de editores y periodistas por los datos publicados y, sobre
todo, por las consecuencias generadas por los datos publicados.
(Cosa que iría paralela con exactamente la misma norma de
responsabilidad, personal e indelegable, aplicada a todos los cargos
de la función pública.)
Lo demás es más una cuestión del manejo apropiado y hábil de la
propaganda política propia que el tratar de impedir la propaganda
adversaria.
Sugeriría pensar esto en términos de lo que ya es – y con toda
seguridad será más todavía – el ámbito de la comunicación en el
Siglo XXI. El medio de comunicación más poderoso será, y no temo
equivocarme, Internet. Para serle honesto creo que, desde cierto
punto de vista, Internet ya es el medio de comunicación más
poderoso. Siendo esto así, los medios de comunicación habituales
(radio, diarios, TV), en muy pocos años migrarán a la Internet. En
realidad, ya está sucediendo y, lo que es más importante, los
números indican que la tendencia es prácticamente irreversible. Ya
hoy se pueden leer diarios, escuchar radio y ver programas filmados
enteros por Internet con solo disponer de una laptop, una notebook,
una palmtop o hasta de un teléfono celular de los cientos de modelos
que hay. Ya ni siquiera hace falta una PC de escritorio para eso.

174
Tome Usted los datos de los EE.UU. como referencia de la tendencia.
Ya en 2012 el 60% de los norteamericanos manifestó que tenía "poca
o ninguna confianza" en la información suministrada por los medios
masivos tradicionales. [9] En el mismo año, el 39% de los
entrevistados había obtenido su información a través de dispositivos
móviles conectados a la Internet. Dos años antes el mismo
porcentaje había sido del 34%. Todas las revistas sufrieron una
merma de compradores y solamente los diarios impresos se
mantuvieron aproximadamente en su nivel habitual aunque éstos
también sufrieron una caída del 0.2% [10] siendo que, por otra parte,
en su gran mayoría los diarios también tienen presencia digital.
Está bien. Concedido. Los números norteamericanos no reflejan la
realidad latinoamericana. Pero marcan tendencia. Y, aparte de eso,
no hay que perder de vista que, en América Latina, Internet llega
principal y precisamente a los que más pueden influir en la
formación de la opinión política en general. Cada vez más políticos
tienen su propia cuenta en Twitter y/o Facebook. Hasta los
presidentes se comunican hoy por este medio, ya sea personalmente
– cosa que dudo – ya sea encargándole a equipos de ingeniería social
la redacción de los mensajes y la participación en los diferentes foros
digitales.
Lo que sucede es que, al menos en esta región, gran parte de esto se
está haciendo (todavía) de un modo bastante chabacano y
relativamente poco efectivo. Pero la tendencia está; es evidente, es
demostrable y no mermará. Solo puede aumentar y perfeccionarse.
Y una cosa adicional: impedir la propaganda adversaria hoy es
imposible. Internet es incontrolable. Ni los chinos lograron
dominarla por completo. Pero, así como es incontrolable "por
afuera" (es decir: desde una instancia de control o vigilancia
externa), es perfectamente manejable y maleable "por adentro" (es
decir: participando, publicando y construyendo sitios y aplicaciones
en ella).

9 Encuesta de Gallup, disponible aquí. (Consultado el 26/01/2014).


10Datos de http://stateofthemedia.org/2013/overview-5/key-findings/. (Consultado el
26/01/2014)

175
Con lo cual lo que recomendaría serían dos cosas. Una; estudiar a
fondo y perfeccionarse todo lo posible para dominar efectivamente
las nuevas tecnologías digitales. Dos; estudiar igualmente a fondo las
técnicas de la propaganda política y la ciencia de las comunicaciones,
adaptándolas coherentemente a los medios digitales. En una
palabra: pensemos de cara al futuro y no nos atasquemos en tratar
de dominar tecnologías, métodos y medios que ya están – en buena
medida por lo menos –camino a la obsolescencia.
Por último y en cuanto a la propaganda política. Existen dos clases
de propaganda política: la denunciadora y la exaltadora – por
llamarlas de algún modo. La denunciadora es la que utiliza la
denuncia, la crítica, la acusación, para tratar de desprestigiar y, dado
el caso, hundir al adversario político. Es una propaganda
esencialmente destructiva y agresiva. La propaganda exaltadora es
todo lo contrario: se orienta a despertar el entusiasmo, la emoción, la
pasión, el fervor, por una propuesta determinada.
Hoy por hoy, la propaganda basada en la denuncia es la más
utilizada. Casi diría que es la única. En parte porque es la más fácil
de implementar, en (gran) medida porque nuestros actuales
politicastros y sus amigos realmente se la merecen y, no en última
instancia, en buena medida porque el nivel técnico e intelectual de la
gran mayoría del periodismo deja bastante que desear. Con todo, lo
que no hay que perder de vista es que este tipo de propaganda solo
sirve para destruir. No construye nada en realidad. Solo sirve para
denunciar que tal o cual persona es corrupta, inepta o impresentable.
Después de eso deja al receptor de la comunicación prácticamente
"en el aire", librado a sus propias opiniones o conclusiones.
Una solución alternativa, al menos en una primera etapa, es no
insistir en denunciar a las personas sino poner el énfasis en criticar a
fondo las medidas, la ideología y los criterios con los cuales se
maneja el adversario. Las denuncias ad hominem tienen dos
enormes desventajas: por un lado son inevitablemente puntuales y
no necesariamente invalidan todo el criterio que un individuo
determinado aplica; y por el otro lado, si la persona renuncia,
abandona el cargo o – dado el caso – fracasa, toda la crítica tiene que
empezar de nuevo contra su sucesor.

176
De cualquier manera, tanto o más importante que denunciar una
situación dada es mostrar el camino de salida y contagiar el
entusiasmo por la solución. Claro que esto es mucho más difícil y
arriesgado de hacer. Justamente por eso es que fracasan muchas
oposiciones que se agotan en la denuncia. Pero se puede realizar
perfectamente con claros conocimientos de psicología de masas, un
buen proyecto y la imprescindible habilidad dialéctica.
Repito: no es fácil pero es posible. Más todavía: si no hay un
verdadero entusiasmo bien difundido y generalizado por un proyecto
político determinado, es muy poco probable que ese proyecto – por
bueno que sea en teoría – logre el consenso necesario para acceder al
poder.

P: Maestro, usted ha señalado que "difícil" y "complicado" son dos


conceptos diferentes. ¿Exactamente qué diferencia hay entre
"difícil" y "complicado" en política?

R: Quizás la mejor forma de ilustrarlo es con ejemplos concretos.


Pero en principio y por regla general, lo "difícil" hace referencia a
limitaciones de conocimiento, incertidumbres, esfuerzos necesarios,
y esa clase de componentes. Levantar una bolsa de ochenta kilos de
peso es difícil. (Por lo menos sería difícil para mí). Pero nadie me
puede decir que eso es complicado. Tomar una decisión cuando hay
múltiples alternativas es algo difícil, especialmente cuando el
resultado de esas alternativas no es perfectamente previsible. Pero
no es demasiado complicado ya que bastará con optar por alguna de
esas alternativas disponibles y ejecutarla.
Por el contrario, lo complicado o lo complejo generalmente tiene que
ver con la estructura misma del problema a resolver; especialmente
cuando ese problema aparece dentro de un sistema que ya de por sí
es complejo. Por ejemplo, hay muchos casos, especialmente en
política, en dónde hay que contar con lo que se llama "el efecto
dominó"; es decir: casos en que al tocar un elemento se produce una
cascada de consecuencias que influyen sobre muchas componentes
de un sistema porque resulta ser que todas esas componentes están

177
interrelacionadas de alguna manera. Esos casos son intrínsecamente
complejos.
Decidir la explotación de una fuente de energía como, dado el caso,
un yacimiento petrolífero no es algo demasiado complicado. La
tecnología está disponible, las normas y procedimientos figuran en
manuales, los métodos para lograr el objetivo son conocidos, la gente
que trabaja en la industria petrolífera sabe lo que tiene que hacer.
Obviamente son muchas las muchas cosas que hay para hacer y,
pongo por caso, las condiciones geológicas del yacimiento pueden
presentar serias dificultades. Perforar, perfilar y explotar un pozo de
petróleo no es, por cierto, soplar y hacer botellas y hay aspectos que
seguramente resultarán más – o menos – difíciles de manejar. En
esencia, sin embargo, no se trata de algo que podríamos llamar
"complicado".
Pero toque usted, por ejemplo, la estructura monetaria de una
economía y toda la enormemente compleja actividad económica del
país entero se verá afectada; desde las actividades industriales,
pasando por las financieras, hasta incluso la vida de la señora que va
a hacer las compras a la carnicería. Y más le valdrá tener muy en
cuenta todas esas ramificaciones porque, como dicen mis amigos
economistas, se pueden hacer muchas cosas en economía, menos
evitar las consecuencias.
Resumiendo: lo "difícil" tiene que ver básicamente con nuestras
posibilidades y disponibilidades para resolver un problema. Lo
"complejo" tiene que ver principalmente con la complejidad
estructural del sistema o sub-sistema en el cual surgió el problema a
resolver.
Por último: tampoco es cuestión de volverse hiper-puntilloso con
estos términos. En el lenguaje corriente muchas veces los empleamos
de un modo bastante libre y no por eso sufre la claridad de lo que
decimos. No obstante, creo que conviene marcar la diferencia allí en
donde es necesario.

178
P: ¿Como fomentaríamos un orgullo nacional? ¿Qué
consideraríamos un argentino? Y de ser así, si alguien "queda
afuera", ¿cómo se manejaría el mismo?

R: Hay una respuesta a su primera pregunta que es simple, aunque


es una tautología: los miembros de una nación están orgullosos de
ella cuando pueden hacer referencia a logros nacionales de los cuales
se sienten orgullosos. Contrario sensu, nadie se siente orgulloso de
una nación que solo navega de fracaso en fracaso.
A esto se agrega, por supuesto, una conciencia de identidad y un
espíritu de cuerpo; la primera nacida de una diferenciación
afirmativa frente al resto del mundo y lo segundo basado en la
certeza de compartir un destino común. Hay que admitir que estos
dos factores son de difícil análisis ya que en gran parte obedecen a
procesos inconscientes y emocionales. Ésta es otra de las múltiples
dimensiones de la psicología social y solo un estudio a fondo de la
psique colectiva nos puede aproximar a una respuesta. Respuesta
que, en mi opinión, no será del todo definitiva porque creo que
todavía nos falta mucho por aprender en materia de psicología
social. De modo y manera que, en realidad, éste es un campo abierto
a una investigación que no está para nada cerrada.
No obstante, para no dar la impresión de querer huir de la pregunta,
me animaría a tirar algunas ideas sobre la mesa. Una de las cosas
que mejor caracterizan a un pueblo y que más lo diferencian en lo
universal es su producción cultural. Hablando de la Argentina, tome
usted, por ejemplo, tan sólo el tango y el folklore para no echar mano
a elementos más sutiles. Últimamente parecería ser que los turistas
extranjeros están más entusiasmados por el tango que los propios
argentinos. No tiene ningún sentido que los argentinos descuiden
una expresión cultural que los caracteriza y los prestigia. Sin
embargo es lo que ocurre. Y lo mismo sucede con el folklore que ha
tenido éxitos resonantes en el extranjero y que en la Argentina está
relegado a un papel completamente secundario. Algo similar
podríamos decir del deporte y en este sentido – ¡por supuesto! – el
fútbol es la gran excepción.
Lo que sucede es que no se están difundiendo ni explotando
adecuadamente todas estas posibilidades. Investigando tan solo un

179
poco se encuentran muchas cosas que caracterizan y diferencian a la
Argentina: su música, su deporte, sus comidas típicas, sus paisajes,
su literatura, su Historia, su pueblo mismo que incluye desde los
collas del Norte, pasa por los gauchos de la pampa, hasta los
pobladores de la Patagonia. Con tan solo un poco de creatividad y
cariño por lo propio los argentinos tendrían un enorme filón para
explotar y valorar. Ni hablemos del éxito turístico que eso tendría
con los consiguientes beneficios económicos.
El segundo factor, el espíritu de cuerpo, ya tiene que ver más con lo
propiamente político y con lo cultural. Muchos pueblos hoy en día
simplemente no tienen conciencia de constituir una unidad de
destino. Muchísimos factores han contribuido a esto; entre ellos y no
en escasa medida, un universalismo exagerado, un igualitarismo
dogmático, el "multiculturalismo" que no es sino una relativización
sistemática de las diferentes cosmovisiones y etnoculturas con sus
respectivos valores, un desprecio por las tradiciones, la negación
materialista de lo sagrado… en fin, la lista es larga. Todo eso ha
debilitado en enorme medida lo que podríamos llamar la "conciencia
nacional"; es decir: la conciencia plena de compartir un destino
común. Luchar contra esos fenómenos proponiendo y difundiendo
valores culturales adecuados contribuiría, sin duda, a fortalecer esa
conciencia.
Además, también hay que tener en claro otra cosa: los países de
América son muy jóvenes históricamente hablando. Si hablamos de
la Argentina, aun hoy en día no es nada difícil encontrar hijos de
inmigrantes o nietos de inmigrantes constituyendo un gran e
importante sector de la llamada clase media. Y biznietos de
inmigrantes hay a montones en todos los estratos. Hay que tener
presente que, biopolíticamente, estamos hablando de las últimas tres
o cuatro generaciones en un país que, entre una cosa y otra, tiene
apenas poco más de 200 años de Historia en total. Desde 1777 en que
se funda el Virreinato del Río de la Plata hasta nuestros días
contabilizamos 237 años. En números redondos eso nos da apenas
nueve generaciones en total desde la época virreinal. Diez como
mucho.
En comparación, los orígenes de Francia se remontan al Siglo V.
Rusia puede rastrearse hasta el Siglo X o XI, con el Rus de Kiev que

180
hace unos 800 años atrás llegó a ser el principado más grande de
Europa y uno de los más prósperos. Para no hablar de China que
puede remontar su Historia por lo menos hasta la dinastía Shang
(Siglo XVII AC) con lo que los chinos cuentan con por lo menos
3.600 años de existencia como comunidad política. Los países de
América – los norteamericanos incluidos – tienen todavía un largo
camino por recorrer. Son, todavía, países demasiado jóvenes.
Hablando en términos históricos comparativos apenas si están
empezando a salir de la infancia.
En cuanto a la última parte de su pregunta, los que "quedan afuera"
son todos aquellos que no están dispuestos a asumir la
responsabilidad por el destino de la nación. Y en este sentido lo que
hay que hacer es aplicar estrictamente lo que podríamos llamar el
"derecho del dueño de casa". Ser habitante de un país es una cosa;
ser ciudadano de una nación es otra muy diferente. La separación de
los conceptos de residente y ciudadano es fundamental para
superar los criterios del multiculturalismo que ha fracasado
rotundamente en todas partes. En Alemania, por ejemplo, la propia
Angela Merkel admitió no hace tanto tiempo atrás que el
multiculturalismo había "fracasado, fracasado absolutamente". [11]
Residente puede ser cualquier persona honrada que realiza una tarea
productiva. Ciudadano puede ser solamente quien está
comprometido con el destino de la nación. Y los que establecen las
reglas de convivencia como "dueños de casa", son los ciudadanos.
Los residentes deberán ajustarse a esas reglas o buscarse otro lugar
para residir.

P: Argentina siempre ha sido criticada por ser una mala copia de


Europa, a lo cual a mi entender es porque el país nunca desarrolló
totalmente una identidad propia. ¿No será hora de tener una

11 Ángela Merkel, Octubre 2010: "La iniciativa del multiculturalismo ha fracasado, ha fracasado
absolutamente". Cf. Der Spiegel 16/10/2010:
http://www.spiegel.de/politik/deutschland/integration-merkel-erklaert-multikulti-fuer-
gescheitert-a-723532.html - (Consultado el 31/01/2014)

181
identidad propia, ni europea ni "latina", sino meramente
argentina?

R: Al respecto comentaría varias cosas. Argentina no es una mala


copia de Europa. Durante muchos años fue una muy buena copia de
muchas cosas malas de Europa, lo cual no es exactamente lo mismo.
No se trata de que Europa es buena y Argentina copió mal. Europa
ha tenido y sigue teniendo muchos aspectos negativos como lo
demuestran sus múltiples guerras y conflictos. El continente europeo
ha sido, sin discusión posible alguna, la cuna de la cultura de
Occidente e hizo un aporte monumental a todas las artes, a la
ciencia, a la filosofía y a cuantas actividades humanas
trascendentales podamos citar. Pero eso no significa que careció de
defectos, de ideas equivocadas, de chauvinismos suicidas, de utopías
fantasiosas y de errores garrafales. No todo lo que brilló en Europa
fue oro.
Por otra parte, Argentina, al igual que todos los demás países de la
región, desarrolló la identidad que pudo desarrollar dado el origen
de su población y de los años que tuvo a su disposición. Me remito a
la respuesta anterior. Un país de muy fuerte demografía inmigratoria
con solo diez generaciones en su haber es demasiado joven todavía
para poder hablar de una identidad nacional firmemente arraigada y
estable. Éste es un dato objetivo que no debería ser pasado por alto.
La identidad de un pueblo no se establece ni por decreto ni por
ideología política. Es algo que se va construyendo con la Historia y la
experiencia, con las vivencias comunes que surgen de un destino
compartido. No se puede forzar la marcha artificialmente en estos
procesos.
Todo lo cual, por supuesto, no significa que no se puede apoyar y
fomentar la cristalización y la manifestación de una personalidad
cultural propia. Ése sí es un objetivo que una buena política cultural
puede contribuir – y mucho – a lograr.

P: ¿Cual es para usted la identidad argentina? De no saberlo ¿cuál


debería ser?

182
R: Creo que la pregunta está contestada en buena medida en las
respuestas anteriores. Una "identidad" es algo diferenciador. La
identidad de un pueblo es algo que lo diferencia de los demás. Es a
los pueblos lo que la personalidad es a los individuos.
No le puedo decir cuál debería ser esa identidad. Es más: sería
completamente inútil. Así como a una persona no la puedo obligar a
tener la personalidad que a mí me gustaría que tenga – y hasta
habría que ver si esa personalidad que a mí me gusta le haría algún
bien en absoluto – del mismo modo no se le puede imponer una
identidad determinada a todo un pueblo solamente porque desde
cierto punto de vista – válido, o no – nos gustaría que la tuviera.
La identidad de un pueblo es un factor etnocultural que se construye
a lo largo de la Historia mediante un proceso natural. La política, en
todo caso, puede ir guiando y conduciendo ese proceso dentro de
ciertos límites. Pero es todo lo que puede hacer. Las decisiones
políticas no pueden forzar a la naturaleza humana a acelerar o
establecer un proceso que se rige por leyes naturales. Incluso le diría
que, en mi opinión, no sería nada aconsejable intentarlo. Rara vez
sale algo bueno cuando la política se mete en la cocina de Madre
Natura.

P: ¿Qué papel jugaría la "religión" en esto? Hoy el catolicismo está


muerto... Y la historia nos ha enseñado que nada vuelve a resurgir.
Sin embargo movimientos como el "New Age" están tomando
mucho poder, ¿no sería adecuado tomarlo, tal como hizo Roma y
crear una religión acorde a Argentina? Que al fin y al cabo eso son
las mitologías de cada pueblo justamente...

R: Me temo que aquí debo discrepar, con todo respeto.


Por de pronto, no creo que el catolicismo esté muerto. Mucho menos
creo que podamos hablar de la muerte del cristianismo en general.
La Iglesia Católica, sin duda alguna, estuvo atravesando durante por
lo menos el último medio siglo un período de aguda crisis. Eso es
evidente. Pero de allí a suponer que, luego de prácticamente 2000
años de existencia, el catolicismo está agotado creo que hay un buen
trecho para debatir. No costaría demasiado argumentar en sentido

183
contrario diciendo que la Iglesia es la única institución que queda en
Occidente basada sobre sus fundamentos iniciales. Que esté con
problemas para mantenerse sobre esos fundamentos es una cosa,
pero que se esté derrumbando me parecería que es exagerar la
importancia de fenómenos puntuales que son reales – no se me
ocurriría negarlo – pero que pueden ser superados con las
herramientas y la experiencia que tiene una institución dos veces
milenaria.
Por otra parte, aunque como argumento admito que es débil, no deja
de ser cierto tampoco que ésta no es la primera vez que la Iglesia
padece una crisis. Ha tenido varias a lo largo de su trayectoria y,
hasta ahora al menos, siempre consiguió superar todas las herejías
que ha tenido que enfrentar. Hilaire Beloc tiene un libro muy
interesante dedicado justamente a este tema.
En cuanto a movimientos como el New Age, así como la expansión
de algunas sectas protestantes, religiones sustitutas y espiritualismos
varios, yo no les otorgaría una magnitud excesiva de poder. Por de
pronto y tomando por ejemplo a la Argentina como referencia, creo
que ninguna de ellas lograría reunir ni la mitad de la gente que
consigue movilizar la Iglesia con una simple peregrinación a la
basílica de Luján. Ni hablemos de organizar y llevar a cabo una
jornada con más de 3 millones de jóvenes de más de 175 países como
la de Río de Janeiro que tuvo lugar no hace mucho, entre el 23 y el
28 de julio de 2013. No es por nada, pero creo que más de un político
y más de un pastor de la "iglesia electrónica" se puso verde de
envidia ante semejante poder de convocatoria, movilización y
organización.
Lo que sucede es que las congregaciones no-católicas de distinto
origen y tendencia están montadas sobre dos fenómenos. Por un
lado, es cierto que la Iglesia descuidó en los últimos años su acción
pastoral y el vacío fue ocupado por estas organizaciones y
movimientos. Por el otro lado, muchas veces la feligresía de estas
congregaciones no se aglutina tanto por motivos estrictamente
religiosos como por cuestiones socioeconómicas (en los estratos
económicos bajos de la sociedad) y por cuestiones intelectual-
culturales (en los estratos económicos medios y altos de la sociedad).

184
Los motivos reales por los cuales la Iglesia Católica está debilitada en
su influencia secular y cultural son múltiples y complejos. Hay, es
cierto, una crisis de vocaciones sacerdotales en la Iglesia que
disminuyó la cantidad (y hasta la calidad) de los sacerdotes cuyo
número no alcanza a cubrir satisfactoriamente todas las parroquias.
También es cierto que la Iglesia Católica sufre de una dificultad
comunicacional: muchas veces sus mensajes son directamente
crípticos para una sociedad cuyos miembros poseen un nivel cultural
tan bajo que hasta la comprensión de textos presenta serias
dificultades en los exámenes de ingreso a la universidad. No menos
cierto es que durante los años '70 del siglo pasado buena parte de la
Iglesia viró hacia una posición más política que religiosa y, para
colmo, hacia tendencias políticas fuertemente desviadas de la
doctrina tradicional del catolicismo. Esto ha generado tensiones y
divergencias en el seno de la Iglesia que todavía subsisten. Y, por
último, tampoco hay que negar que la disciplina interna de la Iglesia
se resintió – y mucho – durante los últimos 50 años, lo que dio lugar
a comportamientos absolutamente inaceptables por parte de algunas
de sus autoridades y varios de sus representantes.
Todos estos son problemas reales. No son fáciles de resolver ni se
solucionan de la noche a la mañana. Pero no son insolubles para una
institución con más de dos milenios de experiencia. Restablecer la
disciplina interna, hallar el punto de equilibrio entre tradición y
modernidad, recuperar vocaciones, y elaborar un mensaje claro y
comprensible por todos no es una tarea imposible para personas que
cuentan con la formación y los medios para hacerlo. Por todo eso y
muchas cosas más que sería realmente largo desarrollar ya que
tendríamos que entrar en el terreno propiamente religioso, yo no
creo que el catolicismo esté "muerto". La Iglesia está golpeada por
sus propios errores pasados y su mensaje se ha debilitado – no en
última instancia también por un ateísmo materialista militante que
predomina en casi todo el espacio cultural. Pero honestamente creo
que estamos lejos de su funeral.
Por otra parte, la Roma Antigua no creó – propiamente hablando –
una religión. Roma, al igual que Grecia, expresó la religiosidad de su
pueblo a través de una mitología ajustada a las características

185
etnoculturales de ese pueblo. Religión y religiosidad son dos
fenómenos distintos. Tampoco una religión equivale a una mitología.
Vayamos por partes.
La religiosidad es un fenómeno inherente a la condición humana.
Algunos han querido explicarla relacionándolo con la ignorancia.
Según este intento de explicación, la religiosidad sería la tendencia a
explicar "mágicamente" aquellos aspectos de la realidad que
simplemente no conocemos o no conseguimos comprender.
Algo puede haber de cierto en eso aunque, en mi modesta opinión, se
trata solamente de una aproximación parcial. Y es una explicación
parcial porque de lo que se trata en realidad es de las limitaciones de
la razón humana. Sucede que la razón humana tiene sus límites. No
todo es racionalmente explicable y hasta podría llegar a afirmarse
que, para que todo fuese abarcable por la razón, el cosmos mismo
debería ser racional – es decir: conforme a la estructura de la razón
humana – y no tenemos ninguna garantía de que lo sea. Por
consiguiente, hay fenómenos que se hallan más allá de la razón
humana y allá en dónde esta razón choca contra sus límites comienza
un amplio espacio que solo resulta accesible por lo que llamamos la
fe.
Lo que pasa es que esta fe puede expresarse de muchas y muy
diferentes maneras. Una de ellas es la mitología que no es sino un
relato de como ciertos seres humanos se imaginaron el mundo
más allá de la razón. Básicamente, una mitología es una construcción
artística; o por lo menos más artística que religiosa en muchos
casos. Lo que hoy conocemos por "mitología griega", por ejemplo, no
es sino la síntesis de toda una serie de cuentos, relatados por
Homero, Hesíodo, Píndaro, Esquilo, Sófocles, Heródoto y todo un
ejército de literatos y poetas. Y la mitología romana no es sino esta
misma mitología con los agregados, modificaciones y
transmutaciones efectuadas por Ovidio, Séneca, Virgilio y otra vez
toda una hueste de autores y poetas.
La característica esencial de esta mitología reside en que es de
construcción libre: mientras sea lo suficientemente atractiva como
para ser aceptada por el pueblo al que va dirigida, el artista es libre
de imaginarse el Olimpo como más le plazca. Puede inventar

186
personajes, aventuras de dioses y semidioses, hechos,
acontecimientos y hasta milagros. El punto esencial es que, en lo
mitológico, no hay ningún compromiso con la verdad. Zeus, Odín,
Wotan, Júpiter y todos ellos son personajes simbólicos y nadie
pretendió jamás que fuesen reales. Son símbolos a través de los
cuales se canaliza la fe humana en lo trascendente.
Las religiones son algo muy diferente. Mientras las teogonías
mitológicas son de construcción libre, las teogonías religiosas hacen
referencia a un Dios Creador del universo que se manifiesta a los
seres humanos, siendo que estas manifestaciones constituyen una
verdad revelada. Ya no se trata – al menos en principio – de un
relato construido por poetas sino de una verdad independiente de
quien la expone. Por supuesto que después, la persona concreta
puede tener – o no – fe en la exposición; puede "creer" – o no – en el
testimonio de quien predica que existe realmente un Creador del
universo que se ha revelado a los seres humanos. Para eso el ser
humano tiene su libre albedrío, su razón, su intelecto y su propia y
particular necesidad de tener fe. Pero, en lo esencial, una religión
tiene – o afirma tener – un nexo explícito con la verdad
trascendente que, en buena medida, se ubica más allá de lo racional.
Con lo cual la creación de una mitología o una religión, en el
sentido de "fabricarla" exprofeso, choca contra muy serias
dificultades. Una mitología tiene que saber hablarle a lo más
profundo del inconsciente colectivo mientras que una religión,
además de eso, tiene que establecer un nexo verdadero entre los
seres humanos y el Creador del universo.
En otras palabras: una mitología requiere poetas y una religión
requiere profetas. Y ninguna de estas dos profesiones puede ser
desempeñada por políticos, por más buenos que estos políticos sean.

Respecto de los antecedentes


P: Más allá de las presiones externas y las traiciones internas,
¿cuáles podrían haber sido otras causas de un tan rápido
desmembramiento luego de sucedido el magnicidio? ¿Cómo y por

187
qué se permitió un retroceso tan atroz? ¿Falló también el tráfico de
influencias (en el buen sentido del término), el apoyo de sectores de
acción, la estructura ideológica, el espionaje de las grietas críticas
en el sistema?

R: Hay varios factores que contribuyen a explicar el rápido


derrumbe de lo construido por el General. De ellos, subrayaría dos
principales: el factor tiempo y el factor secuencia.
Una revolución no se justifica por las falencias del régimen o sistema
al que suplanta. Se justifica en última instancia por los logros que
consigue conquistar. Y, para alcanzar y consolidar esos logros,
necesita tiempo. Todas las revoluciones que han perdurado crearon
lo que a veces se ha dado en llamar una escuela o corriente de
pensamiento. Es un concepto algo difícil de definir pero su existencia
es el indicativo de que los criterios revolucionarios han echado raíces
en el pensamiento político y cultural de una época.
Sucede sin embargo que, lamentablemente, este "echar raíces" tiene
su proceso y este proceso requiere su tiempo. Un tiempo que, por
supuesto, depende mucho de las condiciones históricas,
etnoculturales, coyunturales y políticas del organismo político
concreto del que se trate. Como Usted recordará, el General fue
eliminado de la escena política al quinto año de su gestión. Cinco
años es un tiempo absolutamente insuficiente para que un criterio
revolucionario arraigue en la vida política de un país.
El otro factor es el de la secuencia. Al respecto existen dos estrategias
que los marxistas han analizado y discutido bastante a fondo. La
primera, propuesta entre otros por Lenin, consiste en conquistar el
poder político para transformar desde el Estado a la sociedad civil.
La otra estrategia, propuesta por Gramsci, propone exactamente lo
contrario: conquistar culturalmente a la sociedad civil para, a partir
de ella, acceder al Estado y transformarlo. Esquemáticamente esto se
ha expresado diciendo que, o bien la revolución política precede a la
revolución cultural, o bien la revolución cultural precede a la
revolución política.
Los antecedentes históricos, al menos en la gran mayoría de los casos
de revoluciones exitosas, le dan la razón más a Gramsci que a Lenin.

188
La enorme mayoría de las grandes revoluciones políticas estuvo
precedida por un gran cambio cultural previo. El Iluminismo y la
Enciclopedia precedieron en casi un siglo a la Revolución Francesa.
Marx y el materialismo dialéctico precedieron en por lo menos
medio siglo a la Revolución Bolchevique y el socialismo como idea es
muy anterior incluso a Marx. Las ideas de Sorel, Houston Stewart
Chamberlain, Gobineau, Moeller van den Bruck y muchísimos otros
precedieron a las revoluciones fascistas y nacionalsocialistas. El
mismo cristianismo precedió en varios siglos a las monarquías
medievales. La regla general que enseña la Historia es que una
revolución política necesita un sustrato cultural sobre el cual
afirmarse. El General simplemente careció de ese sustrato cultural y
cinco años no fueron tiempo suficiente como para construirlo desde
el poder.

P: ¿Por qué el General tuvo que morir?

R: En realidad, esa pregunta habría que hacérsela a quienes lo


asesinaron. Pero en todo caso, una verdadera revolución no es un
paseo por el parque. Cuando alguien toca intereses muy poderosos,
la respuesta de los muy poderosos no se limita a protestas verbales.
Como ya lo mencioné en una respuesta anterior, los norteamericanos
llevan asesinados a nada menos que cuatro presidentes. En la
verdadera política, el "jugarse la vida" no es meramente una frase
retórica.

P: ¿Sabiendo que era muy factible que algún "accidente " le


ocurriera, no tendría que haber tenido un plan o estrategia de
defensa para evitar que esto pasara?

R: Definitivamente tendría que haberlo tenido y, de hecho, lo tuvo.


Pero no existen estrategias ni planes perfectos. La gran desventaja en
esto es que los asesinos políticos siempre tienen la iniciativa. Son
ellos los que eligen el momento, los medios y el lugar. Ningún
político puede prever hasta el más mínimo detalle los movimientos y
las acciones de sus enemigos.

189
P: ¿En estos casos no debería uno dejar o tener un segundo,
totalmente capacitado e incluso mejor para que quede al mando y
así seguir con el plan establecido?

R: Debería, por supuesto. La gran cuestión está en que esto sea


realmente posible. Tiene que existir la persona adecuada en primer
lugar. Y tiene que existir, además, una estructura fuerte, muy ágil y
de reacción muy rápida para dominar efectivamente la situación en
las primeras 24 horas. Algo muy difícil de lograr en tan solo 5 años.

P: ¿No sería necesario tener gente bien preparada en cada sector


más cercano al líder? Cosa que si el líder muere alguien pueda
rápidamente ocupar su lugar.

R: Es necesario, por supuesto. Lo que sucede es que, o bien estos


equipos se forman y se consolidan en la etapa anterior a la toma del
poder, o bien lo hacen después. En cualquiera de los dos casos el
proceso lleva su tiempo. Hay que reclutar a la gente adecuada, hay
que constituir los equipos, éstos se tienen que interiorizar bien de la
estrategia y de la planificación, tienen que consolidarse demostrando
su capacidad y, por último, las jerarquías de sucesión tienen que
estar claramente establecidas y firmemente aceptadas.

P: ¿Cual es la intención, de ficción o dar realismo? Porque te pone


en el rol.

R: No estoy muy seguro de entender bien la pregunta y ruego me


disculpe por eso. La intención de los documentos publicados, en todo
caso, fue la de presentar un escenario como los que se utilizan en
planeamiento estratégico por escenarios para estimular la
elaboración de propuestas y alternativas.

190
P: ¿Nos prepara para un posible escenario político argentino? Y en
ese caso ¿nos da herramientas de las experiencias pasadas para
dar una nueva forma de sistema que se abre a uno nuevo aun no
contemplado por la concepción humana?

R: No sólo a un posible escenario argentino sino a uno que, salvando


distancias y diferencias, puede ser aplicado a la gran mayoría de los
países de la región. Incluso a países de otras regiones de similares
características básicas.
Con todo, el escenario – como todo escenario – es solo un punto de
partida con varias indicaciones básicas. A partir de ellas es necesario
seguir elaborando. De ese desarrollo bien puede surgir un modelo de
sistema o régimen aun no contemplado en las ciencias políticas. En
gran medida esto depende de los desarrolladores.
En lo que a mí personalmente respecta, pienso que sería realmente
muy bueno que así ocurriera. Es lo que este siglo está necesitando.

P: Si es que la resistencia logra tomar el poder, ¿cómo lo haría y


cómo evitaría una nueva caída?

R: Su pregunta es excelente y toca un tema crucial pero, por


desgracia, no tiene una respuesta categórica. Por de pronto no hay
una manera óptima de acceder al poder desvinculada de las
circunstancias. Los accesos al poder de los movimientos políticos
han sido y siguen siendo muy variados. Algunos accedieron al poder
a través de las vías legales del propio sistema. Otros aprovecharon
una gran crisis. Otros directamente contribuyeron a crear – o al
menos a profundizar – la crisis que los condujo al poder. Otros
fueron impuestos por potencias extranjeras conquistadoras. Muchos
aprovecharon una constelación de todos estos y otros factores. En
fin, las alternativas son muchas y todas ellas dependen de las
circunstancias y de la realidad objetiva. Está en el político evaluar la
situación y aprovechar de ella la mayor cantidad posible de
oportunidades que se presentan. No existe un Manual sobre el
método infalible de acceder al poder.

191
Y lo mismo sucede en cierta medida con las posibilidades de
conservarlo. Sin embargo, mientras más logros concretos se
obtengan, mientras más problemas reciban una solución
satisfactoria, mientras mayor sea el consenso generado, mientras
más sólida y auténtica sea la autoridad real de quienes gobiernan,
mientras más poder de defensa se consiga construir, tanto más difícil
le será a la oposición el reunir la masa crítica necesaria para
provocar un derrocamiento.
En este tipo de cosas siempre comparo la política con el ajedrez. No
hay reglas infalibles para ganar, aunque más no sea porque uno no
puede prever exacta y perfectamente lo que hará el adversario. Pero
se puede jugar bien y, por supuesto, se puede jugar mal. Lo cual no
significa que jugando bien uno tiene la garantía de ganar ya que el
otro siempre puede jugar mejor. Pero hay que tener mucha,
muchísima, suerte para ganar jugando mal.

P: ¿No hubiese sido necesario crear una guardia personal para


cuidar la integridad física del líder? ¿Sería mala imagen que el
general tenga una guardia militarizada para cuidarlo,
independientemente de que es por la noble causa de la soberanía
nacional?

R: La enorme mayoría de grandes estadistas que registra la Historia


han tenido lo que en términos generales se conoce como "La
Guardia". Los emperadores romanos contaban con la Guardia
Pretoriana. Las Guardias Imperiales aparecen en muchos Estados
europeos y extra-europeos. El mundo español conoció, por ejemplo,
las Guardias de Castilla, la Guardia Real y varias otras. El Vaticano
cuenta con los Guardias Suizos. Los presidentes actuales cuentan con
un cuerpo especial que garantiza su seguridad. En los EE.UU. esta
función la cumple el Secret Service creado en 1865. En la Argentina
lo cumple el Regimiento de Granaderos a Caballo fundado por San
Martín. En Brasil está a cargo del Batalhão da Guarda Presidencial.
En fin, los ejemplos son múltiples y la respuesta a su segunda
pregunta es: no. No es mala imagen que un Jefe de Estado tenga una

192
guardia personal. De hecho, no es ninguna exageración decir que
todos los Jefes de Estado la tienen.
La gran cuestión estriba en la efectividad real de La Guardia. Ni el
Secret Service norteamericano, con toda su tecnología y servicios de
inteligencia, evitó que se asesinara a Kennedy y por lo menos a tres
presidentes anteriores a él. La Leibstandarte no consiguió evitar el
atentado del 20 de Julio de 1944 que bien podría haberle costado la
vida a Hitler. La seguridad israelí no evitó el asesinato de Yitzhak
Rabin. La Guardia Suiza no evitó el atentado de Mehmet Ali Agca
que solo por milagro no le costó la vida a Juan Pablo II. En fin, la
lista de magnicidios consumados y fracasados por muy poco es larga.
La Guardia es necesaria. Pero no es una garantía infalible contra el
destino y contra las intenciones de un enemigo dispuesto hasta a
asesinar para lograr sus propósitos.

Defensa Nacional
P: ¿Poseer un arma nuclear no es un requisito necesario para
poder asegurarse de no ser pisoteado y patoteado por las potencias
extranjeras? ¿No querría el general unos cuantos misiles nucleares
como cerezas del postre revolucionario?

R: No. El arma nuclear no es un requisito necesario. Vietnam, por


ejemplo, es la prueba de que, dadas ciertas condiciones, las armas
nucleares no le evitan a una gran potencia una derrota en todos los
frentes. La guerra nuclear constituye una cuestión sobre cuyas
características subsiste una gran discusión hasta el día de hoy.
Por de pronto, es un arma que fue utilizada militarmente una sola
vez en toda la Historia: en Agosto de 1945 sobre Nagasaki y
Hiroshima. Después de ese bombardeo llevado a cabo por los
EE.UU. contra Japón, en los 69 años subsiguientes, (vale decir: más
de medio siglo largo) nunca más se realizó un bombardeo atómico
por parte de ninguna potencia en ningún escenario bélico. Ése es un
dato.

193
El segundo dato es que las armas nucleares sirven solamente como
armas ofensivas. Y no solo eso, sino que sirven como armas ofensivas
de largo alcance. El enemigo sobre el que se lanza un misil nuclear
tiene que estar lejos de la tropa propia y de la población propia. De
otro modo el emplearlo equivale a un suicidio casi garantizado. Ése
es, por ejemplo, uno de los problemas tácticos que tiene Israel en el
Medio Oriente: no puede utilizar su arsenal nuclear contra los
palestinos porque, de hacerlo, el riesgo de que la radiación afecte a la
propia población israelí es demasiado alto.
Por la misma razón estas armas no sirven como herramientas
defensivas. Si un país es invadido por un ejército extranjero, el país
agredido no puede emplear armas nucleares contra el invasor porque
se expondría a aniquilar al menos parte de su propia población. Y
viceversa: una vez que se ha invadido un país, en la mayoría de los
casos se vuelve problemático emplear armas nucleares por el riesgo
de afectar a la tropa propia.
Durante la Guerra Fría, todo el enorme arsenal nuclear de las dos
principales potencias terminó siendo dispuesto casi exclusivamente
con un criterio disuasorio. El concepto estratégico que se empleó en
ese momento se conoce por las siglas M.A.D., por Mutual Assured
Destruction = Destrucción Mutuamente Asegurada. (Y, nota al
margen: "mad" significa "loco" en inglés; "madness" es locura). La
idea detrás del concepto fue que, si una potencia lanzaba misiles
contra otra, la potencia agredida tenía tiempo suficiente como para
lanzar a su vez sus propios misiles contra el agresor. Con lo cual la
idea era: "si me destruyes, yo también te destruyo". La gran pregunta
es: ¿quién ganaría una guerra así? La respuesta es obvia: nadie. Sería
una guerra con solamente perdedores ya que ambos contendientes
quedarían destruidos.
El tercer dato es que, en vista de lo anterior, los militares
desarrollaron una estrategia diferente consistente en neutralizar los
misiles nucleares del enemigo antes de que lleguen al territorio
propio. Esta fue la idea que en su momento impulsó Reagan con lo
que se conoció como "La Guerra de las Galaxias" y se perfeccionó
más tarde con los sistemas ABM (por Anti Ballistic Misiles = Misiles
Antibalísticos) actuales cuya idea central es construir un "escudo" de
misiles que intercepte y destruya las armas nucleares enemigas

194
antes de que lleguen a destino. Pero estos "escudos" no tienen nada
que ver con la tecnología nuclear. Su columna vertebral está basada
en ingeniería electrónica y misilística con sistemas muy sofisticados
de detección, comando y control.
Se puede pensar, por supuesto, en armas nucleares con efectos más
reducidos (las llamadas "mini-bombas" o "bombas de bolsillo") pero,
en todo caso, el empleo de lo nuclear es por demás problemático.
Personalmente dudo de que, para un país que no es ya de por sí una
verdadera potencia militar, valga realmente la pena el enorme
esfuerzo material, humano y diplomático necesario para desarrollar
un arsenal nuclear. La experiencia iraní de estos últimos años indica
bastante a las claras que no es un camino fácilmente transitable y los
beneficios de intentarlo son, por lo menos, dudosos.

P: Teniendo en cuenta que para la doctrina geopolítica británica no


existe la paz, y la política es la continuación de la guerra por otros
medios, ¿no sería bueno mostrarle e informar de esto al pueblo
para explicarle que el país lleva siglos o décadas en guerra contra
un país que lo quiere doblegar mediante tratados económicos,
cipayismo y demás armas políticas viles? ¿Hacer entrar al pueblo
en clima de guerra como hace Irán o Venezuela, demonizando al
enemigo (que dicho sea de paso no dista mucho del demonio)?

R: Mi primer comentario a la pregunta sería: no haga entrar un


pueblo en clima de guerra si no está realmente dispuesto a declararla
y librarla hasta las últimas consecuencias.
Decidir una guerra es una de las decisiones más difíciles y delicadas
que se le pueden plantear a un político. Y lo es por una cuestión muy
simple: en la guerra la gente muere. Más hoy en día en donde la
guerra se ha convertido en una verdadera carnicería tecnológica casi
impersonal en la que de lo que se trata es de matar la mayor cantidad
de personas en la menor cantidad de tiempo. La guerra
contemporánea ya no tiene nada de heroico. Solo en las películas
aparece como algo épico y glorioso. Y esas películas no tienen nada
que ver con la realidad. Pregúntele a cualquier auténtico veterano de
cualquier verdadera guerra de los últimos tiempos.

195
En cuanto a los ejemplos de Venezuela o Irán, yo le sugeriría esperar
un poco a ver el final de la historia. Creo que habrá unas cuantas
lecciones a aprender de estos casos concretos. Irán – al menos en
cuanto a su programa nuclear – parece haberse dado cuenta de que
se equivocó de estrategia. Ha maniobrado con muchísima habilidad;
su diplomacia ha sido poco menos que excelente (y allí hay muchas
lecciones para aprender) pero, así y todo, lo concreto es que, en el
camino emprendido para convertir a esa nación en potencia nuclear,
probablemente se calcularon mal – o se calcularon insuficientemente
– los riesgos involucrados.
En cuanto a Venezuela, insisto: esperemos a ver el final de la
historia. No creo que falte mucho para poder ver si el pueblo
venezolano en su conjunto ganó o perdió con la experiencia
bolivariana. Le adelanto mi humilde opinión: en política lo que
cuenta son los logros concretos. Los discursos, las intenciones, las
bravatas, los desplantes y las grandes declaraciones de principios no
pasan de ser retórica. Una retórica que a veces es necesaria y
conveniente. Pero la retórica nunca suplanta los resultados objetivos
que son los únicos que realmente cuentan al final del día.
Personalmente creo que, por ejemplo, los casos de Ecuador y Perú
pueden llegar a ser más interesantes que el de Venezuela. Analizados
con las precauciones del caso, por supuesto.
En lo que a Gran Bretaña se refiere, entiendo y comprendo que el
tema es muy sensible por el conflicto de Malvinas. Pero así y todo,
con el mayor de los respetos, yo sugeriría dejar de considerar a Gran
Bretaña desde la óptica del Siglo XIX. De hecho todavía me pregunto
cuál habría sido el desempeño real de los británicos en la guerra de
Malvinas si no hubieran contado con el apoyo de la maquinaria
militar norteamericana. Es algo que, por supuesto, se puede discutir
durante horas enteras – y también se puede debatir un rato largo la
concepción estratégica y táctica de la conducción militar argentina –
pero, en todo caso, Gran Bretaña ya no es un imperio. El que tenía lo
perdió después de la Segunda Guerra Mundial. Ése es un hecho
concreto.
El otro hecho concreto es que, si bien los ingleses poseen todavía
cuadros dirigentes que cuentan con la experiencia y la tradición
heredada de su época imperial (y creo que a eso apunta su pregunta),

196
el poder real de la política británica descansa sobre el mismo
sustrato que es el que le sirve de base al poder norteamericano. En
otras palabras: creo que hay que acostumbrarse a mirar detrás de lo
aparente. En un sistema capitalista como el que predomina hoy en el
mundo entero, el poder real está en manos de los dueños del dinero.
Y los dueños del dinero no son ni ingleses, ni norteamericanos, ni
rusos, ni chinos en lo esencial, aunque quizás y casualmente varios
de ellos tengan esas ciudadanías. Son simplemente plutócratas que
digitan la política internacional según sus propios intereses. Eso es lo
que yo sugeriría no perder de vista. De otro modo se corre el riesgo
cierto de equivocarse de enemigo.

P: ¿Qué papel juegan las fuerzas armadas en esto? Mientras se va


creando esta aristocracia, obviamente es necesario estar
preparados para lo peor, ya que no sólo se le arruinarán los
negocios a varios corruptos del país, sino se dará un ejemplo de un
sistema superior para toda Latinoamérica y el mundo, el cual le
arruinará para siempre los negocios a los "muchachos". Por ende
¿Cómo vamos preparando al país militarmente?

R: Muy buena pregunta. Lamentablemente no soy militar para darle


una respuesta técnica detallada, pero es obvio que una nación que ha
decidido recorrer un camino propio, diferente de lo que se admite
como "políticamente correcto", necesita una estructura de defensa
militar. Pensar que no es así sería pecar de una ingenuidad colosal.
Por otra parte, las dimensiones y características del aparato de
defensa de un país dependen de muchos factores. Condiciones
geográficas, demográficas, económicas y técnicas determinan en
buena medida la estructura militar posible y hasta deseable. Para dar
un ejemplo muy básico: países de escasa extensión con pocas
ciudades y con selvas y montañas casi impenetrables forzosamente
requerirán una estructura militar diferente a la de grandes países con
enormes centros urbanos y grandes llanuras. Lo mismo puede
decirse de países que disponen de tecnología de punta y países que se
hallan más rezagados desde el punto de vista tecnológico. Por último
también hay que medir bien la cantidad de esfuerzo económico que

197
una sociedad puede razonablemente invertir en su estructura
militar; porque obviamente no es muy aceptable invertir en
bayonetas cuando en un país falta comida y medicamentos, tanto
como para ponerlo en términos un poco extremos.
Personalmente me arriesgaría a apostar que las fuerzas militares del
futuro más adecuadas serán unidades de combate relativamente
reducidas, de despliegue rápido, de muy buen nivel de
entrenamiento, dotadas de altísima tecnología y armas sofisticadas
de fuerte poder destructivo respaldadas por una estructura de
inteligencia militar muy eficiente. Puede ser que me equivoque
porque, como ya he dicho, no soy un militar profesional. Pero es la
tendencia que observo y es también un poco la opinión de las
personas que he consultado.

P: Necesitamos en ese tiempo crear generaciones fuertes, por ende


¿fomentaríamos el servicio militar obligatorio? En este caso,
tapándolo con un servicio SOCIAL obligatorio.

R: Desde el punto de vista militar, el servicio militar obligatorio tuvo


su sentido cuando se trataba de poner rápidamente en pie de guerra
grandes ejércitos; es decir: fuerzas militares con una gran cantidad
de personas bajo armas. La guerra actual ya no presenta esa
tendencia. Cada vez cuesta más construir escenarios plausibles en los
que chocan fuerzas de cientos de miles y hasta millones de personas
como ha sucedido en el pasado.
Sucede, sin embargo, que el servicio militar obligatorio – sobre todo
en los países de escaso desarrollo económico y social – sirvió en su
momento también para otros fines más allá de los estrictamente
militares. Permitió realizar el relevamiento médico y sanitario de
gran parte de la juventud, constatar y dado el caso mejorar su nivel
de alfabetización, desarrollar y fortalecer sus aptitudes físicas,
eventualmente enseñar al menos los rudimentos de algún oficio,
brindar la oportunidad de conocer mejor el país propio, y varias
otras cosas más. Naturalmente, está abierto a debate si en el pasado
esto estuvo bien o mal organizado; si estuvo bien o mal conducido; si
realmente sirvió – o no – para estos objetivos en todos los casos. Lo

198
concreto de cualquier manera es que el servicio puede servir para
muchos objetivos, aparte y más allá de los estrictamente militares.
Con lo cual no creo que haya que "taparlo" necesariamente con una
denominación diferente. No se engañaría a nadie de todos modos.
En esencia de lo que se trata en mi opinión es de estructurar este
servicio racionalmente y organizarlo de tal manera que cumpla con
un objetivo útil tanto a la nación como a los jóvenes que participan
del mismo. Que no represente "un tiempo perdido" para los jóvenes.
Que les sea útil; que les sirva; que sea algo de lo cual valga la pena
participar. No creo que sea para nada imposible organizarlo de esa
manera.

P: ¿Como buscaríamos "amigos estratégicos" para que nos apoyen


en esto? ¿Qué requisitos deberían cumplir?

R: Diría que todos los países que se encuentran en la misma


situación de dependencia de las grandes potencias son, de por sí,
potenciales aliados naturales. Si existe, además, contigüidad
geográfica entre ellos como sucede en América Latina, existe por
añadidura la posibilidad concreta de construir bloques geopolíticos.
La construcción efectiva de estas alianzas estratégicas depende, no
obstante, en gran medida de la situación política interna de los
países involucrados. Gobiernos que buscan un camino de salida a su
actual estado de dependencia pueden ser aliados potenciales.
Gobiernos que renuncian a hacerlo o, lo que es peor todavía,
directamente diseñan estrategias de dependencia, difícilmente
puedan ser considerados "amigos estratégicos".
Con todo, hay advertencias para hacer. No hay que olvidar que a los
aliados uno los compra con beneficio de inventario. Al aceptar un
aliado, uno acepta también los enemigos de ese aliado e incluso se
hace cargo de los defectos que ese aliado puede llegar a tener. Es algo
a analizar y sopesar con cuidado. No tiene absolutamente nada que
ver con simpatías, antipatías, filias o fobias personales o filosóficas.

199
P: Si el sistema marcha a la perfección, seguramente otros países
latinoamericanos querrán implementarlo también... ¿Cómo se
manejaría esto? ¿Los sumaríamos a nosotros? Uruguay sobre
todo...

R: Me remito un poco a la respuesta anterior. El tejido de alianzas y


formación de bloques descansa básicamente sobre un sustrato de
objetivos e intereses compartidos. Si a eso se le puede agregar una
cosmovisión política también compartida, pues tanto mejor porque
ciertamente ayuda – y mucho – a cohesionar y solidificar las
relaciones.

Economía
P: El cambio político planteado, que es la reforma total del Estado
actual, siento que necesariamente debería ir acompañado de un
profundo cambio económico. ¿Veríamos algún cambio en la
estructura económica de la sociedad, o permanecería intacta?
¿Sino, cuáles serían esos cambios? (Los que me conocen y leyeron el
texto de la Depresión, saben que propongo algunas reformas muy
importantes que creo que son imprescindibles no solo para una
mejor vida, sino fundamentalmente para la supervivencia del
género humano en este mundo).

R: Dado el sistema económico actual, una profunda transformación


política que no traiga consigo también una profunda transformación
económica está, inevitablemente, condenada al fracaso. Los motivos
de esto son múltiples pero, tan solo para citar el más básico de ellos,
es completamente imposible sostener una estructura política
manteniendo, simultáneamente, una estructura económica que la
contradice.
Lo delicado está en la secuencia. Intentar grandes y profundas
reformas económicas sin haber adquirido antes un quantum de

200
poder político suficiente es, a su vez, una garantía de fracaso por lo
menos tan segura como el no intentar la reestructuración económica
en absoluto. En otras palabras: la posibilidad de realizar cambios
económicos en profundidad depende en un grado elevado de la
cantidad y calidad del poder político del que se dispone.
Eso por un lado. Por el otro lado la posibilidad depende también de
las circunstancias particulares del caso. En medio de una gran crisis
económico-social, por ejemplo, se hace bastante más factible
proponer cambios sustanciales en la economía ya que las personas
que padecen esa crisis se hallarán más predispuestas a aceptar los
riesgos inherentes a la propuesta. En situaciones de relativa
bonanza, por el contrario, el proyecto se hace sustancialmente más
difícil ya que la aversión general al riesgo se vuelve
proporcionalmente mucho mayor.
Además de ello, en lo que al mencionado quantum de poder se
refiere, es esencial tener en cuenta que no solo importa su magnitud
absoluta sino también su magnitud relativa. Influye mucho en la
selección y activación de objetivos tanto la magnitud de poder que se
posee dentro del organismo político (política interna) como la
magnitud de poder que se posee en relación con los demás poderes
políticos globales (política externa). Y esto es así porque, en el
mundo actual, los poderes económicos afectados pueden fácilmente
instrumentar y motorizar poderes políticos externos adversos con
efectos que después repercuten casi directamente sobre la economía
interna de un país.
Un político puede disponer de prácticamente la suma del poder
público en el orden interno y, sin embargo, continuar siendo un
operador muy débil en el orden internacional. Con ello queda
expuesto al riesgo de las represalias de quienes dominan el ámbito
internacional cuyos intereses seguramente se verán afectados por los
cambios profundos que se hagan en el orden interno. La política
externa, como extensión de la interna, tiene que estar en condiciones
de acompañar de un modo inteligente y eficaz el proceso.
No me atrevería a sugerir estrategias generales para estos cambios
necesarios. Son muchas las variables y su interacción es compleja.
Pero si tuviese que hacer una lista de problemas a resolver me

201
animaría a proponer (de un modo muy genérico y supeditado a las
condiciones objetivas de cada país) los siguientes tópicos básicos:
· Producción - Organización del trabajo y la producción.
Explotación intensiva y racional de los recursos humanos y
materiales disponibles.
· Moneda - Racionalidad y estabilidad monetaria
· Legislación - Previsibilidad y confiabilidad jurídica.
· Nivel tecnológico - Incorporación y desarrollo de tecnología de
última generación.
· Justicia social - Equitativa distribución de los beneficios.
· Comercio exterior - Balanza comercial positiva dentro de lo
posible, favoreciendo más la incorporación de tecnología productiva
que la incorporación de capitales puramente financieros.
· Independencia económica - Desacople del sistema financiero
internacional actual.
Por lo demás, y especialmente en lo que se refiere al aspecto
monetario del tema, me remitiría a los resultados de una mesa
redonda muy interesante que realizamos hacia fines de 2012 [12] con
tres economistas internacionales de primer nivel. A pesar del tiempo
transcurrido, creo que las conclusiones a las que arribamos en ese
momento siguen siendo válidas en lo esencial.

P: Veo en todo el texto que existe este concepto de reforma política.


Bien. Con miras a, pongámoslo así, des-plutocratizar la sociedad.
Esta perfecto que el Maestro le proponga al General que se reforme
y se refunde la república con una estructura diferente. Pero, en una
sociedad oligárquica de tipo plutocrático (como la que tenemos) las
instituciones democráticas no son el principal problema, la
principal fuerza en este tipo de sociedad son banqueros y
financieros por encima de cualquier otra institución (ni siquiera la

12 Ver la Segunda Parte

202
industria puede hacerle frente). Entonces me remonto al punto dos,
está perfecto que se quiera reformar el Estado, pero no veo como
eso va a acabar con el enorme problema de los banqueros y los
financieros que dominan la sociedad. ¿Se entiende? La reforma
política tiene que tener también una reforma económica a mi juicio.
Por ejemplo, algunas reformas muy fuertes como la
nacionalización de la banca y del crédito del Estado (para que
banqueros privados no controlen las finanzas nacionales) - eso sí
que los haría poner en jaque.

Me interesaría mucho conocer qué opina Usted al respecto.


Podemos reformar al Estado, está bien, pero los banqueros y los
financieros no se van a quedar de brazos cruzados para dejarle al
General hacerlo. Entonces, ¿por qué no realizar una fuerte y radical
reforma económica, para mermarlos y neutralizarlos antes de que
puedan ofrecer una resistencia organizada?

R: En primer lugar, ya están organizados para ofrecer una


resistencia tremendamente eficaz y, dada la tecnología electrónica de
la que actualmente dispone el sistema financiero internacional, a esa
resistencia la pueden instrumentar e implementar en cuestión de
días; quizás hasta en un par de horas. De hecho, les llevaría más
tiempo decidirla que implementarla. Por consiguiente, no es tanto
una cuestión de neutralizarlos antes de que puedan oponerse sino
de neutralizarlos a pesar de que seguramente se opondrán.
Estoy completamente de acuerdo en que las instituciones
democráticas no son el problema principal. Y también estoy de
acuerdo en que el principal problema proviene del poder financiero.
Pero precisemos: el principal problema no es el poder financiero en
sí sino la dependencia que el poder político tiene actualmente de ese
poder financiero. O bien, puesto en otras palabras, el principal
problema es el poder político que el poder financiero ejerce en
forma directa y en forma indirecta. Precisamente por eso es que
constituye una plutocracia. Porque consigue que las decisiones
políticas se tomen en función de las conveniencias y los intereses de
los dueños del dinero; porque logra impedir que se tomen decisiones
políticas contrarias a esas conveniencias e intereses; y en suma
porque consigue hacer que el dinero gobierne; aunque más no sea

203
como decisor de última instancia, facultad que, como sabemos, es el
atributo del decisor soberano. Ésa es justamente la esencia de la
definición del término "plutocracia": el gobierno de los dueños del
dinero. Las instituciones democráticas actuales no hacen más que
facilitar la implementación de esta relación de poder.
Entre otras cosas, por eso es que en mi respuesta anterior señalaba
que la secuencia y el cronograma de acción son algo bastante
delicado, dependiendo de las condiciones objetivas dadas. Y
agregaría aquí que hay que analizar bien esas condiciones y no
equivocarse en el diagnóstico minimizando los riesgos y exagerando
las oportunidades, o viceversa.
En medio de una gran crisis se pueden implementar con relativa
rapidez grandes y profundos cambios económicos con razonable
probabilidad de éxito. En medio de una hiperinflación con recesión,
millones de personas sin trabajo, la producción prácticamente
detenida, la cadena de pagos rota y el comercio internacional del país
paralizado no hay mucho que perder. Puesto que no hay mucho que
perder, la resistencia organizada de la plutocracia internacional
tampoco tiene demasiados puntos de aplicación para ejercer presión.
En un escenario así, el pueblo acompañará a un grupo humano
compacto, enérgico y capaz si este grupo tiene un plan estratégico
coherente y consigue comunicarlo con fuerza suficiente como para
lograr un consenso mínimo y obtiene, además, unos logros concretos
básicos iniciales.
Pero un escenario opuesto, de relativa normalidad – o incluso de
relativa bonanza – es completamente diferente. Allí los errores de
apreciación o de implementación se pagan con un desmejoramiento
de la situación que, aunque sea temporal, no solo socava el poder
real de los gobernantes sino que le brinda puntos de apoyo al
contraataque plutocrático. Y con un poder político mermado existe el
riesgo cierto de que las probabilidades de éxito de este contraataque
aumenten.
En un escenario así lo prioritario es consolidar y aumentar el poder
político propio para poder luego sentarse a la mesa de los banqueros
y los financistas y negociar desde una posición de fortaleza. Y en esto
hay que ser simplemente más hábiles que ellos. En última instancia,

204
con un país bien organizado y gobernado, no nos puede molestar
demasiado que ganen dinero. Lo que no les podemos permitir en
ningún caso es que con el poder de ese dinero dicten las decisiones
políticas. Es exactamente lo que ha hecho China.
Más allá de que personalmente no me simpatice demasiado el
régimen político chino, debo reconocer que a esa jugada de ajedrez
los chinos la han jugado razonablemente bien. Y es peligrosa porque
la estrategia es efectiva y se está extendiendo por toda el área del
Asia-Pacífico. No es la única posible ya que también existen otras
alternativas viables, pero si América Latina sigue con su letargo y sus
utopías políticas irrealizables, sean éstas liberales o marxistas, el
riesgo que corre la región es el de perder el tren.
En el Siglo XIX América Latina pasó de la dependencia española a la
dependencia británica. En el Siglo XX pasó de la dependencia
británica a la dependencia norteamericana. No sea cosa que en el
Siglo XXI cometa el tremendo error de pasar de la dependencia
norteamericana a la dependencia asiática. No es necesario que
suceda. Pero el riesgo existe.

P: ¿Cómo industrializar el país? ¿Con capital extranjero? ¿Cómo


controlar a las empresas para que dejen una parte importante en el
país?

R: Para una industrialización Usted necesita esencialmente 5 cosas:


instalaciones, materias primas, insumos, personas y tecnología.
Cualquier cosa que decida producir necesitará esos cinco factores
mínimos. Disponiendo de eso, necesitará además una moneda
robusta y estable que permita el flujo, la interacción y, dado el caso,
la adquisición de esos factores.
Los esquemas de financiamiento pueden ser múltiples dependiendo
de los escenarios que se presenten en los casos concretos. Por
ejemplo, es notorio que la región necesita una fuerte incorporación
de tecnología de punta. Ahora bien, esa tecnología se puede
desarrollar localmente o se puede adquirir con empresas que ya la
han desarrollado. En el primer caso Usted necesitará dos cosas:
financiamiento para la investigación y desarrollo, y tiempo para que

205
esa investigación y desarrollo rinda sus frutos y pueda ser transferida
al aparato industrial. En el segundo caso, necesitará verosímilmente
menos financiamiento (ya que la inversión – al menos en su mayor
parte – la deberá realizar la empresa contratada), necesitará también
menos tiempo (ya que esa empresa traerá y aplicará una tecnología
ya desarrollada), pero lo que Usted tendrá que organizar es que esa
tecnología se transfiera luego al resto del aparato productivo del país.
Ninguna de las dos cosas es fácil de hacer. Ponerse a desarrollar una
tecnología que ya existe en otra parte es, en muchos casos,
equivalente a ponerse a reinventar la rueda. Racionalmente no tiene
mucho sentido. No obstante puede tener sentido si se trata de
cuestiones muy sensibles o vitales como, por ejemplo, la defensa
nacional o la salud pública. Por otra parte, comprar la tecnología ya
desarrollada, tiene también sus bemoles: la empresa que trae esa
tecnología querrá tener su rentabilidad y además hará todo lo posible
por retener una tecnología que, para ella, es una ventaja competitiva.
En esto hay que ser pragmáticos. Las empresas están para ganar
dinero. En toda mi vida no conocí ni supe de ninguna empresa que
haya sido fundada para perderlo. Pero en esto hay dos grandes
preguntas que tienen que ser respondidas antes de tomar una
decisión. La primera es ¿cuánto beneficio resultará aceptable para la
empresa? y la segunda es ¿cuánto beneficio representará la inversión
de esa empresa para el resto de la sociedad?
Son dos variables que hay que compatibilizar y la negociación es
crítica. Por un lado no es cuestión de preguntarse "¿cuánto quiere
ganar la empresa inversora?", porque la respuesta a esa pregunta es
de manual: "Todo lo que se pueda". La pregunta es "¿cuál es el
mínimo de rentabilidad que todavía le resultará aceptable a esa
empresa?" Y en esto hay que tener presente que lo primero que
mide un inversor financiero es el grado de riesgo – real o percibido –
que interviene en sus cálculos. Ese riesgo puede ser sustancialmente
disminuido con reglas claras, racionalidad jurídica, contratos
explícitos y garantías de estabilidad política.
Una aclaración al margen: no me estoy refiriendo aquí al "riesgo
país" calculado por las llamadas "calificadoras de riesgo". Los
números de estas empresas no son confiables por un sinnúmero de

206
motivos. A lo que me refiero es al riesgo real inherente a una
economía, con la salvedad de que el riesgo siempre tiene dos
magnitudes: una magnitud objetiva que puede ser elaborada y
calculada por medios estadísticos y una magnitud subjetiva que es el
riesgo que una persona o un grupo de personas percibe
intuitivamente. Y en esto hay que saber algo muy importante: el
riesgo real y el riesgo percibido rara vez coinciden.
Volviendo al tema, el beneficio que recibe el país puede ser directo o
indirecto. Por ejemplo, directamente se beneficiará de los impuestos
que la empresa pagará; indirectamente se beneficiará de la actividad
económica que generará e impulsará al darle trabajo a contratistas y
subcontratistas; del hecho que contribuirá al empleo de mano de
obra local y de la producción que alimentará el mercado interno y,
eventualmente, incluso la actividad exportadora.
En cuanto a la última parte de su pregunta, la respuesta es no menos
pragmática: todo depende del que contrata y del que controla el
cumplimiento de ese contrato. Si el que contrata es corrupto, o está
más del lado de la empresa que del país por razones ideológicas,
difícilmente la negociación termine en un contrato que beneficie a la
nación. Si un contrato mal negociado, contrario a los intereses del
bien común (y hay muchísimos contratos de estas características en
la región), encima está mal controlado por funcionarios venales, el
resultado es lo que podemos ver todos los días en muchos países.
Pero no tiene por qué ser así.
Por supuesto, con el tiempo y suficiente desarrollo, lo ideal es que el
propio país cuente con los medios materiales y financieros para
abastecerse y expandirse. Ése es justamente el objetivo a lograr.

P: Suena extremadamente difícil tener una educación y un sistema


de salud totalmente gratuitos sin endeudarse, más teniendo una
moneda basada en la usura y controlada por un banco con formato
Rothschild. Pregunta. ¿Planteó el general nacionalizar la banca?
¿En qué año hacerlo? ¿Tomar alguna medida a la par?

R: No es tan difícil si se considera a la educación como una inversión


a mediano y largo plazo y en materia de salud se pone el acento sobre

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la prevención y una vida sanamente equilibrada más que en correr a
las enfermedades desde atrás tratando de curarlas lo mejor posible.
Una buena educación produce personas bien formadas y bien
capacitadas. Estas personas, al incorporarse a la actividad económica
terminan produciendo bienes y servicios. Los beneficios de esta
producción, a su vez, pueden retroalimentar a la educación. El
problema está en que establecer el ciclo completo lleva por lo menos
unos 18 o 20 años que es el tiempo que una persona que entra en la
escuela primaria tarda en salir de la universidad o completar alguna
carrera de nivel terciario.
En lo que a la nacionalización de la banca se refiere, yo diría que es
una medida necesaria que, en algún momento, cualquier organismo
político que quiera ser realmente soberano tendrá que implementar.
Pero hay por lo menos dos cosas a considerar aquí: nacionalizar la
banca no puede significar pasar sencillamente la banca actual a
manos del Estado. Necesariamente tendrá que significar el cambio
de toda la estructura y funcionalidad de la banca porque, de otro
modo, el cambio no sería mucho más que un ejercicio de
gatopardismo. La segunda cosa a considerar es el momento
adecuado para hacerlo, y en eso me remito a mis respuestas
anteriores: de ninguna manera conviene hacerlo en forma prematura
y desde una posición de debilidad. Hay que hacerlo cuando uno ya
está en condiciones de soportar y vencer el contragolpe financiero
que seguramente se producirá. Porque los afectados no se van a
quedar de brazos cruzados. Eso se lo puedo asegurar.

P: ¿No se expone la revolución a sufrir un boicot económico por


parte de EEUU? En caso de que ello suceda ¿está mal pensar en
autarquía y economía de guerra?

R: Sí, ese riesgo existe. Y no solo de parte de los EE.UU. sino de todo
el sistema financiero global. Precisamente por eso insisto tanto en la
necesidad de una inteligente elección de los tiempos y de las medidas
a implementar. El riesgo de boicot, sanciones y bloqueos existe. Los
iraníes le podrían escribir a Usted todo un manual sobre ese tema
aun cuando la muy buena diplomacia iraní está manejando el

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problema con razonable dominio hasta ahora, dadas las
circunstancias y todo lo que hay para considerar.
Autarquía y economía de guerra es un Plan B que se puede aplicar en
un caso realmente extremo. Pero, por un lado siempre es mucho
mejor no tener que llegar a eso y, por el otro lado, hay que tener en
claro que una situación como esa no puede prolongarse mucho en el
tiempo.

P: ¿Es necesario de entrada nacionalizar la moneda y poner por


ejemplo una moneda diferente a la de hoy tal como hizo Gesell que
fomente la circulación exacta de la economía?

R: En principio, la moneda de un país debería ser soberana. Ése es


justamente el objetivo. Lo que sucede es que esa soberanía
monetaria no se logra por decreto. Es perfectamente inútil y hasta
resultaría contraproducente declarar soberana una moneda que
prácticamente no es más que papel pintado sin valor real alguno. En
mi opinión y en la de varios economistas amigos que he consultado,
antes de pensar en la nacionalización de una moneda hay que lograr
su consolidación y su estabilidad. De otro modo estamos poniendo el
carro delante de los caballos. O peor todavía: desenganchando el
carro de los caballos y tratando de hacerlo rodar sin ellos. En última
instancia el único respaldo real y sólido de una moneda es la
capacidad de producción de un pueblo y la solidez de su conducción
política. Hasta que esos dos factores no estén debidamente
consolidados, yo sugeriría abstenerse de hacer experimentos
monetaristas más allá de los estrictamente indispensables para
impulsar justamente esa consolidación.
La propuesta de Silvio Gesell es teóricamente interesante. Con todo,
no estaría de más tener presente algunas cosas. Por de pronto fue
elaborada durante las primeras décadas del Siglo XX en un contexto
financiero mundial muy diferente al actual. Además de eso, nunca se
aplicó realmente así que no podemos decir que es una propuesta
probada y fogueada en la práctica. Y, en tercer lugar, presenta unas
cuantas dificultades técnicas y prácticas cuya solución – al menos

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que yo sepa – no ha sido elaborada todavía. De modo y manera que
sugeriría ser muy prudentes en proponerla.

*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*

Muchas gracias por escucharme y, sobre todo, muchas gracias por


las preguntas. No les miento si les digo que fue un verdadero placer
tratar de contestarlas lo mejor posible.
Una sola cosa quisiera aclarar a modo de despedida. De ningún
modo me creo depositario de una verdad revelada. Por consiguiente
quisiera reiterar algo que siempre digo: nadie tiene la obligación
de estar de acuerdo conmigo. Lo que he expuesto es para ayudar
a pensar. En algunos casos quizás hasta para obligar a pensar.
Es el pensamiento y la acción de todos ustedes, y no tanto el mío, el
que importará en última instancia.
Muchas gracias a todos

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